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Segunda prueba
¿Furulas?
RELATO "EL PESCADOR"
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RELATO "EL PESCADOR"
Es un relato atípico, en principio mi intención era realizar un relato zombie, pero no sé si el resultado final se puede considerar como tal, a pesar de lo cual no me disgusta, lo incluyo y ya me contáis qué os parece.
EL PESCADOR
-Y Dime. ¿Sobre qué va a tratar ese blog?-
Philip era un belga que rondaba la cuarentena que tenía el apodo de Lincoln por sus dotes de mando. Sus pelos rubios algo deshilachados, su camisa entreabierta y su tez bronceada le aportaban un aire asilvestrado que dejaba a las claras que no pertenecía al gremio de los turistas. Uno de los tópicos comunes sobre África es pensar que todo va despacio en el continente negro, sin embargo Tomás pudo comprobar al aterrizar en la capital financiera de Benín que el nivel de estrés allí no difería en exceso de una gran ciudad de Europa.
-Es sobre viajes, quiero hablar sobre viajes, pero nada de viajes comunes, quiero que la gente al leerme pueda descubrir cosas que no encontraría de ninguna otra manera-
-Ahhh, entonces nos dirigimos al lugar adecuado, te lo aseguro-
Y tras decir esto el belga brindó una sonrisa al horizonte mientras viraba el volante de su pequeña motora por el lago Nokoué. Para Tomás encontrar a Philip supuso una bendición, por más que el objetivo de su viaje fuera el exotismo, un instinto primario hizo que a la hora de buscar una pensión acorde a su ajustado presupuesto se decantara por la única regentada por un europeo. Una vez hospedado entablaron confianza bajo largas charlas en inglés macarrónico bañadas con cerveza belga de exportación. En esas charlas Philip contaba las excelencias de los lugares cercanos, las maravillas del entorno local y de excursiones en barca que perviven a la memoria. De esta manera casi fue una consecuencia lógica que Philip se ofreciera para ser su guía, y cuando Tomás vio amarrada la pequeña lancha en un muelle cerca de la pensión no se lo pensó, aceptando el consejo propuesto por su anfitrión de atravesar los veinte kilómetros del lago navegable para llegar a la ciudad flotante de Ganvié.
Iniciaron la ruta con los primeros rayos del alba, no habían dejado de beber en toda la noche y aún así Philip se cuidó de llevar una pequeña nevera playera para mantener frías sus cervezas; Tomas por el contrario manejaba una amalgama de sensaciones muy diversas; por un lado se sentía defraudado porque la navegación estaba contando con la aparición de una infinidad de mosquitos, y en ese momento no recordaba si el arsenal de vacunas que recibió contemplaba el paludismo, por el otro la fascinación que el deslumbrante amanecer del cielo africano le brindaba para sus fotos no le dejaba tiempo para pensar en otra cosa y finalmente también un cierto temor por lo incierto de la situación y porque la visibilidad y las condiciones de la motora no parecían ser las mejores para tener hidrofobia.
El trayecto entre Cotonou y Ganvié no era largo, algo menos de una hora, pero el problema estaba en que el calor se acabaría por volver insoportable a medida que el día fuera ocupando su lugar, finalmente la pequeña lancha divisó las primeras construcciones sobre el mar pasadas las ocho de la mañana.
Tomás entro en algo parecido a un éxtasis laico, el horizonte repleto por miles de casas de madera y paja que tenían sus anclajes en el agua le ofrecía un escenario fascinante, y ello sumado al alcohol ingerido y la noche pasada en vela provocaban en su mente un cóctel psicotrópico y auto sugestivo; la pareció de pronto estar viendo una realidad también liquidad, fantasmagórica, difuminada….
-Esto es una puta maravilla tío-
El belga emitió una carcajada complaciente ante la exclamación de su pasajero, mantenía el rumbo de la lancha con una mano en el volante y otra agarrando un botellín de cerveza, a pesar de ello la barca mantenía una estabilidad que él propio Philip comenzaba a perder ligeramente.
-Ya te lo dije chico, tu blog va a ser el más exclusivo diario de viajes que nadie vaya a hacer en la historia-
Tomás comenzó a ajustar la óptica de su cámara réflex sin contestar, su mayor preocupación era ahora lograr documentar de la mejor manera lo que tenían delante. Llegados a este punto los roles se habían definido ya perfectamente, Tomás se mostraba expectante, curioso y miraba todo lo que acontecía embargado por la emoción de un niño que ve algo por primera vez, empezaba a ser un auténtico turista y Philip era su guía experto, comenzó a preguntarse a quién pudo ocurrírsele crear una ciudad en el agua y Philip no tardó en darle una respuesta.
-Pues fue la idea de una tribu minoritaria perseguida, vinieron aquí huyendo de la tribu dominante los Font, a los Font les aterrorizaba entrar en el agua y siempre tuvieron prohibido adentrarse en ella-
-Y por qué le tenían miedo al agua-
-Ni puta idea, amigo quizás a lo mejor no querían que les hicieran ahogadillas-
Philip empezó a emitir la clásica risilla compulsiva que no era del particular agrado de Tomás, pero con todo había mejores cosas a las que prestar atención. Nada más acceder al lugar se hacía evidente que la forma de vida de la población se basaba casi exclusivamente en la pesca, allá por donde avanzaban el tráfico era solo de barcas, barcas que iban de una vivienda a otra, de un punto a otro, barcas con personas que hacían su faena diaria. Hasta que Tomás pudo ver a un grupo de pescadores que parecían poner especiales precauciones en sacar sus piezas de la red como si lo que obtuvieran fuera algo especialmente peligroso o preciado
-Philip dime, ¿Qué están pescando esos de allí?-
-Pez globo chico-
-¡Cómo! ¿Hay peces globos aquí?-
-Pues claro chaval, estas son aguas tropicales ¿qué cojones os enseñan en el instituto?-
Tomás sabia que en el fondo tenía razón y aunque sabía por sus lecturas que Benín era el origen del vudú, era muy diferente ver ese tipo de prácticas insertadas en la rutina cotidiana. Pero eso pasó a un segundo plano, porque de forma súbita, la calma se disipó y el corazón de Tomás galopaba como si fuera un carro de caballos desbocados. Un cuerpo flotaba junto a su barca, boca abajo como un pelele con la cabeza hundida en el agua y la espalda hacia afuera. Tomás exhortó frenéticamente a su conductor a parar la barca, la visión de un cadáver junto a ellos le sobrecogía hasta límites insospechados, pero aún le estremecía mucho más la pasividad de Philip que insistía en que no se preocupara, que aquello no era de su incumbencia y que los lugareños sabrían qué hacer.
-¡Estás loco, ¿qué clase de persona eres tú? hay un hombre muerto aquí hay que avisar a alguien, hay que sacarlo de aquí!-
Las gritos de indignación de Tomás se filtraron en un único chillido de terror cuando el cuerpo sacó su cabeza del agua, pegó un respingo que le hizo caer de culo y creyó que se le paró el corazón cuando la mojada y sonriente cara de un adolescente de color le daba los buenos días en francés y le ofrecía una carpa roja. Tardó unos segundos en asimilar lo que pasaba hasta que acabó por entenderlo cuando Philip intercambiaba una moneda por la captura del chico, al tiempo que apagaba sus carcajadas poco a poco. Tras despedirse del joven, y seguir navegando se produjo un silencio incomodo para Tomás que era consciente de su inmensa catetada, Philip comenzó a charlar con él para aliviar la tensión.
-Es snorkel como técnica de pesca amigo, pero a pelo, estos cabrones saben hacer bien la pesca a pulmón, pueden contener mucho la respiración y cuando se quedan flotando boca abajo aguantan tanto tiempo que parecen muertos.
Tuviste suerte de que le pillarás de buen humor, tu grito ha debido espantarle algún que otro ejemplar. ¿Qué pensabas que iba a hacer, saltar a nuestra lancha a comernos….?-
Y la lancha continuó realizando la excursión entre las bromas guasonas del belga. El día les proporcionó algunos otros visionados curiosos hasta que volvieron a Cotonou con la mayor calma. Y Tomás comprendió que quizás había aprendido su mayor lección como auténtico viajero, que aunque hayan pasado siglos el virus del etnocentrismo seguía infectando las mentes de muchos occidentales que llegan a África, y también que a veces lo escabroso puede encontrarse con mayor facilidad en la esquina del barrio que en el áfrica meridional y que no hay nada más aterrador que una mente llena de clichés y tópicos prejuiciosos. Pero tenía algo valioso. Una primera reflexión con la que comenzar su blog.
EL PESCADOR
-Y Dime. ¿Sobre qué va a tratar ese blog?-
Philip era un belga que rondaba la cuarentena que tenía el apodo de Lincoln por sus dotes de mando. Sus pelos rubios algo deshilachados, su camisa entreabierta y su tez bronceada le aportaban un aire asilvestrado que dejaba a las claras que no pertenecía al gremio de los turistas. Uno de los tópicos comunes sobre África es pensar que todo va despacio en el continente negro, sin embargo Tomás pudo comprobar al aterrizar en la capital financiera de Benín que el nivel de estrés allí no difería en exceso de una gran ciudad de Europa.
-Es sobre viajes, quiero hablar sobre viajes, pero nada de viajes comunes, quiero que la gente al leerme pueda descubrir cosas que no encontraría de ninguna otra manera-
-Ahhh, entonces nos dirigimos al lugar adecuado, te lo aseguro-
Y tras decir esto el belga brindó una sonrisa al horizonte mientras viraba el volante de su pequeña motora por el lago Nokoué. Para Tomás encontrar a Philip supuso una bendición, por más que el objetivo de su viaje fuera el exotismo, un instinto primario hizo que a la hora de buscar una pensión acorde a su ajustado presupuesto se decantara por la única regentada por un europeo. Una vez hospedado entablaron confianza bajo largas charlas en inglés macarrónico bañadas con cerveza belga de exportación. En esas charlas Philip contaba las excelencias de los lugares cercanos, las maravillas del entorno local y de excursiones en barca que perviven a la memoria. De esta manera casi fue una consecuencia lógica que Philip se ofreciera para ser su guía, y cuando Tomás vio amarrada la pequeña lancha en un muelle cerca de la pensión no se lo pensó, aceptando el consejo propuesto por su anfitrión de atravesar los veinte kilómetros del lago navegable para llegar a la ciudad flotante de Ganvié.
Iniciaron la ruta con los primeros rayos del alba, no habían dejado de beber en toda la noche y aún así Philip se cuidó de llevar una pequeña nevera playera para mantener frías sus cervezas; Tomas por el contrario manejaba una amalgama de sensaciones muy diversas; por un lado se sentía defraudado porque la navegación estaba contando con la aparición de una infinidad de mosquitos, y en ese momento no recordaba si el arsenal de vacunas que recibió contemplaba el paludismo, por el otro la fascinación que el deslumbrante amanecer del cielo africano le brindaba para sus fotos no le dejaba tiempo para pensar en otra cosa y finalmente también un cierto temor por lo incierto de la situación y porque la visibilidad y las condiciones de la motora no parecían ser las mejores para tener hidrofobia.
El trayecto entre Cotonou y Ganvié no era largo, algo menos de una hora, pero el problema estaba en que el calor se acabaría por volver insoportable a medida que el día fuera ocupando su lugar, finalmente la pequeña lancha divisó las primeras construcciones sobre el mar pasadas las ocho de la mañana.
Tomás entro en algo parecido a un éxtasis laico, el horizonte repleto por miles de casas de madera y paja que tenían sus anclajes en el agua le ofrecía un escenario fascinante, y ello sumado al alcohol ingerido y la noche pasada en vela provocaban en su mente un cóctel psicotrópico y auto sugestivo; la pareció de pronto estar viendo una realidad también liquidad, fantasmagórica, difuminada….
-Esto es una puta maravilla tío-
El belga emitió una carcajada complaciente ante la exclamación de su pasajero, mantenía el rumbo de la lancha con una mano en el volante y otra agarrando un botellín de cerveza, a pesar de ello la barca mantenía una estabilidad que él propio Philip comenzaba a perder ligeramente.
-Ya te lo dije chico, tu blog va a ser el más exclusivo diario de viajes que nadie vaya a hacer en la historia-
Tomás comenzó a ajustar la óptica de su cámara réflex sin contestar, su mayor preocupación era ahora lograr documentar de la mejor manera lo que tenían delante. Llegados a este punto los roles se habían definido ya perfectamente, Tomás se mostraba expectante, curioso y miraba todo lo que acontecía embargado por la emoción de un niño que ve algo por primera vez, empezaba a ser un auténtico turista y Philip era su guía experto, comenzó a preguntarse a quién pudo ocurrírsele crear una ciudad en el agua y Philip no tardó en darle una respuesta.
-Pues fue la idea de una tribu minoritaria perseguida, vinieron aquí huyendo de la tribu dominante los Font, a los Font les aterrorizaba entrar en el agua y siempre tuvieron prohibido adentrarse en ella-
-Y por qué le tenían miedo al agua-
-Ni puta idea, amigo quizás a lo mejor no querían que les hicieran ahogadillas-
Philip empezó a emitir la clásica risilla compulsiva que no era del particular agrado de Tomás, pero con todo había mejores cosas a las que prestar atención. Nada más acceder al lugar se hacía evidente que la forma de vida de la población se basaba casi exclusivamente en la pesca, allá por donde avanzaban el tráfico era solo de barcas, barcas que iban de una vivienda a otra, de un punto a otro, barcas con personas que hacían su faena diaria. Hasta que Tomás pudo ver a un grupo de pescadores que parecían poner especiales precauciones en sacar sus piezas de la red como si lo que obtuvieran fuera algo especialmente peligroso o preciado
-Philip dime, ¿Qué están pescando esos de allí?-
-Pez globo chico-
-¡Cómo! ¿Hay peces globos aquí?-
-Pues claro chaval, estas son aguas tropicales ¿qué cojones os enseñan en el instituto?-
Tomás sabia que en el fondo tenía razón y aunque sabía por sus lecturas que Benín era el origen del vudú, era muy diferente ver ese tipo de prácticas insertadas en la rutina cotidiana. Pero eso pasó a un segundo plano, porque de forma súbita, la calma se disipó y el corazón de Tomás galopaba como si fuera un carro de caballos desbocados. Un cuerpo flotaba junto a su barca, boca abajo como un pelele con la cabeza hundida en el agua y la espalda hacia afuera. Tomás exhortó frenéticamente a su conductor a parar la barca, la visión de un cadáver junto a ellos le sobrecogía hasta límites insospechados, pero aún le estremecía mucho más la pasividad de Philip que insistía en que no se preocupara, que aquello no era de su incumbencia y que los lugareños sabrían qué hacer.
-¡Estás loco, ¿qué clase de persona eres tú? hay un hombre muerto aquí hay que avisar a alguien, hay que sacarlo de aquí!-
Las gritos de indignación de Tomás se filtraron en un único chillido de terror cuando el cuerpo sacó su cabeza del agua, pegó un respingo que le hizo caer de culo y creyó que se le paró el corazón cuando la mojada y sonriente cara de un adolescente de color le daba los buenos días en francés y le ofrecía una carpa roja. Tardó unos segundos en asimilar lo que pasaba hasta que acabó por entenderlo cuando Philip intercambiaba una moneda por la captura del chico, al tiempo que apagaba sus carcajadas poco a poco. Tras despedirse del joven, y seguir navegando se produjo un silencio incomodo para Tomás que era consciente de su inmensa catetada, Philip comenzó a charlar con él para aliviar la tensión.
-Es snorkel como técnica de pesca amigo, pero a pelo, estos cabrones saben hacer bien la pesca a pulmón, pueden contener mucho la respiración y cuando se quedan flotando boca abajo aguantan tanto tiempo que parecen muertos.
Tuviste suerte de que le pillarás de buen humor, tu grito ha debido espantarle algún que otro ejemplar. ¿Qué pensabas que iba a hacer, saltar a nuestra lancha a comernos….?-
Y la lancha continuó realizando la excursión entre las bromas guasonas del belga. El día les proporcionó algunos otros visionados curiosos hasta que volvieron a Cotonou con la mayor calma. Y Tomás comprendió que quizás había aprendido su mayor lección como auténtico viajero, que aunque hayan pasado siglos el virus del etnocentrismo seguía infectando las mentes de muchos occidentales que llegan a África, y también que a veces lo escabroso puede encontrarse con mayor facilidad en la esquina del barrio que en el áfrica meridional y que no hay nada más aterrador que una mente llena de clichés y tópicos prejuiciosos. Pero tenía algo valioso. Una primera reflexión con la que comenzar su blog.
lestatz- Recien llegado al refugio
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