Foro de Amanecer zombie
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En algún rincón sin zombies (Título provisional)

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Mensaje  Azmordan Lun Abr 04, 2011 2:28 pm

La celebración levantó la moral en la gente. Aparentemente no tenían que dejar la granja.

La noche pasó tranquila, no podían hacer mucho ruido, se reunieron en un granero y estuvieron platicando, contando anécdotas, cómo le habían hecho para acabar con un zombie, cómo habían salvado a otro compañero de las garras de la muerte, etc.

A la mañana siguiente continuó la fortificación de la granja, la reconstrucción de lo perdido.

Todo estaba en silencio, ya no se escuchaba el constante gemido del zombie. Si prestabas atención y todo estaba tranquilo, podias escuchar el canto de los pájaros, el sonido de las hojas de los árboles siendo movido por el viento, toda una orquesta de la naturaleza.

Nikola fué a la enfermería a ver la gente, el Dr. Nicolás había hecho un excelente trabajo, no hubo gente herida de consideración, solo golpes, raspones, nada de qué preocuparse. Lo que indicaba que habían trabajado de manera coordinada y cada quién hizo lo que debía en momentos difíciles.

Fué a buscar a Derek pero seguía durmiendo... Salió a buscar gente, debían hacer limpieza, comenzaron a hacer una zanja perimetral, para evitar que los zombies se amontonaran y por peso pudieran tirar la reja, así mismo les serviría de foso para atrapar e incinerar los zombies, un trabajo que a nadie le gustaba pero que era necesario hacer.

Nikola observó al horizonte mientras descansaba un momento y notó algo que nunca había observado, el cielo era azul, limpio, tranquilo, no había nubes en ese momento y para donde volteara se podía mirar el verde de la naturaleza, después de esos años, la naturaleza comenzaba a limpiar lo que el hombre había causado. De repente algo llamó su atención... Una columna de humo a lo lejos, no se veía como un incendio forestal, mas bien como si algo se hubiera quemado, un fuego controlado, porque solo se levantaba una columna pequeña, demasiado pequeña para un fuego en el bosque o en la diudad, diferente a lo que había observado repetidamente en las enormes ciudades.

¿Qué indicaba eso? Tal vez otra comunidad de sobrevivientes, tal vez. ¿Qué debían hacer? Salir a verificar si eran más sobrevivientes o mantenerse al margen evitando alguna circunstancia con un grupo de saqueadores, pero después de tanto tiempo era dificil que la ultima opción fuera viable.... Eso era lo que pensaba...
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Mensaje  SkyFlames Mar Abr 05, 2011 11:44 pm

El sol se levantó como de costumbre en la granja. Fue raro ver el cielo despejado, esa zona era de abundantes lluvias y un día de calor no era algo común. Y hoy no se repetía, dado que si bien habia sol, el frío se hacía presente.
Como de costumbre, Blake tomó una de sus absurdamente largas siestas. Pasando por el mediodia y derecho hasta las tres de la tarde. Nadie podía entrar a su habitación dado que estaba cerrada bajo llave, y aún si pudieran, despertarlo sin ninguna razón era pena de muerte en el refugio. Así que el sol se encargo de eso. Pestañeando con la luz en su cara, se incorporó sobre la cama. Tomó una cinta de la cómoda al lado y se ató el cabello. Necesitaba o encontrar un buen shampoo pronto o cortarse el pelo. En realidad no le importaba su aspecto, pero en verdad empezaba a molestar su visión.
Se dirigió a la puerta con su típico sobretodo puesto, casi la choca al intentar abrirla
¿Llave? ¿Por qué la he..
Entonces recordó el incidente de anoche. Le aguardaba la pesada tarea de verificar que todos habían hecho sus tareas debidamente. Ahh Nikola también lo estaba buscando, algo acerca de dejar el refugio ¿Dejar el refugio? Que gracioso. La que había sido casa, refugio y hogar de Blake por tres años no podía ser dejada tan simplemente. A parte, ¿Comó pensaba mover a las más de cincuenta personas que integraban el asentamiento? Era un disparate en todo sentido. A lo sumo un pequeño grupo de incursión de diez personas era lo máximo que el viejo camión aguantaría. Para rematar, ¿Qué seguridad tenía de que había más sobrevivientes? Hasta donde Blake sabía, todas las ciudades que había visitado hace ya años estaban completamente infectadas, y los pocas personas restantes estaban o faltos de razonamiento (en otras palabras, locos como cabras) o era personas en las que no se podía confiar.
De cualquier forma, la bala de tener que discutir ese tema había sido esquivada ya.
Bajo las escaleras al comedor común. Derek se encontraba desayunando algunos cereales, frutos de la última incursión.
- Buenos días, Blake - dijo con una sonrisa en el rostro.
- Hmph
Como era de costumbre, respondió solo con un rugido mientras sacaba una hogaza de pan de una alacena.
- Te fuiste a la cama temprano anoche, estuvimos festejando por largo rato.
- Eso escuche.
No sintiendose con ganas de conversar, y Derek sabiendo que él no era del tipo con el que se puede tener una charla sobre el clima, se dió por vencido y comió en silencio. Blake se dirigia hacia afuera cuando lo notó.
- Ah por cierto, mi rifle, ¿donde?
- Ah si, Nikola lo tomó y dejo que lo fueras a ver a la parte trasera de la granja, dijo que tenía algo que mostrarte.
- ... ¿Qué que?
- Solo dijo eso.
Nikola había tomado su rifle, al cual Blake era muy apego, como rehen para hablar con él.
Astuto, pero molesto.
¿Qué seria tan importante como para lo citara de esta manera?
Con esa pregunta en la cabeza, se dirigió fuera de la granja.
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Mensaje  Skimmer Dom Oct 09, 2011 4:03 pm

Una figura apareció en la lejanía. En un principio no se distinguía de las demás piedras del lugar, pero a medida que se acercaba comenzó a apreciarse la figura de aquel hombre. Era alto y delgado. No debía tener más de treinta años, pero su rostro estaba surcado por varias cicatrices. Su pelo era de color castaño oscuro y le llegaba hasta el pecho. Parecía sucio y desgreñado, como si llevase mucho tiempo sin lavárselo. Al igual que su barba, que a juzgar por su aspecto hacía semanas que no se la afeitaba. Aquel hombre vestía ropas de cuero curtido. Ajustadas pero flexibles, para permitirle una mayor movilidad. Parecían hechas a mano, y no con mucha destreza.

Iba montado sobre un caballo famélico, tan delgado que ya se podían contar sus costillas. Además el pobre animal tenía que cargar con una pesada alforja que le ralentizaba más aún.

La noche les sorprendió antes de lo que el jinete había previsto, así que se adentraron en un bosque cercano para pasar la noche. Tras unos minutos de búsqueda, el jinete encontró un claro en el interior del bosque y allí acampó. Aquella noche tampoco podría encender una hoguera, podría atraer a algunos visitantes indeseados. Tampoco se atrevía a cazar algo, aventurarse solo en la oscuridad del bosque sin apenas ver nada no parecía muy sensato. Así que descargó la alforja del caballo y la utilizó a modo de almohada. En cuanto le liberaron del peso el pobre animal se echó al suelo, estaba exhausto.

El jinete rebuscó entre sus cosas algo de comer, pero solo encontró un par de tiras de cecina que días antes había descartado por ser demasiado saladas. La diferencia era que ahora no podía permitirse descartar nada. Así pues, se recostó sobre la hojarasca, apoyó su cabeza en la alforja y le dio un buen mordisco a la tira de cecina. Seguía estando demasiado salada.

Le costó conciliar el sueño, pero tras unos minutos venció el cansancio. Despertó a la mañana siguiente, cuando unas gruesas gotas de agua le cayeron sobre la cara. El invierno se acercaba, y con él las lluvias torrenciales. A su lado, el caballo bebía alegremente de un charco.

Buscó algo de fruta en los alrededores y se la dio toda al caballo. No convenía que muriera ahora.
Sacó una gruesa capa de su alforja y se arrebujó con ella. Jinete y montura salieron del bosque y volvieron a iniciar la marcha bajo el inexorable caer de la lluvia.

Solo Dios sabía a donde les llevarían sus pasos...

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Quiero escribir uno o dos relatos más antes de llegar al castillo, así dará tiempo a presentar un poco más a mi personaje y a que acabe vuestra batalla contra los zombies.

¡Saludos!
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Mensaje  DarkHades Lun Oct 10, 2011 1:43 am

El muro humano daba resultados, los zombies cada vez eran menos.

- ¡Sigan así! - Gritaba mientras recargaba el SA80.

- Está dando resultado... - Murmuraba una mujer que estaba arrodillada al lado mio disparando en pequeñas ráfagas.

- ¡Fila de atrás cesen el fuego, fila mia avancen! - Ordené.

Inmediatamente mi fila comenzó a avanzar lentamente disparando pequeñas ráfagas de fuego hacia los zombies que se asomaban a la entrada del castillo.

- ¡Degtyarev tengo una idea! - Gritó Carlos desde detrás mio.

- ¡Dila rápido! - Grité mientras saliamos fuera del castillo, no había luna alguna, se aproximaba una tormenta.

- ¡Los zombies llegan desde el huerto, si puedo cerrar la puerta no podrá entrar ni uno más!

- ¿¡Y como coño piensas cerrarla, pasando por encima de ellos con un pedo atómico!? - Pregunté mientras observaba como la fila que había ordenado que cesara fuego se unía a la mia haciéndola más larga.

- ¡Algo así, pero necesito que me cubras hasta llegar a la entrada del huerto o al menos a la furgoneta volcada!

No me lo pensé dos veces, di la orden de dirigirnos al huerto, más supervivientes se nos unian y nos cubrían las espaldas ya que el punto débil de la fila era la espalda, no había nadie que nos la cubriera, así que unos siete supervivientes armados con armas filosas y romas nos cubrieron las espaldas hasta llegar a una distancia prudente del huerto, lugar abarrotado de zombies. Carlos se separó de nosotros esquivando ágilmente zombies hasta subir por la furgoneta y finalmente subió con gran destreza sobre los muros del huerto, ya veo cuál es su plan.

- ¡Carlos, intentaremos entrar al huerto a enfriar la cosa! - Le grité entendiendo su plan.

- ¡Yo cerraré la puerta del huerto! - Respondió él y comenzó a caminar sobre las cabezas de los zombies en dirección a la puerta abierta.

Nos estabamos quedando sin balas así que nos apresuramos a entrar en el huerto, dos docenas de zombies al menos, nosotros éramos diecisiete.

- ¡Apunten a la cabeza y disparen, debemos limpiar el huerto!

La punteria aumentó considerablemente dada la situación, los zombies iban cayendo uno a uno, perdimos a una mujer y a un hombre de la fila, a los cuáles no dudé en matar al ver que los zombies que los habían atrapado se estaban dando un festín.
Carlos por su parte llegó a la punta del huerto, saltó e instantaneamente golpeó un zombie al cerrar la puerta. Aún así, él estaba sólo con los dos últimos zombies restantes que quedaban en el huerto que rápidamente se fijaron en él. Jalé del gatillo pero ya estaba sin balas, arrojé la SA80 a un lado y blandí mi machete, corrí hacia Carlos que estaba forcejeando con uno de los zombies y hundí el machete sobre el cráneo del mismo. Del otro zombie se encargó Gerard desde la torre.

- Esto se ha acabado... - Jadeaba Carlos con una sonrisa en su rostro.

- Aún quedan zombies desde el otro lado del huerto y dentro de los muros del castillo más no dentro del mismo. - Expliqué.

- Debemos llevar a todo el mundo dentro del castillo, nosotros nos encargaremos de limpiar la zona de podridos.

- Carlos...me he olvidado de Emmy...

- No lo pienses dos veces, ve a buscarla, yo tomaré a tus chicos para limpiar la zona, encárgate de los civiles Degtyarev.

- ¡Si si! - Grité y corrí en dirección a mi hogar, donde posiblemente tal vez me encuentre con mi peor pesadilla.

De la nada se empieza a escuchar la canción Ruleta de Los Piojos, no le presto atención y veo que a lo lejos en dirección a mi cabaña viene corriendo como poseso algo que yo llamo un "corredor" zombies veloces y fuertes, más peligrosos que los normales. Incremento mi velocidad y me dirijo hacia el con claras intenciones de embestirlo, ya me lo han hecho una vez, no me lo harán dos veces. A pocas fracciones de segundo levanto mis brazos y lo tomo de sus piernas haciéndolo caer sobre la tierra, caigo encima suyo en una posición ventajosa y le doy varios machetazos a su cabeza. No me puedo seguir entreteniendo, sigo mi camino hacia la cabaña con una tormenta encima mio.

A lo lejos puedo ver la puerta de nuestra cabaña abierta completamente, mis peores pesadillas se están haciendo realidad. Decapito a un zombie que me sale al cruce y entro de un salto a la casa. Dos corredores salen de la sala de estar y saltan hacia mi, esquivo el ataque y lanzo dos machetazos a la cabeza del más grande de ellos, se queda en el suelo. Su compañero se reincorpora y me embiste, ambos caemos encima del sofá forcejeando, trata con todas sus fuerzas morderme el cuello y las fuerzas de mis brazos son cada vez más bajas. Cuando estoy por perder toda esperanza, por encima mio alguien lanza un golpe con un grueso palo hacia la cabeza del zombie que cae hacia atrás. No me lo pienso y rápidamente le piso con mis botas varias veces la cabeza hasta hacerla estallar.

- ¿Estás bien? - Me pregunta una voz detrás mio, me doy vuelta y la veo, Emmy, con los ojos húmedos.

- Eso les pasará a los sujetos con los que me seas infiel. - Digo riéndo, ella rie y me abraza dándome un largo beso.

- Vamos al castillo, el peligro está pasando pero aquí ya no es seguro. - Digo mientras salimos de la casa, yo con el revólver en mano, listo para lo que sea.

Corremos en dirección al castillo, afortunadamente no nos encontramos con muchos zombies en nuestra huída, estaban demasiado ocupados comiendo cuerpos. Cuando llegamos al castillo le digo que entre y que se esconda donde sea, ella asiente y se despide con otro beso, no queda otra alternativa que acabar con lo que queda...
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Mensaje  Hamor Lun Oct 10, 2011 3:46 am

Después de mucho tiempo decidí que ya era hora de buscar algo de compañía, o al menos un refugio más grande que en el que me había estado escondiendo. Cogí mi bate, que me había sido fiel durante tanto tiempo, mi 9mm y la escopeta. Supuse que sería suficiente, si veía algún problema mayor no pensaba arriesgarme. Sabía que cerca de donde estaba había un castillo, así que decidí ir allí. El camino hasta el castillo no fue muy complicado, había algún zombie dispuesto a hincarme el diente pero pude defenderme sin problemas. Lo peor fue al llegar al castillo. Había muchísimos zombies muertos ya en el suelo... ¿Qué cojones había pasado allí? Iba observando los zombies que estaban en el suelo, por si alguno estaba vivo, no quería problemas... Escuché de pronto disparos, así que me dirigí en la dirección que los había oído. Con la pistola empecé a matar a algunos zombies que encontraba a mi paso. Escuchaba disparos, tenía que haber alguien, pero no los encontraba. De pronto, noté un golpe en la cabeza, alguien me había golpeado sin dudarlo, todo se volvió borroso...
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Mensaje  Skimmer Jue Oct 13, 2011 3:14 pm

Os recomiendo escuchar esta canción mientras leeis mi participación, mola más ^^




Pronto llegaré al castillo, aunque creo que solo rolearé con un par de personas porque no hay nadie más activo xD Aún así tengo muchas ideas para algunas situaciones! Wink

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El sol empezaba a ocultarse. Sus últimos rayos de luz deslumbraban al Jinete, obligándolo a entrecerrar los ojos para poder ver con claridad. Llevaba varios días cabalgando por aquella tierra. La comida escaseaba, pero al menos el caballo tenía pasto de sobra para alimentarse, y gracias a la lluvia había podido llenar sus reservas de agua.

El Jinete miró hacia el cielo, amenazaba tormenta.

Se encontraba en mitad de una vasta planicie sin árboles. Sólo había hierba, y esta le llegaba hasta las rodillas cuando iba a pie. El número de muertos había aumentado considerablemente en las últimas horas. Al parecer, algo había captado su atención. El Jinete, siempre prudente, se mantenía alejado de la horda. Lo suficiente para poder seguirles sin que reparasen en su presencia.

En los últimos tiempos, cuando el Jinete veía una gran concentración de muertos vivientes con un objetivo, los seguía. Normalmente siempre llegaban hasta un asentamiento en el que alguien había sido lo bastante estúpido como para encender una hoguera, focos o disparar algún arma. ¿Acaso no habían aprendido que ese tipo de equivocaciones eran las que te costaban la vida?

Finalmente, cuando los zombis terminaban de masacrar a los supervivientes y se alejaban del lugar (en ocasiones habían tardado incluso días en irse) el Jinete se acercaba cautelosamente y recogía todo aquello que podía servirle de algo: armas, comida, ropa, etc. Muchas personas consideran que no hay ningún honor en robarle a un muerto, pero el honor no ha mantenido con vida al Jinete durante estos años.

Una hora después, el Jinete vislumbró en la lejanía una pequeña cabaña de piedra cercada por una almbrada. Bajó de su caballo y lo dejó pastando mientras él se sentaba en la hierba y observaba la acción desde sus prismáticos.

La alambrada había caído, pero un pequeño muro de cadáveres se había erigido en su lugar. Un hombre que casi rozaba la obesidad disparaba una ametralladora como si estuviese poseído. La mayoría de sus disparos no acertaban en el blanco o iban a parar a todos sitios menos a las cabezas de los muertos vivientes. Pero al parecer la munición no le suponía un problema, pues cada vez que se le acababa un cargador, insertaba otro con notable torpeza.

Tras una larga espera, y para sorpresa del Jinete, el gordo resistió el ataque y eliminó a todos los zombis. Acto seguido comenzó a echar los cadáveres fuera del cerco. El Jinete vio como uno de los zombis todavía se retorcía ligeramente en el suelo, pero el gordo no pareció darse cuenta, y cuando fue a agarrarle por los brazos para echarlo fuera, éste lanzó una dentellada hacia su espinilla, hundiendo sus dientes en la flácida y rosada carne del gordo.

Aún desde donde estaba, el Jinete fue capaz de oír el alarido de dolor que lanzó aquel hombre. Cuando eliminó al zombi con su arma ya era tarde, estaba infectado. El Jinete se descolgó el arco de caza que tenía a la espalda y le acopló la mira telescópica. Agarró una de las riendas del caballo y se acercó un poco más a la cabaña. Cuando estuvo a una distancia que él consideró la adecuada, soltó al caballo, hincó una rodilla en el suelo y esperó.

Al Jinete le gustaba tomarse su tiempo en cada disparo, y más si su objetivo desconocía que estaba a pocos segundos de la muerte. Eso le daba un matíz especial.

Cuando hubo asegurado el tiro, el gordo acababa de apilar el último de los cadáveres fuera de la alambrada. El Jinete tomó aire y lo retuvo durante unos instantes. Cuando lo exhaló, soltó los dedos que sujetaban la cuerda. La flecha se elevó por los cielos y lentamente inició su descenso al otro lado de la valla. Finalmente se alojó en el voluminoso cuello del gordo. Éste apenas tuvo tiempo de sorprenderse, pues cayó al suelo de inmediato.

El Jinete volvió a colgarse el arco a la espalda y montando en su caballo, se aproximó a la cabaña mientras el caballo sorteaba los cadáveres esparcidos por el suelo. Cuando desmontó y se aproximó al gordo, este lanzaba su último estertor de muerte para finalmente, quedarse inmovil sobre la hierba, inerte.

Para asegurarse, el Jinete desenvainó su espada oxidada y de un solo tajo, decapitó su cabeza, de la cual empezó a manar sangre como si de una piñata se tratase. Echó el cadáver junto a los demás y cerró la alambrada, allí podría pasar un día o dos antes de volver a ponerse en marcha.

El Jinete se acercó a la cabaña y abrió la puerta, la cual giró sobre sus goznes con sonoro chirrido.
Se quedó unos instantes en el umbral de la puerta, contemplando el lugar. No era muy grande, la cabaña consistía en una única habitación con paredes de piedra. Había una mesa con un par de sillas, dos camas y una chimenea.

El Jinete dio un par de pasos hacia el interior cuando por el rabillo del ojo vio como una sombra se abalanzaba sobre él. Con la rapidez de un felino se apartó y desenvainó su puñal, dispuesto a clavarlo en el globo ocular de algún zombi. Para su sorpresa, lo que tenía delante no era un zombi.

Era una chica de unos 15 o 16 años, morena, aunque su pelo tenía algunos vestigios rojizos. No era muy alta, apenas llegaba al pecho del Jinete. Pese a esto, era muy atractiva. Sus ojos eran grandes y almendrados y sus labios parecían tiernos y suaves. Aunque sus pechos no eran muy grandes...

El Jinete se fijó en todo eso justo antes de que la chica volviese a abalanzarse sobre él empuñando un cuchillo de cocina.

- ¡Has matado a mi padre! ¡Cabrón, tú lo has matado! - gritaba la chiquilla mientras unas gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

Al Jinete no le gustaban los gritos.

Con una mano agarró su cuello y con la otra sujetó la mano en la que portaba el cuchillo de cocina. Aproximó su rostro al de ella, dejándolo a escasos centímetros. El aliento del Jinete era una mezcla entre tabaco y algo que parecía whisky. Cuando el Jinete habló, su voz fue grave y profunda, aunque pronunciaba las palabras en un tono muy bajo, casi en susurros, como si relatase alguna confidencia.

- Sí, lo he matado. Le habían mordido, pero le habría matado de todas formas. No dudes en que te mataré a ti si no me obedeces.

Había algo en la mirada del Jinete que hizo que la chica se estremeciese y soltase el cuchillo lentamente. Sus ojos fríos y grises estaban clavados en los suyos, la miraba con tanta dureza que casi le dolía. No había ningún atisbo de piedad en aquellos ojos.

Cuando la chica hubo soltado el cuchillo, el Jinete la lanzó contra la mesa y se colocó a su espalda. La chico se dio la vuelta e intentó revolverse.

- ¡No, por favor, eso no!

El Jinete le asestó un puñetazo en el pómulo derecho. Al día siguiente tendría un moretón que le recorrería casi toda la cara. Volvió a lanzarla contra la mesa y se colocó a su espalda. Con su puñal fue cortando sus ropas sin ningún cuidado, provocándole cortes superficiales en la piel.

El Jinete también se desvistió y pegó su cuerpo desnudo contra el de la muchacha. Ella volvió a gritar.

Él se acercó a su oído y dijo:

- Si vuelves a gritar, te rebanaré el cuello. Ahórrate algo de dolor, niña. La noche va a ser muy larga.

No se volvió a escuchar ningún grito en toda la noche...
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Mensaje  Skimmer Vie Oct 14, 2011 4:58 pm

Juas, parece que aquí solo postea el menda. xD Creo que también influye el hecho de que esté con gripe y tenga todo el día libre, pero en fin xD

Otro relato más sobre las andanzas del Jinete.

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Lisa miró a través de la ventana. Ahí estaba el Hombre, sentado sobre un tronco talado mientras afilaba aquella vieja espada oxidada con una piedra de moler. Llevaba horas así, y por la manera en la que lo hacía, casi parecía un ritual.

Mientras, Lisa preparaba un par de conejos que el Hombre había cazado aquella mañana.

Había pasado casi una semana desde que el Hombre llegase a la cabaña. Desde ese día, cada noche la había violado durante horas. Aunque al principio Lisa se resistía, aprendió a evadirse. Hacía que su mente se alejase miles y miles de kilómetros, rememorando tiempos más simples y felices. Aunque la última noche en la que el Hombre la montó, el dolor se convirtió en placer, para vergüenza suya. Aún así, cuando todo acababa, el sexo le palpitaba de dolor. El hombre no era ni gentil ni educado. En ningún momento había dado ninguna muestra de cariño o afecto.

Lisa recordó lo que una vez le dijo su padre: “algunas personas nacen con un talento especial para la violencia”

Lisa pensó que aquel era uno de esos hombres. Casi podía imaginarse como era su vida antes de que el mundo se acabase. Un marginado social, repudiado por la sociedad. Seguramente habría estado pudriéndose en una cárcel. Un hombre nacido en la época equivocada.

A Lisa le costó reconocerlo, pero finalmente admitió para sus adentros que le necesitaba. Sí, aunque le doliese el solo pensarlo, aunque sus ojos se anegaran de lágrimas cada vez que se le pasaba por la cabeza. Lisa no era capaz de sobrevivir sola, y al igual que había necesitado a su padre, necesitaba a aquel extraño. Se odiaba a sí misma por ser tan débil, pero sabía que sus habilidades no eran nada comparadas con las del Hombre. Él era un superviviente nato. Nunca tenía problemas para encontrar algo de caza, había levantado una nueva alambrada más sólida y resistente que la anterior, y había sabido mantener alejados a los pocos zombis extraviados que se acercaban a la valla. En cambio, Lisa temblaba como un flan cada vez que tenía que sostener un arma, y jamás había sido capaz de matar a un solo zombi.

El segundo día, el hombre le preguntó con aquella voz áspera y seca si sabía cortar el pelo. Lisa le había cortado el pelo a su padre incontables veces. Cada vez que le recordaba, sentía como un latigazo de dolor y le entraban ganas de ponerse a llorar, pero no podía hacerlo. Al Hombre no le gustaban las lágrimas.

Él se desnudó y se sentó en un taburete frente al fuego de la chimenea, con la mirada fija en las llamas. Mientras, Lisa le humedecía el pelo y se lo desenredaba. Le llegaba hasta casi la mitad de la espalda, y su espesa y larga barba le hacía parecer mayor. Cuando hubo terminado, la melena castaña le llegaba hasta los hombros. Para terminar, le untó el pelo con un aceite aromatizado que ella misma había fabricado. Para afeitarle, utilizó una navaja muy afilada.

Mientras le afeitaba, se le pasó por la cabeza el seccionarle la garganta y dejarle que se desangrase. Él pareció leer sus pensamientos y torció los labios en una media sonrisa, cuando sonreía parecía aún más feroz.

- Hazlo y morirás de hambre en pocas semanas. – había dicho con un deje de desdén en su voz.

Lisa sabía que era cierto, así que siguió con su tarea intentando no mirarle a los ojos. Cuando hubo terminado, el Hombre le ordenó que le lavase, así que cogió un barreño lleno de agua que previamente había calentado en el fuego, una esponja y los últimos restos de jabón que quedaban.

Cuando vio por primera vez al Hombre, parecía un salvaje, pero ahora su aspecto había mejorado considerablemente. La larga barba ocultaba un rostro de facciones duras. Los pómulos del Hombre eran prominentes, casi se podría rallar queso en ellos. Su mandíbula era cuadrada y ancha, al igual que su barbilla, y sus labios eran apenas dos delgadas líneas rojas en su rostro.

El resto del día, cuando no estaba follándosela, cazando o afilando su vieja espada, lo dedicaba a leer, para sorpresa de Lisa. Al no pronunciar nunca una palabra, Lisa había supuesto que sería un analfabeto. Al parecer, la alforja del caballo estaba llena de libros. El Hombre encendía el fuego, se sentaba en una silla y leía durante horas y horas. Lisa alcanzó a leer títulos como “El Conde de Montecristo” o “La Divina Comedia”. Le habría gustado preguntarle por qué leía tanto, pero apenas se atrevía a mirarle a los ojos, mucho menos a hablarle.

Así transcurrieron los días, y cuando Lisa empezaba a acostumbrarse a la presencia del Hombre y a dejar de estremecerse cada vez que entraba en la cabaña, anunció que se iría. Estaban cenando, y Lisa se había quedado con el tenedor a mitad de camino cuando escuchó la noticia. Entonces, experimentó algo parecido al valor y dijo:

- No… ¡no puedes irte! ¡No puedes abandonarme aquí! Yo…- Lisa buscaba en su cerebro las palabras adecuadas, si se separaba de su lado, estaba perdida- Quiero ir contigo, por favor, déjame ir contigo. Te prometo que no lloraré. ¡Lo juro!

El Hombre escrutó el rostro de Lisa durante unos segundos, y ella se esforzó en no apartar la mirada.

- Sí, claro. Vendrás conmigo, ¿por qué no? – dijo el Hombre esbozando una de sus espeluznantes sonrisas.

Aquella noche la montó más violentamente que nunca. Cuando acabó, por los muslos de Lisa corrían finos hilillos de sangre, pero no gritó ni dio muestra alguna de sufrimiento. Tenía que ser fuerte. Estaba exhausta, así que se durmió al instante.

Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, lo primero que notó fue que estaba sola en la cama. El Hombre solía levantarse antes que ella. Arrebujada en la sábana, caminó hasta la ventana para ver si estaba fuera, afilando la espada, pero no era así. Tampoco estaba el caballo, y el Hombre nunca se llevaba al caballo para cazar. Algo no iba bien.

Lisa recorrió con la mirada el interior de la cabaña. Las cosas del Hombre no estaban, ni su pequeña montaña de libros, ni sus ropas de cuero, nada.

Lisa salió apresuradamente al exterior de la cabaña y cayendo de rodillas, lloró y gritó por todo el tiempo que se había reprimido. Cuando hubo terminado, se acurrucó en el suelo en posición fetal. A su alrededor comenzaron a emerger aquellos familiares gemidos. Sus gritos habían atraído a dos zombis que en ese momento pegaban sus cuerpos putrefactos contra la alambrada.

Lisa se levantó, y desnuda como estaba, se encaminó con determinación a la puerta de la alambrada. No, ella no iba a morir de hambre. No iba a esperar, odiaba esperar.

Con un sonoro click, abrió la puerta de la alambrada y se echó a los brazos de la muerte.
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Mensaje  DarkHades Dom Oct 16, 2011 7:25 am

Los minutos fueron transcurriendo, y así las horas, minutos y horas de combate intenso por sobrevivir un poco más, por volver a ver el sol.

Ahora mismo me encuentro parado sobre el borde de una fosa común, una fosa que sirve de descanso a personas desconocidas y personas conocidas que fueron amigos y amigas mías hace tan sólo un día atrás, antes de que por culpa de la negligencia de un sujeto al cual yo mismo maté a machetazos delante de todos luego de haberse confesado de haber dejado la puerta del huerto abierta. Nadie dijo nada al respecto, culpa de uno murieron decenas, algo que no nos podemos permitir.

- ¿Qué hacemos ahora? - Pregunta Carlos posicionándose a mi derecha y colocándose su capucha, la lluvia no cesaba.

- Debemos tirar tierra sobre esto... - Murmuro dándome vuelta hacia atrás, echando una mirada a la torre del castillo que se alza sobre las copas de los árboles.

- Ve al castillo Carlos, yo me encargo de...

- Nada de eso -Me interrumpió- vete tú a descansar, yo volveré a rellenar la fosa, no te preocupes por mi.

Me le quedé mirando unos segundos, todo mi cuerpo me dolia, toda una noche de combate contra decenas de muertos, arrastrarlos, hacer una fosa y lanzarlos ahí, y como si fuera poco recibí un golpe terrible en mi ojo izquierdo por lo que Connor me puso una venda en la cabeza tapándome el ojo afectado.

- Ve de una vez. - Murmura Carlos, toma la pala y comienza a rellenar la fosa.

Sin decir nada agacho la cabeza y vuelvo al castillo. Los guardias me ven y se mueven a un lado, entre ellos está el novio de la chica esta...si, Jules. Saliendo del castillo veo a Alicia, no siento odio hacia ella, ni rabia, ni nada, es cierto que no la vi en ningún momento durante el asedio de la horda, quiero creer que hiso algo, que tuvo algún plan, algo...no quiero creer que fuí sólo yo y Carlos quienes ideamos planes como el muro humano para sobrevivir. Ella es nuestra líder, tuvo que hacer algo. De pronto se para en seco y gira su cabeza hacia mi, sostengo la mirada, no me había dado cuenta de que llevaba el machete desenfundado. Desvío la mirada y camino a paso ligero hasta mi cabaña, Emmy debería estar allí.

Empiezo a correr empapado entero por la lluvia y golpeo la puerta con el mismo código: dos golpes fuertes y tres pequeños y rápidos. Siento que alguien corre por toda la cabaña hasta finalmente llegar a la puerta la cual se abre inmediatamente y la chica a la cual amo con todo mi corazón salta hacia mi rodeando mi cuello y abrazándome fuertemente.

- Mi amor... - Dice ella hundiendo su cara en mi pecho.

- Emmy, entremos que llueve demasiado. - Digo yo tomándola de la mano, entramos a la casa.

- ¿Tomarás un baño? - Pregunta mientras se dirige hacia el baño.

- No, iré de caza, no confío mucho en el huerto y además necesito despejar la mente. - Respondí en voz alta.

- ¿Con esta lluvia? Quédate, te haré una sopa de fideos con unas latas que tengo por ahí y...

- Emmy no, de veras necesito salir... - Dije poniendo ambas palmas de mis manos en su mejillas.

- De acuerdo, ponte la capa antilluvia al menos.

Le beso la frente y me dirijo hacia nuestro cuarto, abro un mueble viejo donde guardamos nuestra ropa y saco un jean negro, una camiseta negra ajustada con un tigre negro en el pecho y un par de botas militares que rapiñé en una salida a por provisiones.
Emmy entra al cuarto y me trae la capa negra que parece un poncho plástico con capucha.

Me lo pongo y camino hasta la chimenea, de la cuál en contra de la misma hay un rifle de caza, Carlos dice que es un mosin nagant o algo así, pero a mi eso me da igual. Lo tomo y también tomo cuatro peines de cinco balas cada uno.

- Si quieres y tienes ganas, puedes ver si puedes conseguir algunos condones. - Soltó Emmy de repente.

Yo me la quedé mirando unos segundos hasta que me reí de la nada. Nos despedimos con un largo beso y salí a las afueras del castillo. Crucé al lado de Carlos que ya había terminado el trabajo y le prometí traerle algo para recompensarle. Corrí hacia el bosque y me dispuse a oler el aire.

- Veamos si conseguimos algo de comer Willis. - Le dije al perro que se escapó para hacerme compañia.

Ambos caminamos adentrándonos más en el bosque con el rifle firmemente empuñando y escuchando cada sonido.
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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 3 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  Kealah Dom Oct 16, 2011 3:50 pm

Alicia paseaba por la parte exterior del castillo, miró a su derecha y vio la fosa común donde yacían los cuerpos sin vida de sacos de huesos, figuras horrendas en las que se habían convertido los zombies. Sus seres queridos no descansarían ahí, se les daría sepultura como Dios manda. ¿Dios? - Pensó Alicia- Ese ya no debe existir o, de hacerlo, confunde a los zombies con nosotros.
Mientras una lágrima rodaba por su mejilla, lanzó una cerilla sobre la pila de cuerpos a medio descomponer y contempló las llamas que comenzaron a elevarse, provocando un extraño y precioso espectáculo.

Más tarde, cogería una pala y empezaría a cavar, una tumba pequeñita de poco más de un metro de ancho... para su niño, para Fernando.

13 HORAS ANTES

Alicia estaba en lo alto del castillo, disparando y cubriendo el flanco derecho, cerca de donde Degtyarev y Carlos estaban abatiendo a un número elevado de zombies. Estaba orgullosa de ambos, entre los dos, habían alentado a los habitantes del castillo para que lucharan y habían formado un muro humano impenetrable para la mayoría de los zombies. Sólo unos pocos dejaron de disparar y esos fueron los primeros en caer. Tres de sus amigos cayeron pero una buena líder no debe dejar de disparar así que se espabiló cuando Gerard abatió a los zombies que estaban atacando por aquel flanco. Ella misma disparó a los hombres que gritaban en el suelo. Lo último que necesitaba es que esos hombres se volvieran a convertir en aquellos seres.

Miró más abajo y Fernando y Michael seguían cubriendo a los suyos desde su altura, teniendo cuidado de los zombies que intentaban ascender por la estructura de madera en la que se encontraban. Alguien, no sabía bien quién había sido, consiguió levantar una pequeña base por la que los zombies no podrían subir, lo que impidió que se produjeran más muertes de las necesarias.
A su izquierda, Gerard hacía blanco cada vez que disparaba y a su derecha, Arturo comenzaba a ponerse nervioso al ver que los zombies no dejaban de llegar. Notó que empezaba a perder la esperanza.

Un disparo pasó rozando la oreja de Carlos pero eso le salvó la vida. No le había hecho ni un rasguño pero había acertado de pleno en el ojo de un zombie que se acercaba peligrosamente por su derecha sin que él se diera cuenta. Sonrió pero su sonrisa se borró cuando sintió un vuelco en el estómago.
Se llevó la mano a su cinturón de donde colgaba su fiel arma y salió corriendo escaleras abajo.

Llegó a la sala principal donde minutos antes, Fer estaba celebrando su cumpleaños viendo una película con todos los niños del castillo y su medio hermano Cody. Alicia había dejado todo a cargo de Jules, la novia de Gerard. Deseaba que todo siguiera igual que estaba pero, a medida que bajaba por las escaleras, a toda prisa, demasiado deprisa para esos estrechos escalones de piedra, esa extraña sensación que se había apoderado de ella mientras disparaba, se hacía cada vez más fuerte.

La sala estaba completamente a oscuras, sólo se oían respiraciones entrecortadas y jadeos. Intentó enceder la luz pero parecía que el generador no funcionaba. La sala, solamente iluminada por el proyector, parecía estar vacía pero no lo estaba. Por segunda vez durante la noche, sintió miedo.

- Jules, ¿dónde estás? - Gritó Alicia, mientras sostenía su arma en alto - ¿Qué ha pasado aquí?- Sintió cómo una mano rozaba su espalda y se giró por completo, apartándose de un salto en dirección contraria.

- Alicia - Dijo la voz, una voz susurrante y oscura - Soy yo, Jules. Están... muertos, casi todos muertos... Y los que no están muertos, están mal... Oigo llantos desde hace dos horas y no me he atrevido a moverme.

- ¿Qué ha pasado? - Gritó Alicia zarandeándola- ¿Han conseguido entrar?

- No.... nadie consiguió entrar aquí. Alguien disparó y todos se volvieron locos, intentaron salir, las mujeres armadas dispararon al techo, las balas rebotaron e hirieron a un par de niños. Los padres de esos niños se enfrentaron a las mujeres y los disparos hicieron blanco en los fluorescentes de la sala. Nos quedamos a oscuras y nadie... Nadie está preparado para lo que vino a continuación. - Dijo Jules echándose a llorar.

- Jules, sigue.

- Con la oscuridad, la gente empezó a correr, a disparar y nadie se dio cuenta de que uno de los pequeños murió y se convirtió en uno de ellos. Esto debe de estar lleno de zombies. Estoy viva a duras penas.

- ¿Fernando? ¿Y Cody? ¿Dónde demonios está mi hijo? Salgamos de aquí- Gritó Alicia justo antes de que un zombie anunciara su regreso a la vida. - El que pueda llegar hasta aquí, que siga mi voz- Gritó Alicia.

Estaba todo perdido para esa gente, de las casi 25 personas que se encontraban en el salón, solo 8 consiguieron llegar a la puerta que sostenía Alicia, cerró la puerta a tiempo. Los primeros muertos empezaban a levantarse y Jules empezaba a tener mala cara.

El combate en el exterior parecía haber terminado y los últimos casquillos, vacíos, caían al suelo alrededor de Arturo cuando Cody llegó hasta él, con los ojos anegados en lágrimas, le anunció que el pequeño Fer había fallecido. Aquel niño que estaba celebrando su cuarto cumpleaños en compañía de todos sus amigos, había sido el primero en caer, alguien disparó dos veces al aire, las balas rebotaron en las paredes de piedra y les hirieron a ambos. Primero a Cody en un hombro y después a Fer en el cuello.
Fue entonces cuando Arturo se fijó en un mar de sangre que brotaba de la herida del hombro de Cody pero también tenía más sangre. La de su hijo.
Agarró a Cody por el brazo sano y lo bajó a la enfermería con ayuda de Gerard donde Leo, el forastero que anunció la llegada de la jauría, dormía plácidamente.

- Ahora vendrá Connor a echarte un vistazo a la herida. Túmbate ahí. Tengo que salir a por Alicia.

Lo que Cody no le había dicho es que todavía tenía en brazos a Fer cuando despertó convertido en zombie. ÉL mismo le disparó pero no pudo evitar que le mordiera en un brazo. Se tumbó en la camilla, estaba demasiado cansado para suicidarse.

Arturo recorrió medio castillo antes de encontrar a Alicia que buscaba desesperadamente a su pequeño. Cuando se enteró de lo sucedido, lloró sobre el hombro de Arturo, cogió su arma y volvió a la sala de reuniones dónde había dejado a Jules, quería explicaciones.
Jules estaba con Gerard. Tenía peor aspecto que hacía unos minutos y entonces se fijó en su sangre. Apuntó directamente a su cabeza:

- Jules, dime qué demonios pasó. Y no quiero mentiras esta vez. - Dijo con las lágrimas rodando por sus mejillas.

- Alicia.... - Dijo tosiendo, el coma zombie empezaba a afectarla demasiado para hablar - Te contaré la verdad. Me puse nerviosa al ver que habían pasado dos horas ya y nadie venía a decirnos nada, la película había temrinado y los niños querían irse a casa, Fernando no dejaba de preguntar por ti. Marisa intentó tranquilizarme pero de repente, mi arma se disparó cuando intentó quitármela, la herí en el estómago. Intenté ayudarla, de verdad que sí pero sangraba mucho y... alguien más disparó, de verdad, no sé quién pudo hacerlo. Y Cody gritó, después Fernando, Cody lloró y el pánico creció entre la gente. Muchas personas murieron en esos momentos, cuando algunas personas empezaron a disparar sin ton ni son.
Y de repente, Fernando se levantó, mordió a Cody y Cody tuvo que dispararle. Intenté correr hacia ellos pero el cadáver de Marisa se despertó más rápido de lo que esperaba y me mordió en la pierna. Aún queda gente viva ahí dentro pero pronto serán lo que yo....

Gerard no necesitaba saber nada más. Disparó, estaba infectada, así que merecía morir y más después de todo lo que había pasado por culpa de una niña irresponsable con un arma en la mano. Alicia intentó detener a Gerard pero se pegó un tiro después de pegárselo a ella. No necesitaba vivir si no era con su chica. Alicia gritó y, por unos instantes creyó quedarse dormida en brazos de Arturo.

Arturo se olvidó completamente de Cody. Se despertó pero ya no era él, era un muerto que había regresado a la vida, por culpa de los nervios. Se levantó y se dirigió hacia Leo que dormía en la cama de al lado. No veía nada más, no escuchaba nada más que no fuera el latido de su corazón, la sangre le llamaba, la carne le gritaba y, de pronto, se vio allí, con los intestinos de aquel joven entre sus manos, saboreando la carne, dándose el que sería el último festín de su vida.

Cuando todo terminó, Connor paseaba por el castillo, ayudando a los heridos no infectados y lanzaba a los muertos a una fosa común que habían comenzado a cavar entre Carlos, Degtyarev y Facundo, que todavía no era consciente de que su novia había muerto. Aquellos zetas seguirían indefinidamente en aquella habitación del castillo, hasta que alguien se atreviese a asumir lo que había sucedido.
Connor necesitaba unos instantes de tranquilidad, la gente le acosaba con sus problemas y suficientes problemas tenía él como para andar preocupándose de lo que él consideraba nimiedades. Decidió que se tumbaría en la cama de la enfermería.
Entró en su pequeño refugio, esperando que nadie le molestara durante unas horas en las que aprovecharía para echar un sueñecito. Sin embargo, sólo había sangre por todas partes. Cogió una vara de metal y acabó con el zombie de Leo, que seguía tumbado en la camilla sin poder moverse después de que Cody le partiera en dos la columna.
Un rastro de sangre cubría todo el suelo, intentó encontrar de donde venía el rastro pero le resultó imposible dada la cantidad de sangre que había. No lo vio venir, detrás de él, oculto entre las sombras, apareció Cody. Connor pudo reaccionar pero fue demasiado tarde para él, directo a su yugular, Cody disfrutó de su sangre durante un segundo, antes de que Arturo entrara por la puerta y le disparaba a la cabeza.

- Por favor, Arturo, mátame - Gritó Connor mientras escupía sangre.

Arturo disparó.....


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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 3 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  SkyFlames Dom Oct 16, 2011 11:59 pm

Blake abandonó la habitación sin decir palabra alguna a Derek. Ya era raro que hablara más de lo necesario, así que era de esperarse que sus conversaciones por la mañana se basaran en rugidos y negativas como respuesta. Pero hoy era diferente, Nikola lo había citado para hablar de algo.

Probablemente sea acerca de eso.

La noche anterior, Nikola se había armado de valor para proponerle algo inaudito, algo inconsiderable.

'Es hora de buscar un nuevo refugio.'

¿Nuevo refugio? ¿Por qué? ¿Acaso no era el resto del mundo un infierno? No, un infierno no abarcaría el horripilante escenario en el que esta realidad se había convertido. Para Blake, quien había viajado y visto una gran variedad de facetas de este nuevo mundo al que se enfrentaba, la granja era un paraiso terrenal. Con tan sólo unos pocos ataques al mes y las tareas bien distribuidas, sin contar que teniendo la voz de mando, nadie se le opondría a él, quien les había dado un pan y un techo donde escapar de las garras de la muerte.

'Los enjambres son ahora más grandes y parecen agruparse en las cercanías.'

Sí, era verdad que el ataque de anoche había sido por mucho superior a lo que él esperaba. Y sí, era verdad que con el escándalo generado anoche, y con el poco combustible que el auto poseía, había una posibilidad de que los infectados aún estuvieran cerca. Pero hey, ¿acaso no se habían librado de ellos una vez ya?

Mientras pensaba esto, Blake giró en una esquina de la granja. Una brisa le golpeó el rostro. No sentía frio, y no le dolía la muñeca. Pensaba que momentos como ese, en el que las preocupaciones parecían ser alejadas por el viento, momentos como ese hacían a esta granja su hogar.

Pero Nikola siempre le decía la verdad, y siempre estaba allí para recordarle que vivia en un mundo terrible y podrido, que los problemas no se resolvían solos y que la gente tenía hambre, que faltaba agua, que el descontento crecía, etcétera, etcétera. Para ser honestos, Blake pensó un par de vez en echarlos a todos a punta de rifle, pero debía asumir que cada una de las oscuras observaciones hechas por Nikola eran correctas.

Él admiraba de cierta forma su actitud, Blake conocía la realidad y lo espantosa que era, y lo reflejaba mediante sus acciones y mal humor. Aunque en el fondo, valoraba la mera paz que había encontrado. En un contraste muy remarcado, Nikola también conocía dicha realidad, pero se mostraba optimista, alegre y con una sonrisa en el rostro. Aunque esa sonrisa cambiaría de vez en cuando a una de amargura cuando ambos se encontraban a solas, y su ceño se frunciría para indicarle que las dificultades y problemas crecían. Se podría decir que ambos eran polos opuestos, con un mismo objetivo: Sobrevivir.

Ya visualizando la figura de Nikola de espalda, con su rifle en la mano, Blake pareció ser sacado de sus pensamientos y concentrar su mente por completo en buscar insultos y blasfemias para desquitarse con él, su irritante amigo.

Pareció escuchar los pesados pasos de Blake, volteó su rostro, aún sin voltearse completamente. Allí estaba esa expresión de amargura, tan diferente a la optimista aura que mostraba a los demás.

- Si vas a darte un tiro en la cabeza, permiteme el placer de darte una mano con eso.

Nikola sonrió un poco y dio la vuelta, aún con el rifle en la mano. Llevaba una camisa gris que alguna vez había sido negra y unos desgastados jeans, con unas cuantas manchas aquí y allá. Sobre su cinturon se apreciaba su pistola Glock 9mm, al parecer la única arma que cargaba consigo aparte del rifle de Blake. Nikola no era un fanático de las armas y sólo la llevaba por precausión.

- Veo que estás de buen humor. Que oportuno.

- Sí, a decir verdad sólo he pensado en estrangularte dos veces desde que llegué aquí, todo un logro para mí.

Blake se precipitó y le arrebató el rifle a Nikola, este no opuso resistencia alguna.

- ¿Qué quieres? - Preguntó interrogante.

Nikola lo miró, como quién se prepara para contarle a sus hijos que el conejo de pascuas no existe.

- Este mundo es muy amplio, ¿sabes? Ahora que ya no existen países ni naciones, todo el mundo es como solía ser. Un gran y vasto espacio, lleno de peligros y esperanzas ¿Crees que así hallán vivido nuestros antepasados? Con ojos en la nuca y una lanza en la mano, durmiendo lo necesario, luchando por vivir un día más, por ver un amanecer más...

Blake giró los ojos.

- Que conmovedor. Si quieres que te envie con tus antepasados sólo pidelo, ya que tanto quieres saberlo. - Nikola volvió a sonreir con amargura. - Dime de una vez que quieres sin rodeos, sin desvios inútiles, sin patrañas.

Nikola se puso serio y respiró profundamente. Blake pensó por un segundo por qué la gente disfrutaba de dramatizar.

- El refugio no es seguro.

- Pues vete.

- La comida escasea.

- Saldremos a incursiones.

- La gente está descontenta y con miedo.

- No recuerdo haberle pedido a nadie que se quedara aquí o de lo contrario le volaría los sesos.

Esta conversación se había repetido un millón de veces en el pasado. Casi como un ensayado número de una mala obra de teatro, Blake y Nikola se miraron el uno al otro, ambos tratando de leer los pensamientos del otro.

Nikola se rindió primero y volvió a mirar al horizonte.

- ¿Algo más, señorita?

Cinco segundos, no hubo respuesta.

Diez segundos, no hubo respuesta.

Quince segundos, no hubo respuesta.

Blake pensó que Nikola estaba buscando un nuevo punto de ataque, mientras abría y cerraba su boca, sin decir nada.

Finalmente, cansado de la espera, Blake se dispuso a irse.

Pero una voz lo detuvo.

- Una incursión.

No era una queja, más bien un pedido.

- No habrá incursiones hasta dentro de dos semanas, lo sabes bien.

El combustible era más precioso de lo que alguna vez fue el oro, por lo que los vehiculos eran sólo usados ocasionalmente.

- Blake, he visto humos en la lejania. Repetidas veces, siempre del mismo lugar. No es un incendio, alguien más se encuentra allí con vida.

Blake se quedó callado, conteniendo la respiración. ¿Alguien más? Eso era absurdo, no había nadie más. Todos a 100 kilometros a la redonda estaban muertos o desearían estarlo, caminando a tropezones y en busca de carne humana. ¿Cómo podría haber alguien cerca de ellos y él no haberlo notado en tanto tiempo? A decir verdad, el este era para él territorio desconocido, ya que era desde donde había venido, escapándose de la vida que había dejado atrás. No había mucho de todas formas, nada que valiera la pensa, nada que se pudiera usar.

- Blake, te lo ruego, vayamos a investigar, si hay alguien con vida...

- ¿Entonces qué? ¿Más bocas que alimentar y más idiotas como tú quejándose? ¿Sabes acaso que tipo de persona vive en este mundo ahora? No dudarían en cortarle la garganta a un bebe si eso les provee de una misera lata de lentejas. ¿Sabes acaso QUÉ HAY allá afuera? ¡¿Lo sabés?!

- No, pero estoy dispuesto a arriesgarme... Con tu apoyo o sin él.

- ¿Robaras uno de mis vehiculos? Quiero verte intentarlo.

- No, Blake. Iré sólo, usando estas piernas que ya se han cansado de sentarse y ver la vida pasar, como si fueramos un maldito parásito viviendo de las sobras de este mugroso mundo.

- ¿Ahora le dices sobras a la comida, eh? Como se nota que no has pasado hambre desde que la infección estalló...

Esa discusión no vería fin alguno. Ninguno. Sólo continuarían atacándose mutuamente, sin lograr nada en absoluto.

Entonces, justo cuando Blake iba a decir algo.

¡BAM!

Un disparo, seguido de muchos otros.

El rugido de un motor.

El grito de una mujer.

- ¡LISTO, VAMOS, VAMOS!

Nikola sacó su Glock 9mm, Blake quitó el seguro a su rifle.

Ambos corrieron hacia la granja, desde donde provenía el escándalo.

¿¡OTRO ATAQUE!? Nikola sólo pensó eso, mientras que Blake no pensaba. Sólo corría.

Pronto desapareció del campo de visión de Nikola, doblando en una esquina de la granja.

Pero entonces, justo cuando iba a hacer lo mismo.

¡BAM!

Algo duro, contundente lo golpeó. Dejandolo sin aire. Era el cuerpo de Blake.

Se vieron huecos de disparo en el lugar donde Nikola iba a pisar tan sólo unos segundos antes. Luego paso una camioneta. No reconoció al conductor.

Detrás otra. El conductor era Max, y en el asiento de acompañante se encontraba un sujeto raro del refugio.

- ¿¡QUÉ MIERDA HACEN?!

Blake se incorporó, pero Nikola tiró de su abrigo y lo derribó.

Un último vehículo cruzó justo delante de él, con clara intención de arrollarlo.

Era la segunda camioneta más rápida del refugio, aunque no funcionaba muy bien.

Detrás, en la caja de la camioneta, repleta de rifles, metralletas y demás, iba Leo.

Sonrió con malicia a Blake, mientras lo apuntaba con su rifle Remingtón 7400.

La caravana se dirigia al este.

Todo esto sucedió específiciamente en el día en el que el sol salió de entre las nubes.



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Mensaje  Skimmer Miér Oct 19, 2011 3:24 pm

Me ha costado varios días, pero aquí está mi relato. ^^

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La lluvia caía impertérrita, reblandeciendo la tierra sobre la que cabalgaba el Jinete. Éste cerró los ojos y aspiró lentamente. El olor de la hierba mojada y la humedad le despejaron las fosas nasales. El aire era más puro que nunca. El fin de la civilización también supuso el fin de la contaminación, y al parecer la Tierra se estaba recuperando.

Ahora se apreciaban más los olores de la naturaleza y también aumentó la visibilidad de las estrellas. El Jinete pensó que era como si sus sentidos percibiesen con mayor intensidad los estímulos de la naturaleza.

Hacía un par de días que había abandonado la cabaña, dejando a la niña allí. Le había prometido que podría acompañarle, pero era mentira. Para el Jinete no significaban nada las palabras, era un hombre de hechos.

Desde entonces había estado siguiendo a una nueva horda de muertos vivientes. No sabía a dónde se dirigían, pero estaba seguro de que podría encontrar algo que valiese la pena.

Cuando ascendió por una colina para tener mejor visión de a donde se encaminaban, vio en la lejanía un castillo medieval. Obviamente no se había construido en el Medievo, pero así habían querido recrearlo.

El Jinete sacó sus prismáticos, decidido a echar un vistazo. Al parecer los supervivientes que habitaban el castillo estaban oponiendo resistencia. Es más, parecía que estaban ganándole terreno a los zombis, pues habían diezmado sus filas considerablemente. El Jinete esperó durante unas horas, y finalmente los supervivientes se proclamaron vencedores, toda una sorpresa.

Un plan empezaba a fraguarse en la mente del Jinete. ¿Sería posible? Aquella gente había vencido a los muertos vivientes, ¿por qué no podrían entonces ayudarle con su cometido?

El Jinete dejó para más tarde aquellos pensamientos y dándole un suave toque con los talones al caballo, se encaminó hacia el castillo. Lo hizo lentamente, así les daría tiempo a verle y salir a su encuentro.

Estaba ya casi en la puerta principal cuando vio a un hombre y su perro salir del castillo y dirigirse hacia un bosque cercano. Ninguno de los dos reparó en su presencia. El Jinete cruzó la entrada al castillo y otro hombre que echaba tierra a un foso dejó la pala y se encaminó hacia él.
- ¿Quién eres? – preguntó examinando de arriba abajo al Jinete y su montura.

El Jinete tardó unos segundos en contestar. ¿Cuál sería su nombre esta vez? Finalmente le vino a la mente el nombre perfecto y no pudo evitar curvar sus labios en una ligera sonrisa.

- Edmundo. Me llamo Edmundo Dantés. – dijo con su característico tono de voz grave y ronco.

- Ah…bueno, ¿y qué quieres?

- Me gustaría descansar aquí unos días. El caballo y yo llevamos muchos días de travesía y no nos vendría mal un descanso.

- Pues me temo que no has venido en el mejor momento – dijo el hombre echando un vistazo alrededor. – acabamos de ser atacados por una horda de zombis. Han muerto muchos de mis compañeros y la gente está desolada.

- Sólo necesito un lugar donde dormir y un sitio donde poder amarrar al caballo. Yo cazo mi propia comida, así que no tendréis que encargaros de mí. En unos días me iré. Lo prometo.

El hombre pareció sopesar durante unos segundos.

- Bueno, está bien. Se han quedado muchas casas libres, así que tendrás espacio de sobra. Puedes quedarte en esa misma – dijo señalando una casa pequeña que se encontraba a unos metros de donde se estaban.

El Jinete asintió y espoleó suavemente al caballo para que avanzase.

A su alrededor, el panorama era desolador. La zanja en la que habían echado a los muertos estaba ardiendo y algunos de los supervivientes estaban sentados en el suelo, llorando desconsoladamente. Allí se había librado una batalla campal.

El Jinete pasó junto a una mujer que depositaba el cuerpo de lo que probablemente sería un niño pequeño en una pequeña tumba, arrebujado entre sábanas. La mujer se giró y clavó su mirada en los ojos del Jinete, éste mantuvo el rostro impasible.

Cuando llegó a su nuevo alojamiento, bajó del caballo y lo ató a la casa. La puerta no estaba cerrada con pestillo, así que solo tuvo que girar el pomo y esta se abrió con un sonido chirriante. Era un pequeño habitáculo que consistía en un baño, una cocina, un salón y dos habitaciones. Un lujo al que el Jinete no estaba acostumbrado.

Lo primero que hizo fue desvestirse y darse una larga ducha. Le gustaba quedarse de pie, con la cabeza apoyada en la pared mientras el agua casi hirviendo le recorría el cuerpo, purificándole. Cuando hubo terminado, se secó con una toalla y se tumbó sobre una de las camas.

El Jinete no creía en la suerte, pero se sintió afortunado por la oportunidad que acababa de presentarse ante él. La oportunidad de reclamar lo que era suyo por derecho y le habían negado. Pero debía ser paciente. Mañana inspeccionaría a fondo el castillo y tantearía a sus habitantes. Sí, eso haría.
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Mensaje  Kealah Jue Oct 20, 2011 7:40 pm

Alicia llevaba horas frente a la pira funeraria en la que se había convertido la fosa del castillo. Fernando, Michael, Carlos, Arturo e incluso Degtyarev, con el que últimamente no mantenía una relación tan buena como antes, habían intentado separarla de allí pero después de cavar las tumbas para Connor, a Gerard, a Cody y a su hijo en tumbas cavadas a los pies del castillo, contemplar el fuego era lo único que la ayudaba a no pensar.

Concentrada como estaba, no pudo darse cuenta de que la gente ya se había puesto manos a la obra y había comenzado a reorganizarse. Ya tendrían tiempo más tarde para llorar a sus muertos pero esta vez, eran demasiados y demasiado importantes, al menos para Alicia.
De las 53 personas que se encontraban dentro de las lindes del castillo aquella mañana, sólamente 25 habían conseguido sobrevivir. Ella era la líder de aquel lugar y se sentía responsable pero estaba demasiado cansada, demasiado angustiada y demasiado triste para hacer nada. Por un día, dejaría que otro se ocupara de ello.

El primero en intentar hablar con ella fue Carlos pero nada consiguió hacer. Él no estaba demasiado animado pero aquella batalla le dio fuerzas renovadas y parecía algo más sereno. Sin embargo, ALicia le despachó diciendo que debería ir a registrar los alrededores con Degtyarev por si quedaba algún zombie cercano. No quería más sustos.
Arturo la abrazó, intentó consolarla pero ella ni siquiera pudo mirarle a los ojos, le recordaba demasiado a su Fer. Se mantuvo ahí durante un buen rato con ella pero finalmente desistió y decidió que lo mejor sería seguir trayendo cadáveres.
Y así, uno por uno, Michael, Facundo, Fernando y Degtyarev pasaron junto a Alicia, para intentar animarla o que hiciera de líder pero aquel día sería para ella y para sus pensamientos. Solo se movió cuando Fernando y Michael la informaron de que el entierro iba a dar comienzo.

Después de que todos los cadáveres de los podridos ardieran en la pira, junto a los de algunos miembros más de la comunidad, que era lo que deseaban. Alicia se negó a quemar a sus mejores amigos y a su hijo, así que, una vez que las tumbas estuvieran listas y los cadáveres ardieran casi hasta consumirse, fue el turno de Cody, Connor, Gerard y Fer. Alicia, entre lágrimas, habló alto y claro:

<Ahí fuera están nuestros enemigos y, es por culpa suya por la que nuestros seres queridos están ardiendo o bajo tierra. Hemos vivido durante 6 años con el miedo a que sucediera esto y, a día de hoy ha sucedido. Nos lo han quitado todo, todo por lo que hemos trabajado tan duro pero.... Yo no tengo miedo. Ya no. He perdido lo más importante que tenía - Dijo agarrando tan fuerte como sus nervios se lo permitieron, la mano de Arturo- así que, a partir de hoy, ellos ya no gobiernan mi vida. No quiero vivir bajo el miedo. Somos nosotros... O ellos. Y nunca más serán ellos. Me he cansado de vivir así y, no sé vosotros, pero quiero hacer algo por cambiarlo.
Cody, Connor, Gerard habéis significado mucho para mí y para toda esta comunidad, os echaremos de menos. Fernando, mi niño, has sido lo mejor que me ha pasado desde que empezó todo esto y te he perdido pero has dado esperanzas a mucha gente. Te quiero>>


Alicia sostuvo a su niño, cubierto por una sábana durante unos minutos, minutos durante los cuales la gente que había acudido al entierro se había ido dispersando, volviendo a su quehaceres, triste como estaban antes pero con más ánimo por las palabras de Alicia.
Aún con su hijo en brazos, vio que un forastero llegaba. - Todavía queda gente viva ahí fuera- Pensó- Pero para mí, está todo perdido. Sus miradas se cruzaron durante un segundo pero sus ojos estaban vacíos, carentes de brillo, al igual que los suyos. Metió al niño en la tumba y Arturo tiró tierra sobre él.

Arturo sabía que los próximos días serían imposibles para ella pero él estaría ahí haciendo de guía. Cuando terminó de enterrar a su hijo, entró en su cabaña, donde Alicia estaba tirada en la cama mirando a la nada. Se tumbó junto a ella y la abrazó. Las palabras sobraban pero el día siguiente... sería un nuevo día.
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Mensaje  DarkHades Vie Oct 21, 2011 3:52 am

Miré la hierba alrededor mio, el viento soplaba en mi dirección, la liebre no podría olerme pero aún así puede oírme. La cabrona me da la espalda, Willis está detrás mio, parece ser que aún no ha visto a la liebre pero en cuanto levanto el rifle, él enseguida mira hacia la dirección en la que apunto. Me arrodillo, apunto, exhalo largamente y mantengo la respiración, y cuando mi corazón finaliza un latido jalo el gatillo. Un estruendo llena el bosque, los pájaros largan a volar y Willis corre hacia la dirección del conejo.

Me quedo unos segundos parado con el rifle guardado y el machete desenfundado, es más que probable que aparesca algún grupo de zombies. Willis sale de entre los matorrales con un gran salto y lleva algo pesado en su boca, se para delante mio y abre sus fauces dejando caer una gran liebre.

- Bien hecho. - Felicito a Willis mientras saco una galleta para perros de mi bolsa de cacería, él la devora rápidamente.

Tomo a la gran liebre y la guardo en mi bolsa de cacería, tomo agua de mi cantimplora y la guardo rápidamente, un zombie ha salido de la misma dirección por la cual ha salido Willis. Es un zombie de mi estatura pero más corpulento, en su espalda lleva una gran mochila que se queda enganchada a un árbol junto con el zombie.
Camino lentamente hacia él, Willis me sigue gruñendo hacia el zombie pero sin ladrar, gracias a Dios. A una distancia prudente del zombie elevo mi machete y lo clavo en su cabeza. Dándole una patada en el pecho logro sacar el machete atascado.

Me decido sacarle de encima la mochila y revisarla, para sorpresa mia, dentro de esta hay tres latas de arvejas y dos de maíz, sigo revisando y encuentro ropa, y cosas raras, una coraza de cuero marrón, una capa con capucha marrón también, revisando más detenidamente encontré unos pantalones marrones de cuero, sólo faltaba el calzado, pero recuerdo que debajo de la cama había un par de botas marrones.
Tomé la enorme mochila y corriendo como loco volví hacia el castillo. Crucé al lado de la hoguera, aún salía humo de ella a pesar de la lluvia. Finalmente llegué a la puerta principal siendo custodiada por el alemán y cuatro hombres más.

Camino miro sin mirar a mi alrededor, pensando en todo lo que está pasando. Demasiadas cosas en tan poco tiempo. Finalmente llego a la puerta de mi cabaña, golpeo utilizando el código de siempre, Emmy abre inmediatamente la puerta dejándome pasar. Me quito toda la ropa excepto los boxers y la dejo cerca de la chimenea para que se seque, Willis también se queda allí, voy hacia la cocina y dejo encima de ésta la liebre. Y comienzo a despellejarla.

- Rubio, esa ropa que has traído creo que te quedaría perfecta de no ser por unas rajaduras que tiene la capa y los pantalones pero yo lo coseré. - Dice Emmy entrando en la cocina.

- Gracias mi amor.

Cuando termino de despellejar el conejo Emmy me llama y me pide que me ponga la ropa recién arreglada. Primero me pongo la coraza, que a pesar de ser algo incómoda y apretada se ve dura y resistente, luego la capa marrón con capucha, Emmy sonrie y dice que me queda preciosa. Finalmente los pantalones de cuero marrón que me quedan perfectos. Salgo de la sala y entro a nuestro cuarto, busco debajo de la cama y encuentro las botas, me las coloco y me veo al espejo, podría dejar de usar ropa común y usar esta para cuando se me requiera.

-Te queda perfecta esa ropa rubio, pero toma estos guantes, harán juego con él. - Murmura Emmy entregándome guantes ajustados de tela sin dedos.

Le doy un beso y me abraza.

- Soy tan afortunado Emmy, tuve mucho miedo de perderte en aquél ataque. - Le digo abrazándola con lágrimas.

- Yo me se defender amor, me has enseñado a defenderme, ¿recuerdas? - Dice ella tratando de tranquilizarme.

- Lo se, pero aún así me preocupo, te prometo que de ahora en adelante cuidaré de ti, no dejaré que nada ni nadie te lastime.

Ella me besa apasionadamente y me dice que preparará la cena, le digo que saldré un momento y nos despedimos. Caminando un poco estrenando mis pintas veo a Carlos y nos ponemos a charlar.

- ¿Qué tal estuvo la caza?

- Estuvo bien, traje una liebre, Emmy la está cocinando para esta noche, ¿quieres venir?

- Nah está bien, además entro de guardia esta noche señor jefe de seguridad. - Dice Carlos haciendo gestos raros, largo a reír.

- ¿Jefe de seguridad dices? - Pregunto yo.

- Claro, la gran mayoría de los hombres están de acuerdo en que lo seas, incluyéndome a mi, los planes que hiciste esa noche nos llevaron a la victoria, y tú Degtyarev de seguro lo sabes.

- Bueno pero sólo lo seré por un tiempo...creo, además no se si... - Dejo de hablar, a lo lejos veo a un sujeto que no había visto antes, a medida que se acerca veo que su rostro está lleno de cicatrices, tambien porta una ballesta.

- Es un sujeto nuevo. - Dice Carlos.

- Como sea, ¿seguro que no quieres venir? puedo hacer que otro tome tu turno.

- Nah de veras, pasa tiempo con tu chica, yo trabajaré.

Carlos se despide, yo por mi parte me dirijo al almacén de armas a comprobar su mantenimiento.

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Mensaje  Skimmer Vie Oct 21, 2011 4:28 pm

No podrían resistir mucho más. Aquellos espectros salidos del inframundo avanzaban haciendo caso omiso a los disparos que penetraban en su cuerpo.

Se encontraban en una ciudad, en la época en la que el ejército obligaba a todo hombre capaz de portar un arma a enrolarse.
Una versión más joven del Jinete disparaba una ametralladora mientras cerraba los ojos con fuerza. Nunca en su vida había usado un arma. Él y cinco soldados más se encontraban tras una barricada que empezaba a verse sitiada por la incontenible maraña de muertos que se dirigían hacia ella.

Pero también había personas. Personas que corrían despavoridas pocos metros por delante de los zombis. Algunas caían y se daban de bruces contra el suelo. Segundos después habían desaparecido bajo una miríada de cuerpos sedientos de muerte.

Lo más lógico (y lo más humano) habría sido esperar a que los supervivientes se pusiesen a salvo y luego empezar a disparar, pero tenían órdenes. El jefe de su unidad gritaba como si estuviese poseído: “¡MATADLOS, MATADLOS A TODOS!” decía mientras de su boca manaba una lluvia de saliva que iba a parar a la nuca del Jinete. Le temblaban las manos. Una cosa era disparar contra los zombis y otra muy diferente hacerlo contra personas que corrían hacia ellos con la intención de salvarse. ¿Cómo habían llegado a ese extremo?

La escena pareció ralentizarse. El Jinete giró la cabeza. A su lado, sus compañeros gritaban de horror mientras apretaban el gatillo y una lluvia de casquillos volaban sobre sus cabezas. Uno de esos disparos fue a parar a la cabeza de una de las personas que intentaba salvarse y su cráneo se abrió como si de una fruta madura se tratase, esparciendo sesos y esquirlas de hueso por doquier.

El Jinete volvió a levantar su arma y apuntó a una mujer que se encontraba a pocos metros de la barricada, era humana. Gotas de sudor resbalaban hasta sus ojos y le hacían parpadear demasiado.

“¡¿NO ME HAS OÍDO, GILIPOLLAS!? ¡MÁTALOS, MÁTALOS A TODOS!” le gritó el jefe de su unidad al oído.

Y así lo hizo. Los mató, los mató a todos.


El Jinete despertó. Su frente estaba recubierta por una fina película de sudor. Se incorporó, encendió una lamparita y se quedó sentado sobre la cama.

En otro tiempo aquel sueño le habría hecho temblar y posiblemente llorar. Pero había llovido mucho desde entonces. Es más, parecían los recuerdos de otra persona. Ahora su conciencia se encontraba sepultada en lo más hondo de su ser, allí donde no podría dañarle.

El Jinete se vistió y tras comer algo de lo que llevaba en su alforja, salió fuera de la cabaña. Levantó la vista hacia el cielo y vio como se aproximaban unas nubes grises, el aire también se le antojaba más frío y cruel. Pronto llegaría el invierno.

No había mucha gente en los exteriores del castillo, y los que había caminaban con la mirada ausente y arrastrando los pies. La batalla les había dejado psicológicamente destruidos.

El Jinete se dedicó a inspeccionar los alrededores del castillo. Tenían un huerto, aunque estaba parcialmente destruido. Al parecer, el que cientos de zombis arrastren sus infectos pies sobre las plantas no debía ser muy bueno.

Durante el resto del día nadie pareció reparar en la presencia del Jinete, o si lo hacían, no le daban importancia. Estaban demasiado concentrados en sus penurias como para reaccionar ante un visitante. En ese estado de poco les servirían.

A partir de escuchar trozos de conversaciones aquí y allá, el Jinete sacó en claro lo siguiente: Hacía varios años que aquellas personas vivían allí. Estaban liderados por una tal Alicia, la mujer que estaba enterrando a un niño, su hijo. También había otros supervivientes cuyos nombres no recordaba que eran “importantes” en la comunidad.

El Jinete decidió que cuando se presentara la oportunidad, les hablaría de su misión. Obviamente, omitiría detalles que pudieran influir en su decisión. Si todo salía bien, pronto contaría con hombres suficientes para iniciar su venganza, su reconquista.
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Mensaje  Kealah Vie Oct 21, 2011 6:15 pm

.... Fer se dirigía hacia Alicia, dispuesta a dar a su mamá el último beso y aquel niño era al único zombie al que no se podía resistir. Los frágiles dientes de aquel niño, aún de leche debido a su corta edad, se hundieron en la carne de Alicia, desgarrando su piel mientras ella le abrazaba y le decía que en unos minutos se reuniría con él...

Aquella era la tercera pesadilla que la torturaba aquella noche. Miró su reloj, un viejo Rolex de mujer, que Arturo saqueó para ella en su tercer aniversario, eran las cinco de la mañana. No era mala hora para levantarse, empezaba a amanecer y Arturo dormía a su lado. Le besó en la mejilla, cubierta por una abundante barba que a su mujer le resultaba bastante sexy, se puso los zapatos y se dirigió a la habitación de Fer.
Allí ya no había nadie, ni esa noche, ni ninguna otra, nadie volvería a dormir en su camita, ni a jugar con los juguetes que tan perfectamente desordenados estaban por toda la alfombra. Se tumbó entre sus sábanas, que aún olían a él y se durmió.

Su sueño tan solo duró diez minutos, lloró amargamente durante un buen rato hasta que se levantó de la cama. Era hora de vengarse, aunque le fuera la vida en ello. Caminó hasta su mesilla de noche, con cuidado de no despertar a Arturo que aún dormía plácidamente, aunque, a menudo, se revolvía inquieto bajo las sábanas. Le quería pero tenía que hacerlo. Cogió su pistola, su cuchillo, su inseparable palo de golf, se vistió con ropa deportiva y abrió la puerta.

- Cariño - Dijo Arturo- ¿Dónde vas? Aún no es de día.

- No te preocupes, amor, sigue durmiendo. Todo está bien. Sólo necesito estar ocupada. Te quiero.

Alicia obtuvo un gruñido que parecía decir te quiero como respuesta y cerró la puerta.

*********************************************************************************

El invierno caía en aquel pequeño castillo dejado de la mano de Dios, pocas figuras eras las que se atrevían a pasear a esas horas de la mañana, cuando la oscuridad no se había despedido aún pero el sol salía por lo que debía ser, por naturaleza, el este.
Las luces de casi todas las cabañas estaban apagadas, la gente debería estar durmiendo o intentándolo, al menos. Ella estaba segura de que la mayoría de la gente no podría dormir bien aquella noche, y, todavía no lo sabía pero las siguientes noches, tampoco podrían hacerlo.

Las atalayas estaban vacías, nadie vigilaba, sólo Michael que se había quedado dormido. Cualquier otro día, le hubiera llamado la atención, como la líder que todos creían que era, pero en las sombras nadie acechaba, los vivos estaban muertos en vida y los muertos, ahora, ocupaban el lugar de los vivos.
Nadie, o eso creía Alicia, la vio abrir la puerta del huerto, a medias reparada y salir del castillo. Se dirigió hacia el bosque esperando encontrar una respuesta, una razón para vivir, algo que la hiciera continuar... Y lo hizo, vaya si lo hizo.

Cualquiera que hubiera vivido durante cinco años rodeado de zombies, escuchando sus gemidos y sus lamentos cargados de ansia y desesperación por encontrar algo que llevarse a la boca, sabía que, cuando una jauría se acercaba a un grupo de personas, más o menos numerosa, y estos oponían resistencia, los disparos, los gritos y las explosiones (si las había) era oídas por numerosos zombies en kilómetros a la redonda y también eran atraídos hacia aquel lugar.
Extrañamente, nadie más había avistado a ningún podrido pero Alicia sabía que, alguno más les localizaría pero no podía esperar. Necesitaba venganza, costase lo que costase. Así que se dirigió hacia el oeste y se adentró en el bosque.

No tuvo que esperar mucho. El primer zombie apareció frente a ella. Era un tipo alto, fortachón, con más músculos de los que la Madre Naturaleza le hubiera permitido tener. Tenía un horrible mordisco en el bíceps derecho, lo que le hacía imposible utilizar ese brazo que lo arrastraba de forma incómoda casi llegando hasta el suelo.
Esa clase de hombre de gimnasio del que esperabas que sobreviviera a cualquier cosa pero allí estaba frente a Alicia, su delgado cuerpo y su metro setenta de estatura. La hubiera gustado apretar el gatillo pero no lo hizo. Era plenamente consciente de que el disparo atraería a todos los despistados que estuvieran vagando por el bosque. En lugar de eso, esperó a que el zombie echase a correr y le golpeó con todas sus fuerzas con el bate de beisbol que llevaba colgado a su espalda. Tumbado en el suelo, boca abajo, le remató, varias veces, aplastando su cráneo contra el suelo.

De la nada, apareció una mujer. Tenía una herida en la mandíbula que había convertido su rostro en una extraña mueca de lo que una vez fue. Haciendo que mostrase sus dientes, llenos de carne podrida del último festín y formando una eterna y macabra sonrisa que perduraría hasta la eternidad. Corrió hacia Alicia pero ésta no se dejó amedrentar. Tomó una larga rama del suelo y la clavó directamente en su ojo derecho. Algo a lo que contribuyó la rapidez con la que Alicia se movía.

Al tercer zombie no pudo evitarlo. Se chocó con él cuando miró hacia atrás para ver como la muerta sin rostro caía al suelo, muerta por segunda vez. Alicia cayó al suelo debido al impacto. Era un joven, vestido con una camiseta de "Metallica", pelo largo y una cara bastante bien conservada. No parecía que llevase mucho tiempo siendo un zombie pero era más peligroso si cabía que el resto. Intentó ponerse en pie pero algo se lo impidió y el zombie comenzó a agacharse hacia ella, pero no lo consiguió. Se había enganchado con una rama.
Alicia rió. Rió tan fuerte al ver cómo aquel podrido había estado a punto de devorarla pero había quedado enganchado entre los árboles que casi no la da tiempo a ponerse en pie. El zombie cayó sobre el lugar que ella ocupaba cuando la rama que le sujetaba se quebró. Cogió su cuchillo y lo insertó en la parte posterior del cráneo.

Así, uno tras otro, fueron viniendo, hasta ocho.... No sentía cansancio. Alicia no sabía por qué era. Si por el dolor que sentía o por la adrenalina pero no podía dejar de arriesgarse, no podía dejar de matar, cualquier cosa servía para acabar con aquellos seres, incluso su propio pie cuando lo utilizó para dar una patada en la cara de uno de esos seres y podrido como estaba, hizo que se quebrara como una ramita seca.

Sin embargo, su fuerza se detuvo cuando vio a un pequeño niño. Demasiado parecido a Fernando, observando aquella matanza a lo lejos y Alicia se dejó ir, le permitió que se acercara demasiado y cayó al suelo, con el zombie de lo que en su día fue un niño de seis años encima de ella. Para ser un niño tenía fuerza y, después de matar a ocho zombies, el cansancio se apoderó de ella y las pocas fuerzas que la quedaban, desaparecieron.
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Mensaje  GioRock Vie Oct 21, 2011 6:43 pm

Hecho la mirada atrás y veo la fabrica que tiempo atrás se podría decir que era mi nuevo hogar. Los pensamientos de Luis me comienzan a nublar la mente, Luis, mi única familia. Pienso en él, y pienso en que no tuve cojones a terminal con su infierno particular… tengo que salir de aquí.
Compruebo que mi bicicleta de montaña este en perfecto estado, hincho las ruedas con mi pequeña mancha de aire y miro mi mochila con mis pertenencias, un machete que Luis recogió de una vieja casa, un desencofrador que utilizo como si de un bate se tratase, unos pequeños prismáticos, una pistola con un par de cargadores que recogí del cadáver de un policía local y latas de conservas que racionándolas bien me pueden durar una semana. La cantimplora de la bicicleta está llena de agua y aparte tengo otra botella en la mochila. También meto mi chaqueta impermeable ya que creo que iré mejor en manga corta.

Coloco todo correctamente en la mochila, cierro la cremallera y dejo que sobresalga el desencofrador de la mochila por si me topase con algo desagradable por el bosque. Me ato las zapatillas deportivas y comienzo a pedalear por un pequeño camino. Aun es de noche así que enciendo la pequeña linterna de mi bicicleta.

Veo como comienza a asomar los primeros rayos de sol, el bosque parece otro, más tranquilo y menos peligroso, pero sé que el peligro acecha en cada tramo de mi viaje. Habré pedaleado unas 3 horas aproximadamente así que decido hacer una parada para echar un trago de agua.
En el momento de mi parada veo una figura que se aleja, un caballo. Saco mis prismáticos y compruebo que una persona lo cabalga. Veo como se detiene un segundo y echa la mirada atrás. Dirijo la mirada hacia donde supuestamente dicho jinete está mirando, es una pequeña cabaña echa de piedra con un pequeño cerco de alambre alrededor. Cuando vuelvo a dirigir mi mirada hacia el jinete este ya no está, no tengo ni idea que dirección a tomado.

Me acerco un poco más a la pequeña cabaña pero siempre manteniendo las distancias, puede ser que pueda aprovechar alguna cosa en esa cabaña, pienso. Escondo mi bicicleta en unos matorrales, me coloco bien la mochila a la espalda y saco mis prismáticos dirigiendo mi mirada hacia la cabaña. Es una cabaña bastante pequeña y fácil de defender. Al poco veo a dos de esos podridos acercarse lentamente, me pongo en tensión. Al nada veo como la pequeña puerta de la cabaña se abre y aparece una figura humana. Sí es una chica y está totalmente desnuda. Pero qué coño…, pienso. Veo como cada vez está más desesperada, puedo escuchar sus chillidos desde aquí.

¿Será familia del tipo del caballo?. Los chillidos de la chica empiezan a atraer a los caminantes que ahora están pegados a la valla intentando agarrar su carne desnuda. Veo el miedo en los ojos de la chica que se acerca a la alambrada.
- Pero que haces. – digo en voz alta sin darme cuenta.

Salgo corriendo dirección a la cabaña sacando el desencofrador de la mochila. Escucho claramente el “CLICK” de la puerta de metal sobre los gemidos de los zombies. No voy a dejar que otra persona pierda la vida ante mis ojos.

Mis piernas no paran de dar grandes zancadas mientras que el miedo recorre mi cuerpo me acuerdo de Luis, pero no me detengo, golpeo con fuerza al primer zombie y de un empujón meto a la chica dentro del recinto me doy la vuelta y golpeo al segundo de los caminantes en toda la cara. Cierro la puerta y veo a la chica asustada tirada en el suelo llena de barro. No sé qué decir así que le tiendo la mano para ayudarla a levantarse. Me mira asustada, veo como le siguen cayendo lágrimas por su rostro manchado de barro. Se levanta sin mi ayuda y sale corriendo hacia el interior de la casa.

Antes de entrar, compruebo los alrededores de la casa, recojo mi bicicleta y la meto dentro del cerco. Entro en la casa y veo a la chica sentada en una esquina, me clava su mirada. Intentaré hablar con ella.
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Mensaje  Skimmer Sáb Oct 22, 2011 2:25 am

Esto ya se va activando, ¿eh? Si con que continuemos cuatro personas la historia es más que suficiente! (:

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Era temprano. Lo suficiente como para que el Jinete fuese el único hombre despierto fuera de su habitáculo. Bueno, él y el vigilante, aunque lo único que parecía vigilar en ese momento eran sus sueños.

El Jinete era un hombre metódico. Su vida se basaba en cierta ejecución de rutinas, de rituales. Cada mañana, se levantaba antes de que despuntase el alba y afilaba su vieja espada durante cuarenta y cinco minutos. Ni un minuto más, ni un minuto menos.

Normalmente, cuando la gente veía la espada del Jinete se reían de su horrible aspecto. Era una espada larga y ligera, lo suficiente como para no entorpecer sus movimientos ni restarle velocidad. Pero estaba carcomida por el óxido, dándole un aspecto viejo y descuidado. Obviamente el Jinete podría haberle dado a la espada un brillo cegador si hubiese querido, pero lo único que le interesaba era su filo. Aquella espada podía cortar la cabeza un hombre como si de mantequilla se tratase.

Uno de los principios que regían la vida del Jinete (eran pocos) era el de nunca dejarse engañar por las apariencias. Las cosas siempre suelen esconder más de lo que se ve a simple vista, y había transmitido esa regla a su espada. Oxidada por fuera pero mortal por dentro.

Así pues, el Jinete se encontraba afilando su espada cuando oyó como una puerta se abría. Cesó el ritual y congeló sus movimientos. Antes de verla, el Jinete ya supo que era una mujer menuda por el ruido que hacía al pisar la tierra. Sus predicciones se vieron confirmadas cuando Alicia, la mujer que había visto enterrando al niño, surgió de entre las casas y se dirigió hacia el huerto. Era imposible que le viera a no ser que mirase directamente hacia su posición, lo cual no hizo.

Algo en la expresión de su rostro provocó que una pequeña e intermitente luz roja se encendiese en el cerebro del Jinete. Sí, su expresión era la de aquel que acepta a la muerte, que la abraza sin reminiscencias. El Jinete sabía esto porque había visto muchas veces aquella expresión, cada vez que observaba su reflejo.

Envainó su espada y siguió a la mujer, dejando una buena distancia entre ambos. Quería averiguar a donde se dirigía.

La mujer cruzó el huerto y abrió la puerta que un día antes habían cruzado cientos de espectros. El Jinete se quedó junto a la puerta y la vio adentrarse en el bosque, acto seguido siguió sus pasos.

La mujer se había detenido en el primer claro, no muy lejos de los lindes del bosque. El Jinete tenía una idea aproximada de lo que había ido a buscar allí, pero aún así espero. No tuvo que esperar mucho hasta que apareció el primero. Al menos la mujer fue lo suficientemente inteligente como para no usar un arma de fuego al eliminarlo.

Llegó un segundo espectro y la mujer lo abatió sin dificultades, pero cayó al suelo y no vio al tercero que se cernía sobre ella. Aún así, el zombi quedó enganchado en una rama y no pudo abalanzarse sobre la mujer. Entonces ella rió. El Jinete había oído esa risa muchas veces antes, cuando el hilo de la cordura se tensaba demasiado y se rompía dando un pequeño latigazo. Casi podía oírlo.

La mujer eliminó al muerto viviente y a los que le siguieron. Sin cansarse, sin dar señales de debilidad. Dando muestras de la increíble capacidad que alcanza el ser humano cuando se ve movido por una férrea determinación.

Pero entonces, toda esa determinación se fue por el desagüe cuando un niño apareció en escena. Se acercaba dando pequeños pasitos y tenía la cabeza ligeramente ladeada, como si le estuvieran explicando algo y no acabara de comprenderlo.

El Jinete podría haber intervenido entonces, podría haber rebanado la cabeza de aquel crio con un vago movimiento de su brazo antes de que se acercase, pero decidió esperar. Al Jinete le gustaba pensar las cosas con detenimiento.

¿Qué le reportaría salvar la vida de aquella mujer? Ella sola se había metido en aquel lío, ¿por qué tenía que arreglarlo él? Entonces, un pensamiento se abrió paso en la mente del Jinete y apareció como si de un cartel luminoso se tratase: “Porque los necesitas. Necesitas a esa gente y la necesitas a ella para movilizarlos”

No le hizo falta más. El niño se encontraba tumbado a horcajadas sobre la mujer, debía darse prisa. El Jinete salió de entre los árboles y desenvainó la espada a la carrera, midiendo cada uno de sus pasos. Cada movimiento se ejecutaba de una manera eficaz y natural, con una soltura que solo se obtiene mediante la repetición y la práctica. El crío estaba a punto de lanzar una dentellada cuando su cabeza voló hacia los árboles, chocando con uno de los troncos y rodando hasta quedar de cara al Jinete. Su rostro se había quedado congelado en un rictus horrible.

La mujer respiraba entrecortadamente y tras unos segundos se sacó el cadáver de encima. Se arrastró hasta pegar la espalda a uno de los troncos y ahí se quedó, recuperando el aliento.

Mientras, el Jinete sacaba un mugriento trapo que colgaba de su cinturón y limpiaba de sangre la espada. Durante unos minutos, nadie dijo nada.

- ¿Quién eres? – dijo finalmente la mujer. Tuvo que carraspear un par de veces para que su voz sonase con normalidad.

- Un viajero. – respondió el Jinete. Era un hombre parco en palabras.

- ¿Tienes un nombre, no? ¿Cómo te llamas?

- Puedes llamarme Edmundo, Edmundo Dantes.

- Te vi ayer.

- Yo también.

El silencio reinó en el bosque.

- ¿Estabas detrás de mí todo el rato?

El Jinete asintió.

- ¿Y por qué no me ayudaste?

- ¿Querías que lo hiciera? ¿Por eso te adentraste en el bosque sola?

Silencio.

- Me llamo Alicia.

- Lo sé.

Silencio.

- Oye, te agradecería que no mencionases esto con nadie. Podrían…malinterpretarlo.

- No voy a contar nada, pero tampoco voy a olvidarlo.

- ¿A qué te refieres?

- A que dentro de poco acudiré a ti y te hablaré sobre algo. Entonces quiero que me prestes toda tu atención.

- De acuerdo, te…te escucharé.

El Jinete se levantó. Ya estaba harto de charlas.

- Será mejor que vuelvas al castillo. Eres su líder, pronto notarán tu ausencia.

Alicia asintió con la cabeza y se encaminó hacia el castillo. El Jinete se quedó solo, de pie en medio del claro. Posó su mirada sobre la cabeza seccionada del niño y esbozó una pequeña sonrisa.
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Mensaje  PeKaDoR Sáb Oct 22, 2011 4:57 pm

Años, 6 o 7 años (ya no recordaba ni cuantos) habían pasado desde que todo comenzó y la historia se vuelve a repetir.
Ahí me hallaba yo contemplando como los cadáveres eran devorados por el fuego purgador. Al igual que yo, otra mucha gente contemplaba la macabra escena entre sollozos. Mucha de esta gente no estaba preparada para perder a sus seres queridos, no en ese instante aun sabiendo que podría pasar en cualquier momento.
Mi cuerpo estaba cansado y el sueño no podría arreglar eso, sabía lo que tenía que hacer.
Hacía meses que no iba allí, pero ahora debía alejarme de todo este sufrimiento.
En cierto modo me recordaba al motivo de por lo que llevaba triste estos últimos años.
Le había comentado a Degtyarev las ventajas que tendría tenerlo a el de jefe de seguridad y le pedí que se lo plantease al menos.
El refugio parecía limpio por ahora, así que no me necesitarían en un tiempo, tenía que mentalizarme.

La noche después del ataque preparé comida y bebida para algunos días y aceite, solo eso. No iría armado ya que no lo necesitaría. Y el aceite sabía para lo que lo quería.
Hacía un frío espeluznante para cualquiera que no llevara la protección adecuada ante semejante frío polar.
Preparé bien los suministros en la mochila y salí horas después de la media noche, cuando todo estaba en calma.
Aun no había nadie haciendo guardia, todos estaban demasiado cansados para ello así que nadie pregunto si quiera a donde me dirigía.
Sabía muy bien que dirección tomar ya que había ido allí multitud de veces. Se encontraba a hora y media del refugio a paso normal, lo encontré buscando provisiones para el refugio en mis tiempos oscuros y desde entonces ya tenía una sintonización especial con aquel lugar. Se había convertido en mi santuario, los zombies no se acercaban por aquel lugar, básicamente porque era infranqueable para un zombie ya que había que usar las manos para escalar una pequeña pared de rocas.
Se encontraba en lo alto de una pequeña colina de no mucha altitud y de media hectárea de amplia.
Por el camino no encontré zombie alguno, es como si los hubiésemos exterminado a todos, cosa que creo improbable, deberían estar en otro sitio tal vez aunque con la oscuridad nocturna débilmente iluminada por el reflejo de la luna y las estrellas no podía percatarme de lo que había a mas de 10 metros de mí.
El cielo empezó a clarear en el horizonte cuando mas o menos calculaba que estaría a unos 500 metros de la colina.
Con los primeros rayos de sol también aparecieron los primeros zombies a mi rango de visión que por ahora permanecían inmóviles.
Me apresuré en subir la colina antes de que pudiera delatar mi posición y ellos me siguieran hasta las rocas.
Subí sin problema a la bella colina y allí estaba; un gran tocón de roble que antaño sería un gran árbol y ahora se veía reducido a su simple tronco. Dejé mi mochila a un lado del tocón y me senté encima de el cruzando piernas y cerrando los ojos intentando meditar. Pensé en todo aquellos errores del pasado que se podían haber evitado y sin embargo como fallos los recordamos ahora en el presente.

Pasé gran parte de la mañana meditando sobre multitud de cosas ya que eso me relajaba, no tardé en darme cuenta de que se acercaba una tormenta por la cantidad de nubes negras que se acercaban desde el este.
Ya no hacía tanto frío como por la mañana así que me deshice de mi abrigo y empecé a hacer ejercicio físico para tener un equilibrio entre cuerpo y mente.

Una de las cosas en la que estaba totalmente de acuerdo, es que ayer acabó una etapa de mi vida, ya no me lamentaría mas por las cosas pasadas y empezaría de nuevo otra vez con los chicos, con Degtyarev, con Arturo, con Sykes....... con Alicia.
Todos ellos esperaban mas de mí, siempre querían que sonriera y que despertara de una puta vez. Y eso haré.

El sol empezó a ocultarse detrás de la masa de nubes que se aproximaban, entraría dentro.
Este lugar significaba mucho para mí, tanto que un día me traje las herramientas que creí oportunas y creé un pequeño santuario debajo del tocón. En una especie de cueva que yo mismo había cavado.
Por la parte donde el musgo rodeaba el viejo tocón, había una palanca que oculté previamente y hacía fuerza inversa contra una trampilla de madera que se ocultaba bajo la hierba.
Debajo de la trampilla, unas escaleras que había hecho de madera y cuerdas descendían hacia la tierra.
Descendí por ellas y con la mano cerré la trampilla devolviendo la palanca a su escondite detrás de las raíces y el musgo.
Había una oscuridad total en ese lugar así que cuando toqué el suelo, saqué el aceite de la mochila y palpe a mi derecha.
Tal y como lo dejé la última vez, pude agarrar un pequeño farol y lo encendí con un poco del aceite que llevaba.
Ante mi se encontraba el pequeño santuario que había creado años atrás de 8 por 5 metros, aunque pequeño era acogedor ya que todo lo que había allí lo había creado con mis propias manos o eran objetos que encontré en mi camino.

Entre otras cosas había un bonito cuadro que encontré en un pueblo no muy lejano al castillo, un colchón, 2 antorchas ahora apagadas y 2 baúles que hice con ramas y tablones.
Al ver los baúles no pude evitar soltar una carcajada porque conocía muy bien su contenido.
El de mi derecha contenía objetos personales y cosas a las que les había cogido cariño.
El de mi izquierda sin embargo conservaba todas las armas que los demás pensaban que había perdido o sustituido.
Entre otras allí se encontraba mi fiel escopeta Benelli m4 que aun la conservo desde que empezó el az en aquella maldita ciudad.
También tenía mi querido arco de de madera tallada con el que tanto suelo cazar cuando me voy con Degtyarev de vez en cuando.

El sueño se iba apoderando de mi aunque no debían ser mas de las 7 de la tarde. Eso no me importaba así que apagué mi farol y me tumbe en el colchón, no tarde en quedarme profundamente dormido.
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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 3 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  GioRock Sáb Oct 22, 2011 8:41 pm

La chica me observa con sus grandes ojos, noto el miedo en sus mirada...

- Hola soy Randy.- le digo lo más amistosamente que se, mientras le tiendo la mano. Ella no contesta y me contempla asustada.

En ese momento me veo en su misma situación, yo ahí tirado llorando, con un ojo morado y desando que mi padre vuelva a caer dormido a causa de una borrachera para no recibir otro golpe. Tenía 5 años cuando mi padre me dio mi primera paliza. Mi madre hacia 2 meses que nos había abandonado y mi padre me acusaba de ser el responsable.

Recuerdo insultos y golpes tan claramente que parece que fue ayer cuando los recibí por última vez. El infierno duro alrededor de un par de años. No se como pero al desgraciado de mi padre lo metieron en la cárcel a causa de las brutales palizas que me daba y a mí en un centro donde había más niños, niños normales que por alguna razón han tenido padres como el mío, o incluso peores, jodiendonos así nuestra infancia.

No hice muchos amigos la verdad, prefería estar solo dibujando o jugando con plastilina. Luego al cabo de los meses un nuevo educador llego al centro, era Luis. Un tipo despeinado y algo despistado, pero con un corazón enorme. Desde el primer momento sentí una gran conexión con el. El fue el que me enseño a no odiar el mundo, con su forma de ser, con la ayuda y atención que me otorgaba…

Me agacho asta que me pongo a la altura de la chica:

- Hacemos una cosa, me saldré fuera de la casa, tú te aseas, te tomas tu tiempo y cuando estés preparada para hablar solo tienes que venir a buscarme. - le digo mientras le sonrío.

Salgo de la casa y me apoyo en la pared de la casa mirando al frondoso bosque. Creo que me odia porque e fastidiado su plan…

Mis pensamientos me vuelven a recordar todo lo vivido con Luis.

- Randy, te estas haciendo mayor, y bueno, tienes algún plan para tu futuro?- me dice Luis.
- Quiero ser deportista y ganar tanto dinero que podré hacer un centro nuevo y ayudar a mis compañeros!- le conteste ilusionado

- Eso no me lo quiero perder - me contesta mientras sonríe - pero que te parece venir a vivir conmigo?
- Hablas en serio? - le digo sorprendido y le doy un gran abrazo.

En ese momento escucho la puerta chirriar.

- Me llamo Lisa, si quieres puedes pasar dentro- escucho una voz a mi espalda.

Me levanto y miro a la chica. Lleva puesta una sudadera dos o tres tallas más grande de la que verdaderamente necesita, unos shorts tejanos y unas zapatillas deportivas. Su pelo es largo y recogido con una coleta, algo oscuro pero con el sol se le ve rojizo. La verdad que la chica es guapísima. No me mira directamente, si no que esta mirando al suelo.

Entramos en el pequeño habitáculo y las preguntas empiezan a golpearme en la cabeza, pero me quedo en silencio, no quiero volver a asustarla.

Nos sentamos en una mesa, y le ofrezco algo de comer. Saco una lata de la mochila y la compartimos. Le pregunto de donde es y como llego allí. Me cuenta que es de una pequeña ciudad a unos pocos kilómetros y que llego aquí con su padre escapando de aquellas cosas cuando la infección ya era lo bastante importante.

Se acaba la lata, y aun estoy algo hambriento pero ahora que estoy con Lisa tengo que racionar mas la comida.

Estaba aquí con su padre, pero donde esta su padre? Muerto? O posiblemente era aquel Jinete que vi. alejarse de este lugar? No se como formular la pregunta para hacerle el menor daño a la chica.

- Y bueno, tu padre se fue a cazar con su caballo esta mañana?

La chica hace una mueca de horror, veo como las lágrimas le vuelven a manar de sus ojos. Me cuenta quien era ese Jinete. Fue quien acabo con su padre cuando a este le mordió una de aquellas cosas. Se quedo allí un tiempo, violándola salvajemente casi cada día. También me cuenta que es un experto cazador y que cuando no la violaba leía grandes libros. Pero lo peor eran sus ojos, le aterraban sus ojos... Aquella mañana la había dejado abandonada a su suerte y estaba tan desesperada que vio la muerte como su única salida. Solo que no contó con que alguien la salvara.

Instintamente la abrazo como habría echo Luis conmigo. Se por lo que esta pasando. Intento tranquilizarla. Era extraño, siempre me había visto en la situación de ella, pero esta vez me tocaba a mi dar ánimos. Recuerdo a Luis dándomelos a mi y empiezo a hablar como si el me estuviera ayudando

- Mira, Por muy larga que sea la tormenta en la que vives, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. Así que intenta olvidar todo lo pasado y mirar de frente, ya que así puedes ver a cosas y personas maravillosas.

Noto como me abraza más fuerte mientras escucho un leve “gracias”. Nos quedamos así varios segundos, me siento algo identificada con esta chica. No se si me da las gracias por salvarla de una muerte segura o por entenderla, pero ahora mismo no importa.

Esa tarde la dedicamos a recoger troncos para poder encender la chimenea, sin alejarnos demasiado de la casa. No hablamos mucho pero noto que ella esta algo atenta a mis movimientos, tiene miedo que también la abandone a su suerte. Vuelvo a revisar la valla que rodea la vieja cabaña, creo que no aguantara demasiado si se junta más de un caminante…

A la hora de la cena, Lisa calienta un conejo que había hecho la noche anterior, supongo que lo cazaría aquel Jinete. En el silencio de la noche se pueden escuchar claramente los gemidos de los caminantes que están por el bosque, sabrán que estamos aquí?.

Lisa me pregunta sobre mi vida como he sobrevivido durante este tiempo, le cuento todo pero omito lo de mi padre y lo de Luis, es mejor así. Luego le explico que deberíamos movernos que en esa casa no estamos seguros. Ella me mira y asiente con la cabeza, ahora mismo mire donde mire los malos recuerdos le nublan la mente…

Decidimos acostarnos en la misma cama, el frío entra por todos los huecos de la vieja casa y creo que así Lisa estará mas tranquila. Me quedo mirando el techo asta que compruebo que Lisa esta dormida. Pienso en que mañana tendremos que recoger toda la comida que podamos llevar y tenderemos que salir de aquí. También pienso en aquel Jinete que me describió Lisa...

Noto como el sueño se empieza a apoderar de mi...

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Mensaje  mjolnnir Dom Oct 23, 2011 1:06 am

Derek oyó un ruido de coches y gente gritando. Salió del granero, dónde estaba fumando y trazando un plan para la nueva incursión cuando se quedó anonadado con lo que vio. Un grupo de gente había robado todos los vehículos y sustraído la mayoría de provisiones, armas, y demás objetos de importancia. Alcanzó a ver al otro lado del refugio a Blake y Nikola, ambos con cara estupefacta. No era capaz de adivinar lo que estaba pasando hasta que algunos individuos de ese grupo empezaron a disparar contra los que intentaban detenerlos. Vio como Max disparaba por la ventanilla del coche, acertando a Sergio mientras corría tras ellos. Vio también como Nikola salvaba a Blake de ser arrollado por un coche. Muchos de los hombres del refugio intentaron detenerlos por el camino y en la puerta, pero los vehículos eran más resistentes e iban a más velocidad, sin contar que llevaban la gran mayoría de las provisiones y las armas.

Una gran batalla tuvo lugar, y perdieron los que decidieron quedarse en el refugio. En última instancia Derek intentó reventar los neumáticos con su pistola pero con total fracaso. Los vehículos a gran velocidad se dirigieron hacia la puerta y la destrozaron, huyendo a gran velocidad y dejando grandes estragos y destrucción a su paso.

Derek echó un vistazo a su alrededor: en la traidora y precipitada huída se había sembrado la muerte. La mitad o quizás menos de la gente del refugio había huido, y de los que se quedaron apenas quedaban unos pocos. Contando a Nikola y Blake y el mismo, quizás deberían haber 3 o 4 personas más, algunas de ellas heridas, pues los demás habían muerto intentando detener la huida con fatal resultado.

Echó una mirada rápida al almacén, en gran parte derruido, preguntándose qué provisiones habrían dejado e imaginándose si quedaría alguna arma a parte de las personales de cada miembro del grupo.
Se dirigió corriendo hacia Blake y Nikola, totalmente exaltado, preguntando un montón de cosas a la vez que tendía la mano a Blake. Éste la rechazó con un manotazo, y se levantó como una exhalación y una actitud de ira en la cara que Derek recordaba pocas veces haber visto antes. Le tendió la mano a Nikola, que la aceptó agradecido, y les planteó la pregunta que seguramente rondaba por todas sus cabezas ahora mismo:

- Qué cojones ha sido todo esto? Y lo más importante, que vamos a hacer ahora?


Última edición por mjolnnir el Dom Oct 23, 2011 3:13 pm, editado 1 vez
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Mensaje  SkyFlames Dom Oct 23, 2011 3:30 am

Blake entró a la sala con una rabia tal que no tenía comparación alguna. Pateó la mesa y arrojó todo lo que había encima al suelo. Tomó una silla y la arrojó por la ventana. Viendo que destruir el refugio no llevaba a ningún lado, optó por darle puñetazos a la pared con su única mano sana. Logró lastimarse considerablemente y dejo un hueco del tamaño de sus nudillos. Para culminar, dio un grito de furia tal que se le marcaron las venas del cuello. Podía sentir que corría un hilo de sangre de su boca, causado por morderse el labio.

¿Qué acaba de pasar? Bueno...

Flashback

- ¿¡QUÉ MIERDA HACEN?!

Blake se incorporó, pero Nikola tiró de su abrigo y lo derribó.

Un último vehículo cruzó justo delante de él, con clara intención de arrollarlo.

Era la segunda camioneta más rápida del refugio, aunque no funcionaba muy bien.

Detrás, en la caja de la camioneta, repleta de rifles, metralletas y demás, iba Leo.

Sonrió con malicia a Blake, mientras lo apuntaba con su rifle Remingtón 7400.

Blake movió la cabeza un lado, esperando lo peor.

Si fue por suerte o por destino, no se sabé. Pero la camioneta chocó una roca y provocó que Leo perdiera el equilibrio, no logrando un tiro certero, aunque dando en un lugar bastante próximo al hombro derecho de Blake.

Seguido de eso, varios miembros del refugio dispararon en un infernal tiroteo, aunque la única baja fue una herida en el brazo provocada a Sergio. Los tres vehículos escaparon.

Fin del flashback.

Nikola entró corriendo junto con Derek a la habitación.

- ¡Blak...! - Su grito fue ahogado al ver el desastre en la habitación.

Parecía como un huracan hubiera pasado por allí, las marcas de puño en la pared estaban ligeramente manchadas de sangre, al igual que la camiseta de Blake, quien yacía sentado en una silla con ambas manos sobre su cabeza.

- ¡ARGHHH! - Gruño una vez, Nikola y Derek se asustaron.

- ¡HIJOS DE PUTA! ¡LOS PERSEGUIRÉ Y MATARÉ YO MISMO! ¡MALDITOS TRAIDORES! - Blake continuó con blasfemias que harían desmayar a una religiosa.

Nikola y Derek fueron pronto acompañados por Chris y Nicolas se les unieron pronto.

Chris parecía a punto de decir algo mientras ahogaba un grito. Blake se incorporó al verlo y dio pesados pasos hacia él. Adivinando sus intenciones, Nikola se interpusó, pero Blake ya no reconocía amigos o enemigos.

Colocó una mano sobre el hombro de Nikola y lo empujó a un lado, derribándolo de inmediato. Seguido a eso, tomó las solapas de la camisa de Chris y lo acercó a él.

Derek y los demás ni siquiera pensaron contenerlo.

- ¡¿TÚ TAMBIÉN ERES UN MALDITO TRAIDOR COMO ESE HIJO DE MIL PUTA DE MAX NO!?

- ¡N... No, Blake no tengo nada que ver! - Chris tomó las manos de su apresor intentando liberarse.

Blake llevó la mano a la parte trasera de su cinturon y tomó su revolver, colocándolo debajo del cuello de Chris.

Chris estalló de ira ante la ridiculez de la situación.

- ¡¿Crees que me hubiera quedado de estar con ellos?! ¡¿Eh?! ¡¿Qué lógica encuentras en eso idiota?!

Blake resopló lleno de ira, fulminando a Chris con la mirada y con los demás tensos ante la situación.

Lo soltó y arrojó el arma al otro lado de la sala. El hilo de sangre de su boca seguía corriendo.

Todos permanecieron en silencio por algún tiempo. Esperando.

El Doctor Nicolas fue el primero en hablar.

- Sergio está herido de bala, no sabemos cuantos más fueron alcanzados en el fuego cruzado...

Blake ni siquiera volteó. Nikola asumió su responsabilidad como segundo al mando y contestó.

- Encárgate, por favor. Lleva a Derek por si necesitas ayuda... Chris, sé que debes estar confundido, pero debo pedirte que registres la armería para ver que nos queda...

- S... Sí...

Los tres se retiraron, dejándolos solos a él y Blake.

Nikola tomó un largo suspiro y dijo.

- Debemos ir trás ellos... Sin esa munición ni provisiones no duraremos mucho... Es probable que también llevaran las medicinas...

Se volteó hacia el exterior.

- No se llevaron la última camioneta, debe ser porque tú eres el único que tiene la llave... Podríamos usarla...

- Llama a Nicolas cuando acabe... Para que me quite este vendaje...

Nikola se sintió impactado. Blake siempre resistía a sus pedidos de que se tratara la mano.

- Quiero estrangular a esos traidores con ambas manos, sentir como mueren con estas manos.

Nikola no dijo nada. El Blake de ahora era mucho más sombrio que el que conocía. Y mucho más aterrador.

Nikola salió de allí, camino a ver como estaba Sergio.

Después de unos minutos, Blake salió también. Había fumado varios de los cigarrillos que mantenía ocultos en su habitación.

Sin mediar palabras alguna, Nikola se unió a él en su caminar. Ambos se dirigieron al arsenal para ver por sus propios ojos que les quedaba.

Vieron a Chris ordenando las armas y clasificando las balas. Al verlos entrar sólo bajo la mirada, algo enfadado y algo deprimido. Su mejor amigo en el refugio no había dudado en dispararle a quemarropa, sin importarle si lo mataba.

Entonces recordó algo.

- Blake.

- Qué

Blake no parecía avergonzado por su comportamiento previo. A Chris no le importó.

- Leo se escabulló anoche a la madrugada, me dijo que tenía que salir a estirar las piernas. Antes me había dicho si alguna vez había pensado en irme de aquí. Le dije que confiaba en que este era el mejor lugar para estar. Siempre parecía irritarse cuando lo decía. Debe ser por eso que me dejo afuera de todo.

Blake no cambió su expresión.

- Es un renacuajo, igual que tú. Sólo que a él lo aplastaré y a ti no... por ahora.

El silencio se hizo presente. Pero entonces la peor pesadilla de Blake se materializó.

- ¡PODRIDOS! ¡PODRIDOS! ¡Se acercan! ¡Un enjambre de podridos!

Vieron a un miembro del refugio gritar mientras se acercaba corriendo.

Blake tomó su rifle, unas cuantas municiones y salió seguido de Nikola. Le dio la orden a Chris de distribuir las armas

- ¡PREPARÉNSE!

El grito retumbó por toda la granja. Se encargaría de los traidores luego. Por ahora, debía proteger lo que le quedaba. Además, aún no podía irse. Estaba esa caja en su habitación, aquella que había traído aquel día que llegó al refugio, aquella que no podía dejar olvidada...

Corrió hacia la sala y subió las escaleras hacia su habitación. El escándalo y el miedo llenaban el refugio. Podía escuchar los gritos desde el interior, el ruido de los disparos. Definitivamente, este lugar no tenía futuro alguno.

Llego a su habitación, se arrastró bajo la cama y movió la tabla falsa, tomando la caja. Como había hecho en el pasado, comprobó que contuviera aquel objeto preciado. Sonriendo al escuchar el ruido, lo puso en la mochila en la que llevaba las municiones. También tomó unas llaves que yacían en un cajón de su cómoda, y salió al exterior.

Sabía que no podía llevarlos a todos, por lo que su escape sería silencioso. Nikola se opondría a dejar a los demás, tal vez también Derek y los demás, pero algo era verdad: La camioneta sólo tenía cuatro asientos, y ninguna caja trasera.


---


Que Nikola y Derek interactuen con Blake para marcharse del refugio así no hago esto un monólogo... Y el Doctor Nicolas también, aunque sea bot lo necesitó más adelante...
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Mensaje  Kealah Dom Oct 23, 2011 4:03 pm

Después de que el extraño forastero la salvase la vida, Alicia volvió al castillo. No encontró podridos durante el camino de vuelta pero una extraña sensación pesaba sobre ella. Todavía no sabía cómo había acabado con ocho zombies en tiempo record y sin apenas cansarse pero, un niño la derrotó. Si no hubiera llegado Edmundo...

En ese momento, la tristeza y la pena la conviertieron en su presa y fue conciente, en ese momento, de que había intentado suicidarse. Era una realidad, vergonzosa, pero era una realidad. Salir en medio de la noche sola, sin armas, al encuentro de los zombies, era una muerte casi segura. Si el Jinete no hubiera estado allí, ella a estas horas, seguramente formaría parte de ese ejército de no muertos.

Llegó a su cabaña, la sangre aún hervía en su cuerpo pero sintió unas incontrolables ganas de echarse a llorar. Se apoyó en una de las paredes exteriores, la que daba al bosque y quedaba fuera de la vista de todo el mundo. Sacó de su mochila una pequeña camiseta que había pertenecido a su hijo y la abrazó, la abrazó tan fuerte que se hizo daño en los dedos y lloró, lloró hasta que no quedaron más lágrimas en su ojos.

El invierno había caído sobre el castillo y las primeras heladas caían sobre los hombros de Alicia, cubiertos por un jersey de lana, lleno de sangre y porquería. Empezó a sentir frío y, en ese momento, decidió que todo lo que había pasado el día anterior lo dejaría atrás. No volvería a pasar lo que había pasado esa noche. Afrontaría la muerte de su hijo con dolor pero seguiría adelante. No solo por ella, sino por las 25 personas que aún seguían con vida en el castillo.

Entró en la cabaña. Arturo estaba despierto, vestido y dando vueltas por la habitación, visiblemente preocupado.

- ¿Dónde has estado, Alicia? - Dijo dándose la vuelta. Al hacerlo, se llevó una sorpresa al ver a Alicia. Su mujer, siempre sonriente, feliz y aseada, estaba cubierta de sangre y otras materias que no podía identificar. Dos surcos recorrían su cara, eran los restos de lágrimas pasadas. Corrió hacia ella y la abrazó. -¿Estás bien? ¿Qué has hecho? No puedo perderte a ti también.

- Yo... Yo.... - Balbuceó Alicia- Estoy bien- Y le contó lo sucedido. - .... Si ese forastero no me hubiera visto, ahora estaría muerta. No cuentes nada de lo sucedido, prometo que no volverá a suceder. Estaba dolida y necesitaba venganza. Sólo salí a buscar lo que me pertenecía.

- Ali, duele mucho, no sé por lo que estás pasando pero Fernando también era mi hijo y le quería pero ya no está. Yo sí estoy aquí, contigo y no me separaré de ti en ningún momento pero necesito que estés bien aunque sientas dolor. Y toda esta gente te necesita porque no debes olvidar nunca que eres SU líder.

- Mantenme vigilada, haz lo que creas conveniente pero la Alicia de esta noche se ha ido, solo necesitaba encontrar lo que buscaba pero ya lo encontré. Estar cerca de la muerte me hizo ver las cosas de otra manera. - Le abrazó.

- Vamos a quitarte toda esa porquería de encima - Dijo Arturo llevándosela a la ducha.

No hubo más palabras. La desvistió, la metió en la ducha y la lavó. Sin decir nada más, solo ayudándola y estando ahí. Por dentro, ALicia sonreía, queria a ese hombre más de lo que jamás hubiera pensado y el sentimiento era mutuo. Sin embargo, por alguna razón, decidió omitir su conversación con Edmundo Dantés. No sabía qué necesitaría de ella en un futuro pero no quería que nadie supiera que estaba a merced de un recién llegado, ni su marido. Se metieron en la cama y la abrazó hasta que Alicia se quedó dormida.

*********************************************************************************

Arturo se levantó de la cama justo después de que Alicia se quedara dormía. Sentía mucho la muerte de su hijo, estaba desolado pero ella estaba allí y no iba a permitir que nada ni nadie se la arrebatase pero era normal que ella estuviera así.
Se dio una ducha rápida, se cambió la ropa y se arregló la barba frente al espejo. Salió de la cabaña. Estaba dispuesto a ir a hablar con el Jinete. No tardó mucho en localizarlo en una de las cabañas. Estaba en la parte trasera afilando su espada.

Le contempló durante unos minutos antes de ir a hablar con él. Era esa clase de hombre en el que se podía confiar, siempre que uno tuviera en cuenta que lo primero para él eran sus propios intereses. Bajo esas premisas, se acercó al Jinete.

- Buenos días, Edmundo - Dijo Arturo- Mi nombre es Arturo.

- Sé quién eres. Las noticias corren rápido por un lugar tan pequeño. ¿Qué querías?

- Nada en especial. - Dijo sin que su sobresalto ante la respuesta tan escueta y a la vez tan llena de detalles del Jinete. - Sólo quería agradecerte lo que hiciste en el bosque por mi mujer.

- No tienes nada que agradecer.

- Desde luego, estamos en deuda contigo.

Se marchó por dónde había venido. Sabía que aquellas palabras no debía haberlas pronunciado pero... lo hizo.

Aquella mañana sería dura pero lo primero era ir a hablar con Michael Sykes. No habría nadie mejor que él para echar un vistazo a su mujer cuando él no pudiera estar con ella.

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Mensaje  mjolnnir Dom Oct 23, 2011 6:02 pm

El Doctor Nicolas fue el primero en hablar.

- Sergio está herido de bala, no sabemos cuántos más fueron alcanzados en el fuego cruzado...

Blake ni siquiera volteó. Nikola asumió su responsabilidad como segundo al mando y contestó:

- Encárgate, por favor. Lleva a Derek por si necesitas ayuda... Chris, sé que debes estar confundido, pero debo pedirte que registres la armería para ver que nos queda...

- S... Sí...

Nicolás y Derek intercambiaron una mirada mucho más significativa que todas las anteriores, cargada de interrogantes, planteamientos, ideas y mucho más, pero sabían que no era el momento de resolverlas, así que dejaron que Chris marchase a comprobar el arsenal y se dirigieron ambos a fuera, quedándose desolados otra vez a causa de la destrucción.

- A ver, deberíamos primero hacer un recuento de las personas que se han quedado y juntarlas a todas en un mismo sitio - empezó el doctor - así será más fácil tratarlos y la gente que esté bien puede ayudarnos. Los fallecidos, que espero que no sean muchos, también debemos traerlos pero los dejaremos más apartados y cubiertos con algo. Tampoco quiero que la gente vea un espectáculo macabro. Las preguntas las dejamos mejor para después y para Blake, te parece?

- Sí, doc. A mandar. Primero tenemos que ocuparnos de los heridos cuanto antes, aunque tampoco debemos descuidar los destrozos - asintió Derek, y empezaron cada uno por su lado a recoger a los heridos y a la gente que estaba desperdigada por ahí poniéndolos a todos en frente del edificio principal a ayudar en todo lo que fuera posible.

Derek encontró a Sergio tumbado en el camino principal sujetándose el hombro, de donde le manaba sangre. Por su cara Derek pudo saber que esa herida no era solo de hombro, sino que podía ser también de clavícula. Le animó con unas pocas palabras, respondidas con palabras agrias, y tras ayudarlo a ponerse de pie, lo acompañó hasta la zona de reunión.

Entre ambos estuvieron una media hora recogiendo heridos y gente. Por fortuna para ellos, los heridos en general estaban bastante bien, quizás los más graves eran Sergio por el tiro del hombro y otro con una pierna rota a causa de un camión. Habían 4 heridos más, y 5 personas que únicamente necesitaban ayuda médica muy leve. Entre todos se pusieron a socorrer a los heridos, con el doctor Nicolás a la cabeza gritando órdenes e imponiendo paz y tranquilidad.

Derek ordenó a 3 personas que empezaran a montar guardia y a reparar la barricada, pues para desgracia de todos, temía lo peor: que con todo el ruido que habían hecho los muertos se habrían dado cuenta de su posición. Mientras coordinaba su trabajo de enfermero con el de reparador de barricadas escuchaba las conversas entre los miembros del grupo, la gran mayoría bastante pesimistas:

- No tenemos armas ni provisiones...

- No podremos aguantar mucho aquí...

- Las barricadas están destruidas, en cualquier momento aparecerán por aquí.

- Habéis visto a Blake? Está muy furioso, sabiendo como es el quizás lo pague con nosotros...

Derek dirigió una mirada a cada una de esas personas, incapaz de pensar como después de todo lo que había hecho Blake por ellos aún le echaran la culpa, y estaba intercambiando unos breves comentarios intentando alegrarlos cuando apareció Nikola preguntando por él y por el doctor. Dejaron el mando a un chico joven y acordaron reunirse con ellos en el arsenal, donde Chris pasaba lista a las armas que habían dejado.

De camino hacia allí oyeron lo que más temían:

- DONG, DONG, DOOOOOONG! Podridos! Podridos! Preparaos para la batalla, todos a vuestros puestos!

Nicolás y Derek empezaron a correr hacia el arsenal, donde Blake ya estaba gritando e impartiendo órdenes a destajo:

- Chris, reparte esas armas a toda la gente que esté capaz de empuñar una. Los quiero a todos en la barricada!

Luego lo vieron correr hacia el edificio de las habitaciones, y ambos se miraron extrañados. Hablaron con Chris rápidamente, que ya había empezado a repartir armas y a hacer lo que Blake le había dicho, y tomaron ambos algunas armas. Derek guardó su pistola en el cinturón, tomó una katana que se puso a la espalda y un pequeño subfusil con silenciador junto con algunos cartuchos. Por su parte Nicolás tomo únicamente una escopeta y una pequeña pistola con más munición. Juntaron toda la munición en una bolsa que llevaban y cargados como pudieron fueron en busca de Blake.

Lo encontraron saliendo de su habitación, con la mochila de emergencias (que todos estaban obligados a tener preparada en caso de emergencia) a su espalda y con su fusil y todo preparado para partir.

Los dos le miraron inquisitivamente, pero Nicolás fue el primero el preguntar:

- A dónde vas? Qué está pasando?

Derek vio una parte del llavero del coche que quedaba en el bolsillo de Blake, pero se negaba a creer lo que estaba pensando, Blake no podía ser así. Le dirigió una mirada inseguro, y aguardó a su respuesta.

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Mensaje  SkyFlames Lun Oct 24, 2011 3:14 am

Blake encontró su camino bloqueado por Derek. Lanzando un fuerte resoplido similar al de un toro, habló con toda honestidad.

- Escucha. Me voy de aquí, en busca de los desgraciados que acabaron con mi hogar. Si quieres venir bien. - Blake tomó su revolver del suelo, comprobó la munición y quitó el seguro. - Pero si te pones en mi camino, entonces...

Blake lo fulminó con la mirada. La adrenalina corría por sus venas. Le decía a gritos que diera un puñetazo al obstáculo y saliera corriendo. Pero no. Aunque fuera una parte muy diminuta, en su interior algo le decía que no podía hacer esto solo.

- ¿¡!? ¿¡Dejaras a todos!? - Derek se turnaba entre mirar a Blake y al inminente desastre a sus espaldas. Los podridos se habían acercado a una velocidad anormalmente rápida, golpeando la barricada y gruñendo en busca de carne. No podía creer lo que escuchaba.

Era inteligente, sabía que sólo había una camioneta, pero aún así...

Blake estaba perdiendo la paciencia. Pero intento apelar al instinto de supervivencia de Derek una vez más...

- Vivir o morir. Yo elijó vivir. Aún en esta profunda mierda en la que estamos, no puedo morir. No todavia. - Blake bajó el revolver. - Lo diré una última vez. Vienes. O me dejas pasar.

Derek se llevó las manos a la cabeza, dando una mediavuelta abrumado por la presión y la adrenalina. El temor a la muerte, la empatía por sus compañeros. La verdad contra la esperanza. Se libraba un conflicto moral en su interior.

- MIERDA. - Tomó su rifle y salió al exterior, dedicándole una mirada de furia a Blake. No era furia hacia él. Sino hacia la cruda realidad. Sólo había una opción razonable, nadie hubiera podido tomar otro camino. - ¡VAYAMOSNOS DE UNA VEZ!

Blake sonrió amargamente. Siguió a Derek hacia la camioneta. Se encontraba en una zona que estaba reservada para los coches, por supuesto, sólo Blake tenía la llave del último vehículo. Corrieron cuidándose del fuego amigo. Los podridos parecían a punto de romper la barricada.

* * *

Nikola había agrupado a los miembros del refugio frente a la barricada. Disparaba cuidando cada bala como oro. Un tiro, un zombie muerto. Tres tiros, otro caido. Dos tiros, tres tiros, cuatro tiros. Contaba las balas y maldecía con la velocidad con la que su cargador se vaciaba. Pronto se quedó sin municiones, pero no quiso recurrir a su rifle. Corrió hacia el Dr. Nicolas, quien llevaba a Sergio a cuestas.

- ¡¿Dónde está Blake?! - Preguntó al desorientado medico. Este por supuesto no sabía la respuesta.

- Lo vi salir de la sala con Derek. Tal vez...

- ¡ARGH! - Sergio gimió de dolor.

Lo reposó contra una pared en el suelo.

- ¡Resiste, Sergio! ¡Mierda, si tuviera mi equipo aquí! - Nicolas intentaba pensar en algo mientras rompía el vaquero del herido. Quería examinar el improvisado vendaje a base de tela que había hecho. La herida empeoraba. La sangre fluía a borbotones.

- ¿¡Dónde esta el botiquin!? - Preguntó Nikola.

- ¡En mi habitación, el primer piso de la granja! - Nicolas se quito su abrigo y ató a la pierna de Sergio.

- ¡ARGHHHHHHHH! - Sergio cerraba los ojos de dolor, sus ojos estaban húmedos de lágrimas, pero se resistian a llorar.

- ¡Aguanta! - Nikola tomó su rifle y salió corriendo a la granja, pasó junto a la barricada que en ese momento.

¡CRACK!

Cedió. Los zombies empezaron a entrar.

Vio con terror como uno de los podridos se abalanzaba encima de un sobreviviente, lo mordia la carne del rostro dejando el rojo músculo al descubierto. Gritando de desesperación a su compañero, pidió ayuda. Este disparó al infectado, pero él ya había sido atrapado. Otro podrido con la apariencia de un joven de unos ventitantos años le mordió el cuello, el arma disparaba hacia el cielo y lugares poco certeros. Los demás sobrevivientes empezaron a correr en desesperación. La sangre fluía como lluvia. Los gritos de dolor. Nikola se sintió paralizado. Un podrido que alguna vez había sido una mujer acerco tambaleante hacia él. Ni siquiera levantó su arma, estaba en shock. Pero alguien lo quitó de su espanto.

- ¡NIKOLAA! ¡REACCIONA! - Chris disparó al podrido, derribándolo, y corrió hacia Nikola.

Este recordó lo que debía hacer. Dio una mirada a Nicolas y este negó con la cabeza. No había tiempo para curar heridas.

- ¡Sergio, agarrate de mi cuello! ¡Vamos, hombre, arriba! - Intentó levantarlo con todas sus fuerzas.

Chris y Nikola disparaban a los podridos que cruzaba por el hueco mínimo de la barrera. Unos pocos refugiados cubrían otra parte de la barricada. El caos era inminente.

- ¿¡Ahora qué!? - Preguntó Nicolas con un semi-consciente Sergio colgando de su hombro.

Chris habló sin siquiera voltear.

- La camioneta. Es nuestra única oportunidad. Blake nos debe estar esperando, lo sé.

- ¡No entraremos todos! - Protestó Nicola.

Chris se quedó sin munición y dejo caer el rifle. Sacó su cuchillo de su bolsillo.

- No moriré aquí. - Sin decir nada más, empezó a correr esquivando los podridos hacia la zona de estacionamiento.

- ¡MIERDA! - Nikola se sentía impotente. Tomó el otro brazo de Sergio y ambos fueron trás Chris.

Los demás refugiados no debían conocer su plan. Si veían al consejo del refugio dejarlos, la conmoción provocaría un estado de ley marcial. Todos se matarían por un asiento en el vehiculo. Nicolas notó esto y gritó a un refugiado que miró intrigado como llevaban a Sergio.

- ¡Iremos a buscar a Blake, Sergio no aguantará mucho aquí! ¡No dejen que avancen!

El refugiado no se preguntó porque irian a buscar a Blake detrás de la granja. Sólo asintió y continuó disparando. - ¡QUE NO AVANCEN! ¡BLAKE ESTÁ EN CAMINO! - Gritó a los demás. El nombre de su lider les daba el coraje de seguir, Blake siempre solucionaba todo.

Y solucionará esto. Pensó Nikola. Aunque los demás no eran tan optimistas como él.

* * *

Blake y Derek llegaron al vehículo en cuestión, aunque tenían las llaves, Blake vió el vidrio roto. Alguien había intentado abrir su camioneta.

Sin embargo, allí estaba. El sagrado vehículo de escape. Mientras se regocijaba pensando en que pronto todo habría acabado, vio a Derek caminar intranquilo.

- ¡Iré por los demás! - Gritó Derek, pero Blake lo agarró de la camisa y detuvó.

- NO. Si das la voz de alarma de que nos escaparemos, todos intentaran subirse al vehículo. ¿¡Tiene sólo lugar para cuatro, sabes?!

Derek sentía una ira descomunal en su interior. No. Impotencia. Eso era lo que sentía.

Blake se sentó, pusó la llave en su lugar. Pero en ese momento...

- ¡Arrancaras esta mierda y nos iremos de aqui, escuchaste!

Un tipo puso una pistola en su sien. Al parecer se había ocultado en el asiento trasero, esperándolo.

Blake intentó ver por el retrovisor pero el tipo apoyó el arma con más presión.

- ¡ARRANCA! - Gritó. - ¡ARRANCA O TE METO UN TIRO AHORA MISMO!

Derek se volteó sorprendido.

- ¡TE MUEVES Y SE MUERE! - Derek se congeló en el lugar. - ¡TIRA EL ARMA!

Viendo el rostro de miedo de Blake, obedeció. Arrojó el rifle a un lado. Esperó lo mejor.

- ¡ARRANCA HE DICHO! - Le gritó al oido a Blake. Este permanecia callado, sintiendo el sudor frio en todo su cuerpo. Puso la llave en su lugar. Y arrancó el motor.

* * *

Nicolas y Nikola llevaban al cogeante Sergio agarrado a sus cuellos. Escucharon la barricada a su lado romperse.

Nikola actuó en reflejó y dejo caer a Sergio, sacó su rifle y disparo a los podridos. Dos cayeron pero uno más se acercó a él, no teniendo suficiente espacio para un tiro a la cabeza, dio un culetazo con su rifle, derribándolo. Ya en el piso, aplastó su cráneo con el rifle hasta que los sesos se esparcieron y el cuerpo paró de moverse.

- Espera.... Esp... Espera... - dijo Sergio - Dejenme aquí... aquí estoy bien... Gracias... - Se soltó y dejo caer de los brazos de Nicolas.

- ¡NO! ¡El vehículo está a unos metros, vamos! - Nicolas insistió.

- No... Estoy bien... aquí... aquí... estoy... aquí... bien, estoy.... aquí... - Nicolas notó que empezaba a perder la consciencia. Vió como sacaba su pistola de su cinturon. Adivinando sus intenciones, Nicolas inmovilizó su mano. - ¡DEJAME! - le suplicó Sergio.

En ese momento...

- ¡Se escapan! ¡Abran fuego! ¡Se llevan la camioneta!

Los tres miraron en dirección al estacionamiento. Y sí, la camioneta estaba parada, aunque en marcha.

- ¿¡Blake!? ¿¡Qué mierd...!?

Ese momento de distracción fue suficiente para Sergio. Se llevó la pistola a la boca y apretó del gatillo.

- ¡CARAJO! - Nicolas lo soltó, con su remera manchada de sangre. Sus nervios ya no resistian.

Nikola apeló a toda su frialdad para tomar la pistola de la mano muerta de Sergio y tirar del brazo de Nicolas, debían irse.

* * *

Un puño rompió la ventana del auto. Dio en el blanco, se podría decir, ya que arrojó a un lado al tipo que se encontraba en el asiento trasero. Blake no vaciló y tiró de la mano del sujeto hacia adelante, saliéndose de la línea de fuego. Este disparó varias veces, pero sólo logró romper la puerta del vehículo y el piso. Alguien más tiró de él hacia atrás, segundos después escuchó como el familiar sonido de un corte en carne humana. El brazo perdió toda fuerza, y Blake le quitó el arma. De inmediato apuntó al exterior del vehículo, preparándose para lo peor.

- ¡Tranquilo! ¡Soy yo! - Vio como Chris levantaba las manos en el aire, con el cuchillo ensangrentado en una de ellas.

Blake bajó el arma. - Saca el cuerpo y métete dentro.

- De donde yo vengo se dice 'Gracias', ¿sabés? - Chris abrió la puerta y quito el desollado cuerpo del refugiado. - Pobre Travis, se dejó llevar por la emoción.

Blake lo miró con despreció. - Gusano.

A los lejos se escuchaban gritos y ruidos de metrallas. - ¡¡SE ESCAPAN!! ¡¡SE LLEVAN LA CAMIONETA!! - Seguido de eso, pareció como si todas las armas del refugio hubieran cambiado su dirección y disparado a ellos. Chris se afianzó a un lado de la camioneta y apeló a toda su puntería y a su mira de caza para dar a dos tipos que se encontraban encima del techo. Derek entró en pánico y se metió al vehículo.

- ¡Entrá! ¡Si dan al motor estamos muertos!

Chris estaba dando la vuelta cuando un tirador acertó un disparo. Chris se desplomó sobre el suelo, dejando caer su rifle.

Blake entró en desesperación, observó como a la distancia corrían Nikola y el Doctor, con sus armas bajas, no pensaban dispararle.
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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 3 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  DarkHades Lun Oct 24, 2011 3:46 am

- Son las siete de la mañana, ¿qué haremos? - Preguntó uno de los voluntarios, en total con Degtyarev eran seis exploradores.

- Buscaremos supervivientes y cualquier cosa que nos sea útil en los alrededores, ordeno el uso de armas silenciosas de fuego, armas romas o filosas, pero nada de armas ruidosas no silenciadas. - Dije en voz alta el plan para que todos los voluntarios lo oyera fuerte y claro.

Miré a los voluntarios, un hombre de mi tamaño, Ucraniano de cuarenta y tantos años, canoso, vestido a lo motociclista, armado con una gran barra de acero y un revolver calibre treinta y ocho. Los gemelos pelirrojos Boone de Holanda, ambos vestidos de la misma forma con una musculosa negra con un diablo rojo en el pecho de la misma y unos jeans azules con zapatos negros. Laryssa Clarke, la yanqui de Texas de metro sesenta y dos, pálida, con una camisa a cuadros celeste claro y unos vaqueros blancos sucios, un sombrero de vaquero y unas gafas imponentes, francotiradora, si no me equivoco la mejor del refugio.

- Tengo planes para ti si llegamos a encontrar algún asentamiento, nos darás cobertura. - Le digo.

- Yes, me parece bien.

Por último pero no menos importante, el boxeador Argentino Sergio Morales, de metro ochenta, ¿sus armas? dos puños con pinchos a los cuales ya he tenido el honor de verlos en acción en las prácticas.

- Nuestro grupo está listo, será mejor que nos vayamos, yo iré al frente, no se separen en ningún momento.

Los centinelas abren la gran puerta y el grupo se interna hacia el bosque. Horas antes me despedí de Emmy, eran las cinco de la mañana y estaba ya en la cocina preparándome el desayuno, al parecer se enteró por boca de alguna amiga suya que saldríamos a buscar gente.

- ¿Café? no sabía que teníamos. - Le dije mientras me vestía con la ropa que encontré un día atrás.

- Siempre guardo lo mejor para ciertas ocasiones y hoy necesitas de mucha energía. - Me dijo esta con una gran sonrisa.

- Guardas lo mejor dices...cuando regrese habrá momentos especiales en los que tendrás que sacar a relucir lo mejor Emmy. - Digo yo sentándome en la mesa, ella se sienta al lado mio con la taza de café y un gran trozo de pan con miel.

Me cuenta algunas historias sobre lo que está pasando, sobre Alicia, Carlos, la gente del castillo, incluyendo a ese sujeto nuevo con la espada. Luego de las historias, de varios besos y de prometer que volvería me largo con el rifle mosing nagant y el machete de siempre.

- Tengo un mal presentimiento sobre esto... - Murmura el cazador mirando a nuestro alrededor.

- ¿Demasiado silencioso? - Pregunta el Ucraniano.

- No, demasiados cadáveres recientes. - Murmuro yo mirando los cuerpos que están a nuestro alrededor. El cazador asiente.

- Así es, no se si son zombies o personas sanas por así decirlo.

- ¿Qué más me puedes decir? - Pregunto yo, quiero saber qué ha pasado aquí en esta parte del bosque.

El cazador mira detalladamente la escena, las heridas de los cadáveres, la hierba, todo, no se le escapa ni un detalle.

- Dos personas estuvieron aquí, estos eran zombies, por sus heridas viejas, pero hay unas recientes, el niño pequeño fué decapitado por un objeto filoso, estoy casi seguro que fué por una espada. Lo que te puedo decir de la otra persona era que llevaba zapatos deportivos y posiblemente fuera esa persona la que utilizó un objeto romo contra los zombies, un martillo, palo de golf, no lo se con exactitud.

- Una espada, zapatos deportivos, martillo o palo de golf, ¿algo más? - Pregunto yo analizando lo que me dice el cazador.

- Lo siento, no te puedo decir nada más.

Me quedo unos segundos en silencio hasta que Laryssa me despierta de mis pensamientos.

- Deberíamos movernos. - Dice con su español casi perfecto.

Le sonrío y asiento, todos nos alejamos de la escena de combate, dos personas estuvieron aquí, ¿pero quienes exactamente?

Seguimos caminando todos juntos, sin separarnos demasiado, a la cabeza voy yo junto al cazador armado con su arco profesional.

- Una rubia le da la cámara a un sujeto y le dice sácame una foto, el sujeto echa a correr con la cámara y la rubia le dice nooooo de tan lejos no va a salir bien.

Risas, los gemelos están contando chistes.

- Estén atentos. - Les ordeno mirándoles de reojo.

- Hombre queremos ayudar pero...

- Degtyarev, al frente, parece un puesto de guardabosques. - Dice Morales, miro delante mio y veo una pequeña torre de madera, parece precaria.

- Vamos.

Corremos hasta la torre de guardabosques, parece completamente deshabitada, yo mismo me ofrezco para subir pero me quedo atónito al ver que no puedo llegar a la escalera de madera rota ni saltando.

- Que alguien se suba encima mio y compruebe el puesto de guardabosques.

- I, yo lo haré. - Dice Clarke que inmediatamente se sube sobre mi y alcanza con gran éxito los escalones de madera.

- Veré que hay ahí arriba y también veré la zona en busca de algún otro asentamiento.

- Usa el walkie-talkie si encuentras algo. - Ordeno.

Nos quedamos con el resto del grupo esperando respuesta alguna, arriba no se oye sonido alguno, me estremezco cuando suena el walkie.

- Tengo el cadáver del guardabosques, un armario lleno de comida enlatada para algunos días y un radio que parece que funciona. - Dice la francotiradora.

- Necesito que seas mi ojo y me digas todo lo que ves desde ahí arriba en el inmenso bosque.

- Dame unos segundos...

Silencio.

- Si no encontramos a nadie me sentiría muy decepcionado. - Dice Sergio Morales el boxeador.

- Encontraremos a alguien, tranquilo. - Gruñe el Ucraniano.

- Degtyarev responde... - El walkie-talkie tiene interferencias.

- Clarke dime lo que ves.

- Noroeste de nuestra posición, pequeña casucha protegida por una verja contundente, en la pequeña ventana veo a una chica sentada en una mesa, no puedo ver a nadie más.

- Clarke danos cobertura con tu rifle, iremos allí.

- ¿Qué estamos esperando? - Pregunta uno de los gemelos.

- Vamos rápido. - Dice el otro.

Echamos a correr, luego de tres horas de búsqueda esto es algo bueno, una chica que ha sobrevivido, posiblemente esté con alguien más si tenemos suerte.
Antes de lanzarnos a campo abierto hasta la casucha freno en seco, todos lo hacen.

- ¿Qué haces? debemos ir y rápido. - Dice dando grandes caladas de aire el boxeador.

- Debemos ir sí, pero con cuidado, no podemos saber si está armada y tratará de matarnos en cuanto nos vea, además debemos pasar por esa valla, y sólo veo un agujero por el cual entrar. Así que agachados, siganme.

- No olviden que les daré cobertura si las cosas se ponen mal. - Nos recuerda Laryssa.

Agachados y a gran velocidad nos acercamos a la casucha, sin hacer el menor ruido uno a uno vamos entrando a través del agujero de la valla. Finalmente a susurros repasamos el plan.

- Abriré la puerta de una patada, entramos yo, el cazador y el boxeador, el resto esperen afuera por si las cosas se ponen mal nos echan una mano. - Les susurro el plan.

- Entendido. - Murmuran todos.

Cuento hasta tres y de una patada derribo la puerta, entro de un salto con el rifle mosin nagant empuñado firmemente, veo a la chica que me mira sorprendida, le apunto pero no disparo, los demás entran y se colocan a mi lado.

- ¿Qué sucede? - Dice una voz masculina, me pongo en alerta.

Un chico mayor se coloca al lado de la chica y nos observa, cambio de planes. De la cabeza del chico aterriza un puntito rojo, es Laryssa.

- ¡No se muevan o disparo! - Les grito apuntando a ambos con el rifle.
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