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Segunda prueba
¿Furulas?
La Leyenda del Oeste
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DarkHades
PeKaDoR
Skimmer
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Re: La Leyenda del Oeste
Un nuevo día amanece en Roca de Hierro. La gente abre perezosamente sus tiendas mientras algún borracho se tambalea todavía por las calles. Los trabajadores se despiden de sus familias y se disponen a ganarse el pan de cada día. Lo que todos ignoran, es que ellos están cada vez más cerca. Pronto atacarán. Lo único que queda por saber es…¿alguien será capaz de plantarles cara?
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Al despertar, Aisha se quedó mirando el techo, ensimismada. Giró su cabeza hacia la derecha y vio a Glen, uno de los borrachos del pueblo al que la Madame le había obligado atender a última hora.
Aisha tuvo suerte, solo lo hicieron una vez y luego ya no se le levantó más. Finalmente se quedó dormido con la ayuda de dos botellas de whisky.
La prostituta se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Disfrutaba viendo como se ponía en marcha Roca de Hierro cada mañana, la rutina.
Entonces volvió a repasar lo acontecido ayer. No lo de ese bastardo de Oleg, si no la conversación con Oasis. Se había mostrado muy sorprendida cuando Aisha le preguntó por Jedediah Shatner. Al parecer era lo mismo que le preguntó Bor.
Aisha también le explico que había aparecido en mitad del desierto de Tzion, al igual que hizo Bor. Una o dos veces Oasis se negó a seguir hablando, simplemente mascullaba entre dientes: “brujería” y “Mut”. Tras conseguir tranquilizarla, Oasis habló un poco más:
Le contó que Jedediah había pasado por allí hacía ya un mes, y que se había marchado hacia el Precipicio de las Ánimas, un lugar maldito en el que hacía siglos que nadie iba. Aisha le preguntó el motivo por el que estaba maldito.
“Dicen que en ese lugar hay un árbol, ese árbol es…un portal a otro lugar” le explicó Oasis.
Aisha no supo discernir si aquello era cierto o simplemente una de las estúpidas creencias de una joven supersticiosa. Oasis le hizo esperar un momento en la habitación y a los pocos segundos volvió con un mapa.
Le iba a dar esto a Bor, pero se fue tan rápido que no me dio tiempo a entregárselo. Es un mapa que se olvidó Jedediah aquí. Nunca antes había visto un mapa de Tzion, así que debe ser muy valioso. Prométeme que lo compartirás con Bor, él…bueno, creo que le vendrá bien tenerlo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Aisha se lo prometió. De todas maneras quería hablar con Bor, comparar historias. Tal vez había algún dato que les diese una pista sobre todo lo que estaba ocurriendo. Bor le había dicho que trabajaba en la consulta del médico, así que podría matar dos pájaros de un tiro. Podría ir a hablar con él y pagar la deuda con el médico.
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Groak miró durante unos instantes a Bor, evaluándole.
- Parece que no tienes miedo. Ese curandero siempre tiene miedo. Está bien, cúrame las heridas y hablaremos.
Los primeros minutos Bor se dedicó solo a curar las heridas más graves y prefirió permanecer callado hasta que no le hiciese falta estar tan concentrado. Cuando ya tuvo más margen, se puso a hacer preguntas.
- ¿Qué noticias corren últimamente por Tzion? – preguntó Bor mientras desinfectaba una de las heridas de su frente.
- Lo de siempre. La Justicia de Tzion y los Vástagos siguen luchando por el control de los pueblos. Los recolectores permanecen al margen y los Seguidores de Mut ganan adeptos.
- Oiga, usted no conocerá por casualidad a un tal Jedediah Shatner, ¿cierto? – preuntó Bor, con pocas esperanzas de que la respuesta fuera “sí”.
- No, ni siquiera me suena. – contestó Groak. Parecía sincero.
- He oído que los Vástagos son unos animales. ¿Alguna vez te has cruzado con ellos?
- He estado en Las Cuatro Esquinas, un pueblo al norte de aquí. Antes era neutral, pero cuando los Vástagos se fijaron en él…no tuvieron ni la más mínima oportunidad. Ahora sus habitantes viven esclavizados y explotados. – al contar todo esto, se notaba claramente que a Groak le importaba una mierda los débiles y los que no eran capaz de luchar por lo que es suyo. Puede que fuese un hombre cruel, pero tenía cierto código de honor.
- ¿Y las otras tribus no hacen lo mismo?
- No de una forma tan evidente. La Justicia de Tzion proclaman a los cuatro vientos lo tolerantes y benévolos que son, pero ellos hacen casi lo mismo, solo que lo enmascaran mejor. Aún así, me dirijo a su guarida para hacer las pruebas de iniciación. En Tzion no puedes estar solo, muchacho. Acabarás muerto.
Bor se quedó pensativo durante algunos instantes.
- Oye chico, te voy a decir algo que no mucha gente sabe. Los Vástagos están rondando el pueblo. En una semana atacarán Roca de Hierro. Como yo lo veo, tienes dos opciones: o te largas de aquí cuando comience el lío, o te unes a ellos y les ayudas a hacerse con el pueblo. Los Vástagos saben cómo recompensar a los que les prestan ayuda, créeme. Podrías tener de todo…pero para estar junto a ellos tienes que tener la mente muy clara y dejar tus sentimientos de lado.
- Ya…ya he terminado. –dijo Bor, dejando la esponja en su cuenco y entregándole una toalla a Groak para que se lavase.
Groak se levantó y se dirigió a la puerta.
- No olvides mis palabras, chico. Únete a un equipo o te encontrarás en medio de una guerra que no te va a gustar nada. Suerte.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Madame se rió con sorna.
- No te pases de listo, guapo. Estar con Oasis te costará 10 piezas de oro. Y a ella sí que debes tratarla como una dama, o me aseguraré de que mis chicos te den una buena lección.
- Sólo quiero hablar con ella – explicó Oleg de forma cortante.
- Sí, hablar…eso dicen todos. – y tras pronunciar estas palabras, la madame volvió a su puesto.
Oleg soltó un bufido y volvió a su habitación. Aisha ya se había marchado. Se vistió, recogió sus cosas y junto con su caballo, se dirigió al punto acordado para la partida.
Warwick estaba ya esperándole.
- ¡Joder! Llevo aquí desde el amanecer. He perdido un día de trabajo en la herrería por esto, así que al menos sé puntual.
Oleg y Warwick se saludaron chocando sus manos. Oleg se rió.
- Es una larga historia, vamos a cazar a ese cabrón. – y tras decir esto, se pusieron en marcha.
Cuando llevaban unos segundos cabalgando, Groak se les acercó a caballo. Parecía que habían curado sus heridas.
- Tranquilos, no vengo buscando pelea – dijo con una media sonrisa. – me vencisteis justamente. Me gustaría invitaros a una ronda cuando volváis de a donde sea que vayáis. Tenemos algunas cosas de que hablar. – y sin dejar que dijesen nada, se marchó por donde había venido.
Oleg y Warwick se miraron y se encogieron de hombros. Siguieron su marcha y cuando estaban en los límites del pueblo, vieron un jinete que
aguardaba en el camino. Cuando se acercaron, éste les habló.
- Me llamo Krumm. El Pacificador me ha enviado para ayudaros en vuestra cacería. Yo no cobraré nada, para mí esto es solo una prueba para conseguir el puesto de ayudante.
- Bueno, mientras el botín nos lo quedemos nosotros, no nos vendrá mal la ayuda. Me llamo Warwick, y el del pasamontañas es Oleg.
Tras estrecharse las manos, los tres reanudaron la marcha. Les esperaba un largo camino por delante.
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Dark, Peka y Jack: tardaréis un día en llegar y un día en volver. Cuando posteéis hoy, debéis relatar vuestra travesía (solo hay tierra yerma y algún que otro animal en las últimas). Podéis interpretar que llegáis a vuestro destino si escribís el post después de las 00:00 (hora española) o directamente mañana. Os aconsejo descansar para lo que tenéis que afrontar
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Al despertar, Aisha se quedó mirando el techo, ensimismada. Giró su cabeza hacia la derecha y vio a Glen, uno de los borrachos del pueblo al que la Madame le había obligado atender a última hora.
Aisha tuvo suerte, solo lo hicieron una vez y luego ya no se le levantó más. Finalmente se quedó dormido con la ayuda de dos botellas de whisky.
La prostituta se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Disfrutaba viendo como se ponía en marcha Roca de Hierro cada mañana, la rutina.
Entonces volvió a repasar lo acontecido ayer. No lo de ese bastardo de Oleg, si no la conversación con Oasis. Se había mostrado muy sorprendida cuando Aisha le preguntó por Jedediah Shatner. Al parecer era lo mismo que le preguntó Bor.
Aisha también le explico que había aparecido en mitad del desierto de Tzion, al igual que hizo Bor. Una o dos veces Oasis se negó a seguir hablando, simplemente mascullaba entre dientes: “brujería” y “Mut”. Tras conseguir tranquilizarla, Oasis habló un poco más:
Le contó que Jedediah había pasado por allí hacía ya un mes, y que se había marchado hacia el Precipicio de las Ánimas, un lugar maldito en el que hacía siglos que nadie iba. Aisha le preguntó el motivo por el que estaba maldito.
“Dicen que en ese lugar hay un árbol, ese árbol es…un portal a otro lugar” le explicó Oasis.
Aisha no supo discernir si aquello era cierto o simplemente una de las estúpidas creencias de una joven supersticiosa. Oasis le hizo esperar un momento en la habitación y a los pocos segundos volvió con un mapa.
Le iba a dar esto a Bor, pero se fue tan rápido que no me dio tiempo a entregárselo. Es un mapa que se olvidó Jedediah aquí. Nunca antes había visto un mapa de Tzion, así que debe ser muy valioso. Prométeme que lo compartirás con Bor, él…bueno, creo que le vendrá bien tenerlo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Aisha se lo prometió. De todas maneras quería hablar con Bor, comparar historias. Tal vez había algún dato que les diese una pista sobre todo lo que estaba ocurriendo. Bor le había dicho que trabajaba en la consulta del médico, así que podría matar dos pájaros de un tiro. Podría ir a hablar con él y pagar la deuda con el médico.
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Groak miró durante unos instantes a Bor, evaluándole.
- Parece que no tienes miedo. Ese curandero siempre tiene miedo. Está bien, cúrame las heridas y hablaremos.
Los primeros minutos Bor se dedicó solo a curar las heridas más graves y prefirió permanecer callado hasta que no le hiciese falta estar tan concentrado. Cuando ya tuvo más margen, se puso a hacer preguntas.
- ¿Qué noticias corren últimamente por Tzion? – preguntó Bor mientras desinfectaba una de las heridas de su frente.
- Lo de siempre. La Justicia de Tzion y los Vástagos siguen luchando por el control de los pueblos. Los recolectores permanecen al margen y los Seguidores de Mut ganan adeptos.
- Oiga, usted no conocerá por casualidad a un tal Jedediah Shatner, ¿cierto? – preuntó Bor, con pocas esperanzas de que la respuesta fuera “sí”.
- No, ni siquiera me suena. – contestó Groak. Parecía sincero.
- He oído que los Vástagos son unos animales. ¿Alguna vez te has cruzado con ellos?
- He estado en Las Cuatro Esquinas, un pueblo al norte de aquí. Antes era neutral, pero cuando los Vástagos se fijaron en él…no tuvieron ni la más mínima oportunidad. Ahora sus habitantes viven esclavizados y explotados. – al contar todo esto, se notaba claramente que a Groak le importaba una mierda los débiles y los que no eran capaz de luchar por lo que es suyo. Puede que fuese un hombre cruel, pero tenía cierto código de honor.
- ¿Y las otras tribus no hacen lo mismo?
- No de una forma tan evidente. La Justicia de Tzion proclaman a los cuatro vientos lo tolerantes y benévolos que son, pero ellos hacen casi lo mismo, solo que lo enmascaran mejor. Aún así, me dirijo a su guarida para hacer las pruebas de iniciación. En Tzion no puedes estar solo, muchacho. Acabarás muerto.
Bor se quedó pensativo durante algunos instantes.
- Oye chico, te voy a decir algo que no mucha gente sabe. Los Vástagos están rondando el pueblo. En una semana atacarán Roca de Hierro. Como yo lo veo, tienes dos opciones: o te largas de aquí cuando comience el lío, o te unes a ellos y les ayudas a hacerse con el pueblo. Los Vástagos saben cómo recompensar a los que les prestan ayuda, créeme. Podrías tener de todo…pero para estar junto a ellos tienes que tener la mente muy clara y dejar tus sentimientos de lado.
- Ya…ya he terminado. –dijo Bor, dejando la esponja en su cuenco y entregándole una toalla a Groak para que se lavase.
Groak se levantó y se dirigió a la puerta.
- No olvides mis palabras, chico. Únete a un equipo o te encontrarás en medio de una guerra que no te va a gustar nada. Suerte.
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La Madame se rió con sorna.
- No te pases de listo, guapo. Estar con Oasis te costará 10 piezas de oro. Y a ella sí que debes tratarla como una dama, o me aseguraré de que mis chicos te den una buena lección.
- Sólo quiero hablar con ella – explicó Oleg de forma cortante.
- Sí, hablar…eso dicen todos. – y tras pronunciar estas palabras, la madame volvió a su puesto.
Oleg soltó un bufido y volvió a su habitación. Aisha ya se había marchado. Se vistió, recogió sus cosas y junto con su caballo, se dirigió al punto acordado para la partida.
Warwick estaba ya esperándole.
- ¡Joder! Llevo aquí desde el amanecer. He perdido un día de trabajo en la herrería por esto, así que al menos sé puntual.
Oleg y Warwick se saludaron chocando sus manos. Oleg se rió.
- Es una larga historia, vamos a cazar a ese cabrón. – y tras decir esto, se pusieron en marcha.
Cuando llevaban unos segundos cabalgando, Groak se les acercó a caballo. Parecía que habían curado sus heridas.
- Tranquilos, no vengo buscando pelea – dijo con una media sonrisa. – me vencisteis justamente. Me gustaría invitaros a una ronda cuando volváis de a donde sea que vayáis. Tenemos algunas cosas de que hablar. – y sin dejar que dijesen nada, se marchó por donde había venido.
Oleg y Warwick se miraron y se encogieron de hombros. Siguieron su marcha y cuando estaban en los límites del pueblo, vieron un jinete que
aguardaba en el camino. Cuando se acercaron, éste les habló.
- Me llamo Krumm. El Pacificador me ha enviado para ayudaros en vuestra cacería. Yo no cobraré nada, para mí esto es solo una prueba para conseguir el puesto de ayudante.
- Bueno, mientras el botín nos lo quedemos nosotros, no nos vendrá mal la ayuda. Me llamo Warwick, y el del pasamontañas es Oleg.
Tras estrecharse las manos, los tres reanudaron la marcha. Les esperaba un largo camino por delante.
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Dark, Peka y Jack: tardaréis un día en llegar y un día en volver. Cuando posteéis hoy, debéis relatar vuestra travesía (solo hay tierra yerma y algún que otro animal en las últimas). Podéis interpretar que llegáis a vuestro destino si escribís el post después de las 00:00 (hora española) o directamente mañana. Os aconsejo descansar para lo que tenéis que afrontar
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CATÁLOGO DE LA HERRERÍA
Armas cuerpo a cuerpo cortas: +1 al daño
Martillo 4PDO
Cuchillo 5PDO
Porra 5PDO
Nudillos con pinchos 4PDO
Machete 7PDO
Navaja 6PDO
Espada corta 10PDO
Guantelete con cuchillas 11PDO
Armas cuerpo a cuerpo cortas: +1 al daño
Martillo 4PDO
Cuchillo 5PDO
Porra 5PDO
Nudillos con pinchos 4PDO
Machete 7PDO
Navaja 6PDO
Espada corta 10PDO
Guantelete con cuchillas 11PDO
Armas cuerpo a cuerpo normales +2 al daño
Maza 15PDO
Cimitarra 20PDO
Espada larga 30PDO
Guadaña 25PDO
Hacha 22PDO
Garrote 16PDO
Armas arrojadizas cortas +1 daño
Daga arrojadiza 9PDO
Martillo ligero 8PDO
Honda 10PDO 1 pieza de oro por dos proyectiles.
Búmeran cortante 12PDO
Boleadora 11PDO
Armas a distancia normales +2 daño
Tomahawk 15PDO
Arco 20PDO 1 pieza de oro por dos flechas
Ballesta de guerra 35PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Ballesta de mano 30PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Jabalina 13PDO13PDO
Defensa
Escudo 50PDO
Armadura ligera de cuero 80PDO
Armadura pesada de hierro 110PDO
CATÁLOGO DE LA TIENDA
Mochila pequeña: Para que puedas guardar todos esos cachivaches 10PDO
Mochila grandes: ¿Tus trastos son demasiado grandes y necesitas más espacio? 15PDO
Odre: En este pellejo de cuero podrás almacenar toda clase de líquidos (ESTÁ LLENO DE AGUA) 3PDO
Caña de pescar: ¿Quieres probar suerte con la pesca? No es que vayas a encontrar lagos o ríos por aquí, pero quien sabe que hay más allá de este pueblo. 7PDO
Alforja para el caballo: Es incómodo transportar todas tus cosas en una mochila mientras montas a caballo. ¡Deja que él cargue con ese peso! 15PDO
Catalejo: ¿Eso que hay a lo lejos es un ratón? Con este artilugio podrás averiguarlo. 13PDO
Cuerno (instrumento sonoro): ¿Estás en apuros y necesitas que tus compañeros vengan a socorrerte? ¡Haz sonar el cuerno y vendrán a tu rescate!...o no. 18PDO
Manta: Los días serán calurosos, pero como no te abrigues bien por la noche, cogerás una hipotermia. 10PDO
Caja con diez cigarrillos: Con la mejor hierba que puedas encontrar en un radio de…¿dos kilómetros? 5PDO
Pipa: ¿No te gusta liarte cigarrillos? ¡Sin problema! Utiliza esta elegante pipa tallada en madera de la mejor calidad…sí, de la mejor calidad. 7PDO
Saco de dormir: ¿Tienes que dormir a la intemperie? ¡Más te vale utilizar este saco, forastero! 15PDO
Tienda de campaña básica: Lo dicho, viene con un saco de dormir y una lámpara de aceite. 20PDO
Tienda de campaña equipada: Este es el mejor modelo. Viene con saco de dormir, lámpara de aceite y todo lo necesario para hacer un buen fuego y poder cocinar algo. 25PDO
Botella de whisky: No creo que haga falta explicaciones, ¿cierto? 4PDO
Botella de vino: ¿Quieres que me repita? 3PDO
Cerveza: ¡Déjame en paz! 2PDO
Provisiones para una semana (comida): ¿Planeas hacer algún viaje? Necesitarás comida. Solo se mantendrá en buen estado durante una semana, después será inservible. 25PDO
CATÁLOGO DEL ESTABLO
Caballo escuálido 25PDO
Caballo en buen estado 35PDO
Caballo fuerte 45DO
Maza 15PDO
Cimitarra 20PDO
Espada larga 30PDO
Guadaña 25PDO
Hacha 22PDO
Garrote 16PDO
Armas arrojadizas cortas +1 daño
Daga arrojadiza 9PDO
Martillo ligero 8PDO
Honda 10PDO 1 pieza de oro por dos proyectiles.
Búmeran cortante 12PDO
Boleadora 11PDO
Armas a distancia normales +2 daño
Tomahawk 15PDO
Arco 20PDO 1 pieza de oro por dos flechas
Ballesta de guerra 35PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Ballesta de mano 30PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Jabalina 13PDO13PDO
Defensa
Escudo 50PDO
Armadura ligera de cuero 80PDO
Armadura pesada de hierro 110PDO
CATÁLOGO DE LA TIENDA
Mochila pequeña: Para que puedas guardar todos esos cachivaches 10PDO
Mochila grandes: ¿Tus trastos son demasiado grandes y necesitas más espacio? 15PDO
Odre: En este pellejo de cuero podrás almacenar toda clase de líquidos (ESTÁ LLENO DE AGUA) 3PDO
Caña de pescar: ¿Quieres probar suerte con la pesca? No es que vayas a encontrar lagos o ríos por aquí, pero quien sabe que hay más allá de este pueblo. 7PDO
Alforja para el caballo: Es incómodo transportar todas tus cosas en una mochila mientras montas a caballo. ¡Deja que él cargue con ese peso! 15PDO
Catalejo: ¿Eso que hay a lo lejos es un ratón? Con este artilugio podrás averiguarlo. 13PDO
Cuerno (instrumento sonoro): ¿Estás en apuros y necesitas que tus compañeros vengan a socorrerte? ¡Haz sonar el cuerno y vendrán a tu rescate!...o no. 18PDO
Manta: Los días serán calurosos, pero como no te abrigues bien por la noche, cogerás una hipotermia. 10PDO
Caja con diez cigarrillos: Con la mejor hierba que puedas encontrar en un radio de…¿dos kilómetros? 5PDO
Pipa: ¿No te gusta liarte cigarrillos? ¡Sin problema! Utiliza esta elegante pipa tallada en madera de la mejor calidad…sí, de la mejor calidad. 7PDO
Saco de dormir: ¿Tienes que dormir a la intemperie? ¡Más te vale utilizar este saco, forastero! 15PDO
Tienda de campaña básica: Lo dicho, viene con un saco de dormir y una lámpara de aceite. 20PDO
Tienda de campaña equipada: Este es el mejor modelo. Viene con saco de dormir, lámpara de aceite y todo lo necesario para hacer un buen fuego y poder cocinar algo. 25PDO
Botella de whisky: No creo que haga falta explicaciones, ¿cierto? 4PDO
Botella de vino: ¿Quieres que me repita? 3PDO
Cerveza: ¡Déjame en paz! 2PDO
Provisiones para una semana (comida): ¿Planeas hacer algún viaje? Necesitarás comida. Solo se mantendrá en buen estado durante una semana, después será inservible. 25PDO
CATÁLOGO DEL ESTABLO
Caballo escuálido 25PDO
Caballo en buen estado 35PDO
Caballo fuerte 45DO
Skimmer- Cazador mediocre
- Cantidad de envíos : 761
Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Me quede pensando todo lo que me había dicho Groak mientras veía como se alejaba de allí cabalgando encima de su caballo.
La consulta estaba ya vacía, las sombras de la tarde empezaban a entrar por los grandes ventanales de la estancia, y ahí estaba yo sujetando el cuenco y la esponja que hacia pocos minutos había utilizado para sanar a Groak.
Me comentó que los Vastagos, estaban a punto de apoderarse de este pueblo, y por lo que me dejó entrever esta gente no se anda con chiquitas. Lo que me gustaría saber es si esta gente solo lo hace por placer y riquezas o están buscando a algo o a alguien:
- Jebediah, por lo que leí en el trozo de diario le seguían muy de cerca...- dije en voz baja
Joder, en este mundo de locos no se quien son los buenos ni los malos. Se que los métodos de los Vastagos son, como decirlo, bastante contundentes, pero por lo que me comento Groak, La Justicia de Tzion, son de la misma calaña.
Me habló de un pueblo al norte de aquí, Las Cuatro Esquinas, por lo que se ve está sobre el control de los Vastagos, por el momento no quiero toparme con problemas pero me gustaría saber porque lo hacen, aunque también me corría prisa acercarme al Precipicio de las Animas, pero por la forma que me lo dijo Oasis, tendría que estar bastante lejos. Haga lo que haga tengo que empezar a trazar un plan, tengo que empezar a moverme.
- Necesito un mapa de este lugar, no se donde esta situado este maldito pueblo.- dije decidido.
Me limpie las manos de sangre y salí de la consulta dirección a los pequeños puestos que aun permanecían abiertos y sabia lo que andaba buscando.
Me acerque a un comercio, por lo que vi el único con algo de libros. Nada más acercarme me salio un tipo con un gran turbante en la cabeza:
- Hola.- le dije.
- Hola amigo, tengo plata amigo.- chapoteo en un lenguaje que por lo que se ve no estaba acostumbrado a hablar.
- No, no me interesa, estoy buscando un mapa de esta región.
- Oh amigo muy difícil, mapa aquí no haber, yo solo tener libros y plata, mucha plata, mira mira, buena calidad, mejor precio amigo.- dijo mostrándome una especie de lampara de aceite.
- Le e dicho que no me interesa. ¿Sabría decirme quien podrida tener un mapa por aquí?
- Aquí no mapa, yo ser el único comerciante con papel en venta amigo, le interesa?- me dijo mostrándome con la otra mano un libro.
Salí de ese lugar un poco desanimado, con el tipo siguiéndome un par de metros chillándome que su material era a buen precio.
Decidí pasar por la consulta antes de echar un bocado para ver si ya había llegado Flint de su visita. Me fijé en el cielo, la luna asomaba roja...
A pocos metros de la consulta pude ver a alguien sentado en las escaleras. Al llegar, comprobé que era Aisha.
- Hola, ¿te encuentras mal que tienes que visitar a un medico?.- le dije sonriendo.
Aisha se levanto quitándose el polvo del vestido con la mano.
- Hola, pensé que ya no te encontraría. Tengo algo para ti.- me dijo con una sonrisa picara.
De su escote saco un papel amarillento doblado y lo puso delante de mi cara.
- ¿Que es?.- le dije mientras intentaba cogerlo.
- No, no, baquero.- me aparto ese papel de mi alcance. - tu y yo teníamos un trato, me debes una, ¿te acuerdas?.
- Tienes razón ¿Que quieres?, tu mandas.- le dije mirándola fijamente a los ojos.
La consulta estaba ya vacía, las sombras de la tarde empezaban a entrar por los grandes ventanales de la estancia, y ahí estaba yo sujetando el cuenco y la esponja que hacia pocos minutos había utilizado para sanar a Groak.
Me comentó que los Vastagos, estaban a punto de apoderarse de este pueblo, y por lo que me dejó entrever esta gente no se anda con chiquitas. Lo que me gustaría saber es si esta gente solo lo hace por placer y riquezas o están buscando a algo o a alguien:
- Jebediah, por lo que leí en el trozo de diario le seguían muy de cerca...- dije en voz baja
Joder, en este mundo de locos no se quien son los buenos ni los malos. Se que los métodos de los Vastagos son, como decirlo, bastante contundentes, pero por lo que me comento Groak, La Justicia de Tzion, son de la misma calaña.
Me habló de un pueblo al norte de aquí, Las Cuatro Esquinas, por lo que se ve está sobre el control de los Vastagos, por el momento no quiero toparme con problemas pero me gustaría saber porque lo hacen, aunque también me corría prisa acercarme al Precipicio de las Animas, pero por la forma que me lo dijo Oasis, tendría que estar bastante lejos. Haga lo que haga tengo que empezar a trazar un plan, tengo que empezar a moverme.
- Necesito un mapa de este lugar, no se donde esta situado este maldito pueblo.- dije decidido.
Me limpie las manos de sangre y salí de la consulta dirección a los pequeños puestos que aun permanecían abiertos y sabia lo que andaba buscando.
Me acerque a un comercio, por lo que vi el único con algo de libros. Nada más acercarme me salio un tipo con un gran turbante en la cabeza:
- Hola.- le dije.
- Hola amigo, tengo plata amigo.- chapoteo en un lenguaje que por lo que se ve no estaba acostumbrado a hablar.
- No, no me interesa, estoy buscando un mapa de esta región.
- Oh amigo muy difícil, mapa aquí no haber, yo solo tener libros y plata, mucha plata, mira mira, buena calidad, mejor precio amigo.- dijo mostrándome una especie de lampara de aceite.
- Le e dicho que no me interesa. ¿Sabría decirme quien podrida tener un mapa por aquí?
- Aquí no mapa, yo ser el único comerciante con papel en venta amigo, le interesa?- me dijo mostrándome con la otra mano un libro.
Salí de ese lugar un poco desanimado, con el tipo siguiéndome un par de metros chillándome que su material era a buen precio.
Decidí pasar por la consulta antes de echar un bocado para ver si ya había llegado Flint de su visita. Me fijé en el cielo, la luna asomaba roja...
A pocos metros de la consulta pude ver a alguien sentado en las escaleras. Al llegar, comprobé que era Aisha.
- Hola, ¿te encuentras mal que tienes que visitar a un medico?.- le dije sonriendo.
Aisha se levanto quitándose el polvo del vestido con la mano.
- Hola, pensé que ya no te encontraría. Tengo algo para ti.- me dijo con una sonrisa picara.
De su escote saco un papel amarillento doblado y lo puso delante de mi cara.
- ¿Que es?.- le dije mientras intentaba cogerlo.
- No, no, baquero.- me aparto ese papel de mi alcance. - tu y yo teníamos un trato, me debes una, ¿te acuerdas?.
- Tienes razón ¿Que quieres?, tu mandas.- le dije mirándola fijamente a los ojos.
GioRock- Aprendiz de cazador
- Cantidad de envíos : 517
Edad : 38
Localización : Subido en la torre más alta...
Fecha de inscripción : 27/06/2011
Re: La Leyenda del Oeste
Esta mañana me levanté temprano para organizar un poco el viaje:
Fui al pozo a rellenar los odres, practiqué con la espada un poco y tensé el arco para que los proyectiles salieran a mayor potencia.
Todo esto me dio tiempo por que mi compañero tardaba y tardaba en venir.
Al fin a media mañana llegó Oleg al lugar acordado para marchar.
-¡Joder! Llevo aquí desde el amanecer. He perdido un día de trabajo en la herrería por esto, así que al menos sé puntual.
Ambos chocamos nuestras manos y el rió diciendo:
-Es una larga historia, vamos a cazar a ese cabrón. Dijo entre risas.
Al poco de salir del pueblo se acercó el que parecía ser Groak y dijo:
-Tranquilos, no vengo buscando pelea – dijo con una media sonrisa. – me vencisteis justamente. Me gustaría invitaros a una ronda cuando volváis de a donde sea que vayáis. Tenemos algunas cosas de que hablar. Y tan pancho se fue como había llegado.
Ambos nos extrañamos y seguimos nuestra marcha esperando tener un viaje tranquilo, pero no, otro personaje apareció diciendo:
-Me llamo Krumm. El Pacificador me ha enviado para ayudaros en vuestra cacería. Yo no cobraré nada, para mí esto es solo una prueba para conseguir el puesto de ayudante.
-Bueno, mientras el botín nos lo quedemos nosotros, no nos vendrá mal la ayuda. Me llamo Warwick, y el del pasamontañas es Oleg.Le respondí.
-Al menos tenemos refuerzos .Pensé.
Mientras mas nos alejábamos de Roca de Hierro el calor parecía ser mas abrasador. Espero que por la noche hiciera mas fresco, si no me iba a dar algo.
Por el momento no había mucha conversación, pero es que el paisaje que tan detallado de desierto por todos lados no animaba a la conversación.
-Anoche lo pase genial con una chica en el burdel, la obligué a hacer de todo. Soltó Oleg de repente.
-Jajajaja, es que quieres pavonearte? Anda que tu también a saber como acabaría la pobre. Dije riendo a carcajadas.
-Deberías tener cuidado con algunas mujeres, nunca sabes por donde te puedes salir. Comentó Krumm.
-Buah, que tengan cuidado ellas conmigo. Rió Oleg.
Así seguimos hablando de las mujeres un buen rato y después cambiamos de tema sobre el ataque que estábamos apunto de hacer. Oleg prefería ir delante mientras yo hacía de tirador, pero no teníamos pensado lo que haría Krumm, solo esperábamos a que se decidiera como ayudar.
Con la conversación el camino se hizo rápido y cuando empezó a caer la noche divisamos la mina abandonada a los lejos en unas altas colinas.
Decidimos dejar los caballo algo alejados pero lo suficientemente cerca por si había que salir echando leches.
-Espero que todo salga bien. Pensaba mientras nos acercábamos ya a pie cada vez mas a la mina intentando ocultarnos con lo que el terreno nos ofrecía como grandes piedras y colinas.
Fui al pozo a rellenar los odres, practiqué con la espada un poco y tensé el arco para que los proyectiles salieran a mayor potencia.
Todo esto me dio tiempo por que mi compañero tardaba y tardaba en venir.
Al fin a media mañana llegó Oleg al lugar acordado para marchar.
-¡Joder! Llevo aquí desde el amanecer. He perdido un día de trabajo en la herrería por esto, así que al menos sé puntual.
Ambos chocamos nuestras manos y el rió diciendo:
-Es una larga historia, vamos a cazar a ese cabrón. Dijo entre risas.
Al poco de salir del pueblo se acercó el que parecía ser Groak y dijo:
-Tranquilos, no vengo buscando pelea – dijo con una media sonrisa. – me vencisteis justamente. Me gustaría invitaros a una ronda cuando volváis de a donde sea que vayáis. Tenemos algunas cosas de que hablar. Y tan pancho se fue como había llegado.
Ambos nos extrañamos y seguimos nuestra marcha esperando tener un viaje tranquilo, pero no, otro personaje apareció diciendo:
-Me llamo Krumm. El Pacificador me ha enviado para ayudaros en vuestra cacería. Yo no cobraré nada, para mí esto es solo una prueba para conseguir el puesto de ayudante.
-Bueno, mientras el botín nos lo quedemos nosotros, no nos vendrá mal la ayuda. Me llamo Warwick, y el del pasamontañas es Oleg.Le respondí.
-Al menos tenemos refuerzos .Pensé.
Mientras mas nos alejábamos de Roca de Hierro el calor parecía ser mas abrasador. Espero que por la noche hiciera mas fresco, si no me iba a dar algo.
Por el momento no había mucha conversación, pero es que el paisaje que tan detallado de desierto por todos lados no animaba a la conversación.
-Anoche lo pase genial con una chica en el burdel, la obligué a hacer de todo. Soltó Oleg de repente.
-Jajajaja, es que quieres pavonearte? Anda que tu también a saber como acabaría la pobre. Dije riendo a carcajadas.
-Deberías tener cuidado con algunas mujeres, nunca sabes por donde te puedes salir. Comentó Krumm.
-Buah, que tengan cuidado ellas conmigo. Rió Oleg.
Así seguimos hablando de las mujeres un buen rato y después cambiamos de tema sobre el ataque que estábamos apunto de hacer. Oleg prefería ir delante mientras yo hacía de tirador, pero no teníamos pensado lo que haría Krumm, solo esperábamos a que se decidiera como ayudar.
Con la conversación el camino se hizo rápido y cuando empezó a caer la noche divisamos la mina abandonada a los lejos en unas altas colinas.
Decidimos dejar los caballo algo alejados pero lo suficientemente cerca por si había que salir echando leches.
-Espero que todo salga bien. Pensaba mientras nos acercábamos ya a pie cada vez mas a la mina intentando ocultarnos con lo que el terreno nos ofrecía como grandes piedras y colinas.
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Oleg
Demasiadas cosas en tan poco tiempo, la madame del burdel no me permitió hablar con Oasis así que mi investigación tendrá que esperar, Aisha, la prostituta tuvo el coraje de colocarme una daga en el cuello y de matarme si la volvía a tocar, luego estaba Groak, que nos dijo que cuando regresaramos nos diría algo importante, y finalmente Krumm, él se nos ha unido a mi y a Warwick en nuestra caza de Jackie Boy pero sólo para superar una prueba de trabajo.
- ¿Qué está haciendo no crees? - Me preguntó Warwick despertándome de mis pensamientos. Yo sólo me limité a asentir con la cabeza.
- Ya nos hemos bebido una odre cada uno. - Continuó Warwick tratando de hacerme hablar.
- ¡Y no beberemos más, debemos de estar llegando a las minas! - Rugí intencionalmente. Observé como ambos me miraban.
- Haré de interceptor. - Dije luego de unos incómodos segundos.
- Explica qué es eso. - Exigió Krumm.
- Seré yo quién se enfrente a él o a ellos a distancias cortas. - Respondí mostrandolé mi machete en su funda reposando sobre mi muslo izquierdo.
- Seré el tirador, ustedes mismos me vieron como me desempeño usando uno. - Dijo decidido Warwick.
- Tengo una estrategia, se me da bien el factor sorpresa, pero Warwick, deberás arriesgarte y necesito que confíes en mi y en Krumm, o al menos espero que tú Krumm seas lo suficientemente bueno luchando cuerpo a cuerpo, por que eso es lo que necesito ahora, un interceptor más.
- Veré lo que hago. - Me respondió secamente.
- Confío en ti Oleg, pudimos contra Groak en el bar, y ahora somos tres, podemos con todo. - Dijo confiado Warwick.
La noche continuaba, el miedo de habernos perdido crecía más y más, pero Warwick me convencía de que eso era imposible, seguimos las instrucciones al pie de la letra.
Pero al final, él tenía razón, a lo lejos podíamos divisar la gran mina, al parecer había una especie de fogata a la entrada, así que los tres decidimos dejar los caballos escondidos pero lo suficientemente cerca por si debíamos retirarnos.
- Warwick, recuerda nuestro plan. - Dije y Warwick inmediatamente asintió.
Los tres estábamos escondidos detrás de una enorme roca, estábamos en una posición perfecta. Yo y Warwick nos asomamos para ver si había alguien afuera de la mina.
Demasiadas cosas en tan poco tiempo, la madame del burdel no me permitió hablar con Oasis así que mi investigación tendrá que esperar, Aisha, la prostituta tuvo el coraje de colocarme una daga en el cuello y de matarme si la volvía a tocar, luego estaba Groak, que nos dijo que cuando regresaramos nos diría algo importante, y finalmente Krumm, él se nos ha unido a mi y a Warwick en nuestra caza de Jackie Boy pero sólo para superar una prueba de trabajo.
- ¿Qué está haciendo no crees? - Me preguntó Warwick despertándome de mis pensamientos. Yo sólo me limité a asentir con la cabeza.
- Ya nos hemos bebido una odre cada uno. - Continuó Warwick tratando de hacerme hablar.
- ¡Y no beberemos más, debemos de estar llegando a las minas! - Rugí intencionalmente. Observé como ambos me miraban.
- Haré de interceptor. - Dije luego de unos incómodos segundos.
- Explica qué es eso. - Exigió Krumm.
- Seré yo quién se enfrente a él o a ellos a distancias cortas. - Respondí mostrandolé mi machete en su funda reposando sobre mi muslo izquierdo.
- Seré el tirador, ustedes mismos me vieron como me desempeño usando uno. - Dijo decidido Warwick.
- Tengo una estrategia, se me da bien el factor sorpresa, pero Warwick, deberás arriesgarte y necesito que confíes en mi y en Krumm, o al menos espero que tú Krumm seas lo suficientemente bueno luchando cuerpo a cuerpo, por que eso es lo que necesito ahora, un interceptor más.
- Veré lo que hago. - Me respondió secamente.
- Confío en ti Oleg, pudimos contra Groak en el bar, y ahora somos tres, podemos con todo. - Dijo confiado Warwick.
La noche continuaba, el miedo de habernos perdido crecía más y más, pero Warwick me convencía de que eso era imposible, seguimos las instrucciones al pie de la letra.
Pero al final, él tenía razón, a lo lejos podíamos divisar la gran mina, al parecer había una especie de fogata a la entrada, así que los tres decidimos dejar los caballos escondidos pero lo suficientemente cerca por si debíamos retirarnos.
- Warwick, recuerda nuestro plan. - Dije y Warwick inmediatamente asintió.
Los tres estábamos escondidos detrás de una enorme roca, estábamos en una posición perfecta. Yo y Warwick nos asomamos para ver si había alguien afuera de la mina.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
No hizo falta buscar a mis compañeros, ellos llegaron a mí. Partimos y cabalgamos sin interrupciones, observando el triste y vacío paisaje. El silencio, visitante omnipresente, acompañaba la escena.
Aún estaba abstracto con mis pensamientos cuando Oleg expuso su plan. No era excelente, pero era lo único que teníamos. Estuve tan ocupado digiriendo la situación que ni se me ocurrió idear uno. Llegamos al sitio indicado y esperamos escondidos a la expectativa. Nunca me había involucrado en una pelea, era el momento para probarme.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Tan solo llevaba día y medio trabajando como prostituta en “Roca del Hierro” y ya había estado con más hombres de los que me apetecía. Era un trabajo para poder salir del pueblo, me decía a mí misma cada día y necesitaba dinero para poder comprar un caballo, una tienda y comida, eso era fundamental. Tenía que llegar al “precipicio de las ánimas” para encontrar mi destino pero no podía hacerlo sola, necesitaba a alguien y, después de mi conversación con Oasis, sabía a quién buscar.
Después de yacer con el tercer hombre aquella noche, la Madame me dejó dormir unas horas. La mañana estaba más tranquila ya que todos los hombres que la noche anterior habían disfrutado del alcohol, el sexo y la lujuria, dormían como marmotas en cualquier parte del pueblo. Ya fuera el burdel, la taberna o el abrevadero de caballos.
Los hombres eran muy diferentes entre sí. Cada uno pedía una cosa, unos querían conversación, otros un masaje, otros querían sexo duro y otros eran más cariñoso pero todos buscaban lo mismo. Evitar la soledad a toda cosa. Por mi parte, si la vida me había enseñado algo era que estaba fuera de lugar en todas partes pero me tenía que adaptar a toda situación que se presentara ante mí. Así que cumplía con mi trabajo, les hacía disfrutar con mis encantos, me aseaba, me vestía para el siguiente cliente y así tenía comida caliente, una cama mullida todas las noches y una asignación de 20 piezas de oro cada mañana.
Sin embargo, no podía dejar de pensar en mi conversación con Oasis, hablamos durante horas sobre Jedediah, los pueblos de la zona y sobre Bor. Aquel tipo empezaba a caerme bien y teníamos que hacer un largo viaje los dos juntos. Por eso, cuando me levanté cogí el extracto del diario, mi fiel daga de diamantes y el mapa que me había entregado Oasis. Até la daga a mi pierna y la oculté bajo el vestido, esta vez tocaba uno negro que hacía que mis encantos fueran aún más prominentes, guardé el mapa en el escote y el extracto del diario en una bota. Me miré al espejo, levanté mis rizos y salí de la habitación.
- ¿Dónde vas Aisha? Recuerda que dentro de tres horas tienes tu nuevo cliente. – Dijo lanzándome un saco con veinte monedas de oro- Hasta ahora te has portado muy bien, querida, conseguí subir tu tarifa a tres monedas. Me vas a hacer rica.- Me tocó la cabeza y me besó en la mejilla.
- Estaré de vuelta para tirarme a uno de esos energúmenos que se hacen llamar clientes. Recuerda una cosa: Todavía no has visto nada. – Y con las mismas, me marché a la calle.
Aún estaba algo dolorida por culpa de Oleg pero sonreí y caminé hacia la consulta del médico. La próxima vez que solicitara mis servicios, las cosas se harían a mi manera. Ya no tenía por qué obedecer a nadie - Soy una mujer libre- Pensé.
Me senté en las escaleras, bajo el sofocante calor y esperé a que Bor saliera de su consulta. Me gustaba ese tipo, me caía bien así que cuando se acercó, decidí jugar un poco con él. Sin maldad, solo para divertirme. Me reí cuando intentó robar el mapa que llevaba escondido en mi escote aunque lo mejor fueron sus ojos cuando me llevé la mano a mis pechos. ¿Se pensaba quizá que iba a hacer algo inadecuado? Me encantaba, era tan… tímido en ciertos momentos.
Sin embargo, se cansó rápido de jugar y comenzamos a hablar. Era la hora de proponerle un plan que esperaba que aceptase.
- He hablado con Oasis. Me ha entregado esto con la condición de que lo comparta contigo. Me has caído bien así que lo haré. Cosa distinta sería si fuese ese tipo de las calaveras..
- ¿Tipo de las calaveras? – Me interrumpió- Le vi paseando ayer, creo que fue uno de los que se golpearon en la taberna. ¿Te hizo algo?
- Luego vino al burdel a gastarse su recompensa y me tocó a mí aguantarle- Dijo Aisha con la mirada perdida- Pero eso no viene a cuento, ya me vengaré en algún momento. Lo importante. Aquí tengo un mapa de Tzion. No sabía que fuera tan grande- Dije sin llegar a mostrarle el mapa. – Yo también aparecí en este pueblo con un papel del diario de Jedediah entre mis pertenencias. Tenemos que hablar, pero no aquí. En este pueblo, estoy segura de que las paredes tienen ojos y el suelo oídos. Te contaré todo lo que sé. Creo que tenemos el mismo destino, el “Precipicio de las Ánimas”
- ¿El precipicio…? ¿Tú también lo sabes? Necesito encontrar este árbol, tengo demasiadas preguntas en la cabeza- Dijo Bor algo sorprendido. – Tienes razón, no es el mejor lugar para hablar. ¿Puedo ir a visitarte esta noche? – Se sonrojó
- Sí, claro, ya sabes dónde trabajo. Ven esta noche y ofrece a la Madame 5 piezas de oro por pasar toda la noche conmigo. Quiero estar a gusto, tranquila y hablar de muchas cosas. La diferencia con lo que estés dispuesto a pagar, la pondré yo, pero ya me deberías dos.
- Entonces…¿qué buscas? ¿Qué quieres de mí? –preguntó aturdido.
- Quiero que seas mi compañero de viaje. No quiero ir sola, una mujer sola en estos caminos… Podría dar lugar a problemas, en cambio, si voy contigo, sé que estaré a salvo. No sé por qué pero confío en ti, vaquero.
- Acepto ese viaje pero esta noche hemos de prepararlo todo.
- De acuerdo, ven sobre las 10, estaré allí con mis mejores galas. Solo para ti. – Dije coqueteando un poco con él. Me alejé pícara, caminando de espaldas y sin dejar de mirarle a los ojos.- Por cierto, eres el ayudante del doctor, ¿verdad?
- Sí, eso dicen.
- Pues coge esto- Dije lanzándole una moneda de oro.- Dile al doctor que muchas gracias por sus cuidados. Espero no tener que volver a necesitarlos nunca.
Me encamine hacia la tienda. Los caballos aún estaban demasiado caros pero había otros objetos que me vendrían bien para el viaje con Bor. Mi objetivo principal era una mochila, agua y una tienda de campaña pero después de ver los precios, decidí esperar unos días a tener más monedas de oro para las compras.
Después de yacer con el tercer hombre aquella noche, la Madame me dejó dormir unas horas. La mañana estaba más tranquila ya que todos los hombres que la noche anterior habían disfrutado del alcohol, el sexo y la lujuria, dormían como marmotas en cualquier parte del pueblo. Ya fuera el burdel, la taberna o el abrevadero de caballos.
Los hombres eran muy diferentes entre sí. Cada uno pedía una cosa, unos querían conversación, otros un masaje, otros querían sexo duro y otros eran más cariñoso pero todos buscaban lo mismo. Evitar la soledad a toda cosa. Por mi parte, si la vida me había enseñado algo era que estaba fuera de lugar en todas partes pero me tenía que adaptar a toda situación que se presentara ante mí. Así que cumplía con mi trabajo, les hacía disfrutar con mis encantos, me aseaba, me vestía para el siguiente cliente y así tenía comida caliente, una cama mullida todas las noches y una asignación de 20 piezas de oro cada mañana.
Sin embargo, no podía dejar de pensar en mi conversación con Oasis, hablamos durante horas sobre Jedediah, los pueblos de la zona y sobre Bor. Aquel tipo empezaba a caerme bien y teníamos que hacer un largo viaje los dos juntos. Por eso, cuando me levanté cogí el extracto del diario, mi fiel daga de diamantes y el mapa que me había entregado Oasis. Até la daga a mi pierna y la oculté bajo el vestido, esta vez tocaba uno negro que hacía que mis encantos fueran aún más prominentes, guardé el mapa en el escote y el extracto del diario en una bota. Me miré al espejo, levanté mis rizos y salí de la habitación.
- ¿Dónde vas Aisha? Recuerda que dentro de tres horas tienes tu nuevo cliente. – Dijo lanzándome un saco con veinte monedas de oro- Hasta ahora te has portado muy bien, querida, conseguí subir tu tarifa a tres monedas. Me vas a hacer rica.- Me tocó la cabeza y me besó en la mejilla.
- Estaré de vuelta para tirarme a uno de esos energúmenos que se hacen llamar clientes. Recuerda una cosa: Todavía no has visto nada. – Y con las mismas, me marché a la calle.
Aún estaba algo dolorida por culpa de Oleg pero sonreí y caminé hacia la consulta del médico. La próxima vez que solicitara mis servicios, las cosas se harían a mi manera. Ya no tenía por qué obedecer a nadie - Soy una mujer libre- Pensé.
Me senté en las escaleras, bajo el sofocante calor y esperé a que Bor saliera de su consulta. Me gustaba ese tipo, me caía bien así que cuando se acercó, decidí jugar un poco con él. Sin maldad, solo para divertirme. Me reí cuando intentó robar el mapa que llevaba escondido en mi escote aunque lo mejor fueron sus ojos cuando me llevé la mano a mis pechos. ¿Se pensaba quizá que iba a hacer algo inadecuado? Me encantaba, era tan… tímido en ciertos momentos.
Sin embargo, se cansó rápido de jugar y comenzamos a hablar. Era la hora de proponerle un plan que esperaba que aceptase.
- He hablado con Oasis. Me ha entregado esto con la condición de que lo comparta contigo. Me has caído bien así que lo haré. Cosa distinta sería si fuese ese tipo de las calaveras..
- ¿Tipo de las calaveras? – Me interrumpió- Le vi paseando ayer, creo que fue uno de los que se golpearon en la taberna. ¿Te hizo algo?
- Luego vino al burdel a gastarse su recompensa y me tocó a mí aguantarle- Dijo Aisha con la mirada perdida- Pero eso no viene a cuento, ya me vengaré en algún momento. Lo importante. Aquí tengo un mapa de Tzion. No sabía que fuera tan grande- Dije sin llegar a mostrarle el mapa. – Yo también aparecí en este pueblo con un papel del diario de Jedediah entre mis pertenencias. Tenemos que hablar, pero no aquí. En este pueblo, estoy segura de que las paredes tienen ojos y el suelo oídos. Te contaré todo lo que sé. Creo que tenemos el mismo destino, el “Precipicio de las Ánimas”
- ¿El precipicio…? ¿Tú también lo sabes? Necesito encontrar este árbol, tengo demasiadas preguntas en la cabeza- Dijo Bor algo sorprendido. – Tienes razón, no es el mejor lugar para hablar. ¿Puedo ir a visitarte esta noche? – Se sonrojó
- Sí, claro, ya sabes dónde trabajo. Ven esta noche y ofrece a la Madame 5 piezas de oro por pasar toda la noche conmigo. Quiero estar a gusto, tranquila y hablar de muchas cosas. La diferencia con lo que estés dispuesto a pagar, la pondré yo, pero ya me deberías dos.
- Entonces…¿qué buscas? ¿Qué quieres de mí? –preguntó aturdido.
- Quiero que seas mi compañero de viaje. No quiero ir sola, una mujer sola en estos caminos… Podría dar lugar a problemas, en cambio, si voy contigo, sé que estaré a salvo. No sé por qué pero confío en ti, vaquero.
- Acepto ese viaje pero esta noche hemos de prepararlo todo.
- De acuerdo, ven sobre las 10, estaré allí con mis mejores galas. Solo para ti. – Dije coqueteando un poco con él. Me alejé pícara, caminando de espaldas y sin dejar de mirarle a los ojos.- Por cierto, eres el ayudante del doctor, ¿verdad?
- Sí, eso dicen.
- Pues coge esto- Dije lanzándole una moneda de oro.- Dile al doctor que muchas gracias por sus cuidados. Espero no tener que volver a necesitarlos nunca.
Me encamine hacia la tienda. Los caballos aún estaban demasiado caros pero había otros objetos que me vendrían bien para el viaje con Bor. Mi objetivo principal era una mochila, agua y una tienda de campaña pero después de ver los precios, decidí esperar unos días a tener más monedas de oro para las compras.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Así que Aisha también conoce la historia de Jebediah, creía que era el único, pensé mientras esta se alejaba con un dulce movimiento de caderas que me dejo medio hipnotizado. Me cae bien esa chica, tiene algo diferente a las demás personas.
- Su mirada -pensé-, su mirada es especial. Nunca había visto unos ojos tan verdes, en mi antiguo poblado, Hosla, las mujeres que habían eran de ojos negros como el carbón...
Las ideas y pensamientos volvieron a hervir en mi cabeza, se había echo con un mapa, pensé eufórico, y por lo que me dijo el comerciante aquella misma tarde era imposible comprar un mapa de esa región por aquella zona.
Habíamos decidido encontrarnos en el burdel esa misma noche, para trazar un plan, un plan para llegar al Precipicio de las Animas. Un escalofrió me subió por la espalda al recordar ese nombre, tengo algo de miedo, no se si me gustará lo que encuentre allí, y si mi pasado es oscuro...
Por lo que me dejó entre ver Aisha, ella llegó a este lugar más o menos como yo, también busca respuestas. Me alegro de no iniciar aquel viaje hacia aquel lugar remoto solo, no se que me puedo encontrar y tener una mano amiga a mi lado me puede ir bien. Creo que podremos formar un buen equipo. Viajar con una chica como ella me vendrá bien, me podrá sacar de más de un apuro, no tiene pinta de arrugarse con nada ni con nadie, tiene cojones, como diría mi abuelo. Incluso me habló de aquel tipo con el pasamontañas de calaveras, no le tembló la voz al recordar lo que pasó la noche anterior y me aseguro que le daría su merecido.
La noche empezaba a caer y el frío se iba apoderando del pueblo y Flint seguía sin aparecer... Bueno estará bien, pensé. Cerré la consulta puse el cartel de cerrado y fui al encuentro de Aisha.
- Tendré que volver a pagar a aquella vieja del demonio.- maldije, mientras iba de camino a el Burdel.
Nada más abrir la puerta la peste a sudor y tabaco me dio tal bofetón que casi vomité.
- Joder!.- dije cuando aquella vieja me apareció de repente.
- Otra vez aquí, no si al final seras un poco viciosillo.-me dijo mientras daba una fuerte calada a su cigarro y tiraba el humo en mi cara.
- Vengo a pasar la noche con Aisha, anula todas las citas que tenga previstas esta noche, estaré toda la noche disfrutando de sus encantos. - le dije contundente.
La madame se quedo perpleja, pestañeo un par de veces y dijo:
- Te gustó lo que te dio la otra noche, eh! pues que sepas que te va a costar caro, la tarifa a subido.
- No hay problema, tengo dinero para gastar, ¿es lo que te interesa verdad?, que suelte el dinero.
- Muy bien forastero, esta donde la otra noche, en la tres, y tranquilo no te molestara nadie.
Entré en la habitación y Aisha estaba estirada en la cama, mirando el mapa, la verdad que estaba guapísima, el vestido que se había puesto le quedaba como un guante. Le eche una mirada sin que ella se diera cuenta. Cogí una manzana del frutero de encima de la mesa y le pegue un bocado mientras me sentaba a su lado.
- ¿Me enseñas ese mapa?.- le dije mientas le guiñaba un ojo.
- He estando mirando la distancia que hay de aquí asta nuestro destino, tendremos que prepararnos muy bien y tendríamos que hacer variaras paradas en diferentes poblados para reponer fuerzas.
- Hay un problema, hoy hice unas curas a un hombre, me comentó que la mayoría de pueblos de esta región están sobre la tiranía de alguna tribu, y la verdad que hay algunas que son bastante peligrosas, como esos que se hacen llamar Vastagos, supongo que lo habrás leído en el extracto del diario de Jebediah, ¿verdad?
- Si, de eso quería hablarte, antes de partir hacia el Precipicio de las Animas, me gustaría acercarme a un sitio. Jebediah menciona un gran árbol en el desierto, "HOM" le llama en su escrito, no esta muy lejos de aquí, como mucho un par de días, podría tener algún significado, no crees?.- dijo mientras lo señalaba en el mapa.-
- Podría ser...- dije mientras miraba mi placa.
- ¿Que pasa, en que piensas?.- me dijo.
- En mi pasado, cada vez que miro esta placa me acuerdo de mis abuelos y de lo mucho que sufrí.
- ¿Quieres compartirlo conmigo?.- Aisha me miro fijamente.
- Lo pasé bastante mal, si no fuera por ellos, la gente de aquel pueblo me habría matado, creían que estaba maldito. Estoy orgullosos de mis abuelos, me trataron como si fuera su verdadero nieto, me enseñaron todo lo que se... Eran admirados en el poblado, mi abuelo era un gran cazador, desde pequeñito me a enseñado todos los trucos para cazar a cualquier presa, en cambio mi abuela, me enseño todo lo que se de medicina y cuidados. Pero cuando ellos murieron, asaltaron mi casa varios cazadores del pueblo, querían mi cabeza. Eran siete, después de varios minutos solo quedo uno en pie, Caalo, el hijo del alcalde del pueblo, pudo escapar. Supongo que me esta buscando, me culpa de la muerte de su padre.
Era la primera vez que contaba algo de mi pasado, nunca me he fiado de nadie, pero con ella era diferente.
Mientras hablaba de mi pasado agache la cabeza, note la mirada de Aisha.
- Todos hemos sufrido.- me dijo mientras me pasaba la mano por encima.
- Tenemos que actuar lo más rápido posible, este pueblo va a sufrir, va a ser atacado por los Vastagos.- levante la mirada y miré a Aisha fijamente.
- Su mirada -pensé-, su mirada es especial. Nunca había visto unos ojos tan verdes, en mi antiguo poblado, Hosla, las mujeres que habían eran de ojos negros como el carbón...
Las ideas y pensamientos volvieron a hervir en mi cabeza, se había echo con un mapa, pensé eufórico, y por lo que me dijo el comerciante aquella misma tarde era imposible comprar un mapa de esa región por aquella zona.
Habíamos decidido encontrarnos en el burdel esa misma noche, para trazar un plan, un plan para llegar al Precipicio de las Animas. Un escalofrió me subió por la espalda al recordar ese nombre, tengo algo de miedo, no se si me gustará lo que encuentre allí, y si mi pasado es oscuro...
Por lo que me dejó entre ver Aisha, ella llegó a este lugar más o menos como yo, también busca respuestas. Me alegro de no iniciar aquel viaje hacia aquel lugar remoto solo, no se que me puedo encontrar y tener una mano amiga a mi lado me puede ir bien. Creo que podremos formar un buen equipo. Viajar con una chica como ella me vendrá bien, me podrá sacar de más de un apuro, no tiene pinta de arrugarse con nada ni con nadie, tiene cojones, como diría mi abuelo. Incluso me habló de aquel tipo con el pasamontañas de calaveras, no le tembló la voz al recordar lo que pasó la noche anterior y me aseguro que le daría su merecido.
La noche empezaba a caer y el frío se iba apoderando del pueblo y Flint seguía sin aparecer... Bueno estará bien, pensé. Cerré la consulta puse el cartel de cerrado y fui al encuentro de Aisha.
- Tendré que volver a pagar a aquella vieja del demonio.- maldije, mientras iba de camino a el Burdel.
Nada más abrir la puerta la peste a sudor y tabaco me dio tal bofetón que casi vomité.
- Joder!.- dije cuando aquella vieja me apareció de repente.
- Otra vez aquí, no si al final seras un poco viciosillo.-me dijo mientras daba una fuerte calada a su cigarro y tiraba el humo en mi cara.
- Vengo a pasar la noche con Aisha, anula todas las citas que tenga previstas esta noche, estaré toda la noche disfrutando de sus encantos. - le dije contundente.
La madame se quedo perpleja, pestañeo un par de veces y dijo:
- Te gustó lo que te dio la otra noche, eh! pues que sepas que te va a costar caro, la tarifa a subido.
- No hay problema, tengo dinero para gastar, ¿es lo que te interesa verdad?, que suelte el dinero.
- Muy bien forastero, esta donde la otra noche, en la tres, y tranquilo no te molestara nadie.
Entré en la habitación y Aisha estaba estirada en la cama, mirando el mapa, la verdad que estaba guapísima, el vestido que se había puesto le quedaba como un guante. Le eche una mirada sin que ella se diera cuenta. Cogí una manzana del frutero de encima de la mesa y le pegue un bocado mientras me sentaba a su lado.
- ¿Me enseñas ese mapa?.- le dije mientas le guiñaba un ojo.
- He estando mirando la distancia que hay de aquí asta nuestro destino, tendremos que prepararnos muy bien y tendríamos que hacer variaras paradas en diferentes poblados para reponer fuerzas.
- Hay un problema, hoy hice unas curas a un hombre, me comentó que la mayoría de pueblos de esta región están sobre la tiranía de alguna tribu, y la verdad que hay algunas que son bastante peligrosas, como esos que se hacen llamar Vastagos, supongo que lo habrás leído en el extracto del diario de Jebediah, ¿verdad?
- Si, de eso quería hablarte, antes de partir hacia el Precipicio de las Animas, me gustaría acercarme a un sitio. Jebediah menciona un gran árbol en el desierto, "HOM" le llama en su escrito, no esta muy lejos de aquí, como mucho un par de días, podría tener algún significado, no crees?.- dijo mientras lo señalaba en el mapa.-
- Podría ser...- dije mientras miraba mi placa.
- ¿Que pasa, en que piensas?.- me dijo.
- En mi pasado, cada vez que miro esta placa me acuerdo de mis abuelos y de lo mucho que sufrí.
- ¿Quieres compartirlo conmigo?.- Aisha me miro fijamente.
- Lo pasé bastante mal, si no fuera por ellos, la gente de aquel pueblo me habría matado, creían que estaba maldito. Estoy orgullosos de mis abuelos, me trataron como si fuera su verdadero nieto, me enseñaron todo lo que se... Eran admirados en el poblado, mi abuelo era un gran cazador, desde pequeñito me a enseñado todos los trucos para cazar a cualquier presa, en cambio mi abuela, me enseño todo lo que se de medicina y cuidados. Pero cuando ellos murieron, asaltaron mi casa varios cazadores del pueblo, querían mi cabeza. Eran siete, después de varios minutos solo quedo uno en pie, Caalo, el hijo del alcalde del pueblo, pudo escapar. Supongo que me esta buscando, me culpa de la muerte de su padre.
Era la primera vez que contaba algo de mi pasado, nunca me he fiado de nadie, pero con ella era diferente.
Mientras hablaba de mi pasado agache la cabeza, note la mirada de Aisha.
- Todos hemos sufrido.- me dijo mientras me pasaba la mano por encima.
- Tenemos que actuar lo más rápido posible, este pueblo va a sufrir, va a ser atacado por los Vastagos.- levante la mirada y miré a Aisha fijamente.
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
Resumen de la cacería de Jackie Boy
El día entero pasó lentamente delante de los ojos de Oleg, Warwick y Krumm, el enviado por el pacificador. La cabalgata hacia la mina abandonada parecía que no acabaría nunca, y la caída de la noche solo afirmaron esos pensamientos. Pero finalmente a los lejos los tres divisaron la mina y en su entrada, una pequeña fogata. Dejaron los caballos en un lugar seguro pero no muy alejado de ellos, y los tres se escondieron a repasar el plan.
Finalmente de la mina abandonada se asomó un joven ebrio, dió varios pasos hacia la fogata tambaleandosé y se dispuso a mear. Warwick entró en acción, y a cubierto por la oscuridad le lanzó una flecha casi acabando con el. La flecha entró a su cuello, pero eso no le había matado, aún seguía retorciéndose. Fué Oleg, quien saltando por encima de la roca en la que se encontraba se lanzó corriendo a toda velocidad hacia el hombre moribunto, saltó encima suyo y clavó varias veces su machete Carmesí en el pecho, haciendo expulsar varios chorros de sangre al aire.
Los tres se dispusieron a entrar en la mina. Su interior estaba iluminado por antorchas, el pasillo no era muy amplio y las rocas encima suyo parecía que se desmoronarían en cualquier momento. Delante iba Oleg y detrás los dos arqueros, Warwick y Krumm, ya que a ellos se les daba mejor las largas distancias que, a diferencia de Oleg, al cual se le daban mejor las cortas.
A los segundos de haber entrado en la mina, los tres fueron interceptados por los corpulentos hermanos, Ding y Dong. Warwick fué el primero en atacar, lanzó una flecha al hombro de Ding, pero éste con cierta facilidad rompió la flecha clavada en dos. Luego Oleg sin quedarse atrás se lanzó hacia Ding lanzando un poderoso machetazo de Carmesí, pero Ding vió venir ésto y tomó a Oleg del brazo, lanzandoló varios metros atrás.
- Se cree que estoy ciego, Dong. Cara-calavera se cree que estoy ciego - rió Ding.
Dong rió con él.
- ¿De qué te ríes? Acá tengo algo que te hará destornillar de la risa - Dijo Krumm de la nada con una sonrisa de oreja a oreja.
Inmediatamente Krumm toma su arco y una flecha y apunta a Dong, se la lanza y le da de lleno en el pecho. Ding furioso por esto toma su garrote y golpea a Oleg que cubriéndose logra desviar el golpe hacia su muslo, haciéndole caer arrodillado.
En ese momento Dong logra levantarse, aunque se encuentra bastante aturdido. Busca a Krumm con la mirada y cuando lo encuentra recoge su garrote e inicia una carrera hacia él. Al pasar al lado de Warwick lo aparta con un empujón, solo tiene un objetivo. Al llegar hasta Krumm, ondea su garrote horizontalmente, con la esperanza de darle en la cabeza. Krumm trata de defenderse pero sólo logra que el garrote roce su cabeza dejandolé algunas cicatrices.
Warwick se armó de valor y volvió a lanzar una flecha contra Ding que estaba a punto de golpear a Oleg, la flecha le vuelve a dar en el mismo hombro pero esta vez no tiene fuerzas suficientes para sacársela. Oleg furioso vuelve a atacar a Ding clavando su machete en el dorso de Ding, Oleg empeñado a traspasarlo con Carmesí, forcejea en vano contra Ding que lo aparta de un empujón. Krumm ataca a Dong con su espada, pero éste logra defenderse exitosamente de su ataque, agarra a Krumm del brazo que sostiene la espada y lanza un golpe a su cabeza.
Ding haciéndole zancadilla a Oleg se dirige rápido hacia la amenaza que constituía Warwick lanzando un garrotazo a su entrepierna teniendo un gran éxito. Warwick se volvió a levantar pero ignoró completamente a Ding y fué a salvar a Krumm clavando su espada en la espalda de Dong. El ataque da resultado y Dong suelta a Krumm.
¡No deberías pasar de mi como si fuera un simple chucho!- Gritó Oleg al mismo tiempo que derrapaba encolerizado dirigiendo un ataque devastador a Ding por la espalda, introduciendo la hoja entera del machete y su puño dentro de Ding, estaba muerto.
Krumm vuelve a lanzar un ataque con su espada a Dong pero el garrote de Dong se lo impide.
¡HABÉIS MATADO A DING! ¡HIJOS DE PUTA! ¡HABÉIS MATADO A MI HERMANO!- Gritó desesperado y lleno de furia Dong que dirigió un ataque hacia la mandíbula de Warwick dando en el blanco, Warwick cayó al suelo con la parte izquierda de la cara inflamada.
Warwick tratando de ignorar su dolor volvió a levantarse para arrojar una flecha a Dong, la flecha se hunde en su estómago. Oleg saltó por encima del cadáver de Ding y saltando lanzó un poderoso machetazo de Carmesí en el hombro izquierdo de Dong, del cual empezó a manar mucha sangre. Krumm aprovechó para volver a inutilizar el brazo que ocupaba el garrote, pero no midió su fuerza y terminó cortándole el brazo a Dong el cual luego de retorcerse unos segundos, murió desangrado. Krumm no quería matarle, sólo quería inutilizarlo, arrepentido sollozó en silencio hasta que Warwick le tocó el hombro...cargaría con su muerte por el resto de su vida.
Luego de que Warwick y Krumm juntaron sus flechas siguieron caminando por el túnel. Per oa los pocos segundos finalmente se encontraron a su objetivo, Jackie Boy.
Sentado alrededor de una hoguera Jackie Boy se levantó sin arma alguna, listo para hablar.
- Veo que os habéis topado con los gemelos Ding y Dong. Parece que no fueron tan fáciles de abatir, ¿verdad?- Dijo Boy, lo cual era cierto.
- Antes de que me matéis y llevéis mi cabeza a Roca de Hierro, quiero proponeros algo. La recompensa por mi cabeza es de treinta piezas de oro. Yo os ofrezco cincuenta si me dejáis salir de aquí ileso. ¿Que me decís?
- ¡NO! No fracasaré otra vez - Gritó Krumm dirigiéndose a Oleg y Warwick - Si el Pacificador descubre que Jackie Boy está vivo, los tomará como cómplices. Además, Oleg, le prometiste traer al Pacificador la cabeza de este individuo. Es sencillo, lo matan, le quitan las cincuenta monedas de oro y van por las treinta restantes
Jajajajajajaja. ¿De verdad creeis que soy tan estúpido de llevarlas encima? No, están ocultas en la mina, pero sin mí jamás las encontraréis. Por lo del pacificador no os preocupéis, me marcho de Tzion, esta es una tierra de locos. - Dijo Jackie Boy.
Oleg dió varios pasos hasta él, aún rengo.
- Bien, te dejaremos vivir, pero apúrate y... - Dió un último paso hacia delante de él y rápidamente sin esperarlo le clavó el machete al cuello a Jackie Boy. Un chorro de sangre golpeó su pasamontañas.
- ¿Ves? Deja de preocuparte, no pensábamos dejarle con vida. - Tranquilizó Warwick al malherido Krumm.
Oleg con un fuerte movimiento de su brazo cortó del todo la cabeza de Jackie Boy, la tomó y con sus cabellos hiso un ñudo atado a la cuerda que ahora hacia de cinturón.
- Warwick, Krumm, regreso a Roca de Hierro, Warwick confía en mi, ambos están en peor estado que yo, te estaré esperando en Roca de Hierro con tus quince piezas de oro. Tú Krumm, eres bienvenido a unirte a nosotros dos si lo deseas y por hacerte un favor, le contaré a el pacificador que nos has sido de gran ayuda y que pronto volverías a Roca de Hierro, recupérense rápido. - Dijo Oleg estrechando la mano de Warwick y de Krumm.
Se llevaba algo de comida y volvió a llenar de agua su otro odre. Al pasar al lado del cadáver de Ding juntó su garrote. Los caballos aún yacían en su lugar. Oleg montó en el suyo y volvió a emprender su viaje hacia Roca de Hierro con la cabeza de Jackie Boy saltando atada a su cintura con cada galope del caballo.
El día entero pasó lentamente delante de los ojos de Oleg, Warwick y Krumm, el enviado por el pacificador. La cabalgata hacia la mina abandonada parecía que no acabaría nunca, y la caída de la noche solo afirmaron esos pensamientos. Pero finalmente a los lejos los tres divisaron la mina y en su entrada, una pequeña fogata. Dejaron los caballos en un lugar seguro pero no muy alejado de ellos, y los tres se escondieron a repasar el plan.
Finalmente de la mina abandonada se asomó un joven ebrio, dió varios pasos hacia la fogata tambaleandosé y se dispuso a mear. Warwick entró en acción, y a cubierto por la oscuridad le lanzó una flecha casi acabando con el. La flecha entró a su cuello, pero eso no le había matado, aún seguía retorciéndose. Fué Oleg, quien saltando por encima de la roca en la que se encontraba se lanzó corriendo a toda velocidad hacia el hombre moribunto, saltó encima suyo y clavó varias veces su machete Carmesí en el pecho, haciendo expulsar varios chorros de sangre al aire.
Los tres se dispusieron a entrar en la mina. Su interior estaba iluminado por antorchas, el pasillo no era muy amplio y las rocas encima suyo parecía que se desmoronarían en cualquier momento. Delante iba Oleg y detrás los dos arqueros, Warwick y Krumm, ya que a ellos se les daba mejor las largas distancias que, a diferencia de Oleg, al cual se le daban mejor las cortas.
A los segundos de haber entrado en la mina, los tres fueron interceptados por los corpulentos hermanos, Ding y Dong. Warwick fué el primero en atacar, lanzó una flecha al hombro de Ding, pero éste con cierta facilidad rompió la flecha clavada en dos. Luego Oleg sin quedarse atrás se lanzó hacia Ding lanzando un poderoso machetazo de Carmesí, pero Ding vió venir ésto y tomó a Oleg del brazo, lanzandoló varios metros atrás.
- Se cree que estoy ciego, Dong. Cara-calavera se cree que estoy ciego - rió Ding.
Dong rió con él.
- ¿De qué te ríes? Acá tengo algo que te hará destornillar de la risa - Dijo Krumm de la nada con una sonrisa de oreja a oreja.
Inmediatamente Krumm toma su arco y una flecha y apunta a Dong, se la lanza y le da de lleno en el pecho. Ding furioso por esto toma su garrote y golpea a Oleg que cubriéndose logra desviar el golpe hacia su muslo, haciéndole caer arrodillado.
En ese momento Dong logra levantarse, aunque se encuentra bastante aturdido. Busca a Krumm con la mirada y cuando lo encuentra recoge su garrote e inicia una carrera hacia él. Al pasar al lado de Warwick lo aparta con un empujón, solo tiene un objetivo. Al llegar hasta Krumm, ondea su garrote horizontalmente, con la esperanza de darle en la cabeza. Krumm trata de defenderse pero sólo logra que el garrote roce su cabeza dejandolé algunas cicatrices.
Warwick se armó de valor y volvió a lanzar una flecha contra Ding que estaba a punto de golpear a Oleg, la flecha le vuelve a dar en el mismo hombro pero esta vez no tiene fuerzas suficientes para sacársela. Oleg furioso vuelve a atacar a Ding clavando su machete en el dorso de Ding, Oleg empeñado a traspasarlo con Carmesí, forcejea en vano contra Ding que lo aparta de un empujón. Krumm ataca a Dong con su espada, pero éste logra defenderse exitosamente de su ataque, agarra a Krumm del brazo que sostiene la espada y lanza un golpe a su cabeza.
Ding haciéndole zancadilla a Oleg se dirige rápido hacia la amenaza que constituía Warwick lanzando un garrotazo a su entrepierna teniendo un gran éxito. Warwick se volvió a levantar pero ignoró completamente a Ding y fué a salvar a Krumm clavando su espada en la espalda de Dong. El ataque da resultado y Dong suelta a Krumm.
¡No deberías pasar de mi como si fuera un simple chucho!- Gritó Oleg al mismo tiempo que derrapaba encolerizado dirigiendo un ataque devastador a Ding por la espalda, introduciendo la hoja entera del machete y su puño dentro de Ding, estaba muerto.
Krumm vuelve a lanzar un ataque con su espada a Dong pero el garrote de Dong se lo impide.
¡HABÉIS MATADO A DING! ¡HIJOS DE PUTA! ¡HABÉIS MATADO A MI HERMANO!- Gritó desesperado y lleno de furia Dong que dirigió un ataque hacia la mandíbula de Warwick dando en el blanco, Warwick cayó al suelo con la parte izquierda de la cara inflamada.
Warwick tratando de ignorar su dolor volvió a levantarse para arrojar una flecha a Dong, la flecha se hunde en su estómago. Oleg saltó por encima del cadáver de Ding y saltando lanzó un poderoso machetazo de Carmesí en el hombro izquierdo de Dong, del cual empezó a manar mucha sangre. Krumm aprovechó para volver a inutilizar el brazo que ocupaba el garrote, pero no midió su fuerza y terminó cortándole el brazo a Dong el cual luego de retorcerse unos segundos, murió desangrado. Krumm no quería matarle, sólo quería inutilizarlo, arrepentido sollozó en silencio hasta que Warwick le tocó el hombro...cargaría con su muerte por el resto de su vida.
Luego de que Warwick y Krumm juntaron sus flechas siguieron caminando por el túnel. Per oa los pocos segundos finalmente se encontraron a su objetivo, Jackie Boy.
Sentado alrededor de una hoguera Jackie Boy se levantó sin arma alguna, listo para hablar.
- Veo que os habéis topado con los gemelos Ding y Dong. Parece que no fueron tan fáciles de abatir, ¿verdad?- Dijo Boy, lo cual era cierto.
- Antes de que me matéis y llevéis mi cabeza a Roca de Hierro, quiero proponeros algo. La recompensa por mi cabeza es de treinta piezas de oro. Yo os ofrezco cincuenta si me dejáis salir de aquí ileso. ¿Que me decís?
- ¡NO! No fracasaré otra vez - Gritó Krumm dirigiéndose a Oleg y Warwick - Si el Pacificador descubre que Jackie Boy está vivo, los tomará como cómplices. Además, Oleg, le prometiste traer al Pacificador la cabeza de este individuo. Es sencillo, lo matan, le quitan las cincuenta monedas de oro y van por las treinta restantes
Jajajajajajaja. ¿De verdad creeis que soy tan estúpido de llevarlas encima? No, están ocultas en la mina, pero sin mí jamás las encontraréis. Por lo del pacificador no os preocupéis, me marcho de Tzion, esta es una tierra de locos. - Dijo Jackie Boy.
Oleg dió varios pasos hasta él, aún rengo.
- Bien, te dejaremos vivir, pero apúrate y... - Dió un último paso hacia delante de él y rápidamente sin esperarlo le clavó el machete al cuello a Jackie Boy. Un chorro de sangre golpeó su pasamontañas.
- ¿Ves? Deja de preocuparte, no pensábamos dejarle con vida. - Tranquilizó Warwick al malherido Krumm.
Oleg con un fuerte movimiento de su brazo cortó del todo la cabeza de Jackie Boy, la tomó y con sus cabellos hiso un ñudo atado a la cuerda que ahora hacia de cinturón.
- Warwick, Krumm, regreso a Roca de Hierro, Warwick confía en mi, ambos están en peor estado que yo, te estaré esperando en Roca de Hierro con tus quince piezas de oro. Tú Krumm, eres bienvenido a unirte a nosotros dos si lo deseas y por hacerte un favor, le contaré a el pacificador que nos has sido de gran ayuda y que pronto volverías a Roca de Hierro, recupérense rápido. - Dijo Oleg estrechando la mano de Warwick y de Krumm.
Se llevaba algo de comida y volvió a llenar de agua su otro odre. Al pasar al lado del cadáver de Ding juntó su garrote. Los caballos aún yacían en su lugar. Oleg montó en el suyo y volvió a emprender su viaje hacia Roca de Hierro con la cabeza de Jackie Boy saltando atada a su cintura con cada galope del caballo.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Me desperté después de que mi último cliente se despidiera con un cachete en el trasero. No había sido demasiado exigente porque solo le apetecía conversación y después de una masturbación malamente hecha, se durmió medio borracho. Entretanto, me aseé, me arreglé y me puse mi mejor vestido para Bor.
No pudo dormir mucho tiempo puesto que Bor, mi próximo cliente, tal como acordamos, vendría en media hora. Sin más dilación, le eché de mi cuarto y me tumbé en la cama a leer el mapa. Lo estudié, memoricé cada uno de sus recobecos y lo copié en una vieja servilleta. La copia era más o menos fiel al original aunque no es parecía mucho puesto que mis dotes de artista eran prácticamente nulas. Los detalles importantes los tenía. Doblé la servilleta, la guardé en una bolsa de plástico y la escondí bajo la plantilla de mis zapatos. Ahí estaría seguro.
Me sobresalté cuando Bor entró en mi cuarto y sentó a mi lado. Llevaba puesto su sombrero que lanzó sobre la almohada. Tumbada como una chica de quince años, golpeando el colchón con mis pies, me incorporé cuando note su profunda voz justo antes de morder una manzana. Me lanzó una pera que comí con ganas.
Hablamos durante unos minutos justo antes de que él me hablara sobre su pasado. Todo lo que dijo me hizo recordar cosas sobre mi propio pasado, los Vástagos, HOM, Roca del Hierro y sus padres... Los míos también habían sido asesinados. No podía ser una coincidencia pero tenía demasiadas cosas en las que pensar para preocuparme por mi pasado. Otro día le contaría algo sobre mí.
- Este pueblo va a ser atacado por Los Vástagos - Dijo Bor sin dejar de mirarme fijamente. Sonrojada, tuve que apartar la mirada de la suya porque iba a ser un momento realmente incómodo.
- Necesitamos dinero. Yo puedo conseguir mucho en pocos días. Mi caché sigue subiendo día tras día- Dije con un tono de falso orgullo en mi voz.- Lo que no sé es cómo podré salir del burdel sin levantar sospechas y que la Madame me dé permiso.- Medité por un momento.
- ¿En qué piensas, Aisha? - Dijo Bor. Levanté mi cabeza al oirle pronunciar mi nombre. Por alguna razón, su voz me tranquilizaba.
- Hay unos días del mes que mi trabajo no puede realizarse. - Dijo Aisha- Al menos espero que no me lo permita, al menos el amo no me lo permitía. En esos días, aprovecharemos para ir hasta donde tenemos que ir y volveremos aquí. Aún quedan 5 días para ello así que tenemos tiempo para arreglarlo todo.
-¿El amo? Sé a lo que te refieres y me parece una gran idea. Nos dará tiempo a conseguir dinero. La paga como ayudante del médico no es muy alta, ¿sabes? Y me lo estoy gastando todo en estar aquí contigo, no me da para ahorrar.
- Sí, antes era esclava, Bor, pero no hablemos de eso. Es una historia que te contaré cuando estemos durmiendo bajo un manto de estrellas. - Sonreí- Necesitamos agua, un caballo o dos, unas alforjas, comida y una tienda de campañas. ¿Crees que entre los dos podremos comprarlo?
- Ya iremos haciendo cuentas. Lo importante es que tengamos todo lo necesario dentro de cinco días. Toma esto - Dije entregándole 15 monedas de oro.- Creo que tienes para comprar sacos de dormir o una tienda o algo. No quiero que sospechen de mí si voy a comprarlo. El agua lo comprarremos antes de salir. ¿Te parece?
- Es un camino difícil, tendremos que hacer parte a pie - Sugirió Bar- Y espero que no vayas con uno de esos vestidos tan... sugerente- Y al decir esto último, Bor no pudo evitar torcer su rostro por la vergüenza.
- No te preocupes, iré preparada. ¿Has memorizado el mapa, Bor? - Dijo Aisha.
- Dame unos minutos. ¿Y eso, a qué viene?
- Viene a que creo que hay más gente que anda detrás de esto. Yo lo he memorizado, hasta el más mínimo detalle. Hazlo tu también, cuatro ojos ven más que dos. Después lo quemaremos.
Bor se tomó su tiempo en memorizar el mapa y una vez que lo hubo hecho, Cogí una de las velas que iluminaban la estancia y lo quemé, evitando así que cualquiera cogiera el mapa. Estaba en mi cabeza y en la de Bor. Ni siquiera pude decirle que tenía una copia oculta en mis zapatos. Era mejor que solamente yo lo supiese.
- Bueno- Dijo Bor cuando el mapa quedó destruido por completo.- Creo que es hora de que empecemos a fingir o tu jefa empezará a sospechos.
- Sí, pero creo que hoy podemos hacerlo más divertido. - Extendió su mano derecha mientras se subía sobre la cama. - Salta y grita todo lo que quieras.
Así, los dos, gritamos y saltamos sobre la cama, haciendo mucho ruido y divirtiéndonos todo lo que podíamos. En aquel pueblo, no sabías cuando podría ser el último día de tu vida. Y así, después de un rato saltando sobre la cama, riendo y gritando, caimos exhaustos sobre la cama. Nos metimos debajo de la cama y me quedé dormida, sin darme cuenta, apoyada en su pecho.
No pudo dormir mucho tiempo puesto que Bor, mi próximo cliente, tal como acordamos, vendría en media hora. Sin más dilación, le eché de mi cuarto y me tumbé en la cama a leer el mapa. Lo estudié, memoricé cada uno de sus recobecos y lo copié en una vieja servilleta. La copia era más o menos fiel al original aunque no es parecía mucho puesto que mis dotes de artista eran prácticamente nulas. Los detalles importantes los tenía. Doblé la servilleta, la guardé en una bolsa de plástico y la escondí bajo la plantilla de mis zapatos. Ahí estaría seguro.
Me sobresalté cuando Bor entró en mi cuarto y sentó a mi lado. Llevaba puesto su sombrero que lanzó sobre la almohada. Tumbada como una chica de quince años, golpeando el colchón con mis pies, me incorporé cuando note su profunda voz justo antes de morder una manzana. Me lanzó una pera que comí con ganas.
Hablamos durante unos minutos justo antes de que él me hablara sobre su pasado. Todo lo que dijo me hizo recordar cosas sobre mi propio pasado, los Vástagos, HOM, Roca del Hierro y sus padres... Los míos también habían sido asesinados. No podía ser una coincidencia pero tenía demasiadas cosas en las que pensar para preocuparme por mi pasado. Otro día le contaría algo sobre mí.
- Este pueblo va a ser atacado por Los Vástagos - Dijo Bor sin dejar de mirarme fijamente. Sonrojada, tuve que apartar la mirada de la suya porque iba a ser un momento realmente incómodo.
- Necesitamos dinero. Yo puedo conseguir mucho en pocos días. Mi caché sigue subiendo día tras día- Dije con un tono de falso orgullo en mi voz.- Lo que no sé es cómo podré salir del burdel sin levantar sospechas y que la Madame me dé permiso.- Medité por un momento.
- ¿En qué piensas, Aisha? - Dijo Bor. Levanté mi cabeza al oirle pronunciar mi nombre. Por alguna razón, su voz me tranquilizaba.
- Hay unos días del mes que mi trabajo no puede realizarse. - Dijo Aisha- Al menos espero que no me lo permita, al menos el amo no me lo permitía. En esos días, aprovecharemos para ir hasta donde tenemos que ir y volveremos aquí. Aún quedan 5 días para ello así que tenemos tiempo para arreglarlo todo.
-¿El amo? Sé a lo que te refieres y me parece una gran idea. Nos dará tiempo a conseguir dinero. La paga como ayudante del médico no es muy alta, ¿sabes? Y me lo estoy gastando todo en estar aquí contigo, no me da para ahorrar.
- Sí, antes era esclava, Bor, pero no hablemos de eso. Es una historia que te contaré cuando estemos durmiendo bajo un manto de estrellas. - Sonreí- Necesitamos agua, un caballo o dos, unas alforjas, comida y una tienda de campañas. ¿Crees que entre los dos podremos comprarlo?
- Ya iremos haciendo cuentas. Lo importante es que tengamos todo lo necesario dentro de cinco días. Toma esto - Dije entregándole 15 monedas de oro.- Creo que tienes para comprar sacos de dormir o una tienda o algo. No quiero que sospechen de mí si voy a comprarlo. El agua lo comprarremos antes de salir. ¿Te parece?
- Es un camino difícil, tendremos que hacer parte a pie - Sugirió Bar- Y espero que no vayas con uno de esos vestidos tan... sugerente- Y al decir esto último, Bor no pudo evitar torcer su rostro por la vergüenza.
- No te preocupes, iré preparada. ¿Has memorizado el mapa, Bor? - Dijo Aisha.
- Dame unos minutos. ¿Y eso, a qué viene?
- Viene a que creo que hay más gente que anda detrás de esto. Yo lo he memorizado, hasta el más mínimo detalle. Hazlo tu también, cuatro ojos ven más que dos. Después lo quemaremos.
Bor se tomó su tiempo en memorizar el mapa y una vez que lo hubo hecho, Cogí una de las velas que iluminaban la estancia y lo quemé, evitando así que cualquiera cogiera el mapa. Estaba en mi cabeza y en la de Bor. Ni siquiera pude decirle que tenía una copia oculta en mis zapatos. Era mejor que solamente yo lo supiese.
- Bueno- Dijo Bor cuando el mapa quedó destruido por completo.- Creo que es hora de que empecemos a fingir o tu jefa empezará a sospechos.
- Sí, pero creo que hoy podemos hacerlo más divertido. - Extendió su mano derecha mientras se subía sobre la cama. - Salta y grita todo lo que quieras.
Así, los dos, gritamos y saltamos sobre la cama, haciendo mucho ruido y divirtiéndonos todo lo que podíamos. En aquel pueblo, no sabías cuando podría ser el último día de tu vida. Y así, después de un rato saltando sobre la cama, riendo y gritando, caimos exhaustos sobre la cama. Nos metimos debajo de la cama y me quedé dormida, sin darme cuenta, apoyada en su pecho.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Dejar atrás a Krumm y a Warwick me fue difícil, pero no tengo tiempo que perder, si el fragmento del diario de Jedediah está en lo cierto, los Vástagos pueden atacar en cualquier momento, y yo no quiero estar en medio de la pelea. No puedo quedarme a esperar a que ambos se recuperen, tengo que averiguar cosas, hablar con Oasis y hablar con Groak, este último a juzgar por la expresión en su rostro al decirnos que nos contaría algo al regresar no pronosticaba nada bueno. Debo apresurarme, cobrar la recompensa mía y de Warwick y hablar con Groak, luego con Oasis y finalmente dependiendo de lo que ambos me digan trazar un plan. En mis planes no se salvan mujeres, ancianos ni niños, todos los que me conocen lo saben.
Cuando me largué de la mina abandonada apenas estaba amaneciendo, y me vengo cabalgando el yermo toda la mañana, tarde y noche sin tiempo para pensar en mis paranoias de que me he perdido, he seguido la misma dirección por la cual llegamos a la mina abandonada, sólo debo seguir adelante. Por la tarde me ha parecido haber visto tiendas de campaña a lo lejos por encima de una montaña, sólo eran dos o tres pero mi duda era saber si sólo eran simples viajeros, mercenarios o Vástagos. Por la noche no había nada más que tan solo silencio, aparte del ruido provocado por mi caballo que daba la sensación de escucharse por todo el yermo.
Finalmente, a lo lejos pude divisar Roca de Hierro, por el horizonte el sol se asomaba lentamente. Di un rodeo hasta llegar a la oficina del Pacificador, contra una de las paredes al lado de la entrada estaba apoyado uno de sus ayudantes claramente ebrio, me bajé del caballo y me acerqué lentamente hasta el, que se llevaba la palma de la mano a la frente, como si hubiera sol.
- Ahí tienes el caballo. - Murmuré y observe como miraba fijamente la cabeza de Jackie atada por los pelos en la cuerda de mi cintura.
Entré por la puerta hacia la oficina y vi al pacificador hablando con una chica, al lado de su mesa estaba su otro ayudante, desenredé los cabellos atados a la cuerda y le lancé la cabeza de Jackie a su ayudante, el cual la atrapó y la soltó al instante chillando como una niña. La chica con la que estaba hablando el Pacificador se sorprendió y con un grito salió corriendo hacia fuera.
- ¿A qué se debe esto? - Preguntó el pacificador pero sin alzar la voz.
- Aquí tienes tu cabeza, yo quiero mis piezas de oro. - Dije volviendo a juntar la cabeza de Jackie y dejándola encima de la mesa del pacificador, justo delante de él.
- Dios mio, lo has conseguido. - Dijo sorprendido el Pacificador llevándose una mano a la boca.
- ¿Dónde están los otros chicos? - Dijo luego de unos segundos.
- Están ambos en la mina, recuperándose de sus heridas, Krumm lo ha echo bien, pero no vengo a hablarte de ellos, vengo a buscar las treinta piezas de oro. - Murmuré cruzándome de brazos.
- Tú y tu compañero las tienen bien merecidas. - Respondió el Pacificador sacando una bolsita de su escritorio y me la lanza.
Atrapé la bolsa y devolví las cosas que el Pacificador me prestó para ayudarme. Sólo me quedaba mi fiel Carmesí, el garrote de Ding y las treinta piezas de oro, bueno, quince mejor dicho, el resto para Warwick. Con los bolsillos llenos me dirijo al bar a hablar con Groak, sólo espero que esté allí. Sino está no me queda otra cosa más que hablar con Oasis. Entro al bar, no hay mucha gente, pero me decepciono al ver que Groak no está.
- ¿Y Groak? - Le pregunto al tabernero tomando asiento.
- ¿Tú te crees que soy su niñera? - Me preguntó de mal modo, me le quedé mirando fijamente para ver si me estaba tomando el pelo.
- Es broma - Dijo luego de unos segundos - Debe de estar por llegar, casi siempre al amanecer se le ve por aquí, y el sol apenas salió. - Me respondió.
Así que no debe de tardar mucho en llegar, pensé. En la otra punta del bar pude ver un piano, no le presté atención, o más bien, no me di cuenta de que estaba la vez anterior que estuve aquí, en mi pelea con Groak. Me levanté del taburete y me dirigí al otro extremo del bar, me senté en el piano. Mi madre tenía uno similar, según ella, mi padre arrasó un pueblo junto con los demás guerreros del fuerte Gran Alarido sólo para conseguirle ese piano, arrasar y derramar sangre inocente sólo para satisfacer el deseo de su amor, no se si lo justifica, pero ese piano era hermoso.
Ella me enseñó a tocar cuando sólo tenia unos siete años, yo estaba escondido detrás de un sillón, viendo como tocaba. Se percató de mi presencia, salí de mi escondite y me invitó a sentarme junto a ella, los débiles rayos del sol se filtraban por las cortinas de la ventana de la casa del gran Wonderweiss Herrman y su familia. Los rayos iluminaban su pálida piel haciéndola brillar delante de mis ojos, su melena negra y lisa de cabello caía sobre sus hombros y espalda y ella no paraba de sonreír mientras tocaba. Mi padre había sido muy afortunado al haber conocido a semejante mujer. Desde ese día en adelante todas las mañanas tocaba con mi madre hasta que por fin pude tocar la canción entera, se llamaba "Hojas en el viento". Al finalizarla mi madre me abrazó y besó mi frente, se levantó y me dijo que la esperara con los ojos cerrados. Cuando me dijo que ya podía abrirlos me la encontré a mi lado llevando un pasamontañas con un cráneo pintado hasta el más mínimo detalle. Ella se lo quitó y me lo entregó como regalo, en mi pueblo es costumbre que las mujeres lleven máscaras para tapar sus rostros, pero es raro que los hombres lo hagan. Desde ese día en adelante llevaba puesto su pasamontañas y llevaba en mi corazón las enseñanzas suyas, me miro a mi mismo y veo que por fuera soy exactamente a mi madre exceptuando el color de ojos, pero por dentro soy como mi padre, una bestia.
- Vamos Oleg, toca. - Escucho la voz de mi madre dentro mio.
Mis manos se mueven solas y empiezo a tocar la primera melodía que mi madre me enseñó, hojas en el viento. Siento miradas de ebrios que he despertado con el piano, pero también siento la mirada de mi madre sobre mi mientras toco con entusiasmo su melodía. Una lágrima cae pero es absorbida por mi pasamontañas, hacía mucho que no escuchaba nada tan hermoso.
- Que bello es eso que has tocado. - Dijo el tabernero sentado al lado mio.
- Deberías trabajar como pianista aquí, necesito a uno. - Me ofertó.
- No gracias, no me gusta tocar mucho. - Respondí.
- Oye, me dijeron que me estabas buscando. - Me dijo una voz, me di la vuelta y en la barra estaba Groak.
- Tenemos que hablar Groak.
- Lo se, siéntate al lado mio.
Cuando me largué de la mina abandonada apenas estaba amaneciendo, y me vengo cabalgando el yermo toda la mañana, tarde y noche sin tiempo para pensar en mis paranoias de que me he perdido, he seguido la misma dirección por la cual llegamos a la mina abandonada, sólo debo seguir adelante. Por la tarde me ha parecido haber visto tiendas de campaña a lo lejos por encima de una montaña, sólo eran dos o tres pero mi duda era saber si sólo eran simples viajeros, mercenarios o Vástagos. Por la noche no había nada más que tan solo silencio, aparte del ruido provocado por mi caballo que daba la sensación de escucharse por todo el yermo.
Finalmente, a lo lejos pude divisar Roca de Hierro, por el horizonte el sol se asomaba lentamente. Di un rodeo hasta llegar a la oficina del Pacificador, contra una de las paredes al lado de la entrada estaba apoyado uno de sus ayudantes claramente ebrio, me bajé del caballo y me acerqué lentamente hasta el, que se llevaba la palma de la mano a la frente, como si hubiera sol.
- Ahí tienes el caballo. - Murmuré y observe como miraba fijamente la cabeza de Jackie atada por los pelos en la cuerda de mi cintura.
Entré por la puerta hacia la oficina y vi al pacificador hablando con una chica, al lado de su mesa estaba su otro ayudante, desenredé los cabellos atados a la cuerda y le lancé la cabeza de Jackie a su ayudante, el cual la atrapó y la soltó al instante chillando como una niña. La chica con la que estaba hablando el Pacificador se sorprendió y con un grito salió corriendo hacia fuera.
- ¿A qué se debe esto? - Preguntó el pacificador pero sin alzar la voz.
- Aquí tienes tu cabeza, yo quiero mis piezas de oro. - Dije volviendo a juntar la cabeza de Jackie y dejándola encima de la mesa del pacificador, justo delante de él.
- Dios mio, lo has conseguido. - Dijo sorprendido el Pacificador llevándose una mano a la boca.
- ¿Dónde están los otros chicos? - Dijo luego de unos segundos.
- Están ambos en la mina, recuperándose de sus heridas, Krumm lo ha echo bien, pero no vengo a hablarte de ellos, vengo a buscar las treinta piezas de oro. - Murmuré cruzándome de brazos.
- Tú y tu compañero las tienen bien merecidas. - Respondió el Pacificador sacando una bolsita de su escritorio y me la lanza.
Atrapé la bolsa y devolví las cosas que el Pacificador me prestó para ayudarme. Sólo me quedaba mi fiel Carmesí, el garrote de Ding y las treinta piezas de oro, bueno, quince mejor dicho, el resto para Warwick. Con los bolsillos llenos me dirijo al bar a hablar con Groak, sólo espero que esté allí. Sino está no me queda otra cosa más que hablar con Oasis. Entro al bar, no hay mucha gente, pero me decepciono al ver que Groak no está.
- ¿Y Groak? - Le pregunto al tabernero tomando asiento.
- ¿Tú te crees que soy su niñera? - Me preguntó de mal modo, me le quedé mirando fijamente para ver si me estaba tomando el pelo.
- Es broma - Dijo luego de unos segundos - Debe de estar por llegar, casi siempre al amanecer se le ve por aquí, y el sol apenas salió. - Me respondió.
Así que no debe de tardar mucho en llegar, pensé. En la otra punta del bar pude ver un piano, no le presté atención, o más bien, no me di cuenta de que estaba la vez anterior que estuve aquí, en mi pelea con Groak. Me levanté del taburete y me dirigí al otro extremo del bar, me senté en el piano. Mi madre tenía uno similar, según ella, mi padre arrasó un pueblo junto con los demás guerreros del fuerte Gran Alarido sólo para conseguirle ese piano, arrasar y derramar sangre inocente sólo para satisfacer el deseo de su amor, no se si lo justifica, pero ese piano era hermoso.
Ella me enseñó a tocar cuando sólo tenia unos siete años, yo estaba escondido detrás de un sillón, viendo como tocaba. Se percató de mi presencia, salí de mi escondite y me invitó a sentarme junto a ella, los débiles rayos del sol se filtraban por las cortinas de la ventana de la casa del gran Wonderweiss Herrman y su familia. Los rayos iluminaban su pálida piel haciéndola brillar delante de mis ojos, su melena negra y lisa de cabello caía sobre sus hombros y espalda y ella no paraba de sonreír mientras tocaba. Mi padre había sido muy afortunado al haber conocido a semejante mujer. Desde ese día en adelante todas las mañanas tocaba con mi madre hasta que por fin pude tocar la canción entera, se llamaba "Hojas en el viento". Al finalizarla mi madre me abrazó y besó mi frente, se levantó y me dijo que la esperara con los ojos cerrados. Cuando me dijo que ya podía abrirlos me la encontré a mi lado llevando un pasamontañas con un cráneo pintado hasta el más mínimo detalle. Ella se lo quitó y me lo entregó como regalo, en mi pueblo es costumbre que las mujeres lleven máscaras para tapar sus rostros, pero es raro que los hombres lo hagan. Desde ese día en adelante llevaba puesto su pasamontañas y llevaba en mi corazón las enseñanzas suyas, me miro a mi mismo y veo que por fuera soy exactamente a mi madre exceptuando el color de ojos, pero por dentro soy como mi padre, una bestia.
- Vamos Oleg, toca. - Escucho la voz de mi madre dentro mio.
Mis manos se mueven solas y empiezo a tocar la primera melodía que mi madre me enseñó, hojas en el viento. Siento miradas de ebrios que he despertado con el piano, pero también siento la mirada de mi madre sobre mi mientras toco con entusiasmo su melodía. Una lágrima cae pero es absorbida por mi pasamontañas, hacía mucho que no escuchaba nada tan hermoso.
- Que bello es eso que has tocado. - Dijo el tabernero sentado al lado mio.
- Deberías trabajar como pianista aquí, necesito a uno. - Me ofertó.
- No gracias, no me gusta tocar mucho. - Respondí.
- Oye, me dijeron que me estabas buscando. - Me dijo una voz, me di la vuelta y en la barra estaba Groak.
- Tenemos que hablar Groak.
- Lo se, siéntate al lado mio.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Oleg y Groak se sentaron en una de las mesas y el camarero trajo dos jarras de cerveza.
- A esta te invito yo. – gruñó Groak a la vez que chocaban sus jarras.
- ¿Qué era eso de lo que querías hablarme? – preguntó Oleg tras dar un sorbo a su cerveza.
- Verás, no hay mucha gente que pueda vencerme en un combate, pero tu amigo y tú lo conseguisteis. Sois guerreros, y os respeto – tras decir eso, inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto. – Por eso quiero proponeros algo. Dentro de una semana voy a partir hacia la base de La Justicia de Tzion, una de las tribus. Allí me someteré a las pruebas de iniciación para ser uno de sus miembros. Quiero que vengáis conmigo. Pensaba llevar a dos de mis hombres, pero si finalmente me aceptan, prefiero saber que vosotros dos me estáis cubriendo las espaldas en vez de algún idiota con una espada.
Oleg permaneció callado.
- No me respondas ahora. Piénsatelo después de follarte a alguna de las zorras del burdel. En esos instantes es cuando pienso con mayor claridad.
Groak se vació su jarra de un trago y pagando al camarero con una simple mirada de asesino, se largó.
Oleg tenía muchas cosas en la cabeza, pero decidió que ya habría tiempo de sopesar pros y contras. Se terminó su bebida y se dirigió al burdel, era hora de hablar con Oasis.
Pasó junto a la Madame diciendo simplemente “Oasis” y lanzándole un saquito con diez monedas. Subió las escaleras hacia su habitación y abrió la puerta sin llamar. Por suerte, Oasis se encontraba sola.
- Vaya, tú debes de ser el tipo que se pasea por el pueblo con un pasamontañas. La Madame dijo que preguntaste por mí. Si crees que puedes tratarme igual que a Aisha estás muy equivocado. Un solo grito y vendrán cinco hombres en tu busca. Dicho esto, ¿Qué se te ofrece?
Oleg sacó el extracto del diario de Jedediah.
- Aquí se te menciona varias veces. Quiero que me digas todo lo que sabes de Jedediah Shatner. Es inútil que lo niegues, veo en tu rostro que sabes de lo que hablo.
- ¿Y quién te dice que quiero contártelo? No me caes bien, extranjero. Además, no te debo nada. Lo que has pagado únicamente te servirá para que te dé calor esta noche. Ni siquiera tengo por qué hablarte. A no ser…que me pagues sesente piezas de oro. Entonces te podría contar algunas cosas de lo más interesantes… ¿qué harás pues, extranjero?
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Como ves, ser un hombre despiadado que va por ahí violando prostitutas, tiene sus consecuencias xD Debiste pensar que Oasis se encontraría reacia a hablar contigo, al fin y al cabo te has labrado una fama de psicópata xD
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Fernando llevaba cinco días encerrado en la celda del Pacificador, en Roca de Hierro. Ignoraba como había llegado hasta allí.
Los primeros días, el Pacificador se dedicaba a interrogarle. Le hacía preguntas tales como: “¿Dónde están tus amigos los Vástagos, eh?” o “Sé quién eres, Perry “El temerario”. Tu fama ha llegado hasta Roca de Hierro”. Al parecer, le confundían con un tal Perry, miembro de la tribu de los Vástagos. No importaba cuánto se esforzara en negarlo, el Pacificador hacía oídos sordos. La parte positiva era que podía disfrutar de agua y pan una vez al día. Aunque el agua estuviera turbia y el pan mohoso.
En esos días Fernando vio al Pacificador y a sus ayudantes emborracharse infinidad de veces. También fue testigo de cómo un hombre con el rostro oculto por un pasamontañas se jactó de que podía dar caza a Jackie Boy, y de cómo un hombre solicitaba el puesto de ayudante de Pacificador.
Los días en esa calurosa y apestosa celda se hacían eternos. Finalmente, el día en que volvió el del pasamontañas con la cabeza de Jackie Boy, el Pacificador decidió liberarle.
- Parece ser que no eres Perry “el temerario”, chico. A Perry se lo han encontrado devorado por los lobos. Anda, toma una pieza de oro. Te servirá para dormir en la posada y conseguirte algo de comida. Ah, toma, aquí está la ropa que llevabas cuando te capturamos.
Fernando le lanzó una fría mirada al Pacificador, y salió de su oficina. Por fin era un hombre libre y podía respirar aire fresco. Se puso su ropa y en uno de los bolsillos se encontró con un trozo de papel arrugado.
(Para leer lo que pone el papel, debes ir al primer post y mirar el extracto del diario de Jedediah Shatner)
- A esta te invito yo. – gruñó Groak a la vez que chocaban sus jarras.
- ¿Qué era eso de lo que querías hablarme? – preguntó Oleg tras dar un sorbo a su cerveza.
- Verás, no hay mucha gente que pueda vencerme en un combate, pero tu amigo y tú lo conseguisteis. Sois guerreros, y os respeto – tras decir eso, inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto. – Por eso quiero proponeros algo. Dentro de una semana voy a partir hacia la base de La Justicia de Tzion, una de las tribus. Allí me someteré a las pruebas de iniciación para ser uno de sus miembros. Quiero que vengáis conmigo. Pensaba llevar a dos de mis hombres, pero si finalmente me aceptan, prefiero saber que vosotros dos me estáis cubriendo las espaldas en vez de algún idiota con una espada.
Oleg permaneció callado.
- No me respondas ahora. Piénsatelo después de follarte a alguna de las zorras del burdel. En esos instantes es cuando pienso con mayor claridad.
Groak se vació su jarra de un trago y pagando al camarero con una simple mirada de asesino, se largó.
Oleg tenía muchas cosas en la cabeza, pero decidió que ya habría tiempo de sopesar pros y contras. Se terminó su bebida y se dirigió al burdel, era hora de hablar con Oasis.
Pasó junto a la Madame diciendo simplemente “Oasis” y lanzándole un saquito con diez monedas. Subió las escaleras hacia su habitación y abrió la puerta sin llamar. Por suerte, Oasis se encontraba sola.
- Vaya, tú debes de ser el tipo que se pasea por el pueblo con un pasamontañas. La Madame dijo que preguntaste por mí. Si crees que puedes tratarme igual que a Aisha estás muy equivocado. Un solo grito y vendrán cinco hombres en tu busca. Dicho esto, ¿Qué se te ofrece?
Oleg sacó el extracto del diario de Jedediah.
- Aquí se te menciona varias veces. Quiero que me digas todo lo que sabes de Jedediah Shatner. Es inútil que lo niegues, veo en tu rostro que sabes de lo que hablo.
- ¿Y quién te dice que quiero contártelo? No me caes bien, extranjero. Además, no te debo nada. Lo que has pagado únicamente te servirá para que te dé calor esta noche. Ni siquiera tengo por qué hablarte. A no ser…que me pagues sesente piezas de oro. Entonces te podría contar algunas cosas de lo más interesantes… ¿qué harás pues, extranjero?
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Como ves, ser un hombre despiadado que va por ahí violando prostitutas, tiene sus consecuencias xD Debiste pensar que Oasis se encontraría reacia a hablar contigo, al fin y al cabo te has labrado una fama de psicópata xD
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Fernando llevaba cinco días encerrado en la celda del Pacificador, en Roca de Hierro. Ignoraba como había llegado hasta allí.
Los primeros días, el Pacificador se dedicaba a interrogarle. Le hacía preguntas tales como: “¿Dónde están tus amigos los Vástagos, eh?” o “Sé quién eres, Perry “El temerario”. Tu fama ha llegado hasta Roca de Hierro”. Al parecer, le confundían con un tal Perry, miembro de la tribu de los Vástagos. No importaba cuánto se esforzara en negarlo, el Pacificador hacía oídos sordos. La parte positiva era que podía disfrutar de agua y pan una vez al día. Aunque el agua estuviera turbia y el pan mohoso.
En esos días Fernando vio al Pacificador y a sus ayudantes emborracharse infinidad de veces. También fue testigo de cómo un hombre con el rostro oculto por un pasamontañas se jactó de que podía dar caza a Jackie Boy, y de cómo un hombre solicitaba el puesto de ayudante de Pacificador.
Los días en esa calurosa y apestosa celda se hacían eternos. Finalmente, el día en que volvió el del pasamontañas con la cabeza de Jackie Boy, el Pacificador decidió liberarle.
- Parece ser que no eres Perry “el temerario”, chico. A Perry se lo han encontrado devorado por los lobos. Anda, toma una pieza de oro. Te servirá para dormir en la posada y conseguirte algo de comida. Ah, toma, aquí está la ropa que llevabas cuando te capturamos.
Fernando le lanzó una fría mirada al Pacificador, y salió de su oficina. Por fin era un hombre libre y podía respirar aire fresco. Se puso su ropa y en uno de los bolsillos se encontró con un trozo de papel arrugado.
(Para leer lo que pone el papel, debes ir al primer post y mirar el extracto del diario de Jedediah Shatner)
Skimmer- Cazador mediocre
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Fecha de inscripción : 18/09/2010
Re: La Leyenda del Oeste
Estaba tan confuso como perdido en aquel lugar, no sabia ni a donde ir pero una cosa estaba clara, el trozo del diario de un tal "jedediah" habia aparecido en mi pantalon como por obra de magia. Mientras que caminaba por aquella ciudad, me fui fijando de las miradas furtivas que me echaban los ciudadanos, parece ser que no les gustan los extranjeros. Solo sabia una cosa, que estaba en una ciudad llamada "Roca de Hierro" y que la ciudad contaba con una dudosa seguridad, unos tipos llamados "los Vastagos" vigilaban a la gente de por alli o eso me habia parecido entender en la nota que encontre. Pero gracias a la nota, mas o menos me pude guiar como pude por aquellas calles bajo el sol. Camine sin rumbo por un tiempo, buscando algun lugar que me llamara la atencion o alguna zona para ver si recordaba como habia llegado alli. Decidi entrar en la taberna para ver si me podian contestar a mis dudas, pero visto como me miraban a cada paso que daba me resultaba dificil saber si me las iban a responder o no. Al entrar en la taberna, pude observar como estaban los tipicos hombres bebiendo para divertirse o para olvidar, sin mas miramientos me acerque al tabernero y le pregunte.
-¿Sabes donde puedo encontrar a un tal Jedediah? - pregunte mirando fijamente a sus ojos, por la cara que puso el tabernero no era el primero que lo preguntaba.
-¿Quien lo quiere saber?- pregunto tajante.
-¿Por que deberia decirte mi nombre, si no me respondiste tu? - respondí con otra pregunta, dejo de mirarme y paso a lavar sus copas. - En este maldito pueblo no tienen educacion, me llaman Coyote, ¿y ahora puedo saber como encotrarle?
-Pregunta por ahi fuera extranjero, no soy quien para abrir la boca. - responfio el tabernero.
Sin dirijir mas palabras me di la vuelta y sali de la taberna, no entendia los humos que se llevaban en esta ciudad. Camine, por la ciudad hasta encontrar la sombra de una casa, alli me sente por un momento. Necesitaba aclarar ideas, al menos por un momento.
Utilizare la moneda para ir a la posada a descansar como dios manda.
Al entrar en la posada, de nuevo recibi las atentas miradas de aquellos ciudadanos, no pude ocultar mi cara de mal humor. Entre mi altura y la cara de malhumado que llevaba, apartaron sus miradas.
-Tabernero, necesito una habitacion para pasar la noche. - dije tajante, poniendo la moneda de oro en el mostrador.
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Espero que sirva, si hay algun problema comunicarmelo por privado y lo editare sin problemas.
-¿Sabes donde puedo encontrar a un tal Jedediah? - pregunte mirando fijamente a sus ojos, por la cara que puso el tabernero no era el primero que lo preguntaba.
-¿Quien lo quiere saber?- pregunto tajante.
-¿Por que deberia decirte mi nombre, si no me respondiste tu? - respondí con otra pregunta, dejo de mirarme y paso a lavar sus copas. - En este maldito pueblo no tienen educacion, me llaman Coyote, ¿y ahora puedo saber como encotrarle?
-Pregunta por ahi fuera extranjero, no soy quien para abrir la boca. - responfio el tabernero.
Sin dirijir mas palabras me di la vuelta y sali de la taberna, no entendia los humos que se llevaban en esta ciudad. Camine, por la ciudad hasta encontrar la sombra de una casa, alli me sente por un momento. Necesitaba aclarar ideas, al menos por un momento.
Utilizare la moneda para ir a la posada a descansar como dios manda.
Al entrar en la posada, de nuevo recibi las atentas miradas de aquellos ciudadanos, no pude ocultar mi cara de mal humor. Entre mi altura y la cara de malhumado que llevaba, apartaron sus miradas.
-Tabernero, necesito una habitacion para pasar la noche. - dije tajante, poniendo la moneda de oro en el mostrador.
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Espero que sirva, si hay algun problema comunicarmelo por privado y lo editare sin problemas.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Fecha de inscripción : 12/04/2009
Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Una vida, cercené una vida. Aún recuerdo el fatídico día que maté a Dong. No encontraba consuelo suficiente para sacarme ese triste momento de la cabeza y sollozaba cada vez que rememoraba el flash de ese agonizante hombre que se desplomaba y cerraba sus ojos, dejando de vivir. Hundido en mis lúgubres pensamientos, dormí en el suelo, envuelto en terribles pesadillas.
Desperté sobresaltado de mi descanso. El sitio estaba a oscuras, seguramente Warwick apagó las antorchas para conciliar un mejor sueño. La luz solar no llegaba al interior de la mina, así que tuve que salir de allí para saber si ya amaneció. Me levanté y, cuidando de no molestar a Warwick, me deslicé sigiloso y sin provocar el menor ruido.
Pasé por encima de los cuerpos de Ding y Dong y salí de la oscura guarida. Respiré un poco de aire fresco y eché un vistazo al árido paisaje que me rodeaba. Nada más que unas rocas se divisaban a lo lejos, en los que los dos caballos yacían atados. Me acordé que no los alimentamos en todo el viaje, así que regresé a la caverna y tomé las últimas provisiones que quedaban. Me acerqué a los caballos, y después de unos mimos, los alimenté debidamente.
- ¡Ey, la comida! - vociveró Warwick. Apenas se había levantado, todavía se encontraba despeinado. Aún así, se encaminó a las rocas.
- ¿Qué voy a comer ahora? Le has dado todo a los caballos -
- Comerás, pero en Roca de Hierro. Recuerda que los caballos necesitan alimentarse para vivir y, a menos que quieras hacer el recorrido a pie, los necesitamos vivos para llegar al anochecer - dije amistosamente.
- Já, que gracioso. Bien, entonces partamos - ordenó mientras se montaba a uno de los dos caballos.
- ¿Ahora? -
- No, mañana. Mientras, mueramonos de hambre -
Reimos un poco y nos preparamos para partir.
- Un momento, olvidé algo - dije repentinamente. A todo galope me dirigí al refugio y entré. Segundos después, salí con un garrote en la mano. Monté al caballo y partimos a Roca de Hierro. Con la mirada penetrante, observaba el camino que nos quedaba por recorrer y poco a poco, broma a broma, me olvidé de la desdicha que sufrí y vi con otros ojos el nuevo día que se me presentaba.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Localización : Buenos Aires, Argentina.
Fecha de inscripción : 30/05/2010
Re: La Leyenda del Oeste
La verdad, Aisha era jodidamente lista, aquella chica me sorprendía cada vez más.
Le contarle algo de mi pasado, no se porque lo hice pero me quede bastante mas descansado. Comprendí, que como yo, tenia un pasado algo turbio que le atormentaba, que le seguiría siempre. Por lo poco que me contó era una esclava en algún lugar, supongo que de ahí le viene esa fortaleza interior que tiene. lo a tenido que pasar también bastante mal.
Después de trazar un plan para salir de allí, la cosa quedo de la siguiente manera: tenemos cinco dias máximo para reunir todos los ítems y víveres que podamos para hacer mas llevadero el viaje. Me entregó 15 monedas de su bolsillo para comprar lo necesario: una tienda, víveres, tinajas de agua, un trasporte y algún medio de defensa. Ella lo tiene difícil para salir ha hacer las compras, no queremos levantar sospechas, y mas con aquella vieja de vigilante siguiéndole siempre sus pasos. Pasados esos cinco días, tenemos que tener todo listo para poder salir de allí y no toparnos con la guerra que quieren abrir los Vástagos con aquella pobre gente.
Pero aquí viene lo bueno, me dijo que memorizara el mapa, al principio no supe a que venia, pero cuando vi que lo arrimaba a la llama de una vela, me quedo todo claro. No se me había ocurrido, la gente mataría por ese pergamino, y más sabiendo lo que le espera a este pueblo. Todo esta en nuestro coco.
Me animó a saltar en la cama, a chillar, a gemir. Aquella vieja tendría que estar alucinada, pensé. En un rato caímos rendidos en la cama entre risas. Al poco ella cayo en un profundo sueño apoyándose en mi pecho. Yo al poco también caí rendido mientras escuchaba su respiración. Me sentía bien a su lado.
Me desperté temprano con cuidado de no despertar a Aisha, ya que a ella aún le quedaba un rato para empezar a trabajar. Creo que a sido la noche la cual he dormido mejor. Me aseé un poco y cogí algo de pan para desayunar. Antes de salir la besé sin que se diera cuenta y salí de la habitación sin hacer ruido.
Antes de ir dirección a la consulta me pare para hablar con la madame, tenia que hacerle una proposición:
- Buenos dias tenga Señorita.- le dije falsamente.
- Es buena la chica, verdad?.- me contesto señalando la puerta de la habitación.
- Si señorita, ha echo una buena elección contratándola, le hará rica. Quería proponerle algo, quiero que sepa que si necesita alguna cura usted o alguna de sus chicas, puede contar conmigo, le haré un buen precio, ¿que me dice?.
- No se, ya me lo pensaré, ahora vete si no vas a consumir nada.
Fui dirección a la puerta de salida haciendo antes una pequeña reverencia con mi sombrero a aquella vieja, tenia que creer que la adoraba. Nada más salir de aquel antro, respire hondo el aire fresco de la mañana para limpiar mis pulmones. Miré a un lado y a otro, y fui despacio para la consulta, aún era temprano. Al llegar allí, Flint aun no había dado señales de vida, bueno aún era pronto para que se presentara, pensé mientras chutaba una piedra. Me apoye en la pared de la consulta mientras esperaba que llegara el doctor pensando en todo lo que necesitaría par emprender el viaje lo antes posible.
Le contarle algo de mi pasado, no se porque lo hice pero me quede bastante mas descansado. Comprendí, que como yo, tenia un pasado algo turbio que le atormentaba, que le seguiría siempre. Por lo poco que me contó era una esclava en algún lugar, supongo que de ahí le viene esa fortaleza interior que tiene. lo a tenido que pasar también bastante mal.
Después de trazar un plan para salir de allí, la cosa quedo de la siguiente manera: tenemos cinco dias máximo para reunir todos los ítems y víveres que podamos para hacer mas llevadero el viaje. Me entregó 15 monedas de su bolsillo para comprar lo necesario: una tienda, víveres, tinajas de agua, un trasporte y algún medio de defensa. Ella lo tiene difícil para salir ha hacer las compras, no queremos levantar sospechas, y mas con aquella vieja de vigilante siguiéndole siempre sus pasos. Pasados esos cinco días, tenemos que tener todo listo para poder salir de allí y no toparnos con la guerra que quieren abrir los Vástagos con aquella pobre gente.
Pero aquí viene lo bueno, me dijo que memorizara el mapa, al principio no supe a que venia, pero cuando vi que lo arrimaba a la llama de una vela, me quedo todo claro. No se me había ocurrido, la gente mataría por ese pergamino, y más sabiendo lo que le espera a este pueblo. Todo esta en nuestro coco.
Me animó a saltar en la cama, a chillar, a gemir. Aquella vieja tendría que estar alucinada, pensé. En un rato caímos rendidos en la cama entre risas. Al poco ella cayo en un profundo sueño apoyándose en mi pecho. Yo al poco también caí rendido mientras escuchaba su respiración. Me sentía bien a su lado.
Me desperté temprano con cuidado de no despertar a Aisha, ya que a ella aún le quedaba un rato para empezar a trabajar. Creo que a sido la noche la cual he dormido mejor. Me aseé un poco y cogí algo de pan para desayunar. Antes de salir la besé sin que se diera cuenta y salí de la habitación sin hacer ruido.
Antes de ir dirección a la consulta me pare para hablar con la madame, tenia que hacerle una proposición:
- Buenos dias tenga Señorita.- le dije falsamente.
- Es buena la chica, verdad?.- me contesto señalando la puerta de la habitación.
- Si señorita, ha echo una buena elección contratándola, le hará rica. Quería proponerle algo, quiero que sepa que si necesita alguna cura usted o alguna de sus chicas, puede contar conmigo, le haré un buen precio, ¿que me dice?.
- No se, ya me lo pensaré, ahora vete si no vas a consumir nada.
Fui dirección a la puerta de salida haciendo antes una pequeña reverencia con mi sombrero a aquella vieja, tenia que creer que la adoraba. Nada más salir de aquel antro, respire hondo el aire fresco de la mañana para limpiar mis pulmones. Miré a un lado y a otro, y fui despacio para la consulta, aún era temprano. Al llegar allí, Flint aun no había dado señales de vida, bueno aún era pronto para que se presentara, pensé mientras chutaba una piedra. Me apoye en la pared de la consulta mientras esperaba que llegara el doctor pensando en todo lo que necesitaría par emprender el viaje lo antes posible.
GioRock- Aprendiz de cazador
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Re: La Leyenda del Oeste
- Olvídalo, sólo quiero descansar luego de todo lo que ha pasado estos tres días. - Le dije con voz casi inaudible a Oasis que estaba recostada a un lado de la cama, simplemente me acosté a su lado pero mirando el lado opuesto.
- Vaya, creí que eras todo un machote, pero ya veo que no. - Dijo con desprecio.
Ignoré sus palabras, me quité el pasamontañas y lo coloqué sobre la mesa de luz, también la chaqueta de Rammstein la dejé al lado de la cama, en el suelo de madera, instantáneamente luego de esto me desvanecí en la cama. No recuerdo muy bien que extraño sueño tuve, pero recuerdo que aún seguía siendo de noche y desperté dando grandes bocanadas de aire y tenía la cabeza completamente mojada. Delante mio yacía parada Oasis con una jarra de agua casi vacía.
- ¿Con que coño estabas soñando? - Preguntó mirándome como si fuera una cosa repulsiva.
- No lo se, no se con que estaba soñando. - Dije con dificultad mirándola a los ojos y me senté al borde de la cama.
- Pues decías incoherencias como "pronto seremos parte de La Justicia de Tzion" y "La Justicia de Tzion es benevolente con todos vosotros". - Respondió tratando de imitar mi voz.
- ¿Te unirás a esos locos? - Preguntó luego de unos segundos.
- No, no lo se, no se que hacer, aquí no me puedo quedar, los Vástagos atacarán Roca de Hierro en una semana o menos, quien sabe, sólo se que debo juntar el máximo de dinero que me sea posible y largarme de aquí. Tal vez me una a La Justicia de Tzion y me someteré a sus pruebas de iniciación, tal vez vague por ahí sin rumbo fijo y probablemente muera por desolación o deshidratado. - Dije desesperado levantándome de la cama.
- Pues mereces morir de la peor forma posible, aunque si aún estás empeñado en conseguir dinero y largarte prueba a trabajar en las minas, es un trabajo duro pero bien remunerado con diez piezas de oro al día.
- ¿A qué hora dices que se entra a trabajar en las minas?
- No lo se, deberías fijarte si está el capataz en las minas y hablar con él sobre el trabajo, ya es medianoche y seguro debe haber alguien ahí.
- Estuve dormido un día entero casi. Mi pierna no duele tanto, pff, me largo.
- Hasta luego muchachote. - Dijo Oasis luego de cerrar la puerta delante de mi.
Me puse mi chaqueta y mi pasamontañas, debía conseguir dinero a toda costa, trabajar de minero no era una mala opción. Sin darme cuenta pasé justo delante de la puerta de Aisha, la puerta estaba entre abierta, de ella salió el mismo sujeto de piel extraña que he visto varias veces, tenía una cara de divertido. Siguió hasta la salida, contra la pared escuché que intercambiaba algunas palabras con la madame.
Cuando finalmente dejaron de hablar salí al aire libre sin despedirme de la vieja bruja, era de noche, dormí toda la tarde en la cama de Oasis, de seguro no tardaría mucho en amanecer. Miré en todas direcciones, se dirigía a la enfermería, tal vez trabajase allí, de todas maneras parece un buen sujeto. Corrí hasta la oficina del Pacificador y hablé inmediatamente con él.
- Oiga, por favor présteme una pluma y algo de papel, necesito dejarle algo a Warwick, mi compañero. - Le dije sin paciencia al Pacificador.
Escribí tal y como mi madre me enseñó, aunque odio escribir. El Pacificador tomó la nota que hice y la leyó en voz alta.
"Warwick, estaré trabajando en las minas, te dejo tus quince piezas de oro correspondientes, deberías hablar con Groak, tiene una oferta para ti.
Un saludo, Oleg."
Al instante le di en la mano las quince piezas de oro de Warwick y le dije que se las diera en cuanto regresara, el Pacificador aceptó.
Corrí hacia las minas con esperanzas de que estuvieran abiertas y si, había una pequeña fila y en la entrada un sujeto que repartía martillos enormes y picos. Cuando por fin me tocó el capataz me separó de la fila.
- ¿Quien eres? No te he visto antes por aquí.
- Vengo a solicitar trabajo, puedo serle de mucha ayuda, soy bueno con picos y mazas. - Dije tratando de que me aceptara.
- Son diez piezas de oro las cuales te daré mañana si tu trabajo me parece productivo, toma este pico y métete ahí dentro, un sujeto calvo con uniforme amarillo te dirá que hacer, ahora muévete.
Tomé el pico que me entregó el capataz y entré corriendo a la mina. Identifiqué rápidamente al sujeto de uniforme amarillo, simplemente me explicó que despedazara las rocas lo más rápido posible mientras él me observaba. Llegamos a una zona donde casi no había mineros y mientras él colocaba sus ojos en mis hombros yo empezaba a desquitar mi furia con Oasis y Aisha la zorrita astuta contra la roca de la mina.
- Vaya, creí que eras todo un machote, pero ya veo que no. - Dijo con desprecio.
Ignoré sus palabras, me quité el pasamontañas y lo coloqué sobre la mesa de luz, también la chaqueta de Rammstein la dejé al lado de la cama, en el suelo de madera, instantáneamente luego de esto me desvanecí en la cama. No recuerdo muy bien que extraño sueño tuve, pero recuerdo que aún seguía siendo de noche y desperté dando grandes bocanadas de aire y tenía la cabeza completamente mojada. Delante mio yacía parada Oasis con una jarra de agua casi vacía.
- ¿Con que coño estabas soñando? - Preguntó mirándome como si fuera una cosa repulsiva.
- No lo se, no se con que estaba soñando. - Dije con dificultad mirándola a los ojos y me senté al borde de la cama.
- Pues decías incoherencias como "pronto seremos parte de La Justicia de Tzion" y "La Justicia de Tzion es benevolente con todos vosotros". - Respondió tratando de imitar mi voz.
- ¿Te unirás a esos locos? - Preguntó luego de unos segundos.
- No, no lo se, no se que hacer, aquí no me puedo quedar, los Vástagos atacarán Roca de Hierro en una semana o menos, quien sabe, sólo se que debo juntar el máximo de dinero que me sea posible y largarme de aquí. Tal vez me una a La Justicia de Tzion y me someteré a sus pruebas de iniciación, tal vez vague por ahí sin rumbo fijo y probablemente muera por desolación o deshidratado. - Dije desesperado levantándome de la cama.
- Pues mereces morir de la peor forma posible, aunque si aún estás empeñado en conseguir dinero y largarte prueba a trabajar en las minas, es un trabajo duro pero bien remunerado con diez piezas de oro al día.
- ¿A qué hora dices que se entra a trabajar en las minas?
- No lo se, deberías fijarte si está el capataz en las minas y hablar con él sobre el trabajo, ya es medianoche y seguro debe haber alguien ahí.
- Estuve dormido un día entero casi. Mi pierna no duele tanto, pff, me largo.
- Hasta luego muchachote. - Dijo Oasis luego de cerrar la puerta delante de mi.
Me puse mi chaqueta y mi pasamontañas, debía conseguir dinero a toda costa, trabajar de minero no era una mala opción. Sin darme cuenta pasé justo delante de la puerta de Aisha, la puerta estaba entre abierta, de ella salió el mismo sujeto de piel extraña que he visto varias veces, tenía una cara de divertido. Siguió hasta la salida, contra la pared escuché que intercambiaba algunas palabras con la madame.
Cuando finalmente dejaron de hablar salí al aire libre sin despedirme de la vieja bruja, era de noche, dormí toda la tarde en la cama de Oasis, de seguro no tardaría mucho en amanecer. Miré en todas direcciones, se dirigía a la enfermería, tal vez trabajase allí, de todas maneras parece un buen sujeto. Corrí hasta la oficina del Pacificador y hablé inmediatamente con él.
- Oiga, por favor présteme una pluma y algo de papel, necesito dejarle algo a Warwick, mi compañero. - Le dije sin paciencia al Pacificador.
Escribí tal y como mi madre me enseñó, aunque odio escribir. El Pacificador tomó la nota que hice y la leyó en voz alta.
"Warwick, estaré trabajando en las minas, te dejo tus quince piezas de oro correspondientes, deberías hablar con Groak, tiene una oferta para ti.
Un saludo, Oleg."
Al instante le di en la mano las quince piezas de oro de Warwick y le dije que se las diera en cuanto regresara, el Pacificador aceptó.
Corrí hacia las minas con esperanzas de que estuvieran abiertas y si, había una pequeña fila y en la entrada un sujeto que repartía martillos enormes y picos. Cuando por fin me tocó el capataz me separó de la fila.
- ¿Quien eres? No te he visto antes por aquí.
- Vengo a solicitar trabajo, puedo serle de mucha ayuda, soy bueno con picos y mazas. - Dije tratando de que me aceptara.
- Son diez piezas de oro las cuales te daré mañana si tu trabajo me parece productivo, toma este pico y métete ahí dentro, un sujeto calvo con uniforme amarillo te dirá que hacer, ahora muévete.
Tomé el pico que me entregó el capataz y entré corriendo a la mina. Identifiqué rápidamente al sujeto de uniforme amarillo, simplemente me explicó que despedazara las rocas lo más rápido posible mientras él me observaba. Llegamos a una zona donde casi no había mineros y mientras él colocaba sus ojos en mis hombros yo empezaba a desquitar mi furia con Oasis y Aisha la zorrita astuta contra la roca de la mina.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Finalmente Krumm y yo conseguimos recuperarnos los suficiente como para montar a caballo y partimos de aquel horrible lugar.
Yo andaba algo enfadado, no era exactamente mi plan ir de aquí para allá matando a fugitivos y demás. Yo quería algo mas estable, algo mejor.
Krumm era muy callado, tal vez no abrió la boca en todo el camino por la muerte de Dong. Pero eso ya daba igual, Dong estaba muerto y si tenía que cargar con su muerte, cargaría.
Cuando llegué a Roca de Hierro estaba exhausto, solo me apetecía descansar. Pero antes debía pasar por la oficina del Pacificador por si Oleg había dejado mi parte de la recompensa allí.
Cuando entré el pacificador me aplaudió diciendo:
- No se lo que haríais allí chicos, pero os felicito. Tu amigo dejó tu parte aquí, toma tus 15 PDO y gástatelas como quieras. Tambien me dejó una nota para ti. Dijo sonriendo.
- Gracias, aquí tiene su equipamiento, aunque me gustaría proponerle una oferta si no es mucho pedir.
Ya pude ver la cantidad de armas que tenía allí adentro y quiera desacerse de alguna por falta de espacio o de dinero o por simple gentileza....
Sea cual sea, le ofrezco las 15 PDO de la recompensa por el arco sin ninguna flecha. Le he cogido cariño y apunto bien con el.
Si acepta mi oferta estaré descansando en la taberna, y gracias por todo. Dije dándome la vuelta sonriendo tranquilamente.
Necesitaba descansar y comer algo antes que nada, así que me dirigí a la taberna pero antes de descansar debía hablar con Groak.
Tuve suerte de encontrármelo en la taberna y me invitó a sentarme.
- Permiteme que te invite a esta ronda por gentileza. Dijo pasándome una jarra bien fresca de cerveza.
- Se te veía con ganas de hablar con nosotros, que se te ofrece? Pregunté mientras daba un trago a la cerveza.
- Como ya le comenté a tu amigo, hay poca gente capaz de vencerme en un combate. Vosotros lo conseguisteis y por ello os respeto. Por eso permite mi atrevimiento ya que quería pediros que me acompañarais a la base de La Justicia de Tzion una de las tribus. Allí me someteré a las pruebas de iniciación para ser uno de sus miembros. Quiero que vengáis conmigo. Pensaba llevar a dos de mis hombres, pero si finalmente me aceptan, prefiero saber que vosotros dos me estáis cubriendo las espaldas en vez de algún idiota con una espada.
- Respeto tu decisión Groak, y no me negaré en partir contigo hacia allí. Pero debo decirte que yo no me uniré a la Justicia de Tzion por motivos de ética ya que he escuchado que no son mucho mas crueles que los Vástagos. Oleg en cambio puede que si acepte, tampoco se lo que hará pero de lo que si estoy seguro es de que te acompañaremos. Eso sí, necesitaremos dinero.
-Si claro, en ese aspecto no hay problema siempre que vosotros 2 aportéis algo también. Pero de todos modos piénsatelo bien. Vendría bien ponerse del lado de los vencedores. Respondió terminando su cerveza.
-De acuerdo, me lo pensaré pero que no te sorprenda mi decisión. Dije ya levantándome y despidiéndome.
Necesitaba descansar así que pedí una habitación para descansar hasta mañana por la mañana. Creo que iré a trabajar.
Yo andaba algo enfadado, no era exactamente mi plan ir de aquí para allá matando a fugitivos y demás. Yo quería algo mas estable, algo mejor.
Krumm era muy callado, tal vez no abrió la boca en todo el camino por la muerte de Dong. Pero eso ya daba igual, Dong estaba muerto y si tenía que cargar con su muerte, cargaría.
Cuando llegué a Roca de Hierro estaba exhausto, solo me apetecía descansar. Pero antes debía pasar por la oficina del Pacificador por si Oleg había dejado mi parte de la recompensa allí.
Cuando entré el pacificador me aplaudió diciendo:
- No se lo que haríais allí chicos, pero os felicito. Tu amigo dejó tu parte aquí, toma tus 15 PDO y gástatelas como quieras. Tambien me dejó una nota para ti. Dijo sonriendo.
- Gracias, aquí tiene su equipamiento, aunque me gustaría proponerle una oferta si no es mucho pedir.
Ya pude ver la cantidad de armas que tenía allí adentro y quiera desacerse de alguna por falta de espacio o de dinero o por simple gentileza....
Sea cual sea, le ofrezco las 15 PDO de la recompensa por el arco sin ninguna flecha. Le he cogido cariño y apunto bien con el.
Si acepta mi oferta estaré descansando en la taberna, y gracias por todo. Dije dándome la vuelta sonriendo tranquilamente.
Necesitaba descansar y comer algo antes que nada, así que me dirigí a la taberna pero antes de descansar debía hablar con Groak.
Tuve suerte de encontrármelo en la taberna y me invitó a sentarme.
- Permiteme que te invite a esta ronda por gentileza. Dijo pasándome una jarra bien fresca de cerveza.
- Se te veía con ganas de hablar con nosotros, que se te ofrece? Pregunté mientras daba un trago a la cerveza.
- Como ya le comenté a tu amigo, hay poca gente capaz de vencerme en un combate. Vosotros lo conseguisteis y por ello os respeto. Por eso permite mi atrevimiento ya que quería pediros que me acompañarais a la base de La Justicia de Tzion una de las tribus. Allí me someteré a las pruebas de iniciación para ser uno de sus miembros. Quiero que vengáis conmigo. Pensaba llevar a dos de mis hombres, pero si finalmente me aceptan, prefiero saber que vosotros dos me estáis cubriendo las espaldas en vez de algún idiota con una espada.
- Respeto tu decisión Groak, y no me negaré en partir contigo hacia allí. Pero debo decirte que yo no me uniré a la Justicia de Tzion por motivos de ética ya que he escuchado que no son mucho mas crueles que los Vástagos. Oleg en cambio puede que si acepte, tampoco se lo que hará pero de lo que si estoy seguro es de que te acompañaremos. Eso sí, necesitaremos dinero.
-Si claro, en ese aspecto no hay problema siempre que vosotros 2 aportéis algo también. Pero de todos modos piénsatelo bien. Vendría bien ponerse del lado de los vencedores. Respondió terminando su cerveza.
-De acuerdo, me lo pensaré pero que no te sorprenda mi decisión. Dije ya levantándome y despidiéndome.
Necesitaba descansar así que pedí una habitación para descansar hasta mañana por la mañana. Creo que iré a trabajar.
Última edición por PeKaDoR el Lun Ago 01, 2011 2:33 am, editado 1 vez
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Al despertar por la mañana, Warwick se encontró con una nota en la mesita de noche. La abrió y únicamente ponía:
“Mata al carnero de la familia Smith. El cuchillo está en el callejón de la otra noche. No limpies su sangre. Debe ser a la medianoche. Vuelve al callejón para tu recompensa. 15 piezas de oro. No falles, extranjero”
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Poco después del mediodía, un hombre montado en una diligencia llegó a Roca de Hierro. Se colocó en la calle principal y del interior de su diligencia sacó a tres personas. Era un esclavista.
- ¡Acérquense, damas y caballeros! Esta semana les traigo buen género. Una chiquilla con solo doce años, su flacucho mellizo de la misma edad y un fornido caballero que les servirá para realizar las más duras tareas! – anunció el esclavista mientras hacía aspavientos con las manos.
Los mellizos eran pelirrojos y estaban preocupantemente delgados. Los dos se cogían de la mano y sollozaban en silencio. El otro hombre era de constitución fuerte y debía medir casi dos metros, su rostro no delataba ninguna expresión.
Los habitantes de Roca de Hierro hicieron un descanso en sus trabajos para reunirse alrededor del esclavista, incluidos Bor, Aisha, Oleg, Warwick, Krumm y Fernando.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? – preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. 20 piezas de oro, caballero.
Tras reflexionar unos momentos, el hombre pagó al esclavista.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada – dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – gritaba el esclavista.
Aún así, la gente comenzó a irse.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
El destino de aquel niño sería la muerte, a no ser que alguien pagase por él…
“Mata al carnero de la familia Smith. El cuchillo está en el callejón de la otra noche. No limpies su sangre. Debe ser a la medianoche. Vuelve al callejón para tu recompensa. 15 piezas de oro. No falles, extranjero”
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Poco después del mediodía, un hombre montado en una diligencia llegó a Roca de Hierro. Se colocó en la calle principal y del interior de su diligencia sacó a tres personas. Era un esclavista.
- ¡Acérquense, damas y caballeros! Esta semana les traigo buen género. Una chiquilla con solo doce años, su flacucho mellizo de la misma edad y un fornido caballero que les servirá para realizar las más duras tareas! – anunció el esclavista mientras hacía aspavientos con las manos.
Los mellizos eran pelirrojos y estaban preocupantemente delgados. Los dos se cogían de la mano y sollozaban en silencio. El otro hombre era de constitución fuerte y debía medir casi dos metros, su rostro no delataba ninguna expresión.
Los habitantes de Roca de Hierro hicieron un descanso en sus trabajos para reunirse alrededor del esclavista, incluidos Bor, Aisha, Oleg, Warwick, Krumm y Fernando.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? – preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. 20 piezas de oro, caballero.
Tras reflexionar unos momentos, el hombre pagó al esclavista.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada – dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – gritaba el esclavista.
Aún así, la gente comenzó a irse.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
El destino de aquel niño sería la muerte, a no ser que alguien pagase por él…
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
- ¡Oleg a descansar! - Gritó el capataz.
- ¿¡Que!? - Grité, el sonido de las picas y martillos era ensordecedor.
- ¡A descansar! - Volvió a gritar pero sólo entendí la parte final "sar".
- ¿¡Que!? - Volví a gritar, pero esta vez el capataz me llevo fuera de la mina.
- A descansar, te ha tocado descansar, vamos, ve por ahí a beber algo o a ver a tus amigos, y luego regresa aquí. - Dijo apresuradamente el capataz sin dejarme tiempo a responder.
Estaba algo cansado por mi trabajo, a la entrada de la mina había una gran fuente de agua con una cuchara cuadrada, perfecta para beber de ahí. Esperé a que la fila de siete hombres finalizara hasta que por fin pude beber, no había bebido nada desde que comencé a trabajar así que el agua me pareció un elixir de los Dioses. Luego de beber unos cuantos tragos más, me refresqué el cabello y la cara, el sol estaba en su punto más alto y golpeaba fuerte. Me volví a colocar mi pasamontañas y dejé mi chaqueta y camiseta gris con el los dígitos "666" en los cuidados de los casilleros oxidados que yacen a un extremo de la entrada de la mina, se que es ridículo colocarme el pasamontañas y no la chaqueta, por que ambos dan calor, pero el pasamontañas significa demasiado para dejarlo. Seguí mi rumbo hacia el pueblo. Tengo unas ganas tremendas de vender mi porra, pero no se cuál sería el lugar más indicado para venderla y quitarme este peso muerto de encima y ganar algunas piezas de oro, no necesito una porra, Carmesí es todo lo que necesito.
Llegué con mi torso desnudo a la herrería donde se supondría que trabajaba Warwick, el herrero me miró algo sorprendido y me preguntó:
- ¿Qué necesita caballero?
- Busco a Warwick, creo que el trabajaba aquí. - Expliqué cruzándome de brazos delante del anciano.
- Está en la parte de atrás del patio tomando un descanso, por esta puerta. - Señaló el viejo levantándose de su silla y abriéndome la puerta de atrás.
Salí de dentro de la herrería y entré al patio, era sólo un cubo verde con un árbol en medio y un banco para tres personas, las demás casas apretaban tanto al patio que éste sólo era un cubo.
- Hey, ¿Qué haces tú aquí? - Preguntó Warwick mientras se levantaba del banco y me daba un apretón de manos.
- Acabo de salir de la mina, me dieron un descanso. - Expliqué mientras nos sentábamos en el banco.
- Ya lo veo, ¿Eras así de musculoso antes de entrar a la mina o sólo saliste así? - Preguntó a modo de broma Warwick riéndose mientras me miraba de arriba a abajo, sólo llevaba puesto mis jeans grises desgastados, mis botas militares y mi pañuelo en el cuello y pasamontañas por lo cual tenía el torso y brazos completamente desnudos. Yo también me reí un poco.
- Oye, ¿Has hablado con Groak? - Pregunté luego de unos segundos.
- Sí, he hablado con él, pero, ¿Tú que harás? - Preguntó.
- No lo tengo muy decidido, pero no puedo quedarme aquí, el pueblo podría ser atacado en cualquier momento. - Expliqué.
- Te entiendo, te aviso que yo decidí ir con él pero que luego me separaría del grupo para unirme a Los Recolectores. - Dijo muy decidido.
- Entiendo, necesito dinero para un caballo, en tres días mínimo lo tendré, si es que nada se entromete en mi camino. - Dije levantándome del banco.
- Genial entonces, sólo nos queda trabajar. - Dijo mientras se levantaba del banco.
Se me ocurrió venderle la porra al herrero, éste la miró y dijo que sólo podía darme cuatro piezas de oro, acepté y junto con Warwick salimos un momento a la calle, las cosas estaban verdaderamente tranquilas, hasta que todos comenzaron a ir a la calle principal corriendo.
- ¿Qué está pasando? - Preguntó Warwick mientras dejábamos pasar a la multitud.
- No lo se, pero me dieron muchísimas ganas de ir a ver, venga vamos. - Dije corriendo.
Seguimos entre la multitud, corriendo y empujando uno al lado del otro, mis pensamientos eran miles, los Vástagos habían atacado o también podían haber atacado otras bandas que poblaban Tzion. Cuando finalmente dejamos de correr todo el mundo se quedó en círculo alrededor de su diligencia móvil de un sujeto. De ella salieron dos gemelos de poca edad, ambos pelirrojos y muy débiles y sucios, y por último un hombre fornido de unos dos metros, el sujeto era un esclavista.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El sujeto se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
No lo entendía, había visto cosas peores en mi vida pero aquél niño llorando, siendo golpeado y separado de su hermana me podía, me daba pena.
- Me da pena. - Dije con una voz media, audible.
- No seas idiota, ¿Para qué quieres a un esclavo como él? - Dijo Warwick, noté como el sujeto de al lado de nosotros que vestía una camisa negra y unas botas de vaquero me miraba fijamente.
- No lo se, pero no puedo dejarlo así. - Le respondí agachando la cabeza.
- Haz lo que quieras, son tus piezas de oro, úsalas como se te antoje. - Respondió este tajante volviendo a mirar al niño.
- Espérame aquí Warwick, iré a hablar con el sujeto. - Dije mientras me abría paso entre la multitud.
Me acercaba a paso rápido al esclavista y al niño, el primero estuvo por desenvainar su espada pero comprendió mis intenciones al ver la bolsita de oro que llevaba en mi mano derecha.
- ¿Cuánto por el niño? - Pregunté, sentía todas las miradas encima mio.
- Cinco piezas de oro caballero, ni más ni menos. - Respondió el esclavista.
Me agaché un momento para ver al niño, me quité mi pasamontañas y le mostré mi rostro, traté de tranquilizarlo con una de mis sonrisas, al parecer funcionó por que dejo de llorar un momento.
- ¿Me deja unos segundos para verlo mejor?
- Claro, pero si nadie lo compra morirá en el desierto.
Miré un poco más detalladamente, estaba delgado, sucio y tenía mucho miedo aunque había parado de llorar.
- ¿Cómo te llamas? - Pregunté mientras me agachaba para verlo a la cara, pero no obtuve respuesta.
- ¿Señor lo comprará o no?
- Si, lo compraré, abre la mano.
El esclavista abrió la palma de su mano y vacié la bolsita con las cinco piezas de oro.
- Muchas gracias señor, ¡Eso es todo gente, la compra se ha acabado!
- Mira en lo que gastas tu dinero. - Dijo Warwick mientras se paraba delante mio y del niño.
- El chico me puede ser verdaderamente útil. - Le dije, pensando en todo lo que el chico podría hacer.
- Tal vez pueda ayudarte en la mina. - Dijo el ingenioso Warwick.
- Me llamo Blue... - Murmuró el niño mirando al suelo.
- Bien Blue, te trataré bien, eso no lo dudes, pero deberás trabajar junto a mi. - Le respondí.
- ¿Blue? ¿Acaso soy el único que ve la ironía por aquí? - Dijo Warwick riendo mientras tomaba un mechón del cabello del niño, claro, era pelirrojo y se llamaba Blue.
- Basta de bromas, vayamos a trabajar Blue. - Murmuré despidiéndome de Warwick.
Corrí en dirección a la mina, Blue me seguía detrás. Los únicos que aún seguían parados era el sujeto de botas de vaquero que me miraba fijamente, el tipo de piel extraña y Aisha, que cuando crucé a su lado corriendo junto a Blue le guiñé el ojo.
Ambos llegamos a las minas y nos dispusimos a trabajar siendo vigilados por el capataz.
- ¿¡Que!? - Grité, el sonido de las picas y martillos era ensordecedor.
- ¡A descansar! - Volvió a gritar pero sólo entendí la parte final "sar".
- ¿¡Que!? - Volví a gritar, pero esta vez el capataz me llevo fuera de la mina.
- A descansar, te ha tocado descansar, vamos, ve por ahí a beber algo o a ver a tus amigos, y luego regresa aquí. - Dijo apresuradamente el capataz sin dejarme tiempo a responder.
Estaba algo cansado por mi trabajo, a la entrada de la mina había una gran fuente de agua con una cuchara cuadrada, perfecta para beber de ahí. Esperé a que la fila de siete hombres finalizara hasta que por fin pude beber, no había bebido nada desde que comencé a trabajar así que el agua me pareció un elixir de los Dioses. Luego de beber unos cuantos tragos más, me refresqué el cabello y la cara, el sol estaba en su punto más alto y golpeaba fuerte. Me volví a colocar mi pasamontañas y dejé mi chaqueta y camiseta gris con el los dígitos "666" en los cuidados de los casilleros oxidados que yacen a un extremo de la entrada de la mina, se que es ridículo colocarme el pasamontañas y no la chaqueta, por que ambos dan calor, pero el pasamontañas significa demasiado para dejarlo. Seguí mi rumbo hacia el pueblo. Tengo unas ganas tremendas de vender mi porra, pero no se cuál sería el lugar más indicado para venderla y quitarme este peso muerto de encima y ganar algunas piezas de oro, no necesito una porra, Carmesí es todo lo que necesito.
Llegué con mi torso desnudo a la herrería donde se supondría que trabajaba Warwick, el herrero me miró algo sorprendido y me preguntó:
- ¿Qué necesita caballero?
- Busco a Warwick, creo que el trabajaba aquí. - Expliqué cruzándome de brazos delante del anciano.
- Está en la parte de atrás del patio tomando un descanso, por esta puerta. - Señaló el viejo levantándose de su silla y abriéndome la puerta de atrás.
Salí de dentro de la herrería y entré al patio, era sólo un cubo verde con un árbol en medio y un banco para tres personas, las demás casas apretaban tanto al patio que éste sólo era un cubo.
- Hey, ¿Qué haces tú aquí? - Preguntó Warwick mientras se levantaba del banco y me daba un apretón de manos.
- Acabo de salir de la mina, me dieron un descanso. - Expliqué mientras nos sentábamos en el banco.
- Ya lo veo, ¿Eras así de musculoso antes de entrar a la mina o sólo saliste así? - Preguntó a modo de broma Warwick riéndose mientras me miraba de arriba a abajo, sólo llevaba puesto mis jeans grises desgastados, mis botas militares y mi pañuelo en el cuello y pasamontañas por lo cual tenía el torso y brazos completamente desnudos. Yo también me reí un poco.
- Oye, ¿Has hablado con Groak? - Pregunté luego de unos segundos.
- Sí, he hablado con él, pero, ¿Tú que harás? - Preguntó.
- No lo tengo muy decidido, pero no puedo quedarme aquí, el pueblo podría ser atacado en cualquier momento. - Expliqué.
- Te entiendo, te aviso que yo decidí ir con él pero que luego me separaría del grupo para unirme a Los Recolectores. - Dijo muy decidido.
- Entiendo, necesito dinero para un caballo, en tres días mínimo lo tendré, si es que nada se entromete en mi camino. - Dije levantándome del banco.
- Genial entonces, sólo nos queda trabajar. - Dijo mientras se levantaba del banco.
Se me ocurrió venderle la porra al herrero, éste la miró y dijo que sólo podía darme cuatro piezas de oro, acepté y junto con Warwick salimos un momento a la calle, las cosas estaban verdaderamente tranquilas, hasta que todos comenzaron a ir a la calle principal corriendo.
- ¿Qué está pasando? - Preguntó Warwick mientras dejábamos pasar a la multitud.
- No lo se, pero me dieron muchísimas ganas de ir a ver, venga vamos. - Dije corriendo.
Seguimos entre la multitud, corriendo y empujando uno al lado del otro, mis pensamientos eran miles, los Vástagos habían atacado o también podían haber atacado otras bandas que poblaban Tzion. Cuando finalmente dejamos de correr todo el mundo se quedó en círculo alrededor de su diligencia móvil de un sujeto. De ella salieron dos gemelos de poca edad, ambos pelirrojos y muy débiles y sucios, y por último un hombre fornido de unos dos metros, el sujeto era un esclavista.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El sujeto se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
No lo entendía, había visto cosas peores en mi vida pero aquél niño llorando, siendo golpeado y separado de su hermana me podía, me daba pena.
- Me da pena. - Dije con una voz media, audible.
- No seas idiota, ¿Para qué quieres a un esclavo como él? - Dijo Warwick, noté como el sujeto de al lado de nosotros que vestía una camisa negra y unas botas de vaquero me miraba fijamente.
- No lo se, pero no puedo dejarlo así. - Le respondí agachando la cabeza.
- Haz lo que quieras, son tus piezas de oro, úsalas como se te antoje. - Respondió este tajante volviendo a mirar al niño.
- Espérame aquí Warwick, iré a hablar con el sujeto. - Dije mientras me abría paso entre la multitud.
Me acercaba a paso rápido al esclavista y al niño, el primero estuvo por desenvainar su espada pero comprendió mis intenciones al ver la bolsita de oro que llevaba en mi mano derecha.
- ¿Cuánto por el niño? - Pregunté, sentía todas las miradas encima mio.
- Cinco piezas de oro caballero, ni más ni menos. - Respondió el esclavista.
Me agaché un momento para ver al niño, me quité mi pasamontañas y le mostré mi rostro, traté de tranquilizarlo con una de mis sonrisas, al parecer funcionó por que dejo de llorar un momento.
- ¿Me deja unos segundos para verlo mejor?
- Claro, pero si nadie lo compra morirá en el desierto.
Miré un poco más detalladamente, estaba delgado, sucio y tenía mucho miedo aunque había parado de llorar.
- ¿Cómo te llamas? - Pregunté mientras me agachaba para verlo a la cara, pero no obtuve respuesta.
- ¿Señor lo comprará o no?
- Si, lo compraré, abre la mano.
El esclavista abrió la palma de su mano y vacié la bolsita con las cinco piezas de oro.
- Muchas gracias señor, ¡Eso es todo gente, la compra se ha acabado!
- Mira en lo que gastas tu dinero. - Dijo Warwick mientras se paraba delante mio y del niño.
- El chico me puede ser verdaderamente útil. - Le dije, pensando en todo lo que el chico podría hacer.
- Tal vez pueda ayudarte en la mina. - Dijo el ingenioso Warwick.
- Me llamo Blue... - Murmuró el niño mirando al suelo.
- Bien Blue, te trataré bien, eso no lo dudes, pero deberás trabajar junto a mi. - Le respondí.
- ¿Blue? ¿Acaso soy el único que ve la ironía por aquí? - Dijo Warwick riendo mientras tomaba un mechón del cabello del niño, claro, era pelirrojo y se llamaba Blue.
- Basta de bromas, vayamos a trabajar Blue. - Murmuré despidiéndome de Warwick.
Corrí en dirección a la mina, Blue me seguía detrás. Los únicos que aún seguían parados era el sujeto de botas de vaquero que me miraba fijamente, el tipo de piel extraña y Aisha, que cuando crucé a su lado corriendo junto a Blue le guiñé el ojo.
Ambos llegamos a las minas y nos dispusimos a trabajar siendo vigilados por el capataz.
Última edición por DarkHades el Dom Jul 31, 2011 10:55 pm, editado 1 vez
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Sali de la basica habitacion de la posada, me despedi del posadero con un gesto de mano, tenia que buscar trabajo para poder quedarme otra noche en la habitacion de la posada. Al salir de la posada, emprendi el viaje en busca de algun trabajo para poder seguir con la busqueda. No sabia exactamente donde ir, asique fui directo a preguntar al posadero de nuevo.
-Perdona posadero, ¿puedes decirme donde encontrar trabajo? - pregunte.
-Joven, tienes que ir a ver al pacificador, el controla el tema de algun trabajo. Tambien podrias ir a preguntar al herrero o al de la tienda, creo que recordar que buscaba trabajo. - respondió, despidiendose y deseandome buena suerte.
Sali de nuevo de la posada, y me anduve hasta la herreria. Por el camino pude ver como el tipo del pasamontañas entro antes que yo a la herreria, asi que decidi ir directamente a la tienda. Al entrar en la tienda, observe el lugar, no era demasiado grande, pero habia variedad de objetos. Algunos utiles a mi punto de vista y otros no tanto, pero no era yo quien decidia comprarlos, lo harian los demas.
-¿Necesitas algo, muchacho?- pregunto el tendero.
-Realmente si, necesito trabajo y venia a preguntar si usted me daria trabajo en la tienda. - contesté acercandome a él.
-Bien muchacho, quieres trabajar en mi tienda. Empezaras ahora mismo, asique muchacho recoge todas las cajas que hay en la trastienda y que no se te ocurra robar nada. - dijo el tendero.
Como me ordeno el tendero fui a la trastienda, habia veintenas de cajas mal apiladas y desordenadas. Sin mas tiempo que perder comence a ordenarlas y a organizarlas. El tendero entro a los pocos minutos de haber empezado a trabajar, me ordeno llevar una caja con tabaco al tabernero. Cogí la caja y fui hasta la taberna, al entrar tuve como un dejavu. Los mismos tipos del dia anterior bebiendo y fumando, sin perder mas tiempo me acerque a la barra.
-Tabernero, su pedido de tabaco esta aquí. De parte del tendero. - dije, poniendo la caja en la barra y dando la vuelta.
-Bien hecho muchacho, dile a tu jefe que gracias. - respondió.
Cuando salí del salón, vi un gran tumulto de gente en la calle principal. Me acerqué alli y escuche atentamente. No podia creer lo que veia, estaban vendiendo personas, me repugnaban las personas que compraban a otras personas con tal de esclavizarlas y utilizarlas para otros propositos, menos dignos. Escuche al vendedor atentamente, del carromato salieron dos gemelos de poca edad, ambos pelirrojos y muy débiles y sucios, y por último un hombre fornido de unos dos metros, el sujeto era un esclavista.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El sujeto se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
Cuando escuche esto ultimo, recorde a mi familia cuando eramos pequeños. El tipo del pasamontañas se acerco al pequeño y le pregunto algo, finalmente lo compro y me quede mirandolo fijamente. No imaginaba que fuera el tipo de personas que esclavizaban a otras personas y menos a niños.
Hubo un momento que nuestras miradas se unieron y nos miramos por un momento, finalmente continuo su camino y guiño un ojo a una de las "señoritas de compañia" del burdel.
Despues de esto fui directamente a la tienda de nuevo.
-Perdona posadero, ¿puedes decirme donde encontrar trabajo? - pregunte.
-Joven, tienes que ir a ver al pacificador, el controla el tema de algun trabajo. Tambien podrias ir a preguntar al herrero o al de la tienda, creo que recordar que buscaba trabajo. - respondió, despidiendose y deseandome buena suerte.
Sali de nuevo de la posada, y me anduve hasta la herreria. Por el camino pude ver como el tipo del pasamontañas entro antes que yo a la herreria, asi que decidi ir directamente a la tienda. Al entrar en la tienda, observe el lugar, no era demasiado grande, pero habia variedad de objetos. Algunos utiles a mi punto de vista y otros no tanto, pero no era yo quien decidia comprarlos, lo harian los demas.
-¿Necesitas algo, muchacho?- pregunto el tendero.
-Realmente si, necesito trabajo y venia a preguntar si usted me daria trabajo en la tienda. - contesté acercandome a él.
-Bien muchacho, quieres trabajar en mi tienda. Empezaras ahora mismo, asique muchacho recoge todas las cajas que hay en la trastienda y que no se te ocurra robar nada. - dijo el tendero.
Como me ordeno el tendero fui a la trastienda, habia veintenas de cajas mal apiladas y desordenadas. Sin mas tiempo que perder comence a ordenarlas y a organizarlas. El tendero entro a los pocos minutos de haber empezado a trabajar, me ordeno llevar una caja con tabaco al tabernero. Cogí la caja y fui hasta la taberna, al entrar tuve como un dejavu. Los mismos tipos del dia anterior bebiendo y fumando, sin perder mas tiempo me acerque a la barra.
-Tabernero, su pedido de tabaco esta aquí. De parte del tendero. - dije, poniendo la caja en la barra y dando la vuelta.
-Bien hecho muchacho, dile a tu jefe que gracias. - respondió.
Cuando salí del salón, vi un gran tumulto de gente en la calle principal. Me acerqué alli y escuche atentamente. No podia creer lo que veia, estaban vendiendo personas, me repugnaban las personas que compraban a otras personas con tal de esclavizarlas y utilizarlas para otros propositos, menos dignos. Escuche al vendedor atentamente, del carromato salieron dos gemelos de poca edad, ambos pelirrojos y muy débiles y sucios, y por último un hombre fornido de unos dos metros, el sujeto era un esclavista.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El sujeto se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
Cuando escuche esto ultimo, recorde a mi familia cuando eramos pequeños. El tipo del pasamontañas se acerco al pequeño y le pregunto algo, finalmente lo compro y me quede mirandolo fijamente. No imaginaba que fuera el tipo de personas que esclavizaban a otras personas y menos a niños.
Hubo un momento que nuestras miradas se unieron y nos miramos por un momento, finalmente continuo su camino y guiño un ojo a una de las "señoritas de compañia" del burdel.
Despues de esto fui directamente a la tienda de nuevo.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Re: La Leyenda del Oeste
Krumm
Ayer llegué con Warwick a Roca de Hierro y, luego de devolver el equipo, vendí al herrero el garrote de Dong. Caminé hasta la casa del sepulturero y le pagué 3 monedas de oro por sus servicios, el que me agradeció por mi generosidad. Después pedí una habitación en la posada gastando mi última moneda de oro.
Me dirigí a la oficina del Pacificador apenas terminé de desayunar. Me extrañé al ver que no había nadie, pero divisé una nota que me dejó.
"Krumm, estoy ocupado, más tarde te diré el porque. Te asigno tu primera tarea. Mientras estás leyendo esto llegará un esclavista a vender su mercancía. Ocupate que haya orden, porque siempre entre el tumulto de gente curiosa ocurren desgracias. Mañana obtendrás tu paga. En la mesa hay un sombrero, pontelo, eso distingue a los nuestros de la gente."
En efecto, un sombrero vaquero negro yacía sobre el escritorio. Me lo puse y vigilé la muchedumbre que se formó por la novedad. Luego de vender su mercancía, el esclavista me dio las gracias por la seguridad y se marchó.
Terminada la tarea, fui a la taberna a refrescar mi garganta. El tabernero me invitó la cerveza por ser ayudante del Pacificador y, poco a poco, me di cuenta que la recompensa no eran solo las 15 monedas de oro, sino el respeto y la generosidad del pueblo. Esto en vez de mejorar mi situación la empeoró, porque me estaba encariñando con Roca de Hierro, la próxima presa de los Vástagos.
THE-VIL-JACK-KRAJER- Cazador mediocre
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Re: La Leyenda del Oeste
Esto se pone interesante...... menos mal que esta vez se trata de matar a un animal y no a una persona joder, no soy un puto asesino aunque lo seré si con ello consigo sobrevivir. Pensé mientras leía la nota.
Mientras salía por la puerta pensé: Aquí habrá algún maldito sitio en el que puedan lavar tu ropa¿? Esto empieza a ser asqueroso.
Hacía un buen día y me encontraba de buen humor, así que fue silvando hacia la herrería sin cruzarme con nadie prácticamente.
De las pocas personas que me crucé hubo un chico con la piel extraña que salía del burdel, yo le di los buenos días y el me respondió. parecía un chico majo aunque algo pervertido si venía de donde venía.
Cuando llegué a la herrería el herrero estaba abriendo la tienda y me recibió con un saludo:
- Buenos días Warwick, he oido hablar de lo que hicisteis los 3 chicos que fuisteis a por ese ladrón de diligencias. Felicidades. Me dijo sonriendo.
- Gracias señor, no fue fácil. Dije devolviéndole la sonrisa.
-Lo de hoy será un poco diferente chico, has trabajado alguna vez con malla¿?
- No señor, se refiere a una armadura¿?
- Exacto, pero no una armadura cualquiera, una armadura pesada. Hoy me ayudarás con ella y así aprenderás algo mas del oficio.
Por ahora quiero que vayas al almacén y me traigas estas herramientas..............., aunque ya que vas me vendría bien que me trajeras 5 barras de hierro y 3 de bronce para empezar con algunas aleaciones.
Le traje todos los materiales necesarios aunque me costó distinguir en el almacén que barras eran las que me pedía y la primera vez le traje 3 barras de cobalto en vez de bronce.
Poco a poco el herrero iba creando a la perfección lo que parecía ser una armadura bastante pesada y resistente, aunque era un proceso lento y parecía que nos llevaría mas de un día.
Mientras el seguía confeccionándola, yo me dediqué a afilar unas cuantas armas que ya estaban terminadas encima de la mesa de trabajo.
-Ya has trabajo bastante por hoy Warwick, te doy permiso para descansar un rato, pero dentro de 1 hora te pediría que terminases de pulir esa espada. Luego podrás irte.
Salí al patio trasero a descansar y para hacer estiramientos, aun tenía la cara algo hinchada por el golpe que recibí en la mina.
Cuando me di cuenta, Oleg había entrado al patio y parecía que me buscaba:
- Hey, ¿Qué haces tú aquí? Le pregunté sorprendido.
- Acabo de salir de la mina, me dieron un descanso. Explicó
- Ya lo veo, ¿Eras así de musculoso antes de entrar a la mina o sólo saliste así? Reímos ambos a carcajadas o como el solía decir de oreja a oreja.
Salimos del patio porque Oleg quería vender la porra que consiguió en la mina. Después salimos afuera y nos alteramos un poco por el revuelo que había, pensábamos que podrían ser los vástagos pero nos equivocamos, solo era un esclavista que pretendía vender a 2 niños y un hombre joven y fuerte.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El hombre se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
En ese momento Oleg dijo:
- Me da pena. Con una tono que no esperaba escuchar de el jamás.
- No seas idiota, ¿Para qué quieres a un esclavo como él? Dije pensando en que Oleg no lo aceptaría por su debilidad
- No lo se, pero no puedo dejarlo así. Me respondió agachando la cabeza.
- Haz lo que quieras, son tus piezas de oro, úsalas como se te antoje. Le dije pensando en lo mal que gestionaba sus piezas de oro últimamente.
- Espérame aquí Warwick, iré a hablar con el sujeto. - Dijo mientras se abría paso entre la multitud.
Desde mi posición no podía ver lo que sucedía con claridad, tal vez no era tan alto como algunos de por allí aunque tampoco tan bajo.
Cuando volví a ver a Oleg ya llevaba al chico a su lado.
- Mira en lo que gastas tu dinero. Dije parándome delante de el.
- El chico me puede ser verdaderamente útil. Me dijo seguramente pensando en que podría hacerle un hombre.
- Tal vez pueda ayudarte en la mina. Dije pensándolo mejor.
- Me llamo Blue... Murmuró el niño mirando al suelo.
- Bien Blue, te trataré bien, eso no lo dudes, pero deberás trabajar junto a mi. Le dijo Oleg.
- ¿Blue? ¿Acaso soy el único que ve la ironía por aquí? Dije mientras tocaba el pelo del chaval tan pelirrojo que casi reflectaba los rayos de sol.
- Basta de bromas, vayamos a trabajar Blue. Susurró Oleg mientras se alejaba con el chico.
Yo debía volver a la herrería para terminar el trabajo, después debía hacer algo mas importante.
Cuando terminé me despedí del herrero y salí en dirección al callejón. La noche caería pronto y debía prepararme ya que realizaría el trabajo a media noche.
Cuando llegué al callejón, allí estaba el chico de tono negro esperándome junto al cuchillo encima de una caja.
-Aquí tiene el cuchillo señor, estaré esperándole con la recompensa. Dijo con toda la inocencia del mundo.
-Solo quiero saber algo mas chico, por donde queda la casa de los Smith?
-Al final del pueblo, la última casa con cerco para el ganado. No tiene perdida me respondió.
-Gracias, volveré pronto.
Dicho esto me guardé el cuchillo dentro del pantalón a la altura del muslo y me encaminé hacia la residencia de los Smith.
Siempre que empezaba a caer la noche, la calle se volvía prácticamente un desierto y ya casi nadie rondaba por allí.
Cuando llegué a la entrada de la finca, todo parecía puesto a propósito para que nadie supiera sobre el asesinato.
La luz escaseaba en gran medida, en la casa todos dormían ya que no se divisaba luz alguna y el cordero esperaba en la puerta de la finca recostado cerrando los ojos.
Preferí quitarme los zapatos para hacer el menor ruido posible para que el cordero no se despertara, nada podía salir mal si no quería salir corriendo de Roca de Hierro.
Cuando estuve lo suficientemente cerca del cordero saqué el cuchillo con sigilo y le rebané el cuelo rápidamente cerrándole la mandíbula para que no gritara. No me hacía falta cogerlo ya que ya estaba tumbado y no se desplomaría de golpe.
No podía dejar el cadáver del animal ahí, sería de bárbaros. Así que con cuidado lo arrastré hasta un callejón cercano ya fuera de la residencia donde ni siquiera habría luz al medio día ya que lo tapaba un techo y las paredes lo ocultarían bien detrás de unos escombros que había. Con suerte no lo encontrarían mañana. Con cuidado de que el cuchillo no perdiera la sangre que llevaba impregnada lo llevé al callejón donde el chico me dio una bolsa con 15 PDO si las conté bien y se despidió de la misma forma:
-Si necesitamos tus servicios otra vez serás informado. Dicho esto se perdió en la oscuridad.
Tal vez sonreí por un trabajo bien hecho, no todo el mundo habría tenido en cuenta algunos detalles que tuve esa noche en ese peculiar asesinato. tal vez lo mio era el sigilo. La pregunta que me hice fue: Sería capaz de robar alguna tienda sin ser detectado?
Ya lo descubriría tarde o temprano.
Por ahora solo quería ir a la taberna a descansar para otro nuevo día. Espero que mi cara esté mejor mañana.
Mientras salía por la puerta pensé: Aquí habrá algún maldito sitio en el que puedan lavar tu ropa¿? Esto empieza a ser asqueroso.
Hacía un buen día y me encontraba de buen humor, así que fue silvando hacia la herrería sin cruzarme con nadie prácticamente.
De las pocas personas que me crucé hubo un chico con la piel extraña que salía del burdel, yo le di los buenos días y el me respondió. parecía un chico majo aunque algo pervertido si venía de donde venía.
Cuando llegué a la herrería el herrero estaba abriendo la tienda y me recibió con un saludo:
- Buenos días Warwick, he oido hablar de lo que hicisteis los 3 chicos que fuisteis a por ese ladrón de diligencias. Felicidades. Me dijo sonriendo.
- Gracias señor, no fue fácil. Dije devolviéndole la sonrisa.
-Lo de hoy será un poco diferente chico, has trabajado alguna vez con malla¿?
- No señor, se refiere a una armadura¿?
- Exacto, pero no una armadura cualquiera, una armadura pesada. Hoy me ayudarás con ella y así aprenderás algo mas del oficio.
Por ahora quiero que vayas al almacén y me traigas estas herramientas..............., aunque ya que vas me vendría bien que me trajeras 5 barras de hierro y 3 de bronce para empezar con algunas aleaciones.
Le traje todos los materiales necesarios aunque me costó distinguir en el almacén que barras eran las que me pedía y la primera vez le traje 3 barras de cobalto en vez de bronce.
Poco a poco el herrero iba creando a la perfección lo que parecía ser una armadura bastante pesada y resistente, aunque era un proceso lento y parecía que nos llevaría mas de un día.
Mientras el seguía confeccionándola, yo me dediqué a afilar unas cuantas armas que ya estaban terminadas encima de la mesa de trabajo.
-Ya has trabajo bastante por hoy Warwick, te doy permiso para descansar un rato, pero dentro de 1 hora te pediría que terminases de pulir esa espada. Luego podrás irte.
Salí al patio trasero a descansar y para hacer estiramientos, aun tenía la cara algo hinchada por el golpe que recibí en la mina.
Cuando me di cuenta, Oleg había entrado al patio y parecía que me buscaba:
- Hey, ¿Qué haces tú aquí? Le pregunté sorprendido.
- Acabo de salir de la mina, me dieron un descanso. Explicó
- Ya lo veo, ¿Eras así de musculoso antes de entrar a la mina o sólo saliste así? Reímos ambos a carcajadas o como el solía decir de oreja a oreja.
Salimos del patio porque Oleg quería vender la porra que consiguió en la mina. Después salimos afuera y nos alteramos un poco por el revuelo que había, pensábamos que podrían ser los vástagos pero nos equivocamos, solo era un esclavista que pretendía vender a 2 niños y un hombre joven y fuerte.
- ¿La chica ha tenido ya su primer sangrado? - Preguntó uno de los que allí se reunían.
- No, mi buen amigo. Además, es totalmente pura. Como comprenderá, eso hace que su precio aumente. Veinte piezas de oro, caballero.
El hombre se lo pensó bastante y finalmente decidió pagar y se la llevó.
- Servirás al gran Mut en su castillo. Deberías sentirte honrada. - Dijo el hombre mientras arrastraba a la niña de la mano. Ella no paraba de llorar y chillar, mientras su hermano intentaba seguirla, pero el esclavista le sujetaba del pelo.
Minutos después una anciana pagó una buena suma por el hombre corpulento y ya solo quedó el niño.
- ¡Lo vendo a cinco piezas de oro, prácticamente regalado! – Gritaba el esclavista, pero la gente empezaba a irse poco a poco.
- Más te vale que alguien te compre, niño. No pienso seguir alimentándote, te dejaré atado a una roca en mitad del desierto y ahí te quedarás. – Dijo el esclavista tras darle una bofetada por intentar huir.
En ese momento Oleg dijo:
- Me da pena. Con una tono que no esperaba escuchar de el jamás.
- No seas idiota, ¿Para qué quieres a un esclavo como él? Dije pensando en que Oleg no lo aceptaría por su debilidad
- No lo se, pero no puedo dejarlo así. Me respondió agachando la cabeza.
- Haz lo que quieras, son tus piezas de oro, úsalas como se te antoje. Le dije pensando en lo mal que gestionaba sus piezas de oro últimamente.
- Espérame aquí Warwick, iré a hablar con el sujeto. - Dijo mientras se abría paso entre la multitud.
Desde mi posición no podía ver lo que sucedía con claridad, tal vez no era tan alto como algunos de por allí aunque tampoco tan bajo.
Cuando volví a ver a Oleg ya llevaba al chico a su lado.
- Mira en lo que gastas tu dinero. Dije parándome delante de el.
- El chico me puede ser verdaderamente útil. Me dijo seguramente pensando en que podría hacerle un hombre.
- Tal vez pueda ayudarte en la mina. Dije pensándolo mejor.
- Me llamo Blue... Murmuró el niño mirando al suelo.
- Bien Blue, te trataré bien, eso no lo dudes, pero deberás trabajar junto a mi. Le dijo Oleg.
- ¿Blue? ¿Acaso soy el único que ve la ironía por aquí? Dije mientras tocaba el pelo del chaval tan pelirrojo que casi reflectaba los rayos de sol.
- Basta de bromas, vayamos a trabajar Blue. Susurró Oleg mientras se alejaba con el chico.
Yo debía volver a la herrería para terminar el trabajo, después debía hacer algo mas importante.
Cuando terminé me despedí del herrero y salí en dirección al callejón. La noche caería pronto y debía prepararme ya que realizaría el trabajo a media noche.
Cuando llegué al callejón, allí estaba el chico de tono negro esperándome junto al cuchillo encima de una caja.
-Aquí tiene el cuchillo señor, estaré esperándole con la recompensa. Dijo con toda la inocencia del mundo.
-Solo quiero saber algo mas chico, por donde queda la casa de los Smith?
-Al final del pueblo, la última casa con cerco para el ganado. No tiene perdida me respondió.
-Gracias, volveré pronto.
Dicho esto me guardé el cuchillo dentro del pantalón a la altura del muslo y me encaminé hacia la residencia de los Smith.
Siempre que empezaba a caer la noche, la calle se volvía prácticamente un desierto y ya casi nadie rondaba por allí.
Cuando llegué a la entrada de la finca, todo parecía puesto a propósito para que nadie supiera sobre el asesinato.
La luz escaseaba en gran medida, en la casa todos dormían ya que no se divisaba luz alguna y el cordero esperaba en la puerta de la finca recostado cerrando los ojos.
Preferí quitarme los zapatos para hacer el menor ruido posible para que el cordero no se despertara, nada podía salir mal si no quería salir corriendo de Roca de Hierro.
Cuando estuve lo suficientemente cerca del cordero saqué el cuchillo con sigilo y le rebané el cuelo rápidamente cerrándole la mandíbula para que no gritara. No me hacía falta cogerlo ya que ya estaba tumbado y no se desplomaría de golpe.
No podía dejar el cadáver del animal ahí, sería de bárbaros. Así que con cuidado lo arrastré hasta un callejón cercano ya fuera de la residencia donde ni siquiera habría luz al medio día ya que lo tapaba un techo y las paredes lo ocultarían bien detrás de unos escombros que había. Con suerte no lo encontrarían mañana. Con cuidado de que el cuchillo no perdiera la sangre que llevaba impregnada lo llevé al callejón donde el chico me dio una bolsa con 15 PDO si las conté bien y se despidió de la misma forma:
-Si necesitamos tus servicios otra vez serás informado. Dicho esto se perdió en la oscuridad.
Tal vez sonreí por un trabajo bien hecho, no todo el mundo habría tenido en cuenta algunos detalles que tuve esa noche en ese peculiar asesinato. tal vez lo mio era el sigilo. La pregunta que me hice fue: Sería capaz de robar alguna tienda sin ser detectado?
Ya lo descubriría tarde o temprano.
Por ahora solo quería ir a la taberna a descansar para otro nuevo día. Espero que mi cara esté mejor mañana.
PeKaDoR- Lich King
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Re: La Leyenda del Oeste
Me desperté tumbada en la cama cuando sentí que la puerta se cerraba. Bor ya había salido de la habitación y me sentía extrañamente contenta. En realidad, pese a mi antigua condición de esclava y mi nueva condición de puta, era la primera vez que dormía así con un hombre. Nunca me habían tratado como él así que sonreí y me quedé tumbada en la cama unos minutos más.
Sin querer, me volví a quedar dormida y, para cuando desperté, era ya mediodía. Me extrañaba que la Madame no me hubiera despertado todavía. Probablemente, no tenía ningún cliente por el momento por lo que me levanté, me aseé y me vestí. Me miraba al espejo sin saber que hacer cuando unas campanas sonaron en la plaza, me asomé y una gran multitud estaba congregada alrededor de un pequeño escenario de madera. Salí de la habitación, bajé rápidamente las escaleras del burdel y, en la puerta, esperandome, estaba la Madame.
- Querida Aisha - Dijo mirándome con ojos desorbitados- Estás dando más beneficios de los que yo me esperaba. Toma tu paga del día - Dijo entregándome una bolsa con 20 monedas de oro - Por eso te he dado la mañana libre. A las 4 llega tu primer cliente de hoy.
- Adiós, jefa- Dije sonriendo y salí a la calle.
Me acerqué a la plaza con el bolsillo lleno, allí estaban Bor y el sujeto del pasamontañas , sin perder detalle de lo que allí sucedía. Me alejé todo lo que pude de este último y me encaminé hacia donde estaba Bor. Me acerqué por su espalda y le cubrí sus ojos con mis manos, esperando que se llevara un susto. Su reacción fue de asustarse y estuvo a punto de golpearme.
- Tranquilo, Bor- Dije sonriendo- Soy Aisha, solo quería asustarte- ¿Sabes qué está pasando aquí? - Pregunté intrigada por la inmensa congregación de gente.
- Me has asustado- Dijo serenándose- Pero sabes que no te haría daño. Están vendiendo personas, es un esclavista y esa niña y los dos gemelos son las ventas de hoy.
Sentí una fuerte patada en el estómago cuando escuché que estaban vendiendo a una pequeña niña de doce años. Ni siquiera había tenido su primer sangrado y ya estaba siendo vendida como una esclava. Aquello trajo recuerdos desagradables a mi mente. Me encontré de repente casi quince años atrás cuando mis padres.... No pude evitarlo, no quería saber nada más.
- ¿Sabes? Esa pobre niña va a ser vendida como esclava- Dije a Bor sin un ápice de la sonrisa que me quedaba.- No necesito ver nada más. - Di media vuelta y salí caminando.
- Aisha- Gritó Bor e hizo que me detuviera. Me di la vuelta- ¿Dónde vas?
- No lo sé, solo sé que no quiero quedarme aquí más tiempo- Intenté irme pero él me retuvo.
Me quería ir pero empezó la siguiente venta. Era un niño, de unos quince años, desliñado y sucio. Lejos de todo pronóstico, Oleg compró al pequeño. Me desconcertó ver que aquel tipo que se había portado tan mal conmigo, tuviera corazón. Le miré mientras hacía su compra. Pasó a mi lado corriendo seguido del niño y me guiñó un ojo. Aparté inmediatamente la vista pero aquel tipo no dejaba de mirarme con aquella mirada tan.... extraña.
Me di la vuelta y caminé junto a Bor por Roca de Hierro hacia la tienda. Había estado contando mi dinero y tenía más de lo que yo me pensaba. Iba a ver qué precio tenían los caballos, por hacer algo, porque no tenía ganas de quedarme viendo cómo abusaban de una pequeña niña.
- Eh, eh - Dijo Bor que llegó corriendo detrás de mí- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué saliste corriendo de allí?
- Demasiados recuerdos - Dije quitando hierro al asunto - ¿Vamos a ver qué hay por las tiendas?
- Aisha, no me conoces mucho pero sabes que puedes contarme lo que sea, al menos así te desahogarás - Dijo Bor intentando consolarme.
- No te preocupes. - Le dije intentando desviar su atención- ¿Vemos los caballos?
Dimos un paseo por el establo y allí, en la última cuadra, al fondo a la derecha, estaba un caballo de piel negra y enormes patas delanteras. Bufaba y relinchaba mientras un joven intentaba ponerle una silla de montar. Aisha miró a Bor y caminó hacia aquel establo.
- Es precioso, ¿no crees?
- Sí, es muy bonito pero debe ser demasiado caro para poder comprarlo. Tendremos que conformarnos con algo más pequeño y asequible.
- Tengo dinero. Puedo pagarlo pero no puedo comprarlo. ¿Una prostituta con un caballo? - Rió.
- Sí, la verdad es que no deja de ser bastante curioso.
- Te encargarás tú de comprarlo- Dije subiéndome ligeramente la falda y saltando para alcanzar alguna de las tablas destartaladas que hacían de puerta.
- Señorita, no haga eso - Dijo el joven que intentaba domar al caballo- Le pondrá más nervioso.
- No creo. Acérquelo.- Dije. EL joven me obedeció y acercó el caballo- No es mi responsabilidad si la pasa alguna cosa, eh.
Abri la puerta y entré en el establo donde estaba el caballo. Me acerqué a él y le acaricié. Por respuesta obtuve un profundo relincho pero, poco a poco, se fue acostumbrando al tacto de mi mano y se relajó. Agachó la cabeza y dejó que le tocara.
- Bor, es este. Este será nuestro caballo. - Le miré a los ojos- Joven, ¿este caballo está en venta? Y si es así, ¿cuánto pide por él?
Sin querer, me volví a quedar dormida y, para cuando desperté, era ya mediodía. Me extrañaba que la Madame no me hubiera despertado todavía. Probablemente, no tenía ningún cliente por el momento por lo que me levanté, me aseé y me vestí. Me miraba al espejo sin saber que hacer cuando unas campanas sonaron en la plaza, me asomé y una gran multitud estaba congregada alrededor de un pequeño escenario de madera. Salí de la habitación, bajé rápidamente las escaleras del burdel y, en la puerta, esperandome, estaba la Madame.
- Querida Aisha - Dijo mirándome con ojos desorbitados- Estás dando más beneficios de los que yo me esperaba. Toma tu paga del día - Dijo entregándome una bolsa con 20 monedas de oro - Por eso te he dado la mañana libre. A las 4 llega tu primer cliente de hoy.
- Adiós, jefa- Dije sonriendo y salí a la calle.
Me acerqué a la plaza con el bolsillo lleno, allí estaban Bor y el sujeto del pasamontañas , sin perder detalle de lo que allí sucedía. Me alejé todo lo que pude de este último y me encaminé hacia donde estaba Bor. Me acerqué por su espalda y le cubrí sus ojos con mis manos, esperando que se llevara un susto. Su reacción fue de asustarse y estuvo a punto de golpearme.
- Tranquilo, Bor- Dije sonriendo- Soy Aisha, solo quería asustarte- ¿Sabes qué está pasando aquí? - Pregunté intrigada por la inmensa congregación de gente.
- Me has asustado- Dijo serenándose- Pero sabes que no te haría daño. Están vendiendo personas, es un esclavista y esa niña y los dos gemelos son las ventas de hoy.
Sentí una fuerte patada en el estómago cuando escuché que estaban vendiendo a una pequeña niña de doce años. Ni siquiera había tenido su primer sangrado y ya estaba siendo vendida como una esclava. Aquello trajo recuerdos desagradables a mi mente. Me encontré de repente casi quince años atrás cuando mis padres.... No pude evitarlo, no quería saber nada más.
- ¿Sabes? Esa pobre niña va a ser vendida como esclava- Dije a Bor sin un ápice de la sonrisa que me quedaba.- No necesito ver nada más. - Di media vuelta y salí caminando.
- Aisha- Gritó Bor e hizo que me detuviera. Me di la vuelta- ¿Dónde vas?
- No lo sé, solo sé que no quiero quedarme aquí más tiempo- Intenté irme pero él me retuvo.
Me quería ir pero empezó la siguiente venta. Era un niño, de unos quince años, desliñado y sucio. Lejos de todo pronóstico, Oleg compró al pequeño. Me desconcertó ver que aquel tipo que se había portado tan mal conmigo, tuviera corazón. Le miré mientras hacía su compra. Pasó a mi lado corriendo seguido del niño y me guiñó un ojo. Aparté inmediatamente la vista pero aquel tipo no dejaba de mirarme con aquella mirada tan.... extraña.
Me di la vuelta y caminé junto a Bor por Roca de Hierro hacia la tienda. Había estado contando mi dinero y tenía más de lo que yo me pensaba. Iba a ver qué precio tenían los caballos, por hacer algo, porque no tenía ganas de quedarme viendo cómo abusaban de una pequeña niña.
- Eh, eh - Dijo Bor que llegó corriendo detrás de mí- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué saliste corriendo de allí?
- Demasiados recuerdos - Dije quitando hierro al asunto - ¿Vamos a ver qué hay por las tiendas?
- Aisha, no me conoces mucho pero sabes que puedes contarme lo que sea, al menos así te desahogarás - Dijo Bor intentando consolarme.
- No te preocupes. - Le dije intentando desviar su atención- ¿Vemos los caballos?
Dimos un paseo por el establo y allí, en la última cuadra, al fondo a la derecha, estaba un caballo de piel negra y enormes patas delanteras. Bufaba y relinchaba mientras un joven intentaba ponerle una silla de montar. Aisha miró a Bor y caminó hacia aquel establo.
- Es precioso, ¿no crees?
- Sí, es muy bonito pero debe ser demasiado caro para poder comprarlo. Tendremos que conformarnos con algo más pequeño y asequible.
- Tengo dinero. Puedo pagarlo pero no puedo comprarlo. ¿Una prostituta con un caballo? - Rió.
- Sí, la verdad es que no deja de ser bastante curioso.
- Te encargarás tú de comprarlo- Dije subiéndome ligeramente la falda y saltando para alcanzar alguna de las tablas destartaladas que hacían de puerta.
- Señorita, no haga eso - Dijo el joven que intentaba domar al caballo- Le pondrá más nervioso.
- No creo. Acérquelo.- Dije. EL joven me obedeció y acercó el caballo- No es mi responsabilidad si la pasa alguna cosa, eh.
Abri la puerta y entré en el establo donde estaba el caballo. Me acerqué a él y le acaricié. Por respuesta obtuve un profundo relincho pero, poco a poco, se fue acostumbrando al tacto de mi mano y se relajó. Agachó la cabeza y dejó que le tocara.
- Bor, es este. Este será nuestro caballo. - Le miré a los ojos- Joven, ¿este caballo está en venta? Y si es así, ¿cuánto pide por él?
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: La Leyenda del Oeste
Las horas pasaban dentro de la mina, mi esclavo Blue se esforzaba demasiado así que lo mandaba continuamente afuera a tomar aire fresco y a beber agua, eso sí, recordándole siempre que yo le salvé de morir devorado por los coyotes y buitres atado en una roca.
Trabajar de minero se me daba bastante bien, rompía rápidamente las rocas con la maza que me habían asignado y con la pica. También ayudaba a empujar los vagones repletos de rocas. Surgió un accidente dentro de la mina, un pequeño vagón para transportar rocas venía a toda velocidad a nosotros, por lo que nos corrimos a un lado, contra la pared, pero el capataz que yacía detrás mio dándole la espalda al vagón no lo veía venir, con un tacle decidí empujarlo fuera del camino del pequeño vagón, ambos caímos a un lado. El capataz simplemente me agradeció y despidió a los encargados del vagón.
Pasadas unas horas el capataz finalmente nos dijo:
- Ustedes dos ya pueden irse, tendrán su paga mañana, te aviso que tu amigo Blue sólo cobrará cinco piezas de oro por sus desempeños, y Oleg, muchas gracias, no tengo palabras para agradecértelo, si mis hijas...
- No pasa nada jefe - Le interrumpí - nos vemos mañana.
Nos aseamos con unas esponjas junto con los demás mineros y junté mis cosas, ambos nos largamos al bar para comer algo y dormir.
- ¿Qué te pareció tu trabajo? - Le pregunté mientras entramos al bar.
- Cansa bastante. - Respondió él con timidez.
- Será por un tiempo, no tengo pensado quedarme mucho tiempo aquí. - Le dije mientras nos traían algo de comer y beber, ambos nos sentamos a la barra junto con Warwick, él también estaba allí.
Blue comía con voracidad, no me sorprende.
- Me quedan solo dos piezas de oro, pero mañana nos pagarán a ambos. - Dije bebiéndome todo el vaso de cerveza que me quedaba, pude notar que Blue observaba mi machete con detenimiento.
- Ese machete es un arma mortal. - Soltó Warwick de repente, el tampoco no le quitaba el ojo de encima al chico.
- Se llama Carmesí - Murmuré para ambos - Fué un regalo de mi padre al unirme a los guerreros de mi pueblo. - Expliqué mientras me relamía los labios y la sacaba de su funda, su punta era cuadrada y su empuñadura estaba hecha con hueso, en la hoja tenía la palabra "Carmesí".
- Un buen machete Oleg, un gran regalo. - Dijo Warwick.
Noté como Blue se dormía en la mesa así que lo mandé a dormir a sus aposentos, recordándole una vez más que yo le salvé la vida y que me la debía. Yo por mi parte, seguí charlando con Warwick, hasta que también se fué a dormir, finalmente el sueño me pudo y me fuí a mi aposento designado, debía descansar para trabajar mañana en la mina.
Trabajar de minero se me daba bastante bien, rompía rápidamente las rocas con la maza que me habían asignado y con la pica. También ayudaba a empujar los vagones repletos de rocas. Surgió un accidente dentro de la mina, un pequeño vagón para transportar rocas venía a toda velocidad a nosotros, por lo que nos corrimos a un lado, contra la pared, pero el capataz que yacía detrás mio dándole la espalda al vagón no lo veía venir, con un tacle decidí empujarlo fuera del camino del pequeño vagón, ambos caímos a un lado. El capataz simplemente me agradeció y despidió a los encargados del vagón.
Pasadas unas horas el capataz finalmente nos dijo:
- Ustedes dos ya pueden irse, tendrán su paga mañana, te aviso que tu amigo Blue sólo cobrará cinco piezas de oro por sus desempeños, y Oleg, muchas gracias, no tengo palabras para agradecértelo, si mis hijas...
- No pasa nada jefe - Le interrumpí - nos vemos mañana.
Nos aseamos con unas esponjas junto con los demás mineros y junté mis cosas, ambos nos largamos al bar para comer algo y dormir.
- ¿Qué te pareció tu trabajo? - Le pregunté mientras entramos al bar.
- Cansa bastante. - Respondió él con timidez.
- Será por un tiempo, no tengo pensado quedarme mucho tiempo aquí. - Le dije mientras nos traían algo de comer y beber, ambos nos sentamos a la barra junto con Warwick, él también estaba allí.
Blue comía con voracidad, no me sorprende.
- Me quedan solo dos piezas de oro, pero mañana nos pagarán a ambos. - Dije bebiéndome todo el vaso de cerveza que me quedaba, pude notar que Blue observaba mi machete con detenimiento.
- Ese machete es un arma mortal. - Soltó Warwick de repente, el tampoco no le quitaba el ojo de encima al chico.
- Se llama Carmesí - Murmuré para ambos - Fué un regalo de mi padre al unirme a los guerreros de mi pueblo. - Expliqué mientras me relamía los labios y la sacaba de su funda, su punta era cuadrada y su empuñadura estaba hecha con hueso, en la hoja tenía la palabra "Carmesí".
- Un buen machete Oleg, un gran regalo. - Dijo Warwick.
Noté como Blue se dormía en la mesa así que lo mandé a dormir a sus aposentos, recordándole una vez más que yo le salvé la vida y que me la debía. Yo por mi parte, seguí charlando con Warwick, hasta que también se fué a dormir, finalmente el sueño me pudo y me fuí a mi aposento designado, debía descansar para trabajar mañana en la mina.
DarkHades- Pirómano
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Re: La Leyenda del Oeste
Una vez llegue a la tienda, me mandaron preparar a los caballos de la cuadra, un trabajo dificil, ya que hacia que no cogia uno desde a saber cuando. Estando en la cuadra, llego un punto que tuve que preparar a un caballo, un caballo que no era facil de domar. Detras de mi escuche varias voces, cada vez estaban mas cerca de mi. hasta que una de ellas me dirigio la palabra.
Por la ropa que vestia la mujer, me parecia que era una de las mujeres del burdel y la que estaba junto con un hombre cerca del carromato de los esclavistas. Tras unas palabras con ellos dos y ver como la mujer calmó a la bestia, me ofrecio 3 piezas de oro por cuidarle y reservarle a ese caballo. Necesitaba el dinero con urgencia asi que sin pensarlo dos veces accedi, mire por todos lados y cogi las tres piezas de oro.
-No se preocupe señorta, tendra el caballo para cuando usted quiera. - dije guardando las piezas de oro.
-Muchacho, eso espero. - respondió y siguio hablando con su compañero.
No les preste mucha atención despues, porque estaba terminando el trabajo. Estaba cansado, ademas se estaba haciendo de noche y pronto acabaria de trabajar. No me gustaria estar mucho mas tiempo en este establo.
-Coyote, muchacho ven adentro, te necesito para colocar unas mercancias. - dijo el tendero.
-Ya voy jefe, no tardo nada en ir. - respondi cerrando el establo y asegurando la puerta.
Sin perder mas tiempo entre en la tienda y coloque las cajas, la noche estaba cayendo deprisa, asi que el tendero me invito a salir y me dio unas palmaditas en la espalda.
-Trabajas bien, mañana tendras tu sueldo y espero verte de nuevo por la tienda. Me vendria bien tu ayuda, como veras no hay muchos jovenes que esten dispuestos a trabajar por aqui. - dijo cerrando la puerta y estrechandome la mano.
-De acuerdo señor, mañana me pasare a primera hora y le ayudare en lo que diga. - respondi, le estreche la mano y me diriji a la posada.
Por el camino no me encontre con nadie, tampoco preste mucha antencion. Entre directo a la posada, pedi la habitacion de la noche anterior y me fui derecho a la cama para dormir y descansar.
Por la ropa que vestia la mujer, me parecia que era una de las mujeres del burdel y la que estaba junto con un hombre cerca del carromato de los esclavistas. Tras unas palabras con ellos dos y ver como la mujer calmó a la bestia, me ofrecio 3 piezas de oro por cuidarle y reservarle a ese caballo. Necesitaba el dinero con urgencia asi que sin pensarlo dos veces accedi, mire por todos lados y cogi las tres piezas de oro.
-No se preocupe señorta, tendra el caballo para cuando usted quiera. - dije guardando las piezas de oro.
-Muchacho, eso espero. - respondió y siguio hablando con su compañero.
No les preste mucha atención despues, porque estaba terminando el trabajo. Estaba cansado, ademas se estaba haciendo de noche y pronto acabaria de trabajar. No me gustaria estar mucho mas tiempo en este establo.
-Coyote, muchacho ven adentro, te necesito para colocar unas mercancias. - dijo el tendero.
-Ya voy jefe, no tardo nada en ir. - respondi cerrando el establo y asegurando la puerta.
Sin perder mas tiempo entre en la tienda y coloque las cajas, la noche estaba cayendo deprisa, asi que el tendero me invito a salir y me dio unas palmaditas en la espalda.
-Trabajas bien, mañana tendras tu sueldo y espero verte de nuevo por la tienda. Me vendria bien tu ayuda, como veras no hay muchos jovenes que esten dispuestos a trabajar por aqui. - dijo cerrando la puerta y estrechandome la mano.
-De acuerdo señor, mañana me pasare a primera hora y le ayudare en lo que diga. - respondi, le estreche la mano y me diriji a la posada.
Por el camino no me encontre con nadie, tampoco preste mucha antencion. Entre directo a la posada, pedi la habitacion de la noche anterior y me fui derecho a la cama para dormir y descansar.
Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Re: La Leyenda del Oeste
Mientras esperaba al doctor mi mente estaba haciendo una lista de todo lo necesario para el viaje que dentro de poco tendríamos que hacer Aisha y yo.
A lo lejos vi como se acercaba Flint con su viejo maletín y su sombrero debajo del brazo. Tenía unas grandes ojeras, parecía que no había dormido durante dias.
- Buenos días tenga doctor, me tenía preocupado.
- No se preocupe Bor, la vida doctor es muy dura, ya verá cuando tenga un prestigio como yo, los pacientes le saldrán de debajo de las piedras. Y ahora tomé Su jornal de ayer, se que hizo un buen trabajo con aquellos hombres que se pelearon.
No le quise contar nada de Groak, supongo que estará mejor así, pensé.
- Y que faena tiene hoy para mi doctor?
- Hoy tendrá que realizar unas curas al viejo Dex, su casa es la última del pueblo, y tenga coja mi maletín le ara falta.
Cogí el maletín y me dirigí a casa de aquel anciano. A mitad de camino un gran grupo de personas estaban rodeando una pequeña diligencia donde un hombre grueso estaba vendiendo esclavos. En aquel momento me acordé de la noche anterior cuando hablando con Aisha me dejó entrever que como aquellas personas ella también había sido esclava...
Vi como se llevaban a una niña, me sentó fatal verla llorar y no poder hacer nada, pero lo peor es que la separaron de Su hermano gemelo.
De repente alguien me tapó los ojos y me asusté. Al darme la vuelta bruscamente vi a Aisha sonreír.
- Me has dado un susto de muerte. Pero tranquila a ti sería incapaz de hacerte daño.- le dije haciendo una mueca.
Le expliqué lo que estaba ocurriendo a Aisha. Está salió corriendo al ver semejante espectáculo y fui tras ella.
En ese momento el tipo del pasamontañas realizó la última compra, un niño y pasó por nuestro lado. No se para que necesita un niño una persona como esa, pensé.
Después de ver todo lo sucedido decidimos dar una vuelta por el mercado. Necesitábamos comprar todo lo necesario para nuestro viaje.
Intenté tranquilizar a Aisha, por lo que me contó el otro día ella más o menos también habría vivido una situación igual.
Caminando lleguemos a un pequeño establo donde un joven intentaba por todos los medios tranquilizar al caballo.
- Aisha que haces.- le dije mientras entraba dentro.
Aisha se acercó y empezó a tocar el animal, un ejemplar negro como la noche, haciendo que este se tranquilizara.
- Es este, Bor, este será nuestro caballo.- me dijo mirándome a los ojos.
Como habíamos quedado ella pagaría el caballo pero para no levantar ningún tipo de sospechas yo realizaría la transacción.
- Cuanto es el caballo. Lo necesito para llegar lo antes posible a los avisos de urgencia.- le mentí.
- Creo que son 35 monedas señor.
- Está bien mañana mismo vengo a por el, y te doy ahora 3 monedas más a parte sí me lo guardas y le das de comer y beber, ya que ahora tengo una visita que atender.
El chico accedió, llevándose al caballo a la parte de atrás del establo donde sería bien atendido.
- Mañana a primera hora nos vemos para terminar de comprar lo que nos falta.- quedé con Aisha, ya que llegaba tarde a la visita con el anciano.
Vi como se alejaba dirección al burdel y antes de perderse de vista se giro para mirarme una última vez.
Llegué a la casa del anciano, era una casa enorme con con una gran puerta.
- Buenos dias.- dije mientras golpeaba la puerta.
- Pase doctor, estoy en el salón.
Al entrar pude comprobar todo tipo de lanzada y machetes colgados en las paredes. Al llegar al salón pude ver a un anciano sentado en una vieja silla ojeando un libro.
- Vengo ha realizar sus curas.
El anciano alzó la vista y me miró de arriba a bajo.
- Usted no es de por aquí verdad.
- No señor, vengo para ganar fortuna.
- En este pueblo no hay nada, mireme a mi, un cazador que lo a dado todo y no tiene nada sólo sus libros y armas.
Le realicé las curas y estuvimos hablando de mejores tiempos. Me enseñó un libro donde habían una gran variedad de bestias, bestias que jamás había visto. Mientras hablábamos miré las lanzas que tenía colgadas.
- Le gustan verdad.- me dijo acercándose a mí.
- Tenía una lanza como esa, yo también era cazador.- le dije mientras señalaba una roja reluciente.
- Esa es una de mis favoritas, la.mejor.- me contestó.
- Ojalá algún día vuelva a cazar con una de esas.- le dije mientras me dirigía a la puerta.
- Bueno señor tengo que marchar que se ha echo tardé, mañana a media mañana me volveré a pasar.- me.despedí.
Al salir pude comprobar que ya estaba bastante oscuro así que decidí ir para la posada.
Entré en la taberna comí algo y me fui a dormir ya que había quedado con Aisha a la mañana siguiente.
A lo lejos vi como se acercaba Flint con su viejo maletín y su sombrero debajo del brazo. Tenía unas grandes ojeras, parecía que no había dormido durante dias.
- Buenos días tenga doctor, me tenía preocupado.
- No se preocupe Bor, la vida doctor es muy dura, ya verá cuando tenga un prestigio como yo, los pacientes le saldrán de debajo de las piedras. Y ahora tomé Su jornal de ayer, se que hizo un buen trabajo con aquellos hombres que se pelearon.
No le quise contar nada de Groak, supongo que estará mejor así, pensé.
- Y que faena tiene hoy para mi doctor?
- Hoy tendrá que realizar unas curas al viejo Dex, su casa es la última del pueblo, y tenga coja mi maletín le ara falta.
Cogí el maletín y me dirigí a casa de aquel anciano. A mitad de camino un gran grupo de personas estaban rodeando una pequeña diligencia donde un hombre grueso estaba vendiendo esclavos. En aquel momento me acordé de la noche anterior cuando hablando con Aisha me dejó entrever que como aquellas personas ella también había sido esclava...
Vi como se llevaban a una niña, me sentó fatal verla llorar y no poder hacer nada, pero lo peor es que la separaron de Su hermano gemelo.
De repente alguien me tapó los ojos y me asusté. Al darme la vuelta bruscamente vi a Aisha sonreír.
- Me has dado un susto de muerte. Pero tranquila a ti sería incapaz de hacerte daño.- le dije haciendo una mueca.
Le expliqué lo que estaba ocurriendo a Aisha. Está salió corriendo al ver semejante espectáculo y fui tras ella.
En ese momento el tipo del pasamontañas realizó la última compra, un niño y pasó por nuestro lado. No se para que necesita un niño una persona como esa, pensé.
Después de ver todo lo sucedido decidimos dar una vuelta por el mercado. Necesitábamos comprar todo lo necesario para nuestro viaje.
Intenté tranquilizar a Aisha, por lo que me contó el otro día ella más o menos también habría vivido una situación igual.
Caminando lleguemos a un pequeño establo donde un joven intentaba por todos los medios tranquilizar al caballo.
- Aisha que haces.- le dije mientras entraba dentro.
Aisha se acercó y empezó a tocar el animal, un ejemplar negro como la noche, haciendo que este se tranquilizara.
- Es este, Bor, este será nuestro caballo.- me dijo mirándome a los ojos.
Como habíamos quedado ella pagaría el caballo pero para no levantar ningún tipo de sospechas yo realizaría la transacción.
- Cuanto es el caballo. Lo necesito para llegar lo antes posible a los avisos de urgencia.- le mentí.
- Creo que son 35 monedas señor.
- Está bien mañana mismo vengo a por el, y te doy ahora 3 monedas más a parte sí me lo guardas y le das de comer y beber, ya que ahora tengo una visita que atender.
El chico accedió, llevándose al caballo a la parte de atrás del establo donde sería bien atendido.
- Mañana a primera hora nos vemos para terminar de comprar lo que nos falta.- quedé con Aisha, ya que llegaba tarde a la visita con el anciano.
Vi como se alejaba dirección al burdel y antes de perderse de vista se giro para mirarme una última vez.
Llegué a la casa del anciano, era una casa enorme con con una gran puerta.
- Buenos dias.- dije mientras golpeaba la puerta.
- Pase doctor, estoy en el salón.
Al entrar pude comprobar todo tipo de lanzada y machetes colgados en las paredes. Al llegar al salón pude ver a un anciano sentado en una vieja silla ojeando un libro.
- Vengo ha realizar sus curas.
El anciano alzó la vista y me miró de arriba a bajo.
- Usted no es de por aquí verdad.
- No señor, vengo para ganar fortuna.
- En este pueblo no hay nada, mireme a mi, un cazador que lo a dado todo y no tiene nada sólo sus libros y armas.
Le realicé las curas y estuvimos hablando de mejores tiempos. Me enseñó un libro donde habían una gran variedad de bestias, bestias que jamás había visto. Mientras hablábamos miré las lanzas que tenía colgadas.
- Le gustan verdad.- me dijo acercándose a mí.
- Tenía una lanza como esa, yo también era cazador.- le dije mientras señalaba una roja reluciente.
- Esa es una de mis favoritas, la.mejor.- me contestó.
- Ojalá algún día vuelva a cazar con una de esas.- le dije mientras me dirigía a la puerta.
- Bueno señor tengo que marchar que se ha echo tardé, mañana a media mañana me volveré a pasar.- me.despedí.
Al salir pude comprobar que ya estaba bastante oscuro así que decidí ir para la posada.
Entré en la taberna comí algo y me fui a dormir ya que había quedado con Aisha a la mañana siguiente.
GioRock- Aprendiz de cazador
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