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Segunda prueba
¿Furulas?
En algún rincón sin zombies (Título provisional)
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En algún rincón sin zombies (Título provisional)
INTRODUCCIÓN "GRUPO DE VETERANOS"
Alicia salió de su casa y se sentó en las escaleras de la entrada. Desde hacía cinco años, se habían terminado las ciudades para ella y sus amigos. Vivir en el campo era mucho más seguro, sobretodo ahora que el mundo estaba poblado de muertos vivientes y que las ciudades se había convertido en verdaderos focos de enfermedades e infecciones que azotaban con fuerza de nuevo a pesar de que ya habían sido erradicadas en el mundo moderno. Desde su cómoda postura en las escaleras, miró enfrente, y allí estaba Arturo, tan guapo como siempre con Fer en brazos y con el no tan pequeño Cody revoloteando alrededor de ambos. Fer era como un hermano para Cody y le trataba como tal.
Hacía cinco años que había decidido huir de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado así como del ejército y buscar un sitio seguro para ella y los suyos.
Primero encontraron una cárcel abandonada, situada en medio de una meseta y con kilómetros de pastos y bosques a su alrededor. Era un buen lugar para pasar una temporada pero asentarse allí iba a ser complicado.
Estaba demasiado abandonada para poder convertirse en un sitio seguro. Estaba todo demasiado sucio, las puertas y las ventanas necesitarían ser reparadas y la verja de entrada yacía ahora tirada en el suelo.
El invierno se acercaba y necesitaban un lugar donde pasarlo. Decidieron, equivocadamente, que la cárcel sería el mejor sitio para hacerlo. Escondieron el camión lejos de ojos curiosos y los treinta supervivientes del metro junto a Jules y Gerard se asentaron en aquel lugar.
Utilizaron las puertas de madera del edificio para reparar las ventanas, igual que las mesas, levantaron de nuevo la valla principal y repararon los agujeros que existían alrededor de ella.
Lo único que no era un problema era el agua ya que la cárcel contaba con un pozo propio del que extraían agua cada día, incluso pudiéndose dar duchas a menudo.
En esa época, Fernando ya se convirtió en un gran tirador ayudado por Facundo. Encontraron en el camión, robado al ejército, armas con silenciador y desde una posición alta y segura, abatía a cuantos zombies se acercaban mientras Carlos, Michael, Arturo y los demás, colocaban las verjas y reparaban las zonas más débiles.
Por su parte, Alicia se había convertido en una líder, sin siquiera haberlo planteado. Las dudas se consultaban con ella y los supervivientes del metro la llamaban “jefa”. Resultó que se la daba mejor de lo que esperaba hasta que se la ocurrió formar un pequeño grupo de unas siete personas que salieron del refugio para buscar comida en la ciudad más cercana.
Solo tres personas volvieron con vida. Degtyarev, Michael y Marco fueron los supervivientes del centro comercial, los otros cuatro.... pasaron a engrosar el ejército de zombies. Lograron traer algo de comida pero no era suficiente para alimentar a las veintiocho personas que quedaban encerradas en la cárcel.
Marco volvió demasiado enfermo y estuvo a punto de morir aquel invierno. Enfermedades como la gripe volvieron a aparecer con fuerza y sin vacunas apropiadas, hicieron mella en el grupo de supervivientes.
Pasaron un invierno horrible, volvieron a intentar ir al centro comercial y aquel intento les proporcionó algo más de comida pero seguía siendo insuficiente. Los habitantes del cómodo y seguro metro murieron aquel invierno y la pequeña comunidad fue diezmada, superando el invierno únicamente 18 de ellos.
Los otros 10 sucumbieron al hambre, al frío e incluso hubo alguno que se quitó la vida cuando aquella situación tan precaria les superó. Esos hombres y mujeres constituían un importante peligro para los vivos ya que muchos morían durante la noche y a la mañana siguiente se despertaban con los ojos en blanco ansiosos de carne.
Así fue como perdieron a Oleg, un tipo grandullón y alegre que había iniciado relaciones con Fátima, una mujer del metro. Ella, ligera como una pluma, ojerosa y consumida por el hambre, murió mientras dormía. Al día siguiente, unos ruidos en su celda alarmaron al resto y se encontraron con aquella escena dantesca en la que Fátima estaba devorando el cuerpo de su compañero.
Dos disparos en la cabeza fueron suficientes para que Alicia lo comprendiera. En cuanto empezara el buen tiempo, enviaría a Degtyarev y Michael a buscar gasolina y un nuevo camión para buscar otro lugar en el que el grupo pudiera vivir. Otro invierno así y no lo soportarían.
Por sus cálculos, habían abandonado la prisión a mediados de febrero. Desde que el mundo cayese, definitivamente, no había nadie que determinara con exactitud el día que era así que Hopkins, hombre de campo en su juventud, decidió que el buen tiempo se acercaba y la primavera llegaba. Decidieron abandonar la relativa seguridad que les había proporcionado la cárcel durante aquellos escasos tres meses.
Diezmados, cansados y hambrientos como se encontraban, eran presa fácil en los caminos y los zombies, escasos durante el invierno, habían vuelto con el calor como las moscas y otros insectos. Sus municiones habían disminuido considerablemente mientras reparaban la cárcel y la gasolina también era un problema.
Degtyarev condujo aquel camión durante días con sus respectivas noches, siendo relevado por sus compañeros cuando el sueño conseguía agotarlo. Paraban únicamente durante el día en gasolineras para descubrir, atónitos, que habían sido saqueadas y que la comida y el agua eran bienes escasos en aquel mundo de locos.
Cuando solo quedaban 14, cuatro de ellos muertos en un ataque de zombies brutal en un motel de carretera, estaban a punto de darse por vencidos. Rondaba ya el mes de mayo, según Hopkins eran finales de abril, sus ropas cada vez les quedaban más grandes y cada vez estaban más cansados hasta que Cody lo vio. A lo lejos, en lo alto de una pequeña montaña, un pequeño castillo, se alzaba majestuoso y perfecto sobre pequeñas casas de madera construidas a sus pies.
Realmente parecía el decorado de una película pero aquel lugar era perfecto para establecerse.
La realidad no distaba mucho de la imaginación. Era un castillo, efectivamente, pero en él, se había rodado una saga de películas, bastante malas según Connor , y ahora pertenecía a unos estudios de cine muy famosos que habían comprado el terreno cuando el dueño de los mismos entró en crisis y creó una verdadera ciudad a los pies del castillo, construyendo casas prefabricadas para todo el equipo de actores y rodaje. Aquellos estudios se utilizaron para rodar numerosas películas de los 90 y principios del milenio, según rezaba la inscripción a la entrada del castillo.
Ahora, estaba allí, en medio de la carretera y, a medida que se acercaban, notaban más que aquel se convertiría en su hogar.
Degtyarev avanzó lentamente con el camión por las sinuosas curvas que llevaban al castillo hasta que frenó. La propia Alicia dio la orden de no salir del camión a nadie. No quería encontrarse con un francotirador por la zona así que bajó sola del camión con las manos en alto.
No recibió ningún disparo, bajó los brazos y se encaminó hacia la puerta. Era extraño. Por aquella especie de aldea, no había ningún zombie. Estaba tan alejada de las ciudad que apenas podía percibir el olor dulzón propio de la muerte. Inevitablemente, sonrió y se dio cuenta de que aquel era un lugar perfecto.
Desde lo alto del castillo tenían una visión periférica perfecta de la carretera, del bosque que había en la parte de atrás y de toda la llanura que avanzaba por sus lados. Las murallas del propio castillo y su foso, realmente convertían aquel lugar en una fortaleza impenetrable. Se dijo a sí misma que aquel lugar tenía que tener un pozo propio y no estaba equivocada.
El problema sería la comida pero llevaban algunas latas de gasolina en la parte trasera del camión y Degt, Carlos y Michael podrían alejarse de la zona para buscar una fuente de alimentos. Además, se acercaba el verano y pronto serían capaces de plantar un huerto y la tierra daría sus frutos en unos meses.
Sonrió y gritó a Arturo que se acercase sin darse cuenta de que las lágrimas habían empezado a rodar por sus mejillas.
- Arturo, este es el sitio – Dijo Alicia sonriendo sin poder parar de llorar.
- ¿Segura? ¿Has mirado dentro?
- No... pero... ¿a qué huele?
- A nada. No huelo a muerto, soy yo el que huele tan mal. - Rió y bailó, zarandeándola en sus brazos- Estas casas están un poco destartaladas, ¿no crees?
- Sí, pero tenemos un sitio donde dormir hasta que las reparemos!!!!!!! Mira el castillo, detrás de ti. Entremos.
Connor, Degtyarev y Michael ya se habían reunido con ellos mientras Fernando, Gerard y Marco vigilaban el camión y a los que quedaban en su interior.
La felicidad de Alicia se rompió cuando abrieron la puerta, el olor a muerte y descomposición les azotó en la cara como si acabasen de abrir una tumba cerrada durante años. Los primeros gritos de los podridos alertaron al grupo que se puso en guardia inmediatamente.
- Salgamos fuera- Dijo Degtyarev.
- No- Gritó Alicia- Debemos quedarnos aquí, no soportaremos otro invierno ahí fuera- Dijo mirando el abrigo raído de aquel chaval tres tallas mayor que la suya. Los miró uno a uno. El viejo traje de Michael que ya olía a cosas que no podía ni adivinar, al joven Connor con el que Arturo estaba creando una gran amistad y miró al mismo Arturo.- Este es el sitio.
- Está bien, loca- Dijo Degtyarev- Lucharemos pero salgamos fuera. Los atraeremos y dispararemos a los que vayan llegando. Ellos nos encontrarán a nosotros.
- Apenas hay munición- Dijo Fernando que acababa de llegar al contemplar la escena.
- La aprovecharemos. Apuntad a la cabeza- Dijo Degtyarev.
Así lo hicieron. En los alrededores del castillo no había zombies porque estaban todos dentro. Tardaron más de lo previsto en acabar con todos ellos, incluso Carlos salió a ayudar, cabizbajo y taciturno como estaba desde la muerte de Sergio.
Y de repente, dejaron de salir zombies. No quedaban más en el castillo, al menos a primera vista. Revisaron los alrededores. Numerosos zombies se acercaban al lugar atraídos por los disparos y el alboroto así que Fernando subió el puente levadizo igual que en las películas. Dudaba que funcionase pero así fue. La puerta principal se cerró dejando a los supervivientes y a su camión dentro y a los zombies fuera.
Nadie sabía lo que había pasado dentro del castillo. Hicieron un montón con los zombies muertos y los quemaron como si de una pira funeraria se tratase. Cerraron la puerta principal aquella noche y revisaron las pequeñas casitas prefabricadas. Había un total de 20. Por fin tendrían la intimidad que habían anhelado durante meses ya que en la cárcel dormían muy juntos para darse calor pero allí podrían dormir sin problemas, cosa que tanto Arturo como Alicia agradecían sobremanera.
Las casas estaban algo destruidas por un incendio anterior pero estaban cerca del bosque y podrían conseguir madera sin alejarse demasiado. Eran todas muy similares. Todas contaban con un cuarto de baño con una ducha y un retrete, un pequeño salón, una cocina y dos habitaciones, aunque la gran mayoría de ellas contaba con un una sola habitación.
Arturo decidió que la de dos habitaciones sería para ellos dos, así Cody podría vivir con ellos hasta que fuera adulto. Para su mascota Willis también resultó ser una idea agradable pero tenían que esperar a que el lugar fuese habitable.
Sin embargo, una de las pequeñas casa estaba ocupada. Carlos se llevó un buen susto cuando abrió la puerta y un niño de unos nueve años, le golpeó la cabeza con una pala. Estuvo un buen rato grogui pero al final despertó. En una de las casas, alimentándose con unas pocas latas y algunas frutas dos niñas y un niño, el que había atacado a Carlos, sobrevivían ajenos al mal que les rondaba. Alicia se sorprendió de que una niña de quince años, otra de ocho y aquel pequeño estuvieran vivos pero si Cody pudo, ¿por qué no ellos?
Entonces las habló y las niñas, que hacía demasiado que no vivían con adultos, lloraron sobre su hombro. Así fue como consiguieron un castillo y se instalaron allí.
En aquel momento, mirando divertida a su chico, marido, pareja, amante Arturo, jugar con su hijo Fer y con Cody, su otro hijo, que aunque no lo era realmente había aprendido a quererlo como tal, se olvidó de lo duro que fue sacar a todos los zombies que quedaban en el castillo y del susto que se llevó cuando casi pierden a su mejor amigo Facundo. Por fortuna, todo fue un susto. Ahora Facundo vivía dos casas más allá con Marisa, una mujer de 34 años que había llegado con un grupo de supervivientes.
Ya hacía cinco años desde que se produjera la infección. Poco a poco habían ido ganando terreno a los zombies y habían rescatado a muchas personas de la zona, llevándoselas a vivir a su castillo.
Carlos, Michael, Facundo, Marco y Gerard eran los encargados de salir del refugio en busca de supervivientes. Poco a poco, alcanzaron el número de 20, festejaron cuando pasaron a ser 30 y construyeron varias casas cuando alcanzó el número de 50.
Los chicos no querían alejarse mucho de la zona segura del castillo en busca de supervivientes pero terminaron por hacerlo. La cosa salió bastante mal. Marco cayó por un terraplén y se golpeó con una roca en la cabeza. Sobrevivió pero nunca volvió a ser el mismo. Fue Degtyarev el que lo reemplazó en el equipo. Había estado muy feliz con Emmy pero desde que discutieran un día, Degtyarev decidió unirse al equipo de rescate. Su misión era traer provisiones, gasolina y materiales de construcción. Ahora limitaban sus excursiones a zonas limpias y cada día avanzan solo unos pocos metros.
Su arma favorita era una vieja espada que había encontrado colgada en una de las paredes del castillo. De hecho, eran dos espadas iguales que afiló, restauró y puso en su punto. Una era para él, otra para Carlos.
Por su parte, Carlos había estado receloso del grupo desde que Sergio muriese en aquella cárcel. No podía ver a Gerard ni a su novia Jules con la que compartía la casa. Pasaba de novias o de emparejarse, cosa que resultaba raro a Degtyarev, su mejor amigo porque sabía que las mujeres le gustaban mucho pero no había vuelto a ser el mismo desde aquella noche. Se comportaba de modo taciturno y, a menudo, ponía en peligro a sus compañeros haciendo locuras en sus misiones al exterior. Tanto fue que Alicia le prohibió salir del castillo durante una temporada.
Parece que, con el paso del tiempo y Carlos iba mejorango, gracias a Degt, la propia Alicia y Alba, una joven recién llegada al refugio que visitaba a Carlos de vez en cuando.
Connor tendría que haber acabado medicina pero los zombies hicieron que sus estudios concluyeran precipitadamente. No había título que lo demostrase pero Arturo le había enseñado todo lo que sabía y habían pasado horas y horas leyendo los libros sobre la materia que encontraron en la biblioteca del castillo. Investigaron con todo lo que tenían a su alcance, intentando hallar una vacuna pero no lo lograron. Sus esfuerzos eran inútiles pero fue Connor el que operó, con ayuda de Arturo, los tobillos rotos, las apendicitis e incluso la cabeza herida de Marco. Le salvó la vida.
Eso les había llevado a los dos a tener una bonita amistad. No la típica en la que se cuentan cosas pero Connor era el alumno de Arturo y Arturo era el maestro de Connor. Se tenían un respeto mutuo que Alicia raras veces había visto antes.
Fernando y Facundo hicieron una gran amistad en la cárcel. Y pasaron mucho tiempo juntos, disfrutando de los primeros días en el castillo, revisando las habitaciones y acondicionando las casas. De hecho, Fernando salvó la vida a Facundo aquel primer día y Facundo, agradecido, pudo adiestrar a Fernando en el manejo de las armas y, sobretodo, a disparar a blancos en movimiento.
Fernando tuvo la idea de conseguir una radio de onda corta para ponerse en contacto con los posibles supervivientes y, al principio, tuvieron grandes éxitos pero pronto, la estática pobló todos los canales y la comunidad se estancó en 50 miembros hacía casi un año.
Michael vivía al límite. Siempre saliendo del refugio, demostrando que era el más grande luchador cuerpo a cuerpo de los cincuenta supervivientes. Se había ganado la confianza de Alicia, a pesar de su pasado como asesino a sueldo pero ahora... ahora mataba zombies. El trabajo había dejado de serlo y se había convertido en una obligación si querían sobrevivir.
Era el gigoló del refugio y, más de una vez, las mujeres se habían peleado por su culpa pero siempre terminaba saliendo airoso y no terminaba nunca de decidirse por ninguna de ellas. Parecía ser feliz así y el pequeño Cody, que contaba ya con 18 años, se había convertido en su superviviente favorito. Pasaban horas y horas juntos y Cody destrozaba los corazones de las pequeñas supervivientes pero a la que realmente quería era a Maika. La joven que encontraron escondida en aquel castillo.
Hacía dos años que Willis había muerto. Era una ardilla pero Cody lo pasó mal cuando sucedió. Ahora tenía otra mascota. Era un perro que Michael había encontrado en una de sus salidas. Se llamaba Willis Segundo y se lo regaló al pequeño.
Cody disfrutaba a menudo de la compañía de Degtyarev que, lejos de ser un gigoló como Michael tenía su corazón ocupado por Emmy. Si Michael le enseñaba a manejarse con las mujeres y con las armas cuerpo a cuerpo, Degtyarev le ayudó a mejorar su musculatura y resistencia física. Ahora Cody quería empezar a salir del refugio con los demás pero Alicia todavía no se lo había permitido. Pensaba que era demasiado joven pero no se daba cuenta de que ella no era mucho mayor que él cuando se desató la infección así que quizá era el momento pero... no todavía.
Gerard se había convertido en uno de los miembros de la patrulla de limpieza y rescate. Era un chaval agradable y, para Arturo, hacía todo lo que podía en la comunidad. Sin embargo, había dos cosas que no terminaban de convencer a Alicia. Por un lado, el grupo de supervivientes había acabado con su mejor amigo y él, lejos de dejar que otro lo hiciera, había acabado con la segunda vida de Spike; por esta razón tenía una profunda enemistad con Carlos ya que Carlos había perdido a Sergio cuando Gerard perdió a Spike. La otra cosa eran sus ojos. Alegres y vitales pero escondían un profundo odio, sobretodo hacia Carlos.
Alicia contaba ya con 32 años pero, para ella, era como si fueran muchos más por todas sus vivencias y por las experiencias pasadas con los zombies años atrás. No había perdido su sonrisa y sus profundos ojos verdes miraban alegre hacia su familia.
Fer tenía ya tres años, tenía la cara de su padre pero los ojos y la sonrisa de su madre. No esperaba tener un hijo porque no sabía como podría mantenerlo pero sucedió. Era el niño más pequeño de la comunidad y todos le recibieron con la mayor felicidad del mundo, sobretodo Facundo, quien le trató como si fuera su propio hijo.
Seguía enamorada de Arturo como si del primer día se tratase pero siempre se ocultaba tras sus ojos una sombra de tristeza cada vez que recordaba a sus amigos caídos por culpa de un científico que pretendió investigar con algo que no debía.
Y, como si de uno más se tratase, decidió que el castillo solo se utilizase cuando no quedase más remedio, cuando pasase algo realmente malo o cuando necesitaran formar una junta de gobierno en el pueblo.
Todos convinieron que era mejor vivir al aire libre. Habían pasado encerrados y escondidos de los zombies demasiado tiempo. Era su momento.
Última edición por Kealah el Vie Feb 18, 2011 7:26 pm, editado 1 vez
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
"INTRODUCCIÓN GRUPO "NOVATOS""
Ryan sujetó el cordón de sus prismáticos con la mano derecha. Sus dedos le dolían horrores y más los días lluviosos como aquel pero se había acostumbrado al dolor. Se ayudó de su mano izquierda para sujetar los prismáticos y enfocó.
La visión era de todo menos agradable. Desde la azotea de aquel centro comercial, pudo darse cuenta de lo que había cambiado el mundo en tan solo cinco años. Ahora ya no había coches, no había contaminación atmosférica y la pobreza ya no existía. Todos los males del mundo conocidos en el siglo XXI en aquella pequeña ciudad y en cualquier parte había desaparecido y habían sido sustituidos por los muertos. Sólo ellos importaban.
Ahora, las pequeñas comunidades asentadas cerca de las ciudades tenían que lidiar con los enjambres. Así era como llamaban a los grupos de zombies que superaban los efectivos de los asentamientos. Los muertos no pensaban, no sentían, no padecían, simplemente se movían impulsados por su instinto hacia cualquier ruido que escucharan y que pudiera suponer comida.
Aquella mañana, Blake, como escogió que los miembros de su comunidad le llamaran, vio un enjambre en dirección al centro comercial. Todavía tenían aproximadamente unos 20 minutos antes de que el enjambre alcanzara su manzana pero tenían que sacar la comida que pudiesen en el camión y alejarse de la zona antes de que les siguieran. Lamentó no tener un lanzagranadas allí mismo pero luego supo que sería una pésima idea armar tanto follón. Eso atraería a los zombies de los alrededores y a pesar de que los suyos limpiaban la ciudad cada día un poco más, los edificios, monumentos y las calles, los muertos seguían apareciendo sin que ellos pudieran hacer nada por evitarlo.
Las ciudades, la cuna de la civilización, se habían convertido en hervideros de muerte, podredumbre y enfermedades y los escasos supervivientes que quedaban convivían con ellos. Los edificios, rascacielos, antes limpios, brillantes y aseados ahora eran moles de metal, ennegrecidos y destartalados que se movían como piezas de un puzzle en vertical a punto de caer.
- Jefe- Dijo Derek algo nervioso porque vio como aquel enjambre empezaba a acercarse- Creo que deberíamos regresar al campamento antes de que los zombies nos alcancen.
- Tienes razón. Es hora de regresar. ¿Encontrasteis las medicinas que pidió Nicolás? - Respondió con un deje de indiferencia en su voz- Ese maldito doctor va a acabar con la patrulla. Siempre pidiendo nuevas medicinas.
- Sí bueno, jefe, hace lo que puede el pobre.
- Ya claro... Lo que puede.
- Venga, Ryan. Cojamos lo que nos quede por coger y larguémonos de aquí.
- Nunca me vuelvas a llamar así - Respondió secamente ante la mirada atónita de su amigo.
Ryan había muerto mucho antes de que todo aquello sucediera. Su mujer había fallecido varios años antes de la infección, víctima de un terrible cáncer y después de eso, nunca volvió a ser el mismo. Dejó de ser Ryan Blake Thomas para convertirse en, simplemente, Blake.
Sin embargo, cuando los muertos empezaron a superar en número a los vivos en todo el mundo intentó sobrevivir y lo consiguió. ¡Vaya si lo consiguió! Cargado únicamente con armas cuerpo a cuerpo y con una pequeña pistola que, en algún momento de su huida hacia ninguna parte, consiguió robar a un policía, alcanzó una pequeña granja situada a las afueras de la ciudad.
Tuvo la suerte de que aquel lugar estaba lo suficientemente oculto como para que la gente pasara de largo y, poco a poco, se fue asentando allí y haciéndose fuerte. Los escasos zombies que vagaban por allí, no se puede decir otra cosa porque simplemente caminaban sin rumbo, eran fácilmente abatidos por Blake y enterrados de cualquier manera.
Sabía que lo que tenía que hacer era no delatar su posición bajo ningún concepto y quemar los cadáveres nunca hubiera sido una buena idea.
Blake tuvo mucha suerte de encontrar aquel lugar. No era muy grande pero sus habitantes debían de ser muy previsores ya que encontró muchas provisiones en su interior, animales todavía vivos en los establos y lo que es más importante, la “Familia Manson” había dejado un importante regalo en el granero: toda clase de espadas, guadañas, hoces, martillos y demás instrumentos afilados para el arado y mantenimiento de una granja.
Sólo tuvo, no sin esfuerzo, que asegurar las puertas y ventanas de la casa y el cercado exterior. Su mano le dolía horrores después de tanto trabajo pero aprendió a convivir con el dolor a base de analgésicos y píldoras que encontraba en la farmacia de un centro comercial cercano.
Durante mucho tiempo, vivió allí sólo, pocos supervivientes sanos pasaban por aquel lugar apartado y muchos de los que lo hacían estaban enfermos o habían sido mordidos y, para una mentalidad como la de Blake, eso solo lo conduciría a la muerte. Así que les daba cobijo pero les echaba de allí rápidamente. La verdad es que la gente había dejado de importarle hacía años y que pensaba en su propia supervivencia, pero, sin darse cuenta, el día en el que empezó a necesitar de otros supervivientes llegó.
Los vivos siempre habían pasado con cuentagotas por su granja pero, dos años después de que todo comenzase, dejaron de pasar. Un buen día se dio cuenta de que llevaba una semana sin pasar nadie por allí (y eso que muchas veces ni salía de casa para asegurarse) pero pronto esa semana se convirtió en un mes y después... en dos.... Fue entonces cuando decidió que saldría a buscar a alguien por la ciudad, solo probaría suerte.
Nikola siempre había sido un buen tipo, un líder natural y carismático que, con una sonrisa y unas bonitas palabras conseguía todo lo que quería de la gente pero aquella especie de “don” solo lo utilizaba para hacer el bien y ayudar a las personas.
Siempre había vivido en el mismo pueblo con sus padres y hermanos. Había tenido alguna novia pero no estaba casado ni quería hacerlo por el momento, disfrutaba de su soltería cuando empezó todo.
Aquella mañana regresó a casa para ayudar, advertir y proteger a sus familiares pero fue demasiado tarde. Ya se habían convertido. No fue capaz de acabar con ellos así que cerró la puerta y huyó de su casa.
Regresó a la escuela y encontró a sus dos mejores amigos con los que escapó del pueblo. Pronto fueron rodeados y uno de ellos fue mordido por uno de esos seres. Desconociendo el alcance de las mordeduras, Nick y su amigo lo cuidaron hasta que aquel joven empezó a empeorar y la fiebre, los vómitos y los temblores se lo llevaron y volvió con los ojos en blanco, llenos de pequeñas venas rojas. Aquella vez y, por su propia supervivencia, Nikola tuvo la suficiente sangre fría de darle un golpe contundente en la cabeza. Fue enterrado en la parte trasera de la casa en la que se ocultaron durante la noche.
Nikola y su amigo cogieron un coche y condujeron lejos de lo que habían conocido hasta ese momento, adentrándose siempre de día por carreteras secundarias poco transitadas y parando por gasolineras para abastecerse.
Fue así como encontraron a los primeros supervivientes. Eran una familia compuesta por una madre y sus dos hijos. Nikola, incapaz de dejarlos allí, los metió en el coche y siguieron conduciendo. Era mejor así, moverse, eso impedía que los zombies les acorralaran.
Sin siquiera pretenderlo, Nikola y su grupo habían dejado de ser hombres y mujeres sedentarios y acomodados para convertirse en nómadas otra vez. Nikola no podía evitar recordar los libros de biología que estudiaba y se veía a sí mismo como el jefe de una tribu que recorría los campos en busca de una tierra cultivable cuando aquella que habían estado cultivando se convertía en seca y yerma.
Y así, entrando en centros comerciales, pequeñas tiendas de pueblo casi saqueadas y encontrando nuevos supervivientes pasaron dos años en los que Nikola y su mejor amigo se habían convertido en líderes de una pequeña comunidad de de casi 30 personas. Hasta que pasó todo...
Cuando llegaban a una ciudad, Nikola acostumbraba a aparcar el convoy (ahora formado por 2 coches y un camión) a un par de kilómetros de la ciudad. Él se adentraba en ella e inspeccionaba el perímetro, si era seguro, permitía que los demás cruzaran y si veía que los zombies eran muy superiores en número, regresaba al convoy y conducían de nuevo por carreteras secundarias. Era necesario evitar las ciudades pero, en ocasiones, era inevitable esquivarlas.
Aquel día todo salió mal. Nikola dejó a su mejor amigo a cargo del convoy, como siempre, y partió hacia la ciudad para hacer un reconocimiento. Cuando regresó para advertirles de que era una zona bastante segura, todos habían muerto.
No se acercó demasiado porque pudo comprobar, desde lejos, que todos estaban muertos. Un enjambre había rodeado el camión y ya no se oían gritos. Había llegado demasiado tarde.
Se adentró en la ciudad sin más protección que las armas que llevaba encima. Estaba dispuesto a dejarse morir, ya no quería vivir si sus amigos y lo que ahora consideraba su familia estaban muertos. Por eso, entró en la ciudad, caminó de un lado para otro, dormía en casa que ni siquiera revisaba y, poco a poco, iba dejando que la muerte se lo llevara. De un modo inconsciente se arriesgaba. Estaba dispuesto a perder la vida, según él mismo, no le quedaba nada.
Vagaba por las calles como un muerto más hasta que le encontró.
Aquel hombre estaba luchando, combatiendo, gritando y matando a aquellos seres con una especie de hoz que cortaba las cabezas de aquellos seres como si fueran palillos. Estaba a punto de ser reducido, los podridos le superaban en número y, de repente, tropezó con algo y cayó.
Nikola no pudo observar más aquella escena y corrió para ayudarle. Si tenía que morir, moriría pero lucharía en el intento. Cogió un hacha de mango largo y comenzó a rebanar pescuezos. En cuestión de minutos, los zombies que pretendían acabar con Blake estaban muertos de verdad y sus restos se extendían por toda la zona.
- Vamos, amigo- Dijo Nikola tendiéndole una mano- No debemos quedarnos aquí. Hemos hecho demasiado ruido. Vendrán más.
- De acuerdo. Sígueme. Tengo un vehículo.
Blake llevó a Nikola a la granja y le dio cobijo y comida. Blake necesitaba un amigo casi tanto como Nikola una excusa para vivir así que se hicieron buenos amigos. Y gracias a las dotes de Nikola para la supervivencia, rescataron a más supervivientes y los llevaron a la granja de Blake. Así, poco a poco fueron creando una comunidad de supervivientes entre ambos. Blake como líder y Nikola como su mano derecha. Al principio tomaban las decisiones en conjunto pero poco a poco la personalidad de Blake se fue superponiendo a la de Nikola, al menos eso era lo que parecía a los supervivientes y Blake se fue convirtiendo en un líder algo autoritario que se hacía respetar.
Frente a esto, su amigo Nikola permanecía en la sombra, acataba las órdenes de su amigo pero hacía que reinara la paz dado su carácter.
Ahora, cinco años después de que surgiera el primer brote de infección, a ojos del mundo, la comunidad de Blake y Nikola estaba formada por aproximadamente 35 supervivientes. Eran un grupo de lo más heterogéneo formado por solitarios, ladrones, ex-drogadictos. Para nada era lo que había esperado Nikola, que cada vez se encontraba más fuera de lugar, pero era un lugar perfecto para Blake, acostumbrado como estaba a tratar con gente de esa naturaleza.
Les conocía perfectamente y sabía manejar a esas personas a su antojo, consiguiendo siempre un beneficio con su presencia allí.
Apenas había mujeres y niños y los que quedaban estaban protegidos por el propio Nikola ya que para Blake, aquellas personas no le aportaban nada a la comunidad. Quizá algo de sexo esporádico cuando el cuerpo se lo pedía pero, aparte de eso, los niños y las mujeres eran bocas para alimentar y la comida era un bien escaso.
A pesar de que tenían animales ya que, desde la llegada del Doctor Nicolás habían conseguido que ellos se aparearan. No era un veterinario pero era lo más parecido a ello y supo qué hacer cuando los animales empezaron a morir. Y también les ayudó con el huerto que Blake había empezado a cambiar.
El Doctor Nicolás había escapado vivo de la granja en la que había sobrevivido los últimos dos años. Un pequeño rancho a unos 40 kilómetros de distancia de la ciudad en la que Nikola lo encontró. Había aprendido a cuidar de los animales, a cultivar el huerto y todo ello a la vez que cuidaba de los supervivientes. Sin embargo, la vida idílica de la pequeña granja terminó el día en el que se produjo una tremenda explosión en el sótano de la casa.
Dos jóvenes estúpidos habían intentado destilar alcohol en el sótano, aburridos como estaban y los resultados habían sido fatídicos para todos. De las trece personas que vivían allí, solo él pudo salir con vida.
La explosión, las llamas, los muertos levantándose y los zombies que se acercaron atraídos por el ruido de la explosión acabaron con aquella pequeña comunidad que tan bien se las había apañado en aquel tiempo en tan solo un par de minutos.
Nicolás escapó como buenamente pudo, corriendo por el bosque en su vieja motocicleta y llegó a la ciudad. La vio, muda, silenciosa y callada desde lo alto de una colina y sus calles repletas de muerte y destrucción. Pensó que iba a morir y fue entonces cuando vio folios en el suelo que señalaban un lugar a solo cuarenta kilómetros de allí. Decidió probar suerte y encontró la granja de Blake.
Llevaba con ellos ya dos años y medio, les había contado lo que había sucedido en la granja en la que estuvo así que Blake, en un alarde dictatorial, prohibió la práctica de actividades que pusieran en peligro la seguridad de la comunidad. Bajo pena de expulsión del recinto.
En aquellos dos años y medio, la granja había crecido y sus fronteras se habían extendido ya un par de kilómetros, reforzados por vigas y paneles de acero y habían construido algunos edificios de madera dentro del recinto. Eso les permitía vivir tranquilamente allí.
Nikola y el buen doctor se hicieron buenos amigos y charlaban sobre muchas cosas. En sus salidas, Nikola llevaba libros sobre animales, huertos, medicina y otras cosas a Nicolás y, poco a poco, entre ellos se fue fraguando una amistad. El doctor estaba seguro de que Blake le odiaba por aquella amistad que él era incapaz de mantener, no solo con Nikola sino con ningún otro.
Afortunadamente, Nicolás no había tenido mucho trabajo como doctor, salvo cuando llegó Derek. El joven Derek llegó muy enfermo al refugio, nadie lo sabía excepto el doctor, pero no era nada contagioso o peligroso. Nicolás lo supo a simple vista, tenía el mono.
Si hubiera sido Blake el que le hubiera encontrado, las cosas hubieran terminado de forma diferente para él pero el bueno de Niko, como le llamaba el doctor, ayudaba a todo aquel vivo con el que se cruzase.
A Derek lo encontró tirado en un edificio ruinoso, sucio y pestilente al borde de la muerte, consumido por su propia agonía y deshecho en vómitos. Se acercó a él dispuesto a matarlo pensando que era uno de esos muertos que había en la calle pero no halló más heridas que las causadas por sí mismo, ni más dolor que el que su propio mono le había llevado a tener.
Nikola le llevó, a escondidas de Blake, ante el buen doctor. Le mantuvieron escondido en el cuarto del doctor, le alimentaron a escondidas y hasta que superó su adicción a las drogas.
No fue nada fácil, pasó días muy duros y a punto estuvieron de descubrir todo el pastel pero le ayudaron a dejar las drogas.
Dos años después, Derek era una persona muy querida en la comunidad, sobretodo por Blake, aunque este jamás lo reconocería. Le acompañaba en todas sus salidas al exterior y le confiaría su vida si fuera necesario, confiaba en él. En los últimos meses, incluso más que en Nikola pero nunca lo admitiría.
- Venga, Derek- Gritó Max- Dile al jefe que ya tenemos todo cargado en el camión. Hay que largarse. Hemos visto en enjambre.
Derek subió las escaleras corriendo para advertir al jefe de que ya podían largarse. Harían lo que hacían siempre. Chris y Max se subirían en una de las motos con las que contaban en el refugio y utilizarían caminos secundarios para llegar al refugio para atraer y despistar a los zombies. Así lo habían hecho en numerosas ocasiones y nunca había pasado nada.
Max era un tipo listo y simpático pero ponía muy nervioso a Chris en alguna ocasión. Sin embargo, eran muy buenos amigos, los mejores dentro del refugio.
Chris no llevaba demasiado tiempo entre aquellos supervivientes, había cambiado de grupo varias veces porque no terminaba de encontrar su sitio. Quizá aquel lugar lo era porque había encontrado buenos amigos como Max.
Había pasado mucho tiempo en compañía pero no terminaba de encontrar su sitio en ningún grupo de supervivientes. Había recorrido medio continente, a pie, en coche, en bicicleta y a caballo para llegar a aquella ciudad en la que Nikola y Derek le encontraron, armado únicamente con un par de espadas que ya no recordaba siquiera cuando las había localizado.
Les vio, sonrió y mató al zombie que se le acercaba por la derecha sin dudar y sin perder la sonrisa. Subió en su camión y tomaron rumbo hacia un lugar después de pasar la noche en una casa que ya había sido utilizada por Nikola muchas veces cuando recogía supervivientes por la zona.
Aquella mañana habían ido a un centro comercial de una ciudad algo más alejada. Nikola había inspeccionado previamente la zona acompañado por Derek, ya limpio de toda droga y parecía segura. Era el método habitual. Derek y Nikola revisaban, más tarde iban Chris, Max, Blake y el propio Derek y traían todo lo que necesitasen cargado en el camión. Siempre la misma operación y nunca había resultado problemático.
Excepto aquel día, por culpa de Max, el bueno de Max, tan hablador y cansino como siempre. Estaba nervioso, aquel día se había levantado especialmente cansado cuando recibió la noticia de que aquel día volvería a salir al exterior.
No había dormido demasiado bien pero se aventuró al exterior. Llevaba poco tiempo allí y se alegró de que confiaran en él y le enviasen en misión al exterior. La tarea era fácil, iría con un chaval del refugio, David, un joven de poco más de 20 años que había sido un ladronzuelo de poca monta desde los 16 y que había sido uno de los primeros en llegar a la granja después de Nikola. Su misión consistía en cargar un camión de productos para la construcción de una vieja ferretería para después, montar en la moto y huir de aquel lugar ahuyentando a los zombies de la zona, impidiendo que siguieran al camión y descubrieran la ubicación del poblado.
Así lo hicieron, cargaron el camión entre ambos, ayudados por Derek y otro tipo del que no podía siquiera recordar el nombre, advirtieron a Blake que vigilaba desde la azotea, como siempre, y bajaron. Todos los ocupantes del camión cerraron las ventanas y permanecieron en silencio hasta que la moto se puso en marcha, atrayendo la mirada de las decenas de zombies que acudieron al lugar atraídos por el ruido.
Los zombies comenzaron a seguir a la moto y, cuando apenas quedaban zombies, el camión se puso en marcha en dirección al poblado. Consiguieron llegar sin contratiempos, al menos el camión. Lo que Max no supo contar fue cómo sufrieron el accidente, cómo murió David y cómo él salió con vida de todo aquello.
Dio pequeños trazos de la historia. Zombies, Pelo largo. Una rama. Pero, incapaz como estaba de contar la historia, no volvió a volver a salir en misiones de aprovisionamiento hasta que llegó Chris. Juntos formaban un buen equipo.
- Derek, di a Max que esta vez no la cague. Me gusta como Chris maneja las armas, y si le perdemos.... - Dijo Blake mirando de soslayo- Dile que será mejor que no suceda lo mismo que con David.
Subieron al camión con los medicamentos que el doctor les había pedido y algo más. Las baterías para una radio que, después de un año de intentos y cambio de piezas, habían conseguido reparar y rehabilitar. Ahora conocerían realmente el alcance de la infección.
Y así, Blake, Derek, Max y Chris volvieron al refugio sanos y salvos, donde se encontraron con Nikola, el Doctor Nicolás y todos los demás supervivientes de aquella comunidad, sin saber, que a tan solo 150 kilómetros se encontraba un pequeño asentamiento a los pies de un castillo.
No era un problema, ninguno de ellos sabía que pronto se iban a conocer.
Allí les esperaba Sergio. Sergio parecía tener la suerte a su favor. Fue el único superviviente de un centro comercial del que ni siquiera se acuerda como escapó, con un sólo rasguño en la mejilla.
Sergio fue encontrado por Derek y Nikola dos años después, sin memoria, o eso quería hacer creer, en medio de un charco de sangre, dentro de otro centro comercial. No había más supervivientes.
Los supervivientes de ese refugio, por muy ladrones, drogadictos o buscavidas que fueran y por muchos zombies que se hubieran encontrado por el camino, respetaban a Sergio.
Sus ojos escondían algo mucho más terrible que todo eso. Nadie era capaz de entender como podía haber sobrevivido cuatro años él solo y mucho menos, como había podido huir de dos matanzas en similares condiciones.
Todos tenían miedo de aquel joven que se encargaba, simplemente, de hacer el inventario...
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
MISIÓN 1.0
And the time goes by....
*Tiempo: Para realizar la misión, los jugadores tendrán ocho días. Hoy es viernes así que tenéis hasta el domingo que viene para realizarla, es decir, hasta el domingo de la semana que viene que es 27 de febrero.
*Planteamiento: La misión consistirá en relatar, de forma individual, como se ha desarrollado la vida de cada uno durante estos cinco años en los que se ha propagado la infección.
Obviamente, tiene que ser acorde a lo que yo he escrito en los post de introducción para que sea válido.
*Objetivo: El objetivo es dar a conocer realmente el personaje de cada uno a los jugadores. Se puede utilizar a otros personajes para contarla, incluso algún bot, pero tiene que ser personal y acorde a todo lo que he puesto en las introducciones.
And the time goes by....
*Tiempo: Para realizar la misión, los jugadores tendrán ocho días. Hoy es viernes así que tenéis hasta el domingo que viene para realizarla, es decir, hasta el domingo de la semana que viene que es 27 de febrero.
*Planteamiento: La misión consistirá en relatar, de forma individual, como se ha desarrollado la vida de cada uno durante estos cinco años en los que se ha propagado la infección.
Obviamente, tiene que ser acorde a lo que yo he escrito en los post de introducción para que sea válido.
*Objetivo: El objetivo es dar a conocer realmente el personaje de cada uno a los jugadores. Se puede utilizar a otros personajes para contarla, incluso algún bot, pero tiene que ser personal y acorde a todo lo que he puesto en las introducciones.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Durante una charla con Chris...
-Vamos hombre cuéntame como sobreviviste esos cinco años, pero sin enrollarte como haces siempre.- Me preguntó Chris.
-Bien- Dije -¿Preparado? Vas a disfrutar de este pequeño relato, cosas buenas, cosas no tan buenas, pero en fin, por lo menos nos distraeremos un rato y verás cómo el tito Max sobrevivió a esa locura. "Colegui". -
-Si, si, vamos cuenta- Dijo Chris.
Empecé así...- Yo, como ya todos sabéis, era un niño mimado... algo "empollón" y todo lo que quieras tú y más, pero esa noche, cuándo vi que todo mi mundo se venía abajo tuve que hacer la decisión de mi vida. No sufrir más y dejarme llevar por el destino, o intentar sobrevivir y buscar un nuevo hogar.
-Claro está que ahora dirás, obviamente sobrevivir, pero en ese momento no sabía que hacer realmente. Bueno sigamos:
Después del botellazo que me llevé a la cara, después de ver morir a mis amigos, a mis padres, y estar seguro de que toda mi familia estaría igual, decidí sobrevivir. La primera noche fue la peor, pero mejor ni te la cuento. Lo importante empieza a partir de la segunda, verás, el primer paso que di fue quedarme un par de semanas encerrado con víveres en unos edificios en construcción, completamente vacíos y aparentemente seguros. Mientras yo miraba a la calle desde los balcones a medio hacer, pasando frío durante las noches y pasándolo fatal, veía impotente a las personas de la calle, muriéndose una detrás de otra, viendo levantarse los cadáveres y mil cosas horrendas más. Finalmente, cuando aún había oportunidad de escapar, coger todo objeto que me pudiera resultar útil, comida, y alguna que otra arma tirada en el suelo con manchas de sangre con apenas unas balas, obviamente todo eso con una rapidez extraordinaria, que me atrevería a decir que en mi vida me había superado tanto como ese día. En fin, que me estoy enrollando demasiado. Cogí el primer coche que me pareció y, después de hacer un largo puente, conseguí escapar de allí. A todo eso, que durante esos días ni me acordaba que tenia una herida en la cara, tuve que ir a por alcohol, cualquier cosa que me sirviera para detener la infección. Conseguí arreglármelas como pude (Ya ves que no muy bien puesto que se me nota a kilómetros esa cicatriz) durante un año fatídico, casi sin dormir ninguna noche y con el viejo vehículo que más tarde conseguí cambiar por otro mejor.
Durante los dos años siguientes, mi vida fue algo tranquila, encontré un pequeño grupo que iba sobreviviendo a su manera. Yo era el mecánico de la chatarra esa a la que llamaban vehículos anti-Z. Total, era 1 camión 2 furgonetas y mi coche, el cual era un 4x4 que yo mismo me había reforzado con metales y cambiado piezas del motor, vamos, una preciosidad. Total, que esos dos años fueron tranquilos, hasta el día que me enfadé con el supuesto jefe y decidí irme por libre con un compañero al que había conocido allí y llegamos a ser muy buenos amigos. Tan amigos, que no hacíamos nada solos. Jeje, ahora no me interpretes mal, a mi me gustan las mujeres bien majas.
Si te digo la verdad, ahora que lo pienso, durante esos 5 años, no tenía noción del tiempo, y no me acuerdo ni de que edad tengo. Juraría que 22, pero no estoy seguro.
Perdona, me estoy volviendo a enrollar mucho jeje. Como ya te he dicho me fui con un amigo, bien pues, él me salvó la vida, durante la noche, me dormí y me atacó un grupo de 4 zombies, si no llega a ser por él yo ahora estaría con esos cabrones comiendo carne de rata o lo que sea que coman cuando ya no hay suficientes humanos. Ah, si, es verdad, ¿porqué no está él hoy con nosotros? Pues porqué esa misma noche murió. Yo tuve que escapar con mi coche, si, el 4x4, y muy a mi pesar, y por petición suya, le dejé ahí, para morir (risa temblorosa, para disimular el llanto). Esos dos últimos años, si te digo la verdad no se cómo logré sobrevivir al infierno, yo solo, con mi coche, mis provisiones, y mis chistes malos, los cuales nunca puedo evitar. Básicamente hice dos cosas, buscar piezas para mejorar mi coche y gasolina e intentar conseguir comida y agua. Viviendo en el coche, y siempre evitando ciudades y caminos principales.
Durante una pequeña excursión de las mías por unas granjas, éstas en las que ahora mismo nos encontramos, me encontré con Blake... tu ya sabes como es, un tipo duro e irritable. Pues resulta que se pensaba que yo era un zombie y suerte que me dio por reír cuando me apuntaba con el arma porqué sino no se que habría hecho en una situación como esa. Bien, pues me ofrecieron cobijo, me preguntaron que sabía hacer... y bueno, pues como tu ya sabes... a mi me molan mucho los coches. Entonces me asignaron unas tareas y ale, a vivir hasta el día de hoy. A, que sepas, que mi gran humor, lo recuperé al llegar aquí, antes era delirio, ahora, ya que vuelvo a tener una "buena vida", pues me tienes aquí animándoos a todos.
-¿Bueno, que tal te ha parecido Chrisssy?- Le dije
-Buuuu... anda yaaaa, me haces contarte esto y te vas... desgraciado jajajaj.-Riéndome a destajo- ¡Adiós y buenas noches feo!
-Vamos hombre cuéntame como sobreviviste esos cinco años, pero sin enrollarte como haces siempre.- Me preguntó Chris.
-Bien- Dije -¿Preparado? Vas a disfrutar de este pequeño relato, cosas buenas, cosas no tan buenas, pero en fin, por lo menos nos distraeremos un rato y verás cómo el tito Max sobrevivió a esa locura. "Colegui". -
-Si, si, vamos cuenta- Dijo Chris.
Empecé así...- Yo, como ya todos sabéis, era un niño mimado... algo "empollón" y todo lo que quieras tú y más, pero esa noche, cuándo vi que todo mi mundo se venía abajo tuve que hacer la decisión de mi vida. No sufrir más y dejarme llevar por el destino, o intentar sobrevivir y buscar un nuevo hogar.
-Claro está que ahora dirás, obviamente sobrevivir, pero en ese momento no sabía que hacer realmente. Bueno sigamos:
Después del botellazo que me llevé a la cara, después de ver morir a mis amigos, a mis padres, y estar seguro de que toda mi familia estaría igual, decidí sobrevivir. La primera noche fue la peor, pero mejor ni te la cuento. Lo importante empieza a partir de la segunda, verás, el primer paso que di fue quedarme un par de semanas encerrado con víveres en unos edificios en construcción, completamente vacíos y aparentemente seguros. Mientras yo miraba a la calle desde los balcones a medio hacer, pasando frío durante las noches y pasándolo fatal, veía impotente a las personas de la calle, muriéndose una detrás de otra, viendo levantarse los cadáveres y mil cosas horrendas más. Finalmente, cuando aún había oportunidad de escapar, coger todo objeto que me pudiera resultar útil, comida, y alguna que otra arma tirada en el suelo con manchas de sangre con apenas unas balas, obviamente todo eso con una rapidez extraordinaria, que me atrevería a decir que en mi vida me había superado tanto como ese día. En fin, que me estoy enrollando demasiado. Cogí el primer coche que me pareció y, después de hacer un largo puente, conseguí escapar de allí. A todo eso, que durante esos días ni me acordaba que tenia una herida en la cara, tuve que ir a por alcohol, cualquier cosa que me sirviera para detener la infección. Conseguí arreglármelas como pude (Ya ves que no muy bien puesto que se me nota a kilómetros esa cicatriz) durante un año fatídico, casi sin dormir ninguna noche y con el viejo vehículo que más tarde conseguí cambiar por otro mejor.
Durante los dos años siguientes, mi vida fue algo tranquila, encontré un pequeño grupo que iba sobreviviendo a su manera. Yo era el mecánico de la chatarra esa a la que llamaban vehículos anti-Z. Total, era 1 camión 2 furgonetas y mi coche, el cual era un 4x4 que yo mismo me había reforzado con metales y cambiado piezas del motor, vamos, una preciosidad. Total, que esos dos años fueron tranquilos, hasta el día que me enfadé con el supuesto jefe y decidí irme por libre con un compañero al que había conocido allí y llegamos a ser muy buenos amigos. Tan amigos, que no hacíamos nada solos. Jeje, ahora no me interpretes mal, a mi me gustan las mujeres bien majas.
Si te digo la verdad, ahora que lo pienso, durante esos 5 años, no tenía noción del tiempo, y no me acuerdo ni de que edad tengo. Juraría que 22, pero no estoy seguro.
Perdona, me estoy volviendo a enrollar mucho jeje. Como ya te he dicho me fui con un amigo, bien pues, él me salvó la vida, durante la noche, me dormí y me atacó un grupo de 4 zombies, si no llega a ser por él yo ahora estaría con esos cabrones comiendo carne de rata o lo que sea que coman cuando ya no hay suficientes humanos. Ah, si, es verdad, ¿porqué no está él hoy con nosotros? Pues porqué esa misma noche murió. Yo tuve que escapar con mi coche, si, el 4x4, y muy a mi pesar, y por petición suya, le dejé ahí, para morir (risa temblorosa, para disimular el llanto). Esos dos últimos años, si te digo la verdad no se cómo logré sobrevivir al infierno, yo solo, con mi coche, mis provisiones, y mis chistes malos, los cuales nunca puedo evitar. Básicamente hice dos cosas, buscar piezas para mejorar mi coche y gasolina e intentar conseguir comida y agua. Viviendo en el coche, y siempre evitando ciudades y caminos principales.
Durante una pequeña excursión de las mías por unas granjas, éstas en las que ahora mismo nos encontramos, me encontré con Blake... tu ya sabes como es, un tipo duro e irritable. Pues resulta que se pensaba que yo era un zombie y suerte que me dio por reír cuando me apuntaba con el arma porqué sino no se que habría hecho en una situación como esa. Bien, pues me ofrecieron cobijo, me preguntaron que sabía hacer... y bueno, pues como tu ya sabes... a mi me molan mucho los coches. Entonces me asignaron unas tareas y ale, a vivir hasta el día de hoy. A, que sepas, que mi gran humor, lo recuperé al llegar aquí, antes era delirio, ahora, ya que vuelvo a tener una "buena vida", pues me tienes aquí animándoos a todos.
-¿Bueno, que tal te ha parecido Chrisssy?- Le dije
-Buuuu... anda yaaaa, me haces contarte esto y te vas... desgraciado jajajaj.-Riéndome a destajo- ¡Adiós y buenas noches feo!
Adrizombi- Superviviente
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
-Willis déjame dormir de una buena vez maldito perro.-Dije casi gruñendo y tapándome hasta la cabeza.
-Te he dicho que despiertes, Cody no me ha dado de comer, tengo hambre.
-Yo no soy tu dueño, consíguete algo de comer por ahí fuera, sirve para algo y caza algún ciervo.-Murmuré pensando en todas las veces en las que el perro nos costó una buena caza solo por lanzarse hacia la presa antes de tiempo.
-¿Qué tal si me como a Emmy?
-Ella está fuera del menú desgraciado.-Dije con los ojos cerrados, luego me di cuenta del olor dulzón de la muerte.
-Quítate la sábana de la cabeza.
-Mierda ya déjame en...-Paré de hablar cuando vi al perro al lado mio, descompuesto hasta la médula, ojos en blanco y con sus grandes dientes a la luz, hecho un zombie.
-¡Te mataré cabrón!
-¡Willis nooooooo!
-Hey ya despierta de una vez.-Murmuró una voz muy especial.
-¿E..Emmy?-Digo mientras me saco las lagañas de los ojos.
-Yo iré afuera a tomar aire fresco, ni se te ocurra acostarte en MI cama.-Decia mientras se ponia una remera mangas cortas negra en su mangas largas roja, ropa nuevita, se la he conseguido yo mismo en varios atracos a centros comerciales y tiendas de carreteras.
-Es NUESTRA cama y no te alejes mucho, no vaya a ser que...
-Lo que sea, no hace falta que me lo recuerdes.
La veo salir finalmente por la puerta principal justo delante mio, la puerta precaria con red de acero que deja ver el exterior, y aquí estoy yo, durmiendo en el sofá por discusiones, como en las películas.Y yo que creía que llevar una relación era fácil, iluso de mi.
Hay veces en las que por la mañana (son las ocho menos cuarto) me gusta recordar todo lo que me ha pasado a mi en estos últimos cinco años.
Tomo mi machete que he utilizado para borrar zombies de la faz de la tierra desde que llegamos, que yace junto a la chimenea que no hemos usado nunca yo y Emmy, principalmente por precaución, visto mi chaleco kevlar también por precaución bajo mi remera gris con el logotipo de mi banda favorita, Rammstein, y salgo también afuera.Aire fresco, sin el dulce olor de la muerte.
Bueno empiezo con la historia, supongo que debería empezar por la cárcel, no me quiero liar mucho, solo diré que fue un infierno, creíamos que era buen refugio, pero el invierno nos azotó duro, teníamos hambre, las municiones escaseaban y perdíamos muchos hombres en atracos a centros comerciales, yo a duras penas pude salir de una situación de esas.Cuando el invierno acabó decidimos salir lo más pronto de allí, nos adentramos en los bosques a través de las carreteras y caminos alternativos, saqueando gasolineras y tiendas desoladas.Yo conducía lo que podía, ya que cuando me dormía al volante alguien me reemplazaba, oh mein got gracias por el reemplazo.
En cuanto a Emmy, no había mejor cosa que apoyar la cabeza en su pecho y dormir, Dios dormía como un angel, además de que la chica esa es un camión con todas las letras.Bueno bueno, sigo con lo de tratar de sobrevivir.Cierto día a lo lejos algunos survivors vieron un castillo alzándose sobre una montaña, cuando llegamos no había ni rastro de esos fenómenos ambulantes.
Alrededor del imponente castillo no había nada más que casitas abandonadas que con algunos arreglos serían perfectas, no recuerdo quién encontró a unos tres niños refugiados en una de esas casas.Yo me quedé en el camión viéndolo todo, hasta que decidieron abrir las puertas del castillo, estaba en el camión cuando el olor de la muerte invadió mis fosas nasales, bajé rápidamente del camión con el M16 firmemente empuñado, lo que saliera de allí acabaría rematado en un instante.Y así fue, salieron bastantes zombies del castillo, pero entre todos pudimos darles fin a su “vida”.
Novedades humm…Carlos ha sufrido una gran depresión por la pérdida de Sergio pero parece estar recuperandose poco a poco, Alicia tuvo un bebé llamado Fernando, Cody tiene un perro llamado Willis (Diossss) ah y también le he enseñado lo que sé en combate cuerpo a cuerpo.También he tenido fuertes discusiones con Emmy, pero Alicia me ha dado un respiro de ella ya que me ha enviado a buscar provisiones varias veces con los demás chicos.
Como sea, eso es todo creo, debo decir que debo estar loco…he visto a mi padre cada vez que me veo en el espejo, cada ver que veo el agua ahí está él con una sonrisa amable…mi cabeza me juega malas pasadas.Iré a ver a Carlos que aquí me aburro.
-Te he dicho que despiertes, Cody no me ha dado de comer, tengo hambre.
-Yo no soy tu dueño, consíguete algo de comer por ahí fuera, sirve para algo y caza algún ciervo.-Murmuré pensando en todas las veces en las que el perro nos costó una buena caza solo por lanzarse hacia la presa antes de tiempo.
-¿Qué tal si me como a Emmy?
-Ella está fuera del menú desgraciado.-Dije con los ojos cerrados, luego me di cuenta del olor dulzón de la muerte.
-Quítate la sábana de la cabeza.
-Mierda ya déjame en...-Paré de hablar cuando vi al perro al lado mio, descompuesto hasta la médula, ojos en blanco y con sus grandes dientes a la luz, hecho un zombie.
-¡Te mataré cabrón!
-¡Willis nooooooo!
-Hey ya despierta de una vez.-Murmuró una voz muy especial.
-¿E..Emmy?-Digo mientras me saco las lagañas de los ojos.
-Yo iré afuera a tomar aire fresco, ni se te ocurra acostarte en MI cama.-Decia mientras se ponia una remera mangas cortas negra en su mangas largas roja, ropa nuevita, se la he conseguido yo mismo en varios atracos a centros comerciales y tiendas de carreteras.
-Es NUESTRA cama y no te alejes mucho, no vaya a ser que...
-Lo que sea, no hace falta que me lo recuerdes.
La veo salir finalmente por la puerta principal justo delante mio, la puerta precaria con red de acero que deja ver el exterior, y aquí estoy yo, durmiendo en el sofá por discusiones, como en las películas.Y yo que creía que llevar una relación era fácil, iluso de mi.
Hay veces en las que por la mañana (son las ocho menos cuarto) me gusta recordar todo lo que me ha pasado a mi en estos últimos cinco años.
Tomo mi machete que he utilizado para borrar zombies de la faz de la tierra desde que llegamos, que yace junto a la chimenea que no hemos usado nunca yo y Emmy, principalmente por precaución, visto mi chaleco kevlar también por precaución bajo mi remera gris con el logotipo de mi banda favorita, Rammstein, y salgo también afuera.Aire fresco, sin el dulce olor de la muerte.
Bueno empiezo con la historia, supongo que debería empezar por la cárcel, no me quiero liar mucho, solo diré que fue un infierno, creíamos que era buen refugio, pero el invierno nos azotó duro, teníamos hambre, las municiones escaseaban y perdíamos muchos hombres en atracos a centros comerciales, yo a duras penas pude salir de una situación de esas.Cuando el invierno acabó decidimos salir lo más pronto de allí, nos adentramos en los bosques a través de las carreteras y caminos alternativos, saqueando gasolineras y tiendas desoladas.Yo conducía lo que podía, ya que cuando me dormía al volante alguien me reemplazaba, oh mein got gracias por el reemplazo.
En cuanto a Emmy, no había mejor cosa que apoyar la cabeza en su pecho y dormir, Dios dormía como un angel, además de que la chica esa es un camión con todas las letras.Bueno bueno, sigo con lo de tratar de sobrevivir.Cierto día a lo lejos algunos survivors vieron un castillo alzándose sobre una montaña, cuando llegamos no había ni rastro de esos fenómenos ambulantes.
Alrededor del imponente castillo no había nada más que casitas abandonadas que con algunos arreglos serían perfectas, no recuerdo quién encontró a unos tres niños refugiados en una de esas casas.Yo me quedé en el camión viéndolo todo, hasta que decidieron abrir las puertas del castillo, estaba en el camión cuando el olor de la muerte invadió mis fosas nasales, bajé rápidamente del camión con el M16 firmemente empuñado, lo que saliera de allí acabaría rematado en un instante.Y así fue, salieron bastantes zombies del castillo, pero entre todos pudimos darles fin a su “vida”.
Novedades humm…Carlos ha sufrido una gran depresión por la pérdida de Sergio pero parece estar recuperandose poco a poco, Alicia tuvo un bebé llamado Fernando, Cody tiene un perro llamado Willis (Diossss) ah y también le he enseñado lo que sé en combate cuerpo a cuerpo.También he tenido fuertes discusiones con Emmy, pero Alicia me ha dado un respiro de ella ya que me ha enviado a buscar provisiones varias veces con los demás chicos.
Como sea, eso es todo creo, debo decir que debo estar loco…he visto a mi padre cada vez que me veo en el espejo, cada ver que veo el agua ahí está él con una sonrisa amable…mi cabeza me juega malas pasadas.Iré a ver a Carlos que aquí me aburro.
Última edición por DarkHades el Sáb Feb 19, 2011 5:15 am, editado 1 vez
DarkHades- Pirómano
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
- Vamos hombre, dejame ver esa mano.
- Púdrete
- Pareciera como si tuvieras algo en contra mia, Blake. ¿Qué te he hecho para que me odies tanto?
Blake se encontraba en la sala común de la granja, el Doctor Nicolas había traido unas vendas y demas materiales en su nuevo "maletin" improvisado que habian encontrado hace poco en una incursion a la ciudad. Estaba decidido a convencer a Blake de tratarse su mano derecha. Él nunca habia siquiera cambiado el torpe vendaje improvisado de alguna remera que habia quedado en el olvido y no había siquiera soñado en volver a utilizar su mano derecha completamente denuevo. Pero ahora habia un doctor y aún así, se negaba a recibir tratamiento.
- Se que el dolor tal vez sea un poco grande, con ese nudo que tienes ahora mismo y con los años seguro hubo una mal soldadura de los huesos y deberas de quebrarlos nuevamente. Pero tengo analgésicos y una vez que los vende correctamente deberias de dejar de sufrir el dolor en solo unos meses ¡Seras el mismo denuevo!
El mismo...
Blake, que estaba caminando fuera de la granja para contemplar el cielo estrellado, aunque era una excusa para evitar a Nicolas. Se detuvó ante esa frase. Todo habia pasado tan rapido. No solo el apocalipsis, sino el cambio en si mismo. Habia pasado de ser un miembro más de multiples fracasos de grupos de sobrevivientes, a un lobo solitario que brindaba cobijo un dia y echaba al otro, pero ahora era cuando el verdadero cambio habia llegado. El líder dentro suyo habia salido a la superficie y con la ayuda de aquel muchacho que parecia siempre estar sonriendo, a diferencia suya que rara vez levantaba la comisura de un labio para expresar gracia hacia algo, habian formado una comunidad. Los sobrevivientes seguian llegando y la mano de obra aumentaba, era cuestion de tiempo para que esa pequeña comunidad pasara a ser algo más. Si... las cosas habian cambiado.
Blake levantó su mano delante suyo y la observó. La razón por la que no quería el tratamiento era por la alianza que se encontraba en su dedo anular. En el pasado, no habia logrado quitar el anillo tras sufrir la lesion que lo dejo incapacitado dado a cuan inflamado se encontraban los dedos de su mano. Como el tiempo no era algo que le sobrara en aquel momento, solo un vendaje improvisado habia sido usado. Pensó que mejoraria en unas semanas. Y las semanas se convirtieron en meses. Y los meses se convirtieron en años...
Volver a ser el mismo...
Él creía que dejar al descubierto aquello lo obligaria a volver a ser el débil e inútil Ryan, que ni siquiera pudo salvar a su mujer de un tumor o que la depresión lo golpearia. El grupo no podía verlo deprimido o en ninguna situación parecida. Blake sabia que mostrar debilidad nunca ayudaba en nada, especialmente en el liderazgo. Tal vez alguien trataria de derrocarlo como líder o perderia el respeto de la comunidad, incluso pudiese que lo abandonasen en una incursión. Todo tipo de traición era posible en la desconfiada mente de Blake. Todo en él habia cambiado.
Desde el tipico corte y afeitada de un abogado de un respetado estudio, a un pelo largo y una barba de varios dias sin afeitar.
Desde su tipico traje gris y corbata roja, a una musculosa negra algo sucia, unos jeans maltratados y un saco gris para soportar el invierno.
Desde el inocente y feliz Ryan, al frio y calculador Blake.
- Vamos jefe, tomelo como el inicio de una nueva relacion, asi usted dejara atrás su odio hacia mi persona.
Lo miro sobre su hombro sin volverse con sus profundos ojos marinos. Nicolas habia sacado un par de tijeras del maletin dispuesto a cortar sus vendas. Solo una palabra salió de la boca de Blake mientras salia caminando al exterior.
- Púdrete.
- Púdrete
- Pareciera como si tuvieras algo en contra mia, Blake. ¿Qué te he hecho para que me odies tanto?
Blake se encontraba en la sala común de la granja, el Doctor Nicolas había traido unas vendas y demas materiales en su nuevo "maletin" improvisado que habian encontrado hace poco en una incursion a la ciudad. Estaba decidido a convencer a Blake de tratarse su mano derecha. Él nunca habia siquiera cambiado el torpe vendaje improvisado de alguna remera que habia quedado en el olvido y no había siquiera soñado en volver a utilizar su mano derecha completamente denuevo. Pero ahora habia un doctor y aún así, se negaba a recibir tratamiento.
- Se que el dolor tal vez sea un poco grande, con ese nudo que tienes ahora mismo y con los años seguro hubo una mal soldadura de los huesos y deberas de quebrarlos nuevamente. Pero tengo analgésicos y una vez que los vende correctamente deberias de dejar de sufrir el dolor en solo unos meses ¡Seras el mismo denuevo!
El mismo...
Blake, que estaba caminando fuera de la granja para contemplar el cielo estrellado, aunque era una excusa para evitar a Nicolas. Se detuvó ante esa frase. Todo habia pasado tan rapido. No solo el apocalipsis, sino el cambio en si mismo. Habia pasado de ser un miembro más de multiples fracasos de grupos de sobrevivientes, a un lobo solitario que brindaba cobijo un dia y echaba al otro, pero ahora era cuando el verdadero cambio habia llegado. El líder dentro suyo habia salido a la superficie y con la ayuda de aquel muchacho que parecia siempre estar sonriendo, a diferencia suya que rara vez levantaba la comisura de un labio para expresar gracia hacia algo, habian formado una comunidad. Los sobrevivientes seguian llegando y la mano de obra aumentaba, era cuestion de tiempo para que esa pequeña comunidad pasara a ser algo más. Si... las cosas habian cambiado.
Blake levantó su mano delante suyo y la observó. La razón por la que no quería el tratamiento era por la alianza que se encontraba en su dedo anular. En el pasado, no habia logrado quitar el anillo tras sufrir la lesion que lo dejo incapacitado dado a cuan inflamado se encontraban los dedos de su mano. Como el tiempo no era algo que le sobrara en aquel momento, solo un vendaje improvisado habia sido usado. Pensó que mejoraria en unas semanas. Y las semanas se convirtieron en meses. Y los meses se convirtieron en años...
Volver a ser el mismo...
Él creía que dejar al descubierto aquello lo obligaria a volver a ser el débil e inútil Ryan, que ni siquiera pudo salvar a su mujer de un tumor o que la depresión lo golpearia. El grupo no podía verlo deprimido o en ninguna situación parecida. Blake sabia que mostrar debilidad nunca ayudaba en nada, especialmente en el liderazgo. Tal vez alguien trataria de derrocarlo como líder o perderia el respeto de la comunidad, incluso pudiese que lo abandonasen en una incursión. Todo tipo de traición era posible en la desconfiada mente de Blake. Todo en él habia cambiado.
Desde el tipico corte y afeitada de un abogado de un respetado estudio, a un pelo largo y una barba de varios dias sin afeitar.
Desde su tipico traje gris y corbata roja, a una musculosa negra algo sucia, unos jeans maltratados y un saco gris para soportar el invierno.
Desde el inocente y feliz Ryan, al frio y calculador Blake.
- Vamos jefe, tomelo como el inicio de una nueva relacion, asi usted dejara atrás su odio hacia mi persona.
Lo miro sobre su hombro sin volverse con sus profundos ojos marinos. Nicolas habia sacado un par de tijeras del maletin dispuesto a cortar sus vendas. Solo una palabra salió de la boca de Blake mientras salia caminando al exterior.
- Púdrete.
SkyFlames- Superviviente
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Vale... hay veces en las que trabajo demasiado, Además, dormir a Fer es el trabajo mas difícil que alicia me asigno- Dijo Cody, desplomándose en su cama -Merezco un descanso, ¿O no Wllis?
Wau Wau!- Dijo Willis, haciendo parecer que lo entendía. -No tan Alto, que puedes despertar a...
Un llanto Exploto en el cuarto de alado... Era Fer, que habia despertado.
Alicia le pidió que Durmiera a Fer tempano, ya que ella estaría "Ocupada" porque Haría Guardia con Arturo. (menuda patraña jaja)
-Ya vez lo que hiciste?, Ahora tendré que dormirlo otra vez.. -Cody se levanto de la cama un poco disgustado, y abrió la puerta del cuarto siguiente.
-Hola Fer, ¿Qué pasa? Willis te ha despertado?..- Decía Cody con una Voz de dulzura, Al parecer, Cody había tomado mucho cariño con aquel chico, y no como un amigo, mas bien como un hermano,
“seré el mejor hermano que jamás tenga” decía Cody, muchas veces, y aunque a veces se disgustaba, nunca dejo de cuidarlo y quererlo…
Dale Fer, Duérmete!,- Repetia Cody mientras le hacia gestos con las manos y mímicas graciosas –Ahh, bueno, quieres que te cuente una historia? Ya se que no me entiendes, pero si no te duermes tu, me quedare dormido yo, asi que empezaré….
Habia una vez un Conejito, que lo perseguían muchos lobos, eran muchísimos mas en numero, y no digamos en fuerza, pero, el conejito no estaba solo, tenía compañeros que igual escapaban de los lobos,
Un día, Los conejitos Llegaron a una especie de Carcel, donde creyeron que estarían seguros, pero los lobos Soplaron y soplaron y lograron llevarse algunos conejitos, y asi, el grupo de conejos supo que no era buen lugar para vivir, y abandonaron el lugar,
Los conejitos seguían Huyendo y huyendo hasta que se les acabo la comida, el agua y la paja para los caballos, por fortuna, Encontraron un enorme castillo y ahí se alojaron. Los lobos intentaban entrar pero era muy buena construcción por lo que no podían, y asi, los conejos descubrieron que era el lugar perfecto para vivir, y Vivieron felices para siempre….
-Bravo!- se escucho a lo lejos una voz femenina- Te ha quedado perfecta..
Era Alicia, con una sonrisa en la cara muy simpática, como la de siempre cuando va a “Hacer guardia” con Arturo. Llegó, levantó a Fer, le dio algunos arrullos y quedo dormido…
-bueno, muchas gracias Cody, sin ti no hubiera podido patrullar tranquila- Dijo Alicia con un tono de confianza.
Alicia igual sentía cariño por Cody, y aunque no lo parecía, a veces lo protegía mucho,
-Bueno Alicia, mi trabajo esta hecho, si me permites me iré a Dormir- Dijo Cody Bostezando, mientras se dirigía a la puerta.
-Buenas noches Cody...-
Cody llegó a su Cuarto, y se desplomó, tomo la almohada y se acomodó, alado de Willis que estaba ya dormido en la cama. En ese momento, Empezó a Recordar como era la vida antes del Castillo. Las huidas, las mordidas, las muertes, los Aprovechados…
A Cody le llegó un recuerdo a su mente, Un lugar por el que habían pasado ya antes, en donde eran ladrones que te quitaban tu dinero y joyería creyendo que tendrían valor…..
Asesino,s Secuestradores, Etc… todos en ese lugar. fue una Pesadilla, pero, por ahora dormiré, Otro día será…
**********************************************************************************************
Buenas, Partire mi post en 2 partes, (esta y otra) Si algo esta mal diganlo e inmediato Corrijo, Por cierto DarkHades.... Gracias por el mensaje de bienvenida jaja O_o
Wau Wau!- Dijo Willis, haciendo parecer que lo entendía. -No tan Alto, que puedes despertar a...
Un llanto Exploto en el cuarto de alado... Era Fer, que habia despertado.
Alicia le pidió que Durmiera a Fer tempano, ya que ella estaría "Ocupada" porque Haría Guardia con Arturo. (menuda patraña jaja)
-Ya vez lo que hiciste?, Ahora tendré que dormirlo otra vez.. -Cody se levanto de la cama un poco disgustado, y abrió la puerta del cuarto siguiente.
-Hola Fer, ¿Qué pasa? Willis te ha despertado?..- Decía Cody con una Voz de dulzura, Al parecer, Cody había tomado mucho cariño con aquel chico, y no como un amigo, mas bien como un hermano,
“seré el mejor hermano que jamás tenga” decía Cody, muchas veces, y aunque a veces se disgustaba, nunca dejo de cuidarlo y quererlo…
Dale Fer, Duérmete!,- Repetia Cody mientras le hacia gestos con las manos y mímicas graciosas –Ahh, bueno, quieres que te cuente una historia? Ya se que no me entiendes, pero si no te duermes tu, me quedare dormido yo, asi que empezaré….
Habia una vez un Conejito, que lo perseguían muchos lobos, eran muchísimos mas en numero, y no digamos en fuerza, pero, el conejito no estaba solo, tenía compañeros que igual escapaban de los lobos,
Un día, Los conejitos Llegaron a una especie de Carcel, donde creyeron que estarían seguros, pero los lobos Soplaron y soplaron y lograron llevarse algunos conejitos, y asi, el grupo de conejos supo que no era buen lugar para vivir, y abandonaron el lugar,
Los conejitos seguían Huyendo y huyendo hasta que se les acabo la comida, el agua y la paja para los caballos, por fortuna, Encontraron un enorme castillo y ahí se alojaron. Los lobos intentaban entrar pero era muy buena construcción por lo que no podían, y asi, los conejos descubrieron que era el lugar perfecto para vivir, y Vivieron felices para siempre….
-Bravo!- se escucho a lo lejos una voz femenina- Te ha quedado perfecta..
Era Alicia, con una sonrisa en la cara muy simpática, como la de siempre cuando va a “Hacer guardia” con Arturo. Llegó, levantó a Fer, le dio algunos arrullos y quedo dormido…
-bueno, muchas gracias Cody, sin ti no hubiera podido patrullar tranquila- Dijo Alicia con un tono de confianza.
Alicia igual sentía cariño por Cody, y aunque no lo parecía, a veces lo protegía mucho,
-Bueno Alicia, mi trabajo esta hecho, si me permites me iré a Dormir- Dijo Cody Bostezando, mientras se dirigía a la puerta.
-Buenas noches Cody...-
Cody llegó a su Cuarto, y se desplomó, tomo la almohada y se acomodó, alado de Willis que estaba ya dormido en la cama. En ese momento, Empezó a Recordar como era la vida antes del Castillo. Las huidas, las mordidas, las muertes, los Aprovechados…
A Cody le llegó un recuerdo a su mente, Un lugar por el que habían pasado ya antes, en donde eran ladrones que te quitaban tu dinero y joyería creyendo que tendrían valor…..
Asesino,s Secuestradores, Etc… todos en ese lugar. fue una Pesadilla, pero, por ahora dormiré, Otro día será…
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Unit Zero W01- Aprendiz de cazador
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Nicolás estaba tomando un descanso del trabajo, cuando de repente…
-Medico! Medico!- Se acerca Nikola gritando con un niño en brazos.
-Que sucede Nikola?- Responde el doctor exaltado.
-El niño se lastimo, esta sangrando mucho, puede que sea…
-Tranquilízate Nikola, recuéstalo sobre la cama, vamos a ver que tiene.
Después de una larga examinacion al detalle.
-Tranquilo Nikola, solo se ha cortado, aparentemente, con alguno de los alambres del perímetro.
-Bueno, entonces no hay de que preocuparse verdad?
-No, sobrevivirá tranquilo.
-Hablando de eso… tengo una duda que me esta carcomiendo la cabeza- Dice Nikola con un tono de gracia.
-A ver, que es eso que te trae tan preocupado.
-Todos ya sabemos como fue que lograste escapar de tu antiguo refugio y diste con el nuestro. Pero lo que me gustaría saber, es como fue que sobreviviste los primeros días del Apocalipsis.
-Bueno, eso no es muy difícil, huyendo como lo hicieron todos los que están aquí. Yo antes de todo este desastre era un “famoso” doctor en mi pueblo, estaba a cargo de una pequeña salita donde brindábamos ayuda a los habitantes del lugar.
La primera vez que tuve contacto con un infectado, fue en la salita, una mujer trajo a su hija de 10 años con una lastimadura en el brazo, me dijo que un extraño la había mordido en la plaza, la niña estaba inconciente y tenia mucha fiebre. Al pasar unas horas un oficial amigo se acerca hasta mi sala y me dice que vaya a mi hogar que la gente se estaba volviendo loca y se estaban comiendo unos a otros, que no era seguro estar aquí y que mi familia podía estar en peligro, antes de irme, voy hasta la habitación donde estaba la niña, pero no encontré nada mas que un rastro de sangre que iba hasta la ventana.
Al salir de ahí, el pueblo era un caos, gente corriendo de un lado a otro, comiéndose entre ellos, sangre, fuego, disparos. Empiezo a correr hasta mi casa que quedaba a una cuadra y al llegar veo la puerta delantera abierta con manchas de sangre, pensé lo peor, entro y veo a mi familia, mi esposa, mi hija de 8 y mi hijo de 13, los tres convertidos en esas cosas. No sabia que hacer, así que solo salí corriendo de ahí, me subí a mi auto y me fui del pueblo.
Pensé que todo seria algo de la zona, así que decidí ir hasta la ciudad más cercana a pedir ayuda –Claramente, fue una mala idea- al llegar a la ciudad no encontré mas que escombros y grupos numerosos de muertos que caminaban hacia mi lentamente. Decidí que seria mejor buscar un lugar donde pasar la noche así que fui hacia los suburbios de la ciudad y me escondí en una casa que después de revisar cuidadosamente y cerrar las entradas creí segura.
Estuve en esa casa algo así como 2 semanas, por suerte para mi, a los dueños les gustaba la comida no perecedera, al quedarme sin provisiones decidí salir en busca de otro “refugio”. Me subí a mi auto y fui hasta la gasolinera mas cercana, necesitaba nafta y ahí seguro encontraría alimentos, así que “mataría dos pájaros de un tiro”.
La nafta no fue tarea difícil, pero a la hora de ir por las provisiones la verdad fue que no me anime a entrar al mall de la estación yo solo, no sabia si había podridos ahí, así que decidí irme sin provisiones.
Ahí fue cuando encontré a los primeros supervivientes y mi primer refugio verdadero, estaban corriendo como locos por la calle, yo los alcance con el auto y les dije que se subieran, me contaron que los seguían un grupo de podridos y que los querían perder porque seria peligroso que los siguieran hasta su refugio.
El refugio era en un edificio, habían cerrado todo el primer piso poniendo mesas, alambres de púa, y toda clase de objetos para impedir el paso de los podridos si es que llegaban a entrar.
Al cabo de unos meses de estar en ese refugio, decidí que era momento de marcharme, la ciudad estaba cada vez mas habitada de esos bichos y si esperábamos mas, seria imposible abandonar el edificio. Al marcharme emprendí un viaje de varios días, siempre por rutas de menor importancia consiguiendo suministros de apartados y pequeños locales y gasolineras, sabia que lugares mas transitados era igual a mayor cantidad de podridos.
Luego de unos días, me encontré con un hombre que me llevo hasta mi antiguo refugio, el que exploto por la travesura de esos pequeños.
-Bueno, esa es la historia de mi vida- Dijo Nicolás, cansado de tanto narrar.
-Interesante, pero no tan sorprendente como la mía- Comento Nikola con una sonrisa en la cara.
-Medico! Medico!- Se acerca Nikola gritando con un niño en brazos.
-Que sucede Nikola?- Responde el doctor exaltado.
-El niño se lastimo, esta sangrando mucho, puede que sea…
-Tranquilízate Nikola, recuéstalo sobre la cama, vamos a ver que tiene.
Después de una larga examinacion al detalle.
-Tranquilo Nikola, solo se ha cortado, aparentemente, con alguno de los alambres del perímetro.
-Bueno, entonces no hay de que preocuparse verdad?
-No, sobrevivirá tranquilo.
-Hablando de eso… tengo una duda que me esta carcomiendo la cabeza- Dice Nikola con un tono de gracia.
-A ver, que es eso que te trae tan preocupado.
-Todos ya sabemos como fue que lograste escapar de tu antiguo refugio y diste con el nuestro. Pero lo que me gustaría saber, es como fue que sobreviviste los primeros días del Apocalipsis.
-Bueno, eso no es muy difícil, huyendo como lo hicieron todos los que están aquí. Yo antes de todo este desastre era un “famoso” doctor en mi pueblo, estaba a cargo de una pequeña salita donde brindábamos ayuda a los habitantes del lugar.
La primera vez que tuve contacto con un infectado, fue en la salita, una mujer trajo a su hija de 10 años con una lastimadura en el brazo, me dijo que un extraño la había mordido en la plaza, la niña estaba inconciente y tenia mucha fiebre. Al pasar unas horas un oficial amigo se acerca hasta mi sala y me dice que vaya a mi hogar que la gente se estaba volviendo loca y se estaban comiendo unos a otros, que no era seguro estar aquí y que mi familia podía estar en peligro, antes de irme, voy hasta la habitación donde estaba la niña, pero no encontré nada mas que un rastro de sangre que iba hasta la ventana.
Al salir de ahí, el pueblo era un caos, gente corriendo de un lado a otro, comiéndose entre ellos, sangre, fuego, disparos. Empiezo a correr hasta mi casa que quedaba a una cuadra y al llegar veo la puerta delantera abierta con manchas de sangre, pensé lo peor, entro y veo a mi familia, mi esposa, mi hija de 8 y mi hijo de 13, los tres convertidos en esas cosas. No sabia que hacer, así que solo salí corriendo de ahí, me subí a mi auto y me fui del pueblo.
Pensé que todo seria algo de la zona, así que decidí ir hasta la ciudad más cercana a pedir ayuda –Claramente, fue una mala idea- al llegar a la ciudad no encontré mas que escombros y grupos numerosos de muertos que caminaban hacia mi lentamente. Decidí que seria mejor buscar un lugar donde pasar la noche así que fui hacia los suburbios de la ciudad y me escondí en una casa que después de revisar cuidadosamente y cerrar las entradas creí segura.
Estuve en esa casa algo así como 2 semanas, por suerte para mi, a los dueños les gustaba la comida no perecedera, al quedarme sin provisiones decidí salir en busca de otro “refugio”. Me subí a mi auto y fui hasta la gasolinera mas cercana, necesitaba nafta y ahí seguro encontraría alimentos, así que “mataría dos pájaros de un tiro”.
La nafta no fue tarea difícil, pero a la hora de ir por las provisiones la verdad fue que no me anime a entrar al mall de la estación yo solo, no sabia si había podridos ahí, así que decidí irme sin provisiones.
Ahí fue cuando encontré a los primeros supervivientes y mi primer refugio verdadero, estaban corriendo como locos por la calle, yo los alcance con el auto y les dije que se subieran, me contaron que los seguían un grupo de podridos y que los querían perder porque seria peligroso que los siguieran hasta su refugio.
El refugio era en un edificio, habían cerrado todo el primer piso poniendo mesas, alambres de púa, y toda clase de objetos para impedir el paso de los podridos si es que llegaban a entrar.
Al cabo de unos meses de estar en ese refugio, decidí que era momento de marcharme, la ciudad estaba cada vez mas habitada de esos bichos y si esperábamos mas, seria imposible abandonar el edificio. Al marcharme emprendí un viaje de varios días, siempre por rutas de menor importancia consiguiendo suministros de apartados y pequeños locales y gasolineras, sabia que lugares mas transitados era igual a mayor cantidad de podridos.
Luego de unos días, me encontré con un hombre que me llevo hasta mi antiguo refugio, el que exploto por la travesura de esos pequeños.
-Bueno, esa es la historia de mi vida- Dijo Nicolás, cansado de tanto narrar.
-Interesante, pero no tan sorprendente como la mía- Comento Nikola con una sonrisa en la cara.
nicorape- Recien llegado al refugio
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Afrontar el echo de que había perdido un amigo, era devastador si pero no era algo de lo que había prestar demasiada atención ya que si no, me dejaría llevar por las emociones innecesarias y sin duda alguna, moriría o sucumbiría bajo los dientes de uno de esos podridos, si, la causa de todo lo que estaba sucediendo. Habían pasado cinco o seis años desde el comienzo de la infección, desde el día en que el primer paciente apareció libre en la ciudad, portando el virus asesino que tenía la jodida habilidad de revivir células muertas de una manera extralimitada, creando de ésta forma aquellos seres que solo veía en películas de tipo B, y en varios juegos a los cuales solía acudir cuando me sentía aburrido.
Por cosa del destino, éste mismo se había llevado a mi banda de amigos y por sobre todo, a mi hermano, mano derecha y mejor amigo de toda la vida, aquel tipo en el cual había depositado toda la confianza que poseía, el mismo que me había salvado la vida muchas veces y el que me había ayudado en tanto, pero por una cosa u otra, yo y de manera retorcida de la vida, había tenido que acabar con su vida para evitar su sufrimiento.
Y no culpaba a los zombies de ésto, porque ellos no tenían la culpa de haber sido infectados por el virus, pero si culpaba a aquel humano que había disparado contra mi amigo en aquel lugar, estaba entendido que había sido un maldito error, pero éso no me importaba en lo más mínimo. Uno de los que nos atacaron había muerto en forma de pago por lo que le habían hecho a mi amigo, aunque éso no saciaba mi necesidad de venganza, pero no podía hacer nada por el momento ya que ahora habían peores problemas, y si, ése problema eran los zombies.
En mi mente me atormentaba el alma de mi amigo, sabía bien que no había podido bajar al infierno por mi culpa, ya que yo lo había quitado la vida aunque el se negase, había sido egoísta si pero en éstos momentos, sobrevivir era lo importante y aunque pensase en mi mucho, aquello lo había hecho para cuidar a Jules de todo lo malo, porque sabía bien como era la mente humana en momentos de presión y no quería verme retrasado por alguien discapacitado, ni aunque éste fuese mi hermano y mejor amigo. En el éxodo de aquel reducido grupo de personas "humanas", fueron muchos los establecimientos en donde nos refugiamos para evitar morir de muchas maneras, pero uno de los más importantes fue en un establecimiento carcelario que había sido abandonado tiempo antes de que la infección comenzase, y el cuál había servido de mucho para aguantar aquel invierno infernal que había azotado nuestras narices con tanto afán de matarnos a todos por el frío polar. Aquel feo invierno murieron muchos de los nuestros a mano de enfermedades, suicidios, y por el problema común: los zombies, aunque yo consideraba a todos los que habían caído débiles, sabía bien que muchos no habían sido malas personas en vida pero habían muerto de las peores maneras, aunque estaba claro que los temas sociales se habían casi terminado y ahora, los crepúsculos disminuían y hacían a las personas cada vez más, animales salvajes.
Sobrevivir a aquel invierno se me hizo complicado, más porque las raciones que recibía de comida en parte las destinaba en mantener a Jules, mi novia y compañera, con una vida lo mejor posible, porque era a la única persona que amaba y por sobre todo, porque es en quién más podía confiar. Había un tipo llamado Arturo el cual parecía bastante importante entre el grupo "principal" de los sobrevivientes, y era con quién más congeniaba sin contar a Jules, era un tipo simple por lo visto y de buen corazón, aunque parecía también tener su parte "mala", pero no me importaba en lo más mínimos mientras no me jodiera a mi. Al pasar a ser parte del grupo, necesitaba hacer tareas dentro de la comunidad para seguir las reglas y no ganarme un boleto de ida a el destierro por completo, y lo hacía pensando en Jules porque había visto a más de uno mirándola con ojos lujuriosos, ya que era una chica por lo más que bella y yo la trataba como una reina, así que no estaba mal alimentaba ni menos enferma de algo, porque si podía ser un animal sin corazón yo, pero en el fondo amaba completamente a Jules y cada vez que podía salir en busca de cosas, de lo necesario, conseguía suplementos médicos de receta simple, como para dolores de cabeza, de estomago y claro que, de ovarios los cuales todo destinaba a Jules.
Estaba obvio que traía para todos los supervivientes, pero en mi mochila de recolecta siempre me guardaba algunos más en un bolsillo oculto. Porque los antibióticos eran muy necesitados en aquel tiempo y conseguirlos no era fácil, menos intentar comprarlos entre los habitantes de la comunidad ya que los precios eran descomunales, hasta una vez intentando conseguir medicamentos para mi, un viejo totalmente pervertido me había pedido a cambio, en forma de pago el cuerpo de mi preciada novia, ni tengo que contar que el viejo se llevó algo si, pero no fue más que mi puño presionando con gran fuerza sobre su ojo, un buen golpe si y más porque habían ofendido a mi chica delante de mis narices y de manera descarada.
Pero pronto la primavera estuvo sobre nuestras cabezas, los pocos sobrevivientes del infierno invernal ahora se estaban preparando para partir de aquel manicomio carcelario, junto a Jules y yo. Poco a poco nos fuimos alejando de el lugar, aún el camión principal cargaba algunas armas con munición pero la mayoría se había desvanecido en el invierno, en la lenta lucha de retener a los cadáveres no muertos de los que si respirábamos aún. Yo iba en en la parte trasera de éste, sentando contra la barandilla de seguridad que separaba el frío asiento del abismo que terminaba sobre el asfalto de la carretera, entre mis piernas se posaba descansando un rifle de asalto un tanto desgastado por el uso, pero fiel a su soberano seguía sin encasquillarse y sin crearme problema alguno, la munición era escasa así que ya no se nos tenía permitido disparar a los caminantes que se paseaban de forma incansable de un lado a otro, solo disparábamos en los lugares donde pararíamos a repostar los suministros básicos, que contaban de agua, alimentos y gasolina para el camión.
Finalmente tras varios días de aburrimiento completo, el conductor y los demás que iban en la cabina delante visualizaron lo que sería un hogar y para todos, una salvación terrenal de la cual desearíamos mucho luego pero de la cual también nos beneficiaríamos por bastante tiempo. Era sin duda alguno un castillo que tenía construido en su base una especie de aldea y por más que sonara raro, así era aunque también sabía que todo había servido para unas cuantas películas un tanto viejas ya, lo bueno del tema es que todo estaba creado de verdad y las paredes del castillo eran tan sólidas que si en el pasado miles de soldados con espadas y arcos no habían podido destruir, en la nueva era los zombies tampoco podrían conseguirlo y éso solo significaba una cosa, algo importante. Y era que por fin tras tanto tiempo, tendríamos la posibilidad de vivir en lugares privados, lugares en los cuales estaríamos protegidos gracias a las increíbles murallas y también donde podríamos vivir tranquilos, con la seguridad de que podríamos salir a cagar sin tener el temor de que un jodido zombie nos mordiera las nalgas y nos jodiera en el instante.
Entrar fue todo un suplicio ya que parecía bastante tranquilo desde afuera, pero al abrir una inmensa puerta que había y que contenía todo dentro y lo de afuera fuera, unos cuantos zombies estaban agazapados en la misma a la espera de que algún desgraciado, en éste caso nosotros, los liberásemos. Como era de presentir aquel grupo errante de muertos se comenzó a abalanzar de a poco sobre nosotros, la lentitud de aquellos desgraciados siempre me habían puesto los nervios de punta ya que podrían ser pocos y lentos si, pero nunca se sabía de dónde podrían salir más. Acabar con aquellos no fue nada complicado y para fortuna todo salió bien, luego de aquello terminamos por eliminar a algunos que se habían acercado atraídos por los disparos y de los cuales tampoco habíamos sufrido demasiada resistencia.
Aunque lamentablemente para el final de aquel día, mi rifle de asalto se había terminado por encasquillar con una bala, haciendo que la bala se desviara dentro de el caño de salida de la misma, incrustándose en éste mismo y por ende, destruyendo por completo aquel preciosos fusil. Lo lamenté por demasiado tiempo ya que me había salvado de muchas y me había brindado buenas candencias de fuego pero se había convertido en un objeto totalmente inútil, aunque igual lo había guardado por si lo necesitaba para golpear unas cuantas cabezas. Al entrar al lugar nos llevamos una grata sorpresa y era la de que no había nada más allí dentro, lo raro fue encontrar a un grupo de niños sobrevivientes, aunque no quería cuestionarme mucho su manera de sobrevivir durante tanto tiempo, con aquellos zombies rondando allí dentro, pero a nadie le importaba el tema así que yo no hablaba de aquello.
Y así fue como nos asentamos en aquel lugar, salíamos a hacer viajes para traer sobrevivientes y suministros básicos, las enfermedades allí eran pocas si, pero algunas mortales así que siempre que nos topábamos con algún hospital o donde vendieran medicamentos, lo asaltábamos hasta los cimientos para conseguir todo lo posible, el alimento no escaseaba pero tampoco sobraba, cada vez que queríamos más debíamos de alejarnos más de la zona segura para poder conseguir algo, aquello se estaba volviendo un problema pero no negaba que me agradaba salir del refugio y ver como iba cambiando el mundo poco a poco, sin la influencia del ser humano. El cielo ahora estaba más claro y el aire era levemente más puro, al detenerse los automóviles, helicópteros y aviones se dejó de crear aquel espantoso humo que destrozaba la capa de ozono y que desde que todo se terminó, se estaba curando poco a poco.
La convivencia con los demás se había vuelto tranquila, sentía cierto rencor contra aquel tipo de nombre Carlos pero no le prestaba mucha atención ya que si no, sería expulsado de la comunidad y era lo que menos buscaba ahora, o por lo menos estaba esperando a una oportunidad fiable de la cual tomar provecho, pero no había llegado ésa aún así que me mantenía bajo perfil, haciendo todo lo que podía para ayudar a los demás en cada salida y cuidando el lugar durante mis turnos de vigilancia. Ahora tenía una casa para poder vivir con tranquilidad, junto a mi novia Jules y con la cual compartíamos tanto, ella también ayudaba en lo que podía pero siempre dentro de la zona segura, porque aunque era fuerte de carácter era débil físicamente y por éso no le exigía mucho, también la cuidaba como podía y siempre que salía, le traía alguna que otra medicina que ella necesitase.
Una noche, no hace más de dos semanas estaba cuidando el perímetro norte, al otro lado de las casas y donde sería detrás del castillo, estaba junto a uno de mis colegas que también era bastante joven, a aquel tipo lo había rescatado en una incursión en busca de sobrevivientes hacía ya más de dos meses y a ese entonces, siempre me ayudaba cuando lo necesitaba, agradecía eso aunque a veces se volvía demasiado tedioso, pero era un buen tirador y con gran fuerza así que me servía de mucho. Estábamos sobre el muro de seguridad, como si fuéramos dos arqueros en plena edad medieval a la espera de divisar al enemigo y comenzar la candencia de flechazos, la oscuridad reinaba en el perímetro aunque no nos hacía falta mucha luz, ya que era una noche clara y la luna alumbraba todo, teníamos un par de antorchas empañadas en alcohol que si necesitáramos luz, las podríamos encender pero por prevención ahora estaban apagadas para evitar que los podridos nos viesen.
Delante nuestro había una ametralladora apostada sobre la dura roca que constituía los bloques de las paredes, teníamos dos cajas más con munición pero era lo único, ya que teníamos que racionar la munición y hacerla durar bastante, en todo éste tiempo no habíamos encontrado mucha munición a donde habíamos ido, sabía que había una fábrica de munición en una ciudad a no más de 50 kilómetros, pero era bastante arriesgado y no quería comentarlo con los demás, o bueno, no aún ya que sabía que se negarían o pondrían una excusa para no llevarla a cabo, aunque fuese extremadamente necesario, tendríamos que seguir aceptando lo que nos quedaba. Aquel tipo, que se llamaba Alexandr era nacido en Rusia, no contaba con más de veinte y cinco año y por sobre todo, había trabajado en una empresa de creación de munición, si, la misma de la cual yo tenía conocimiento y por la cual había sabido gracias a aquel tipo. Se había mudado con su familia años atrás y había aprendido el idioma que se utilizaba, aunque aún conservaba el acento Ruso y por sobre todo, que me servía a mi es que también hablaba Alemán y era su segunda lengua. Ya que su padre era Alemán y su madre era Rusa, éso me daba lugar a poder conversar con él de manera distendida en mi lengua materna, la cual estaba comenzando a olvidar y de la que necesitaba volver a utilizar para no perderle.
- Tonight dieser höchst friedlich, ruhig stört mich, weil es nicht natürlich ist (Ésta noche esta por demás tranquila, me jode la tranquilidad porque no es natural) - Le decía yo, ya se había vuelto una frase normal en mi, pero insistía porque la tranquilidad me molestaba ya que era de mal auguro, siempre que estábamos solos hablábamos alemán.
- Jeje, Mach dir keine Sorgen Sissy, wir sind fünf Meter über dem Boden mit einem Maschinengewehr (No te preocupes marica, estamos a cinco metros sobre el suelo con una ametralladora) - Me repetía el, utilizando aquel apodo que era bastante absurdo pero molesto, aunque igual no le prestaba atención y reía a su lado, en tanto que encendía un cigarro para aplacar el frío que de vez en cuando estaba presente.
- Wenn ja, gilt aber nur kotzt mich an das Schweigen ... oben haben, hier zu sein, auf der anderen Seite all dieser langen Stunden, hoffentlich ändern ihre Position, weil sie töten wird mich eines Tages und niemand wird wissen. (Si si, es cierto pero igual me jode el silencio ... encima tenemos que estar aquí, al otro lado de todos durante tantas horas, ojala me cambien de puesto porque sino un día me matarán y nadie se enterará.) - Terminaba por decir y nos quedábamos en silencio un tiempo, de seguro que él pensaría en su familia ahora muerta, pero yo pensaba en mi Jules y lo que estaría haciendo, me molestaba alejarme mucho de ella porque no faltaban los pervertidos en la zona y ella era joven y bella, así que muchos estaban detrás de ella al acecho y por ende, éso me jodía demasiado, pero no podía actuar porque eran "humanos" aún, aunque ya me tomaría mi revancha y los aplacaría.
Unos cuantos podridos aparecieron por entre el bosque, tambaleándose y emitiendo los típicos gruñidos que solían utilizar, Alexandr se posicionó detrás de la ametralladora y dirigió hacia aquellos podridos un par de ráfagas de balazos, las cuales terminó por matar a los pocos que habían, las noches eran así de aburridas, estaba deseando salir en una excursión de búsqueda y poder eliminar a unos cuantos más, llevaba en mi espalda un bate de titanio que había conseguido tiempo atrás, estaba sujetado por unas sogas en forma de sobre que lo mantenía allí, había matado un par de infectados ya con él y me servía de mucho para todo.
Así eran las noches normales, aburridas y solitarias, pero igual lo hacía para contribuir y poder vivir tranquilo, durante el día solía descansar y ayudar en pocas cosas, ya que mi trabajo se concentraba en la noche, aunque cuando tenía tiempo libre en las noches me quedaba en casa para estar con Jules y disfrutar de la intimidad en interminables noches de placer, de las cuales disfrutábamos mucho y aprovechábamos, me encantaba ésa parte de la relación aunque debía de cuidarla mucho, porque un bebé no se podía tener en éstos momentos, ya que éste futuro no era bueno para los niños pequeños, así que siempre tomábamos todas las precauciones.
Los tiempos eran levemente buenos, la tranquilidad era grande y la vida se hacía más fácil, al menos no estábamos a la intemperie con los zombies, y aún esperabamos que aquellos seres se pudrieran con el tiempo, y bueno, se debilitaran de hambre y cayeran.
Por cosa del destino, éste mismo se había llevado a mi banda de amigos y por sobre todo, a mi hermano, mano derecha y mejor amigo de toda la vida, aquel tipo en el cual había depositado toda la confianza que poseía, el mismo que me había salvado la vida muchas veces y el que me había ayudado en tanto, pero por una cosa u otra, yo y de manera retorcida de la vida, había tenido que acabar con su vida para evitar su sufrimiento.
Y no culpaba a los zombies de ésto, porque ellos no tenían la culpa de haber sido infectados por el virus, pero si culpaba a aquel humano que había disparado contra mi amigo en aquel lugar, estaba entendido que había sido un maldito error, pero éso no me importaba en lo más mínimo. Uno de los que nos atacaron había muerto en forma de pago por lo que le habían hecho a mi amigo, aunque éso no saciaba mi necesidad de venganza, pero no podía hacer nada por el momento ya que ahora habían peores problemas, y si, ése problema eran los zombies.
En mi mente me atormentaba el alma de mi amigo, sabía bien que no había podido bajar al infierno por mi culpa, ya que yo lo había quitado la vida aunque el se negase, había sido egoísta si pero en éstos momentos, sobrevivir era lo importante y aunque pensase en mi mucho, aquello lo había hecho para cuidar a Jules de todo lo malo, porque sabía bien como era la mente humana en momentos de presión y no quería verme retrasado por alguien discapacitado, ni aunque éste fuese mi hermano y mejor amigo. En el éxodo de aquel reducido grupo de personas "humanas", fueron muchos los establecimientos en donde nos refugiamos para evitar morir de muchas maneras, pero uno de los más importantes fue en un establecimiento carcelario que había sido abandonado tiempo antes de que la infección comenzase, y el cuál había servido de mucho para aguantar aquel invierno infernal que había azotado nuestras narices con tanto afán de matarnos a todos por el frío polar. Aquel feo invierno murieron muchos de los nuestros a mano de enfermedades, suicidios, y por el problema común: los zombies, aunque yo consideraba a todos los que habían caído débiles, sabía bien que muchos no habían sido malas personas en vida pero habían muerto de las peores maneras, aunque estaba claro que los temas sociales se habían casi terminado y ahora, los crepúsculos disminuían y hacían a las personas cada vez más, animales salvajes.
Sobrevivir a aquel invierno se me hizo complicado, más porque las raciones que recibía de comida en parte las destinaba en mantener a Jules, mi novia y compañera, con una vida lo mejor posible, porque era a la única persona que amaba y por sobre todo, porque es en quién más podía confiar. Había un tipo llamado Arturo el cual parecía bastante importante entre el grupo "principal" de los sobrevivientes, y era con quién más congeniaba sin contar a Jules, era un tipo simple por lo visto y de buen corazón, aunque parecía también tener su parte "mala", pero no me importaba en lo más mínimos mientras no me jodiera a mi. Al pasar a ser parte del grupo, necesitaba hacer tareas dentro de la comunidad para seguir las reglas y no ganarme un boleto de ida a el destierro por completo, y lo hacía pensando en Jules porque había visto a más de uno mirándola con ojos lujuriosos, ya que era una chica por lo más que bella y yo la trataba como una reina, así que no estaba mal alimentaba ni menos enferma de algo, porque si podía ser un animal sin corazón yo, pero en el fondo amaba completamente a Jules y cada vez que podía salir en busca de cosas, de lo necesario, conseguía suplementos médicos de receta simple, como para dolores de cabeza, de estomago y claro que, de ovarios los cuales todo destinaba a Jules.
Estaba obvio que traía para todos los supervivientes, pero en mi mochila de recolecta siempre me guardaba algunos más en un bolsillo oculto. Porque los antibióticos eran muy necesitados en aquel tiempo y conseguirlos no era fácil, menos intentar comprarlos entre los habitantes de la comunidad ya que los precios eran descomunales, hasta una vez intentando conseguir medicamentos para mi, un viejo totalmente pervertido me había pedido a cambio, en forma de pago el cuerpo de mi preciada novia, ni tengo que contar que el viejo se llevó algo si, pero no fue más que mi puño presionando con gran fuerza sobre su ojo, un buen golpe si y más porque habían ofendido a mi chica delante de mis narices y de manera descarada.
Pero pronto la primavera estuvo sobre nuestras cabezas, los pocos sobrevivientes del infierno invernal ahora se estaban preparando para partir de aquel manicomio carcelario, junto a Jules y yo. Poco a poco nos fuimos alejando de el lugar, aún el camión principal cargaba algunas armas con munición pero la mayoría se había desvanecido en el invierno, en la lenta lucha de retener a los cadáveres no muertos de los que si respirábamos aún. Yo iba en en la parte trasera de éste, sentando contra la barandilla de seguridad que separaba el frío asiento del abismo que terminaba sobre el asfalto de la carretera, entre mis piernas se posaba descansando un rifle de asalto un tanto desgastado por el uso, pero fiel a su soberano seguía sin encasquillarse y sin crearme problema alguno, la munición era escasa así que ya no se nos tenía permitido disparar a los caminantes que se paseaban de forma incansable de un lado a otro, solo disparábamos en los lugares donde pararíamos a repostar los suministros básicos, que contaban de agua, alimentos y gasolina para el camión.
Finalmente tras varios días de aburrimiento completo, el conductor y los demás que iban en la cabina delante visualizaron lo que sería un hogar y para todos, una salvación terrenal de la cual desearíamos mucho luego pero de la cual también nos beneficiaríamos por bastante tiempo. Era sin duda alguno un castillo que tenía construido en su base una especie de aldea y por más que sonara raro, así era aunque también sabía que todo había servido para unas cuantas películas un tanto viejas ya, lo bueno del tema es que todo estaba creado de verdad y las paredes del castillo eran tan sólidas que si en el pasado miles de soldados con espadas y arcos no habían podido destruir, en la nueva era los zombies tampoco podrían conseguirlo y éso solo significaba una cosa, algo importante. Y era que por fin tras tanto tiempo, tendríamos la posibilidad de vivir en lugares privados, lugares en los cuales estaríamos protegidos gracias a las increíbles murallas y también donde podríamos vivir tranquilos, con la seguridad de que podríamos salir a cagar sin tener el temor de que un jodido zombie nos mordiera las nalgas y nos jodiera en el instante.
Entrar fue todo un suplicio ya que parecía bastante tranquilo desde afuera, pero al abrir una inmensa puerta que había y que contenía todo dentro y lo de afuera fuera, unos cuantos zombies estaban agazapados en la misma a la espera de que algún desgraciado, en éste caso nosotros, los liberásemos. Como era de presentir aquel grupo errante de muertos se comenzó a abalanzar de a poco sobre nosotros, la lentitud de aquellos desgraciados siempre me habían puesto los nervios de punta ya que podrían ser pocos y lentos si, pero nunca se sabía de dónde podrían salir más. Acabar con aquellos no fue nada complicado y para fortuna todo salió bien, luego de aquello terminamos por eliminar a algunos que se habían acercado atraídos por los disparos y de los cuales tampoco habíamos sufrido demasiada resistencia.
Aunque lamentablemente para el final de aquel día, mi rifle de asalto se había terminado por encasquillar con una bala, haciendo que la bala se desviara dentro de el caño de salida de la misma, incrustándose en éste mismo y por ende, destruyendo por completo aquel preciosos fusil. Lo lamenté por demasiado tiempo ya que me había salvado de muchas y me había brindado buenas candencias de fuego pero se había convertido en un objeto totalmente inútil, aunque igual lo había guardado por si lo necesitaba para golpear unas cuantas cabezas. Al entrar al lugar nos llevamos una grata sorpresa y era la de que no había nada más allí dentro, lo raro fue encontrar a un grupo de niños sobrevivientes, aunque no quería cuestionarme mucho su manera de sobrevivir durante tanto tiempo, con aquellos zombies rondando allí dentro, pero a nadie le importaba el tema así que yo no hablaba de aquello.
Y así fue como nos asentamos en aquel lugar, salíamos a hacer viajes para traer sobrevivientes y suministros básicos, las enfermedades allí eran pocas si, pero algunas mortales así que siempre que nos topábamos con algún hospital o donde vendieran medicamentos, lo asaltábamos hasta los cimientos para conseguir todo lo posible, el alimento no escaseaba pero tampoco sobraba, cada vez que queríamos más debíamos de alejarnos más de la zona segura para poder conseguir algo, aquello se estaba volviendo un problema pero no negaba que me agradaba salir del refugio y ver como iba cambiando el mundo poco a poco, sin la influencia del ser humano. El cielo ahora estaba más claro y el aire era levemente más puro, al detenerse los automóviles, helicópteros y aviones se dejó de crear aquel espantoso humo que destrozaba la capa de ozono y que desde que todo se terminó, se estaba curando poco a poco.
La convivencia con los demás se había vuelto tranquila, sentía cierto rencor contra aquel tipo de nombre Carlos pero no le prestaba mucha atención ya que si no, sería expulsado de la comunidad y era lo que menos buscaba ahora, o por lo menos estaba esperando a una oportunidad fiable de la cual tomar provecho, pero no había llegado ésa aún así que me mantenía bajo perfil, haciendo todo lo que podía para ayudar a los demás en cada salida y cuidando el lugar durante mis turnos de vigilancia. Ahora tenía una casa para poder vivir con tranquilidad, junto a mi novia Jules y con la cual compartíamos tanto, ella también ayudaba en lo que podía pero siempre dentro de la zona segura, porque aunque era fuerte de carácter era débil físicamente y por éso no le exigía mucho, también la cuidaba como podía y siempre que salía, le traía alguna que otra medicina que ella necesitase.
Una noche, no hace más de dos semanas estaba cuidando el perímetro norte, al otro lado de las casas y donde sería detrás del castillo, estaba junto a uno de mis colegas que también era bastante joven, a aquel tipo lo había rescatado en una incursión en busca de sobrevivientes hacía ya más de dos meses y a ese entonces, siempre me ayudaba cuando lo necesitaba, agradecía eso aunque a veces se volvía demasiado tedioso, pero era un buen tirador y con gran fuerza así que me servía de mucho. Estábamos sobre el muro de seguridad, como si fuéramos dos arqueros en plena edad medieval a la espera de divisar al enemigo y comenzar la candencia de flechazos, la oscuridad reinaba en el perímetro aunque no nos hacía falta mucha luz, ya que era una noche clara y la luna alumbraba todo, teníamos un par de antorchas empañadas en alcohol que si necesitáramos luz, las podríamos encender pero por prevención ahora estaban apagadas para evitar que los podridos nos viesen.
Delante nuestro había una ametralladora apostada sobre la dura roca que constituía los bloques de las paredes, teníamos dos cajas más con munición pero era lo único, ya que teníamos que racionar la munición y hacerla durar bastante, en todo éste tiempo no habíamos encontrado mucha munición a donde habíamos ido, sabía que había una fábrica de munición en una ciudad a no más de 50 kilómetros, pero era bastante arriesgado y no quería comentarlo con los demás, o bueno, no aún ya que sabía que se negarían o pondrían una excusa para no llevarla a cabo, aunque fuese extremadamente necesario, tendríamos que seguir aceptando lo que nos quedaba. Aquel tipo, que se llamaba Alexandr era nacido en Rusia, no contaba con más de veinte y cinco año y por sobre todo, había trabajado en una empresa de creación de munición, si, la misma de la cual yo tenía conocimiento y por la cual había sabido gracias a aquel tipo. Se había mudado con su familia años atrás y había aprendido el idioma que se utilizaba, aunque aún conservaba el acento Ruso y por sobre todo, que me servía a mi es que también hablaba Alemán y era su segunda lengua. Ya que su padre era Alemán y su madre era Rusa, éso me daba lugar a poder conversar con él de manera distendida en mi lengua materna, la cual estaba comenzando a olvidar y de la que necesitaba volver a utilizar para no perderle.
- Tonight dieser höchst friedlich, ruhig stört mich, weil es nicht natürlich ist (Ésta noche esta por demás tranquila, me jode la tranquilidad porque no es natural) - Le decía yo, ya se había vuelto una frase normal en mi, pero insistía porque la tranquilidad me molestaba ya que era de mal auguro, siempre que estábamos solos hablábamos alemán.
- Jeje, Mach dir keine Sorgen Sissy, wir sind fünf Meter über dem Boden mit einem Maschinengewehr (No te preocupes marica, estamos a cinco metros sobre el suelo con una ametralladora) - Me repetía el, utilizando aquel apodo que era bastante absurdo pero molesto, aunque igual no le prestaba atención y reía a su lado, en tanto que encendía un cigarro para aplacar el frío que de vez en cuando estaba presente.
- Wenn ja, gilt aber nur kotzt mich an das Schweigen ... oben haben, hier zu sein, auf der anderen Seite all dieser langen Stunden, hoffentlich ändern ihre Position, weil sie töten wird mich eines Tages und niemand wird wissen. (Si si, es cierto pero igual me jode el silencio ... encima tenemos que estar aquí, al otro lado de todos durante tantas horas, ojala me cambien de puesto porque sino un día me matarán y nadie se enterará.) - Terminaba por decir y nos quedábamos en silencio un tiempo, de seguro que él pensaría en su familia ahora muerta, pero yo pensaba en mi Jules y lo que estaría haciendo, me molestaba alejarme mucho de ella porque no faltaban los pervertidos en la zona y ella era joven y bella, así que muchos estaban detrás de ella al acecho y por ende, éso me jodía demasiado, pero no podía actuar porque eran "humanos" aún, aunque ya me tomaría mi revancha y los aplacaría.
Unos cuantos podridos aparecieron por entre el bosque, tambaleándose y emitiendo los típicos gruñidos que solían utilizar, Alexandr se posicionó detrás de la ametralladora y dirigió hacia aquellos podridos un par de ráfagas de balazos, las cuales terminó por matar a los pocos que habían, las noches eran así de aburridas, estaba deseando salir en una excursión de búsqueda y poder eliminar a unos cuantos más, llevaba en mi espalda un bate de titanio que había conseguido tiempo atrás, estaba sujetado por unas sogas en forma de sobre que lo mantenía allí, había matado un par de infectados ya con él y me servía de mucho para todo.
Así eran las noches normales, aburridas y solitarias, pero igual lo hacía para contribuir y poder vivir tranquilo, durante el día solía descansar y ayudar en pocas cosas, ya que mi trabajo se concentraba en la noche, aunque cuando tenía tiempo libre en las noches me quedaba en casa para estar con Jules y disfrutar de la intimidad en interminables noches de placer, de las cuales disfrutábamos mucho y aprovechábamos, me encantaba ésa parte de la relación aunque debía de cuidarla mucho, porque un bebé no se podía tener en éstos momentos, ya que éste futuro no era bueno para los niños pequeños, así que siempre tomábamos todas las precauciones.
Los tiempos eran levemente buenos, la tranquilidad era grande y la vida se hacía más fácil, al menos no estábamos a la intemperie con los zombies, y aún esperabamos que aquellos seres se pudrieran con el tiempo, y bueno, se debilitaran de hambre y cayeran.
.:Rodriux:.- Superviviente
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Los primeros rayos de Sol se filtraron a traves de mis párpados, una sensación molesta me recorrió los ojos, impidiendome dormir.
Abrí los ojos y contemplé la habitación, era una habitación pequeña, con las paredes pintadas de azul, y con una cama de matrimonio en el centro. A la izquierda de la misma había una mesita con dos cajones, donde guardaba mis cosas, y a la derecha, un armario empotrado, frente a mi, una pequeña ventana abierta dejaba entrar la fría corriente de la mañana.
Me destapé a regañadientes y me levanté de la cama, me vestí como buenamente puede, y abrí el primer cajon de la mesita, me coloqué mi reloj, que aunque había dejado de funcionar hacía mucho tiempo, seguía poniéndomelo todas las mañanas.
Tambíen cogí mi Glock, me la puse en el cinturón, y me dispuse a salir. Estaba cruzando el umbral de la puerta, cuando algo me hizo darme la vuelta, y mirar hacia mi cama, allí, descansaba un papel, me acerqué a la cama, y cogí el papel, que resultó ser una nota.
Esta vez soy yo quien se va antes de que te despiertes, Michael, adios cabronazo, con cariño.
No pude evitar soltar una carcajada, ''Esas tenemos, ¿eh?'', pensé, mientras salía por la puerta. Una vez fuera, lo primero que hice fué dar un largo y sonoro bostezo, tras el cual me estiré cuan gato vago y perezoso.
Me dirijí hacia las escaleras que llevaban a la muralla, por el camino, escuche un llanto, y en la casa de Alicia y Arturo alguien encendió una lámpara de aceite. Subí las escaleras de caracol hasta lo alto, y me dirigí a una de las torres, allí encontré el puesto de guardia, donde se encontraban Alicia y Arturo, acompañados de dos de los supervivientes, y uno de los niños que habíamos encontrado aquí, tapado bajo una manta.
- Hola Michael- Dijo Alicia, alzando la mano.
- Hola- Le dije - Tu hijo está llorando, creo-.
- Bueno, voy a ir a ver, adios Arturo- Dijo, dando un beso a Arturo.
- Adios cariño- Dijo este.
Me senté junto al niño y me tapé con la manta que me ofrecía este.
- Gracias- Le dije.
- No es gratis- Me respondió con una gran sonrisa en la cara.
- Venga, vale, dime que quieres, ¿clases de ligue?, ¿de defensa personal?, ¿de ganchillo?-.
- Cuéntame esa historia, cuando salisteis-.
- ¿Otra vez?- Dije, con un falso tono de disgusto en mi voz, el se quedó mirándome con ojitos de corderito degollado.- Está bién, tu ganas, te lo contaré-.
- Voy a necesitar un café para aguantar la historia esa otra vez- Dijo Arturo con tono irónico.
- Shhh, calla, deja que se la cuente- Le dije sonriéndo, me aclaré la voz, y empecé. -Hace ya tiempo de eso, no recuerdo cuanto, pero no importa, como sabras, fuimos a buscar supervivientes mas allá de la distancia habitual, y de paso, intentar encontrar una radio, pero no salió precisamente bién...
Carlos, Facundo, Marco, Gerard y yo habíamos parado a dormir en una pequeña colina cercana a un pequeño pueblo rural, desde allí se veian algunos zombis, era un sitio relativamente seguro, y dejamos a Carlos que hiciera el último turno de noche, cuando desperté, los zombies estaban empezando a subir por el camino, y Carlos, que se había emborrachado, insultaba a los zombis y les tiró la botella de Whisky que llevaba escondida en su mochila.
- ¡¿Que coño haces?!- Le dije mientras me lo llevaba hacia los sacos de dormir.- Mierda, tenemos que irnos de aquí, vamos-.
Recojimos todo rapidamente y echamos a correr por el lado de la colina donde no había zombis, pero había un terrraplen bastante peligroso.
Estábamos ya casi al final, cuando un trozo de tierra se desprendió, y Marco calló por el terraplen, quedando inconsciente.
Era muy arriesgado bajar a por el, y mas con los zombies siguiéndonos, pero bajamos a por el.
- Hay que llevarlo de vuelta al refugio- Dije.
- Todo esto es culpa tuya- Dijo Gerard avanzando hacia Carlos, que estaba confuso.
- Tranquilízate- Le dije sujetándolo por el brazo.- Así no arreglamos nada-.
- Yo y Carlos lo llevaremos de vuelta- Dijo Facundo.- Vosotros id a buscar la una radio al pueblo-.
- Está bién- Dijo Gerard.- Ya hablaremos luego- Dijo mirando a Carlos.
Gerard y yo avanzamos por un camino de tierra hasta el pueblo, apenas quedaban zombis allí, todos estaban alrededor de la colina.
Avanzamos con precaución por las calles del pueblo buscando algo parecido a una comisaría, al final, encontramos un pequeño edificio de tan solo una planta, que parecía ser la comisaría. Entramos en ella, y estaba completamente limpia de zombies...o eso pensábamos.
- Yo iré a la armería, tu ve a buscar la radio- Me dijo Gerard.
- Vale, pero ten cuidado-.
Entré por la primera puerta que vi abierta, y revisé todos los recovecos, el suelo estaba lleno de sangre, las mesas, sillas, y demas, estaban tirados por los suelos, un cadaver descompuesto descansaba apoyado en la pared, tenía algo entre sus manos.
Me acerqué a el, y con unos guantes que saqué de mi mochila, conseguí abrirle la mano no sin esfuerzo y cogí lo que sujetaba, una radio.
Me di la vuelta para salir de la habitación, y noté algo que me agarraba el pié, tropecé y caí al suelo, me puse boca arriba, rapidamente, el cadaver se avalanzaba sobre mi, dispuesto a morderme, conseguí agarrar el machete, y le golpeé en la cabeza con el hasta matarlo.
El cadaver cayó encima mío, y tuve que apartarlo a un lado, entonces empecé a escuchar un gemido proveniente de alguna parte del edificio.
Corrí hacia la armería, y cuando llegué, me encontré a Gerard luchando contra unos zombies, saqué mi machete, y lo ayudé acabar con ellos, pero no acabó ahí, una de las puertas fue echada abajo por decenas de zombis con ganas de comernos.
Echamos a correr hacia la salida, y cuando estábamos a pocos metros de la puerta, me di cuenta de que no llevaba mi pistola encima, mi querido reloj se me había caido, me detuve en seco.
- ¡¿Que haces?!, ¡vamos!- Me gritó Gerard-.
- Toma- Le dije lanzándole la radio.- Luego te alcanzo-.
Corrí hasta la habitación donde había encontrado la radio, y lo encontré, en el suelo, con el cristal roto, y las manecillas paradas.
- Y así es como se me rompió el reloj- Le dije al pequeño chico.
- ¿Y como saliste de ahí?- Me preguntó.
- Siempre me lo preguntas y siempre te digo lo mismo, no es una historia agradable.- Le dije, despeinándolo con la mano.
Abrí los ojos y contemplé la habitación, era una habitación pequeña, con las paredes pintadas de azul, y con una cama de matrimonio en el centro. A la izquierda de la misma había una mesita con dos cajones, donde guardaba mis cosas, y a la derecha, un armario empotrado, frente a mi, una pequeña ventana abierta dejaba entrar la fría corriente de la mañana.
Me destapé a regañadientes y me levanté de la cama, me vestí como buenamente puede, y abrí el primer cajon de la mesita, me coloqué mi reloj, que aunque había dejado de funcionar hacía mucho tiempo, seguía poniéndomelo todas las mañanas.
Tambíen cogí mi Glock, me la puse en el cinturón, y me dispuse a salir. Estaba cruzando el umbral de la puerta, cuando algo me hizo darme la vuelta, y mirar hacia mi cama, allí, descansaba un papel, me acerqué a la cama, y cogí el papel, que resultó ser una nota.
Esta vez soy yo quien se va antes de que te despiertes, Michael, adios cabronazo, con cariño.
No pude evitar soltar una carcajada, ''Esas tenemos, ¿eh?'', pensé, mientras salía por la puerta. Una vez fuera, lo primero que hice fué dar un largo y sonoro bostezo, tras el cual me estiré cuan gato vago y perezoso.
Me dirijí hacia las escaleras que llevaban a la muralla, por el camino, escuche un llanto, y en la casa de Alicia y Arturo alguien encendió una lámpara de aceite. Subí las escaleras de caracol hasta lo alto, y me dirigí a una de las torres, allí encontré el puesto de guardia, donde se encontraban Alicia y Arturo, acompañados de dos de los supervivientes, y uno de los niños que habíamos encontrado aquí, tapado bajo una manta.
- Hola Michael- Dijo Alicia, alzando la mano.
- Hola- Le dije - Tu hijo está llorando, creo-.
- Bueno, voy a ir a ver, adios Arturo- Dijo, dando un beso a Arturo.
- Adios cariño- Dijo este.
Me senté junto al niño y me tapé con la manta que me ofrecía este.
- Gracias- Le dije.
- No es gratis- Me respondió con una gran sonrisa en la cara.
- Venga, vale, dime que quieres, ¿clases de ligue?, ¿de defensa personal?, ¿de ganchillo?-.
- Cuéntame esa historia, cuando salisteis-.
- ¿Otra vez?- Dije, con un falso tono de disgusto en mi voz, el se quedó mirándome con ojitos de corderito degollado.- Está bién, tu ganas, te lo contaré-.
- Voy a necesitar un café para aguantar la historia esa otra vez- Dijo Arturo con tono irónico.
- Shhh, calla, deja que se la cuente- Le dije sonriéndo, me aclaré la voz, y empecé. -Hace ya tiempo de eso, no recuerdo cuanto, pero no importa, como sabras, fuimos a buscar supervivientes mas allá de la distancia habitual, y de paso, intentar encontrar una radio, pero no salió precisamente bién...
Carlos, Facundo, Marco, Gerard y yo habíamos parado a dormir en una pequeña colina cercana a un pequeño pueblo rural, desde allí se veian algunos zombis, era un sitio relativamente seguro, y dejamos a Carlos que hiciera el último turno de noche, cuando desperté, los zombies estaban empezando a subir por el camino, y Carlos, que se había emborrachado, insultaba a los zombis y les tiró la botella de Whisky que llevaba escondida en su mochila.
- ¡¿Que coño haces?!- Le dije mientras me lo llevaba hacia los sacos de dormir.- Mierda, tenemos que irnos de aquí, vamos-.
Recojimos todo rapidamente y echamos a correr por el lado de la colina donde no había zombis, pero había un terrraplen bastante peligroso.
Estábamos ya casi al final, cuando un trozo de tierra se desprendió, y Marco calló por el terraplen, quedando inconsciente.
Era muy arriesgado bajar a por el, y mas con los zombies siguiéndonos, pero bajamos a por el.
- Hay que llevarlo de vuelta al refugio- Dije.
- Todo esto es culpa tuya- Dijo Gerard avanzando hacia Carlos, que estaba confuso.
- Tranquilízate- Le dije sujetándolo por el brazo.- Así no arreglamos nada-.
- Yo y Carlos lo llevaremos de vuelta- Dijo Facundo.- Vosotros id a buscar la una radio al pueblo-.
- Está bién- Dijo Gerard.- Ya hablaremos luego- Dijo mirando a Carlos.
Gerard y yo avanzamos por un camino de tierra hasta el pueblo, apenas quedaban zombis allí, todos estaban alrededor de la colina.
Avanzamos con precaución por las calles del pueblo buscando algo parecido a una comisaría, al final, encontramos un pequeño edificio de tan solo una planta, que parecía ser la comisaría. Entramos en ella, y estaba completamente limpia de zombies...o eso pensábamos.
- Yo iré a la armería, tu ve a buscar la radio- Me dijo Gerard.
- Vale, pero ten cuidado-.
Entré por la primera puerta que vi abierta, y revisé todos los recovecos, el suelo estaba lleno de sangre, las mesas, sillas, y demas, estaban tirados por los suelos, un cadaver descompuesto descansaba apoyado en la pared, tenía algo entre sus manos.
Me acerqué a el, y con unos guantes que saqué de mi mochila, conseguí abrirle la mano no sin esfuerzo y cogí lo que sujetaba, una radio.
Me di la vuelta para salir de la habitación, y noté algo que me agarraba el pié, tropecé y caí al suelo, me puse boca arriba, rapidamente, el cadaver se avalanzaba sobre mi, dispuesto a morderme, conseguí agarrar el machete, y le golpeé en la cabeza con el hasta matarlo.
El cadaver cayó encima mío, y tuve que apartarlo a un lado, entonces empecé a escuchar un gemido proveniente de alguna parte del edificio.
Corrí hacia la armería, y cuando llegué, me encontré a Gerard luchando contra unos zombies, saqué mi machete, y lo ayudé acabar con ellos, pero no acabó ahí, una de las puertas fue echada abajo por decenas de zombis con ganas de comernos.
Echamos a correr hacia la salida, y cuando estábamos a pocos metros de la puerta, me di cuenta de que no llevaba mi pistola encima, mi querido reloj se me había caido, me detuve en seco.
- ¡¿Que haces?!, ¡vamos!- Me gritó Gerard-.
- Toma- Le dije lanzándole la radio.- Luego te alcanzo-.
Corrí hasta la habitación donde había encontrado la radio, y lo encontré, en el suelo, con el cristal roto, y las manecillas paradas.
- Y así es como se me rompió el reloj- Le dije al pequeño chico.
- ¿Y como saliste de ahí?- Me preguntó.
- Siempre me lo preguntas y siempre te digo lo mismo, no es una historia agradable.- Le dije, despeinándolo con la mano.
PauTL- Mano derecha del jefe
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Alguna vez has visto a una rana comecuero? pues yo si....
La rutina diaria en estos 5 años pasados desde que llegamos a la carcel era, limpiar, consumir, y abandonar, una rutina sencilla relativamente, En mi caso, al principio yo no limpiaba, ya que no me daban un arma por eso de la responsabilidad que conlleva tenerla y bla bla bla... al principio tenia que quedarme con Carlos a cuidar el camion en lo que "Limpiaban"... y en esos periodos de tiempo que me quedaba con el, intentaba conseguir una platica pero nunca pude, pero esa es otra historia...
Al terminar de limpiar, nos daban una señal la mano y nosotros empezabamos a desempacar las cosas que usaríamos para Consumir, generalmente nos aparcabamos en gasolineras con mini centros comerciales, ya que nos abastecian de algo de alimento y gasolina, aunque a veces nos alojabamos en casas que parecian no haber estado saqueadas... bueno, ya que "consumiamos" todo lo de aquel lugar, pasabamos a la fase 3... abandonar. Alicia siempre decia que mientras mas rapido mejor, y asi lo haciamos, a exepcion de los que limpiaban, ellos eran los unicos que se tomaban su tiempo, ya que gastar una bala de mas, seria Fatal..
Eso hicimos hasta que llegamos a un lugar que aprecia seguro, que por casualidad encontre en medio de mis curioseadas, era un castillo enorme con unas casitas, pero bueno, es en donde estamos ahora.
bueno, no recuerdo el numero de veces que lo hicimos, pero algo que si recuerdo fue la primera vez que me Tocó limpiar.. despues de un incidente que no me gusta recordar, fuimos notablemente reducidos en numero, ya era mi tercera vez limpiando pero, esa vez fue algo extraña..
un herido llamado Erick se quedo cuidando el camion junto con su esposa, erick no estaba infectado, solo se torcio el tobillo escapando de un no-muerto. y su esposa queria quedarse con el hasta que se recuperara.
carlos y yo entramos a limpiar junto los que quedamos vivos, pero no se, algo en carlos me inquietaba, de por si su actitud era muy extraña, pero ese dia estaba mas extraña aun, parecia que tebia prisa, pienso que le teme a la obscuridad pero no se,
bueno aun asi, en ese estado, decidio adelantarze para "terminar mas rapido".
ese fue su error,
al medio del establecimiento, justo al medio estaba un gran Hoyo lleno de fango, y agua verdosa, probablemente a causa de las lluvias y de la falta de mantenimiento del establecimiento, pero, lo peor fue que Carlos cayo dentro, y ahi empezaron los problemas,
Carlos empezó a gritar, y con los gritos atrajo a los zombies, y por ende los zombis atrajeron los disparos,
yo por mi parte le di mi arma aStykes XD Michael, (sabia que a el se le acabarian rapido las balas y nesesitaria mas, ademas de que el es muy bueno con las armas), y fui a ayudar al verdoso y fangoso Carlos...
le dije que tomara mi mano, pero se resbalaba por el agua, que no era muy profunda pero era muy resbalosa, y como llevaba puestos unos guantes de cuero me costaba aun mas tranajo tomarle la mano,
entre gemidos y disparos logre tomarle de la camisa y levantarlo, fue asqueroso, y no lo digo por el fango que salpico, o el agua verde que derammaba su ropa, hablo de que al salir, Carlos estaba lleno de Ranas!!!
de diferentes tipos, colores y sabores, y al salir del charco, todas saltaron fuera de su ropa, y volvieron al pequeño hoyo con agua
Al terminar esa masacre asquerosa, (entre fango, agua verde y sesos de zombie volando no se que era mas asqueroso) todos tomaron lo que debian tomar, saquearon la escasa gasolina que quedaba y volvimos al camion, para encontrarnos con que Erick habia muerto y mordido a Maria (su esposa) la que de un disparo certero a la cabeza termino con la "vida" de erick y con su misma vida despues,
al subir las cosas al camion, carlos, se quito la caqueta y se cambio los pantalones, y al hacer eso se percato de que su chaqueta tenia una pequeña mordedura, y arturo en tono de broma le dijo que una rana lo habia confundido con una mosca,
momentos despues una rana salto de la chaqueta de Carlos y empezó a rebotar adentro del camion, jaja se hizo un escandalo, hasta que la rana salto por el vidrio .............
La rutina diaria en estos 5 años pasados desde que llegamos a la carcel era, limpiar, consumir, y abandonar, una rutina sencilla relativamente, En mi caso, al principio yo no limpiaba, ya que no me daban un arma por eso de la responsabilidad que conlleva tenerla y bla bla bla... al principio tenia que quedarme con Carlos a cuidar el camion en lo que "Limpiaban"... y en esos periodos de tiempo que me quedaba con el, intentaba conseguir una platica pero nunca pude, pero esa es otra historia...
Al terminar de limpiar, nos daban una señal la mano y nosotros empezabamos a desempacar las cosas que usaríamos para Consumir, generalmente nos aparcabamos en gasolineras con mini centros comerciales, ya que nos abastecian de algo de alimento y gasolina, aunque a veces nos alojabamos en casas que parecian no haber estado saqueadas... bueno, ya que "consumiamos" todo lo de aquel lugar, pasabamos a la fase 3... abandonar. Alicia siempre decia que mientras mas rapido mejor, y asi lo haciamos, a exepcion de los que limpiaban, ellos eran los unicos que se tomaban su tiempo, ya que gastar una bala de mas, seria Fatal..
Eso hicimos hasta que llegamos a un lugar que aprecia seguro, que por casualidad encontre en medio de mis curioseadas, era un castillo enorme con unas casitas, pero bueno, es en donde estamos ahora.
bueno, no recuerdo el numero de veces que lo hicimos, pero algo que si recuerdo fue la primera vez que me Tocó limpiar.. despues de un incidente que no me gusta recordar, fuimos notablemente reducidos en numero, ya era mi tercera vez limpiando pero, esa vez fue algo extraña..
un herido llamado Erick se quedo cuidando el camion junto con su esposa, erick no estaba infectado, solo se torcio el tobillo escapando de un no-muerto. y su esposa queria quedarse con el hasta que se recuperara.
carlos y yo entramos a limpiar junto los que quedamos vivos, pero no se, algo en carlos me inquietaba, de por si su actitud era muy extraña, pero ese dia estaba mas extraña aun, parecia que tebia prisa, pienso que le teme a la obscuridad pero no se,
bueno aun asi, en ese estado, decidio adelantarze para "terminar mas rapido".
ese fue su error,
al medio del establecimiento, justo al medio estaba un gran Hoyo lleno de fango, y agua verdosa, probablemente a causa de las lluvias y de la falta de mantenimiento del establecimiento, pero, lo peor fue que Carlos cayo dentro, y ahi empezaron los problemas,
Carlos empezó a gritar, y con los gritos atrajo a los zombies, y por ende los zombis atrajeron los disparos,
yo por mi parte le di mi arma a
le dije que tomara mi mano, pero se resbalaba por el agua, que no era muy profunda pero era muy resbalosa, y como llevaba puestos unos guantes de cuero me costaba aun mas tranajo tomarle la mano,
entre gemidos y disparos logre tomarle de la camisa y levantarlo, fue asqueroso, y no lo digo por el fango que salpico, o el agua verde que derammaba su ropa, hablo de que al salir, Carlos estaba lleno de Ranas!!!
de diferentes tipos, colores y sabores, y al salir del charco, todas saltaron fuera de su ropa, y volvieron al pequeño hoyo con agua
Al terminar esa masacre asquerosa, (entre fango, agua verde y sesos de zombie volando no se que era mas asqueroso) todos tomaron lo que debian tomar, saquearon la escasa gasolina que quedaba y volvimos al camion, para encontrarnos con que Erick habia muerto y mordido a Maria (su esposa) la que de un disparo certero a la cabeza termino con la "vida" de erick y con su misma vida despues,
al subir las cosas al camion, carlos, se quito la caqueta y se cambio los pantalones, y al hacer eso se percato de que su chaqueta tenia una pequeña mordedura, y arturo en tono de broma le dijo que una rana lo habia confundido con una mosca,
momentos despues una rana salto de la chaqueta de Carlos y empezó a rebotar adentro del camion, jaja se hizo un escandalo, hasta que la rana salto por el vidrio .............
Unit Zero W01- Aprendiz de cazador
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
-Oye Carlos,¿hay algo nuevo?-Pregunté mientras me dirigía hacia el, estaba vigilando el perímetro.
-Hola, no, no hay nada nuevo , me aburro sabes.-Dijo rascándose la cabeza.
-He tenido varias pesadillas y sueños extraños, no puedo superarlos, necesito unas pastillas.-Dije sentándome en la hierba.
-Sabes que puedes contarme lo que sea.-Dijo echando un largo suspiro.
-¿Recuerdas cuando viviamos en la prisión?
-Claro que lo recuerdo-Dijo Carlos-una jaula mortal.
-Si...en esos tiempos tuve varias pesadillas sobre mi padre sabes, soñé que lo devoraban y se convertía en uno de esos fenómenos.
-Pero has oído de boca que Alicia que no fué asi, que tu padre fué mordido y le pidió a un amigo suyo que le matase,¿recuerdas?-Dijo refrescándome la memoria.
-Lo se lo se, es que todavía no todo encaja para mi.
-Bueno, sigue contándo.-Murmuró Carlos mientras se sentaba delante mio.
-Cada jodida noche, cada vez que cerraba los ojos me invadían pesadillas, Emmy siendo devorada por zombies, siendo violada por saqueadores, e incluso veo ante mis propios ojos como se vuela la cabeza al ser mordida..al despertar estaba ella al lado mio tranquilizándome de que sólo era un sueño, todo sudándo y con lágrimas en los ojos ella me tranquilizaba como si tuviera ocho años.
-Sí, es muy especial, y tenía razón, sólo era un sueño.
-Pero Carlos, ¿y si en verdad esas cosas pasan?Sabes que los sueños se vuelven realidad.
-Si le pones espíritu esos sueños no se cumplirán, sigue contándo.
-Debo decir que...jamás pude hacer nada con Emmy,¿entiendes?
-Hahahaha si te entiendo,¿te molesta que te pregunte el por qué?
-Simplemente por que tiene candados en las bragas hahaha.
-Increíble que en cinco años de relación con ella no has echo nada.
-Sólo lo mismo de siempre, besos caricias y ese tipo de cosas cursis, bueno te sigo contándo.Cierto día cuando me fuí a lavar la cara a uno de los baños de la prisión vi a mi padre en el espejo, no tenía expresión alguna, luego lo que recuerdo es que desperté temblando y Sykes me zarandeaba para que respondiera.
-¿El mercenario?
-Así es, al día siguiente nos fuímos de la cárcel, nos moríamos de hambre, de frío y de varias enfermedades, cuando me relevaron para que tomara un descanso, en ese tiempo yo conducía, me dormí al instante.Al día siguiente nos encontrábamos saqueándo lo que veíamos, todo alimento que no se haya descompuesto era consumido.
-Yo recuerdo aquella vez que entramos a una pizzería tu y yo junto con Gerard a saquear lo que pudiéramos y de la nada salió el hombre ojalata.-Dijo mirando al cielo, parece que va a llover.
-Lo recuerdo, tenía una armadura casera echa con sartenes y demás chucherías de metal, disparé una ráfaga de mi M16, pero no logré acertarle, logró golpearla y tirarla al suelo, luego me dió un gran golpe, no miento si te digo que vi las estrellas, terminé al otro lado de la pizzeria.
-Luego fuí yo el siguiente-Dijo Carlos-no logré disparar cuando ya lo tenía encima mio alzándome por los aires apretándome el cuello.
-Y Gerard mirando con una sonrisita discreta como te estrángulaba.
-Menos mal que estabas tú, te lanzaste encima del mastodonte y le apretaste el cuello hasta que murió de asfixia, ni uno de los dos le dijo nada a Gerard.
-Supongo que no habrá reaccionado tal vez, no le doy mucha importancia.-Dije sin estar completamente seguro.
-Y cuando llegamos al castillo.-Dijo Carlos con una sonrisa.
-Si, estabamos la gran mayoría desanimados, llegamos a las afueras del castillo y vimos esas casitas, lo primero que se me cruzó a la mente fué que por fin podría estar a solas con Emmy en una cama verdadera haha, dormí muy bien aquella noche.
-Encontramos unos niños encerrados en una de esas viviendas e hicimos limpieza en el castillo, ya empezábamos a lanzar golpes con las armas por que las miniciones a muchos se nos habían acabado, lo recuerdo, ahí fué cuando mi M16 se quedó sin balas, como un poseso lanzaba golpes a todo aquel que se me acercaba, casi golpeo a Arturo accidentalmente haha.
-Pero valió la pena, el asentamiento fué y es genial, casi no llegan zombies aquí y salimos siempre que podemos a buscar más gente y víveres aunque tengamos que alejarnos más, tenemos algo que podemos llamar hogar y lo defendemos con cada gota de sudor.
-Carlos, yo no dejaré que nadie ni nada nos saque esto, saqueadores, zombies, anarquistas o lo que sea, no dejaré que nos quiten lo que tenemos-Dije levantándome-y si mueven un solo dedo en nuestra contra, ya sea zombie o humano sufrirá las consecuencias, MI consecuencias.
-Cuenta conmigo Degtyarev, ahora vayamos a almorzar que ya siento el olor a carne asada.
-Claro, vamos, mejor amigo.
-Hola, no, no hay nada nuevo , me aburro sabes.-Dijo rascándose la cabeza.
-He tenido varias pesadillas y sueños extraños, no puedo superarlos, necesito unas pastillas.-Dije sentándome en la hierba.
-Sabes que puedes contarme lo que sea.-Dijo echando un largo suspiro.
-¿Recuerdas cuando viviamos en la prisión?
-Claro que lo recuerdo-Dijo Carlos-una jaula mortal.
-Si...en esos tiempos tuve varias pesadillas sobre mi padre sabes, soñé que lo devoraban y se convertía en uno de esos fenómenos.
-Pero has oído de boca que Alicia que no fué asi, que tu padre fué mordido y le pidió a un amigo suyo que le matase,¿recuerdas?-Dijo refrescándome la memoria.
-Lo se lo se, es que todavía no todo encaja para mi.
-Bueno, sigue contándo.-Murmuró Carlos mientras se sentaba delante mio.
-Cada jodida noche, cada vez que cerraba los ojos me invadían pesadillas, Emmy siendo devorada por zombies, siendo violada por saqueadores, e incluso veo ante mis propios ojos como se vuela la cabeza al ser mordida..al despertar estaba ella al lado mio tranquilizándome de que sólo era un sueño, todo sudándo y con lágrimas en los ojos ella me tranquilizaba como si tuviera ocho años.
-Sí, es muy especial, y tenía razón, sólo era un sueño.
-Pero Carlos, ¿y si en verdad esas cosas pasan?Sabes que los sueños se vuelven realidad.
-Si le pones espíritu esos sueños no se cumplirán, sigue contándo.
-Debo decir que...jamás pude hacer nada con Emmy,¿entiendes?
-Hahahaha si te entiendo,¿te molesta que te pregunte el por qué?
-Simplemente por que tiene candados en las bragas hahaha.
-Increíble que en cinco años de relación con ella no has echo nada.
-Sólo lo mismo de siempre, besos caricias y ese tipo de cosas cursis, bueno te sigo contándo.Cierto día cuando me fuí a lavar la cara a uno de los baños de la prisión vi a mi padre en el espejo, no tenía expresión alguna, luego lo que recuerdo es que desperté temblando y Sykes me zarandeaba para que respondiera.
-¿El mercenario?
-Así es, al día siguiente nos fuímos de la cárcel, nos moríamos de hambre, de frío y de varias enfermedades, cuando me relevaron para que tomara un descanso, en ese tiempo yo conducía, me dormí al instante.Al día siguiente nos encontrábamos saqueándo lo que veíamos, todo alimento que no se haya descompuesto era consumido.
-Yo recuerdo aquella vez que entramos a una pizzería tu y yo junto con Gerard a saquear lo que pudiéramos y de la nada salió el hombre ojalata.-Dijo mirando al cielo, parece que va a llover.
-Lo recuerdo, tenía una armadura casera echa con sartenes y demás chucherías de metal, disparé una ráfaga de mi M16, pero no logré acertarle, logró golpearla y tirarla al suelo, luego me dió un gran golpe, no miento si te digo que vi las estrellas, terminé al otro lado de la pizzeria.
-Luego fuí yo el siguiente-Dijo Carlos-no logré disparar cuando ya lo tenía encima mio alzándome por los aires apretándome el cuello.
-Y Gerard mirando con una sonrisita discreta como te estrángulaba.
-Menos mal que estabas tú, te lanzaste encima del mastodonte y le apretaste el cuello hasta que murió de asfixia, ni uno de los dos le dijo nada a Gerard.
-Supongo que no habrá reaccionado tal vez, no le doy mucha importancia.-Dije sin estar completamente seguro.
-Y cuando llegamos al castillo.-Dijo Carlos con una sonrisa.
-Si, estabamos la gran mayoría desanimados, llegamos a las afueras del castillo y vimos esas casitas, lo primero que se me cruzó a la mente fué que por fin podría estar a solas con Emmy en una cama verdadera haha, dormí muy bien aquella noche.
-Encontramos unos niños encerrados en una de esas viviendas e hicimos limpieza en el castillo, ya empezábamos a lanzar golpes con las armas por que las miniciones a muchos se nos habían acabado, lo recuerdo, ahí fué cuando mi M16 se quedó sin balas, como un poseso lanzaba golpes a todo aquel que se me acercaba, casi golpeo a Arturo accidentalmente haha.
-Pero valió la pena, el asentamiento fué y es genial, casi no llegan zombies aquí y salimos siempre que podemos a buscar más gente y víveres aunque tengamos que alejarnos más, tenemos algo que podemos llamar hogar y lo defendemos con cada gota de sudor.
-Carlos, yo no dejaré que nadie ni nada nos saque esto, saqueadores, zombies, anarquistas o lo que sea, no dejaré que nos quiten lo que tenemos-Dije levantándome-y si mueven un solo dedo en nuestra contra, ya sea zombie o humano sufrirá las consecuencias, MI consecuencias.
-Cuenta conmigo Degtyarev, ahora vayamos a almorzar que ya siento el olor a carne asada.
-Claro, vamos, mejor amigo.
DarkHades- Pirómano
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Siento que el viento agita mi pelo, pero yo no estoy ahí. Hace ya unos años que utilizo este ejercicio mental, se llama “El Palacio de la Memoria”. Consiste en elegir un edificio que conozcas muy bien y memorizar cada pequeño detalle de él, pudiendo visualizarlo aún sin verlo. Después, puedes llenarlo con todos los recuerdos, datos o experiencias que te hayan sucedido y que tu cerebro alcance a recordar. El truco consiste en asociar los conceptos que quieras recordar a cosas que hay dentro de las habitaciones del edificio (un cuadro, una silla, una puerta...) Cuando quieras recordar algo, simplemente deberás dirigirte al lugar apropiado dentro de tu “Palacio de la Memoria”
En este momento me encuentro en la cocina de mi casa, junto a mi padre y mi madre. Es la hora del desayuno, y éste está servido en la mesa. El rostro de mi padre se encuentra oculto tras el periódico, y mi madre está vuelta hacia el fregadero. Ambos están inmóviles, como si de estatuas de cera se tratase. Me levanto de la desvencijada silla y me dirijo hacia el salón, en busca de mi hermana.
Ahí está, sentada en el suelo y dibujando sobre un folio. Camino hacia ella y miro por encima de su hombro para ver lo que pinta. Al ver el dibujo, recuerdo el día en que salí del hospital tras una apendicitis, mi hermana me regaló un dibujo en la que aparecíamos mi familia y yo saliendo del hospital, cogidos de la mano.
El recuerdo termina, y vuelvo a estar en el salón, junto a mi hermana. Le acaricio el pelo y me dirijo a la planta de arriba. Es ahí donde guardo todos los recuerdos sobre lo que vino...
Está oscuro, y hace frío, supongo que es por la sensación que me embarga en estos últimos tiempos. Entro en una de las habitaciones, en ella no hay ventanas, ni muebles, ni ningún tipo de decoración. Simplemente hay un parque de bebé en el centro, me acerco y me agacho junto a él, pasando la mano por los barrotes.
- ¡Oh, Dios mío, es perfecto! ¡Este lugar tiene de todo! - exclamó Alicia al terminar de examinar la cárcel – Solo tendremos que arreglar la valla y las ventanas y al fin estaremos a salvo este invierno.
En esa época pensé que finalmente encontraría un poco de paz, tanto exterior como interior. Al fin y al cabo, el ambiente a mi alrededor parecía volverse más optimista. Tras semanas de viaje por la carretera en busca de un lugar en el que asentarnos y con el invierno pisándonos los talones, algunos empezaban a perder la esperanza, pero entonces encontramos la cárcel.
Qué ironía, ahora que el verdadero peligro se encontraba fuera, todos queríamos encerrarnos.
Tuvimos suerte de encontrar un camión abandonado cargado de armas. Pero por lo que yo realmente daba gracias a Dios, era por el pozo.
Ya armados, a Alicia se le ocurrió la idea de enviar un pequeño grupo en busca de comida a una ciudad cercana. Me ofrecí para formar parte de ese grupo, pero por lo visto no podía arriesgarme a que me sucediese nada. “Demasiado importante para la comunidad” fue lo que dijo. Supongo que es lo que conlleva ser uno de los dos médicos del lugar.
En ese entonces trabajaba junto a Arturo, el novio de Alicia. Recuerdo que al principio no me acababa de convencer su forma de ser. Creo que perdí el sentido del humor al comenzar todo esto. Después de conocerlo mejor, pude ver que todas esas bromas eran simplemente una manera de protegerse de toda la mierda que ocurría a nuestro alrededor, y poco a poco se fue ganando mi respeto
Con él pude completar mi formación médica. En ese momento me pareció curioso el hecho de que la medicina moderna básicamente se había retrasado un siglo, y muchas de las enfermedades que sufrían nuestros compañeros no podíamos tratarlas.
Tras unos dís, el grupo que salió en busca de comida, volvió. Aunque solo tres de ellos. La comida que habían conseguido no era suficiente para alimentar las bocas de todos, y el desánimo y la desesperación volvieron a crecer en el corazón de todos.
Finalmente me incorporé y salí al pasillo. Éste tenía habitaciones a cada lado, y al final una puerta negra...Aparté la vista de aquella puerta y entré en otra de las habitaciones. Mi habitación, tal y como la recordaba hace cinco años, y así permanecería por siempre en mi memoria. Me acerqué a una de las estanterías y mientras pasaba la mano por los libros, me topé con una bola de cristal. Dentro de ella estaba lo que parecía ser la fábrica de juguetes de Santa Claus. La agité, y la nieve lo cubrió todo...
- ¿Cómo se encuentra? - me preguntó Michael.
- Te seré sincero, no tiene buena pinta, padece un principio de neumonía. No tenemos más medicinas para tratarle, así que no podemos hacer otra cosa que esperar. - expliqué mientras volvía a revisar la temperatura de Marco.
- Joder...-dijo Degtyarev, desde que volvieron de su fatídica expedición, los tres parecían estar más unidos.
El invierno estaba resultando más duro de lo que pensamos, y la falta de comida y recursos no ayudó. Contábamos con la ventaja de que los muertos vivientes se congelarían, pero si nos descuidábamos nosotros también pereceríamos. Poco a poco varios de nuestros compañeros enfermaron, gripe, desnutrición...íbamos cayendo como moscas. Algunas personas simplemente no tenían más ganas de luchar y poco a poco se iban apagando. Otros fueron más prácticos y se quitaron la vida. Yo trataba de mantenerme en movimiento, siempre con algo que hacer, pero he de reconocer que en algunas ocasiones me pudo el desánimo…
Finalmente el invierno pasó, y Alicia decidió que era el momento de buscar otro lugar donde vivir. Todos apoyamos la idea, al menos los pocos que quedábamos…Así pues volvimos a la carretera, con todos sus peligros. Si los recursos ya eran escasos en la cárcel, parecía que en el exterior todo había sido saqueado. Poco a poco todos nos íbamos consumiendo, debilitándonos por la falta de agua y alimento. Eso sin contar el hecho de que perdimos a varios compañeros en una escaramuza contra los muertos vivientes.
Pensábamos que íbamos a morir, y a mí particularmente no me parecía una mala opción. ¿Era esa forma de vivir? ¿Qué se suponía que tenía que decirles a los padres de los niños que morían en mis brazos cuando intentaba salvarles? “¿Su hijo ha vivido bien siete años?” Siete años, por el amor de Dios…
Fue poco después cuando encontramos nuestro particular Jardín del Edén. Una vasta extensión de campo alejada de la mano de Dios, en cuyo centro se erguía un castillo medieval, y a su alrededor estaban dispuestas varias casas prefabricadas. Fue entonces cuando recordé aquel lugar, lo había visto en una película, hacía ya muchos años…tantos que parecían los recuerdos de otra persona.
Sí, tuvimos que eliminar a los muertos del interior del castillo, y hacer algún que otro arreglo en las casas prefabricadas, pero he de reconocer que si queríamos asentarnos, ese lugar era el idóneo. Y así fue como encontramos nuestro hogar, aunque la verdad es…
Un grito.
La bola de nieve se resbala de entre mis dedos y estalla en el suelo. Sin perder un segundo salgo al pasillo, y ahí está…
Mi hermana está de pie en el otro extremo del pasillo, junto a la puerta negra…y tiene la mano en el pomo.
- ¡NO, NO LO HAGAS, NO LA ABRAS!
- ¿Qué es lo que hay dentro? – me pregunta ladeando ligeramente la cabeza. Tiene el rostro vuelto hacia la puerta.
Empiezo a caminar lentamente hacia ella, con precaución.
- Ya sabes lo que hay dentro. Formas parte de mí, así que si yo lo sé, tú lo sabes.
Ella se ríe, pero para al momento.
- Voy a abrirla – me contesta en un tono serio nada habitual en ella.
Su pequeña mano empieza a girarse lentamente alrededor del pomo, y la casa entera se estremece.
- ¡NOOOOOO!
- ¿¡Connor!? ¿¡Estás bien!?
Vuelvo al mundo real y me encuentro con que estoy tirado en suelo, rígido y sudando. Agachado junto a mí se encuentra Arturo, y por la expresión de su rostro puedo adivinar que algo me ha ocurrido.
- Sí. ¿Qué…qué ha pasado? – le pregunto a la vez que me incorporo con su ayuda.
- Dímelo tú, acababa de despertarme cuando de repente te he oído chillando. He venido lo más rápido que pude y te vi tendido en el suelo, retorciéndote. Joder, parecía que te estaba dando un ataque epiléptico.
- Ya…bueno, ya estoy bien, ¿no? – le digo tratando de restarle importancia al asunto.
- No estoy ciego, Connor. Sé que algo te ocurre, y aunque no me lo digas, algún día acabaré descubriéndolo. – me contesta con cara de preocupación.
Créeme, prefieres no saberlo…pienso para mis adentros.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lo del Palacio de la Memoria es totalmente verídico (dejando aparte alguna que otra exageración para el relato xD) y yo lo practico desde hace ya bastante. Googlead e informaros, os recomiendo que lo intentéis
¡Saludos!
En este momento me encuentro en la cocina de mi casa, junto a mi padre y mi madre. Es la hora del desayuno, y éste está servido en la mesa. El rostro de mi padre se encuentra oculto tras el periódico, y mi madre está vuelta hacia el fregadero. Ambos están inmóviles, como si de estatuas de cera se tratase. Me levanto de la desvencijada silla y me dirijo hacia el salón, en busca de mi hermana.
Ahí está, sentada en el suelo y dibujando sobre un folio. Camino hacia ella y miro por encima de su hombro para ver lo que pinta. Al ver el dibujo, recuerdo el día en que salí del hospital tras una apendicitis, mi hermana me regaló un dibujo en la que aparecíamos mi familia y yo saliendo del hospital, cogidos de la mano.
El recuerdo termina, y vuelvo a estar en el salón, junto a mi hermana. Le acaricio el pelo y me dirijo a la planta de arriba. Es ahí donde guardo todos los recuerdos sobre lo que vino...
Está oscuro, y hace frío, supongo que es por la sensación que me embarga en estos últimos tiempos. Entro en una de las habitaciones, en ella no hay ventanas, ni muebles, ni ningún tipo de decoración. Simplemente hay un parque de bebé en el centro, me acerco y me agacho junto a él, pasando la mano por los barrotes.
- ¡Oh, Dios mío, es perfecto! ¡Este lugar tiene de todo! - exclamó Alicia al terminar de examinar la cárcel – Solo tendremos que arreglar la valla y las ventanas y al fin estaremos a salvo este invierno.
En esa época pensé que finalmente encontraría un poco de paz, tanto exterior como interior. Al fin y al cabo, el ambiente a mi alrededor parecía volverse más optimista. Tras semanas de viaje por la carretera en busca de un lugar en el que asentarnos y con el invierno pisándonos los talones, algunos empezaban a perder la esperanza, pero entonces encontramos la cárcel.
Qué ironía, ahora que el verdadero peligro se encontraba fuera, todos queríamos encerrarnos.
Tuvimos suerte de encontrar un camión abandonado cargado de armas. Pero por lo que yo realmente daba gracias a Dios, era por el pozo.
Ya armados, a Alicia se le ocurrió la idea de enviar un pequeño grupo en busca de comida a una ciudad cercana. Me ofrecí para formar parte de ese grupo, pero por lo visto no podía arriesgarme a que me sucediese nada. “Demasiado importante para la comunidad” fue lo que dijo. Supongo que es lo que conlleva ser uno de los dos médicos del lugar.
En ese entonces trabajaba junto a Arturo, el novio de Alicia. Recuerdo que al principio no me acababa de convencer su forma de ser. Creo que perdí el sentido del humor al comenzar todo esto. Después de conocerlo mejor, pude ver que todas esas bromas eran simplemente una manera de protegerse de toda la mierda que ocurría a nuestro alrededor, y poco a poco se fue ganando mi respeto
Con él pude completar mi formación médica. En ese momento me pareció curioso el hecho de que la medicina moderna básicamente se había retrasado un siglo, y muchas de las enfermedades que sufrían nuestros compañeros no podíamos tratarlas.
Tras unos dís, el grupo que salió en busca de comida, volvió. Aunque solo tres de ellos. La comida que habían conseguido no era suficiente para alimentar las bocas de todos, y el desánimo y la desesperación volvieron a crecer en el corazón de todos.
Finalmente me incorporé y salí al pasillo. Éste tenía habitaciones a cada lado, y al final una puerta negra...Aparté la vista de aquella puerta y entré en otra de las habitaciones. Mi habitación, tal y como la recordaba hace cinco años, y así permanecería por siempre en mi memoria. Me acerqué a una de las estanterías y mientras pasaba la mano por los libros, me topé con una bola de cristal. Dentro de ella estaba lo que parecía ser la fábrica de juguetes de Santa Claus. La agité, y la nieve lo cubrió todo...
- ¿Cómo se encuentra? - me preguntó Michael.
- Te seré sincero, no tiene buena pinta, padece un principio de neumonía. No tenemos más medicinas para tratarle, así que no podemos hacer otra cosa que esperar. - expliqué mientras volvía a revisar la temperatura de Marco.
- Joder...-dijo Degtyarev, desde que volvieron de su fatídica expedición, los tres parecían estar más unidos.
El invierno estaba resultando más duro de lo que pensamos, y la falta de comida y recursos no ayudó. Contábamos con la ventaja de que los muertos vivientes se congelarían, pero si nos descuidábamos nosotros también pereceríamos. Poco a poco varios de nuestros compañeros enfermaron, gripe, desnutrición...íbamos cayendo como moscas. Algunas personas simplemente no tenían más ganas de luchar y poco a poco se iban apagando. Otros fueron más prácticos y se quitaron la vida. Yo trataba de mantenerme en movimiento, siempre con algo que hacer, pero he de reconocer que en algunas ocasiones me pudo el desánimo…
Finalmente el invierno pasó, y Alicia decidió que era el momento de buscar otro lugar donde vivir. Todos apoyamos la idea, al menos los pocos que quedábamos…Así pues volvimos a la carretera, con todos sus peligros. Si los recursos ya eran escasos en la cárcel, parecía que en el exterior todo había sido saqueado. Poco a poco todos nos íbamos consumiendo, debilitándonos por la falta de agua y alimento. Eso sin contar el hecho de que perdimos a varios compañeros en una escaramuza contra los muertos vivientes.
Pensábamos que íbamos a morir, y a mí particularmente no me parecía una mala opción. ¿Era esa forma de vivir? ¿Qué se suponía que tenía que decirles a los padres de los niños que morían en mis brazos cuando intentaba salvarles? “¿Su hijo ha vivido bien siete años?” Siete años, por el amor de Dios…
Fue poco después cuando encontramos nuestro particular Jardín del Edén. Una vasta extensión de campo alejada de la mano de Dios, en cuyo centro se erguía un castillo medieval, y a su alrededor estaban dispuestas varias casas prefabricadas. Fue entonces cuando recordé aquel lugar, lo había visto en una película, hacía ya muchos años…tantos que parecían los recuerdos de otra persona.
Sí, tuvimos que eliminar a los muertos del interior del castillo, y hacer algún que otro arreglo en las casas prefabricadas, pero he de reconocer que si queríamos asentarnos, ese lugar era el idóneo. Y así fue como encontramos nuestro hogar, aunque la verdad es…
Un grito.
La bola de nieve se resbala de entre mis dedos y estalla en el suelo. Sin perder un segundo salgo al pasillo, y ahí está…
Mi hermana está de pie en el otro extremo del pasillo, junto a la puerta negra…y tiene la mano en el pomo.
- ¡NO, NO LO HAGAS, NO LA ABRAS!
- ¿Qué es lo que hay dentro? – me pregunta ladeando ligeramente la cabeza. Tiene el rostro vuelto hacia la puerta.
Empiezo a caminar lentamente hacia ella, con precaución.
- Ya sabes lo que hay dentro. Formas parte de mí, así que si yo lo sé, tú lo sabes.
Ella se ríe, pero para al momento.
- Voy a abrirla – me contesta en un tono serio nada habitual en ella.
Su pequeña mano empieza a girarse lentamente alrededor del pomo, y la casa entera se estremece.
- ¡NOOOOOO!
- ¿¡Connor!? ¿¡Estás bien!?
Vuelvo al mundo real y me encuentro con que estoy tirado en suelo, rígido y sudando. Agachado junto a mí se encuentra Arturo, y por la expresión de su rostro puedo adivinar que algo me ha ocurrido.
- Sí. ¿Qué…qué ha pasado? – le pregunto a la vez que me incorporo con su ayuda.
- Dímelo tú, acababa de despertarme cuando de repente te he oído chillando. He venido lo más rápido que pude y te vi tendido en el suelo, retorciéndote. Joder, parecía que te estaba dando un ataque epiléptico.
- Ya…bueno, ya estoy bien, ¿no? – le digo tratando de restarle importancia al asunto.
- No estoy ciego, Connor. Sé que algo te ocurre, y aunque no me lo digas, algún día acabaré descubriéndolo. – me contesta con cara de preocupación.
Créeme, prefieres no saberlo…pienso para mis adentros.
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Lo del Palacio de la Memoria es totalmente verídico (dejando aparte alguna que otra exageración para el relato xD) y yo lo practico desde hace ya bastante. Googlead e informaros, os recomiendo que lo intentéis
¡Saludos!
Skimmer- Cazador mediocre
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
... Qué bonito paisaje...
... Pura Tranquilidad....
... Solo se escucha el canto de las aves y la preciosa cascada...
Se puede visualizar un campo lleno de flores, algunos árboles se levantan al rededor del campo, se puede ver una pequeña cascada que termina en un pequeño estanque. El sol brilla en lo alto, no hace calor, es un día estupendo. Se escucha el canto de varias aves.
- No hay como esto. ES EL PARAISO.
De repente voltea y el campo ya no es el paisaje que estaba antes, la pradera esteril, los árboles cortados, quemados, la cascada ha reducido su cauce ya solo gotea y no vacía agua, sino sangre, en el estanque hay cadáveres putrefactos
unas figuras se encuentran encorvadas, comiendo carne... es carne humana, unos se comen a otros, uno de ellos voltea, sus ojos son blancos, lechosos. Gruñe, los otros canívales voltean, se levantan y se dirigen hacia mí.
... Quiero correr...
... No me puedo mover...
... Se acercan...
PUFF!!!
De golpe Nikola se despierta, bañado en sudor, rápidamente se levanta toma un arma que tiene junto a su cama y se asoma por la ventana... Nada parece fuera de lugar, se encuentra en la granja.
Se levanta al baño, se moja la cara y voltea a verse al espejo.
¡Vaya! Fué un sueño.
Todo fué tan repentino...
Ya casi había olvidado lo duro que fueron los primeros años desde el apocalipsis:
Nikola, una persona tranquila estaba estudiando en el colegio estaba estudiando el posgrado en Biología Molecular, los fines de semana de parranda con los amigos, nada fuera de lo común. Hasta que llegó el caos
al principio desorientacion, confusión, miedo, rabia e impotencia. hasta que se unió a la granja donde poco a poco comenzó a abrirse a la gente de nuevo, amigable, y respetado por todos.
Aconsejaba en lo que podía a Blake, aun que parecían muy distintos, eran muy unidos, o eso era lo que pensaba Nikola.
Los primeros meses fueron los más difíciles, el saqueo, al principio un poco desorganizado, pero tenía sus recompensas, el grupo de sobrevivientes crecía cada vez mas y la granja era más parecido a un hogar sin el temor de los caminantes canívales.
Nikola enseñaba a la gente cómo cultivar hortalizas y frutales, ya tenían un espacio designado para eso, rápidamente se ganó la empatía de la gente. Aunque había unos cuantos a los que no le quitaba la vista de encima, pues habían sido exconvictos o gente malechora con quien no le gustaba rozarse. Sobre todo uno en especial... Morgan
Se formaron comisiones donde Blake y Nikola formaban parte del grupo de incursión para el aprovisionamiento, se volvieron expertos, nada salía mal.
Llegó un momento donde a Nikola no le parecía como Blake trataba la gente, era muy duro, hasta cruel, solo viendo la utilidad de las personas. comenzaban los roces aunque Nikola siempre encontraba el lado positivo.
Nikola ya tenía muchas responsabilidades, se encargaba de las incursiones junto con Blake, llevaba el huerto, supervisaba la reorganización de la comunidad, aunque a Nikola no le gustara debía delegar responsabilidades, lo tenía que hacer, pues cada vez iban más lejos, donde era más peligroso, para conseguir los bíberes necesarios así como herramientas y material de construcción.
Un día, mientras estaban reparando uno de los muros del exterior Nikola divisó algo, se movía diferente a los muertos Se pusieron en alerta, y avanzaron para emboscar al ser que deambulaba, todo estaba listo y cuando le cayeron encima se dieron cuenta que era una persona, una persona viva, el Dr. Nicolás, con quien entabló muy buena amistad, sería por su afinidad en el área biológica o por su caracter, total, Nikola pasaba ya mas tiempo con el Dr. que con Blake. La presencia del Dr fué super bien recibida, pues tenían un médico en la granja. Juntos Nikola y Nicolás comenzaron a formar un establo pequeño donde comenzaron la cría de ganado, unas cuantas vacas, caballos, gallinas, animales que volvieron a domesticar. Así encontró un apoyo para seguir llevando las tareas tan importantes que tenía a cargo.
Pasaron meses tranquilos, uno que otro ataque zombie sin ningún contratiempo. Un día mientras estaban en una incursión, se encontraron en un edificio, en él había varios zombies, un grupo como de veinte zombies, acabaron con todos. Mientras limpiaban, Nikola se encontró a una persona tirada, delirando, enferma, no estaba muerto, no tenía mordidas o razguños, simplemente estaba en ese lugar. Cómo había sobrevivido, nadie podía decirlo, no podía llevarlo así pues Blake acabaría con él, pues solo sería una boca más que alimentar. Se organizó con otros miembros para que le dejaran una camioneta y los demás se regresaran. En ella metió alunos víveres y cobijas entre las que escondió a Derek, llegó a la granja y fué directo con NIcolás, a quien le contó y curaron las heridas de Derek.
Pasaron los meses y cada vez había más gente "indeseable" en la granja, Nikola se la veía duras para proteger a las mujeres, pues algunos hombres solo querían satisfacer su necesidad fisiológica.
Una noche Morgan fué directo al huerto donde trabajaba una de las mujeres, ella estaba recogiendo la ropa que había lavado en la mañana.
Morgan asaltó a la muchacha quien corrió y trató de safarse, al no poder, lo único que le quedó fué gritar, pedir auxilio.
Nikola que estaba cerca, corrió a su lado, al observar la escena donde Morgan trataba de abusar de la muchacha, esto despertó algo dentro de Nikola, de inmediato se lanzó sobre Morgan y lucharon, Nikola con más agilidad lo golpeó reiterádamente, tuvo que llegar el Dr. Nikolás a separarlos, Morgan estaba muy, muy mal, aún así salió corriendo y se perdió en la oscuridad.
Tenían que salir a la caza de Morgan, porque pondría en peligro la granja, no sabrían que podía hacer.
Le persiguieron y lo acorralaron, Morgan odiando a Nikola, hizo lo impensable, abrió la puerta y dejo el paso libre a los zombies.
Unos 30 entraron y la primer víctima fué Morgan.
Rápidamente se pusieron en contraataque y acabaron con los zombies que entraron, fué una noche larga, larga.
Nikola se encontró en un momento rodeado por dos zombies y Morgan transformado, se lanzó contra el primero y rápidamente acabó con él, cuando estaba peleando el segundo jaló a Nikola, suerte que Derek estaba cerca y le cortó la cabeza de un tajo al final solo quedaba Morgan... Nikola pidió que lo dejara solo. Lo que hizo fué espeluznante poco a poco acabó con él hasta que se cansó de tanto golpear.
Una vez acabado con los zombies, hicieron limpieza y quemaron los cuerpos.
Se reunieron para platicar, Nikola lo había dicho muchas veces, tanta gente con esas características no era bueno debían formar un cuerpo de seguridad, que viera por el bienestar de la comunidad y no solo de unos cuantos...
Nikola se lavó por segunda vez la cara y salió a la granja.
La gente lo saludaba y él respondía con una sonrisa, llegó hasta el puesto de vigilancia, donde se encontraba el grupo de incursión, estaban discutiendo algo.
Se acercó para ponerse al tanto, el problema era que se agotaba el combustible, debían ir a la ciudad, lo que signicaba acercarse a un lugar con un gran enjambre.
Última edición por Azmordan el Mar Feb 22, 2011 4:42 pm, editado 1 vez
Azmordan- Encargado de las mantas
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Derek estaba en su pequeña habitación leyendo lo que él consideraba su biografía, sus memorias, su crónica. Lejos de un afán lucrativo o de ocio, la razón por haberlas escrito no era otro que recordar su vida pasada, todos los errores que había cometido y cuánto había sufrido, pero el motivo más importante de esos escritos era para escapar de la tentación de volver a consumir drogas.
En ese momento tenía una de sus crisis, en las que el mono volvía para incitarle a consumir, pero si se concentraba y la ignoraba, desaparecía. Ésta le estaba costando más, así que recurrió al método infalible: la lectura de su mierda de vida, acompañado por un trago de buen vodka, que siempre le ayudaba a relajarse. Dejó la botella en su mochila, echó un vistazo fuera y al no ver a nadie empezó a leer...
Derek era un drogodependiente. A los 14 pasó del orfanato a un internado, dónde aprendió las mejores habilidades que un chaval de su edad podría aprender, todas malas, por supuesto. Ahí empezó su adicción a las drogas. No le importaba cuáles fueran, todo lo que podía se lo metía. De ahí salió directo a la calle pero con muchos contactos, y eso no sirvió más que para aumentar su adicción. Vivía en un piso en los suburbios, cutre, guarro, dónde se drogaba hasta perder la conciencia muchas veces. De día se dedicaba a robar, extorsionar, vender un poco de mierda y algún curro temporal, pero no solía durar mucho. En una de esas ventas ambulantes fue donde se llevó el pinchazo en la pierna, producido por uno de una banda que no quería droga en su territorio, amenazándolo de muerte. No volvió a ese barrio nunca más.
Por la tarde y la noche solía reunirse con unos cuantos más y se ponían hasta las cejas. En un atraco a mano armada a una gasolinera, fruto de su síndrome de abstinencia, le metieron en la cárcel. Ahí continuó relacionándose con lo mejorcito de la sociedad, y manteniendo su adicción a niveles prácticamente insostenibles, y en piques carcelarios le rajaron en el estómago. Le dieron la condicional, continuó con su mala vida, siempre dependiendo de las drogas y haciendo verdaderos estragos para conseguir dinero, hasta que sucedió la epidemia.
Le pilló en un estado de semiinconsciencia en su cama, fruto de la heroína mal cortada que le pasaron. Al principio se pensó que era fruto del efecto de la droga, así que lo único que hizo fue lo mejor que sabía hacer: continuar drogándose y dormir. Pasó una semana hasta que se le acabó todo lo que tenía, pero cuando por fin recuperó la cordura se dio cuenta que lo que había parecido un sueño era real: todo estaba devastado, y reinaba un caos animal dónde las personas se comían unas a otras. Cogió su pequeña pistola, su navaja, la poca droga y tabaco que le quedaba y salió volando esperando encontrar algún sitio tranquilo donde continuar con su mísera vida y poder conseguir más droga. En esos suburbios había resistido bastante gente, pues eran gente de calle y sabían organizarse en momentos críticos, la gran mayoría bandas, pero nadie aceptó a un yonki como Derek. Por suerte para él, conocía donde podría haber droga, y tuvo buena suerte y la encontró. Se vio obligado a malvivir, siempre solo, rapiñando todo lo que encontraba. Su vida era un deambular constante, de aquí para allá, casi siempre solo, a veces con otros pocos supervivientes, rapiñando de aquí para allá, y siempre buscando más droga.
Un día cometió la estupidez de drogarse por la noche en un pequeño portal encerrado. El resultado fue terrible: casi cogió una sobredosis, tal que a los días siguientes fue incapaz de moverse, vomitando sobre sí mismo y viviendo una mísera existencia en su propio deshecho social y humano.
Estaba en ese estado tan lamentable cuando le encontró Nikola, un hombre de unos 30 años y de aspecto militar, aunque más delgado que un soldado. Derek vio como al principio creía que era un zombi, pero cuando lo examinó bien, se dio cuenta que no lo era, que solo estaba en mal estado. Era incapaz de comunicarse, y Nikola, incapaz de dejarlo ahí tirado, se lo cargó al hombro y se lo llevó a la granja-refugio de escondidas mientras Derek perdía el conocimiento constantemente.
Dentro de la granja fue mantenido en secreto en las habitaciones del doctor Nicolás, quién le hizo varias pruebas para ver que le pasaba hasta que se dio cuenta que lo que padecía era una adicción a las drogas impresionante. Con su ayuda y la de Nikolai, y totalmente en secreto, pasó un verdadero infierno para desintoxicarse, a veces hasta límites insospechados, y puteando también a sus médicos, pero al fin consiguió dejarlo. Desde entonces Derek tiene un vínculo muy importante con Nikolai y Nicolás, ya que si no fuera por ellos estaría muerto. Les debe su vida, y se hicieron grandes compañeros. Montaron una farsa una vez ya estaba curado para meterlo en la granja como superviviente, y no le han contado a nadie de su antigua mala vida anterior.
Ahora con Blake ya era otra cosa... En su reclusión por dejar las drogas, las alusiones al jefe del refugio, Blake, eran constantes. Parecía una persona muy capaz, cómodo en su puesto, pero tildado de cruel y hasta duro, mirando solo por las capacidades de las personas o si eran una boca más que alimentar. De ahí que lo mantuvieran en secreto, si no posiblemente lo habría echado del refugio como yonki que era. El desconocía su antigua vida, su gran adicción y su pasado -aunque poco a poco se empezaba a conocer por el refugio su vida antes del apocalipsis zombi-, y mediante la farsa consiguieron engañarle, aunque con un noble propósito.
Desde entonces Blake es el hermano mayor que Derek nunca tuvo. Se preocupa de él, lo lleva en todas sus incursiones y es como su mano derecha. Derek corresponde con lealtad, amistad, confianza y responsabilidad, y junto con los demás miembros decisivos del refugio -Nikola, Max Still, Chris, Sergio y Nicolás- se encargan de la manutención y vida de los demás supervivientes.
Derek acabó de leer y se sorprendió pensando en que había narrado el texto en tercera persona, como si de una narración se tratase, a pesar de estar escrito en primera persona. Aunque lo había escrito hacía tiempo, era la primera vez que lo hacía así, y eso le daba buena sensación.
-Parece que siento rechazo de mi antigua vida, ni siquiera me siento identificado con este personaje que soy yo mismo- pensó ya más alegre.
La tentación había desaparecido, y ya se sentía mucho mejor. Se desperezó, cogió un cigarro y tras encenderlo, aspirar el humo y notar como la nicotina invadía sus pulmones, salió de su habitación para dirigirse al puesto de vigilancia, dónde estaban todos reunidos discutiendo sobre la escasez de combustible. Algunos lo miraron inquisitivamente -sabía que a pesar de su fuerte amistad con Blake y muchos otros miembros había otros que le tenían como cierto resentimiento o hasta miedo- y tras saludar a algunos con un breve movimiento de cabeza se puso a escuchar a Blake.
En ese momento tenía una de sus crisis, en las que el mono volvía para incitarle a consumir, pero si se concentraba y la ignoraba, desaparecía. Ésta le estaba costando más, así que recurrió al método infalible: la lectura de su mierda de vida, acompañado por un trago de buen vodka, que siempre le ayudaba a relajarse. Dejó la botella en su mochila, echó un vistazo fuera y al no ver a nadie empezó a leer...
Derek era un drogodependiente. A los 14 pasó del orfanato a un internado, dónde aprendió las mejores habilidades que un chaval de su edad podría aprender, todas malas, por supuesto. Ahí empezó su adicción a las drogas. No le importaba cuáles fueran, todo lo que podía se lo metía. De ahí salió directo a la calle pero con muchos contactos, y eso no sirvió más que para aumentar su adicción. Vivía en un piso en los suburbios, cutre, guarro, dónde se drogaba hasta perder la conciencia muchas veces. De día se dedicaba a robar, extorsionar, vender un poco de mierda y algún curro temporal, pero no solía durar mucho. En una de esas ventas ambulantes fue donde se llevó el pinchazo en la pierna, producido por uno de una banda que no quería droga en su territorio, amenazándolo de muerte. No volvió a ese barrio nunca más.
Por la tarde y la noche solía reunirse con unos cuantos más y se ponían hasta las cejas. En un atraco a mano armada a una gasolinera, fruto de su síndrome de abstinencia, le metieron en la cárcel. Ahí continuó relacionándose con lo mejorcito de la sociedad, y manteniendo su adicción a niveles prácticamente insostenibles, y en piques carcelarios le rajaron en el estómago. Le dieron la condicional, continuó con su mala vida, siempre dependiendo de las drogas y haciendo verdaderos estragos para conseguir dinero, hasta que sucedió la epidemia.
Le pilló en un estado de semiinconsciencia en su cama, fruto de la heroína mal cortada que le pasaron. Al principio se pensó que era fruto del efecto de la droga, así que lo único que hizo fue lo mejor que sabía hacer: continuar drogándose y dormir. Pasó una semana hasta que se le acabó todo lo que tenía, pero cuando por fin recuperó la cordura se dio cuenta que lo que había parecido un sueño era real: todo estaba devastado, y reinaba un caos animal dónde las personas se comían unas a otras. Cogió su pequeña pistola, su navaja, la poca droga y tabaco que le quedaba y salió volando esperando encontrar algún sitio tranquilo donde continuar con su mísera vida y poder conseguir más droga. En esos suburbios había resistido bastante gente, pues eran gente de calle y sabían organizarse en momentos críticos, la gran mayoría bandas, pero nadie aceptó a un yonki como Derek. Por suerte para él, conocía donde podría haber droga, y tuvo buena suerte y la encontró. Se vio obligado a malvivir, siempre solo, rapiñando todo lo que encontraba. Su vida era un deambular constante, de aquí para allá, casi siempre solo, a veces con otros pocos supervivientes, rapiñando de aquí para allá, y siempre buscando más droga.
Un día cometió la estupidez de drogarse por la noche en un pequeño portal encerrado. El resultado fue terrible: casi cogió una sobredosis, tal que a los días siguientes fue incapaz de moverse, vomitando sobre sí mismo y viviendo una mísera existencia en su propio deshecho social y humano.
Estaba en ese estado tan lamentable cuando le encontró Nikola, un hombre de unos 30 años y de aspecto militar, aunque más delgado que un soldado. Derek vio como al principio creía que era un zombi, pero cuando lo examinó bien, se dio cuenta que no lo era, que solo estaba en mal estado. Era incapaz de comunicarse, y Nikola, incapaz de dejarlo ahí tirado, se lo cargó al hombro y se lo llevó a la granja-refugio de escondidas mientras Derek perdía el conocimiento constantemente.
Dentro de la granja fue mantenido en secreto en las habitaciones del doctor Nicolás, quién le hizo varias pruebas para ver que le pasaba hasta que se dio cuenta que lo que padecía era una adicción a las drogas impresionante. Con su ayuda y la de Nikolai, y totalmente en secreto, pasó un verdadero infierno para desintoxicarse, a veces hasta límites insospechados, y puteando también a sus médicos, pero al fin consiguió dejarlo. Desde entonces Derek tiene un vínculo muy importante con Nikolai y Nicolás, ya que si no fuera por ellos estaría muerto. Les debe su vida, y se hicieron grandes compañeros. Montaron una farsa una vez ya estaba curado para meterlo en la granja como superviviente, y no le han contado a nadie de su antigua mala vida anterior.
Ahora con Blake ya era otra cosa... En su reclusión por dejar las drogas, las alusiones al jefe del refugio, Blake, eran constantes. Parecía una persona muy capaz, cómodo en su puesto, pero tildado de cruel y hasta duro, mirando solo por las capacidades de las personas o si eran una boca más que alimentar. De ahí que lo mantuvieran en secreto, si no posiblemente lo habría echado del refugio como yonki que era. El desconocía su antigua vida, su gran adicción y su pasado -aunque poco a poco se empezaba a conocer por el refugio su vida antes del apocalipsis zombi-, y mediante la farsa consiguieron engañarle, aunque con un noble propósito.
Desde entonces Blake es el hermano mayor que Derek nunca tuvo. Se preocupa de él, lo lleva en todas sus incursiones y es como su mano derecha. Derek corresponde con lealtad, amistad, confianza y responsabilidad, y junto con los demás miembros decisivos del refugio -Nikola, Max Still, Chris, Sergio y Nicolás- se encargan de la manutención y vida de los demás supervivientes.
Derek acabó de leer y se sorprendió pensando en que había narrado el texto en tercera persona, como si de una narración se tratase, a pesar de estar escrito en primera persona. Aunque lo había escrito hacía tiempo, era la primera vez que lo hacía así, y eso le daba buena sensación.
-Parece que siento rechazo de mi antigua vida, ni siquiera me siento identificado con este personaje que soy yo mismo- pensó ya más alegre.
La tentación había desaparecido, y ya se sentía mucho mejor. Se desperezó, cogió un cigarro y tras encenderlo, aspirar el humo y notar como la nicotina invadía sus pulmones, salió de su habitación para dirigirse al puesto de vigilancia, dónde estaban todos reunidos discutiendo sobre la escasez de combustible. Algunos lo miraron inquisitivamente -sabía que a pesar de su fuerte amistad con Blake y muchos otros miembros había otros que le tenían como cierto resentimiento o hasta miedo- y tras saludar a algunos con un breve movimiento de cabeza se puso a escuchar a Blake.
mjolnnir- Aprendiz de cazador
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
En mitad de la noche, Alicia se despertó. Era pronto, demasiado pronto. Arturo estaba a su lado y dormía como un bendito. Ni siquiera se dio cuenta de que Fernando estaba llorando. Faltaban pocos días, según el nuevo calendario que ellos mismos habían establecido para que cumpliera cuatro años y, a pesar de todas las circunstancias del mundo exterior, parecía crecer como un niño normal, sano y con la cara redonda como una manzana. Cuando ella dejó la cama, Arturo se movió. Se dio cuenta de que ella no estaba, abrió los ojos:
- ¿Ha pasado algo? - Dijo asustado
- No, es Fer. Tiene otra de sus pesadillas pero ya voy yo. Descansa.
Alicia cogió en brazos a su hijo y empezó a acunarlo. Sabía que, de vez en cuando, el pequeño Fer tenía pesadillas con “los mostuos del jadín” así es como su hijo había llamado a los zombies. No había visto muchos pero, de vez en cuando, a Fernando el mayor, se le escapaba alguno y se acercaba demasiado a los muros. Lo suficiente para que el pequeño pudiera verlos.
A Arturo no le gustaba nada que eso sucediera pero Alicia decidió que, en el mundo en el que vivían debería estar preparado para cualquier cosa así que ella le contaba historias sobre ellos y sobre toda su familia.
- ¿Sabes pequeño? - Dijo Alicia rozándole la mejilla y dando un tierno beso en su frente- Eres algo muy importante para nuestra comunidad.
- “Contamé sa hitoria ota ve” - Decía con voz infantil.
- ¿Qué historia quieres que te cuente? - Decía ella volviendo a tumbarlo en la cama ahora más tranquilo.
- Esa que me cuentas siempe. La de cómo nací y por qué me llamo Fernando.
- Te vas a dormir antes de que termine- Le advirtió su mamá jugando con sus brazitos.
- Da igual, mamá. He soñado con los monstuos. Quiero oír la hitoria. - Sonrió y Alicia no pudo resistirse a esos ojos de cordero degollado. Los había sacado de Arturo.
- Bueno... Fer ya sabes que llegamos aquí... Ya sabes que durante un tiempo pasamos mucho miedo. Las carreteras, las ciudades,centros comerciales, las gasolineras...
- ¿Qué son esas.... cattetteras y los “centos comiales”? - Interrumpió el niño
- Ya sabes. Te lo expliqué muchas veces. Las carreteras son lugares por los que van los coches y te comunican con otros lugares. Y los centros comerciales eran sitios en los que había sitios para que los niños, mayores y ancianos nos divirtiésemos, antes de que “tus monstuos” invadieran el mundo.
- ¿Y por qué no conozco a más niños? - Alicia dudó.
- Porque están lejos de aquí, con sus mamás y habrá otra que estará contando a su hijo una historia como yo ¿Quieres que te la cuente o no?
- Sí, mamá, perdona.
- Ya sabes, Fer, te he contado muchas veces que antes de que llegaras tú a este mundo, pasamos mucho miedo. Tú ahora tienes esta casa y estas mantas para taparte pero antes de venir aquí, dormíamos en cárceles y comíamos las cosas que conseguíamos coger de cualquier parte. Robar es malo pero en ocasiones es inevitable.
Tu papá es Arturo. Le vi por primera vez mientras estaba trabajando y no le volví a ver hasta que los monstruos vinieron hace ya mucho tiempo. Después de aquello nos hicimos muy amigos pero había otra persona, Fernando. Le quería mucho, como un día querrás tú a otra niña, pero justo en nuestra boda, los monstruos vinieron y se lo llevaron. No llegamos a casarnos pero tu papá me ayudó mucho a superar su muerte y me salvó la vida varias veces, igual que yo a él pero esta parte no le gusta que te la cuente.
- ¿Por qué mamá?
- Ya lo entenderás cuando crezcas. Pero tu papá es muy valiente. Cuidó de mí y del grupo mucho tiempo y me hizo seguir hacia adelante. Pero como te iba diciendo, ese otro chico se llamaba Fernando, y por eso tú llevas su nombre porque fue muy importante para todos nosotros, sobretodo para mí y para tu tío Facundo. Eran grandes amigos.
- ¿Y qué más pasó?
- Qué impaciente eres, ehhh, has salido a tu madre en eso- Rió Alicia.
- Pues como te iba diciendo, después de andar robando por los caminos y pasar mucho frío en una cárcel que decidimos usar como refugio, tu hermanito Cody vio este castillo desde la carretera. Al principio, creímos que el lugar estaba abandonado pero cuando abrimos la puerta, un montón de monstruos salieron de dentro. ¡Vaya susto que nos llevamos! Pero tu tío Degtyarev tuvo una gran idea y les esperamos en la puerta. Según iba saliendo, pum, pum, pum, pum – Contaba Alicia poniendo los brazos como si sostuviera una pistola. haciendo hincapié en los puntos del relato preferidos por el niño.- Degt, Facundo, Fernando, Gerard, hasta Connor les disparaban en la cabeza y caían uno a uno. Cerramos la puerta y acabamos con todos los que había en el castillo. Dormimos en el camión por última vez. Después nos asentamos en esta casa, donde ahora vivimos.
Cody siempre ha estado con nosotros dos. Cuando le conocimos era muy pequeño pero muy valiente también. El no tiene mamá porque esos monstruos vinieron y se la llevaron un día pero yo le quiero tanto como a ti.
- Mamá, que yo le quero mucho también. Me ha cuidado desde que era pequeño.
- ¿Desde que eras pequeño?
- Ahora ya soy mayor. Tengo casi cuato años.
- Fer, así no terminaré de contarte la historia nunca. - Dijo Alicia cogiendo uno de sus deditos y haciendo como que lo mordía.
- Vale, mami, sigue...
- Después de limpiar el castillo y encontrar a tus primos aquí, Fernando, Carlos y Gerard acabaron con casi todos los monstruos que llegaron aquí atraídos por el ruido que armamos cuando llegamos aquí. Fue difícil acabar con ellos porque nos quedaba poca munición así que usamos bebidas alcohólicas prendidas y se las lanzaban desde lo alto del castillo. Reían y gritaban porque veían como las llamas les iban consumiendo. Después fuimos arreglando estas casas y nosotros, tu familia, nos mudamos aquí. Donde tu vives. Al principio tú no tenías cama pero entre Connor, Cody y tu papá te hicieron una cuna. Y voilá, es esta.
- ¿De vedad? ¿Eta es la cuna? Ya soy mayó para domir en una cuna. - Protestó Fer.
- Sí, ¿pero a ti te parece una cuna? Es una cama muy grande y hace meses que te quitamos los barrotes porque ya eres todo un mozo. - Rió Alicia.
- Venga, mamá, que ahora la que no cuenta la hitoria eres tú!!!!
Alicia se quedó callada por un momento. Estaba recordando algo que era demasiado difícil de contar a un pequeño de tres años. Recordó como aquella primera noche que se mudaron a su propia casa y disfrutaron de un poco de intimidad, Alicia y Arturo dieron rienda suelta a su pasión, contenida durante casi tres años. Disfrutaron el uno del otro, esa y muchas noches después, volviendo a sentirse personas normales y enamoradas después de todo lo que habían vivido.
Ya no tenían que esconderse de nada ni de nadie. Ahora que todos, incluso Facundo, habían aceptado su relación y, en cierta manera, les parecía normal, podían pasear por el castillo, besarse en cualquier parte aunque a veces les gustase esconderse del mundo y estar a solas para disfrutar de su nueva “vida” juntos. Y, casi sin darse cuenta, Alicia se quedó embaraza.
Hacía varios meses que su período era bastante irregular dado la falta de comida, el stress y el miedo. Cuando empezaron a vivir lejos de las carreteras, se volvió a normalizar pero de repente desapareció de nuevo.
Al principio, Alicia no lo echó de menos pero pronto empezaron las nauseas matutinas y vespertinas. Daba igual la hora, Alicia vomitaba casi cualquier cosa que comía. Fue entonces cuando decidió hablar con Connor.
No quería hablar con Arturo porque no sabía cómo podría reaccionar ya que ni ella misma sabía lo que la estaba pasando. Quizá era malnutrición, botulismo o cualquier enfermedad relacionada con la mala alimentación y podía morir.
Sin embargo, se sintió muy aliviada cuando Connor la confirmó que estaba embarazada. Bueno, aliviada y aterrorizada porque aquel no era un mundo para criar a un niño.
- Mamá, ¿qué te pasa? Te has quedado callada. Sigue- Dijo el pequeño.
- Perdona, hijo, solo pensaba. Deja que siga... Ahhh. Sí, pues después me quedé embarazada de ti y tu papá reaccionó como cualquier padre. Salió al exterior nada más para conseguir una botella del mejor vino y beberla con todos los supervivientes. Lo pasé muy mal esos días en los que te llevaba dentro pero menos mal que Connor y tu papá son médicos y sabían lo que había que hacer y, tras unos cuantos meses sin salir del refugio y recibiendo mimos y cuidados por parte de todo el mundo, llegaste tú. Tan guapo, tan precioso que te comía a besos todos los días. Además, eres muy especial, eres el primer niño que nació después de que nos asentáramos aquí. ¿Sabes?
Las mujeres tenían miedo a tener un pequeño como tú pero después de que yo consiguiera traerte al mundo algunas se han animado. Mira, tu tío Facundo va a ser papá dentro de poco así que tendrás un amigo con el que jugar.
- Ya juego con Connor, Cody, Papá.... Me vienen a ver mucho todos.
- Sí, hijo lo sé. Me refería a niños de tu edad. Y que no se te suba a la cabeza que te quieran tanto.
- Mamá, termina que tengo señooooo – Dijo Fer casi bostezando.
- Lo más difícil fue encontrarte ropa, pañales, leche y comida. Casi todo estaba saqueado por todas partes a las que íbamos así que casi siempre hacíamos los purés en casa, bien hervidos hasta que Gerard encontró en una farmacia, por casualidad, potitos, pañales, leche en polvo y muchas cosas más que utilizamos para que crecieras así de grande y fuerte. Y tu mamá, además de cuidarte y protegerte tenía que dar unas cuantas órdenes a los muchachos. Lo peor fue con Marco y con Carlos pero eso es otra historia que te contaré otro día. Y luego has crecido y los chicos tienen que traerte juguetes y libros para que aprendas a leer.
- ¿Soy fuete ma...ahhhhhhhhhhhhhhhh..ma? - Dijo Fer sin poder contener el bostezo- Y estoy aprendiendo a leer muy bien, ¿verdad? Tú me enseñas y Cody, y Connor... Ahhhhhhhhhhhh!!! - Bostezó de nuevo
- Sí, muy fuerte y muy especial porque, aunque no conocerás nada de lo que hubo antes, todo el mundo te quiere mucho y te trata muy bien, ¿a qué sí? - Fer ya no respondió. Se había quedado dormido.
- Mira a nuestro pequeño- Dijo Arturo que llevaba en la puerta un buen rato- ¿Quién lo iba a decir? Tú y yo siendo padres... juntos... con lo que pasaste de mí aquel día en la consulta y después con Fernando. Hubo un momento que pensé que nunca volverías a querer estar conmigo.
- Bueno, querido, las cosas cambian y me encantaba hacerme la dura contigo. Si no hubiera sido así, hubiera sido una de tus innumerables conquistas.
- Puede. Vamos a la cama, anda, que tengo sueño y mañana será un día duro – Dijo Arturo- ¿Por qué no escribes todas estas historias que cuentas al pequeño?
- ¿Y quién las leería? Vamos, camina, que quiero dormir- Dijo dándole una palmada en el trasero.
Arturo sonrió y siguió caminando. Entraron en su cuarto y cerraron la puerta. Durmieron lo poco que quedaba noche. No sabían lo que les esperaba al día siguiente pero aquellos momentos, en la intimidad de su habitación eran solo cosa suya.
- ¿Ha pasado algo? - Dijo asustado
- No, es Fer. Tiene otra de sus pesadillas pero ya voy yo. Descansa.
Alicia cogió en brazos a su hijo y empezó a acunarlo. Sabía que, de vez en cuando, el pequeño Fer tenía pesadillas con “los mostuos del jadín” así es como su hijo había llamado a los zombies. No había visto muchos pero, de vez en cuando, a Fernando el mayor, se le escapaba alguno y se acercaba demasiado a los muros. Lo suficiente para que el pequeño pudiera verlos.
A Arturo no le gustaba nada que eso sucediera pero Alicia decidió que, en el mundo en el que vivían debería estar preparado para cualquier cosa así que ella le contaba historias sobre ellos y sobre toda su familia.
- ¿Sabes pequeño? - Dijo Alicia rozándole la mejilla y dando un tierno beso en su frente- Eres algo muy importante para nuestra comunidad.
- “Contamé sa hitoria ota ve” - Decía con voz infantil.
- ¿Qué historia quieres que te cuente? - Decía ella volviendo a tumbarlo en la cama ahora más tranquilo.
- Esa que me cuentas siempe. La de cómo nací y por qué me llamo Fernando.
- Te vas a dormir antes de que termine- Le advirtió su mamá jugando con sus brazitos.
- Da igual, mamá. He soñado con los monstuos. Quiero oír la hitoria. - Sonrió y Alicia no pudo resistirse a esos ojos de cordero degollado. Los había sacado de Arturo.
- Bueno... Fer ya sabes que llegamos aquí... Ya sabes que durante un tiempo pasamos mucho miedo. Las carreteras, las ciudades,centros comerciales, las gasolineras...
- ¿Qué son esas.... cattetteras y los “centos comiales”? - Interrumpió el niño
- Ya sabes. Te lo expliqué muchas veces. Las carreteras son lugares por los que van los coches y te comunican con otros lugares. Y los centros comerciales eran sitios en los que había sitios para que los niños, mayores y ancianos nos divirtiésemos, antes de que “tus monstuos” invadieran el mundo.
- ¿Y por qué no conozco a más niños? - Alicia dudó.
- Porque están lejos de aquí, con sus mamás y habrá otra que estará contando a su hijo una historia como yo ¿Quieres que te la cuente o no?
- Sí, mamá, perdona.
- Ya sabes, Fer, te he contado muchas veces que antes de que llegaras tú a este mundo, pasamos mucho miedo. Tú ahora tienes esta casa y estas mantas para taparte pero antes de venir aquí, dormíamos en cárceles y comíamos las cosas que conseguíamos coger de cualquier parte. Robar es malo pero en ocasiones es inevitable.
Tu papá es Arturo. Le vi por primera vez mientras estaba trabajando y no le volví a ver hasta que los monstruos vinieron hace ya mucho tiempo. Después de aquello nos hicimos muy amigos pero había otra persona, Fernando. Le quería mucho, como un día querrás tú a otra niña, pero justo en nuestra boda, los monstruos vinieron y se lo llevaron. No llegamos a casarnos pero tu papá me ayudó mucho a superar su muerte y me salvó la vida varias veces, igual que yo a él pero esta parte no le gusta que te la cuente.
- ¿Por qué mamá?
- Ya lo entenderás cuando crezcas. Pero tu papá es muy valiente. Cuidó de mí y del grupo mucho tiempo y me hizo seguir hacia adelante. Pero como te iba diciendo, ese otro chico se llamaba Fernando, y por eso tú llevas su nombre porque fue muy importante para todos nosotros, sobretodo para mí y para tu tío Facundo. Eran grandes amigos.
- ¿Y qué más pasó?
- Qué impaciente eres, ehhh, has salido a tu madre en eso- Rió Alicia.
- Pues como te iba diciendo, después de andar robando por los caminos y pasar mucho frío en una cárcel que decidimos usar como refugio, tu hermanito Cody vio este castillo desde la carretera. Al principio, creímos que el lugar estaba abandonado pero cuando abrimos la puerta, un montón de monstruos salieron de dentro. ¡Vaya susto que nos llevamos! Pero tu tío Degtyarev tuvo una gran idea y les esperamos en la puerta. Según iba saliendo, pum, pum, pum, pum – Contaba Alicia poniendo los brazos como si sostuviera una pistola. haciendo hincapié en los puntos del relato preferidos por el niño.- Degt, Facundo, Fernando, Gerard, hasta Connor les disparaban en la cabeza y caían uno a uno. Cerramos la puerta y acabamos con todos los que había en el castillo. Dormimos en el camión por última vez. Después nos asentamos en esta casa, donde ahora vivimos.
Cody siempre ha estado con nosotros dos. Cuando le conocimos era muy pequeño pero muy valiente también. El no tiene mamá porque esos monstruos vinieron y se la llevaron un día pero yo le quiero tanto como a ti.
- Mamá, que yo le quero mucho también. Me ha cuidado desde que era pequeño.
- ¿Desde que eras pequeño?
- Ahora ya soy mayor. Tengo casi cuato años.
- Fer, así no terminaré de contarte la historia nunca. - Dijo Alicia cogiendo uno de sus deditos y haciendo como que lo mordía.
- Vale, mami, sigue...
- Después de limpiar el castillo y encontrar a tus primos aquí, Fernando, Carlos y Gerard acabaron con casi todos los monstruos que llegaron aquí atraídos por el ruido que armamos cuando llegamos aquí. Fue difícil acabar con ellos porque nos quedaba poca munición así que usamos bebidas alcohólicas prendidas y se las lanzaban desde lo alto del castillo. Reían y gritaban porque veían como las llamas les iban consumiendo. Después fuimos arreglando estas casas y nosotros, tu familia, nos mudamos aquí. Donde tu vives. Al principio tú no tenías cama pero entre Connor, Cody y tu papá te hicieron una cuna. Y voilá, es esta.
- ¿De vedad? ¿Eta es la cuna? Ya soy mayó para domir en una cuna. - Protestó Fer.
- Sí, ¿pero a ti te parece una cuna? Es una cama muy grande y hace meses que te quitamos los barrotes porque ya eres todo un mozo. - Rió Alicia.
- Venga, mamá, que ahora la que no cuenta la hitoria eres tú!!!!
Alicia se quedó callada por un momento. Estaba recordando algo que era demasiado difícil de contar a un pequeño de tres años. Recordó como aquella primera noche que se mudaron a su propia casa y disfrutaron de un poco de intimidad, Alicia y Arturo dieron rienda suelta a su pasión, contenida durante casi tres años. Disfrutaron el uno del otro, esa y muchas noches después, volviendo a sentirse personas normales y enamoradas después de todo lo que habían vivido.
Ya no tenían que esconderse de nada ni de nadie. Ahora que todos, incluso Facundo, habían aceptado su relación y, en cierta manera, les parecía normal, podían pasear por el castillo, besarse en cualquier parte aunque a veces les gustase esconderse del mundo y estar a solas para disfrutar de su nueva “vida” juntos. Y, casi sin darse cuenta, Alicia se quedó embaraza.
Hacía varios meses que su período era bastante irregular dado la falta de comida, el stress y el miedo. Cuando empezaron a vivir lejos de las carreteras, se volvió a normalizar pero de repente desapareció de nuevo.
Al principio, Alicia no lo echó de menos pero pronto empezaron las nauseas matutinas y vespertinas. Daba igual la hora, Alicia vomitaba casi cualquier cosa que comía. Fue entonces cuando decidió hablar con Connor.
No quería hablar con Arturo porque no sabía cómo podría reaccionar ya que ni ella misma sabía lo que la estaba pasando. Quizá era malnutrición, botulismo o cualquier enfermedad relacionada con la mala alimentación y podía morir.
Sin embargo, se sintió muy aliviada cuando Connor la confirmó que estaba embarazada. Bueno, aliviada y aterrorizada porque aquel no era un mundo para criar a un niño.
- Mamá, ¿qué te pasa? Te has quedado callada. Sigue- Dijo el pequeño.
- Perdona, hijo, solo pensaba. Deja que siga... Ahhh. Sí, pues después me quedé embarazada de ti y tu papá reaccionó como cualquier padre. Salió al exterior nada más para conseguir una botella del mejor vino y beberla con todos los supervivientes. Lo pasé muy mal esos días en los que te llevaba dentro pero menos mal que Connor y tu papá son médicos y sabían lo que había que hacer y, tras unos cuantos meses sin salir del refugio y recibiendo mimos y cuidados por parte de todo el mundo, llegaste tú. Tan guapo, tan precioso que te comía a besos todos los días. Además, eres muy especial, eres el primer niño que nació después de que nos asentáramos aquí. ¿Sabes?
Las mujeres tenían miedo a tener un pequeño como tú pero después de que yo consiguiera traerte al mundo algunas se han animado. Mira, tu tío Facundo va a ser papá dentro de poco así que tendrás un amigo con el que jugar.
- Ya juego con Connor, Cody, Papá.... Me vienen a ver mucho todos.
- Sí, hijo lo sé. Me refería a niños de tu edad. Y que no se te suba a la cabeza que te quieran tanto.
- Mamá, termina que tengo señooooo – Dijo Fer casi bostezando.
- Lo más difícil fue encontrarte ropa, pañales, leche y comida. Casi todo estaba saqueado por todas partes a las que íbamos así que casi siempre hacíamos los purés en casa, bien hervidos hasta que Gerard encontró en una farmacia, por casualidad, potitos, pañales, leche en polvo y muchas cosas más que utilizamos para que crecieras así de grande y fuerte. Y tu mamá, además de cuidarte y protegerte tenía que dar unas cuantas órdenes a los muchachos. Lo peor fue con Marco y con Carlos pero eso es otra historia que te contaré otro día. Y luego has crecido y los chicos tienen que traerte juguetes y libros para que aprendas a leer.
- ¿Soy fuete ma...ahhhhhhhhhhhhhhhh..ma? - Dijo Fer sin poder contener el bostezo- Y estoy aprendiendo a leer muy bien, ¿verdad? Tú me enseñas y Cody, y Connor... Ahhhhhhhhhhhh!!! - Bostezó de nuevo
- Sí, muy fuerte y muy especial porque, aunque no conocerás nada de lo que hubo antes, todo el mundo te quiere mucho y te trata muy bien, ¿a qué sí? - Fer ya no respondió. Se había quedado dormido.
- Mira a nuestro pequeño- Dijo Arturo que llevaba en la puerta un buen rato- ¿Quién lo iba a decir? Tú y yo siendo padres... juntos... con lo que pasaste de mí aquel día en la consulta y después con Fernando. Hubo un momento que pensé que nunca volverías a querer estar conmigo.
- Bueno, querido, las cosas cambian y me encantaba hacerme la dura contigo. Si no hubiera sido así, hubiera sido una de tus innumerables conquistas.
- Puede. Vamos a la cama, anda, que tengo sueño y mañana será un día duro – Dijo Arturo- ¿Por qué no escribes todas estas historias que cuentas al pequeño?
- ¿Y quién las leería? Vamos, camina, que quiero dormir- Dijo dándole una palmada en el trasero.
Arturo sonrió y siguió caminando. Entraron en su cuarto y cerraron la puerta. Durmieron lo poco que quedaba noche. No sabían lo que les esperaba al día siguiente pero aquellos momentos, en la intimidad de su habitación eran solo cosa suya.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Chris estaba observando desde una de las ventanas el sol, un sol radiante como antaño antes de que esta locura comenzara...
-Vaya, si que han pasado cosas en este tiempo. ¿cuanto tiempo hará que empezó la infección? [Dijo Chris en voz baja]
-Pues sobre unos 5 años, eso sí, no digas que no lo pasas bien conmigo ¿eh? [Dijo Max entre risas]
-Joder nene, ¿tanto tiempo? [Dijo Chris apenado]
-Y lo que te queda, que no te librarás tan facilmente de mí Chrisy. [Dijo Max un poco más serio que de costumbre]
-¡Max, ven y échame una mano! [Dijo Blake desde una estáncia contigua]
Max ser marchó por la puerta a ayudar a Blake. Mientras tanto Chris siguió mirando el sol pensativo, recordando como eran las cosas antes. Vivía con sus abuelos, ya que sus padres estaban separados. Tenía una vida normal para un chico de 20 años; un grupo de música, sus estudios y la chica que le gustaba. Pero un día todo esto cambió.
Fue un día lluvioso y frío. Parecía como si el ambiente de ese día supiera lo que pasaría en unas horas, como el destino haría que miles de personas cambiaran sus monótonas vidas por la supervivencia y la muerte, la prueba definitiva para la raza humana...
Abro la puerta de casa y observo, la situación es desalentadora. Muertos en las calles, gente corriendo, niños llorando... mientras
pienso: ¿Que coño está pasando?. Un escalofrío pasa fugaz por mi espalda como si fuera una gota de cruel realidad. Decido
salir por la puerta y intentar saber que ha pasado.
De lejos veo a un amigo, yace en suelo y parece moribundo, al verme sonríe y cierra los ojos. Mientras pienso en que le ha podido pasar me suplica que coja su teléfono y me marche lo más rápido posible. Su intención es clara, quiere salvarme pero no tengo ni idea de a qué me enfrento. Me explica que son infectados y que solo quieren deborar.
Cojo su teléfono y me marcho, mientras observo como dos infectados descuartizan a un niño (tendría sobre unos 9 años) y aparentemente sus padres yacían a su lado, fríos y sin vida. Cualquiera diría que tengo suerte de seguir vivo, pero realmente no hay vida para alguien que ha de huir eternamente por un camino que no se donde me conducirá.
Unas semanas después me encontré con un grupo de gente, nos juntamos y organizamos mínimamente, pero sin armas ni comida nuestra supervivencia no está garantizada. Así que decidimos ir a buscar suministros, usando nuestra inteligencia y rapidez como arma. Mientras caminamos nos atacaron varios infectados, corrí todo lo que pude hasta que me di cuenta de que estaba solo.
Miro hacia arriba, y veo un rótulo donde señala hacia la izquierda, sin dudar sigo esa dirección. Tras unos minutos llego a una plaza con unos bancos, unos árboles que aún siguen en pié y césped fresco. Sin duda aún no había llegado el efecto mortífero del virus hasta aquí. Fijo la vista y en uno de los bancos veo una pareja (no tendrían más de 17 años) la chica estaba llorando desconsoladamente y el chico trataba de calmarla.
-¿Que está pasando Lucas? [Preguntó la chica]
-No lo se mi vida, pero no te preocupes porque saldremos de aquí, lo juro [Dijo Lucas con una convicción aplastaste, digna de cualquier héroe peliculero]
Lucas me mira y me llama hacia ellos con una mirada suplicante. Mientras me acerco un infectado sale de la nada y coje al chico, golpeándole la cabeza y escupiéndo sobre la chica. Los dos gritan desesperados mientras Lucas intenta liberarse de la presa que le ha hecho el infectado. La chica golpea al infectado y este a su vez hace lo propio tirandola al suelo con un potente golpe mientras muerde a Lucas en el cuello arrancándole una parte importante de los músculos que antes poseía. El resultado, sangre por doquier sollozos y sufrimiento. La chica se estremece en el suelo, Lucas se mueve con espasmos y el infectado me mira fijamente (parece que me sonríe) cuando reconozco su expresión. Es Pedro, el chico que me había entregado su teléfono. Antes de que me dé cuenta tres infectados más salen de la nada y nos rodean.
La chica me mira suplicante mientras pienso fugazmente lo que debo hacer, antes de que me de cuenta los nuevos invitados corren en dirección de la chica.
Sin tiempo para pensar placo a dos, y cojo al tercero golpeándolo en la nuca mientras lo tiro al suelo. Pedro intenta terminar el trabajo que ha dejado a medias. Golpeo la cara de Pedro con el pié y lo empujo hacia el banco. Ganándo un tiempo precioso para que la chica se levante y coja una barra de madera del banco destrozado. Los tres infectados nos miran con cara de pocos amigos mientras Pedro se levanta.
-¡Chiquilla, corre! [Le grito mientras ella corre lejos de la plaza]
Acorralado y solo con cuatro infectados siento que está cerca el final, pero parece que no será hoy cuando eso ocurra ya que ninguno de los infectados se acerca. Extrañado corro en una dirección, un grito, sudor en mi cara, aire... Llegando al lugar de donde provenía el grito la chica de antes corre en mi dirección y me abraza llorando desconsoladamente, esconde su cabeza en mi pecho esperando que la abrace, esperando que termine todo. Sabiendo de sobra que no se terminaría le concedí el abrazo.
-Gracias [Dijo entre sollozos]
Mientras tanto se escuchaban rugidos y sonidos escalofriantes los 4 infectados aparecieron y se les unieron bastantes más.
-No quiero morir..., ayúdame..., tengo miedo... [Decía la chica]
-No tengas miedo, no hay que temer lo inevitable. Solo aceptarlo y afrontarlo con valor, ya que no podrás hacer nada al respecto. ¿Prefieres morir llorando, o prefieres morir luchándo? [Susurré, mientras le miraba a los ojos]
La chica me miró y un brillo apareció en sus ojos, una mirada valiente apareció en ellos. Se separó de mi pecho y se dió la vuelta lentamente. Mirando a los infectados mientras temblaba. Al ver la angustia de la chica un sentimiento fugaz de nostalgia pasó por mi interior y fue entonces cuando ocurrió. Los infectados corrieron hacia nosotros y sin pensar tiré a la chica al suelo, ya que me miraban a mí en vez de a ella. Como si de repente hubiera aparecido de la nada. Se lanzaron contra mí mientras sentía la presión de esos brazos...
-Está ahí. [Dijo una voz.]
Un grupo de gente armada apareción antes de que me comieran, matando a los infectados y llevandonos a la chica y a mi a un lugar seguro. Y así pasaron los años hasta que una emboscada acabó con todos los miembros del grupo, excepto yo. Lo que pasó luego, ya lo sabemos...
-Será mejor que vaya a ayudar a Max, ya verás como la lía. [Pensé con una sonrisa en la cara]
Stogun- Encargado de las mantas
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Fernando estaba sentado junto a Facundo en una de las cabañas prefabricadas, estaban escuchando alguna historia de algun otro superviviente, de como habian sobrevivido hasta ahora. Uno de los supervivientes pregunto a Fernando como habia sobrevivido en esos 5 años desde el brote, con un gran suspiro comenzó su historia.
"Hace 5 años, me encontre con Alicia y los suyos, en una entrada a un metro si mal no recuerdo. Bueno, el caso es que me encontre con ellos y me aceptaron en su grupo sin miramientos, bueno me miraban sospechosamente, pero yo tambien lo hubiera hecho de verme con aquellas pintas... Prosigo, un tiempo mas tarde, decidieron dejar un lugar protegido por militares y buscar por su cuenta un lugar donde sobrevivir en aquellos tiempos. En ese interminable camino hacia lo que hoy es neustro refugio, pasamos muchisimas penurias en el camino, muertes por el invierno, muertes a mano de los zombies y suicidios. Solo unos pocos nos mantuvimos fuertes y sobrevivimos hasta ahora, Facundo y yo hicimos muy buenas migas por el camino, me dijo en un momento que le recordaba a un tal Fernando, un tocayo muy majo y buen chico segun me él, un tragedia el que le mordieran.
Sigo, por el camino hacia este castillo, tuve que aprender a disparar, pero se ve que no se me daba tan mal, ahora he llego a ser uno de los vigilantes junto con Facundo. La gente que salia a buscar viveres era de lo mas variopinto, recuerdo alguna vez que me toco ir a por viveres y tuve que correr como las putas delante de algun grupo de zetas... Es un trabajo bastante jodido y peligroso, al menos protegiendo el refugio me puedo mantener a veces alejado de esas cosas, pero no niego que he tenido que dar un buen golpe a algun condenado de estos de cerca. He podido verles la cara, sentir ese fetido hedor salindo de su boca, ese frio tacto de sus manos frias y muertas... No puedo evitar sentir todavia algun escalofrio.
Antes, en mi otra vida, no me preocupaba por mucho, salir con los amigos, estudiar, mi entrenamiento que me ayudaba a descargar la tension acumulada por el dia a dia. Todavia recurdo aquella hermosa chica, morena con un pircing en la lengua y varios pendientes mas, ese caractar tan extrovertido, ese olor a perfume, todavia la recuerdo en mis profundos sueños.
Asi era mi vida antes, la gente que me conocia, me describian como un chico de fuerte caracter, impetuoso a veces y un poco reservado. Pero ahora despues de esto, me he vuelto aun mas desconfiado de las personas, solo confio en las que de verdad se lo merecen, si tengo que ayudar a un desconocido lo hago, por naturaleza amable, pero lo hago porque me pongo en su pellejo y no me gustaria que me dejasen tirado.
Ese es un resumen de esos 5 años que han pasado hasta hoy, espero que no os haya aburrido, que otro mas cuente su historia".
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"Hace 5 años, me encontre con Alicia y los suyos, en una entrada a un metro si mal no recuerdo. Bueno, el caso es que me encontre con ellos y me aceptaron en su grupo sin miramientos, bueno me miraban sospechosamente, pero yo tambien lo hubiera hecho de verme con aquellas pintas... Prosigo, un tiempo mas tarde, decidieron dejar un lugar protegido por militares y buscar por su cuenta un lugar donde sobrevivir en aquellos tiempos. En ese interminable camino hacia lo que hoy es neustro refugio, pasamos muchisimas penurias en el camino, muertes por el invierno, muertes a mano de los zombies y suicidios. Solo unos pocos nos mantuvimos fuertes y sobrevivimos hasta ahora, Facundo y yo hicimos muy buenas migas por el camino, me dijo en un momento que le recordaba a un tal Fernando, un tocayo muy majo y buen chico segun me él, un tragedia el que le mordieran.
Sigo, por el camino hacia este castillo, tuve que aprender a disparar, pero se ve que no se me daba tan mal, ahora he llego a ser uno de los vigilantes junto con Facundo. La gente que salia a buscar viveres era de lo mas variopinto, recuerdo alguna vez que me toco ir a por viveres y tuve que correr como las putas delante de algun grupo de zetas... Es un trabajo bastante jodido y peligroso, al menos protegiendo el refugio me puedo mantener a veces alejado de esas cosas, pero no niego que he tenido que dar un buen golpe a algun condenado de estos de cerca. He podido verles la cara, sentir ese fetido hedor salindo de su boca, ese frio tacto de sus manos frias y muertas... No puedo evitar sentir todavia algun escalofrio.
Antes, en mi otra vida, no me preocupaba por mucho, salir con los amigos, estudiar, mi entrenamiento que me ayudaba a descargar la tension acumulada por el dia a dia. Todavia recurdo aquella hermosa chica, morena con un pircing en la lengua y varios pendientes mas, ese caractar tan extrovertido, ese olor a perfume, todavia la recuerdo en mis profundos sueños.
Asi era mi vida antes, la gente que me conocia, me describian como un chico de fuerte caracter, impetuoso a veces y un poco reservado. Pero ahora despues de esto, me he vuelto aun mas desconfiado de las personas, solo confio en las que de verdad se lo merecen, si tengo que ayudar a un desconocido lo hago, por naturaleza amable, pero lo hago porque me pongo en su pellejo y no me gustaria que me dejasen tirado.
Ese es un resumen de esos 5 años que han pasado hasta hoy, espero que no os haya aburrido, que otro mas cuente su historia".
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Toletum- Jefe de Los Barbaros
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Amargura………….soledad…………fracaso.
Son las 3 palabras que describen estos últimos años de mi vida.
5 largos años han pasado desde que todo comenzó y aun recuerdo aquellos gritos de desesperación, gritos de odio, gritos de miedo….
Conseguí escapar de aquella ciudad que tenía cierto parecido a lo que los cristianos llaman infierno. Pero cuando todo parecía haberse arreglado, mi mejor amigo cayó a manos de unos ineptos que no saben a lo que disparan en una cárcel alejada de la mano de dios.
Tras largos inviernos de agonía y hambruna conseguimos estabilizarnos en las cercanías de un castillo medieval. Allí empezamos a rehacer una vida que se nos negó desde el momento en que empezó la infección.
Desde un principio se me confió la tarea de recolección junto a los demás con los que había sobrevivido estos últimos años, pero cuando salía algunas veces mi mente se quedaba y podía llegar a complicar la misión bastante hasta el punto de haber algún muerto entre nuestras filas.
Con el tiempo conseguí que la razón superara a mis sentimientos y empecé a relacionarme de nuevo con los míos, hoy en día sigo saliendo poco de mi casa. Tampoco es que me agrade estar allí, ya que Gerard y su novia Jules parece que me tienen manía, así que cuando puedo me largo con Degtyarev y hablamos de nuestras cosas como sucedió ayer que me hablaba de extrañas pesadillas con su padre. Me gustaría ayudarle, pero no sabría por donde empezar.
Alba ha venido hoy a visitarme y me ha traído un regalo, aprecio mucho su amistad, tanto que incluso llega a gustarme un poco. Pero mis sentimientos siguen luchando fuertemente con mi razón y no me permiten establecer ese tipo de relación. No se como Alicia pudo superar tan rápidamente la muerte de tantos seres queridos, debe tener un gran valor detrás de esos ojos verdes con los que tiene la costumbre de saludarme.
Por ahora seguiré en mis adentros hasta que me vea capaz de salir ahí fuera y comerme el mundo, no literalmente, sino sería un zombie jaja.
Podría seguir pensando en más cosas que han pasado estos últimos días, pero prefiero ir a dormir para estar descansado, puede que mañana tenga que hacer alguna tarea.
Son las 3 palabras que describen estos últimos años de mi vida.
5 largos años han pasado desde que todo comenzó y aun recuerdo aquellos gritos de desesperación, gritos de odio, gritos de miedo….
Conseguí escapar de aquella ciudad que tenía cierto parecido a lo que los cristianos llaman infierno. Pero cuando todo parecía haberse arreglado, mi mejor amigo cayó a manos de unos ineptos que no saben a lo que disparan en una cárcel alejada de la mano de dios.
Tras largos inviernos de agonía y hambruna conseguimos estabilizarnos en las cercanías de un castillo medieval. Allí empezamos a rehacer una vida que se nos negó desde el momento en que empezó la infección.
Desde un principio se me confió la tarea de recolección junto a los demás con los que había sobrevivido estos últimos años, pero cuando salía algunas veces mi mente se quedaba y podía llegar a complicar la misión bastante hasta el punto de haber algún muerto entre nuestras filas.
Con el tiempo conseguí que la razón superara a mis sentimientos y empecé a relacionarme de nuevo con los míos, hoy en día sigo saliendo poco de mi casa. Tampoco es que me agrade estar allí, ya que Gerard y su novia Jules parece que me tienen manía, así que cuando puedo me largo con Degtyarev y hablamos de nuestras cosas como sucedió ayer que me hablaba de extrañas pesadillas con su padre. Me gustaría ayudarle, pero no sabría por donde empezar.
Alba ha venido hoy a visitarme y me ha traído un regalo, aprecio mucho su amistad, tanto que incluso llega a gustarme un poco. Pero mis sentimientos siguen luchando fuertemente con mi razón y no me permiten establecer ese tipo de relación. No se como Alicia pudo superar tan rápidamente la muerte de tantos seres queridos, debe tener un gran valor detrás de esos ojos verdes con los que tiene la costumbre de saludarme.
Por ahora seguiré en mis adentros hasta que me vea capaz de salir ahí fuera y comerme el mundo, no literalmente, sino sería un zombie jaja.
Podría seguir pensando en más cosas que han pasado estos últimos días, pero prefiero ir a dormir para estar descansado, puede que mañana tenga que hacer alguna tarea.
PeKaDoR- Lich King
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Es difícil sobrevivir cuando uno no se siente parte de nada. Los muertos vivientes han sido el peligro más obvio, pero nunca fueron el peor de ellos. Me aterran los vivos. No hay muchos de ellos que puedan entender todo lo que me ocurrió aquel día, ni las consecuencias que mi mente padece por ello. Hay pocos humanos que decidan quedarse cerca de mi cuando les cuento que mi padre se me aparece en muchas ocasiones, para guiarme en momentos críticos. Muchos menos los que lo hacen cuando se enteran de que mi padre murió cuando yo tenía 10 años. Y sólo uno o dos los que han visto algo bueno en mí después de enterarse de que yo tuve bastante que ver con su muerte.
Por eso me aterran los vivos, y por eso mismo parece que les aterro. Ven un monstruo en mí, en un momento en el que ser monstruo está bastante de moda. Y ven ese monstruo por la muerte de mi padre. No explicaré como ocurrió en concreto, pero sí que hicieron falta muchos años de terapia para que su imagen desangrándose dejara de visitarme por las noches. Disfruté de unos años en los que se podía decir que era un niño normal. Pero todo ese trabajo se hizo añicos el día que todo se fue a la mierda. El día antes de que todo esto empezara, mi padre me avisó:
-Estate alerta, se acercan tiempos difíciles..
Y el muy cabrón tenía toda la razón del mundo. Al día siguiente, el infierno decidió abrir la salida de emergencia, y todos los condenados del universo salieron en tropel. A partir de ese momento mi padre se ha encargado de recordarme el monstruo que vive en mí.
Al principio es muy fácil discernir quien es el enemigo: si anda a trompicones y gime, es malo. Si grita y corre, es bueno. 5 años de experiencia me han enseñado que en muchas ocasiones esta sencilla ecuación no se cumple. En alguna ocasión, y después de sobrevivir durante un corto período de tiempo junto a las mismas personas, he decidido contar quién y qué soy. Qué es lo que me ocurre. La respuesta siempre ha sido la misma: miedo. En el mejor de los casos, respeto. Poco a poco empiezas a darte cuenta que confiar en tus compañeros es cuestión de tiempo, igual que intentar permanecer en un sitio quieto. Así que ahora estoy aquí, espero que al menos se me respete, y espero que las visiones de mi padre desaparezcan algún día, para poder formar parte, esta vez sí, de uno de los bandos de forma clara.
Por eso me aterran los vivos, y por eso mismo parece que les aterro. Ven un monstruo en mí, en un momento en el que ser monstruo está bastante de moda. Y ven ese monstruo por la muerte de mi padre. No explicaré como ocurrió en concreto, pero sí que hicieron falta muchos años de terapia para que su imagen desangrándose dejara de visitarme por las noches. Disfruté de unos años en los que se podía decir que era un niño normal. Pero todo ese trabajo se hizo añicos el día que todo se fue a la mierda. El día antes de que todo esto empezara, mi padre me avisó:
-Estate alerta, se acercan tiempos difíciles..
Y el muy cabrón tenía toda la razón del mundo. Al día siguiente, el infierno decidió abrir la salida de emergencia, y todos los condenados del universo salieron en tropel. A partir de ese momento mi padre se ha encargado de recordarme el monstruo que vive en mí.
Al principio es muy fácil discernir quien es el enemigo: si anda a trompicones y gime, es malo. Si grita y corre, es bueno. 5 años de experiencia me han enseñado que en muchas ocasiones esta sencilla ecuación no se cumple. En alguna ocasión, y después de sobrevivir durante un corto período de tiempo junto a las mismas personas, he decidido contar quién y qué soy. Qué es lo que me ocurre. La respuesta siempre ha sido la misma: miedo. En el mejor de los casos, respeto. Poco a poco empiezas a darte cuenta que confiar en tus compañeros es cuestión de tiempo, igual que intentar permanecer en un sitio quieto. Así que ahora estoy aquí, espero que al menos se me respete, y espero que las visiones de mi padre desaparezcan algún día, para poder formar parte, esta vez sí, de uno de los bandos de forma clara.
Kable- Coleccionista de Zombies
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Blake se encontraba observando el cielo estrellado. Todos ya estaban dormidos y aunque hacia frío, el tapado que llevaba lo mantenia tolerable, ademas le gustaba ese tipo de clima, era más llevadero que un caluroso verano que se tornaba insoportable en aquella región, y la escasez del agua no permitia demasiadas duchas para refrescarse por lo que no habia demasiado consuelo.
El recordo la primera vez que tuvo la oportunidad de apreciar un tan vasto espectaculo desde que habia comenzado el desastre...
Hace cinco años...
El Sr. Thompson habia llegado al trabajo, su estudio que le quedaba relativamente cerca de su casa. Él era el jefe por supuesto, por lo que se daba el lujo de aparecer tarde. Ese día estacionó su auto en el garage donde habitualmente lo hacía. Habian dos cuadras desde allí a su buffet, las calles estaban extrañamente descongestionadas y silenciosas. Él no lo sabía, pero la mayoria estaba camino a las afueras entre multiples accidentes de tránsito en un desesperado intento de escape. Ignorando esto, llegó al estudio y saludo al entrar con desgano, aunque nadie respondió.
"¿Dónde estan todos?"
"¡Sanders! ¡McKinney! ¿Donde demonios se han metido?" Gritó sin respuesta.
"Estos holgazanes deben haberse retrasado... Ya veran cuando los vea deberan empezar a hacer su curriculum denuevo..."
Pensó mientras se dirigia a su oficina. De pronto mientras se sacaba el saco vió algo en el piso. Parecia un cafe volcado pero el rastro era inusualmente extenso para serlo. El alfrombrado era verde oscuro por lo que no podia apreciar el color del la sustancia.
Blake se agachó y tocó la sustancia con su mano, al verlo finalmente comprendio de que se trataba. Sangre.
Ahogó un grito de asombro mientras daba un paso hacia atrás. Siguió la irregular linea. Se derigia hacia la oficina de McKinney que se encontraba con la puerta abierta. Pudó escuchar un sonido infamilar proveniente de la misma. Parecia un perro lamiendo un hueso, esa fue la única descripcion que se le podia dar.
Silenciosamente se volvió hacia el telefono. Las líneas estaban muertas. Chequeo su celular. Muertas.
"Maldición..."
No habia opción, debía entrar a averiguar por sí mismo. Tomó uno de los paraguas que estaban al lado del perchero, siempre disponibles en caso de una lluvia repentina. Cautelosamente, paso por paso se acerco a la puerta. Tomando aire y armandose de valor entró a la habitacion. Vió que la ventana manchada de sangre, mucha sangre. Los papeles sobre el escritorio estaban rojos y la silla parecia haber caido detrás. El rastro seguia hasta detras del mismo, al igual que el sonido. Blake dudó en seguir, pero ahora ya no podia dar marcha atrás, siguió dando pasos mientras rodeaba el escritorio con el paraguas sostenido con ambas manos. Lo que vió detras fue un hombre tumbado en el piso vestido con un pantalon gris y una camisa que habria sido blanca, y ahora estaba manchada de sangre. Sobre el habia otra persona, una mujer, se encontraba mordiendo el cuello del sujeto, arrancando pedazos de carne y tragando. Blake vomitó ante la escena, haciendo que su atención se enfocase en él. Ella se encontraba vestida con un traje negro, su blazer estaba roto y destrozado, como si hubiera sido atacada por un animal salvaje. Tambien estaba manchada con sangre, sus ojos estaban enblanqucidos y tanto su boca como sus dientes tenian pedazos de piel y estaban teñidas de un rubor terrorifico. Blake recupero la compostura y levantó el paraguas una vez más.
"¡Quedese quieta!.." Dijo con una voz firme, de pronto se dió cuenta de quien se trataba "¿Sarah?" Solo entonces pudo ver la cara del hombre en piso "¡McKinney!" Ambos eran empleados suyos en el buffet, y lo más horripilante, eran un matrimonio. Siguiendo la escena más detalladamente notó un arma en la mano derecha del hombre, por deducción supuso que se habia volado los sesos y caido de espaldas, manchando la ventana detras suyo. Por un momento perdió la noción espacio-tiempo y no prestó atención a la mujer, que habiendolo escuchado, ahora se acercaba a él.
Un gruñido bestial lo volvió a la realidad, justo antes de que la Sra. McKinney se decidiera a lanzar un ataque. Los reflejos de Blake fueron lo suficientemente rapidos para esquivarla y dejarla caer al piso, mientras se volvia hacia un rincon ¿Qué hacer? ¿Cómo lidiar con esa situación?
"¡Sarah, soy yo! ¡Blake Thompson! ¡Detente ahora mismo antes de que compliques más aun las cosas!"
De todas las decisiones posibles, eligió la peor: Tratar de razonar con un zombie.
La mujer no lo dudó y se arrojo denuevo hacia él, con las fauce abiertas hacia él. Esta véz sus reflejos le fallaron y cayó al piso, aunque afortunamente, mantenia los dientes de la mujer lejos de el mientras la alejaba por sus hombros. Era una vision bastante horrible, teniendo el aliento a sangre, grasa y pus a menos de diez centimetros de su nariz y con gotas de sangre y saliva que caian en sus mejillas, mientras trataba de evitar que entrasen en algun orificio. No porque supiera que era el medio de contagio, sino porque simplemente NO queria que eso entrara en él.
Pero eso le sirvió para darse cuenta de que esa joven mujer con un brillante futuro a la que él habia contratado, ahora no era más que un monstruo cediento de carne que no distinguia un pedazo de comida a su esposo
"Su esposo, ¡Eso es!"
Blake movió su cabeza a un lado hacia el difunto Sr. McKinney y la pistola en su mano. Le dió una patada a la mujer en el abdomen mientras tomaba el arma y quitaba el seguro. Un rugido infernal se escucho y luego un disparo, despues solo silencio.
Dejando el arma a un lado, se apoyo contra la pared, mientras se sacaba el saco que formaba parte de su traje gris. Lo uso para limpiarse la sangre, saliva y quien sabe que otros fluidos en su mejillas y cabello. Al parecer nada habia entrado en sus ojos ni boca. Habia tenido suerte.
Entonces fue cuando escuchó el gruñido. Pero no era Sarah esta vez.
Miró a McKinney a un lado, él ya habia hecho el trabajo de volarse los cesos por si mismo, asi que no era posible que regresara, aunque por supuesto, Blake no sabia esto.
Tomó el arma y la guardó en su pantalon, no sin antes ponerle seguro. Luego el paraguas con ambas manos y salió hacia el pasillo. Vio a dos hombres, ex trabajadores suyos, Nick Sanders y Robert Parker, buenas personas, ahora con los ojos perdidos y la boca colgando, mostrando los colmillos manchados de sangre.
"Estan iguales que James y Sarah... Parece una enfermedad o... ¡¿Eh?!"
Las camisas de los dos estaban a medio romper, tenian marcas de mordidas claramente visibles, horripilantemente visibles.
"Mordidas... Sarah estaba comiendo el cadaver de McKinney... Actos de canibalismo... Debe ser alguna especie de rabia."
Eran bastantes lentos, pero Blake no se confió y saco su arma.
Apunto a las piernas de ambos, fallo el primer disparo pero los otros dos dieron justo en el muslo. Aunque la sorpresa se hizo presente luego de finalizado el tiroteo.
"?!"
Ambos hombres seguian su camino hacia su presa como si nada hubiera pasado, estaban ahora menos de 5 metros de Blake.
"¡Demonios! Nunca pense que tendria que llegar a esto..."
Levantando el arma nuevamente, apunto al pecho de Sanders y dió sucesivamente dos disparos que impactaron inmediatamente. Aun asi, esa cosa segui avanzando. Ahora a dos metros de él. Desesperado, Blake tomó el paraguas que habia dejado a un lado y golpeo con intensidad a uno de los zombie haciendolo caer. Seguidamente dió tres tiros sucesivos, dos a la espalda y uno a la cabeza. Parecia que finalmente habia parado.
"¡La cabeza! ¡Eso es! Por eso James no ha vuelto como una de esas criaturas." Con esta nueva informacion, apuntó a Robert y dió un certero disparo en uno de los ojos, haciendolo caer de espaldas.
No reaccionan a ningun estimulo de dolor, no tienen conciencia, la unica manera de matarlos es dañando el cerebro. Las reglas básicas que rigen la naturaleza de un zombie.
"No hay tiempo para pensar." Blake comprobó el cargador. Gracias al innecesario quemarropa que habia realizado, quedaba solo una bala. Supuso que el cargador poseia doce municiones, una de las cuales su empleado habia utilizado para suicidarse.
Dió una ultima mirada a la oficina donde yacia el cuerpo de James McKinney, él habia preferido quitarse la vida a convertirse en un animal, una buena decisión.
"Yo no pienso convertirme en uno de ellos tampoco. Pero tampoco pienso rendirme tan facilmente."
Guardó el arma en pantalon con el seguro puesto y se aventuro a la ciudad, esperando encontrarse con las memorias que marcarian su vida.
El recordo la primera vez que tuvo la oportunidad de apreciar un tan vasto espectaculo desde que habia comenzado el desastre...
Hace cinco años...
El Sr. Thompson habia llegado al trabajo, su estudio que le quedaba relativamente cerca de su casa. Él era el jefe por supuesto, por lo que se daba el lujo de aparecer tarde. Ese día estacionó su auto en el garage donde habitualmente lo hacía. Habian dos cuadras desde allí a su buffet, las calles estaban extrañamente descongestionadas y silenciosas. Él no lo sabía, pero la mayoria estaba camino a las afueras entre multiples accidentes de tránsito en un desesperado intento de escape. Ignorando esto, llegó al estudio y saludo al entrar con desgano, aunque nadie respondió.
"¿Dónde estan todos?"
"¡Sanders! ¡McKinney! ¿Donde demonios se han metido?" Gritó sin respuesta.
"Estos holgazanes deben haberse retrasado... Ya veran cuando los vea deberan empezar a hacer su curriculum denuevo..."
Pensó mientras se dirigia a su oficina. De pronto mientras se sacaba el saco vió algo en el piso. Parecia un cafe volcado pero el rastro era inusualmente extenso para serlo. El alfrombrado era verde oscuro por lo que no podia apreciar el color del la sustancia.
Blake se agachó y tocó la sustancia con su mano, al verlo finalmente comprendio de que se trataba. Sangre.
Ahogó un grito de asombro mientras daba un paso hacia atrás. Siguió la irregular linea. Se derigia hacia la oficina de McKinney que se encontraba con la puerta abierta. Pudó escuchar un sonido infamilar proveniente de la misma. Parecia un perro lamiendo un hueso, esa fue la única descripcion que se le podia dar.
Silenciosamente se volvió hacia el telefono. Las líneas estaban muertas. Chequeo su celular. Muertas.
"Maldición..."
No habia opción, debía entrar a averiguar por sí mismo. Tomó uno de los paraguas que estaban al lado del perchero, siempre disponibles en caso de una lluvia repentina. Cautelosamente, paso por paso se acerco a la puerta. Tomando aire y armandose de valor entró a la habitacion. Vió que la ventana manchada de sangre, mucha sangre. Los papeles sobre el escritorio estaban rojos y la silla parecia haber caido detrás. El rastro seguia hasta detras del mismo, al igual que el sonido. Blake dudó en seguir, pero ahora ya no podia dar marcha atrás, siguió dando pasos mientras rodeaba el escritorio con el paraguas sostenido con ambas manos. Lo que vió detras fue un hombre tumbado en el piso vestido con un pantalon gris y una camisa que habria sido blanca, y ahora estaba manchada de sangre. Sobre el habia otra persona, una mujer, se encontraba mordiendo el cuello del sujeto, arrancando pedazos de carne y tragando. Blake vomitó ante la escena, haciendo que su atención se enfocase en él. Ella se encontraba vestida con un traje negro, su blazer estaba roto y destrozado, como si hubiera sido atacada por un animal salvaje. Tambien estaba manchada con sangre, sus ojos estaban enblanqucidos y tanto su boca como sus dientes tenian pedazos de piel y estaban teñidas de un rubor terrorifico. Blake recupero la compostura y levantó el paraguas una vez más.
"¡Quedese quieta!.." Dijo con una voz firme, de pronto se dió cuenta de quien se trataba "¿Sarah?" Solo entonces pudo ver la cara del hombre en piso "¡McKinney!" Ambos eran empleados suyos en el buffet, y lo más horripilante, eran un matrimonio. Siguiendo la escena más detalladamente notó un arma en la mano derecha del hombre, por deducción supuso que se habia volado los sesos y caido de espaldas, manchando la ventana detras suyo. Por un momento perdió la noción espacio-tiempo y no prestó atención a la mujer, que habiendolo escuchado, ahora se acercaba a él.
Un gruñido bestial lo volvió a la realidad, justo antes de que la Sra. McKinney se decidiera a lanzar un ataque. Los reflejos de Blake fueron lo suficientemente rapidos para esquivarla y dejarla caer al piso, mientras se volvia hacia un rincon ¿Qué hacer? ¿Cómo lidiar con esa situación?
"¡Sarah, soy yo! ¡Blake Thompson! ¡Detente ahora mismo antes de que compliques más aun las cosas!"
De todas las decisiones posibles, eligió la peor: Tratar de razonar con un zombie.
La mujer no lo dudó y se arrojo denuevo hacia él, con las fauce abiertas hacia él. Esta véz sus reflejos le fallaron y cayó al piso, aunque afortunamente, mantenia los dientes de la mujer lejos de el mientras la alejaba por sus hombros. Era una vision bastante horrible, teniendo el aliento a sangre, grasa y pus a menos de diez centimetros de su nariz y con gotas de sangre y saliva que caian en sus mejillas, mientras trataba de evitar que entrasen en algun orificio. No porque supiera que era el medio de contagio, sino porque simplemente NO queria que eso entrara en él.
Pero eso le sirvió para darse cuenta de que esa joven mujer con un brillante futuro a la que él habia contratado, ahora no era más que un monstruo cediento de carne que no distinguia un pedazo de comida a su esposo
"Su esposo, ¡Eso es!"
Blake movió su cabeza a un lado hacia el difunto Sr. McKinney y la pistola en su mano. Le dió una patada a la mujer en el abdomen mientras tomaba el arma y quitaba el seguro. Un rugido infernal se escucho y luego un disparo, despues solo silencio.
Dejando el arma a un lado, se apoyo contra la pared, mientras se sacaba el saco que formaba parte de su traje gris. Lo uso para limpiarse la sangre, saliva y quien sabe que otros fluidos en su mejillas y cabello. Al parecer nada habia entrado en sus ojos ni boca. Habia tenido suerte.
Entonces fue cuando escuchó el gruñido. Pero no era Sarah esta vez.
Miró a McKinney a un lado, él ya habia hecho el trabajo de volarse los cesos por si mismo, asi que no era posible que regresara, aunque por supuesto, Blake no sabia esto.
Tomó el arma y la guardó en su pantalon, no sin antes ponerle seguro. Luego el paraguas con ambas manos y salió hacia el pasillo. Vio a dos hombres, ex trabajadores suyos, Nick Sanders y Robert Parker, buenas personas, ahora con los ojos perdidos y la boca colgando, mostrando los colmillos manchados de sangre.
"Estan iguales que James y Sarah... Parece una enfermedad o... ¡¿Eh?!"
Las camisas de los dos estaban a medio romper, tenian marcas de mordidas claramente visibles, horripilantemente visibles.
"Mordidas... Sarah estaba comiendo el cadaver de McKinney... Actos de canibalismo... Debe ser alguna especie de rabia."
Eran bastantes lentos, pero Blake no se confió y saco su arma.
Apunto a las piernas de ambos, fallo el primer disparo pero los otros dos dieron justo en el muslo. Aunque la sorpresa se hizo presente luego de finalizado el tiroteo.
"?!"
Ambos hombres seguian su camino hacia su presa como si nada hubiera pasado, estaban ahora menos de 5 metros de Blake.
"¡Demonios! Nunca pense que tendria que llegar a esto..."
Levantando el arma nuevamente, apunto al pecho de Sanders y dió sucesivamente dos disparos que impactaron inmediatamente. Aun asi, esa cosa segui avanzando. Ahora a dos metros de él. Desesperado, Blake tomó el paraguas que habia dejado a un lado y golpeo con intensidad a uno de los zombie haciendolo caer. Seguidamente dió tres tiros sucesivos, dos a la espalda y uno a la cabeza. Parecia que finalmente habia parado.
"¡La cabeza! ¡Eso es! Por eso James no ha vuelto como una de esas criaturas." Con esta nueva informacion, apuntó a Robert y dió un certero disparo en uno de los ojos, haciendolo caer de espaldas.
No reaccionan a ningun estimulo de dolor, no tienen conciencia, la unica manera de matarlos es dañando el cerebro. Las reglas básicas que rigen la naturaleza de un zombie.
"No hay tiempo para pensar." Blake comprobó el cargador. Gracias al innecesario quemarropa que habia realizado, quedaba solo una bala. Supuso que el cargador poseia doce municiones, una de las cuales su empleado habia utilizado para suicidarse.
Dió una ultima mirada a la oficina donde yacia el cuerpo de James McKinney, él habia preferido quitarse la vida a convertirse en un animal, una buena decisión.
"Yo no pienso convertirme en uno de ellos tampoco. Pero tampoco pienso rendirme tan facilmente."
Guardó el arma en pantalon con el seguro puesto y se aventuro a la ciudad, esperando encontrarse con las memorias que marcarian su vida.
SkyFlames- Superviviente
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Fecha de inscripción : 19/06/2010
Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Leo había pasado las últimas semanas escondido en un pequeño almacén de la capital. Su último refugio conocido había caído pasto de unas llamas provocadas por el propio Leo.
No quería hacer pero era su deber. Había vivido con aquellas personas durante tres años y los quería como si fuesen su propia familia. En aquel refugio había hombres, mujeres y niños, todos los niños le recordaban a su hermana Micaela y, por eso, les protegía con un cuidado especial que no ofrecía para los adultos.
Hasta que el “líder” del refugio se volvió loco. Llevaban semanas sin poder conseguir suficientes alimentos para todos los que se encontraban en aquella vieja cárcel después de que los suministros que había en su interior se agotasen. Sin saberlo, no estaban muy lejos del castillo ocupado por Alicia y los suyos pero nunca habían sentido la necesidad de salir de allí.
Cuando vieron que las provisiones comenzaban a escasear, el líder del refugio de Leo, formó un pequeño grupo de supervivientes y lo envió a la ciudad. Fue catastrófico. Perdieron a siete en aquella incursión y no consiguieron más que unas pocas latas de comida.
Se dio cuenta demasiado tarde de que aquellas personas no eran guerreros. Eran personas normales, abogados, contables, panaderos o estudiantes que un buen día se vieron abrumados por la situación y decidieron meterse en una cárcel. No eran buenos en el combate cuerpo a cuerpo y apenas habían aprendido a disparar para no malgastar munición.
Su líder, después de aquello, se volvió completamente loco. Salió solo y afirmó traer un venado cazado en los bosques de la zona. Efectivamente, aquello era cierto. Hambrientos como estaban, nadie dudó de la palabra de aquel policía que les había ayudado desde el principio de la infección. Todos... excepto Leo. Estaba hambriento pero se negó a comer carne del exterior, a su juicio, podría estar contaminada.
Él no se equivocaba. Aquel venado estaba infectado. Su carne envenenó a todos y el líder, consciente de ello, quiso acabar con la vida de todo el refugio. Poco a poco, los supervivientes se fueron levantando. Ya no eran los niños, las mujeres o los hombres que Leo había conocido.
Podían haber sobrevivido más tiempo pero su líder perdió la esperanza. Igual que Leo cuando tuvo que prender llamas a su hogar y huir en aquella vieja motocicleta mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
Llegó a aquel almacén donde pasó los últimos días. Estaba sediento y hambriento pero después de haber tenido que matar a toda su familia por culpa de un demente no tenía fuerza ni para salir a por una lata de tomate. Subió a la azotea dispuesto a acabar con su vida. Las imágenes de su hermana lo arrastraban peligrosamente hacia un abismo.
Y allí, subido a la azotea, lo vio. Un grupo gigantesco de zombies se dirigía hacia el oeste. Por primera vez desde que sucedió todo, Leo se dio cuenta de que quería vivir. Todavía no había llegado el momento.
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Las últimas semanas habían sido muy apacibles, quizá demasiado para lo que estaba acostumbrada Alicia. Se había despertado algo cansada pero aquel día era importante para ella y para toda la comunidad. Fernando cumplía cuatro años y la había pedido una comida especial, tarta de chocolate y nueces, huevos fritos y mejillones.
Alicia no entendía muy bien por qué pero aquel debía ser el único chico de su edad que pedía mejillones por su cumpleaños. Las posibilidades de salir de pesca eran bastante escasas así que hacía ya demasiado tiempo que no comían nada de pescado que no saliera de una lata de conservas o del río que discurría a unos kilómetros del castillo.
Sin embargo, en su despensa había latas de mejillones así que prefirió no obligar a nadie a salir a pescar o cazar y se levantó temprano para preparar la comida.
Se habían acostumbrado a preparar todo por sí mismos. La masa para el pan, las galletas y la carne. Ya no utilizaban la electricidad, excepto para darse pequeños placeres, y acostumbraban a vivir con el sol. Habían regresado a la Edad Media pero eran felices, o al menos, todo lo felices que podían ser teniendo en cuenta las circunstancias.
Alicia se levantó de la cama y dejó allí a Arturo que aprovechó para ocupar todo el espacio. Visitó al pequeño Fer y a Cody, ambos dormían plácidamente. Se fue a la cocina y comenzó con todos los preparativos para la fiesta del pequeño.
Aquella semana también era el cumpleaños de Emmy, la chica de Degtyarev, y lo celebrarían conjuntamente por la noche. La comunidad no solía celebrar cumpleaños a menudo y tampoco se hacían fiestas pero las fiestas del niño solían celebrarlas.
Hacían una cena dentro del castillo y ponían una película en el proyector de la sala de reuniones. Era una de las escasas ocasiones en las que utilizaban la electricidad. Aquella noche emitirían “Shrek 4” una de las últimas películas que se habían estrenado antes de que la infección se desatara. Carlos la había traído especialmente de un videoclub para el niño en una de sus últimas salidas al exterior. No hablaba demasiado con nadie pero con el niño era diferente, volvía a sonréir.
Se tomó un café y se asomó por la ventana. Fernando y Facundo ya estaban en su puesto sobre las torretas de los vigías. Era tremenda la predisposición que tenían ambos para el trabajo pero estaba orgullosa y contenta de tenerlos entre sus filas ya que se sentía más segura con esos dos que con un ejército de cincuenta hombres protegiéndolos.
Hacía varias semanas que no se acercaban zombies, quizá alguno suelto por un lado y otro por otro pero casi nunca en grupo. Cuando Fernando veía un podrido cerca de la torre de Facundo, se lo comunicaban por los walkie-talkies. Cuando había más o menos cinco caídos, varios supervivientes salían y quemaban los cuerpos. Sin embargo, era extraño que no se acercasen más podridos.
Un escalofrío recorrió la espalda de Alicia. Tomó otro sorbo de café pero no podía evitar tener un mal presentimiento.
La casa de Degtyarev y Emmy todavía tenía las cortinas echadas. Nadie sabía realmente que pasaba allí dentro pero cada vez pasaban menos tiempo juntos y Degtyarev estaba cada vez más despistado, enfadado e intranquilo. Degtyarev era demasiado reservado y Alicia sabía que nunca podría hablar con él si no era él quién iba a hablar con ella pero bueno, al final y al cabo, Degtyrev era así y ella le aceptaba tal cual. Cuando quisiera, se lo contaría.
Gerard y Jules, al contrario que Degtyarev y Emmy, cada vez estaban más unidos entre sí. Era como si aquel muchacho solo confiase en dos personas, Jules y la propia Alicia. La pedía consejo, se ofrecía para los trabajos que nadie quería e incluso estaba enseñando a leer al pequeño Fer. Sin embargo, no soportaba a Carlos y eso se notaba. Así su enemistad fue creciendo con el paso de los años pero se habían acostumbrado a trabajar en equipo y, con mejor o peor fortuna, traían el trabajo a casa.
Las risas de Jules llegaron a través de las paredes. Eran felices y se notaba.
Alicia no pudo evitar sonreír cuando vio salir a Michael de la casa de Aurora con su ropa de la mano y de puntillas. Había sido todo un descubrimiento aquel tipo. Era divertido, gracioso y estaba hecho un galán pero aquellas correrías le terminarían pasando factura cuando las mujeres se diesen cuenta de su doble juego. Más tarde iría a hablar con él porque él sería el encargado de vigilar el recinto junto a Connor mientras se veía la película.
Connor no era demasiado amigo de estar en compañía de la gente así que se alegraría de que no le tocase ver la película. Para compensar su ausencia en el cumpleaños de Fer, Alicia le había invitado a comer aquel mismo día.
Lavó el vaso del café en la pila y se dirigió a la puerta trasera donde esperaba encontrar a Carlos cortando leña a la puerta de su casa. Sí, era su vecino más próximo ya que su entrada daba a la puerta trasera de la casa de Alicia. Él estaba allí con su hacha en la mano y su frente empapada en sudor.
- Hola Carlos- Dijo Alicia sonriente.
- Buenos días, jefa, ¿cómo va hoy? ¿Todo listo?
- Sí, vamos a poner Shrek 4 esta noche. Muchas gracias por traer la peli. ¿Vas a venir?
- No lo sé – Respondió Carlos dubitativo- No me gusta demasiado estar con gente, ya sabes..
- Lo sé pero Connor no vendrá y si tú tampoco vienes Fer se va a poner triste. Es solo un niño.
- Bueno... me lo pensaré – Dijo sonriendo- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Pues me pondré manos a la obra para la cena de esta noche. Luego he quedado con Jules, con Marisa y con Emmy que me ayudarán con la merienda... Igual viene también Alba con nosotras.
- ¿Sí? Me alegro, es muy simpática.
- Lo es. ¿Por qué no te das una oportunidad?
- No puedo, no quiero, no debo... - Dijo Carlos perdiendo su sonrisa- ¿Có...có... cómo lo conseguiste, Alicia?
¿Conseguir el qué? - Preguntó Alicia desconcertada.
- Superarlo, Alicia, superarlo. Sabes que no soy el mismo desde lo de Sergio...
- Lo sé, Carlos, pero.. eso pasó hace mucho tiempo. Yo he perdido a mucha gente, demasiada gente, Arturo me ayudó, tú me ayudaste, conocer a Degtyarev me ayudó. Lo que no hice fue quedarme en casa, cortando leña mientras estábamos huyendo de los zombies. Tienes demasiado tiempo para pensar, ese es tu problema pero... no sé. Yo nunca lo superaré. Vi morir a Zed, a Fernando, Rodrigo murió después de salvarme la vida, maté a Simón, vi cómo Fernando mataba a Oleg... fueron demasiadas cosas y demasiados amigos muertos. Perder a Fernando fue lo peor que me pasó, viví con él dos años, ¿sabes? Pero ellos ya no están y nosotros sí, simplemente es cosa de seguir adelante y apoyarte en los vivos. ¿Por qué no lo intentas?
- No me veo con fuerzas.
- Esas se sacan de donde no sabes que las tienes. Salen solas pero tienes que poner de tu parte.
Carlos arrancó a llorar sin poder contenerse. Llevaba cinco años esperando llorar de verdad, esperando preguntar a Alicia pero nunca se había atrevido hasta aquella mañana que sacó valor de alguna parte. Y allí, a la puerta de su casa, lloró como nunca lo había hecho porque sabía que Alicia le guardaría el secreto.
Entraron a casa de Carlos y tomaron un café. Charlaron durante un buen rato hasta que Alicia vio a Fer dar pequeños pasitos por la casa.
El día pasó sin novedades en el frente. Carlos y Degtyarev hicieron la guardia de la tarde y pronto llegó la hora de la fiesta.
Álvaro había sido uno de los últimos supervivientes en llegar al castillo. Se le había encomendado el cultivo del huerto junto a Marisa y Celia pero aquel día ambas estaban liadas con la cena.
Al principio, el huerto estaba dentro del castillo pero cuando sus necesidades alimentarias fueron aumentando decidieron trasladarlo al exterior y construir muros con tablas y alambres alrededor. Ahora, el huerto estaba fuera de las murallas del castillo. Bien protegido por supuesto y comunicado con el exterior por una puerta de metal y una puerta de madera que comunicaba el huerto con el propio castillo. Nunca estaba cerrada porque era habitual que hubiese allí siempre alguien.
Casi nunca salían por aquella puerta de metal pero la habían puesto para no quedar encerrado en el huerto en caso de ataque. Aquella tarde, Álvaro había salido del huerto pensando en que no pasaría nada si salía al exterior. No había echado bien el cerrojo y la puerta quedó entreabierta porque su amigo Jacob le llamó para que fuera a vestirse para la fiesta. Maldita sea. Por un descuido, el castillo quedó comprometido. Nadie se dio cuenta de que aquella puerta estaba entreabierta hasta que, horas más tarde, los zombies consiguieron abrirse paso entre las lechugas, coliflores y patatas.
La fiesta había empezado hacía ya un buen rato. La gente disfrutaba de aquella película infantil mientras Connor y Michael hacían guardia. Fue entonces cuando Connor, desde su torre, vio algo que hacía casi un año que no veía. Alguien se dirigía hacia el castillo conduciendo una motocicleta.
- Michael, joder, ¿ves lo que estoy viendo?
- ¿Qué ves?
- Mira a tu derecha y lo verás. Es... una moto.
La motocicleta se dirigía a toda velocidad hacia la puerta principal del castillo. Estaba oscuro pero el ruido que hacía y la luz delantera eran inconfundibles. Nadie quedaba fuera que pudiera conducir. Tiró la moto al suelo a tan solo unos metros de la puerta principal cuando Michael ya había bajado para abrir la puerta.
- Cerradlo todo bien. Se acercan. Son demasiados. - Sonrió, feliz por haber encontrado gente y, de repente, Leo se desmayó de puro agotamiento.
A tan solo doscientos metros, uno de aquellos enjambres, el más numeroso al que se hubieran enfrentado, se acercaba con su paso lento, inseguro y tambaleante hacia el castillo por el oeste. Justo el lado al que daba el huerto.
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Nikola comprobó la radio por tercera vez aquella semana. Necesitaba encontrar a alguien más con vida. Alguien que fuese más como él, se había cansado de vivir entre malhechores, exdrogadictos y violadores. Temía, de alguna manera, convertirse en uno de ellos. “Si realmente no lo soy ya” se dijo a sí mismo. Recordó en aquellos momentos lo que había pasado con Morgan pero rápidamente se obligó a dejar de pensar en aquello.
De repente, una especie de mensaje grabado se empezó a escuchar. “Comu..dad sup.... situa... ...illo” Era imposible entender qué era lo que estaba diciendo. Hacía días que escuchaba aquel mensaje pero su radio, o quizá la de ellos tenía poca potencia y la señal no era todo lo fuerte que necesitaba para escucharlo con claridad. No había dicho nada a nadie, excepto a su amigo Nicolás, el buen Doctor, sabía que ninguno de los dos encajaba allí y cuando llegara el momento, sabría a quién escogería para irse.
Giró el dial de la radio a la izquierda, a la derecha de nuevo y otra vez a la izquierda y sólo consiguió que la estática regresase a sus auriculares. Los lanzó con fuerza contra la radio y hundió su cabeza en los hombros cuando la alarma empezó a sonar.
Blake había pasado la mañana recordando tiempos mejores. En el exterior de su casa, se mostraba como un tipo duro, impasible y autoritario pero la verdadera realidad era otra. Muchas noches, lloraba en silencio, por su mano destrozada, por su esposa perdida, por sus amigos caídos. En el fondo, la gente con la que convivía le terminaba importando, siempre que de ellos pudiera sacar un beneficio, aunque ese beneficio fuera no sentir su propia soledad.
Sin embargo, aquella noche, ante una botella de whisky, sus recuerdos volvían y toda esa fachada caía mientras sujetaba con su maltrecha mano un vaso de Jack Daniels. El amargo líquido entraba por su garganta mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Miró a su derecha y vio a Alice tumbada en la cama, aún dormida, con su cuerpo desnudo apenas cubierto por las sábanas de su cama. Quería sentir más pero no podía.
Se preguntó si su corazón estaría tan vacío como el de los podridos que estaban allí fuera. El sonido de la alarma sobresaltó a Blake y el vaso resbaló hasta el suelo quedando allí, hecho añicos.
El Doctor Nicolás sabía que su amigo Nikola había dado con otro grupo de supervivientes. Sin embargo, no habían podido comunicarse con ellos, de momento. Necesitaban encontrar una radio que tuviese más amplitud de onda sin levantar las sospechas de Blake o Derek. Eso podría comprometer su plan.
Estaba a gusto allí, había conocido a gente buena y a buena gente pero, de una u otra manera, se sentía encerrado en aquel lugar, siempre cumpliendo las órdenes de Blake. Estaba demasiado harto de que todo tuviera que ser cómo él quería.
Estaba sentado en su laboratorio junto a unas muestras de tejido de un zombie. Era espectacular cómo, en los cinco años durante los cuales se había extendido la infección, los podridos no habían mostrado ningún tipo de evolución a nivel cognitivo. Sin embargo, las muestras celulares que manejaba demostraban que el deterioro del tejido se estaba produciendo pero a un ritmo mucho más lento del habitual. Podían pasar años sin que diera con una respuesta y ellos seguirían encerrados, alejados de aquellos seres.
Colocó la muestra en el microscopio y dejó el cuchillo con el que la había cortado sobre la mesa. Se alegró de ello cuando empezó a sonar la alarma. Podía haber tenido un enorme disgusto.
En noches como aquella, Derek acostumbraba a fumar demasiado. Había estado en el exterior y había estado a punto de perder a uno de los suyos por un descuido pero la casualidad, la fortuna o los rápidos reflejos de Derek habían salvado la vida a Max Still.
Consiguieron la gasolina y la aprobación de Blake y eso era lo que realmente importaba. Por primera vez, conseguía las felicitaciones por parte de un adulto. Siempre había sido un tirado, un desecho de la sociedad y ahora era la mano derecha del líder.
Aún así, estaba nervioso y ni siquiera la compañía de aquella joven del refugio, usada por casi todos pero que realmente no importaba a ninguno, excepto a Nikola, no conseguía calmar sus nervios. Apuró las últimas caladas de su cigarrillo y aquella joven le reclamó su compañía. Con escaso interés, Derek se metió de nuevo en la cama. Estaba a punto de disfrutar de una segunda ración de sexo cuando la alarma le interrumpió en el momento menos oportuno.
Sergio estaba aburrido, leyendo por tercera vez el mismo libro en su habitación. Apenas salía al exterior y se pasaba el día en la despensa, el huerto y el establo. Estaba más cómodo con los animales, las plantas o los objetos inertes que con las personas, y más aún con aquellas personas que le rodeaban.
Estaba seguro de que todos ellos habían visto la muerte de cerca pero quizá no tan de cerca como él. Desde que su padre muriera muchos años atrás, Sergio había hablado y convivido con él de forma habitual pero estaba seguro de que aquellas personas no le entendían, estaba seguro de que aquellas personas le miraban con frialdad y miedo.
La cabeza le empezó a doler como cada vez que su padre se comunicaba con él. Esa vez no fue diferente.
- Hijo, estate alerta. Se acercan. Están demasiado cerca de aquí.
- Si tú lo dices, tendré que creerte – Susurró más para sí mismo, sin esperar respuesta. Lejos de todo pronóstico, recibió respuesta.
- Este no es tu sitio, lo sabes pero ten paciencia. Las cosas buenas tardan en llegar. - Y tal cómo había venido desapareció.
Sergio se puso en pie aún conmocionado por las palabras de su padre. Cogió sus armas, su ropa y se puso en cuclillas sobre su cama. Una sonrisa surcó su rostros cuando empezó a sonar la alarma. Su padre nunca se equivocaba.
Chris y Max acostumbraban a hacer la guardia juntos. Hacían un buen equipo y se divertían juntos. Max era un tipo gracioso y chistoso, lo que encajaba a la perfección con la personalidad de Chris. Sin embargo, aquella noche Max no estaba para chistes. Estaba callado y silencioso pero altamente nervioso.
Había estado a punto de morir de la forma más estúpida pero no por culpa de esos podridos y Derek acababa de salvar su vida. Estaba en deuda con él.
- ¿Qué ha pasado esta mañana? - Preguntó Chris.- Desde que regresamos y ya desde la moto te noto raro.
- Nada, no me apetece hablar de eso ahora. Estoy cansado eso es todo.
- Sabes que puede contarme lo que sea. Para eso somos amigos
- Lo sé, tío, pero en serio que no me apetece hablar de eso ahora...
- Te dejaré en paz pero, cabrón, deberías tener más cuidado. Vas a lo loco.
- Vaaaaale, hermanito may... - La frase de Max quedó interrumpida cuando vio cómo el enjambre más grande que había visto nunca, formado por al menos 100 podridos, se acercaba hacia su pequeña granja.
Max dudó sobre si accionar la alarma o no pero total, ya daba lo mismo, los podridos estaban allí a doscientos metros de ellos y no había nada que pudieran hacer para evitar que llegasen hasta ellos. Fue entonces cuando despertó a los supervivientes y rezó para que a la mañana siguiente, siguieran siendo los 35 que eran aquella noche.
No quería hacer pero era su deber. Había vivido con aquellas personas durante tres años y los quería como si fuesen su propia familia. En aquel refugio había hombres, mujeres y niños, todos los niños le recordaban a su hermana Micaela y, por eso, les protegía con un cuidado especial que no ofrecía para los adultos.
Hasta que el “líder” del refugio se volvió loco. Llevaban semanas sin poder conseguir suficientes alimentos para todos los que se encontraban en aquella vieja cárcel después de que los suministros que había en su interior se agotasen. Sin saberlo, no estaban muy lejos del castillo ocupado por Alicia y los suyos pero nunca habían sentido la necesidad de salir de allí.
Cuando vieron que las provisiones comenzaban a escasear, el líder del refugio de Leo, formó un pequeño grupo de supervivientes y lo envió a la ciudad. Fue catastrófico. Perdieron a siete en aquella incursión y no consiguieron más que unas pocas latas de comida.
Se dio cuenta demasiado tarde de que aquellas personas no eran guerreros. Eran personas normales, abogados, contables, panaderos o estudiantes que un buen día se vieron abrumados por la situación y decidieron meterse en una cárcel. No eran buenos en el combate cuerpo a cuerpo y apenas habían aprendido a disparar para no malgastar munición.
Su líder, después de aquello, se volvió completamente loco. Salió solo y afirmó traer un venado cazado en los bosques de la zona. Efectivamente, aquello era cierto. Hambrientos como estaban, nadie dudó de la palabra de aquel policía que les había ayudado desde el principio de la infección. Todos... excepto Leo. Estaba hambriento pero se negó a comer carne del exterior, a su juicio, podría estar contaminada.
Él no se equivocaba. Aquel venado estaba infectado. Su carne envenenó a todos y el líder, consciente de ello, quiso acabar con la vida de todo el refugio. Poco a poco, los supervivientes se fueron levantando. Ya no eran los niños, las mujeres o los hombres que Leo había conocido.
Podían haber sobrevivido más tiempo pero su líder perdió la esperanza. Igual que Leo cuando tuvo que prender llamas a su hogar y huir en aquella vieja motocicleta mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
Llegó a aquel almacén donde pasó los últimos días. Estaba sediento y hambriento pero después de haber tenido que matar a toda su familia por culpa de un demente no tenía fuerza ni para salir a por una lata de tomate. Subió a la azotea dispuesto a acabar con su vida. Las imágenes de su hermana lo arrastraban peligrosamente hacia un abismo.
Y allí, subido a la azotea, lo vio. Un grupo gigantesco de zombies se dirigía hacia el oeste. Por primera vez desde que sucedió todo, Leo se dio cuenta de que quería vivir. Todavía no había llegado el momento.
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Las últimas semanas habían sido muy apacibles, quizá demasiado para lo que estaba acostumbrada Alicia. Se había despertado algo cansada pero aquel día era importante para ella y para toda la comunidad. Fernando cumplía cuatro años y la había pedido una comida especial, tarta de chocolate y nueces, huevos fritos y mejillones.
Alicia no entendía muy bien por qué pero aquel debía ser el único chico de su edad que pedía mejillones por su cumpleaños. Las posibilidades de salir de pesca eran bastante escasas así que hacía ya demasiado tiempo que no comían nada de pescado que no saliera de una lata de conservas o del río que discurría a unos kilómetros del castillo.
Sin embargo, en su despensa había latas de mejillones así que prefirió no obligar a nadie a salir a pescar o cazar y se levantó temprano para preparar la comida.
Se habían acostumbrado a preparar todo por sí mismos. La masa para el pan, las galletas y la carne. Ya no utilizaban la electricidad, excepto para darse pequeños placeres, y acostumbraban a vivir con el sol. Habían regresado a la Edad Media pero eran felices, o al menos, todo lo felices que podían ser teniendo en cuenta las circunstancias.
Alicia se levantó de la cama y dejó allí a Arturo que aprovechó para ocupar todo el espacio. Visitó al pequeño Fer y a Cody, ambos dormían plácidamente. Se fue a la cocina y comenzó con todos los preparativos para la fiesta del pequeño.
Aquella semana también era el cumpleaños de Emmy, la chica de Degtyarev, y lo celebrarían conjuntamente por la noche. La comunidad no solía celebrar cumpleaños a menudo y tampoco se hacían fiestas pero las fiestas del niño solían celebrarlas.
Hacían una cena dentro del castillo y ponían una película en el proyector de la sala de reuniones. Era una de las escasas ocasiones en las que utilizaban la electricidad. Aquella noche emitirían “Shrek 4” una de las últimas películas que se habían estrenado antes de que la infección se desatara. Carlos la había traído especialmente de un videoclub para el niño en una de sus últimas salidas al exterior. No hablaba demasiado con nadie pero con el niño era diferente, volvía a sonréir.
Se tomó un café y se asomó por la ventana. Fernando y Facundo ya estaban en su puesto sobre las torretas de los vigías. Era tremenda la predisposición que tenían ambos para el trabajo pero estaba orgullosa y contenta de tenerlos entre sus filas ya que se sentía más segura con esos dos que con un ejército de cincuenta hombres protegiéndolos.
Hacía varias semanas que no se acercaban zombies, quizá alguno suelto por un lado y otro por otro pero casi nunca en grupo. Cuando Fernando veía un podrido cerca de la torre de Facundo, se lo comunicaban por los walkie-talkies. Cuando había más o menos cinco caídos, varios supervivientes salían y quemaban los cuerpos. Sin embargo, era extraño que no se acercasen más podridos.
Un escalofrío recorrió la espalda de Alicia. Tomó otro sorbo de café pero no podía evitar tener un mal presentimiento.
La casa de Degtyarev y Emmy todavía tenía las cortinas echadas. Nadie sabía realmente que pasaba allí dentro pero cada vez pasaban menos tiempo juntos y Degtyarev estaba cada vez más despistado, enfadado e intranquilo. Degtyarev era demasiado reservado y Alicia sabía que nunca podría hablar con él si no era él quién iba a hablar con ella pero bueno, al final y al cabo, Degtyrev era así y ella le aceptaba tal cual. Cuando quisiera, se lo contaría.
Gerard y Jules, al contrario que Degtyarev y Emmy, cada vez estaban más unidos entre sí. Era como si aquel muchacho solo confiase en dos personas, Jules y la propia Alicia. La pedía consejo, se ofrecía para los trabajos que nadie quería e incluso estaba enseñando a leer al pequeño Fer. Sin embargo, no soportaba a Carlos y eso se notaba. Así su enemistad fue creciendo con el paso de los años pero se habían acostumbrado a trabajar en equipo y, con mejor o peor fortuna, traían el trabajo a casa.
Las risas de Jules llegaron a través de las paredes. Eran felices y se notaba.
Alicia no pudo evitar sonreír cuando vio salir a Michael de la casa de Aurora con su ropa de la mano y de puntillas. Había sido todo un descubrimiento aquel tipo. Era divertido, gracioso y estaba hecho un galán pero aquellas correrías le terminarían pasando factura cuando las mujeres se diesen cuenta de su doble juego. Más tarde iría a hablar con él porque él sería el encargado de vigilar el recinto junto a Connor mientras se veía la película.
Connor no era demasiado amigo de estar en compañía de la gente así que se alegraría de que no le tocase ver la película. Para compensar su ausencia en el cumpleaños de Fer, Alicia le había invitado a comer aquel mismo día.
Lavó el vaso del café en la pila y se dirigió a la puerta trasera donde esperaba encontrar a Carlos cortando leña a la puerta de su casa. Sí, era su vecino más próximo ya que su entrada daba a la puerta trasera de la casa de Alicia. Él estaba allí con su hacha en la mano y su frente empapada en sudor.
- Hola Carlos- Dijo Alicia sonriente.
- Buenos días, jefa, ¿cómo va hoy? ¿Todo listo?
- Sí, vamos a poner Shrek 4 esta noche. Muchas gracias por traer la peli. ¿Vas a venir?
- No lo sé – Respondió Carlos dubitativo- No me gusta demasiado estar con gente, ya sabes..
- Lo sé pero Connor no vendrá y si tú tampoco vienes Fer se va a poner triste. Es solo un niño.
- Bueno... me lo pensaré – Dijo sonriendo- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Pues me pondré manos a la obra para la cena de esta noche. Luego he quedado con Jules, con Marisa y con Emmy que me ayudarán con la merienda... Igual viene también Alba con nosotras.
- ¿Sí? Me alegro, es muy simpática.
- Lo es. ¿Por qué no te das una oportunidad?
- No puedo, no quiero, no debo... - Dijo Carlos perdiendo su sonrisa- ¿Có...có... cómo lo conseguiste, Alicia?
¿Conseguir el qué? - Preguntó Alicia desconcertada.
- Superarlo, Alicia, superarlo. Sabes que no soy el mismo desde lo de Sergio...
- Lo sé, Carlos, pero.. eso pasó hace mucho tiempo. Yo he perdido a mucha gente, demasiada gente, Arturo me ayudó, tú me ayudaste, conocer a Degtyarev me ayudó. Lo que no hice fue quedarme en casa, cortando leña mientras estábamos huyendo de los zombies. Tienes demasiado tiempo para pensar, ese es tu problema pero... no sé. Yo nunca lo superaré. Vi morir a Zed, a Fernando, Rodrigo murió después de salvarme la vida, maté a Simón, vi cómo Fernando mataba a Oleg... fueron demasiadas cosas y demasiados amigos muertos. Perder a Fernando fue lo peor que me pasó, viví con él dos años, ¿sabes? Pero ellos ya no están y nosotros sí, simplemente es cosa de seguir adelante y apoyarte en los vivos. ¿Por qué no lo intentas?
- No me veo con fuerzas.
- Esas se sacan de donde no sabes que las tienes. Salen solas pero tienes que poner de tu parte.
Carlos arrancó a llorar sin poder contenerse. Llevaba cinco años esperando llorar de verdad, esperando preguntar a Alicia pero nunca se había atrevido hasta aquella mañana que sacó valor de alguna parte. Y allí, a la puerta de su casa, lloró como nunca lo había hecho porque sabía que Alicia le guardaría el secreto.
Entraron a casa de Carlos y tomaron un café. Charlaron durante un buen rato hasta que Alicia vio a Fer dar pequeños pasitos por la casa.
El día pasó sin novedades en el frente. Carlos y Degtyarev hicieron la guardia de la tarde y pronto llegó la hora de la fiesta.
Álvaro había sido uno de los últimos supervivientes en llegar al castillo. Se le había encomendado el cultivo del huerto junto a Marisa y Celia pero aquel día ambas estaban liadas con la cena.
Al principio, el huerto estaba dentro del castillo pero cuando sus necesidades alimentarias fueron aumentando decidieron trasladarlo al exterior y construir muros con tablas y alambres alrededor. Ahora, el huerto estaba fuera de las murallas del castillo. Bien protegido por supuesto y comunicado con el exterior por una puerta de metal y una puerta de madera que comunicaba el huerto con el propio castillo. Nunca estaba cerrada porque era habitual que hubiese allí siempre alguien.
Casi nunca salían por aquella puerta de metal pero la habían puesto para no quedar encerrado en el huerto en caso de ataque. Aquella tarde, Álvaro había salido del huerto pensando en que no pasaría nada si salía al exterior. No había echado bien el cerrojo y la puerta quedó entreabierta porque su amigo Jacob le llamó para que fuera a vestirse para la fiesta. Maldita sea. Por un descuido, el castillo quedó comprometido. Nadie se dio cuenta de que aquella puerta estaba entreabierta hasta que, horas más tarde, los zombies consiguieron abrirse paso entre las lechugas, coliflores y patatas.
La fiesta había empezado hacía ya un buen rato. La gente disfrutaba de aquella película infantil mientras Connor y Michael hacían guardia. Fue entonces cuando Connor, desde su torre, vio algo que hacía casi un año que no veía. Alguien se dirigía hacia el castillo conduciendo una motocicleta.
- Michael, joder, ¿ves lo que estoy viendo?
- ¿Qué ves?
- Mira a tu derecha y lo verás. Es... una moto.
La motocicleta se dirigía a toda velocidad hacia la puerta principal del castillo. Estaba oscuro pero el ruido que hacía y la luz delantera eran inconfundibles. Nadie quedaba fuera que pudiera conducir. Tiró la moto al suelo a tan solo unos metros de la puerta principal cuando Michael ya había bajado para abrir la puerta.
- Cerradlo todo bien. Se acercan. Son demasiados. - Sonrió, feliz por haber encontrado gente y, de repente, Leo se desmayó de puro agotamiento.
A tan solo doscientos metros, uno de aquellos enjambres, el más numeroso al que se hubieran enfrentado, se acercaba con su paso lento, inseguro y tambaleante hacia el castillo por el oeste. Justo el lado al que daba el huerto.
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Nikola comprobó la radio por tercera vez aquella semana. Necesitaba encontrar a alguien más con vida. Alguien que fuese más como él, se había cansado de vivir entre malhechores, exdrogadictos y violadores. Temía, de alguna manera, convertirse en uno de ellos. “Si realmente no lo soy ya” se dijo a sí mismo. Recordó en aquellos momentos lo que había pasado con Morgan pero rápidamente se obligó a dejar de pensar en aquello.
De repente, una especie de mensaje grabado se empezó a escuchar. “Comu..dad sup.... situa... ...illo” Era imposible entender qué era lo que estaba diciendo. Hacía días que escuchaba aquel mensaje pero su radio, o quizá la de ellos tenía poca potencia y la señal no era todo lo fuerte que necesitaba para escucharlo con claridad. No había dicho nada a nadie, excepto a su amigo Nicolás, el buen Doctor, sabía que ninguno de los dos encajaba allí y cuando llegara el momento, sabría a quién escogería para irse.
Giró el dial de la radio a la izquierda, a la derecha de nuevo y otra vez a la izquierda y sólo consiguió que la estática regresase a sus auriculares. Los lanzó con fuerza contra la radio y hundió su cabeza en los hombros cuando la alarma empezó a sonar.
Blake había pasado la mañana recordando tiempos mejores. En el exterior de su casa, se mostraba como un tipo duro, impasible y autoritario pero la verdadera realidad era otra. Muchas noches, lloraba en silencio, por su mano destrozada, por su esposa perdida, por sus amigos caídos. En el fondo, la gente con la que convivía le terminaba importando, siempre que de ellos pudiera sacar un beneficio, aunque ese beneficio fuera no sentir su propia soledad.
Sin embargo, aquella noche, ante una botella de whisky, sus recuerdos volvían y toda esa fachada caía mientras sujetaba con su maltrecha mano un vaso de Jack Daniels. El amargo líquido entraba por su garganta mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Miró a su derecha y vio a Alice tumbada en la cama, aún dormida, con su cuerpo desnudo apenas cubierto por las sábanas de su cama. Quería sentir más pero no podía.
Se preguntó si su corazón estaría tan vacío como el de los podridos que estaban allí fuera. El sonido de la alarma sobresaltó a Blake y el vaso resbaló hasta el suelo quedando allí, hecho añicos.
El Doctor Nicolás sabía que su amigo Nikola había dado con otro grupo de supervivientes. Sin embargo, no habían podido comunicarse con ellos, de momento. Necesitaban encontrar una radio que tuviese más amplitud de onda sin levantar las sospechas de Blake o Derek. Eso podría comprometer su plan.
Estaba a gusto allí, había conocido a gente buena y a buena gente pero, de una u otra manera, se sentía encerrado en aquel lugar, siempre cumpliendo las órdenes de Blake. Estaba demasiado harto de que todo tuviera que ser cómo él quería.
Estaba sentado en su laboratorio junto a unas muestras de tejido de un zombie. Era espectacular cómo, en los cinco años durante los cuales se había extendido la infección, los podridos no habían mostrado ningún tipo de evolución a nivel cognitivo. Sin embargo, las muestras celulares que manejaba demostraban que el deterioro del tejido se estaba produciendo pero a un ritmo mucho más lento del habitual. Podían pasar años sin que diera con una respuesta y ellos seguirían encerrados, alejados de aquellos seres.
Colocó la muestra en el microscopio y dejó el cuchillo con el que la había cortado sobre la mesa. Se alegró de ello cuando empezó a sonar la alarma. Podía haber tenido un enorme disgusto.
En noches como aquella, Derek acostumbraba a fumar demasiado. Había estado en el exterior y había estado a punto de perder a uno de los suyos por un descuido pero la casualidad, la fortuna o los rápidos reflejos de Derek habían salvado la vida a Max Still.
Consiguieron la gasolina y la aprobación de Blake y eso era lo que realmente importaba. Por primera vez, conseguía las felicitaciones por parte de un adulto. Siempre había sido un tirado, un desecho de la sociedad y ahora era la mano derecha del líder.
Aún así, estaba nervioso y ni siquiera la compañía de aquella joven del refugio, usada por casi todos pero que realmente no importaba a ninguno, excepto a Nikola, no conseguía calmar sus nervios. Apuró las últimas caladas de su cigarrillo y aquella joven le reclamó su compañía. Con escaso interés, Derek se metió de nuevo en la cama. Estaba a punto de disfrutar de una segunda ración de sexo cuando la alarma le interrumpió en el momento menos oportuno.
Sergio estaba aburrido, leyendo por tercera vez el mismo libro en su habitación. Apenas salía al exterior y se pasaba el día en la despensa, el huerto y el establo. Estaba más cómodo con los animales, las plantas o los objetos inertes que con las personas, y más aún con aquellas personas que le rodeaban.
Estaba seguro de que todos ellos habían visto la muerte de cerca pero quizá no tan de cerca como él. Desde que su padre muriera muchos años atrás, Sergio había hablado y convivido con él de forma habitual pero estaba seguro de que aquellas personas no le entendían, estaba seguro de que aquellas personas le miraban con frialdad y miedo.
La cabeza le empezó a doler como cada vez que su padre se comunicaba con él. Esa vez no fue diferente.
- Hijo, estate alerta. Se acercan. Están demasiado cerca de aquí.
- Si tú lo dices, tendré que creerte – Susurró más para sí mismo, sin esperar respuesta. Lejos de todo pronóstico, recibió respuesta.
- Este no es tu sitio, lo sabes pero ten paciencia. Las cosas buenas tardan en llegar. - Y tal cómo había venido desapareció.
Sergio se puso en pie aún conmocionado por las palabras de su padre. Cogió sus armas, su ropa y se puso en cuclillas sobre su cama. Una sonrisa surcó su rostros cuando empezó a sonar la alarma. Su padre nunca se equivocaba.
Chris y Max acostumbraban a hacer la guardia juntos. Hacían un buen equipo y se divertían juntos. Max era un tipo gracioso y chistoso, lo que encajaba a la perfección con la personalidad de Chris. Sin embargo, aquella noche Max no estaba para chistes. Estaba callado y silencioso pero altamente nervioso.
Había estado a punto de morir de la forma más estúpida pero no por culpa de esos podridos y Derek acababa de salvar su vida. Estaba en deuda con él.
- ¿Qué ha pasado esta mañana? - Preguntó Chris.- Desde que regresamos y ya desde la moto te noto raro.
- Nada, no me apetece hablar de eso ahora. Estoy cansado eso es todo.
- Sabes que puede contarme lo que sea. Para eso somos amigos
- Lo sé, tío, pero en serio que no me apetece hablar de eso ahora...
- Te dejaré en paz pero, cabrón, deberías tener más cuidado. Vas a lo loco.
- Vaaaaale, hermanito may... - La frase de Max quedó interrumpida cuando vio cómo el enjambre más grande que había visto nunca, formado por al menos 100 podridos, se acercaba hacia su pequeña granja.
Max dudó sobre si accionar la alarma o no pero total, ya daba lo mismo, los podridos estaban allí a doscientos metros de ellos y no había nada que pudieran hacer para evitar que llegasen hasta ellos. Fue entonces cuando despertó a los supervivientes y rezó para que a la mañana siguiente, siguieran siendo los 35 que eran aquella noche.
Kealah- Cazadora con medias de seda
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
''Cerradlo todo bien. Se acercan. Son demasiados''. Esas fueron sus palabras, cuanto menos, alarmantes, justo antes de desmayarse.
Lo cogí por la cabeza y lo zarandee un poco.
- Oye, ¿quien se acerca?-. No se por que hice esa pregunta, sabía perfectamente quien se acercaba.
En ese momento apareció Connor.
- ¿Que le ha pasado-. Preguntó, arrodillandose a su lado.
- Se ha desmayado, lo mejor será que lo lleves a la enfermería, yo...yo tengo que comprobar algo, pero antes ayúdame a cerrar las puertas.
Cada uno cogimos una de las ruedas con las que se elevaba, estaban a los lados del puente, en una especie de habitaciones sin puerta.
Empezamos a estirar con fuerza, el puente subía despacio, aquellos momentos parecían no tener fin, al fin, el puente estaba arriba, pusieron el seguro a las manivelas, y volvieron donde el nuevo.
- Está bien, ayúdame a levantarlo-. Dijo Connor.
Le ayudé a cargárselo a la espalda, y echó a andar, yo por mi parte, subí a la muralla, y observé afuera.
No se veía nada, la oscuridad era absoluta, en cambio, los gemidos producidos por los zombis, eran mayores de lo habitual.
Corrí hacia una manta que había en una de las torres, y la quité, dejando al descubierto un gran foco, busqué el boton en la parte inferior, y lo pulse.
Un gran haz de luz parpadeante salió despedido hacia el cielo, tras unos segundos, dejó de parpadear, así que dirigí el foco hacia los terrenos frente al castillo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y tuve miedo.
Un centenar de zombis se dirigían hacia el castillo, sus sombras, largas y huesudas, se proyectaban sobre las hojas del huerto, provocando una visión aterradora. Corrí con todas mis fuerzas hacia la sala donde se estaba realizando la proyección, y busqué a Alicia, me acerqué a ella y le dije:
- Necesito decirte una cosa, y a ti también, Arturo-. Dije señalandolo con la cabeza.
Salimos a la entrada de la sala, y allí me preguntó Alicia:
- ¿Que ocurre?.
- Son dos cosas, la primera, ha llegado alguién nuevo-. Me detuve a respirar, el sprint me había dejado agotado.- La segunda, tenemos problemas.
Lo cogí por la cabeza y lo zarandee un poco.
- Oye, ¿quien se acerca?-. No se por que hice esa pregunta, sabía perfectamente quien se acercaba.
En ese momento apareció Connor.
- ¿Que le ha pasado-. Preguntó, arrodillandose a su lado.
- Se ha desmayado, lo mejor será que lo lleves a la enfermería, yo...yo tengo que comprobar algo, pero antes ayúdame a cerrar las puertas.
Cada uno cogimos una de las ruedas con las que se elevaba, estaban a los lados del puente, en una especie de habitaciones sin puerta.
Empezamos a estirar con fuerza, el puente subía despacio, aquellos momentos parecían no tener fin, al fin, el puente estaba arriba, pusieron el seguro a las manivelas, y volvieron donde el nuevo.
- Está bien, ayúdame a levantarlo-. Dijo Connor.
Le ayudé a cargárselo a la espalda, y echó a andar, yo por mi parte, subí a la muralla, y observé afuera.
No se veía nada, la oscuridad era absoluta, en cambio, los gemidos producidos por los zombis, eran mayores de lo habitual.
Corrí hacia una manta que había en una de las torres, y la quité, dejando al descubierto un gran foco, busqué el boton en la parte inferior, y lo pulse.
Un gran haz de luz parpadeante salió despedido hacia el cielo, tras unos segundos, dejó de parpadear, así que dirigí el foco hacia los terrenos frente al castillo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y tuve miedo.
Un centenar de zombis se dirigían hacia el castillo, sus sombras, largas y huesudas, se proyectaban sobre las hojas del huerto, provocando una visión aterradora. Corrí con todas mis fuerzas hacia la sala donde se estaba realizando la proyección, y busqué a Alicia, me acerqué a ella y le dije:
- Necesito decirte una cosa, y a ti también, Arturo-. Dije señalandolo con la cabeza.
Salimos a la entrada de la sala, y allí me preguntó Alicia:
- ¿Que ocurre?.
- Son dos cosas, la primera, ha llegado alguién nuevo-. Me detuve a respirar, el sprint me había dejado agotado.- La segunda, tenemos problemas.
PauTL- Mano derecha del jefe
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
Escuchaba voces a lo lejos. Alguien hablabla, le decian algo... el no podia entener. Solo eran ecos, sonidos sordos que se oian a la lejania.
Un leve sarandeo lo trajo a la realidad de a poco, iba despertando. Sintio que le pincharon el brazo y algo calido empezo a invadir su cuerpo.
-abl. Egrps es detus brs...
-ah? - dijo Leo tratando de mirar la silueta oscura frente a el.
-abl. egrps es detus brs?
-Disculpe no lo entiendo...- repitio, quitando la vista.
Una mano le sujeto el menton, haciendolo girar. De apoco recuperaba la vista. Podia ver que estaba en una habitacion, rodeado de tres personas. Un hombre sujetando una jeringa, otro hombre mas y una mujer.
-Quien eres?- espeto la mujer.
-Mi nombre es Leonidas... Ustedes quienes son?
La mujer lo observaba. Era una señorita, de veintitantos, en buen estado fisico. El pelo le caia ondulado sobre los hombros, de color castaño resaltando los ojos verdes que miraban en profundidad. Al lado de ella un hombre alto, de pelo corto y barba que lo hacia ver bastante atractivo. El otro muchacho era delgado, de cabellos castaños y ojos oscuros. El era el que tenia la jeringa en su mano.
-Mi nombres es Alicia, ellos son Arturo y Michael. Sabes donde estas?
-No-Dijo Leo- solo vi que venia una gran cantidad de esos fiambres y decidi alertarlos. Que sucedio? Donde estan?
-Viniendo hacia aqui, muchacho-Dijo Arturo.- Parece que los atrajiste con el ruido de tu motocicleta.
-No, ellos ya venian hacia aqui. Vine a alertarlos a ustedes, me parecio que si atacaban este castillo no era por que estaban aburridos y no sabian que hacer. Deduje que habrian personas dentro.
-Bueno.- Dijo de pronto Alicia, volviendose a la puerta.-Hay que hacer algo contra eso.
-Yo ire a las defensas.- Dijo Michael.
-Dejenme ayudarlos.-salto Leo mirandolos a los tres.- Si yo los traje, quiero remendar mi error...
Alicia, Arturo y Michael se miraban entre si. Leo esperaba alguna respuesta...
Espero que este bien ^^U
Un leve sarandeo lo trajo a la realidad de a poco, iba despertando. Sintio que le pincharon el brazo y algo calido empezo a invadir su cuerpo.
-abl. Egrps es detus brs...
-ah? - dijo Leo tratando de mirar la silueta oscura frente a el.
-abl. egrps es detus brs?
-Disculpe no lo entiendo...- repitio, quitando la vista.
Una mano le sujeto el menton, haciendolo girar. De apoco recuperaba la vista. Podia ver que estaba en una habitacion, rodeado de tres personas. Un hombre sujetando una jeringa, otro hombre mas y una mujer.
-Quien eres?- espeto la mujer.
-Mi nombre es Leonidas... Ustedes quienes son?
La mujer lo observaba. Era una señorita, de veintitantos, en buen estado fisico. El pelo le caia ondulado sobre los hombros, de color castaño resaltando los ojos verdes que miraban en profundidad. Al lado de ella un hombre alto, de pelo corto y barba que lo hacia ver bastante atractivo. El otro muchacho era delgado, de cabellos castaños y ojos oscuros. El era el que tenia la jeringa en su mano.
-Mi nombres es Alicia, ellos son Arturo y Michael. Sabes donde estas?
-No-Dijo Leo- solo vi que venia una gran cantidad de esos fiambres y decidi alertarlos. Que sucedio? Donde estan?
-Viniendo hacia aqui, muchacho-Dijo Arturo.- Parece que los atrajiste con el ruido de tu motocicleta.
-No, ellos ya venian hacia aqui. Vine a alertarlos a ustedes, me parecio que si atacaban este castillo no era por que estaban aburridos y no sabian que hacer. Deduje que habrian personas dentro.
-Bueno.- Dijo de pronto Alicia, volviendose a la puerta.-Hay que hacer algo contra eso.
-Yo ire a las defensas.- Dijo Michael.
-Dejenme ayudarlos.-salto Leo mirandolos a los tres.- Si yo los traje, quiero remendar mi error...
Alicia, Arturo y Michael se miraban entre si. Leo esperaba alguna respuesta...
Espero que este bien ^^U
Harleigh- Recien llegado al refugio
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Re: En algún rincón sin zombies (Título provisional)
El tiempo pasaba a cuentas lentas, parecía que todo el mundo se había detenido desde el gran boom de los zombies y ahora, solo reinaba lo que la gente creía. Lo malo para algunos, es que las creencias son varias y la variación lleva al caos, aunque para un tipo como yo el caos no era problema alguno, ya que si las cosas se ponían demasiado feas me mandaba a volar a mi mismo, tenía muchos lugares para elegir y viajar solo no era un problema, así que podía escapar sin temor a nada ya que la muerte no me importaba, y sabía que un día de estos acabaría bajo los dientes de un desgraciado, pero prefería romperme la cabeza a golpes de un bate de titanio, a ser como aquellos podridos que tanto odiaba y que me habían quitado la vida desde el día que comenzaron a joder. Pero ahora estaba en un mundo completamente nuevo, más hostil si, pero tranquilo a su manera y éso me alegraba, ya que nunca había querido estudiar más de la cuenta, menos que tener que trabajar en uno de los miles empleos que habían en el mundo anterior, cuando todo era una completa mierda. Los días ya no eran como antes, ahora solo se regía por la salida del sol y el ocaso del mismo, las horas ya no tenían significado alguno porque nadie se fijaba en aquello, o bueno, al menos las personas que conocía no se interesaban mucho por el tema de las horas.
La mañana pintaba ser tan tranquila como las otras, aún no se escuchaba mucho movimiento en las afueras de mi casa aunque si alguno que otro signo de que algunos trabajos ya se estaban llevando a cabo, en la lejanía un sonido de golpes a la madera era perceptible si me quedaba atento, de seguro alguno estaba haciendo leña. Volteé mi mirada y allí estaba la chica de mis sueños, si, la misma que me hacía sentir vivo y la que estaba para ayudarme, brindarme amor y bueno, muchas otras cosas de la cual disfrutaba a sus momentos. Con un levé movimiento de mi mano, con cuidado de no molestarla le quité un mechón de cabello de delante de sus ojos y así, dejé que siguiera durmiendo tranquila, Jules parecía un bebé cuando dormía ya que no emitía sonido alguno, más el de la respiración que era leve y casi silenciosa, como un pequeño susurro en medio de un mar de silencio, que se hacía notable si, pero casi imposible de percibir si no se le prestaba la atención necesaria. Pero ya hacía mucho tiempo que estaba a su lado, y las cientos de noches que había permanecido despierto mientras ella dormía, cuidándola de todo mal alguno y brindándole mi amor incondicional de manera indirecta, con caricias y besos suaves, me había dado el don de poder escucharle su respiración por más leve que fuera.
Me levanté de la cama intentando hacer el menor ruido posible, era una cama bastante vieja pero muy cómoda, había sido extraída como todo lo demás del castillo que tenía mil y una habitación, así que no le importaba a nadie sacar cosas de allá, todo lo contrario, todos lo hacíamos aunque claro que siempre siguiendo las reglas de el grupo. Lo primero que hice fue cerrar la puerta de la habitación con sumo cuidado, y tras refrescar mi rostro en el lavadero del baño improvisado que había, me coloqué los pantalones militares que había cogido de una vieja tienda de pesca y caza la cuál habíamos visitado tiempo antes, en una de aquellas salidas en busca de suministros y supervivientes ... bueno, de suministros ya que hacía tiempo desde que habíamos encontrando a la última persona viva fuera del refugio, y la cual aún no tenía intenciones de comer a otros seres humanos. Una remera de color negro y mangas corta que me quedaba bien con el pantalón y finalmente, unas botas de cuero lo suficientemente cómodas y resistentes, para correr durante días sin descanso, todo aquello lo había ido consiguiendo de salidas anteriores, y ahora parecía un típico militar, exceptuando que no tenía armas o bueno, armas de fuego ... ya que ahora solo llevaba conmigo un bate de titanio, y el jodido fusil que se había encasquillado y casi me había matado con la culata, años atrás. Afuera estaba un poco fresco, no era algo intenso pero tampoco estaba el típico calor molesto que jodía a cualquier persona, así que me la pensé y tras cerrar bien la puerta de mi casa, comencé a caminar sin rumbo fijo y a paso lento, admirando el pintoresco panorama de una sobre población en un lugar no muy adaptado para tanta vida, algunas casas ya estaban en funcionamiento y salían personas y sonidos de dentro, otras seguían cerradas por completo, seguramente sus dueños estarían durmiendo ... o claro, haciendo otras cosas, necesidades naturales, como solía decirle yo.
- Joder, qué asqueroso olor - Me dije a mi mismo, tras pasar por una casa que parecía cerrada a cal y canto, seguramente su antiguo dueño había muerto y ahora la estarían desinfectando o parecido, las ventanas estaban tapadas con tablas las cuales habían sido clavadas por el lado de afuera, la puerta estaba escondida tras un gran grupo de tablas apiladas de manera elegante, para prohibir el paso a todo curioso que quería echar un vistazo, yo no era uno de ésos así que ni pensaba acercarme el lugar. Giré mi vista al escuchar unos pasos descuidados acercarse hacía mi, si, aquellos pasos redundantes que se escuchaban por todos lados cuando se está fuera del refugio, me alerté pensando que era un podrido y éso fue lo que me hizo girar tan rápido, pero al instante que vi a la persona una sonrisa se esbozó en mi rostro, más porque me daba gracia el propio susto que me había llevado de manera inútil. Jules con cara de sueño venía caminando hacia mi, seguramente se había despertado tras mi partida y advirtiendo que saldría a caminar, decidió seguirme, por fortuna llevaba ropa decente puesta, parecía recién salida de la cama aunque con su chaqueta de cuero y aquellos jeans tan ajustados, muchas otras cosas se podrían mal pensar.
La sujeté entre mis brazos sin mediar palabra alguna, y tras robarle un profundo beso olvidé por completo el jodido aroma que había en el aire, la miré a los ojos y volteé un poco, quedando a su lado para sostenerla con un brazo que rodeaba su espalda y terminaba en su cintura y así, comenzar a caminar lentamente hacia las zonas en donde poca gente vivía y el aire era más saludable, sin prisa alguna.
- Ya te has levantando amor, pensé que dormirías bastante tras lo de anoche - Le comenté con cierto tono pícaro en la voz, para admirarla de cuerpo completo unos segundos, y continuar caminando a su lado.
- Ss-si, claro que debería de haber seguido durmiendo pero ... bueno, ha sido tu culpa por despertarme y más por dejarme agotada anoche ... - Dijo ella, se le podía notar cierto de rubor en las mejillas, que tras su tez delicada y pálida, era muy notable cualquier cosa que le sucediese, es por éso que yo me encargaba de cuidarla bien y de tratarla como una reina.
Mi sonrisa aumentaba tras cada segundo de aquella charla, hablamos de algunos temas más, cosas triviales y tras lo mismo, terminamos aquella caminata matutina que por sobre yo solía tomar, para regresar a la casa y de a poco, poner en pos los trabajos que llevaríamos a cabo el día de hoy. Se celebraba el cumpleaños del más pequeño del grupo, el hijo de Alicia y mi aprendiz, aunque bueno, lo cierto era que Jules le estaba enseñando a leer y yo lo que más podía hacer era cuidar cuando estaba en mi puesto, que el pequeño no se acercara demasiado al perímetro de las murallas, porque del otro lado estaban los jodidos y éso, para el pequeño podría ser un problema.
La noche pintaba ser movida, se suponía que iba a haber una gran cena en celebración al niño y luego una película, bueno, si a éso se le podía llamar película aunque claro que era infantil, ya que era para el niño. Es por éso que había conseguido un permiso para poder subir a lo más alto del castillo, allí estaría tranquilo sin lugar a dudas y de paso, podría ver todos los alrededores del mismo. El día fue movido, Jules partió junto a otras damas y Alicia para preparar algo, no sabía bien qué pero se le notaba entusiasma con poder ayudar en éso, no le pedí muchas explicaciones ya que sabía que era algo normal, así que tras su partida salí hacia afuera de la casa y busqué a un lado de la misma, debajo de unas lonas de la cual saqué una escalera de madera que había construido, y la dejé reposada contra la casa para tener acceso al techo de la misma y por si las dudas, una clara vía de escape. Debajo de las lonas, aún estaba reposando una motocicleta que había recogido en una salida, era una Honda Hornet 1000 que tras pasar cerca de una gasolinera, había fichado con mis ojos y antes de partir la había cogido en plan de restaurarla. Me llevó cerca de siete meses restaurarla por completo, pero para cuando la fecha, ya estaba en perfecto estado a no ser claro, por la carrocería que tenía algunos daños menores y dos agujeros de bala en la zona de atrás, cortesía de alguien desconocido que le habrá disparado al antiguo dueño. Las llave las tenía encima de mi siempre, en un bolsillo seguro y sujetadas con una cadena a mi pantalón, porque sabía que hoy en día vehículos así era valorados y la desesperación llegaba a alcanzar estandartes altos. El tanque de la moto estaba cargado de gasolina que había pedido prestada para una supuesta cremación de cadáveres de podridos, y de manera sutil había cargado el tanque por completo, hasta dejar la gasolina al límite. Una vez por semana, en mitad de la noche y con un par de contenedores y una manguera, removía la gasolina durante un rato y la volvía a verter en el tanque, para no dejar que nada le sucediese a la misma ni dejar que por la falta de movimiento, sufriera de oxidaciones o otras cosas, que echarían a perder todo.
Volví a cubrir con las lonas y unas tablas la motocicleta, dejando la misma sujetada por varias cadenas a la casa y portando conmigo también las llaves de los candados, para luego partir en dirección a la muralla norte, debía de levantar unas cuantas cosas y re ordenarlas. Por el camino me pasé por el arsenal que había cerca de donde dos militares estaban postrados en un viejo sofá, arrojado a su suerte allí para que sirviera de asiento para los guardias, y con una orden firmada retiré una caja de munición calibre 50. para la ametralladora, mi deber de hoy era llevarle munición a los muchachos que habían allí y así fue como para el comienzo de la noche, ya había terminado todos los encargos y para fortuna, me habían regalado una caja de cigarrillos de una marca no muy conocida, pero apetecible al final. Fumaba a escondidas de Jules porque sabía que no me dejaría hacerlo, pero era para aplacar el frío invernal el por qué había comenzado a fumar, y se había vuelto un vicio que hasta ahora mantenía, en secreto, claro está.
La hora de la fiesta llegó, no pensaba cambiarme de ropa ya que había que estar preparado siempre, aunque me había dado una ligera ducha para quitarme el olor a cigarrillos antes de volver a ver a Jules, con la cual tras compartir una segunda ducha y jugar un rato en la misma, partimos hacia el castillo en donde se llevaría a cabo el cumpleaños del pequeño, y bueno, la película aquella que pensaban mirar.
Llegamos hasta el castillo en cinco minutos, porque no íbamos muy apresurados y nos dimos cuenta de que todo estaba por comenzar. Tras una larga cena, y festejarle el cumpleaños al pequeño llegó la hora de la película, y como estaba arreglando de ante mano, Jules se quedó cerca del pequeño y yo subí hasta lo más alto del castillo para así, encender un cigarro y recostar mi espalda contra una de las paredes, mirando el entorno para luego, bostezar un poco y caminar. En la parte delante habían dos chicos cuidando la puerta y la cercanía, así que volteé nuevamente y caminé hasta la otra punta del castillo, era bastante grande así que apenas se escuchaba nada ya, solo el susurro del viento entre los árboles. Admiré el océano en la lejanía, apenas era una franja diminuta en el horizonte que se perdía mientras la noche avanzaba.
Sonreí con nostalgia al recordar tiempos pasados, el cigarro seguía humeante en mis labios y mi mirada perdida en el horizonte, buscando algo, una señal de vida.
La mañana pintaba ser tan tranquila como las otras, aún no se escuchaba mucho movimiento en las afueras de mi casa aunque si alguno que otro signo de que algunos trabajos ya se estaban llevando a cabo, en la lejanía un sonido de golpes a la madera era perceptible si me quedaba atento, de seguro alguno estaba haciendo leña. Volteé mi mirada y allí estaba la chica de mis sueños, si, la misma que me hacía sentir vivo y la que estaba para ayudarme, brindarme amor y bueno, muchas otras cosas de la cual disfrutaba a sus momentos. Con un levé movimiento de mi mano, con cuidado de no molestarla le quité un mechón de cabello de delante de sus ojos y así, dejé que siguiera durmiendo tranquila, Jules parecía un bebé cuando dormía ya que no emitía sonido alguno, más el de la respiración que era leve y casi silenciosa, como un pequeño susurro en medio de un mar de silencio, que se hacía notable si, pero casi imposible de percibir si no se le prestaba la atención necesaria. Pero ya hacía mucho tiempo que estaba a su lado, y las cientos de noches que había permanecido despierto mientras ella dormía, cuidándola de todo mal alguno y brindándole mi amor incondicional de manera indirecta, con caricias y besos suaves, me había dado el don de poder escucharle su respiración por más leve que fuera.
Me levanté de la cama intentando hacer el menor ruido posible, era una cama bastante vieja pero muy cómoda, había sido extraída como todo lo demás del castillo que tenía mil y una habitación, así que no le importaba a nadie sacar cosas de allá, todo lo contrario, todos lo hacíamos aunque claro que siempre siguiendo las reglas de el grupo. Lo primero que hice fue cerrar la puerta de la habitación con sumo cuidado, y tras refrescar mi rostro en el lavadero del baño improvisado que había, me coloqué los pantalones militares que había cogido de una vieja tienda de pesca y caza la cuál habíamos visitado tiempo antes, en una de aquellas salidas en busca de suministros y supervivientes ... bueno, de suministros ya que hacía tiempo desde que habíamos encontrando a la última persona viva fuera del refugio, y la cual aún no tenía intenciones de comer a otros seres humanos. Una remera de color negro y mangas corta que me quedaba bien con el pantalón y finalmente, unas botas de cuero lo suficientemente cómodas y resistentes, para correr durante días sin descanso, todo aquello lo había ido consiguiendo de salidas anteriores, y ahora parecía un típico militar, exceptuando que no tenía armas o bueno, armas de fuego ... ya que ahora solo llevaba conmigo un bate de titanio, y el jodido fusil que se había encasquillado y casi me había matado con la culata, años atrás. Afuera estaba un poco fresco, no era algo intenso pero tampoco estaba el típico calor molesto que jodía a cualquier persona, así que me la pensé y tras cerrar bien la puerta de mi casa, comencé a caminar sin rumbo fijo y a paso lento, admirando el pintoresco panorama de una sobre población en un lugar no muy adaptado para tanta vida, algunas casas ya estaban en funcionamiento y salían personas y sonidos de dentro, otras seguían cerradas por completo, seguramente sus dueños estarían durmiendo ... o claro, haciendo otras cosas, necesidades naturales, como solía decirle yo.
- Joder, qué asqueroso olor - Me dije a mi mismo, tras pasar por una casa que parecía cerrada a cal y canto, seguramente su antiguo dueño había muerto y ahora la estarían desinfectando o parecido, las ventanas estaban tapadas con tablas las cuales habían sido clavadas por el lado de afuera, la puerta estaba escondida tras un gran grupo de tablas apiladas de manera elegante, para prohibir el paso a todo curioso que quería echar un vistazo, yo no era uno de ésos así que ni pensaba acercarme el lugar. Giré mi vista al escuchar unos pasos descuidados acercarse hacía mi, si, aquellos pasos redundantes que se escuchaban por todos lados cuando se está fuera del refugio, me alerté pensando que era un podrido y éso fue lo que me hizo girar tan rápido, pero al instante que vi a la persona una sonrisa se esbozó en mi rostro, más porque me daba gracia el propio susto que me había llevado de manera inútil. Jules con cara de sueño venía caminando hacia mi, seguramente se había despertado tras mi partida y advirtiendo que saldría a caminar, decidió seguirme, por fortuna llevaba ropa decente puesta, parecía recién salida de la cama aunque con su chaqueta de cuero y aquellos jeans tan ajustados, muchas otras cosas se podrían mal pensar.
La sujeté entre mis brazos sin mediar palabra alguna, y tras robarle un profundo beso olvidé por completo el jodido aroma que había en el aire, la miré a los ojos y volteé un poco, quedando a su lado para sostenerla con un brazo que rodeaba su espalda y terminaba en su cintura y así, comenzar a caminar lentamente hacia las zonas en donde poca gente vivía y el aire era más saludable, sin prisa alguna.
- Ya te has levantando amor, pensé que dormirías bastante tras lo de anoche - Le comenté con cierto tono pícaro en la voz, para admirarla de cuerpo completo unos segundos, y continuar caminando a su lado.
- Ss-si, claro que debería de haber seguido durmiendo pero ... bueno, ha sido tu culpa por despertarme y más por dejarme agotada anoche ... - Dijo ella, se le podía notar cierto de rubor en las mejillas, que tras su tez delicada y pálida, era muy notable cualquier cosa que le sucediese, es por éso que yo me encargaba de cuidarla bien y de tratarla como una reina.
Mi sonrisa aumentaba tras cada segundo de aquella charla, hablamos de algunos temas más, cosas triviales y tras lo mismo, terminamos aquella caminata matutina que por sobre yo solía tomar, para regresar a la casa y de a poco, poner en pos los trabajos que llevaríamos a cabo el día de hoy. Se celebraba el cumpleaños del más pequeño del grupo, el hijo de Alicia y mi aprendiz, aunque bueno, lo cierto era que Jules le estaba enseñando a leer y yo lo que más podía hacer era cuidar cuando estaba en mi puesto, que el pequeño no se acercara demasiado al perímetro de las murallas, porque del otro lado estaban los jodidos y éso, para el pequeño podría ser un problema.
La noche pintaba ser movida, se suponía que iba a haber una gran cena en celebración al niño y luego una película, bueno, si a éso se le podía llamar película aunque claro que era infantil, ya que era para el niño. Es por éso que había conseguido un permiso para poder subir a lo más alto del castillo, allí estaría tranquilo sin lugar a dudas y de paso, podría ver todos los alrededores del mismo. El día fue movido, Jules partió junto a otras damas y Alicia para preparar algo, no sabía bien qué pero se le notaba entusiasma con poder ayudar en éso, no le pedí muchas explicaciones ya que sabía que era algo normal, así que tras su partida salí hacia afuera de la casa y busqué a un lado de la misma, debajo de unas lonas de la cual saqué una escalera de madera que había construido, y la dejé reposada contra la casa para tener acceso al techo de la misma y por si las dudas, una clara vía de escape. Debajo de las lonas, aún estaba reposando una motocicleta que había recogido en una salida, era una Honda Hornet 1000 que tras pasar cerca de una gasolinera, había fichado con mis ojos y antes de partir la había cogido en plan de restaurarla. Me llevó cerca de siete meses restaurarla por completo, pero para cuando la fecha, ya estaba en perfecto estado a no ser claro, por la carrocería que tenía algunos daños menores y dos agujeros de bala en la zona de atrás, cortesía de alguien desconocido que le habrá disparado al antiguo dueño. Las llave las tenía encima de mi siempre, en un bolsillo seguro y sujetadas con una cadena a mi pantalón, porque sabía que hoy en día vehículos así era valorados y la desesperación llegaba a alcanzar estandartes altos. El tanque de la moto estaba cargado de gasolina que había pedido prestada para una supuesta cremación de cadáveres de podridos, y de manera sutil había cargado el tanque por completo, hasta dejar la gasolina al límite. Una vez por semana, en mitad de la noche y con un par de contenedores y una manguera, removía la gasolina durante un rato y la volvía a verter en el tanque, para no dejar que nada le sucediese a la misma ni dejar que por la falta de movimiento, sufriera de oxidaciones o otras cosas, que echarían a perder todo.
Volví a cubrir con las lonas y unas tablas la motocicleta, dejando la misma sujetada por varias cadenas a la casa y portando conmigo también las llaves de los candados, para luego partir en dirección a la muralla norte, debía de levantar unas cuantas cosas y re ordenarlas. Por el camino me pasé por el arsenal que había cerca de donde dos militares estaban postrados en un viejo sofá, arrojado a su suerte allí para que sirviera de asiento para los guardias, y con una orden firmada retiré una caja de munición calibre 50. para la ametralladora, mi deber de hoy era llevarle munición a los muchachos que habían allí y así fue como para el comienzo de la noche, ya había terminado todos los encargos y para fortuna, me habían regalado una caja de cigarrillos de una marca no muy conocida, pero apetecible al final. Fumaba a escondidas de Jules porque sabía que no me dejaría hacerlo, pero era para aplacar el frío invernal el por qué había comenzado a fumar, y se había vuelto un vicio que hasta ahora mantenía, en secreto, claro está.
La hora de la fiesta llegó, no pensaba cambiarme de ropa ya que había que estar preparado siempre, aunque me había dado una ligera ducha para quitarme el olor a cigarrillos antes de volver a ver a Jules, con la cual tras compartir una segunda ducha y jugar un rato en la misma, partimos hacia el castillo en donde se llevaría a cabo el cumpleaños del pequeño, y bueno, la película aquella que pensaban mirar.
Llegamos hasta el castillo en cinco minutos, porque no íbamos muy apresurados y nos dimos cuenta de que todo estaba por comenzar. Tras una larga cena, y festejarle el cumpleaños al pequeño llegó la hora de la película, y como estaba arreglando de ante mano, Jules se quedó cerca del pequeño y yo subí hasta lo más alto del castillo para así, encender un cigarro y recostar mi espalda contra una de las paredes, mirando el entorno para luego, bostezar un poco y caminar. En la parte delante habían dos chicos cuidando la puerta y la cercanía, así que volteé nuevamente y caminé hasta la otra punta del castillo, era bastante grande así que apenas se escuchaba nada ya, solo el susurro del viento entre los árboles. Admiré el océano en la lejanía, apenas era una franja diminuta en el horizonte que se perdía mientras la noche avanzaba.
Sonreí con nostalgia al recordar tiempos pasados, el cigarro seguía humeante en mis labios y mi mirada perdida en el horizonte, buscando algo, una señal de vida.
.:Rodriux:.- Superviviente
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