Foro de Amanecer zombie
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En algún rincón sin zombies (Título provisional)

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Mensaje  vivitoycoleando Mar Feb 14, 2012 8:35 pm

Estaba confundido, Festus conocía a ese hombre, pero ¿de que? Maldita sea no pienso quedarme con ese chalado ni un segundo mas, pero el otro.. había raptado a su hija.
Joder ya podrían haber llamado menos la atención, pero Festus ya estaba preparando a sus hombres, he de avisarles o si no no tendrán escapatoria por mucho que cabalguen...
Solo han pasado unos 15 minutos y todos están armados hasta los dientes! si consigo un caballo ahora quizás pueda alcanzarles a galope pero como salgo de aqui?
Festus me salvó la vida en aquella gasolinera si huyo, me matarán! tengo que pensar en algo.
Ya esta ya lo tengo buscaré a Jim el me ayudará, es con el que mas trato tengo.

-Jim!
-Hombre Martín ¿que tal?
-Me voy.
-¿Como que te vas? Sabes lo que les pasa a los desertores..
-No pienso matar a aquellos supervivientes!
-Yo tampoco quiero pero ya s..
-¡Me da igual lo que opine Festus! Me iré con tu ayuda o sin ella.
-Esta bien, ¿que necesitas?
-Solo que le cambies la guardia a alguien y te hagas el noqueado.
-¿Y te parece poco?
-Por favor.. Si quieres puedo dejarte un chichón!

Jim rió entrecortadamente pero parecía serio

-¿Y si sale mal?
-Tranquilo, no saldrá mal, tu solo avísame en cuanto cambies la guardia
-Vale, ya voy.

Los minutos se me hicieron interminables pero al fin Jim vino a llamarme, acto seguido agarre su caballo y fingí golpearlo, al principio todo parecía ir bien, hasta que un par de balas rozaron mi cabeza, Mierda me habían visto!

Creía que me apresarían y entonces..

NO, no podía pensar asi..Escaparia, les daría alcance a los supervivientes y les ayudaría, la derrota no entraba en mis planes.
Por suerte Jim entendió que la cosa era seria y aun a costa de su vida o algo peor disparo contra el otro guardia.

Ya estaba lejos, por suerte las balas no nos alcanzaron ni a mi ni al caballo pero Jim..No se que habrá pasado pero seguro que está bien, sabe cuidarse el solito.

Ahora solo tengo que pensar en ayudar a aquellos supervivientes, seguí su dirección dejando lo demás en manos del destino..

_____________________________________________________________________________________________________________

Si alguien va a hablar con Jim esta aprisionado xD
PD: si alguno de los exploradores lo continua me haria un favor Very Happy
PD2: En CC hay un cartel sobre zombiees! jajaja
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Mensaje  GioRock Miér Feb 15, 2012 2:03 pm

Aun es de noche cuando me levanto con un sudor frío recorriendo mi frente. La pesadilla a sido diferente esta vez... habíamos llegado a aquella isla que el jinete nos habló esa misma noche. Íbamos un grupo de personas, entre ellas pude reconocer a Lisa, que estaba junto a Alicia. También pude ver a Degtyarev, entre otros supervivientes del castillo. Justo cuando el último superviviente pisó tierra firme unas grandes vallas empiezan a recorrer la isla y con un estruendo descomunal una horda de zombies se acercan hacia nosotros. En ese momento el Jinete, subido en su caballo y con una cara deformada, empieza a reírse y a mofarse al ver sufrir al grupo. Pasado los segundos puedo ver a todos muertos... y en ese momento puedo verlo, es Luis que viene directamente a por mi...

Joder, se lo que le hizo ese tío a Lisa... Y si aquella gente es igual que el... hay algo que me dice que no me fíe, pero la idea de estar en un lugar seguro sin miedo a ser atacado por aquellas cosas también me atrae...

Miro por la ventana, ya puedo ver como los primeros rayos de luz empiezan a engullir la oscuridad de la noche. Hoy correré hasta que llegue la hora de ir a entrenar con Degtyarev. Desayuno algo ligero y antes de salir compruebo que Lisa este bien. Esta duerme plácidamente, ocupando ya el hueco que e dejado en la cama. Me preparo con algún que otro estiramiento y empiezo a correr. Estoy sorprendido ya que mi resistencia esta intacta y mi velocidad punta no a disminuido demasiado desde que empezó todo esto.

Al pasar cerca de la puerta principal puedo ver a un pequeño grupo que marcha galopando, supongo que serán el Jinete y los demás. Al pasar cerca del campo de entrenamiento puedo ver a dos personas haciendo ejercicios. Forzando algo la vista puedo distingo a Dragutiver y Alicia. Me alegro de que aun esten aquí.

Vuelvo para la cabaña para ver si Lisa ya despertó y llevarla conmigo al entrenamiento. Quiero que tenga unas nociones básicas de autodefensa por lo que pueda suceder ahí fuera.

- Seguro que estas aguantaras? - le digo con algo de mofa

- Ja Ja... Muy gracioso. - me dice mientras se termina de recoger el pelo con una coleta.

Salimos de la cabaña dirección al entrenamiento, por suerte en este sitio tenían algo de ropa para Lisa, ya que no tenia nada de ropa de deporte.

Antes de llegar a la zona de entrenamiento nos cruzamos con Alicia. Tiene cara de cansancio, supongo que los ejercicios que realizo esta mañana han sido bastante duros.

- Buenos días Alicia, que a sido duro Degtyarev?.

- ¿Como sabes que he estado entrenando? - me dice con cara de sorprendida.

- Salí a correr esta madrugada y os pude ver, ¿como que entrenas sola?

- Tengo varias cosas que hacer y preferí prepararme antes.

- Si vuelves a entrenarte con Degtyarev, también me gustaría estar, no sé, cuanto más preparado mejor.

- Bueno, si te veo ya te diré algo. No os canséis en el entreno- me dijo indecisa mientras se alejaba.

No me quedé muy convencido con la respuesta de Alicia. Espero que me avise para poder entrenar con ella y Degtyarev y poder comentarles lo que pienso de todo ese tema de la isla...

Al llegar a la zona de entrenamiento Degtyarev ya lo tiene todo preparado. Ya hay algún que otro superviviente en el campo de entrenamiento.

- Buenos días Randy, oh, veo que vienes con la chica bienvenida.

- Buenos días Degtyarev, si se llama Lisa y quiero que entrene con nosotros, algo de defensa personal.

Degtyarev nos pone por parejas, y después de estirar bien los músculos nos enseña algunas nociones básicas de defensa cuerpo a cuerpo. A Lisa se le da mejor de lo que pensaba, incluso consigue tirarme un par de veces. Nos enseña a defendernos de un ataque de un Z' en cualquier posición, luego nos pone a empujar sacos de tierra para fortalecer nuestros músculos. Después de esto nos deja practicar con arcos y demás. Al finalizar la practica de tiro da por concluida la sesión de entrenamiento.

Lisa y yo nos marchamos dirección a nuestra cabaña comentando las posiciones que hemos aprendido en la sesión de entrenamiento de hoy.
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Mensaje  PeKaDoR Sáb Feb 18, 2012 7:41 pm

Salimos del parque de caravanas a toda velocidad con nuestras monturas mientras algunos mirábamos hacia atrás para comprobar que nadie nos seguía.
- Edmundo, al final parece que tu plan no era tan malo como parecía. Le dije al vaquero girándome hacia el.
- Es lo único que se me ocurrió en ese momento para mantener nuestras cabezas en su sitio, me alegro de que haya salido todo bien. Pero no debemos de confiarnos aun, queda mucho camino aun para estar medianamente a salvo. Me contestó esbozando una leve sonrisa.

La travesía iba a ser larga y agotadora y también poco segura ya que si teníamos que entrar a una ciudad sin antes tener mucha idea de la zona podría resultar letal. Además tendríamos que ocultar nuestro rastro para que no pudiesen seguirnos esos indeseables.

- Existe alguna posibilidad de que esos "bandidos" por llamarlos de algún modo vayan en dirección al castillo? preguntó Thais.
- Imposible, después de lo ocurrido su único objetivo será darnos caza y recuperar a nuestra invitada, en cierto modo es un buen método de distracción también para mantener a salvo a Alicia y los demás por muy bien que sepan defenderse. Explicó Edmundo.
-Tienes razón, lo mejor por ahora es alejarnos todo lo posible del castillo y buscar un sitio para mantenernos mas a salvo de lo que estamos ahora. Pero bien saves que tiene sus riesgos entrar en la ciudad. Repliqué a Edmundo.
- Si, claro que tiene sus riesgos, pero ahora es preciso correr ese riesgo para evitar uno mayor. Me respondió muy seguro de sí.

Afirmé con la cabeza y volví a mirar hacia delante donde lo único que se divisaba era mas campiña que atravesar.

Al rato me fijé que la zona empezaba a tener un corte mas exuberante y posiblemente mas adelante se encontrara un bosque.
Al verlo, me adelanté un poco al resto y hice que pararan un momento.

- Que sucede Carlos? Me preguntaron.
- Fijaros en la vegetación de la zona, mas adelante hay un bosque, lo se por experiencia. Podríamos atravesarlo para perder nuestro rastro aunque podríamos perdernos también. Oh si no, podríamos dar un leve rodeo aunque perder algo de tiempo.
Os dejo la elección a vosotros ya que sea cual sea nos queda todavía mucha travesía.


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Mensaje  vivitoycoleando Dom Feb 19, 2012 2:33 am

Llevaba cabalgando un buen rato.
Borraba mis huellas para que nadie pudiera seguirlas y aunque sus huellas estaban casi borradas no eran indescifrables.
Seguía a aquellos supervivientes pero no los he visto desde que salieron a pesar de llevar cabalgando todo el tiempo.
Sus huellas no cesaban seguían y formaban una pequeña senda que yo podía seguir perfectamente, llegó un momento en el que las pisadas del caballo de uno de ellos se adelantaban un poco y se dirigían hacia el bosque.
Al descubrir aquello me vinieron a la memoria siniestros recuerdos sobre aquel bosque, la ultima vez que pasamos por allí aquello era un infierno, casi no lo contamos.
Debía advertirles, si estaban alerta seria mas posible que sobreviviesen pero si les pilla por sorpresa...

Al cabo de un tiempo descubrí que se habían detenido posiblemente a pensar si entrar en el bosque o no.
Me pareció extraño que hubiese una persona menos pero pensé que se habría adelantado a comprobar el bosque.

Pues pensé mal, ya me habían localizado hacia tiempo y cuando me hallaba a una distancia de 15 metros mas o menos alguien se avalanzó sobre mi y me tiró del caballo.

Estuvimos forcejeando un rato, durante el cual me di cuenta de lo ágil que era el chico, de unos 5 años mayor que yo.
Reducirle a el no fue difícil pero una vez que intervinieron los demás estuve apresado de tal manera que no podía hacer nada.

-¿Quien eres?
-Me llamo Martin
-Bien y ¿que quieres Martin?
-Ayudaros!
-¿Ayudarnos? No te lo crees ni tú te vimos con aquellos bandidos.
-Esos bandidos me salvaron la vida, no estaba con ellos por gusto si no por obligación.
-¿Te salvaron? ¿Tu le crees Carlos?

Me pareció que dudaba, pero no estoy muy seguro.

-Da igual si me creéis o no, pero no entréis en ese bosque, ¡Es muy peligroso!
-¿Como lo sabes?
-Entramos allí, y casi no salimos.

Me ataron y fueron a hablar algo, podía cortar la cuerda con el kunai pero no quería buscarme mas problemas.

El chico que me había derribado antes estaba pensando en algo, solo, cuando se dio cuenta de que le miraba se acercó y me dijo:

-No se que haremos chico, pero tu vendrás con nosotros.

Los demás se acercaron y hablaron juntos, esta vez todos.

-Te daremos una oportunidad, pero no la cagues.
-Y espero que no nos estés guiando hacia una trampa.

Me desataron, montamos en los caballos y emprendimos el rumbo.

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Mensaje  Skimmer Lun Feb 20, 2012 2:37 am

La lluvia no había cesado ni un momento desde que abandonaron el parque de caravanas. Todos estaban cansados y empapados hasta los huesos, pero aun así seguían adelante. La única diferencia era que un miembro más se había unido a la expedición: Martín, uno de los saqueadores que hacía tan solo unas horas engrosaba las filas de sus perseguidores.

Si el Jinete hubiese estado solo, lo habría matado sin contemplaciones, pero sabía que sus nuevos compañeros de viaje no aprobarían esa medida, y no convenía crear enfrentamientos internos en el grupo.

Así pues Martín empezó a viajar con ellos. Aun así el Jinete no le quitaba el ojo de encima, siempre atento a cualquier muestra de traición para sacar su espada y rebanarle el cuello.

También estaba el asunto de la prisionera. Volvió en sí poco después de que abandonasen el camping de caravanas, y no tuvo precisamente un buen despertar. Cuando todos creían que seguía inconsciente, se lanzó del caballo y rápida como una centella tomó el cuchillo que Fernando llevaba en la pierna, ignorando el hecho de que estaba maniatada. Sin embargo no le dio tiempo a más, pues se vio sorprendida por una patada en la espalda propinada por el Jinete. Acabó en el suelo y sangrando copiosamente por la nariz. El Jinete la volvió a subir al caballo, pero esta vez ató a la mujer contra el animal, eliminando así cualquier posibilidad de fuga.

Cuando Martín se unió al grupo, la prisionera volvió a intentar escapar para atacarle. Tras abofetearla por su intento, el Jinete la ató a la grupa del caballo para que tuviese que caminar tras él. Pese a todo, la mujer permanecía callada. No había abierto la boca desde que la secuestraran, lo único que hacía era mirarles con un odio tan palpable que se podría cortar con un cuchillo.

Cuando llevaban varias horas viajando junto a Martín, el Jinete acercó su caballo al de él.

- La niña, ¿Cómo se llama? – le preguntó sin apartar la vista del camino.

- Anna, creo que se llama Anna. Sólo la vi un par de veces, Festus siempre la mantenía fuera de la vista de los hombres.

El Jinete giró su cabeza hacia Anna.

No podría tener más de dieciséis años, aunque parecía mayor para su edad. Su rostro tenía forma de corazón, y terminaba en rasgos afilados. Además se había rapado la cabeza y adornado su faz con algunos piercings. Era de constitución menuda, aunque sus extremidades parecían fibrosas. Pero sin duda lo más característico de aquella muchacha eran sus ojos. Unos ojos que atestiguaban haber vivido un horror, el ser forzado a los límites de la locura y haber prevalecido. Más fuerte y más astuta que antes, una superviviente. El Jinete reconocía aquel rasgo, pues lo veía cada vez que se miraba en el espejo.

En una ocasión Fernando se acercó al Jinete para hablar sobre la prisionera.

- ¿No podemos soltarla ya? Maldita sea Edmundo, es sólo una niña. No creo que sea mayor que Thais.

- Esa niña te habría matado si hubiese tenido la oportunidad. En vez de quejarte, deberías estar más atento de tus armas, porque puede que la próxima vez no me apetezca salvarte el pellejo. – le contestó el Jinete, acompañando sus bruscas palabras con una mirada que rezumaba desprecio. No era un secreto que el Jinete aborrecía la debilidad.

Tras aquella brusca contestación, Fernando temblaba de ira, pero volvió a su lugar. Pasaron las horas, y en ningún momento Anna dio signos de cansancio. Cada paso que daba era producto de una determinación férrea, un particular insulto a sus captores.

- Nos hemos retrasado – proclamó el Jinete con cierto deje de fastidio en la voz – Tendremos que pasar la noche al aire libre, pero al amanecer cabalgaremos de nuevo. Tú – dijo dirigiéndose a Martín – si quieres demostrar que ahora estás con nosotros, haz guardia durante toda la noche.

Martín aceptó no muy animado y todos se dispusieron a montar sus respectivas tiendas de campaña. Cuando el Jinete anunció que la prisionera dormiría en su tienda, los rostros de sus compañeros reflejaron contrariedad, pues todos conocían la historia de Lisa, pero aun así ninguno verbalizó sus pensamientos.

Después de afilar su vieja espada durante casi una hora, el Jinete entró en su tienda. Era una de esas tiendas de campaña que antaño se vendían en las grandes superficies deportivas, aquellas que se montaban en pocos segundos. Ésta en particular estaba pensada para albergar a toda una familia en su interior, por lo que había espacio de sobra. En el interior de la tienda se encontraba la prisionera, atada de pies y manos.
No encendieron ningún fuego por temor a ser descubiertos, así que la oscuridad embargaba cada rincón de la tienda.

El Jinete sacó un cuchillo y se puso de cuclillas frente a la prisionera, mirándola directamente a los ojos. No, ni rastro de miedo. Acto seguido
cortó sus ataduras y le lanzó una cantimplora.

- Bebe – le ordenó el Jinete.

Anna lanzó la cantimplora a un lado.

- No seas orgullosa, niña. Llevas todo el día caminando detrás de mi caballo, pisando sus mierdas. Bebe.

El Jinete y Anna mantuvieron la mirada durante unos interminables segundos y finalmente Anna se acercó gateando a la cantimplora. Le quitó el tapón y vació el contenido de un solo trago.

- Eres hombre muerto, ¿lo sabes, no? – dijo de repente Anna. Su voz sonaba calmada, nada que ver con el comportamiento violento que había tenido horas atrás. – Eres consciente de que cuando te encuentren mi padre y sus hombres te matarán, ¿verdad? Te digo todo esto porque no me gustaría que te hicieses falsas ilusiones. Vas a morir.

El Jinete rió, su risa era un sonido desagradable, casi metálico.

- Hace años que morí, niña. No se puede matar a lo que ya está muerto.

El Jinete comenzó a desvestirse hasta quedar completamente desnudo. Si el temperamento de aquel hombre podía parecer fuerte, su cuerpo lo era aún más. Era el resultado de años de exhaustivo entrenamiento, una maquinaria perfecta. Sólo unas cuantas cicatrices empañaban aquella majestuosa visión.

Anna estaba preparada: mordería, arañaría y golpearía. Haría todo lo que estuviese en su mano para que aquel despiadado hombre no disfrutase lo más mínimo a la hora de tomarla. Pero para sorpresa de Anna, el Jinete simplemente su tumbó a un lado de la tienda y cerró los ojos, sin ni siquiera molestarse en atarla de nuevo.

Horas después, el Jinete abrió los ojos al sentir el frío beso del acero. La prisionera estaba sobre él, sosteniendo un cuchillo contra su cuello. La respiración del Jinete no se agitó, ni siquiera se aceleró su corazón.

- Hazlo – dijo el Jinete.

Sin embargo Anna no hizo ningún movimiento, seguía mirando fijamente al Jinete. Mientras, él colocó su mano alrededor de la de ella. La chica tenía la piel suave y aterciopelada.

- Sólo tienes que deslizar la hoja sobre mi cuello.

La chica permaneció quieta. En un pestañeo, el Jinete hizo que rodasen por el suelo de la tienda, acabando él sobre ella y sosteniendo ambos el cuchillo.

Mantuvieron la mirada durante unos segundos y el Jinete la besó con fuerza. En un principio Anna se resistió, pero poco a poco sus golpes se convirtieron en caricias, y sus mordiscos en besos apasionados. El Jinete le arrancó la ropa a Anna y lentamente deslizó su mano hacia la entrepierna de la chica. Debían aprovechar la noche, pues al amanecer Anna volvería a ser la prisionera, y el Jinete su captor.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Lisa tenía los ojos rojos. Había estado llorando toda la tarde. ¿Cómo había podido suceder? ¿Qué iba a hacer ahora?

Entonces Randy entró en la pequeña cabaña y Lisa se giró rápidamente, pero era tarde, ya le había visto los ojos.

- ¡Lisa! ¿Qué te ocurre? – dijo Randy acercándose a ella con gesto de preocupación.

- Aquel hombre me...oh, Dios. Randy...estoy embarazada.
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Mensaje  GioRock Lun Feb 20, 2012 9:20 pm

Lisa, se abalanzo a mis brazos. La noticia de su embarazo me cayó como un garro de agua fría, pero debía mantener la calma y tranquilizarla.

- Haber, tranquilízate, estas completamente segura? - le dije mientras la sentaba en la cama.

- Ya he tenido mi primera falta Randy, que voy ha hacer, tengo mucho miedo, un niño y más de ese tío... me doy asco...

Le dí un abrazo y me mantuve en silencio mientras ella no paraba de llorar en mi hombro. Antes de todo esto hubiera sido fácil acudir a una clínica para que realicen un aborto, pero en la situación que estamos ahora la cosa era mucho más difícil.

- ¿Quieres tener a ese bebe? - le dije sin apartarla de mi regazo.

- No lo se Randy... no estoy segura...

- Quiero que tengas una cosa clara. Tomes la decisión que tomes, yo estaré aquí, no te dejaré sola.

Lisa me miro con sus ojos aun rojos de tanto llorar y me beso en los labios y me volvió ha abrazar, escuche un "gracias" entre sollozos y por el cansancio cayó dormida abrazada a mi.

Ese día no me presente al entreno en todo el día, no sé si Degtyarev me echara en falta, pero sí pregunta, no le diré nada referente al embarazo de Lisa. Está no se levanto en todo el día de la cama y a duras penas probó bocado.

- Randy, lo voy a tener... - me dijo Lisa con gran convicción sin mediar más palabra.

- Se lo dirás al Jinete?

- Ni hablar!!! no quiero que ese desgraciado se entere!!! no quiero que nadie lo sepa!!!

- Está bien, pero creo que se lo deberías de contar a Alicia, no solo por que sea la líder de este lugar, sino por que es mujer y te asesorará mejor que alguien como yo de cara a tu embarazo... y creo que sabe guardar bien un secreto...

Después de mucho debatir Lisa accedió a contárselo a Alicia. No se como reaccionara esta...

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Mensaje  vivitoycoleando Mar Feb 21, 2012 6:35 pm

Después de que me soltaran avanzamos un rato, cuando llegamos a un sitio despejado el que parecía guiar al resto, se paró y dijo:

-Nos hemos retrasado
Tendremos que pasar la noche al aire libre, pero al amanecer cabalgaremos de nuevo.

Me miro y me dijo

-Tú, si quieres demostrar que ahora estás con nosotros, haz guardia durante toda la noche.

Acepté no muy ilusionado pero es lo que había, de todas maneras tampoco quería dormir, no sabia de lo que era capaz ese inútil de Festus.

Aunque no encendimos un fuego la claridad de la noche me permitía ver, y como nuestras tiendas estaban rodeadas de arbustos localizarnos sería imposible.
Aun así tenía que esta alerta porque en cualquier momento podía atacarnos alguien.
Durante las siguientes horas oí algunos ruidos procedentes de las tiendas del jinete y de otro chico pero no me moleste en comprobar si pasaba algo, sabia de sobra que nadie había pasado por aquí, y en estos sitios no suelen vivir animales peligrosos.
Por otra parte tampoco podía irrumpir en la tienda de alguien, sería una falta de respeto.

Llegué a divisar unas luces muy a lo lejos y pensé inmediatamente en que Festus habría comenzado a buscarnos, ¡tenia que despertar a los demás!
Primero al jinete, ya que el es el que nos guía, avancé hacia su tienda pero cuando entré encontré que había colocado su espada junto a mi cuello.

-¿Querías matarme? Lo sabia.
-No, aunque en estos momentos me apetezca hacerlo.

No sabia porque le había desafiado de esa manera, solo era consciente de que uno de mis kunai estaba en su pecho.
Me molestaba aquel carácter pero no quería hacer daño a nadie.

Así que retire el kunai no como un acto de cobardía, sino de lealtad.

-Festus se acerca, veo luces de la dirección del campamento de caravanas
-Muy bien, siento lo de la espada.

Sabia muy bien que no lo sentía, no habría dudado en cortarme la cabeza.

-Siento lo del kunai también, pero será mejor que despertemos a los demás y nos pongamos en marcha.
-Eso haremos.
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Mensaje  Tra94 Jue Feb 23, 2012 11:20 pm

Me quede mirando fijamente al techo de la tienda de campaña,mis pensamientos me quitaban el sueño,dios casi me mori del susto cuando estabamos en el camping,¿porque metio a esa chica en su tienda de campaña?me aterroriza pensar que se desquite con ella,es extraño pero al mirarla por un momento se me antoja verlo a el,tiene los ojos vacios como si ya no quedara nada bueno en su interior,nunca habia.....

Vamos-dijo el jinete

Pero si to-

E dicho vamos-Dijo mientras tiraba de mi brazo

Al salir se veian pequeñas luces de lejos,lo mas seguro era salir corriendo de ahi o Fernando,Michael y Carlos acabarian muertos y yo y Martin deseando estarlo.Recogimos rapidadamente las tiendas de campaña y nos adentremos en el bosque,les oíamos cada vez mas cerca y nuestra paranoia nos hizo adentrarnos en el bosque lo suficiente como para perdernos.Cuando nos paramos me di cuenta que la chica tenia la ropa echa jirones y no estaba atada,pense lo peor hasta que se giro y le vi la cara,no definitivamente esa cara no era de dolor,al pensarlo tuve que aguantar la risa

¿Oye que te pasa?-dijo Martin

¿Ami? nada ¿Porque?

¿Que porque? porque estamos perdidos en el mismisimo infierno y tu pareces divertirte


El jinete se aclaro la voz y todos miremos hacia el

Es mejor que acampemos aqui hasta que se haga de dia o acabaremos a un mas perdidos,Martin y Michael os quedareis vigilando

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Mensaje  Skimmer Jue Feb 23, 2012 11:52 pm

Se encontraron el primer cadáver a pocos kilómetros de la ciudad, clavado en una estaca de un par de metros. El hedor había atraído una miríada de moscas negras y gordas, las cuales pululaban alrededor de unos colgajos de carne que en algún momento fueron entrañas.

Llevaban varias horas cabalgando. Habían salido del bosque al amanecer, y desde entonces no habían descansado ni una vez.

- No estamos lejos – comunicó el Jinete al grupo mientras acercaba su caballo al cadáver estacado.

Los demás permanecían lo más lejos posible del cadáver, aunque eso no hacía que el hedor a podredumbre desapareciese.

- ¿Quién ha podido hacer esto? – preguntó Thais consternada. Apenas podía mirar el cadáver.

- La gente de la ciudad a la que nos dirigimos – contestó Anna, era la primera vez que hablaba en público – es un aviso para cualquiera que se acerque demasiado. – se giró y miró al Jinete a la cara – te repito que ir ahí es un suicidio. No me malinterpretes, me importa una mierda que muráis, pero al menos soltadme antes de meteros en la boca del lobo.

- Tu padre no cumplió el trato, así que seguirás con nosotros hasta que yo lo ordene. – contestó el Jinete con la vista fija en el horizonte.

- ¿Si lo hubiese cumplido me hubieses liberado?

- No.

Reemprendieron la marcha, y cada pocos kilómetros se iban encontrando más cadáveres estacados. A medida que se acercaban, la distancia que había entre cadáver y cadáver era menor.

Finalmente, cuando alcanzaron la cima de una pequeña colina, la vieron. Sus edificios se alzaban como gigantes de metal, envueltos por una capa de verde, y muchos de los vehículos que salpicaban las calles estaban ya cubriéndose de herrumbre. A medida que se aproximaban, otros detalles se hicieron más perceptibles. Trozos de yeso desprendidos de algunas fachadas comenzaban a cubrir las aceras. Hierbas y pastos crecían en las calzadas y tapaban las entradas a las alcantarillas. La vegetación parecía crecer en todas partes: en las grietas de cemento, en las ranuras del asfalto, y hasta en los asientos de los coches abandonados. Era como si la naturaleza estuviese reclamando lo que siempre fue suyo, borrando poco a poco la huella del hombre en la historia.

Lentamente empezaron a recorrer las calles, atentos a cualquier ruido que les alertase de la presencia de algo o alguien, pero lo único que vieron fue multitud de perros y gatos deambulando por las aceras.

Cuando giraron una esquina que daba a una plaza, el Jinete se paró en seco.

- Nos están vigilando. – anunció casi en un murmullo. – al menos diez hombres, todos con armas de fuego de largo alcance. Vamos a seguir avanzando muy lentamente, y en cuanto lleguemos al siguiente cruce, vosotros tres – dijo refiriéndose a Michael, Martín y Thais – iréis hacia la izquierda, lo más rápido que podáis. Carlos, Fernando y yo iremos hacia la derecha. Que ninguno pare hasta que no esté totalmente seguro de que los ha dejado atrás. ¿Entendido?

Todos asintieron con la cabeza, y poco a poco reanudaron la marcha. A medida que se acercaban al cruce, aumentaban sus nervios. ¿Serían lo suficientemente veloces como para esquivar los disparos? Pronto lo averiguarían.

- ¡AHORA! – gritó el Jinete cuando llegaron al cruce.

Los supervivientes se dispersaron lo más rápido que pudieron, y un segundo después comenzaron los disparos. Ninguno de ellos miró hacia atrás. Cabalgaron durante varios minutos, hasta que el único sonido que oyeron fue el repiquetear de los cascos de los caballos contra el asfalto. Fueron aminorando la marcha hasta que finalmente se detuvieron.

- ¿Creéis que estarán bien? – preguntó Fernando con el rostro congestionado.

- Eso espero – contestó Carlos - ¿deberíamos ir a buscarles ya?

- No, antes debo comprobar algo. Desmontemos.

Todos bajaron de sus monturas, incluida Anna, a la cual el Jinete liberó de sus ataduras.

- También podrías darme un arma – sugirió mientras se frotaba las muñecas.

- No tientes a la suerte, niña.

El Jinete los guió hasta el interior de un edificio. Amarraron a los caballos a un pilar y comenzaron a subir pisos hasta que llegaron a la azotea.

- ¿Qué hacemos aquí? – preguntó Fernando aproximándose al Jinete.

- Silencio – ordenó éste mientras sacaba unos prismáticos y se posicionaba en el borde del edificio.

Estuvo varios minutos recorriendo visualmente la ciudad, hasta que su vista se detuvo en una vieja prisión.

- Ahí estás – dijo el Jinete más para sí mismo que para los demás.

Entonces oyeron un murmullo en la lejanía, un murmullo que cada vez se escuchaba más cerca.

- ¿Qué demonios es ese ruido? – dijo Carlos acercándose al borde del edificio.

Tres coches giraron a toda velocidad en una esquina cercana y se dirigieron hacia el edificio donde se encontraban.

- ¡Mierda, están aquí! ¿Qué hacemos? – exclamó Fernando mientras más de diez hombres entraban en el edificio a toda prisa.

Una sonrisa aleteó en los labios del Jinete. Se oían pasos y voces subiendo por las escaleras. Carlos y Fernando sacaron sus armas, y Anna volvió a quitarle a Fernando el cuchillo de la pierna, aunque esta vez para defenderse contra aquellos desconocidos. El único que permanecía impasible era el Jinete, aún con aquella inquietante sonrisa dibujada en los labios.

Unos segundos después estuvieron rodeados por más de diez personas, todos apuntándoles con armas de fuego.

- Tirad las armas. Ahora – dijo un hombre con una barba castaña que le llegaba hasta el pecho.

Ninguno de ellos bajó sus armas. Entonces vieron como una espada oxidada caía al suelo, el Jinete se había rendido.

Carlos y Fernando comenzaron a bajar lentamente sus armas, pero Anna se lanzó hacia el hombre de la barba y le rajó el cuello antes de que pudiesen detenerla. Hicieron falta cinco hombres para reducirla.

La chica tiene valor, eso hay que reconocérselo – pensó el Jinete.

- ¿A dónde nos lleváis? – quiso saber Carlos mientras le ataban las manos detrás de la espalda.

- Vosotros tres iréis al Agujero. La putita probablemente nos la quedaremos nosotros, je.

Cuando todos estuvieron atados, les llevaron hasta los coches. Tres de aquellos hombres montaron en sus caballos.

El trayecto duró pocos minutos, y terminó cuando llegaron a una vieja prisión. Cuando las pesadas puertas de metal giraron sobre sus goznes descubriendo a más de un centenar de hombres armados, Anna, Carlos y Fernando se preguntaron si alguna vez saldrían de aquel lugar.
Lo único que no encajaba en aquella escena era la expresión del Jinete, una expresión que denotaba satisfacción, cómo si todo estuviese saliendo según sus planes…

--------------------------------------------------------------------

Thais, Michael y Martín estaban escondidos tras un contenedor de basura, observando cómo los metían en aquella prisión.

- ¡Mierda, los han cogido! ¿Qué haremos ahora? – dijo Martín, intentando no elevar mucho la voz.

- Creo que deberíamos volver al castillo y avisar a los demás. Nosotros solos no podemos hacer nada, son demasiados – razonó Thais.

- Sería un suicidio – corroboró Michael – no me gusta la idea de dejarlos aquí, pero avisar a los demás es la única manera que tenemos de ayudarles.

--------------------------------------------------------------------


Antes de que salieran del coche, les pusieron un saco en la cabeza y a base de golpes y empujones les condujeron hacia el interior de la prisión.
Cuando llevaban unos minutos caminando, les ordenaron detenerse y les quitaron los sacos. Se encontraban en un barracón con multitud de celdas en los laterales, todas abiertas. También había bastante gente, todos hombres. El Jinete calculó que serían alrededor de cincuenta.

- Bienvenidos al Agujero, sacos de mierda – dijo uno de los hombres que les escoltaban. Acto seguido les cortó las ataduras, les quitó todas sus pertenecías y se fue cerrando la verja.

El Jinete examinó a los hombres más detenidamente. Había de todo: gordos, flacos, fuertes, jóvenes, ancianos, etc.

Un hombre con la cabeza rapada y una espesa barba negra se les acercó. Medía casi dos metros, y parecía tan fornido como un toro.

- ¡Vaya, vaya, pero si nos han traído unas nenitas! ¿Quién de vosotras me la comerá primero? ¿eh? – bramó aquel individuo mientras se agarraba la entrepierna. Paseó alrededor de los supervivientes y se detuvo frente al Jinete. - ¿Quieres ser tú, preciosa?

El Jinete sonrió, y un segundo después se abalanzó contra aquel hombre e hizo caer una lluvia de puñetazos sobre su rostro. El gigante finalmente consiguió sacarse de encima al Jinete, tenía el rostro empapado en sangre. Justo cuando todos creían que iba a contraatacar, lanzó lo que pareció ser una carcajada, aunque era más similar al ladrido de un perro.

- Ha pasado mucho tiempo, Francis – dijo el Jinete acercándose al hombre de la barba y dándole un fuerte apretón de manos.

- Aun así sigues siendo más feo que un cojón, Espada. – rugió Francis correspondiendo el apretón - ¿A ti también te han cogido estos cabrones, eh? A mí me pillaron hace cosa de un mes. Eso sí, me cargué a tres antes de que me cogiesen. ¡Ja! ¿Quiénes son estos? – preguntó señalando con la cabeza a Carlos y Fernando.

- Compañeros de viaje – respondió el Jinete sin darles mayor importancia – intentábamos atravesar la ciudad cuando nos acorralaron.

- Una putada, una putada… - comentó Francis negando con la cabeza.

- Eh… ¿qué es este lugar? – preguntó Fernando algo confuso.

- Esto es el Agujero, chaval. Un lugar donde sólo los fuertes sobreviven. Cada noche, los hijoputas de ahí fuera – señaló a los guardias que estaban detrás de las verjas controlando todo – organizan peleas a muerte. Dos hombres entran, uno sale. Aunque a veces son más creativos y meten podridos y mierdas de esas. ¡Bah, que les follen, a mí nunca me matarán!

- ¿Dónde está Anna? – dijo de repente Carlos. Era cierto, cuando llegaron al Agujero no estaba con ellos.

- ¿Una tía iba con vosotros? Entonces ya se la estarán follando los guardias ¡Ja! – comentó Francis.

- ¡ESCORIA, METEOS EN LAS CELDAS, DOS PERSONAS POR CELDA! – gritó una voz por megáfono.

- ¿Qué ocurre? – quiso saber Fernando.

- Esta noche hay pelea – le informó Francis – Primero nos metemos todos en las celdas, luego pasan los guardias y eligen los dos hombres que lucharán hoy. Vamos.

Fernando y Carlos se metieron en una celda, y el Jinete y Francis en la celda contigua.

Entonces abrieron la verja de la entrada y dos guardias entraron en el barracón. Se pasearon alrededor de las celdas y se pararon en una a poca distancia del Jinete. Pudo escuchar el ruido de la celda al abrirse y la voz del guardia.

- Tú, el gordo. Te han elegido, sal – ordenó el guardia agarrándole del brazo y dándole una patada.

Era un hombre de mediana edad, llevaba gafas de pasta y efectivamente, estaba gordo. No paraba de jadear y la piel le brillaba a causa del sudor.

- Desvístete – dijo uno de los guardias en tono imperioso.

Poco a poco aquel individuo comenzó a quitarse la ropa hasta quedarse completamente desnudo.

¡Anda! ¿Pero no era una chica? – vociferó uno de los presos

¿Qué pasa? ¿Tienes frío, cerdito? – gritó otra voz.

Todos estallaron en carcajadas.

Entonces, los guardias se acercaron a la celda del Jinete y Francis.

- Tú, gigante de mierda, te toca. – dijeron mientras sacaban a Francis.

Cuando éste salió, alzó los brazos y todos empezaron vitorearle. Se oían comentarios como: “Machácale” “Arráncale las pelotas” o incluso “Cómete su cara”.

El gordo no hacía más que temblar, y farfullaba algo entre dientes. Francis se arrancó la ropa con las manos y se colocó frente a su rival. Uno de los guardias le dio un machete al gordo y a Francis unos nudillos con pinchos. Acto seguido se marcharon.

Lentamente, Francis empezó a dar vueltas alrededor de su presa, mientras ésta sostenía el machete torpemente.

- ¿¡CONTRA ESTA MIERDA TENGO QUE PELEAR?! ¡TRAEDME UN HOMBRE DE VERDAD! – reclamó Francis alzando los brazos.

Se acercó a su rival y le quitó el machete de un manotazo. Con una mano le agarró fuertemente del pelo y con la otra empezó a desgarrarle la cara con los pinchos de los nudillos. Lo único que se oía sobre los gritos de agonía del gordo, eran los vítores de la multitud. Cuando Francis se cansó de destrozarle la cara, empezó a patearle las pelotas, hasta que lo único que se pudo distinguir eran trocitos de carne y el ennegrecido miembro del gordo casi arrancado. Después, Francis se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a golpearle la cara con los puños. Finalmente el gordo dejó de gritar, y luego dejó de moverse. Su rostro había quedado irreconocible. Era una masa de carne sanguinolenta totalmente amorfa. Francis se irguió cubierto de sangre, y la multitud comenzó a gritar su nombre una y otra vez.

Aquello era el Agujero, un lugar donde los hombres daban rienda suelta a sus más oscuros instintos, poniendo en práctica la mejor habilidad del ser humano: la destrucción.

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Bueno Peka, solo quedamos tú y yo. Podemos postear peleas, nuestra vida en la prisión, etc ^^ Intentemos sobrevivir hasta que lleguen los refuerzos xD
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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 5 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  GioRock Miér Feb 29, 2012 5:48 pm

Desde que Lisa supo que estaba embarazada se tomo los entrenamientos con más tranquilidad, pero aun así sigue viniendo a ellos. Quiere estar lo más preparada posible antes de estar obligada a dejarlo a causa de su estado. Sé que no lo aun no le contó nada a Alicia, y lo respeto, supongo que esta esperando el mejor momento.

Llevamos cinco días desde que el Jinete y las personas que decidieron acompañarle marcharon y no tenemos noticias de ellos. En el refugio se nota un malestar y los primeros rumores se empiezan a escuchar entre la gente.

Me levanto de la cama, Lisa aun duerme. Miro por la ventana y aun se pueden ver las estrellas y la luna con un tinte rojizo, no me gusta... Me aseo un poco y me preparo para correr un rato antes del entreno de Degtyarev. Sus entrenamientos están dando sus frutos. Desde que estoy en sus manos se manejarme mejor en situaciones extremas, y que decir de mi puntería, la cual a mejorado notablemente. Pero en donde de verdad he mejorado a sido en la fuerza bruta gracias a los entrenamientos que no tendrían nada que envidiar con los de los deportistas de élite de fútbol americano. A parte tengo algo que muy pocos tienen, mi gran resistencia y mi velocidad corriendo o en bicicleta.

Me preparo y salgo de mi casucha, echo una ojeada a mi alrededor. No se ve ni un alma y las ventanas de las demás casas anuncian que reina la oscuridad dentro de ellas.

La verdad, que no me he relacionado mucho con la gente del lugar, alguna frase, pequeñas conversaciones sin ninguna trascendencia... creo que esta situación nos a unido a todos un poco y me gustaría relacionarme más.

Empiezo a correr y la satisfacción recorre mi cuerpo, mi mente se separa de mi cuerpo, se transporta a otro lugar, a un lugar bonito de recordar, lejos de toda esta mierda. Paso cerca del campo de entrenamiento y puedo ver a Degtyarev entrenando junto a Alicia. No sé porque no entrenara con los demás... Con Dragutihev me llevo bastante bien, se le ve un tipo listo y con un gran sentimiento protector. Nunca habla de su pasado, pero se le ve una persona que la vida le ha enseñado mucho.

Paso cerca de la puerta, me encantaría coger mi bici y correr montaña a través...

- Abrid la puerta!!! - escucho mientras mis mente vuelve en sí.

Al abrirse las puertas, veo como entran tres personas en sus caballos, dos de ellos completaban el grupo del Jinete, Thais y Michael, creo recordar. Al otro no recuerdo haberlo visto por aquí...

- ¿Que a pasado, donde están los demás? - les dije mientras bajaban de sus monturas.

- Los han capturado, ¿donde esta Alicia y Degtyarev?, tenemos que prepararnos e ir a buscarlos. - me contesto Thais.

- Están en el campo de entrenamiento, vamos!!

Mientras íbamos hacia el campo de entrenamiento me presentaron a Martín, un chico que formaba parte de una gran banda de saqueadores.

Al llegar al campo de entreno nos reunimos con Alicia y Degtyarev. Comenzaron a relatar toda su aventura con pelos y señales. Como habían escapado de aquel camping de caravanas, como Martín había desertado y se había unido al grupo y como vieron al resto del equipo entrar a aquella cárcel custodiada por aquella gente...

- ¿Que piensas Degtyarev? - dijo Alicia rompiendo el silencio.

- Creo que deberíamos sacarlos de allí. Tendremos que formar un nuevo equipo y salir lo antes posible.

- Contad conmigo y Lisa. - dije sin pensar demasiado, tenia ganas de salir de ese castillo. En ese momento Degtyarev se me quedo mirando fijamente y al fin asintió con la cabeza.

- Creo que lo mejor será salir lo antes posible, hay que organizarlo todo y saber quien quiere unirse a nosotros. - Alicia se dirigió al grupo que acababa de llegar, - vosotros tres, ¿ estáis dispuestos a guiarnos?.

- Por supuesto! - se adelanto Thais.

- Organizare el equipo. - dijo Degtyarev mientras comenzaba a recoger todo lo que habían utilizado el y Alicia en su entrenamiento.

Se quedo en volvernos a reunir al medio día en la puerta de entrada al castillo. Thais, Martin y Michael se fueron a descansar mientras Degtyarev y Alicia se quedaron para concretar pequeños detalles. Yo por mi parte me fui directo a casa.

Lisa puso el grito en el cielo nada más conocer lo que nos deparaba el futuro.

- Randy, tu eras el que no se fiaba de aquella isla, ¿lo recuerdas?. - me contesto Lisa enfadad.

- Lo se, pero no estoy bien aquí después de lo del incendio, no sé, creo que podríamos buscar un sitio mejor. Para ti, para mi y para el bebe. Es el mejor momento Lisa, si tardamos más tiempo en salir de aquí, será más difícil para ti...

- ¿Y el Jinete que?¿Pensaste en que el también esta?

- A estado por aquí rondando a nuestro alrededor y ni siquiera nos ha mirado, y referente a lo de tu embarazo seguiremos nuestro plan, el hijo sera mio...

Lisa al fin acepto en que nos marchásemos con el grupo. Así que comencemos a prepararlo todo para nuestra marcha.
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Mensaje  Skimmer Jue Mar 01, 2012 10:00 pm

Habían pasado ya tres días desde que Fernando, Carlos y el Jinete fuesen capturados y arrojados al Agujero. Cada noche eran testigos de una nueva matanza, sabiendo que cualquiera de ellos podría ser el protagonista.

Las horas transcurrían con lentitud en el interior de la prisión, pues lo único que podían hacer era comer, dormir o pelear. Sólo les daban de comer una vez al día, y a menudo los más fuertes robaban a los su ración a los débiles. Pronto descubrieron que había dos grupos de personas en el Agujero: Los que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por sobrevivir, y los que simplemente tenían demasiado miedo para intentarlo.

Como en el mundo animal, los fuertes se servían de los débiles para sus propósitos. No era extraño ver como un grupo de varios hombres mataban a otro por puro entretenimiento. Incluso algunos de los reclusos habían tomado esclavos sexuales para satisfacer sus más bajas necesidades. Algunos de estos esclavos aceptaban su papel y la protección que les brindaba, otros en cambio elegían resistirse. Éstos aparecían muertos a las pocas horas.

De lo que no podían evadirse ninguno de ellos era del hedor. Apestaba a sangre, mierda y muerte. “El perfume del diablo” había comentado Francis entre carcajadas.

Carlos y Fernando no tardaron en descubrir que Francis era uno de los hombres más peligrosos del Agujero. Todos le temían y respetaban, y siempre se las apañaba para que varios presos le ofreciesen voluntariamente sus raciones de comida. En cambio, cuando trataba con el Jinete era una persona totalmente distinta. Pese a que era un hombre rudo y de toscos modales, de alguna manera respetaba al Jinete. Él y Francis se pasaban horas sentados en su celda, siempre hablando en voz baja. En una ocasión Carlos le preguntó al Jinete de qué estaban hablando, pero no se dignó a contestar.

Otro detalle que ni Fernando ni Carlos pasaron por alto era que Francis se refería al Jinete como “Espada”. Edmundo, Espada… ¿Cuál sería el verdadero nombre de aquel extraño individuo?

La noche del tercer día, cuando los guardias pasaron a elegir a los luchadores, se pararon en la celda de Francis y el Jinete.

- Te toca luchar. – Francis se levantó del camastro – no tú gigante de mierda, el otro.

El Jinete se levantó lentamente y se colocó frente a los barrotes.

- Suerte, Espada. La muerte te espera – dijo Francis, solemne.

- No la mía. – replicó el Jinete en su habitual tono brusco y casi ronco.

Se colocó en el centro del barracón y esperó. Los guardias se acercaron a otra de las celdas y de ella salió un hombre. Era de hombros anchos y constitución fornida, aunque más bajo que el Jinete. Tenía la piel tostada y vestía únicamente unos vaqueros rotos. Con solo mirarle a los ojos el Jinete supo que aquel hombre no dudaría en hacer todo lo posible por sobrevivir.

Un verdadero desafío
– pensó el Jinete para sus adentros.

Los guardias les ordenaron desvestirse y uno de ellos se acercó al Jinete para darle un bate de beisbol con varios clavos en la punta.

- Más te vale perder, saco de mierda. He apostado por Tropezón – le dijo el guardia antes de irse. A su oponente le entregó un cuchillo de carnicero.

Entonces, cuando los guardias ya se habían marchado y la multitud rugía, el Jinete cerró los ojos. Volvía a experimentar aquella sensación tan familiar. El mundo a su alrededor pareció ralentizarse, incluso los rugidos de la multitud parecían proceder de otro lugar, a un mundo de distancia. Lo único que escuchaba con claridad eran los latidos de su corazón. Se sentía vivo.

Cuando volvió a abrir los ojos, Tropezón se lanzaba hacia él levantando el cuchillo por encima de su cabeza. Con un rápido movimiento de pies, el Jinete se apartó de su camino y Tropezón pasó de largo.

En torno a ellos, la multitud volvió a gritar sugerencias tales como: “¡Clávale el cuchillo en la boca!”, “¡Batéale las pelotas!” o el ya habitual “¡Cómete su cara!”

Tropezón comenzó a lanzar tajos rápidos, pero el Jinete los esquivaba con movimientos gráciles y precisos. Entonces, cuando paró de atacar para retomar el aliento, el Jinete vio su oportunidad.

Hizo ondear el bate un par de veces e intentó asestarle un golpe en la pierna, pero Tropezón fue más rápido y la levantó en el momento preciso. Aprovechando que su contrincante había bajado la guardia, Tropezón atacó con su cuchillo, provocándole un corte a la altura del hombro.
El Jinete retrocedió un par de pasos mientras evaluaba los daños. “Superficial” se dijo a si mismo tras echarle un rápido vistazo al corte. Tropezón volvió a arremeter contra él, pero esta vez se encontró con la rodilla del Jinete en su estómago. Escupió un poco de sangre y rodó por el suelo, colocándose de nuevo en postura de combate. Ambos empezaron a caminar en círculos lentamente, pensando únicamente en cuál sería el siguiente movimiento de su adversario.

El Jinete se adelantó un par de pasos e intentó asestarle un golpe en la cabeza, pero Tropezón se apartó y con un fugaz movimiento le cortó de nuevo, esta vez en el dorso de la mano.

Es rápido pese a su peso - pensó el Jinete.

Tropezón intentó enterrarle el cuchillo en el hombro pero el Jinete agarró su mano en el momento preciso, le dio un cabezazo y volvieron a estar distanciados por un par de metros.

Entonces, un amago de sonrisa aleteó en los labios del Jinete.

- ¡¿De qué coño te ríes?! – exclamó Tropezón.

- Has perdido.

Si algo bueno tenía el Jinete, era su capacidad de análisis; Durante todo el combate había memorizado los movimientos de su adversario, estudiando sus puntos débiles y fuertes. Ahora sólo tenía que ejecutar una serie de movimientos metódicamente y todo habría acabado.
Primero avanzó hacia la derecha y bajó el bate hasta la altura de la cintura, dejando el brazo desprotegido. Tropezón picó el anzuelo y se lanzó hacia él, pero antes de que pudiese alcanzarle se encontró con el bate en la espinilla. Los clavos oxidados traspasaron la piel y desgarraron la carne. Tropezón cayó al suelo y la multitud rugió, sedienta de sangre. Antes de que pudiese reaccionar, el Jinete le desarmó de una patada y acto seguido le hundió el bate en plena cara.

Golpeó una y otra vez, hasta que el cráneo dejó escapar un sonido acuoso y Tropezón se quedó quieto, inerte. Segundos después la multitud estalló en vítores. El Jinete repasó sus rostros con detenimiento, pues dentro de poco aquellos hombres estarían bajo sus órdenes.
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Mensaje  Skimmer Mar Mar 06, 2012 11:44 pm

El Jinete abrió los ojos justo a tiempo para ver como el hacha descendía sobre él. Giró sobre sí mismo para esquivar el ataque, pero aun así se llevó un buen corte en el hombro derecho. Otro más que se sumaba a sus incontables heridas.

Apenas se había levantado cuando recibió una patada en la espalda que lo envió de vuelta al suelo. A su alrededor la multitud rugía, sedienta de sangre y muerte.

Tal vez les complazca pronto si sigo recibiendo tantos golpes, pensó el Jinete mientras escupía la que debía ser su tercera flema sanguinolenta.

Se obligó a ponerse en pie, aunque su cuerpo le pedía a gritos que se quedase tumbado, que durmiese hasta que todo acabase.

Sólo necesito un segundo, un puto segundo.


Ante él se encontraban tres hombres: Uno de ellos era fornido, de pecho amplio y brazos fuertes. El segundo era un muchacho alto y nervudo. El tercero estaba muerto. En cuanto empezó el combate se había lanzado contra el Jinete en un frenesí asesino, y éste le había quitado el cuchillo y se lo había enterrado bajo la barbilla en apenas un pestañeo.

Después de ese momento, la buena suerte le abandonó, aunque nunca la había tenido consigo realmente; Antes de empezar el combate, los guardias repartieron entre sus oponentes un hacha, un cuchillo y una barra de hierro. A él en cambio le dejaron con las manos vacías. Parecían pensar que tres contra uno no era un desafío suficiente.

En otro tiempo, el Jinete habría sabido manejar aquella situación sin apenas complicaciones, pero le habían hecho luchar nueve noches seguidas. Nueve. Estaba al límite de sus fuerzas.

No comprendía quién quería verlo muerto ni por qué. La única información que tenía era una frase que le dijo uno de los guardias la quinta noche:

- Hazte un favor y muérete esta noche, saco de mierda. El Jefe no va a parar hasta que caigas

Esa frase, lejos de desmoralizarle, le infundió valor y determinación. En su interior ardía la llama de la venganza, y juró llevarla ante todos sus enemigos.

El Jinete apartó de su mente aquellos pensamientos y volvió a ser consciente de lo que ocurría a su alrededor. El hombre del hacha se abalanzó sobre él en un intento de cortarle la cabeza, como si de un tronco de leña se tratase. El Jinete paró el hacha con las dos manos, justo cuando se encontraba a pocos centímetros de su frente. Se disponía a contraatacar cuando algo le golpeó las piernas y le obligo a quedar de rodillas.

Idiota, has perdido de vista al otro.

El hombre del hacha seguía presionando, y poco a poco se acortaba la distancia entre su rostro y el filo. El Jinete intentaba con todas sus fuerzas no ceder, pero estaba en desventaja. Finalmente el filo del hacha encontró su carne y le hizo un corte profundo en la mejilla.

Por el rabillo del ojo, el Jinete vio cómo su otro adversario se colocaba la barra de hierro a modo de bate de beisbol, dispuesto a golpearle en la nuca. Entonces vio su oportunidad.

Todo pareció suceder a cámara lenta; el Bateador hizo un amplio movimiento con los brazos y trató de golpear la nuca del Jinete, éste se dejó caer de espaldas en el momento preciso y la barra de hierro fue a parar a la entrepierna del hombre del hacha. Éste se retorció de dolor y dejó caer el hacha. Finalmente el Jinete tuvo el segundo por el que tanto había esperado.

Rápido como una centella se hizo con el hacha, y aun estando en el suelo logró cortar el pie de su enemigo de un solo tajo. La multitud volvió a rugir con fuerzas renovadas, animados por la visión de la sangre y el sufrimiento. Aun así, sus gritos no podían compararse con los del recientemente cojo.

El Jinete trataba de ponerse en pie cuando el Bateador le propinó un nuevo golpe en las costillas. Pese al dolor, no se permitió mostrar debilidad. Incluso se tragó su propia sangre cuando ésta acudió a su boca.

Al Bateador se le daba bien atacar cuando su oponente no miraba o no tenía posibilidad de defenderse, pero cara a cara se convertía en un amasijo de nervios.

Quiso golpear al Jinete en la cabeza con la barra, pero éste desvió el golpe con el hacha. Podría haber acabado con él de un solo tajo, pero no le concedería ese placer.

El Jinete tiró el hacha a un lado y le quitó la barra al Bateador en un breve forcejeo. Al verse desarmado, su enemigo se arrodilló e imploró piedad mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.

Al Jinete no le gustaban las lágrimas.

Con una mano le agarró del cabello y con la otra introdujo la larga barra a través de su boca. No paró de presionar hasta que apenas se veían unos centímetros de la barra. Mientras, el Bateador se agitaba violentamente, preso de unos incontrolables espasmos. Tardó casi un minuto en morir. En ese minuto le dio tiempo a cagarse y mearse encima.

Entonces, el Jinete se dirigió hacia el cojo. Se encontraba tumbado en el suelo en posición fetal, agarrando su pie amputado y con un charco de vómito a su lado. No decía nada, solo sollozaba.

El Jinete se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a descargar una lluvia de puñetazos sobre su rostro. Hizo que se le saltaran casi todos los dientes, y algunos se le clavaron en los nudillos, sólo cuando tuvo los puños en carne viva, cesó.

La sangre de sus enemigos bañaba su cuerpo. Embriagado por la violencia y la adrenalina, el Jinete se irguió y rugió alzando los brazos. Fue un grito salvaje, primitivo, que se prolongó hasta que sus pulmones se quedaron sin aire. Estaba vivo.

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De verdad, estoy harto de escribir peleas, que alguien postee ya! xD
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Mensaje  DarkHades Miér Mar 07, 2012 2:11 am

- Iré con Thais.

- ¿Qué? ¿Tú sólo? - Preguntó Alicia evidentemente sorprendida.

- No idiota, con Thais, será mi guía, ambos nos la apañaremos bien. - Expliqué mientras me levantaba de la mesa del comedor de mi cabaña, la había invitado exclusivamente para hablar de ello.

- Degtyarev, no es el momento en que te hagas el héroe ni nada, creo que deberíamos...

- ¡No me hago el héroe! - Grité interrumpiéndola - Simplemente quiero que vayamos uno o dos, tres máximo para no caer en la misma trampa que ellos cayeron, es lo mejor digo yo. - Digo con voz firme levantándome de la silla.

Alicia se quedó callada, por primera vez en mucho tiempo durante una discusión no dice nada. Me le quedo mirando fijamente hasta que por fin me decido a decir algo.

- ¿Sabes qué creo Alicia?

- No, no lo sé.

- Creo que jamás debimos de darle una oportunidad a ese sujeto de hablar aquella vez y dar su idea. Ni tú ni yo sabemos si existe aquél paraíso que él describe. Estabamos mil veces mejor antes de que él llegara, y desde que ha llegado simplemente ha despreciado todo lo referente a nuestro refugio y a nuestro modo de vida. Tenemos un bosque, tenemos un enorme huerto, tenemos todo lo necesario para sobrevivir...

- Degtyarev mira sé que no es fácil pero...

- Ya te puedes ir yendo de mi casa, saldré con Thais y Randy, Lisa se queda, no quiero soportar a una preñada bajo mi mando, menos en un viaje como éste.

- ¿Preñada? - Preguntó Alicia con un tono de sorprendimiento.

- Sí, según Emy ella está embarazada, cuando estaban trabajando en el huerto le entró náuseas con mareo y un poco de vómito, y ya sabes que estudió medicina lo suficiente como para saber cuándo alguien está embarazada. En fin, nos fuimos del tema, fuera de mi casa, me voy con Randy y Thais, una vez que nos encontremos con el grupo perdido veremos qué haremos. - Dije decidido.

- Sólo hay dos caballos disponibles, ¿cómo harán? - Pregunto ella yendo hacia la puerta.

- Thais irá en el mismo caballo que yo, Randy irá en otro, adiós Alicia. - Dije abriéndole la puerta, ella salió sin despedirse.

Me senté en el sofá un momento para pensar las cosas mejor.

- ¿Así que te vas? - Dijo Emy saliendo de nuestro cuarto.

- Pensaba decirtelo, no te preocupes Emy, sabes que...

- ¿Piensas volver verdad? - Interrumpió.

- No lo dudes, pienso volver para que cumplamos nuestro sueño. - Inmediatamente Emy se sienta al lado mio y me abraza besándome la mejilla izquierda.

- Dime lo que llevarás así te lo preparo. - Dijo ésta tomándome de la mano haciéndome levantar del sofá.

- Las botas negras, ese pantalón de antidisturbios que guardé aquella vez, la remera gris con el logotipo de Rammstein en la espalda y pecho, la campera negra y ese chaleco anti balas destrozado, de algo me debe servir.

- Ve a llamar a tu grupo, tendré tu mochila en breve.

Asentí, le di un beso y me marché. Apenas estaba saliendo el sol, por lo que deberíamos salir pronto. Corrí hacia la cabaña de Thais, en el camino me encontré con Alicia nuevamente, ésta vez mirando la tumba de su fallecido hijo. Simplemente se limitó a mirarme y yo a ella.
Golpié la puerta tres veces, varios pasos se escucharon dentro de la casa hasta que la puerta se abrió, era Thais.

- Prepara tus cosas, iremos con Randy a buscar a los demás, te doy 15 minutos, avisa a Randy y sólo a Randy sobre ésto, iremos los tres, también dile que saque un caballo del establo, tiene mi autorización. - Dije con voz clara y rápido.

Ella asintió y volvió a cerrar la puerta. Cuando volví a casa Emy ya estaba metiendo las últimas cosas en la mochila.

- Dentro de ella tienes unas latas en conserva para comer, tu campera y algunas vendas con alcohol.

Me cambié delante suyo poniéndome toda la ropa que usaría, Emy volvió con la pistola que le regalé hace mucho, una Glock 17.

- Tómala, sabes que estaré bien y me sé defender, tú me lo enseñaste todo. - Dijo con una gran sonrisa entregándome la pistola descargada, en su mano derecha me entregó dos cargadores.

Me la guardé en el bolsillo, le di un fuerte abrazo y un beso que parecía no tener fin.

- Ya me voy campeona. - Le dije con los ojos húmedos aún abrazándola.

- No te olvides de tu machete, está detrás tuyo sobre el sillón. - Dijo con un tono de tristeza.

La solté y tomé el machete con su funda, me lo até a la cintura.

Me di vuelta para verla una vez más antes de salir afuera.

- Cázalos campeón. - Dijo con voz dura y con una gran sonrisa.

Salí afuera y monté mi caballo, estaba decidido a volver con vida y cumplir mi sueño, no importe lo que me pongan en el camino, pienso aplastarlo si es necesario.

- Randy viene en camino. - Murmuro Thais salida de la nada.

- Súbete al caballo, lo esperaremos a la entrada al castillo.

La ayudé a subir y ambos nos dirijimos a la entrada a esperar a Randy, debíamos llegar rápido, lo más rápido posible.

- Ya vendrá... - Dijo Thais tranquilizándome.
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En algún rincón sin zombies (Título provisional) - Página 5 Empty Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)

Mensaje  Kealah Miér Mar 07, 2012 2:06 pm

En la habitación, estaba comentando con Arturo todo el asunto con Degtyarev. No podía creer que pensara que él tenía el mando de la situación a pesar de que todo aquello se hubiera forjado gracias a mis esfuerzos y a los de otra gente. ¿Estaba el mando? Sabía pelear, sabía luchar y defender el castillo de todo pero no tenía dotes de mando. Era demasiado impulsivo y todo lo que hacía era dar órdenes y más órdenes.
No, aquel era mi puesto. Yo había comandado aquel castillo con mano de hierro durante 5 años y, por un error, no va a expulsarme.

Me vestí, cogí todas mis cosas y las de Arturo y me dirigí a la cabaña de Facundo. Mantuve una larga y triste conversación con él. Él se quedaría a cargo del castillo en mi ausencia, Arturo y yo partiríamos inmediatamente junto a Degtyarev, Thais, Randy y Lisa a buscar al Jinete y a los demás.
Nos depedimos con un largo abrazo porque suponía que las posibilidades de volver a vernos eran escasas.

- Guarda el fuerte en mi ausencia, Facundo, los habitantes del castillo lo entenderán. Volveré a buscarlos. Por cierto, Facundo, ¿te importa que nos llevemos eso en lo que has estado trabajando?

- No veo quién podría utilizarlo mejor - Dijo Facundo- Adios, Ali.

Caminamos hacia la cabaña de Randy, Arturo se adelantó mientras yo me despedía de mi pequeño Fernando. Fue en ese instante cuando me crucé con Degtyarev, supuse que iba a buscar a Thais para largarse de aquí. Me miró fríamente y le devolví la mirada, lo que no vio fue mi sonrisa cuando siguió adelante y yo me di cuenta de la gracia que le haría verme frente a la puerta dispuesta a partir.

Cuando llegué a la cabaña de Randy, Randy y Lisa ya se estaban preparando para la partida. Arturo ya les había indicado que recogiesen sus cosas que nos largábamos del castillo.

- Me le encontré de camino hacia nuestra casa. - Dijo Arturo- Iba a advertirnos de que Degtyarev planeaba marcharse sin nosotros y sin Lisa.

- Sí, así es. Hace media hora vino a mi cabaña, me dijo que me preparase para salir dentro de dos horas en la puerta principal, que ya estarían preparados los caballos para partir Thaia, él y yo. Que tú estabas de acuerdo. - DIjo refiriéndose a Alicia.

- Si es que me río. ¿Te contó también que me echó de su cabaña?

- Esa parte la omitió. Pero... ¿Cómo vamos a hacerlo con sólo dos caballos? Somos 6.

- No te preocupes. Un buen amigo mío me dejó un regalito. - Dijo Alicia.- Degtyarev no es el único que tiene hobbies. Hay gente por aquí muy preparada pero él sólo conoce a la gente con la que se codea. No sabe que un buen líder, conoce todo sobre todos sin llegar a saber demasiado de nadie.

- De acuerdo.... Por cierto, Alicia, Lisa está embarazada. Llevo días detrás de ti para decirtelo pero siempre estás demasiado ocupada.

- Sí, es por eso por lo que Degtyarev no quiere llevarla con él. No te conozco mucho pero lo suficiente para saber que no te irías con él sin ella.

- Sabía que la cuidarías pero ahora es mi responsabilidad y no soy de los que deja a nadie atrás - Una extraña mirada cruzó su rostro. Imperceptible para cualquiera pero no para mí- Venga, vamos. Estamos listos.

- De acuerdo - Dijo Arturo - Salgamos y vayamos al establo que hay entre nuestra cabaña y la de Arturo.

Creo que, por la cara de Randy y Lisa, esperaban ver caballos, mulas, burros o vacas y no lo que se encontraron cuando llegaron allí. Allí había dos motos totalmente modificadas. Arturo, Gerard y Facundo habían trabajado en ellas durante mucho tiempo, adaptándolas a los nuevos tiempos, incorporando un silenciador, un potenciador de velocidad, protectores laterales y una plancha de hierro en su parte delantera.

- Guau - DIjo Randy - ¿Qué coño es eso?

- Son motocicletas. Unas viejas Harleys que Arturo encontró cuando todavía salía del castillo en busca de provisiones. - Dije mirando a mi chico con orgullo - Se le ocurrió que podrían arreglarlas.

- Facundo entiende de mecánica y Gerard traía las piezas necesarias cada vez que salía del refugio - Dijo Arturo con tristeza - Hemos tardado dos años en construirlas pero ha merecido la pena. Facundo dice que están listas. ¿Os atrevéis? Las probamos hace un mes y funcionaban. No van demasiado rápido, debido a los componentes extra, a no ser que pulsen este botoncito) pero... funcionan y pueden esquivar bastante bien.

- Sí, estamos dispuestos, ¿Lisa?

- Bueno... no me fío... Pero, ¿qué alternativa tenemos? Montemos - Vi como Lisa se colgaba la mochila al hombro y subía a la motocicleta.

Arrancamos las motos, yo subí a la de Arturo y dejé que el condujera. Me agarré a él y disfruté del viento. Pronto frenamos. Sabía que tenía que discutir con Degtyarev pero era un precio demasiado bajo si lo que quería conseguir era salir de aquel castillo.

- ¿Qué demonios haces tú aquí y en qué demonios vais montados? - Dijo Degtyarev en cuanto nos vio. - ¿Les avisaste tú?

- Nosotros también tenemos nuestros juguetitos y no, él no me avisó. Serás más alto, serás más grande que yo y te creerás que estás al mando pero nadie me trata como me has tratado en tu cabaña. Te recuerdo que la que está al mando soy yo. Te agradezco que hayas cuidado del fuerte mientras estaba echa polvo por la muerte de mi hijo pero ya he regresado y voy a ir a rescatar a los míos con ellos. - Degtyarev trató de decir algo pero sólo consiguió balbucear... - Y di lo que quieras, vamos a ir, tanto si te gusta, como si no.

- ¿Y Emmy?

- Lo siento, que cada palo aguante su vela.
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Mensaje  PauTL Jue Mar 08, 2012 12:52 am

Nada mas despertar preparé todo para la partida y me dirigí a la cabaña de Alicia, toqué varias veces, pero nadie respondió.

- Se fueron hace unas horas. - Dijo Facundo a mi espalda.

- ¿Que?, ¿y no me despertaron? - Pregunté indignado.

- Creían que debías descansar. - Me dijo.

Mierda, ¿que podía hacer?, desde luego no se iba a quedar allí...

- Ire tras ellos. - Dije con seguridad.

- No hay mas caballos, no creo que puedas alcanzarlos, lo siento. - Me dijo.

- Arturo me hico prometerle que cuidaría de que no le ocurriese nada a Alicia, si les pasa algo... - No continué, los quería mucho a todos para siquiera imaginar su muerte.

Facundo no dijo nada, me hizo una señal para que lo acompañara, fuimos a la muralla.

- ¿Ves aquella montaña? - Dijo señalando a lo lejos. - En un viejo mapa que encontramos había una carretera que llegaba hasta allí, y un tunel, por alguna razon lo tapiaron y cerraron la carretetra, sin embargo, debería haber algun pequeño tunel lateral por si había algun problema, los caballos no caben por allí, con lo que me pareció una tontería mencionarlo antes. - Facundo dejo de hablar y me miró. - Será mejor que te des prisa.



A los diez minutos estaba corriendo a traves del bosque, siguiendo la ruta marcada en el mapa que me había dado Facundo...
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Mensaje  Skimmer Vie Mar 09, 2012 11:31 pm

- Es la hora – le informó Francis asomándose al interior de la celda.

Cuando el Jinete se levantó del camastro, su rostro se contrajo en una mueca de dolor. Bajo la ropa, su cuerpo era un tapiz de cortes, costras y magulladuras. En los últimos tiempos se decía a si mismo que el dolor era un regalo, le recordaba que estaba vivo.

Salió de su celda y se dirigió con paso renqueante hasta el centro del barracón. Allí se encontraba la Rata. Era un individuo bajito, enclenque y de aspecto ratonil.

El Jinete se apoyó en una columna y se cruzó de brazos, esperando.

- ¡Guardias! – gritó la Rata acercándose a los barrotes de la entrada y asomando su diminuto cráneo entre ellos. - ¡Eh, guardias, venid!

Tuvo que gritar un par de veces más, pero finalmente acudió uno de los guardias, y no parecía muy contento.

- ¿Qué coño quieres? Todavía no os toca comer, mamones.

- No es eso, necesito ayuda – comenzó a explicar la Rata, su voz era tan chillona que casi daba dolor de cabeza – verás, yo…no puedo guardarme esto dentro, estoy a punto de explotar.

- ¿De qué cojones estás ha…?

En apenas un pestañeo, la Rata se había sacado la polla y había empezado a mear sobre el guardia a través de los barrotes.

- Ah, mucho mejor – dijo con alivio mientras levantaba ligeramente la cabeza.

- ¡MALDITO HIJO DE PUTA!

El guardia sacó las llaves, y temblando de ira abrió la puerta. Desenfundó la porra y comenzó a descargar sobre Rata una lluvia de golpes y patadas. Él ni siquiera se defendió, sólo se reía y de vez en cuando dejaba escapar algún aullido de dolor. Cuando el guardia consideró que había aprendido la lección, le dio una última patada en la cabeza y se marchó. Rata se quedó en el suelo, hecho un despojo.ç

Poco a poco el Jinete se acercó a él y se puso de cuclillas a su lado.

- ¿Y bien?

- Ha sido fácil – dijo la Rata con un hilo de voz mientras le enseñaba la palma de la mano.

En ella había una llave.

La Rata escupió un poco de sangre y sonrió enseñando los dientes. La mitad de ellos estaban rotos a causa de la paliza.

El Jinete cogió la llave y rió. Rió por su brillante plan, por sus nuevos soldados, y por su venganza, cada día más cercana…

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Este finde postearé de nuevo para relatar la fuga de la prisión.
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Mensaje  Skimmer Miér Mar 14, 2012 11:37 pm

La noche había llegado, y con ella el correspondiente baño de sangre.

El Jinete se encontraba de nuevo en el centro del barracón, desnudo y esperando a que los guardias eligieran a su contrincante. Todo estaba dispuesto: tenía la llave, sus hombres sabían lo que tenían que hacer…solo tenía que sobrevivir a una pelea más. Solo una más.

- ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo conseguiste que se unieran a ti? – le había preguntado Carlos horas antes.

- Les prometí aquello que más anhelaban.

Finalmente los guardias se pararon frente a una de las celdas. Al ver de qué celda se trataba, un ligero atisbo de confusión cruzó el rostro del Jinete.

Sea así entonces, dijo para sí mismo.

Los guardias tuvieron que sacar a Fernando a rastras de la celda. Lo colocaron frente al Jinete y le ordenaron que se desvistiera. Hicieron falta unos cuantos golpes para que Fernando reaccionase y empezase a quitarse la ropa.

- Edmundo…Dios, ¿Qué vamos a hacer? – le preguntó Fernando mientras se quitaba la camiseta torpemente. Había un deje de pánico en su voz.

El Jinete le respondió con silencio.

Fernando terminó de desnudarse y los guardias le entregaron un hacha. Al Jinete, como ya era habitual, le dejaron con las manos vacías.
No era la primera vez que el Jinete mataba a un compañero de viaje. Hacía unos meses, había asesinado a un hombre con el que compartió refugio en una noche lluviosa. Lo hizo por el simple hecho de no tener que dormir con un ojo abierto.

Pero aquello era diferente, no le habían dejado opción. Por mucho que Carlos se enfadase, tendría que entenderlo.

Los guardias se retiraron y el Agujero se convirtió en un hervidero de gritos. Mientras, el Jinete y Fernando permanecían inmóviles, como estatuas de piedra. Fernando observaba el hacha como si fuera la primera vez que veía una, y tenía los labios blancos de tanto apretarlos. El Jinete simplemente le miraba con expresión neutra. Si tenía algún sentimiento, su rostro no lo reflejaba.

Entonces Fernando dejó de mirar el hacha y sus ojos se cruzaron.

- Venga, Edmundo – dijo Fernando con una risa nerviosa que no albergaba comicidad alguna – hemos pasado por situaciones peores y hemos logrado escapar. No podemos dejar que esos cabrones – giró la cabeza y señaló a los guardias que aguardaban tras las rejas.- nos ga…

El Jinete se adelantó un par de pasos y con un brusco movimiento le partió el cuello. Hizo el mismo sonido chasqueante que el de una rama al partirse. El cadáver de Fernando cayó pesadamente sobre el suelo, quedando en una postura ridícula.

A continuación, los guardias entraron y se llevaron el cuerpo arrastrándolo. Cuando se marcharon, los presos salieron de sus celdas y Carlos se acercó a él a grandes zancadas.

- ¡Hijo de puta! Lo mataste cuando no te miraba – su voz rezumaba ira y dolor.

Con un vago movimiento de cabeza del Jinete, Carlos se vio apresado por cuatro de los presos.

- Creo que lo que quieres decir es “gracias”. Le di una muerte rápida y sin apenas dolor. Mucho más de lo que suelo repartir entre mis enemigos. ¿O acaso preferirías que le hubiese cortado la cabeza con su propia hacha? ¿Cuántos tajos crees que habría necesitado, Carlos? ¿Cuatro? ¿Cinco? Sabes que he hecho lo que debía hacer. Ahora guárdate tus putos sentimientos, tenemos trabajo.

Los presos soltaron a Carlos y éste se quedó quieto, respirando agitadamente y sin apartar la vista del Jinete.

- Estamos esperando, Espada – le informó Francis momentos antes de escupir al suelo.

El Jinete se volvió hacia sus hombres.

- Bien, ya es la hora. Primer Equipo, adelante.

El primer equipo estaba constituido por quince personas, cada uno de ellos parecía más débil que el anterior. El Jinete les abrió la puerta por la que entraban los guardias y ellos salieron en tropel. El Primer Equipo iría por el camino más corto y seguro, o eso era lo que el Jinete les había contado. En realidad se dirigían a una muerte segura, un callejón sin salida en el que serían ejecutados fácilmente. Por eso el Jinete había reunido a los más débiles en un grupo, para que fuesen aniquilados y así conseguir algo de tiempo. Un precio muy bajo que estaba dispuesto a pagar.
Cuando se empezaron a oír los disparos y los gritos, el Jinete supo que debían actuar rápido. Quedaban alrededor de treinta presos, los más capaces. Irían al arsenal y luego les daría aquello que tanto deseaban…

- Ha llegado el momento. Vuestro momento. Hoy, masacraremos a esos cabrones. Hoy, les causaremos tanto dolor que sus cuerpos se partirán en dos. ¡Vuestra venganza está ahí fuera, cogedla!

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Haré otro post en estos días con la batalla y la fuga.
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