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Segunda prueba
¿Furulas?
La Leyenda del Oeste
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DarkHades
PeKaDoR
Skimmer
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Re: La Leyenda del Oeste
Al despertar esta mañana, estaba todavia oscuro, el sol amenazaba con salir a lo lejos. Me vesti rapido y baje las escaleras de la posada, di los buenos dias y sali de alli. Una silueta andaba despacio hacia la tienda, por fin cobraria mi primer sueldo y tendria dinero para comprarme un arma de la herreria. Todos alli en el pueblo iban armados con algun objeto, y lo que lei en la nota y escuche hablar a algun tipo de los Vastagos hacian que la histeria colectiva creciera entre el pueblo.
La silueta que habia visto acercarse a la tienda era ciertamente el tendero, alzó la mano en señal de saludo y abrió la puerta de la tienda. Con un gesto antes de entrar me invito a entrar con él y a tomar asiento en una pequeña mesa cerca de la entrada. De una pequeña bolsa escondida en su chaleco sacó tres piezas de oro y me las lanzo. Con rapidos movimientos cogi las monedas y las guarde en una pequeña bolsa de cuero que encontre en la tienda, al preguntarle si le importaba que la cogiera respondio negativamente, asique la cogi y la guarde en uno de los bolsillos del vaquero.
-Señor, quiero preguntarle una cosa. Puesto que voy a trabajar aqui por una temporada al menos, me he dado cuenta de que no me ha dicho su nombre. - dije, pasando tras el mostrador con él.
-Poco te interesa mi nombre, joven. Como tu dices trabajaras una temporada, si tienes algo de educacion no te importara llamarme señor o jefe. -respondió con una gran sonrisa mellada.
-De acuerdo señor, me decantare por llamarlo jefe. - dije y me puse a colocar la mercancia de la trastienda.
Pasaron las horas y la calle se fue iluminando, el tendero paso a la trastienda y me observo por un momento, no le preste atención y segui trabajando. No pude esconder el ruido de mis tripas rugiendo por el hambre, el viejo me miro y me mando hacer un descanso para ir a comer algo.
-Gasta las Piezas de oro en algo de comer muchacho, tienes que estar fuerte para seguir trabajando. - dijo, sugiriendo que descansase un rato.
-De acuerdo jefe, ire a la taberna a comer algo. - repsondi dejando una de las cajas en lo alto del estante.
-Hoy me he levantado de buen humor, dile al tabernero que vas de mi parte y come algo a mi salud yo invito por esta vez. - dijo sonriendo de nuevo y dondeme una palmada fuerta en la espalda.
Le hice caso y fui deprisa a la taberna, alli me esperaban los mismos borrachos de siempre y el tabernero mal humorado. Me acerque a el y le dije que sacara algo de comida y una cerveza para mi. No tarde mucho en devorar la comida que me puso. Y parecio no importarle que no le pagara, debian de ser buenos amigos el tendero y el tabernero. Sin perder mas tiempo fui a la herreria y le pregunte al herrero mas viejo, que me sacara las armas de puño que tuviera. Sacó un guanteletes con pinchos que cubrian las manos, estaba comodo con ellos. Me pidio 4PDO por ellos, pero como no me sobraba las monedas de oro le ofreci 2. el viejo empezo a pensar y me miro a los ojos. No le gusto mi oferta y siguio enervado en pedir cuatro piezas de oro, le sugeri que me lo dejara en 3 y que leugo pasaba por los nudillos con pinchos.
Asique regrese a la tienda y con la oden del jefe fui al establo para cuidar a los caballos.
La silueta que habia visto acercarse a la tienda era ciertamente el tendero, alzó la mano en señal de saludo y abrió la puerta de la tienda. Con un gesto antes de entrar me invito a entrar con él y a tomar asiento en una pequeña mesa cerca de la entrada. De una pequeña bolsa escondida en su chaleco sacó tres piezas de oro y me las lanzo. Con rapidos movimientos cogi las monedas y las guarde en una pequeña bolsa de cuero que encontre en la tienda, al preguntarle si le importaba que la cogiera respondio negativamente, asique la cogi y la guarde en uno de los bolsillos del vaquero.
-Señor, quiero preguntarle una cosa. Puesto que voy a trabajar aqui por una temporada al menos, me he dado cuenta de que no me ha dicho su nombre. - dije, pasando tras el mostrador con él.
-Poco te interesa mi nombre, joven. Como tu dices trabajaras una temporada, si tienes algo de educacion no te importara llamarme señor o jefe. -respondió con una gran sonrisa mellada.
-De acuerdo señor, me decantare por llamarlo jefe. - dije y me puse a colocar la mercancia de la trastienda.
Pasaron las horas y la calle se fue iluminando, el tendero paso a la trastienda y me observo por un momento, no le preste atención y segui trabajando. No pude esconder el ruido de mis tripas rugiendo por el hambre, el viejo me miro y me mando hacer un descanso para ir a comer algo.
-Gasta las Piezas de oro en algo de comer muchacho, tienes que estar fuerte para seguir trabajando. - dijo, sugiriendo que descansase un rato.
-De acuerdo jefe, ire a la taberna a comer algo. - repsondi dejando una de las cajas en lo alto del estante.
-Hoy me he levantado de buen humor, dile al tabernero que vas de mi parte y come algo a mi salud yo invito por esta vez. - dijo sonriendo de nuevo y dondeme una palmada fuerta en la espalda.
Le hice caso y fui deprisa a la taberna, alli me esperaban los mismos borrachos de siempre y el tabernero mal humorado. Me acerque a el y le dije que sacara algo de comida y una cerveza para mi. No tarde mucho en devorar la comida que me puso. Y parecio no importarle que no le pagara, debian de ser buenos amigos el tendero y el tabernero. Sin perder mas tiempo fui a la herreria y le pregunte al herrero mas viejo, que me sacara las armas de puño que tuviera. Sacó un guanteletes con pinchos que cubrian las manos, estaba comodo con ellos. Me pidio 4PDO por ellos, pero como no me sobraba las monedas de oro le ofreci 2. el viejo empezo a pensar y me miro a los ojos. No le gusto mi oferta y siguio enervado en pedir cuatro piezas de oro, le sugeri que me lo dejara en 3 y que leugo pasaba por los nudillos con pinchos.
Asique regrese a la tienda y con la oden del jefe fui al establo para cuidar a los caballos.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Localización : Motorizado con los Barbaros.
Fecha de inscripción : 12/04/2009
Re: La Leyenda del Oeste
Cuando comenzó a oscurecer, Flint mandó a Bor a casa del anciano cazador. Debía realizarle la cura diaria. Cuando llegó, el cazador le invitó a entrar y se sentó en su sillón mientras Bor se ponía manos a la obra.
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El trabajo fue impecable. La destreza y precisión que Bor había adquirido en una semana de trabajo salió a la luz. El anciano estaba tan agradecido que le regaló su mejor lanza.
- Eres joven y fuerte, a ti te servirá más que a mí. Recuerda, úsala como una extensión de tu brazo, no como un utensilio. En manos expertas, una lanza puede provocar más daños que la mejor de las espadas. - explicó el anciano en un tono orgulloso.
Bor agradeció el regalo varias veces y finalmente se marchó. Las cosas podrían no ser como antes, pero tener de nuevo una lanza en sus manos, le aportaba seguridad.
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En uno de sus descansos, Fernando se acercó a la herrería para volver a sondear al herrero.
- ¿Y bien? ¿Ha pensado en mi propuesta? - le preguntó al herrero.
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El herrero emitió un sonido similar al gruñido de un perro.
- ¡Está bien, de acuerdo! Al final parece que tienen razón cuando dicen que me estoy ablandando con la edad - dijo el herrero, un tanto abatido.
Sacó los guanteletes con pinchos y se los entregó a Fernando. A cambio él le dio las tres piezas de oro acordadas.
Por fin tenía un arma.
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El trabajo fue impecable. La destreza y precisión que Bor había adquirido en una semana de trabajo salió a la luz. El anciano estaba tan agradecido que le regaló su mejor lanza.
- Eres joven y fuerte, a ti te servirá más que a mí. Recuerda, úsala como una extensión de tu brazo, no como un utensilio. En manos expertas, una lanza puede provocar más daños que la mejor de las espadas. - explicó el anciano en un tono orgulloso.
Bor agradeció el regalo varias veces y finalmente se marchó. Las cosas podrían no ser como antes, pero tener de nuevo una lanza en sus manos, le aportaba seguridad.
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En uno de sus descansos, Fernando se acercó a la herrería para volver a sondear al herrero.
- ¿Y bien? ¿Ha pensado en mi propuesta? - le preguntó al herrero.
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El herrero emitió un sonido similar al gruñido de un perro.
- ¡Está bien, de acuerdo! Al final parece que tienen razón cuando dicen que me estoy ablandando con la edad - dijo el herrero, un tanto abatido.
Sacó los guanteletes con pinchos y se los entregó a Fernando. A cambio él le dio las tres piezas de oro acordadas.
Por fin tenía un arma.
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
- ¡Oleg y Blue a descansar! - Gritó el capataz justo detrás de nosotros, yo y Blue tirábamos de un vagón repleto de rocas.
- Bien, jefe hoy se supone que me paga. - Dije con algo de miedo a meter la pata.
- Así es, diez piezas de oro para ti Oleg - Dijo mientras me daba las diez piezas de oro y yo las metía en mi bolsita - Y cinco para tu amigo Blue.
- Gracias. - Dijo Blue sonriendo.
Ambos salimos de la mina y nos dispusimos a beber agua de la fuente, Blue seguía mostrándose tímido ante mi, las únicas palabras que me dirigió en todo el día fueron "que ricas estaban las patatas de ayer". Tomé sus piezas de oro y las introduje en mi bolsa.
- Es por nuestro bien - Expliqué somo si tuviera algo que explicarle a mi esclavo - Ya verás en que invertiremos esto.
Luego de lavarme la cabeza volví a colocarme mi pasamontañas y nos dirigimos al pueblo, sólo vestía mi viejo jean y mis botas, al igual que ayer hoy también salí al descanso con mi pasamontañas puesto, dejando sólo que mi torso tomara aire.
- ¿Te gustan los caballos? - Pregunté sin esperar respuesta alguna.
- Sí, mi padre tenía una granja llena de caballos, pero un día... - Paró de hablar.
- ¿Un día qué? - Pregunté mirándole mientras caminábamos.
- Los Vástagos atacaron la granja, sólo yo y mi hermana sobrevivimos escondidos entre el pajar que tenía en un rincón de la granja. - Respondió sin expresión alguna en su rostro.
- Ya veo. - Murmuré arrepentido de haberle formulado la pregunta.
Las calles estaban repletas, mercaderes ambulantes, niños, méndicos y forasteros, como el primer día que llegué aquí, la vida del pueblo era normal por así decirlo, a pesar del peligro que corría de ser atacados por los Vástagos.
Finalmente llegamos a los establos, quería ver un caballo que me gustase. No había mucho que me gustase, sólo uno café con manchas blancas y uno negro con grandes patas delanteras que estaba siendo cuidado por el mismo sujeto de las botas de vaquero de ayer.
- ¿Cuánto por el caballo? - Le pregunté desde detrás con unos ojos entrecerrados.
- El caballo está reservado por dos clientes. - Explicó cruzándose de brazos.
- ¿Quiénes?
- Una mujer de compañía de ojos verdes y un muchacho de piel rara, muy blanca.
La primera debe de ser Aisha, el segundo debe ser el mismo sujeto que he visto un par de veces, el que vi en el burdel y el que vi más de una vez por las calles de Roca de Hierro.
- Te daré tres piezas de oro para que me lo reserves. - Dije decidido a tener ese caballo.
- Lo siento pero no pue...
- Tres piezas hoy, dos mañana, es mi última oferta.
El sujeto se lo pensó varias veces, pero finalmente accedió.
- Muy bien, cuidalo hasta que tenga el dinero suficiente para comprarle, pero una advertencia, si el caballo no llega a estar cuando regrese con el dinero...no me contendré. - Dije cerrando los ojos y suspirando.
- Toma Blue, dáselas al hombre. - Dije abriendo la bolsa con el dinero y sacando tres piezas de oro en la palma de Blue, el cual caminó hacia el hombre y se las dió.
- Te daré las otras dos mañana, espero que nos volvamos a ver pronto...cowboy. Muévete Blue. - Dije saliendo de los establos.
- Sí Oleg.
Seguimos caminando hacia la mina, volvimos a juntar nuestras herramientas de trabajo y me dispuse a ayudar a los demás mineros a empujar los vagones con rocas, mientras Blue con una pica trabajaba a unos diez metros de la entrada, golpeando las paredes de la mina con los demás mineros.
- ¡Empujen! - Gritaba el capataz para que empujáramos más rápido los vagones.
- ¡Sigan así chicos!
- Bien, jefe hoy se supone que me paga. - Dije con algo de miedo a meter la pata.
- Así es, diez piezas de oro para ti Oleg - Dijo mientras me daba las diez piezas de oro y yo las metía en mi bolsita - Y cinco para tu amigo Blue.
- Gracias. - Dijo Blue sonriendo.
Ambos salimos de la mina y nos dispusimos a beber agua de la fuente, Blue seguía mostrándose tímido ante mi, las únicas palabras que me dirigió en todo el día fueron "que ricas estaban las patatas de ayer". Tomé sus piezas de oro y las introduje en mi bolsa.
- Es por nuestro bien - Expliqué somo si tuviera algo que explicarle a mi esclavo - Ya verás en que invertiremos esto.
Luego de lavarme la cabeza volví a colocarme mi pasamontañas y nos dirigimos al pueblo, sólo vestía mi viejo jean y mis botas, al igual que ayer hoy también salí al descanso con mi pasamontañas puesto, dejando sólo que mi torso tomara aire.
- ¿Te gustan los caballos? - Pregunté sin esperar respuesta alguna.
- Sí, mi padre tenía una granja llena de caballos, pero un día... - Paró de hablar.
- ¿Un día qué? - Pregunté mirándole mientras caminábamos.
- Los Vástagos atacaron la granja, sólo yo y mi hermana sobrevivimos escondidos entre el pajar que tenía en un rincón de la granja. - Respondió sin expresión alguna en su rostro.
- Ya veo. - Murmuré arrepentido de haberle formulado la pregunta.
Las calles estaban repletas, mercaderes ambulantes, niños, méndicos y forasteros, como el primer día que llegué aquí, la vida del pueblo era normal por así decirlo, a pesar del peligro que corría de ser atacados por los Vástagos.
Finalmente llegamos a los establos, quería ver un caballo que me gustase. No había mucho que me gustase, sólo uno café con manchas blancas y uno negro con grandes patas delanteras que estaba siendo cuidado por el mismo sujeto de las botas de vaquero de ayer.
- ¿Cuánto por el caballo? - Le pregunté desde detrás con unos ojos entrecerrados.
- El caballo está reservado por dos clientes. - Explicó cruzándose de brazos.
- ¿Quiénes?
- Una mujer de compañía de ojos verdes y un muchacho de piel rara, muy blanca.
La primera debe de ser Aisha, el segundo debe ser el mismo sujeto que he visto un par de veces, el que vi en el burdel y el que vi más de una vez por las calles de Roca de Hierro.
- Te daré tres piezas de oro para que me lo reserves. - Dije decidido a tener ese caballo.
- Lo siento pero no pue...
- Tres piezas hoy, dos mañana, es mi última oferta.
El sujeto se lo pensó varias veces, pero finalmente accedió.
- Muy bien, cuidalo hasta que tenga el dinero suficiente para comprarle, pero una advertencia, si el caballo no llega a estar cuando regrese con el dinero...no me contendré. - Dije cerrando los ojos y suspirando.
- Toma Blue, dáselas al hombre. - Dije abriendo la bolsa con el dinero y sacando tres piezas de oro en la palma de Blue, el cual caminó hacia el hombre y se las dió.
- Te daré las otras dos mañana, espero que nos volvamos a ver pronto...cowboy. Muévete Blue. - Dije saliendo de los establos.
- Sí Oleg.
Seguimos caminando hacia la mina, volvimos a juntar nuestras herramientas de trabajo y me dispuse a ayudar a los demás mineros a empujar los vagones con rocas, mientras Blue con una pica trabajaba a unos diez metros de la entrada, golpeando las paredes de la mina con los demás mineros.
- ¡Empujen! - Gritaba el capataz para que empujáramos más rápido los vagones.
- ¡Sigan así chicos!
DarkHades- Pirómano
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Edad : 30
Localización : Refugiándome en la estación de bomberos.
Fecha de inscripción : 11/01/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Me levante aquella mañana con más fuerza que nunca, me aseé y mire por la ventana. El cielo aun estaba oscuro pero ya podía ver los primeros rayos de sol que empezaban a asomar por las calles de Roca de Hierro. Bajé mientras comía un chusco de pan con queso y despedí al tendero con un agitar de manos. Salí a la calle y empecé a caminar dirección a la consulta de Flint. Como ayer volvía a llegar tarde. Yo me entretube mirando a la gente como salia atareada de sus casas para empezar un nuevo día, de los pocos que les podría quedar...
Flint me volvió a dar ordenes de realizar las curas al anciano de ayer, pero antes tendría que pasar para ver a la señora que le cure la pierna el primer día haber si había mejorado su rotura.
Después de comprobar como estaba la pierna de la señora esta me regalo una manzana para comer a cambio de hacerle algo de compañía, ya que su hijo había salido en busca de trabajo. Yo accedí pero no me podía sacar de la cabeza todo lo que tenia que hacer. Tenia algo de tiempo para ver algunas cosas que necesitaba comprar y ya de paso me acercaría para ver como estaba nuestro caballo. Las calles ya estaban repleta de gentío que circulaban de aquí para allá.
Me acerque al establo, donde ayer estaba el caballo, allí estaba el chico con cara de pocos amigos:
- Muy buenas, como esta nuestro caballo?.- me dirigí a el mientras pasaba por las maderas que hacían de entrada.
- Hola, tenemos un problema.- me dijo muy serio.
- Que pasa? a enfermado el caballo?.
- No mucho peor, se lo e tenido que vender a un tipo extraño con pasamontañas. Me amenazó de muerte si no lo hacia.- me dijo mientras agachaba la cabeza.
Aquel mal nacido estaba dispuesto a joder todo lo que planeásemos. La ira empezó a hervir en mi cuerpo, note como todas las venas de mi cuerpo empezaban a hincharse poco a poco, como aquella vez... El chico me miro con una cara como si acabara de ver un fantasma.
- Me puede decir su nombre?.- le pregunte.
- Coyote, me llaman Coyote.- me dijo mientras me miraba.
- Esta bien Coyote, tu y yo teníamos un trato, y no tienes pinta de romper tu palabra, incluso me pareces un tipo noble, como yo. Así que espero que mañana tenga un caballo igual o mejor que el de ayer, si es que le quieres entregar ese caballo a aquel tipo. Pero algo quiero que quede claro, yo no voy por ahí asustando a la gente para conseguir mis propósitos,yo prefiero actuar con legalidad.
Mis palabras fueron contundentes, el chico se quedo pensando un rato.
- Esta bien, señor en pocas horas le diré algo.
- No me llames señor Coyote, llámame Bor. Trabajo en la consulta del medico, espero la respuesta, no te voy a presionar pero ese caballo es de vital importancia para nosotros...
Salí del establo dirección a la casa del Cazador, algo me decía que Coyote no nos iba a dejar a Aisha y a mi tirados. Luego me vino a la mente el tipo con pasamontañas. Tranquilo Bor, no es el momento, pero como decía tu abuelo, "a cada cerdo le llega su San Martín", pensé.
- Buenas tardes señor.- dije dirigiéndome al cazador.
- Buenas tardes, pasa algo Bor?.
- Nada que no se pueda arreglar. Pero bueno, tengo que mirarle esas heridas de nuevo.
Le realice una cura sublime. De vez en cuando miraba la lanza que el día anterior me había enseñado.
- Eres joven y fuerte, a ti te servirá más que a mí.- me dijo mientras cojia la lanza roja que estaba colgada en la pared. -Recuerda, úsala como una extensión de tu brazo, no como un utensilio. En manos expertas, una lanza puede provocar más daños que la mejor de las espadas. - explicó el anciano en un tono orgulloso mientras me daba un golpe en la espalda.
Le agradecí millones de veces el detalle que el anciano había tenido conmigo, con esto nuestro viaje sera mucho más seguro. Salí de la casa como un niño con zapatos nuevos, otra vez tenia en mi poder una lanza... me vino a la mente todo mi pasado, como mi abuelo me enseñaba todo tipo de utilidades y ataques con su lanza en el establo, pero también me vino a mi mente como con unos simples movimientos mate a todas aquellas personas que querían mi cabeza...
Tenia que contarle a Aisha todo lo sucedido, así que fui dirección al Burdel y espere a que saliera ha hacer un descanso para contarle lo sucedido antes de volver a la Taberna a descansar.
Flint me volvió a dar ordenes de realizar las curas al anciano de ayer, pero antes tendría que pasar para ver a la señora que le cure la pierna el primer día haber si había mejorado su rotura.
Después de comprobar como estaba la pierna de la señora esta me regalo una manzana para comer a cambio de hacerle algo de compañía, ya que su hijo había salido en busca de trabajo. Yo accedí pero no me podía sacar de la cabeza todo lo que tenia que hacer. Tenia algo de tiempo para ver algunas cosas que necesitaba comprar y ya de paso me acercaría para ver como estaba nuestro caballo. Las calles ya estaban repleta de gentío que circulaban de aquí para allá.
Me acerque al establo, donde ayer estaba el caballo, allí estaba el chico con cara de pocos amigos:
- Muy buenas, como esta nuestro caballo?.- me dirigí a el mientras pasaba por las maderas que hacían de entrada.
- Hola, tenemos un problema.- me dijo muy serio.
- Que pasa? a enfermado el caballo?.
- No mucho peor, se lo e tenido que vender a un tipo extraño con pasamontañas. Me amenazó de muerte si no lo hacia.- me dijo mientras agachaba la cabeza.
Aquel mal nacido estaba dispuesto a joder todo lo que planeásemos. La ira empezó a hervir en mi cuerpo, note como todas las venas de mi cuerpo empezaban a hincharse poco a poco, como aquella vez... El chico me miro con una cara como si acabara de ver un fantasma.
- Me puede decir su nombre?.- le pregunte.
- Coyote, me llaman Coyote.- me dijo mientras me miraba.
- Esta bien Coyote, tu y yo teníamos un trato, y no tienes pinta de romper tu palabra, incluso me pareces un tipo noble, como yo. Así que espero que mañana tenga un caballo igual o mejor que el de ayer, si es que le quieres entregar ese caballo a aquel tipo. Pero algo quiero que quede claro, yo no voy por ahí asustando a la gente para conseguir mis propósitos,yo prefiero actuar con legalidad.
Mis palabras fueron contundentes, el chico se quedo pensando un rato.
- Esta bien, señor en pocas horas le diré algo.
- No me llames señor Coyote, llámame Bor. Trabajo en la consulta del medico, espero la respuesta, no te voy a presionar pero ese caballo es de vital importancia para nosotros...
Salí del establo dirección a la casa del Cazador, algo me decía que Coyote no nos iba a dejar a Aisha y a mi tirados. Luego me vino a la mente el tipo con pasamontañas. Tranquilo Bor, no es el momento, pero como decía tu abuelo, "a cada cerdo le llega su San Martín", pensé.
- Buenas tardes señor.- dije dirigiéndome al cazador.
- Buenas tardes, pasa algo Bor?.
- Nada que no se pueda arreglar. Pero bueno, tengo que mirarle esas heridas de nuevo.
Le realice una cura sublime. De vez en cuando miraba la lanza que el día anterior me había enseñado.
- Eres joven y fuerte, a ti te servirá más que a mí.- me dijo mientras cojia la lanza roja que estaba colgada en la pared. -Recuerda, úsala como una extensión de tu brazo, no como un utensilio. En manos expertas, una lanza puede provocar más daños que la mejor de las espadas. - explicó el anciano en un tono orgulloso mientras me daba un golpe en la espalda.
Le agradecí millones de veces el detalle que el anciano había tenido conmigo, con esto nuestro viaje sera mucho más seguro. Salí de la casa como un niño con zapatos nuevos, otra vez tenia en mi poder una lanza... me vino a la mente todo mi pasado, como mi abuelo me enseñaba todo tipo de utilidades y ataques con su lanza en el establo, pero también me vino a mi mente como con unos simples movimientos mate a todas aquellas personas que querían mi cabeza...
Tenia que contarle a Aisha todo lo sucedido, así que fui dirección al Burdel y espere a que saliera ha hacer un descanso para contarle lo sucedido antes de volver a la Taberna a descansar.
GioRock- Aprendiz de cazador
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Localización : Subido en la torre más alta...
Fecha de inscripción : 27/06/2011
Re: La Leyenda del Oeste
El día había pasado sin ninguna situación digna de mención. Era ya por la noche y bajé las escaleras después de que John, mi último cliente se fuera. Estaba algo dolorida, aquel tipo había sido demasiado brusco pero aquello era algo a la que empezaba a acostumbrarme así que me aseé, cogí una manzana y bajé las escaleras del budel.
- ¿Dónde vas? - Preguntó la Madame que estaba en la barra sirviendo a un joven en la barra. El chaval me miró fijamente, no debía tener mucha edad pero allí estaba él, dspuesto a contratar mis servicios.
- Voy a tomar un poco el aire, jefa- Dije sin mucho interés en ella y centrándola en el joven al que servía algo que parecía ser una zarzaparrilla.
- No te entretengas- Dijo la Madame- Tu próximo cliente esté aquí esperando. Te presento a Warrick. En media hora te quiero aquí mismo.
- Volveré en veinticinco minutos- Sonreí al muchacho y salí por la puerta donde estaba Bor esperandome.
Cada vez que le miraba me caía mejor. Le sonreí y llegué hasta donde él estaba. Le besé en la mejilla y caminamos un poco. Tenía cara de preocupación.
- ¿Qué ha pasado? Tienes una cara muy extraña hoy. Ni siquiera me has dedicado una sonrisa. - Afirmé con la esperanza de que me sonriera o me contara lo que pasaba. - ¿Y esa lanza? - Dije cuando vi que algo que llevaba colgada a la espalda, sobresalía sobre su cabeza.
- Me la ha regalado un cazador al que he hecho curas pero.... Tenemos un problema.
- No te líes que no tengo demasiado tiempo. En un rato tengo a mi próximo cliente, no me apetece nada pero es lo que toca así que sé breve por favor.
- ¿Resumiendo? Oleg, el tipo del pasamontañas, el hombre de las calaveras o como quieras llamarle.... Ha comprado nuestro caballo, ha ofrecido a Coyote cinco monedas de oro y él ha aceptado, le ha amenazado de muerte. Así que nuestro caballo tendrá que ser otro. Lo siento Aisha, sé que te gustaba ese caballo.
- Maldito ca... Nos ha robado a Darkness. Sí, lo sé, pensaba en su nombre y me gustó ese. No es justo... Vayamos ahora a hablar con Coyote.
Corrí hacia los establos y allí estaba el joven junto al recién bautizado Darkness. Me acerqué corriendo y acaricié a Darkness en el lomo mientras le di de comer la manzana que había cogido de mi habitación en el burdel.
- Buenas noches, Bor. Ya veo que la has contado lo que ha pasado. Lo siento, chica, no he podido hacer otra cosa. Aprecio mi vida y no tengo ganas de luchar.
- Lo comprendo. - Dije sin dejar de acariciar a Darkness- Me gustaba este caballo, ¿sabes? Ahora necesitaremos otro caballo que me dé las mismas vibraciones que me dio este aunque no sea él. Bor - Dije mirándole- ¿Quieres ser tú el que escoja? Estoy demasiado enfadada para que ningún caballo me agrade.
- Mañana vendré y esocogeré un caballo. Coyote, espero que lo tengas todo listo. Al menos, que esas tres monedas que te dimos ayer hayan servido para algo. - Intervino Bor.
- No os preocupéis, el mejor caballo, uno incluso mejor que éste será vuestro. ¿Sabéis? No quiero enfrentamientos con ese tipo, no he oído cosas muy buenas sobre él.
- Que me vas a contar que yo no sepa... - Dije con la boca pequeña. - Quiero vengarme de su idea. Solo quiso ese caballo porque tú le dijiste que nosotros habíamos pagado por él. El otro día ... cometí un error y lo voy a pagar caro pero... Bor, ¿entiendes de hierbas medicinales?
- Sí, algo de ese tema entiendo... - Contestó Bor dubitativo.
- ¿Y tú, Coyote? Por cierto, mi nombre es Aisha y sí, trabajo en el burdel pero no soy lo que parezco... Sé que no quieres enfrentamientos... pero, ¿no te apetece vengarte sin mover un dedo de un tipo que te ha amenazado de muerte? Tengo una idea... ¿Qué os parecería envenenar al caballo? No lo mataremos pero podemos hacer que durante unos días, el caballo sea inútil.
- Me gusta la idea... Conozco unas hierbas ideales para hacer que el caballo en unos días tenga una diarrea, de caballo y .. nunca mejor dicho. - Dijo Bor antes de que los tres nos echáramos a reir.
- ¿Y tú qué, Coyote? ¿Te apuntas? - Dijo Aisha mirándole fijamente a los ojos con sus verdes e intimidatorios ojos.
Después de obtener la respuesta de Coyote, Aisha salió disparada hacia el burdel, como cumplió, llegó en veinticinco minutos. Dio la mano a Warrick y juntos subieron hacia la habitación número 5.
- ¿Dónde vas? - Preguntó la Madame que estaba en la barra sirviendo a un joven en la barra. El chaval me miró fijamente, no debía tener mucha edad pero allí estaba él, dspuesto a contratar mis servicios.
- Voy a tomar un poco el aire, jefa- Dije sin mucho interés en ella y centrándola en el joven al que servía algo que parecía ser una zarzaparrilla.
- No te entretengas- Dijo la Madame- Tu próximo cliente esté aquí esperando. Te presento a Warrick. En media hora te quiero aquí mismo.
- Volveré en veinticinco minutos- Sonreí al muchacho y salí por la puerta donde estaba Bor esperandome.
Cada vez que le miraba me caía mejor. Le sonreí y llegué hasta donde él estaba. Le besé en la mejilla y caminamos un poco. Tenía cara de preocupación.
- ¿Qué ha pasado? Tienes una cara muy extraña hoy. Ni siquiera me has dedicado una sonrisa. - Afirmé con la esperanza de que me sonriera o me contara lo que pasaba. - ¿Y esa lanza? - Dije cuando vi que algo que llevaba colgada a la espalda, sobresalía sobre su cabeza.
- Me la ha regalado un cazador al que he hecho curas pero.... Tenemos un problema.
- No te líes que no tengo demasiado tiempo. En un rato tengo a mi próximo cliente, no me apetece nada pero es lo que toca así que sé breve por favor.
- ¿Resumiendo? Oleg, el tipo del pasamontañas, el hombre de las calaveras o como quieras llamarle.... Ha comprado nuestro caballo, ha ofrecido a Coyote cinco monedas de oro y él ha aceptado, le ha amenazado de muerte. Así que nuestro caballo tendrá que ser otro. Lo siento Aisha, sé que te gustaba ese caballo.
- Maldito ca... Nos ha robado a Darkness. Sí, lo sé, pensaba en su nombre y me gustó ese. No es justo... Vayamos ahora a hablar con Coyote.
Corrí hacia los establos y allí estaba el joven junto al recién bautizado Darkness. Me acerqué corriendo y acaricié a Darkness en el lomo mientras le di de comer la manzana que había cogido de mi habitación en el burdel.
- Buenas noches, Bor. Ya veo que la has contado lo que ha pasado. Lo siento, chica, no he podido hacer otra cosa. Aprecio mi vida y no tengo ganas de luchar.
- Lo comprendo. - Dije sin dejar de acariciar a Darkness- Me gustaba este caballo, ¿sabes? Ahora necesitaremos otro caballo que me dé las mismas vibraciones que me dio este aunque no sea él. Bor - Dije mirándole- ¿Quieres ser tú el que escoja? Estoy demasiado enfadada para que ningún caballo me agrade.
- Mañana vendré y esocogeré un caballo. Coyote, espero que lo tengas todo listo. Al menos, que esas tres monedas que te dimos ayer hayan servido para algo. - Intervino Bor.
- No os preocupéis, el mejor caballo, uno incluso mejor que éste será vuestro. ¿Sabéis? No quiero enfrentamientos con ese tipo, no he oído cosas muy buenas sobre él.
- Que me vas a contar que yo no sepa... - Dije con la boca pequeña. - Quiero vengarme de su idea. Solo quiso ese caballo porque tú le dijiste que nosotros habíamos pagado por él. El otro día ... cometí un error y lo voy a pagar caro pero... Bor, ¿entiendes de hierbas medicinales?
- Sí, algo de ese tema entiendo... - Contestó Bor dubitativo.
- ¿Y tú, Coyote? Por cierto, mi nombre es Aisha y sí, trabajo en el burdel pero no soy lo que parezco... Sé que no quieres enfrentamientos... pero, ¿no te apetece vengarte sin mover un dedo de un tipo que te ha amenazado de muerte? Tengo una idea... ¿Qué os parecería envenenar al caballo? No lo mataremos pero podemos hacer que durante unos días, el caballo sea inútil.
- Me gusta la idea... Conozco unas hierbas ideales para hacer que el caballo en unos días tenga una diarrea, de caballo y .. nunca mejor dicho. - Dijo Bor antes de que los tres nos echáramos a reir.
- ¿Y tú qué, Coyote? ¿Te apuntas? - Dijo Aisha mirándole fijamente a los ojos con sus verdes e intimidatorios ojos.
Después de obtener la respuesta de Coyote, Aisha salió disparada hacia el burdel, como cumplió, llegó en veinticinco minutos. Dio la mano a Warrick y juntos subieron hacia la habitación número 5.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
La medianoche se aproximaba a Roca de Hierro cuando un jinete solitario surgió de la oscuridad.
Montaba un caballo negro como el tizón y su indumentaria únicamente consistía en tiras de piel unidas entre sí. Tenía el cabello de color negro azabache y dispuesto en infinidad de trenzas. Debido a la oscuridad su rostro no se veía con mucha claridad, pero aún así se distinguían sus duras facciones. Era uno de los Vástagos.
Fue trotando tranquilamente hasta que llegó a la calle principal. Todo estaba desierto. Lo único que se oía eran las lejanas voces de la taberna. El jinete sacó un cuerno de su alforja y lo hizo sonar durante varios segundos. Tras esto, las voces de la taberna enmudecieron. La gente se asomó desde las ventanas de sus casas y algunos hasta se atrevieron a abrir la puerta y quedarse en el umbral de sus casas.
El jinete comenzó a hablar la lengua común con un marcado acento. Bastó eso para hacer temblar los corazones de los habitantes de Roca de Hierro.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
Y tras pronunciar estas palabras, volvió por donde había venido.
Oleg y Warwick se encontraban en la taberna con Groak en ese momento. Tras la marcha del jinete, Groak les susurró algo al oído:
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días.
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La cosa queda así: Los Vástagos atacarán el viernes. Jack es ahora el Pacificador. No se puede huir al norte (el sur está libre hasta las montañas) Únicamente Groak, Oleg y Warwick conocen el pasadizo entre las montañas. Es hora de prepararse para luchar o para morir.
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Chicos, aquí va el post de Giorock, que no puede postearlo él mismo:
Nos despedimos de Coyote, esperando su respuesta. De camino al burdel Aisha y yo empecemos ha hablar de nuestro plan casi en susurros. La agarré fuertemente por la cintura para levantar menos sospechas, aunque no había ni un alma por la calle. Creo que Aisha incluso se sorprendió de mi acción.
- Quiera o no quiera Coyote envenenare a Darkness, se una receta que me enseñó mi abuela que le hará tener una descomposición que no veas, pero lo mejor de todo, es que no empieza a actuar asta el tercer día. A partit del tercer día el caballo no se podrá ni mover.- le dije sonriendo.- está misma noche lo prepararé y se lo daré.
- Ten cuidado Bor.- me dijo Aisha mientras me miraba.
Despedí a Aisha en la puerta del Burdel con un sonoro beso.
- Toma 5 monedas por sí la madame te pide cuentas. No me quiero arriesgar a que alguien nos viese y se lo cuente.
Fui directo a la consulta, a preparar el "remedio". Un par de hojas de Teslo, más un poco de romero y agua. Lo machaque todo y lo metí en un recipiente. Con está dosis el caballo empezaría a defecar a partir del 3 o 4 día, y por lo menos estaría un día sin poder moverse, y tardaria como mínimo otro día para estar al cien por cien. Lo mejor es que sí la cosa se torcia sabía realizar también la cura para que ese caballo no tuviera ningún efecto.
Me tape con una manta en la esquina de la calle para no ser reconocido y me fui escondiendo entre las sombras asta llegar al establo.
Salté la valla, y ahí estaba Darkness. Me acerqué a el y lo acaricie. Le dije un "lo siento" y le hice comer asta la última gota.
Salí del establo asegurandome que nadie me vigilaba ni me seguían.
Decidí entrar al granero a dormir, no me quiero arriesgar a dormir en algún sitio habitual. Destrui por com.pleto todo tipo de prueba. Entré al granero y me tiré en la paja sin llegar a dormirme.
Estuve un par de horas allí pensando en todo lo que tenía que preparar al día siguiente cuando escuché un sonido como el de una trompeta. Desde lejos comprobé que era un tipo que montaba un gran caballo. Pude escuchar que iban a realizar la invasión de ese poblado este mismo viernes, así que me imaginé que sería un vástago.
Espero que Aisha escuchase mejor el mensaje que dijo el tipo aquel, ya que yo sólo pude llegar a escuchar el final.
Montaba un caballo negro como el tizón y su indumentaria únicamente consistía en tiras de piel unidas entre sí. Tenía el cabello de color negro azabache y dispuesto en infinidad de trenzas. Debido a la oscuridad su rostro no se veía con mucha claridad, pero aún así se distinguían sus duras facciones. Era uno de los Vástagos.
Fue trotando tranquilamente hasta que llegó a la calle principal. Todo estaba desierto. Lo único que se oía eran las lejanas voces de la taberna. El jinete sacó un cuerno de su alforja y lo hizo sonar durante varios segundos. Tras esto, las voces de la taberna enmudecieron. La gente se asomó desde las ventanas de sus casas y algunos hasta se atrevieron a abrir la puerta y quedarse en el umbral de sus casas.
El jinete comenzó a hablar la lengua común con un marcado acento. Bastó eso para hacer temblar los corazones de los habitantes de Roca de Hierro.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
Y tras pronunciar estas palabras, volvió por donde había venido.
Oleg y Warwick se encontraban en la taberna con Groak en ese momento. Tras la marcha del jinete, Groak les susurró algo al oído:
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días.
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La cosa queda así: Los Vástagos atacarán el viernes. Jack es ahora el Pacificador. No se puede huir al norte (el sur está libre hasta las montañas) Únicamente Groak, Oleg y Warwick conocen el pasadizo entre las montañas. Es hora de prepararse para luchar o para morir.
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Chicos, aquí va el post de Giorock, que no puede postearlo él mismo:
Nos despedimos de Coyote, esperando su respuesta. De camino al burdel Aisha y yo empecemos ha hablar de nuestro plan casi en susurros. La agarré fuertemente por la cintura para levantar menos sospechas, aunque no había ni un alma por la calle. Creo que Aisha incluso se sorprendió de mi acción.
- Quiera o no quiera Coyote envenenare a Darkness, se una receta que me enseñó mi abuela que le hará tener una descomposición que no veas, pero lo mejor de todo, es que no empieza a actuar asta el tercer día. A partit del tercer día el caballo no se podrá ni mover.- le dije sonriendo.- está misma noche lo prepararé y se lo daré.
- Ten cuidado Bor.- me dijo Aisha mientras me miraba.
Despedí a Aisha en la puerta del Burdel con un sonoro beso.
- Toma 5 monedas por sí la madame te pide cuentas. No me quiero arriesgar a que alguien nos viese y se lo cuente.
Fui directo a la consulta, a preparar el "remedio". Un par de hojas de Teslo, más un poco de romero y agua. Lo machaque todo y lo metí en un recipiente. Con está dosis el caballo empezaría a defecar a partir del 3 o 4 día, y por lo menos estaría un día sin poder moverse, y tardaria como mínimo otro día para estar al cien por cien. Lo mejor es que sí la cosa se torcia sabía realizar también la cura para que ese caballo no tuviera ningún efecto.
Me tape con una manta en la esquina de la calle para no ser reconocido y me fui escondiendo entre las sombras asta llegar al establo.
Salté la valla, y ahí estaba Darkness. Me acerqué a el y lo acaricie. Le dije un "lo siento" y le hice comer asta la última gota.
Salí del establo asegurandome que nadie me vigilaba ni me seguían.
Decidí entrar al granero a dormir, no me quiero arriesgar a dormir en algún sitio habitual. Destrui por com.pleto todo tipo de prueba. Entré al granero y me tiré en la paja sin llegar a dormirme.
Estuve un par de horas allí pensando en todo lo que tenía que preparar al día siguiente cuando escuché un sonido como el de una trompeta. Desde lejos comprobé que era un tipo que montaba un gran caballo. Pude escuchar que iban a realizar la invasión de ese poblado este mismo viernes, así que me imaginé que sería un vástago.
Espero que Aisha escuchase mejor el mensaje que dijo el tipo aquel, ya que yo sólo pude llegar a escuchar el final.
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
- ¡Atrápala Blue! - Gritaba mientras le pasaba una roca a Blue, el único vagón que estaba en buen estado perdió una de sus ruedas y no había nadie capaz de repararla hasta mañana, así que ahora nos tocaba mover las rocas de mano en mano a la antigua.
Estuvimos así una hora y media hasta que finalmente no había que mover más rocas, el capataz dió la orden de seguir abriéndonos pasos a través de golpes de mazas y de picas. Conseguí abrirme un par de metros cuando el capataz nos dió la luz verde para irnos ya a comer algo y dormir hasta el día siguiente.
- Nos vemos mañana. - Dije despidiéndome del capataz, este dió un saludo con la mano.
Nos tomamos un aseo uno al lado del otro con el agua de la fuente y las esponjas rotas, nos vestimos y nos fuimos ambos a la taberna. Nos sentamos al lado de Groak y de Warwick que estaban ambos en una mesa comiendo y bebiendo, gasté dos piezas de oro en hospedaje y comida para la noche para mi y Blue. Blue comió con voracidad unas patatas hervidas y carne de cerdo. Era el segundo día que estaba en mi posesión, pero ya estaba con mucha mejor pinta que cuando lo compré, se veía más sano, más alimentado y limpio, me era de una gran utilidad.
- ¿Qué tal va el trabajo en la mina? - Preguntó Warwick.
- No está nada mal, hoy tuvimos que transportar las rocas con las manos ya que el vagón de mierda decidió romperse, hasta mañana no lo arreglarán. - Dije riendo.
- ¿Y ya has conseguido un caballo? - Preguntó Groak.
- Si, uno negro con fuertes patas delanteras, lo tenía encargado una zorra, Aisha y un sujeto con un color de piel extraño, demasiado blanco. - Murmuré con rabia.
- Creo que sé quién es el sujeto ese de piel rara, trabaja en la cada del médico, o al menos creo yo que debe ser el mismo. - Me explicó Groak.
- Bien, la casa del médico y el burdel, ya sé dónde se ubican ambas personas, cosa segura es que se venguen por haberles conseguido ingeniosamente su caballo, así que si algo raro sucede a mi alrededor sé dónde se encuentran.
- ¿Pero dime, qué te han hecho ellos dos? - Preguntó Warwick.
- El médico absolutamente nada, pero puede tomar represalias de todas formas. En cuanto a Aisha, me amenazó con una daga la misma noche en que me la follé bien follada. - Les conté mientras tomaba el cuchillo para cortar carne e introducía la punta para quitarme restos de carne.
- Hahaha, tú si que me haces reír. - Dijo Warwick bebiendo un trago de su cerveza.
- A mi nadie me jode, ¿Entienden? Nadie, juro por Dios que mataré sin piedad a todo aquél que intente joderme. - Dije levantándome de la mesa y clavando la punta del machete con una suprema ira en ella.
Al instante se escuchó un cuerno, todos enmudecimos, luego se podía oír una voz con un extraño acento que provenía de las calles.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
Me asomé a la ventana junto a Warwick para ver mejor al vástago. De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días. - Nos murmuró Groak, le miré, tomé mi pasamontañas y me lo coloqué.
- Espéranos aquí Groak, Warwick sígueme, Blue, muévete. - Salía del bar dándo órdenes tomando un gorro de pacificador y saltando por encima de las tres cabezas.
En medio de la calle estaba Krumm, con la mirada perdida viendo como se alejaba el vástago a paso ligero, siendo tragado por la luz de la luna.
- Krumm, tengo un plan, escúchalo primero, luego te puedes quejar. - Dije colocándome el sombrero de vaquero negro de pacificador sobre el pasamontañas.
- Quítate eso... - Murmuró Krumm.
- No, escucha ésta idea Krumm, Warwick, Blue acérquense. - Ordené e inmediatamente formamos un círculo. Varios minutos estuve contándoles mi plan, pero necesitaba la confirmación del nuevo pacificador Krumm.
- No se muy bien Oleg... - Dijo murmurando con los ojos húmedos.
- Krumm, si aceptas llevar a cabo mi plan, te espero aquí delante de la taberna, es nuestra única oportunidad Krumm, te doy mi palabra, ahora es tu turno de decidir. - Pronuncié con voz firme golpeándole un hombro despacio con mi puño, miré a mi alrededor y muchos habitantes estaban en las entradas de sus casas asustados, hablando y mirándose entre ellos, uno de ellos era el médico de piel rara que me miraba fijamente, yo me paré en seco sin quitarle la mirada, hasta que finalmente la quitó.
- Oleg.
- Adiós Krumm, piénsalo bien. - Dije caminando junto a Warwick y Blue a la taberna.
No se lo que soy en este mismo momento, tampoco sé que hacer. No se si soy un minero, no se si soy un gallina que quiere escapar, o si simplemente soy el ayudante del nuevo pacificador. No se que hacer, si ayudar al pacificador, si escapar antes de que los Vástagos ataquen o simplemente matar a todo ser viviente que me jodiese.
Si Krumm acepta mi propuesta, sabré lo que soy.
- Mañana iré a ver a mi caballo. - Le murmuré a Groak mientras volvía a sentarme en la mesa y me puse a meditar sobre lo que debía hacer.
- Lindo sombrero... - Dijo alguien, pero al instante mis ojos se cerraron y yo caí desvanecido por el sueño.
Estuvimos así una hora y media hasta que finalmente no había que mover más rocas, el capataz dió la orden de seguir abriéndonos pasos a través de golpes de mazas y de picas. Conseguí abrirme un par de metros cuando el capataz nos dió la luz verde para irnos ya a comer algo y dormir hasta el día siguiente.
- Nos vemos mañana. - Dije despidiéndome del capataz, este dió un saludo con la mano.
Nos tomamos un aseo uno al lado del otro con el agua de la fuente y las esponjas rotas, nos vestimos y nos fuimos ambos a la taberna. Nos sentamos al lado de Groak y de Warwick que estaban ambos en una mesa comiendo y bebiendo, gasté dos piezas de oro en hospedaje y comida para la noche para mi y Blue. Blue comió con voracidad unas patatas hervidas y carne de cerdo. Era el segundo día que estaba en mi posesión, pero ya estaba con mucha mejor pinta que cuando lo compré, se veía más sano, más alimentado y limpio, me era de una gran utilidad.
- ¿Qué tal va el trabajo en la mina? - Preguntó Warwick.
- No está nada mal, hoy tuvimos que transportar las rocas con las manos ya que el vagón de mierda decidió romperse, hasta mañana no lo arreglarán. - Dije riendo.
- ¿Y ya has conseguido un caballo? - Preguntó Groak.
- Si, uno negro con fuertes patas delanteras, lo tenía encargado una zorra, Aisha y un sujeto con un color de piel extraño, demasiado blanco. - Murmuré con rabia.
- Creo que sé quién es el sujeto ese de piel rara, trabaja en la cada del médico, o al menos creo yo que debe ser el mismo. - Me explicó Groak.
- Bien, la casa del médico y el burdel, ya sé dónde se ubican ambas personas, cosa segura es que se venguen por haberles conseguido ingeniosamente su caballo, así que si algo raro sucede a mi alrededor sé dónde se encuentran.
- ¿Pero dime, qué te han hecho ellos dos? - Preguntó Warwick.
- El médico absolutamente nada, pero puede tomar represalias de todas formas. En cuanto a Aisha, me amenazó con una daga la misma noche en que me la follé bien follada. - Les conté mientras tomaba el cuchillo para cortar carne e introducía la punta para quitarme restos de carne.
- Hahaha, tú si que me haces reír. - Dijo Warwick bebiendo un trago de su cerveza.
- A mi nadie me jode, ¿Entienden? Nadie, juro por Dios que mataré sin piedad a todo aquél que intente joderme. - Dije levantándome de la mesa y clavando la punta del machete con una suprema ira en ella.
Al instante se escuchó un cuerno, todos enmudecimos, luego se podía oír una voz con un extraño acento que provenía de las calles.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
Me asomé a la ventana junto a Warwick para ver mejor al vástago. De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días. - Nos murmuró Groak, le miré, tomé mi pasamontañas y me lo coloqué.
- Espéranos aquí Groak, Warwick sígueme, Blue, muévete. - Salía del bar dándo órdenes tomando un gorro de pacificador y saltando por encima de las tres cabezas.
En medio de la calle estaba Krumm, con la mirada perdida viendo como se alejaba el vástago a paso ligero, siendo tragado por la luz de la luna.
- Krumm, tengo un plan, escúchalo primero, luego te puedes quejar. - Dije colocándome el sombrero de vaquero negro de pacificador sobre el pasamontañas.
- Quítate eso... - Murmuró Krumm.
- No, escucha ésta idea Krumm, Warwick, Blue acérquense. - Ordené e inmediatamente formamos un círculo. Varios minutos estuve contándoles mi plan, pero necesitaba la confirmación del nuevo pacificador Krumm.
- No se muy bien Oleg... - Dijo murmurando con los ojos húmedos.
- Krumm, si aceptas llevar a cabo mi plan, te espero aquí delante de la taberna, es nuestra única oportunidad Krumm, te doy mi palabra, ahora es tu turno de decidir. - Pronuncié con voz firme golpeándole un hombro despacio con mi puño, miré a mi alrededor y muchos habitantes estaban en las entradas de sus casas asustados, hablando y mirándose entre ellos, uno de ellos era el médico de piel rara que me miraba fijamente, yo me paré en seco sin quitarle la mirada, hasta que finalmente la quitó.
- Oleg.
- Adiós Krumm, piénsalo bien. - Dije caminando junto a Warwick y Blue a la taberna.
No se lo que soy en este mismo momento, tampoco sé que hacer. No se si soy un minero, no se si soy un gallina que quiere escapar, o si simplemente soy el ayudante del nuevo pacificador. No se que hacer, si ayudar al pacificador, si escapar antes de que los Vástagos ataquen o simplemente matar a todo ser viviente que me jodiese.
Si Krumm acepta mi propuesta, sabré lo que soy.
- Mañana iré a ver a mi caballo. - Le murmuré a Groak mientras volvía a sentarme en la mesa y me puse a meditar sobre lo que debía hacer.
- Lindo sombrero... - Dijo alguien, pero al instante mis ojos se cerraron y yo caí desvanecido por el sueño.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Ayer fue un día muy tranquilo. El Pacificador y sus ayudantes no estaban, tenía una leve sospecha de que habrían huido. Tomé por mi cuenta las 15 monedas de oro. Me despidí y me encaminé por las calles de Roca de Hierro. La taberna estaba vacía, así que estuve en la Oficina del Pacificador pensando sobre el ataque que se avecina.
Hoy me levanté y le pagué al posadero una moneda de oro y me dirigí a la oficina del Pacificador. No estaba, ni él ni sus ayudantes. Suponiendo que un hombre que ejerce la ley tiene que estar armado, me dirigí a la herrería, en el cual adquirí 1 Cimitarra a 20 monedas de oro. El herrero me obsequió una funda para el arma y lo colgué a la altura de mi cinturón. Le di las gracias y me dirigí a la taberna. El tabernero estaba más ocupado que el día anterior, aunque se hizo un tiempo para atender mi solicitud.
- Dos odres con agua, por favor -
El tabernero me los entregó y yo le di a cambio 6 monedas de oro. Me sobraban 2 monedas de oro, que las guardé para la comida y el hospedaje de los días futuros.
Me senté en un recoveco de la taberna, vigilando que todo estuviera bien. Al anochecer me retiré a la Oficina, y cuando estaba por terminar la jornada del día, divisé un jinete. Era uno de los Vástagos.
Desenfundé mi Cimitarra y estuve a punto de salir y enfrentarlo, cuando ví la cabeza del Pacificador colgando. Había huido y no lo consiguió.
El hombre pedía que nos rindieramos y luego se retiró. Oleg no tardó en venir y me propuso algo muy interesante, pero le pedí tiempo para pensarlo, que quizás mañana decidiría. Malos tiempos se avecinan, tendré que enfrentarme a este desafío.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 30/05/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Esta mañana el sol entró por las rendijas de la ventana de mi habitación generándome un calor con el que no se podía dormir.
lo peor de todo es que era todavía temprano para ir a la herrería, así que decidí ir a la oficina del pacificador.
Antes de ello tome un buen desayuno para tener fuerzas durante todo el día.
No me hizo falta abrir la boca, el pacificador ya sabía a lo que venía, así que le lancé la bolsa con 15 monedas y me dio el arco no sin antes decirme:
-Es un buen arco chico, espero que lo cuides bien y te sirva, mucha suerte. Dijo cediéndome el arco.
Lo cogí con ambas manos, era precioso, tallado de la madera de un roble y la fina cuerda bien tensada. Era perfecto para mi.
También me dio una cuerda para poder llevar el arco en la espalda y no tener que llevarlo con las manos. También me dijo que las flechas las podría conseguir en la herrería.
-De puta madre. Pensé, tal vez el herrero me haga un buen precio si le ayudo bien hoy.
Llegué temprano a trabajar como de costumbre, adoraba mi oficio. Además hoy terminaríamos con la armadura de malla y quería quedarme con todos los detalles de su fabricación, quien sabe a lo mejor en el futuro me pueda servir esa información.
El herrero me pidió que calentara en la forja un hierro hasta que estuviera candente para moldear la cota de malla con las medidas exactas del comprador que ya las teníamos anotadas en un trozo de papel.
Me tuve que poner guantes, ya que el calor de la punta del hierro se transmitía por todo el resto del material cercano y me achicharraba si no usaba protección. Me llevó algo de tiempo, pero cuando conseguí hacer la forma perfecta de lo que debería ser el cuello empecé a reir con orgullo junto al herrero que me felicitó.
Cuando terminé con el cuello, me pidió que saliera a la tienda y atendiera al cliente que acababa de entrar por el ruido de la campanita.
-Buenos días caballero, en que puedo servirle? Pregunté amablemente.
-Hola, está el herrero, vengo a por un encargo. Me respondió con simpatía.
-Esta ocupado trabajando, pero yo le daré el encargo, dígame que es. Pregunté.
-Son unos 8 cascos metálicos para mis caballos. Explicó.
-Un momento, ahora se los traigo. Respondí entrando al taller.
Jefe, ha venido un cliente preguntando por unos cascos para sus caballos. Pregunté extrañado.
-Si claro, están en el primer estante del almacén junto a la almádena, el te dará el dinero exacto, es de confianza. Explico con claridad.
Metí los cascos en un saco y se los entregué al hombre que quedó muy satisfecho y depositó el dinero encima de la mesa.
Cogí el dinero y los metí en el cajón donde el herrero guardaba lo demás.
Después volví dentro a seguir ayudándole con la cota de malla. Incluso almorcé junto a el de la emoción que tenía al ver cada vez mas acabada esa obra de arte.
Poco a poco el sol empezó a huir hacia las montañas y la tarde iba cayendo, pero finalmente la terminamos con gran orgullo.
-Gracias por la ayuda Warwick, sin ti la cota no hubiese quedado tan bien. Supongo que puedes ir a descansar. Por cierto, toma la paga de ayer.
-Tengo algo que preguntarte. Dije discretamente.
-Dispara.
-El pacificador me dio un arco pero no tengo flechas y sin flechas no me sirve de nada. Podrías darme unas 10 flechas?
Te pagaré 3 oros, lo demás lo necesito porque pronto partiré en una misión. Dije con cara de bueno.
-Jajajajaja, está bien chico, tomatelo como una recompensa por lo bien que nos ha quedado la armadura.
Dejé 3 PDO y me guardé las 10 flechas en un carcajal que me regaló.
-Úsalas con cabeza hijo, nos vemos mañana. Diciendo esto volvió a entrar al taller.
Antes que nada quería divertirme un rato asi que fui a la taberna donde me reuní con Oleg y con Groak.
Tuvimos una conversación larga hasta que algo nos interrumpió, un cuerno.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
Me asomé rápidamente a la ventana junto a los demás. En esas alforjas parecían estar las cabezas del pacificador y de sus ayudantes.
-Debe ser esta noche, no tendré oportunidad mejor. Pensé mientras pensaba en mis asuntos. El hombre siguió hablando.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días. Soltó Groak de repente.
- Espéranos aquí Groak, Warwick sígueme, Blue, muévete. Dijo Oleg mientras salíamos de la taberna.
Se puso un sombrero de pacificador y empezó a hablar con Krumm.
Nos ordenó que nos acercáramos y empezó a sugerirle a Krumm algo acerca de un plan para defender Roca de Hierro, cuando terminó volvimos a entrar en la taberna. Pero yo me fui pronto hacia el burdel, llevaba aquí días y aun no había pasado por allí.
Cuando entré por la puerta una vieja que no me inspiraba mucha confianza y parecía ser la Madame me recibió diciendo:
-Que vienes buscando.
-A una chica llamada Aisha, he oido hablar de ella. Dije poniéndome un poco rojo.
-Tu también! vaya, esa chica no para, son 4 oros. Entrarás dentro de una hora, mientras permíteme que te sirva algo. Dijo sirviéndome una copa de ron.
La chica salió de su habitación un momento y le susurró algo a la Madame, supe que era ella porque la vieja le dijo que yo era su próximo cliente.
Era preciosa, tal vez pensaba eso por su escotado vestido y su melena oscura.
De todos modos esperé allí tranquilamente hasta que Aisha volvió.
-Por aquí guapo. por cierto bonito arco. Dijo pidiéndome que la siguiera.
Entramos en una bella habitación con mucha decoración y con algo de comida en una mesa. Todo era muy bonito.
-Bueno cariño, se que no estas borracho y no me voy a andar con rodeos, que quieres¿? Y tranquilo, no te robaré nada.
-Pasar el rato con una bella dama como tu, pero no aguantaré la tentación de hacerte el amor. Dije algo sonrojado.
-Jajajajajajaja hay que tierno, no te preocupes, para algo estás aquí. Ponte cómodo. Dijo soltando una sonrisa.
Quise quitarle el vestido yo mismo, y ella no puso ninguna objeción. Cuando degusté con las pupilas el bello rostro que escondía debajo del vestido no pude evitar tener una erección. Seguramente sería por el tiempo que llevaba sin ver a una mujer así.
No perdí mas el tiempo y la tumbé en la cama junto a mi. Empecé masejeándole el clítoris y después le introduje el pene suavemente, quería disfrutar ese momento. Fui acelerando progresivamente y parecía que ambos estábamos disfrutando, o ella fingía muy bien. Después la puse encima mía para que moviera sus sensuales caderas de arriba abajo mientras yo permanecía quieto en la cama. Ella gemía y mis ganas de eyacular crecían por momentos.
Finalmente la senté encima mía mientras le hacía las últimas penetraciones antes de correrme en su interior.
Al principio pensaba ser cortés y eyacular fuera, pero el instinto me pudo. Después dormimos plácidamente un rato, pero yo me desperté poco después de media noche. Aun tenía que hacer "eso".
-Donde vas a estas horas, ya te has cansado de mi? Dijo poniendo cara de tristeza.
-Jajajaja, no que va. Pero debo hacer una cosa, no te preocupes. He pasado un rato fantástico contigo Aisha y lamentablemente debo marcharme.
-Como sabes mi nombre¿? Dijo algo alterada.
-Me lo dijo el tipo del pasamontañas y las calaveras, por cierto se llama Oleg.
-Eres amigo suyo? Dijo saltando de la cama.
-Podría decirse que si, es bueno tener alguien que plante cara por ti en los momentos difíciles.
-No deberías andar con el, es mala gente. Y no soy la única que dice eso. Dijo mas tranquilizada.
-Tranquila, se lo que hago y cuando lo hago. Adiós.
La Madame se extrañó de que saliera a estas horas y me preguntó:
-Aisha no te ha satisfacido acaso¿?
-No es eso Señora, es que tengo que atender unos asuntos. Mis felicitaciones por Aisha, es de lo mejor.
-Señorita, y me alegro por ti. Adiós.
Cuando salí del burdel solo tenía algo en mente, la oficina del pacificador. Debía arriesgarme, si me pillan estaré realmente jodido, pero ahora la seguridad allí ha dado un brusco cambio y no será tan difícil colarme.
Además, se me da bien escalar, saltar etc obstáculos. Y me muevo con mucho sigilo.
Lo intentaré.
Me dirigí hacia la oficina del pacificador y deje el arco con las flechas en un callejón cercano enterrado por si los ladrones.
Después salté la vaya que tenía por detrás la oficina y busqué cualquier cosa de valor aunque mi objetivo principal eran las PDO.
lo peor de todo es que era todavía temprano para ir a la herrería, así que decidí ir a la oficina del pacificador.
Antes de ello tome un buen desayuno para tener fuerzas durante todo el día.
No me hizo falta abrir la boca, el pacificador ya sabía a lo que venía, así que le lancé la bolsa con 15 monedas y me dio el arco no sin antes decirme:
-Es un buen arco chico, espero que lo cuides bien y te sirva, mucha suerte. Dijo cediéndome el arco.
Lo cogí con ambas manos, era precioso, tallado de la madera de un roble y la fina cuerda bien tensada. Era perfecto para mi.
También me dio una cuerda para poder llevar el arco en la espalda y no tener que llevarlo con las manos. También me dijo que las flechas las podría conseguir en la herrería.
-De puta madre. Pensé, tal vez el herrero me haga un buen precio si le ayudo bien hoy.
Llegué temprano a trabajar como de costumbre, adoraba mi oficio. Además hoy terminaríamos con la armadura de malla y quería quedarme con todos los detalles de su fabricación, quien sabe a lo mejor en el futuro me pueda servir esa información.
El herrero me pidió que calentara en la forja un hierro hasta que estuviera candente para moldear la cota de malla con las medidas exactas del comprador que ya las teníamos anotadas en un trozo de papel.
Me tuve que poner guantes, ya que el calor de la punta del hierro se transmitía por todo el resto del material cercano y me achicharraba si no usaba protección. Me llevó algo de tiempo, pero cuando conseguí hacer la forma perfecta de lo que debería ser el cuello empecé a reir con orgullo junto al herrero que me felicitó.
Cuando terminé con el cuello, me pidió que saliera a la tienda y atendiera al cliente que acababa de entrar por el ruido de la campanita.
-Buenos días caballero, en que puedo servirle? Pregunté amablemente.
-Hola, está el herrero, vengo a por un encargo. Me respondió con simpatía.
-Esta ocupado trabajando, pero yo le daré el encargo, dígame que es. Pregunté.
-Son unos 8 cascos metálicos para mis caballos. Explicó.
-Un momento, ahora se los traigo. Respondí entrando al taller.
Jefe, ha venido un cliente preguntando por unos cascos para sus caballos. Pregunté extrañado.
-Si claro, están en el primer estante del almacén junto a la almádena, el te dará el dinero exacto, es de confianza. Explico con claridad.
Metí los cascos en un saco y se los entregué al hombre que quedó muy satisfecho y depositó el dinero encima de la mesa.
Cogí el dinero y los metí en el cajón donde el herrero guardaba lo demás.
Después volví dentro a seguir ayudándole con la cota de malla. Incluso almorcé junto a el de la emoción que tenía al ver cada vez mas acabada esa obra de arte.
Poco a poco el sol empezó a huir hacia las montañas y la tarde iba cayendo, pero finalmente la terminamos con gran orgullo.
-Gracias por la ayuda Warwick, sin ti la cota no hubiese quedado tan bien. Supongo que puedes ir a descansar. Por cierto, toma la paga de ayer.
-Tengo algo que preguntarte. Dije discretamente.
-Dispara.
-El pacificador me dio un arco pero no tengo flechas y sin flechas no me sirve de nada. Podrías darme unas 10 flechas?
Te pagaré 3 oros, lo demás lo necesito porque pronto partiré en una misión. Dije con cara de bueno.
-Jajajajaja, está bien chico, tomatelo como una recompensa por lo bien que nos ha quedado la armadura.
Dejé 3 PDO y me guardé las 10 flechas en un carcajal que me regaló.
-Úsalas con cabeza hijo, nos vemos mañana. Diciendo esto volvió a entrar al taller.
Antes que nada quería divertirme un rato asi que fui a la taberna donde me reuní con Oleg y con Groak.
Tuvimos una conversación larga hasta que algo nos interrumpió, un cuerno.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
Me asomé rápidamente a la ventana junto a los demás. En esas alforjas parecían estar las cabezas del pacificador y de sus ayudantes.
-Debe ser esta noche, no tendré oportunidad mejor. Pensé mientras pensaba en mis asuntos. El hombre siguió hablando.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
- Conozco un camino que va al este, cruzando las montañas. Si queremos irnos, debe ser dentro de dos días. Soltó Groak de repente.
- Espéranos aquí Groak, Warwick sígueme, Blue, muévete. Dijo Oleg mientras salíamos de la taberna.
Se puso un sombrero de pacificador y empezó a hablar con Krumm.
Nos ordenó que nos acercáramos y empezó a sugerirle a Krumm algo acerca de un plan para defender Roca de Hierro, cuando terminó volvimos a entrar en la taberna. Pero yo me fui pronto hacia el burdel, llevaba aquí días y aun no había pasado por allí.
Cuando entré por la puerta una vieja que no me inspiraba mucha confianza y parecía ser la Madame me recibió diciendo:
-Que vienes buscando.
-A una chica llamada Aisha, he oido hablar de ella. Dije poniéndome un poco rojo.
-Tu también! vaya, esa chica no para, son 4 oros. Entrarás dentro de una hora, mientras permíteme que te sirva algo. Dijo sirviéndome una copa de ron.
La chica salió de su habitación un momento y le susurró algo a la Madame, supe que era ella porque la vieja le dijo que yo era su próximo cliente.
Era preciosa, tal vez pensaba eso por su escotado vestido y su melena oscura.
De todos modos esperé allí tranquilamente hasta que Aisha volvió.
-Por aquí guapo. por cierto bonito arco. Dijo pidiéndome que la siguiera.
Entramos en una bella habitación con mucha decoración y con algo de comida en una mesa. Todo era muy bonito.
-Bueno cariño, se que no estas borracho y no me voy a andar con rodeos, que quieres¿? Y tranquilo, no te robaré nada.
-Pasar el rato con una bella dama como tu, pero no aguantaré la tentación de hacerte el amor. Dije algo sonrojado.
-Jajajajajajaja hay que tierno, no te preocupes, para algo estás aquí. Ponte cómodo. Dijo soltando una sonrisa.
Quise quitarle el vestido yo mismo, y ella no puso ninguna objeción. Cuando degusté con las pupilas el bello rostro que escondía debajo del vestido no pude evitar tener una erección. Seguramente sería por el tiempo que llevaba sin ver a una mujer así.
No perdí mas el tiempo y la tumbé en la cama junto a mi. Empecé masejeándole el clítoris y después le introduje el pene suavemente, quería disfrutar ese momento. Fui acelerando progresivamente y parecía que ambos estábamos disfrutando, o ella fingía muy bien. Después la puse encima mía para que moviera sus sensuales caderas de arriba abajo mientras yo permanecía quieto en la cama. Ella gemía y mis ganas de eyacular crecían por momentos.
Finalmente la senté encima mía mientras le hacía las últimas penetraciones antes de correrme en su interior.
Al principio pensaba ser cortés y eyacular fuera, pero el instinto me pudo. Después dormimos plácidamente un rato, pero yo me desperté poco después de media noche. Aun tenía que hacer "eso".
-Donde vas a estas horas, ya te has cansado de mi? Dijo poniendo cara de tristeza.
-Jajajaja, no que va. Pero debo hacer una cosa, no te preocupes. He pasado un rato fantástico contigo Aisha y lamentablemente debo marcharme.
-Como sabes mi nombre¿? Dijo algo alterada.
-Me lo dijo el tipo del pasamontañas y las calaveras, por cierto se llama Oleg.
-Eres amigo suyo? Dijo saltando de la cama.
-Podría decirse que si, es bueno tener alguien que plante cara por ti en los momentos difíciles.
-No deberías andar con el, es mala gente. Y no soy la única que dice eso. Dijo mas tranquilizada.
-Tranquila, se lo que hago y cuando lo hago. Adiós.
La Madame se extrañó de que saliera a estas horas y me preguntó:
-Aisha no te ha satisfacido acaso¿?
-No es eso Señora, es que tengo que atender unos asuntos. Mis felicitaciones por Aisha, es de lo mejor.
-Señorita, y me alegro por ti. Adiós.
Cuando salí del burdel solo tenía algo en mente, la oficina del pacificador. Debía arriesgarme, si me pillan estaré realmente jodido, pero ahora la seguridad allí ha dado un brusco cambio y no será tan difícil colarme.
Además, se me da bien escalar, saltar etc obstáculos. Y me muevo con mucho sigilo.
Lo intentaré.
Me dirigí hacia la oficina del pacificador y deje el arco con las flechas en un callejón cercano enterrado por si los ladrones.
Después salté la vaya que tenía por detrás la oficina y busqué cualquier cosa de valor aunque mi objetivo principal eran las PDO.
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Me quede hasta que cerro el tendero, no podia creer lo que me habia pasado en la tarde, Oleg me habia pagado por reservarle el caballo que anteriormente le habia dicho que se lo guardaria a Aisha y a Bor. Pero como me enseñaron en mi familia, no se vive de las piedras, asique acepte el soborno, no me gusto nada la forma en que me trato Oleg. Pero que le iba hacer, viendo el machete que tenia y comparandolo con mis guanteletes me tenia una ventaja increible a la hora de enfrentarnos.
Me sentia un poco mal, por haberles aceptado el dinero para reservarlo, pero me molesto aun mas el que quisieran envenenar al pobre caballo. Que culpa tenia el de estar en medio de un lio tan grande. Llevaba poco tiempo en Roca de huierro y ya me habian sacado un poco de quizio. Tenia muchas cosas en las que pensar, lo unico bueno que me habia pasado hoy es que consegui los nudillos de pinchos por 1 PDO menos, asi podre empezar a caminar mas tranquilo por aqui. A partir de ahora no pienso permitir que me amenacen o me tomen como un maldito imbecil, ya he matado a un tipo antes y no tenia remordimientos, me tome mi venganza y no dudare tomarme las venganzas que hagan faltas para que mi vida sea mas tranquila.
Cuando caminaba por la calle apunto de entrar en la taberna escuche un ruido a mi espalda, el ruido de un cuerno de batalla parecia, como en las historia que me contaba mi familia de pequeño. De grandes guerreros que tocaban sus cuernos antes de atacar o para mostrar su presencia. Un escalofrio recorrio mi espalda, algo iba a pasar lo presentia, asi que me escondi entres las sombras y pare a mirar. Un jinete paro justo en la calle principal y comenzó a hablar con un extraño acento.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
El muy hijo de puta habia cortado la cabeza del pacificador y de sus dos ayudantes, no es que me cayera bien el pacificador, pero me recordo en cierta medida la muerte de mi hermano. Saqué los guanteletes y me los puse, aprete tanto los dientes que casi me destrozo la dentadura. De repente cuando el jinete se dio la vuelta se abrio la puerta de la oficina del pacificador. Un tipo salio de alli con una especie de espada, se quedo mirando como se alejaba con una mirada fria como el hielo. Se abrio de golpe la puerta de la taberna y salieron de ella tres tipos, dos hombres y un pequeño chico que siguio al mas grande. Al fijarme bien, era el tipo del establo, el tal Oleg y su pequeño esclavo.
No me gustaba nada la situacion, se pusieron en circulo y estuvieron varios minutos. Segui observandoles sin revelar mi presencia, estaba medio absorte en mis pensamientos y mirandolos fijamente. Estaba cansado, asique dormiria y en el descanso de la tienda, buscaria al tipo de la espada. Para un sitio en el que estoy seguro, no pienso dejarlo. Camine hasta la posada y subi a la habitacion, me quite las botas, los pantalones y la camisa. Conte el dinero que me quedaba y pense un rato tumbado que haria con lo del envenenamiento. ¿Se lo tendria que decir al del pasamontañas? ¿Que pensarian de mi en mi familia si supieran que he aceptado sobornos? Una cosa esta clara, mañana dejare las cosas claras devolvere las pierzas de oro a Bor y me deshare de los malos pensamientos de mi mente. Hablare con Oleg para dejarle las cosas claras y buscare al nuevo pacificador.
---------------------------
(el inventario es para tener un orden propio de mi personaje)
Inventario:
+Nudillos con pinchos
+6PDO
Me sentia un poco mal, por haberles aceptado el dinero para reservarlo, pero me molesto aun mas el que quisieran envenenar al pobre caballo. Que culpa tenia el de estar en medio de un lio tan grande. Llevaba poco tiempo en Roca de huierro y ya me habian sacado un poco de quizio. Tenia muchas cosas en las que pensar, lo unico bueno que me habia pasado hoy es que consegui los nudillos de pinchos por 1 PDO menos, asi podre empezar a caminar mas tranquilo por aqui. A partir de ahora no pienso permitir que me amenacen o me tomen como un maldito imbecil, ya he matado a un tipo antes y no tenia remordimientos, me tome mi venganza y no dudare tomarme las venganzas que hagan faltas para que mi vida sea mas tranquila.
Cuando caminaba por la calle apunto de entrar en la taberna escuche un ruido a mi espalda, el ruido de un cuerno de batalla parecia, como en las historia que me contaba mi familia de pequeño. De grandes guerreros que tocaban sus cuernos antes de atacar o para mostrar su presencia. Un escalofrio recorrio mi espalda, algo iba a pasar lo presentia, asi que me escondi entres las sombras y pare a mirar. Un jinete paro justo en la calle principal y comenzó a hablar con un extraño acento.
- ¡Pueblerinos! Mi nombre es Zothrak, vástago de Tzion. No he venido a advertiros ni a amenazaros, he venido para pronunciar la verdad. Roca de Hierro es nuestra. Los hombres estáis muertos. Vuestras mujeres y niños son nuestros esclavos. Los habitantes de las Cuatro Esquinas pensaron que resistiéndose lograrían algo, pero todos sabéis lo que les ocurrió. No existe el honor. No existe la dignidad. Existe la vida y la muerte. Esa es la única elección que debéis realizar. Aquellos que deseen unírsenos, que partan hacia las montañas del sur. Que no se os ocurra huir hacia el norte, ese paso está vigilado. Si no lo creéis, os enseñaré que les ocurrió a los que esta noche lo intentaron.
De la alforja de su caballo colgaban tres pequeños sacos. La mayoría pudo adivinar su contenido. Zothrak sacó tres cabezas de ellos y las lanzó a la taberna. Eran el Pacificador y sus dos ayudantes. El Pacificador había previsto el ataque de los Vástagos e intentó huir junto a sus ayudantes, pero todos murieron. Por consecuencia, Krumm se había convertido en el nuevo Pacificador y único representante de la ley.
- Llegaremos dentro de tres días. Las mujeres y los niños estaréis desnudos y de rodillas en esta misma calle. Los hombres podéis venir a nosotros antes de nuestra llegada y pasar a engrosar nuestras filas o esperar aquí a que os ejecutemos, es vuestra elección.
El muy hijo de puta habia cortado la cabeza del pacificador y de sus dos ayudantes, no es que me cayera bien el pacificador, pero me recordo en cierta medida la muerte de mi hermano. Saqué los guanteletes y me los puse, aprete tanto los dientes que casi me destrozo la dentadura. De repente cuando el jinete se dio la vuelta se abrio la puerta de la oficina del pacificador. Un tipo salio de alli con una especie de espada, se quedo mirando como se alejaba con una mirada fria como el hielo. Se abrio de golpe la puerta de la taberna y salieron de ella tres tipos, dos hombres y un pequeño chico que siguio al mas grande. Al fijarme bien, era el tipo del establo, el tal Oleg y su pequeño esclavo.
No me gustaba nada la situacion, se pusieron en circulo y estuvieron varios minutos. Segui observandoles sin revelar mi presencia, estaba medio absorte en mis pensamientos y mirandolos fijamente. Estaba cansado, asique dormiria y en el descanso de la tienda, buscaria al tipo de la espada. Para un sitio en el que estoy seguro, no pienso dejarlo. Camine hasta la posada y subi a la habitacion, me quite las botas, los pantalones y la camisa. Conte el dinero que me quedaba y pense un rato tumbado que haria con lo del envenenamiento. ¿Se lo tendria que decir al del pasamontañas? ¿Que pensarian de mi en mi familia si supieran que he aceptado sobornos? Una cosa esta clara, mañana dejare las cosas claras devolvere las pierzas de oro a Bor y me deshare de los malos pensamientos de mi mente. Hablare con Oleg para dejarle las cosas claras y buscare al nuevo pacificador.
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(el inventario es para tener un orden propio de mi personaje)
Inventario:
+Nudillos con pinchos
+6PDO
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Fecha de inscripción : 12/04/2009
Re: La Leyenda del Oeste
Vamos a ver, debido a que Peka se hizo un auto-éxito con lo de las flechas, voy a rebobinar hasta ese momento xD
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-El pacificador me dio un arco pero no tengo flechas y sin flechas no me sirve de nada. Podrías darme unas 10 flechas? Te pagaré 3 piezas de oro, lo demás lo necesito porque pronto partiré en una misión - dijo tratando de poner buena cara.
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- Jajajajaja, está bien chico, tomatelo como una recompensa por lo bien que nos ha quedado la armadura.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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Cojones, ¿por qué siempre tenéis tanta suerte? xD Vaaaaale, puedes quedarte con las flechas. Volvemos a cuando intentas robar en la oficina del Pacificador.
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---
Tras saltar la valla, Warwick se dirigió hacia la trampilla que daba al arsenal, pero desafortunadamente estaba cerrada. En cambio, la ventana a la oficina no estaba cerrada con cerrojo. Con muchísimo cuidado, la abrió lentamente y se coló por ella con la misma delicadeza con la que lo haría un gato.
Una vez dentro se quedó quieto unos segundos, esperando a que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad. Luego, comenzó a moverse en cuclillas por toda la estancia. Encontró un pequeño cofre al lado del escritorio, aunque estaba cerrado. Si tenía paciencia y la suficiente pericia, podría abrirlo sin problemas.
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Cuando escuchó un casi inaudible "click", la cerradura cedió. En su interior se encontró una caja con diez cigarrillos, un odre de agua lleno y una botella de whisky. Guardó todo en sus bolsillos y siguió buscando.
Minutos después encontró el premio gordo. Una pequeña caja de hierro con un gran candado. Warwick todavía no poseía la suficiente habilidad como para abrir ese candado tan grande, así que tendría que romper la cerradura a golpes. Si lo hacía bien, no tendría porque pasar nada.
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Fue una mala idea, los golpes habían producido más ruido del esperado y pronto escuchó pasos que se dirigían hacia allí. Warwick no supo que hacer, y se abalanzó hacia la ventana, rompiéndola en mil añicos (2 puntos de daño). Varios cristales se clavaron en su cuerpo, pero Warwick los ignoró y echó a correr en la oscuridad. Esta vez no le habían pillado, pero habían estado muy cerca.
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---
He sido benevolente y he dejado que te marchases sin que nadie te pillase, considérate afortunado por obtener el tabaco, el odre y el whisky xDD
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-El pacificador me dio un arco pero no tengo flechas y sin flechas no me sirve de nada. Podrías darme unas 10 flechas? Te pagaré 3 piezas de oro, lo demás lo necesito porque pronto partiré en una misión - dijo tratando de poner buena cara.
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- Jajajajaja, está bien chico, tomatelo como una recompensa por lo bien que nos ha quedado la armadura.
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Cojones, ¿por qué siempre tenéis tanta suerte? xD Vaaaaale, puedes quedarte con las flechas. Volvemos a cuando intentas robar en la oficina del Pacificador.
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Tras saltar la valla, Warwick se dirigió hacia la trampilla que daba al arsenal, pero desafortunadamente estaba cerrada. En cambio, la ventana a la oficina no estaba cerrada con cerrojo. Con muchísimo cuidado, la abrió lentamente y se coló por ella con la misma delicadeza con la que lo haría un gato.
Una vez dentro se quedó quieto unos segundos, esperando a que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad. Luego, comenzó a moverse en cuclillas por toda la estancia. Encontró un pequeño cofre al lado del escritorio, aunque estaba cerrado. Si tenía paciencia y la suficiente pericia, podría abrirlo sin problemas.
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Cuando escuchó un casi inaudible "click", la cerradura cedió. En su interior se encontró una caja con diez cigarrillos, un odre de agua lleno y una botella de whisky. Guardó todo en sus bolsillos y siguió buscando.
Minutos después encontró el premio gordo. Una pequeña caja de hierro con un gran candado. Warwick todavía no poseía la suficiente habilidad como para abrir ese candado tan grande, así que tendría que romper la cerradura a golpes. Si lo hacía bien, no tendría porque pasar nada.
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Fue una mala idea, los golpes habían producido más ruido del esperado y pronto escuchó pasos que se dirigían hacia allí. Warwick no supo que hacer, y se abalanzó hacia la ventana, rompiéndola en mil añicos (2 puntos de daño). Varios cristales se clavaron en su cuerpo, pero Warwick los ignoró y echó a correr en la oscuridad. Esta vez no le habían pillado, pero habían estado muy cerca.
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He sido benevolente y he dejado que te marchases sin que nadie te pillase, considérate afortunado por obtener el tabaco, el odre y el whisky xDD
Skimmer- Cazador mediocre
- Cantidad de envíos : 761
Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
El sol alumbraba con fuerza, los rayos de sol atravesaban la ventana de la habitacion, daban justamente directos en mi cara. Me desperte un poco malhumorado, esa noche no habia podido pegar ojo hasta que pasaron 2 horas de meterme en la habitacion, estaba cansado pero mi cabeza no dejaba de pensar en cosas. Hoy seria un poco ajetreado, tenia que hacer muchisimas cosas y no podia perder el tiempo.
Lo primero que hice antes de salir fue asearme un poco, no se donde podria lavar la ropa, pero debia empezar hacerlo si no queria oler a establo. Pensaria en ello en unas horas, cuando tuviera el descanso. Baje desprisa y sali de la posada, no abri la boca en todo el trayecto hasta la tienda, llegaba tarde, la puerta estaba abierta y dentro habia alguien. Al entrar, me miro y me tiro una pequeña bolsa, mi jornal. Al menos algo bueno tenia que tener el dia, esas tres piezas de oro las guarde en el bolsillo contrario, tenia pensadas ya su direccion y a quien darselas.
-Tienes mala cara, muchacho. ¿Que te ocurre? - pregunto el tendero.
-No me ocurre nada jefe, sera mejor dejarlo asi. ¿Puedo pedirle un favor jefe? - pregunte sin dejarle que contestara. -Tengo que hacer muchisimas cosas hoy, ¿me puede dar el dia libre?
El tendero se mantuvo en silencio unos segundos, finalmente accedio y me deseo suerte para lo que hiciera. Le estaba empezando a coger cariño a ese hombre, en un principio parecia un cascarrabias pero una vez le conoces ves la persona que realmente es.
Sali de la tienda y me dirigí al burdel, recorde de pronto las palabras de Aisha y Bor y me dió por antes de irme mirar el establo. Abri la puerta y vi que todo iba normal, salvo por una cosa. El heno del caballo negro estaba entero, apenas le habria dado un par de bocados. No me preocupe de él, no tendria hambre de momento, pero de todas formas les devolveria el dinero.
Sali del establo y cerre la puerta, puse la correa y sali corriendo hacia el burdel. Entre al burdel y se me quedaron todos mirando, no estaba de humor si quiera para mirarlos a la cara. Una mujer mayor salio en el momento que se escucho el portazo.
-¿Que quieres muchacho? ¿Crees que son formas de entrar a un salon? - pregunto Madame supuse.
-Quiero hablar con Aisha, es mas dele este mensaje de mi parte. - dije y continue. - No me parece bien lo que habeis hecho, tomar estas monedas y olvidaros de que os ayude. Señora ella lo entendera todo. - termine y dejando la bolsita de tres piezas de oro en la mano de la Madame
-Esto se lo dare a Aisha. - dijo la anciana.
-Exacto, que no se te olvide darselo o habra problemas por aqui. - dije acercandome a la puerta.
Uno de los alli presentes se acerco tambaleandose a mi, el pestazo a alcohol era insoportable, lo olia desde que se levanto.
-¿Quien te crees que eres muchacho? ¿No eres tan fuerte como para amenazar a nadie? - dijo el borracho.
-Ya lo veremos borracho inutil. - respondi mientras me daba la vuelta.
El borracho alzo en puño en señal de atacarme, pero no podia ni matenerse recto, lanzo otro que fallo al igual que el anterior y ese fue el momento en que dirigi mi puño contra su menton. Le di un fuerte puñetazo y cayo pesadamente al suelo, sin prestarle mas atencion sali del burdel y camine en busca de Krumm, el nuevo pacificador segun habia odio hablar a alguien en la taberna.
Lo primero que hice antes de salir fue asearme un poco, no se donde podria lavar la ropa, pero debia empezar hacerlo si no queria oler a establo. Pensaria en ello en unas horas, cuando tuviera el descanso. Baje desprisa y sali de la posada, no abri la boca en todo el trayecto hasta la tienda, llegaba tarde, la puerta estaba abierta y dentro habia alguien. Al entrar, me miro y me tiro una pequeña bolsa, mi jornal. Al menos algo bueno tenia que tener el dia, esas tres piezas de oro las guarde en el bolsillo contrario, tenia pensadas ya su direccion y a quien darselas.
-Tienes mala cara, muchacho. ¿Que te ocurre? - pregunto el tendero.
-No me ocurre nada jefe, sera mejor dejarlo asi. ¿Puedo pedirle un favor jefe? - pregunte sin dejarle que contestara. -Tengo que hacer muchisimas cosas hoy, ¿me puede dar el dia libre?
El tendero se mantuvo en silencio unos segundos, finalmente accedio y me deseo suerte para lo que hiciera. Le estaba empezando a coger cariño a ese hombre, en un principio parecia un cascarrabias pero una vez le conoces ves la persona que realmente es.
Sali de la tienda y me dirigí al burdel, recorde de pronto las palabras de Aisha y Bor y me dió por antes de irme mirar el establo. Abri la puerta y vi que todo iba normal, salvo por una cosa. El heno del caballo negro estaba entero, apenas le habria dado un par de bocados. No me preocupe de él, no tendria hambre de momento, pero de todas formas les devolveria el dinero.
Sali del establo y cerre la puerta, puse la correa y sali corriendo hacia el burdel. Entre al burdel y se me quedaron todos mirando, no estaba de humor si quiera para mirarlos a la cara. Una mujer mayor salio en el momento que se escucho el portazo.
-¿Que quieres muchacho? ¿Crees que son formas de entrar a un salon? - pregunto Madame supuse.
-Quiero hablar con Aisha, es mas dele este mensaje de mi parte. - dije y continue. - No me parece bien lo que habeis hecho, tomar estas monedas y olvidaros de que os ayude. Señora ella lo entendera todo. - termine y dejando la bolsita de tres piezas de oro en la mano de la Madame
-Esto se lo dare a Aisha. - dijo la anciana.
-Exacto, que no se te olvide darselo o habra problemas por aqui. - dije acercandome a la puerta.
Uno de los alli presentes se acerco tambaleandose a mi, el pestazo a alcohol era insoportable, lo olia desde que se levanto.
-¿Quien te crees que eres muchacho? ¿No eres tan fuerte como para amenazar a nadie? - dijo el borracho.
-Ya lo veremos borracho inutil. - respondi mientras me daba la vuelta.
El borracho alzo en puño en señal de atacarme, pero no podia ni matenerse recto, lanzo otro que fallo al igual que el anterior y ese fue el momento en que dirigi mi puño contra su menton. Le di un fuerte puñetazo y cayo pesadamente al suelo, sin prestarle mas atencion sali del burdel y camine en busca de Krumm, el nuevo pacificador segun habia odio hablar a alguien en la taberna.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Re: La Leyenda del Oeste
Estuve partiendo rocas grandes en rocas más pequeñas toda la mañana junto a Blue, salíamos de vez en cuando por orden del capataz a beber de la fuente de la entrada de la mina y a lavarnos la cabeza para después volver a repetir la operación. Mi rutina consistía básicamente en empujar el vagón para empujar rocas junto con otro minero cupulento y luego desintegrarlas a golpes con la maza que me habían proporcionado al lado de otros mineros. La rutina de Blue seguía siendo la misma, golpear con la pica para despedazar poco a poco las rocas, se le da muy bien ese trabajo a decir verdad.
- ¡Oleg, toma este balde y trae agua de la fuente! - Ordenó el capataz lanzándome un gran balde de plástico azul.
- ¡Si señor! - Respondí tomando el balde y saliendo al exterior.
Esperé que la fila finalizara y me dispuse a hundir el balde, luego caminé despacio hasta el capataz para tratar de no derramar ni una gota, este la tomó y antes de irse a lo más profundo de la mina con ella me dijo:
- Tú y tu amigo pueden irse, tienen el día libre, pídele al encargado de repartir las herramientas tu paga y la de Blue.
- Gracias jefe, hasta mañana. - Dije saludándolo con la cabeza.
Nos dirigimos rápido hacia el hombre que repartía las herramientas y le expliqué lo que el capataz me dijo. éste se dió media vuelta y de una bolsa que había dentro de su escritorio oxidado sacó quince piezas de oro que depositó en mis manos, las cuales guardé en mi bolsa.
Salimos de la mina y nos tomamos un aseo como hacíamos siempre luego de finalizar nuestro trabajo. Me coloqué mis botas militares, mis jeans grises desgastados, mi remera gris con los dígitos "666", encima de esta mi chaqueta de Rammstein y mi pañuelo blanco son su frase en el cuello. Por último mi pasamontañas y el sombrero de ayudante de pacificador negro. Carmesí yacía en mi muslo izquierdo reposando, esperando su próximo combate.
-¿Dónde vamos? - Me preguntó Blue.
- Vamos a darle una visita a Warwick, debe estar en su descanso, ah, pero antes iremos a ver nuestro caballo. - Murmuré en voz baja.
Caminamos con paso ligero hasta los establos, pero estaban cerrados. Supongo que Coyote también debe estar en su descanso.
- Debe estar descansando. - Soltó Blue de repente, como si me leyera la mente.
- Sí, debe estarlo. - Respondí a eso, era hora de ir a la herrería.
Esta vez caminamos hasta llegar a la esquina de la casa del médico, dónde trabaja el tipo de piel rara, no recuerdo si Groak me dijo su nombre, no importa. Doblamos en esa esquina, íbamos a mitad de la manzana hasta que...
- Ey miren a estos dos. - Dijo una voz ronca que salía de uno de los callejones.
- Vaya vaya, un cara oculta y a un mocoso cabellos rojos. - Dijo uno que salía detrás suyo.
- Denos todo lo que tengan y los dejaremos en paz. - Ordenó otro que estaba justo detrás de mi y de Blue.
Los tres estaban armados con armas blancas cortas, dos navajas los de delante nuestro y un cuchillo de carnicero el de detrás de nosotros. Eran unos vagabundos, unos delincuentes. Había unas diez personas observándonos a los cinco.
- No me hagan reír. - Gruñí al mismo tiempo en el que sacaba mi machete con mi mano izquierda y con la otra tomaba a Blue del brazo y lo colocaba detrás mio.
- ¡Respuesta equivocada! - Gritó uno de los que estaban delante de nosotros al mismo tiempo en el que corría lanzando navajazos al aire.
Apreté fuertemente a Carmesí, calculé las cuchilladas irregulares que lanzaba el delincuente y lancé un puñetazo con el brazo que empuñaba a Carmesí. El golpe tuvo éxito y el delincuente cayó varios metros a los pies de su compañero. Su compañero se lanzó hacia mi pero sin cortar el aire a navajazos irregulares, a pocos metros lanzó un golpe pero me corrí a un lado con Blue detrás y pegué una patada en sus tobillos haciéndole caer de espaldas. Sin esperar a que se levantase salté encima de su pecho, soltó un suspiro y varios gemidos de dolor.
- Hahahaha serás mio mocoso. - Dijo en voz alta el tercer delincuente que se encontraba detrás de nosotros. Éste sólo tenía intenciones de atacar a Blue.
Tomé a Blue y lo coloqué detrás mio y con mi mano izquierda agarré del brazo armado al delincuente. Lo hice retroceder unos pasos y alcé su brazo armado hacia arriba, dejándome hueco suficiente para golpearlo en la mandíbula con mi otro puño apretando el machete. Lo solté y cayó unos metros hacia atrás. La pelea había finalizado y la gente comenzaba a dispersarse, tomé mi sombrero de ayudante de pacificador negro que se me había caído y proseguí mi camino hacia la herrería.
- Muévete Blue. - Ordené. Al dar unos pasos adelante pude ver que el sujeto que trabajaba en la casa del médico estaba observándonos, llevaba una lanza recostada sobre su hombro derecho. Sostuvimos miradas hasta que finalmente crucé a su lado. Me pregunto si el había visto el show, aunque no hay duda de que si hubiese visto a mi padre de esa forma, estarían peleando, mi padre odia que lo miren así, al menos no heredé todo su mal carácter.
Llegamos finalmente a la herrería, pero el herrero me dijo que no estaba, aunque me había dejado un regalo. Una botella de whisky, le dije que le diera las gracias de mi parte.
- ¿Ahora qué Oleg? - Preguntó Blue.
- Vayamos a ver al Pacificador, luego no se. - Respondí riendo.
Ambos trotamos hasta la oficina del Pacificador, no había mucha gente por las calles. Al llegar vi que el sujeto del establo, Coyote, también estaba dirigiéndose hacia allí. Era mi oportunidad para preguntarle como estaba mi caballo y darle sus dos piezas de oro restantes.
- Hey Coyote, ¿Qué tal está mi caballo? - Dije parándome delante de él mientras colocaba mi mano izquierda en su hombro izquierdo.
- ¡Oleg, toma este balde y trae agua de la fuente! - Ordenó el capataz lanzándome un gran balde de plástico azul.
- ¡Si señor! - Respondí tomando el balde y saliendo al exterior.
Esperé que la fila finalizara y me dispuse a hundir el balde, luego caminé despacio hasta el capataz para tratar de no derramar ni una gota, este la tomó y antes de irse a lo más profundo de la mina con ella me dijo:
- Tú y tu amigo pueden irse, tienen el día libre, pídele al encargado de repartir las herramientas tu paga y la de Blue.
- Gracias jefe, hasta mañana. - Dije saludándolo con la cabeza.
Nos dirigimos rápido hacia el hombre que repartía las herramientas y le expliqué lo que el capataz me dijo. éste se dió media vuelta y de una bolsa que había dentro de su escritorio oxidado sacó quince piezas de oro que depositó en mis manos, las cuales guardé en mi bolsa.
Salimos de la mina y nos tomamos un aseo como hacíamos siempre luego de finalizar nuestro trabajo. Me coloqué mis botas militares, mis jeans grises desgastados, mi remera gris con los dígitos "666", encima de esta mi chaqueta de Rammstein y mi pañuelo blanco son su frase en el cuello. Por último mi pasamontañas y el sombrero de ayudante de pacificador negro. Carmesí yacía en mi muslo izquierdo reposando, esperando su próximo combate.
-¿Dónde vamos? - Me preguntó Blue.
- Vamos a darle una visita a Warwick, debe estar en su descanso, ah, pero antes iremos a ver nuestro caballo. - Murmuré en voz baja.
Caminamos con paso ligero hasta los establos, pero estaban cerrados. Supongo que Coyote también debe estar en su descanso.
- Debe estar descansando. - Soltó Blue de repente, como si me leyera la mente.
- Sí, debe estarlo. - Respondí a eso, era hora de ir a la herrería.
Esta vez caminamos hasta llegar a la esquina de la casa del médico, dónde trabaja el tipo de piel rara, no recuerdo si Groak me dijo su nombre, no importa. Doblamos en esa esquina, íbamos a mitad de la manzana hasta que...
- Ey miren a estos dos. - Dijo una voz ronca que salía de uno de los callejones.
- Vaya vaya, un cara oculta y a un mocoso cabellos rojos. - Dijo uno que salía detrás suyo.
- Denos todo lo que tengan y los dejaremos en paz. - Ordenó otro que estaba justo detrás de mi y de Blue.
Los tres estaban armados con armas blancas cortas, dos navajas los de delante nuestro y un cuchillo de carnicero el de detrás de nosotros. Eran unos vagabundos, unos delincuentes. Había unas diez personas observándonos a los cinco.
- No me hagan reír. - Gruñí al mismo tiempo en el que sacaba mi machete con mi mano izquierda y con la otra tomaba a Blue del brazo y lo colocaba detrás mio.
- ¡Respuesta equivocada! - Gritó uno de los que estaban delante de nosotros al mismo tiempo en el que corría lanzando navajazos al aire.
Apreté fuertemente a Carmesí, calculé las cuchilladas irregulares que lanzaba el delincuente y lancé un puñetazo con el brazo que empuñaba a Carmesí. El golpe tuvo éxito y el delincuente cayó varios metros a los pies de su compañero. Su compañero se lanzó hacia mi pero sin cortar el aire a navajazos irregulares, a pocos metros lanzó un golpe pero me corrí a un lado con Blue detrás y pegué una patada en sus tobillos haciéndole caer de espaldas. Sin esperar a que se levantase salté encima de su pecho, soltó un suspiro y varios gemidos de dolor.
- Hahahaha serás mio mocoso. - Dijo en voz alta el tercer delincuente que se encontraba detrás de nosotros. Éste sólo tenía intenciones de atacar a Blue.
Tomé a Blue y lo coloqué detrás mio y con mi mano izquierda agarré del brazo armado al delincuente. Lo hice retroceder unos pasos y alcé su brazo armado hacia arriba, dejándome hueco suficiente para golpearlo en la mandíbula con mi otro puño apretando el machete. Lo solté y cayó unos metros hacia atrás. La pelea había finalizado y la gente comenzaba a dispersarse, tomé mi sombrero de ayudante de pacificador negro que se me había caído y proseguí mi camino hacia la herrería.
- Muévete Blue. - Ordené. Al dar unos pasos adelante pude ver que el sujeto que trabajaba en la casa del médico estaba observándonos, llevaba una lanza recostada sobre su hombro derecho. Sostuvimos miradas hasta que finalmente crucé a su lado. Me pregunto si el había visto el show, aunque no hay duda de que si hubiese visto a mi padre de esa forma, estarían peleando, mi padre odia que lo miren así, al menos no heredé todo su mal carácter.
Llegamos finalmente a la herrería, pero el herrero me dijo que no estaba, aunque me había dejado un regalo. Una botella de whisky, le dije que le diera las gracias de mi parte.
- ¿Ahora qué Oleg? - Preguntó Blue.
- Vayamos a ver al Pacificador, luego no se. - Respondí riendo.
Ambos trotamos hasta la oficina del Pacificador, no había mucha gente por las calles. Al llegar vi que el sujeto del establo, Coyote, también estaba dirigiéndose hacia allí. Era mi oportunidad para preguntarle como estaba mi caballo y darle sus dos piezas de oro restantes.
- Hey Coyote, ¿Qué tal está mi caballo? - Dije parándome delante de él mientras colocaba mi mano izquierda en su hombro izquierdo.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Me acosté con Wrrick figiendo ser algo que no era. Aquel joven no parecía demasiado experimentado en mujeres de compañía así que opté por tomar el verdadero papel de prostituta. A decir verdad, me lo pasé bien, disfruté con él pero nuestra conversación dejó mucho que desear. Mi intención no era otra que sonsacarle información sobre Tzion pero se fue tan rápido como había llegado.
Miré el reloj colgado de la pared de la habitación cuando Warrick se fue. Eran las 2:34. A esas horas, Bor debía estar envenenando a Darkness... Darkness, pobre, mi caballo. Lo pensé mejor, no tenía la culpa de mi mala relación con Oleg así que en cuanto viera a Bor, que sería a la mañana siguiente, le diría que le diera la cura. No se merecía nada parecido. Tan solo era un pobre animalito.
Escuché ruidos en la plaza, gritos y me asomé a la ventana. No escuché el principio del mensaje pero me quedó claro que Los Vástagos iban a atacar Roca de Hierro y que me querían a mí y a todas las mujeres del pueblo desnudas y arrodilladas en la plaza del pueblo el mismo viernes. No estaba dispuesta a ser esclava de nuevo así que tenía dos opciones, huir del pueblo hacia ninguna parte o quedarme y enfrentarme yo sola, junto a algunos valientes a una muerte casi segura.
Mi opción hubiera sido quedarme en el pueblo si no fuera porque Bor ya tenía casi todo preparado para nuestra partida. Salí corriendo de la habitación, me dispuse a bajar las escaleras pero la Madame me retuvo.
- ¿Dónde vas? Aún tienes trabajo- Me dijo.
- ¿Está loca? Vienen Los Vástagos. No quiero que me encuentren aquí cuando lleguen, ¿acaso piensa esperar lo que la hagan?
- Querida - Dijo la mujer, mostrándome un rostro desconocido hasta ahora que desvelaba su verdadera edad- Soy vieja, fea y tengo problemas con el alcohol, no tengo intención de luchar.
- Pero.... Yo sí, no quiero morir aquí. Debo partir enseguida. Debo ir en busca de Bor...
- Estúpida- Dijo abofeteándome- No te habrás enamorado de ese tipo. - Obviamente, la Madame no sabía nada acerca de nuestros planes así que la dije una verdad a medias.
- No. No estoy enamorada pero si voy a morir quiero que sea mi último cliente - Dije decidida. - Por eso he de ir a buscarle.
- Si esa es tu decisión, la respetaré. Ahhh, toma esto- Dijo entregandome las tres monedas de oro de Coyote.- No sé en qué andarás metida pero aquí no quiero problemas.
Salí corriendo en busca de Bor, entré en la consulta del médico, llamé a la puerta pero estaba cerrrada. Corrí por todo el pueblo y llegué a los establos. Encontré a Bor de camino al burdel, al parecer, venía a recogerme.
- Rápido, vamos a por el caballo - Grité apresurada- Van a atacar el pueblo. Hoy mismo partiremos hacia Hom pero primero tienes que pasarte por el burdel conmigo.
Miré el reloj colgado de la pared de la habitación cuando Warrick se fue. Eran las 2:34. A esas horas, Bor debía estar envenenando a Darkness... Darkness, pobre, mi caballo. Lo pensé mejor, no tenía la culpa de mi mala relación con Oleg así que en cuanto viera a Bor, que sería a la mañana siguiente, le diría que le diera la cura. No se merecía nada parecido. Tan solo era un pobre animalito.
Escuché ruidos en la plaza, gritos y me asomé a la ventana. No escuché el principio del mensaje pero me quedó claro que Los Vástagos iban a atacar Roca de Hierro y que me querían a mí y a todas las mujeres del pueblo desnudas y arrodilladas en la plaza del pueblo el mismo viernes. No estaba dispuesta a ser esclava de nuevo así que tenía dos opciones, huir del pueblo hacia ninguna parte o quedarme y enfrentarme yo sola, junto a algunos valientes a una muerte casi segura.
Mi opción hubiera sido quedarme en el pueblo si no fuera porque Bor ya tenía casi todo preparado para nuestra partida. Salí corriendo de la habitación, me dispuse a bajar las escaleras pero la Madame me retuvo.
- ¿Dónde vas? Aún tienes trabajo- Me dijo.
- ¿Está loca? Vienen Los Vástagos. No quiero que me encuentren aquí cuando lleguen, ¿acaso piensa esperar lo que la hagan?
- Querida - Dijo la mujer, mostrándome un rostro desconocido hasta ahora que desvelaba su verdadera edad- Soy vieja, fea y tengo problemas con el alcohol, no tengo intención de luchar.
- Pero.... Yo sí, no quiero morir aquí. Debo partir enseguida. Debo ir en busca de Bor...
- Estúpida- Dijo abofeteándome- No te habrás enamorado de ese tipo. - Obviamente, la Madame no sabía nada acerca de nuestros planes así que la dije una verdad a medias.
- No. No estoy enamorada pero si voy a morir quiero que sea mi último cliente - Dije decidida. - Por eso he de ir a buscarle.
- Si esa es tu decisión, la respetaré. Ahhh, toma esto- Dijo entregandome las tres monedas de oro de Coyote.- No sé en qué andarás metida pero aquí no quiero problemas.
Salí corriendo en busca de Bor, entré en la consulta del médico, llamé a la puerta pero estaba cerrrada. Corrí por todo el pueblo y llegué a los establos. Encontré a Bor de camino al burdel, al parecer, venía a recogerme.
- Rápido, vamos a por el caballo - Grité apresurada- Van a atacar el pueblo. Hoy mismo partiremos hacia Hom pero primero tienes que pasarte por el burdel conmigo.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Camine hacia la oficina del pacificador en busca de Krumm, queria hablarle del tema de los vastagos, me quedaria y lucharia. Antes de entrar a la oficina note una mano en el hombro y una voz que rococia pese a conocerla desde hace poco. Oleg estaba a mi espalda, él y su pequeño esclavo.
-Hey Coyote, ¿Como esta mi caballo? - Pregunto.
-Tu caballo esta bien, tiene poco hombre, pero puede ser normal por este calor. - respondi mirandole a los ojos. - Mira empezamos mal, pero te dire un par de cosas. No vuelvas a amenazarme y despues tratarme como si nada. Y por ultimo, yo que tu tendria cuidado con tu caballo, cuidalo bien y tenlo vigilado, hay personas que no te adoran por aqui.
Me di media vuelta y prosegui mi camino hasta la oficina del pacificador, abri la puerta y vi a Krumm sentado y ojeando unos papeles. Me acerque un poco mas a él y me miro directamente, por su mirada sabia exactamente para que habia entrado.
-Krumm, estoy seguro que no piensas dejar que los Vastagos se apropien de la ciudad sin luchar. Vengo para que cuentes conmigo, soy joven pero se luchar. No pienses que vengo a pedirte ser uno de los ayudantes del pacificador, quiero que sepas que llegado el momento en que necesites ayuda para combatir a los Vastagos solo tienes que avisarme o me presentare aqui mismo. - dije, mientras me miraba sin dar credito a lo que decia.
Despues del monologo que marque en la oficina sali de ella, Oleg andaba por alli, le hice un saludo con la mano y segui mi camino. Tenia la tarde libre y no sabia como utilizarla, pense que me llevaria mas tiempo hacer todo lo que pense, pero habia terminado antes de tiempo. Entre en la taberna, pedi una cerveza pague la pieza de oro y me sente a esperar que se pasara un poco el tiempo para vovler a la tienda, se que no cobraria ese dia, pero al menos me mantendria ocupado la tarde.
Cuando empezo anochecer me meti en la habitacion y me tumbe en la cama a descansar.
-Hey Coyote, ¿Como esta mi caballo? - Pregunto.
-Tu caballo esta bien, tiene poco hombre, pero puede ser normal por este calor. - respondi mirandole a los ojos. - Mira empezamos mal, pero te dire un par de cosas. No vuelvas a amenazarme y despues tratarme como si nada. Y por ultimo, yo que tu tendria cuidado con tu caballo, cuidalo bien y tenlo vigilado, hay personas que no te adoran por aqui.
Me di media vuelta y prosegui mi camino hasta la oficina del pacificador, abri la puerta y vi a Krumm sentado y ojeando unos papeles. Me acerque un poco mas a él y me miro directamente, por su mirada sabia exactamente para que habia entrado.
-Krumm, estoy seguro que no piensas dejar que los Vastagos se apropien de la ciudad sin luchar. Vengo para que cuentes conmigo, soy joven pero se luchar. No pienses que vengo a pedirte ser uno de los ayudantes del pacificador, quiero que sepas que llegado el momento en que necesites ayuda para combatir a los Vastagos solo tienes que avisarme o me presentare aqui mismo. - dije, mientras me miraba sin dar credito a lo que decia.
Despues del monologo que marque en la oficina sali de ella, Oleg andaba por alli, le hice un saludo con la mano y segui mi camino. Tenia la tarde libre y no sabia como utilizarla, pense que me llevaria mas tiempo hacer todo lo que pense, pero habia terminado antes de tiempo. Entre en la taberna, pedi una cerveza pague la pieza de oro y me sente a esperar que se pasara un poco el tiempo para vovler a la tienda, se que no cobraria ese dia, pero al menos me mantendria ocupado la tarde.
Cuando empezo anochecer me meti en la habitacion y me tumbe en la cama a descansar.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Re: La Leyenda del Oeste
- ¿Has oído eso? - Le pregunté a Blue, me quedé sorprendido por ese valor suyo de responderme así.
- Si. - Se limitó a responder Blue.
- Como sea, vayamos a la oficina del Pacificador, veré si tiene alguna vacante por ahí. Muévete Blue. - Dije luego de unos segundos.
Me quedé pensativo con lo que me había dicho Coyote, tengo claro que hay gente que no me adora, pero bueno, no puedo hacer mucho para remediar eso, soy así y no puedo cambiar.
- Oleg, ¿Cuál es tu comida favorita? - Preguntó Blue.
- Carne asada, la que hacía mi padre era la mejor, aunque también estaba el pan relleno de queso que me preparaba mi madre los días de lluvia, los mercaderes lograban traer muchas cosas. - Respondí a su pregunta.
- Cuéntame sobre tus tierras Oleg. - Soltó de repente Blue.
- Mis tierras se encontraban en medio del yermo, el pueblo estaba rodeado por cuatro muros hechos con troncos ya que sufría constantes ataques de saqueadores y de pueblos rivales. Hasta que un día mi abuelo dijo basta, él...
- ¿Tu abuelo? - Preguntó interrumpiéndome.
- Sí, mi abuelo, el padre de su padre había sido algo llamado militar, que sería como como una persona que lucha por su pueblo, al igual que un guerrero. Y ese hombre le enseñó todo lo que aprendió a sus hijos, y así se fueron transmitiendo las tácticas de combate y supervivencia entre los Herrman. Pero a lo que yo iba, mi abuelo dijo basta y comenzó no sólo a transmitir esas enseñanzas de combate a sus hijos, sino también a todos los hombres del pueblo. Digamos que él fué el creador de las fuerzas guerreras de la tribu, y ese cargo lo heredó mi padre, Wonderweiss. Lo único que heredé de mi abuelo son estas botas militares que llevo puestas, que a su vez el también la heredó y pasaron por las manos de muchas mujeres y hombres que la han arreglado.
- ¿Y qué pasó luego? - Preguntó.
- Nuestro pueblo ya era capaz de defenderse por sí sólo, fué creciendo, y poco a poco nos fuímos volviendo más salvajes. Pero eso es lo que implica sobrevivir, ser salvaje, saltar a la yugular de alguien y morder con todas tus fuerzas para sobrevivir. - Dije quedándome sin aire.
- Oh, ¿Y tenían costumbres?
- Sí, las mujeres solían usar máscaras, casi todas, y sólo usaban máscaras unos pocos hombres, entre ellos me cuento yo, pero éste pasamontañas es un regalo de mi madre y debo llevarlo conmigo. Un método de diversión era el hacer correr a los esclavos enemigos hacia la libertad mientras le lanzábamos lanzas, flechas, rocas, etcétera. El desgraciado debía correr por el yermo, sin salirse de los bordes del rectángulo que pintábamos con sangre, la única salida era seguir en línea recta pero debía esquivar al último hombre que lo esperaba al final de éste, no se si me explico.
- Sí, los esclavos corrían en línea recta sin salirse de los bordes pintados mientras detrás de ellos le lanzaban todo tipo de armas arrojadizas, y al final había un hombre esperándolo para matarlo si cruzaba el final, y el esclavo para ser libre debía esquivarlo. - Dijo él, vaya, prestó atención.
- Exacto haha. - Reí, al parecer la historia no le pareció cruel, sino interesante.
- ¿Y quién era ese sujeto que los mataba al final? - Preguntó tomándome por sorpresa.
- Nunca se me dieron muy bien las armas a largas distancias. - Respondí guiñándole un ojo, a cambio recibí un "wow".
- Aún no me has dicho como se llamaba tu pueblo.
- Se llamaba, Fuerte Gran Alarido, a pesar de que mi pueblo fué guerrera hasta hace unos pocos años, que los demás pueblos le suplicaron neutralidad, no fué mala con los extranjeros, tales como mercaderes, viajeros, gente que se perdía en las tormentas del yermo. Conservamos algo de humanidad en nosotros. - Le aclaré.
- ¿Y como es tu madre? - Preguntó, sentí un pinchazo dentro de mi.
- Mi madre es una mujer maravillosa... - Murmuré mirando al cielo, me pregunto que estaría haciendo ahora, tal vez leyéndole un cuento a mi hermanita. Tal vez abrazando a mi padre por la espalda como solía hacer siempre. O tal vez sentada en ese piano llorando y rezando para que yo esté bien.
- Basta de historias, mira, ya casi llegamos. - Le dije señalando hacia las oficinas del Pacificador.
De la entrada de la misma salía Coyote, éste me vió que me dirigía hacia allí y me saludó a lo lejos. ¿Qué le pasa a este tipo? Primero me responde de malos modos y luego me saluda, bah. Respondí de mala gana a su saludo. Entré a la oficina y ahí estaba Krumm viendo unos papeles.
- Oleg sácate eso. - Ordenó.
- Lo siento señor, pero no podría ser un verdadero ayudante del Pacificador sin mi gorra de ayudante del Pacificador, ¿No cree? - Pregunté sentándome al borde de su escritorio, bajo mi pasamontañas sonreía.
- Así que quieres el puesto, de acuerdo, tómalo. Empiezas ya mismo a trabajar. Pero ese niño no puede. - Dijo dirigiéndose a Blue.
- No trabajará, pero debe estar siempre conmigo. - Expliqué esperando a que comprendiera.
- De acuerdo entonces, tu primera tarea será hacer guardia delante del burdel, ha habido una pelea esta mañana, entre unos borrachos. - Me explicó de la tarea Krumm.
- De acuerdo señor, me pararé justo delante del burdel..
- No no, debes estar en el interior, con tu presencia las peleas disminuirán, o eso espero. Muéstrale esta órden a la madame del burdel, de esta forma no te echará a patadas. Vamos, a trabajar que yo debo ordenar unos papeles.
- Mierda, muévete Blue. - Dije malhumorado, mientras guardaba la nota en el bolsillo con mi mano izquierda y me acomodaba el sombrero de vaquero negro de ayudante de pacificador sobre el pasamontañas.
- Sí Oleg.
Lo que más odiaba en este momento era tener que soportar a la vieja zorra de la madame, pero bueno habría cosas peores, aún tenía a la mocosa de la camiseta "I love sex" para charlar algún rato.
Llegamos al burdel y lo primero que hice fué mostrarle la órden a la madame, la cúal solo me señaló que me parara adentro al lado de la puerta de entrada al burdel.
- Bien Blue, agradece que no estás trabajando en la mina. - Dije gruñendo mientras me paraba contra la pared cruzado de brazos esperando a los borrachos escandalosos. Al menos aparte de tener a la mocosa aún tenía mi botella de whisky sin abrir regalo de Warwick.
- Si. - Se limitó a responder Blue.
- Como sea, vayamos a la oficina del Pacificador, veré si tiene alguna vacante por ahí. Muévete Blue. - Dije luego de unos segundos.
Me quedé pensativo con lo que me había dicho Coyote, tengo claro que hay gente que no me adora, pero bueno, no puedo hacer mucho para remediar eso, soy así y no puedo cambiar.
- Oleg, ¿Cuál es tu comida favorita? - Preguntó Blue.
- Carne asada, la que hacía mi padre era la mejor, aunque también estaba el pan relleno de queso que me preparaba mi madre los días de lluvia, los mercaderes lograban traer muchas cosas. - Respondí a su pregunta.
- Cuéntame sobre tus tierras Oleg. - Soltó de repente Blue.
- Mis tierras se encontraban en medio del yermo, el pueblo estaba rodeado por cuatro muros hechos con troncos ya que sufría constantes ataques de saqueadores y de pueblos rivales. Hasta que un día mi abuelo dijo basta, él...
- ¿Tu abuelo? - Preguntó interrumpiéndome.
- Sí, mi abuelo, el padre de su padre había sido algo llamado militar, que sería como como una persona que lucha por su pueblo, al igual que un guerrero. Y ese hombre le enseñó todo lo que aprendió a sus hijos, y así se fueron transmitiendo las tácticas de combate y supervivencia entre los Herrman. Pero a lo que yo iba, mi abuelo dijo basta y comenzó no sólo a transmitir esas enseñanzas de combate a sus hijos, sino también a todos los hombres del pueblo. Digamos que él fué el creador de las fuerzas guerreras de la tribu, y ese cargo lo heredó mi padre, Wonderweiss. Lo único que heredé de mi abuelo son estas botas militares que llevo puestas, que a su vez el también la heredó y pasaron por las manos de muchas mujeres y hombres que la han arreglado.
- ¿Y qué pasó luego? - Preguntó.
- Nuestro pueblo ya era capaz de defenderse por sí sólo, fué creciendo, y poco a poco nos fuímos volviendo más salvajes. Pero eso es lo que implica sobrevivir, ser salvaje, saltar a la yugular de alguien y morder con todas tus fuerzas para sobrevivir. - Dije quedándome sin aire.
- Oh, ¿Y tenían costumbres?
- Sí, las mujeres solían usar máscaras, casi todas, y sólo usaban máscaras unos pocos hombres, entre ellos me cuento yo, pero éste pasamontañas es un regalo de mi madre y debo llevarlo conmigo. Un método de diversión era el hacer correr a los esclavos enemigos hacia la libertad mientras le lanzábamos lanzas, flechas, rocas, etcétera. El desgraciado debía correr por el yermo, sin salirse de los bordes del rectángulo que pintábamos con sangre, la única salida era seguir en línea recta pero debía esquivar al último hombre que lo esperaba al final de éste, no se si me explico.
- Sí, los esclavos corrían en línea recta sin salirse de los bordes pintados mientras detrás de ellos le lanzaban todo tipo de armas arrojadizas, y al final había un hombre esperándolo para matarlo si cruzaba el final, y el esclavo para ser libre debía esquivarlo. - Dijo él, vaya, prestó atención.
- Exacto haha. - Reí, al parecer la historia no le pareció cruel, sino interesante.
- ¿Y quién era ese sujeto que los mataba al final? - Preguntó tomándome por sorpresa.
- Nunca se me dieron muy bien las armas a largas distancias. - Respondí guiñándole un ojo, a cambio recibí un "wow".
- Aún no me has dicho como se llamaba tu pueblo.
- Se llamaba, Fuerte Gran Alarido, a pesar de que mi pueblo fué guerrera hasta hace unos pocos años, que los demás pueblos le suplicaron neutralidad, no fué mala con los extranjeros, tales como mercaderes, viajeros, gente que se perdía en las tormentas del yermo. Conservamos algo de humanidad en nosotros. - Le aclaré.
- ¿Y como es tu madre? - Preguntó, sentí un pinchazo dentro de mi.
- Mi madre es una mujer maravillosa... - Murmuré mirando al cielo, me pregunto que estaría haciendo ahora, tal vez leyéndole un cuento a mi hermanita. Tal vez abrazando a mi padre por la espalda como solía hacer siempre. O tal vez sentada en ese piano llorando y rezando para que yo esté bien.
- Basta de historias, mira, ya casi llegamos. - Le dije señalando hacia las oficinas del Pacificador.
De la entrada de la misma salía Coyote, éste me vió que me dirigía hacia allí y me saludó a lo lejos. ¿Qué le pasa a este tipo? Primero me responde de malos modos y luego me saluda, bah. Respondí de mala gana a su saludo. Entré a la oficina y ahí estaba Krumm viendo unos papeles.
- Oleg sácate eso. - Ordenó.
- Lo siento señor, pero no podría ser un verdadero ayudante del Pacificador sin mi gorra de ayudante del Pacificador, ¿No cree? - Pregunté sentándome al borde de su escritorio, bajo mi pasamontañas sonreía.
- Así que quieres el puesto, de acuerdo, tómalo. Empiezas ya mismo a trabajar. Pero ese niño no puede. - Dijo dirigiéndose a Blue.
- No trabajará, pero debe estar siempre conmigo. - Expliqué esperando a que comprendiera.
- De acuerdo entonces, tu primera tarea será hacer guardia delante del burdel, ha habido una pelea esta mañana, entre unos borrachos. - Me explicó de la tarea Krumm.
- De acuerdo señor, me pararé justo delante del burdel..
- No no, debes estar en el interior, con tu presencia las peleas disminuirán, o eso espero. Muéstrale esta órden a la madame del burdel, de esta forma no te echará a patadas. Vamos, a trabajar que yo debo ordenar unos papeles.
- Mierda, muévete Blue. - Dije malhumorado, mientras guardaba la nota en el bolsillo con mi mano izquierda y me acomodaba el sombrero de vaquero negro de ayudante de pacificador sobre el pasamontañas.
- Sí Oleg.
Lo que más odiaba en este momento era tener que soportar a la vieja zorra de la madame, pero bueno habría cosas peores, aún tenía a la mocosa de la camiseta "I love sex" para charlar algún rato.
Llegamos al burdel y lo primero que hice fué mostrarle la órden a la madame, la cúal solo me señaló que me parara adentro al lado de la puerta de entrada al burdel.
- Bien Blue, agradece que no estás trabajando en la mina. - Dije gruñendo mientras me paraba contra la pared cruzado de brazos esperando a los borrachos escandalosos. Al menos aparte de tener a la mocosa aún tenía mi botella de whisky sin abrir regalo de Warwick.
Última edición por DarkHades el Miér Ago 03, 2011 1:00 am, editado 1 vez
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Hoy ha sido un día movido. Le entregué las dos últimas monedas de oro al posadero y saludé a algunos conocidos. Apenas amanecía, pero se venían tiempos difíciles y necesitaba estar en la oficina todo el tiempo. No me vendría mal un ayudante.
Entré a la oficina y noté que una ventana estaba destruida: alguien entró por la noche y hurtó unas cuantas cosas. Trató de forzar el cofre mayor, pero seguramente alguien lo descubrió y no tuvo otra que huir. Me quité el zapato y tomé la llave del arca y la abrí. Tomé 15 monedas de oro y lo cerré. Oculté la llave y me dediqué a revisar las cartas que me llegaban.
Estuve unas horas respondiendo las dudas de las cartas y luego di una recorrida por el pueblo. La Madame me pidió que me diera una vuelta por el burdel más seguido que ya hubo varios incidentes. La tranquilicé y le aseguré mandarle a alguien para proteger el sitio.
Volví a la oficina y apenas me senté en la silla tuve dos nuevas visitas. Un hombre me dijo que contara con su ayuda en la defensa del pueblo y se marchó. El otro era Oleg, me pidió ser su ayudante, así que le di la tarea de asegurar el burdel. Pensé en el plan que me comentó, ya era hora de ponerlo en marcha.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Fue a la medianoche cuando empezaron a marcharse. Debían ser alrededor de veinte hombres, cada uno portando una antorcha. Iniciaron una marcha lenta hacia el sur, rumbo a las montañas.
Los habitantes de Roca de Hierro les observaban en silencio desde las puertas de sus casas. Algunos hombres habían dejado familias tras de sí, conscientes de que días después volverían y probablemente tendrían que darles muerte. Como Zotrhrak dijo: No existe el honor ni la dignidad. Es en momentos como este donde el ser humano se muestra realmente como es.
Krumm los observaba apoyado en la puerta de la oficina. Ahí iba gran parte de la defensa del pueblo.
Un joven se le acercó arrastrando un caballo blanco. Era uno de los chicos que trabajaba en el establo, no debía tener más de catorce años.
- Señor Pacificador, aquí tiene su caballo.
- ¿Cómo? ¿Qué caballo? Yo no he pedido ningún caballo.
- Era del anterior Pacificador, señor, el caballo que usó para huir. Regresó al pueblo hace unas horas, desde entonces le he alimentado y lavado. También traía esto consigo, señor.
El chico sacó de la alforja una espada y se la entregó a Krumm. Era una espada larga, pero podía ser sujetada con una mano. Krumm la desenvainó y el acero brilló en la noche. Estaba en perfectas condiciones, y al parecer había sido afilada hace poco. En la empuñadora alguien había tallado la cabeza de una serpiente.
- Esta espada no es del oeste de Tzion, señor. Lo sé por el acero y la empuñadora. Cuando el Pacificador estaba en la taberna, siempre contaba la historia de cómo se la arrebató a un rey tras ganarle en combate cuando era niño. No sabría decirle si la historia era cierta, señor. Pero le aseguro que esta no es una espada común.
Krumm la examinó durante unos segundos y la volvió a meter en su funda.
- ¿Podrás hacerte cargo del caballo? Alimentarlo y cuidar que no le falte de nada.
- Por supuesto, señor. No le cobraré, al fin y al cabo es usted el Pacificador.
Krumm sabía que debía hacer. Se montó en el que ahora era su caballo y se dirigió a la calle principal del pueblo. Todos le observaban desde sus casas.
Tras unos instantes, empezó a hablar.
- ¡Escucha! ¡Escucha lo que tengo que decir, Roca de Hierro! Yo llegué a este pueblo hace poco más de una semana. Soy un extraño para vosotros, un desconocido. ¡Pero aún así, dentro de unos días voy a luchar por vosotros, a morir por vosotros si es necesario! Tengo que darle la razón a Zotrhak en una cosa: sólo hay una elección, vivir o morir. Elegid la vida, elegid luchar por vuestra tierra. No hace falta ser un guerrero para defender vuestro hogar, lo único que se requiere es que tengáis el coraje para actuar cuando sea preciso. ¡Ellos piensan que podrán conquistaros fácilmente, que os rendiréis y dejaréis que os arrebaten lo que es vuestro! No les deis esa satisfacción.
Un silencio sepulcral siguió a estas palabras. Entonces, un hombre salió de la taberna y se colocó frente a Krumm. Era el sepulturero.
- La última vez yo te saqué de tu tumba, chico. Sácanos tú de nuestra tumba ahora.
Poco a poco, la gente salió de sus casas y se agrupó alrededor de Krumm. Todos estaban dispuestos a luchar por sus hogares. Debía haber por lo menos setenta personas incluyendo hombres, niños, mujeres y ancianos. Ahí estaba su ejército. Ahora sólo necesitaba un plan.
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Post de Giorock.
Este mismo viernes este pueblo estará condenado... Lo primero que hice fue pensar en Flint y el anciano cazador que tan buenas migas habíamos hecho, pero ahora mismo tengo que mirar por nuestra vida, luego miraré por ayudar las suyas...
Salí a la calle dirección a la consulta allí estaba Flint.
- Hola Bor, ten tu paga de ayer. Tengo que decirte algo. Estoy preparando una huida con los niños del pueblo, así que durante estos días no hace falta que vengas. Aparte con la gente tan asustada nadie quiere ser examinado. Volveré el viernes para plantar cara a esa gente. - me dijo con una leve sonrisa.
- Está bien amigo, pero ten mucho cuidado, yo me preparare para lo peor. Pero ten por seguro que nos volveremos a ver.
Antes de marchar dirección al mercado cogí el remedio para el caballo, quería tenerlo encima por sí las moscas.
Sabía lo que tenía que hacer, mi primera parada la tienda del herrero.
- Buenos días tenga, estoy buscando un arma de corto alcance. Es para una bella dama.- le expliqué al chico, un tipo que ya el otro día me saludó
- Tengo estos guantes con pinchos.
- Bien me la llevó.
La verdad es que los guantes eran de una gran belleza, era perfecta para Aisha.
Luego compré cinco odres de agua, algo de comida para soportar él viaje, tanto nosotros y un saco de dormir, tendríamos que dormir juntos, como podamos ya que mis ahorros no me llegaban para más.
Todo él material comprado lo guardé en casa del cazador ya que tenía que hacer una cosa...
Ahí estaba él tipo del pasamontañas con él niño pegado a el salían de la oficina del pacificador y se pararon en el burdel. Me acerqué al niño y me agaché para tenerlo cara a cara.
- Hola chaval, te traigo esto.- le dije mientras le daba una manzana que me habia dado él cazador.- ahora vete q aquella esquina que tengo que hablar con este señor.- le dije mientras señalaba a el hombre del pasamontañas.
- Que quieres.- me dijo desafiante.
- Vengo a decirte algo, pero antes quiero saber tu nombre.
- Oleg, y que me quieres decir y presentate.
- Mi nombre es Bor, mira acabo de venir del establo y acabó de curar el caballo que me arrebataste, consideralo un regalo.
Me volvió a mirar desafiante mientras tocaba una especie de puñal colgado en su cinto.
- Mira Oleg, ahora mismo no es el momento de pelear, aparte de que eres una autoridad de la ley, hay cosas más importantes que están a punto de acontecer. Sí tienes ganas de pelear conmigo, te aseguro que yo también las tendre, pero tendrá que esperar, te prometo que en un futuro nos volveremos a encontrar, no te tengo ningún miedo.- le dije mirándole a los ojos.- y otra cosa te pido por favor no nos jodas más los planes, estás jugando con mucho.
La verdad no se sí quería de verdad luchar conmigo. Pero tenía que decírselo.
Oleg me miro y dejo el puñal en su sitio y se marcho con él niño corriendo detrás.
Me fui dirección a la parye de atrás del burdel, vi a Aisha salir de un callejón.
- Vamos a por nuestro caballo.- me dijo mientras me cogia de la mano.
Lleguemos al establo y allí estaba preparado nuestro caballo. Aisha pagó.
Tenemos que ir a casa del anciano, no tenemos tiempo de nada, lo tengo todo allí, lo preparamos y nos vamos. Nos fuimos dirección a cada del anciano, asegurándonos que nadie nos seguía.
Al llegar a casa del anciano preparé él caballo con la ayuda de Aisha. Lo teníamos todo para partir.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Finalmente, Aisha y Bor montaron en el caballo y se dirigieron hacia el sur dando un pequeño rodeo con la intención de que nadie se enterase de su marcha.
Tendrían que cabalgar toda la noche y llegarían a Hom al mediodía. Si todo iba bien estarían de vuelta el viernes antes del amanecer.
El problema era que no sabían los secretos que en Hom les aguardaban…
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Poco antes del discurso de Krumm, Groak, Oleg, Blue y Warwick se encontraban en la taberna.
- Bueno, si finalmente alguno de vosotros quiere venir necesitaréis lo siguiente: agua y comida para una semana, un caballo (con agua y comida para él), un saco o una tienda y algo para defenderos. El paso entre las montañas es duro y peligroso. Nuestra siguiente parada es Columbia, pueblo gobernado por los seguidores de Mut. Tardaremos tres días en llegar hasta allí. Recordad que salimos el jueves al amanecer, antes de que los Vástagos lleguen. Ah, e iremos con mis dos hombres, cuanta más gente mejor. ¿Queda claro? – explicó Groak.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bueno chicos, os explico:
Krumm, tienes que preparar un plan de defensa para resistir el ataque. Puedes pedir ayuda a cualquier habitante de Roca de Hierro, ellos te prestarán lo que sea necesario: armas, víveres, etc. Si le pides armaduras al herrero solo te dará 5 armaduras ligeras de cuero. Recuerda, cualquier cosa que hayas pedido debes devolverla tras la batalla. Contando que salgáis vivos, claro.
Aisha y Bor, salís rumbo a Hom esta noche. Llegaréis allí al mediodía de mañana. Antes del mediodía podéis escribir cualquier post sobre el viaje, una vez allí yo postearé. Contando con que descanséis, estaréis aquí antes del amanecer del viernes, a tiempo para la batalla.
Desde mañana se acabaron los trabajos, únicamente se os pagará lo trabajado hoy. Si os quedáis en el pueblo debéis ayudar a preparar las defensas. Creedme, vuestros post me ayudarán a decidir si de verdad estáis listos para soportar el ataque de los Vástagos.
Los habitantes de Roca de Hierro les observaban en silencio desde las puertas de sus casas. Algunos hombres habían dejado familias tras de sí, conscientes de que días después volverían y probablemente tendrían que darles muerte. Como Zotrhrak dijo: No existe el honor ni la dignidad. Es en momentos como este donde el ser humano se muestra realmente como es.
Krumm los observaba apoyado en la puerta de la oficina. Ahí iba gran parte de la defensa del pueblo.
Un joven se le acercó arrastrando un caballo blanco. Era uno de los chicos que trabajaba en el establo, no debía tener más de catorce años.
- Señor Pacificador, aquí tiene su caballo.
- ¿Cómo? ¿Qué caballo? Yo no he pedido ningún caballo.
- Era del anterior Pacificador, señor, el caballo que usó para huir. Regresó al pueblo hace unas horas, desde entonces le he alimentado y lavado. También traía esto consigo, señor.
El chico sacó de la alforja una espada y se la entregó a Krumm. Era una espada larga, pero podía ser sujetada con una mano. Krumm la desenvainó y el acero brilló en la noche. Estaba en perfectas condiciones, y al parecer había sido afilada hace poco. En la empuñadora alguien había tallado la cabeza de una serpiente.
- Esta espada no es del oeste de Tzion, señor. Lo sé por el acero y la empuñadora. Cuando el Pacificador estaba en la taberna, siempre contaba la historia de cómo se la arrebató a un rey tras ganarle en combate cuando era niño. No sabría decirle si la historia era cierta, señor. Pero le aseguro que esta no es una espada común.
Krumm la examinó durante unos segundos y la volvió a meter en su funda.
- ¿Podrás hacerte cargo del caballo? Alimentarlo y cuidar que no le falte de nada.
- Por supuesto, señor. No le cobraré, al fin y al cabo es usted el Pacificador.
Krumm sabía que debía hacer. Se montó en el que ahora era su caballo y se dirigió a la calle principal del pueblo. Todos le observaban desde sus casas.
Tras unos instantes, empezó a hablar.
- ¡Escucha! ¡Escucha lo que tengo que decir, Roca de Hierro! Yo llegué a este pueblo hace poco más de una semana. Soy un extraño para vosotros, un desconocido. ¡Pero aún así, dentro de unos días voy a luchar por vosotros, a morir por vosotros si es necesario! Tengo que darle la razón a Zotrhak en una cosa: sólo hay una elección, vivir o morir. Elegid la vida, elegid luchar por vuestra tierra. No hace falta ser un guerrero para defender vuestro hogar, lo único que se requiere es que tengáis el coraje para actuar cuando sea preciso. ¡Ellos piensan que podrán conquistaros fácilmente, que os rendiréis y dejaréis que os arrebaten lo que es vuestro! No les deis esa satisfacción.
Un silencio sepulcral siguió a estas palabras. Entonces, un hombre salió de la taberna y se colocó frente a Krumm. Era el sepulturero.
- La última vez yo te saqué de tu tumba, chico. Sácanos tú de nuestra tumba ahora.
Poco a poco, la gente salió de sus casas y se agrupó alrededor de Krumm. Todos estaban dispuestos a luchar por sus hogares. Debía haber por lo menos setenta personas incluyendo hombres, niños, mujeres y ancianos. Ahí estaba su ejército. Ahora sólo necesitaba un plan.
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Post de Giorock.
Este mismo viernes este pueblo estará condenado... Lo primero que hice fue pensar en Flint y el anciano cazador que tan buenas migas habíamos hecho, pero ahora mismo tengo que mirar por nuestra vida, luego miraré por ayudar las suyas...
Salí a la calle dirección a la consulta allí estaba Flint.
- Hola Bor, ten tu paga de ayer. Tengo que decirte algo. Estoy preparando una huida con los niños del pueblo, así que durante estos días no hace falta que vengas. Aparte con la gente tan asustada nadie quiere ser examinado. Volveré el viernes para plantar cara a esa gente. - me dijo con una leve sonrisa.
- Está bien amigo, pero ten mucho cuidado, yo me preparare para lo peor. Pero ten por seguro que nos volveremos a ver.
Antes de marchar dirección al mercado cogí el remedio para el caballo, quería tenerlo encima por sí las moscas.
Sabía lo que tenía que hacer, mi primera parada la tienda del herrero.
- Buenos días tenga, estoy buscando un arma de corto alcance. Es para una bella dama.- le expliqué al chico, un tipo que ya el otro día me saludó
- Tengo estos guantes con pinchos.
- Bien me la llevó.
La verdad es que los guantes eran de una gran belleza, era perfecta para Aisha.
Luego compré cinco odres de agua, algo de comida para soportar él viaje, tanto nosotros y un saco de dormir, tendríamos que dormir juntos, como podamos ya que mis ahorros no me llegaban para más.
Todo él material comprado lo guardé en casa del cazador ya que tenía que hacer una cosa...
Ahí estaba él tipo del pasamontañas con él niño pegado a el salían de la oficina del pacificador y se pararon en el burdel. Me acerqué al niño y me agaché para tenerlo cara a cara.
- Hola chaval, te traigo esto.- le dije mientras le daba una manzana que me habia dado él cazador.- ahora vete q aquella esquina que tengo que hablar con este señor.- le dije mientras señalaba a el hombre del pasamontañas.
- Que quieres.- me dijo desafiante.
- Vengo a decirte algo, pero antes quiero saber tu nombre.
- Oleg, y que me quieres decir y presentate.
- Mi nombre es Bor, mira acabo de venir del establo y acabó de curar el caballo que me arrebataste, consideralo un regalo.
Me volvió a mirar desafiante mientras tocaba una especie de puñal colgado en su cinto.
- Mira Oleg, ahora mismo no es el momento de pelear, aparte de que eres una autoridad de la ley, hay cosas más importantes que están a punto de acontecer. Sí tienes ganas de pelear conmigo, te aseguro que yo también las tendre, pero tendrá que esperar, te prometo que en un futuro nos volveremos a encontrar, no te tengo ningún miedo.- le dije mirándole a los ojos.- y otra cosa te pido por favor no nos jodas más los planes, estás jugando con mucho.
La verdad no se sí quería de verdad luchar conmigo. Pero tenía que decírselo.
Oleg me miro y dejo el puñal en su sitio y se marcho con él niño corriendo detrás.
Me fui dirección a la parye de atrás del burdel, vi a Aisha salir de un callejón.
- Vamos a por nuestro caballo.- me dijo mientras me cogia de la mano.
Lleguemos al establo y allí estaba preparado nuestro caballo. Aisha pagó.
Tenemos que ir a casa del anciano, no tenemos tiempo de nada, lo tengo todo allí, lo preparamos y nos vamos. Nos fuimos dirección a cada del anciano, asegurándonos que nadie nos seguía.
Al llegar a casa del anciano preparé él caballo con la ayuda de Aisha. Lo teníamos todo para partir.
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Finalmente, Aisha y Bor montaron en el caballo y se dirigieron hacia el sur dando un pequeño rodeo con la intención de que nadie se enterase de su marcha.
Tendrían que cabalgar toda la noche y llegarían a Hom al mediodía. Si todo iba bien estarían de vuelta el viernes antes del amanecer.
El problema era que no sabían los secretos que en Hom les aguardaban…
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Poco antes del discurso de Krumm, Groak, Oleg, Blue y Warwick se encontraban en la taberna.
- Bueno, si finalmente alguno de vosotros quiere venir necesitaréis lo siguiente: agua y comida para una semana, un caballo (con agua y comida para él), un saco o una tienda y algo para defenderos. El paso entre las montañas es duro y peligroso. Nuestra siguiente parada es Columbia, pueblo gobernado por los seguidores de Mut. Tardaremos tres días en llegar hasta allí. Recordad que salimos el jueves al amanecer, antes de que los Vástagos lleguen. Ah, e iremos con mis dos hombres, cuanta más gente mejor. ¿Queda claro? – explicó Groak.
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Bueno chicos, os explico:
Krumm, tienes que preparar un plan de defensa para resistir el ataque. Puedes pedir ayuda a cualquier habitante de Roca de Hierro, ellos te prestarán lo que sea necesario: armas, víveres, etc. Si le pides armaduras al herrero solo te dará 5 armaduras ligeras de cuero. Recuerda, cualquier cosa que hayas pedido debes devolverla tras la batalla. Contando que salgáis vivos, claro.
Aisha y Bor, salís rumbo a Hom esta noche. Llegaréis allí al mediodía de mañana. Antes del mediodía podéis escribir cualquier post sobre el viaje, una vez allí yo postearé. Contando con que descanséis, estaréis aquí antes del amanecer del viernes, a tiempo para la batalla.
Desde mañana se acabaron los trabajos, únicamente se os pagará lo trabajado hoy. Si os quedáis en el pueblo debéis ayudar a preparar las defensas. Creedme, vuestros post me ayudarán a decidir si de verdad estáis listos para soportar el ataque de los Vástagos.
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Joder, anoche estuve apunto de hacer la mayor cagada de mi vida en Roca de Hierro, pero la suerte estuvo de mi lado.
Conseguí un botín estandar, pero necesitaba algo mas para acabar bien parado si quiero ir hacia el este.
Por la mañana como siempre me dirigí hacia la herrería a desempeñar el trabajo por el que me ganaba un sueldo.
-Aquí tienes el sueldo de ayer. Me dijo el herrero lanzándome una bolsita con 8 PDO. Tenía que empezar a comerciar con estas bolsitas haha cada vez tenía mas.
Esa mañana el trabajo no fue muy especial y pude acabarlo temprano, solo me pidió ordenar los materiales del almacén y atender a cualquier cliente que entrara a la tienda. Lo noté muy nervioso, sería capaz el herrero de huir o algo así?
No tenía la cabeza como para pensar exactamente pero debía hacer algo que me diera un crédito extra para poder costearme todo antes de partir.
- Es arriesgado, pero si estuve apunto de hacerlo en la oficina del pacificador, por qué no puedo intentarlo en casa de algún pobre diablo¿? Pensé terminando de ordenar el almacén.
Tomé un almuerzo rápido y salí de trabajar con un tremendo nudo en el estómago, que debía hacer ahora¿?
Me acerqué a la tienda del pueblo y me recibió un muchacho joven.
-Hola forastero, que desea? Preguntó.
-Pues necesito provisiones para una semana y 4 odres de agua. Si no es mucha molestia, téngalos preparados para mañana ya que vendré a por ellos.
-Permítame mi osadía, pero se marcha por los Vastagos?
-En absoluto, debo partir hacia el este con un compañero que conoce un camino y no puedo desaprovechar la oportunidad.
Aquí tienes el dinero, mañana vendré a por ellos y a por un caballo, de eso ya hablaremos.
Y me esfumé de la tienda, aun debía atender algunos asuntillos.
Fui a la taberna y allí me reuní con los muchachos.
-Bueno, si finalmente alguno de vosotros quiere venir necesitaréis lo siguiente: agua y comida para una semana, un caballo (con agua y comida para él), un saco o una tienda y algo para defenderos. El paso entre las montañas es duro y peligroso. Nuestra siguiente parada es Columbia, pueblo gobernado por los seguidores de Mut. Tardaremos tres días en llegar hasta allí. Recordad que salimos el jueves al amanecer, antes de que los Vástagos lleguen. Ah, e iremos con mis dos hombres, cuanta más gente mejor. ¿Queda claro? – explicó Groak.
- Yo ya lo he pensado, iré, no es por miedo sino porque debo ir hacia el este a reunirme con unas personas. Dije terminando mi cerveza y levantándome.
Mañana me despediré, por ahora hasta luego. Diciendo esto me di media vuelta y salí de la taberna.
Ya había oscurecido o como siempre la calle se había vaciado de gente.
-Es la hora, esta noche intentaré entrar en una casa, será mas fácil pero deberé tener cuidado por si hay gente en su interior.
Ya tenía localizada mi víctima, parecía una casa estándar aunque con algunos cuidados mas que las de su alrededor.
Esperaba el momento para colarme cuando en la calle central que se encontraba cerca, empezó a vociferar Krumm soltando su discurso, eso hizo que mucha gente saliera de sus hogares incluidos mis victimas.
-Ahora es el momento perfecto, mientras Krumm siga con su rollo y la gente no vuelva a entrar tendré tiempo suficiente para desvalijar todo lo que pueda, lo necesito para mi viaje.
Con la ventaja de tener a Krumm distrayendo a medio pueblo busqué una ventana medio abierta (esperaba no tener que romper otra como la de ayer) y me colé en la casa.
Conseguí un botín estandar, pero necesitaba algo mas para acabar bien parado si quiero ir hacia el este.
Por la mañana como siempre me dirigí hacia la herrería a desempeñar el trabajo por el que me ganaba un sueldo.
-Aquí tienes el sueldo de ayer. Me dijo el herrero lanzándome una bolsita con 8 PDO. Tenía que empezar a comerciar con estas bolsitas haha cada vez tenía mas.
Esa mañana el trabajo no fue muy especial y pude acabarlo temprano, solo me pidió ordenar los materiales del almacén y atender a cualquier cliente que entrara a la tienda. Lo noté muy nervioso, sería capaz el herrero de huir o algo así?
No tenía la cabeza como para pensar exactamente pero debía hacer algo que me diera un crédito extra para poder costearme todo antes de partir.
- Es arriesgado, pero si estuve apunto de hacerlo en la oficina del pacificador, por qué no puedo intentarlo en casa de algún pobre diablo¿? Pensé terminando de ordenar el almacén.
Tomé un almuerzo rápido y salí de trabajar con un tremendo nudo en el estómago, que debía hacer ahora¿?
Me acerqué a la tienda del pueblo y me recibió un muchacho joven.
-Hola forastero, que desea? Preguntó.
-Pues necesito provisiones para una semana y 4 odres de agua. Si no es mucha molestia, téngalos preparados para mañana ya que vendré a por ellos.
-Permítame mi osadía, pero se marcha por los Vastagos?
-En absoluto, debo partir hacia el este con un compañero que conoce un camino y no puedo desaprovechar la oportunidad.
Aquí tienes el dinero, mañana vendré a por ellos y a por un caballo, de eso ya hablaremos.
Y me esfumé de la tienda, aun debía atender algunos asuntillos.
Fui a la taberna y allí me reuní con los muchachos.
-Bueno, si finalmente alguno de vosotros quiere venir necesitaréis lo siguiente: agua y comida para una semana, un caballo (con agua y comida para él), un saco o una tienda y algo para defenderos. El paso entre las montañas es duro y peligroso. Nuestra siguiente parada es Columbia, pueblo gobernado por los seguidores de Mut. Tardaremos tres días en llegar hasta allí. Recordad que salimos el jueves al amanecer, antes de que los Vástagos lleguen. Ah, e iremos con mis dos hombres, cuanta más gente mejor. ¿Queda claro? – explicó Groak.
- Yo ya lo he pensado, iré, no es por miedo sino porque debo ir hacia el este a reunirme con unas personas. Dije terminando mi cerveza y levantándome.
Mañana me despediré, por ahora hasta luego. Diciendo esto me di media vuelta y salí de la taberna.
Ya había oscurecido o como siempre la calle se había vaciado de gente.
-Es la hora, esta noche intentaré entrar en una casa, será mas fácil pero deberé tener cuidado por si hay gente en su interior.
Ya tenía localizada mi víctima, parecía una casa estándar aunque con algunos cuidados mas que las de su alrededor.
Esperaba el momento para colarme cuando en la calle central que se encontraba cerca, empezó a vociferar Krumm soltando su discurso, eso hizo que mucha gente saliera de sus hogares incluidos mis victimas.
-Ahora es el momento perfecto, mientras Krumm siga con su rollo y la gente no vuelva a entrar tendré tiempo suficiente para desvalijar todo lo que pueda, lo necesito para mi viaje.
Con la ventaja de tener a Krumm distrayendo a medio pueblo busqué una ventana medio abierta (esperaba no tener que romper otra como la de ayer) y me colé en la casa.
PeKaDoR- Lich King
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Localización : Almeria
Fecha de inscripción : 23/04/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Ya debían de ser casi las once de la noche y aún no había ocurrido ningún alboroto por parte de los borrachos. Aunque el trabajo era menos forzoso que romper rocas y empujar el vagón en las minas, sí que era aburrido. Bostecé abriendo al máximo mi boca, el sueño y el aburrimiento podían conmigo, ya era el noveno bostezo en toda la noche.
Para mi decepción Aisha no bajó en ningún momento. Tal vez estará ocupada, pero no pensé en eso y sí pensé en Bor, el médico, el de la piel rara, el sujeto de la mortífera lanza.
Sí tienes ganas de pelear conmigo, te aseguro que yo también las tendré, pero tendrá que esperar, te prometo que en un futuro nos volveremos a encontrar, no te tengo ningún miedo.Y otra cosa te pido por favor no nos jodas más los planes, estás jugando con mucho.
- En un futuro nos volveremos a encontrar, eso no lo dudes, pero será para encontrarnos como enemigos o como amigos...Bor. - Murmuré entrecerrando los ojos apretando la empuñadura de Carmesí.
- ¿Qué dices? - Pregunto Blue comiendo una rebanada de pan con mantequilla que una de las putas le ofreció.
- Nada, es el sueño el que me hace hablar mis pensamientos en voz alta. - Le respondí a su pregunta mientras me quitaba el pasamontañas y me colocaba el sombrero de ayudante de pacificador negro solamente.
- ¿No tienes miedo? - Preguntó luego de unos segundos.
- Si te refieres a los Vástagos...hmmm...nah, no les tengo miedo, podría con dos o tres yo solo. - Dije volviendo a bostezar.
- ¿Por qué no tomas asiento? - Preguntó una voz, alcé la mirada y era la mocosa que bajaba las escaleras con un ajustado corset negro, unos guantes finos negros y una faldita negra también.
- Si tomo asiento es muy probable que me duerma. - Dije sonriendo de oreja a oreja.
- Haha, no seas tonto. - Dijo con una risita provocativa y tomándome del brazo logró que me sentara en una de las sillas de la mesa del bar. Ella se sentó al lado mio.
- Hoy no llevas tu pasamontañas puesto, qué extraño haha.
- Me lo acabo de quitar unos minutos antes de que bajaras. - Le respondí subiendo mis pies a la mesa y sacando mi pasamontañas de mi bolsillo y depositándolo sobre la mesa.
Blue se fué a otra mesa con su rebanada de pan de centeno y mantequilla dejándonos solos, no era tonto el chico, sabía darme intimidad al menos.
- Eres mas guapo sin ese pasamontañas. - Murmuró con voz tímida mientras se arreglaba su flequillo hacia el costado.
- ¿Te parece? Tú estás igual de guapa desde el primer día que te vi en la calle. - Le dije sacando la botella de whisky y colocándola sobre la mesa.
- Haha, ¿Tú crees? ¿Puedo probar? - Preguntó con señalando la botella de whisky sin abrir.
- Claro, tómala. - La abrí y se la pasé.
Sólo tomó un pequeño sorbo del brebaje que ya estaba dando pequeños tosidos.
- ¡Es muy fuerte! - Dijo en voz alta mientras tomaba un vaso de agua que había sobre la mesa.
- Hahaha, creí que ya habrías probado cosas así. - Supuse mientras tomaba un trago, la tapaba y volvía a guardar.
Estuvimos unos minutos charlando, la charla se hacía cada vez más interesante.
- Tengo mucho miedo Oleg... - Murmuró entre lágrimas mientras se lanzaba hacia mi pecho.
- Joder...no debes tener miedo, tengo varios planes y se los diré al Pacificador, no por nada soy su ayudante, ya verás, ahora sal de encima mio que estas cosas así no me van haha. - Le dije volviéndola a sentar a su asiento.
- No te preocupes, verás que pronto llevaremos a cabo nuestros planes, en el fondo tengo miedo de morir, pero estoy decidido a morir defendiéndo este pueblucho. - Continué levantándome de la silla y dirigiéndome a la salida.
- Así que nos vemos luego mocosa, tengo que hablar con el Pacificador.
- Cuídate Oleg. - Murmuró lanzándome el pasamontañas que había dejado sobre la mesa.
- Tú tambien, ¡Muévete Blue! - Grité y Blue inmediatamente se levantó medio dormido de su asiento.
En la calle me puse mi pasamontañas y encima el sombrero de vaquero negro de ayudante de pacificador.
- ¿A dónde vamos Oleg? - Preguntó Blue.
- A hablar con el Pacificador Krumm, tenemos mucho que... - Paré de hablar estupefacto.
En unos segundos me había visto rodeado de hombres con antorchas que cruzaban a mi lado agachando la cabeza, trataban de no mirarme y en sus ojos se podían ver lágrimas de suma tristeza y verguenza. De las puertas abiertas de las casas se podían ver a abuelos, padres, hermanos e hijos despidiendo con lágrimas y gritos a sus seres queridos.
- ¡Papá regresa! - Gritaron de una casa.
- ¡No te arrepientas de tu elección Volk! - Gritó un anciano.
- ¡Te extrañaré mucho amor! - Gritó una mujer.
- Hey...no...esperen, ¿A dónde van? ¿¡A dónde putas van!? - Dije tomando a uno del cuello de la camisa pero me apartó de un empujón.
Caí al suelo de espaldas, estupefacto, no podía dejar de verles, se unirían a los Vástagos, de eso no había duda, Eran unos veinte hombres, Blue me ayudó a levantarme. Todos ellos iniciaron una marcha lenta hacia el sur, a las montañas.
El Pacificador Krumm estaba apoyado en la puerta de su oficina viendo la lenta caminata hacia las montañas del sur. Un chico arrastró un caballo blanco con él, intercambió un par de palabras y también le dió entrega de una espada larga, pero pude ver como podía manejarla perfectamente sólo con una mano. Se montó en lo que parecía su caballo y comenzó a ir hasta la calle principal del pueblo. Tomé a Blue de la mano y corrí tras él.
Justo cuando iba a colocarme a su lado comenzó un discurso.
- ¡Escucha! ¡Escucha lo que tengo que decir, Roca de Hierro! Yo llegué a este pueblo hace poco más de una semana. Soy un extraño para vosotros, un desconocido. ¡Pero aún así, dentro de unos días voy a luchar por vosotros, a morir por vosotros si es necesario! Tengo que darle la razón a Zotrhak en una cosa: sólo hay una elección, vivir o morir. Elegid la vida, elegid luchar por vuestra tierra. No hace falta ser un guerrero para defender vuestro hogar, lo único que se requiere es que tengáis el coraje para actuar cuando sea preciso. ¡Ellos piensan que podrán conquistaros fácilmente, que os rendiréis y dejaréis que os arrebaten lo que es vuestro! No les deis esa satisfacción.
Un silencio sepulcral siguió a estas palabras. Entonces, un hombre salió de la taberna y se colocó frente a Krumm. Era el sepulturero del pueblo.
- La última vez yo te saqué de tu tumba, chico. Sácanos tú de nuestra tumba ahora.
Poco a poco, la gente salió de sus casas y se agrupó alrededor de Krumm. Todos estaban dispuestos a luchar por sus hogares. Debía haber por lo menos setenta personas incluyendo hombres, niños, mujeres y ancianos. Ahí estaba su ejército. Ahora sólo necesitaba un plan.
- Déjame unas palabras Krumm. - Dije en voz baja a Krumm que miraba al ejército de civiles sin experiencia, tuve que levantar la cabeza para verle al rostro.
- Adelante Oleg. - Murmuró éste.
- ¡Escuchen Roca de Hierro, al igual que a vuestro protector Krumm, yo sólo llevo una semana aquí en el pueblo, pero los conozco a todos en su mayoría, sois padres, mercaderes, hermanos y hermanas, abuelos y abuelas, sois un pueblo que no se quiere rendir ante unos invasores como los Vástagos, sois un pueblo que no quiere morir ante ellos! - Hice una pausa para tragar saliva.
- Pueblo de Roca de Hierro, tengo un plan, pero necesito la colaboración de todos y cada uno de ustedes, tengo esperanzas de que si se sigue paso a paso podemos defender exitósamente vuestros hogares. Mañana a primera hora comenzará nuestro plan ¡Si no están todos aquí a al amanecer, les puedo asegurar que golpearé las puertas de cada casa para comenzar nuestro plan! ¿¡Estás con nosotros Roca de Hierro!? - Grité con toda mi furia levantando a Carmesí sobre mi cabeza.
- ¡Sí! - Gritaron todos al unísono.
- ¡No los oigo! - Gritamos yo y Krumm.
- ¡Sí! - Volvieron a gritar pero esta vez todos levantaron sus puños en el aire.
- Blue, dile a Groak que rechazo su oferta, pero deséale buena suerte. - Le ordené a Blue al oído, los gritos de esperanza no dejaban escuchar nada.
Blue corrió hacia la taberna, me di vuelta hacia el pacificador y le guiñé un ojo, no hay tiempo para pensar en Aisha y Bor, no me deben nada, no les debo nada, el destino dirá que pasará entre nosotros. Lo único que sé es que debemos defender a Roca de Hierro de los Vástagos y que lo lograríamos juntos.
- ¡Por nuestra libertad! - Grité dándome vuelta hacia la muchedumbre.
- ¡Por nuestra libertad!
Para mi decepción Aisha no bajó en ningún momento. Tal vez estará ocupada, pero no pensé en eso y sí pensé en Bor, el médico, el de la piel rara, el sujeto de la mortífera lanza.
Sí tienes ganas de pelear conmigo, te aseguro que yo también las tendré, pero tendrá que esperar, te prometo que en un futuro nos volveremos a encontrar, no te tengo ningún miedo.Y otra cosa te pido por favor no nos jodas más los planes, estás jugando con mucho.
- En un futuro nos volveremos a encontrar, eso no lo dudes, pero será para encontrarnos como enemigos o como amigos...Bor. - Murmuré entrecerrando los ojos apretando la empuñadura de Carmesí.
- ¿Qué dices? - Pregunto Blue comiendo una rebanada de pan con mantequilla que una de las putas le ofreció.
- Nada, es el sueño el que me hace hablar mis pensamientos en voz alta. - Le respondí a su pregunta mientras me quitaba el pasamontañas y me colocaba el sombrero de ayudante de pacificador negro solamente.
- ¿No tienes miedo? - Preguntó luego de unos segundos.
- Si te refieres a los Vástagos...hmmm...nah, no les tengo miedo, podría con dos o tres yo solo. - Dije volviendo a bostezar.
- ¿Por qué no tomas asiento? - Preguntó una voz, alcé la mirada y era la mocosa que bajaba las escaleras con un ajustado corset negro, unos guantes finos negros y una faldita negra también.
- Si tomo asiento es muy probable que me duerma. - Dije sonriendo de oreja a oreja.
- Haha, no seas tonto. - Dijo con una risita provocativa y tomándome del brazo logró que me sentara en una de las sillas de la mesa del bar. Ella se sentó al lado mio.
- Hoy no llevas tu pasamontañas puesto, qué extraño haha.
- Me lo acabo de quitar unos minutos antes de que bajaras. - Le respondí subiendo mis pies a la mesa y sacando mi pasamontañas de mi bolsillo y depositándolo sobre la mesa.
Blue se fué a otra mesa con su rebanada de pan de centeno y mantequilla dejándonos solos, no era tonto el chico, sabía darme intimidad al menos.
- Eres mas guapo sin ese pasamontañas. - Murmuró con voz tímida mientras se arreglaba su flequillo hacia el costado.
- ¿Te parece? Tú estás igual de guapa desde el primer día que te vi en la calle. - Le dije sacando la botella de whisky y colocándola sobre la mesa.
- Haha, ¿Tú crees? ¿Puedo probar? - Preguntó con señalando la botella de whisky sin abrir.
- Claro, tómala. - La abrí y se la pasé.
Sólo tomó un pequeño sorbo del brebaje que ya estaba dando pequeños tosidos.
- ¡Es muy fuerte! - Dijo en voz alta mientras tomaba un vaso de agua que había sobre la mesa.
- Hahaha, creí que ya habrías probado cosas así. - Supuse mientras tomaba un trago, la tapaba y volvía a guardar.
Estuvimos unos minutos charlando, la charla se hacía cada vez más interesante.
- Tengo mucho miedo Oleg... - Murmuró entre lágrimas mientras se lanzaba hacia mi pecho.
- Joder...no debes tener miedo, tengo varios planes y se los diré al Pacificador, no por nada soy su ayudante, ya verás, ahora sal de encima mio que estas cosas así no me van haha. - Le dije volviéndola a sentar a su asiento.
- No te preocupes, verás que pronto llevaremos a cabo nuestros planes, en el fondo tengo miedo de morir, pero estoy decidido a morir defendiéndo este pueblucho. - Continué levantándome de la silla y dirigiéndome a la salida.
- Así que nos vemos luego mocosa, tengo que hablar con el Pacificador.
- Cuídate Oleg. - Murmuró lanzándome el pasamontañas que había dejado sobre la mesa.
- Tú tambien, ¡Muévete Blue! - Grité y Blue inmediatamente se levantó medio dormido de su asiento.
En la calle me puse mi pasamontañas y encima el sombrero de vaquero negro de ayudante de pacificador.
- ¿A dónde vamos Oleg? - Preguntó Blue.
- A hablar con el Pacificador Krumm, tenemos mucho que... - Paré de hablar estupefacto.
En unos segundos me había visto rodeado de hombres con antorchas que cruzaban a mi lado agachando la cabeza, trataban de no mirarme y en sus ojos se podían ver lágrimas de suma tristeza y verguenza. De las puertas abiertas de las casas se podían ver a abuelos, padres, hermanos e hijos despidiendo con lágrimas y gritos a sus seres queridos.
- ¡Papá regresa! - Gritaron de una casa.
- ¡No te arrepientas de tu elección Volk! - Gritó un anciano.
- ¡Te extrañaré mucho amor! - Gritó una mujer.
- Hey...no...esperen, ¿A dónde van? ¿¡A dónde putas van!? - Dije tomando a uno del cuello de la camisa pero me apartó de un empujón.
Caí al suelo de espaldas, estupefacto, no podía dejar de verles, se unirían a los Vástagos, de eso no había duda, Eran unos veinte hombres, Blue me ayudó a levantarme. Todos ellos iniciaron una marcha lenta hacia el sur, a las montañas.
El Pacificador Krumm estaba apoyado en la puerta de su oficina viendo la lenta caminata hacia las montañas del sur. Un chico arrastró un caballo blanco con él, intercambió un par de palabras y también le dió entrega de una espada larga, pero pude ver como podía manejarla perfectamente sólo con una mano. Se montó en lo que parecía su caballo y comenzó a ir hasta la calle principal del pueblo. Tomé a Blue de la mano y corrí tras él.
Justo cuando iba a colocarme a su lado comenzó un discurso.
- ¡Escucha! ¡Escucha lo que tengo que decir, Roca de Hierro! Yo llegué a este pueblo hace poco más de una semana. Soy un extraño para vosotros, un desconocido. ¡Pero aún así, dentro de unos días voy a luchar por vosotros, a morir por vosotros si es necesario! Tengo que darle la razón a Zotrhak en una cosa: sólo hay una elección, vivir o morir. Elegid la vida, elegid luchar por vuestra tierra. No hace falta ser un guerrero para defender vuestro hogar, lo único que se requiere es que tengáis el coraje para actuar cuando sea preciso. ¡Ellos piensan que podrán conquistaros fácilmente, que os rendiréis y dejaréis que os arrebaten lo que es vuestro! No les deis esa satisfacción.
Un silencio sepulcral siguió a estas palabras. Entonces, un hombre salió de la taberna y se colocó frente a Krumm. Era el sepulturero del pueblo.
- La última vez yo te saqué de tu tumba, chico. Sácanos tú de nuestra tumba ahora.
Poco a poco, la gente salió de sus casas y se agrupó alrededor de Krumm. Todos estaban dispuestos a luchar por sus hogares. Debía haber por lo menos setenta personas incluyendo hombres, niños, mujeres y ancianos. Ahí estaba su ejército. Ahora sólo necesitaba un plan.
- Déjame unas palabras Krumm. - Dije en voz baja a Krumm que miraba al ejército de civiles sin experiencia, tuve que levantar la cabeza para verle al rostro.
- Adelante Oleg. - Murmuró éste.
- ¡Escuchen Roca de Hierro, al igual que a vuestro protector Krumm, yo sólo llevo una semana aquí en el pueblo, pero los conozco a todos en su mayoría, sois padres, mercaderes, hermanos y hermanas, abuelos y abuelas, sois un pueblo que no se quiere rendir ante unos invasores como los Vástagos, sois un pueblo que no quiere morir ante ellos! - Hice una pausa para tragar saliva.
- Pueblo de Roca de Hierro, tengo un plan, pero necesito la colaboración de todos y cada uno de ustedes, tengo esperanzas de que si se sigue paso a paso podemos defender exitósamente vuestros hogares. Mañana a primera hora comenzará nuestro plan ¡Si no están todos aquí a al amanecer, les puedo asegurar que golpearé las puertas de cada casa para comenzar nuestro plan! ¿¡Estás con nosotros Roca de Hierro!? - Grité con toda mi furia levantando a Carmesí sobre mi cabeza.
- ¡Sí! - Gritaron todos al unísono.
- ¡No los oigo! - Gritamos yo y Krumm.
- ¡Sí! - Volvieron a gritar pero esta vez todos levantaron sus puños en el aire.
- Blue, dile a Groak que rechazo su oferta, pero deséale buena suerte. - Le ordené a Blue al oído, los gritos de esperanza no dejaban escuchar nada.
Blue corrió hacia la taberna, me di vuelta hacia el pacificador y le guiñé un ojo, no hay tiempo para pensar en Aisha y Bor, no me deben nada, no les debo nada, el destino dirá que pasará entre nosotros. Lo único que sé es que debemos defender a Roca de Hierro de los Vástagos y que lo lograríamos juntos.
- ¡Por nuestra libertad! - Grité dándome vuelta hacia la muchedumbre.
- ¡Por nuestra libertad!
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Previously on La Leyenda del Oeste…
Warwick había elegido el momento perfecto. Todos estaban distraídos con Krumm y habían dejado sus casas descuidadas. Tras colarse por la ventana, se dispuso a buscar apresuradamente entre los cajones y demás. No tenía mucho tiempo antes de que la gente regresase a sus hogares, así que debía ser rápido.
Sólo encontraba baratijas, cosas inservibles. Decidió que tenía que tranquilizarse y pensar fríamente. ¿Dónde ocultaría él el dinero?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¡Claro! Debajo del colchón. La vivienda consistía únicamente en una habitación grande, así que se acercó a la cama, subió el colchón...y ahí estaban. 11 piezas de oro. Las cogió todas, volvió a dejar todo como estaba y salió por la ventana tranquilamente. Por suerte, esta vez no había tenido que romper nada.
Warwick había elegido el momento perfecto. Todos estaban distraídos con Krumm y habían dejado sus casas descuidadas. Tras colarse por la ventana, se dispuso a buscar apresuradamente entre los cajones y demás. No tenía mucho tiempo antes de que la gente regresase a sus hogares, así que debía ser rápido.
Sólo encontraba baratijas, cosas inservibles. Decidió que tenía que tranquilizarse y pensar fríamente. ¿Dónde ocultaría él el dinero?
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¡Claro! Debajo del colchón. La vivienda consistía únicamente en una habitación grande, así que se acercó a la cama, subió el colchón...y ahí estaban. 11 piezas de oro. Las cogió todas, volvió a dejar todo como estaba y salió por la ventana tranquilamente. Por suerte, esta vez no había tenido que romper nada.
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Bor y yo salimos de madrugada, llevábamos comida, agua y un saco de dormir. Era ya casi mediodía y estábamos muy cerca de Hom. El caballo, el frío de la noche del desierto y las bandas de la zona retrasaron nuestra llegada al árbol pero ya podía verlo en la lejanía. Era hermoso, majestuoso y estaba precioso en aquella época del año, o eso se decía. Nunca había estado, eran solo rumores.
Tiraba del caballo mientras Bor dormía sobre su lomo, más bien daba cabezadas puesto que dormir sobre un caballo en movimiento no era lo mejor. Estaba más acostumbrada que él a caminar así que le cedí el caballo.
Habíamos salido la noche anterior de forma precipitada. Por suerte, Bor se había encargado de todo y había comprado las cosas necesarias para el viaje. Además, me había comprado unos guantes de pinchos en la tienda del pueblo. Me los había envuelto y dado en forma de regalo. Me hizo mucha ilusión, hacía demasiado tiempo que no me regalaban nada. Lo cierto es que Bor se estaba portanto muy bien conmigo.
El viaje comenzó sin problemas, cabalgamos durante toda la noche hacia el sur. Mi memoria estaba en buen estado así que nos encaminamos hacia el suer, después giramos hacia el Oeste. El camino parecía tranquilo, excepto por los continuos sonidos del desierto. Lo malo de estar en el desierto es que es demasiado grande y nunca sabes de donde provienen los sonidos. Había aullidos, pisadas extrañas, el viento.... No tenía miedo, estaba acostmbrada a dormir bajo las estrellas del desierto pero siempre íbamos en caravana y en grupos numerosos. Nunca dos personas pero confiaba en que Bor me ayudaría en cualquier momento, al igual que yo a él.
Al principio, me dejó subir al caballo mientras él lo guiaba así que le di conversación a pesar del sueño que tenía.
- ¿Al final le diste la cura al caballo¿ - Pregunté desde las alturas.
- Sí, creo que el caballo no tenía nada que ver con nuestro problema con él. Es lo mejor que podía hacer.
- No fue muy buena idea. Aunque ahora sabemos que no podemos confiar en Coyote, creo que nos ha delatado, ¿verdad?
- Algo parecido pero en cuanto regresemos a Hom, tendremos que luchar a su lado y, probablemente, junto a Oleg. Más tarde arreglaremos nuestras diferencias con él.
- ¿Volveremos a Hom? - Pregunté no demasiado convencida de esa idea.
- Eso me temo, Aisha - Dijo Bor, deteniendo el caballo y ayudándome a bajar. Nos quedamos demasiado cerca el uno del 0otro - No tenemos otro sitio a donde ir- Me dijo bastante triste- Quiero respuestas y esas respuestas están en ese pueblo, si tengo que luchar, lucharé pero primero, hemos de ir a Hom para ver qué podemos averigüar.
- Estoy de acuerdo pero no puedo evitar tener miedo. Si el pacificador no pudo con uno de ellos... ¿qué vamos a poder hacer un puñado de hombre, de mujeres y niños contra ellos?
- Ese Oleg es fuerte y alguno más por el pueblo sabe lo que se hace, incluida tú. ¿Lucharás a mi lado? - Asentí- Pero primero vamos a dormir un rato. Solo tengo un saco, el dinero no me ha dado para más.
- Y yo he olvidado robar la manta así que pasaremos algo de frío.
Nos metimos los dos en el saco de dormir y el cansancio hizo que nos durmiésemos pronto, al menos yo me quedé dormida inmediatamente. A juzgar por las ojeras que Bor tenía cuando me desperté, deduje que se había pasado gran parte de la noche haciendo guardia así que le propuse dirigir yo al caballo mientras él dormía sobre el caballo.
Es verdad, aquel percherón no era Darkness pero nos había servido. Bebimos agua los tres así que gastamos un odre de agua y medio, comimos algo y partimos hacia Hom.
El calor empezaba a ser insoportable así que rompí mi vestido hasta que quedó una bonita minifalda que me permitía caminar y recogí mi melena.
- Así estás muy guapa - Dijo Bor mirándome y bostezando.
- Y tú estás muy cansado- Reí- Sube al caballo y duerme- No me vales de nada reventado. Si hay algún problema por el camino, te avisaré.
Ajusté mi daga a la cintura, metí en mi bota derecha la bolsa con el escaso dinero que me quedaba y ajusté la plantilla de mi bota izquierda donde guardaba el mapa. El guante de pinchos iba colocado en la mochila, a mano para cogerlo cuando fuera necesario. Faltaba que Bor se subiera al caballo para ponernos en marcha.
Cinco minutos más tarde, Bor estaba dormido y los dos nos encaminábamos hacia Hom.
Tiraba del caballo mientras Bor dormía sobre su lomo, más bien daba cabezadas puesto que dormir sobre un caballo en movimiento no era lo mejor. Estaba más acostumbrada que él a caminar así que le cedí el caballo.
Habíamos salido la noche anterior de forma precipitada. Por suerte, Bor se había encargado de todo y había comprado las cosas necesarias para el viaje. Además, me había comprado unos guantes de pinchos en la tienda del pueblo. Me los había envuelto y dado en forma de regalo. Me hizo mucha ilusión, hacía demasiado tiempo que no me regalaban nada. Lo cierto es que Bor se estaba portanto muy bien conmigo.
El viaje comenzó sin problemas, cabalgamos durante toda la noche hacia el sur. Mi memoria estaba en buen estado así que nos encaminamos hacia el suer, después giramos hacia el Oeste. El camino parecía tranquilo, excepto por los continuos sonidos del desierto. Lo malo de estar en el desierto es que es demasiado grande y nunca sabes de donde provienen los sonidos. Había aullidos, pisadas extrañas, el viento.... No tenía miedo, estaba acostmbrada a dormir bajo las estrellas del desierto pero siempre íbamos en caravana y en grupos numerosos. Nunca dos personas pero confiaba en que Bor me ayudaría en cualquier momento, al igual que yo a él.
Al principio, me dejó subir al caballo mientras él lo guiaba así que le di conversación a pesar del sueño que tenía.
- ¿Al final le diste la cura al caballo¿ - Pregunté desde las alturas.
- Sí, creo que el caballo no tenía nada que ver con nuestro problema con él. Es lo mejor que podía hacer.
- No fue muy buena idea. Aunque ahora sabemos que no podemos confiar en Coyote, creo que nos ha delatado, ¿verdad?
- Algo parecido pero en cuanto regresemos a Hom, tendremos que luchar a su lado y, probablemente, junto a Oleg. Más tarde arreglaremos nuestras diferencias con él.
- ¿Volveremos a Hom? - Pregunté no demasiado convencida de esa idea.
- Eso me temo, Aisha - Dijo Bor, deteniendo el caballo y ayudándome a bajar. Nos quedamos demasiado cerca el uno del 0otro - No tenemos otro sitio a donde ir- Me dijo bastante triste- Quiero respuestas y esas respuestas están en ese pueblo, si tengo que luchar, lucharé pero primero, hemos de ir a Hom para ver qué podemos averigüar.
- Estoy de acuerdo pero no puedo evitar tener miedo. Si el pacificador no pudo con uno de ellos... ¿qué vamos a poder hacer un puñado de hombre, de mujeres y niños contra ellos?
- Ese Oleg es fuerte y alguno más por el pueblo sabe lo que se hace, incluida tú. ¿Lucharás a mi lado? - Asentí- Pero primero vamos a dormir un rato. Solo tengo un saco, el dinero no me ha dado para más.
- Y yo he olvidado robar la manta así que pasaremos algo de frío.
Nos metimos los dos en el saco de dormir y el cansancio hizo que nos durmiésemos pronto, al menos yo me quedé dormida inmediatamente. A juzgar por las ojeras que Bor tenía cuando me desperté, deduje que se había pasado gran parte de la noche haciendo guardia así que le propuse dirigir yo al caballo mientras él dormía sobre el caballo.
Es verdad, aquel percherón no era Darkness pero nos había servido. Bebimos agua los tres así que gastamos un odre de agua y medio, comimos algo y partimos hacia Hom.
El calor empezaba a ser insoportable así que rompí mi vestido hasta que quedó una bonita minifalda que me permitía caminar y recogí mi melena.
- Así estás muy guapa - Dijo Bor mirándome y bostezando.
- Y tú estás muy cansado- Reí- Sube al caballo y duerme- No me vales de nada reventado. Si hay algún problema por el camino, te avisaré.
Ajusté mi daga a la cintura, metí en mi bota derecha la bolsa con el escaso dinero que me quedaba y ajusté la plantilla de mi bota izquierda donde guardaba el mapa. El guante de pinchos iba colocado en la mochila, a mano para cogerlo cuando fuera necesario. Faltaba que Bor se subiera al caballo para ponernos en marcha.
Cinco minutos más tarde, Bor estaba dormido y los dos nos encaminábamos hacia Hom.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Finalmente, llegaron a Hom.
- ¡Aisha! ¡Ese es el árbol, el árbol de mi collar! – exclamó Bor mientras se bajaba del caballo.
Era un árbol gigantesco y desconocido, jamás había visto una especie similar. Se acercaron a pie, cautelosamente. Aún no sabían que se iban a encontrar allí. Cuando estuvieron a cuatro metros del árbol, una sensación extraña les recorrió el cuerpo. Era como si el tiempo hubiese aminorado la marcha hasta pararse completamente. Además, el cielo había oscurecido, y tan sólo era mediodía.
De repente, una criatura surgió del árbol. Venía a verles.
Era magnífico y terrible. Su cuerpo era bulboso y segmentado. Evocaba al cuerpo de un gran gusano. Surgió del árbol y apareció como un fantasma. ¿Estaba realmente, o sólo en sus mentes? ¿Importaba eso?
Su forma translúcida se deslizó como una serpiente, y aunque no tenía ojos (solo una lisa cabeza de insecto), podían sentir como les miraba y les escrutaba.
Habló. Entró en sus cabezas, como una violación.
- Sois unos niños. No sé qué esperáis encontrar aquí. Sois unos fracasados Puedo saborear vuestra debilidad.
Ambos dieron un respingo y se encogieron, sintiéndose de súbito muy pequeños, como un alimento.
- ¿Es locura eso de vuestro interior? Sí, ¿verdad? ¿Soy yo siquiera real? ¿O hay un defecto en la zona de vuestro cerebro que distingue entre lo real y lo imaginario?
Entonces la criatura rió, su risa sonaba como un centenar de bebés llorando.
- ¿Quién…quién eres? – masculló Aisha entre dientes.
- Tu gente me ha puesto muchos nombres a lo largo de los milenios. Baste decir que soy una criatura ancestral. Aunque a vosotros tal vez os suenen más nombres como espíritu o demonio.
Esos nombres los conocían muy bien.
- Puedo sumergirme en vuestras mentes, descubrir vuestros…- de repente se paró y emitió un chillido que les hizo caer de rodillas. El demonio se desenroscó del árbol y se deslizó como una centella hacia Bor, hasta que estuvo a pocos metros de su rostro. - ¿Incorruptible? ¿Quién te protege? ¿De dónde vienes? Tu mente puede que esté defendida, pero tu cuerpo no. No eres más que un húmedo saco de sangre. Débil. Moribundo. Acabarás muriendo como los demás.
Aisha y Bor no entendían nada de lo que estaba ocurriendo. ¿La mente de Bor estaba defendida contra el demonio? ¿Por qué?
- Hace poco más de un mes…vino un hombre por aquí, ¿cierto? – preguntó Bor sin mirarle a la cara.
La criatura siseó.
- Dos veces. La primera pasó de largo. Luego vino aquí directamente. Pero no se fue solo…
- ¿A qué te refieres? – preguntó Aisha.
- Se llevó consigo a uno de mis hermanos. Dentro de él.
- ¿Dentro de él? ¿Le…le poseyó? – dijo Bor un tanto asustado.
- No…veréis, si queréis ver ciertas cosas, descubrir ciertas cosas. Cosas que vuestros ojos humanos no alcanzan ni a imaginar, necesitáis la ayuda de un ser de otro mundo. Mi hermano simplemente se metió dentro de él, pero el hombre sigue siendo el mismo. Muy osado, sí…
- Queremos llegar al Precipicio de las Ánimas – dijo Aisha de repente.
- Lo sé, puedo verlo en tu mente. No podéis llegar hasta allí sin más. Hay que estar preparado. Y vosotros, mis queridos niños, no lo estáis. La cuestión es… ¿qué precio tiene para vosotros el descubrir la verdad? ¿Y tú? – dijo acercándose a Aisha y rodeándola con su largo cuerpo - ¿Estarías dispuesta a llevarme en tu interior? Sólo así podríais tener alguna posibilidad de llegar al Precipicio de las Ánimas. Sin mi ayuda, estaríais perdidos.
- ¿Por…por qué yo? – preguntó Aisha tratando de no tocar su asqueroso cuerpo.
- Porque él me está vedado – dijo señalando con la cabeza a Bor – tú eres la única de por aquí que puede albergarme en su interior.
- ¿Qué es lo que quieres a cambio, demonio? – preguntó Bor.
- Me parece suficiente recompensa el poder salir de este asqueroso árbol. Llevo milenios pudriéndome aquí. ¿Qué decides entonces, Aisha? ¿Eres lo suficientemente valiente como para llevarme en tu interior?
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Postea solo tu decisión, déjame a mí el resto
- ¡Aisha! ¡Ese es el árbol, el árbol de mi collar! – exclamó Bor mientras se bajaba del caballo.
Era un árbol gigantesco y desconocido, jamás había visto una especie similar. Se acercaron a pie, cautelosamente. Aún no sabían que se iban a encontrar allí. Cuando estuvieron a cuatro metros del árbol, una sensación extraña les recorrió el cuerpo. Era como si el tiempo hubiese aminorado la marcha hasta pararse completamente. Además, el cielo había oscurecido, y tan sólo era mediodía.
De repente, una criatura surgió del árbol. Venía a verles.
Era magnífico y terrible. Su cuerpo era bulboso y segmentado. Evocaba al cuerpo de un gran gusano. Surgió del árbol y apareció como un fantasma. ¿Estaba realmente, o sólo en sus mentes? ¿Importaba eso?
Su forma translúcida se deslizó como una serpiente, y aunque no tenía ojos (solo una lisa cabeza de insecto), podían sentir como les miraba y les escrutaba.
Habló. Entró en sus cabezas, como una violación.
- Sois unos niños. No sé qué esperáis encontrar aquí. Sois unos fracasados Puedo saborear vuestra debilidad.
Ambos dieron un respingo y se encogieron, sintiéndose de súbito muy pequeños, como un alimento.
- ¿Es locura eso de vuestro interior? Sí, ¿verdad? ¿Soy yo siquiera real? ¿O hay un defecto en la zona de vuestro cerebro que distingue entre lo real y lo imaginario?
Entonces la criatura rió, su risa sonaba como un centenar de bebés llorando.
- ¿Quién…quién eres? – masculló Aisha entre dientes.
- Tu gente me ha puesto muchos nombres a lo largo de los milenios. Baste decir que soy una criatura ancestral. Aunque a vosotros tal vez os suenen más nombres como espíritu o demonio.
Esos nombres los conocían muy bien.
- Puedo sumergirme en vuestras mentes, descubrir vuestros…- de repente se paró y emitió un chillido que les hizo caer de rodillas. El demonio se desenroscó del árbol y se deslizó como una centella hacia Bor, hasta que estuvo a pocos metros de su rostro. - ¿Incorruptible? ¿Quién te protege? ¿De dónde vienes? Tu mente puede que esté defendida, pero tu cuerpo no. No eres más que un húmedo saco de sangre. Débil. Moribundo. Acabarás muriendo como los demás.
Aisha y Bor no entendían nada de lo que estaba ocurriendo. ¿La mente de Bor estaba defendida contra el demonio? ¿Por qué?
- Hace poco más de un mes…vino un hombre por aquí, ¿cierto? – preguntó Bor sin mirarle a la cara.
La criatura siseó.
- Dos veces. La primera pasó de largo. Luego vino aquí directamente. Pero no se fue solo…
- ¿A qué te refieres? – preguntó Aisha.
- Se llevó consigo a uno de mis hermanos. Dentro de él.
- ¿Dentro de él? ¿Le…le poseyó? – dijo Bor un tanto asustado.
- No…veréis, si queréis ver ciertas cosas, descubrir ciertas cosas. Cosas que vuestros ojos humanos no alcanzan ni a imaginar, necesitáis la ayuda de un ser de otro mundo. Mi hermano simplemente se metió dentro de él, pero el hombre sigue siendo el mismo. Muy osado, sí…
- Queremos llegar al Precipicio de las Ánimas – dijo Aisha de repente.
- Lo sé, puedo verlo en tu mente. No podéis llegar hasta allí sin más. Hay que estar preparado. Y vosotros, mis queridos niños, no lo estáis. La cuestión es… ¿qué precio tiene para vosotros el descubrir la verdad? ¿Y tú? – dijo acercándose a Aisha y rodeándola con su largo cuerpo - ¿Estarías dispuesta a llevarme en tu interior? Sólo así podríais tener alguna posibilidad de llegar al Precipicio de las Ánimas. Sin mi ayuda, estaríais perdidos.
- ¿Por…por qué yo? – preguntó Aisha tratando de no tocar su asqueroso cuerpo.
- Porque él me está vedado – dijo señalando con la cabeza a Bor – tú eres la única de por aquí que puede albergarme en su interior.
- ¿Qué es lo que quieres a cambio, demonio? – preguntó Bor.
- Me parece suficiente recompensa el poder salir de este asqueroso árbol. Llevo milenios pudriéndome aquí. ¿Qué decides entonces, Aisha? ¿Eres lo suficientemente valiente como para llevarme en tu interior?
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Postea solo tu decisión, déjame a mí el resto
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
El dia de hoy no teniamos que perder el tiempo, no me moleste en acicalarme un poco, bajo hasta la tienda y le pido un favor al tendero. Le pedi unas cuantas palas, acedio sin pensarlo cuando le conte el plan. El se quedaria en la tienda, mientras yo me iria a cavar. Corri hasta la oficina del pacificador, no tarde nada en llegar y en exponerle el plan, accedio a darme el permiso para hacerlo y sin perder tiempo sali a la calle y comence a gritar a los cuatro vientos.
-Los que se queden a luchar y proteger el peublo que me hagan caso por un momento, para la defensa del pueblo hemos decidido hacer trampas a la entrada del pueblo y las zonas principales. Quien tenga fuerza para sostener una espada, que baje y trabaje por su familia, tenemos que cavar zanjas para hacer trampas para los Vastagos. - grite mientras tiraba las palas al suelo y me ponia a trabajar.
En los primeros minutos no salio nadie, pero no me desanime comence a cabar y estube asi por un tiempo, poco a poco comenzaron a salir gente de sus casas y a venir a ayudarme. Hasta Krumm salio para ayudar, Oleg y su pequeño pelirrojo salieron igual y el compañero de Oleg, un tal Warwick escuche se acercaron y comenzaron hacer planes para preparase.
Cuando tuvimos hecha la primera zanja pusimos estacas de madera y pinchos, fuimos repartiendo las trampas por todas partes. Otros practicaban con el arco en una de las zonas de la calle principal, al parecer habia ancianos que aun conservaban su punteria de cuando eran cazadores, otros no podian abrir siquiera el arco. Pero no estabamos como para desperdiciar a gente y decirles que se escondan. Oleg me dijo si queria participar en uno de los entrenamientos de cuerpo a cuerpo, creo que siguen pensando que no se luchar, seguire sin decir nada de mi estilo de lucha. El tiene la suya de su pueblo, yo tengo la que me enseñaron en el mio. Lucha Maxima, o lucha mixta no recuerdo bien el nombre, pero venia de los antepasados.
Cuando acabemos de cavar y preparar las trampas ire para ver como entrenan y descansar un rato.
-Los que se queden a luchar y proteger el peublo que me hagan caso por un momento, para la defensa del pueblo hemos decidido hacer trampas a la entrada del pueblo y las zonas principales. Quien tenga fuerza para sostener una espada, que baje y trabaje por su familia, tenemos que cavar zanjas para hacer trampas para los Vastagos. - grite mientras tiraba las palas al suelo y me ponia a trabajar.
En los primeros minutos no salio nadie, pero no me desanime comence a cabar y estube asi por un tiempo, poco a poco comenzaron a salir gente de sus casas y a venir a ayudarme. Hasta Krumm salio para ayudar, Oleg y su pequeño pelirrojo salieron igual y el compañero de Oleg, un tal Warwick escuche se acercaron y comenzaron hacer planes para preparase.
Cuando tuvimos hecha la primera zanja pusimos estacas de madera y pinchos, fuimos repartiendo las trampas por todas partes. Otros practicaban con el arco en una de las zonas de la calle principal, al parecer habia ancianos que aun conservaban su punteria de cuando eran cazadores, otros no podian abrir siquiera el arco. Pero no estabamos como para desperdiciar a gente y decirles que se escondan. Oleg me dijo si queria participar en uno de los entrenamientos de cuerpo a cuerpo, creo que siguen pensando que no se luchar, seguire sin decir nada de mi estilo de lucha. El tiene la suya de su pueblo, yo tengo la que me enseñaron en el mio. Lucha Maxima, o lucha mixta no recuerdo bien el nombre, pero venia de los antepasados.
Cuando acabemos de cavar y preparar las trampas ire para ver como entrenan y descansar un rato.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Edad : 33
Localización : Motorizado con los Barbaros.
Fecha de inscripción : 12/04/2009
Re: La Leyenda del Oeste
Ya estaba amaneciendo y caminaba por las calles junto a Blue que sólo había dormido un par de horas al igual que yo. De las casas y callejones empezaban a salir hombres de todos los tamaños, ancianos, adultos, jóvenes, pubertos, vigorosos algunos y débiles otros.
- ¡Salgan de sus casas, es hora de preparar nuestras defensas! - Grité con la vena hinchada en el cuello.
Uno de los comerciantes me pasó un cuerno desde su casa.
- Sóplalo. - Dijo cruzándose de brazos y saliendo con su familia entera a la calle.
Tomé mucho aire y soplé del cuerno, un ruido ensordecedor inundó el pueblo. Repetí la operación tres veces seguidas caminando hacia la calle principal, cuando estuve en el medio de esta todos los habitantes estaban alrededor mio. De entre la multitud apareció el cowboy del establo con varias palas encima suyo.
- Los que se queden a luchar y proteger el pueblo que me hagan caso por un momento, para la defensa del pueblo hemos decidido hacer trampas a la entrada del pueblo y las zonas principales. Quien tenga fuerza para sostener una espada, que baje y trabaje por su familia, tenemos que cavar zanjas para hacer trampas para los Vastagos. - Gritó mientras tiraba las palas al suelo y se ponía a trabajar.
Poco a poco los habitantes fueron tomando las palas que el cowboy les había arrojado, él simplemente se limitó a cavar.
- ¡Vayan todos a por palas en sus casas y en las tiendas, todos los comerciantes que tengan palas en sus tiendas deben prestarlas por orden del ayudante del pacificador! - Grité con todas mis fuerzas.
Los habitantes empezaron a ir a sus casas y a las tiendas trayendo consigo mismo dos palas cada uno. Me dieron una a mi y a Blue, los habitantes se fueron dispersando y empezaron a cavar detrás de las últimas casas y en los caminos principales de entrada y salida del pueblo. Yo por mi parte y de Blue fuímos a ayudar al cowboy con su pozo. Krumm, el Pacificador también se nos había unido. Estuvimos varios minutos cavando hasta que finalizamos y me fuí a ayudar a cavar a las demás personas junto a Blue. En dos horas ya se habían terminado de cavar las principales rutas de acceso que utilizarían los Vástagos. En una hora más habíamos finalizado por completado el trabajo, en total las últimas casas que daban las espaldas al yermo estaban rodeadas por detrás por pozos profundos y cada camino que servía de entrada y salida estaba repleto de estos.
- Nos ha costado tres horas, sacando cálculos deben de ser las nueve o diez de la mañana, bien cowboy, el paso siguiente es el colocar estacas en el fondo, ¿Verdad? - Pregunté mientras me retiraba un par de metros y bebía agua del latón que las mujeres habían facilitado a todas y cada una de las zonas de pozos.
- Así es, pero como verás si levantas la cabeza ya las tenemos hechas. - Dijo, yo lo miraba pero finalmente miré hacia delante, varias mujeres venían con aproximadamente media docena de estacas medianas cada una.
- Genial, ¡A seguir trabajando! - Grité para que los de mi zona de excavación se levantaran del suelo del cual estaban sentados.
- Cowboy, ayuda a los demás, yo me encargo de esta zona. - Ordené tomando las estacas que una mujer me facilitó.
- Que un hombre se lance hacia abajo para colocar todas las estacas posible por hueco, si esos hijos de puta caen en él den por dado que serán empalados. - Dije saltando a uno de los pozos con todas las estacas.
- Chicas, traigan escaleras de las casas. - Ordenó uno de los hombres de arriba.
Yo por mi parte empecé a colocar las estacas, clavándolas firmemente en la tierra para que su punta mortal quedara mirando hacia arriba.
Coloqué en en el hueco al que me había lanzado trece estacas filosas y puntiagudas, no había lugar para ni una más, de arriba uno de los hombres me lanzó de una cuerda y empecé a subir. Al llegar arriba noté que otros hombres también estaban saliendo de sus huecos. Me reincorporé y me puse a ver todos los huecos de mi zona, habían hecho un gran trabajo. Sólo quedaba taparlos con mantas, trapos viejos, telones, bolsas de nailon transparentes, etcétera.
- Ahí vienen las mujeres con material para taparlos, aunque no se como haremos para camuflarlos. - Me dijo uno de los hombres señalando a las mujeres que salían de sus casas con trapos viejos cosidos entre si formando una manta, mantas propiamente dichas y bolsas enormes de nailon.
- Es simple - Expliqué tomando una gran manta cuadrada - Una vez bien colocadas las mantas les lanzamos suavemente tierra para que queden camufladas, y también recomiendo que arrojen ropa alrededor y encima para que los Vástagos solo crean que nos hemos largado.
Coloqué la manta en mi hueco y los demás hombres hicieron lo mismo. Luego de haberlas tapado con las mantas empezamos a lanzar puñados de arena sobre ellas, el trabajo daba resultado y quedaba mejor de lo que esperaba. Arrojaron algunas ropas ligeras sobre los huecos camuflados, crucé los dedos para que las mantas no cedieran ante el peso, pero no, se quedaron justo en su lugar.
- Ésto se ve como si todos se hubieran ido apresuradamente. - Observó Blue.
- Ha quedado genial. - Murmuré contemplando nuestro trabajo nuestro trabajo.
- ¡Ayudemos a las otras zonas de huecos, rápido! - Ordené tomando el resto de sábanas, mantas y nailon que había sobrado.
Las demás zonas de huecos estaban por finalizar, la última tarea era camuflar los huecos tapados por las sábanas, mantas y demáses con arena y ropa ligera. De eso me encargué yo, pensaba que si lo hacía cualquier otra persona podría hacerlo mal. Siguiendo mis instrucciones, cada uno de los hombres lanzaba pequeños puñados de arena hasta que las sábanas estaban completamente tapadas, luego con delicadeza la ropa ligera.
Finalmente habíamos terminado todos los cráteres mortíferos. Todos nos pusimos a beber de los baldes repletos de agua que las mujeres nos habían facilitado a todos. De las puertas y ventanas abiertas de las casas el olor a comida inundaba nuestras fosas nasales. Las mujeres empezaron a sacar mesas y sillas, colocándolas una al lado de la otra en la calle principal.
- ¡Tomen asiento! - Gritaron un par de mujeres.
La gran línea de mesas iba de una punta a otra de la calle principal, tomé asiento y Blue se sentó a mi lado, tomé un plato, cuchillo y tenedor, me quité mi pasamontañas pero me dejé mi sombrero. Finalmente las mujeres salían de sus casas con ollas, fuentes, sartenes y platos llenos de comida.
- De puta madre. - Logré murmurar con una gran sonrisa como me servían un gran trozo de carne asada con puré de patatas, dejaban depositadas en las mesas toda la comida que habían hecho.
Krumm desde la otra punta de la mesa se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir, acto seguido todos los hombres y mujeres hicieron lo mismo, yo también. Una gran muestra de compañerismo, sin duda alguna.
- ¿Qué hora es? - Pregunté a una de las mujeres con la boca llena.
- Son las tres de la tarde.
- Cuando terminemos de comer es hora de practicar con el arco. - Dije.
- Todas las mujeres exceptuando a las ancianas y varios hombres ya hemos prácticado. Un chico llamado Warwick nos enseñó a todos en la otra punta del pueblo usando dianas de entrenamiento, osos de peluche, cascos y maniquíes de entrenamiento. - Dijo esta con suma alegría.
Bien, Warwick ha colaborado también con su sabiduría en arquería, lo vi a lo lejos saludándome con un chorizo en su boca, respondí a su saludo mientras reía. La comida estaba buenísima, carnes de todo tipo, de vaca, pollo, conejo, y también otras exquisiteces que nunca probé en mi vida.
Mientras comía repasaba todo lo que habíamos hecho, huecos con pinchos y camuflados en lugares estratégicos en el pueblo, y clases de arquería cortesía de Warwick. Una vez que terminamos de comer era hora de volver a trabajar.
- ¡Los que serán arqueros hagan una fila y los que serán espadachines hagan otra fila! - Ordenó el Pacificador Krumm.
Eran unos veintiocho arqueros de los sesenta y ocho habitantes, sin contarnos a mi, al Pacificador, Warwick y a Coyote.
- Deberían de ser mitad y mitad, que serían treinta y cuatro. - Aconsejé a al Pacificador, que aprobó la idea.
- Tomen mantas marrones, súbanse a los tejados y tápense con ellas lo mejor posible, será un método de camuflaje excelente diría yo, cuando terminemos de colocar maniquíes de práctica y dianas de entrenamiento por las calles haremos sonar el cuerno, cuando eso suceda ustedes se destaparán y abatirán a todo enemigo que vean. Nosotros estaremos en las casas viéndoles, hagan su mejor trabajo. - Ordené y al mismo tiempo revelando más de mi plan.
Mientras las mujeres y los hombres arqueros subían a los tejados y se camuflaban con sus mantas sin hacer ruido alguno una vez tapados, los espadachines nos encargamos de diseminar maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos sobre palos clavados a la tierra. Cuando el último maniquí fué colocado todos los hombres nos dispersamos, tratamos de hacer grupos de dos hombres por casa, yo y Krumm nos metimos en su oficina y desde la ventana sonó el cuerno.
Las mujeres y hombres en un santiamén estaban parados en todos los tejados apuntando y disparando flechas a los maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos en palos, dos oleadas de flechas. En ese instante pondría en práctica la otra parte de mi plan.
- ¡Arqueros dejen de disparar, espadachines salgan de sus escondites y ataquen al enemigo! - Ordené saliendo de un salto de la oficina de Krumm seguido de mi y de Blue.
Los arqueros bajaron sus arcos e inmediatamente a los segundos de dar la órden los espadachines salieron de todos sus escondites golpeando con sus armas los cascos, dianas de tiro al blanco y maniquíes.
Una vez que Krumm dió la orden de parar volvimos a repetir la operación. Re acomodamos los maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos con palos, pero esta vez cambiando sus posiciones para que los arqueros borren de su imagen las antiguas posiciones del enemigo falso.
Esperamos a que todos los arqueros se acostaran sobre los tejados y se tapasen con las mantas y sábanas marrones camuflándose con los tejados. Los espadachines nos volvimos a esconder y esta vez cambiando de escondites volví a sonar el cuerno. Casi al instante se levantaron los arqueros y volvieron a inundar de flechas a los objetos de práctica.
- ¡Arqueros basta, espadachines ataquen! - Ordené.
Volvimos a atacar los objetos de práctica con nuestras espadas, mazos, garrotes, cuchillos, guadañas, etcétera.
- ¡Todos a la calle principal ahora! - Ordenó el Pacificador Krumm que yacía al lado mio y me murmuró que lo siguiera.
Llegamos en unos segundos corriendo, la gente se empezó a reunir a nuestro alrededor.
- ¡Lo hemos hecho jodidamente bien! - Gritó una de las arqueras.
- ¡No sabrán lo que les golpeó! - Dijo uno de los mineros más curpulentos de Roca de Hierro.
- Necesito que hagan silencio unos segundos, Oleg les dirá algo. - Dijo el Pacificador.
- Lo hemos hecho muy bien hoy, hemos logrado demasiado en un día, pero les advierto algo, ellos pueden ser más que nosotros, cuando los arqueros se levanten de sus escondites no tengan piedad por el enemigo, no tengan misericordia ni lástima, ellos no la tendrán con ustedes, lo mismo va para todos los espadachines. El enemigo nos puede superar en número, no será tan fácil, arqueros, una vez sonado el cuerno el día después de mañana, arrojen dos oleadas de flechas, luego cesen, ahí es cuando entraremos nosotros, los espadachines. Luego podrán darnos apoyo desde los tejados, combinaremos nuestras fuerzas. Si seguimos el plan y la táctica al pie de la letra, la victoria será nuestra.
Todos aplaudieron ante mi discurso, incluso el Pacificador Krumm.
- Pacificador Krumm, ayudante Oleg, Coyote y Warwick, pásense más tarde por mi tienda, tengo que darles algo. - Dijo el herrero desde el fondo de la muchedumbre. Los cuatro asentimos.
- ¡Mañana al amanecer seguiremos entrenando! - Ordenó el Pacificador.
- ¡Rompan filas! - Grité dando un paso adelante.
La gente se dispersó, acomodando los objetos de entrenamiento en los establos y graneros para usarlos mañana. La noche se aproximaba a Roca de Hierro.
- Lo hemos hecho genial. - Murmuré para mi mismo mientras me recostaba en uno de los sofás del Pacificador, pasando el plan una y otra vez.
Saqué a Carmesí de su funda y me puse a contemplarla.
- Los estaremos esperando...
- ¡Salgan de sus casas, es hora de preparar nuestras defensas! - Grité con la vena hinchada en el cuello.
Uno de los comerciantes me pasó un cuerno desde su casa.
- Sóplalo. - Dijo cruzándose de brazos y saliendo con su familia entera a la calle.
Tomé mucho aire y soplé del cuerno, un ruido ensordecedor inundó el pueblo. Repetí la operación tres veces seguidas caminando hacia la calle principal, cuando estuve en el medio de esta todos los habitantes estaban alrededor mio. De entre la multitud apareció el cowboy del establo con varias palas encima suyo.
- Los que se queden a luchar y proteger el pueblo que me hagan caso por un momento, para la defensa del pueblo hemos decidido hacer trampas a la entrada del pueblo y las zonas principales. Quien tenga fuerza para sostener una espada, que baje y trabaje por su familia, tenemos que cavar zanjas para hacer trampas para los Vastagos. - Gritó mientras tiraba las palas al suelo y se ponía a trabajar.
Poco a poco los habitantes fueron tomando las palas que el cowboy les había arrojado, él simplemente se limitó a cavar.
- ¡Vayan todos a por palas en sus casas y en las tiendas, todos los comerciantes que tengan palas en sus tiendas deben prestarlas por orden del ayudante del pacificador! - Grité con todas mis fuerzas.
Los habitantes empezaron a ir a sus casas y a las tiendas trayendo consigo mismo dos palas cada uno. Me dieron una a mi y a Blue, los habitantes se fueron dispersando y empezaron a cavar detrás de las últimas casas y en los caminos principales de entrada y salida del pueblo. Yo por mi parte y de Blue fuímos a ayudar al cowboy con su pozo. Krumm, el Pacificador también se nos había unido. Estuvimos varios minutos cavando hasta que finalizamos y me fuí a ayudar a cavar a las demás personas junto a Blue. En dos horas ya se habían terminado de cavar las principales rutas de acceso que utilizarían los Vástagos. En una hora más habíamos finalizado por completado el trabajo, en total las últimas casas que daban las espaldas al yermo estaban rodeadas por detrás por pozos profundos y cada camino que servía de entrada y salida estaba repleto de estos.
- Nos ha costado tres horas, sacando cálculos deben de ser las nueve o diez de la mañana, bien cowboy, el paso siguiente es el colocar estacas en el fondo, ¿Verdad? - Pregunté mientras me retiraba un par de metros y bebía agua del latón que las mujeres habían facilitado a todas y cada una de las zonas de pozos.
- Así es, pero como verás si levantas la cabeza ya las tenemos hechas. - Dijo, yo lo miraba pero finalmente miré hacia delante, varias mujeres venían con aproximadamente media docena de estacas medianas cada una.
- Genial, ¡A seguir trabajando! - Grité para que los de mi zona de excavación se levantaran del suelo del cual estaban sentados.
- Cowboy, ayuda a los demás, yo me encargo de esta zona. - Ordené tomando las estacas que una mujer me facilitó.
- Que un hombre se lance hacia abajo para colocar todas las estacas posible por hueco, si esos hijos de puta caen en él den por dado que serán empalados. - Dije saltando a uno de los pozos con todas las estacas.
- Chicas, traigan escaleras de las casas. - Ordenó uno de los hombres de arriba.
Yo por mi parte empecé a colocar las estacas, clavándolas firmemente en la tierra para que su punta mortal quedara mirando hacia arriba.
Coloqué en en el hueco al que me había lanzado trece estacas filosas y puntiagudas, no había lugar para ni una más, de arriba uno de los hombres me lanzó de una cuerda y empecé a subir. Al llegar arriba noté que otros hombres también estaban saliendo de sus huecos. Me reincorporé y me puse a ver todos los huecos de mi zona, habían hecho un gran trabajo. Sólo quedaba taparlos con mantas, trapos viejos, telones, bolsas de nailon transparentes, etcétera.
- Ahí vienen las mujeres con material para taparlos, aunque no se como haremos para camuflarlos. - Me dijo uno de los hombres señalando a las mujeres que salían de sus casas con trapos viejos cosidos entre si formando una manta, mantas propiamente dichas y bolsas enormes de nailon.
- Es simple - Expliqué tomando una gran manta cuadrada - Una vez bien colocadas las mantas les lanzamos suavemente tierra para que queden camufladas, y también recomiendo que arrojen ropa alrededor y encima para que los Vástagos solo crean que nos hemos largado.
Coloqué la manta en mi hueco y los demás hombres hicieron lo mismo. Luego de haberlas tapado con las mantas empezamos a lanzar puñados de arena sobre ellas, el trabajo daba resultado y quedaba mejor de lo que esperaba. Arrojaron algunas ropas ligeras sobre los huecos camuflados, crucé los dedos para que las mantas no cedieran ante el peso, pero no, se quedaron justo en su lugar.
- Ésto se ve como si todos se hubieran ido apresuradamente. - Observó Blue.
- Ha quedado genial. - Murmuré contemplando nuestro trabajo nuestro trabajo.
- ¡Ayudemos a las otras zonas de huecos, rápido! - Ordené tomando el resto de sábanas, mantas y nailon que había sobrado.
Las demás zonas de huecos estaban por finalizar, la última tarea era camuflar los huecos tapados por las sábanas, mantas y demáses con arena y ropa ligera. De eso me encargué yo, pensaba que si lo hacía cualquier otra persona podría hacerlo mal. Siguiendo mis instrucciones, cada uno de los hombres lanzaba pequeños puñados de arena hasta que las sábanas estaban completamente tapadas, luego con delicadeza la ropa ligera.
Finalmente habíamos terminado todos los cráteres mortíferos. Todos nos pusimos a beber de los baldes repletos de agua que las mujeres nos habían facilitado a todos. De las puertas y ventanas abiertas de las casas el olor a comida inundaba nuestras fosas nasales. Las mujeres empezaron a sacar mesas y sillas, colocándolas una al lado de la otra en la calle principal.
- ¡Tomen asiento! - Gritaron un par de mujeres.
La gran línea de mesas iba de una punta a otra de la calle principal, tomé asiento y Blue se sentó a mi lado, tomé un plato, cuchillo y tenedor, me quité mi pasamontañas pero me dejé mi sombrero. Finalmente las mujeres salían de sus casas con ollas, fuentes, sartenes y platos llenos de comida.
- De puta madre. - Logré murmurar con una gran sonrisa como me servían un gran trozo de carne asada con puré de patatas, dejaban depositadas en las mesas toda la comida que habían hecho.
Krumm desde la otra punta de la mesa se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir, acto seguido todos los hombres y mujeres hicieron lo mismo, yo también. Una gran muestra de compañerismo, sin duda alguna.
- ¿Qué hora es? - Pregunté a una de las mujeres con la boca llena.
- Son las tres de la tarde.
- Cuando terminemos de comer es hora de practicar con el arco. - Dije.
- Todas las mujeres exceptuando a las ancianas y varios hombres ya hemos prácticado. Un chico llamado Warwick nos enseñó a todos en la otra punta del pueblo usando dianas de entrenamiento, osos de peluche, cascos y maniquíes de entrenamiento. - Dijo esta con suma alegría.
Bien, Warwick ha colaborado también con su sabiduría en arquería, lo vi a lo lejos saludándome con un chorizo en su boca, respondí a su saludo mientras reía. La comida estaba buenísima, carnes de todo tipo, de vaca, pollo, conejo, y también otras exquisiteces que nunca probé en mi vida.
Mientras comía repasaba todo lo que habíamos hecho, huecos con pinchos y camuflados en lugares estratégicos en el pueblo, y clases de arquería cortesía de Warwick. Una vez que terminamos de comer era hora de volver a trabajar.
- ¡Los que serán arqueros hagan una fila y los que serán espadachines hagan otra fila! - Ordenó el Pacificador Krumm.
Eran unos veintiocho arqueros de los sesenta y ocho habitantes, sin contarnos a mi, al Pacificador, Warwick y a Coyote.
- Deberían de ser mitad y mitad, que serían treinta y cuatro. - Aconsejé a al Pacificador, que aprobó la idea.
- Tomen mantas marrones, súbanse a los tejados y tápense con ellas lo mejor posible, será un método de camuflaje excelente diría yo, cuando terminemos de colocar maniquíes de práctica y dianas de entrenamiento por las calles haremos sonar el cuerno, cuando eso suceda ustedes se destaparán y abatirán a todo enemigo que vean. Nosotros estaremos en las casas viéndoles, hagan su mejor trabajo. - Ordené y al mismo tiempo revelando más de mi plan.
Mientras las mujeres y los hombres arqueros subían a los tejados y se camuflaban con sus mantas sin hacer ruido alguno una vez tapados, los espadachines nos encargamos de diseminar maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos sobre palos clavados a la tierra. Cuando el último maniquí fué colocado todos los hombres nos dispersamos, tratamos de hacer grupos de dos hombres por casa, yo y Krumm nos metimos en su oficina y desde la ventana sonó el cuerno.
Las mujeres y hombres en un santiamén estaban parados en todos los tejados apuntando y disparando flechas a los maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos en palos, dos oleadas de flechas. En ese instante pondría en práctica la otra parte de mi plan.
- ¡Arqueros dejen de disparar, espadachines salgan de sus escondites y ataquen al enemigo! - Ordené saliendo de un salto de la oficina de Krumm seguido de mi y de Blue.
Los arqueros bajaron sus arcos e inmediatamente a los segundos de dar la órden los espadachines salieron de todos sus escondites golpeando con sus armas los cascos, dianas de tiro al blanco y maniquíes.
Una vez que Krumm dió la orden de parar volvimos a repetir la operación. Re acomodamos los maniquíes, dianas de tiro al blanco y cascos con palos, pero esta vez cambiando sus posiciones para que los arqueros borren de su imagen las antiguas posiciones del enemigo falso.
Esperamos a que todos los arqueros se acostaran sobre los tejados y se tapasen con las mantas y sábanas marrones camuflándose con los tejados. Los espadachines nos volvimos a esconder y esta vez cambiando de escondites volví a sonar el cuerno. Casi al instante se levantaron los arqueros y volvieron a inundar de flechas a los objetos de práctica.
- ¡Arqueros basta, espadachines ataquen! - Ordené.
Volvimos a atacar los objetos de práctica con nuestras espadas, mazos, garrotes, cuchillos, guadañas, etcétera.
- ¡Todos a la calle principal ahora! - Ordenó el Pacificador Krumm que yacía al lado mio y me murmuró que lo siguiera.
Llegamos en unos segundos corriendo, la gente se empezó a reunir a nuestro alrededor.
- ¡Lo hemos hecho jodidamente bien! - Gritó una de las arqueras.
- ¡No sabrán lo que les golpeó! - Dijo uno de los mineros más curpulentos de Roca de Hierro.
- Necesito que hagan silencio unos segundos, Oleg les dirá algo. - Dijo el Pacificador.
- Lo hemos hecho muy bien hoy, hemos logrado demasiado en un día, pero les advierto algo, ellos pueden ser más que nosotros, cuando los arqueros se levanten de sus escondites no tengan piedad por el enemigo, no tengan misericordia ni lástima, ellos no la tendrán con ustedes, lo mismo va para todos los espadachines. El enemigo nos puede superar en número, no será tan fácil, arqueros, una vez sonado el cuerno el día después de mañana, arrojen dos oleadas de flechas, luego cesen, ahí es cuando entraremos nosotros, los espadachines. Luego podrán darnos apoyo desde los tejados, combinaremos nuestras fuerzas. Si seguimos el plan y la táctica al pie de la letra, la victoria será nuestra.
Todos aplaudieron ante mi discurso, incluso el Pacificador Krumm.
- Pacificador Krumm, ayudante Oleg, Coyote y Warwick, pásense más tarde por mi tienda, tengo que darles algo. - Dijo el herrero desde el fondo de la muchedumbre. Los cuatro asentimos.
- ¡Mañana al amanecer seguiremos entrenando! - Ordenó el Pacificador.
- ¡Rompan filas! - Grité dando un paso adelante.
La gente se dispersó, acomodando los objetos de entrenamiento en los establos y graneros para usarlos mañana. La noche se aproximaba a Roca de Hierro.
- Lo hemos hecho genial. - Murmuré para mi mismo mientras me recostaba en uno de los sofás del Pacificador, pasando el plan una y otra vez.
Saqué a Carmesí de su funda y me puse a contemplarla.
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DarkHades- Pirómano
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