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Segunda prueba
¿Furulas?
La Leyenda del Oeste
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La Leyenda del Oeste
Este será el hilo para rolear. Lo que voy a colgar ahora es un trozo del diario de Jedediah, que inexplicablemente encontraréis metido en vuestros bolsillos al empezar la aventura (esta parte, no el diario entero xD). ¡OJO! Este no es el post de inicio, todavía tenéis que esperar a que os ponga en situación a cada uno para empezar a postear. Lamento haceros esperar, pero es que me gusta hacer las cosas bien xD De todas maneras creo que os gustará el relato de Jedediah y encontraréis información útil en él.
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Extracto del diario de Jedediah Shatner.
Hace una semana que traspasé las fronteras de Tzion. Durante este tiempo no he dejado de pensar que hay algo extraño en el ambiente…no sabría describirlo con palabras.
Los escritos de mi tatarabuelo hablaban de una maldición. No soy supersticioso, aunque supongo que si he decidido emprender esta búsqueda debo empezar a aceptar la existencia de lo sobrenatural, o de lo divino…todavía no lo tengo claro.
¿Qué otra cosa podría haber hecho? Desterrado y repudiado, lo único que me quedaba eran los diarios de mi tatarabuelo y un par de reses que pronto habrían pasado a mejor vida si no las hubiese vendido a tiempo.
Recuerdo la noche en la que leí los diarios. Me había colado en el establo de unos granjeros para pasar la noche y el ruido de los caballos no me dejaba dormir, así que me puse a leerlos con el fin de adormecerme. Jamás imaginé lo que descubriría entre sus arrugadas páginas.
Al día siguiente robé un caballo del establo y marché hacia el oeste. Seguí las indicaciones de mi tatarabuelo y tras dos semanas de viaje llegué al “Hom”. Un árbol gigantesco situado en medio del árido desierto, y también la primera pista. Lo normal es que no hubiera habido ningún árbol en aquel lugar, o en su defecto que estuviese marchito y seco. Pero no era así, el árbol se encontraba en la plenitud de su vida, al igual que lo describía mi tatarabuelo en sus diarios.
Brujería, pensé.
Rodeé el árbol y seguí adelante. Según mi tatarabuelo, a unos quince kilómetros se encontraba un asentamiento llamado Roca de Hierro. La cuestión es… ¿seguiría allí?
Decidí que ya lo averiguaría por la mañana, no era conveniente atravesar esas tierras sin contar con el respaldo de la luz solar. Uno nunca sabe lo que se puede encontrar.
Tuve suerte de encontrar un pequeño espacio protegido por algunas rocas, ellas me protegerían del frío y de la mirada de indeseables, o eso creía yo.
Cuando desperté, algo o alguien había destripado y mutilado a mi caballo, y también había rajado mis odres de agua, dejándome sin reservas. No tenía sentido. ¿Por qué matar al caballo y desperdiciar el agua si podían habérmelas robado?
La única pista que encontré fue un grabado en una de las rocas: “Los Vástagos te vigilan”. En aquel momento no lo comprendí, pero si me hubiesen dicho entonces que los Vástagos era una de las cuatro tribus de Tzion y que se caracterizaban por jugar con sus presas, me habría pensado dos veces el seguir adelante…
Pero en aquel momento solo podía pensar en los escritos de mi tatarabuelo. Si era cierto lo que decía, si de verdad existía…las cosas cambiarían, ya lo creo que cambiarían.
Me puse en marcha, sin caballo y sin agua. Se supone que Roca de Hierro se encontraba a quince kilómetros, así que aunque no tuviese agua, podría llegar sin problemas. Y así fue.
Roca de Hierro había prosperado, se había convertido en un pueblo de considerable extensión. Todos los edificios eran de madera, pero se conservaban bien. Más tarde averigüe que se le llamaba así por la mina de hierro que se encontraba en los alrededores.
En el pueblo debían vivir casi cien personas. Lo cierto es que tenía de todo, taberna, médico, tiendas, burdel, etc. Hasta contaban con un Pacificador, un hombre que mediaba cuando había un conflicto entre habitantes, aunque normalmente cuando los hombres tenían diferencias las resolvían en una pelea que acababa con uno de los dos muerto. Eso es así tanto en el oeste como en todos los lugares en los que he estado.
Algo así como una regla universal.
Adjunto un mapa de Roca de Hierro
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El Pacificador también puede castigar los actos delictivos, aunque normalmente dejan que la víctima le dé su merecido personalmente al “criminal”. Es gracioso que utilicen esa palabra. ¿A caso no somos todos unos asesinos?
Lo primero que hice fue pasarme por la taberna y tomar algo de whisky, o lo que me gustaría pensar que era whisky. La gente no pareció fijarse en mi presencia, por Roca de Hierro deben pasar muchos extranjeros.
Cuando iba por mi tercer whisky, todos salieron del local y se colocaron formando un círculo alrededor de dos personas.
-¿Qué ocurre? – pregunté a un niño que estaba subido a un tejado para tener mejor visión del acontecimiento.
-Pulga y Frankie “cuatro dedos” van a pelear, señor. Pulga se tiró a la mujer de Frankie, así que Frankie le retó. – contestó el niño sin apartar la vista de los dos hombres que se encontraban en el centro del círculo.
De entre la multitud salió un hombre alto que llevaba un sombrero de ala ancha con una característica banda dorada entre la corona y el borde. Ese sombrero debía ser algo así como la identificación del Pacificador. El hombre debía rondar casi los sesenta, aunque parecía vigoroso. Su rostro estaba tostado al sol y surcado por infinidad de cicatrices. Sus ojos tenían una expresión que parecían confirmar la frase: “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Su cabello y su barba eran casi enteramente blancos, salvo por algunos retazos grises aquí y allá. Llevaba una barba tupida y descuidada.
-Bien caballeros, como es costumbre antes del combate, entonaremos el cántico a la Muerte, que ella se lleve al más débil de estos dos hombres.
Todos guardaron silencio unos segundos y comenzaron a cantar al unísono:
Oh, Death, оh Death, oh Death,
Won't you spare me over til another year
But what is this, that I can’t see
with ice cold hands taking hold of me
When God is gone and the Devil takes hold,
who will have mercy on your soul
Oh, Death, оh Death, oh Death,
No wealth, no ruin, no silver, no gold
Nothing satisfies me but your soul
Oh, Death,
Well I am Death, none can excel,
I'll open the door to heaven or hell.
Oh, Death, оh Death,
my name is Death and the end is here..
He de confesar que aquella canción me dejó algo aturdido. Procedía del Mundo Antiguo, eso estaba claro. Ninguno de los presentes entendía el significado de muchas de las palabras que habían mencionado, sobre todo palabras como “Dios” o “Diablo”. Yo me estremecí al oírlas.
-Estos dos hombres han acordado no usar ningún arma, sólo se valdrán de sus puños. El ganador tendrá derecho a tomar todas las posesiones del muerto. ¡Que así sea, y que prevalezca el fuerte!
Tras pronunciar estas palabras, el Pacificador se alejó de los dos hombres y estos iniciaron la pelea. Casi hubiera preferido que usaran armas, la pelea fue brutal. Pulga era muy ágil y nervudo, tras agarrar a Frankie por el cuello con una mano le hundió el ojo derecho valiéndose de su pulgar. Mientras, la multitud rugía y apostaba.
Frankie logró atrapar a Pulga y descargó infinidad de puñetazos sobre su rostro, dejándolo hecho un amasijo de carne irreconocible. Por un momento aparté la mirada, pero me obligué a seguir contemplando aquel macabro espectáculo. Estaba en Tzion. Aquí no hay espacio para la debilidad o la duda.
Cuando parecía que Frankie iba a asestarle el golpe final, Pulga sacó una navaja y se la clavó repetidas veces en el cuello a su contrincante, el cual se derrumbó mientras inútilmente trataba de contener el torrente de sangre que manaba de su cuello.
La multitud abucheó a Pulga. Entonces, el Pacificador volvió a hacer acto de presencia, esta vez en su caballo.
-¡Silencio! – ordenó – Pulga ha quebrantado el acuerdo al sacar un arma. La ley es clara, ¡AL CADALSO!
Dicho esto, ató a Pulga por los pies, lo enganchó a su caballo y se lo llevó arrastrando por toda la calle. La gente le siguió corriendo y rugiendo como animales. Yo les seguí.
Finalmente llegamos al extremo este del pueblo, donde se encontraba el cadalso. Habían construido una plataforma, y sobre ella había una horca, un pedestal, un garrote, y una cruz.
Los ayudantes del Pacificador desataron a Pulga y lo subieron al cadalso. El Pacificador se colocó en el centro de la plataforma, dispuesto a dictar sentencia.
-Como ordena la tradición, el hombre que incumpla las normas del combate debe morir, y el pueblo debe elegir como. Podemos ahorcarle, decapitarle, golpearle hasta la muerte, crucificarle, quemarle, desangrarle, desmembrarle o empalarle. ¡VUESTRA ELECCIÓN ES!
A partir de ese momento cada ciudadano gritó el método de ejecución que más disfrutaría observar, pues el objetivo no era otro: espectáculo para el pueblo. La mayoría gritaba crucifixión y desmembramiento, pero finalmente se pusieron de acuerdo y gritaron desangramiento.
-¡Así se hará, pues es vuestra voluntad! Pulga queda sentenciado y a su familia se le despojará de todas sus posesiones, además de enviarles al destierro durante cinco años, tras los cuales podrán volver.
La turba prorrumpió un aplauso. Acto seguido, los ayudantes del Pacificador colgaron a Pulga en la cruz y le propinaron cortes de distinto carácter, pero el más grave era el del abdomen. Con este método, Pulga tardaría días en morir.
La multitud se fue dispersando, pero yo me quedé quieto en mi sitio, observando a Pulga. Estaba riéndose, no paraba de reír.
-Pobre diablo…- murmuré.
Le lancé un escupitajo y me marché de allí.
Finalmente acabé en el burdel, había estado tanto tiempo viajando, tanto… Escogí a una chica morena, joven y de gran busto. Decía llamarse Oasis.
“Tu descanso al final del camino” dijo con una pícara sonrisa.
La tomé y yací con ella aquella noche. A cambio le di mi último paquete de sal. Me desperté antes del alba, mientras ella todavía dormía. Me acerqué a la ventana y vi a lo lejos la cruz y a Pulga colgado en ella. Todavía vivía entonces.
Cuando Oasis despertó, me acosté otra vez con ella. Cuando terminamos, nos quedamos tumbados en la cama mientras yo acariciaba sus turgentes pechos, había pasado mucho tiempo desde que acaricié el cuerpo de una mujer. Entonces le hice la pregunta que no podía quitarme de mi mente.
-¿Quiénes son los Vástagos?
El cuerpo de la chica se estremeció.
-¿Por qué lo quieres saber?
-Dímelo.
-Son una tribu…una de las cuatro tribus de Tzion. – dijo ella sin mirarme a la cara.
-Cuéntame más sobre esas tribus
-Son…son cuatro. Los Vástagos, la Justicia de Tzion, los Recolectores y los Seguidores de Mut. Cada tribu intenta extender su dominio por los pueblos de Tzion. La mayoría están gobernados por ellos, aunque hay algunos como Roca de Hierro que todavía se resisten, aunque los Vástagos hace tiempo que rondan por los alrededores.
-Cuéntame todo lo que sepas de las tribus – le ordené, si los Vástagos me vigilaban, debía saber todo lo que pudiese.
Tras una hora de explicaciones, esto es lo que saqué en claro: Los Vástagos son los hijos de puta más crueles de Tzion, ni siquiera se les debería considerar humanos habiendo cometido las atrocidades que me contó Oasis. En “Las Cuatro Esquinas”, un pueblo que se encontraba al norte de allí, secuestraron a todos los niños y los violaron en la calle principal hasta que el pueblo les cedió el gobierno del lugar. Aún pese a su crueldad entre ellos son como hermanos, y jamás dejan a nadie atrás. Los Vástagos son la segunda tribu más poderosa. Podrían ser los primeros, pero su ansia de sangre les hace desorganizados e impredecibles.
La Justicia de Tzion es la tribu dominante en la región. Son metódicos y eficientes, y están gobernados con mano de hierro. Controlan la mayoría de los pueblos, pero no emplean la violencia al igual que los Vástagos. Aunque Oasis sospecha que es todo fachada, cree que tienen un propósito oculto más inquietante que el peor de los Vástagos. Aún así, los pueblos bajo su mando tardan poco en prosperar.
Los Recolectores es otra de las tribus de Tzion, aunque no se encuentran al mismo nivel que la Justicia de Tzion o los Vástagos. Controlan algunos pueblos, pero estos se les han unido por decisión propia. Lo que de verdad dominan son los caminos. Cualquier miembro de los Recolectores podría nombrarte al menos cuatro atajos para llegar a cualquier sitio. Son astutos y desconfiados como nadie. Se han encargado de eliminar a casi todos las bandas de ladrones y se han hecho con el monopolio del robo. Normalmente prefieren saquearte que matarte.
Los Seguidores de Mut es otra de las tribus a tener en cuenta. Sus seguidores adoran a Mut, el líder de la tribu. Más que un hombre lo consideran un dios en un recipiente humano, y creen que Tzion le pertenece por derecho. Su fe hacia él les ha llevado a cometer atrocidades en su nombre, y son famosos por intentar convertir a los demás al “Mutismo” y si se niegan les ejecutan por infieles. Aunque los que no pertenecen a la tribu dudan de que sea un dios, tienen la certeza de que es un hechicero. Las historias sobre las mágicas hazañas de Mut han recorrido todo Tzion. Los pueblos se someten a él por miedo a que les maldiga.
Estas son las cuatro grandes tribus, originalmente había más, pero las fueron eliminando con el tiempo. Aunque todavía quedan restos de los Carroñeros, una de las bandas de pillaje.
Me di cuenta de que no podía permanecer en Roca de Hierro más tiempo, si los Vástagos iban a asaltar la ciudad pronto, yo estaba marcado. Además, tampoco podía retrasarme en mi búsqueda.
Cambié varias de mis cosas por un caballo nuevo y llené mis reservas de agua en el pozo. Era hora de decir adiós a Roca de Hierro, quien sabe si cuando volviese seguiría siendo un pueblo neutral…
Me dirigí a la salida norte. Eché un último vistazo a Pulga, colgado en el cadalso, y me marché lo más rápido que pude.
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Extracto del diario de Jedediah Shatner.
Hace una semana que traspasé las fronteras de Tzion. Durante este tiempo no he dejado de pensar que hay algo extraño en el ambiente…no sabría describirlo con palabras.
Los escritos de mi tatarabuelo hablaban de una maldición. No soy supersticioso, aunque supongo que si he decidido emprender esta búsqueda debo empezar a aceptar la existencia de lo sobrenatural, o de lo divino…todavía no lo tengo claro.
¿Qué otra cosa podría haber hecho? Desterrado y repudiado, lo único que me quedaba eran los diarios de mi tatarabuelo y un par de reses que pronto habrían pasado a mejor vida si no las hubiese vendido a tiempo.
Recuerdo la noche en la que leí los diarios. Me había colado en el establo de unos granjeros para pasar la noche y el ruido de los caballos no me dejaba dormir, así que me puse a leerlos con el fin de adormecerme. Jamás imaginé lo que descubriría entre sus arrugadas páginas.
Al día siguiente robé un caballo del establo y marché hacia el oeste. Seguí las indicaciones de mi tatarabuelo y tras dos semanas de viaje llegué al “Hom”. Un árbol gigantesco situado en medio del árido desierto, y también la primera pista. Lo normal es que no hubiera habido ningún árbol en aquel lugar, o en su defecto que estuviese marchito y seco. Pero no era así, el árbol se encontraba en la plenitud de su vida, al igual que lo describía mi tatarabuelo en sus diarios.
Brujería, pensé.
Rodeé el árbol y seguí adelante. Según mi tatarabuelo, a unos quince kilómetros se encontraba un asentamiento llamado Roca de Hierro. La cuestión es… ¿seguiría allí?
Decidí que ya lo averiguaría por la mañana, no era conveniente atravesar esas tierras sin contar con el respaldo de la luz solar. Uno nunca sabe lo que se puede encontrar.
Tuve suerte de encontrar un pequeño espacio protegido por algunas rocas, ellas me protegerían del frío y de la mirada de indeseables, o eso creía yo.
Cuando desperté, algo o alguien había destripado y mutilado a mi caballo, y también había rajado mis odres de agua, dejándome sin reservas. No tenía sentido. ¿Por qué matar al caballo y desperdiciar el agua si podían habérmelas robado?
La única pista que encontré fue un grabado en una de las rocas: “Los Vástagos te vigilan”. En aquel momento no lo comprendí, pero si me hubiesen dicho entonces que los Vástagos era una de las cuatro tribus de Tzion y que se caracterizaban por jugar con sus presas, me habría pensado dos veces el seguir adelante…
Pero en aquel momento solo podía pensar en los escritos de mi tatarabuelo. Si era cierto lo que decía, si de verdad existía…las cosas cambiarían, ya lo creo que cambiarían.
Me puse en marcha, sin caballo y sin agua. Se supone que Roca de Hierro se encontraba a quince kilómetros, así que aunque no tuviese agua, podría llegar sin problemas. Y así fue.
Roca de Hierro había prosperado, se había convertido en un pueblo de considerable extensión. Todos los edificios eran de madera, pero se conservaban bien. Más tarde averigüe que se le llamaba así por la mina de hierro que se encontraba en los alrededores.
En el pueblo debían vivir casi cien personas. Lo cierto es que tenía de todo, taberna, médico, tiendas, burdel, etc. Hasta contaban con un Pacificador, un hombre que mediaba cuando había un conflicto entre habitantes, aunque normalmente cuando los hombres tenían diferencias las resolvían en una pelea que acababa con uno de los dos muerto. Eso es así tanto en el oeste como en todos los lugares en los que he estado.
Algo así como una regla universal.
Adjunto un mapa de Roca de Hierro
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El Pacificador también puede castigar los actos delictivos, aunque normalmente dejan que la víctima le dé su merecido personalmente al “criminal”. Es gracioso que utilicen esa palabra. ¿A caso no somos todos unos asesinos?
Lo primero que hice fue pasarme por la taberna y tomar algo de whisky, o lo que me gustaría pensar que era whisky. La gente no pareció fijarse en mi presencia, por Roca de Hierro deben pasar muchos extranjeros.
Cuando iba por mi tercer whisky, todos salieron del local y se colocaron formando un círculo alrededor de dos personas.
-¿Qué ocurre? – pregunté a un niño que estaba subido a un tejado para tener mejor visión del acontecimiento.
-Pulga y Frankie “cuatro dedos” van a pelear, señor. Pulga se tiró a la mujer de Frankie, así que Frankie le retó. – contestó el niño sin apartar la vista de los dos hombres que se encontraban en el centro del círculo.
De entre la multitud salió un hombre alto que llevaba un sombrero de ala ancha con una característica banda dorada entre la corona y el borde. Ese sombrero debía ser algo así como la identificación del Pacificador. El hombre debía rondar casi los sesenta, aunque parecía vigoroso. Su rostro estaba tostado al sol y surcado por infinidad de cicatrices. Sus ojos tenían una expresión que parecían confirmar la frase: “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Su cabello y su barba eran casi enteramente blancos, salvo por algunos retazos grises aquí y allá. Llevaba una barba tupida y descuidada.
-Bien caballeros, como es costumbre antes del combate, entonaremos el cántico a la Muerte, que ella se lleve al más débil de estos dos hombres.
Todos guardaron silencio unos segundos y comenzaron a cantar al unísono:
Oh, Death, оh Death, oh Death,
Won't you spare me over til another year
But what is this, that I can’t see
with ice cold hands taking hold of me
When God is gone and the Devil takes hold,
who will have mercy on your soul
Oh, Death, оh Death, oh Death,
No wealth, no ruin, no silver, no gold
Nothing satisfies me but your soul
Oh, Death,
Well I am Death, none can excel,
I'll open the door to heaven or hell.
Oh, Death, оh Death,
my name is Death and the end is here..
He de confesar que aquella canción me dejó algo aturdido. Procedía del Mundo Antiguo, eso estaba claro. Ninguno de los presentes entendía el significado de muchas de las palabras que habían mencionado, sobre todo palabras como “Dios” o “Diablo”. Yo me estremecí al oírlas.
-Estos dos hombres han acordado no usar ningún arma, sólo se valdrán de sus puños. El ganador tendrá derecho a tomar todas las posesiones del muerto. ¡Que así sea, y que prevalezca el fuerte!
Tras pronunciar estas palabras, el Pacificador se alejó de los dos hombres y estos iniciaron la pelea. Casi hubiera preferido que usaran armas, la pelea fue brutal. Pulga era muy ágil y nervudo, tras agarrar a Frankie por el cuello con una mano le hundió el ojo derecho valiéndose de su pulgar. Mientras, la multitud rugía y apostaba.
Frankie logró atrapar a Pulga y descargó infinidad de puñetazos sobre su rostro, dejándolo hecho un amasijo de carne irreconocible. Por un momento aparté la mirada, pero me obligué a seguir contemplando aquel macabro espectáculo. Estaba en Tzion. Aquí no hay espacio para la debilidad o la duda.
Cuando parecía que Frankie iba a asestarle el golpe final, Pulga sacó una navaja y se la clavó repetidas veces en el cuello a su contrincante, el cual se derrumbó mientras inútilmente trataba de contener el torrente de sangre que manaba de su cuello.
La multitud abucheó a Pulga. Entonces, el Pacificador volvió a hacer acto de presencia, esta vez en su caballo.
-¡Silencio! – ordenó – Pulga ha quebrantado el acuerdo al sacar un arma. La ley es clara, ¡AL CADALSO!
Dicho esto, ató a Pulga por los pies, lo enganchó a su caballo y se lo llevó arrastrando por toda la calle. La gente le siguió corriendo y rugiendo como animales. Yo les seguí.
Finalmente llegamos al extremo este del pueblo, donde se encontraba el cadalso. Habían construido una plataforma, y sobre ella había una horca, un pedestal, un garrote, y una cruz.
Los ayudantes del Pacificador desataron a Pulga y lo subieron al cadalso. El Pacificador se colocó en el centro de la plataforma, dispuesto a dictar sentencia.
-Como ordena la tradición, el hombre que incumpla las normas del combate debe morir, y el pueblo debe elegir como. Podemos ahorcarle, decapitarle, golpearle hasta la muerte, crucificarle, quemarle, desangrarle, desmembrarle o empalarle. ¡VUESTRA ELECCIÓN ES!
A partir de ese momento cada ciudadano gritó el método de ejecución que más disfrutaría observar, pues el objetivo no era otro: espectáculo para el pueblo. La mayoría gritaba crucifixión y desmembramiento, pero finalmente se pusieron de acuerdo y gritaron desangramiento.
-¡Así se hará, pues es vuestra voluntad! Pulga queda sentenciado y a su familia se le despojará de todas sus posesiones, además de enviarles al destierro durante cinco años, tras los cuales podrán volver.
La turba prorrumpió un aplauso. Acto seguido, los ayudantes del Pacificador colgaron a Pulga en la cruz y le propinaron cortes de distinto carácter, pero el más grave era el del abdomen. Con este método, Pulga tardaría días en morir.
La multitud se fue dispersando, pero yo me quedé quieto en mi sitio, observando a Pulga. Estaba riéndose, no paraba de reír.
-Pobre diablo…- murmuré.
Le lancé un escupitajo y me marché de allí.
Finalmente acabé en el burdel, había estado tanto tiempo viajando, tanto… Escogí a una chica morena, joven y de gran busto. Decía llamarse Oasis.
“Tu descanso al final del camino” dijo con una pícara sonrisa.
La tomé y yací con ella aquella noche. A cambio le di mi último paquete de sal. Me desperté antes del alba, mientras ella todavía dormía. Me acerqué a la ventana y vi a lo lejos la cruz y a Pulga colgado en ella. Todavía vivía entonces.
Cuando Oasis despertó, me acosté otra vez con ella. Cuando terminamos, nos quedamos tumbados en la cama mientras yo acariciaba sus turgentes pechos, había pasado mucho tiempo desde que acaricié el cuerpo de una mujer. Entonces le hice la pregunta que no podía quitarme de mi mente.
-¿Quiénes son los Vástagos?
El cuerpo de la chica se estremeció.
-¿Por qué lo quieres saber?
-Dímelo.
-Son una tribu…una de las cuatro tribus de Tzion. – dijo ella sin mirarme a la cara.
-Cuéntame más sobre esas tribus
-Son…son cuatro. Los Vástagos, la Justicia de Tzion, los Recolectores y los Seguidores de Mut. Cada tribu intenta extender su dominio por los pueblos de Tzion. La mayoría están gobernados por ellos, aunque hay algunos como Roca de Hierro que todavía se resisten, aunque los Vástagos hace tiempo que rondan por los alrededores.
-Cuéntame todo lo que sepas de las tribus – le ordené, si los Vástagos me vigilaban, debía saber todo lo que pudiese.
Tras una hora de explicaciones, esto es lo que saqué en claro: Los Vástagos son los hijos de puta más crueles de Tzion, ni siquiera se les debería considerar humanos habiendo cometido las atrocidades que me contó Oasis. En “Las Cuatro Esquinas”, un pueblo que se encontraba al norte de allí, secuestraron a todos los niños y los violaron en la calle principal hasta que el pueblo les cedió el gobierno del lugar. Aún pese a su crueldad entre ellos son como hermanos, y jamás dejan a nadie atrás. Los Vástagos son la segunda tribu más poderosa. Podrían ser los primeros, pero su ansia de sangre les hace desorganizados e impredecibles.
La Justicia de Tzion es la tribu dominante en la región. Son metódicos y eficientes, y están gobernados con mano de hierro. Controlan la mayoría de los pueblos, pero no emplean la violencia al igual que los Vástagos. Aunque Oasis sospecha que es todo fachada, cree que tienen un propósito oculto más inquietante que el peor de los Vástagos. Aún así, los pueblos bajo su mando tardan poco en prosperar.
Los Recolectores es otra de las tribus de Tzion, aunque no se encuentran al mismo nivel que la Justicia de Tzion o los Vástagos. Controlan algunos pueblos, pero estos se les han unido por decisión propia. Lo que de verdad dominan son los caminos. Cualquier miembro de los Recolectores podría nombrarte al menos cuatro atajos para llegar a cualquier sitio. Son astutos y desconfiados como nadie. Se han encargado de eliminar a casi todos las bandas de ladrones y se han hecho con el monopolio del robo. Normalmente prefieren saquearte que matarte.
Los Seguidores de Mut es otra de las tribus a tener en cuenta. Sus seguidores adoran a Mut, el líder de la tribu. Más que un hombre lo consideran un dios en un recipiente humano, y creen que Tzion le pertenece por derecho. Su fe hacia él les ha llevado a cometer atrocidades en su nombre, y son famosos por intentar convertir a los demás al “Mutismo” y si se niegan les ejecutan por infieles. Aunque los que no pertenecen a la tribu dudan de que sea un dios, tienen la certeza de que es un hechicero. Las historias sobre las mágicas hazañas de Mut han recorrido todo Tzion. Los pueblos se someten a él por miedo a que les maldiga.
Estas son las cuatro grandes tribus, originalmente había más, pero las fueron eliminando con el tiempo. Aunque todavía quedan restos de los Carroñeros, una de las bandas de pillaje.
Me di cuenta de que no podía permanecer en Roca de Hierro más tiempo, si los Vástagos iban a asaltar la ciudad pronto, yo estaba marcado. Además, tampoco podía retrasarme en mi búsqueda.
Cambié varias de mis cosas por un caballo nuevo y llené mis reservas de agua en el pozo. Era hora de decir adiós a Roca de Hierro, quien sabe si cuando volviese seguiría siendo un pueblo neutral…
Me dirigí a la salida norte. Eché un último vistazo a Pulga, colgado en el cadalso, y me marché lo más rápido que pude.
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Aisha despertó sobresaltada. Lo primero que hizo fue llevarse la mano a la frente. No, no estaba herida. Se encontraba en el interior de lo que parecía ser la casa de un curandero. Por toda la estancia estaban repartidos libros antiguos y casi deshechos, sin contar los incontables cachivaches.
- Parece que al fin ha despertado, señorita. Lleva inconsciente varias horas.
Aisha estaba tumbada sobre un camastro. Hizo un amago de levantarse, pero se mareó y tuvo que permanecer sentada. Delante de ella se erguía un hombre de unos cincuenta y tantos años. Llevaba un delantal que antaño habría sido blanco, pero ahora era de un color amarillento salpicado por varias manchas de sangre. Bajo el delantal vestía un peto color marrón y unas botas remendadas. Su cabello era de color negro grasiento con algunas mechas canosas. Debía llevar varios días sin afeitarse ni lavarse.
- ¿Dónde estoy? – preguntó Aisha desviando la cabeza para que no le llegase el fétido olor que salía de su boca.
- Se encuentra usted en Roca de Hierro, señorita. Hace unas horas que Harry, uno de los hombres de la diligencia, le encontró en mitad de la nada y la trajo hasta aquí. Había sufrido una insolación , pero la sané enseguida.
- Entonces… ¿esto es Tzion?
- Por supuesto, señorita. ¿Se encuentra usted bien? Tal vez debería descansar un rato más.
- No, quiero tomar el aire. – declaró Aisha mientras se levantaba del camastro y se dirigía hacia la puerta.
- Eh…señorita.
- ¿Sí?
- Los cuidados que le he proporcionado valen una pieza de oro.
- ¿Qué es una pieza de oro? Si puede saberse.
- Así es como pagamos aquí las cosas, señorita. Curarle la insolación vale por una pieza de oro. Pero le doy cuatro días de plazo si no tiene el dinero ahora mismo. Es evidente que es usted una mujer de recursos y que sabrá apañárselas. – dijo el médico lanzándole una mirada lasciva.
Aisha soltó un suspiro y salió de la vivienda. Inexplicablemente un viejo la había sacado de su vida y la había soltado en una tierra salvaje y cruel para “cambiar su destino”. Aunque ya que estaba allí…podría probar suerte.
Comenzó a caminar por las calles del pueblo cuando notó que tenía algo metido en el bolsillo, un papel arrugado.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Mirad, se está despertando.
Lo primero que escuchó Oleg al despertar fue la carcajada de varios viejos. Por alguna razón estaba empapado. Abrió los ojos y descubrió que se encontraba apoyado en un abrevadero de caballos.
- ¿Ha dormido bien el señor?
Más carcajadas.
Oleg se dio la vuelta. Alrededor suyo se encontraban cuatro ancianos. Todos vestían toscas prendas de arpillera más sus respectivos sombreros.
Rápidamente Oleg metió la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta. Se tranquilizó al tocar su viejo machete, aunque también había algo más en su bolsillo, un papel.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
- ¿Dónde estoy? ¡Contestad! – dijo en tono autoritario a la vez que se ponía en pie.
Las risas cesaron.
- Se encuentra en Roca de Hierro, joven. Le encontramos a la entrada del pueblo, estaba usted medio muerto y delirante. Por eso le llevamos al abrevadero, para que se refrescara.
- ¿Roca de Hierro? ¿Es esto Tzion?
- Eh…sí, joven.
Era cierto entonces, el viejo le había traído a un lugar desconocido. La única pregunta era… ¿por qué?
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Warwick despertó debido al traqueteo de la diligencia, pero aún no abrió los ojos.
- ¡Padre, el maldito está despertando! - chilló un niño.
- Deja de llamarle “el maldito”, Cletus. No sabemos si en realidad le han maldecido.
- Bueno, estaba en mitad del desierto, padre. ¡Seguro que Mut le maldijo a morir en aquel lugar olvidado!
Warwick se incorporó en el interior de la diligencia. Delante de él había un niño de no más de nueve años que lo miraba con una mezcla de asombro y desconfianza. Su padre llevaba el mando de la diligencia.
- ¿Cómo se llama, señor maldito? – preguntó el niño ladeando ligeramente la cabeza.
- Me…me llamo Warwick, y no estoy maldito. O al menos eso espero – contestó Warwick mientras se frotaba la cabeza. Estaba muerto de sed.
- Tome – le dijo el niño extendiéndole un botijo – Es agua. Tiene sed, ¿no?
Warwick cogió el botijo rápidamente y lo vació de un solo trago.
- Gracias. – dijo secándose la boca con la manga – Esto es Tzion, ¿verdad?
- Sí. – contestó el niño mientras movía alegremente sus huesudas rodillas.
De repente la diligencia frenó en seco. El padre del niño se bajó y abrió la puerta trasera de la diligencia. A Warwick no le pareció que fuese mucho mayor que él, aunque su rostro reflejaba el sufrimiento de una larga y cruenta vida. Estaba delgado, los dos estaban muy delgados. Por lo demás era un hombre normal, o lo que se podría considerar normal en aquella tierra.
- Me llamo Weid, señor. Como mi hijo ha dicho, le encontramos en mitad del desierto. No llevaba nada encima, y puedo asegurarle que no somos unos ladrones. Ahora debo pedirle que continúe por su cuenta. No le conozco, y no arriesgaré la seguridad de mi hijo, seguro que lo comprende. De todas maneras, si sigue al norte encontrará un pueblo llamado Roca de Hierro, no tardará más de una hora.
- Lo comprendo. Yo en su lugar haría lo mismo. – dijo Warwick al bajarse de la diligencia.
El niño se bajó de la diligencia con un odre de agua entre sus manos.
- Tome, señor maldito. Seguro que le entra sed. ¡Que Mut le guie en su camino!
- Que Mut le guie en su camino – repitió el padre con voz queda tras subirse de nuevo a la diligencia.
Warwick se dio la vuelta y partió hacia Roca de Hierro. Se llevó las manos a los bolsillos y se encontró con algo nuevo, un papel.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
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Al despertar, Krumm se encontró metido en una fosa. Alguien estaba echándole tierra encima con una pala.
- ¡Eh! ¿Qué está haciendo? – gritó Krumm quitándose la tierra de la cara.
El hombre se puso blanco y acto seguido se desmayó. Krumm se incorporó y tras un par de intentos logró salir del hoyo. Se encontraba en mitad de un cementerio. Al parecer había interrumpido lo que parecía ser su entierro.
Krumm buscó sus pertenencias en sus bolsillos pero lo único que encontró fue un papel arrugado.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
Después se agachó junto al sepulturero y le despertó.
- ¡BRUJERÍA, BRUJERÍA! – gritó a la vez que se arrastraba en un intento de alejarse de Krumm.
- ¡Espere, no estoy muerto!
El hombre examinó a Krumm durante algunos segundos y pareció llegar a la conclusión de que no era un muerto viviente.
- Joder, chico. ¿Cómo iba a saber que estabas vivo?
- Pues podría haber revisado si respiraba, por ejemplo.
- ¿Estás loco? ¡Es de mal fario tocar a gente muerta!
- Bueno, no importa. ¿Dónde estoy?
- En Roca de Hierro, muchacho. Disfrútala, queda poco tiempo para que todo acabe. Así que búscate un buen coño y mete tanto alcohol en tu cuerpo como puedas.
- ¿A qué se refiere?
- A que esos hijos de puta de los Vástagos pronto vendrán y arrasarán con todo. A menos que les cedamos el pueblo, ¡pero eso jamás!
- ¿Los Vástagos? ¿De verdad están aquí?
- Eso he dicho, chico. ¿Seguro que estás bien?
Pero Krumm no respondió la pregunta del sepulturero. Su mente se hallaba en una lejana choza, donde hace ya harto tiempo un joven realizó una promesa. Se le había presentado la oportunidad de cumplirla. ¿Era eso a lo que se refería el viejo cuando habló de “cambiar su destino”?
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Bor despertó en una mullida cama. Le costó algunos segundos recordar los recientes acontecimientos. Cuando lo hizo, se incorporó violentamente.
Se hallaba en una escueta habitación que consistía en una cama, un espejo y una pila de agua. A los pies de la cama se encontraba una hermosa mujer en ropa interior.
- Veo que se ha despertado – su voz era dulce y clara, casi reconfortante.
Bor dedicó unos segundos más a apreciar su belleza.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – preguntó algo aturdido.
La mujer rió.
- Tranquilo, vaquero. Está usted en Roca de Hierro. Parece ser que viene desde muy lejos, una de las chicas le encontró vagando por el desierto.
- ¿Una de las chicas?
- Se encuentra usted en un burdel, amigo. ¿Cómo se llama, por cierto?
- Bor, señorita…me llamo Bor. Oiga, ¿usted y yo hemos...? ya sabe.
La mujer volvió a reír, esta vez más estrepitosamente.
- No hago nada gratis, dulzura. Además, no es usted precisamente mi tipo. Muy paliducho para mi gusto.
- ¡Vaya! ¿Es así como trata a todo el mundo que viene aquí? – preguntó Bor con sorna.
- Solo a los que están sin blanca. – contestó la chica a la vez que le lanzaba su collar con el grabado del árbol – He intentado vender eso como pago por el tiempo que he gastado cuidando de usted, pero parece ser que no vale nada. La historia de mi vida…
Bor se quedó unos segundos acariciando el grabado del collar.
- Suerte que no lo ha vendido. Me es muy preciado…
La mujer y Bor se miraron durante unos instantes.
- Bueno, creo que es hora de que se vaya, ¡mi tiempo es oro! Y nunca mejor dicho – murmuró la chica entre dientes.
Bor se levantó, se colgó el collar y abrió la puerta para marcharse, pero se volvió un momento.
- No me ha dicho su nombre, señorita.
- Oasis, dulzura. Tu descanso al final del camino. No dudes en volver si consigues algo de oro
Bor se preguntó cuántos hombres habrían escuchado ya esa frase. Ya había salido del local cuando descubrió el papel en su bolsillo.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Dos personas no pueden elegir mismo trabajo. Al final de cada día tendréis que relatar como ha ido la jornada. En el caso de prostitua/gigolo, yo decidiré como ha ido el día
Ir en busca de un fugitivo casi siempre acabará en pelea, así que valorad los riesgos. Para acceder a este trabajo debéis hablar con el Pacificador, él os proporcionará un equipo básico que después le tendréis que devolver. Este trabajo podéis realizarlo varios si queréis, simplemene iréis en grupo a por el fugitivo. Os dejo a vosotros el reparto del botín ¡NO OS OLVIDEIS DE TRAER UNA PRUEBA DE SU MUERTE!
Otra cosa, si queréis comprar armas en la herrería, enviadme un MP con el arma que queréis comprar (mirad la tabla de armas en el post de información general) y la transacción la haremos por privado. Pronto postearé los artículos generales que se venderán en la tienda para que tengáis más productos entre los que elegir. Pero las armas y armaduras solo se adquieren en la herrería.
¡¡¡¡A POSTEAR COMO LOCOS!!!!
- Parece que al fin ha despertado, señorita. Lleva inconsciente varias horas.
Aisha estaba tumbada sobre un camastro. Hizo un amago de levantarse, pero se mareó y tuvo que permanecer sentada. Delante de ella se erguía un hombre de unos cincuenta y tantos años. Llevaba un delantal que antaño habría sido blanco, pero ahora era de un color amarillento salpicado por varias manchas de sangre. Bajo el delantal vestía un peto color marrón y unas botas remendadas. Su cabello era de color negro grasiento con algunas mechas canosas. Debía llevar varios días sin afeitarse ni lavarse.
- ¿Dónde estoy? – preguntó Aisha desviando la cabeza para que no le llegase el fétido olor que salía de su boca.
- Se encuentra usted en Roca de Hierro, señorita. Hace unas horas que Harry, uno de los hombres de la diligencia, le encontró en mitad de la nada y la trajo hasta aquí. Había sufrido una insolación , pero la sané enseguida.
- Entonces… ¿esto es Tzion?
- Por supuesto, señorita. ¿Se encuentra usted bien? Tal vez debería descansar un rato más.
- No, quiero tomar el aire. – declaró Aisha mientras se levantaba del camastro y se dirigía hacia la puerta.
- Eh…señorita.
- ¿Sí?
- Los cuidados que le he proporcionado valen una pieza de oro.
- ¿Qué es una pieza de oro? Si puede saberse.
- Así es como pagamos aquí las cosas, señorita. Curarle la insolación vale por una pieza de oro. Pero le doy cuatro días de plazo si no tiene el dinero ahora mismo. Es evidente que es usted una mujer de recursos y que sabrá apañárselas. – dijo el médico lanzándole una mirada lasciva.
Aisha soltó un suspiro y salió de la vivienda. Inexplicablemente un viejo la había sacado de su vida y la había soltado en una tierra salvaje y cruel para “cambiar su destino”. Aunque ya que estaba allí…podría probar suerte.
Comenzó a caminar por las calles del pueblo cuando notó que tenía algo metido en el bolsillo, un papel arrugado.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
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- Mirad, se está despertando.
Lo primero que escuchó Oleg al despertar fue la carcajada de varios viejos. Por alguna razón estaba empapado. Abrió los ojos y descubrió que se encontraba apoyado en un abrevadero de caballos.
- ¿Ha dormido bien el señor?
Más carcajadas.
Oleg se dio la vuelta. Alrededor suyo se encontraban cuatro ancianos. Todos vestían toscas prendas de arpillera más sus respectivos sombreros.
Rápidamente Oleg metió la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta. Se tranquilizó al tocar su viejo machete, aunque también había algo más en su bolsillo, un papel.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
- ¿Dónde estoy? ¡Contestad! – dijo en tono autoritario a la vez que se ponía en pie.
Las risas cesaron.
- Se encuentra en Roca de Hierro, joven. Le encontramos a la entrada del pueblo, estaba usted medio muerto y delirante. Por eso le llevamos al abrevadero, para que se refrescara.
- ¿Roca de Hierro? ¿Es esto Tzion?
- Eh…sí, joven.
Era cierto entonces, el viejo le había traído a un lugar desconocido. La única pregunta era… ¿por qué?
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Warwick despertó debido al traqueteo de la diligencia, pero aún no abrió los ojos.
- ¡Padre, el maldito está despertando! - chilló un niño.
- Deja de llamarle “el maldito”, Cletus. No sabemos si en realidad le han maldecido.
- Bueno, estaba en mitad del desierto, padre. ¡Seguro que Mut le maldijo a morir en aquel lugar olvidado!
Warwick se incorporó en el interior de la diligencia. Delante de él había un niño de no más de nueve años que lo miraba con una mezcla de asombro y desconfianza. Su padre llevaba el mando de la diligencia.
- ¿Cómo se llama, señor maldito? – preguntó el niño ladeando ligeramente la cabeza.
- Me…me llamo Warwick, y no estoy maldito. O al menos eso espero – contestó Warwick mientras se frotaba la cabeza. Estaba muerto de sed.
- Tome – le dijo el niño extendiéndole un botijo – Es agua. Tiene sed, ¿no?
Warwick cogió el botijo rápidamente y lo vació de un solo trago.
- Gracias. – dijo secándose la boca con la manga – Esto es Tzion, ¿verdad?
- Sí. – contestó el niño mientras movía alegremente sus huesudas rodillas.
De repente la diligencia frenó en seco. El padre del niño se bajó y abrió la puerta trasera de la diligencia. A Warwick no le pareció que fuese mucho mayor que él, aunque su rostro reflejaba el sufrimiento de una larga y cruenta vida. Estaba delgado, los dos estaban muy delgados. Por lo demás era un hombre normal, o lo que se podría considerar normal en aquella tierra.
- Me llamo Weid, señor. Como mi hijo ha dicho, le encontramos en mitad del desierto. No llevaba nada encima, y puedo asegurarle que no somos unos ladrones. Ahora debo pedirle que continúe por su cuenta. No le conozco, y no arriesgaré la seguridad de mi hijo, seguro que lo comprende. De todas maneras, si sigue al norte encontrará un pueblo llamado Roca de Hierro, no tardará más de una hora.
- Lo comprendo. Yo en su lugar haría lo mismo. – dijo Warwick al bajarse de la diligencia.
El niño se bajó de la diligencia con un odre de agua entre sus manos.
- Tome, señor maldito. Seguro que le entra sed. ¡Que Mut le guie en su camino!
- Que Mut le guie en su camino – repitió el padre con voz queda tras subirse de nuevo a la diligencia.
Warwick se dio la vuelta y partió hacia Roca de Hierro. Se llevó las manos a los bolsillos y se encontró con algo nuevo, un papel.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
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Al despertar, Krumm se encontró metido en una fosa. Alguien estaba echándole tierra encima con una pala.
- ¡Eh! ¿Qué está haciendo? – gritó Krumm quitándose la tierra de la cara.
El hombre se puso blanco y acto seguido se desmayó. Krumm se incorporó y tras un par de intentos logró salir del hoyo. Se encontraba en mitad de un cementerio. Al parecer había interrumpido lo que parecía ser su entierro.
Krumm buscó sus pertenencias en sus bolsillos pero lo único que encontró fue un papel arrugado.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
Después se agachó junto al sepulturero y le despertó.
- ¡BRUJERÍA, BRUJERÍA! – gritó a la vez que se arrastraba en un intento de alejarse de Krumm.
- ¡Espere, no estoy muerto!
El hombre examinó a Krumm durante algunos segundos y pareció llegar a la conclusión de que no era un muerto viviente.
- Joder, chico. ¿Cómo iba a saber que estabas vivo?
- Pues podría haber revisado si respiraba, por ejemplo.
- ¿Estás loco? ¡Es de mal fario tocar a gente muerta!
- Bueno, no importa. ¿Dónde estoy?
- En Roca de Hierro, muchacho. Disfrútala, queda poco tiempo para que todo acabe. Así que búscate un buen coño y mete tanto alcohol en tu cuerpo como puedas.
- ¿A qué se refiere?
- A que esos hijos de puta de los Vástagos pronto vendrán y arrasarán con todo. A menos que les cedamos el pueblo, ¡pero eso jamás!
- ¿Los Vástagos? ¿De verdad están aquí?
- Eso he dicho, chico. ¿Seguro que estás bien?
Pero Krumm no respondió la pregunta del sepulturero. Su mente se hallaba en una lejana choza, donde hace ya harto tiempo un joven realizó una promesa. Se le había presentado la oportunidad de cumplirla. ¿Era eso a lo que se refería el viejo cuando habló de “cambiar su destino”?
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Bor despertó en una mullida cama. Le costó algunos segundos recordar los recientes acontecimientos. Cuando lo hizo, se incorporó violentamente.
Se hallaba en una escueta habitación que consistía en una cama, un espejo y una pila de agua. A los pies de la cama se encontraba una hermosa mujer en ropa interior.
- Veo que se ha despertado – su voz era dulce y clara, casi reconfortante.
Bor dedicó unos segundos más a apreciar su belleza.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – preguntó algo aturdido.
La mujer rió.
- Tranquilo, vaquero. Está usted en Roca de Hierro. Parece ser que viene desde muy lejos, una de las chicas le encontró vagando por el desierto.
- ¿Una de las chicas?
- Se encuentra usted en un burdel, amigo. ¿Cómo se llama, por cierto?
- Bor, señorita…me llamo Bor. Oiga, ¿usted y yo hemos...? ya sabe.
La mujer volvió a reír, esta vez más estrepitosamente.
- No hago nada gratis, dulzura. Además, no es usted precisamente mi tipo. Muy paliducho para mi gusto.
- ¡Vaya! ¿Es así como trata a todo el mundo que viene aquí? – preguntó Bor con sorna.
- Solo a los que están sin blanca. – contestó la chica a la vez que le lanzaba su collar con el grabado del árbol – He intentado vender eso como pago por el tiempo que he gastado cuidando de usted, pero parece ser que no vale nada. La historia de mi vida…
Bor se quedó unos segundos acariciando el grabado del collar.
- Suerte que no lo ha vendido. Me es muy preciado…
La mujer y Bor se miraron durante unos instantes.
- Bueno, creo que es hora de que se vaya, ¡mi tiempo es oro! Y nunca mejor dicho – murmuró la chica entre dientes.
Bor se levantó, se colgó el collar y abrió la puerta para marcharse, pero se volvió un momento.
- No me ha dicho su nombre, señorita.
- Oasis, dulzura. Tu descanso al final del camino. No dudes en volver si consigues algo de oro
Bor se preguntó cuántos hombres habrían escuchado ya esa frase. Ya había salido del local cuando descubrió el papel en su bolsillo.
(Para ver lo que pone el papel tienes que leer el primer post de este tema, el extracto del diario de Jedediah Shatner)
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TRABAJOS DISPONIBLES EN ROCA DE HIERRO
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Dos personas no pueden elegir mismo trabajo. Al final de cada día tendréis que relatar como ha ido la jornada. En el caso de prostitua/gigolo, yo decidiré como ha ido el día
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Ir en busca de un fugitivo casi siempre acabará en pelea, así que valorad los riesgos. Para acceder a este trabajo debéis hablar con el Pacificador, él os proporcionará un equipo básico que después le tendréis que devolver. Este trabajo podéis realizarlo varios si queréis, simplemene iréis en grupo a por el fugitivo. Os dejo a vosotros el reparto del botín ¡NO OS OLVIDEIS DE TRAER UNA PRUEBA DE SU MUERTE!
Otra cosa, si queréis comprar armas en la herrería, enviadme un MP con el arma que queréis comprar (mirad la tabla de armas en el post de información general) y la transacción la haremos por privado. Pronto postearé los artículos generales que se venderán en la tienda para que tengáis más productos entre los que elegir. Pero las armas y armaduras solo se adquieren en la herrería.
¡¡¡¡A POSTEAR COMO LOCOS!!!!
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
El camino a Roca de Hierro se me hizo corto y al llegar noté como si nadie se hubiese percatado de mi presencia.
Supuse en ese momento que sería normal ver viajeros en este pueblo.
Di un pequeño paseo por el pueblo observando atentamente cualquier cosa fuera de lo normal pero no, Roca de Hierro era un refugio del desierto sin mas.
En mi pequeño paseo divisé un cartel con trabajos disponibles en el pueblo (vaya, ofertas de trabajo, seguro que aquí no hay paro).
Según fui mirando las ofertas había trabajos mas acomodados que otros aunque la finalidad de todos era la misma, conseguir oro.
Me pareció tentador el puesto de ayudante del herrero ya que siempre quise manejar una forja y golpear el hierro contra un yunque.
Si conseguía el trabajo obtendría oro a cambio y eso siempre ayuda cuando la economía se basa en el oro.
Me dirigí sin demora a la herrería y pregunté por el puesto vacante, expliqué mis habilidades (algo de relleno dije seguro) con algo de maña y finalmente el herrero me concedió el puesto. Me dijo que empezaría mañana mismo al amanecer.
El único problema que me deparaba ahora el destino era conseguir comida y un sitio para dormir cosa que me iba a resultar complicado sin tener oro.
Concentrándome logré recordar que cerca de los establos siempre dejaban unos montones de paja, con suerte podría dormir encima de ellos si no hace mucho frío, pero me temí que debería pasar la noche sin llevarme nada a la boca.
Tal vez el herrero me podría ceder algo mañana antes de empezar con el trabajo.
Nada mas sucedió aquel día hasta el atardecer cuando pensé que ya era hora de ir al establo a intentar descansar algo.
Allí había algunos hombres ya entrados en años que no tuvieron inconveniente en que me acurrucara en un fajo de trigo que había esturreado en el suelo cual charco de agua en una tarde lluviosa.
Ya acomodado ( lo mas cómodo que pude estar) pensé en el peligro que podía correr si alguien de mi pueblo (y me refería a Godfrey) hubiera demandado mi vuelta de inmediato y el desafío que supondría tener que esquivar a sus matones.
-Esos inútiles son incapaces de encontrarme, seguro que ni barajan la posibilidad de que me encuentre en este pueblo. Pensé.
Y así acabé cerrando los ojos esperando el día de mañana.
Supuse en ese momento que sería normal ver viajeros en este pueblo.
Di un pequeño paseo por el pueblo observando atentamente cualquier cosa fuera de lo normal pero no, Roca de Hierro era un refugio del desierto sin mas.
En mi pequeño paseo divisé un cartel con trabajos disponibles en el pueblo (vaya, ofertas de trabajo, seguro que aquí no hay paro).
Según fui mirando las ofertas había trabajos mas acomodados que otros aunque la finalidad de todos era la misma, conseguir oro.
Me pareció tentador el puesto de ayudante del herrero ya que siempre quise manejar una forja y golpear el hierro contra un yunque.
Si conseguía el trabajo obtendría oro a cambio y eso siempre ayuda cuando la economía se basa en el oro.
Me dirigí sin demora a la herrería y pregunté por el puesto vacante, expliqué mis habilidades (algo de relleno dije seguro) con algo de maña y finalmente el herrero me concedió el puesto. Me dijo que empezaría mañana mismo al amanecer.
El único problema que me deparaba ahora el destino era conseguir comida y un sitio para dormir cosa que me iba a resultar complicado sin tener oro.
Concentrándome logré recordar que cerca de los establos siempre dejaban unos montones de paja, con suerte podría dormir encima de ellos si no hace mucho frío, pero me temí que debería pasar la noche sin llevarme nada a la boca.
Tal vez el herrero me podría ceder algo mañana antes de empezar con el trabajo.
Nada mas sucedió aquel día hasta el atardecer cuando pensé que ya era hora de ir al establo a intentar descansar algo.
Allí había algunos hombres ya entrados en años que no tuvieron inconveniente en que me acurrucara en un fajo de trigo que había esturreado en el suelo cual charco de agua en una tarde lluviosa.
Ya acomodado ( lo mas cómodo que pude estar) pensé en el peligro que podía correr si alguien de mi pueblo (y me refería a Godfrey) hubiera demandado mi vuelta de inmediato y el desafío que supondría tener que esquivar a sus matones.
-Esos inútiles son incapaces de encontrarme, seguro que ni barajan la posibilidad de que me encuentre en este pueblo. Pensé.
Y así acabé cerrando los ojos esperando el día de mañana.
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
- Con que ésto es Tzion.-Me dije a mi mismo en voz baja mientras miraba hacia el cielo azul que reposaba encima mio.
- ¿Entiendes tú lo que dice? - Preguntó uno de los viejos a otro.
- Ni la menor idea, pero parece que esos gruñidos raros es su lenguaje natal, eso o debajo de ese pasamontañas suyo no hay nadie en casa. - Le respondió el anciano en risitas.
- ¡Déjenme en paz! - Grité dándome vuelta hacia ambos utilizando el lenguaje común.
Los ancianos retrocedieron y en unos segundos me habían dejado sólo, me quité mi pasamontañas húmedo por el agua del abrevadero.Me agaché y empecé a tomar agua de a grandes sorbos, dulce néctar de los Dioses.Me reincorporé y revisé mis cosas, Carmesí estaba en su lugar, pero también tenía algo más conmigo mismo, una nota.Arrojé un escupitajo al suelo antes de volverme a poner mi pasamontañas y me dispuse a leerla.Pasados unos minutos de leer varias veces la nota y de reflexionar llegué a la conclusión de algunas cosas.
Número uno, Roca de Hierro sería atacada por un grupo de psicópatas denominados Vástagos.
Número dos, Tzion estaba dominada por varios grupos, los Vástagos, la Justicia de Tzion, los Recolectores y los Seguidores de Mut.Algunos más buenos y otros más malos, aunque debo admitir que esos denominados "Vástagos" tienen toda mi atención.
Y por último pero no menos importante a cambio de Roca de Hierro que es "libre", hay otros pueblos que han sido sometidos por estos cuatro grupos, lo que significa muchas cosas, pero entre ellas una de esas es tener mucho cuidado con lo que digo y lo que hago si llego a salir de este pueblucho.
Ahora lo que me pregunto yo es si aquellos matones que me han perseguido desde hace poco (mercenarios contratados por pueblitos enemigos de mi pueblo natal) llegarán hasta aquí a darme caza.Como sea, si vienen les estaré esperando, mis prioridades ahora son conseguir el pan de cada día, y un lugar dónde dormir.
Salgo de los establos gruñendo a los ancianos que me miraban de reojo a pocos metros y en unos segundos me encuentro en el camino de cualquier pueblo, lleno de gente, mercaderes, y aventureros.Niños corriendo por aquí, mercaderes ambulantes vendiendo artesanías, armas, comida y demás.
Mientras caminaba me pareció haber visto a unos sujetos con pinta de mercenarios mostrando a la gente varios gráficos con rostros de personas para ver si reconocían a alguno.
Esté o no yo ahí no se me ocurrió hacer otra cosa más que correr..Seguí corriendo hasta llegar a lo que parecía una especie de pequeña casa para cuidar a los heridos y enfermos, o al menos eso parecía.Volví a pensar que necesitaba algo de comer y un lugar para dormir, pero a menos de que robase o consiguiera algún trabajo no conseguiría satisfacer esas dos necesidades, un mapa, eso necesitaba.
Miré alrededor mio, la calle no estaba muy transitada, sentada bajo la sombra de un pequeño techo yacía una extranjera, lo deduje por las grandes y pesadas mochilas que llevaba a su izquierda además por que estaba viendo lo que parecía una especie de mapa.Al acercarme hacia ella le pregunté si me dejaba ver su mapa, ella al alzar la mirada se quedó un poco sorprendida, así que decidí quitarme el pasamontañas.Accedió a prestarme su mapa, lo miré detenidamente y luego de unos segundos pude entender que estaba frente a la casa del medico, o al menos eso decía el mapa.Traté de memorizarlo como pude, la oficina del pacificador, los establos, la herrería, el burdel, la tienda, el bar y la mina.
- Gracias - Le dije devolviendolé el mapa - ¿Conoces alguna forma de hacer dinero por aquí? - Pregunté con esperanzas de conseguir más ayuda.
- Pues mira lo que dice la pared a mi derecha. - Respondió ella.
Me acerqué a la derecha y sobre la pared estaba clavado con un clavo un papel de recompensas, al parecer buscan a un tal Jackie Boy por robar una dependencia.Treinta piezas de oro...muerto.Debería ir a hablar con el pacificador al respecto.
Mientras analizaba la situación y volvía a colocarme mi pasamontañas, de la casa del médico salía una chica algo malherida, creo que de adentro de la casa alguien había gritado "¡no te olvides de traerme pronto la pieza de oro!".Podría sacar provecho de esta situación...
- ¿Entiendes tú lo que dice? - Preguntó uno de los viejos a otro.
- Ni la menor idea, pero parece que esos gruñidos raros es su lenguaje natal, eso o debajo de ese pasamontañas suyo no hay nadie en casa. - Le respondió el anciano en risitas.
- ¡Déjenme en paz! - Grité dándome vuelta hacia ambos utilizando el lenguaje común.
Los ancianos retrocedieron y en unos segundos me habían dejado sólo, me quité mi pasamontañas húmedo por el agua del abrevadero.Me agaché y empecé a tomar agua de a grandes sorbos, dulce néctar de los Dioses.Me reincorporé y revisé mis cosas, Carmesí estaba en su lugar, pero también tenía algo más conmigo mismo, una nota.Arrojé un escupitajo al suelo antes de volverme a poner mi pasamontañas y me dispuse a leerla.Pasados unos minutos de leer varias veces la nota y de reflexionar llegué a la conclusión de algunas cosas.
Número uno, Roca de Hierro sería atacada por un grupo de psicópatas denominados Vástagos.
Número dos, Tzion estaba dominada por varios grupos, los Vástagos, la Justicia de Tzion, los Recolectores y los Seguidores de Mut.Algunos más buenos y otros más malos, aunque debo admitir que esos denominados "Vástagos" tienen toda mi atención.
Y por último pero no menos importante a cambio de Roca de Hierro que es "libre", hay otros pueblos que han sido sometidos por estos cuatro grupos, lo que significa muchas cosas, pero entre ellas una de esas es tener mucho cuidado con lo que digo y lo que hago si llego a salir de este pueblucho.
Ahora lo que me pregunto yo es si aquellos matones que me han perseguido desde hace poco (mercenarios contratados por pueblitos enemigos de mi pueblo natal) llegarán hasta aquí a darme caza.Como sea, si vienen les estaré esperando, mis prioridades ahora son conseguir el pan de cada día, y un lugar dónde dormir.
Salgo de los establos gruñendo a los ancianos que me miraban de reojo a pocos metros y en unos segundos me encuentro en el camino de cualquier pueblo, lleno de gente, mercaderes, y aventureros.Niños corriendo por aquí, mercaderes ambulantes vendiendo artesanías, armas, comida y demás.
Mientras caminaba me pareció haber visto a unos sujetos con pinta de mercenarios mostrando a la gente varios gráficos con rostros de personas para ver si reconocían a alguno.
Esté o no yo ahí no se me ocurrió hacer otra cosa más que correr..Seguí corriendo hasta llegar a lo que parecía una especie de pequeña casa para cuidar a los heridos y enfermos, o al menos eso parecía.Volví a pensar que necesitaba algo de comer y un lugar para dormir, pero a menos de que robase o consiguiera algún trabajo no conseguiría satisfacer esas dos necesidades, un mapa, eso necesitaba.
Miré alrededor mio, la calle no estaba muy transitada, sentada bajo la sombra de un pequeño techo yacía una extranjera, lo deduje por las grandes y pesadas mochilas que llevaba a su izquierda además por que estaba viendo lo que parecía una especie de mapa.Al acercarme hacia ella le pregunté si me dejaba ver su mapa, ella al alzar la mirada se quedó un poco sorprendida, así que decidí quitarme el pasamontañas.Accedió a prestarme su mapa, lo miré detenidamente y luego de unos segundos pude entender que estaba frente a la casa del medico, o al menos eso decía el mapa.Traté de memorizarlo como pude, la oficina del pacificador, los establos, la herrería, el burdel, la tienda, el bar y la mina.
- Gracias - Le dije devolviendolé el mapa - ¿Conoces alguna forma de hacer dinero por aquí? - Pregunté con esperanzas de conseguir más ayuda.
- Pues mira lo que dice la pared a mi derecha. - Respondió ella.
Me acerqué a la derecha y sobre la pared estaba clavado con un clavo un papel de recompensas, al parecer buscan a un tal Jackie Boy por robar una dependencia.Treinta piezas de oro...muerto.Debería ir a hablar con el pacificador al respecto.
Mientras analizaba la situación y volvía a colocarme mi pasamontañas, de la casa del médico salía una chica algo malherida, creo que de adentro de la casa alguien había gritado "¡no te olvides de traerme pronto la pieza de oro!".Podría sacar provecho de esta situación...
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Cerré la puerta tras de mi, no tenia nada para salir adelante en esta ciudad, tendría que buscarme la vida, metí mi mano en los bolsillos y note un papel arrugado que antes no tenia, lo saque y leí detenidamente. No sabia quien era ese tal Jedediah Shatner, pero la prostituta que comentaba en sus escritos era la chica que hacia un momento me había dado la "bienvenida", Oasis. En ese momento tenia tantas preguntas en la cabeza... pero la más importantes era si conocía a aquel anciano que conocí en el desierto...
Rápidamente volví a entrar en el edificio para hablar con Oasis, pude ver a varios hombres disfrutando de las vistas de varias chicas mientras tomaban una copa y al lado de lo que parecía la barra una señora mayor que parecía la dueña del lugar.
Era una señora de avanzada edad con grandes arrugas en su rostro y un cigarrillo en la boca, la verdad que desentonaba mucho al lado de las demás chicas, muchísimo mas jóvenes.
- Disculpe señora. - le dije.
- Señorita si no te importa, cariño. - me respondió.
- Me gustaría hablar con Oasis.
- Ah! tu eres ese paliducho que ha estado cuidando, pues que sepas que asta que no traigas monedas para pagarme no le vas a ver ni un pelo. - me contesto tajante.
- ¿Y como puedo conseguir dinero si no tengo nada encima?.
- Bueno, siempre puedes buscarte un trabajo, justo al final de la calle hay un cartel con los trabajos disponibles, aunque, siempre puedes trabajar para mi cariño, hay mucha gente que pagaría mucho por tu compañía, un tipo tan blanquito como tu no hay muchos por aquí...
- Muchas gracias, pero creo que buscare algo mas acorde conmigo.
- Como quieras, pero ya sabes que si quieres ver a Oasis tendrás que traerme monedas, y ahora vete si no vas a consumir nada.
Salí del edificio y respire el aire fresco, la verdad que dentro de ese burdel olía mucho a tabaco. Mientras avanzaba sobre Roca de Hierro pude contemplar que había mucho viajero, mucha gente que estaba de paso, cargados con grandes mochilas. También pensé que tendría que estar lejos de mi pueblo, no recuerdo un sitio tan arenoso y desértico como este, así que por el momento no creo que tenga problemas con Caalo.
Llegué a lo que parecía el tablón de anuncios, me fije que habían dos carteles, uno de "SE BUSCA" que estaba ojeando un tipo alto con pasamontañas, y uno con los trabajos disponibles. La verdad que ahora mismo no tengo ganas de meterme en problemas, así que buscare un trabajo.
Leei el cartel detenidamente, por lo que se ve alguíen ya habia elegido uno de los trabajos ya que estaba bien tachado.
- Bueno, creo que me decantare por ser el aprendiz de medico, gracias a mi abuela tengo bastantes nociones de Alquimia y Herbolisteria, aunque nunca preste mucha atención..
Volví a mirar la nota, que adjuntaba el mapa del pueblo, y me acerque a la consulta del medico agarrando fuertemente mi placa... necesito dinero, necesito ese trabajo.
Rápidamente volví a entrar en el edificio para hablar con Oasis, pude ver a varios hombres disfrutando de las vistas de varias chicas mientras tomaban una copa y al lado de lo que parecía la barra una señora mayor que parecía la dueña del lugar.
Era una señora de avanzada edad con grandes arrugas en su rostro y un cigarrillo en la boca, la verdad que desentonaba mucho al lado de las demás chicas, muchísimo mas jóvenes.
- Disculpe señora. - le dije.
- Señorita si no te importa, cariño. - me respondió.
- Me gustaría hablar con Oasis.
- Ah! tu eres ese paliducho que ha estado cuidando, pues que sepas que asta que no traigas monedas para pagarme no le vas a ver ni un pelo. - me contesto tajante.
- ¿Y como puedo conseguir dinero si no tengo nada encima?.
- Bueno, siempre puedes buscarte un trabajo, justo al final de la calle hay un cartel con los trabajos disponibles, aunque, siempre puedes trabajar para mi cariño, hay mucha gente que pagaría mucho por tu compañía, un tipo tan blanquito como tu no hay muchos por aquí...
- Muchas gracias, pero creo que buscare algo mas acorde conmigo.
- Como quieras, pero ya sabes que si quieres ver a Oasis tendrás que traerme monedas, y ahora vete si no vas a consumir nada.
Salí del edificio y respire el aire fresco, la verdad que dentro de ese burdel olía mucho a tabaco. Mientras avanzaba sobre Roca de Hierro pude contemplar que había mucho viajero, mucha gente que estaba de paso, cargados con grandes mochilas. También pensé que tendría que estar lejos de mi pueblo, no recuerdo un sitio tan arenoso y desértico como este, así que por el momento no creo que tenga problemas con Caalo.
Llegué a lo que parecía el tablón de anuncios, me fije que habían dos carteles, uno de "SE BUSCA" que estaba ojeando un tipo alto con pasamontañas, y uno con los trabajos disponibles. La verdad que ahora mismo no tengo ganas de meterme en problemas, así que buscare un trabajo.
Leei el cartel detenidamente, por lo que se ve alguíen ya habia elegido uno de los trabajos ya que estaba bien tachado.
- Bueno, creo que me decantare por ser el aprendiz de medico, gracias a mi abuela tengo bastantes nociones de Alquimia y Herbolisteria, aunque nunca preste mucha atención..
Volví a mirar la nota, que adjuntaba el mapa del pueblo, y me acerque a la consulta del medico agarrando fuertemente mi placa... necesito dinero, necesito ese trabajo.
GioRock- Aprendiz de cazador
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Fecha de inscripción : 27/06/2011
Re: La Leyenda del Oeste
- ¡Señor! ¡Despierte señor!
Warwick despertó rápidamente, agarrando la mano del niño que le había despertado. No habría pasado ni una hora desde que cerró los ojos.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? – preguntó Warwick soltando la mano del niño.
El chico debía tener alrededor de doce años, aunque eso en Tzion es ser casi un hombre. Vestía lo que parecía ser un andrajoso saco de patatas y unas telas cosidas a modo de pantalón. El muchacho estaba famélico, y la expresión de sus ojos revelaban una locura propia de personas en edad ya muy avanzada.
- Me llamo Mierda de Rata, señor. ¡Necesito que me ayude, unos hombres están haciendo daño a mi mamá en ese callejón! – suplicó Mierda de Rata mientras señalaba con su pequeño dedo a un oscuro callejón.
Antes de que Warwick pudiese decidir qué hacer, Mierda de Rata ya estaba tironeando de él hacia el callejón.
No tengo armas, ¿y quién me asegura que sea solo un hombre? Dijo para sí mismo.
Finalmente llegaron a la boca del callejón y el chico siguió tirando de él hacia el interior. Al parecer, era un callejón sin salida. Cuando llegaron al final, el chico le soltó y se marchó corriendo.
Una trampa, me han tendido una jodida trampa. Y yo he sido tan tonto de caer. Pensó Warwick mientras buscaba cualquier cosa que le sirviera de arma entre las cajas que allí se amontonaban.
- Tranquilo, no le vamos a hacer daño, extranjero. – dijo un hombre surgiendo de entre las sombras. Vestía totalmente de negro, e incluso llevaba una capucha que impedía verle el rostro. – Yo ordené a Mierda de Rata que le trajese aquí. Quiero hacerle una proposición.
- Escuche a Número 1 atentamente, extranjero. Tal vez le interese – dijo otro hombre surgido de la oscuridad. Su atuendo era el mismo que el del llamado “Número 1”.
- Hay un hombre durmiendo en la taberna. Su nombre es irrelevante. Quiero que lo mate mientras duerme. Yo le daré una daga para hacerlo, pero al finalizar el trabajo me la deberá entregar sin limpiar la sangre del muerto. ¿Me ha oído, extranjero? Sin limpiar la sangre del muerto. A cambio le entregaremos diez piezas de oro. ¿Fácil, eh? Si lo hace bien, le encargaremos más trabajos y la recompensa aumentará.
- ¿Por qué yo?
- Porque nadie le conoce, extranjero. El objetivo se encuentra en la habitación número 4.Cuando acabe con él, abra la ventana de la habitación y salte sobre el pajar que hay debajo. Luego se reunirá aquí con Mierda de Rata y él le entregara la recompensa, pero solo cuando usted le devuelva la daga. Suerte, extranjero.
Y tal como aparecieron, se esfumaron. Warwick caminó un par de pasos y vio el reflejo de un objeto brillante. En el lugar en el que había estado Número 1, se encontraba una pequeña daga, pero que debía valer una fortuna. Estaba adornado con diamantes y otras piedras preciosas que Warwick no lograba reconocer.
Podía dejar la daga donde estaba y seguir su camino o aumentar su fortuna a cambio de la vida de un desconocido. ¿Qué debería hacer?
(Si decides cargarte al hombre, no tendrás que realizar ninguna tirada, ya que él estará dormido y será un ataque sorpresa: muerte directa)
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Por el momento, Oleg decidió dejar el asunto de la chica de lado y se dirigió a la oficina del Pacificador. Al final del camino que llevaba a la oficina pudo divisar el Cadalso. Colgado en una cruz, se encontraba un hombre en apariencia muerto.
¿Será aquel al que llaman Pulga? Se preguntó para sus adentros.
No le dio mayor importancia y se adentró en la oficina. Era un lugar mugriento, y olía como una destilería. La habitación la formaban un escritorio, un armario, unos asientos y una celda en la que se encontraba un hombre durmiendo.
Había un hombre sentado tras el escritorio, tenía los pies sobre la mesa y parecía dormir. Vestía un chaleco y un pantalón gris, aparentemente de buena calidad. Bajo el chaleco llevaba una camisa que antaño habría sido celeste, pero se había decolorado bastante. Debía tener unos sesenta años, pero todavía había fuerza en esos huesos, de eso no cabía duda. El rostro lo tenía oculto por un sombrero.
- ¡Oiga, despierte! – gritó Oleg colocándose frente al escritorio.
El hombre despertó sobresaltado y se cayó de la silla. Entre toses y quejidos, tardó un par de minutos en levantarse.
- ¡Maldita sea! ¡Nunca interrumpas el sueño de un hombre! ¿Quién eres y que quieres? – preguntó el Pacificador. Acto seguido rebuscó entre sus cajones una botella de whisky y vació de un trago lo poco que quedaba.
- Me llamo Oleg. Vengo por lo Jackie Boy.
El Pacificador examinó de arriba a abajo a Oleg durante algunos segundos. Luego soltó un suspiro y se volvió a sentar en la silla, poniendo los pies sobre el escritorio.
- ¿Estás seguro, chaval? Jackie no se anda con chiquitas. Dos hombres fueron en su busca y ninguno ha regresado. Hagamos una cosa: uno de mis ayudantes pronto volverá al pueblo con la localización en la que se encuentra ese bastardo. Si entonces sigues interesado en ir a por él, yo te daré un caballo y algo de equipo. Pero si logras volver me lo tendrás que devolver inmediatamente, ¿entendido?
- Sí, pero no cometa el error de subestimarme. Si voy, tenga por seguro que traeré la cabeza de Jackie Boy y la podrá colgar en la pared si así lo desea. – dijo Oleg un tanto molesto.
Se dirigió a la puerta pero antes de irse, el Pacificador le llamó.
- Si fuese tú, organizaría un grupo para ir tras el fugitivo, es como se suele hacer aquí. Aunque puedes ir solo y quedarte toda la recompensa, tú eliges.
Oleg asintió y salió de la oficina del Pacificador.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bor llegó a la casa del médico a tiempo para ver a una chica salir de su interior, la miró un momento al pasar y se quedó de pie en el umbral de la puerta.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? – llamó Bor adentrándose en la vivienda.
De repente, un hombre salió de debajo de la cama. Parecía ser el médico.
- ¡Ah, no eres Groak! Menos mal, si supiese que aún no tengo el dinero para pagarle no sé lo que me haría… - al decir esto el médico se quedó unos segundos mirando al infinito, extraviado en sus pensamientos – Bueno, ¿Qué quieres? ¿Se te ha roto algo? ¿O quieres que haga algo con el tono de tu piel? Si es así me temo que no puedo hacer nada.
- No, en realidad vine por el trabajo de ayudante. – explicó Bor mientras se paseaba por la estancia, observando los extraños objetos que el médico había repartido por la sala.
- ¿Has trabajado alguna vez en el campo de la medicina?
Bor negó con la cabeza.
- ¡Excelente! Así no podrás criticar mis métodos, hay gente que me llama “El Carnicero”, ¿sabes? ¡Pero ellos no entienden que la mejor solución es siempre la amputación! Me llamo Flint, por cierto. Cobrarás cuatro piezas de oro al día.
- Querrá decir seis.
Flint sonrió con astucia.
- Me gustas, pareces despierto. La mayoría de los ignorantes pueblerinos que deambulan por estas calles tienen el cerebro lleno de serrín. Pero seguro que puedo meter algo de sabiduría en esa blanca cabeza tuya. Bien, basta de cháchara. Lo primero que tienes que hacer es
acompañarme a la casa de la señora Klem, hay que curarle una pierna rota.
Así pues, Bor cargó con el maletín del médico y juntos se encaminaron a la casa de la señora Klem. Cuando llegaron, les abrió la puerta su hijo y les condujo hasta la habitación de su madre. Postrada en la cama se encontraba la señora Klem. Al parecer se había roto la pierna por varios sitios al caerse del caballo.
- Venga, Bor, demuéstrame lo que vales intentando curar a la señora Klem. Si lo haces bien, te daré dos piezas de oro.
Bor no sabía mucho de medicina, pero podía valerse de su ingenio para salir airoso de la situación. Cogió lo necesario del maletín y se puso a trabajar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(Has superado la dificultad en 3 de los 4 dados, así que consigues 3 éxitos. Es decir, lo haces jodidamente bien.)
Tras unos intensos minutos, Bor consigue curar las pequeñas heridas de la pierna y la entablilla con delicadeza, sin que la señora Klemm sintiera apenas dolor. Un trabajo impecable.
- Muy bien, joven. Parece que en tu interior hay más de lo que se ve a simple vista. – dijo Flint guiñándole el ojo y lanzándole dos piezas de oro.
Después de eso, los dos volvieron a la casa de Flint a continuar con la jornada laboral.
(Esas 2 piezas de oro no tienen nada que ver con tu sueldo, son un plus. Mañana conseguirás las 6 correspondientes por la jornada laboral y tendrás 8 Para el resto de tu trabajo no habrá que tirar ningún dado, salvo en casos puntuales que yo decidiré. Con los demás será lo mismo)
Warwick despertó rápidamente, agarrando la mano del niño que le había despertado. No habría pasado ni una hora desde que cerró los ojos.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? – preguntó Warwick soltando la mano del niño.
El chico debía tener alrededor de doce años, aunque eso en Tzion es ser casi un hombre. Vestía lo que parecía ser un andrajoso saco de patatas y unas telas cosidas a modo de pantalón. El muchacho estaba famélico, y la expresión de sus ojos revelaban una locura propia de personas en edad ya muy avanzada.
- Me llamo Mierda de Rata, señor. ¡Necesito que me ayude, unos hombres están haciendo daño a mi mamá en ese callejón! – suplicó Mierda de Rata mientras señalaba con su pequeño dedo a un oscuro callejón.
Antes de que Warwick pudiese decidir qué hacer, Mierda de Rata ya estaba tironeando de él hacia el callejón.
No tengo armas, ¿y quién me asegura que sea solo un hombre? Dijo para sí mismo.
Finalmente llegaron a la boca del callejón y el chico siguió tirando de él hacia el interior. Al parecer, era un callejón sin salida. Cuando llegaron al final, el chico le soltó y se marchó corriendo.
Una trampa, me han tendido una jodida trampa. Y yo he sido tan tonto de caer. Pensó Warwick mientras buscaba cualquier cosa que le sirviera de arma entre las cajas que allí se amontonaban.
- Tranquilo, no le vamos a hacer daño, extranjero. – dijo un hombre surgiendo de entre las sombras. Vestía totalmente de negro, e incluso llevaba una capucha que impedía verle el rostro. – Yo ordené a Mierda de Rata que le trajese aquí. Quiero hacerle una proposición.
- Escuche a Número 1 atentamente, extranjero. Tal vez le interese – dijo otro hombre surgido de la oscuridad. Su atuendo era el mismo que el del llamado “Número 1”.
- Hay un hombre durmiendo en la taberna. Su nombre es irrelevante. Quiero que lo mate mientras duerme. Yo le daré una daga para hacerlo, pero al finalizar el trabajo me la deberá entregar sin limpiar la sangre del muerto. ¿Me ha oído, extranjero? Sin limpiar la sangre del muerto. A cambio le entregaremos diez piezas de oro. ¿Fácil, eh? Si lo hace bien, le encargaremos más trabajos y la recompensa aumentará.
- ¿Por qué yo?
- Porque nadie le conoce, extranjero. El objetivo se encuentra en la habitación número 4.Cuando acabe con él, abra la ventana de la habitación y salte sobre el pajar que hay debajo. Luego se reunirá aquí con Mierda de Rata y él le entregara la recompensa, pero solo cuando usted le devuelva la daga. Suerte, extranjero.
Y tal como aparecieron, se esfumaron. Warwick caminó un par de pasos y vio el reflejo de un objeto brillante. En el lugar en el que había estado Número 1, se encontraba una pequeña daga, pero que debía valer una fortuna. Estaba adornado con diamantes y otras piedras preciosas que Warwick no lograba reconocer.
Podía dejar la daga donde estaba y seguir su camino o aumentar su fortuna a cambio de la vida de un desconocido. ¿Qué debería hacer?
(Si decides cargarte al hombre, no tendrás que realizar ninguna tirada, ya que él estará dormido y será un ataque sorpresa: muerte directa)
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Por el momento, Oleg decidió dejar el asunto de la chica de lado y se dirigió a la oficina del Pacificador. Al final del camino que llevaba a la oficina pudo divisar el Cadalso. Colgado en una cruz, se encontraba un hombre en apariencia muerto.
¿Será aquel al que llaman Pulga? Se preguntó para sus adentros.
No le dio mayor importancia y se adentró en la oficina. Era un lugar mugriento, y olía como una destilería. La habitación la formaban un escritorio, un armario, unos asientos y una celda en la que se encontraba un hombre durmiendo.
Había un hombre sentado tras el escritorio, tenía los pies sobre la mesa y parecía dormir. Vestía un chaleco y un pantalón gris, aparentemente de buena calidad. Bajo el chaleco llevaba una camisa que antaño habría sido celeste, pero se había decolorado bastante. Debía tener unos sesenta años, pero todavía había fuerza en esos huesos, de eso no cabía duda. El rostro lo tenía oculto por un sombrero.
- ¡Oiga, despierte! – gritó Oleg colocándose frente al escritorio.
El hombre despertó sobresaltado y se cayó de la silla. Entre toses y quejidos, tardó un par de minutos en levantarse.
- ¡Maldita sea! ¡Nunca interrumpas el sueño de un hombre! ¿Quién eres y que quieres? – preguntó el Pacificador. Acto seguido rebuscó entre sus cajones una botella de whisky y vació de un trago lo poco que quedaba.
- Me llamo Oleg. Vengo por lo Jackie Boy.
El Pacificador examinó de arriba a abajo a Oleg durante algunos segundos. Luego soltó un suspiro y se volvió a sentar en la silla, poniendo los pies sobre el escritorio.
- ¿Estás seguro, chaval? Jackie no se anda con chiquitas. Dos hombres fueron en su busca y ninguno ha regresado. Hagamos una cosa: uno de mis ayudantes pronto volverá al pueblo con la localización en la que se encuentra ese bastardo. Si entonces sigues interesado en ir a por él, yo te daré un caballo y algo de equipo. Pero si logras volver me lo tendrás que devolver inmediatamente, ¿entendido?
- Sí, pero no cometa el error de subestimarme. Si voy, tenga por seguro que traeré la cabeza de Jackie Boy y la podrá colgar en la pared si así lo desea. – dijo Oleg un tanto molesto.
Se dirigió a la puerta pero antes de irse, el Pacificador le llamó.
- Si fuese tú, organizaría un grupo para ir tras el fugitivo, es como se suele hacer aquí. Aunque puedes ir solo y quedarte toda la recompensa, tú eliges.
Oleg asintió y salió de la oficina del Pacificador.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bor llegó a la casa del médico a tiempo para ver a una chica salir de su interior, la miró un momento al pasar y se quedó de pie en el umbral de la puerta.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? – llamó Bor adentrándose en la vivienda.
De repente, un hombre salió de debajo de la cama. Parecía ser el médico.
- ¡Ah, no eres Groak! Menos mal, si supiese que aún no tengo el dinero para pagarle no sé lo que me haría… - al decir esto el médico se quedó unos segundos mirando al infinito, extraviado en sus pensamientos – Bueno, ¿Qué quieres? ¿Se te ha roto algo? ¿O quieres que haga algo con el tono de tu piel? Si es así me temo que no puedo hacer nada.
- No, en realidad vine por el trabajo de ayudante. – explicó Bor mientras se paseaba por la estancia, observando los extraños objetos que el médico había repartido por la sala.
- ¿Has trabajado alguna vez en el campo de la medicina?
Bor negó con la cabeza.
- ¡Excelente! Así no podrás criticar mis métodos, hay gente que me llama “El Carnicero”, ¿sabes? ¡Pero ellos no entienden que la mejor solución es siempre la amputación! Me llamo Flint, por cierto. Cobrarás cuatro piezas de oro al día.
- Querrá decir seis.
Flint sonrió con astucia.
- Me gustas, pareces despierto. La mayoría de los ignorantes pueblerinos que deambulan por estas calles tienen el cerebro lleno de serrín. Pero seguro que puedo meter algo de sabiduría en esa blanca cabeza tuya. Bien, basta de cháchara. Lo primero que tienes que hacer es
acompañarme a la casa de la señora Klem, hay que curarle una pierna rota.
Así pues, Bor cargó con el maletín del médico y juntos se encaminaron a la casa de la señora Klem. Cuando llegaron, les abrió la puerta su hijo y les condujo hasta la habitación de su madre. Postrada en la cama se encontraba la señora Klem. Al parecer se había roto la pierna por varios sitios al caerse del caballo.
- Venga, Bor, demuéstrame lo que vales intentando curar a la señora Klem. Si lo haces bien, te daré dos piezas de oro.
Bor no sabía mucho de medicina, pero podía valerse de su ingenio para salir airoso de la situación. Cogió lo necesario del maletín y se puso a trabajar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(Has superado la dificultad en 3 de los 4 dados, así que consigues 3 éxitos. Es decir, lo haces jodidamente bien.)
Tras unos intensos minutos, Bor consigue curar las pequeñas heridas de la pierna y la entablilla con delicadeza, sin que la señora Klemm sintiera apenas dolor. Un trabajo impecable.
- Muy bien, joven. Parece que en tu interior hay más de lo que se ve a simple vista. – dijo Flint guiñándole el ojo y lanzándole dos piezas de oro.
Después de eso, los dos volvieron a la casa de Flint a continuar con la jornada laboral.
(Esas 2 piezas de oro no tienen nada que ver con tu sueldo, son un plus. Mañana conseguirás las 6 correspondientes por la jornada laboral y tendrás 8 Para el resto de tu trabajo no habrá que tirar ningún dado, salvo en casos puntuales que yo decidiré. Con los demás será lo mismo)
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Al acabar la cura de la señora Klem, fui junto a Flint "el carnicero" como le llamaban de vuelta a su consulta y encima con dos monedas en el bolsillo. Antes de llegar a la consulta Flint se detuvo y se dirigió a mi con cara seria:
- Bor, tengo problemas.
- ¿Que tipo de problemas?.
- El problema se llama Groak, le debo dinero, ¿podrías acercarte tu solo a la consulta para ver si hay alguien esperando?.
- Si, ¿pero quien es Groak?.
- Ya te lo explicare más adelante, anda ve...
Me acerque lentamente a la consulta y abrí la puerta. Por lo que parecía estaba todo en orden no había nada ni nadie de quien preocuparse. Volví junto a Flint para indicarle que podría volver sin problemas.
Ya en la consulta le pregunte donde podría hospedarme ya que no tenia donde ir ni que comer y estaba oscureciendo. Me comento de una taberna donde podría comer algo y dormir en una cama caliente. Cuando le volví a sacar el tema de Groak me dijo evadiendo la conversación que ya hablaríamos mañana que el horario de consulta ya había acabado y que me esperaba mañana a primera hora con la paga del día de hoy y con mucha más faena.
Así que salí de la consulta, con mis dos monedas dirección a la taberna y de camino pasaría por el burdel para preguntarle a la Madame si con alguna de esas monedas podría hablar con Oasis.
Llegue al burdel, nada mas entrar me abordo la Madame con cara deseosa:
- Vuelves, eh cariño, ¿te as pensado mejor lo de mi oferta de trabajo?
- No señorita, - ya que señora me quedo claro en mi antigua visita que no era - quiero saber si con una moneda de oro podría ver a Oasis, solo para hablar...
- Huy cariño, con eso no tienes ni para decir un hola a una de mis niñas, la tarifa es de 6 monedas, pero claro estamos hablando de Oasis, su tarifa es de 10 monedas, ya que mi niña más bella y de pechos mas turgentes del lugar.
Mi gozo en un pozo, me despedí de la Madame y salí del edificio camino a la posada viendo que la noche ya estaba muy cerrada. El pueblo había cambiado por completo, no había ni un alma, toda la gente que había hacia unas horas por las calles, ahora era como si se las hubiera tragado la tierra...
Antes de llegar a la puerta de la posada vi una figura en la lejanía, al principio me costo reconocer si era un hombre o una mujer, lo único cierto es que estaba haciendo señas con su mano, mire a un lado y a otro para comprobar si era mi, no había nadie más en la calle. Me acerque lentamente pero con el paso firme... cuando estaba a unos escasos metros me di cuenta de quien era, era la chica que esta tarde había salido de la consulta del medico a toda prisa, parecía que estaba sola y desarmada, así que decidí acercarme...
- Bor, tengo problemas.
- ¿Que tipo de problemas?.
- El problema se llama Groak, le debo dinero, ¿podrías acercarte tu solo a la consulta para ver si hay alguien esperando?.
- Si, ¿pero quien es Groak?.
- Ya te lo explicare más adelante, anda ve...
Me acerque lentamente a la consulta y abrí la puerta. Por lo que parecía estaba todo en orden no había nada ni nadie de quien preocuparse. Volví junto a Flint para indicarle que podría volver sin problemas.
Ya en la consulta le pregunte donde podría hospedarme ya que no tenia donde ir ni que comer y estaba oscureciendo. Me comento de una taberna donde podría comer algo y dormir en una cama caliente. Cuando le volví a sacar el tema de Groak me dijo evadiendo la conversación que ya hablaríamos mañana que el horario de consulta ya había acabado y que me esperaba mañana a primera hora con la paga del día de hoy y con mucha más faena.
Así que salí de la consulta, con mis dos monedas dirección a la taberna y de camino pasaría por el burdel para preguntarle a la Madame si con alguna de esas monedas podría hablar con Oasis.
Llegue al burdel, nada mas entrar me abordo la Madame con cara deseosa:
- Vuelves, eh cariño, ¿te as pensado mejor lo de mi oferta de trabajo?
- No señorita, - ya que señora me quedo claro en mi antigua visita que no era - quiero saber si con una moneda de oro podría ver a Oasis, solo para hablar...
- Huy cariño, con eso no tienes ni para decir un hola a una de mis niñas, la tarifa es de 6 monedas, pero claro estamos hablando de Oasis, su tarifa es de 10 monedas, ya que mi niña más bella y de pechos mas turgentes del lugar.
Mi gozo en un pozo, me despedí de la Madame y salí del edificio camino a la posada viendo que la noche ya estaba muy cerrada. El pueblo había cambiado por completo, no había ni un alma, toda la gente que había hacia unas horas por las calles, ahora era como si se las hubiera tragado la tierra...
Antes de llegar a la puerta de la posada vi una figura en la lejanía, al principio me costo reconocer si era un hombre o una mujer, lo único cierto es que estaba haciendo señas con su mano, mire a un lado y a otro para comprobar si era mi, no había nadie más en la calle. Me acerque lentamente pero con el paso firme... cuando estaba a unos escasos metros me di cuenta de quien era, era la chica que esta tarde había salido de la consulta del medico a toda prisa, parecía que estaba sola y desarmada, así que decidí acercarme...
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
- Bah, regresaré mañana, ya verá y le traeré su maldita cabeza en cuanto venga su ayudante. - Murmuré mientras salía a la calle.
La noche reinaba en el pueblo, a través de los agujeros de las cabañas, puertas abiertas y ventanas se podían contemplar luces débiles de velas, chimeneas y fogatas.De las puertas abiertas, ventanas y chimeneas se desprendía un exquisito olor a comida, podía imaginármelo en mi mente, estofado, carne asada, etc.
Observando un poco mejor a mi alrededor pude notar que casi no había gente en las calles, exceptuando a algunos pocos. Miré hacia mi izquierda y frente al burdel estaba un sujeto siendo llamado por una chica. Viendolá un poco mejor pude darme cuenta de que era la misma muchacha que salía hoy de la casa del médico, ahora que recuerdo, ella le debe dinero, hmm...
- No, no es buena idea.- Me digo tapandomé los oídos.
- ¿Señor? - Pregunta alguien con voz femenina.
Miro alrededor y detrás mio observo a una chica de unos trece años.
- ¿Qué? - Pregunto con indiferencia.
- ¿Por qué tiene esa ropa tan extraña? Ese pasamontañas de calavera, esas botas militares, ese pañuelo que dice "Conmigo quien pueda", usted no es de por aquí. - Me pregunta acercandosé un poco más a mi, puedo ver que lleva una playera blanca bastante sucia que dice "I love Sex", una faldita y unas botas. Su rostro me da mucha pena, conserva inocencia pero ha sido golpeada varias veces por algún salvaje de por aquí.
- No, no soy de por aquí. - Digo ignorandolé dando varios pasos dejandolá atrás.
Se acerca a mi izquierda y me toma suavemente de la mano.Me doy cuenta de que le saco una cabeza y media.
- Vete a tu casa. - Le gruño mientras me quito su mano de encima.
- No tengo casa, mis padres murieron y vivo en aquél burdel - Me dice señalando el burdel en el cuál están la chica que le debe al médico y al otro sujeto - ¿No le gustaría pasar una noche conmigo? No tiene pinta de mala persona y además le podría hacer un descuento. - Dice con una voz dulce.
- Haha, ¿Que no tengo pinta de mala persona dices, que no ves mi machete y mi pasamontañas? No, no quiero pasar una noche contigo, ni siquiera tengo para comer algo esta noche, escucha. - Alzo mi dedo índice, me lo llevo al frente de mi pasamontañas haciendo señal de silencio y se puede escuchar como hace ruido mi estómago, la mocosa se ríe.
- Vete a dormir. - Le murmuro. Se despide y vuelve a entrar al burdel. Pensandoló mejor, debí haberle pedido que me trajera algo de comer, carajo.
Me da cosa mendigar, pero sólo es para pasar la noche. Camino hacia aquellos dos que al parecer el hombre ha ido al encuentro de la mujer.Bajo un poco la cabeza, al acercarme más veo que el sujeto tiene una piel rara...bueno, la mia es pálida mientras que la mayoría de por aquí la tienen... "¿tostadita?" bah. La chica sin lugar a dudas es la misma que la de hoy, no lo dudo.
- Lamento interrumpir - Les digo a ambos mientras me quito el pasamontañas para no lucir como un delincuente - ¿No tendrían algo de comida? Se los agradecería mucho - Tener buenos modales nunca fué lo mio, me da repugnancia ser así - Pero también les agradecería que si no tienen nada me dijeran un simple no y no sean ofensivos, por que me podría enfadar y se podrían arrepentir mucho. - Les dije finalmente con una sonrisa de oreja a oreja viendo a ambos.
La noche reinaba en el pueblo, a través de los agujeros de las cabañas, puertas abiertas y ventanas se podían contemplar luces débiles de velas, chimeneas y fogatas.De las puertas abiertas, ventanas y chimeneas se desprendía un exquisito olor a comida, podía imaginármelo en mi mente, estofado, carne asada, etc.
Observando un poco mejor a mi alrededor pude notar que casi no había gente en las calles, exceptuando a algunos pocos. Miré hacia mi izquierda y frente al burdel estaba un sujeto siendo llamado por una chica. Viendolá un poco mejor pude darme cuenta de que era la misma muchacha que salía hoy de la casa del médico, ahora que recuerdo, ella le debe dinero, hmm...
- No, no es buena idea.- Me digo tapandomé los oídos.
- ¿Señor? - Pregunta alguien con voz femenina.
Miro alrededor y detrás mio observo a una chica de unos trece años.
- ¿Qué? - Pregunto con indiferencia.
- ¿Por qué tiene esa ropa tan extraña? Ese pasamontañas de calavera, esas botas militares, ese pañuelo que dice "Conmigo quien pueda", usted no es de por aquí. - Me pregunta acercandosé un poco más a mi, puedo ver que lleva una playera blanca bastante sucia que dice "I love Sex", una faldita y unas botas. Su rostro me da mucha pena, conserva inocencia pero ha sido golpeada varias veces por algún salvaje de por aquí.
- No, no soy de por aquí. - Digo ignorandolé dando varios pasos dejandolá atrás.
Se acerca a mi izquierda y me toma suavemente de la mano.Me doy cuenta de que le saco una cabeza y media.
- Vete a tu casa. - Le gruño mientras me quito su mano de encima.
- No tengo casa, mis padres murieron y vivo en aquél burdel - Me dice señalando el burdel en el cuál están la chica que le debe al médico y al otro sujeto - ¿No le gustaría pasar una noche conmigo? No tiene pinta de mala persona y además le podría hacer un descuento. - Dice con una voz dulce.
- Haha, ¿Que no tengo pinta de mala persona dices, que no ves mi machete y mi pasamontañas? No, no quiero pasar una noche contigo, ni siquiera tengo para comer algo esta noche, escucha. - Alzo mi dedo índice, me lo llevo al frente de mi pasamontañas haciendo señal de silencio y se puede escuchar como hace ruido mi estómago, la mocosa se ríe.
- Vete a dormir. - Le murmuro. Se despide y vuelve a entrar al burdel. Pensandoló mejor, debí haberle pedido que me trajera algo de comer, carajo.
Me da cosa mendigar, pero sólo es para pasar la noche. Camino hacia aquellos dos que al parecer el hombre ha ido al encuentro de la mujer.Bajo un poco la cabeza, al acercarme más veo que el sujeto tiene una piel rara...bueno, la mia es pálida mientras que la mayoría de por aquí la tienen... "¿tostadita?" bah. La chica sin lugar a dudas es la misma que la de hoy, no lo dudo.
- Lamento interrumpir - Les digo a ambos mientras me quito el pasamontañas para no lucir como un delincuente - ¿No tendrían algo de comida? Se los agradecería mucho - Tener buenos modales nunca fué lo mio, me da repugnancia ser así - Pero también les agradecería que si no tienen nada me dijeran un simple no y no sean ofensivos, por que me podría enfadar y se podrían arrepentir mucho. - Les dije finalmente con una sonrisa de oreja a oreja viendo a ambos.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
No daba crédito a la situación que acababa de ocurrirme pero......... sería capaz de matar a un pobre diablo que ni siquiera conozco?
Me acerqué a la daga y la sujeté con ambas manos pensando en el trabajo y al final decidí que lo haría puesto que necesitaba ante todo dinero y en este pueblo una de las maneras de conseguirlo es esta supongo.
Lo arriesgué todo por salir de Gilneas y ahora no voy a retroceder. Me guardé la daga en el bolsillo para que estuviera oculta y me dirigí a la taberna.
Parecía un entorno neutral donde la gente acudía a pasar el tiempo, unos jugaban a las cartas, otros bebían, otros escuchaban al pianista etc.
Me acerqué al tabernero y entablé conversación.
- Hola muy buenas, hay en este momento alguien en las habitaciones de arriba? Pregunté amablemente.
-Hola forastero, pues ahora mismo están todas libres menos una que la cogió un tipo hará unas cuantas horas, debe estar descansando. Dijo algo extrañado.
-Conoce su nombre? Ando buscando a un viejo amigo y escuche que se hospedaba en esta taberna. Le respondí sacándolo de su desazón.
-Siento decepcionarte pero no dijo su nombre, solo pidió la habitación y subió sin más. Siguió.
-Seguramente será el, subiré a saludarle jeje, muchas gracias. Dije alegremente.
-Espero que sea el. Dijo despidiéndose.
Si..... espeeero. Pensé mientras subía las escaleras.
Las escaleras me llevaron a un pasillo del que se ramificaban varias puertas y todas ellas estaban abiertas menos una, debía ser el.
Fijándome de que no había nadie allí arriba, desenvainé la daga y me acerqué a la puerta con sigilo.
No me costó abrirla ya que no tenía pestillo ni cerradura y tampoco hizo ruido al abrirla, parecía bien engrasada.
Allí en aquella habitación encontré a un hombre dormido exactamente al final de la habitación.
Me puse de puntillas y me acerqué sin hacer el mínimo ruido y cuando estaba casi encima de el le asesté con la daga un rápido ataque al cuello para que no pudiera gritar mientras moría.
Simplemente abrió los ojos y los volvió a cerrar en segundos. Esa fue la inútil reacción que tuvo el hombre y que me sirvió para abandonar aquel lugar no sin antes esconder el cuerpo debajo de la cama y darle las vuelta a las sábanas manchadas.
Salí rápidamente de la taberna y me dirigí al punto donde el chico me estaba esperando con la recompensa.
-Aquí tienes la daga de tu jefe con la sangre de ese hombre. Dije entregándole la daga.
-Y aquí tienes la recompensa por ello, si mi jefe te necesita para algo mas se te hará saber. Dicho esto desapareció por una calle contigua.
Creo que iré a la taberna a beber y comer algo, pero antes ojearé la nota que encontré en mi bolsillo................
Vaya, menuda historia tiene esta tierra, deberé andarme con ojo y no hacer mas encargos de estos hasta saber a quien le estoy haciendo el favor.
Al ir hacia la taberna me fijé en un cartel que anunciaba la recompensa por acabar con un delincuente y me interesó.
Visité al pacificador para preguntarle y me comentó que un hombre grande y con pasamontañas ya había estado por ahí preguntado sobre la recompensa.
Gracias a que el pueblo no era muy grande hallé al tipo del que hablaba el pacificador (para no verlo o_O menudo bicho) y le comenté sobre mi interés de ayudarle a acabar con el delincuente mientras le invitaba a una cerveza en la taberna.
Me acerqué a la daga y la sujeté con ambas manos pensando en el trabajo y al final decidí que lo haría puesto que necesitaba ante todo dinero y en este pueblo una de las maneras de conseguirlo es esta supongo.
Lo arriesgué todo por salir de Gilneas y ahora no voy a retroceder. Me guardé la daga en el bolsillo para que estuviera oculta y me dirigí a la taberna.
Parecía un entorno neutral donde la gente acudía a pasar el tiempo, unos jugaban a las cartas, otros bebían, otros escuchaban al pianista etc.
Me acerqué al tabernero y entablé conversación.
- Hola muy buenas, hay en este momento alguien en las habitaciones de arriba? Pregunté amablemente.
-Hola forastero, pues ahora mismo están todas libres menos una que la cogió un tipo hará unas cuantas horas, debe estar descansando. Dijo algo extrañado.
-Conoce su nombre? Ando buscando a un viejo amigo y escuche que se hospedaba en esta taberna. Le respondí sacándolo de su desazón.
-Siento decepcionarte pero no dijo su nombre, solo pidió la habitación y subió sin más. Siguió.
-Seguramente será el, subiré a saludarle jeje, muchas gracias. Dije alegremente.
-Espero que sea el. Dijo despidiéndose.
Si..... espeeero. Pensé mientras subía las escaleras.
Las escaleras me llevaron a un pasillo del que se ramificaban varias puertas y todas ellas estaban abiertas menos una, debía ser el.
Fijándome de que no había nadie allí arriba, desenvainé la daga y me acerqué a la puerta con sigilo.
No me costó abrirla ya que no tenía pestillo ni cerradura y tampoco hizo ruido al abrirla, parecía bien engrasada.
Allí en aquella habitación encontré a un hombre dormido exactamente al final de la habitación.
Me puse de puntillas y me acerqué sin hacer el mínimo ruido y cuando estaba casi encima de el le asesté con la daga un rápido ataque al cuello para que no pudiera gritar mientras moría.
Simplemente abrió los ojos y los volvió a cerrar en segundos. Esa fue la inútil reacción que tuvo el hombre y que me sirvió para abandonar aquel lugar no sin antes esconder el cuerpo debajo de la cama y darle las vuelta a las sábanas manchadas.
Salí rápidamente de la taberna y me dirigí al punto donde el chico me estaba esperando con la recompensa.
-Aquí tienes la daga de tu jefe con la sangre de ese hombre. Dije entregándole la daga.
-Y aquí tienes la recompensa por ello, si mi jefe te necesita para algo mas se te hará saber. Dicho esto desapareció por una calle contigua.
Creo que iré a la taberna a beber y comer algo, pero antes ojearé la nota que encontré en mi bolsillo................
Vaya, menuda historia tiene esta tierra, deberé andarme con ojo y no hacer mas encargos de estos hasta saber a quien le estoy haciendo el favor.
Al ir hacia la taberna me fijé en un cartel que anunciaba la recompensa por acabar con un delincuente y me interesó.
Visité al pacificador para preguntarle y me comentó que un hombre grande y con pasamontañas ya había estado por ahí preguntado sobre la recompensa.
Gracias a que el pueblo no era muy grande hallé al tipo del que hablaba el pacificador (para no verlo o_O menudo bicho) y le comenté sobre mi interés de ayudarle a acabar con el delincuente mientras le invitaba a una cerveza en la taberna.
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Desperté en aquella destartalada cama con un terrible dolor de cabeza. No sabía donde estaba, ni sabía quién me había llevado allí, sólo recordaba que alguien estaba a punto de dispararme a la cabeza cuando todo lo demás se volvió negro.
Me incorporé poco a poco con la intención de que el dolor no fuera tan intenso pero no lo conseguí. Un martillo se había introducido en mi cabeza y no había quien lo sacara. Me encontraba en una pequeña habitación llena de polvo y trastos y, de repente, justo enfrente de mí, una mujer vieja y harapienta me observaba con mirada felina. Aquel tipo habló pero el dolor y el mareo que me obligaron a permanecer tumbada, impidieron que la entendiera lo que me estaba diciendo.
Tras un par de segundos de recuperación, entendí perfectamente lo que me estaba diciendo. La debía dinero por sus cuidados y que me encontraba en Tzion. Había oído hablar de trueques e intercambios pero nunca había visto una pieza de oro, al menos que me perteneciera así que tendría que trabajar para conseguirlo.
El doctor me señaló una lista de trabajos en un papel que se encontraba a su derecha. Salí a la calle sin mucho más que añadir, excepto un bufido casi imperceptioble. Salí al exterior y hacía demasiado calor pero mis prendas y mi experiencia en el desierto me dijeron que no me confiase, que debía encontrar algún lugar donde pasar la noche o me congelaría.
Al salir de la consulta del médico, me topé con un extraño hombre que me observaba. ¿Acaso no habían visto ninguna mujer como yo en su vida? Observé sus botas, su pasamontañas y las calaveras pero pasé de largo. Necesitaba una pieza de oro y sabía perfectamente lo que tenía que hacer para conseguirla.
Me dirigí al burdel. Era una de los únicos lugares del pueblo perfectamente identificables. Un cartel enorme de madera indicaba su posición. Cuando entré, sentí una bofetada por el calor y el olor a sudor y a alcohol. Al parecer, era el único entretenimiento de los hombres de aquella zona.
Una horrenda mujer se acercó a mí. Iba vestida con un vestido rojo que dejaba entrever su arrugado cuerpo. Puso su mano sobre mi hombro y comenzó a dar vueltas alrededor de mí, mirándome de arriba abajo hasta que se detuvo en mi cara.
- ¿Qué es lo que buscas en un sitio cómo este, mujer? – Dijo la vieja mirándome a la cara.
- Busco un trabajo, comida y alojamiento – Respondí desafiante.
- ¿Trabajo? Con esos ojos, aquí ganarás mucho dinero… Pero tendrás que ganártelo… Alojamiento, puedes tenerlo pero el trabajo aún no quiero arriesgarme contigo. – Tocó uno de mis pechos- Aún eres joven, no has amamantado a nadie pero no sé qué tal serías como prostituta.
- Levanté la cabeza y la observé, desafiante- He hecho cosas que no se imaginaría que nadie pudiera hacer, deme un vestido nuevo, deme agua y verá todo lo que puedo conseguir.
Me incorporé poco a poco con la intención de que el dolor no fuera tan intenso pero no lo conseguí. Un martillo se había introducido en mi cabeza y no había quien lo sacara. Me encontraba en una pequeña habitación llena de polvo y trastos y, de repente, justo enfrente de mí, una mujer vieja y harapienta me observaba con mirada felina. Aquel tipo habló pero el dolor y el mareo que me obligaron a permanecer tumbada, impidieron que la entendiera lo que me estaba diciendo.
Tras un par de segundos de recuperación, entendí perfectamente lo que me estaba diciendo. La debía dinero por sus cuidados y que me encontraba en Tzion. Había oído hablar de trueques e intercambios pero nunca había visto una pieza de oro, al menos que me perteneciera así que tendría que trabajar para conseguirlo.
El doctor me señaló una lista de trabajos en un papel que se encontraba a su derecha. Salí a la calle sin mucho más que añadir, excepto un bufido casi imperceptioble. Salí al exterior y hacía demasiado calor pero mis prendas y mi experiencia en el desierto me dijeron que no me confiase, que debía encontrar algún lugar donde pasar la noche o me congelaría.
Al salir de la consulta del médico, me topé con un extraño hombre que me observaba. ¿Acaso no habían visto ninguna mujer como yo en su vida? Observé sus botas, su pasamontañas y las calaveras pero pasé de largo. Necesitaba una pieza de oro y sabía perfectamente lo que tenía que hacer para conseguirla.
Me dirigí al burdel. Era una de los únicos lugares del pueblo perfectamente identificables. Un cartel enorme de madera indicaba su posición. Cuando entré, sentí una bofetada por el calor y el olor a sudor y a alcohol. Al parecer, era el único entretenimiento de los hombres de aquella zona.
Una horrenda mujer se acercó a mí. Iba vestida con un vestido rojo que dejaba entrever su arrugado cuerpo. Puso su mano sobre mi hombro y comenzó a dar vueltas alrededor de mí, mirándome de arriba abajo hasta que se detuvo en mi cara.
- ¿Qué es lo que buscas en un sitio cómo este, mujer? – Dijo la vieja mirándome a la cara.
- Busco un trabajo, comida y alojamiento – Respondí desafiante.
- ¿Trabajo? Con esos ojos, aquí ganarás mucho dinero… Pero tendrás que ganártelo… Alojamiento, puedes tenerlo pero el trabajo aún no quiero arriesgarme contigo. – Tocó uno de mis pechos- Aún eres joven, no has amamantado a nadie pero no sé qué tal serías como prostituta.
- Levanté la cabeza y la observé, desafiante- He hecho cosas que no se imaginaría que nadie pudiera hacer, deme un vestido nuevo, deme agua y verá todo lo que puedo conseguir.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Oleg y Warwick estaban bebiendo juntos en la taberna cuando un grupo de cuatro hombres irrumpió en el local. La música del piano cesó y todos enmudecieron.
Eran de tez morena, y estaban ataviados con ropajes hechos para aguantar largas travesías por el desierto. El que parecía ser el cabecilla se adelantó un par de pasos. Era difícil determinar su edad debido a la gran cantidad de cicatrices que le surcaban el rostro. Además, la mayor parte de su cara estaba cubierta por una espesa barba negra un tanto desaliñada.
- No sois bienvenido aquí, Groak – dijo el camarero, intentando que no le temblase demasiado la voz. – no desde la última vez.
- Vamos, Pete, no seas aguafiestas. Mis chicos y yo solo hemos venido a divertirnos un poco y a pasar la noche. – y tras decir esto, Groak le dio una palmada al trasero de una de las muchachas que se encontraba por ahí.
Su grupo estalló en carcajadas.
Groak sacó una bolsita de cuero de uno de sus bolsillos y se la lanzó al camarero.
- Ahí tienes cuatro piezas de oro. Una por cada uno de mis chicos.
Groak y los suyos atravesaron el local hasta la mesa en la que se encontraban Oleg y Warwick. Cuando Groak llegó, apoyó sus manos en la mesa y bajó su cabeza hasta estar al mismo nivel que Oleg y Warwick.
- Señoritas, ¿se puede saber que hacen en nuestra mesa? – preguntó Groak con sorna.
- No he visto tu nombre en ella – contestó Oleg mirándole fijamente a los ojos.
Durante unos segundos, el tiempo pareció detenerse. El silencio fue interrumpido cuando a la entrada de la taberna estalló una pelea entre los hombres se Groak y varios de los pueblerinos que armados de valor o demasiado borrachos, decidieron plantarles cara. Unos segundos después, toda la taberna estaba dándose de puñetazos, pero Groak se quedó junto a Oleg y Warwick.
- Última oportunidad, señoritas. Os vais de aquí o tendréis que ganaros la mesa peleando. Vosotros elegís.
(Groak os ha retado a una pelea de taberna. Este tipo de peleas se luchan con los puños, sin ningún tipo de arma, y nunca muere nadie. Podéis luchar los dos a la vez contra Groak, ya que sus hombres están demasiado ocupados como para ayudarle. Quien gane, podrá robar las pertenencias del que haya caído. Si aceptáis la pelea, mandadme un MP y yo os pondré en situación. Si no queréis pelear, salir cagando leches xD)
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Hagamos una cosa – dijo la Madame – algo así como una prueba. Ve afuera y consigue algún cliente. Tráelo aquí, y si pasa buena noche estás contratada. Además, te daré una pieza de oro como plus. ¿Qué te parece?
Aisha se quedó pensativa durante algunos segundos.
- Considérelo hecho. Solo deme lo que he pedido.
La Madame llevó a Aisha a una habitación que consistía en una pila de agua con una esponja y un espejo.
- Lávate, yo te traeré el vestido y el agua.
Así pues, Aisha se desvistió y con la ayuda de la esponja, limpió su cuerpo a conciencia. Minutos después volvió a aparecer la Madame con un vestido mezcla de burdeos y negro. Estaba algo remendado, pero valdría. También le trajo una jarra de agua que Aisha vació con ansia.
- Adelante chica, demuéstrame lo que vales. Si consigues a algún cliente, cóbrale solo una pieza de oro. Eres nueva, y ese es el precio de las novatas. – dijo la Madame despidiéndola en la puerta.
Aisha se encaminó a la taberna, pero antes de llegar vio a uno de los hombres que estaba en la consulta del médico, el paliducho. ¿Por qué no probar con él? Le hizo señas con la mano y tras unos segundos, se acercó hasta ella.
(Esta situación es para Giorock y Aisha. No he escrito más para no fastidiar lo que había escrito Giorock )
Eran de tez morena, y estaban ataviados con ropajes hechos para aguantar largas travesías por el desierto. El que parecía ser el cabecilla se adelantó un par de pasos. Era difícil determinar su edad debido a la gran cantidad de cicatrices que le surcaban el rostro. Además, la mayor parte de su cara estaba cubierta por una espesa barba negra un tanto desaliñada.
- No sois bienvenido aquí, Groak – dijo el camarero, intentando que no le temblase demasiado la voz. – no desde la última vez.
- Vamos, Pete, no seas aguafiestas. Mis chicos y yo solo hemos venido a divertirnos un poco y a pasar la noche. – y tras decir esto, Groak le dio una palmada al trasero de una de las muchachas que se encontraba por ahí.
Su grupo estalló en carcajadas.
Groak sacó una bolsita de cuero de uno de sus bolsillos y se la lanzó al camarero.
- Ahí tienes cuatro piezas de oro. Una por cada uno de mis chicos.
Groak y los suyos atravesaron el local hasta la mesa en la que se encontraban Oleg y Warwick. Cuando Groak llegó, apoyó sus manos en la mesa y bajó su cabeza hasta estar al mismo nivel que Oleg y Warwick.
- Señoritas, ¿se puede saber que hacen en nuestra mesa? – preguntó Groak con sorna.
- No he visto tu nombre en ella – contestó Oleg mirándole fijamente a los ojos.
Durante unos segundos, el tiempo pareció detenerse. El silencio fue interrumpido cuando a la entrada de la taberna estalló una pelea entre los hombres se Groak y varios de los pueblerinos que armados de valor o demasiado borrachos, decidieron plantarles cara. Unos segundos después, toda la taberna estaba dándose de puñetazos, pero Groak se quedó junto a Oleg y Warwick.
- Última oportunidad, señoritas. Os vais de aquí o tendréis que ganaros la mesa peleando. Vosotros elegís.
(Groak os ha retado a una pelea de taberna. Este tipo de peleas se luchan con los puños, sin ningún tipo de arma, y nunca muere nadie. Podéis luchar los dos a la vez contra Groak, ya que sus hombres están demasiado ocupados como para ayudarle. Quien gane, podrá robar las pertenencias del que haya caído. Si aceptáis la pelea, mandadme un MP y yo os pondré en situación. Si no queréis pelear, salir cagando leches xD)
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- Hagamos una cosa – dijo la Madame – algo así como una prueba. Ve afuera y consigue algún cliente. Tráelo aquí, y si pasa buena noche estás contratada. Además, te daré una pieza de oro como plus. ¿Qué te parece?
Aisha se quedó pensativa durante algunos segundos.
- Considérelo hecho. Solo deme lo que he pedido.
La Madame llevó a Aisha a una habitación que consistía en una pila de agua con una esponja y un espejo.
- Lávate, yo te traeré el vestido y el agua.
Así pues, Aisha se desvistió y con la ayuda de la esponja, limpió su cuerpo a conciencia. Minutos después volvió a aparecer la Madame con un vestido mezcla de burdeos y negro. Estaba algo remendado, pero valdría. También le trajo una jarra de agua que Aisha vació con ansia.
- Adelante chica, demuéstrame lo que vales. Si consigues a algún cliente, cóbrale solo una pieza de oro. Eres nueva, y ese es el precio de las novatas. – dijo la Madame despidiéndola en la puerta.
Aisha se encaminó a la taberna, pero antes de llegar vio a uno de los hombres que estaba en la consulta del médico, el paliducho. ¿Por qué no probar con él? Le hizo señas con la mano y tras unos segundos, se acercó hasta ella.
(Esta situación es para Giorock y Aisha. No he escrito más para no fastidiar lo que había escrito Giorock )
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Entré en una habitación siguiendo a la Madame que no dejaba de observar mi cuerpo. Empezaba a incomodarme pero había sufrido demasiado y era libre, ¡por fin era libre! No pensaba pasar demasiado tiempo al servicio de aquella mujer pero, por lo pronto, necesitaba conseguir dinero para pasar la noche y pagar al doctor.
Me trajo agua para lavarme y agua para beber. Apuré el vaso con ansias, estaba sedienta y bastante hambrienta pero sin comida podría pasar todavía unas horas más. Comencé a desnudarme y, al dejar mi vestido, a estas alturas, más bien eran mis harapos sobre la mesa, un papel cayó. Lo cogí antes de que la Madame pudiera recogerlo y lo guardé entre mi ropa interior, esperando poder leerlo más tarde. No me interesaba que aquella mujer supiera que era capaz de leer, probablemente, ella no podía hacerlo.
Entretanto, ella rebuscaba en su armario, contando cosas que no me interesaban para nada. No podía enseñarme más de lo que yo sabía, había hecho demasiadas veces cosas que no me gustaban para que nadie viniese a darme lecciones. Mojé mi pelo y mi melena cayó sobre los hombros. Desenredé mi pelo y siguió siendo liso hasta que los rizos empezaron a parecer a causa del sofocante calor.
Me puse el vestido que me había traído. El burdeos mezclado con el negro me daba un aspecto distinto, por primera vez en mi vida, me vi guapa y todo para qué… Para poder seducir a un completo desconocido a cambio de unas tristes monedas. La mujer tiró de mí hacia atrás, puso sus manos en mi cintura y comenzó a tirar del cordón del corsé. En unos minutos, respirar era algo que me costaba pero que hacía tranquilamente.
Me maquilló en exceso y me obligó a salir cuando la noche caía después de dar cuenta de un par de manzanas y una buena sopa que devoré con cuidado de no derramarla sobre mi vestido nuevo. Salí a la calle y paseé por la ciudad “Roca de Hierro” se llamaba. No me alejé demasiado del lugar pero me recosté entre las sombras, esperando a que “mi posible primer cliente” apareciese en algún momento. De paso corregí todo el exceso de maquillaje y leí la nota.
Parecía un viejo extracto de un diario antiguo. Hablaba sobre la zona. Al parecer, me encontraba en Tzion y no era el lugar más apacible del mundo pero tenía que acostumbrarme a mi nueva vida. Al menos, en esta vida, era libre y no la esclava favorita del amo.
Terminé de leer y me dediqué a observar al personal. Los ciudadanos estaban en sus casas, apenas nadie paseaba ya por la ciudad y mis posibles clientes ávidos de sexo con desconocidas habían disminuido peligrosamente. Observé al tipo de las calaveras, no me agradaba su aspecto. Nadie que no ocultara nada, podía llevar pasamontañas con un calor tan asfixiante como el que hacía en medio del desierto. Decidí que él no sería el primer infeliz que se topase conmigo.
Le observé hablando con un tipo alto y con sombrero, abrigo largo hasta los pies y barba de varios días. Salí de mi escondite y le hice señas con la mano para que se acercase hasta donde me encontraba. El joven vino hasta mi posición ante la atenta mirada del joven de las calaveras. Tenía que librarme de él como fuera.
- Hola- Dije simplemente cuando él estuvo lo suficientemente cerca de mí para oírme. Mi nombre es Aisha. – Remarqué la “s”.- ¿Quieres dormir esta noche bajo techo? No son horas de estar paseando en medio de la calle. Tienes cara de ser forastero.
- Lo soy- Respondió él- Mi nombre es Bor, quiero dormir bajo techo pero creo que una prostituta no es lo que busco esta noche.
- ¿Tengo cara de prostituta? – No pude evitar soltar una carcajada.- Aquí cada uno busca su comida como puede pero no soy lo que tú piensas. Quizá podamos negociar de otra manera.
- ¿Qué me propones? Y no sé qué cara tienes, está demasiado oscuro para verte.- Alcé mi rostro y dejé que viera mis ojos verdes, mi melena negra y mi rostro sin maquillaje, quedó atónito.
- No juzgues si no quieres ser juzgado. – Dije mirándole fijamente- Pasar la noche en el burdel te cuesta dos monedas, yo… He oído que las demás, tienen un coste mucho más elevado pero yo soy “nueva” en este trabajo así que te costará una moneda de oro. Además- Dije susurrándole al oído- Puedo hacer cosas con las que ni siquiera esas mujeres “expertas” conocerían.
- No sé qué decirte. ¿Pasaría la noche en el burdel?
- En principio un par de horas y podemos hablar, reír o lo que quieras pero te aseguro que quedarías satisfecho. – Le guiñé un ojo.- Bueno, forastero, tú decides.
Me trajo agua para lavarme y agua para beber. Apuré el vaso con ansias, estaba sedienta y bastante hambrienta pero sin comida podría pasar todavía unas horas más. Comencé a desnudarme y, al dejar mi vestido, a estas alturas, más bien eran mis harapos sobre la mesa, un papel cayó. Lo cogí antes de que la Madame pudiera recogerlo y lo guardé entre mi ropa interior, esperando poder leerlo más tarde. No me interesaba que aquella mujer supiera que era capaz de leer, probablemente, ella no podía hacerlo.
Entretanto, ella rebuscaba en su armario, contando cosas que no me interesaban para nada. No podía enseñarme más de lo que yo sabía, había hecho demasiadas veces cosas que no me gustaban para que nadie viniese a darme lecciones. Mojé mi pelo y mi melena cayó sobre los hombros. Desenredé mi pelo y siguió siendo liso hasta que los rizos empezaron a parecer a causa del sofocante calor.
Me puse el vestido que me había traído. El burdeos mezclado con el negro me daba un aspecto distinto, por primera vez en mi vida, me vi guapa y todo para qué… Para poder seducir a un completo desconocido a cambio de unas tristes monedas. La mujer tiró de mí hacia atrás, puso sus manos en mi cintura y comenzó a tirar del cordón del corsé. En unos minutos, respirar era algo que me costaba pero que hacía tranquilamente.
Me maquilló en exceso y me obligó a salir cuando la noche caía después de dar cuenta de un par de manzanas y una buena sopa que devoré con cuidado de no derramarla sobre mi vestido nuevo. Salí a la calle y paseé por la ciudad “Roca de Hierro” se llamaba. No me alejé demasiado del lugar pero me recosté entre las sombras, esperando a que “mi posible primer cliente” apareciese en algún momento. De paso corregí todo el exceso de maquillaje y leí la nota.
Parecía un viejo extracto de un diario antiguo. Hablaba sobre la zona. Al parecer, me encontraba en Tzion y no era el lugar más apacible del mundo pero tenía que acostumbrarme a mi nueva vida. Al menos, en esta vida, era libre y no la esclava favorita del amo.
Terminé de leer y me dediqué a observar al personal. Los ciudadanos estaban en sus casas, apenas nadie paseaba ya por la ciudad y mis posibles clientes ávidos de sexo con desconocidas habían disminuido peligrosamente. Observé al tipo de las calaveras, no me agradaba su aspecto. Nadie que no ocultara nada, podía llevar pasamontañas con un calor tan asfixiante como el que hacía en medio del desierto. Decidí que él no sería el primer infeliz que se topase conmigo.
Le observé hablando con un tipo alto y con sombrero, abrigo largo hasta los pies y barba de varios días. Salí de mi escondite y le hice señas con la mano para que se acercase hasta donde me encontraba. El joven vino hasta mi posición ante la atenta mirada del joven de las calaveras. Tenía que librarme de él como fuera.
- Hola- Dije simplemente cuando él estuvo lo suficientemente cerca de mí para oírme. Mi nombre es Aisha. – Remarqué la “s”.- ¿Quieres dormir esta noche bajo techo? No son horas de estar paseando en medio de la calle. Tienes cara de ser forastero.
- Lo soy- Respondió él- Mi nombre es Bor, quiero dormir bajo techo pero creo que una prostituta no es lo que busco esta noche.
- ¿Tengo cara de prostituta? – No pude evitar soltar una carcajada.- Aquí cada uno busca su comida como puede pero no soy lo que tú piensas. Quizá podamos negociar de otra manera.
- ¿Qué me propones? Y no sé qué cara tienes, está demasiado oscuro para verte.- Alcé mi rostro y dejé que viera mis ojos verdes, mi melena negra y mi rostro sin maquillaje, quedó atónito.
- No juzgues si no quieres ser juzgado. – Dije mirándole fijamente- Pasar la noche en el burdel te cuesta dos monedas, yo… He oído que las demás, tienen un coste mucho más elevado pero yo soy “nueva” en este trabajo así que te costará una moneda de oro. Además- Dije susurrándole al oído- Puedo hacer cosas con las que ni siquiera esas mujeres “expertas” conocerían.
- No sé qué decirte. ¿Pasaría la noche en el burdel?
- En principio un par de horas y podemos hablar, reír o lo que quieras pero te aseguro que quedarías satisfecho. – Le guiñé un ojo.- Bueno, forastero, tú decides.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Al final decidí acercarme asta aquella chica... en este pueblo no me fiaba de nada ni de nadie, pero la verdad que esa chica no parecía peligrosa... A escasos metros de ella me abordo el tipo del pasamontañas, me puse en guardia, la verdad que no tengo ganas de pelear pero no me importaría usar mi puños, pero nada más acercarse me di cuenta que no iba con esa intención, se bajo el pasamontañas y pidiéndome algo de comer me enseño su perfecta dentadura...
- No señor, no tengo comida, ni para usted ni para mi, lo siento.
- Muy bien, seguiré buscando. - me dijo con una voz ronca.
Vi como el hombre se alejaba lentamente y se reunía con otro hombre, supongo que para pedirle lo mismo que a mi. Pude comprobar como después de un par de palabras, los dos entraron a la taberna.
- Hola! - rompió el silencio la chica llamando toda mi atención- mi nombre es Aisha.- remarcando fuertemente la S que contenía su nombre.
Nada más ver el vestido que llevaba, me imagine donde trabajaba...
- Hola, estoy buscando donde dormir, pero creo que no es lo que busco.- le conteste.
Después de una pequeña conversación las cosas me quedaron más claras, si trabajaba en el Burdel, pero por su forma de hablar me quedo claro que no era como las chicas que vi en aquel sitio horas antes.
- ¿Qué me propones? Y no sé qué cara tienes, está demasiado oscuro para verte.- le dije.
La chica levantó su rostro y lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos, unos enormes ojos verdes que no había visto nunca. Su mirada era tan penetrante y sincera que me quedé en silencio contemplándola unos segundos. La verdad que con la mirada me dije a mi mismo que me podía fiar de ella.
A cambio de poder entrar al burdel con ella me pedía una moneda de oro.
- Esta bien, te daré una de mis monedas por pasar la noche contigo, pero no quiero que me des nada a cambio sexualmente hablando, solo quiero comer algo, dormir un par de horas y buscar a una persona que esta allí dentro y me gustaría, ya que tu trabajas allí, me ayudes a buscarla.- no quise dar más detalles, pero era el pase para poder entrar a ese burdel y poder hablar con Oasis sin tener que pagar a aquella vieja el precio tan abusivo.
- Esta bién,- me contesto- pero mejor hablamos en la habitación ya que creo que en la taberna esta empezando una gran pelea y no estamos seguros aquí.
La chica me cogió la mano y tiró de mi con un tirón enérgico, tenia fuerza para lo delgada que estaba. Después de un par de metros lleguemos al Burdel con su típico olor y como no, allí estaba la "vieja" dueña con su cigarrillo y dijo dirigiéndose a Aisha:
- Muy bien cariño, tu primer cliente, Oh! pero si es el piel pálida que ocupa el tiempo de mis chicas y encima sin pagar, ten cuidado con este tipo cariño.
- Tranquila, ya me pagó, y ahora, ¿donde tenemos que ir?.- le dijo tajante Aisha.
- Mira preciosidad, como es tu primera vez, te dejare nuestra suite especial, la tienes allí al fondo y anda enseña más el escote que sino no habrá hombre que quiera irse contigo.- dijo señalando con el dedo una gran puerta.
Le entregó una llave con un llavero con un gran 3 dibujado y nos alejemos dirección a la habitación, notando como aquella vieja clavaba su mirada en mi...
- No señor, no tengo comida, ni para usted ni para mi, lo siento.
- Muy bien, seguiré buscando. - me dijo con una voz ronca.
Vi como el hombre se alejaba lentamente y se reunía con otro hombre, supongo que para pedirle lo mismo que a mi. Pude comprobar como después de un par de palabras, los dos entraron a la taberna.
- Hola! - rompió el silencio la chica llamando toda mi atención- mi nombre es Aisha.- remarcando fuertemente la S que contenía su nombre.
Nada más ver el vestido que llevaba, me imagine donde trabajaba...
- Hola, estoy buscando donde dormir, pero creo que no es lo que busco.- le conteste.
Después de una pequeña conversación las cosas me quedaron más claras, si trabajaba en el Burdel, pero por su forma de hablar me quedo claro que no era como las chicas que vi en aquel sitio horas antes.
- ¿Qué me propones? Y no sé qué cara tienes, está demasiado oscuro para verte.- le dije.
La chica levantó su rostro y lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos, unos enormes ojos verdes que no había visto nunca. Su mirada era tan penetrante y sincera que me quedé en silencio contemplándola unos segundos. La verdad que con la mirada me dije a mi mismo que me podía fiar de ella.
A cambio de poder entrar al burdel con ella me pedía una moneda de oro.
- Esta bien, te daré una de mis monedas por pasar la noche contigo, pero no quiero que me des nada a cambio sexualmente hablando, solo quiero comer algo, dormir un par de horas y buscar a una persona que esta allí dentro y me gustaría, ya que tu trabajas allí, me ayudes a buscarla.- no quise dar más detalles, pero era el pase para poder entrar a ese burdel y poder hablar con Oasis sin tener que pagar a aquella vieja el precio tan abusivo.
- Esta bién,- me contesto- pero mejor hablamos en la habitación ya que creo que en la taberna esta empezando una gran pelea y no estamos seguros aquí.
La chica me cogió la mano y tiró de mi con un tirón enérgico, tenia fuerza para lo delgada que estaba. Después de un par de metros lleguemos al Burdel con su típico olor y como no, allí estaba la "vieja" dueña con su cigarrillo y dijo dirigiéndose a Aisha:
- Muy bien cariño, tu primer cliente, Oh! pero si es el piel pálida que ocupa el tiempo de mis chicas y encima sin pagar, ten cuidado con este tipo cariño.
- Tranquila, ya me pagó, y ahora, ¿donde tenemos que ir?.- le dijo tajante Aisha.
- Mira preciosidad, como es tu primera vez, te dejare nuestra suite especial, la tienes allí al fondo y anda enseña más el escote que sino no habrá hombre que quiera irse contigo.- dijo señalando con el dedo una gran puerta.
Le entregó una llave con un llavero con un gran 3 dibujado y nos alejemos dirección a la habitación, notando como aquella vieja clavaba su mirada en mi...
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Una nueva sensación recorrió mi cuerpo, el deseo de la venganza.
- Los Vástagos - murmuré.
- Así es chico, Los Vástagos - repitió con tono burlón - ¿Seguro que estás bien?
Esa pregunta desencadenó una serie de males en mí. La sed, el hambre y el cansancio se apoderaron de mi cuerpo y caí debilitado al suelo, sin oportunidad de evitarlo.
Desperté en una pequeña choza de madera. Me encontraba en una cama matrimonial, tapado con agujereadas mantas. En el centro del sitio se encontraba el sepulturero con una mujer, quizás su esposa. Comían enérgicamente en lo que simulaba ser una mesa. Noté que me guardaron un asiento, así que me levanté perezosamente de la cama y quitándome las lagañas producto del sueño, saludé a mis hospedarios.
- Veo que te encuentras bien - agregó el sepulturero. Era un hombre de mediana edad, calvo y un poco gordo. Sus negras cejas se arquearon al notar que lo escrutaba con total concentración.
- Come, come antes de que te desmayes nuevamente - invitó acercando un plato de sopa marrón, con varias cosas flotando, que según su mujer, le daba un sabor único al platillo.
Sin asquearme, acabé esa mezcla de bebida y comida con rapidez.
- Muchas gracias por la hospitalidad. Me salvaron la vida - dije complacido. Eché un vistazo el interior del hogar y, entre otros muebles, encontré un viejo piano café.
- Oye chico, me olvidé preguntarte, ¿cómo te llamas? - replicó el hombre.
- Krumm Rudkam. Supongo que querrá saber como terminé en esa fosa. Pues bien, se lo diré si me deja ver de cerca esa pieza - insinué señalando el piano.
- Jeje, eres astuto, me gusta eso. No creo que te hayas enterado, pero en la taberna buscan un pianista.
- Oh, gracias por la información. ¿Y? ¿Acepta la propuesta? - retomé.
- Sí, claro.
Dicho esto, se levantó de su asiento y sacudió el polvo del piano.
- Es el único recuerdo que queda de mis antepasados y lo único valioso que tengo.
Debajo del piano sacó un manojo de papeles escritos.
- También quedó este libro, que guarda dentro un sinfin de melodías. Si observas atentamente, cada mienbro de mis antepasados realizó una canción, y de este modo, contiene más de trescientas canciones de gran calidad. Lástima que no soy buen pianista.
Levanté la tabla que cubría las teclas e improvisé una melodía.
- Si tengo suerte y consigo memorizar una de las canciones que contiene el libro, conseguiré el trabajo -
- Muy bien, pero no te recomiendo ir hoy. He visto a Groak y su pandilla entrar en la taberna, así que habrá caos asegurado. Puedes quedarte a dormir hoy, hay una cama improvisada para huéspedes -
- Muchas gracias, no sé como recompensar tan estupenda ayuda -
- Eso lo verás más tarde, ahora duerme -
La vida me sonreía, y a causa de eso, me costó dormir, absorto en mis pensamientos, pero mis ambiciones cedieron ante el sueño.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Aquel hombre de nombre Bor decidió acompañarme al burdel. No tenía intención de tener sexo pero sí tenía intención de pagarme. Era de agradecer que mi primer cliente no me hiciera trabajar demasiado aquella noche. Solo quería dormir caliente, algo de comida y que buscase a alguien una vez que estuviera allí. Probablemente, no me costaría mucho moverme por las habitaciones. Ahora sólo me faltaba averiguar dónde estaba esa persona que él buscaba y decírselo, todo ello mientras la Madame controlaba mis movimientos.
Decidí que Bor era un buen chico y que me podría llevar bien con él pero no confiaría en él, no por el momento. Tiré de él con ganas en dirección a mi nuevo hogar cuando me di cuenta de que se estaba formando un buen lío en la taberna. Tenía la sensación de que el extraño hombre con el pasamontañas estaría metido en el jaleo pero era demasiado suponer.
Conduje de la mano a Bor hasta el burdel dónde mi nueva “jefa” me esperaba apoyada contra la puerta, bebiendo una copa de Bourbon o de algo peor, dado su aliento y fumando un cigarrillo. Entré contoneándome y me detuve ante ella. Mantuvo una breve conversación con mi acompañante y tuve que confirmar que él me había entregado el dinero antes de subir a la habitación. La mostré una moneda de oro y, a cambio, ella me entregó una llave con un enorme 3 dibujado.
- Sígueme el juego- Dije agarrando a Bor del cuello de su camisa- Juega conmigo, haz que se lo crean. – Dije justo antes de soltar una carcajada, totalmente fingida cuando me di cuenta de que la Madame no dejaba de mirarnos.
Entramos en la habitación y me tiré en la cama. Tenía muchas ganas de dormir pero eso sería para más tarde. Encima de una mesa, había frutas de todo tipo y bocadillos preparados con jamón y chorizo.
- Te prometí una cena, amigo y aquí está. No nos pasemos o tendrás que dejar dos piezas de oro.- Reí. Nos tumbamos en la cama y comimos un par de bocadillos y un poco de fruta mientras conversamos.
- Bueno- Me preguntó- ¿Y qué hace una mujer como tú trabajando aquí? No creo que te dediques a esto por gusto.
- Tienes razón- Dije mirándole a los ojos- Aborrezco el sexo por el sexo después de todo lo que he pasado pero una tiene que ganarse la vida y no me veo trabajando en una herrería.
- ¿Lo que has pasado? – Dijo intentando conocerme mejor.
- Sí… Cosas que ni siquiera entenderías pero no es el momento. Deberíamos hacer algo de ruido o la Madame se dará cuenta del engaño.- Me acerqué a él y comencé a hablarle al oído pero él se sobresaltó- Es para que no oiga lo que te voy a decir. No te asustes, Bor, pero en breve empezarán a escuchar, no sé si tiene o no forma de ver lo que pasa aquí dentro pero en unos minutos debemos fingir que estamos practicando sexo o nos descubrirán. Tras ello, saldré fuera para tomar el aire antes de volver de nuevo y apuesto lo que quieras a que tu amiga está ahí fuera escuchando. Entonces, la diré que necesito coger alguna bebida del bar, esperaré encontrar a quién buscas en esos minutos. Luego subiré y te diré dónde está, después, es cosa tuya, vaquero pero te daré tiempo. Ya veré yo lo que consigo a cambio- Dije con una sonrisa pícara y le besé en el cuello- Así que dime, ¿a quién buscas? ¿Y por qué la buscas?
Decidí que Bor era un buen chico y que me podría llevar bien con él pero no confiaría en él, no por el momento. Tiré de él con ganas en dirección a mi nuevo hogar cuando me di cuenta de que se estaba formando un buen lío en la taberna. Tenía la sensación de que el extraño hombre con el pasamontañas estaría metido en el jaleo pero era demasiado suponer.
Conduje de la mano a Bor hasta el burdel dónde mi nueva “jefa” me esperaba apoyada contra la puerta, bebiendo una copa de Bourbon o de algo peor, dado su aliento y fumando un cigarrillo. Entré contoneándome y me detuve ante ella. Mantuvo una breve conversación con mi acompañante y tuve que confirmar que él me había entregado el dinero antes de subir a la habitación. La mostré una moneda de oro y, a cambio, ella me entregó una llave con un enorme 3 dibujado.
- Sígueme el juego- Dije agarrando a Bor del cuello de su camisa- Juega conmigo, haz que se lo crean. – Dije justo antes de soltar una carcajada, totalmente fingida cuando me di cuenta de que la Madame no dejaba de mirarnos.
Entramos en la habitación y me tiré en la cama. Tenía muchas ganas de dormir pero eso sería para más tarde. Encima de una mesa, había frutas de todo tipo y bocadillos preparados con jamón y chorizo.
- Te prometí una cena, amigo y aquí está. No nos pasemos o tendrás que dejar dos piezas de oro.- Reí. Nos tumbamos en la cama y comimos un par de bocadillos y un poco de fruta mientras conversamos.
- Bueno- Me preguntó- ¿Y qué hace una mujer como tú trabajando aquí? No creo que te dediques a esto por gusto.
- Tienes razón- Dije mirándole a los ojos- Aborrezco el sexo por el sexo después de todo lo que he pasado pero una tiene que ganarse la vida y no me veo trabajando en una herrería.
- ¿Lo que has pasado? – Dijo intentando conocerme mejor.
- Sí… Cosas que ni siquiera entenderías pero no es el momento. Deberíamos hacer algo de ruido o la Madame se dará cuenta del engaño.- Me acerqué a él y comencé a hablarle al oído pero él se sobresaltó- Es para que no oiga lo que te voy a decir. No te asustes, Bor, pero en breve empezarán a escuchar, no sé si tiene o no forma de ver lo que pasa aquí dentro pero en unos minutos debemos fingir que estamos practicando sexo o nos descubrirán. Tras ello, saldré fuera para tomar el aire antes de volver de nuevo y apuesto lo que quieras a que tu amiga está ahí fuera escuchando. Entonces, la diré que necesito coger alguna bebida del bar, esperaré encontrar a quién buscas en esos minutos. Luego subiré y te diré dónde está, después, es cosa tuya, vaquero pero te daré tiempo. Ya veré yo lo que consigo a cambio- Dije con una sonrisa pícara y le besé en el cuello- Así que dime, ¿a quién buscas? ¿Y por qué la buscas?
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Re: La Leyenda del Oeste
- ¿Y bien, señoritas? – repitió Groak apoyado en la mesa y mirándoles fijamente.
Oleg y Warwick cruzaron sus miradas sólo un segundo, eso fue suficiente para ponerse de acuerdo. Oleg tiró la mesa hacia la derecha y sin perder un segundo le propinó un puñetazo en el estómago a Groak, el cual fue incapaz de encajar el golpe y acabó cayendo sobre una mesa.
Aprovechando la situación, Warwick saltó hacia Groak y le dio varios golpes en la cara antes de que éste pudiera reaccionar.
Groak ya había peleado antes con dos personas, incluso con tres, pero estos rivales eran diferentes. Tenían determinación, y se
complementaban.
Tras un par de intentos, Groak consiguió levantarse. Se sacudió la cabeza para despejarse y canalizó toda su furia hacia Warwick. Aprovechando la diferencia de estatura y peso, se lanzó hacia él con la intención de placarle. Muchos habían sucumbido ya ante los famosos placajes de Groak, pero la lluvia de golpes que había recibido hace tan solo unos instantes le había dejado algo atontado y falto de reflejos. Debido a eso no vio el taburete que se encontraba en su camino y acabó tropezando con él. Aún así consiguió placar a Warwick, pero no con toda la potencia deseada.
Irremediablemente, Warwick salió propulsado contra la pared, haciendo caer todos los cuadros que se encontraban en ésta.
En medio de la confusión Oleg se lanzó contra Groak con la intención de embestirle, pero fue inútil. Era demasiado grande, apenas sintió el golpe.
Groak se giró hacia Oleg y fue entonces cuando Warwick lanzó un certero puñetazo hacia su riñón. Groak se retorció de dolor y retrocedió un par de pasos a la vez que escupía una cantidad considerable de sangre, tanto que podría haber pasado por un vómito.
Entonces Groak experimentó algo que hacía mucho tiempo que no sentía: miedo. Siempre vencía en los combates mientras que sus oponentes caían como moscas, pero esta vez no tenía tan claro que fuese a ganar. Eso le hizo sonreír.
Aún estando malherido, se precipitó hacia Oleg y le propinó un rodillazo en la boca. Fue brutal, Oleg quedó aturdido y tras tropezarse con un taburete, se desplomó sobre el suelo.
Groak lanzó un rugido de victoria a la vez que elevaba los brazos cual campeón de boxeo. Para su sorpresa, Oleg se recompuso rápidamente y con pasmosa facilidad. Tras un intenso duelo de miradas, Oleg se deslizó hacia Groak y le golpeó el rostro haciendo un cambio de mano en el último momento.
Groak ni siquiera lo vio venir. El golpe provocó que varios de sus dientes saltasen y se desperdigasen por la taberna. Entonces fue consciente de que el combate iba a terminar en los próximos segundos, y él acabaría en el suelo.
Fue Warwick quien lo terminó. Lanzando un rugido saltó hacia Groak y descargó su puño contra su mejilla. Se había acabado. Groak cayó pesadamente sobre una de las mesas, partiéndola en dos. Antes de desmayarse, pronunció unas últimas palabras:
- Yo os saludo, guerreros. Podéis llevaros todo lo que poseo. Os lo habéis ganado
Oleg y Warwick se miraron. Entre ellos había crecido un lazo tan fuerte como solo la violencia sabe forjar. Finalmente Oleg estalló en carcajadas.
Se agachó junto a Groak y comenzó a desplumarle. El botín consistió en un abrigo para el desierto, cinco piezas de oro y una cuerda.
Tras unos segundos de reflexión, Oleg le lanzó el abrigo y una pieza de oro a Warwick. Al fin y al cabo los dos habían contribuido a la victoria.
A su alrededor, la pelea había terminado y los pueblerinos ya se sentaban de nuevo y volvían a cantar juntos, unidos por el alcohol.
Oleg y Warwick tomaron el cuerpo de Groak y lo lanzaron fuera de la taberna. Antes de volver a entrar, Oleg le dedicó unas palabras de advertencia:
- ¡No vuelvas a cruzarte en mi camino!
Al entrar, todos los borrachos estaban aplaudiéndoles y reverenciándoles. Hasta el camarero les invitó a una ronda.
Finalmente acordaron ir juntos a por Jackie Boy.
------------------------------------------------------------------------------------
Giorock y Kealah van muy bien con su historia y no necesitan que intervenga. Jack, contigo no sé que hacer xD ¿Quieres ir al pueblo o seguir en la casa del sepulturero? Es que no me quedó claro, por eso no quise escribir nada sobre ti, para no chafarte ideas. x)
Oleg y Warwick cruzaron sus miradas sólo un segundo, eso fue suficiente para ponerse de acuerdo. Oleg tiró la mesa hacia la derecha y sin perder un segundo le propinó un puñetazo en el estómago a Groak, el cual fue incapaz de encajar el golpe y acabó cayendo sobre una mesa.
Aprovechando la situación, Warwick saltó hacia Groak y le dio varios golpes en la cara antes de que éste pudiera reaccionar.
Groak ya había peleado antes con dos personas, incluso con tres, pero estos rivales eran diferentes. Tenían determinación, y se
complementaban.
Tras un par de intentos, Groak consiguió levantarse. Se sacudió la cabeza para despejarse y canalizó toda su furia hacia Warwick. Aprovechando la diferencia de estatura y peso, se lanzó hacia él con la intención de placarle. Muchos habían sucumbido ya ante los famosos placajes de Groak, pero la lluvia de golpes que había recibido hace tan solo unos instantes le había dejado algo atontado y falto de reflejos. Debido a eso no vio el taburete que se encontraba en su camino y acabó tropezando con él. Aún así consiguió placar a Warwick, pero no con toda la potencia deseada.
Irremediablemente, Warwick salió propulsado contra la pared, haciendo caer todos los cuadros que se encontraban en ésta.
En medio de la confusión Oleg se lanzó contra Groak con la intención de embestirle, pero fue inútil. Era demasiado grande, apenas sintió el golpe.
Groak se giró hacia Oleg y fue entonces cuando Warwick lanzó un certero puñetazo hacia su riñón. Groak se retorció de dolor y retrocedió un par de pasos a la vez que escupía una cantidad considerable de sangre, tanto que podría haber pasado por un vómito.
Entonces Groak experimentó algo que hacía mucho tiempo que no sentía: miedo. Siempre vencía en los combates mientras que sus oponentes caían como moscas, pero esta vez no tenía tan claro que fuese a ganar. Eso le hizo sonreír.
Aún estando malherido, se precipitó hacia Oleg y le propinó un rodillazo en la boca. Fue brutal, Oleg quedó aturdido y tras tropezarse con un taburete, se desplomó sobre el suelo.
Groak lanzó un rugido de victoria a la vez que elevaba los brazos cual campeón de boxeo. Para su sorpresa, Oleg se recompuso rápidamente y con pasmosa facilidad. Tras un intenso duelo de miradas, Oleg se deslizó hacia Groak y le golpeó el rostro haciendo un cambio de mano en el último momento.
Groak ni siquiera lo vio venir. El golpe provocó que varios de sus dientes saltasen y se desperdigasen por la taberna. Entonces fue consciente de que el combate iba a terminar en los próximos segundos, y él acabaría en el suelo.
Fue Warwick quien lo terminó. Lanzando un rugido saltó hacia Groak y descargó su puño contra su mejilla. Se había acabado. Groak cayó pesadamente sobre una de las mesas, partiéndola en dos. Antes de desmayarse, pronunció unas últimas palabras:
- Yo os saludo, guerreros. Podéis llevaros todo lo que poseo. Os lo habéis ganado
Oleg y Warwick se miraron. Entre ellos había crecido un lazo tan fuerte como solo la violencia sabe forjar. Finalmente Oleg estalló en carcajadas.
Se agachó junto a Groak y comenzó a desplumarle. El botín consistió en un abrigo para el desierto, cinco piezas de oro y una cuerda.
Tras unos segundos de reflexión, Oleg le lanzó el abrigo y una pieza de oro a Warwick. Al fin y al cabo los dos habían contribuido a la victoria.
A su alrededor, la pelea había terminado y los pueblerinos ya se sentaban de nuevo y volvían a cantar juntos, unidos por el alcohol.
Oleg y Warwick tomaron el cuerpo de Groak y lo lanzaron fuera de la taberna. Antes de volver a entrar, Oleg le dedicó unas palabras de advertencia:
- ¡No vuelvas a cruzarte en mi camino!
Al entrar, todos los borrachos estaban aplaudiéndoles y reverenciándoles. Hasta el camarero les invitó a una ronda.
Finalmente acordaron ir juntos a por Jackie Boy.
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Giorock y Kealah van muy bien con su historia y no necesitan que intervenga. Jack, contigo no sé que hacer xD ¿Quieres ir al pueblo o seguir en la casa del sepulturero? Es que no me quedó claro, por eso no quise escribir nada sobre ti, para no chafarte ideas. x)
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
-Madre mia, esa pelea fue genial jeje. Ese tipo no se volverá a acercar por aquí. Dije riéndome mientras levantaba mi jarra dispuesto a dar el trago de la victoria.
-Si, nadie tiene mas malas pulgas que yo y ese tipo no iba a ser especial. Dijo bebiendo también su primer trago.
-Como dijiste que te llamabas? Pregunté.
-No lo dije, me llamo Oleg y tu mi pequeño amigo? Preguntó con superioridad.
-Oye que seas alto y grande no quiere decir que los demás seamos pequeños, me llamo Warwick. Dije riéndome.
-Bien Warwick, entonces te has decidido a acompañarme en busca del fugitivo? Me pregunto ya mas serio.
-Por supuesto, pero ambos necesitamos descansar y mas tu que te has llevado un buen golpe. Proseguí.
-Entonces nos vemos al final del día en la oficina del pacificador. Hecho¿?
-Hecho. Dijimos terminándonos ambas jarras de cerveza.
Descansé la vista unas horas( que me dormí vamos)en la taberna hasta que me despertó el tabernero.
-hey chico, si quieres seguir aquí tendrás que pagar una moneda de oro. Explicó.
-hmmm, tranquilo ya me voy, tengo que trabajar. Dicho esto me levante y me encaminé hacia la puerta.
Cuando salí de la taberna debía ser casi mediodía por el calor que desprendía el sol, tal vez estuve mas tiempo de lo que creía en esa taberna. Al salir de la taberna me fijé en que Groak ya no estaba¡ en el suelo tumbado inconsciente. Me daba igual la suerte que haya corrido.
En ese momento recordé que debía ir a la herrería a trabajar para ganarme un sueldo digno que lo prefería antes de enzarzarme en otra pelea en la taberna.
-Llegas algo tarde. Dijo el herrero en cuanto me vio entrar a la herrería.
-Si, perdóname. Hubo una pelea en la taberna y no pude llegar antes. Expliqué.
-Bueno, no pasa nada aun estás a tiempo de ayudarme. Quiero ver como te manejas, así que ponte los guantes reforzados y empieza a golpear esa espada corta de ahí con el yunque hasta que tenga la forma adecuada. Pero ten cuidado está muy caliente. Cuando hallas terminado la depositas en ese cubo lleno de agua para enfriarla. Yo tengo que preparar un encargo mientras, buena suerte.
-De acuerdo, si no me pongo esos guantes me quedaré sin manos. Pensé mientras cogía los guantes y me los colocaba.
La espada estaba cerca de la forja ya que el herrero la había sacado recientemente. Tenía un tono anaranjado debido a la temperatura a la que tenía que estar. La agarré por el mango (que gracias a dios no estaba tan caliente) y empecé a golpearla contra el yunque por ambos lados hasta que le quedo una bonita forma.
- Que calor hace aquí. Pensé mientras seguía moldeando la espada.
Finalmente la deposité en el cubo de agua que mas que agua se convirtió en vapor al contacto con la espada.
Parecía que había terminado mi trabajo, pero a esa espada le faltaba algo.... Filo!
Volví a coger la espada ya mas enfriada y con el tono plateado de cualquier espada y la llevé a una gran rueda de hierro que tenía el herrero para afilar armas y herramientas. Me cubrí el rostro con una pequeña máscara que había al lado y empecé a pedalear aumentando la velocidad de la rueda. Cuando consiguió suficiente velocidad acerqué la espada y empecé a afilarla desprendiendo esta miles y miles de chispas.
No se me daba mal esto de afilar y me quedó un resultado perfecto con la espada.
Cuando el herrero volvió y vio la espada se quedó atónito, no se esperaba que pudiera afilarla de esa manera.
-Como has conseguido este resultado joven? Me preguntó extrañado.
- Turnando el lado que se afila cada 30 segundos. Lo aprendí en mi pueblo natal, el padre de un amigo era herrero y me gustaba verle trabajar.
Pues muy bien Warwick, habiéndola afilado me has hecho ganar algo de tiempo, te dejo irte ya, buena suerte.
Por fin acabé mi trabajo y ya estaba empezando a oscurecer.
-vaya, voy a llegar justo a la cita con Oleg. Pensé
Con buen ritmo, me dirigí hacia la oficina del pacificador, allí Oleg ya me estaba esperando
-Si, nadie tiene mas malas pulgas que yo y ese tipo no iba a ser especial. Dijo bebiendo también su primer trago.
-Como dijiste que te llamabas? Pregunté.
-No lo dije, me llamo Oleg y tu mi pequeño amigo? Preguntó con superioridad.
-Oye que seas alto y grande no quiere decir que los demás seamos pequeños, me llamo Warwick. Dije riéndome.
-Bien Warwick, entonces te has decidido a acompañarme en busca del fugitivo? Me pregunto ya mas serio.
-Por supuesto, pero ambos necesitamos descansar y mas tu que te has llevado un buen golpe. Proseguí.
-Entonces nos vemos al final del día en la oficina del pacificador. Hecho¿?
-Hecho. Dijimos terminándonos ambas jarras de cerveza.
Descansé la vista unas horas( que me dormí vamos)en la taberna hasta que me despertó el tabernero.
-hey chico, si quieres seguir aquí tendrás que pagar una moneda de oro. Explicó.
-hmmm, tranquilo ya me voy, tengo que trabajar. Dicho esto me levante y me encaminé hacia la puerta.
Cuando salí de la taberna debía ser casi mediodía por el calor que desprendía el sol, tal vez estuve mas tiempo de lo que creía en esa taberna. Al salir de la taberna me fijé en que Groak ya no estaba¡ en el suelo tumbado inconsciente. Me daba igual la suerte que haya corrido.
En ese momento recordé que debía ir a la herrería a trabajar para ganarme un sueldo digno que lo prefería antes de enzarzarme en otra pelea en la taberna.
-Llegas algo tarde. Dijo el herrero en cuanto me vio entrar a la herrería.
-Si, perdóname. Hubo una pelea en la taberna y no pude llegar antes. Expliqué.
-Bueno, no pasa nada aun estás a tiempo de ayudarme. Quiero ver como te manejas, así que ponte los guantes reforzados y empieza a golpear esa espada corta de ahí con el yunque hasta que tenga la forma adecuada. Pero ten cuidado está muy caliente. Cuando hallas terminado la depositas en ese cubo lleno de agua para enfriarla. Yo tengo que preparar un encargo mientras, buena suerte.
-De acuerdo, si no me pongo esos guantes me quedaré sin manos. Pensé mientras cogía los guantes y me los colocaba.
La espada estaba cerca de la forja ya que el herrero la había sacado recientemente. Tenía un tono anaranjado debido a la temperatura a la que tenía que estar. La agarré por el mango (que gracias a dios no estaba tan caliente) y empecé a golpearla contra el yunque por ambos lados hasta que le quedo una bonita forma.
- Que calor hace aquí. Pensé mientras seguía moldeando la espada.
Finalmente la deposité en el cubo de agua que mas que agua se convirtió en vapor al contacto con la espada.
Parecía que había terminado mi trabajo, pero a esa espada le faltaba algo.... Filo!
Volví a coger la espada ya mas enfriada y con el tono plateado de cualquier espada y la llevé a una gran rueda de hierro que tenía el herrero para afilar armas y herramientas. Me cubrí el rostro con una pequeña máscara que había al lado y empecé a pedalear aumentando la velocidad de la rueda. Cuando consiguió suficiente velocidad acerqué la espada y empecé a afilarla desprendiendo esta miles y miles de chispas.
No se me daba mal esto de afilar y me quedó un resultado perfecto con la espada.
Cuando el herrero volvió y vio la espada se quedó atónito, no se esperaba que pudiera afilarla de esa manera.
-Como has conseguido este resultado joven? Me preguntó extrañado.
- Turnando el lado que se afila cada 30 segundos. Lo aprendí en mi pueblo natal, el padre de un amigo era herrero y me gustaba verle trabajar.
Pues muy bien Warwick, habiéndola afilado me has hecho ganar algo de tiempo, te dejo irte ya, buena suerte.
Por fin acabé mi trabajo y ya estaba empezando a oscurecer.
-vaya, voy a llegar justo a la cita con Oleg. Pensé
Con buen ritmo, me dirigí hacia la oficina del pacificador, allí Oleg ya me estaba esperando
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Oleg y Warwick entraron juntos a la oficina del Pacificador. Lo primero que vieron fue un hombre encerrado en la celda, agarrado a los barrotes y mascullando entre dientes.
El Pacificador estaba sentado en su escritorio, jugando a los dados con sus dos ayudantes.
- Vuelves a perder, Timothy. – dijo el Pacificador tras darle una calada a su cigarro.
- ¡Maldita sea! ¿Por qué siempre soy yo el que pierde? – se lamentó Timothy a la vez que se rascaba la nuca.
- Porque eres el más estúpido, no hay que darle más vueltas. – le respondió el Pacificador tras levantarse y soltar un sonoro eructo. Entonces reparó en la presencia de Oleg y Warwick y se acercó hasta ellos– Caballeros, ¿que se les ofrece?
- Me llamo Oleg. Vine aquí ayer. Ya sabe, por lo de Jackie Boy. – explicó Oleg
El Pacificador reflexionó durante algunos segundos.
- Hmmm, no le recuerdo. De todas maneras ayer estaba borracho y fumé algo de opio, así que es posible que usted pasase por aquí, al igual que también es posible que un unicornio surcara los cielos. – dijo el Pacificador tras un vano intento de hacer memoria.
- Bueno, no importa. Mi compañero y yo queremos ir tras Jackie Boy. Usted dijo que debía esperar hasta que volviera su ayudante, y por lo que veo ya ha llegado.
- Cierto, y ya sabemos dónde se esconde ese bastardo. Su guarida está en unas minas abandonadas al oeste de aquí. Tardarán un día si van a galope tendido, pero deben saber que ese canalla no está solo, así que tengan cuidado. Acompáñenme.
Los tres salieron de la oficina y fueron a la parte de atrás, donde había varios caballos atados. El Pacificador les entregó los dos caballos más flacos.
- No confío que lo consigan, caballeros. Así que no pienso entregarles mis mejores caballos.
El Pacificador se acercó a una trampilla que había en el suelo y la abrió con una llave. Dentro estaba el arsenal. Les entregó a cada uno un arco con 10 flechas en cada carcaj, dos espadas casi oxidadas y cuatro odres de agua más un permiso para rellenarlos en el pozo.
- Escúchenme atentamente. Si deciden quedarse con todo esto no duden que yo mismo me patearé todo Tzion en su busca y los ejecutaré. ¿Me han oído?
- No somos unos tramposos, Pacificador. Tendrá sus cosas de vuelta más la cabeza de Jackie Boy – contestó Warwick colgándose el arco a la espalda.
- Bien. Partan mañana al amanecer, hoy ya está demasiado oscuro, y uno no sabe lo que se puede encontrar ahí fuera. Asegúrense de descansar bien esta noche, les espera una dura travesía.
Oleg y Warwick se despidieron del Pacificador y se alejaron de la oficina, cada uno agarrando un caballo.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hagamos un resumen de la situación, cada uno tiene lo siguiente: 1 arco, 10 flechas, 1 espada casi oxidada, 1 caballo, 2 odres de agua (debéis llenarlos en el pozo, pero os saldrá gratis)
Como dijo el Pacificador, se tarda un día en llegar a las minas abandonadas. Es un día real, es decir: todo el día de mañana os lo pasaréis viajando y llegaréis pasado mañana al amanecer a vuestro destino. Cada día consumiréis un odre de agua, así que os da para la ida y la vuelta. Os recuerdo que no hay vegetación, ni ríos. Solo una tierra yerma y muuuuuy extensa. Si queréis podéis comprar más odres de agua en la taberna, cada uno vale dos piezas de oro. Puede que surjan complicaciones en la cacería, así que nunca está de más ir preparado.
El Pacificador estaba sentado en su escritorio, jugando a los dados con sus dos ayudantes.
- Vuelves a perder, Timothy. – dijo el Pacificador tras darle una calada a su cigarro.
- ¡Maldita sea! ¿Por qué siempre soy yo el que pierde? – se lamentó Timothy a la vez que se rascaba la nuca.
- Porque eres el más estúpido, no hay que darle más vueltas. – le respondió el Pacificador tras levantarse y soltar un sonoro eructo. Entonces reparó en la presencia de Oleg y Warwick y se acercó hasta ellos– Caballeros, ¿que se les ofrece?
- Me llamo Oleg. Vine aquí ayer. Ya sabe, por lo de Jackie Boy. – explicó Oleg
El Pacificador reflexionó durante algunos segundos.
- Hmmm, no le recuerdo. De todas maneras ayer estaba borracho y fumé algo de opio, así que es posible que usted pasase por aquí, al igual que también es posible que un unicornio surcara los cielos. – dijo el Pacificador tras un vano intento de hacer memoria.
- Bueno, no importa. Mi compañero y yo queremos ir tras Jackie Boy. Usted dijo que debía esperar hasta que volviera su ayudante, y por lo que veo ya ha llegado.
- Cierto, y ya sabemos dónde se esconde ese bastardo. Su guarida está en unas minas abandonadas al oeste de aquí. Tardarán un día si van a galope tendido, pero deben saber que ese canalla no está solo, así que tengan cuidado. Acompáñenme.
Los tres salieron de la oficina y fueron a la parte de atrás, donde había varios caballos atados. El Pacificador les entregó los dos caballos más flacos.
- No confío que lo consigan, caballeros. Así que no pienso entregarles mis mejores caballos.
El Pacificador se acercó a una trampilla que había en el suelo y la abrió con una llave. Dentro estaba el arsenal. Les entregó a cada uno un arco con 10 flechas en cada carcaj, dos espadas casi oxidadas y cuatro odres de agua más un permiso para rellenarlos en el pozo.
- Escúchenme atentamente. Si deciden quedarse con todo esto no duden que yo mismo me patearé todo Tzion en su busca y los ejecutaré. ¿Me han oído?
- No somos unos tramposos, Pacificador. Tendrá sus cosas de vuelta más la cabeza de Jackie Boy – contestó Warwick colgándose el arco a la espalda.
- Bien. Partan mañana al amanecer, hoy ya está demasiado oscuro, y uno no sabe lo que se puede encontrar ahí fuera. Asegúrense de descansar bien esta noche, les espera una dura travesía.
Oleg y Warwick se despidieron del Pacificador y se alejaron de la oficina, cada uno agarrando un caballo.
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Hagamos un resumen de la situación, cada uno tiene lo siguiente: 1 arco, 10 flechas, 1 espada casi oxidada, 1 caballo, 2 odres de agua (debéis llenarlos en el pozo, pero os saldrá gratis)
Como dijo el Pacificador, se tarda un día en llegar a las minas abandonadas. Es un día real, es decir: todo el día de mañana os lo pasaréis viajando y llegaréis pasado mañana al amanecer a vuestro destino. Cada día consumiréis un odre de agua, así que os da para la ida y la vuelta. Os recuerdo que no hay vegetación, ni ríos. Solo una tierra yerma y muuuuuy extensa. Si queréis podéis comprar más odres de agua en la taberna, cada uno vale dos piezas de oro. Puede que surjan complicaciones en la cacería, así que nunca está de más ir preparado.
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Me desperté con el canto del gallo. Aún conservaba en mi mente la canción que tocaría en la taberna. Me vestí y lavé mi cara con agua de un balde. Finalmente le dí un repaso rápido al libro y marché hacia la taberna.
Era un día espléndido, lástima que el intenso calor lo arruinara. La gente caminaba tranquilamente por las calles de tierra, como si no supieran que Los Vástagos vendrían a arrasar con este pueblucho. No me fue díficil distinguir a la taberna sobre las demás casas, principalmente por el cartel "Taberna El Pico".
Entré sin llamar la atención y me senté en la barra. El tabernero no tenía mucho trabajo a la mañana y no era raro, el sitio estaba casi vacío. Luego de pulir algunos tarros, se dirigió a mí.
- Hola muchacho, ¿en qué te puedo servir?
- Hola buen hombre, he oído que busca un pianista que alegre el ambiente de esta taberna - insinué
El hombre dejó lo que tenía que hacer y me hizo unas señas para que lo siguiera. Encima de una plataforma un inmenso piano negro me esperaba.
- Helo aquí, el único mueble de este sitio que duró más de un año. Raramente, los vándalos y alborotadores nunca se atrevieron a tocarlo. Pero no te confíes - advirtió señalandome con su gordo dedo - el último pianista terminó conociendo al sepulturero.
- Que rara coincidencia, yo vengo de conocerlo - dije aprovechando la oportunidad - Aunque no parezca, debajo de estos harapos hay un hombre que defiende su trabajo y su vida con fiereza -
- Sí, claro - dijo irónicamente no muy convencido - Pero si quieres el puesto, deberás mostrarme de lo que eres capaz -
Acepté el reto, todo marchaba a la perfección. Me senté en un pequeño asiento y descubrí el piano. El tabernero me tiró encima unas hojas con notas musicales, realmente me subestimaba. Aunque no lo culpo, seguramente perdió el tiempo con un montón de aspirantes sin talento.
- No gracias, improvisaré - mentí. Estiré mi cuello de un extremo al otro y me preparé para tocar. Todo era cuestión de suerte.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Después de hacer un poco el "teatro" delante de la gente, nos metimos dentro de la habitación (según la señorita Madame, su suite...). Un camastro empotrado contra una esquina, un bidé, una mesa (eso si, con comida) y una silla, menuda suite, pensé. Había varios cuadros horrorosos con retratos de varias personas y paisajes. Me llamaron la atención dos cuadros enormes, uno con el retrato de un señor mayor con un gran sombrero y a su lado un cuadro con la gran cara de una señora.
Nada más entrar mire la comida que había encima de la mesa, me acerque y cogí un bocadillo y le pase uno a Aisha, que se había sentado en la cama. Mientras comíamos algo sentados en la cama, empecemos a hablar.
Por lo que se ve, y como ya había supuesto , ella no se dedicaba a prostituirse por vicio. Cada vez que salia el tema del sexo intentaba no seguir hablando de ese tema. De repente se acerco a mi oreja y suavemente me dijo que tendríamos que seguir haciendo nuestro papel ya que esa gente de ahí fuera tendría que creerse que estábamos disfrutando, y sobretodo la Madame.
Chica lista, pensé, en unos minutos la gente de ahí fuera podrían tener la oreja enganchada en la puerta, o peor, algún tipo de mecanismo para poder ver lo que sucede ahí dentro.
Seguidamente me dijo su plan, y me pareció perfecto, seguro que después de tanto desgaste físico, necesitaría un poco de aire y en ese corto tiempo podría buscar a Oasis y decirle que necesito hablar con ella. Me acerque levemente a su cuello y le dije:
- Se llama Oasis, es la chica que me estuvo cuidando cuando estaba sin conocimiento. Creo que tenia una gran melena rubia, y un pequeño pañuelo azul tapándole su cuerpo. Por lo que me comento la Madame es una de las mejores del lugar, así que supongo que a su alrededor tendrá a varios moscardones babeando.
- Vale, la buscare, pero perdona que te siga insistiendo, ¿se puede saber porque buscas a una prostituta?.- me dijo.
- Creo que podría ayudarme a seguir mi camino, necesito saber de donde vengo para continuar mi camino, o alguna pista de mi siguiente paso...- le dije cogiendo mi colgante y enseñándoselo.- por casualidad, ¿tu no sabrás que significa verdad?.
Aisha se quedo mirando fijamente el colgante con el árbol grabado y las extrañas letras en el reverso.- Lo siento, no lo había visto en mi vida y ese dialecto no lo conozco.
- Y bueno, hay algo más, al despertar me encontré esto en el bolsillo que hablaba de ella y creo que sabe mucho de este lugar.- le enseñé el trozo de diario. En ese instante la mirada le cambio, abrió sus grandes ojos, y se quedo mirando el trozo de papel
- Lo siento pero tendríamos que empezar...- me dijo tajante.
Dicho esto nos metimos debajo de las sabanas y empecemos a movernos y a "gemir" para no levantar sospechas. Al rato, Aisha, se levanto y se dirigió hacia la puerta, justo antes de abrirla se giro mirándome con esos grandes ojos verdes, y me guiño un ojo. Acto seguido salio de la habitación cerrando la puerta.
Me quedé pensativo, tumbado en la cama. Habría echo bien en confiar en ella, no la conocía tanto como para enseñarle mi colgante, y después de la reacción que tuvo cuando le enseñe el trozo de papel creía que me escondía algo, parecía que lo había visto antes.
- Bueno, estoy ahora mismo en sus manos.- pensé. Espero que no me de la espalda y me deje tirado, otra persona más no... y así, poco a poco el cansancio se fue apoderando de mi.
Nada más entrar mire la comida que había encima de la mesa, me acerque y cogí un bocadillo y le pase uno a Aisha, que se había sentado en la cama. Mientras comíamos algo sentados en la cama, empecemos a hablar.
Por lo que se ve, y como ya había supuesto , ella no se dedicaba a prostituirse por vicio. Cada vez que salia el tema del sexo intentaba no seguir hablando de ese tema. De repente se acerco a mi oreja y suavemente me dijo que tendríamos que seguir haciendo nuestro papel ya que esa gente de ahí fuera tendría que creerse que estábamos disfrutando, y sobretodo la Madame.
Chica lista, pensé, en unos minutos la gente de ahí fuera podrían tener la oreja enganchada en la puerta, o peor, algún tipo de mecanismo para poder ver lo que sucede ahí dentro.
Seguidamente me dijo su plan, y me pareció perfecto, seguro que después de tanto desgaste físico, necesitaría un poco de aire y en ese corto tiempo podría buscar a Oasis y decirle que necesito hablar con ella. Me acerque levemente a su cuello y le dije:
- Se llama Oasis, es la chica que me estuvo cuidando cuando estaba sin conocimiento. Creo que tenia una gran melena rubia, y un pequeño pañuelo azul tapándole su cuerpo. Por lo que me comento la Madame es una de las mejores del lugar, así que supongo que a su alrededor tendrá a varios moscardones babeando.
- Vale, la buscare, pero perdona que te siga insistiendo, ¿se puede saber porque buscas a una prostituta?.- me dijo.
- Creo que podría ayudarme a seguir mi camino, necesito saber de donde vengo para continuar mi camino, o alguna pista de mi siguiente paso...- le dije cogiendo mi colgante y enseñándoselo.- por casualidad, ¿tu no sabrás que significa verdad?.
Aisha se quedo mirando fijamente el colgante con el árbol grabado y las extrañas letras en el reverso.- Lo siento, no lo había visto en mi vida y ese dialecto no lo conozco.
- Y bueno, hay algo más, al despertar me encontré esto en el bolsillo que hablaba de ella y creo que sabe mucho de este lugar.- le enseñé el trozo de diario. En ese instante la mirada le cambio, abrió sus grandes ojos, y se quedo mirando el trozo de papel
- Lo siento pero tendríamos que empezar...- me dijo tajante.
Dicho esto nos metimos debajo de las sabanas y empecemos a movernos y a "gemir" para no levantar sospechas. Al rato, Aisha, se levanto y se dirigió hacia la puerta, justo antes de abrirla se giro mirándome con esos grandes ojos verdes, y me guiño un ojo. Acto seguido salio de la habitación cerrando la puerta.
Me quedé pensativo, tumbado en la cama. Habría echo bien en confiar en ella, no la conocía tanto como para enseñarle mi colgante, y después de la reacción que tuvo cuando le enseñe el trozo de papel creía que me escondía algo, parecía que lo había visto antes.
- Bueno, estoy ahora mismo en sus manos.- pensé. Espero que no me de la espalda y me deje tirado, otra persona más no... y así, poco a poco el cansancio se fue apoderando de mi.
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
Aisha volvió a los diez minutos un tanto apresurada.
- Está en la habitación número 7. Tienes diez minutos hasta que suba su próximo cliente. ¡Corre!
Bor no perdió el tiempo y se levantó de la cama como un resorte. Cogió el último trozo de bocadillo y se lo metió en la boca. Masculló un “gracias” al pasar por el lado de Aisha y salió de la habitación. Llegar a la habitación número 7 fue fácil. Sólo tuvo que seguir los números.
Cuando abrió la puerta, se encontró a Oasis tumbada en la cama, desnuda pero oculta bajo las sábanas.
- ¿Otra vez tú, blanquito? ¿Eres tú el cliente? – preguntó Oasis mientras se acariciaba la larga melena rubia.
- No. Oye, tengo que preguntarte algo…- dijo Bor algo dubitativo.
- Dispara, forastero.
- ¿Conociste a Jedediah Shatner?
La mujer le observó detenidamente durante algunos segundos.
- Puede. ¿Por qué te interesa? – preguntó Oasis. Era obvio que escondía información.
- Creo que él tiene algo que ver con mi aparición en Tzion. Cuando me encontrasteis en el desierto. Yo no pertenezco a este lugar, ¿sabes?
- Él…era un viajero. Pasó por aquí hará ya un mes. Aunque era distinto a los demás. De hecho, tú me recuerdas a él. Hay algo en vuestros ojos…no sabría como describirlo.
- Cuéntame más sobre él – pidió Bor. Sentía que se estaba aproximando a la verdad.
- No era de Tzion. Me dijo que tenía una misión, una búsqueda. Estaba buscando algo…
- ¿Qué era, Oasis? ¿Qué era lo que buscaba?
- Un…un tesoro. Me dijo que si lo conseguía, él…podría cambiar el mundo. Nunca pensé que estuviese loco. He visto a muchos locos, créeme. Sus ojos les delatan, pero él...era pura determinación. Un hombre así es muy peligroso, blanquito.
- Necesito dar con él. ¿Dónde se fue?
- ¡Intenté disuadirle, le dije que moriría si iba allí! Pero no me hizo caso, tenía que ir y nadie iba a pararle.
- ¡¿Dónde, Oasis, donde?!
- El Precipicio de las Ánimas. Está al norte, muuuuy al norte. Al final de Tzion. Es un lugar maldito, ir allí es como suicidarse.
Bor observó a Oasis durante unos instantes. Decía la verdad, de eso no cabía duda. Realmente se preocupó por aquel desconocido. Bor se dio la vuelta sin decir nada y se dispuso a salir de la habitación.
- ¡Espera! – gritó Oasis – hay algo más. Ese collar tuyo, con aquel árbol y esos extraños caracteres…Los he visto antes. Jedediah llevaba un libro antiguo, muuuy antiguo. Pude hojearlo mientras él dormía. No entendía lo que decía, estaba escrito en otra lengua, pero el dibujo del árbol y esas extrañas palabras, se repetían continuamente.
Bor salió sin decir nada. Tenía mucho en lo que pensar. Aisha le permitió quedarse en la habitación el resto de la noche, pero ella debía seguir trabajando. Finalmente Bor se quedó solo en aquel cuarto, solo con sus pensamientos.
(Giorock, te has ganado un punto de experiencia, y muy bien merecido. Eres el único que se puso a investigar el extracto del diario. Estás un paso más cerca de averiguar tu origen )
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Solo consigues un éxito de los dos necesarios. Sorry
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Krumm tuvo un buen comienzo, pero pronto su ignorancia en cuanto a temas musicales salió a relucir. Había depositado demasiada confianza en la suerte. El camarero le despachó con un simple: "Te falta experiencia, chico". Krumm acabó en la calle y ligeramente desilusionado.
Volvió a revisar los anuncios de trabajo, en busca de uno para el que estuviese mejor cualificado.
- Está en la habitación número 7. Tienes diez minutos hasta que suba su próximo cliente. ¡Corre!
Bor no perdió el tiempo y se levantó de la cama como un resorte. Cogió el último trozo de bocadillo y se lo metió en la boca. Masculló un “gracias” al pasar por el lado de Aisha y salió de la habitación. Llegar a la habitación número 7 fue fácil. Sólo tuvo que seguir los números.
Cuando abrió la puerta, se encontró a Oasis tumbada en la cama, desnuda pero oculta bajo las sábanas.
- ¿Otra vez tú, blanquito? ¿Eres tú el cliente? – preguntó Oasis mientras se acariciaba la larga melena rubia.
- No. Oye, tengo que preguntarte algo…- dijo Bor algo dubitativo.
- Dispara, forastero.
- ¿Conociste a Jedediah Shatner?
La mujer le observó detenidamente durante algunos segundos.
- Puede. ¿Por qué te interesa? – preguntó Oasis. Era obvio que escondía información.
- Creo que él tiene algo que ver con mi aparición en Tzion. Cuando me encontrasteis en el desierto. Yo no pertenezco a este lugar, ¿sabes?
- Él…era un viajero. Pasó por aquí hará ya un mes. Aunque era distinto a los demás. De hecho, tú me recuerdas a él. Hay algo en vuestros ojos…no sabría como describirlo.
- Cuéntame más sobre él – pidió Bor. Sentía que se estaba aproximando a la verdad.
- No era de Tzion. Me dijo que tenía una misión, una búsqueda. Estaba buscando algo…
- ¿Qué era, Oasis? ¿Qué era lo que buscaba?
- Un…un tesoro. Me dijo que si lo conseguía, él…podría cambiar el mundo. Nunca pensé que estuviese loco. He visto a muchos locos, créeme. Sus ojos les delatan, pero él...era pura determinación. Un hombre así es muy peligroso, blanquito.
- Necesito dar con él. ¿Dónde se fue?
- ¡Intenté disuadirle, le dije que moriría si iba allí! Pero no me hizo caso, tenía que ir y nadie iba a pararle.
- ¡¿Dónde, Oasis, donde?!
- El Precipicio de las Ánimas. Está al norte, muuuuy al norte. Al final de Tzion. Es un lugar maldito, ir allí es como suicidarse.
Bor observó a Oasis durante unos instantes. Decía la verdad, de eso no cabía duda. Realmente se preocupó por aquel desconocido. Bor se dio la vuelta sin decir nada y se dispuso a salir de la habitación.
- ¡Espera! – gritó Oasis – hay algo más. Ese collar tuyo, con aquel árbol y esos extraños caracteres…Los he visto antes. Jedediah llevaba un libro antiguo, muuuy antiguo. Pude hojearlo mientras él dormía. No entendía lo que decía, estaba escrito en otra lengua, pero el dibujo del árbol y esas extrañas palabras, se repetían continuamente.
Bor salió sin decir nada. Tenía mucho en lo que pensar. Aisha le permitió quedarse en la habitación el resto de la noche, pero ella debía seguir trabajando. Finalmente Bor se quedó solo en aquel cuarto, solo con sus pensamientos.
(Giorock, te has ganado un punto de experiencia, y muy bien merecido. Eres el único que se puso a investigar el extracto del diario. Estás un paso más cerca de averiguar tu origen )
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Krumm tuvo un buen comienzo, pero pronto su ignorancia en cuanto a temas musicales salió a relucir. Había depositado demasiada confianza en la suerte. El camarero le despachó con un simple: "Te falta experiencia, chico". Krumm acabó en la calle y ligeramente desilusionado.
Volvió a revisar los anuncios de trabajo, en busca de uno para el que estuviese mejor cualificado.
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
La suerte no estaba a mi favor, pensé ante el abrumador resultado. Apenas comenzó el día y me enfrentaba a un fracaso. Sin embargo, sonreí. Realmente no esperaba que consiguiera con facilidad lo que necesitara, eso sería aburrido. La vida está lleno de problemas, o como me gusta llamarlos, repleto de desafíos. ¿Qué sería del hombre sin pruebas que superar? Sería díficil elaborar un objetivo. Sabía que el Universo me planteaba desafíos y que no debía frustarme si no los superaba. Tenía ante mí un cartel con un abanico de trabajos que, igual que el de pianista, podría satisfacer mis necesidades.
Tomé el cartel con delicadeza y hallé un trabajo digno de mí, una prueba a mi altura. Decidido, di media vuelta y me encaminé a la oficina del Pacificador. Me paré ante el edificio, y a través de la ventana eché un vistazo al interior. Un hombre, camino a la vejez, se entretenía jugando con un mazo de cartas. En un costado, un solitario bandido tomaba con fuerza las rejas que lo separaban de la libertad.
Decidí ser educado y golpeé la puerta.
- Pase - dijo casi automáticamente. Ni siquiera levantó la vista para saber quien lo visitaba.
Abrí la puerta y me dirigí a su escritorio.
- ¿Qué quiere? - preguntó mientras mezclaba las cartas.
- Vengo por el puesto de ayudante de Pacificador. ¿Usted es el Pacificador? -
El hombre alzó la vista y me observó con detenimiento. Se tomó su tiempo antes de responder.
- Sí, necesito un ayudante pero no creo que eres lo suficientemente bueno para ello - retomó el juego.
- ¿Y en qué se basa? - insinué con cierto enojo.
Eso le gustó. Dejó el mazo a un lado y se levantó del asiento.
- Podría soltar a Perrie para que demuestres lo que tienes, pero ahora que recuerdo lo que tendría que pagarte, no será suficiente. Mira extraño. El trabajo que buscas es uno de los mejores pagos en Roca de Hierro, así que te asignaré una prueba a la altura del ayudante del Pacificador - propuso con una sonrisa maliciosa.
- Escucho - la palabra "prueba" me hizo aceptar la propuesta, aún sin saber de que se trataba.
- Unos muchachos vinieron aquí confiados en atrapar a un canalla. Eran dos y el equipo que les dí era suficiente para acabar con un grupo de bandidos, pero conociendo a Jackie Boy, necesitarán ayuda extra. Si sales airoso de esto, conseguirás el puesto -
Acepté con gusto y pregunté donde estaba mi equipo. Me pidió que lo siguiera y me dio un caballo, un arco con diez flechas, una espada no muy cuidada y dos odres vacías. Me despedí con gusto del hombre y me fui del edificio.
Pensé que tal vez estaría bien avisar al sepulturero de mi travesía, para que no se preocupe. Monté el caballo y en unos segundos estuve en la casa de mi salvador. Él no estaba, pero le expliqué la situación a su esposa.
Acto seguido, me propuse buscar a mis acompañantes. El Pacificador me dijo que uno de ellos llevaba puesto un pasamontañas, así que lo reconocería fácilmente.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Oleg
- ¡De puta madre, mañana a primera hora partiremos! - Le grité a Warwick mientras yo salía de la oficina del pacificador con mi típica y enorme sonrisa de oreja a oreja que permite que se me vea casi toda mi dentadura, cosa que podría asustar a cualquiera. Warwick resultó ser un buen aliado, por fin tengo a un "amigo" por estos lares, espero que tenga un buen desempeño en nuestra cacería.
Me había atado la cuerda a los lugares libres de mi jean para colocar un cinturón, Carmesí aún yacía en su funda apoyada en mi muslo derecho, mis cuatro piezas de oro yacían en mi bolsillo izquierdo de mi jean, me puse mi pasamontañas pero lo acomodé lo suficiente para que sólo cubriera de mi naríz para arriba, lo cual mi boca queda descubierta.
- ¡Oleg espera! - Gritaba Warwick corriendo apresuradamente a mi posición.
- Hey, ¿Qué sucede? Te dije que nos veríamos mañana. - Le dije sin ganas de hablar.
- Sí, pero se te ha caído esta nota tuya, bueno, creo que se te había caído en la pelea haha. - Decía y me daba la nota con la que había despertado en el abrevadero.
- Gracias Warwick, nos vemos luego, iré a echarme un descanso al burdel. - Le dije y volví a guardarme la nota en un lugar seguro.
Esa nota aún tenía una clave que no había terminado de resolver, aunque lo admito, tampoco me he esmerado en buscarla. Según recuerdo Jedediah había yacido en el burdel con una chica de ahí, no recuerdo el nombre, tampoco se si esta nota es de hace mucho y esa chica ya se habrá ido o inclusive muerto. Debo averiguar si aún sigue ahí, Jedediah debe de tener algo que ver con mi aparición en Roca de Hierro y en Tzion. Necesito luz, en el burdel habrá y podré leer la nota para recordar el nombre de la chica.
Caminé sin apuro hacia el burdel, la noche era fresca y la luna brillaba encima mio, llena de vida, pero al mismo tiempo tan triste como los relatos que me contaba mi madre sobre el amor imposible de la luna y el sol.
Podía divisar el burdel a distancia, de las ventanas y puertas salía luz con mucha vida hacia las muertas calles que se plantaban delante de ellas. Afuera en la entrada estaban algunas prostitutas hablando con sus clientes a carcajadas, o al menos eso me parecía. Entré al burdel y un torbellino de olores me inundó, perfumes y cigarros formaban un ambiente para la lujuria.
- ¿Buscas a alguien? Oh eres tú - Me dijo algo sorprendida la mocosa de hacía poco, al parecer había cambiado su playera de "I love sex" por un corsé blanco que combinaba perfectamente con su figura.
- Hola de nuevo, sí, busco a la madame, ¿Tienen a una verdad? - Pregunté acercandomé más a ella, comparada a mi lado no era más que una pobre criatura frágil e indefensa.
- Oh sí, enseguida la traigo para que te atienda. Toma asiento antes. - Dijo señalandomé una silla que yacía detrás de ella.
Me senté y saqué inmediatamente la nota, la leí de corrido y pude recordar, Oasis, la chica se llamaba Oasis. De las escaleras bajaban la mocosa y la madame. Me levanté rápido de la silla y firme esperé a que madame se pusiera delante mio.
- Oh, si quieres trabajar aquí deberé ver primero qué tal eres debajo de ese pasamontañas, y si quieres a una de mis chicas también deberás mostrarme tu rostro, no me conformo sólo con ver esa sonrisa tuya, que por cierto, a mi no me intimida muchacho. - Me dijo con voz firme la anciana.
- ¡De acuerdo madame! - Dije alzando mucho la voz y me quitaba completamente el pasamontañas dejando mi pálida piel y mis cabellos negros revueltos descubiertos completamente - ¿Qué le parece mi rostro?
- Oh, vaya, no veo el por qué llevas esa horrible máscara sucia de calavera teniendo un rostro tan bello, pero bueno. ¿Qué deseas? ¿Trabajar aquí? Por que conosco a gente que pagaría una buena ganancia por tus servicios.
- No no madame, no tengo muchas ganas de vender mi cuerpo ahora ni nunca. Sólo busco a una chica, se llama Oasis, y según algunas personas ella trabaja aquí.
- Oasis trabaja aquí, pero además de estar con otro cliente, sus servicios cuestan diez monedas de oro, cosa que dudo que lleves encima.
Sabía que no sería tan fácil.
- Muy cierto madame, no llevo tanto dinero encima, así que supongo que me lo gastaré en una chica más económica. - Le dije sacando a relucir mi famosa sonrisa.
- Pues estás de suerte, ésta muchachita que fué a buscarme te ha echado el ojo desde que llegaste aquí - Hablaba observando a la mocosa, la reacción de esta fué sólo ruborizarse y taparse la cara.
- No madame, prefiero algo más grande y que no sea tan pequeña como ella, me gustaría ver su última chica.
- Tengo a alguien, sígame caballero... ¿Cómo dice llamarse?
- Oleg, madame.
- Bien Oleg suba las escaleras conmigo.
Al subir las escaleras le guiñé un ojo a la mocosa que lo único que hiso fué ruborizarse y apartar la mirada. Madame me guió por varios pasillos, parecía casi un laberinto, pero vaya, era enorme el burdel. Mientras me guiaba me volví a colocar mi pasamontañas, no puedo estar mucho tiempo sin eso puesto. Al igual que antes, solo dejé mi boca al descubierto.
- Si la chica grita usted ignórela, es nueva. - Murmuró la madame sin darse vuelta.
- Sí madame, trataré de no hacerla gritar...mucho hahaha.
Finalmente llegamos al cuarto, madame lo abrió y ambos entramos. En la cama yacía recostada con un precioso corsé la chica que había visto antes en la casa del médico. Verla recostada en la cama en esa pose no hiso más que provocarme un gran bulto en mis pantalones. Mi sonrisa fué instantánea.
- Hola. - Dije de mis fauces aún sonriendo.
- Aisha te dejo con el caballero Oleg, sé buena con el, al finalizar el resto de la noche él te dará tus tres piezas de oro correspondientes. Allí en aquella bandeja caballero tiene algo de comida, que pase una noche inolvidable.
- Lo será madame... - Murmuré, detrás mio la madame cerraba la puerta.
- Eres el sujeto del pasamontañas, el de esta mañana. - Dijo con voz quebradiza y claramente sorprendida.
- Vaya, qué casualidad, qué giro del destino, eres la misma chica que me miraba despreciativamente ésta mañana. Haha así es el destino. - Decía mientras me sacaba mi pasamontañas completamente dejando ver mi rostro.
- ¿Qué piensas hacer?
- Pues pienso gastar mis tres piezas de oro en ti, acabo de salir del bar, tengo un labio roto y necesito mucho afecto, espero que lo puedas solucionar. - Gruñía en voz baja, a través del espejo que yacía encima de nosotros pude verme a mi mismo mientras me quitaba mi campera y playera, dejando desnudo mi pálido torso frente a Aisha.
De repente le entró un ataque de tos.
- ¿Qué sucede? Espero que te guste lo que ves, para obtener éste físico me he entrenado desde pequeño.
- Si me tocas gritaré. - Me amenazaba levantandosé rápidamente de la cama.
- Nadie vendrá a socorrerte, aunque agradecería que no hagas escándalo, eres una puta, soy tu cliente, debes satisfacerme. ¿O no? - Pregunté luego de unos segundos.
Desde luego, yo disfruto muchísimo de ésto, la pelea me ha hecho recordar lo salvaje que solía ser, algo que la neutralidad de mi pueblo aplacó por un tiempo, pero que luego volvía.
Dejé la cuerda en la mesa de noche al lado de la comida, mi machete al lado de la repisa y finalmente me quedé sólo con mis boxers negros, la punta del pene se asomaba hacia la derecha.
- ¿Qué sucede? Espero que no creyeras que un tipo tan grande como yo tendría... ¿Un pene minúsculo? Vamos, empieza a quitarte ese corsé. - Dije cruzandomé de brazos con mi miembro apuntando en su dirección.
- ¡No lo hagas más difícil, sólo desvístete y déjame libre la entrada hahahaha! - Gritaba y reía, ella se tapó llevandosé ambas palmas a los oídos y cerrando los ojos para luego volver a abrirlos. Para cuando hiso eso yo ya estaba a tan sólo unos centímetros de distancia.
- Lo haré yo por ti preciosa. - Decía mientras en tres pasos estaba detrás suyo removiendo los hilos del corsé.
Me llevó unos segundos remover el corsé, mientras tanto ella sólo estaba quieta, rígida, tal vez esperando a que todo termine rápido.
Cuando logré removerlo lo lancé a un rincón. Que hermoso cuerpo posee.
- ¡Sorpresa! - Grité deslizando mi pene entre sus piernas desde detrás suyo y tomando sus pechos con ambas manos. Inicié inmediatamente un movimiento de cadera rosando su parte noble con el tronco de mi pene y mi glande. Suavemente besaba su cuello y acariciaba sus pechos.
- Eres un cerdo... - Logró murmurar luego de unos minutos
- Vaya, pero si ya te estás mojando. - Dije retirando mi pene y metiendo dos dedos dentro suyo, de su boca se escuchó un gemido ahogado. Me paré delante de ella y le mostré los dos dedos delante de sus ojos.
- Haha ya ves lo sucia que eres, venga, en cuatro patas sobre la cama, ¡Ya! - Grité tomandolá del brazo y lanzandolá a la cama. Inmediatamente murmurando algo inaudible se puso en la posición que le exigí.
- ¡Buena chica! - Grité dandolé una palmada a su nalga derecha, dejando la marca de mi palma.
- Animal...
Tuve que acomodarla con ambos brazos para que quedara en la posición que deseaba, cabeza contra la cama y culo parado, listo para una profunda penetración. Puse ambas manos en sus muslos, aferrandomé, coloqué la punta de mi pene en la entrada y lentamente fuí haciendo presión. Fué gratificante el largo gemido que hiso mientras yo introducía en su totalidad mi pene.
- Bien, basta de amabilidad. - Dije moviendo mi cadera hacia delante y hacia atrás de una forma rítmica, luego fuí aumentando la velocidad.
- ¡No! ¡Más despacio! - Gritaba tratando de zafarse con ambos brazos.
- Hahaha, no jodas, esto apenas comienza. - Respondí tomando ambos brazos y tirando de ellos hacia mi. Aumenté al máximo la velocidad y violencia de mis embestidas, el sonoro golpeteo de las carnes me llenaba de satisfacción.
Seguimos en esa pose por varios minutos, sus gemidos se convertían en gritos y sus gritos se convertían en gemidos. Finalmente la pose me aburrió.
- Espero que no estés hablando enserio. - Dije al retirar el pene y ver como ella caía respirando forzosamente en la cama.
Luego de moverla en una pose apropiada la senté encima mio, como en la pose anterior ahora también soltó un largo gemido al volver a introducirla.
- Probemos tus dotes de vaquerita hahaha. - Reía moviendo mi cintura de arriba hacia abajo cruzado de brazos observando con regocijo como saltaba hacia arriba y volvía a caer para recibir más y más embestidas que terminaban en un chasquido sonoro.
- Dime, ¿Crees que puedes andar por ahí alardeando de tu figura y mirando despreciativamente a la gente? Pues te digo algo, miraste mal a la bestia equivocada en el momento equivocado.
Me detuve, me había cansado de levantar su peso muerto con mi cintura, ella cayó recostada sobre mi pecho gimiendo como posesa. Sobre mi pecho podía sentir sus verdes ojos húmedos.
- Levántate, te toca a ti montar a esta bestia hahaha. - Dije riendo mientras la tomaba de su cabello y tiraba hacia atrás. Instantáneamente comenzó a moverse por ella misma a su ritmo.
Su movimiento de cadera era hipnótico, no hice nada más que llevarme ambas manos a la nuca y disfrutar del placer que la yegua me daba. Tan sólo pasaron unos minutos que empezó a temblar como loca.
- Vaya, hasta que por fin te has venido ¿Verdad? Qué depravada.
La alcé y la tomé contra la pared, chocando mi frente con la suya, haciendo sonar la pared con cada embestida de sus nalgas. A diferencia de mi, que tenía mi temperatura corporal normal para alguien que está dando su ciento diez por ciento en sexo, ella sudaba bastante.
- Uhm, ya basta...siento que veo estrellas con cada embestida... - Gimió doblegando el llanto con un segundo orgasmo.
- ¿Qué no lo ves? ¡Tú dices NO NO NO! - Grité aumentando el ritmo - ¡Pero tu cuerpo dice SÍ SÍ SÍ, hahahahaha!
Así fueron pasando los minutos, y así las horas. Madame más de una vez vino a ver el motivo de tanto escándalo, pero sólo sonreía al ver como Aisha vibraba como un terremoto ante mis embestidas y nos volvía a dejar solos.
Al final la até con la cuerda para que no hiciera nada mientras yo dormia. Ya era de medio día mas o menos cuando madame me despertó y me rogó que desatara a Aisha, pero al parecer comprendió el motivo de tal acción. Mientras me vestía y me daba un festín con el chorizo y los quesos que había en la mesa de luz, madame trataba de recomponer a Aisha que aún seguía adolorida por lo de hace unas horas.
- Has aguantado como una campeona, ¿Verdad que el caballero ha sido amable contigo?. - Le decía la madame para reconfortarla.
- Seis polvetes madame, eso sí que es una chica trabajadora.
- Madame - Pronuncié luego de unos segundos - ¿Podría usted concederme el honor de hablar unos minutos con Oasis? Se lo agradecería mucho. - Dije una vez vestido y totalmente equipado, con una voz dulce y colocando una cara tierna - Por favor.
- ¡De puta madre, mañana a primera hora partiremos! - Le grité a Warwick mientras yo salía de la oficina del pacificador con mi típica y enorme sonrisa de oreja a oreja que permite que se me vea casi toda mi dentadura, cosa que podría asustar a cualquiera. Warwick resultó ser un buen aliado, por fin tengo a un "amigo" por estos lares, espero que tenga un buen desempeño en nuestra cacería.
Me había atado la cuerda a los lugares libres de mi jean para colocar un cinturón, Carmesí aún yacía en su funda apoyada en mi muslo derecho, mis cuatro piezas de oro yacían en mi bolsillo izquierdo de mi jean, me puse mi pasamontañas pero lo acomodé lo suficiente para que sólo cubriera de mi naríz para arriba, lo cual mi boca queda descubierta.
- ¡Oleg espera! - Gritaba Warwick corriendo apresuradamente a mi posición.
- Hey, ¿Qué sucede? Te dije que nos veríamos mañana. - Le dije sin ganas de hablar.
- Sí, pero se te ha caído esta nota tuya, bueno, creo que se te había caído en la pelea haha. - Decía y me daba la nota con la que había despertado en el abrevadero.
- Gracias Warwick, nos vemos luego, iré a echarme un descanso al burdel. - Le dije y volví a guardarme la nota en un lugar seguro.
Esa nota aún tenía una clave que no había terminado de resolver, aunque lo admito, tampoco me he esmerado en buscarla. Según recuerdo Jedediah había yacido en el burdel con una chica de ahí, no recuerdo el nombre, tampoco se si esta nota es de hace mucho y esa chica ya se habrá ido o inclusive muerto. Debo averiguar si aún sigue ahí, Jedediah debe de tener algo que ver con mi aparición en Roca de Hierro y en Tzion. Necesito luz, en el burdel habrá y podré leer la nota para recordar el nombre de la chica.
Caminé sin apuro hacia el burdel, la noche era fresca y la luna brillaba encima mio, llena de vida, pero al mismo tiempo tan triste como los relatos que me contaba mi madre sobre el amor imposible de la luna y el sol.
Podía divisar el burdel a distancia, de las ventanas y puertas salía luz con mucha vida hacia las muertas calles que se plantaban delante de ellas. Afuera en la entrada estaban algunas prostitutas hablando con sus clientes a carcajadas, o al menos eso me parecía. Entré al burdel y un torbellino de olores me inundó, perfumes y cigarros formaban un ambiente para la lujuria.
- ¿Buscas a alguien? Oh eres tú - Me dijo algo sorprendida la mocosa de hacía poco, al parecer había cambiado su playera de "I love sex" por un corsé blanco que combinaba perfectamente con su figura.
- Hola de nuevo, sí, busco a la madame, ¿Tienen a una verdad? - Pregunté acercandomé más a ella, comparada a mi lado no era más que una pobre criatura frágil e indefensa.
- Oh sí, enseguida la traigo para que te atienda. Toma asiento antes. - Dijo señalandomé una silla que yacía detrás de ella.
Me senté y saqué inmediatamente la nota, la leí de corrido y pude recordar, Oasis, la chica se llamaba Oasis. De las escaleras bajaban la mocosa y la madame. Me levanté rápido de la silla y firme esperé a que madame se pusiera delante mio.
- Oh, si quieres trabajar aquí deberé ver primero qué tal eres debajo de ese pasamontañas, y si quieres a una de mis chicas también deberás mostrarme tu rostro, no me conformo sólo con ver esa sonrisa tuya, que por cierto, a mi no me intimida muchacho. - Me dijo con voz firme la anciana.
- ¡De acuerdo madame! - Dije alzando mucho la voz y me quitaba completamente el pasamontañas dejando mi pálida piel y mis cabellos negros revueltos descubiertos completamente - ¿Qué le parece mi rostro?
- Oh, vaya, no veo el por qué llevas esa horrible máscara sucia de calavera teniendo un rostro tan bello, pero bueno. ¿Qué deseas? ¿Trabajar aquí? Por que conosco a gente que pagaría una buena ganancia por tus servicios.
- No no madame, no tengo muchas ganas de vender mi cuerpo ahora ni nunca. Sólo busco a una chica, se llama Oasis, y según algunas personas ella trabaja aquí.
- Oasis trabaja aquí, pero además de estar con otro cliente, sus servicios cuestan diez monedas de oro, cosa que dudo que lleves encima.
Sabía que no sería tan fácil.
- Muy cierto madame, no llevo tanto dinero encima, así que supongo que me lo gastaré en una chica más económica. - Le dije sacando a relucir mi famosa sonrisa.
- Pues estás de suerte, ésta muchachita que fué a buscarme te ha echado el ojo desde que llegaste aquí - Hablaba observando a la mocosa, la reacción de esta fué sólo ruborizarse y taparse la cara.
- No madame, prefiero algo más grande y que no sea tan pequeña como ella, me gustaría ver su última chica.
- Tengo a alguien, sígame caballero... ¿Cómo dice llamarse?
- Oleg, madame.
- Bien Oleg suba las escaleras conmigo.
Al subir las escaleras le guiñé un ojo a la mocosa que lo único que hiso fué ruborizarse y apartar la mirada. Madame me guió por varios pasillos, parecía casi un laberinto, pero vaya, era enorme el burdel. Mientras me guiaba me volví a colocar mi pasamontañas, no puedo estar mucho tiempo sin eso puesto. Al igual que antes, solo dejé mi boca al descubierto.
- Si la chica grita usted ignórela, es nueva. - Murmuró la madame sin darse vuelta.
- Sí madame, trataré de no hacerla gritar...mucho hahaha.
Finalmente llegamos al cuarto, madame lo abrió y ambos entramos. En la cama yacía recostada con un precioso corsé la chica que había visto antes en la casa del médico. Verla recostada en la cama en esa pose no hiso más que provocarme un gran bulto en mis pantalones. Mi sonrisa fué instantánea.
- Hola. - Dije de mis fauces aún sonriendo.
- Aisha te dejo con el caballero Oleg, sé buena con el, al finalizar el resto de la noche él te dará tus tres piezas de oro correspondientes. Allí en aquella bandeja caballero tiene algo de comida, que pase una noche inolvidable.
- Lo será madame... - Murmuré, detrás mio la madame cerraba la puerta.
- Eres el sujeto del pasamontañas, el de esta mañana. - Dijo con voz quebradiza y claramente sorprendida.
- Vaya, qué casualidad, qué giro del destino, eres la misma chica que me miraba despreciativamente ésta mañana. Haha así es el destino. - Decía mientras me sacaba mi pasamontañas completamente dejando ver mi rostro.
- ¿Qué piensas hacer?
- Pues pienso gastar mis tres piezas de oro en ti, acabo de salir del bar, tengo un labio roto y necesito mucho afecto, espero que lo puedas solucionar. - Gruñía en voz baja, a través del espejo que yacía encima de nosotros pude verme a mi mismo mientras me quitaba mi campera y playera, dejando desnudo mi pálido torso frente a Aisha.
De repente le entró un ataque de tos.
- ¿Qué sucede? Espero que te guste lo que ves, para obtener éste físico me he entrenado desde pequeño.
- Si me tocas gritaré. - Me amenazaba levantandosé rápidamente de la cama.
- Nadie vendrá a socorrerte, aunque agradecería que no hagas escándalo, eres una puta, soy tu cliente, debes satisfacerme. ¿O no? - Pregunté luego de unos segundos.
Desde luego, yo disfruto muchísimo de ésto, la pelea me ha hecho recordar lo salvaje que solía ser, algo que la neutralidad de mi pueblo aplacó por un tiempo, pero que luego volvía.
Dejé la cuerda en la mesa de noche al lado de la comida, mi machete al lado de la repisa y finalmente me quedé sólo con mis boxers negros, la punta del pene se asomaba hacia la derecha.
- ¿Qué sucede? Espero que no creyeras que un tipo tan grande como yo tendría... ¿Un pene minúsculo? Vamos, empieza a quitarte ese corsé. - Dije cruzandomé de brazos con mi miembro apuntando en su dirección.
- ¡No lo hagas más difícil, sólo desvístete y déjame libre la entrada hahahaha! - Gritaba y reía, ella se tapó llevandosé ambas palmas a los oídos y cerrando los ojos para luego volver a abrirlos. Para cuando hiso eso yo ya estaba a tan sólo unos centímetros de distancia.
- Lo haré yo por ti preciosa. - Decía mientras en tres pasos estaba detrás suyo removiendo los hilos del corsé.
Me llevó unos segundos remover el corsé, mientras tanto ella sólo estaba quieta, rígida, tal vez esperando a que todo termine rápido.
Cuando logré removerlo lo lancé a un rincón. Que hermoso cuerpo posee.
- ¡Sorpresa! - Grité deslizando mi pene entre sus piernas desde detrás suyo y tomando sus pechos con ambas manos. Inicié inmediatamente un movimiento de cadera rosando su parte noble con el tronco de mi pene y mi glande. Suavemente besaba su cuello y acariciaba sus pechos.
- Eres un cerdo... - Logró murmurar luego de unos minutos
- Vaya, pero si ya te estás mojando. - Dije retirando mi pene y metiendo dos dedos dentro suyo, de su boca se escuchó un gemido ahogado. Me paré delante de ella y le mostré los dos dedos delante de sus ojos.
- Haha ya ves lo sucia que eres, venga, en cuatro patas sobre la cama, ¡Ya! - Grité tomandolá del brazo y lanzandolá a la cama. Inmediatamente murmurando algo inaudible se puso en la posición que le exigí.
- ¡Buena chica! - Grité dandolé una palmada a su nalga derecha, dejando la marca de mi palma.
- Animal...
Tuve que acomodarla con ambos brazos para que quedara en la posición que deseaba, cabeza contra la cama y culo parado, listo para una profunda penetración. Puse ambas manos en sus muslos, aferrandomé, coloqué la punta de mi pene en la entrada y lentamente fuí haciendo presión. Fué gratificante el largo gemido que hiso mientras yo introducía en su totalidad mi pene.
- Bien, basta de amabilidad. - Dije moviendo mi cadera hacia delante y hacia atrás de una forma rítmica, luego fuí aumentando la velocidad.
- ¡No! ¡Más despacio! - Gritaba tratando de zafarse con ambos brazos.
- Hahaha, no jodas, esto apenas comienza. - Respondí tomando ambos brazos y tirando de ellos hacia mi. Aumenté al máximo la velocidad y violencia de mis embestidas, el sonoro golpeteo de las carnes me llenaba de satisfacción.
Seguimos en esa pose por varios minutos, sus gemidos se convertían en gritos y sus gritos se convertían en gemidos. Finalmente la pose me aburrió.
- Espero que no estés hablando enserio. - Dije al retirar el pene y ver como ella caía respirando forzosamente en la cama.
Luego de moverla en una pose apropiada la senté encima mio, como en la pose anterior ahora también soltó un largo gemido al volver a introducirla.
- Probemos tus dotes de vaquerita hahaha. - Reía moviendo mi cintura de arriba hacia abajo cruzado de brazos observando con regocijo como saltaba hacia arriba y volvía a caer para recibir más y más embestidas que terminaban en un chasquido sonoro.
- Dime, ¿Crees que puedes andar por ahí alardeando de tu figura y mirando despreciativamente a la gente? Pues te digo algo, miraste mal a la bestia equivocada en el momento equivocado.
Me detuve, me había cansado de levantar su peso muerto con mi cintura, ella cayó recostada sobre mi pecho gimiendo como posesa. Sobre mi pecho podía sentir sus verdes ojos húmedos.
- Levántate, te toca a ti montar a esta bestia hahaha. - Dije riendo mientras la tomaba de su cabello y tiraba hacia atrás. Instantáneamente comenzó a moverse por ella misma a su ritmo.
Su movimiento de cadera era hipnótico, no hice nada más que llevarme ambas manos a la nuca y disfrutar del placer que la yegua me daba. Tan sólo pasaron unos minutos que empezó a temblar como loca.
- Vaya, hasta que por fin te has venido ¿Verdad? Qué depravada.
La alcé y la tomé contra la pared, chocando mi frente con la suya, haciendo sonar la pared con cada embestida de sus nalgas. A diferencia de mi, que tenía mi temperatura corporal normal para alguien que está dando su ciento diez por ciento en sexo, ella sudaba bastante.
- Uhm, ya basta...siento que veo estrellas con cada embestida... - Gimió doblegando el llanto con un segundo orgasmo.
- ¿Qué no lo ves? ¡Tú dices NO NO NO! - Grité aumentando el ritmo - ¡Pero tu cuerpo dice SÍ SÍ SÍ, hahahahaha!
Así fueron pasando los minutos, y así las horas. Madame más de una vez vino a ver el motivo de tanto escándalo, pero sólo sonreía al ver como Aisha vibraba como un terremoto ante mis embestidas y nos volvía a dejar solos.
Al final la até con la cuerda para que no hiciera nada mientras yo dormia. Ya era de medio día mas o menos cuando madame me despertó y me rogó que desatara a Aisha, pero al parecer comprendió el motivo de tal acción. Mientras me vestía y me daba un festín con el chorizo y los quesos que había en la mesa de luz, madame trataba de recomponer a Aisha que aún seguía adolorida por lo de hace unas horas.
- Has aguantado como una campeona, ¿Verdad que el caballero ha sido amable contigo?. - Le decía la madame para reconfortarla.
- Seis polvetes madame, eso sí que es una chica trabajadora.
- Madame - Pronuncié luego de unos segundos - ¿Podría usted concederme el honor de hablar unos minutos con Oasis? Se lo agradecería mucho. - Dije una vez vestido y totalmente equipado, con una voz dulce y colocando una cara tierna - Por favor.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Salí de la habitación de Oasis algo confuso, necesitaba asimilar toda la información que me había dicho. Volví hacia la habitación con Aisha, está muy amable, dejó que me quedará esa noche:
- Quédate aquí, descansando, yo tengo que seguir trabajando, pero mañana a primera hora te quiero fuera.- dijo con una carcajada.
- Gracias de nuevo.- le dije antes que saliera de la estancia - sí necesitas algo de mi no dudes en buscarme, trabajo con el doctor.
Aisha me miró, volvió a giñar su ojo y se marchó. La verdad que gracias a aquella chica de grandes ojos verdes había conseguido mucho...
Me quedé pensando en todo lo que me había comentado Oasis, cogí mi colgante y lo volví a mirar... Sabrá Jedediah Shatner de donde vengo? que significa el escrito de mi colgante? que tesoro buscaba? sería Jebediah el hombre que me encontré en el desierto?
Las preguntas empezaban a nublarme la mente, entonces las palabras de Oasis retumbaron en mi cabeza...
- El Precipicio de las Ánimas.- dije en voz altas.
Tenía, mejor dicho, debía viajar a aquel sitio, debía seguir buscando respuestas. Pero por desgracia no estaba preparado, el camino era largo y peligroso y con una moneda en mi bolsillo dudo que pueda ir a ningún sitio, pensé.
En aquel momento me quedé en silencio.
- Mierda, tengo que ir a la consulta!.- pensé mientras me levantaba.
Me puse la camiseta, eché un trago de agua y cogí un chusco de pan. Pensé en buscar a Aisha y en contarle mis nuevas intenciones.
- Por el momento sera mejor que me lo guarde.- pensé.
Salí del burdel a toda prisa, por suerte la vieja no estaba:
- Supongo que estaría atendiendo a alguien con la gran amabilidad que le caracteriza.- dije sonriendo.
Llegué a la consulta y el doctor estaba esperando en la puerta:
- Bor, al fin, pensé que no querías tú paga de ayer.- dijo mientras me tiraba un saquito de monedas.
- Señor, estoy listo para un nuevo día, que faena tiene para mi?.- le contesté pensando que gracias a su dinero podría largarme antes de allí.
- Hay unos cuántos vecinos heridos por una pelea ahí dentro. Haz lo que sabes hacer, yo tengo que visitar a un amigo, no me espérese ya que no vendré hasta tarde.
Entré en la consulta y me puse ha curar golpes y heridas. Al rato un hombre corpulento entro en la consulta malerido:
- Tumbese ahí, señor.- le dije.
- ¿No esta ese curandero de pacotilla?, ese mal nacido me debe dinero, no necesito que nadie me mime.- dijo entre risas.
Cuando me dijo eso me imaguine quien era ese tipo, supongo que era el famoso Groak que menciono ayer el doctor.
- El doctor no esta, pero si quiere le puedo curar esas heridas que tiene, podriamos llegar a un acuerdo usted y yo, tiene pinta de ser un tipo que a ido de aqui para alla, que me dice, le curo esas heridas por algo de información...
- Quédate aquí, descansando, yo tengo que seguir trabajando, pero mañana a primera hora te quiero fuera.- dijo con una carcajada.
- Gracias de nuevo.- le dije antes que saliera de la estancia - sí necesitas algo de mi no dudes en buscarme, trabajo con el doctor.
Aisha me miró, volvió a giñar su ojo y se marchó. La verdad que gracias a aquella chica de grandes ojos verdes había conseguido mucho...
Me quedé pensando en todo lo que me había comentado Oasis, cogí mi colgante y lo volví a mirar... Sabrá Jedediah Shatner de donde vengo? que significa el escrito de mi colgante? que tesoro buscaba? sería Jebediah el hombre que me encontré en el desierto?
Las preguntas empezaban a nublarme la mente, entonces las palabras de Oasis retumbaron en mi cabeza...
- El Precipicio de las Ánimas.- dije en voz altas.
Tenía, mejor dicho, debía viajar a aquel sitio, debía seguir buscando respuestas. Pero por desgracia no estaba preparado, el camino era largo y peligroso y con una moneda en mi bolsillo dudo que pueda ir a ningún sitio, pensé.
En aquel momento me quedé en silencio.
- Mierda, tengo que ir a la consulta!.- pensé mientras me levantaba.
Me puse la camiseta, eché un trago de agua y cogí un chusco de pan. Pensé en buscar a Aisha y en contarle mis nuevas intenciones.
- Por el momento sera mejor que me lo guarde.- pensé.
Salí del burdel a toda prisa, por suerte la vieja no estaba:
- Supongo que estaría atendiendo a alguien con la gran amabilidad que le caracteriza.- dije sonriendo.
Llegué a la consulta y el doctor estaba esperando en la puerta:
- Bor, al fin, pensé que no querías tú paga de ayer.- dijo mientras me tiraba un saquito de monedas.
- Señor, estoy listo para un nuevo día, que faena tiene para mi?.- le contesté pensando que gracias a su dinero podría largarme antes de allí.
- Hay unos cuántos vecinos heridos por una pelea ahí dentro. Haz lo que sabes hacer, yo tengo que visitar a un amigo, no me espérese ya que no vendré hasta tarde.
Entré en la consulta y me puse ha curar golpes y heridas. Al rato un hombre corpulento entro en la consulta malerido:
- Tumbese ahí, señor.- le dije.
- ¿No esta ese curandero de pacotilla?, ese mal nacido me debe dinero, no necesito que nadie me mime.- dijo entre risas.
Cuando me dijo eso me imaguine quien era ese tipo, supongo que era el famoso Groak que menciono ayer el doctor.
- El doctor no esta, pero si quiere le puedo curar esas heridas que tiene, podriamos llegar a un acuerdo usted y yo, tiene pinta de ser un tipo que a ido de aqui para alla, que me dice, le curo esas heridas por algo de información...
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
Había hablado con Bor y había localizado a Oasis, él había hablado con ella mientras yo me tumbaba en la cama a descansar. No estaba realmente cansada pero me vendría bien dar una cabezada mientras él regresaba. Tenía diez minutos para esperar a aquel tipo. Algo en él me despertaba confianza pero a la vez me hacía temerle. Sabía que había leído algo sobre un árbol en alguna parte y sobre una prostituta llamada Oasis. Entonces lo recordé.
Introduje mi mano a través de mi vestido y allí, bajo el sujetador, un viejo papel amarillo y arrugado esperaba volver a ser leído. Releí la nota de Jedediah Shatner y lo comprendí todo, yo también debía encontrar a Oasis, había hablado con ella minutos antes y ni siquiera había caído en la cuenta de que no debía mostrársela a otro sino que era yo misma la que tenía que hablar con ella.
Golpeé mi cabeza contra la cama y me sentí como una tonta pero no tendría problemas para estar con ella. Al menos, no tendría que pagar e incluso podría hacerme amiga suya. Bor me debía un favor que, tarde o temprano, me cobraría.
Esperé en la cama a que Bor regresara y después, dormimos juntos durante un par de horas. Por primera vez, en demasiado tiempo, me sentía cómoda con un hombre, decidí que podríamos ser amigos. Después se fue, dejándome sola en la habitación y esperando al próximo cliente.
El cliente no se hizo esperar demasiado. Entró en la habitación seguido de la Madame. Abrí los ojos como platos al darme cuenta de quién era. El tipo de las calaveras. Aquel hombre al que había despreciado horas antes. Interiormente, me puse en guardia, sabía lo que estaba a punto de suceder cuando la Madame cerrase la puerta.
Efectivamente, durante varias horas sufrí las aberraciones de aquel tipo. Estaba haciéndome daño, demasiado daño y dudo mucho que disfrutara en el fondo pero, para tristeza de aquel mastodonte, no derramé ni una lágrima. Aguanté el dolor, pensé en mi madre muerta, en mi querido padre y en lo amable que había sido Bor conmigo. Soporté sus embestidas una y otra vez hasta que pude fingir quedarme satisfecha. Este tipo no sabía tratar a una mujer por muy puta que fuese.
Cuando creí que todo había acabado, volvió de nuevo a follarme, una y otra vez, así hasta seis veces. Dejé de sentir dolor en algún momento y me limité a dejarme hacer, tal y como había hecho numerosas veces con mi amo. De vez en cuando era capaz de insultarle pero eso era todo… Mi cuerpo estaba ahí pero mi mente había regresado al pasado, cuando creía recordar que había sido feliz.
Y sin darme cuenta terminó. Se corrió dentro de mí y sentí puro asco pero ahora era prostituta así que tendría que aguantar que muchos tipos fueran así. Al menos, no me había golpeado. Sin embargo, por mucho que me hubiera violado de algún modo ese tipo tenía miedo de que yo tomara mis represalias así que me ató y se quedó dormido a mi lado. Yo no pude conciliar el sueño.
Al día siguiente, la Madame vino a despertarnos, por lo visto, él se sentí muy satisfecho y yo fingí estarlo cuando salió de la habitación. Con demasiada dificultad, me levanté de la cama. Sentía dolor en cada parte de mi cuerpo pero, como muchas otras veces, superé el trance y me levanté. Cogí la daga de oro que había escondido en uno de mis zapatos y salí tras él. No quería pelea, simplemente, quería decirle algo. Le abordé por detrás cuando nadie miraba.
- No te muevas, ni siquiera lo pienses. Tengo una daga en el punto exacto para que mueras desagrado antes de que puedas siquiera darte la vuelta.
- ¿Qué quieres, zorra? – Dijo con desdén- ¿Quieres repetir? Estás a mi merced. Esta noche volveré..
- Vuelve si quieres, no te tengo miedo. Y ¿sabes? Tú y yo podríamos haber disfrutado mucho esta noche, si no hubieras sido… como decirlo… tan brusco. Podría haberte hecho cosas que no creerías. Es una advertencia, vuelve a hacerlo y la próxima vez utilizarás tus propios intestinos para atarme a la cama. Y créeme, si me hubieras dejado libertad esta, atarme a la cama hubiera sido lo menos excitante que hubiéramos hecho hoy.
Asustada aún por enfrentarme a él, salí corriendo y regresé a mi habitación. Allí estaba Oasis. La Madame la había enviado a mí para que me cuidara después de mi primera noche en el burdel. Me traía ropa limpia ya que mi corsé había quedado destrozado por Oleg.
- Hola de nuevo. ¿Qué tal ha ido? Ese tipo tenía pinta de ser un bruto. – Preguntó amablemente- Desde luego ese tipo te buscaba a ti, preguntó por la nueva nada más entrar o eso me dijo la Madame. Tienes algo, gustas. Llevo demasiado tiempo aquí, por eso me envió a mí y no a otra.
- Sí, ha sido un bruto y estoy muy cansada. Me ató, me tiene miedo en el fondo.- Reí haciendo una fea mueca por el dolor que sentí.
- No rías, muchacha. Túmbate en la cama. A la Madame la has gustado, te dejará descansar durante unas horas hasta que te recuperes. Come algo y vístete. Me quedaré haciéndote compañía.
- ¿Sabes qué me apetece? Tumbarme en la cama y dormir
- Pues venga. Acuéstate, me tumbaré un rato contigo- Dijo Oasis.
Las dos nos tumbamos en la cama y, por la tensión del momento, el dolor o una razón desconocida, comencé a llorar. Ella me abrazó y me consoló. Estaba a punto de quedarme dormida cuando, de repente, recordé el extracto del diario.
- Oasis… ¿Sabes algo acerca de Jedediah Sthatner?
Introduje mi mano a través de mi vestido y allí, bajo el sujetador, un viejo papel amarillo y arrugado esperaba volver a ser leído. Releí la nota de Jedediah Shatner y lo comprendí todo, yo también debía encontrar a Oasis, había hablado con ella minutos antes y ni siquiera había caído en la cuenta de que no debía mostrársela a otro sino que era yo misma la que tenía que hablar con ella.
Golpeé mi cabeza contra la cama y me sentí como una tonta pero no tendría problemas para estar con ella. Al menos, no tendría que pagar e incluso podría hacerme amiga suya. Bor me debía un favor que, tarde o temprano, me cobraría.
Esperé en la cama a que Bor regresara y después, dormimos juntos durante un par de horas. Por primera vez, en demasiado tiempo, me sentía cómoda con un hombre, decidí que podríamos ser amigos. Después se fue, dejándome sola en la habitación y esperando al próximo cliente.
El cliente no se hizo esperar demasiado. Entró en la habitación seguido de la Madame. Abrí los ojos como platos al darme cuenta de quién era. El tipo de las calaveras. Aquel hombre al que había despreciado horas antes. Interiormente, me puse en guardia, sabía lo que estaba a punto de suceder cuando la Madame cerrase la puerta.
Efectivamente, durante varias horas sufrí las aberraciones de aquel tipo. Estaba haciéndome daño, demasiado daño y dudo mucho que disfrutara en el fondo pero, para tristeza de aquel mastodonte, no derramé ni una lágrima. Aguanté el dolor, pensé en mi madre muerta, en mi querido padre y en lo amable que había sido Bor conmigo. Soporté sus embestidas una y otra vez hasta que pude fingir quedarme satisfecha. Este tipo no sabía tratar a una mujer por muy puta que fuese.
Cuando creí que todo había acabado, volvió de nuevo a follarme, una y otra vez, así hasta seis veces. Dejé de sentir dolor en algún momento y me limité a dejarme hacer, tal y como había hecho numerosas veces con mi amo. De vez en cuando era capaz de insultarle pero eso era todo… Mi cuerpo estaba ahí pero mi mente había regresado al pasado, cuando creía recordar que había sido feliz.
Y sin darme cuenta terminó. Se corrió dentro de mí y sentí puro asco pero ahora era prostituta así que tendría que aguantar que muchos tipos fueran así. Al menos, no me había golpeado. Sin embargo, por mucho que me hubiera violado de algún modo ese tipo tenía miedo de que yo tomara mis represalias así que me ató y se quedó dormido a mi lado. Yo no pude conciliar el sueño.
Al día siguiente, la Madame vino a despertarnos, por lo visto, él se sentí muy satisfecho y yo fingí estarlo cuando salió de la habitación. Con demasiada dificultad, me levanté de la cama. Sentía dolor en cada parte de mi cuerpo pero, como muchas otras veces, superé el trance y me levanté. Cogí la daga de oro que había escondido en uno de mis zapatos y salí tras él. No quería pelea, simplemente, quería decirle algo. Le abordé por detrás cuando nadie miraba.
- No te muevas, ni siquiera lo pienses. Tengo una daga en el punto exacto para que mueras desagrado antes de que puedas siquiera darte la vuelta.
- ¿Qué quieres, zorra? – Dijo con desdén- ¿Quieres repetir? Estás a mi merced. Esta noche volveré..
- Vuelve si quieres, no te tengo miedo. Y ¿sabes? Tú y yo podríamos haber disfrutado mucho esta noche, si no hubieras sido… como decirlo… tan brusco. Podría haberte hecho cosas que no creerías. Es una advertencia, vuelve a hacerlo y la próxima vez utilizarás tus propios intestinos para atarme a la cama. Y créeme, si me hubieras dejado libertad esta, atarme a la cama hubiera sido lo menos excitante que hubiéramos hecho hoy.
Asustada aún por enfrentarme a él, salí corriendo y regresé a mi habitación. Allí estaba Oasis. La Madame la había enviado a mí para que me cuidara después de mi primera noche en el burdel. Me traía ropa limpia ya que mi corsé había quedado destrozado por Oleg.
- Hola de nuevo. ¿Qué tal ha ido? Ese tipo tenía pinta de ser un bruto. – Preguntó amablemente- Desde luego ese tipo te buscaba a ti, preguntó por la nueva nada más entrar o eso me dijo la Madame. Tienes algo, gustas. Llevo demasiado tiempo aquí, por eso me envió a mí y no a otra.
- Sí, ha sido un bruto y estoy muy cansada. Me ató, me tiene miedo en el fondo.- Reí haciendo una fea mueca por el dolor que sentí.
- No rías, muchacha. Túmbate en la cama. A la Madame la has gustado, te dejará descansar durante unas horas hasta que te recuperes. Come algo y vístete. Me quedaré haciéndote compañía.
- ¿Sabes qué me apetece? Tumbarme en la cama y dormir
- Pues venga. Acuéstate, me tumbaré un rato contigo- Dijo Oasis.
Las dos nos tumbamos en la cama y, por la tensión del momento, el dolor o una razón desconocida, comencé a llorar. Ella me abrazó y me consoló. Estaba a punto de quedarme dormida cuando, de repente, recordé el extracto del diario.
- Oasis… ¿Sabes algo acerca de Jedediah Sthatner?
Kealah- Cazadora con medias de seda
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