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Segunda prueba
¿Furulas?
Carlos. Primera parte
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Neno
GabrielSylar
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Carlos. Primera parte
Me encanta hacer los deberes corriendo al llegar a casa, así tengo toda la tarde para jugar y, si llega el fin de semana, dos días enteros para montar historias. Porque aunque no se lo cuento a los niños de la clase, me encanta inventar historias con Inés y con Adrián. Ellos no van a mi colegio. Inés, aunque yo nunca se lo digo, es una niña muy guapa. Ella es mayor, tiene nueve años, pero prefiere jugar con Adrián y conmigo, aunque seamos niños y un poco más pequeños, antes que jugar con las chicas. Sus amigas, como la mayoría de las niñas, son aburridas. Pero ella es diferente, por eso juega con nosotros.
Hoy, en realidad, estoy castigado pero mamá ha dicho que me da diez minutos para jugar con mis amigos, el tiempo que tardará en tender la ropa. Cuando mamá dice diez minutos son, por lo menos, veinte, porque ella no cuenta el tiempo que se para a hablar con Maica, su amiga de la puerta de enfrente. Ni el que pierde con Lali, la señora que le pregunta por mí y le da caramelos, claro que los de hoy no voy a poder comérmelos, son las consecuencias de un buen castigo.
Así que tengo, por lo menos, veinte minutos para salir, buscar a Adrián y a Inés, jugar con ellos y subir corriendo a la azotea para ir con mamá a comer a casa. Veinte minutos que volarán como si fueran cinco.
Bajo corriendo. Mamá no ha notado que llevo el pijama puesto y si lo sabe debe de pensar que es de esos con los que puedo salir a la calle si no le digo a los demás niños que estoy en pijama. La puerta del portal está abierta. No hay demasiada gente en la calle. Hace calor. Veo a Adrián sentado en el portal de enfrente con su patinete a los pies, debe de estar esperando a Inés. Es raro porque Inés suele ser la primera en llegar. A su madre no le importa demasiado que se lleve todo el día en la calle, tiene suerte, puede hacer siempre lo que quiera. Adrián, en cambio, tiene que suplicar a su madre por cada segundo que pasa con nosotros y, no digamos, si queremos invitarlo a nuestras casas.
Decido cruzar la calle.
—Hola, Adrián, ¿qué haces? —le pregunto.
—Esperar a Inés, dijo que vendría hace más de una hora —responde Adrián.
—¡Qué raro! ¿Y una hora llevas aquí sentado?
—Sí, ¿qué pasa? —contesta enfadado.
—Eh, yo no te he hecho nada para que me hables así, ¿qué te pasa?
—Nada. —Adrián mira para el suelo.
—Algo te pasa, ¿estás enfadado conmigo?
—No.
—¿Y con Inés?
—No, con ella tampoco.
—¿Con tu madre?
—¡Déjame en paz! —Adrián se levanta y me da un empujón.
—¿Por qué me empujas? ¿Qué ha pasado? — insisto.
—Te he dicho que no ha pasado nada.
—Mira, Adrián, por allí viene Inés —digo señalando la esquina de la calle.
Es raro que Inés llegue tarde, nunca lo hace. Hoy viene diferente. Los días en los que se pone falda parece una niña de verdad y, a veces, sin quererlo, me da vergüenza hablar con ella. Por eso prefiero que venga con sus pantalones, es todo más fácil. Pero hoy viene con una falda.
Le saludamos. No responde. Espero que no esté ella también enfadada, ya tengo suficiente con el castigo de mamá y el mosqueo de Adrián. Está extraña. Se ha parado al lado de una señora y no deja de mirarla. Decido llamar su atención.
—¡Inés! ¡Inés! ¡Estamos aquí! —grito moviendo los brazos de manera exagerada para que nos vea.
Inés nos ha visto y por eso se acerca a nosotros. Le hablo pero no responde. No sé qué le ocurrirá. Debe ser cosa de chicas, ayer pasó la tarde con sus amigas, seguro que le han dicho alguna tontería. Vuelvo a hablarle pero ella sigue sin responder. De repente cierra los ojos y parece marearse. Intento agarrarla pero nos caemos al suelo. Está como dormida. No responde. Se le ha levantado la falda al caer y tiene sangre en una pierna… ¡Tiene sangre! ¡Tiene sangre! Miro a Adrián pero él está en silencio apoyado en el portal en el que estaba sentado cuando bajé. Se me va a ir el tiempo, pienso, mamá va a terminar de tender la ropa y no voy a estar allí. Le voy a contar todo esto y no va a creerme. Vuelvo a mirar la herida de Inés, me acerco y me dan ganas de vomitar. No es una herida normal, no es como cuando te caes corriendo o cuando te arañas con algo. Es como si algún animal rabioso le hubiese dado un bocado. Se lo digo a Adrián, que ahora parece asustado. Está blanco y suda. No entiendo por qué no viene a ayudarme con Inés, también es su amiga y ella le ha ayudado a él muchas veces. No sé qué le ocurre. La señora de la tienda de comestibles se ha asomado a la puerta, le explico qué ha pasado y cierra corriendo puertas y persianas. ¡La gente se ha vuelto loca!
(continuará)
(No es mio)
Hoy, en realidad, estoy castigado pero mamá ha dicho que me da diez minutos para jugar con mis amigos, el tiempo que tardará en tender la ropa. Cuando mamá dice diez minutos son, por lo menos, veinte, porque ella no cuenta el tiempo que se para a hablar con Maica, su amiga de la puerta de enfrente. Ni el que pierde con Lali, la señora que le pregunta por mí y le da caramelos, claro que los de hoy no voy a poder comérmelos, son las consecuencias de un buen castigo.
Así que tengo, por lo menos, veinte minutos para salir, buscar a Adrián y a Inés, jugar con ellos y subir corriendo a la azotea para ir con mamá a comer a casa. Veinte minutos que volarán como si fueran cinco.
Bajo corriendo. Mamá no ha notado que llevo el pijama puesto y si lo sabe debe de pensar que es de esos con los que puedo salir a la calle si no le digo a los demás niños que estoy en pijama. La puerta del portal está abierta. No hay demasiada gente en la calle. Hace calor. Veo a Adrián sentado en el portal de enfrente con su patinete a los pies, debe de estar esperando a Inés. Es raro porque Inés suele ser la primera en llegar. A su madre no le importa demasiado que se lleve todo el día en la calle, tiene suerte, puede hacer siempre lo que quiera. Adrián, en cambio, tiene que suplicar a su madre por cada segundo que pasa con nosotros y, no digamos, si queremos invitarlo a nuestras casas.
Decido cruzar la calle.
—Hola, Adrián, ¿qué haces? —le pregunto.
—Esperar a Inés, dijo que vendría hace más de una hora —responde Adrián.
—¡Qué raro! ¿Y una hora llevas aquí sentado?
—Sí, ¿qué pasa? —contesta enfadado.
—Eh, yo no te he hecho nada para que me hables así, ¿qué te pasa?
—Nada. —Adrián mira para el suelo.
—Algo te pasa, ¿estás enfadado conmigo?
—No.
—¿Y con Inés?
—No, con ella tampoco.
—¿Con tu madre?
—¡Déjame en paz! —Adrián se levanta y me da un empujón.
—¿Por qué me empujas? ¿Qué ha pasado? — insisto.
—Te he dicho que no ha pasado nada.
—Mira, Adrián, por allí viene Inés —digo señalando la esquina de la calle.
Es raro que Inés llegue tarde, nunca lo hace. Hoy viene diferente. Los días en los que se pone falda parece una niña de verdad y, a veces, sin quererlo, me da vergüenza hablar con ella. Por eso prefiero que venga con sus pantalones, es todo más fácil. Pero hoy viene con una falda.
Le saludamos. No responde. Espero que no esté ella también enfadada, ya tengo suficiente con el castigo de mamá y el mosqueo de Adrián. Está extraña. Se ha parado al lado de una señora y no deja de mirarla. Decido llamar su atención.
—¡Inés! ¡Inés! ¡Estamos aquí! —grito moviendo los brazos de manera exagerada para que nos vea.
Inés nos ha visto y por eso se acerca a nosotros. Le hablo pero no responde. No sé qué le ocurrirá. Debe ser cosa de chicas, ayer pasó la tarde con sus amigas, seguro que le han dicho alguna tontería. Vuelvo a hablarle pero ella sigue sin responder. De repente cierra los ojos y parece marearse. Intento agarrarla pero nos caemos al suelo. Está como dormida. No responde. Se le ha levantado la falda al caer y tiene sangre en una pierna… ¡Tiene sangre! ¡Tiene sangre! Miro a Adrián pero él está en silencio apoyado en el portal en el que estaba sentado cuando bajé. Se me va a ir el tiempo, pienso, mamá va a terminar de tender la ropa y no voy a estar allí. Le voy a contar todo esto y no va a creerme. Vuelvo a mirar la herida de Inés, me acerco y me dan ganas de vomitar. No es una herida normal, no es como cuando te caes corriendo o cuando te arañas con algo. Es como si algún animal rabioso le hubiese dado un bocado. Se lo digo a Adrián, que ahora parece asustado. Está blanco y suda. No entiendo por qué no viene a ayudarme con Inés, también es su amiga y ella le ha ayudado a él muchas veces. No sé qué le ocurre. La señora de la tienda de comestibles se ha asomado a la puerta, le explico qué ha pasado y cierra corriendo puertas y persianas. ¡La gente se ha vuelto loca!
(continuará)
(No es mio)
GabrielSylar- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Pero este relato lo has escrito tú? Porque viene con paréntesis al final "No es mío" xD. Si no es tuyo no debería de estar en el apartado de "Tus trabajos" ya que no es tuyo.
Sobre el relato/cap. esta bien, corto y rápido, los sucesos han pasado de un tramo a otro pero de buena manera
Sobre el relato/cap. esta bien, corto y rápido, los sucesos han pasado de un tramo a otro pero de buena manera
Neno- Cazador cojonudo
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Fecha de inscripción : 02/07/2010
Re: Carlos. Primera parte
No sabia donde colocarlo, no, no es mio jaja! Pero me a gustado mucho y por eso lo e puesto. si a la gente le gusta y comentará mas, pues pondría la segunda parte.
(Seguro que me quitan otro punto, por haberlo puesto en el sitio incorrecto xD)
(Seguro que me quitan otro punto, por haberlo puesto en el sitio incorrecto xD)
GabrielSylar- Superviviente
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Fecha de inscripción : 08/11/2012
Re: Carlos. Primera parte
Recuerda, si no sabes donde poner un hilo (sea un relato o de otra temática) puedes consultarlo por MP, y te ahorras el aviso
Re: Carlos. Primera parte
Pues ahora mandaré un MP a Grinko para que lo cambie de sitio y no te quite puntos porque macho, llevas una racha de suerte... xD. Lo dicho, me ha gustado, así que sube los otros caps. cuando hayan movido de hilo este tema.
Ya sabes, en la próxima, manda un MP a Grinko, Shadow o a mi (los que estamos aquí mas activos por ahora) si tienes alguna duda sobre cualquier cosa, ya te lo subrayo eh jajajaja, y en negrita!
Ya sabes, en la próxima, manda un MP a Grinko, Shadow o a mi (los que estamos aquí mas activos por ahora) si tienes alguna duda sobre cualquier cosa, ya te lo subrayo eh jajajaja, y en negrita!
Neno- Cazador cojonudo
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Fecha de inscripción : 02/07/2010
Re: Carlos. Primera parte
Voy a levantar la mano por esta vez.
Las cosas que encuentres por internet y este relacionado con zombies, iran a la seccion "zombies es la red"
Te lo muevo.
Las cosas que encuentres por internet y este relacionado con zombies, iran a la seccion "zombies es la red"
Te lo muevo.
Grinko_92- Jefe de Seguridad
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Localización : Alcala de Henares
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Re: Carlos. Primera parte
Gracias... Me emocionais ajjaja Es que joer me está costando un monton leñe.... que conste que las cosas me suelen entrar antes... jajaa pues lo dicho gracias! y la próxima vez preguntaré (lo juro)
Lo subo aquí mismo la segunda parte?
Lo subo aquí mismo la segunda parte?
GabrielSylar- Superviviente
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Localización : En continuo movimiento...
Fecha de inscripción : 08/11/2012
Re: Carlos. Primera parte
SI, porque ya lo han movido. Cuelga aquí los demás capítulos, y si sabes de quién es pues ponla también, así honrarás a la persona que lo ha escrito jajaja
Neno- Cazador cojonudo
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Localización : Madriz.
Fecha de inscripción : 02/07/2010
Segunda parte. Carlos.
Pues aquí lo teneis.
No sé por qué pero acabo de dar un salto hacia atrás. Inés se ha movido y no he podido evitar darlo. Adrián ha cogido aire y ahora le oigo respirar muy fuerte, pero no puedo mirarlo, no puedo porque Inés se está moviendo, su cuerpo ha comenzado a temblar. Lo hace también el mío porque justo en el momento en el que a Inés parece darle un espasmo oigo un grito que viene de lejos. No sé qué estará pasando pero esto está empezando a darme miedo. Inés sigue temblando y, casi en un segundo, se incorpora y vomita. Pero no vomita como vomitamos cuando estamos enfermos o nos duele la barriga. Lo que sale de su boca es rojo muy oscuro, casi negro, y me salpica. Intento hablar con ella pero no dice nada. Es como intentar hablar con un perro furioso. No dice nada y no deja de mirarme. Sus ojos ya no son como los que me hacían pensar que era guapa. Ya no es guapa, es fea, horrorosa, y me da miedo. Sus ojos parecen dos luces rojas. Me levanto, despacio, como si quisiera que ella no lo notara. Pero también despacio, Inés va acercándose a mí. Quiero llorar. Quiero subir a la azotea con mamá. Sé que no va a creer nada de esto pero quiero subir con ella. No quiero jugar más con Inés. Camino hacia detrás al tiempo que ella camina hacia mí. Le cuesta moverse. Hace un gesto de esfuerzo para salir corriendo donde estoy yo y se abalanza sobre mí. Le agarro de las manos e intento hablar con ella pero sigue sin escuchar. Casi no me salen las palabras y siento que me hago pis. Ella acerca su cabeza a mí como si quisiera morderme, pero ¿por qué iba a hacer eso? ¿Por qué a mí que soy su mejor amigo? Le doy una patada, se detiene, sigo agarrándola de las muñecas. Ella se mira la pierna en la que le he golpeado, me relajo un poco y siento que le he hecho daño. Se mira la pierna, levanta la cabeza, me mira, le miro. Permanecemos en silencio y, en apenas un segundo, vuelve a gruñir y consigue morder mi brazo izquierdo. Me duele. Me duele como si estuviera arrancándome la piel. Vuelvo a golpearle las piernas pero no responde. Separa su boca de mi brazo e intenta ir a mi cuello y justo en ese momento, sin que apenas me dé cuenta, Adrián aparece con su patinete en las manos y lo estrella contra la cabeza de Inés una y otra vez mientras grita y llora. Ella me suelta. Se ha vuelto loco. Todos lo han hecho. Me tropiezo con el tronco del árbol que tengo detrás y me freno ahí. Inés está en el suelo. Ya nada de ella es bonito, ni sus ojos, ni su falda de colores ahora rota y manchada por todas partes, ni la cara que ya no veo. Grito, grito para que venga mi madre pero sé que no puede oírme. Adrián sale corriendo, corre como nunca antes había corrido en ningún juego. Deja el patinete manchado de sangre junto a Inés. Ella permanece en el suelo. No sé si está muerta. No sé cómo son los muertos y, si no hubiera visto a Adrián reventarle la cabeza, tampoco sabría si esa niña es Inés. Me sangra el brazo. Me siento fatigado. No quiero seguir en la calle, no quiero ver lo que queda de Inés. Quiero irme. Quiero dormir. Dormir, despertarme y darme cuenta de que estaba soñando. Estoy mareado y la sangre del brazo está manchando mi camiseta. Se me nubla la vista. Quiero ir con mamá, ella sabe qué hacer en estos casos. Salgo corriendo, cruzo la calle y subo las escaleras del bloque hasta llegar arriba. Oigo gente gritar dentro de una casa y golpes en otra. No puedo ver bien. Abro la puerta de la azotea. Mamá esta llamándome, ha terminado con la ropa. Entro y trato de llegar hasta donde está. Tengo una sábana enorme delante de mí pero sé que mamá está tras ella. Me siento cada vez peor, me tiemblan las piernas. Pero ya estoy con ella, la escucho acercarse, no pasa nada, mamá está aquí. Estoy más mareado aún. Trato de agarrarme a la sábana que hay tendida y me siento caer… Mamá está aquí…
Amelia L. Ávila
No sé por qué pero acabo de dar un salto hacia atrás. Inés se ha movido y no he podido evitar darlo. Adrián ha cogido aire y ahora le oigo respirar muy fuerte, pero no puedo mirarlo, no puedo porque Inés se está moviendo, su cuerpo ha comenzado a temblar. Lo hace también el mío porque justo en el momento en el que a Inés parece darle un espasmo oigo un grito que viene de lejos. No sé qué estará pasando pero esto está empezando a darme miedo. Inés sigue temblando y, casi en un segundo, se incorpora y vomita. Pero no vomita como vomitamos cuando estamos enfermos o nos duele la barriga. Lo que sale de su boca es rojo muy oscuro, casi negro, y me salpica. Intento hablar con ella pero no dice nada. Es como intentar hablar con un perro furioso. No dice nada y no deja de mirarme. Sus ojos ya no son como los que me hacían pensar que era guapa. Ya no es guapa, es fea, horrorosa, y me da miedo. Sus ojos parecen dos luces rojas. Me levanto, despacio, como si quisiera que ella no lo notara. Pero también despacio, Inés va acercándose a mí. Quiero llorar. Quiero subir a la azotea con mamá. Sé que no va a creer nada de esto pero quiero subir con ella. No quiero jugar más con Inés. Camino hacia detrás al tiempo que ella camina hacia mí. Le cuesta moverse. Hace un gesto de esfuerzo para salir corriendo donde estoy yo y se abalanza sobre mí. Le agarro de las manos e intento hablar con ella pero sigue sin escuchar. Casi no me salen las palabras y siento que me hago pis. Ella acerca su cabeza a mí como si quisiera morderme, pero ¿por qué iba a hacer eso? ¿Por qué a mí que soy su mejor amigo? Le doy una patada, se detiene, sigo agarrándola de las muñecas. Ella se mira la pierna en la que le he golpeado, me relajo un poco y siento que le he hecho daño. Se mira la pierna, levanta la cabeza, me mira, le miro. Permanecemos en silencio y, en apenas un segundo, vuelve a gruñir y consigue morder mi brazo izquierdo. Me duele. Me duele como si estuviera arrancándome la piel. Vuelvo a golpearle las piernas pero no responde. Separa su boca de mi brazo e intenta ir a mi cuello y justo en ese momento, sin que apenas me dé cuenta, Adrián aparece con su patinete en las manos y lo estrella contra la cabeza de Inés una y otra vez mientras grita y llora. Ella me suelta. Se ha vuelto loco. Todos lo han hecho. Me tropiezo con el tronco del árbol que tengo detrás y me freno ahí. Inés está en el suelo. Ya nada de ella es bonito, ni sus ojos, ni su falda de colores ahora rota y manchada por todas partes, ni la cara que ya no veo. Grito, grito para que venga mi madre pero sé que no puede oírme. Adrián sale corriendo, corre como nunca antes había corrido en ningún juego. Deja el patinete manchado de sangre junto a Inés. Ella permanece en el suelo. No sé si está muerta. No sé cómo son los muertos y, si no hubiera visto a Adrián reventarle la cabeza, tampoco sabría si esa niña es Inés. Me sangra el brazo. Me siento fatigado. No quiero seguir en la calle, no quiero ver lo que queda de Inés. Quiero irme. Quiero dormir. Dormir, despertarme y darme cuenta de que estaba soñando. Estoy mareado y la sangre del brazo está manchando mi camiseta. Se me nubla la vista. Quiero ir con mamá, ella sabe qué hacer en estos casos. Salgo corriendo, cruzo la calle y subo las escaleras del bloque hasta llegar arriba. Oigo gente gritar dentro de una casa y golpes en otra. No puedo ver bien. Abro la puerta de la azotea. Mamá esta llamándome, ha terminado con la ropa. Entro y trato de llegar hasta donde está. Tengo una sábana enorme delante de mí pero sé que mamá está tras ella. Me siento cada vez peor, me tiemblan las piernas. Pero ya estoy con ella, la escucho acercarse, no pasa nada, mamá está aquí. Estoy más mareado aún. Trato de agarrarme a la sábana que hay tendida y me siento caer… Mamá está aquí…
Amelia L. Ávila
GabrielSylar- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Muy entretenido! Espero la tercera parte!!
Vaklam0555- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Pues bueno, fue un relato un poco duro, pero la historia es genial. Sigue subiendo capítulos
Re: Carlos. Primera parte
Me alegro que os gustase, y sí es bastante duro. Pero muy emotivo.
GabrielSylar- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Peroperoperoperopero, Si Ines le ha mordido D:
Está muy bien, me ha encantado en serio, quiero tercera parte aunque le han mordido D:
Está muy bien, me ha encantado en serio, quiero tercera parte aunque le han mordido D:
vivitoycoleando- Cazador mediocre
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Re: Carlos. Primera parte
Si, Inés le a mordido... Ya está perdido.
GabrielSylar- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Es un puntazo muy bueno la narración en 1ª persona de alguien al que infectan. Normalmente piensas "si está narrándolo sobrevive hasta el final" y... zas! en toda la boca!
Vaklam0555- Superviviente
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Re: Carlos. Primera parte
Eso es muy cierto, dices, joder si es el que lo cuenta, tiene que sobrevivir ¿No? Pues toma, le muerde su amiga la de la falda jajajaja
vivitoycoleando- Cazador mediocre
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Re: Carlos. Primera parte
Y lo mas importante, está narrado desde el punto de vista de un niño.
GabrielSylar- Superviviente
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