Un zombie llama a la puerta

Samu, Zed y Bergen entraron rápidamente en el centro comercial, los tres se pusieron de camino a la enfermería. Aquel era el último lugar en el que habían dejado a Alicia y Bergen llevaba la mochila repleta de medicamentos.
De pronto, alguien disparó sobre la vitrina que estaba sobre ellos, rompiéndola por todas partes y haciendo caer los pedazos encima de ellos. Uno de esos pedazos atravesó el brazo de Samu que, inmediatamente se echó al suelo temblando y gritando de dolor. Zed se vio obligado a echárselo a su espalda y cargar con él hasta la enfermería.

Bergen fue el primero en entrar al pequeño cuartucho. Desde fuera escuchaba voces, así que entró. Fue recibido con tres armas apuntándole a la cabeza.
- Chicos, estoy bien. Arturo tienes que ayudar a Samu - dijo Bergen mientras Zed colocaba a Samu, con el brazo empapado en sangre en una de las camillas- ¿Cómo está Alicia? Traigo lo que me pediste
- Zed, amigo, me alegro de verte - dijo Facundo - ¿Qué ha pasado?
- Someone, shoot us. Waht happened here? Everybody is dead - decía Zed aturulladamente.
- Unos militares vinieron y acabaron con todos los supervivientes - contestó Facundo - Son un escuadrón de limpieza. Parece que formamos parte de un experimento del gobierno que ha salido mal.
- Claro, si no fuera suficiente con escapar de los zombies - dijo Arturo - Bergen, dame las medicinas. Esta niña las necesita.
- Ayúdala, por favor - dijo Fernando, casi con lágrimas en los ojos y sin soltar la mano de Alicia.
- A eso iba pero me tienes que dejar trabajar. ¿Podrás soltarla un segundo, tortolito? - dijo Arturo
- Bueno... - dijo Fernando que no se había separado de Alicia desde que habían vuelto. La besó en los labios.

Mientras Arturo limpiaba la herida de Alicia y la daba uno de los medicamentos que había traído Bergen. El resto del grupo siguió contándose sus experiencias, excepto Fernando que estaba atento al trabajo de Arturo. Después de unos minutos, conversando, Bergen les informó de la muerte de Yeray.
- ¿Ha sido el ejército? - dijo Bergen - Yeray está muerto, lo vimos en la entrada. Así que no son de los que hacen preguntas. Él era militar.
- Noooo, Yeray Noooooo - gritó Alicia despertándose sobresaltada.
- No grites pequeña. Acabas de desmayarte. Tienes que cuidar más esa herida. Mira a quién tienes aquí - Arturo se apartó un poco y Alicia vio a Fernando sonriendo detrás de él. Fue hacia la camilla donde estaba ella. Arturo fue a ocuparse de la herida de Samu. No parecía muy grave auqnue dolorosa.
- Alicia, mi niña, ¿cómo te encuentras? Te he echado de menos.- dijo Fernando mientras acariciaba su rostro.
- Y yo a ti - susurró ella - Menos mal que habéis vuelto. Estaba asustada.
- Tranquila, que estoy aquí- la besó de nuevo.
- Creo que me perdí algo entre estos dos - dijo Bergen - Pero a lo que íbamos. ¿Cómo es que no os mataron?
- Alicia fue rápida - dijo Luis - Antes de desmayarse, consiguió atrapara a dos de ellos con nuestra inestimable yuda y la de las armas que nos dejó Jorge. Los tenemos en nuestra habitación.
- We are in trouble. Listen, please - dijo Zed aguzando el oído y llevándose un dedo a la boca para callar a todos.

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Jack y Marta habían conseguido entrar en la habitación y liberar a Rodrigo y a Octavio. A Octavio le costaba mantenerse en pie, como consecuencia de sus heridas pero tenía que aguantar hasta que llegase el helicóptero así que sacó fuerzas de flaqueza y se levantó, sujetando su automática.
Rodrigo estaba mejor aunque había perdido algo de visión como consecuencia de los golpes recibidos en la cara. Los cuatro salieron dispuestos a entrar en la cafetería y atacar a los que allí estaban. El factor sorpresa sería su mejor aliado. No contaban con que les hubieran oído desde dentro.
- Sabemos que estáis ahí fuera - gritó Bergen - El factor sorpresa no os servirá de nada. Sois demasiado ruidosos.
- Acabaremos con vosotros sin necesidad de entrar - gritó Marta
- Mierda, teníamos que haber dejado vigilancia allí - dijo Facundo, culpándose a sí mismo
- No te culpes, amigo, si hubiéramos dejado a alguien, ahora estaría muerto - dijo Fernando
- Probad a ver si conseguís algo - gritó Bergen - Pregunta a tus hombres como nos las gastamos.
- Jaja, estamos preparados. Habéis tenido suerte y con esa chica fuera de combate, no tenéis idea de qué hacer - gritó Octavio. Alicia fue a responder a ese ataque pero Arturo la tapó la boca y la guiñó un ojo. Después Octavio lanzó una ráfaga de tiros al aire.
- No hagas el capullo - se llevó la reprimenda de Rodrigo y de Jack.
- Deberíais pensar a quién meteis en vuestro escuadrón. Ese tipo está loco - gritó Bergen
- Los locos somos los que dominamos el mundo - dijo Octavio que salió de su opsición, detrás de una planta del centro comercial, para entrar por la fuerza en la enfermería - Arhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!

En ese momento, se desató la locura. Un grupo de unos doce zombies había conseguido colarse en el centro comercial. Probablemente, el superviviente al que mordió Yeray habría hecho lo propio con los supervivientes a los que el escuadrón de limpieza no había rematado. Ahora uno de ellos había mordido a Octavio por la espalda.
Octavio cayó al suelo, retorciéndose de dolor y, antes de que lo pudiese ver, otro pegó un mordisco a Marta en el brazo. Tanto Octavio como Marta estaban siendo devorados por un par de zombies. Los otros se dirigían peligrosamente hacia la posición de Rodrigo. Éste empuñó su arma y disparó, al igual que Jack, un par de zombies cayeron al suelo ipsofacto pero ellos sólo eran dos y la distancia entre ellos y los zombies empezaba a ser preocupante.
Uno de ellos se avalanzó sobre Jack pero, afortunadamente, esquivó el ataque, golpeando la cabeza del zombie contra la pared y acabando con él instantáneamente. Sin embargo, perdió el arma de repuesto con el ataque y la que tenía en la mano apenas tenía balas.
- Abridnos joder, esto es una masacre - gritó Rodrigo golpeando la puerta de la enfermería que era la más cercana, sin dejar de disparar a los zombies. Aún quedaban 6 en pie y a ellos se les habían unido Marta y Octavio. Este último se arrastraba por el suelo.
- Ahora vosotros también estáis infectados - gritó Bergen desde el otro lado de la puerta.
- Mierda, tenemos armas. Abrid - gritó Rodrigo.
- Ábrele - dijo Arturo - No nos convertiremos en alguien como ellos dejando morir inocentes.

Bergen abrió la puerta y Rodrigo y Jack entraron. Ahora estaban allí ellos once, armados, pero un ejército de ocho zombies se agolpaba a la puerta de la enfermería.

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Mientras tanto, Yeray seguía su camino hacia las afueras de la ciudad como zombie. De camino, sintió unos pequeños susurros que le sobresaltaron. Entró en una casa atraído por su instinto, por el ruido y por el olor a sangre fresca. Allí, encima de la cama, seguía una niña pequeña con un vestido blanco, a los pies de esa cama un viejo tirado al que ni siquiera prestó atención. Su objetivo era la niña que ni siquiera se resistió al ataque, simplemente se dejó ir. Yeray se dio un festín encima de la cama y después continuó su camino hacia las afueras de la ciudad. Esta vez, una pequeña zombie de unos doce años iba siguiéndole.

Fernando y Bergen empujaban la puerta con todas su fuerzas, los golpes de los zombies de fuera cada vez eran más fuertes. Un golpe rompió el cristal y una de las manos de la marabunta golpeó la primera cabeza que pudo. Bergen con un dolor intenso empezó a sangrar en el menton.

Los dos seguian empujando mientras los demás intentaban trazar un plan de huida, un sucesión de disparos dentro de la habitación derribaron a un par de zombies que por el cristal roto seguian intentando arañar o golpear a los dos supervivientes.
Bergen se apartó de la puerta y trajo consiguo a Fernando. Alzó su MP5 y vació el cargador restante en los infectados de la puerta, cuando se acabó la munición Facundo continuó con los disparos.

La puerta cedió y se abrió de golpe dejando pasar los ultimos zombies, quedaban 3 zombies y se repartieron por la habitación. Facundo con su rifle disparo a uno de ellos, acabando con su segunda vida. Bergen cogió una de las botellas que tenia cerca de la cama y se la estalló en la cabeza a unos de los zombies. Este ni se inmuto y continuó su camino hacia Jack, que lo tumbo con de un disparo en la cabeza.

Arturo por último disparo tres veces al zombies y acabó con su vida terminando asi el ataque sorpresa.

-Mierda te han infectado- dijo Jack señalando con el dedo a Bergen.
-No, no le han infectado se ha cortado con los cristales cuando estalló la puerta-contestó Fernando-tu has sido el que ha disparado a la puerta que te dice que no has sido tu.
-Venga no me jodas es imposible no he fallado el tiro- replicó Jack
-De eso no estas seguro yo mismo los he sentido muy cerca-dijo Fernando terminando la conversación.

Bergen salió por la puerta y se fue a las habitaciones, Fernando siguió de cerca su movimiento. Facundo y Alicia siguieron a Fernando mientras Arturo, Jorge, Rodrigo y Jack fueron corriendo a cerrar las puertas del centro comercial.

-Ey, ey espera Bergen, gracias por el tirón de antes casi nos cogen- dijo Fernando tendiendo la mano a Bergen.
-De nada tio, somos compañeros ha sido un placer-contestó Bergen chocando la mano de Fernando.

Facundo y Alicia llegaron junto con Bergen y Fernando y caminaron a la habitación de Alicia y los demás a por las armas. El centro comercial ya no era seguro, quien sabe si podria haber más zombies dentro sin que ellos los supieran.
En la habitación quedaban armas, pero podrián ir a la armeria ahora ya que nadie se lo impedia.

Facundo, Fernando y Alicia se disponian a salir cuando un brazo agarro a Fernando por el hombro.

-¿Nos pueden dejar solos?-preguntó Bergen.
-Claro chicos, os dejaremos solos-contestaron Alicia y Facundo saliendo de la habitación.
-Fernando ambos sabemos que esta herida no es de un cristal estoy infectado y no quiero combertirme en uno de ellos. ¿Te puedo pedir un favor?-preguntó Bergen
-Mm... espero que no estes pensando en...-dijo Fernando sin poder terminar.
-Si Fernando quiero que me pegues un tiro, por favor. No quiero terminar como ellos de ahi fuera y despidete de ellos por mi, yo no podria- contestó Bergen pasandole su pistola.

Ambos salieron de la habitación y fueron hacia la puerta, en la que estaban Jorge y Arturo custodiandola. Bergen abrió la puerta y salió respirando profundamente.
Fernando lo siguió resignandose en la acción que tendria que hacer.

Bergen iba murmurando algo, por lo que pudo escuchar Fernando se dió cuenta de que estaba recitando un padre nuestro cristiano.
Bergen se sento en el suelo y se puso de rodillas y dijo en alto unas palabras.

-Perdoname Padre pero he pecado, ahora solo busco la pazdijo tajante Bergen.

Fernando lo hizo levantarse nadie merecia morir de rodillas, Bergen obedeció y cerró los ojos. Fernando apretó la pistola con la mano y antes de disparar se despidió de Bergen.
Apretó la pistola otra vez y apuntó a la cabeza, un tiro certero evitaria el sufrimiento. Un disparo resonó fuera.

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Lo dejo aqui demomento y lo lamento DarkHades

-¿Qué ha sido eso? - dijo Facundo después de escuchar el disparo.
- Mierda. Seguro que ha sido Fernando - Dijo Alicia a la vez que salió corriendo.
- Niña, no corras que acabas de levantarte - dijo Arturo que siguió a Alicia

Cuando llegaron al lugar hacia el que se había dirigido Fernando y Bergen encontraron a Bergen tirado en el suelo con un tiro en la nuca y a Fernando llorando con la cabeza apoyada en sus rodillas y con el arma cargada y humeante de la mano. Facundo y Alicia se acercaron a él. Facundo le quitó la pistola
- Él.... Él... se había infectado.... Me lo pidió - dijo Fernando entre sollozos
- No te preocupes, Fernando - dijo Facundo - Hiciste bien. No quería ser como ellos y tú le has hecho morir en paz, amigo.
- Ya... pero le he matado Facundo. He matado a una persona y no era uno de ellos.
- Fernando, mírame a los ojos - dijo Alicia- Sécate esas lágrimas, levántate y no llores más. Bergen había dejado de ser Bergen en el momento en que se infectó. Le dejaste ir en paz, Fernando.
- Alicia, Facundo - dijo Fernando mirándola a los ojos - ¿Cuándo acabará ésto?
- No lo sabemos. - dijo Facundo mientras salía de la sala- Pero estamos contigo amigo.
- Vamos Fernando - Dijo Alicia cogiéndole de la mano - Yo estaré contigo en todo momento. Que no se te olvide.

Fernando sonrió y echó a andar detrás de ella. Estaba muy triste por lo que acababa de pasar con Bergen, él no quería hacerlo en realidad pero Bergen se lo pidió como favor personal. Bergen era cristiano así que antes de suicidarse se lo pidió a Fernando. Fernando estaba triste porque aunque no había tenido mucha relación con él, Bergen era uno de sus compañeros del aeropuerto y habían pasado por muchas cosas juntos.

Por su parte, Alicia estaba realmente enfadada con Bergen. Bergen se había ido sin despedirse de nadie, sin decir nada y había convencido a un niño tan bueno como Fernando para que le pegase un tiro cuando tenía que haber escogido a otra persona para hacerlo. Fernando era fuerte pero no sabía aún hasta que punto y pegar un tiro a un amigo era algo muy fuerte.

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Alicia, Facundo y Fernando se dirigieron a la puerta principal. Allí estaban Zed, Rodrigo, Samu, Arturo, Luis, Jorge y Jacks en el comedor. Todavía no sabían cómo podrían salir de allí. Probablemente utilizarían el vehículo en el que habían llegado Jacks y los suyos pero todavía lo estaban decidiendo cuando escucharon un sonido en la planta baja del centro comercial.
Luis, Rodrigo, Jacks, Zed y Jorge bajaron a investigar. Mientras tanto Arturo y los demás se quedaron en la planta superior alerta. Arturo dio una pastilla de las que Bergen había llevado para cuidar a Alicia.
- Dios, no me mola estar chutada cuando estamos inseguros aquí dentro - dijo Alicia
- Pues es lo que hay si no quieres caerte redonda por todas partes - contestó Arturo.
- Trátamela bien, ehhhh, Arturito - dijo Fernando, algo más tranquilo y tendiéndole la mano - Gracias por cuidar de ella, amigo mío.
- ¿Tú? ¿Me consideras un amigo?. Qué gran honor - dijo Arturo dándole un abrazo.
- Pues claro que es un honor - intervino Facundo.

Entretanto, Rodrigo y Luis subieron corriendo hacia el comedor, exhaustos y casi con la lengua fuera.
- Tiene que venir - dijo Rodrigo - Hemos encontrado algo.... Ahí abajo hay una de esas cosas y dos científicos.
- Adán - gritó Facundo
- Sí, es Adán - intervino Luis- Ha venido tan rápido que no me ha dejado decírselo. También está Gerardo. Parece que han encontrado la vacuna. Gerardo ha sido atacado por Adán y se la han puesto. No sé en qué terminará todo esto....
- Vamos abajo - gritó Rodrigo y volvió a salir corriendo.

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Cuando llegaron al sótano, Gerardo se había sufrido una importante mutación genética. Su cabeza se había alargado y entre sus dientes sobresalía una lengua bífida. Su cuerpo se había transformado. Se habían alargado sus brazos y sus piernas, dándole aspecto de un lagarto. Además, de sus manos y piernas salían unas horribles garras. Había lanzado contra la pared a uno de los científicos. Zed, Jorge y Jacks disparaban contra él. Consiguieron herirle pero no fue en la cabeza así que lo que antes era Gerardo, seguía vivo.
Cuando llegaron los demás al laboratorio, la mutación empujó a Arturo, Facundo y Fernando al suelo, Alicia se salvó por los pelos ya que esa cosa trepó por la pared para escapar por la puerta principal y perderse en la negrura del centro comercial.
- ¿Estáis todos bien? - gritó Facundo
- Sí - gritó Luis - Aquí Rodrigo también está bien
- Me too - gritó Zed

Poco a poco, todos fueron dando señales de vida menos Arturo que, como consecuencia de un golpe en la cabeza había quedado inconsciente. Parecía que todos estaban bien excepto un científico que había sido atacado y se acababa de convertir en zombie.
Jacks sacó su arma y disparó a su cabeza sin contemplaciones. Dispuesto a rematar a Adán, que seguía atado a la camilla. El otro científico le detuvo.
- Nooooo. Le necesitamos. Es la clave para elaborar la vacuna.
- ¿Qué vacuna?
- La vacuna. Es Adán, el experimento. - dijo Alicia - Y de su sangre se puede sacar la vacuna.
- ¿Para qué? Todavía no lo entendeis, ¿verdad? - dijo Rodrigo - Esto lo sabían. No quieren la vacuna, quieren mataros. Sólo querían saber las consecuencias de este experimento. Él escapó y ahora ha pasado esto.
- Cállate Rodrigo y cierra la puerta - gritó Jack - No quiero llevarme más sustos por hoy.
- No quiero. Estoy hasta los cojones de esta misión - se encaró Rodrigo y Jack se sorprendió- Quiero encontrar una vacuna porque esto no tiene sentido. Soy mecánico del ejército y traductor. No un asesino de inocentes.
- No sé si seré capaz de hacer la vacuna yo sólo - dijo el científico - Lo estamos intentando.
- Espera un momento, usted es el cabrón que nos robó la avioneta - gritó Fernando pegándole un puñetazo. El cuientífico cayó al suelo y Fernando descargó su rabia.
- Anda, pequeño, vamos para que te tranquilices - dijo Alicia a Fernando y los dos se sentaron en el suelo contra la pared - Zed, echa un vistazo a Arturo, por favor.

Los demás seguían vigilando a Adán, el experimento. Fuera de la habitación acechaba una horrible mutación genética con ansias de sangre que esperaba el momento oportuno mientras lamía sus heridas.

Simón se despertó sobresaltado. Lo primero que hizo fue llevarse las manos a la cara. Vendas. ¿Cómo había sobrevivido?

Se encontraba en un hospital de campaña, era la única persona que se encontraba allí, ni enfermos ni médicos. Intentó levantarse pero sus manos se encontraban esposadas a la camilla.

- Me temo que no podrás salir de aquí – dijo una doctora saliendo de detrás de una cortina.

La mujer tendría alrededor de treinta y cinco años, era alta y esbelta, su cabello era de color rubio y lo llevaba recogido en un fuerte moño. Por la voz, Simón dedujo que era extranjera, inglesa, posiblemente.

- ¿Dónde estoy? – preguntó Simón mientras se palpaba la cabeza.

- En el mismo sitio, pero en el hospital de campaña. – dijo la doctora mientras apuntaba algo en un papel.

- Me dispararon…en la cabeza – dijo Simón casi para sí mismo.

- Lo sé, tuviste suerte de que entrase justo en ese momento en la tienda del general para decirle que analicé la muestra de tu sangre y descubrí que no estabas infectado. Entonces te tuvimos que operar de urgencia, al parecer la puntería del soldado no fue tan buena, si hubiese apuntado un poco más a la derecha, no estarías aquí. No has sufrido daño cerebral.

- Entonces… ¿Estoy bien? – preguntó Simón un tanto perplejo.

La doctora negó con la cabeza.

- Cuando el soldado disparó su escopeta, gran parte de los perdigones han ido a parar a tu rostro. Me temo que tu ojo y oído izquierdo han quedado inútiles, y tu hombro nunca se recuperará del todo. – dijo la doctora mientras seguía escribiendo.

- Quiero verla. Mi cara, quiero verla. – dijo Simón en un tono casi amenazante.

- No es recomendable, algunas heridas aún no han cerrado, además, todavía hay que hacerte injertos de piel en las partes donde el impacto arrancó más carne.

- ¡He dicho que quiero verlo! – exclamó Simón

La mujer dio un respingo, pero lentamente le fue quitando las vendas que le cubrían la cabeza, y cuando hubo terminado, cogió un espejo y lo puso en frente de su rostro.

El antes bello rostro de Simón, ahora era algo horrible. Estaba completamente cubierto de cicatrices, y faltaba piel en algunas partes, su ojo había desaparecido, al igual que su oreja. Además de su cabello, que ahora estaba rapado al cero. La parte inferior derecha de su labio había sido arrancada y ahora se podía ver parte de su mandíbula.

Entonces Simón lo oyó. Oyó como se rompía aquel único hilo de cordura que le mantenía en contacto con la tierra. Y rió, desde luego que rió.

Fernando se sentia fatal después de los sucedido con Bergen, necesitaba redimirse, la conciencia le estaba carcomiendo por dentro. Alicia que no se separaba de el, lo abrazaba y le acariciaba el pelo.
En la habitación se respiraba miedo, fuera los estaba esperando una criatura abobinable. Estaban planeando como matarla pero nadie se mostraba como voluntario.

Fernando sonrió amargamente y se levantó de golpe se acerco al grupo y dijo:

-Darme un el rifle y un par de cargadores yo intentare acabar con la criatura-dijo Fernando tajante.
-No seas tonto, no pienso dejar que salgas fuera tu solo-replicó Facundo agachandose a por dos rifles.
-No, esta vez si que no, lo necesito. Sera mi forma de conmemorar a Bergen-dijo Fernando acercandose a Alicia.

Fernando la ayudo a levantarse, la abrazó y la beso en un intenso abrazo que duro unos segundos interminables para Fernando.
Al poner la mano en el pomo sintió miedo, un miedo como nunca antes lo habia sentido. Unos sudores frios le recorrian el cuerpo a gran velocidad.

Fernando antes de salir cogió la llave del picaporte y cerró por fuera para evitar que salieran ayudar. Por la mente de Fernando solo pasaban los momentos felices que habian pasado juntos todos.
Una lagrima resbaló por la mejilla de Fernando que la limpió con la mano y se dijo para si mismo que fuera fuerte.
Alzó su rifle automático y comenza a caminar apoyandose en la pared. No queria ser sorprendido por aquella criatura.

Un sonido como de un goteo llegó al oido de Fernando. Aparte de eso un silencio sepulcral roto por los pasos que daba Fernando, sus botas resonaban por todo el centro comercial o por lo menos eso le parecia en comparación con el silencio.
Desde la posición en la que estaba no se veia nada, ni movimiento, ni sombras, nada. El mismo sonido de antes volvió a llegar al oido de Fernando que nervioso volteo la cabeza para ver si estaba detrás.

Un tentaculo apareció de la nada y golpeó a Fernando en la espalda haciendolo caer, cayo encima de algo blando, al mirar al suelo pudo ver un cuerpo sin vida. Uno de los muchos que allí habian, a su lado una escopeta junto con un par de cartuchos estaba en el suelo.
Fernando se levanto enseguida y le entraron arcadas, intento retenerlas con exito, pensó que no podia perder el tiempo ahora en eso.
Se agacho de nuevo y recogió la escopeta, cargó los dos cartuchos y vió que aun le quedaba otro extra dentro de la escopeta.

Salió al centro y observo con cautela la posición del nuevo Gerardo. Una mole viscosa con forma de reptil avanzaba hasta la fuente de agua del primer piso. Fernando disparó uno de los cartuchos impactando en el cuerpo de Gerardo. Un grito salió de lo que antes era la garganta de Gerardo. A Fernando se le heló la sangre cuando volteó hacia su espalda y vió que en la puerta principal se agolpaban unos zombies.

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Dentro de la habitación se respiraba la tensión, Facundo y Alicia no aguantaban estar quietos ahi y menos después de haber escuchado un disparo y silencio.
Se temian lo peor. Facundo se colgó al hombro le fusil y comenza andar rumbo a la puerta.

-Mierda, no pienso dejar a Fernando ahi fuera, ni de coña-dijo Facundo intentando abrir la puerta.
-Yo tampoco lo pienso dejar ahi-dijo Alicia acercandose a Facundo.
-No, no tu no vienes quedate aqui estas cansada y debil, Rodrigo, Jack ayudenme por favor-respondió Facundo.
-Si claro, ahora voy-dijo Rodrigo cogiendo su arma y acercandose.
-Arturo quedate con Alicia y cuidala-dijo Facundo tajante.

Facundo al ver que estaba cerrada la puerta la abrió de una patada y salió raudo hasta la posición de Fernando. La cara del joven era un poema estaba blanquecino, cuando los vió se relajó un poco. Explicó la situación a los demás y los avisó de la posición del actual Gerardo.

Fernando se alegró de que sus amigos estuvieran allí para ayudarle. Por lo menos se alegró de la presencia de Facundo ya que no se fiaba mucho de los otros dos mercenarios. Detrás de Facundo, Rodrigo y Jacks, Luis y Jorge se acercaron corriendo.

- ¿Dónde está la fiesta? - dijo cuando estuvo casi al lado, con un arma a cuestas. Jorge estaba con él.

Fernando señaló a la fuente que estaba en el piso superior al que se encontraban ellos. Allí, lamiendo sus heridas, un lagarto con piel de humano se estaba lamiendo sus heridas. Del disparo de Fernando, manaba una extraña sangre color azul.
Rodrigo disparó, pensando que tenía posibilidades de acertar a tanta distancia. Sin embargo, únicamente consiguió atinar en el cuello por lo que la criatura aulló de dolor y clavó su mirada en el grupo. Fernando estaba allí y sintió que la mirada de aquel Gerardo se dirigía directamente a sus ojos. Él y no otro era el que tenía que acabar con él. Parece que Fernando y el propio Gerardo así lo habían decidido.

- Rodrigo, no seas estúpido - dijo Jack - Ahora sabe donde estamos.
- Le tenía a tiro - se justificó aquel.

De repente, otro disparo. En ese instante, la criatura salió corriendo y Fernando la perdió de vista. En esta ocasión, había sido Jorge. Disparaba a un zombie que se había acercado a Luis por el lado derecho de su espalda. Aquel lugar era demasiado grande y había más zombies de los que ellos pensaban pero aquel ya no era un problema. Yacía tirado en el suelo, muerto de un disparo en el cráneo.
- Gracias, compañero. No le vi. - dijo Luis
- Me debes una - dijo Jorge

Los supervivientes se desconcentraron por un momento. Estaban buscando zombies alrededor, vieron aquellos que se agolpaban al otro lado de la puerta principal. Jorge y Rodrigo fueron a asegurar la puerta.
Gerardo aprovechó ese momento de distracción para atacar. Se avalanzó sobre Jack, tirándolo al suelo inmediatamente. Facundo y Fernando empezaron a disparar desde la parte delantera de Gerardo pero parecía que ese monstruo no era como los demás. Le herían pero no en la cabeza y el monstruo simplemente gritaba de dolor, emitiendo un sonido sordo y penetrante.
Desde la retaguardia de Gerardo, Rodrigo, Jorge y Luis continuaban disparando pero ninguno conseguía dar en el blanco. Uno de los disparos acertó en uno de los puntos vitales del mutante porque este gritó, como nunca había gritado y se levantó sobre sus dos piernas traseras. Aulló y golpeó el suelo con rabia.
De su cuerpo, salieron dos tentáculos, uno golpeó a Facundo que cayó al suelo perdiendo su arma por lo que tuvo que separarse hasta encontrarla.

Con el otro tentáculo se deshizo fácilmente de Jorge y Rodrigo a los que lanzó directamente hacia el otro extremo de la habitación. La cosa estaba entre Luis, Fernando y Gerardo ya que Luis consiguió esquivar fácilmente el ataque de Gerardo gracias a su posición.
Luis disparó una vez más contra el monstruo. Gerardo se enfadó y con uno de sus tentáculos lo cogió y lo lanzó contra el suelo. Luis quedó inconsciente en el acto.
Ahora estaba la criatura sola contra Fernando. Fernando comenzó a disparar con su pequeña automática pero ya no quedaban balas. La cosa le empujó lanzándole al suelo y se tiró sobre él. Fernando estaba tan asustado que pensó "Dios mío, esto es el fin"
Podía sentir el aliento de esa cosa en la cara y sentía que Gerardo empezaba a relamerse del banquete que se iba a pegar con él. Sin embargo, se acordó del arma de Bergen que aún la tenía en cintura. No sabía si quedaban balas. Estiró un poco la mano, lo que el peso de aquel animal le permitió. Tomó el arma, poniendola entre su cuerpo y el del monstruo como pudo y disparó en su cabeza. El mutante estaba muerto y Fernando pringado de baba y Bergen había hecho el último favor a sus amigos...

- Muy bien muchacho - se acercó gritando Facundo
- No fui yo. Ha sido Bergen. - dijo Fernando señalando su pistola y mirando al cielo. - Mierda. Luis!
- Jack! - gritó Rodrigo acercándose a su jefe que también estaba en el suelo. Se había hecho daño en la rodilla - Jefe, ¿puedes andar?
- Eso creo aunque me duele. Ayúdame.
- Tú vete con él. Facundo, Jorge ayudad a Luis. Tengo que hacer saber a Alicia que estoy bien.

Fernando llegó al laboratorio. El científico que habían dejado allí estaba muerto, convertido en zombie. Facundo acabó con él de un disparo. No había rastro de Zed, ni de Alicia, ni de Arturo... Adán el experimento tambien había desaparecido.

en un momento de "tranquilidad" jack tomó su radio para comunicarse con la base fuera de la ciudad..pero las baterías tenían poca carga por lo que debía ser breve...

-aqui jack estamos en el centro comercial, solo quedamos rodrigo y yo vivos, envíen un helicoptero de rescate..-

del otro lado solo se oyeron tres cortas palabras-"estais todos infectados"-luego solo estatica y mas tarde nada, las baterías se habían agotado...

unos segundos después llegó de vuelta fernando

-chicos...-parecía bastante agitado-alicia...no está..

todos parecían bastante sorprendidos- que pero... ¿y los demás?-

en ese momento apareció facundo por detrás de fernando -no hay nadie y el cientifico está muerto y todos desa...-no alcanzo a terminar su frase cuando algo saltó encima de rodrigo derribandolo junto a jack....
era una especie de zombie, pero provenía desde el segundo piso, además una gran cantidad de zombies se agolpaba en la entrada....al parecer todos habían sido abandonados por el gobierno, y estaban en serios problemas..

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perdón por la tardanza pero no se me ocurria nada (al parecer la inspiración no me llega muy bien)...

Alicia, Zed y Arturo se quedaron vigilando al científico y a Adán, el experimento mientras los demás subían a ayudar a Fernando.
El científico trabajaba afanosamente, sustituyendo unos líquidos por aquí, unos líquidos por allá y utilizando la sangre de Adán para ello. Arturo estaba ayudándole; el otro científico estaba muerto en el suelo ya que la fórmula anterior había fallado y Gerardo se había convertido en una extraña abobinación.
De pronto, Alicia, Zed y Arturo sintieron varios disparos. A continuación silencio y justo después un fuerte golpe en el suelo que hizo temblar el suelo. Del propio golpe, la mesa en la que estaba tumbado Adán, el experimento se volcó. Arturo, Zed y el científico se acercaron para levantarla. Alicia se levantó asustada de la camilla en la que se había tumbado.

El científico se acercó demasiado a la boca de Adán y éste pegó un bocado a su cuello. Sintió de nuevo correr la sangre por su boca, su feroz instinto asesino no había desaparecido. Su fuerza volvió, invadiendo todos los músculos y órganos de su muerto cuerpo. Adán rompió las correas que lo ataban a la mesa. Se liberó y devoró al científico.
- Dispara - gritó el científico
- No podemos, es el experimento - gritó Arturo - Le necesitamos para la vacuna.
- Fuck you - gritó Zed. - Vámonos de aquí.

Zed cogió a Alicia y se la colgó al hombro. Ella aún estaba débil así que irían más rápido de ese modo. Arturo y Zed abrieron la puerta y aprovecharon el momento en el que Adán se alimentaba para salir corriendo del laboratorio.
No sabían hacia dónde ir así que decidieron bajar a la segunda planta del sótano. La primera había sido reforzada y limpiada completamente pero en la segunda, quizá quedara algún coche con el que escapar que hubiese quedado sin revisar. Volvieron a la vieja caseta del guardia, donde Simón maniató y torturó a los supervivientes del centro comercial.
- ¿Por qué me habéis traído aquí? - gritó Alicia cuando Zed la dejó en el suelo
- Tranquila, cariño, es el único sitio que se nos ocurrió para poder escapar. Escaleras arriba estaban matando a ese bicho y no hubiéramos sido de mucha ayuda... - la dijo Arturo - Sé que es duro estar aquí pero te servirá de terapia de choque.
- ¿Terapia de choque , dices? Arturo aún no han limpiado la sangre, joder... - gritó Alicia mientras lloraba. Arturo la dio un bofetón.
- Pequeña, tienes que calmarte. No quería pegarte, lo siento pero si sigues gritando así averigüarán donde estamos. Además, Fernando sabrá que estamos aquí. Lo intuirá.
- De acuerdo, lo siento.
- Shout up. Someone is coming. - dijo Zed.

Adán después de pegarse el banquete con el científico había bajado las escaleras del sótano siguiendo el olor de Zed, Alicia y Arturo. Su instinto le decía que había alguien allí. Había recuperado su poder y, gracias a él, a la puerta del centro comercial empezaban a llegar zombies y más zombies. Zed, Alicia y Arturo estaban escondidos en la caseta y a lo lejos, se acercaba la figura de Adán. Cuando estuvo un poco más cerca, Zed disparó.

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Fernando intentaba encontrar deseperadamente a Alicia y a los demás pero casi no tenía tiempo. Se detuvo por un instante, apoyado en la pared, para pensar y Facundo se acercó a él.
- Amigo, encontraremos a Alicia - dijo Facundo - ¿Dónde hubieras ido si fuera ella?
- A un lugar importante para ella - dijo Fernando- Gracias, tío, creo que ya sé dónde puede estar.
- Controlar a la horda unos minutos - gritó Facundo a Rodrigo - Enseguida volvemos.
- De acuerdo. Espero que podamos hacerlo.
Fernando se dirigió seguido por Facundo hacia la pequeña tienda de muebles en la que se habían besado por primera vez pero allí no había nadie, salvo un par de cadáveres tirados en la puerta.
- Me equivoqué. Lo nuestro no es importante para ella, parece ser... Ella sabría que este sería el primer sitio en el que la buscaría.
- Fernando, no desesperes. Piensa en otro lugar. Recuerda, ella está herida. Zed y Arturo estaban con ella así que probablemente ellos habrán escogido el lugar. ¿Cuál sería?
- Un lugar del que se pudiera escapar con facilidad. Que tuviera medios para salir o, por lo menos, la posibilidad de hallarlos y finalmente, un lugar en el que yo pensara... Facundo esta vez estoy seguro. Están donde sucedió todo, están en el sótano 2, lo sé. Vamos.

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Yeray continuaba su camino como zombie junto a la pequeña niña zombificada. Juntos habían masacrado a los escasos supervivientes que se encontraban aislados. Primero, una mujer joven que intentaba escapar en su auto y que fue sorprendida cuando se le quedó sin gasolina, después un niño que estaba en una casa llorando...
Así habían formado nada más y nada menos que un pequeño ejército de 15 zombies. Yeray no era como Adán pero había conseguido que los demás zombies le siguiesen. No faltaba mucho para llegar al campamento base de los militares. Nadie pensaba que los zombies serían capaces de cruzar el río pero Yeray fue el primer en pasarlo. El caos empezaría en escasos minutos....

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Alf_Zombie he dejado en tus manos si Zed acierta o falla el disparo ya que era tu personaje, tú decides
Toletum encuentranos, jeje, así ya opdemos salir de allí!!!!
Para que luego digais que la jefa se toma el día libre....

Cuando el caos se desató debido a que Adán se había soltado, Samuel salió corriendo de ahí. Nadie había notado su presencia, y mucho menos su ausencia, algo no le gustaba de ese grupo, todos eran muy aventureros, nadie lo tomaba en cuenta y parecían más entretenidos luchando que intentando sobrevivir.
Pasó junto al pequeño grupo donde luchaban Rodrigo, Jack, Jorge y Luis. Pasó de largo sin que lo volteasen a ver, la herida del brazo le dolía, pero en ese momento debía encontrar un lugar para guarecerse. En plena carrera, una mano lo tomó del hombro y lo jaló hacia un pequeño negocio de dulces que había en ese enorme centro comercial.
-Muchacho, ¿qué haces corriendo solo?
-¿Quie… quiénes son? –Samuel estaba nervioso, pero aquella voz le parecía familiar.
-Nosotros, no temas, aquí estás seguro –se encendió una linterna, y frente a Samuel había tres sobrevivientes del centro comercial: Laura, David y Pepe.
-¿Qué hacen aquí? –Samuel dio un par de pasos hacia atrás-. Creí que todos estaban muertos.
-Parece que somos más inteligentes de lo que la mayoría cree –dijo Pepe-. Y por lo que veo, tú también, prefieres vivir un día más, antes que salir a que te coman esas cosas.
-Ni loco salgo –se exasperó Samuel-. ¿Puedo quedarme con ustedes? Sé que no soy de su grupo, pero me encantaría sobrevivir.
-Has llegado al lugar correcto –sonrió Laura-. He aquí el gallinero, pueden burlarse de nosotros, pero sobreviviremos a esta epidemia apocalíptica.

***

-¡NO LOS AGUANTAREMOS! –gritaba Rodrigo frenéticamente mientras usaba las pocas municiones que le quedaban, al lado de él estaba Jack algo maltrecho de la rodilla pero sin dejar de disparar y con esa confianza que le caracterizaba-. Creo que hasta aquí llegamos, señor.
-Guarda silencio y sigue disparando, soldado.
Al lado de ellos estaban Jorge y Luis, este último apenas despertando del golpe que se había llevado en la cabeza minutos atrás.
-¿Qu… qué está… sucediendo? –preguntó Luis desconcertado y en medio de una lluvia de disparos.
-Estamos rodeados –respondió Jorge-. Eso es lo que sucede, sería se mucha ayuda que nos dieras una mano.
-Pero no hay armas –Luis volteó a su alrededor y se incorporó con mucho esfuerzo, como si un par de pesas estuvieran atadas a sus brazos.
Como pudo, tomó un tubo metálico que estaba en el suelo, y se limitó a golpear a los zombies que se le acercaban a aquel reducido grupo. En realidad Luis estaba muy triste, había perdido a su mejor amigo de los últimos días, Bergen. Aquel militar drogadicto tenía un vínculo con él, pero ahora ya no estaba, y estaba seguro que ahora todos los dedos apuntarían a él, al vagabundo alcohólico.
-¡Maldición! –Rodrigo azotó su pistola, se había quedado sin balas, y ya no tenía munición con la que pudiera resurtirla.
-No te rindas –le dijo Jack mientras le tendía un pequeño revólver que tenía oculto en la parte trasera del pantalón. Ambos soldados reabrieron el fuego, pero los zombies iban en aumento.

No tenían ni la más remota idea de dónde procedían tantos infectados. La razón más lógica era que Adán tenía un magnetismo especial, y que de alguna forma les indicó en qué momento se harían presentes.
Los cuatro hombres estaban arrinconados, sentían que todo había terminado para ellos, cuando Rodrigo levantó la vista, y al lado de una de las columnas había un poste, todo indicaba que en sus buenos tiempos aquella estructura metálica servía para colgar lonas o cartelones promocionales para que estuvieran a la vista de todos los clientes de aquel lugar.
-No todo está perdido –Rodrigo sonrió abiertamente por primera vez desde que había empezado aquella misión-. Podemos deslizarnos por ese tubo, como si fuéramos bomberos, ¿puedes hacerlo, Jack?
-Aunque no tuviera piernas lo haría, prefiero lanzarme como un loco agarrado de un tubo que convertirme en una de esas cosas.
-No se diga más –apresuró Jorge-. ¡VAMOS!

Los cuatro hombres corrieron en dirección a aquella estructura, algo endeble pero funcional. Pero el camino estaba infestado de una docena de zombies, como pudieron, a empellones, patadas, tubazos que Luis propinó a unos cuantos, pudieron abrirse paso.
El primero en deslizarse por aquel escape metálico fue Rodrigo. Una vez llegando a la planta baja les hizo señas de que era seguro lanzarse por ahí, así que Jack fue el siguiente. A la hora de llegar al piso, el militar se dolió porque su rodilla aún estaba en muy malas condiciones.
-¡Anda, sigues tú! –le dijo Luis a Jorge.
-Pero los zombies se levantaron y vienen hacia acá.
-¡Yo puedo con ellos!
Jorge se lanzó por aquel tubo, le costó trabajo aferrarse a él. Nunca lo había hecho, y le quemaba un poco las manos porque no tenía la técnica necesaria. Luis se dedicó a empujar a un par de zombies que tenía encima, pero por más que intentaba no se podía deshacer de ellos. Pronto fue superado por aquel conglomerado, y sucumbió… Luis, el vagabundo simpático estaba en el suelo siendo mordido por todas partes, lo único que pudo hacer fue gritarles a los demás que lo abandonaran porque había sido infectado, y después tomando el tubo fuertemente se quitó de encima al resto de zombies que querían darse un festín con su carne envinada.

No pasó mucho tiempo para que Luis se levantara con ganas de hincarle el diente a uno de sus viejos amigos.

Mientras tanto, Rodrigo, Jorge y Jack corrieron por los pasillos en busca del resto de los supervivientes. Debían moverse rápido, de lo contrario toda aquella nube de podridos estaría encima de ellos pronto, pero la pierna de Jack no les ayudaba mucho.

***
-SHIT! –exclamó Zed luego de que su disparo fuera a impactarse en la clavícula de Adán.
-¡Bien hecho, Conan! –exclamó Arturo-. Acabas de desperdiciar la última bala que teníamos –Zed enfureció, volteó a ver a Arturo con ganas de estrangularlo, pero en vez de eso dio grandes zancadas hacia Adán-. Y ahí vamos de nuevo, a ver a Hulk Hogan rompiendo huesos… creo que debe mejorar su carácter, de por sí quedan pocas mujeres en el mundo, y encima se la pasa pateando culos.
Alicia únicamente sonrió, ya no le caían pesadas las bromas de Arturo, y cuando estaba al lado de Zed se sentía segura. Sabía que aquella montaña de músculos y furia era capaz de cualquier cosa. Y así fue, antes de que Adán le diera una pequeña probada al enorme brazo de Zed, éste ya lo había derribado de un puñetazo en el abdomen. Una vez en el suelo, levantó su rodilla a la altura del hombro y descargó toda la fuerza de su pierna en la espalda del primer zombie que la tierra había conocido.
Sólo se escuchó un crujido, era la columna de Adán que se había despedazado con aquel pisotón de campeonato. Aquel infectado superdotado no se volvería a levantar nunca más, sus piernas ya eran sólo un adorno, porque estaban totalmente separadas del resto del cuerpo, pese a ello se seguí retorciendo en busca de un bocado, pero Zed ya estaba lejos de ahí.

-ZED RULES!!! –Zed acababa de mandara volar a un par de zombies que se habían acercado.
-Creo que deberíamos ayudarlo –comentó Alicia.
-¿Para qué? –rió Arturo-. Es mejor ver a los toros desde la barrera –de nuevo esa mirada reprobatoria de Alicia se clavó en los ojos de Arturo-. Está bien, está bien… voy a ayudarlo.
Arturo tomó el palo de golf que había encontrado de camino, esa vieja arma que tanto le gustaba a Alicia, ahora era empuñada por el médico que le había salvado la vida en los días pasados. Cuando Arturo se dio cuenta, tenía enfrente al menos a unos cincuenta podridos, Zed ya estaba rompiendo cuellos de algunos, pero sabía que no era suficiente.
El médico se remitió a reventar el cráneo de unos cinco zombies, pero cada vez se acortaban las posibles salidas, pronto estarían rodeados, y ni siquiera la fuerza bruta de Zed les podría ayudar. Alicia se encontraba muy débil y cansada no sólo por la medicina que le dieron, sino que su herida sangraba nuevamente por el esfuerzo, así que no podía levantarse.
-¿Algún plan además de marcar tu territorio, cavernícola? –preguntó Arturo, pero Zed no le dio importancia, había aprendido a ignorar los comentarios de aquel sujeto irónico, así que seguía empujando a los zombies más cercanos con una mano, mientras que con la otra les sumía la cabeza hacia los hombros con puñetazos a otros infectados cercanos.
-No, no lo conseguirán… -Alicia estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por levantarse y ayudarles, y morir juntos, pero luchando.
Arturo había sido derribado por tres hambrientos zombies, estaban a punto de morderlo, pero Zed pudo repelerlos de una patada a los tres juntos. Sus movimientos eran cada vez más limitados, ya estaban totalmente rodeados.
-Bueno, amigo –dijo Arturo mientras golpeaba con el palo de golf a los que podía-. Este ha sido el fin, te veré en el otro mundo…
Una serie de disparos se escucharon, media docena de zombies cayeron fulminados.
-Llegaron los refuerzos.
Alicia olvidó su dolor y se levantó con una enorme sonrisa. Fernando y Facundo estaban ahí, disparando sus armas bien cargadas a diestra y siniestra. El círculo quedó despejado, así Arturo y Zed pudieron replegarse.
-Es hora de irnos –dijo Fernando con la mirada clavada en Alicia-.
-¿Así que nos mudamos de nuevo, papá? –bromeó Arturo.
Justo antes de partir aparecieron en el horizonte Jorge, Rodrigo y Jack.
-¡NO NOS DEJEN! –gritaba Jorge.
Zed corrió embistiendo como un toro, empujó a un grupo de zombies para abrirles paso a los recién llegados. Pronto el grupo estuvo completo nuevamente, excepto por Samuel, que ya había encontrado una nueva familia.
-¿Dónde está Luis? –preguntó Alicia.
-Lo siento, Alicia –Jorge respondió en voz baja-. No pudo lograrlo.
Alicia se enredó en los brazos de Fernando y se soltó a llorar, Zed sólo se remitió a bajar la mirada. Su trato con aquel vagabundo había sido casi nulo, pero cada miembro que caía en la batalla era una pequeña herida en el alma del grupo.
-¿Y bien, qué hacemos jefe? –preguntó Arturo a Facundo.
-Les recuerdo que la autoridad aquí soy yo –Jack levantó la voz.
-Y yo te recuerdo que puedes cerrar la boca –contestó Arturo, Zed se paró frente a Jack, que sólo se limitó a guardar silencio.
-Salgamos de aquí y rápido, vienen más zombies –levantó la voz Facundo.
-¿Pero y Adán? –Alicia seguía llorando la pérdida de Luis-. Aún podemos conseguir la cura.
-Ya no hay cura aquí –intervino Rodrigo-. Los últimos vestigios de esta infección están en esta área controlada, ahora sólo debemos salir de aquí.
-Tiene razón –musitó Facundo-. Está bien, salgamos de aquí por el estacionamiento por donde escapó Simón –Alicia se encogió de hombros y apretó más fuerte a Fernando.

***

Simón tenía la cabeza más revuelta que nunca, tenía una nueva misión en su vida: volver a matar a Alicia. El rostro de aquella dulce chica danzaba por su mente, al igual que la sangre que manaba de su cuello momentos antes de verla por última vez.
Una sonrisa se dibujaba en el deforme rostro de Simón, aquella mandíbula expuesta rechinaba los dientes una y otra vez, ansioso de volver a sentir a Alicia, llorando, suplicando, muriendo…

Aún no tenía un plan, seguía esposado a la camilla, y cada que la enfermera o algún miembro del ejército se acercaba, fingía estar dormido, pero cuando estaba solo, observaba con su ojo sano las manos que tenía maniatadas, esas manos que no mataron a Alicia, pero que le permitieron seguir vivo después de su deformidad. Ahora se sentía más vivo que nunca, ahora ya no debía fingir ser el tímido, ya no debía sonreírle a nadie.
Restregaba su rostro una y otra vez entre las almohadas que le habían puesto, aún sentía la carne viva, los injertos que le habían puesto en la cara y que seguro lo habían dejado más deforme que antes, pero eso no le borraba su sonrisa… aquella alegría iba más allá de una linda cara, ya no la necesitaba, no había nadie más a quién engañar. Ahora su rostro evocaría el pánico, el terror y la deformación en cualquiera que se interpusiera entre Alicia y él. La impaciencia no disminuía, el corazón seguía acelerado. Simón también quería venganza.

Ahora todos los supervivientes estaban reunidos en la segunda planta del parking. Adán gemía inquieto pero no se podia mover, no sentia nada, menos esa hambre voraz que nunca desapareció.

Facundo estaba inquieto, tenían que salir, pero ¿cómo saldrian?. Decidieron todos salir por la parte en que salió Simón. Un leve sonido se escucho venir desde el centro comercial.
Un sonido que trajo el eco, hasta la posición de los supervivientes. Un cristal se habia roto, la cara de Rodrigo cambió.

-Mierda, tios olvidamos los infectados de la puerta de abajo, tenemos que salir ya-dijo Rodrigo.
-Pero tenemos que salir por ahi, Facundo ven conmigo a la escalera-contestó Fernado mientras andaban hacia las escaleras-Rodrigo, Jack ¿os quedan balas?
-Si, poca munición pero nos queda-dijo Rodrigo mientras se acercaban a Facundo.

Fernando y Facundo se colocaron en las escaleras en las escaleras del primer piso. Rodrigo y Jack se pusieron detrás de Fernando y Facundo. El pensamiento de Rodrigo se cumplió, unos pasos se escuchaban resonar por todas las escaleras.
Pronto unas figuras comenzaron a aparecer, primero sus sombras aparecieron en la pared, eran una multitud.

Los primeros infectados aparecieron por fin delante de ellos. Facundo y Fernando dispararon primero acabando con los pocos que se acercaban, pero de la esquina de las escaleras no dejaban de venir.

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En la segunda planta al escuchar los disparos se inquietaron por la situación. Los que quedaban en la segunda planta comenzaron a pensar en alguna puerta de emergencia para escapar cuanto antes.

-¿Hay alguna puerta de emergencia por la que podamos bajar?-preguntó Alicia.
-Eey, venid, deprisa-dijo Arturo-Aquí hay unas escaleras de emergencia, Alicia diselo a los demás.

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Por la puerta del segundo piso del parking apareció Alicia gritando. Mientras los demás seguian disparando.

-¡Chicos dejad de disparar, nos tenemos que ir, Arturo encontro unas escaleras!-gritó Alicia
-Pero, necesitamos armas y estan abajo, casi no tenemos munición-dijo Facundo.
-Vale, ire yo-contestó Jack
-EEH! Tu no puedes ir, tienes la pierna fatal-Dijo Fernando- Iré yo, solo necesito que me atraigais un poco más a los zombies hasta el segundo piso.
-De acuerdo, pero correremos en cuanto tengamos las armas, solo dispararemos cuando sea necesario-dijo Rodrigo.

Facundo seguia disparando hasta que se quedo sin munición momento en el que Jack ocupó su lugar mientras que retrocedia hasta la puerta. Alicia, Fernando, Rodrigo y los demás estaban llegando a la segunda planta. Alicia contó el plan al resto y comenzaron a bajar por las escaleras. Zed bajaba primero, seguido por Arturo.

Fernando y Rodrigo comenzaron a bajar después de que Arturo estubiera por la mitad. Llegaron sin problemas a la primera planta del centro comercial. Una fila de unos 7 infectados pasaron de golpe hacia las escaleras del parking.

La ventana estaba rota, con lo cual fue facil pasar por ella. Fernando y Rodrigo comenzaron a correr hacia la armeria esperando no ser visto por la marabunta.

Jack, Alicia, Arturo, Zed, Facundo y Jorge esperaban en las escaleras a que Fernando y Rodrigo bajasen con más municiones y con más armas. Alicia estaba completamente desarmada ya que estaba muy débil y Arturo se había hecho con su palo de golf. Así que tuvo que conformarse con un hacha que había encontrado cerca de una de las salidas de emergencia del centro comercial.
Sólo contaban con las poderosas manos de Zed, el palo de golf, un par de pistolas de Facundo, Jorge y Jack casi sin armas, el palo de golf, la guitarra eléctrica desafinada y un hacha. Las cosas empezaban a ponerse feas ya que, de frente se acercaban unos cuantos infectados que iban directos hacia ellos. Zed empezaba a pensar si no hubiera sido mejor acabar a Adán ya que, aunque no se podía mover, seguía atrayendo cada vez a más zombies y ellos cada vez eran menos.

Alicia estaba triste en ese momento porque Luis, su querido Luisete, había caído ante esos podridos. Primero Yeray, después Bergen y ahora Luis, solo tenía ganas de llorar y descansar. Encima Fernando, después de lo que había pasado con Bergen no dejaba de hacerse el héroe y Alicia cada vez estaba más preocupada por él. El y Rodrigo eran su última esperanza, si no conseguían llegar con armas, su fin sería el centro comercial.
Zed se puso en guardia, los podridos estaban demasiado cerca y él tenía ganas de aplastar unas cuantas cabezas.
- No te pongas nervioso, monete - le dijo Arturo - Somos cinco y ellos son quince por lo menos, así que no te hagas el valiente que no quiero perderte a ti también.
- Don´t be nervous. Estaremos bien - dijo Zed, estrechando la mano a Arturo
- Joder, tío, sí que tienes fuerza - Dijo Arturo y vio a Alicia que, junto a ellos sonreía - Muñeca, no voy a dejar que te pase nada. Para algo soy tu médico.
- Dejaos de tanto romanticismo y a trabajar - dijo Facundo - Los tenemos encima. Caballeros, Señorita, ha sido un placer luchar junto a vosotros.

Facundo fue el primero en disparar su arma. Sólo tenía unas pocas balas y no quería malgastarlas. No lo hizo. Uno de los podridos que se acercaban hacia ellos cayó fulminado en el suelo. Los demás zombies seguían adelante, sin tener en cuenta al compañero caído. Arturo y Zed golpeaban y pateaban cabezas a diestro y siniestro y Jack y Jorge seguían disparando pero los disparos cada vez se demoraban más por la escasez de balas. Estaban prácticamente acorralados. Alicia no quería golpear a ninguno puesto que el hacha se clavaría en el primer cráneo que golpeara, eso si lo conseguía porque estaba realmente débil.

A la derecha de Alicia, un zombie se acercó a ella y ella lo golpeó en la cabeza. Nadie más lo vio y el golpe no fue lo suficientemente fuerte. Ella cayó al suelo y el zombie se avalanzó sobre ella. Estaba a punto de ser mordida cuando alguien disparó en la cabeza del zombie que cayó encima de Alicia. Alguien la tendió una mano para que se levantara:
- Pequeña, no puedo dejarte sóla - dijo Fernando - Esto te ayudará a disparar mejor. - La dio un arma
- Gracias.
- Fernando, Rodrigo ya podéis traernos algo bueno - gritó Jack

Alicia empezó a disparar y Rodrigo y Fernando repartieron armas entre sus compañeros. Zed prefería las manos todavía aunque aceptó un arma por si las moscas. En unos minutos acabaron con los zombies que estaban en aquel pasillo. Decidieron dar una vuelta por el garaje para ver si encontraban un vehículo con el que moverse por el centro comercial e incluso salir de aquel infierno.
Encontraron una furgoneta abandonada al fondo del aparcamiento. Tuvieron que matar a unos cuantos zombies para llegar hasta allí pero lo peor se concentraba en las plantas superiores y en la segunda planta del parking ya que allí era donde estaba tirado Adán.

Rodrigo se puso al volante de la furgoneta. A su lado, su inseparable amigo y compañero Jack. Facundo, Zed y Jorge en los tres asientos de atrás y en la parte trasera Fernando y Arturo que llevaban tumbada a Alicia. Su herida del cuello había vuelto a sangrar y empezaba a dolerla. Arturo hizo lo que pudo, la cambió el vendaje mientras iban en la furgoneta pero necesitaban salir de allí.
- Tronco - dijo Jorge a Rodrigo - Haz lo que quieras y conduce bien o mal pero sácanos de aquí
- Haré lo que pueda - dijo Rodrigo
- Eso y más - gritó Facundo - ¿Se pondrá bien? - dijo Facundo a Arturo
- Está jodida pero esto ya es una herida leve lo que pasa es que no comemos bien, hacemos mucho esfuerzo, el estres.... Sobrevivirá - dijo Arturo mientras cogía de la mano a Alicia.

Rodrigo intentó subir a la primera planta pero había una barricada en la salida para evitar que entrasen los zombies así que lo que decidieron fue entrar en el centro comercial. Rodrigo aceleró y entró en la planta baja del centro comercial. Atravesaron el largo camino entre el parking y la entrada. Todo estaba atestado de zombies pero la furgoneta aún podía circular entre ellos. Salieron por la puerta principal rompiendo el cristal en mil pedazos y cargándose a algunos zombies por el camino.
Había salido del centro comercial pero la gasolina escaseaba y cerca solamente se veían zombies. Igualmente pensaban ir hasta el puesto de control del ejército del que venían Jack y Rodrigo.

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Yeray consiguió salir del río. No era demasiado profundo así que su cabeza todavía sobresalía un poco por la superficie. Otros zombies, como la niña o los que eran más bajos que Yeray no volvieron a salir. Eso daba igual. Al otro lado de una pequeña alambrada de metal, Yeray había visto a su primera víctima. Una joven vestida con ropa militar que estaba fumando un cigarro ajena a todo. No hizo falta que Yeray traspasara la verja. Sus dientes hicieron todo el trabajo... A través de la verja, hundió sus dientes en el brazo de la joven. Y no pudo soltarse del mordisco, forcejeó pero ya había cogido toda la carne. Al intentar escapar del mordisco, la joven cayó y con ella la débil alambrada.
Un ejército de zombies liderados por Yeray consiguió entrar en el pequeño campamento de los militares.

En una de las camillas del hospital de campaña estaba tumbado Simón, esperando el momento. Entonces fue cuando se desató el pánico, demasiados gritos a su alrededor. Algo estaba pasando. Necesitaba soltarse de su camilla, la función había comenzado y el prefería estar en las sombras, contemplando el final y esperando el principio de la búsqueda de Alicia. En su mente, un único deseo: sentir como ALicia perdía la vida entre sus brazos. Tenía que encontrarla.

El caos se desató en el campamento, y pese al entrenamiento que todos habían recibido, el ataque les pilló por sorpresa y para cuando se hubieron preparado, la mayoría de los militares habían quedado infectados…

Simón sabía que esa sería su única oportunidad de escapar, pero estaba atado a la camilla, por lo que sus probabilidades eran bastante escasas. Le habían atado con aquellas irritantes esposas de plástico, necesitaría algo afilado para cortarlo, pero habían sido precavidos y no dejaron ningún objeto cortante a su alcance.

Simón comenzó a ponerse nervioso, oía a gente gritar fuera de la tienda, y muchas sombras pasar apresuradamente. Pronto comenzaron los disparos, y esto hizo que se alterase más. ¿Acaso iba a morir así? ¿Postrado en una cama mientras le devoraban? No, eso no era concebible.
Un soldado entró en el hospital de campaña con una mano en su cuello, del cual salía sangre a borbotones. Se tambaleaba e iba tirando cortinas y mesas a su paso mientras parecía buscar algo.

- Esa herida no tiene muy buena pinta – dijo Simón con aquella dulce voz que nada tenía que ver con su aspecto.

El soldado le ignoró y continuó abriendo y tirando cajones mientras su rostro adquiría un color cetrino.

- Sospecho que te queda poco tiempo si no recibes asistencia médica. Yo podría hacerlo si me quitases las ataduras. – dijo Simón.

En cualquier otra situación, el soldado ni se habría planteado el soltar a un prisionero, pero bajo esas circunstancias las dudas comenzaban a asaltarle.

- ¿Tú…eres médico? Mentira… - dijo el soldado haciendo acopio de todo su esfuerzo para mantenerse en pie.

- No, no soy médico, pero he trabajado muchas veces como voluntario. Tú mismo, puedes quedarte ahí y morir o desatarme y que te salve – dijo Simón, pensando que su mentira era lo suficientemente convincente.

El soldado y Simón estuvieron mirándose durante un minuto sin decir nada, mientras fuera se oían más disparos y pasos apresurados.

- Joder, está bien – dijo el soldado acercándose a Simón, sacó su cuchillo y cortó las esposas de plástico.

Simón se incorporó mientras se frotaba las muñecas, luego se puso a buscar en uno de los estantes que había pegado a la pared, pero entonces sintió que algo le agarraba el hombro, se giró y vio al soldado acercar su mandíbula completamente abierta a su cuello. Simón agarró al ahora zombie y trató de mantenerlo alejado de su rostro, pero poco a poco éste le iba ganando terreno. Simón apartó su cuerpo como pudo y acabó tirando del cuello del zombie y estampándolo contra la estantería, la cual se cayó y acabó sepultándole. No pasaría mucho tiempo hasta que se volviese a levantar, así que Simón cogió el arma del soldado y salió del hospital de campaña.

Ya afuera observó como los militares comenzaban a controlar la situación, pues la mayoría de los infectados estaban ya muertos. Se dirigió a una de las tiendas de campaña que había allí montadas y se puso un uniforme que encontró dentro, además de una gorra, ya que su rostro era ahora fácilmente reconocible.

Cuando Simón salía de la tienda, escuchó una voz conocida, la de la doctora. Al parecer provenía de la tienda de al lado, Simón se aproximó procurando hacer el menor ruido posible, entonces vio a la doctora junto a un niño que tendría alrededor de ocho años.

- Escucha Álvaro, no salgas de aquí. ¿De acuerdo? Solo cuando mamá venga a buscarte. – le dijo la doctora al niño echándole el cabello hacia atrás.

- Vale mami. Te esperaré. – dijo el niño mientras jugueteaba con sus pulgares

La doctora se dio la vuelta y vio a Simón, aunque como no estaba cerca de la luz no pudo ver su cara.

- Soldado, asegúrese de que nadie entre aquí. ¿De acuerdo? – ordenó la doctora mientras se ponía en pie.

- No se preocupe doc, nadie entrará ni saldrá de aquí. – dijo Simón acercándose a la luz para que pudiese ver su rostro.

El niño corrió a esconderse detrás de su madre, a quien parecía que los ojos iban a salírseles de las órbitas, abrió la boca pero Simón la interrumpió apuntándole con su arma.

- Le aconsejo que no grite, doc. O tendré que matarlos a los dos. – dijo Simón mientras se pasaba la lengua por el trozo de carne que le faltaba en la mandíbula, se estaba convirtiendo en un tic.

- ¿Qué quieres…monstruo? – dijo la doctora intentando mantener su tono amenazante, aunque empezaba resquebrajarse.
Simón se acercó más a ellos.

- Vas a conseguirme algunas cosas y luego te asegurarás que salga de aquí. O el pequeño Álvaro y yo tendremos una amigable charla. ¿Qué dices, doc? – dijo Simón componiendo una sonrisa, lo que hacía más temible su rostro.

- Como le hagas algo te juro que…

- Soy un hombre de palabra, doc. Si me obedece no pasará nada. Todavía no tengo nada en contra de usted ni su hijo, así que no me dé razones.

La doctora suspiró y se puso en cuclillas frente a su hijo.

- Escucha, Álvaro, no te pasará nada, ¿de acuerdo? Volveré pronto, así que no tengas miedo. – dijo la doctora consolándole mientras le secaba las lágrimas de las mejillas.

El niño asintió.

- Bien doc. Quiero que me devuelva mis antiguas pertenencias, también quiero que me dé una radio, material quirúrgico y todos los sedantes que tenga. Si veo a alguien aparecer por la tienda, me cargo al crio. No dudaré, doc, así que no intente jugármela.

La doctora asintió y salió de la tienda dispuesta a cumplir su cometido.

había poca gasolina, asi que rodrigo aceleró lo mas que pudo, lograron avanzar unos 10 kilometros, pero aún estaban a otros 15 kilometros del puesto militar, cuando se les acabó la gasolina, debían encontrar pronto una gasolinería, o un nuevo vehiculo en el cual viajar, en el camino habían unos pocos zombies, la mayoría se dirijian camino al centro comercial atraídos por adán, solo algunos notaron la presencia del grupo de humanos, pero el poder de adán era mas grande, atrayendo a los zombies.

según el mapa que encontraron en la guantera, quedaron a unos 800 metros de una gasolinería, se dividirían en dos grupos, rodrigo, facundo, zed y jorge irían a la gasolinería armados, mientras que jack, arturo y fernando se quedarían en la furgoneta cuidando a alicia, por suerte la calle estaba vacía, no se veía ni un solo zombie.

los 4 que irían a la gasolinería se armaron con una gran parte de la munición que quedaba. jack se quedó en el asiento delantero vigilando, ya que su pierna aún estaba mal, arturo tomó un arma, y se paró en la parte trasera de la furgoneta a la espera de ver a algún zombie que pudiera acercarse...mientras tanto facundo, zed, rodrigo y jorge emprendieron su marcha, hacía la gasolinería, el trayecto no era muy largo, así que demorarían poco.

al dar vuelta en la calle solo faltaban 500 metros, ya se divisaba la gasolinería, aunque había un poco de niebla, incluso el duro de zed sintió escalofríos, la visión al acercarse a la gasolinería era terrible, había sengre por todos lados, y al menos un grupo de 30 zombies merodeando por el lugar, necesitarían ser realmente veloces y silenciosos, ya que si hacian mucho ruido, atraerían a mas zombies...

Se dividieron en dos grupos, Facundo, Rodrigo, Zed y Jorge, que tenían como objetivo ir a la gasolinería y Jack, Arturo y Fernando, que tenian que cuidar a Alicia y al vehículo. Se despidieron, esperando volver a encontrarse, después de un camino tan corto...

Facundo, Rodrigo, Zed y Jorge comenzaron a caminar y a hablar sobre algunos temas sin sentido. Eso parecía una charla de amigos. Pero había niebla, esto dificultaba la visión, todos estaban asustados. Hablaban para calmarse...

De pronto pudieron ver la gasolinería.

Era una imagen horrible, había sangre por todas partes, y como 30 de esas cosas...

Se detuvieron, y pensaron que tenían que hacer. Por suerte había un pequeño comercio con las puertas abiertas. Sin pensar, entraron allí. El local era una tienda de películas, estas estaban desparramadas por el suelo, era un lugar pequeño. No iban a tardar mucho en revisar si había o no compañía en ese lugar.

No había nada, ni un arma. Entonces se reunieron y comenzaron a hablar de que podían hacer.

-Ya lo sé, tengo una idea- Dijo Jorge
-¿Cuál?- Preguntó Facundo
-Podemos esperar a que se vayan, tal vez Adán los llame- Respondió Jorge
-No lo sé- Dijo Rodrigo
-Tienes razón- Dijo Facundo -Tenemos que tener un plan B-
-Ataquemos- Dijo Zed en un perfecto español
-Son muchos- Dijo Rodrigo
-Pero separar y atacar- Dijo Zed
-Eso podría funcionar- Dijo Facundo -Pero no vendrían solos-
-¿Cuánta munición tenemos?- Preguntó Rodrigo
-Suficiente como para matar a ese grupo- Dijo Jorge

El grupo no sabía que hacer, tenían que despejar el lugar de alguna forma. Pero ninguno sabía como hacerlo. Entonces, se les ocurrió algo, iban a hacer lo más simple. Atacarlos, disparando, pero con disparos certeros...

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Bueno, esta es mi pobre respuesta, no sabía que más poner, no estaba inspirado...

Saludos

Alicia, Fernando, Arturo y Jack se quedaron en la furgoneta sin gasolina mientras el resto corrían rumbo de la gasolinera en busca de combustible. Arturo aprovechó esos momentos para echar un vistazo a la rodilla de Jack.
- Joder - dijo Arturo - No sé que coño haríais sin mí. Creo que me habéis hecho trabajar más este mes que en diez años como cirujano.
- Sí - dijo Alicia - Y si no fuera por ti, ahora mismo yo estaría muerta. Así que no digas tonterías. Y que sepas, que no te voy a pagar un duro por los servicios.
- Ya se me ocurrirá algo para que puedas pagarme - dijo Arturo, mirando a Alicia de una forma bastante peculiar.
- Ehhhhh - intervino Fernando - A ver si te va a tener que pagar mi puño...
- Jajaja - Rió divertido Arturo - No te pongas celoso pequeño que Alicia sabe a lo que me refiero.
- Sí. Mientras estaba enferma le dije que era una gran cocinera. Creo que, ahora que sabemos que esto es una zona no segura, cuando salgamos de ella, su intención es que le prepare mis "famosas croquetas" - Alicia se incorporó para dar un beso a Fernando y se quedó apoyada en su regazo - Estoy mucho mejor, Arturo, casi no me duele.
- Lo sé. Soy un gran doctor pero cuidado que quiero que siga así. Veamos tu rodilla, Jack. - dijo Arturo examinándola. No es nada, es solo el golpe que has recibido. Tendrás un buen moratón durante unos días pero sólo eso. No perderás la pierna ni nada.
- Creo que ya sé por qué te hiciste médico. No tienes tacto alguno - dijo Jack
- Pero es que yo soy así. Es hasta que te acostumbras.
- ¿Qué ha sido eso? - gritó Fernando - He oído un ruido. Callaos.

Todos permanecieron en silencio durante unos segundo y se volvió a oir un golpe en la chapa. Abrieron la puerta trasera y allí estaba Jorge cargado con un bidón de gasolina y seguido de Zed que llevaba el otro. Facundo y Rodigo venían por detrás disparando a los zombies que los estaban persiguiendo. No eran muy numerosos pero las municiones empezaban a escasear y realizaban disparos contados.
- ¿A qué demonios esperáis? - gritó Facundo - Disparad. No podremos irnos si no echamos la gasolina en el coche. Y no podremos hacerlo con ellos ahí fuera.
- De acuerdo - dijo Fernando a la vez que disparaba su arma. Alicia, a su lado empuñó su arma y disparó. Hacía días que no pegaba un tiro así que su puntería estaba algo floja y falló por los pelos.
- Alicia, voy a ganarte la apuesta - dijo Fernando
- No estés tan seguro - dijo Alicia disparando a uno y dándole entre ceja y ceja. En cada zombie que mataba sólo podía ver el angelical rostro de Simón y su demoníaca faz después- Total, ya está ganada.

Zed golpeaba con su guitarra a los zombies que más se aproximaban al vehículo y el resto continuaban disparando. Parecía que tenían una pequeña tregua ya que los zombies había desaparecido momentáneamente así que Jorge y Zed bajaron a echar la gasolina para que el vehículo pudiese continuar el camino.
- Fuck U, zombie- dijo Zed- It´s ready
- Corre, Rodrigo, dale caña que hay gasofa - dijo Jorge

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Media hora antes en la gasolinera, Zed, Jorge, Facundo y Rodrigo pensaban en cómo conseguir la gasolina con la poca munición que les quedaba. La opción más clara pero menos segura era la de dividirse. Dos de ellos irían en busca de gasolina mientras los otros dos distraerían a los zombies y les dispararían. Era una locura pero quizá funcionase. En el videoclub, echaron a suertes quién recogería la gasolina y quién haría de cebo. Las cosas no salieron bien para Facundo y Rodrigo que eran los encargados de llamar la atención de los zombies.

Salieron del videoclub y corrieron hacia la gasolinera. Era la primera vez que corrían directos a los zombies pero era más fácil estar delante de ellos que detrás, no podían dejar que llegasen hasta donde estaba la furgoneta aparcada así que Facundo y Rodrigo se apostaron detrás de un par de coches algo lejos de la gasolinera desde donde podían ver bien a los zombies. Allí comenzaron a disparar y los zombies comenzaron a caer. Sin embargo, sólo tenían dos cargadores cada uno, unas cincuenta balas aproximadamente y los zombies era treinta, más los que seguían apareciendo.
- Vamos, compañero, a dar caña a los putos zombies - gritó Rodrigo que empezó a disparar en la cabeza de los zombies. Facundo estaba alucinado ya que llevaba por lo menos cuatro blancos seguidos y él solo habia conseguido matar 2 a la primera. Estaban demasiado lejos.
- Sí. Tú da caña que yo te sigo.

Mientras tanto, Jorge y Zed consiguieron llegar a la gasolinera con los dos bidones que llevaban consigo. Empezaron a sacar gasolina y a llenar los bidones sin ver a los tres zombies que salían de detrás de uno de los coches, lo que dio un susto de muerte a Zed. Éste cogió uno de los bidones que estaba en el suelo y golpeó a uno de ellos en toda la cara. El zombie cayó muerto al instante, para asegurarse, le pisó la cabeza.
Por su parte, Jorge metió por la boca la manguera de gasolina al zombie que se acercó demasiado a él. Le pegó una patada y le empujó, siguió llenando el bidón como si tal cosa porque dejó que Zed se encargase de rematarlo. El tercero fue pasto de los enormes brazos de Zed.
Cuando terminaron, hicieron un gesto a Zed y Rodrigo que seguían disparando a los zombies que, a su vez, cada vez eran menos numerosos. Aún así quedaban y seguían llegando.
Los cuatro bajaron corriendo hasta donde estaba la furgoneta perseguidos por un ejército de zombies.

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La furgoneta continuó su camino con los litros que habían conseguido obtener. ESto les permitió llegar a la gasolinera y rellenar el depósito. Esta vez fueron otra vez Zed y Jorge los que bajaron a llenarlo. Esta vez no hubo ningún zombie cerca que les pegase un susto. Sin embargo, mientras estaban subiendo a la furgoneta, un monstruo enganchó de una pierna a Alicia y no la soltaba.
- Me voy a cagar en este puto zombie - gritaba ALicia mientras intentaba zafarse a la vez que el zombie intentaba morderla en un tobillo.
- Ali, no te preocupes que este es mío - dijo Fernando golpeando al zombie con el palo de golf. Como consecuencia, este cayó y cerraron la puerta- Creí que te gustaría recuperarlo, pequeña.
- Sí, no me volveré a separar de él nunca - dijo ella guiñándole un ojo.

Avanzaron hasta las puertas de la zona militarizada. El problema es que allí había pasado algo y no sabían qué....

Cuando llegaron a la zona militarizada, se encontraron con algo que no se esperaban. Numerosos cadáveres poblaban el suelo y varios de los militares se afanaban en recogerlos.
Al verlos llegar en la furgoneta, uno de los militares que aún quedaban vivos, apuntó a Rodrigo con un fusil:
- Alto, ¿quién va?
- Somos del escuadrón de limpieza -mintió Rodrigo - Él es Jack y aquel es Octavio -dijo señalando a Jorge- Mi jefe y mi compañero. El resto son de otras unidades. Nos vimos comprometidos y tuvimos que abandonar el vehículo.
- De acuerdo - dijo el soldado echando un vistazo al interior del vehículo- ¿Qué la pasó a ella? - Dijo señalando a Alicia.
- Es una herida superficial -dijo Arturo rápidamente.
- Pasen, pasen. Diríjanse al centro de mando y comuníquenselo al oficial que esté de guardia.
- Gracias.

Rodrigo pasó con la furgoneta entre los soldados caídos. Todavía se veía a alguno disparando a alguno de los compañeros que acababan de convertirse en zombies. Yeray y su ejército habían causado un gran destrozo.
- Mirad allí, Is Yeray -gritó Zedd

Jack, Rodrigo y los demás llegaron hasta el centro de mando donde les estaba esperando un oficial. Bajaron todos de la furgoneta y esperaron a que el oficial se acercase a ellos para darles instrucciones.
La última en bajar fue Alicia ayudada por Fernando y Arturo. Miró a su alrededor y allí a lo lejos vio a un joven soldado con una gorra, no estaba segura de lo que había visto pero le pareció alguien conocido.

Alicia pensó que seria a causa del cansancio, con cuidado Fernando y Arturo colocaron despació a Alicia en una de las camillas en la que se sentó.
Fernando y Arturo salieron de la tienda y por fin se sentaron a descansar. Rodrigo y Jack fueron hacia la comandancia mientras que los demás entraban otra vez en la tienda de Alicia.

Los supervivientes estaban descansando en el campamento militar, bebieron agua, comieron algunas conservas militares y, lo más importante, Alicia estaba reposando de su herida.
Un militar de edad algo avanzada llamó a Jack y Rodrigo.
-¿Qué clase de broma es ésta? –preguntó el hombre, que a juzgar por las medallas y los adornos en su uniforme, era el de más alto rango alrededor.
-¿Cuál broma? –preguntó Rodrigo.
-¿Quiénes son esos sujetos? A los demás podrán engañarlos, pero yo conozco los objetivos de la misión. Se trataba de que exterminaran a todos, no de que llegaran a cuestas con más gente.
-Nos salvaron la vida –respondió Rodrigo.
-No me importa, daré la orden para que los ejecuten.
El militar de mayor rango hizo ademán de irse, pero Jack le apuntó con un arma, el viejo se detuvo.
-Esto es desacato a la autoridad, te pueden fusilar por ello, muchacho… Baja el arma y ayúdame matando unos cuantos.
-No.
Rodrigo estaba pasivo, pero sabía que si de actuar se trataba, estaba del lado de los supervivientes, no del ejército. El silencio era tenso, el viejo comenzó a sudar pero su rostro permanecía fijo, no quería demostrar su miedo. Una percusión se escuchó en el aire, segundos después Jack cayó al suelo.
Un francotirador que contemplaba la escena abrió fuego sin investigar antes, Rodrigo rodó en el suelo y de inmediato se ocultó en una zona segura. El viejo corrió y gritó a sus militares que mataran a los recién llegados.

Facundo que se temía algo así, ya estaba preparado y abrió fuego sobre los militares más cercanos, Fernando sin embargo, estaba desprevenido y le tomó unos segundos comprender lo que sucedía, ponerse a salvo al lado de Alicia y prepararse en caso de ataque militar dentro de la tienda de campaña.
El resto de los supervivientes también se escabulleron como pudieron, lo cierto es que los militares efectivos que quedaban en pie eran muy pocos, y estaban diezmados por heridas y fatiga.

Rodrigo, por su parte, extrajo su pequeño revólver y lo vació en la espalda del hombre viejo, sabía que su historia en el ejército había terminado, así que se dispuso a tomar partido. Al acercarse al viejo recién ejecutado, escuchó una voz un tanto desarticulada, era un pequeño radio de onda corta.
-Aviso de desalojo inmediato –se escuchaba en el aparato-… Comenzaremos bombardeo de la ciudad en cinco minutos. Abandonen inmediatamente el área, repito, abandonen inmediatamente el área.

Rodrigo se levantó y a toda prisa corrió por el campamento, alertando a todos que iban a destruir toda la zona, debían abandonar el lugar cuanto antes, sin embargo los disparos seguían, un soldado lanzó una granada y el grupo se dispersó.
Estaban aturdidos por la explosión, todo era confusión, y los disparos, aunque poco certeros, seguían siendo peligrosos. Rodrigo entró a la casa de campaña donde estaban Fernando y Alicia.
-¡Tenemos que desalojar el lugar! –les instó Rodrigo-. Están a punto de destruir toda la ciudad con los bombarderos.
-Lo sabemos –respondió Fernando-, te escuchamos desde hace rato. ¿Cómo reuniremos a todos?
-No tenemos tiempo –apresuró Rodrigo-. Seguro que los que dejemos atrás prefieren que sobrevivamos unos cuantos a que no lo haga ninguno.
-Yo no me pienso ir de aquí sin Facundo y el resto –cruzó los brazos Fernando.
-Piensa en Alicia, si buscamos al resto todos moriremos. Vamos al vehículo, y los que encontremos de camino se van con nosotros.

Fernando contempló a Alicia por un momento, se armó de valor y salió cargándola de la tienda de campaña mientras seguía a Rodrigo. De camino al vehículo interceptaron a Arturo, más adelante Rodrigo tuvo que matar a otro militar que opuso resistencia, y se les unió Jorge. El pequeño grupo se instaló en el vehículo, y a lo lejos se escucharon los aviones.
Venían del sur, y comenzaron a bombardear la ciudad, los numerosos zombies que quedaban quedaron calcinados, y los poquísimos sobrevivientes murieron a causa de la explosión o los escombros.
En el centro comercial hubo diversos bombardeos al ser la construcción más grande de la ciudad, Samuel y el resto de los sobrevivientes murieron, pese a su seguridad de que estaban en un lugar indestructible.

Minutos después, el vehículo con los 5 sobrevivientes había salido del límite de la ciudad, el bombardeo había cesado, pero el regreso era imposible debido a los edificios caídos, los incendios y el enorme boquete de destrucción. Alicia se soltó a llorar, había muerto Jack en el tiroteo, mientras que Facundo y Zed, seguro estaban muertos. Rodrigo al ser el único de ellos proveniente del exterior, supo cómo guiarlos fuera, para llegar a una carretera que los conduciría, sanos y salvos, a una ciudad nueva, donde desconocían que la presencia de zombies, donde nadie se había enterado de nada, excepto que el ejército bloqueaba los caminos que conducían a esa insignificante y poco poblada ciudad.

***

Facundo salió corriendo en el tiroteo, había terminado con la vida de dos militares, pero los disparos seguían cerca de su posición, así que corrió entre las tiendas de campaña para guarecerse y poder dar cuenta de los militares que quedaban vivos, de camino encontró a Zed, que estaba enfrascado en una lucha con otro militar.
La corpulencia del rockero sacó la mejor parte, así que Zed mató a aquel hombre, cuando vio a Facundo el rostro seguía encendido de ira.
-Zed, tu rostro…
El militar que se le había enfrentado tenía un cuchillo, mismo que utilizó para cortarle desde la mejilla hasta la frente, pasando por la ceja izquierda. El enorme cantante estaba sangrando copiosamente del rostro, aunque en realidad la herida era menos aparatosa de lo que parecía. Facundo y Zed se movieron entre el campamento militar, cuando vieron que el vehículo donde estaban sus amigos arrancó abandonándolos ahí.
-Seguro tuvieron una buena razón para escapar –dijo Facundo.
-Malditos –Zed se sintió traicionado.
De pronto, vieron a lo lejos un grupo de aviones que comenzaron a bombardear el otro extremo de la ciudad, pero al mismo tiempo, dentro de una tienda de campaña escucharon el grito de una mujer, ambos entraron, y frente a ellos estaba un sujeto con traje militar acuchillando en el abdomen a la mujer, al lado de ellos el cuerpo de un niño sin vida en medio de un charco de sangre.
-¡Te dije que no jugaras conmigo, perra! –decía Simón entre dientes, mientras la mujer moría, escuchó pasos a su espalda y volteó, frente a él estaban Zed y Facundo, este último apuntándole-. ¿Qué tenemos aquí? El grupo de superhéroes vuelve al rescate.
-¿Quién diablos ser tú? –preguntó Zed, que con la mano en la frente trataba de detener la hemorragia.
-Veo que gracias a mi nuevo rostro no me reconocen… Espero que Alicia se encuentre a salvo.
Simón sonrió, y esa mueca era inconfundible, ambos lo reconocieron de inmediato.
-You… SON OF A BITCH! –gritó Zed, que embistió contra Simón, quien se estrelló contra una estantería que había cerca, Facundo se había dado cuenta de que se había quedado sin munición, y que las explosiones derivadas de los bombarderos estaban cada vez más cerca.
-¡Zed, déjalo! Debemos ponernos a salvo…
Facundo tomó del brazo al enardecido músico, y a tirones lo llevo fuera de la tienda de campaña. Simón estaba en el suelo un tanto inconsciente debido al impacto recibido por Zed.
Pronto, el policía y el cantante corrieron, ningún militar estaba cerca, parecía que todos habían huido por el bombardeo. Como pudieron, encontraron un gran hueco en el suelo provocado por la granada, les sirvió a manera de pequeña cueva, y ahí se quedaron.

Una bomba cayó cerca de ellos, llovieron rocas, pero ninguna les dio de lleno, sin embargo por el impacto, ambos quedaron inconscientes un momento. Un par de minutos después se levantaron, aquella destrucción era inexplicable, fuego y escombros por todos lados.
-Where is Simon? –Zed levantó algunas rocas donde antes estaba la tienda de campaña.
-Déjalo, Zed –le dijo Facundo-. Él ya está muerto, vámonos…

Ambos sobrevivientes caminaron en dirección al vehículo donde se habían ido sus amigos, sabían que tardarían días en llegar a algún lugar conocido, pero unas provisiones que encontraron en un vehículo cercano les bastarían para su expedición.
Probaron todos los autos, ninguno funcionaba, así que caminaron…

***

Al caer la noche, una patrulla de salvamento pasó por el lugar, revisaron los escombros del campamento militar, todos estaban muertos. Un grito a lo lejos alertó a los cinco miembros de dicho escuadrón:
-¡Hay alguien vivo aquí!
Después de mover algunas rocas y pedazos de mueble, debajo de una mesa metálica algo abollada, encontraron a Simón, que al verle puesto un uniforme militar supusieron que era uno de ellos. El joven deforme estaba inconsciente, lo encasillaron, le pusieron collarín y lo transportaron a un hospital de la ciudad vecina.

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EPÍLOGO

Habían pasado seis meses desde que el bombardeo acabó con cualquier vestigio de la invasión zombie. Los noticiarios manejaron siempre la misma versión: Un ataque terrorista había soltado una plaga similar al ébola, la única alternativa fue poner el sitio en cuarentena y destruir el lugar, debido a que no tenía cura.
Muchos periodistas y escritores afirmaban que era una versión poco creíble, algunos desaparecieron a los pocos días, otros que entendieron el mensaje dejaron de hablar del tema, y pronto se olvidó que alguna vez hubo un pequeño poblado en ese lugar.

Los cinco supervivientes que escaparon a bordo del vehículo acordaron no decir nada acerca de lo ocurrido. Rodrigo les indicó que todo lo sucedido venía de los altos mandos internacionales, y que si alguno alzaba la voz, seguro sería silenciado en el acto.
Con el poco efectivo que cargaban, pudieron quedarse en un cuarto rentado de una sola pieza, pero con televisor. Una noticia que vieron en el programa matutino los dejó estupefactos: el famoso cantante Zed Craig se hizo presente en los medios para anunciar que pudo escapar del bombardeo perpetrado en la famosa ciudad con el supuesto contagio de ébola.
El cantante relató que aquella ciudad estaba infestada de muertos caníbales, y la mayoría de los medios lo consideraban como un loco adicto a la heroína. No pasó mucho tiempo para que los siete se reunieran nuevamente.

Gracias a la fama adquirida por Zed y al ser una figura mediática, pudo crear un nuevo grupo musical llamado “Blue Zombies”, conformado por Zed en el micrófono, Aaron Grant, su amigo de la infancia en la batería, Will Perkins en el bajo, y en la guitarra la nueva sensación del mundo musical, Jorge, uno de los siete sobrevivientes del bombardeo.

Con el dinero que ya tenía ahorrado Zed, además de la fuerza mediática que generó su peculiar historia, su nuevo disco se vendió como pan caliente. Con ese dinero, pudo financiar que en esa ciudad se instalaran todos los supervivientes, cada quien hizo su vida.

Fernando y Alicia estaban viviendo juntos en un departamento del centro, no comulgaban con esa idea del matrimonio, así que estaban en unión libre. Por las mañanas, Alicia seguía sus estudios de derecho, y por la tarde era asistente en un importante despacho de abogados. Fernando también prosiguió sus estudios, y por las tardes hacía lo que más le gustaba… practicar tiro con arco.

Zed y Jorge seguían rompiendo récord de ventas con su disco “I survived a zombie apocalypse”, y salían constantemente de gira para presentar conciertos en diversas partes del mundo. Las playeras con el logotipo de “Blue Zombies” invadían cada vez más el mercado internacional.

Facundo fue contratado por Zed como parte de su personal de seguridad, sin embargo, tenía trato preferencial, y podía asistir a eventos privados con el grupo, y disfrutar de la visita de las fanáticas en camerinos después del show. Sus habilidades policiacas le ayudaban para contener cualquier disturbio y ser imprescindible en cada gira.

Rodrigo se apartó de los sobrevivientes, manejó la versión de que fue uno de los supervivientes del bombardeo, y el ejército no tuvo problemas en seguir contando con su servicio. La vida de Rodrigo siguió como si nada, todo parecía haber sido un mal sueño, pero ahora había regresado a la realidad.

Arturo puso un consultorio médico financiado por “Blue Zombies”, al principio él se dedicaba a las consultas médicas, pero al paso de las semanas, puso a un par de médicos encargados y él se dedicó a estudiar una especialidad en Medicina y despilfarrar el dinero que ganaba en alcohol y mujeres.

Simón permaneció en coma durante todo ese tiempo, un buen día, después de seis meses de haber sido rescatado de los escombros del bombardeo, despertó. Cuando al fin reaccionaba de esa prolongada inconsciencia, no supo quién era, cómo se llamaba o qué hacía allí. Fue un impacto para él mirarse en el espejo y ver la deformidad de su rostro.

Seis meses habían pasado, todos seguían con su vida común y corriente, todo parecía haber regresado a su sitio…