Foro de Amanecer zombie
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la última lágrima (capítulo 1)

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Mensaje  arturo864 Dom Nov 22, 2009 8:59 pm

Hola amigos, encontré éste foro y me gustó la idea de poder escribir un relato y darlo a cono cer, bueno pues, mi nombre es Arturo, vivo en México, y estoy sumamente interesado y emocionado de presentarles el primer capítulo de mi serie sobre zombies llamada: la última lágirma, que trata a cerca del modo en que Elliot, un muchacho de quince años sobrevive a la amenaza de una pandemia zombie. bueno, también leí al principio que debo presentarme, dar a cono cer mis gustos, etc, bueno, soy un chavo con mucha iniciativa, me gusta la música death metal y esas cosas, y me interesan los relatos sobre zombies, bueno, sin nada más que decir, comenzaré a escribir el relato...

Lunes 22 de noviembre, 2009. tercer día después de la catástrofe.
Mi nobre es Elliot, éstas son mis notas, espero ayuden a cualquier sobreviviente que tenga la pasión para seguir luchando.
Todo comenzó hace tres semanas, en el noticiero alertaron sobre un nuevo virus originado en Canadá, científicos luchaban para combatirlo, el virus causaba dolores intensos, hemorragias, daños cerebrales irreparables, y por último, la muerte. En México, estaba reciente el tema de la influenza humana, o bien conocida como el virus Ah1n1, todos pensaban que había sido modificado de alguna manera, ya que los primeros síntomas eran idénticos, pero se propagaba más rápido.
Al ver el noticiero, yo estaba conmocionado, no sabía que pensar, pronto el tema del virus ahora llamado comúnmente "red flu", pero aquí en México lo llamábamos "gripe púrpura". Cientos de habitantes en Canadá habían muerto a causa del virus, lo bueno de ésto es que habían logrado contenerlo un poco, los vuelos ha´cia Canadá estaban cancelados, nninguna persona salía ni entraba, pronto se desarrolló una vacuna, la comenzaron a aplicar, la epidemia de gripe púrpura comenzó a debilitarse de inmediato, la gente enferma comenzó a mejorar notablemente, las naciones unidas que habían informado continuamente sobre el avanze del virus ahora festejaban a los científicos que lo contraatacaban, debo decir que me sentí tranquilo de nuevo cuando hace dos semanas confirmaron que el virus había sido destruido, aún así, los vuelos comerciales seguían suspendidos.
En la escuela secundaria, todos habñaban y bromeaban sobre la gripe púrpura, era común que te mojaran de tinta roja y dijeran que estabas infectado, la atmósfera estaba muy relajada, nadie se imaginaba lo que les esperaba, incluso yo pensaba que todo había sido una pequeña epidemia que solo mataría a 1537 habitantes en Canadá, y me equivocaba...
Yo me encontraba un viernes, hace una semana con mis amigos, en la casa de Carlos, ensayando y preparando una exposición para la materia de ciencias, un tema sobre los modelos atómicos, Carlos y mi amiga Tania ya habían terminado de elaborar las láminas, y yo estaba dando los últimos toques a la presentación en la computadora, Manuel, se encontraba como siempre jugando uno de sus videojuegos, y Adrián se besaba con su novia Fernanda, al parecer los únicos que habían trabajado en el proyecto éramos Carlos, Tania y yo, me molestaba que los otros tres no trabajaran, pero no podía hacer nada para hacerlos cambiar de parecer.
De pronto, Manuel se hartó de su juego y encendió la televisión, se puso a mirar una telenovela demasiado tonta, y yo le dije que si no iba a trabajar, que por lo menos intentara sintonizar algo que no fueran estupideces, comenzamos a insultarnos, Adrián dejó de besar a Fernanda y miró la discusión, mientras Fernanda me decía que era demasiado duro con Manuel, yo le dije que ella tampoco había tomado ni un lápiz desde que había entrado a la casa de Carlos, bueno, la pelea terminó en que nos quedamos todos enojados mirando la televisión, Carlos le arrebató el contyrol remoto a Manuel y cambió de canal, en el momento justo en el que un reportaje especial era transmitido. "...y nos informan que el virus llamado red flu ha vuelto a surgir en Washington, hay brotes por todo Estados Unidos y Canadá, el virus incrementó su fuerza, se contagia más rápido y es más agresivo, los infectados sufren de heridas provocadas por el virus, ahora tienen horribles heridas en todo el cuerpo, hemos recibido imágenes de unos pacientes en Nueva York, se recomienda discreción..." las imágenes fueron impactantemente sangrientas y crueles, Carlos apagó el televisor, no soportó las imágenes.
-¿pero qué haces?, ¿que tal si pasan información para prevenir el contagio?- le dije enojado.
-no me importa- contestó al borde de las lágrimas, Carlos era muy sensible.
nos volvimos a quedar en silencio y nos propusimos terminar el proyecto.
En la escuela todos hablaban sobre suspención de clases, pero el gobierno ya había suspendido las clases a causa de la influenza humana, no había razon para suspenderlas de nuevo, no habían habido brotes de gripe púrpura en México.
Brotes silenciosos en la frontera, hace cinco días, brotes en Europa, la ccuestión es que el infectado sufría de un resfriado, después de una semana de resfriado entraba en coma y depertaba tiempo después con graves heridas por todo el cuerpo y atacaba cualquier cosa que se movía, la fuerza del contagiado era la misma que la de una persona normal, solo que eran sumamente agresivos. una nueva modalidad del virus surgió, ahora no había resfriado, solo dormían por la noche como siempre, y cuando despertaban comenzaban a matar.
El vienes, hace tres días, habían habido brotes en todo el mundo, pero no se sabía cuando alguien estaba infectado, las autoridades no habían suspendido las cvlases en la capital de México, solo en el norte habían infectados. era un viernes, un viernes que iba a marcarse de sangre, yo estaba en la escuela, hacían días que no hablaba con Manuel, ni con Fernanda, ni con Adrián, seguíamos enfurecidos, la gripe púrpura se comenzaba a tomar en serio, al medio día, estábamos en clase de matemáticas, nuestro salón de clases se encontraba en el primer piso, la clase estaba más aburrida que de costumbre, el sol brillaba extrañamente en un mundo infectado, las nubes le daban un aire tenebroso, en tonces el prefecto entró al salón, se veía asustado, tomó el control remoto y prendió el televisor, era un reportaje sobre el avanze de la gripe púrpura, el país habíaa sido infectado.
la enfermedad atacaba el país entero, y también el mundo, el terror se filtró rapidamente en la escuela como el agua en una caja de papel, nos guiaron a la salida, desde el patio se escuchaban gritos que venían de la calle, autos a toda velocidad que chocaban uunos con otros, mi teléfono celular vibró en el bolsillo de mi pantalón, lo tomé y contesté la llamada, eran mis padres, me decían que vendría, que no saliera de la escuela, corrí junto con Carlos, Tania y otro de mis amigos de segundo año llamado Javier, nos escondimos en un baño, sus padres les habíam dicho algo similar, esperamos minutos, horas, el sol comenzó a caer, se estaba haciendo tarde, pronto oscurecería, el silencio se apoderaba poco a poco del amiente. no se escuchaban muchos ruidos de la calle, eramos cuatro alumnos separados del grupo, escondidos en un baño, aterrados, entonces mi teléfono sóno de nuevo, contesté, solo escuché el sonido de una explosión, mis padres habían muerto.
Las lágrimas salieron de mis ojos, tenía 15 años, mis padres habían muerto, ¿quien no lloraría?, salí del baño, corrí, corrí, salí a la calle, estaba un poco oscuro, había dejado a mis amigos, sólo corrí por la calle hacia mi casa, no se cuanto tiempo, no se si alguien infectado corría tras de mi, no se si el mundo estaba muerto, no se que quería, solo corría. horas después llegué a mi casa, era una de las pocas en el vecindario que tenía ventanas y puertas todavía, no me importó que los infectados me vieran, no se si había alguien ahí, ya sea que me pudiera ayudar o matar, estaba destrosado, abrí la puerta de mi casa y entré, la cerré de golpe detrás de mi, y me derrumbé, lloré como nunca lo había hecho, y me quedé dormido...
...el sábado, desperté tirado en el piso, en la puerta de mi casa, no escuchaba nada, no habían las voces de los niños en la calle, ni el canto de las aves, no había nada, sentía un vacío en el estómago, no sabía si era la sensación de pérdida, de miedo o hambre, como no podía recuperar a mis padres, ni había solución para el terror que sentía, me dirigí a la cocina y comí algo, fui a mi habitación y me quité el uniforme del colegio, me puse una playera negra como mi cabello, un pantalón grueso de mezclilla, y una chamarra de cuero, la ropa que pronto se convertiría en otra piel, llamé a todos los contactos que tenía en mi teléfono, nadie contestó, intenté encender el televisor, no había energía eléctrica, había una mancha de sangre en el piso, rompí en llanto de nuevo, me quedé las horas contemplando mi hogar vacío, encontré una libreta, una caja de plumas, pero no escribí, las guardé, desperdicié el sábado encerrado en mi hogar en vez de buscar sobrevivientes como yo, o ayuda...
...a la mañana siguiente, tampoco escuché ningún sonido, ni siquiera un grito que me hiciera saber que había alguien hayá afuera, tampoco vi a ningún infectado desde mi ventana, lloré de nuevo, me quedé en mi cama contemplando el techo, y me decidí a salir, tomé una mochila, le metí una botella de agua, tomé mi teléfono celular, guardé la libreta, las plumas, comida, y tomé un viejo bate de beisbol que tenía guardado, y salí, caminé un largo rato sin que me atacaran el sol brillaba en el cielo, en tonces esuché pasos detrás de mi, y un olor a sangre envovlvía la ciudad destruida, corrí después de percatarme de que quien me seguía era un infectado, corrí, tomé el baté con ambas manos, y golpeé con todas mis fuerzas al infectado en la cabeza, éste se tumbó en el piso con un ruido sordo, me sorprendió ver que además de tener la cara en carne viva guardaba rasgos humanos, corrí no sin antes darle otro golpe en la cabeza, escuche a otro de ellos, me seguía también, entonces avisté un escondite detras de un auto, y me escondí en el, tomé mi libreta y escribí lo sucedido, ahora escucho el motor de una camioneta, tengo miedo...

Aquí termina el primer capítulo de: la última lágrima.
gracias por su atención.
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Mensaje  Walter Kovacs Dom Nov 22, 2009 9:02 pm

esto iría en la sección tus trabajos
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Mensaje  Battousai Dom Nov 22, 2009 9:35 pm

Pues mayormente si, ahora lo muevo.

Y te aviso porque con lo de "capitulo 1" en el titulo lo veo venir. No hagas un post por capitulo, escribe el segundo capitulo y los siguientes en este mismo post.
Y arturo, antes de escribir un tema busca un poco para ponerlo en la seccion que corresponde, y ponte un avatar.
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Mensaje  Manutrueno Lun Nov 23, 2009 3:29 am

Bienvenido, buen comienzo, aunque lo que mas me dejo un poco conmocionado fue la mala leche que tendria el niño ya encima, que tendra el miedo que tu quieras, pero no se lo penso en aporrear el pobre zombie... zombie palo
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Mensaje  Facalj Lun Nov 23, 2009 4:14 am

Bienvenido, que la pases bien y disfrutes del foro...

Muy bueno el relato...

Saludos
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la última lágrima (capítulo 1) Empty La última lágrima capítulo 2

Mensaje  arturo864 Lun Nov 23, 2009 6:31 pm

Hola, les traigo de nuevo un capítulo de ésta serie, ha, lo del zombie apaleado, el en realidad no quería hacerlo, lo que pasa es que en situaciones difíciles se tiene que sobrevivir, en realidad Elliot se siente mal consigo mismo cuando trata mal a un zombie, ya que piensa que pudo haber sido uno de sus conocidos, incluso sus padres, bueno, empezaré el relato....

23 de Noviembre. 2009.
Escribo de nuevo, dejé una mancha de tinta en la hoja cuando escuché el motor de la camioneta, temí que fuera algún infectado, pero cuando se apagó el motor pude escuchar una voz conocida, era mi amiga Fernanda, gritó mi nombre, mi espalda estaba empapada de sudor frío, no quería salir, pero pensé que podrían tener un escondite seguro, comida y compañía, entonces salí de mi pequeño escondite y vi a un hombre con lentes oscuros, una playera roja y pantalón azul, debía ser el tío de Fernanda, me vió y me hizo señas para que me acercara, tenía un rifle en la mano, tomé mi bate con fuerza y me acerqué sigilosamente, mis piernas estaban tan debilitadas y temblorosas que temía desplomarme, por suerte llegué en pié hasta donde estaba la camioneta, cuando estuve lo suficientemente cerca, el hombre aquel me agarró distraidamente por la espalda y me metió en la camioneta, su mirada iba de un lado a otro, parecía ansioso o preocupado.
Dentro de la camioneta, estaban Fernanda y otro amigo llamado Miguel, los saludé con la vista perdida, al parecer el enfado de mi amiga se había evaporado, incluso se veía feliz de verme, Miguel se veía en cierto grado indiferente, al igual que aquel hombre, se veían impacientes por irse de aquel lugar, se subió a la camioneta y cerró la puerta de golpe....
....continuará.....
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la última lágrima (capítulo 1) Empty La última lágrima capítulo 2 (continuación)

Mensaje  arturo864 Mar Nov 24, 2009 3:18 am

Espero que les haya gustado el primer capítulo, posiblemente les pareció un poco infantil, pero se pondrá sangriento, lo prometo. Lamento también haber interrumpido el capítulo, problemas técnicos, bueno, continúa.

23 de Noviembre 2009.
Jacob echó a andar la camioneta, yo me sentía incómodo, en situaciones normales la gente no suele ser tan amable, pero bajo el ataque de una epidemia zombie los valores pueden cambiar.
Veo que ya has metado a uno- dijo Jacob volteando la mirada para señalar la mancha de sangre que había en mi bate, en realidad yo estaba arrepentido de lo que había hecho, aquel infectado pudo bien haber sido el padre de uno de mis amigos, o el mesero del restaurante al que yo iba, me enfadó el comentario de Jacob, así que no me molesté en esconder mi enojo.
Si mi vida no hubiera estado en riesgo, nunca hubiera asesinado a nadie- noté un temblor ligero en mi voz.
Pero el hubiera no existe- contestó él. Inteligente táctica evasiva, pensé. En ese tiempo no había reparado en que el no haberme bañado el viernes, sábado y domingo tenía efectos notables en mi. Me apené al pensar que Fernanda y Miguel lo notaran.
Jacob conducía el vehículo por calles desoladas, aunque hechas un desastre. Las nubes intentaban imitar el color del piso, el rojo era un color predominante en las calles, un vacío en el pecho me golpeaba cada vez que miraba por la ventanilla de la camioneta.
Aterrador silencio, ¿no crees?- me dijo Jacob fingiendo miedo en la voz, siguió -los rojos tienen costumbres extrañas, como ya lo has notado, son silenciosos, difíciles de localizar, y eso los hace más peligrosos-
¿Los rojos?- pregunté.
Así se les llamaba cuando empezó todo hace tres días. No he visto a nadie que matara a uno con un bate- dijo Miguel.
Bueno, ahora ya conoces a alguien que lo hace- ví un gesto que denotaba desafío en el rostro de Miguel, no me cayó bién.
Es aquí- dijo Fernanda, el tono de su voz era muy dulce. Señaló con el dedo índice una pequeña puerta hundida en una calle hecha pedazos.
Aquí no tendrás que preocuparte gran cosa de los rojos, he pensado que no sería prudente darte un arma de fuego, Miguel y yo estaremos con ustedes en todo momento, y ya vi que te defiendes bien con tu bate- no me agradó que no me diera un arma, me sentiría mejor con un arma más eficiente que aquel palo de acero manchado de sangre, pero en fin, Jacob me caía bien, Miguel no, pero después de todo se veía confiable, aunque hubiera preferido que no mirara mi chamarra de cuero de esa forma.
Bajamos del vehículo, Miguel tenía un revolver, bajó primero y lo apuntó hacia arriba, entonces Jacob tomó su rifle y nos guió a la puerta, Miguel entró después de él. El interior de aquel refugio era muy oscuro, las ventanas estaban selladas, y había un olor a humadad en las paredes, yo prefería mi casa, pero en mi casa no había tanta seguridad, ni compañía.
El sol estaba bajando, afuera no había ni un ruido, el pasillo principal conducía a un comedor estrecho, habían unas velas apagadas, Jacob las prendió. Fernanda y Miguel fueron a la parte de atrás, mientras tanto, Jacob me guió a mi nueva habitación, era una clase de sótano, acomodé mi mochila y salí al patio.
Era un lugar acogedor, con mucho pasto, y un grueso vidrio en laq parte de arriba, eran como las seis y ya se veían unas cuantas estrellas acompañando las nubes.
Jacob quiere sellarlo también- dijo Fernanda, que acababa de salir al patio y miraba el techo de cristal -dice que es inseguro, yo digo que es hermoso-
Nunca había visto a Fernanda con tanto detenimiento, su cabello castaño brillaba, al igual que sus ojos verdes, yo siempre había sentido un gran aprecio por ella, era unos treinta centímetros más alto que ella.
quería preguntarle sobre Adrián, pero no sabía si lo tomaría a mal, me ganó la curiosidad.
¿Qué ha sido de Adrián?- pregunté con cuidado. De inmediato noté su tristeza. Bajó la mirada.
Cuando evacuaron la escuela me fui con él, pero el encontró un batallón militar y les rogó para que les acompañara, a mi me dejaron atrás, mi tío Jacob me rescató. Estoy enojada con Adrián, y arrepentida por como te traté el otro día- Me impactó que no rompiera en llanto. Nos sentamos en el pasto y nos quedamos viendo el cielo, no me di cuenta de que ya casi era de noche.
La cena está lista- dijo Jacob asomándose por la puerta del patio, Fernanda se levantó y nos dirigimos al comedor.
La cena se trataba de filete duro de algo que no identifiqué, y ensalada salada, no me quejé. tan pronto terminamos de comer fuimos a dormir, creía que había encontrado un hogar seguro. Me equivocaba...

Aquí termina el capítulo 2 de. La última lágrima.
Gracias por su atención.
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la última lágrima (capítulo 1) Empty La última lágrima capítulo 3

Mensaje  arturo864 Mar Nov 24, 2009 4:06 am

Ya que no tengo nada que hacer en mi casa, que es su casa, bueno, pues adelanto lo que será el tercer capítulo, se le pone difícil a Elliot, no creen?

24 de Noviembre. 2009.
Ayer algo pasó por mi mente, no estoy seguro de qué fue, si es algo importante y real lo relataré en éste diario.
Al irme a dormir, me rodeaban pensamientos, quiero mencionar que escribir me hace sentir mejor, todo ésto de pensar en una crisis mundial, una pandemia como tal, me provoca ansiedad, escribir me alivia un poco. También pensaba en lo que Jacob dijo sobre los cultos que tenían los rojos, me intrigó mucho, por la mañana le preguntaría, tenía muchas dudas.
Martes, un hermoso y tranquilo martes, silencioso martes, solo escuchaba afuera las voces de Fernanda, Jacob y Miguel, todos ellos hablaban muy suave, yo no quería quedar como un holgazán, así que me levanté y subí las escaleras para desayunar (si es que había algo para desyunar).
En el estrecho comedor había luz, de las rendijas que había entre las maderas de las ventanas, las velas estaban apagadas.
!Hola!- me saludaron Jacob y Fernanda al unísono, Miguel se limmitó a levantar una mano.
Hoy desayunaremos lo mismo que cenamos ayer- dijo Jacob con ánimo en la voz, nos sentamos los cuatro a la mesa. Después de desayunar, Jacob comenzó una plática.
¿Cómo dijiste que te llamas?- me preguntó arqueando una ceja.
No les dije, me llamo Elliot-
Elliot, no pareces mexicano- dijo mientras se acariciaba la barbilla.
Mis padres eran ingleses, los apellidos no importan, creo que ya nada importa- dije.
Lamento tu pérdida chico, espero que ésto sea lo más cercano a una familia para ti-
Ya lo creo- dijo Miguel con poco entusiasmo.
Continuará...

Lamento dar tantas pausas al relato, es solo que a veces tengo dificultades. Bueno, continúo...

Capítulo 3 (continuación)
En lo personal, yo siempre había considerado a Miguel como un maldito, pero siempre lograba contener mis impulsos de golpearlo, tal vez porque él era más grande que yo por dos años (y cuarenta centímetros). Bueno, de cualquier forma, siempre controlabamos nuestras inmensas diferencias, yo siempre había pensado que podría ayudarlo, sin importar lo mal que me cayera, si se trataba de una situación de vida o muerte, y hoy estaba a punto de comprobarlo...
Ah, Jacob, dijiste que los rojos tienen ciertas costumbres o ritos, me gustaría saber un poco más- (fingí de masido interés, mas de lo que sentía en realidad)
Bueno, he notado que acostrumbran observarnos (Fernanda puso los ojos en blanco, pero Jacob la ignoró), aunque no lo creas Elliot, saben de nuestra precencia, todavía no nos han atacado, así que supongo que no somos una molestia para ellos-
Tal vez esperan que podamos curarlos- dije tratando de aportar una solución al tema.
O tal vez esperaban a que uno de nosotros matara a alguien con un bate- dijo Miguel, de nuevo con ese tono burlón. Yo estaba considerando de nuevo la acción de rescatarlo en una emergencia.
Yo creo que queda inteligencia en sus cabezas- comenté.
No, la gripe púrpura los hace comportarse como animales, no piensan que es lo que harán, sólo actúan- Miguel fingía erróneamente sabiduría.
Lo que yo creo es que ya es hora de salir a buscar más sobrevivientes como tu, Elliot- dijo Fernanda mirándonos a Jacob y a mi alternadamente.
Yo también lo creo- terminó él.
Fui al sótano y tomé mi bate, la cuestión es que Jacob todavía no me daba un arma de fuego, grave error.
La búsqueda era tediosa y aburrida, pero teníamos la esperanza de encontrar a alguien, por primera vez escuché a uno de ellos, los gruñidos no se escuchaban como en las películas, ni en los reportajes de los noticieros, eran mejor dicho como gritos, gritos o alaridos, terribles sonidos, se escuchaban a lo lejos, pensamos que sería útil acercarnos, podría tratarse de una cazería roja a un sano, sólo había una forma de saberlo, creo que hubiera sido mejor no sali aquel día.
Pues resulta, que nos acercábamos, y lo que vimos fue una enorme mancha de sangre en el piso, metros cuadrados teñidos de sangre, y en el centro, tres rojos devorando una persona, una persona viva, cre que fue un milagro el no haberme desmayado, Fernanda solo se tapó los ojos con ambas manos. Los sonidos todavía giran en mi cabeza, gruñidos mezclados con gritos de aquella víctima, era espantoso. Miguel estaba conmocionado, sacó su revolver, apuntó a uno de los rojos, bajó la ventanilla, y el rojo se pesplomó después de un estallido, su cráneo tenía un agujero.
¿Qué chingados crees que haces?- dijo Jacob silenciosamente a Miguel, ciertamente enfurecido, uno de los rojos interrumpió su festín y se acercó a la camineta. Nos quedamos quietos, yo estaba temblando, entonces el segundo rojo se pesplomó también, tuvo combulsiones, entonces el tercero echó a correr, usaba tanto manos como pies para desplazarse. Jacob salió de la camioneta, tomó a Miguel del cabello y le gritó:
¡NUNCA DEJES A UNO CORRER!-, entonces tomó su rifle y siguió al rojo corriendo, Miguel lo seguió. Pude sentir el terror de Fernanda, lo mejor que se me ocurrió fue cerrar las puertas sin seguro, por si mis compañeros regresaban, le ordené que se escondiera en el asiento y tomé mi bate con ambas manos...
continuará...

Entonces esperamos, una espera intranquila, horrible, disparos, gritos, entonces bajé, con mi bate y mi mochila, en eso corrieron hacia mi Jacob y Miguel seguidos de un par de rojos, subí a la camioneta, las llaves estaban ahí, ellos subiéron, se colgaron de la parte de atrás y eché a andar el auto, pisé el acelerador a fondo, en el camino arroyé a un rojo, no lo vi, Jacob y Miguel se las habían arreglado para sujetarse y disparar al mismo tiempo mientras yo conducía a toda velocidad de regreso, arroyé a otro rojo, en eso Miguel cayó de la camioneta, corrió escapando de los rojos, ya casi llegábamos al refugio, llegamos, todavía nos seguían, en cuanto Miguel puso los dos pies dentro, Jacob cerró la puerta con seguro, Miguel tenía la respiración agitada, soltó su revolver, Jacob sujetó su rifle, había sangre en su camisa, yo estaba tremendamente pálido, empapado en sudor frío, aterrado de que hubieran mordido a Jacob, el notó cómo miraba su camisa.
No es nada- dijo.
En eso los rojos golpearon la puerta, eran como 14, o más, no teníamos tantas balas, desesperado le pregunté a Jacob:
¿Qué hacemos?-
Fuego- contestó.
Miguel trajo de inmediato los botes de gasolina, teníamos unos fósforos, en eso, el vidrio del patio estalló. Estaban dentro.
¡CORRAN!- nos gritó Jacob a Fernanda y a mi. Lo obedecimos, me colgué mi mochila y mi bate, entonces corrimos hasta la puerta, salimos del refugio corriendo, sentí un calor intenso en la espalda, giré la mirada, el edificio había quedado envuelto en llamas, había habido una breve explosión, entonces regresé a la entrada una de las paredes había colapsado, una mano quemada salió del agujero, era Jacob, corrí a ayudarlo, tomé su mano, pero estaba completamente ensangrentado, los rojos lo trataban de introducirlo de nuevo, creo que lo estaban devorando, ya que gritaba intensamente, Fernanda estaba ahí, viendolo todo, pasmada, entonces Miguel se asomó también, el no estaba tan herido.
¡AYÚDALO A ÉL!- gritó Jacob -a mi me han mordido-. Miré a Miguel a los ojos, también lo estaban jalando, y devorando vivo, tomé también su mano, trataba de sacarlos a ambos.
¡SUÉLTAME PENDEJO!- volvió a gritar. Lo solté, y tomé con ambas manos del brazo de Miguel, lo jalé con todas mis fuerzas, pero los rojos los sujetaban con más fuerzas que las mías, Jacob ya estaba muerto, ellos arrastraron su cadáver dentro del edificio, por fin logré sacar a Miguel, pero grité al ver que sólo la mitad de su cuerpo estaba afuera, los rojos lo habían devorado de la cintura a los pies, estaba muerto también, etaba la mitad de su cuerpo ahí tendida en el piso, yo estaba llorando, Fernanda estaba ahí callada, viendo, no se sabía que haría primero; gritar, llorar. Solo estaba ahí, quieta. Lo único que se me ocurrió era abrazarla, entonces su llanto estalló de manera impresionante, ríos enteros de lágrimas salían de sus ojos en insatantes, nos quedamos ahí observando como el refugio se quemaba y se caía, ya casi era de noche y la columna de humo era enorme, escuchamos los gritos de los rojos agonizantes, fue impactante.
Minutos después nos levantamos, tomé mi bate de nuevo y ayudé a Fernanda a levantarse, ahora sólo estábamos nosotros dos, caminamos hasta mi antigua casa, en el largo camino ni un rojo nos intentó atacar, ni siquiera vi alguno, pero a kilómetros se seguía viendo el humo, y un detello rojo...
...Llegamos a mi casa ya entrada la noche, el cielo estaba estrellado por completo, me sorprendió, en la ciudad de México es difícil, casi imposible ver el cielo así, mi casa todavía tenía ventanas, entramos y cerré la puerta, guié a Fernanda a la que había sido la habitación de mis padres, le llevé un poco de pan, ella se durmió, yo bajé las escaleras, comí un poco y entré a mi cuarto de nuevo, ver todo me hizo llorar, si no hubiera ocurrido nada, yo estaría viendo la televisión con mis padres, comiendo alguna porquería, estaría con ellos, iría a la escuela, vería a mis amigos, todo sería tan perfecto, mis padres estarían conmigo, estarían ahí...
Aquí termina el capítulo 3.

Espero que les agrade, como les dije, se está poniendo más sangriento, Elliot no sabe lo que le espera, pobre chico, bueno, sigué el día 25, capítulo 4.

Capítulo 4.
Amanecer frío, silencioso de nuevo, frustrante, asficciante, mis ojos estaban irritados, había llorado toda la noche anterior, lo único que me consolaba era saber que Fernanda astaba ahí, ¿o no?. Fui a la habitación de mis padres, efectivamente, estaba ahí, seguía dormida, se había comido el pan que le había llevado, bajé las escaleras, no había electricidad, no había agua, nada, me senté en el piso frente al televisor, ahogué mis ganas de llorar, me tiré en el piso y me dí golpes en la cabeza esperando despertar de aquella pesadilla, pero lo que pasó es que mi frente sangró un poco, me levanté, arranqué las cortinas, lo que había visto el día anterior era inquietante, un recuerdo asesino, quería morirme, quería gritar, quería despertar, quería volver en el tiempo, que nada ocurriera, pero que podía yo hacer, qué podía yo hacer. Entonces escuché un ruido detrás de mi, en las escaleras, era Fernanda.
Me has asustado, pensé que uno de ellos había entrado- me alegré de oir su voz.
Lo siento, es sólo que, sólo olvídalo- dijé, y le regalé una tímida sonrisa, ella me la devolvió.
¿Quieres más pan?, creo que es lo único que tengo, tenemos que comer y regresar a buscar sobrevivientes en la escuela- dije eso último sin pensar, tal vez es lo que quería en el fondo de mi alma.
De acuerdo- me sorprendió más ver la facilidad con la que aceptó. Quería decirle que lamentaba su pérdida, pero no quería hacerla llorar, lo hice con cuidado, puse una mano en su hombro y le dije:
Lo siento- Ella agachó la mirada y me abrazó, mi intento de no hacerla llorar fue un fracaso.
Comimos pan y un poco de fruta, me colgué la mochila, tomé mi bate, sabía que era irresponsable salir a pie, me tomó media hora encontrar las llaves del otro auto, otros 15 minutos en darme cuenta que no funcionaba. Entré en la casa del vecino, rompí sus ventanas, por dentro estaba hecha un desastre, encontré las llaves de su auto fácilmente, en cambio del mío, éste si funcionó, Fernanda subió al auto y entonces conducí, el camino a la escuela estaba lleno de cadáveres, sangre, otros autos, todo tipo de trampas, se siente horrible pasar por encima de un cadáver, aunque el sujeto ya está muerto, los huesos siguen ahí, y truenan. Una hora después de tantos obstáculos estábamos ahí, en el camino ella no había dicho palabra alguna, la escuela estaba destrosada, también ahbía sangre, pero no sobrevivientes, me consoló no ver ni una gota de sangre donde nos habíamos escondido, tampoco vi sus cadáveres, de hecho no había nadie, sólo sangre.
De regreso escuché a un par de rojos, mi imaginación me dijo que se estaban comunicando. Hubiera tratado de platicar con Fernanda, pero qué se supone que debía decirle, no había nada de que hablar, no había nada de hecho, nada. Pasamos todo el día afuera, no vimos nada, regresamos a mi casa, todavía me quedaba comida, mañana iría por más, sólamente quería relajarme, dormir, olvidarme de todo. Cuando llegamos dormimos en el suelo, después tratamos de platicar sobre algo alegre, lo cual también fue un fracaso, entonces anocheció de nuevo, fuimos a dormir.
Continuará...

Al día siguiente hablamos un poco más, supe cosas que no sabía sobre ella. Sin mencionar que la escuché llorar la noche anterior, pensé que trataba de que no me diera cuenta, pero falló, lloró la noche entera, no le pregunté por qué, ya que era ovbio. Yo también estab triste, además de que Jacobme caía bien, y su muerte y la de Miguel habían sido espantosas, todavía tenía dudas, preguntas sin resolverse sobre los rojos, ¿cultos? ¿a qué se refería?, ¿sería acaso que los rojos todavía conservavan un poco de su cerebro?, no lo se, y tal vez nunca lo sabría, era todo muy deprimente, ahora tendría que esperar quizás una vida entera a que alguien nos rescatara y contara los secretos de los rojos, y descubrir la posible cura... ...no, estaba pensado cosas estúpidas, el asunto ahora era sobrevivir de cualquier forma, era un campo de batallas silencioso, lo más probable es que acabaramos suicidándonos, esa idea me causó náuseas, y le recordó a mi estómago el hambre tan grande que tenía, le propuse a Fernanda entrar a las casas del vecindario y traer toda la comida posible, lo conseguimos, tuvimos que ser muy cuidadosos, no había ni un sólo rojo en el vecindario, eso me tranquilizó, llevamos toda la comida, se veía rica, pero yo no sabía cocinarla, por suerte Fernanda si. Pasaron dos días más con la misma rutina, horario, Fernanda y yo comenzamos a intimar más, era lógico, probablemente éramos los únicos dos en el mundo, y nos caíamos bien, ahora les contaré lo que pensaba, pensaba en que sería una buena idea preguntarle si quería ser mi novia, era tonto pensar eso en éstos tiempos, pero no perdía nada, además ella había demostrado un poco de interés en mi, algún día se lo diría.
Un par de días después, dejé mi calendario, lo rompí, ya no quería saber cuántos días llevaba, ahora sólamente podía distinguir entre el día y la noche, sólo hacía lo mismo día a día, y cada uno de esos días la amaba un poco más, undía me decidí.
Estábamos dando una de esas rondas diarias por la ciudad, era muy temprano (resulta que salíamos en la mañana, pues me daba miedo conducir en la oscuridad total, sin alumbrado público, sólo con la luz de la luna) estábamos a las afuras de una de esas plazas comerciales enormes, destruida, en la entrada exactamente. El sol brillaba con intensidad, el clásico sol mexicano que casi no calienta, pero quema la piel, ella estaba sentada en una pequeña jardinera, destruida también, había un techo de vidrio detrás, entonces le pregunté que si le gustaría subir al techo, donde sin los rojos nunca hubiéramos subido, ella tenía miedo, pero aceptó, la ayudé a subir por un muro despedazado, llegamos hasta el techo, era un tipo de domo de policarbonato muy grueso, desde arriba todo se veía genial, nunca había visto el paisaje de esa manera, era simplemente hermoso, nos sentamos ahí, ni siquiera me preocupó el hecho de que dejé mi bate y mi mochila abajo, entonces le tomé la mano y sólo bastó una mirada para saberlo, entonces, nos besamos.
Los siguientes días, no se cuántos fueron muy especiales, estábamos todo el tiempo juntos, y eso nos gustaba, pero a veces sentía que por mi culpa reprimía las ganas de llorar, uno de esos días le dije que no se preocupara, que podía llorar si quería, que todo era muy triste ya como para nosotros, ella no respondió.


Última edición por arturo864 el Vie Nov 27, 2009 5:53 am, editado 3 veces (Razón : continuación)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  NEO Mar Nov 24, 2009 3:17 pm

Arturo. Los doble post estanprohibidos con tanpoco tiempo de diferencia (en tu caso ni una hora). Acostumbrate a editar el ultimo mensaje (si es tuyo,claro) en vez de poner uno nuevo. Un saludo
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la última lágrima (capítulo 1) Empty arturo pregunta:

Mensaje  arturo864 Sáb Nov 28, 2009 5:06 pm

¡Hola lectores apasionados de los zombies!
Primero que nada, quiero hacerles saber que ess por ustedes por quienes escribo, y les quiero dar las gracias por seguir la historia, lo estoy planeando bien, les ve a gustar, pero primero quiero opiniones de ustedes. ¿No les parece que el pobre Elliot y su amiga han sufrido ya bastante? bueno, ¿les gustaría que Elliot y Fernanda encontraran un grupo más grande de sobrevivientes y pasaran la navidad con ellos?
Asi que, ¿qué opinan?
Favor de responder, todas sus opiniones son de gran importancia.
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  Manutrueno Sáb Nov 28, 2009 5:54 pm

Bueno, nunca viene nada mal amor de niños en una historia tan jodida, esa parte me llamo la atencion, pero tampoco la empasteles con demasiado amor perfecto, es decir que no puedan estar unidos y felices todos los capis, por otra parte, quizas si deberia de haber mas supervivientes, o algo que le de mas personajes a la historia, es solo mi opinion, sigue asin.
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la última lágrima (capítulo 1) Empty La última lágrima, capítulo 5

Mensaje  arturo864 Dom Dic 13, 2009 7:22 pm

Hola, me alegra regresar, por cuestiones de la escuela, familia y otros, no pude escribir, pero ahora estoy de regreso, le doy las gracias de antemano al compañero que contestó mi pregunta, bueno, ahora continuaré tratando como siempre de hacer el relato de lo más tormentoso y deprimente, por su atención, gracias.

Capítulo 5. Los nuevos.
ya no se que día es, he tirado a la basura todos mis calendarios, y mi teléfono celular ya no tiene batería, no hay electricidad, no hay agua, no hay gas, ni gasolina, no hay nada en éste jodido lugar, sólo estamos Fernanda y yo, solo nosotros, así era anteayer, y el día anterior, y el anterior, pero la tarde de ayer las cosas cambiaron. Les contaré que pasó.
Anteayer escuché aves cantando en la mañana, por primera vez desde ese día escuchaba aves, pensé que podían ser señal de humanos sanos afuera, entonces decidí salir, le dejé una nota a Fernanda, pues ella seguía dormida, entonces tomé mi bate y salí, debía llegar cuanto antes al lugar de donde provenían los cantos, no usé ningún auto, solo corría, después, confiado, caminé, estaba casi seguro de que ningún rojo se me acercaría, después de una hora llegué a un árbol donde se habían posado tres aves, al verme no actuaron diferente, siguieron cantando, el sol de la mañana le daba un aspecto peculiar al paisaje, estaba yo, recibiendo los rayos de luz en el costado izquierdo de mi cuerpo, frente a mi, el árbol, alrededor, nada.
Miré en todas direcciones, pero sólamente habían unos cuantos coches chocados, las aves emprendieron el vuelo cuando me aproximé más de lo que debía, me senté junto al árbol, y me puse a pensar ´cómo sería todo si nada hubiera pasado, tal vez estaría yo ahí mismo, sentado, esperando a que mis padres salieran de la tienda que estaba frente a mi, o posiblemente estaría ahí con mis amigos haciendo bromas después de un largo y agotador día en la escuela, tal vez estaría... ...no, el problema es que no había nada de eso, estaba ahí solo, con un mar de muertos alrededor, escondidos en lo que habían sido casas, tiendas, en fin, todo un mundo, entonces me acerqué un poco más a la muerte, pues decidí regresar a casa del mismo modo en que había llegado hasta ahí, caminando.
De regreso, ocurrieron un par de cosas, en la ventana de una panadería había una silueta, al principio pensé que era mi sombra, pero la sombra de uno nunca lo ataca saltando sobre el, llenándolo de pequeños pedazos de vidrio, así que ya se imaginarán que fue lo que pasó, le dí un golpe con el bate para librarme de él, me soltó, pero inmediatamente me volvió a tomar por unh brazo y me dió un furte puñetaso en la cara, caí hacia atrás, logré desviar un mordisco en mi brazo, su rostro se estrelló contra el piso, me incorporé, subí a un coche, pero me derribó antes de llegar a la parte más alta, parecía furioso, le dí otro golpe con mi bate de metal en le pierna, con lo que cayó, yo eché a correr, sabía que mi atacante podría no estar solo corrí con todas mis fuerzas, me casé después de unos cuantos minutos, escuchaba pasos, rugidos, no era uno, eran como cinco, tenía que deshacerme de ellos, no podía llegar a casa, con Fernanda seguido de un montós de rojos, así que entre a un almacén, obviamente ellos también entraron, el rpoblema es que yo no había contemplado que en el interior del almacén hubieran más de ellos, ahora eran como dos docenas, dos docenas de furiosos, agresivos y letales animales que alguna vez fueron humanos, ¿saben que es lo malo de ser un rojo sin cerebro? pues verán, estaban escondidos en un almacén de pólvora, los fósforos debían estar por alguna parte, me había quitado a los rojos de encima, aunque escuchaba sus ruidos, y sabía que me buscaban, el interior del almacen era un poco tétrico, lo bueno era que los paredes eran de una materia muy traslúcida, por lo que podría encontrar una caja de fósforos rápidamente, sólo tenía que buscar un poco más a fondo... recibí un puñetazo en mi rostro de nuevo, seguido de un intento de mordisco, estaba rodeado, cómo lo había, logrado, no lo se, entonces subí a un escritorio y brinqué desde ahí pateando a uno de ellos en la cara y dándole un golpe con mi bate a otro en el estómago, el resto me siguió, era un edificio alto, los fósforos podían estar en el sigiente piso, subí las escaleras, y el grupo de rojos también lo hizo, entonces vi un objeto parecido a una caja pequeña, genial, ahí estaban, cuando los iba a tomar, un rojo brincó sobre mi espalda y caí al piso, logré tomar la caja, había pólvora por todas partes, y mi sentido del olfato me dijo que habían contenedores enormes, encendí un fósforo, lo aventé y brinqué por una ventana, caí en el pasto, aunque habían sido unos cinco metros de caida, mi pierna me dolía, me deprimí cuando no escuché ningún ruido, pensé que había sido un tonto intento de escapar, entonces vi los fuegos artificiales más victoriosos de mi vidam el edificio entero comenzó a arder en llamas momentos después, las explosiones eran grandiosas, me alegré al darme cuenta de que los gritos iban desapareciendo, pues significaba que estaban muriendo, me sentí enormemente algre, me puse en pie, eso dolió, sentía el calor que desprendía el edificio, conocía más almacenes como ese, entonces tuve una idea tonta que prefiero no decir, poco a poco el pasto también se quemaba, abandoné el lugar, me sentía tan feliz, tan satisfecho, que olvidé que los seres que maté podían bien haber sido el tipo que conducía el camión de la escuela, o la mujer que atendía la tienda los domingos, entonces la alegría que sentía se esfumó, como cuando abres la botella de una bebida gaseosa, regresé a casa lleno de tierra, sudor y sangre, en otras ocasiones me hubiera dado pena presentarme ante Fernanda de ese modo, pero en éstas circunstancias, creo que estaba orgulloso, creía que me recibiría con un abrazo, o un beso, nunca una cachetada, pues me equivocaba de nuevo.
¿Qué pasa por tu estúpida cabeza?- me gritó después de darme un golpe en el lado deerecho de mi cara, ahora ambos lados estaban heridos.
No tengo a nadie más que a ti- me dijo con lágrimas en los ojos -y tu sales a cazar zombies, eres la única persona en el mundo que me queda- entonces estalló en llanto de nuevo y me abrazó.
Entonces es por eso, por que soy la última persona en el mundo- dije con amargura.
¿Pero qué dices?- me miró a los ojos -yo te amo-
Y yo a ti, lo siento- terminé.
Necesito curarte esas heridas- dijo momentos después.
Me curó todas las heridas en una hora, me dolió mucho, me sentía cansado, sólo quería dormir, me acosté en el sillón y me quedé dormido, Fernanda me abrazó y se quedó dormida también. Despertamos horas más tardé.
He cocinado lo último que nos queda- dijo en tono lastimero.
Ya no hay más- le contesté y agaché la mirada -las casas de los vecinos han sido saqueadas tres veces, primero por ellos mismos al tratar de huir, después por lo rojos tratando de llenar sus panzas, y posteriormente por nosotros en un intento por sobrevivir- ella sonrió.
No creo que duremos otra semana- dijo ella, con cierta tristeza en la voz.
Duraremos mucho, ya verás- la consolé. Aunque sabía que habían muchas pribabilidades de que lo que decía Fernanda era verdad.
Después platicamos de cosas más agradables, de recuerdos de la escuela, experiencias graciosas, cosas que nos distraían de nuestro fin, aunque nuestra suerte estaba por cambiar.
A la mañana siguiente me consoló escuchar ladridos de perros, pero me sentí mal cuando recordé que en todas las películas de zombies que había visto, los perros también se contagiaban y eran más peligrosos.
Nos levantamos, no había nada que comer, y teníamos hambre. Era un día extraño, hacía frío, aunque el sol brillaba con destellos rojizos y había una neblina tenebrosa, no nos hubiera gustado salir a buscar sobrevivientes ese día, pero necesitabamos comida, entonces salímos, el coche no tenía gasolina, caminamos por las calles buscando tiendas, ttiendas donde los rojos no nos pudieran asesinar, era difícil escoger un lugar, finalmente encontramos uno, era una abarrotería pequeña, pero todo requería electricidad o gtas para cocinarse, escogimos unas cuantas manzanas, fruta simple, queríamos salir de ahí cuanto antes, pero de nuevo fuimos atacados, un estante lleno de latas de sopa casi nos aplastó, entonces salimos corriendo, nos siguieron, nos siguieron unos cientos de metros, pero el hambre nos tenía debilitados, no pudimos correr más, nos agachamos detràs de una camioneta, nuestra respiración estaba agitada, era nuestro fin, mi bate estaba a cinco metros de mi, mi mochila no tenía armas dentro, entonces uno de los rojos que nos seguían nos alcanzó, rugió con fuerza, nos miró, me tomó del cabello, yo le dí una patada, entonces, cuando me iba a morder el cuello, se desplomó, justo después de que escuchamos un estallido, mi ropa estaba ensangrentada, nos sabía si era mi sangre o la suya, entonces, otro estallido, un grito, eran palabras, no rugidos, eran personas sanas, nos estaban rescatando, Fernanda y yo nos movimos a gatas para que no nos dispararan, entonces me levanté y agité mis brazos, entonces una bala rozó mi costado, sentí caliente, era sangre, entonces dos sujetos se aproximaron de forma valoz, seguidos de un par de camionetas, los sujetos eran dos hombre, uno alto, blanco, de cabello largo y poca barba, que me golpeó en el estómago, me sujetó los brazos por detrás de la espalda, Fernanda tomó el bate y le dió un fuerte golpe en la espalda al tipo que me golpeó, me sentío orgulloso de ella, entonces el otro hombre, chaparro, gordo, moreno, de abundante barba y cabello largo le sujetó, aunque trató de no lastimarla, entonces las dos camionetas se detuvieron, entonces, lo vi, asomó una bota puntiaguda por la puerta de la camioneta, ropa negra, era impresionante, imponente, cinturón plateado, y una abrigo negro de cuero, colgada tenía un ballesta, su cabello cubría su rostro, su barbilla y nariz eran afilados, ese hombre se combertiría en leyenda, su voz era sorprendentemente grave:
¡Suéltenlos!- gritó, de inmediato los dos hombres nos soltaron, todos nos quedamos quietos -¿qué tenemos aquí Gill?- preguntó.
El hobre alto me apuntó con una pistola -posiblemente infectados, Thur-.
Pues yo los veo bien- dijo el hombre gordo sujetando un rifle.
No pedimos tu opinión Ruth- gruño Gill.
Fernanda y yo estábamos desconcertados, ahora estabamos en medio de una discusión, bueno, por lo menos habíamos encontrado humanos que no fueran rojos, o ellos nos encontraron a nosotros, por cierto, los dos rojos muertos ya habían hecho un enorme charco oscuro.
¿Los han mordido?- preguntó Thur.
No- respondí firmemente.
¿Lo ves?, hay que llevarlos- dijo Ruth.
Thur hizo señas a la camioneta, de ella bajaron otras dos personas, un muchacho rubio, alto, muy flaco, y la otra persona era una mujer, ancha, pero no gorda, usaba una gorra que cubría su cabello.
Irv, Mario, lleven a éstos dos a la camioneta enrejada, que Clink los analize- gritó Gill.
El muchacho me tomó de la espalda con la mano temblorosa, y la muchacha llevó a Fernanda hasta la camioneta, Thur se llevó mi bate, estábamos desarmados, aunque sentía calma al saber que ellos podían defendernos.
Clink era un señor con gruesas gafas, poco cabello negro, un suéter desgastado, pantalones grises, nos tomó una muestra de sangre, se movía rápidamente, y tartamudeaba, tenía varias herramientas de médico.
M-me e p-parece qq-que están sanos- dijo sonriente. -los llevaremos a nuest-t-tro refugio, les gustará-
Le regresé la sonrisa, pero Fernanda no parecía tan relajada, la abrazé.
Estamos a salvo- le susurré al oído.
El camino fue muy rudo, yo no sabía que era lo que estábamos pisando, topes, banquetas, cuerpos, no lo supe, tardamos un poco en llegar, era una escuela, había una planta de luz que despedía humo, me alegró saber que había luz, talvez también hubiera agua, Clink nos ayudó a bajar, ya nos esperaban los demás, eran como veinte, se veían impasientes.
Continuará...

...Al bajar, Clink hizo una seña como un saludo a todos, creo que quería indicar que estábamos sanos, que no había razón para preocuparse por nosotros.
La escuela a la que llegamos era un lugar grande, yo ya la había visitado antes, verán, uno de mis amigos me había invitado a una fiesta que se celbró ahí, aunque no recordaba muy bien como era por dentro.
Nuestro nuevos compañeros nos escoltaron a la entrada, todos tenían armas de fuego, incluso pude ver armamento más pesado dentro de la camioneta que ya se había estacionado, en los patios de la escuela habían más coches, pensé que debía ser por si había una emergencia. Thur bajó y abrió la puerta de la escuela, noté que había sido reforzada, le habían implementado nuevas placas de acero, como de diez centímetros de grosor, me sentí reconfortado.
Están en su casa- dijo Thur, como siempre con un poco de misterio en loa voz.
Gracias- dije en voz baja.
Gill nos acompañó de mala gana a uno de los salones, era un lugar muy amplio, Mario e Irv nos seguían de cerca, pude notar que estaban nerviosos, porque no nos conocían, pero también estaban ansiosos de conocernos, deduje que no encontraban sobrevivientes muy a menudo, al igual que nosotros. Los demás también entraron al salón, Thur entró primero, adentro habían más personas, eramos como unos cincuenta en total, eran mujeres y hombres que iban desde los cuatro a los ochenta años.
Hemos encontrado dos sobrevivientes- anunció Thur. (Todos nos miraban impasientes).
Mi nombre es Elliot, ella es Fernanda- todos parecían eperar algo más, moví las manos, para hacerlos entender que no tenía nada más que decir.
Los acompañaré a la cocina, deben estar hambrientos- nos dijoj en voz baja el joven rubio, fue hasta ese momento que me acordé que tenía mucha hambre. Lo seguimos por un pasillo hasta llegar a la cafetería de la escuela.
Gracias Mario- dijimos Fernanda y yo al mismo tiempo.
¿Qué?, ah, perdón, yo no soy Mario, mi nombre es Irv- dijo él.
Continuará...

...-Ah, entiendo su confusión, María no se siente cómoda como mujer, si entienden, ¿no?. Nos pidió que la llamen Mario, no les digan que yo les dije- nos regaló una tímida sonrisa y extendió su mano como representación de saludo.
No te preocupes Irv, no le diremos a nadie- dijo Fernanda, yo solo sonreí.
La escuela estaba en un mal estado, las paredes estaban un poco desgastadas, y los vidrios rotos, pero el resto de ella era segura.
Éste es el refugio, gozamos de agua, electricidad, música, cómida, compañía y seguridad- continuó Irv.
¿Música?- pregunté.
Si, verás, todas las noches el señor Spike nos cuenta un cuento y yo lo armonizo con mi guitarra eléctrica-
¿El señor Spike?- preguntó Fernanda.
El dueño de la escuela, por cierto, lindo cabello- noté un tono seductor en la voz de Irv, no me gustó.
Vengo con Elliot- dijo Fernanda firme, me sentí orgulloso de ella de nuevo.
Ah, lo siento, yo pensé que, lo siento- agachó la mirada. -bueno, aquí es la cafetería- terminó él.
La cafetería era un lugar amplio, habían lámparas en el techo que alumbraban el lugar, también estufas, hornos, lo que hay en una cocina, ahí habían varias mujeres, había una señora como de unos ochenta años, no era alta, ni delgada, parecía agradable, también habían otras muchachas, entre ellas, una en especial, era delgada, piel perfecta, cabello castaño rojizo, ojos verdes intensos, manos hábiles, cuerpo delgado, boca roja, mirada dulce, me sonrió, por un momento me separé del mundo real.
...dar comida a los nuevos...Fernanda y Elliot...- apenas escuché la voz de Irv.
¡Hola!, mi nombre es Juana, todos aquí me dicen abuela, ustedes me pueden llamar así- dijo la mujer anciana.
Mucho gusto- dijimos Fernanda y yo al mismo tiempo.
Milly, te importaría darles un poco de la comida que ya está lista?- preguntó la abuela, entonces la muchacha que describí tomó dos platos, nos los dió con suavidad y nos sirvió comida, yo no noté que mi mirada estaba clavada en ella hasta que Fernanda me dió un golpe con el codo en un costado, entonces la miré y agaché la mirada.
La comida consistía en pechuga de pollo y ensalada, era deliciosa, o así me lo pareció, en primera, porque Milly la había preparado, y en segunda, porque no había comido algo así en días. Acabamos de comer muy rápido, Fernanda no se acabó la carne, entonces Clink entró a la cafetería, miró con atención la carne que Fernanda había dejado y dijo:
No t t te preoc c cupes, el virus de la gripa pu pu púrpu ra solo se mueve en t tre humanos, es imposible p para el virus mut tar en animales-
Entonces, ¿a qué se debe el silencio?, ¿no se escuchan los ladridos de los perros, apenas anteayer escuché tres aves cantando- dije.
Ah, aquí hay m más aves, c c cantan t todas las mañanas, p p posiblement te est tén d deprimidas o o algo así, la c crisis p p pudo haber oc casionado efect tos e en la naturaleza-
Es posible- terminé.
Irv nos acompañó al salón principal de nuevo, Thur, Gill, Ruth, Mario y los demás ya se habían ido de nuevo.
Oh mierda, me han dejado- dijo Irv.
¡Ja ja ja!, dicen que no querían regresar con maricones- dijo un señor que estaba sentado en el piso con un brazo bendado y lentes oscuros con forma de gota.
Pero también te han dejado a ti Jack- dijo Irv sonriendo.
Mi brazo sigue lastimado, ¿cómo carajos piensas que voy a usar un rifle con la muñeca hecha pedazos?- dijo el anciano sonriendo.
Ah, lo siento, les presento a Jack- dijo Irv, el anciano los saludó con la mano que no tenía bendado.
Si tienen alguna duda pueden preguntarle a él- dijo Irv y se fue a la cafetería, entonces Fernanda y yo nos sentamos junto a Jack.
Bueno, como sabrás, yo soy Fernanda y él es Elliot-
Escuché a Thur hablar de tí, dice que serías más efectivo con un bate que con una pistola- dijo -No me llamen Jack, aquí mi nombre es "el viejo coyote", pueden llamarme así, les recomiendo que escojan un apodo antes de que los demás los escojan por ustedes, los nombres no cuentan aquí, casi nadie les dirá su verdadero nombre, Irv se llama Javier, todos aquí están locos, los rojos nos han hecho enloquecer- la voz del viejo coyote era muy rasposa.
Continuará...

Vaya lugar- dijo Fernanda, después miró el techo y suspiró -pero creo que casi cualquier cosa es mejor que estar ahí afuera-
En eso estoy de acuerdo contigo- dijo El coyote -aunque aquí siempre hay algo que hacer, los hombres acostumbramos salir todos los días a buscar sobrevivientes, aunque a veces algunos se quedan a ayudar a reparar goteras, paredes, y a proteger el refugio de los rojos- tosió -aunque yo no he salido en dos días, como pueden ver me he lastimado, soy francotirador, hace tres días fuímos a buscar personas sanas a una unidad habitacional, yo subí a una casa para cubrir a los demás, y caí-
Eso debió doler- dijo Fernanda.
Me alegro de que está mejor que ese día- dijo El coyote -las mujeres casi siempre se quedan a preparar la comida y a cuidar a los niños, por supuesto, ustedes son los que eligen-
Yo prefiero quedarme- dijo Fernanda.
Creo que a mí me quedaría mejor salir- dije.
Bueno, en ese caso tendrás que ir con Dan, él es quien hace los horarios, verás, es que a veces se turnan para
quedarse a cuidar, o salir a buscar sobrevivientes, si así lo quieres, también te dará un arma más eficáz que un bate-
¿Dónde está Dan?- pregunté.
¿Qué?, no van a desgastarse más, se ven muy cansados, mejor vayan a dormir, mañana los pondremos al corriente. Por ese pasillo hay una habitación en la que se pueden quedar, es la últtima puerta, no la del centro, la de la izquierda- mientras hablaba movía la mano que no tenía lastimada.
Llegamos a la puerta de la habitación, la puerta que seguía era la del centro, en la parte de arriba decía: "Clink", era un salón mediano, supuse que era el laboratorio de la escuela, nuestra habitación era un tanto pequeña, solamente había un colchón en el piso, el colchón olía a marihuana, pero el piso era muy frío, coloqué mi mochila, me acosté en la parte de atrás del colchón, tuve un dolos en el costado y en el estómago, era el golpe que me había dado Gill horas antes, me levante la chamarra y la playera y vi un raspón de bala que tenía un poco de sangre, no era mucho, una navaja hubiera hecho más daño, me volví a acostar, Fernanda se acostó también y me abrazó.
No se cuánto tiempo nos quedamos dormidos, fue mucho, hacían días que no dormía así. Horas después sentí una mano pequeña que movía mi brazo tratando de despertarme, abrí un ojo, no me quería levantar, vi la cara de Mario, por cierto, no era fea, de hecho, tenía facciones bonitas.
Me dijo Irv que estaban aquí, es hora del cuento de Spike, vamos, ésta noche será bueno- dijo, noté que Fernanda ya estaba despierta.
De acuerdo, ¿dónde es?- preguntó Fernanda.
Síganme- contestó Mario.
La seguimos hasta llegar a un salón taodavía más grande que estaba detrás de la cafetería, ahí estaba Spike, un hombre chaparro, de barba larga y cara graciosa, junto a él estaba Irv, tenía una guitarra eléctrica colgada, conectada a varios cables y a un amplificador, su guitarra era hermosa, dudé que fuera suya, talvez un día después de la gran tragedia entró en un centro comercial y la robó, bueno, lo bueno es que sonaba bien.
Todos estaban sentados alrededor de una fogata, todos esperaban a que Spike comenzara.
Buenas noches les deseo a todos ustedes, hoy he preparado una historia de cuando el mundo no veía terribles pandemias como la que hoy nos tiene aquí, ésta es una historia sobre una mujer- Irv comenzó a tocar su guitarra eléctrica sin distorción, limpia, era una melodía hermosa, aunque se notaba que él la había escrito -bueno, ésta mujer era hermosa, todos los inviernos alo9jaba a los niños de la calle en su hogar, una casa grande, ahí les daba comida, los dejaba asearse y jugar, en navidad les regalaba ropa a todos aquellos niños que llegaban a la puerta de su hogar, esa mujer no podía tener hijos, era una tragedia, nadie pudo heredar su bbondad por la sangre, pero ella consideraba a aquellos niños como sus hijos, los niños conforme fueron creciendo se olvidaron poco a poco de esa linda mujer, se enseñaron a ellos mismos a sobrevivir en las calles mendigando, robando, asesinando, hasta que un invierno uno de esos niños, ya adulto lastimó a una anciana mientras trataba de robarle su bolso, llevaron a la mujer al hospital, la anciana murió días después. El hombre que la asaltó recibió una gran cantidad de dinero tiempo después, le dijeron que era la herencia de su madre, el hombre no comprendió "yo siemmpre he vivido como huérfano en la calle" dijo el hombre, pero aceptó le herencia, en una de las bolsas de dinero que le dieron encontró una carta, al terminar de leerla, supo quién era la anciana a la que le había tratado de robar, era aquella mujer que lo dejó entrar a su casa cuando era pequeño, el hombre buscó a todos sus amigos que habían conocido a la mujer cuando eran niños, juntaron todo el dinero que les había regalado la mujer, era mucho dinero, con eso inauguraron un centro de ayuda para niños de la calle, era el legado que la mujer quería dejar en el mundo, lo que ella quería era que esos niños siguieran ayudando a la gente cuando fueran adultos, y así fue. Aquí acaba el cuento- terminó Spike
En realidad, no me gustó su cuento, pero la giutarra con la que Irv lo acompañaba sonaba grandiosa, eso fue lo que me relajó mucho.
Decidí ir a buscar a Dan cuando todos se levantaron, le pregunté a Irv, quién me acompañó hasta lo que hubiera sido la tienda de la escuela, ahí había un muchacho alto, de cabello rubio, tenía ojos verdes, era Dan.
Hola Dan, él es Elliot, es nuevo en el refugio, le gustaría unirse a la brigada de búsqueda, ¿le puedes dar un horario?-
Si- dijo Dan y se puso a revisar una libreta en la que tenía varios horarios anotados -aquí tienes Elliot- dijo Dan y me dió una hoja con los días de la semana y actividades en cada uno de ellos -mañana te toca salir, ¿quieres un arma?-.
No me vendría mal una- dije.
¿Qué prefieres?, ¿algo eficiente pero discreto?-
Si, creo que eso es lo que necesito-
Bueno, tengo una pistola que te vendría bien- me mostró una pistola negra con unos grabados plateados en el mango.
Es muy bonita- dije y la tome.
No está cargada, aquí están las granadas, y un par de explosivos- me dió una caja de municiones y dos granadas de fragmentación.
Creo que será mejor que mañana le preguntes a Thur como usarla, no te recomiendo que trates de descubrilo tu solo-.
De acuerdo, esperaré hasta mañana- terminé.
La verdad, no me emocionaba en lo más mínimo tener un arma de fuego, podía esperar hasta el día sigiuente para aprender a usarla, sobre las granadas, yo ya sabía como usarlas, pero creo que le pediría a Thur que me devolviera mi bate, si, eso sería mejor.
Me fui a dormir, Fernanda ya estaba ahí, me acosté y ella me abrazó, entonces me quedé profundamente dormido.

Aquí termina el capítulo 5 de "La última lágrima", por su atención, gracias.


Última edición por arturo864 el Miér Dic 16, 2009 7:03 pm, editado 3 veces (Razón : continuación.)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  Manutrueno Mar Dic 15, 2009 12:14 am

Me gusto mucho la ultima parte, ya me empiezo a imaginar la batalla que se va a celebrar hay dentro Very Happy .
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la última lágrima (capítulo 1) Empty La última lágrima. Capitúlos: 6, 7, 8, 9, 10

Mensaje  arturo864 Jue Dic 17, 2009 11:04 pm

Hola amigos, soy yo, Arturo, publicando un nuevo capítulo de ésta narración, bueno, antes que nada, quiero darles las gracias por seguir leyendo, parece que el pobre Elliot ya encontró un lugar seguro, ¿no?, bueno, eso está por verse, ah, y ¿cómo ven lo de Milly?, es linda, ¿no creen?, creo que Elliot tendrá que decidir entre Milly y Fernanda, a quién escogerían ustedes?....
...continuemos con el relato.

Capítulo 6.
Me siento debil, oh, mi costado, está tibio ¿pero qué es ésto? ¿es ésto sangre? ¿mi sangre?, ¿dónde está Fernanda?, ¿qué pasó?, debía salir del cuarto, buscar ayuda, Clink, Clink estaba en el cuarto de al lado, toqué su puerta.
¡Clink!, necesito ayuda- grité.
La puerta se abrió, ahí estaba Clink, detrás de unas gafas.
Clink, estoy sangrando- su preocupación no se hizo esperar.
P p pasa chico, p pasa- cerró la puerta -¿qué t t tienes?.
Mi costado está sangrando- contesté.
Q q quítate la chamarra y levánt ta te la playera- dijo alarmado. Lo hize, mi playera estaba manchada de sangre.
Entonces Clink comenzó a reir.
¿Qué pasa?, ¿Por qué ries?- pregunté enojado.
No t te pp preocu p pes, no le cont taré a nad die ést to-
¿Qué?- estaba consternado.
Que est tabas llorando p p por un rasp pón con sangre- contestó y siguió riendo.
Pero que mierda- ¿me había alarmado por el raspón de bala que había sangrado un poco? me sentía como un idiota. Clink curó la herida, aunque noté que se estaba aguantando las ganas de reir.
List t to- dijo.
Gracias- no me esforzé en ocultar mi indignación.
Salí del laboratorio, ahora solo faltaba encontrar a Fernanda, no fue difícil, solo fui a la cafetería, ahí estaba, estaba platicando con Milly, estaban cocinando algo.
Elliot, te hemos preparado un café- dijo Fernada, sonreí -Milly sugirió que le pusieramos leche y chocolate-.
Gracias- dije. Milly había preparado café para mi, eso me hizo sentir mejor.
Espero que te guste- dijo Milly y me sonrió, le sonreí y bebí el café, realmente era delicioso, nunca había probado algo igual.
Está delicioso- dije.
Me alegro de que te haya gustado- dijo Fernanda, en eso Ruth entró a la cafetería.
Hola chico, Elliot, me dijeron que hoy debes salir, prepárate, salimos en hora y media- se sentó junto a mi -Por cierto, no te juntes con Gill, no le agrada la gente, si decides acompañar a alguien, que ese alguien sea Thur, o Irv, o Mario, o yo, los demás se asustan fácimente, incluso Gill, ¿ya te dieron armas?-
Ya, voy a desayunar para tomar fuerzas-
De acuerdo, sólo te aviso que en la búsqueda es muy arriesgado usar un baño, si quieres ir, será mejor que uses el de aquí- dijo Ruth y echó a reir.
Si, lo consideraré- dije y reí también.
Ruth se levantó y fue con los demás. Mientras tanto, yo desayuné, regresé a la habitación y tomé mi mochila, mis armas, fui al baño y salí al patio.
Continuará...

...Ahí, en el patio, estaban reunidos Thur, Ruth, Gill, Irv, Mario, Clink, y otros siete, todos tenían armas de diferentes tamaños sujetándolas con firmeza, estaban tres camionetas. Frente a la primera estaban de pie Thur, Gill, y otros cinco hombres, frente a la segunda estaban Ruth, Irv, Mario y otro tipo, uno chaparro, con el cabello hasta los ojos, la nariz ligeramente torcida, y finalmente frente a la tercera estaban Clink y otro hombre, era muy alto, delgado, con ojos de sueño y barba bien corta.
A ver, ¿qué te han dado?- preguntó Thur cuando estuvo suficientemente cerca para que no tuviera que gritar.
No mucho- dije -sólo un arma y unas granadas- le mostré la pistola que Dan me había dado, sobre armas yo sabía apenas nada.
¿No mucho? Dan te ha dado a Margaret- dijo Ruth.
¿Margaret?- pregunté.
Así le decimos a ésta arma, es una de las mejores que tenemos, creo que le caíste bien a Dan- dijo Thur y me sonrió.
Entonces eso creo- dije.
¿Quién lo toma?- preguntó Thur y miró alrededor suyo.
Nosotros ya somos mucho Thur- dijo Gill.
Yo- dijo el hombre que estaba junto a Clink.
No Ian, vendrá con nosotros- dijo Ruth -les enseñaré a usar a Margaret-
De acuerdo, irás con ellos- dijo Thur y me dió mi bate -¿quién más falta?-
El coyote sigue lastimado- dijo Irv.
Ese maldito anciano llorón...- dijo Gill.
Bueno, a buscar sobrevivientes- Mario estaba muy entusiasmada.
Entonces subimos a las camionetas, la nuestra era bonita por dentro, no olía a marihuana como el coolchón, las ventanas estaban enrejadas, yo pensé que por dentro la camioneta estaría destartalada y casi cayéndose, pero me equivocaba.
Hola, mi nombre es Johan- dijo el tipo chaparro de nariz torcida.
Elliot- le contesté con poco entusiasmo.
Durante el recorrido Ruth le dijo a Irv que conduciera la camioneta mientras él me enseñaba a usar mi nueva arma me enseñó a cargarla, a repararla cuando se atascara, a disparar, me pareció fácil. Después de dos horas nos detuvimos frente a un edificio, sin ventanas, a punto de caerse.
El otro día vimos una fogata que salía de aquí- me dijo Mario.
Me parece ver algo- dijo Irv, entonces Ruth se asomó.
¿Donde?-
Ahí, junto a la columna- dijo Irv señalando un punto alto del edificio.
Bajaremos- Ruth abrió la puerta y bajó de un salto -Mario, Johan, ustedes se quedan, Irv, Elliot, ustedes me acompañan-.
Cargué mi arma y me la colqué en la espalda, junto con la mochila, sujeté el bate y seguí a Ruth y a Irv, no tenía miedo, estaba seguro de que no había nada dentro del edificio.
Cuando regresamos, Mario y Johan estaban sentados dentro de la camioneta con la puerta abierta, Ruth hizo señas con los brazos a Mario, entonces ella bajó el arma y subimos de nuevo a la camioneta, entonces se me ocurrió algo, estaba acostumbrado a caminar, y la camioneta avanzaba muy lento, así que le dije a Ruth:
Creo que sería mejor si yo voy caminando, si veo algo se los haré saber de inmediato- Ruth se me quedó viendo alzando le ceja, pero finalmente dijo:
De acuerdo-.
Continuará...

Bueno, debo admitir que ya afuera pensé en arrepentirme, pues el viento frío me hizo sentir escalofríos, aunque finalmente, unas cuantas horas después Ruth se asomó por la ventana de la camioneta y me preguntó que si prefería regresar, le dije que si, y regresamos al refugio, de nuevo, el camino fue lento, cuando llegamos, me pude percatar de que ya era tarde, la luna se comenzaba a asomar y el sol ya casi no brillaba.
Nunca es bueno quedarse afuera hasta tarde- dijo Ruth mientras salíamos de la camoneta.
¿Por qué?- pregunté intrigado.
Son como las prostitutas, de día están ahí, y fácilmente puedes verlos, pero en la noche, te topas con uno cada cinco pasos-, entonces los dos echamos a reir.
¿Ruth te contó lo de las prostitutas?- me preguntó Irv, yo asentí todavía con una sonrisa en el rostro -Gracioso, ¿no?- volví a asentir.
Cuando volvimos, noté un vacío en el estómago, tenía mucha hambre y quería ver a Fernanda, habñar con ella, la fui a buscar a la cafetería.
Mira, Milly me enseñó a hacer panqués- dijo cuando la saludé, entonces yo pensé "¿qué no puedes hacer que deje de pensar en Milly?" pero decidí no expresar lo que pensaba.
Oh, es grandioso- dije con muy poco entuciasmo, sentí la decepción de Fernanda, posiblemente ella esperaba que yo le preguntara como se hace un panqué, entonces metió su pequeña mano en una bolsita de mano que tenía colgada y de ella sacó un panqué, no era muy grande, pero se veía delicioso, entonces extendió el brazo y me dió el panqué, yo no me lo esperaba, me arrepentí de no haber mostrado más interés.
Con cariño- dijo ella, luego sacudió la cabeza -o pensándolo bien, con amor- y me sonrió, le devolví la sonrisa, aún más radiante claro, le di una mordida al bocadillo, era realmente delicioso, era de chocolate.
Es delicioso- le dije sinceramente, entonces nos besamos.
Minutos después vino El coyote.
Espero no interrumpir nada, la cena está lista- dijo con su rasposa voz, creo que ya se a quién se debía el olor a marihuana del colchón.
Gracias- dijimos.
Tengo que ir a ayudar a poner los platos y a servir la comida- dijo Fernanda y se fue a paso veloz.
Bueno, y ¿ya pensaste en un buen apodo?- preguntó el coyote cuando Fernanda se fue.
He pensado en que podrían llamarme Elliot, o Elliot-
Muy chistoso, ya, en serio, ¿has visto al tipo gordo de cabello chino?-
Si-
Él no escogió su apodo, y creeme, no es agradable que te llamen Barney púbico- el comentario me provocó ensanchar mi sonrisa.
La verdad es que me gusta mi nombre- dije mirando a El coyote para incrementar el dramatismo.
Bueno, si se te ocurre un apodo bueno me avisas y yo me encargo de hacerlo público-
De acuerdo, lo tendré en mente-
Ahora necesitamos ir a comer- terminó él.
De camino a la cafetería Mario nos dijo que Spike había decidido no relatarnos un cuento hoy, que debía ayudar a reparar unas ventanas, no me sentí triste, pero creo que El coyote si.
La cena no fue muy fuerte, pero estaba rica, entonces Fernanda y yo fuimos a dormir temprano, los dos estábamos cansados.

Aquí termina el capítulo 6 de "La última lágrima".

Capítulo 7 "Todo bien".

La siguiente semana fue lo mismo, salíamos, buscabamos sobrevivientes, no encontrabamos nada, regresabamos, hablaba unos minutos con Fernanda, comiamos, dormiamos, siempre la misma rutina, bueno, los días que me quedaba a ayudar, el trabajo era cansado, terminaba exhausto, totalmente agotado.
Durante mi estancia en el refugio, pensé que sería mejor establecer vínculos personales más profundos con las personas que nos rodeaban, bueno, en el caso de Fernanda, no le costaba ningún trabajo, ella se hablaba bien con todos los habitantes del refugio, en mi caso, traté de darme cuenta, como siempre quienes eran confiables, entonces caí en la cuenta de que no importaba, estábamos en una crisis mundial, se supone que todos debían ser amables y unidos, pues verá, me equivoqué, de nuevo, mis errores eran muy caros...
...pero de momento eso no importa, me ocuparé más en relatar lo que pasaba.
Bueno, comenzé a hablar más con todos, con Thur, Ruth y yo nos llevábamos de maravilla, Irv siempre me decía que si moría sería a mi a quien le daría su guitarra "verás, un objeto tan valioso como fue no puede quedarse a su suerte, así que qué mejor que donarlo a uno de tus mejores amigos" me decía. Mario me habñaba muy bien, pude ver que era más valiente que Ruth y que Irv, unos días después de nuestra llegada El coyote comenzó a salir a buscar sobrevivientes con nosotros, siempre fumaba cuando bajaba de la camioneta, creo que sabrán que era lo que fumaba (el colchón en el que Fernanda y yo dormíamos era suyo antes).
Todo iba muy bien, en general yo trataba de evitar a Gill, tal como Ruth me advirtió, pero como todos le hablaban, pensé que sería mejor unirme a los demás, aunque no por eso dejaba de darme mala espina.
Milly y yo comenzamos a ampliar nuestra comunicación, descubrí que cuando todo estaba bien, antes de la tragedia, Milly era bailarina de ballet, tal vez a eso se debía su estatura y constitución física, nos llevábamos muy bien, en realidad bien, pero la parte de mi mente que razonaba bien me decía que debía respetar a Fernanda, pero la otra mitad me decía que Milly era perfecta, decidí hacerle caso a la primera mitad de mi mente.
Conocí a todos los demás en el refugio, todos eran agradables, me llevaba bien con los niños pequeños, había uno con el que me identificaba mucho, su nombre era Carlitos, y tenía una hermana llamada Helena, Carlitos tenía cinco años, y su hermana siete, eran huérfanos, ellos lo sabían, me llamó la atención que no parecían estar tristes, siempre se veían animados, ese ánimo me impulsó en la búsqueda de nuevos sobrevivientes, aunque no fue lo que yo esperaba encontrar.
Cuando era pequeño, estudiaba en una escuela primaria muy estricta, debo decir que yo no encajaba para nada con el perfil de esos estudiantes, y cuando entré a cuarto año también se integró una niña nueva, era más desatrosa que yo, su cabello era negro y ondulado, sus ojos grises, era bonita, pero nos traíamos como perros y gatos, siempre peleábamos, una vez, en una de nustras persecuciones nos estrellamos con una de las puertas de vidrio, ya sabrán, nos expulsaron, desde ese día traté todo el tiempo de pensar en lo que hacía, por culpa de esa niña mis padres siempre me reprochaban mi poco esfuerzo en los estudios, cuando hacía algo mal me decían "¿qué harás a continuación? ¿romper un vidrio?", eso me fastidiaba. Pero bueno, estaba escribiendo acerca de lo que hize en la semana, bueno, un día salimos todos, todos los sobrevivientes del refugio, se trataba de un tipo de actividad de recreación, se trataba de dar un paseo por la ciudad y convivir un poco, lo más jóvenes llamaban a Gill "maestro de supervivencia", yo lo llamaba Gill, en esos viajes él era como una especie de guía y nos daba "lecciones de supervivencia", donde nos daba consejos para sobrevivir, aunque yo pensaba que lo que él decía eran puras tonterías, pero todos le prestaban atención.
Recuerdo a la perfección ese día, fue muy especial, el paseo nos llevó hasta un parque de diversiones, al norte de la ciudad, antes de la tragedia era un lugar muy popular, yo recuerdo haber ido un par de veces, pero cuando entramos tuve que ahogar el llanto, la barbilla me tamblaba, estaba el parque tan solitario, tan abandonado, tan triste.
Cuando llegamos, era medio día, se hicieron grupos de cinco personas, en mi equipo estaba Ruth, Mario, Milly, Carlitos y yo. En parte buscábamos sobrevivientes, aunque sabíamos en el fondo que no encontraríamos nada, por otra parte estábamos ahí para recordar, para recordar que el mundo que una vez vimos y disfrutamos seguía ahí, que estaba todo bien, que sólo son las personas quienes cambian, pero ahora el mundo sólo era un lugar, lo que lo hacía mágico eran las personas, quienes nos hacían valorar los lugares, estábamos ahí para abrir los ojos a una esperanza herida, una esperanza distante y casi imposible, en algún rincón del mundo debía haber una solución, sería muy tonto pensar que todo acababa ahí, muy tonto, o quizá lo tonto era pensar que había esperanza.
Milly y yo pensamos que sería bueno subir a uno de los juegos más altos, el cual tenía una plataforma hasta arriba, y ver desde ahí si algo se movía, si algo tenía vida, subímos, una vez yo había subido a ese juego entre risas, entre gente cercana, pero ahora, ni siquiera sentía nada al estar ahi arriba, donde cundo era pequeño me hubiera aterrado, cuando terminamos el recorrido de subida, estábamos ahí, en la cima del mundo, se veía toda la ciudad de México, se sentía el viento soplando en el rostro, talvez nos susurraba cuantos de esperanza, entonces miré a Milly, creo que ella sentía lo mismo que yo, cerramos los ojos, es algo que no se siente con la piel, no se ve con los ojos, no se escucha con los oídos, no se saborea con la boca, se ama con el alma, era tonto estar ahí, si no hubiera habido tragedia, entonces estar ahí sería tonto, pero ahora todo me parecía razonable, todo me parecía obvio, era todo tan simple, estábamos ahí, sintiendo el mundo, era tan genial sentir la compañía de Milly, no necesitábamos habñar, sólo estando ahí nos sentíamos bien.
El viaje de regreso fue eterno, como eramos muchos, a algunos les daba hambre, entonces Gill decía cosas como "no coman esas plantas, lección número 15, lección 20, nunca hagan... nunca coman... nunca piensen en...", me frustraba tener que viajar con el, así que regresé junto a Fernanda, le tomé la mano, ella me miró a los ojos y me sonrió, eso suavizó el viaje, la compañía de Fernanda, pasamos el resto del día juntos, fue uno de los mejores días de mi vida, Ruth nos dijo que no nos alejáramos tanto, ciertamente, nos apartamos un poco del grupo, nos deteníamos a veces, nos quedábamos perplejos viendo paisajes asombrosos, la ciudad en ruinas, aves volando por el cielo, calles hechas un desastre, sin personas, sin contaminación, nunca había visto esos lugares de esa forma, ahora me daba cuanta de la hermosura que siampre nos había rodeado en la ciudad y que siempre había pasado por alto.
Fernanda y yo llegamos cicnco minutos después uqe los demás al refugio, Thur nos esperaba en la entrada.
Nunca vuelcan a separarse del grupo- nos dijo con seriedad y cerró la puerta después de que llegamos.
Ese día Fernanda y yo nos dormimos en el pasto, abrazados, viendo las estrellas, la belleza en la que yo nunca me había fijado y que siempre había estado ahí.

Aquí termina el capítulo 7 de "La última lágrima". Gracias por su atención.

Bueno, pues lamento no haber dicho la palabra -sangre- en todo el capítulo, pero me encuentro un poco sensible, y fue lo que salió hoy, bueno, lo preparé especialmente, espero que les haya gustado, por cierto, espero hacer un capítulo especial navideño, no porque el mundo esté sufriendo una pandemia letal dejará de haber navidad, ¿no creen?, escribí éste capítulo pensando en toda la belleza del mundo que nos rodea, abran bien los ojos, y se sorprenderán por lo que verán, el mundo es fantástico, pero recuerden que son las personas quienes lo hacen mágico, espero que encuentren un momento para refleccionar, somos privilegiados por estar aquí, piénsenlo.

Hola, les traigo el capítulo ocho, dentro de éste pasará algo de gran importancia para la historia, ya verán, me pasé el día de ayer pensando en como escribirlo, pero ya lo tengo, aquí viene...

Capítulo 8 "Karen".

Amanecí entumecido, el pasto no es un buen lugar para dormir, desperté a Fernanda, el sol madrugador comenzaba a enviarnos sus destellos, nos levantamos y nos dirigimos a la cafetería, ahí encontramos a La abuela y a Milly.
¡Hola!, me da gusto verlos, ¿quieren comer algo?- nos propuso La abuela.
Creo que no nos caería mal algo para desayunar- dijo Fernanda mientras se regargaba en le barra de la cafetería.
Que bien, Milly ha preparado algo de café, huele delicioso- dijo La abuela y nos guiñó un ojo. En seguida Milly llegó con dos tasas de café.
¡Hola!, ¿dumieron bien?- nos preguntó con aire inquisitivo.
Si, por suerte no hacía frío- contesté mientras daba un sorbo a la bebida.
Me alegro, la comida está lista en unos minutos-
Pasados esos minutos, La abuela nos dio dos platos grandes con carne de algo que no pude identificar, pero no me preocupé, ya que Clink había dicho que los animales no se podían infectar, además esa salsa de tomate hacía al platillo verse apetitoso. Cuando terminamos, me di cuenta de que era muy temprano, entonces La abuela nos invitó a hacer algo de provecho antes de que los demás se levantaran;
¿Por qué no se dan una ducha, claro por separado antes de que los demás se levanten?-
Debo decirles, no saben la emoción que me dió al saber que me iba a dar un baño, solo lo entenderían si llevaran cierto tiempo (un largo tiempo) sin bañarse y un día tienen la oportunidad de hacerlo. Por supuesto que aceptamos, me resultó ciertamente refrescante bañarme, hasta me sentía más fuerte, más atractivo, bueno, la cosa era que ya no apestaba, aunque el agua era fría y se ausentaba pos instantes para después volver a salir, pero en conclusión, fue fantástico. Al terminar eliminé cada gota que quedaba en la superficie de mi piel, me vestí de nuevo con la ropa que llevaba, me hubiera gustado lavarla, pero eso habría significado andar desnudo un par de horas, preferí dejarla como estaba.
Como ya sabrán, seguimos la rutina (otra vez) salimos a buscar sobrevivientes perdidos en las calles de la ciudad de México, bueno, no era agobiante, al contrario, creo que era la que nos salvaba de la locura, y de cierto modo guardábamos esperanzas de encontrar a alguien ahí afuera.
Como ya era costumbre, viajaba con Ruth, Irv, Mario, Johan y El coyote (que todavía me seguía insistiendo en escoger un apodo, aunque ya todos me conocían como Elliot).
Parecía un día normal, de esos en los que no se encuentra nada, pero de pronto el agudo oído de El coyote captó algo.
Detente aquí- ordenó a Ruth de golpe -he escuchado algo- entonces uno de los aparatos de comunicación que había en cada camioneta sonó con un inquietante zumbido.
Aquí camioneta dos, todos a salvo, cambio- dijo Irv, entonces Mario le arrebató el aparato.
¿Qué sucede Thur?- preguntó.
Hemos encontrado a alguien, necesitamos ayuda, mujer de unos quince años, estatura normal, deshidratación, está fuera de sus casillas, no sabemos si está infectada-
Pregúntale dónde- sugirió Johan.
¿Dónde es el suceso?- preguntó Mario con su característica voz de película.
Esquina Isurgente y Filadelfia, junto al W.T.C.-
Gracias Thur-.
Digo, si nos mandan a China- dijo Ruth bromeando. Pero aún así pisó el pedal a fondo y trató de que llegáramos hasta ahí en una sola pieza, lo consiguió, aunque los baches eran muy molestos, y en una de esas vueltas casi chocamos con un coche viejo, habían varios obstáculos para llegar hasta ahí, pero Ruth era un conductor casi excelente.
Cuando llegamos, Gill sujetaba a una chica de unos quince o dieciseis años, era guapa, de cabello negro y ondulado, y tenía cara de loca.
Alguien, ayúdenme- gritaba Gill, y la chica parecía tratar de morderlo, pero todos seguían ahí sólo apuntándoles con sus armas, solté mi bate, me dirigí hasta donde estaba Gill y entre Ruth y yo lo libramos de la chica, pero me mordió un brazo, yo estaba aterrado, de inmediato Thur me ayudó a levantarme y me llevó hasta donde estaba Clink, todos habían visto lo sucedido, me miraban como la primera vez que me vieron, cuando Gill me sujetaba y Ruth trataba de evitar que Fernanda lo golpeara con mi bate, el compañero de Clink agarró un maletín con sedantes, y le disparó un dardo a aquella chica, yo ya estaba en la camioneta de Clink, minutos después llevaron a la chica a la camioneta, estaba inconciente, la acomodaron en una camilla, y Clink nos hizo de nuevo la prueba, Ian empezó el camino de regreso, conducía mal, yo estaba mirando a aquella chica, de momento me pareció muy guapa, aunque tenía la nariz un poco torcia, yo la conocía de alguna parte, de eso estaba seguro, claro, era ella, era Karina, no, no era Karina, era Katherin, no, no era Katherin, era Karen, si era Karen, la chica de quien había escrito, por la que me expulsaron de la escuela en cuarto año, era ella.
Continuara...

...no noté que la miraba fijamente hasta que Clink hizo un comentario.
¿T t te gustt t ó la chica?-
¿Qué?, la conozco desde hace mucho, hace mucho tiempo, se llama Karen, y creo que por su culpa ahora me convertiré en un rojo-
D d descuida, ninguno de los dos est t tá infect tado-
Oh, que bien, creo que vomitaré a la alegría- dije enojado.
Tuvimos que llegar rápidamente al refugio, la mordida de Karen me había arrancado un pedazo de piel, mi brazo estaba ensangrentado, si tardábamos demasiado corria el riesgo de desangrarme, el brazo se me durmió, empezé a ver todo borrorso, me desmayé.
Desperté horas después en el laboratorio, en una camilla, cuando abrí los ojos ahí estaba Fernanda, sentada junto a mi.
¿Cómo te sientes?-
Débil- era cierto.
Clink dijo que te sentirías así en los próximos cinco días, dijo que sería mejor que no salieras-
Bueno, podré pasar más tiempo contigo-
Si, tendrás que ayudarnos con los preparativos para navidad-
Navidad, ¿todavía la celebramos?-
Claro que si, no estamos infectados, tenemos que celebrarla-
Muy bien, ahora iré a la cafetería, debo comer algo- me empezé a levantar de la camilla, entonces la camilla que estaba a mi derecha rechinó un poco, Fernanda y yo la miramos, ahí estaba Karen, quien se comenzó a mover, entonces se levantó.
¿Pero qué rayos es ésto?- dijo con su característico tono altanero.
El refugio princesita- le contesté.
Y ¿quienes son ustedes?- nos miraba como si fueramos un fantasma o algo parecido -espera, a ti te he visto antes, si, te llamas, tu nombre es, recuerdo tu cara- entonces hizo un gesto de sorpresa -eres Elliot, el gran estúpido que conocí hace años-
Y tu sigues siendo la misma niña tonta de hace años- imité su voz, Fernanda nos miraba extrañada.
¿Ustedes se conocen?-
Claro que si, y no fue agradable- contestó Karen -como hubiera deseado estar infectada para que te murieras-
Y como me hubiera gustado que Ian te disparara dos veces esa dosis de sedantes-
¡Cálmense los dos!- nos gritó Fernanda, Karen la veía con ojos de asesina, y a mi más.
Ya verán cuando me infecte, ustedes serán los primeros a quienes morderé- dijo mientras salía del laboratorio.
Eso si no te quemo antes- le grité, entonces Fernanda salió corriendo detrás de ella para traerla de vuelta, la diferencia de estaturas se hizo notable entre ellas dos, ya que Karen era un poco más pequeña que yo por unos dos centímetros, pero Fernanda, bueno, no era alta. Se quedaron viendo fijamente, en el fondo yo tenía miedo, sabía que si se peleaban, Karen tenía todas las de ganar, y dejaría a Fernanda en coma por un mes, una vez vi a Karen pelearse con una mujer unos cuantos años meyo que ella, y creanme cuando les digo que no fue bonito, ahora, Fernanda era más pequeña en edad y en estatura, quedaría fatalmente herida, por suerte solo se quedaron viendo sin moverse, creo que la mirada de Fernanda era amenazadora.
¿Ahora quieren por favor decirme donde está la cafetería?- yo odiaba su tono altanero.
El doctor dijo que no te levantarás, y que te tomaras los sueros que están junto a tu camilla, estás muy desnutrida- dijo Fernanda.
Me vale un bledo las estupideces que dijo el doctor, llevo un día sin comer ni beber...- la interrumpí.
Una semana más y mueres, no se por qué no te dejamos donde estabas- dije, pero Karen me lanzó una de sus miradas de asesina más aterradoras.
De acuerdo, me quedaré con una condición- y una sonrisa comenzó a nacer en su rostro, yo odiaba esa sonrisa, anunciaba algo malo -si Elliot me trae la comida que yo quiera-
Fernanda me miró, su mirada me rogaba para que obedeciera.
Si con esa concición te quedarás aquí...-
Hecho- terminó Karen y se recostó en la camilla -deseo un helado-
¿Qué? ésto es un refugio, no un hotel- dije molesto, y ella comenzó a levantarse de su camilla.
No, quédate ahí, te lo traeremos en seguida- dijo Fernanda, me tomo del brazo y me llevó afuera.
Del otro brazo, aquí fue donde me mordió-
Lo siento- se excusó.
¿Qué sucede? ¿por qué tan amable con ella?- le pregunté.
Mira, Clink no te lo dijo para que no te alarmaras, Karen ha sido expuesta al virus-
¿Qué?-
No, espera, no te alarmes, no es tan peligrosa, Clink dijo que es una especie de, de, de mutante o algo parecido-
No entiendo-
Que aunque ha estado en contacto con el virus, su organismo ha desarrollado anticuerpos, su cuerpo venció el virus-
¡Wow! siempre pensé que algo tan ponzoñoso podría vencer al virus-
No, el problema es que Clink aún no está seguro, solo sabe que hay algo extraño en la sangre de Karen-
Entonces, ¿estoy infectado?-
No, por alguna razón cuando te mordió tu cuerpo no reaccionó, no hay ni pisca de virus en tu sangre.
Pero en el de ella si-
No, estuvo en alto contacto con el virus, pero no le ha pasado nada-
Ah, ahora entiendo- estaba mintiendo, no lo entendía, pero me encantaba escuchar su dulce voz.
Bien, cuando se enteraron de eso, Gill estuvo a punto de dispararle-
Maldito infeliz- dije entre dientes-
Ten mucho cuidado con él, dijo que tu también podrías estar infectado-
Descuida, Thur no permitirá que nos pase nada- la consolé.
El resto del día estuve ayudando a los demás con los arreglos navideños, no se que día era, sólo se que faltaba poco para navidad.
Ayudé a Dan a preparar las galletas, ayudé a Milly a colgar unos cuantos adornos, ayudé a La abuela con el árbol, y entretuve un rato a Carlitos y a Helena con un par de juegos, ah, y le llevé comida, mucha comida y agua a Karen. Estaba más que encariñado con todos ellos, y el resto del día lo pasé con Fernanda, platicando, riendo, olvidando que estábamos en medio del fin del mundo.
El día siguiente lo pasé igual que el anterior, desde que desperté, fui a la cafetería, donde encontré a Milly trabajando en lo que parecían ser más panquesillos, acabamos más rápido los dos, trabajando como uno, entonces pasó algo que no me esperaba, nunca lo hubiera imaginado. Estaba yo, sacando la charola del horno, el guante que tomé tenía una pequeña rasgadura, me quemé un poco, pero evité que la comida cayera al suelo, estábamos sólamente nosotros dos en la cocina, nadie más, entonces Milly fue por un pequeño botiquín médico que estaba en la cocina, y me untó una pomada para las quemaduras en los dedos, mientras lo hacía, me miró a los ojos, con los suyos, que parecían inmensas lámparas verdes, verdes, intensas, nunca había sentido lo mismo, me miró fijamente y me dijo:
Sabes, me gustas, no hablo sólo de tu físico, he conocido hombres más guapos, pero me gusta tu forma de ser, no te conozco desde hace mucho tiempo, pero eso es lo que siento, desde que te vi, y no quiero que seas mi novio, ya que tengo una alta estima hacia Fernanda, y nunca le haría algo como eso, sólamente quiero que lo sepas, quiero que nos sigamos hablando igual, no quiero que cambies-
Yo no sabía que decir, en algún otro momento hubiera deseado con toda el alma escuchar eso, pero ahora, ahora me parecía un pequeño problema, aunque claro, yo tampoco quería cambiar la relación que llevábamos, sólo le di un abrazo, sólamente eso.
Ese día lo gasté pensando en lo que Milly había dicho, en el fondo, yo también sabía que la amaba, además de ser hermosa, me gustaba su decisión, su delicadeza, su forma de ser. Como ella había dicho.
Como dije anteriormente, por todo lo demás ese día fue igual al anterior, pero esa noche no.
Después del cuento de Spike, fuimos cada quien a sus respectivos cuartos. Fernanda dormía, yo no, había algo que me mantenía despierto, no sabía que era, hasta que escuché pasos afuera de mi puerta, entraban al laboratorio, hubo un forcejeo entre dos sujetos, lo escuchaba con claridad, de pronto uno de los sujetos se rendía y era arrastrado, por el pasillo, tomé mi bate y abrí la puerta con cuidado, le dije a Fernanda en voz baja que despertara a todos en silencio, los sujetos, bueno, el sujeto que llevaba en brazos al otro individuo se dirigían al patio principal, en la oscuridad de la noche pude ver sus siluetas, era un hombre alto, de cabello largo, flaco, que llevaba en brazos a una chica, inconsciente, los seguí en silencio, llegaron al patio, sentí pasos detrás de mi, era Thur, que observaba la misma imagen que yo, llegaron al patio, el sujeto alto no se había percatado de nuestra presencia, colocó a la chica en el piso, sacó un arma de fuego, en eso corrí hasta donde estaba el sujeto y le di un fuerte golpe en las manos con mi bate, Gill gritó de dolor, cayó al piso, se puso de pie de nuevo, entonces recibí un puñetazo en el estómago, Thur sujetó a Gill desde atrás e impidió que me diera otro golpe, yo estaba en el piso.
Continuará...

...en eso, Karen despertó, yo me arrastré hasta donde ella estaba, la abrazé.
¿Estás bien?- le pregunté
Si- contestó ella un poco adormilada, supuse que Gill la había intentado sedar.
Thur seguía sujetando a Gill, llegó Irv y entre los dos lograron controlar a Gill.
¿Qué diablos te pasa Gill?- preguntó Thur enfurecido, todos se habían despertado y veían la escena atónitos.
Clink dijo que estaba infectada-
¿Qué?- gritó Karen aterrada, yo la seguía sujetando contra mi pecho para protegerla de Gill.
No, no lo está- dijo Thur.
Muestra tu brazo- le gritó Gill a Karen, ella no hizo nada y comenzó a llorar.
¡Cállate Gill, déjala en paz!- le grité.
¡Que muestres tu maldito brazo!- Karen se apretó más contra mi, su llanto era extraño, la odiaba, pero verla así me partía el corazón.
Estonces Gill se acercó, le tomó bruscamente la mano y recorrió la manga de la blusa que Karen tenía puesta, entonces todos vimos resaltando en su blanquísima piel una mancha roja con la forma de mordida, y con costras negras, eso no me importó, no la solté, ella siguió llorando, la abrazé con más fuerza.
¿Lo ves Thur?- Gill se veía completamente loco -está infectada-
Gill, nunca permitiré que asesines a un miembro del refugio, discúlpate con la chica-
No lo haré, está infectada-
Maldita sea Gill, déjala en paz- intervino Irv.
Elliot, lleva a Karen al laboratorio con Clink- me dijo Thur.
No, no habrá ningún infectado en el refugio- dijo Gill, tomó su arma, golpeó a Thur en el rostro y éste cayó, le dió una patada en el estómago a Irv en el estómago y tomó su arma de nuevo, nos apuntó, pero yo ya había recuperado mi bate, rápidamente me dí vuelta y lanzé el bate, que aterrizó en la cabeza de Gill y quedó inconsciente.
Lo que sentí no fue satisfacción, me asusté, ya que pensé que lo había matado, Ian se acercó, por suerte Gill seguía vivo, hasta ese momento no había notado que Karen me sujetaba fuertemente del brazo, tampoco había notado unos verdes ojos que aterados veían los sucesos, y tampoco me había dado cuenta de que Fernanda me veía con una mezcla de terror, rencor y confusión en sus ojos, entonces Spike intervino.
Vuelvan todos a sus camas, menos tu, tu, tu, bueno, y el está inconsciente, ah, y traigan a Clink- decía mientras señalaba a Karen, a mi, a Thur y a Gill, todos volvieron a sus camas, aunque algunos se quedaron unos instantes observándome, como si realmente hubiera matado a Gill, una de esas personas era Fernanda y Milly.
Clink curó a Gill, y lo llevaron cargando entre Mario e Irv a la enfermería de la escuela, a mi me llvaron a un salón, cerrado con llave, y a Karen la aislaron, unas horas después abrieron la puerta, eran Thur y Spike.
Hola Elliot- dijo Spike -¿cómo te encuentras?-
Bien, ¿cómo está Karen?- (era una de las interrogantes que acosaban mi mente).
Está bien, Clink la aisló, es sólamente protocolo, parace no responder al virus, por lo que no hay ningún riesgo-
Que bien, gracias, y ¿cómo está Gill?- (aunque no lo crean, también estaba preocupado por él).
Bueno, todavía no despierta, pero lo hará en unas horas- dijo Thur -precisamente, queríamos hablar contigo sobre eso-
Mira Elliot, lo que hiciste no fue bueno, y tu lo sabes, si, de no haber sido por esa acción probablemente Gill habría asesinado a Karen, o a ti, pero creemos que es prudente dejarte "castigado" hasta mañana, creemos que es lo correcto-
Bien, lo entiendo- no me preocupé en contradecirlos, yo sabía que era injusto quedarme encerrado un día, pero no quería hablar con nadie, así que creo que fue de ayuda quedarme ahí.
No te preocupes, te tragimos tu mochila- dijo Thur, sonriente me la dio. Entonces recordé que día era, era 23, mañana era nochebuena.
Mañana es nochebuena, debo ayudar con los últimos arreglos, podré salir a cenar con los demás, ¿cierto?-
Oh, es verdad, creo que no sería mala idea dejarlo salir mañana- le dijo Thur a Spike.
Bueno, por cuestiones técnicas se suspende tu castigo- dijo Spike y me guiñó un ojo, yo le sonreí.
Spike salió del cuarto, Thur se quedó ahí unos minutos más.
¿Cómo se que Gill no atacará de nuevo a Karen?- le dije buscando con calma las palabras indicadas.
Bueno, desde hoy yo cuidaré de ella, como si fuera mi hija-
Thur, ¿cuándo acabará ésto?- no pude evitar preguntárselo.
Elliot, eres un chico listo, no me obligues a darte una respuesta-
Nunca acabará ¿cierto?-
Alguien inteligente sabe que ésto nunca acabará-
Desearía que hubiera alguna esperanza- dije para mi.
Si hay, muy pocas esperanzas, ¿cómo sabemos que no hay grupos más grandes de sobrevivientes como nosotros ahí afuera?-
Es verdad, nunca pensé que encontraramos un sobreviviente y encontramos a Karen-
Cierto, Ruth una vez me contó que en Canadá hay una medicina, que cura el virus, pero claro, nadie la ha visto-
Creo que debamos mantener a salvo nuestras esperanzas- le dije a Thur.
Tienes toda la razón, bueno, me tengo que ir- salió de la habitación, yo me puse a escribir en mi libreta y después me dormí.

Aquí termina el capítulo 8 de "La última lágrima" espero que les haya gustado.

Como dije, me gustaría hacer un capítulo de navidad, y aquí estoy, 25 de diciembre, a las 8:24 escribiendo, mi familia sigue dormida, no hay regalos bajo el árbol, yo lo considero un día perfecto para escribir, así me siento más inspirado.

Capítulo 9. "Nochebuena y Navidad"

Al día siguiente desperté, me levanté, habían dejado una nota bajo la puerta.
"Hoy es nochebuena, en la noche celebraremos un intercambio, como no estabas disponible en la mañana, te hemos dado el boleto restante" había un papel más pequeño doblado en pequeñas partes "busca algo bonito que regalar" terminaba la nota, desdoblé el papel, habían letras escritas, decía: Irv.
Bueno, tal vez podría darle mi chamarra de cuero y alguna otra cosa, pero ¿qué?, además noté algo extraño en la carta, decía que no estuve disponible en la mañana, ayer había estado todo el día en la cafetería y ayudando con los arreglos, entonces se referían a la madrugada de hoy, ¿qué hora era?, bueno, necesitaba salir a buscar algo.
Salí de la habitación, ya era hora en que los demás salían a buscar sobrevivientes. Mientras caminaba, volteaba en todas direcciones, estaba nervioso, ¿y si Gill decidía vengarse? lo conocía lo suficiente como para saber que su venganza era un hecho inevitable. Saludé a todos mientras caminaba, noté que componían sus mejores sonrisas, pues querían hacer como si lo de ayer nunca hubiera pasado. Llegué al patio, ahí estaban El coyote y Ruth, bromeaban de algo, cuando me vio El coyote dijo:
Mira Ruth, aquí tenemos al Gillicida- no pude evitar reir.
Ya en serio, ¿dónde está? no lo ha visto- dije
Yo tampoco- dijo Ruth.
Todavía sigue en la enfermería, ya despertó, pero se hace el sufrido- dijo El coyote.
Ah, que bien, oigan, ¿Planean a salir hoy?- dije con interés.
Bueno, creo que si- dijo Ruth -¿qué necesitabas?-
Apenas me acabo de enterar de lo del intercambio y quiero regalar algo bueno- dije.
Nosotros estamos en la misma situación- dijo El coyote.
Bueno, tal vez podríamos ir los tres a buscar algo bueno para regalar- sugerí, ellos asintiéron.
Sube a la camioneta Elliot- dijo Ruth, y entonces partimos.
Mientras estábamos en camino, yo pensaba en un buen regalo para Irv, conocía una casa de música, bueno, varias casas de música que se encontraban en el centro (un lugar de la ciudad de México donde se podía encontrar toda clase de cosas, libros, ropa, armas, en fin), Ruth y El coyote también podrían encontrar algo ahí, entonces recordé que no llevaba ni mi bate ni a Margaret.
¿Qué tan riesgoso es ir al centro?- pregunté, entonces Ruth y El coyote intercambiaron miradas.
Hay que hacer un plan- dijo El coyote y detuvo la camioneta de golpe.
No te detengas aquí, estamos a mitad de la calle- dijo Ruth preocupado.
Sólo son unos minutos-
Bueno, ¿ustedes han pensado en lo que regalarán?- (yo pensaba regalarle a Irv un pedal de distorción o algún efecto para su guitarra).
Yo le regalaré a Milly un vestido- dijo Ruth.
Yo debo regalarle algo a Mario, pero no se que- dijo El coyote.
Ya se, iremos al centro, traeremos algo de música que ya tengo en mente para Irv, un vestido para Milly y una gorra para Mario ¿de acuerdo?-
Está bien- dijeron los dos al mismo tiempo. El coyote encendió de nuevo la camioneta y nos encaminamos al centro.
De nuevo el camino fue lento, no habían obstáculos, pero creo que los tres esperábamos encontrar a alguien con vida, y sano claro.
Cuando llegamos, vimos una tienda de ropa, posiblemente encontraramos una gorra bonita ahí.
Yo bajo, ustedes cúbranme- dije.
Ten ésto- dijo Ruth y me dió una de sus armas.
También ten cuidado- dijo El coyote.
Bajé y me aproximé lentamente a la tienda, con el arma sosteniéndola y apuntándo como había visto en películas, Ruth y El coyote se habían bajado de la camioneta y me vigilaban atentamente.
Cuando llegué al frente de la tienda, la oscuridad me pareció abismal, le hize señas a Ruth para hacerle entender que no se veía nada, el lanzó una linterna por el suelo, la tomé, me armé de valor y entré, entonces me arrepentí de hacerlo, pero no había marcha atrás, busqué y busqué, nada. seguimos el mismo cuidadoso procedimiento unas cuantas veces más, no fue sino hasta la quinta tienda en la que encontré finalmente una gorra perfecta para Mario, era una gorra beige que iba bien con su piel y su cabello, regresé a la camioneta, muy contento, pero me percaté de algo, no estaba solo, había sentido lo mismo en las otras tiendas, pero no estaba seguro, ésta vez escuché un ruido que lo confirmaba, sentía sus miradas clavándose lentamente sobre mi, entonces mi cuerpo fue invadido por un pánico abrumador, todo el valor que conservaba se evaporó, me quedé ahí plantado, temblando de terror, podía sentirlos, estaban ahí, aunque por alguna razón no me habían atacado, no estoy seguro, pero creo que si hubieran querido, ya lo habrían hecho desde que bajé a la primera tienda. Salí corriendo de ahi, Ruth y El coyote se alarmaron, creyeron que algo andaba mal.
¿Qué sucede chico?- preguntó El coyote.
Nada, perdón, una ola de miedo- contesté.
¿Quieres continuar? yo puedo bajarme a buscar lo que hace falta- dijo Ruth.
No, no hay ningún problema en continuar- dije. La verdad, es que yo quería no sólo escoger el pedal adecuado para Irv, sino que desde que Ruth mencionó que le regalaría un vestido a Milly, no se, algo dentro de mi me dijo que yo era el indicado para escogerlo, personalmente no confiaba en el gusto de Ruth, el usaba una chamarra amplia de tela negra, sospecho que era para esconder su panza, unos pantalones negros, igual, muy amplios, y un par de esos zapaton famosos de la estrella blanca. No se veía bien, bueno, limpio quizá, pero yo quería que Milly se viera más hermosa de lo que era, así que no podía evitar bajar, de lo contrario, ¿qué escogería Ruth? tal vez él escogería un vestido negro, de la pinta para irse a un funeral.
La siguiente tienda fue la casa de música, era un edificio de uno cuatro pisos, yo había entrado ahí antes de que todo ésto pasara, los pedales estaban en el segundo piso.
Bajé, entré a la tienda, que como todos los demás establecimientos estaban sin una pizca de iluminación, además llegué a la conclusión de que había algo muerto ahí, apestaba horrible, y escuchaba el aleteo de un par de moscas, en la planta baja pude notar que no había nadie, ni vivo ni muerto, encendí la linterna y subí al primer piso, no me preocupé en saber si había alguien ahí, solo continué mi camino, lentamente, hacer ruido al caminar podría significar la muerte, continué, las escaleras estaban intactas, o eso creía, apuntaba mi linterna hacia arriba, no caí en la cuenta de que había algo en el suelo hasta que pisé una mano y escuché un débil lamento, el mismo pánico acompañado por el sudor frío me invadió de nuevo, cada centímetro cuadrado de mi piel se confundiría fácilmente con la piel de una gallina, mi corazón latía bestialmente rápido, apunté lentamente con la linterna hacia un lado, junto ami había un hombre en el piso, era un antiguo ayudante de la tienda, me agaché cuidadosamente, parecía herido, de nuevo emitió aquel sonido, le toqué el rostro con cuidado, no estaba infectado, solo estaba muriendo de alguna herida, el piso tenía un chraco de sangre, continué mi camino, subí, busque el pedal, donde los habían puesto, están por aquí, pensaba, entonces encontré una vitrina, un mostrador, ahí había, muchos pedales, tomé unos cuatro, después de romper el vidrio, ya había hecho mucho ruido, ahora tenía que salir corriendo, bajé las escaleras, pisé el charco de sangre, pero detuve mi carrera, por que faltaba algo, el hombre, ya no estaba, corrí, entonces escuché más de esos sonidos de rojos arriba, me estaban siguiendo corrí desesperadamente, cuando bajé, un montículo se leventó, era el hombre, y yo estaba equivocado, el individuo estaba infectado, rápidamente levanté el arma que me había dado Ruth y disparé, atiné justo entre los ojos, salí por donde había entrado, ahí seguían Ruth y El coyote, subí a la camioneta y nos alejamos.
¿No te han mordido?- preguntó Ruth.
No- contesté.
Tampoco te rasguñaron ¿cierto?- intervino El coyote.
¿También se transmite por rasguños?- pregunté a la vez que recordaba el día que quemé el almacén, uno me había rasguñado.
Si, siempre se muerden las uñas y tienen los dedos sangrando, si te rasguñan, y su sangre entra en contacto con la tuya... ...por favor, dime que no te rasguñaron-
Lo hicieron, unos días antes de llegar al refugio- dije entrecortadamente.
Pero ahora no te han hecho nada-
No, estoy bien- dije.
Que bueno, no te preocupes, buscaré algo para regalar a Milly, no quiero que te lastimes- me dijo Ruth, pero inmediatamente contesté:
No.
Es decir, ya estamos aquí, tendré cuidado- me traté de justificar.
Si te infectas, harás que Thur me mate, entonces te mataré a ti, ten cuidado dijo Ruth.
Si, no me lastimaré ni un dedo- dije.
Pronto llegamos a una tienda departamental, de nuevo, a oscuras.
Caminé, con la linterna en mano, la pistola apuntando al suelo, ahora traté de ser más rápido, no quería que ésta vez la suerte me dejara de lado, busqué.
Buscaba un vestido bonito para Milly, pero no lo encontraba, lo peor es que todo estaba oscuro, no veía muy bien.
Los gritos y gruñidos no se hiciéron esperar, me habían escuchado, sabían que yo no era como ellos, entonces, harto de buscar, rendido, busqué la salida, entonces, a unos tres metros del suelo pude ver colores hermosos, era un café especial, con adornos verdes escarlatas, un vestido perfecto para Milly, los rojos se acercaban, y el vestido estaba muy alejado del piso, tomé un palo de madera que estaba en el suelo, intenté alcanzar el gancho, pero no podía, los ruidos de los rojos se escuchaban cada vez más cerca, estaban a unos cincuenta metros, yo seguía sin alcanzar el vestido, ellos se acercaban, yo brincaba, trataba con todas mis fuerzas brincar alto y alcanzar el vestido, tomé mi arma, los rojos estaban a unos treinta metros, estaban por todas partes, pero no les disparé a ellos, le disparé a la pared de la que colgaba el vestido, dando justto en el gancho, el vestido cayó en mis brazos, lo arrugué para que no cayera durante el escape, entonces corrí, corrí hacia los rojos, tumbé a unos al chocar contra ellos, su brazos me rodearon, yo no solté el vestido, entonces disparé, disparé en todas direcciones, lo bueno es que seguía sano, no me habían mordido, ni rasguñado, entonces solté el arma, los rojos recibiéron puñetazos en todas partes, me soltaron, rápidamente me agaché por el arma y eché a correr hacia la salida, les disparé a los que estaban bloqueando mi camino, no sentía mis piernas, sólo saabía que estaba corriendo, corriendo por mi vida, un grupo numeroso me seguía, llegué a la salida, El coyote encendió la camioneta antes de que yo llegara, por un instante pensé que me estaban abandonando, pero me di cuenta de que solo era una estrategia de escape, ahora yo tenía que saltar y sostenerme de algo en la camioneta, después de que perdiéramos a los rojos, retomaría mi lugar dentro del vehículo.
Ruth disparaba a los rojos que estaban más cercanos a mi, salté y me sujeté de una agarradera en la parte posterior de la camioneta, unos minutos después, perdimos a los rojos, mi respiración ya estaba mejor, nos detuvimos para que pudiera subir.
Ruth y El coyote me miraban atónitos, entonces levanté el vestido, glorioso, y sonreí orgulloso.
Ni un dedo- dije y todos echamos a reir.
El vestido era hermoso, justo para Milly, pero no caí en la cuenta de que no era muy amplio, no hubiera sido conveniente usarlo para correr, más tarde me lamentaría de haberlo conseguido, y haber sido la causa de un error.
Esperen, aún falta un regalo- dije, ello me miraron extrañados -Fernanda- dije para hacerlos entender.
Está bien- dijo El coyote -¿A dónde quieres ir?-
A una joyería- dije.
Conseguir el regalo de Fernanda fue mucho más fácil.
Entré a una joyería, sabía bien que buscaba, ésta vez no escuchéruidos, entonces encontré lo que buscaba.
Llegamos al refugio una hora más tarde, entramos sin que nadie se diera cuenta, pues se quejarían de los riesgos que corrimos, y Thur mataría a El coyote y a Ruth por dejarme correr tales riesgos.
¿Dónde diablos has estado?- preguntó Fernanda en cuanto me vió.
Ah, estaba en aislamiento- mentí, pero sabía que ella me habría estado buscando todo el día.
No tienes que mentirme, yo confío en ti- dijo.
Bueno, ¿quieres la versión larga o la corta?-
Le conté todo lo que había pasado, ocultando el trabajo que me costó conseguir el vestido de Milly y tampoco le dije lo que le había conseguido a ella. Fernanda no fue dura conmigo, solo me dijo que debía valorar más mi vida, y me llevó con Clink para que me examinara, de nuevo, la suerte me sonreía.
La cena de nochebuena fue deliciosa, todos felicitaron a Milly, a Fernanda, a La abuela y a Dan, todos ellos había ayudado mucho en la elaboración de los platillos.
Sólo hay diez palabras para describir esa celebración: nunca en mi vida había visto una nochebuena como esa.
Todos mostraban su mejor sonrisa, Thur, Ruth, El coyote, Irv, Mario, Johan, Clink, Ian, Helena, Carlitos, La abuela, Milly, Fernanda, Karen, Dan, Spike, hasta Gill sonreía con una benda en la cabeza. Me conmovió ver tanto optimismo en un sólo lugar, todo era tan radiante, nunca había vivido algo así, puede parecer idiota pensar en eso, cincuenta imbéciles, los únicos sobrevivientes de una crisis mundial, festejando como si nada ocurriera, pues la verdad es que eso éramos, pero estábamos felices, por estar ahí, por tener alguien a quien sonreirle, por tener a alguien a quien abrazar, a quien amar.
Karen trató de disculparse a su manera por losw conflictos que habíamos tenido tiempo atrás, todos nos abrazamos, sentí algo al abrazar a Milly, aunque no estoy seguro de que pudo haber sido, Dan me regaló dos granadas más, me dijo que se sentía bien tener un amigo como yo, yo le dije que era más que suerte tener a un amigo como él, Gill se disculpó conmigo y con Karen, Fernanda me recordó cuanto me quería, todo fue especial.
Después llegó el intercambio, El coyote le dio la gorra a Mario, quien se alegró mucho, Ruth le dio el vestido a Milly, nunca había visto una sonrisa tan reluciente, tan intensa, todos quedaron maravillados con la prenda, yo le regalé Irv los cuatro pedales y mi chamarra de cuero, el los provó mientras armonizaba un discurso de Spike, Thur me regaló su abrigo de cuero y una libreta y una pluma nuevos, un muy buen regalo, también un colgante, con forma de crúz.
Mientras tengas ésto, la protección de las personas que amas te cubrirá- dijo y me colgó el extraño metal.
Todo fue maravilloso esa noche, al irnos a dormir, saqué de mi bolsillo lo que había conseguido en la joyería, Fernanda me abrazó y lo desenvolvió, era una mariposa, de un material extraño, y con un brillo especial, lo que más recuerdo de ese día, fue su rostro al decir: -te amo-.

Aquí termina la primera parte del capítulo 9 de "La última lágrima".

¡Hola! espero que éste fragmento del relato sea de su agrado, como ya sabrán, me retrasé un poco, se supone que tendría que haber escrito ésto hace seis días, pero me tomé unas breves vacaciones, espero ponerme al corriente pronto, su compañero de refugio: Arturo.

Capítulo 9 (segunda parte).

Navidad, me levanto en las mañanas, bajo a ver que dejaron mis padres en el pequeño árbol artificial que ha visto ésta casa muchas veces, los adornos parecen fantásticos, los regalos parcen bonitos, genial, es lo que les pedí, juego toda la mañana o estreno la ropa, mi padre me pregunta a donde quiero ir para comer, yo le digo que no quiero salir, me quiero quedar todo el día aquí, ¿para qué salir? si todo lo que quiero está aquí, en la televisión, las películas de navidad de toda la vida, pero bueno, me gustan las películas de navidad.
Tal vez iré a casa de mis primos para pasar un rato en familia. Posiblemente, tal vez, quizá, probablemente, puede ser, o podría ser, o hubiera podido ser, pero llegó la gripa púrpura dejando en el mundo la eterna sensación de amanecer entre un montón de mierda. Se llevó a todos, sólo quedamos unos cuantos, me niego a la verdad, me niego a ver que morimos lentamente. Casi sin niguna esperanza ya...
Clink nos despertó a mi y a Fernanda, dijo que todos los del refugio saldríamos de nuevo, hoy 25, y mañana 26 serían días "especiales". Daríamos dos paseos, el primero sería al campo, y el segundo a la ciudad.
Nos levantamos, ahora procuré exitosamente de recordar llevar el bate y mi mochila, con Margaret dentro.
Desayunamos y nos propusimos salir temprano, parecía un día tranquilo, aunque la mayoría, incluyéndome a mi, habíamos ido a dormir tarde, una extraña energía nos llenaba, salimos todos, sigilosamente, con armas, iríamos cerce de la carretera, después iríamos al refugio y cenaríamos algo delicioso, eso habían dicho Fernanda, La abuela, y Milly, sea como sea, ese día se veía demasiado prometedor, se veía tan bien que no pude evitar pensar que pasaría algo malo, por suerte, no pasó mucho, cuando salíamos a la calle, Fernanda resbaló y se hirió el tobillo y el brazo, Clink y yo la llebamos a la enfermaría.
Fernand da, lo lament t to, pero no p podrás salir hoy, no es s seguro q que salgas- decía Clink.
En ese caso, me quedaré con ella- aseguré firmemente.
No Elliot, tu irás con los demás y pasarás un día genial, ¿de acuerdo?- Fernanda se sentía culpable, lo solucionamos, ella se quedaría en el refugio, acompañada por Clink, Karen, La abuela y otros hombres que los cuidarían en caso de una emergencia.
En camino fue algo cansado, aunque llegamos a la carretera más tempreno de lo que esperaba, (sólo tardamos unas tres horas) pero llegamos a salvo, aunque cansados, el sol brillaba todavía, era cerca de la una de la tarde, Thur y Gill cazaron varios conejos, junto con Spike, los cocinaron, improvisaron una fogata en un área libre de vegetación "lo último que queremos es quemar el bosque y matar a los animales que no tienen nada de culpa" decía Irv.
Como Fernanda estaba en el refugio, yo había pasado todo el viaje con Milly y con Irv, bromeabamos y reiamos, Irv nos contaba anécdotas de cuando tenía mi edad, todas sus experiencias parecían graciosas, platicabamos de películas, fiestas, comida, cosas de las que habla la gente cuando quiere olvidarse de lo que está viviendo, Dan se nos unió a mitad del camino, también hacía comentarios que nos provocaban sonreir, todos ellos eran geniales.
Los habría escogido sin pensarlo dos veces como mejores amigos, pero ahora no tenía que escoger, estaban ahí y no había nadie más, triste, pero ya no me importaba.
Como dije antes, el sol brillaba esplendorosamente, y el cielo se había pintado de un azul magnífico, el día perfecto. En situaciones normales, sería un buen día para ir con los amigos a alguna clase de comida en el campo, o a un parque, pero éstas no eran condiciones normales, aswí que estábamos nosotros, que ya más que ser amigos éramos familia, comiendo conejos y bebiendo cerveza, con una fogata en frente, contando chistes y narrando sucesos graciosos, estábamos casi todos, a excepción de Milly, que seguramente estaba explorando el igual, Thur decía que el campo era el último lugar al que los rojos irían, no había nada, les gustaba más la ciudad, por lo tanto, era seguro que Milly andubiera por ahí.
Sentí una mano cálida en mi hombro.
Ven Elliot, quiero mostrarte algo- dijo una voz encantedora, aunque no más que la de Fernanda.
Milly, no se tarden mucho, nos vamos en media hora- dijo Ruth, que veía a los más jóvenes jugar y correr al lado de la carretera.
Intentaremos no hacerlo- contestó ella -Ven- dijo de nuevo, me tomó de una mano, y casi mqe arrastró a una parte del campo donde los árboles nacían más juntos unos de otros, estaba un poco oscuro, ella sujetó con más fuerza mi mano, pronto llegamos a una zona donde sólamente había mucha hierba, y entre la hierba que estaba más crecida, sobresalía la silueta de un automóvil.
¿Pero qué?-
Y hay más, tiene comida dentro- dijo ella aasintiendo.
Tal vez sean sobrevivientes, los rojos no pueden conducir un auto- expliqué. Ella me miró como quien está obligando a alguien a hacer algo.
¡OIGAN! ¿HAY ALGUIEN AHÍ? NO ESTAMOS INFECTADOS- no obtivimos respuesta. Nos quedaban quince minutos para regresar, en el lugar también había un tubo enorme, como en los que se suele patinar. Cuando Milly notó que me quedé viendo aquel tubo dijo:
¿Vamos?-
Si-
Nos acercamos sigilosamente, yo sujetaba mi bate con fuerza, lo bajé cuando nos dimos cuenta de que en aquel mini túnel no había nada, entramos, Milly me sujetó de nuevo de la mano, había un olor extraño, así que subimos a la parte descubierta del cilindro, estábamos en medio de un bosque que nacía en el campo, nosotros dos, internados ahí.
El paisaje es hermoso ¿no crees?-
Seguro que si- dije.
Se que tu conseguiste el vestido, y se el trabajo que te costó conseguirlo, te lo agradesco infinitamente- yo no me había dado cuenta de que llevaba puesto el vestido, se le veía fenomenal, como si el vestido y ella hubieran estado destinados a encontrarse.
Lo vi y supe que te quedaría espectacular- dije.
¿Crees que los rojos se multipliquen?- preguntó Milly casi sin fuerza en su voz.
Un cuarto de la población mundial murió, y el virus los mata lentamente, mueren en menos de un mes, ahora la mitad de la población mundial está muerta, y día a día esa cifra va en aumento-.
Si, creo que estamos en extinción, ¿no?- y entonces me regaló su más radiante sonrisa, se acercó y me dio un beso, nos dimos un beso, en la boca.
Yo, lo siento, Fernanda, yo, - Milly trataba inútilmente de excusarse.
No te preocupes, lo siento, -
Nos quedamos sin palabras, minutos después decidimos regresar.
Tenemos que irnos, hemos escuchado algo, será mejor irnos-
De acurdo Irv-
Regresamos el refugio, aunque Milly y yo no decíamos palabra, caminabamos juntos, me arrepentí del beso, se sintió bien en ese momento, pero ahora tendrñia que cargar con el peso de haber engañado a Fernanda.
Llegamos al refugio aproximadamente a las siete, de inmediato corrí a saludar a Fernanda, que estaba en la cocina, junto con La abuela habían terminado de preparar la cena de ese día.
Resulta que lo del ppie había sido una pequeña trampa para quedarse junto con La abuela y terminar de cocinar la cena, la cual disfrutamos escuchando relatos navideños de Spike, con la compañía de la guitarra de Irv, y sus pedales nuevos.
Fernanda llevaba colgada la mariposa que le regalé, yo me sentía como un completo imbécil, y por la mirada de Milly, ella se sentía igual o peor.

Aquí termina el capítulo 9 de "La última lágrima", por su atención, gracias.

Hola, soy Arturo, primeramente, quiero hacerles llegar una felicitación por sobrevivir un año más en éste mundo, ¡Feliz año nuevo! tengan todos ustedes.
Como ya sospecharán, ayer tuve una fiesta con mi familia, y me dormí a las cinco de la madrugada, pues hoy, uno de enero del 2010, quiero agradecerles por darle seguimiento a éste relato, les prometó que se pondrá mejor, los problemas de Elliot comienzan a agravarse, pronto su pequeño mundo quedará reducido a nada, y aún así sobrevivirá.
También quiero contarles algo, anoche tuve uno de esos clásicos sueños locos, o pesadillas, en las que el mundo se ve afectado por una pandemia zombie, en mi sueño aparecieron dos nuevos personajes, Mónica y Armando, ¿les gustaría que éstos dos personajes entraran en la historia?
Bueno, debo seguir escribiendo, recuerden que su opinión cuenta. Gracias.

Capítulo 10 "Presentimiento".

Algo va a pasar, algo malo va a pasar, lo siento en el ambiente frío, lo saboreo en el aire, lo veo en las nubes, algo malo, muy malo, algo va a pasar, alguien morirá, algo.
Alguien va a sufrir, una orquesta de gritos, olas de terror, algo va a pasar, he cometido un error, he hecho algo mal, y ahora sabré que fue...
...Nunca olvidaría ese día, un día frío, un día de muerte, cuatro días atrás besé a Milly, los otros tres días fueron normales, pero hoy, hoy 29 de diciembre del 2009 pasaría algo, yo lo sentía, algo que destrosaría el alma de todos en el refugio, algo quepintaría todo con el amargo color de la tristeza, y el dolor, gritos en el aire, malditos rojos, malditos sean, perderíamos a tres personas ese día, una de ellas, muy significativa para todos, y también mucho para mi.
No encontramos nada, ningún sobreviviente, nos sentíamos un poco agotados, más aquel día, daríamos un paseo, como el de navidad, iríamos a la ciudad, nadie sabía lo que pasaría...
...Continuará...

...Un rato después salimos, yo llevaba mmi bate, el abrigo que Thur me había regalado, aunque me iba grande, y mi mochila con Margeret dentro, sentía que me haría mucha falta hoy, o eso presentía.
En el camino no me aparté de Fernanda, ella se encontraba algo indiferente.
Lo sabes, ¿cierto?-
Milly estaba muy preocupada, no pudo evitar decirmelo- dijo Fernanda.
Yo, no quiero que - Fernanda me interrumpió.
No te preocupes, cosas insignificantes- dijo ella fingiendo indiferencia, pero yo sabía que si había tenido un significado.
Te propongo algo para pagártelo- sugerí, sabía que Fernanda aceptaría.
¿Qué propones?- dijo ella.
No me separaré de ti en todo el día, hoy te protegeré más que a mi vida, ¿de acuerdo?-
Está bien- contestó ella después de un minuto en el que lo pensó.
De hecho, no pensé que fuera tan fácil convencerla, pero ya que lo había hecho, sentí que un ligero peso se apartaba de mi, pero aún sentía una gran presión, no se por qué, pero se sentía horrible.
Cuando ya casi habíamos llegado a nuestro destino, caí al piso, quedé con el rostro en el asfalto, mirando hacía mi lado derecho, y pude percibir un olor extraño, a hierro, y vi un fluido rojo en el suelo, me levanté en seguida.
¡Thur, Ruth, Gill, Spike, vengan a ver ésto!- grité, Gill se tardó más en venir, los cuatro se agacharon a analizar la extraña mancha. Gill toco el suelo y se llevó la mano cerca de la naríz.
No estaba infectado- se levantó -y la sangre está muy fresca, quiza podamos rescatarlos-
Levantaron la vista, la mancha se convertía en un camino a seguir, un camino que entraba a un almacén, una bodega, una construcción grande.
¿Entramos?- preguntó Ruth.
Yo sugeriría venir mañana- dijo Spike meneando la cabeza.
Podrían no esperar hasta mañana- dijo Thur, y tomó su ballesta.
Entramos todos, adentro olía a cadáveres putrefactos, además de oler a orina, cuando Thur se percató de esos olores gritó:
¡SALGAN, SALGAN TODOS, ES UNA GUARIDA!-
Cuando salimos él nos explicó que olía a cadáveres por razones obvias, pero el olor a mierda nos asegura que es una guarida de rojos.
Vi a alguien, estaba escondido, no estaba infectado- Johan estaba muy alterado.
¿Pero qué dices?- Gill estaba alterado también, todos estaban alterados de hecho.
Gill, debemos rescatar a aquel individuo- Ruth se estaba calmando, discutieron unos minutos sobre lo que debían hacer, al final llegaron a un acuerdo.
Está bien, Johan, Ruth, Gill, Irv, Ian, nosotros vamos...-
Thur y los demás entraron a aquel edificio extraño, Fernanda se aferraba a mi costado izquierdo, podía sentir su miedo, podía sentir el miedo de todos, incluso Karen estaba asustada, sus redondos ojos estaban más abiertos que de costumbre, Milly estaba quieta, todo el día había estaba así, como si fuera un fantasma, Mario estaba junto a nosotros dos, susurraba palabras.
Vamos Ruth, Irv, salgan de ahí, tienen que salir, deben salir con vida, vamos, salgan- sujetaba su arma con fuerza, entonces abrí mi mochila y tomé a Margaret con una mano, con la otra sostenía el bate, después Fernanda lo tomó con ambas manos para que yo pudiera operar bien la pistola en caso de alguna emergencia.
La espera se hacía eterna, a cada segundo, sentía aquella sensación de terror acentuándose en mi pecho, erizando mi cabello y los vellos de mi piel, Dan sujetaba un molinillo de madera, La abuela estaba inquieta, junto a dos hombres con armas, en eso, saliéron, saliéron con un herido en brazos...


Última edición por arturo864 el Mar Ene 05, 2010 9:38 pm, editado 18 veces (Razón : Capítulo 10)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Continuación, capítulos 10, 11, 12, 13, 14

Mensaje  arturo864 Mar Ene 05, 2010 9:39 pm

...Hombre, unos 30 años, desnutrido, tiene una mordida en el brazo- Clink casi tropieza.
Todos se echaron atrás, Gill le apuntó con su rifle.
¿No me llevarán a su refugio?- el herido perecía demente.
Cállate- dijo Gill con odio en la voz.
¿No me llevarán a su refugio?-
¡Càllate dije!- gritó Gill.
Baja eso, no lo hagas- dijo el infectado.
No eres nadie para decirme que hacer-
Antes de todo ésto, era un pediatra-
Y eso que-
No matarás a un pediatra-
Mira, me vale una mierda si eras un santo, ahora estás infectado- El hombre caminó hasta quedar a unos centímetros de Gill.
Ustedes, no miren- nos gritó lo iba a matar -ahora vete- le dijo al hombre.
No, quiero que me lleven a su refugio, hay una cura-
Tu y yo sabemos que no hay nada, ninguna maldita cura, ni una maldita esperanza-
No, no me mates-
Entonces lárgate- mientras ellos dos discutían, yo sentía la presión creciento agigantadamente en mi pecho.
Algo va a pasar, hay que irnos- le dije que a Thur que estaba junto a mi, cuidando de Karen.
Espera- contestó y sujetó su ballesta -ya basta Gill, deja que se largue-
Ya escuchaste méndigo rojo- dijo Gill.
No, llévenme-
Si lamenté alguna muerte de algún rojo, definitivamente fue esa, el estallido del rifle fue horrible, pero lo siguieron otros ruidos, más aterradores, gemidos.
Son ellos- le dije a Thur.
¡CORRAN!- gritó él.
Apenas habíamos dado un par de pasos, un rojo salió de la bodega, seguido de otros cinco, echamos a correr.
Mi vista se nubló, como si todo andara en cámara lenta, sentía que corría muy lento, no escuchaba nada, creo que estaba demasiado aterrado, sólo vi el rostro de Fernanda, sujetaba mi mano, giré la vista, vi a Thur, y el ondulado y negro cabello de Karen siguiéndola como una bandera, todos corrían, pero no noté que algunos se quedaban atrás, si lo hubiera notado...
...miré atrás, corriendo, vi a Milly, haciendo un intento de correr, pero el vestido no la dejaba hacerlo bien, estiró una mano, me colgué la pistola y tomé su mano, el que iba más atrás era Johan, el terror se reflejaba claramente en su cara, pero no nos seguían seis rojos, eran dos docenas.
Hay que matarlos- le dije a Thur.
Son muchos- dijo él.
Si, y van a matar a Johan- Thur miró atrás, levantó su ballesta y le disparó acertadamente a uno de los rojos que estaba más cerca de Johan.
Disparó otras dos veces, dos menos, entonces los rojos que estaban más cerca de Milly saltaron y la tiraron al suelo, la tomaron de la cintura y el cuello y la arrastraron en dirección contraria, me detuve, no lo pensé dos veces, usar a Margaret era muy arriesgado, si fallaba, podía herir a Milly.
Fernanda, dame el bate- dije, ella me lo dio y yo le di la pistola, corrí para alcanzar a los rojos que se habían llevado a Milly, otros trataron de matarme, pero yo corrí tan rápido que no les di esa oportunidad, Thur me siguió, después Fernanda y Karen, los rojos habían entrado entre unas calles estrechas, muy peligrosas, no me importó, yo los seguí, no permitiría que se llevaran a Milly, mis piernas estaban muy cansadas, me pedían a gritos que me detuviera, yo las ignoraba, perdí el rastro de los rojos, eran muy rápidos, no me importó, seguí corriendo, debía encontrarlos, no tardé mucho en hacerlo, estaban trepando a un edificio, eran tres, los seguí, por la entrada claro, corría con todas mis fuerzas, no como si fuera una carrera o un juego, la vida de Milly pendía de un hilo, yo corría, ya casi alcanzaba al rojo que llevaba a Milly, pero los otros dos broncaron sobre mi, fui a parar a unos metros de ellos, me levanté rápidamente, maté a uno de un sólo golpe en la cabeza, al otro le di un golpe en la mandíbula, safándosela por completo, pero eran muy resistentes, el siguiente golpe que di, atinó en el pecho, y el rojo cayó hacía atrás rompiendo una ventana, en rojo que yo seguía saltó hacía el techo de una casa, yo salté, primero aventé el bate, porque necesitaría ambas manos para subir, salté y quedé colgando de ambas manos, tal y como había pensado, una fuerza dentro de mi me impulsó a subir, tomé el bate y continué la persecución, saltamos a otro techo, casi caigo, de hecho me lastimé el tobilló, pero no me importó, tendrían que cortarme las piernas para impedir que salvara a Milly, y aún así me arrastraría por el suelo.
La persecución por los aires no duró mucho, el rojo cayó, junto con Milly, sentí un vacío en el estómago cuando la vi caer, brinqué, aterrizé a unos metros de ellos, Milly se había puesto en pie, pero el rojo trataba de aferrarse a su pierna y morderla, yo llegué rápidamente hasta donde entaban, y rematé al rojo con un golpe de mi bate en su rostro, todo estaba salpicado.
¿Estás bien?- le pregunté a Milly, casi gritando, no me había percatado del tono de mi voz.
Si, pero tu estás sangrando- contestó.
No importa, ahora hay que salir de aquí, es peligroso- finalizé, tomé su mano, seguimos corriendo, pero más lento, de prontó, una botella de vidrio estalló frente a nosotros, casi me da en la cara, un rojo la había arrojado, pero no estaba solo, eran cerca de diez, entonces llegó El coyote, le disparó a cinco, pero se quedó sin balas, yo todavía tenía mi bate, pero en esa situación no era favorable, ahora eran ellos quienes nos perseguían, El coyote giró abruptamente en una calle, no pudimos seguirlo, pero tomamos otro camino, justo hacia el otro lado, cinco rojos aún nos seguían, y sólo estábamos armados con un bate, arrojaron otra botella, me dio en la cabeza, podía sentir la sangre brotando de mi, escurriendo, de nuevo, no me importó, ahora ya estaba con Milly, pero aún no escapábamos del peligro, uno de los rojos nos alcanzó cuando estábamos en una calle más amplia, caí al suelo, otros dos tomaron a Milly y la arrastraron de nuevo, sentí el crujir en mi pierna, un hueso roto, uno de los rojos trató de morderme, pero le di un puñetazo en el rostro, justo en ojo, cayó hacia atrás, pero los otros dos me seguían sujetando, con el bate le di en el estómago, se dobló y cayo, el otro iba a morderme el brazo, lo evité justo a tiempo, propinándole un severo golpe en las costillas, traté de seguir corriendo, pero el hueso roto me lo impidió, traté de continuar a gatas, el rojo al que había golpeado en el ojo me sujetó por la garganta, iba a clavar sus uñas, cuando una flecha atravezó su pecho, Thur me había salvado, el otro se levantaba, y el fuerte estruando de disparos lo detuvo, Fernanda le había disparado, El coyote terminó de matar al otro rojo de un balazo, yo seguía luchando por levantarme, Thur me tomó por la espalda.
No lo hagas, la han morido- esas palabras revolotearon en mi cabeza como campanadas.
Fernanda me abrazó, me dijo cosas al oído, yo no me molesté en saber que dacía, lo que me consolaba era su voz, su dulce voz.
Me llevaron hasta donde estaban los demás, El cuerpo de Johan estaba en el piso, uno de los rojos lo había mordido en el cuello, y le faltaba una pierna, Dan golpeaba con el molinillo de madera el cuerpo de uno de los rojos, seguramente el que había matado a Johan, y La abuela también estaba muerta.
Llegamos al refugio horas más tarde, yo no había dicho palabra alguna, ni escuchaba lo que los demás decían, Fernanda me estaba abrazando y me ayudaba a caminar, y decía cosas, pero no se que, en cuanto llegamos, Clink me llevó al laboratorio, junto con Dan, Thur, El coyote, los que habíamos estado más cerca de infectarnos, todos los resultados fueron negativos, después me llevaron a la enfermería, me vendaron mi pierna, mi cabeza, en fin, quedé hecho un mar de vendas, y Clink décía cosas, pero no se que, yo solo pensaba en Milly, infectada, muerta, un cadáver.
Durante la cena, Fernanda no soltó mi mano, y Spike dio un discurso, para ese entonces, mi cerebro comenzaba a conectarse de nuevo, no puse mucha atención en lo que decía Spike, solo supe que fue un discurso en memoria de Milly, La abuela y Johan, la mayoría de las personas estaban llorando, yo no, mi sensibilidad era comparable con la de una piedra, me suicidaría si mi sensibilidad fuera normal, después de más de un mes de tortura...

Aquí termina el capítulo 10 de "La última lágrima", Gracias.

Dedico ese capítulo especialmente a una fiel amiga, una vieja amiga, la conocí hace mucho tiempo, una maravilla de persona, descanse en paz, Sheyla.

Bueno, se que me tardé en sacar a la luz éste capítulo, pero al final, espero que les haya gustado.

Comenzaré ahora con el capítulo 11, espero que les agrade.

Capítulo 11.

Recuerdo viajar a Acapulco, en vacaciones, en año nuevo, las luces, los fuegos artificiales, un lugar sensacional, ahora la playa debe estar atestada de cuerpos, multitudes de muertos, de infectados, amigos, conocidos, parientes. Antes del 20 de noviembre del 2009, nunca hubiera pensado en comer carne de perro, pero hoy, cuatro de enero del 2010, me parece una costumbre, una rutina, hace cinco días que no comemos otra cosa en el refugio, aunque a Fernanda no le quedan tan mal, desde que Milly y La abuela ya no están en el refugio, todo está muy tranquilo, más que tranquilo, aterradoramente silencioso, el silencio cala mis huesos, en verdad nos hacen falta, Karen y yo no nos hemos gritado en una semana, y en cinco días, yo casi no me he movido, uno de los huesos de mi pierna izquerda está roto, recibo mucha atención, pero duele mucho.
El año nuevo pareció muy apagado, muy triste, a dos días de la pérdida de tres personas muy especiales.
éstos días en el refugio me han parecido eternos, me he levantado pocas veces del colchón que huele a marihuana, apoyándome en un par de tubos a intento de muletas.
Carlitos y Helena han venido a verme todos los días, intento sonreirles, muchas veces exitosamente, pero otras, hago un esfuerzo muy fuerte, pues hace un par de días, la adrenalina en mi cuerpo disminuyó y mi mente comenzó a asimilar la pérdida de Milly, siento un frío increiblemente letal, ya no poder ver más esos ojos tan verdes y profundos, no es solo que adorara la perfección de sus facciones, en realidad valoraba la compañía de esa mujer, a pesar de conocernos apenas alrededor de un mes, me encariñé mucho con ella, como dije antes, su pérdida en realidad me lastimó.
Un aspecto bueno, así me ha dicho Fernanda, es que mi tobillo no está completamente fracturado, solo una parte de él se rompió, Clink ha dicho que en menos de un mes podré caminar, aunque la botella dejó una fea cicatríz en mi cabeza, y mis manos tienen diversas cortadas adornándola, no me quejo mucho, el dolor de mi cuerpo no se compara con el pesar de mi alma, aunque suene muy melancólico, es la verdad, y no me molesto en decirlo.
Fernanda ha estado muy atenta, creo que en el fondo se arrepiente de haberme pedido que me quedara a su lado aquel día, ella sabe que si hubiera estado con Milly, no habría muerto, pero que más se puede hacer, es la historia, y no puedo cambiarla, nadie puede, nadie puede deshacer ésto, aún me parece increible, deprimente, estar aquí, debe ser una pesadilla, una invención tonta de mi imaginación, ésto no está pasando, no está pasando, debe ser mi imaginación la que inventó que mi familia había muerto, que mis amigos ya no estaban ahí, que una mujer estupenda que me había dicho que me amaba había muerto por mi culpa, si, eso es demasiado, debe ser una pesadilla. Pero yo debo continuar. Desde éste momento, juro que ningún rojo me matará, ni me infectarán, si muero, será por mi mano.
Como estoy lastimado, no he podido salir a cenar, claro, Fernanda me ha traído la comida, pero creo que me hace falta salir.
Sólo pocos de mis amigos han venido a verme, un par de días atrás me visitó Thur, me dijo que estaba orgullloso de tener compañeros como yo en el refugio, dice que está orgulloso de que yo hubiera dado mi vida para salvar a alguien más del refugio, me dijo que me tengo que recuperar pronto, y también me dijo que en éstos días no han encontrado a ningún sobreviviente, nada, me gustaría poder ayudar, pero no puedo dar más de dos pasos sin caerme.
El coyote también ha sido muy amable, aunque siento que no quiere decir algo, lo puedo ver bajo sus gafas oscuras, en sus ojos, claramente puedo leer que oculta algo, lo malo es que no se si lo que oculta me involucra, o es muy malo. Sea como sea, ha venido ha verme y me ha dicho que no me preocupe por Milly, lo ha dicho muy cautelosamente, buscando tranquilamente las palabras adecuadas, dice que seguramente ahora está en un lugar mejor, que debe estar bien, yo le he querido creer, y algo dentro de mi me convenció.
Irv también me ha visitado, trajo su guitarra y hemos hecho un par de canciones, sus pláticas son interesantes, pero desafortunadamente son muy largas, e involucran muchos temas, me da miedo quedarme sin hojas, tengo que ahorrar en mi cuaderno.
Clink también me visita, pero más que nada por los "exámenes de rutina", aunque yo se que estoy bien y que pronto podré caminar tranquilamente por el refugio.
Mario y Dan han estado visitandome un par de veces, me han dado comida, no carne de perro, a veces encuentran golocinas, dulces que no han caducado, creo que voy a engordar.

Aquí termina el capítulo 11 de "La última lágrima". Por su atención, gracias.

Hola, soy Arturo, antes que nada, quiero disculparme, pues no he escrito en mucho tiempo, creo que será así por un tiempo, tengo muchas cosas que me mantienen ocupado, y sinceramente debo atenderlas, así que tendré que pausar mucho el relato. Pasando a otro tema, creo que la pequeña fractura de Elliot ya debe de haber sanado, haré que se levante y vuelva a las calles.

Capítulo 12. "El secreto".

Mi pie ya casi se ha curado por completo, hace unos días le dije a Clink que quería una terapia intensiva para volcer a caminar, al principio dijo que no, pero al día siguiente aceptó, ya puedo caminar, aunque cojeo un poco, pero está muy bien como para salir con los demás, hace un par de días todavía lloraba por la pérdida de Milly, cuando nadie me veía, pero tuve una interesante conversación con El coyote.
Algo estás ocultando- le dije cuando entró a mi habbitación, él se sentó en la orilla de una silla.
La verdad es que si- dijo él.
Dime que es-
No creas que por que hayas descubierto que oculto algo te lo voy a decir-
Anda Coyote, dímelo, no lo diré a nadie más, ni a Fernanda-
No, es por la seguridad de todos, por el bien de todos-
Entonces es algo bueno, ¿o no?-
Solo para una persona, eso es todo lo que te puedo decir-
El coyote salió de la habitación, yo me sentía frustrado, comenzaba a creer que lo que escondía me involucaba a mi, o a una persona que yo quería.
Los chismes en el refugio se incrementaron, hasta que uno de los hombres que yo no conocía aseguró haber visto a El coyote dando alimento a los rojos.
Se supone que debemos matarlos, no protegerlos- le decían. El coyote parecía no preocuparse, era amigo de Thur, y éste lo defendía, asi que seguía su vida como sin nada.
Uno de esos días, Fernanda me dijo que parte de la comida era robada de la cocina. Para ese entonces, mi pie ya casi había sanado por completo, me mantuve despierto toda la noche, escuché ruidos, debía ser El coyote, me levanté y con la máxima cautela salí de la habitación, lo vi, vi la silueta de El coyote moviendose por la oscuridad, hasta llegar a la puerta, donde vi otra silueta que no pude identificar, pero era obvio que era uno de los rojos. Estaba demasiado lejos como para escuchar lo que decía, así que me acerqué más, sigilosamente, ocultandome detrás de una tabla de madera que estaba cercana a la salida, lo que escuché fue ésto: "...que aquí tienes, comida, no he podido conseguir agua, (el rojo emitió un sonido de sifrimiento) pero te prometo que mañana la tendré, no te preocupes, se encuentran bien..." Comenzóa hablar más silenciosamente, por lo que no pude escuchar más. Después de unos minutos, El coyote regresó, yo tenía miedo de que me descubriera y se enfedara conmigo, o peor aún, que al ocultar su secreto, me asesinara, aunque no lo creía capáz de tanto.
Sin quererlo, empujé un poco la tabla que me escondía, El coyote se percató de eso, se aproximó hasta donde yo estaba, me descubrió, quitó la tabla y me miró a los ojos con una furia que no supe descifrar.
¿Ahora ves de lo que se trata?- dijo él apenas con un hilo de voz.
Al principio no pude hablar, pero cuando El coyote dio media vuelta para volver a su habitación me armé de valor.
¿Quién era? ¿un amigo? ¿un conocido?-
No lo soportarías- dijo El coyote y se fue.
Me quedé ahí un par de minutos más, ¿no lo soportaría? ¿quién era el misterioso desgraciado?. Me aproximé a la reja de la entrada, el metal estaba helado, fijé mi vista hasta donde pùde, pero no vi nada más que la calle en completa oscuridad. Regresé a mi habitación, cargando ahora, con elsecreto de El coyote también.
Al día siguiente, fui con Clink, quien me quitó las bendas del pie, me sentí libre de nuevo.
Caminando por el refugio, cosa que no había hecho desde la fractura, descubrí que la mayoría de mis compañeros, estaban enfadados con El coyote, escuchaba sus conversaciones, todas habñaban de lo mismo, el misterioso rojo al que El coyote mantenía con vida, un vez escuché a Gill decirles: "No importa lo que pase, los rojos, por el virus tienen un tiempo de vida poco mayor a un mes" entonces habñé, no lo pude evitar.
Entonces, se supone que ya no deberían haber rojos afuera, ¿o no?. El virus se desencadenó el 20 de noviembre del año pasado, terminó diciembre, diez días más de un mes, y estamos a mediados de enero, dos meses, ¿tienes alguna idea de que pudo haber pasado?-
Al escuchar mis propias palabras, hasta yo mismo sentí miedo, todos los que estaba alrededor de Gill enmudecieron, Gill se uqedó sin habla también. Todos me miraron, casi todo el refigio me escuchó, hasta los niños, tardé apenas un instante en reflexionar, y me escapé de la escena.
En la cena de aquel mismo día, Clink y Gill se miraban constantemente, después de un rato, Gill se levantó bruscamente de su asiento.
Hace apenas unas horas, su querido compañero Elliot, mencionó algo en lo que no habíamos caido en la cuenta, llevamos cerca de dos meses aquí, tiempo más que suficiente para que todos los rojos murieran, sin embargo, la semana pasada vimos a un gran número de ellos en la calle-
Todo se había quedado en silencio, entonces Clink se puso de pie también.
C creíamos, q q que el virus ha b bía mutt t tado, hastta ést ta mañana, salímos, mat t tamos a un rojo y y t tomé una m muest tra de sangre-
El virus definitivamente ha mutado, ahora no mata al portador, en el infectado pudimos ver que las heridas características del virus se habían desvanecido casi por completo, con los rojos en ese estado, somos más vulnerables, sólo queríamos hacerlo de su conocimiento.
Thur se levantó, se veía un poco enojado.
Debemos tranquilizarnos, estamos a salvo aquí...-
Un hombre lo interrumpió.
Yo ya me harté de comer carne de perro, además no hay suficiente comida ya-
Ni siquiera sabemos si los perros están infectados-
El virus no sse p p puede cont ttagiar a los animales- dijo Clink.
Y por si fuera poco, Jack la regala a los rojos- dijo otro.
¿Pueden callarse ya?- dijo El coyote -no la estoy regalando a ningún rojo.
Ya no tenemos muchas municiones- dijo Dan.
Nos vigilan- dijo Ian.
¿Qué diablos?- exclamó Thur extrañado, todos los demás voltearon y miraron fijamente a Ian.
Hace una semana, estaba en el techo con Jorge, hacíamos nuestro horario de guardia, entonces vi a un grupo mirándonos, les arrojamos una granada, escaparon, a diario veo por lo menos a un rojo con su mirada clavada en éste edificio-
Quieren saber nuestros puntos débiles- dijo Ruth.
No solo eso, quieren atacarnos- terminó Irv.
Por favor, cállense, estamos cenando, los niños los miran, cállense ya- dijo Mario levantándose.
Thur y los demás se sentaron de nuevo, la cena terminó pronto. Y había olvidado decirlo, pero Spike ya no cuenta cuentos.
¿Tu crees lo que cuentan?- me preguntó Fernanda cuando fuimos a dormir, yo miraba el collar que le regalé.
No, no te preocupes, todo esará bien.
En la siguiente semana, en el refugio se organizó una "brigada de exterminio y abastacimiento", como ya sospecharán, la idea fue de Gill, y coinsistía en salir en grupos grandes, como la búsqueda de sobreviventes, pero asesinar a todo rojo que vieramos y entrar a los edificios para matar a todos y tomar comida, y armas, en eso consistía. Se limpiarían 1000000 metros cuadrados a diario hasta exterminar a todos. Yo no estaba de acuerdo, pero todos los hombres del regugio (y Mario) mayores a 15 años debían participar, por supuesto que me incluyeron a mi.
El primer día, no le disparé a nadie, no maté aningún rojo,solo entraba a los edificios y casas junto con los demás, y tomaba las armas y comida que encontraba.
Al segundo día, Gill encontró a más rojos, yo los hubiera matado solo para defender mi vida, pero éstos rojos estaban indefensos, ni trataron de defenderse, salí del ediicio donde Gill los asesinó y vomité, me sentía terrible, como si estuviera en un comando nazi.
Tercer día, vomité dos veces, regresé a la camioneta, me quedé mirando la pistola que Dan me había dado, y que en esos tres días no había ocupado, la miraba con esperanzas de que el valor me ayudara a suicidarme, no pude hacerlo.
Cuarto día, no había visto a ningúan rojo en las "áreas limpias", Gill estaba los estaba asesinando, y mis compañeros lo ayudaban. Era toda una masacre. Sangre, gritos, disparon, golpes, una matanza.
En el quinto día, le rogué a Thur que me dejara quedarme en e refugio, él aceptó, pero me dijo que matara a cualquier rojo que entrara en el refugio.
Al sexto día de la matanza, ya en el refugio, me sentía más tranquilo, aunque los horrores de "la brigada de exterminio y abastecimiento"rondaban mis pensamientos.
En la parte trasera del refugio, había una puerta del tamaño suficiente para que pasaran cuatro humanos, la habíamos sellado, me aventuré a vigilarla, aunque no se que me orientó a hacerlo, a las doce del día, escuché a un grupo de rojos, eran tres o cuatro, silenciosamente desgastaban a puerta, me quedé callado, asombrado por lo que estaba escuchando, estuvieron golpeando la puerta en puntos específicos, débiles, aproximadamente por una hora, después se fueron.
Al día siguiente, ocurrió lo mismo.
Al otro día, decidí comentarlo, no me creyeron.
Hemos limpiado los alrededores del refugio, no puede haber nada ni nadie- dijo Gill.
Entonces vean la puerta trasera por fuera les dije.
Salí con la brigada para examinar la puerta, tenía golpes en todas partes, Gill se quedó asombrado.
Es, imposible, matamos a todos-
Entonces, ¿quién ha sido?-
Vamos, hay que buscar a los malditos rojos que hicieron ésto- dijo Gill.
Nos paseamos de nuevo por los alrededores, entonces vimos a uno, bajamos, yo me quedé en la parte de atrás, lo asesinaron, cuando me di la vuelta, vi a otro, inconscientemente, le apunté con mi bate, era un hombre, como de mi edad, o menor, estaba herido, tenía la pierna rota, se estaba arrastrando, me miró a los ojos, vi en ellos una súplica, para que no lo matara, yo le seguía apuntando en la cara, el infectado estaba llorando, aún recuerdo sus ojos, tristes, vi humanidad en ellos, como cuando ves a un niño en la calle, y te pide una moneda, pero ésta vez me pedían el perdón de su vida, bajé el bate y me quedé inmóvil.
¿Qué esperas? ¡mátalo ya!- gritó Gill.
El rojo me seguí mirando, en el piso, di un paso atrás, el se trató de poner en pie, no lo logró, se trató de escabullir, con su mirada me agradecía, entonces escuché un disparó.
¡NOOOOO!- grité -¿Qué diablos te pasa? ¡Maldita sea! ¡Maldito seas estúpido miserable!- las palabras no eran suficiente para expresar lo que sentía, Gill lo había asesinado. Le apunté a él con el bate, sin apartar mi vista del cuerpo sin vida ya de aquel joven.
Te deberíamos asesinar a ti, y acabar con tu salvagismo, a la mierda con tu estúpida brigada, me largo del refugio, me iré en dos días, no soporto seguir con ésto, ¡púdrete! maldito infeliz-
Me abrí camino entre los demás que me veían estupefactos, no nos habíamos alejado mucho del refugio, llegué hasta él caminando, no me había dado cuenta de que mi camiseta estaba manchada de sangre, ni me importaba.
Tt tienes sang gre en t tu ropa, pueddes es t t tar infect tado- dijo Clink en cuanto me vio entrar.
Me vale una mierda- le dije claramente, él se apartó.
Fernanda clavó su vista en mi, yo no le di ni muestra de una sonrisa.
¿Que tienes?- me preguntó.
Me largo de aquí- dije -no me importa si tu no vienes conmigo-
¿Pero que dices?-
No soporto el salvagismo de Gill, mata a los rojos a golpes, o les dispara, depende de cuanta sangre quiera ver, y hoy mató a uno que no tenía ni 16 años, y Thur lo permite-
Creo que te estás enojando con as personas equivocadas- dijo ella.
Lo siento, es que me siento mal, no tienes idea, los ojos de aquel chico suplicándome que no lo matara, y Gill lo hizo-
Yo te seguiré hasta la murte si quieres, pero te pido que lo pienses dos veces, piensalo por mi- terminó ella.
De acuerdo- dije.
Al día siguiente guardé mis cosas, Fernanda ya sabía cual era mi decisión, las cosas en el refugio estaban mal, no habían encontrado comida, sinceramente, yo sabía que no les quedaba más de un mes de vida a todos ellos.
¿Te vas?- preguntó Carlitos.
Si- le contesté, no me podía enojar con él.
¿Por qué?- preguntó Helena.
Es que quiero ir a la playa, tal vez regrese por ustedes- les dije -y haremos castillos de arena- ciertamente, yo no querá regresar.
Te extrañaremos Elliot- dijeron Carlitos y Helena al unísono.
Y yo a ustedes-
¿Fernanda irá contigo?- preguntaron.
Probablemente- les contesté.
¿Cuando te vas?- preguntó Carlitos.
Mañana, pero no se preocupen, estaré bien-
El resto del día lo aproveché para despedirme de El coyote, de Irv, de Mario, de Ruth, de Clink, de Thur y de Ian.
Fernanda hizo lo mismo.
Esa noche, soñé con la mirada de aquella persona, y de como fue su vida, de como terminó. Y de como terminaría la mía, pues sabía que el refugio era muy seguro comparado con lo que nos esperaba afuera...

Aquí termina el capítulo 12 de "La última lágrima", por su atención, gracias.

Hola, soy Arturo, se que me retrasé mucho, me he tardado mucho en escribir, pero aquí estoy, de vuelta, y les traigo el capítulo 12, espero que haya sido de su agrado, he tenido que estudiar, ya saben, examenes para entrar a la preparatoria, pero bueno, procuraré escribir más. Pasando a otro tema, ¿qué les parece que Elliot abandonde el refugio?, bueno, me despido de ustedes.

Capítulo 13 "Un suspiro antes de la muerte".

Suspiros, algunos dicen que es un beso que no ha sido dado, otros, una expresión de fantasía, creo que la mayoría los usa como una extraña forma de comunicación, pero otros cuantos, lo utilizan como una pasua, un momento extremadamente breve para descanzar de los estudios, del trabajo, de una guerra, de una pandemia, del apocalipsis... ...hoy abandono el refugio, un hogar, un soporte, donde tenía una segunda familia, apenas los conocí dos meses, pero los extrañaré, a los que nos dejaron en el camino, y alos que siguen ahí, rasgando el suelo para seguir con vida, arrancando un puñado de lluvia para asesinar la sed, luchando con uñas y dientes para conservar lo más valioso que les queda: sus vidas.
A mi me queda algo más, tengo a Fernanda, alguien con quien quiero pasar el resto del fin del mundo, alguien con quien quiero morir.
"...yo te acompañaría hasta la muerte si quieres...", y espero que no sea al contrario...
No te pido que te quedes, solo te ruego que lo pienses dos veces, te valoramos, yo creo que tu y Fernanda son personas increibles, lo se desde que los conocí, y no me gustaría que les pasara algo malo-
Thur, estaremos bien, ya lo he pensado-
No, si lo hubieras pensado, no te irías-
¿por qué no? no puedes controlar a Gill- (Thur se sentó en el sillón de su habitación).
Tiene derecho a expresarse-
Pero no a asesinar sin justificación, sus ideas llevarán al refugio a la chingada-
Sus ideas han sido terribles, pero estoy a punto de retomer el poder Elliot, mñana haré una votación-
Tu votación no cambiará nada, Gill seguirá siendo un imbécil, y no te ofendas Thur, pero ya no nos quedan muchas armas, Gill las ha desperdiciado asesinando a los rojos que no nos han hecho daño, y ayer comimos muy poco, y la puerta trasera se cae, no se cuanto tiempo nos quedaría, si me quedo o no, el refugio va directo al abismo-
Si esa es tu decisión...-
De hecho no, sólo es una opción, una la cual me veo obligado a tomar-
Te estás haciendo el martir-
No, solo quiero seguir con vida, y quiero que no le pase nada a Fernanda, ella es lo único que me queda- sentí las lágrimas aproximaban, las contuve -no quiero que pase como pasó con Milly- mi voz tembló.
Tu la amabas- insinuó Thur, no contesté -lo siento, yo la quería como a una hija, y te aseguro que donde quiera que está, está bien-
No, está muerta, eso no está bien- un par de lágrimas salieron de mis ojos.
De acuerdo, te deseo un buen viaje- finalizó Thur.
Gracias- dije.
Thur se dirigió a la puerta y la abrió, entonces Fernanda casi resbala, nos estaba escuchando, yo no lo podía creer, salí de la habitación de Thur, e indignado me dirigí a recoger mis cosas, Fernanda notó mi enfado.
Tenía esperanzas de que nos quedáramos- dijo mientras yo me apartaba, la ignoré, ya en mi habitación, tomé mi mochila, mi bate, le eché una última mirada al cuarto, tomé el abrigo que Thur me habia dado, vi la joya que le había regalado a Fernanda colgada en la pared, resistí a llorar y salí de mi habitación, en el salón principal seguía Fernanda.
¿Te vas sin mi?- dijo.
Tu querías que tomara la decisión de quedarme-
Pero nunca te dije que no iría contigo, fuera cual fuera tu decisión-
Entonces ven- le dije en tono indiferente.
Tengo que recoger mis pertenencias-
No tenemos nada, nada- le dije remarcando las últimas dos palabras.
Te equivocas- dijo, y se dió la vuelta, regresó al poco rato con la joya con forma de maiposa, colgada en el cuello.
Salimos del refugio, era temprano, por lo que nadie vería el momento de nuestra partida, excepto alguien.
No creí que hablaras en serio- dijo El coyote con su áspera voz, alumbrado apenas por el anaranjado sol saliente.
Yo siempre hablo en serio- le dije -y, ¿qué haces a ésta hora aquí? ¿alimentando rojos?-
No juegues con eso, no sabes de lo que hablas, si lo supieras...- lo interrumpí.
Si, lloraría, o al menos eso es lo que tu dices-
No juegues, mantén los ojos abiertos, cuídate, y cuida a tu novia, además, afura alguien cuidará de ti-
No entendí lo que quizo decir, pero lo abrazamos y partimos.
Me debes una explicación- le dije mirando atrás junto a Fernanda y agité la mano para despedirme.
Recordaría esa imagen para siempre, yo, Elliot, un muchacho de quince años, con el cabello cubriendo la frente, delgado por comer carne de perro, y muy poca, y Fernanda, una chica hermosa, los dos caminando en la Ciudad de México, o lo que quedaba de ella, vacía, destruida, marcada por la enfermedad, al igual que el resto del mundo, dos adolescentes, congelando el tiempo, amándose.
Vi una sombra moviendose, detrás de nosotros, escuché pisadas, no había nadie, Fernanda tmabién lo escuchó.
¿Qué fue eso?-
No lo se, uno de los rojos- dije, sosteniendo el bate en alto.
Como no vimos ni escuchamos nada más, seguimos caminando, me sentía increiblemente expuesto, vulnerable.
Abrazé a Fernanda con el brazo que me quedaba libre, sentía la extrema necesidad de protegerla.
Nos refugiamos en un edificio que estaba a unos veinte minutos del refugio, yo tenìa mi bate, y a Margaret.
Creo que me sentirè mejor si te doy el arma, siento que eres vulnerable- le dije a Fernanda y le arrojè el arma.
El edificio era frìo, con una gran ventana rota en frente, desde ahì podìamos ver lo que alguna vez fue una escuela, nos sentamos justo frente a la ventana, no se por què, ya estaba anocheciendo y tenìa mucha hambre, y podìa sentir que Fernanda tenìa màs hambre que yo, me adentrè màs en el edificio, cuidando que no hubiera ningùn visitante desagradable dentro de èste, encontrè una bodega en el garage, que era bastante hùmedo y oscuro, no escuchè la respiraiòn de ninguno de ellos, el edificio estaba limpio.
En la bodega habìa tequila, unas seis botellas, y unas cuatro latas de comida para gato, metì en mi mochila todo y seguì en mi bùsqueda de alimento, no habìa nada màs, regresè con Fernanda, le di golpes a las latas con el bate sin derramar la comida, al fin conseguì abrir dos, le di una a Fernanda, quien comenzò a comer con desesperaciòn, comimos con las manos, que estaban llenas de tierra, pero no nos importò.
¿Què habrà sido de las personas que vivìan en èste edificio?- me preguntò Fernanda cuando terminamos de comer.
No lo se, sospecho que intentaron huir, pues no hay comida, tal vez no llegaron muy lejos, espero que sigan vivos, asì nos podrìan dar màs comida- dije y le sonreì.
Nunca pensè que serìa la ùltima noche que pasarìa junto a ella, la ùltima noche que la tendrìa a mi lado.

Aquì termina el capìtulo 13 de La ùltima làgrima, por su atenciòn, gracias.

Capìtulo 14 "Ojo por ojo".

La muerte es algo inevitable, pero no por eso hay que dejar de evitarla, cuando ves el rostro pàlido y frìo de tus compañeros, la gente con la que vivìas, cuando tocas sus manos, rìgidas y frìas, sus cuerpos, sangrando, sus ojos, en blanco, y lo último que puedes hacer por ellos, es cerràrcelos...
Eran ya aproximadamente las dos de la madrugada, la noche era fría, el ambiente justo para unamatanza, Gill había provocado la furia de los rojos, pero quienes lo pagarían serían los del refugio.
Fernanda estaba dormida, sujetándome con fuerza y yo miraba hacia la ventana, de pronto escuchamos fuertes golpes, eran disparos y explosiones, Fernanda despertó de golpe, me miró y ambos supimos lo que estaba pasando; el refugio estaba siendo atacado.
Fernanda me miró fijamente, entonces imágenes de mis amigos siendo asesinados invadieron mi mente, no lo pude resistir, tomé mi bate y le di a Fernanda el arma, tomé mi mochila con la bebida y la comida y nos pusimos en marcha hacia el refugio, aunque ambos sabíamos que algo malo nos pasaría.
En el camino corrimos, aunque también tratábamos de ahorrar energía, la necesitaríamos. Una bestia despertó dentro de mi, de pronto no me importó todo lo que había hecho Gill, lo importante ahora era salvar a mis amigos no importando a cuantos rojos tuviera que matar, no se como había sido tan inoscente, los rojos eran despiadados, peores que animales, salvajes, debían morir.
A medida que nos acercábamos por el camino que conducía al refugio se escuchaban disparos, gritos y gemidos, traté de concentrarme en los gritos normales, no pude identificar la voz de ninguno de mis amigos.
La puerta de la entrada trasera había sido destruida, pero el camino había sido bloqueado, supuse que los rojos lo hicieron, no importaba destruir alguna otra entrada, de cualquier forma, los rojos ya estaban dentro, en el camino le había dado a Fernanda una breve explicación de como usar el arma.
Le dimos la vuelta al edificio hasta estar frente a la puerta principal del refugio, estaba cerrada, debíamos entrar, tomé el bate con ambas manos y le pegué fuerte a la cerradura, mis brazos vibraron y mis manos fueron invadidas por un fuerte dolor, que al principio me hizo soltar el bate, pero lo cogí de nuevo y ahora el dolor me sirvió de impulso, le di otros dos golpes a la cerradura, que no cedía, más dolor, entonces volví a golpear la cerradura con una mano, pues la otra me dolía intensamente, la cerradura se aflojó un poco, entonces, con la mano que más me dolía sujeté el bate, y usé el dolor como fuerza, la cerradura por fin cayó al piso, empujé la puerta, y entré seguido por Fernanda, la tienda de Dan estaba destrozada, y habían dos cuerpos en el piso, uno era el de un rojo, ya estaba muerto, y el otro era un muchacho alto, de ojos claros, era Dan.
¡Dan!- gritó Fernanda y nos dirigimos hacia él.
Vayan, salvenlos- dijo.
¿Dónde están las armas? ¿qué ha pasado?- le pregunté, Dan trató de incorporarse pero no pudo, siguió hablando.
Ayer, después de que se fueron hubo una votación, Gill es el nuevo jefe del refugio, él tiene las armas, las granadas, solo estamos ocupando las pistolas que nos pertenecían-
¿Dónde está Thur?- le pregunté.
Salió a buscarte, junto con Mario y Karen- contestó Dan -Ayuda a Carlitos y a Helena- finalizó Dan.
Yo iré, tu quedate aquí para cuidarlo- le dije a Fernanda y le di la granada que me quedaba.
Me dirigí al edificio principal, un rojo me vio, corrió hacia mi, brincó, una bala destrozó su cabeza, Ruth estaba a diez metros de mi, él le había disparado.
El pasto estaba lleno de cadaveres, la mayoría eran rojos, pude ver el cuerpo de Ian, inmóvil, a dos metros de donde yo estaba.
Un rojo brincó sobre Ruth, lo iba a morder, corrí y le di un golpe en la cabeza y una patada, finalmente un batazo en el rostro, Ruth se levantó.
Ven, el resto está refugiado en los salones de secundaria- dijo y se abrió camino entre los cuerpos, yo lo seguí.
¿Dónde está Gill?- le pregunté.
Escondido- dijo él.
En una ventana pude ver a Clink, disparandole a los rojos, subimos por las escaleras, Clink tenía una pierna rota y una mancha de sangre debajo de él, en el piso, su cara era de dolor.
Mátame Ruth- dijo Clink con lágrimas en los ojos -me han mordido, intenté amputar la pierna, pero no lo logré- dijo.
Ruth se agachó, sujetó el serrucho que estaba junto a Clink, ensangrentado, lo puso en la herida que tenía Clink en la pierna y lo movió de izquierda a derecha regargando todo su peso, Clunk soltó un aullido de dolor, el trozo de pierna quedó en el piso.
Aléjate de él- me dijo Ruth refiriendose a Clink -el virus ya está en su sangre-
Yo sentía un asco tremendo, el olor a sangre, a muerte, y el piso pintado de rojo, y la pierna de Clink en el piso.
Ruth siguió caminando, yo no me había dado cuenta, pero lágrimas salían de mis ojos a chorros.
Los mùsculos de mi mandìbula me dolìan, los estaba forzando para evitar llorar. Las manos me temblaban, y mis piernas se movìan por impulso.
Pase lo que pase, no toques la sangre de los infectados, y no te enfrentes a ellos a golpes, si estàs desrmado, mejor corre- decìa Ruth.
Yo no escuchaba bien, escuchaba un silbido agudo en mis oìdos, no sabìa si estaba pasando por una pesadilla.
Llegamos hasta un cuarto, donde estaban escondidos los demàs.
Tenemos que sacarlos- le dije a Ruth con una seguridad que me sorprendiò a mi mismo.
Ruth asintiò. Dos hombres que yo no conocìa estaban protegiendo a los refugiados, que eran aproximadamente 30.
Ruth los contò.
Son 28- dijo -los sacaremos en grupos de siete. Marco, toma seis y llèvalos a la salida, Jorge, haz lo mismo- Cada grupo saliò sigilosamente, quedamos Ruth, yo, y los demàs.
Elliot, necesito que los lleves hasta la salida, se que podràs, eres valiente y fuerte- dijo secàndome las làgrimas que tenìa en el rostro -se cuidadoso- terminò y me dio una palmada en el hombro.
Ustedes- dije mientras señalaba a los seis que me seguirìan, entonces me percatè de algo -¿Dònde estàn Carlitos y Helena?- le preguntè a Ruth.
No, no lo se- dijo con la mirada perdida.
Salì del cuarto seguido por mi grupo, sostenìa el bate con fuerza y empezè a caminar silensiosamente por los pasillos, Clink ya no estaba donde lo habìamos dejado, y habìa un rastro de sangre muy visible, me asomè por el borde de las escaleras para asegurarme de que no hubiera ningùn rojo asechando, no habìa nadie.
Bajamos las escaleras, en el ùltimo escalòn algo me golpeò por un costado, sentì una ola de terror helada por todo mi cuerpo, mis pies se acalambraron y me quedè inmovil del susto, entonces tenìa un rojo sobre mi cuerpo, inconscientemente habìa colocado el bate de tal forma que el rojo no podìa morderme, pero entonces su puño hizo contacto con el costado derecho de mi rostro, mi cuerpo se moviò un par de centìmetros, mi bate ya no estaba en mi mano, cual fue mi asombro al ver que al rojo que me estaba atacando le faltaba un gran trozo de pierna, entonces escuchè un disparo, lo que quedaba de Clink se desplomò y mi cara quedò salpicada de gotas pequeñas de su sangre, a unos diez metros de distancia habìa un muchacho, de cabello claro, era Irv, me habìa salvado.
Irv se acercò con cuidado hasta donde yo estaba, Mario lo acompañaba, èl le hizo señas a ella para que sacara a mi grupo del refugio.
¿Tu le cortaste la pierna?- me preguntò Irv.
No, èste era Clink- le contestè con cierto miedo en la voz. Irv palideciò.
¿Thur està aquì?- le preguntè.
Si- contestò mientras contemplaba el cuerpo inmovil de quien alguna vez fue Clink.
¿Y Karen?-
Tambièn, ven, debemos salir de aquì- dijo y me ayudò a levantarme sujetàndome del brazo.
Llegamos hasta la salida, ahì estaba Thur, pude ver que faltaban muchos, los sobrevivientes eramos pocos, y no habìa ni rastro de Gill. Encontrè a Fernanda y la abrazè, Dan estaba junto a ella, habìa logrado ponerse en pie.
Busquè con la mirada, pero no encontrè a Carlitos ni a Helena.
Thur, debo entrar, no està Carlitos ni Helena-
No permitirè que entres ahì- dijo èl.
No le hize caso, me di la vuelta y entrè corriendo, no me percatè de que Fernanda y Thur me habìan seguido.
Cruzè el patio de nuevo, pasè por el pasillo principal, busquè desesperadamente en el salòn grande, no habìa nadie, se que un par de rojos me vieron, y me siguieron, despuès me ocuparìa de eso.
Seguì corriendo, busquè en los salones de primaria, de nuevo, lo ùnico que encontrè fueron rojos y cadàveres.
En secundaria corrì la misma suerte.
Finalmente recorrì los pasillos de bachillerato, escuchè ruidos en un salòn, me acerquè y vi a un rojo tratando de abrir una puerta pequeña, dentro de ella se escuchaban gritos, de axulio, eran Carlitos y Helena, sentì que mis pulsos se elevaban ràpidamente.
Golpeè al rojo en la nuca muy fuerte, èste se desplomò, abrìa la puerta y saquè a los dos niños de ahì, los examinè ràpidamente, al parecer no tenìan mordidas ni rasguños.
¿No los han mordido ni rasguñado?, no se preocupen, hay soluciòn pero tienen que decirmelo- estaba desesperado y tuve que mentirles para que me digeran la verdad.
No nos han tocado- dijo Helena y Carlitos lo confirmò.
Los tomè de la mano, dejè mi bate en el piso, lo que importaba ahora era sacarlos de ahì, corrì, pero habìa un rojo en el pasillo, entrè ràpidamente en uno de los salones que estaba a mi derecha antes de que el rojo me viera, nos escondimos en un escritorio, el rojo entrò al salòn, temìa que nos hubiera escuchado, les hice señas a los niños para que no hicieran ningùn ruido, mirè a todas partes para encontrar un arma, no vi nada, entonces vi que a uno de los mesabancos le faltaba una pata, que debìa de ser de acero como las otras, la busquè con la vista, el rojo estaba a unos dos metros de nosotros, entonces la vi, el extremo roto estaba afilado, paro estaba a seis metros de mi, lo pensè de nuevo, y busquè con la mirada otra arma, no habìa nada màs, resignado les hice señas a los niños para que se quedaran ahì, me deslicè un par de centìmetros del escritorio, advetì la mirada del rojo sobre mi nuca, y me lanzè hasta donde estaba el pedazo de metal, èsto fue en un abrir y cerrar de ojos, tomè la barra de metal afilada y dirigì el borde afilado hacia su pecho, sentì su sangre correr por mismanos, Carlitos habìa dado un grito de terror, el rojo era muy fuerte, se levantò y me lanzò contra la pared, la cual chocò contra mi cabeza, me sentì desorientado pero hize mi mayor esfuerzo y me levantè, el rojoe estaba a cinco metros de mi, y supe que su meta ahora era asesinarme, el mesabanco roto estaba junto a mi, el rojo se abalanzò y tratò de morderme, pero repetì la misma maniobra ahora con el mesabanco completo, ya que el extremo de lo que quedaba de pata estaba afilado tambièn, el rojo quedò clavado de nuevo, èsta vez no me quedè inmòvil, lo empujè hasta chocar con la otra paredm incrustando màs la barra de metal en su pecho, sentì atravesarlo por completo y la pared tocò la punta de la barra, Helena se aproximò con la otra barra de metal en la mano, me la tendiò, la tomè y la clavè en el cuello del rojo que soltò un aullido de extremo dolor. Se desplomò, yo estaba empapado de sangre, y Helena tenìa el brazo derecho ensangrentado.
Muestrame tu brazo- le dije, por suerte no vi que tuviera ninguna herida.
Los sujetè de nuevo de las manos, pero ahora guardè la barra de metal en el bolsillo del abrigo, y continuè mi camino de huida, entonces escuchè una explosiòn, fue tan muerte que escuchè de nuevo el silbido en mis oìdos, me tirè en el piso, tomè a Carlitos y a Helena de la cabeza para que se agacharan, entonces los cubrì con el abrigo y con mis brazos, de nuevo, algo explotò, èsta vez los cristales de las ventanas de los salones explotaron y sentì el calor en mi rostro.
Una mano tocò mi hombrò, yo saltè y tomè la barra de metal que tenìa en el bolsillo, era Thur, guardè de nuevo la barra.
Regresa dijo èl, el resto està en el patio, regresa ahì, han entrado màs rojos, yo llevarè a los niños- dijo.
Yo caminè hasta donde estaban las escaleras, otro pasillo conducìa a los baños, y escuchè algo que erizò los vellos de mi piel y mi cabello, lo que escuchè era un sollozo, pero lo que me aterrò fue la voz quew lo emitìa, era una voz muy dulce, yo la conocìa, y la conocìa muy bien, cualquier movimiento que hubiera intentado hubiera sido en vano, mis piernas y mis brazos no respondìan, la barra de metal resbalò de mi mano.
Di vuelta y caminè lentamente al baño, de donde provenìa el llanto.
No te acerques màs o disparo- dijo la dulce voz, la ignorè, seguì caminando hasta que Fernanda estuvo al alcance de mi vista, estaba sentada en el piso del baño con Margaret apuntàndome.
¿Pero de què hablas?- le preguntè.
Es en serio Elliot, si te acercas màs, disparo- decìa decididamente mientras las làgrimas resbalaban por su hermoso rostro.
Me acerquè.
Tu no me dispararìas, no, nunca lo harìas- le dije.
Lo se, al igual que no te contagiarìa, asì que alèjate- esas palabras zumbaron en mi cerebro, sabìa que tenìan un significado, pero no lo encontraba, no querìa encontralo.
Neguè con la cabeza.
No, tu no puedes contagiarte, eres Fernanda, no, estàs bromeando, no me ustan las bromas, es por el helado que no quise comprate hace dos años ¿verdad?-
No Elliot, no es una broma- bajò el arma.
Me sentè a su lado.
Entonces ¿què es?-
Es la realidad, lo estamos viviendo, lo sentimos, y no podemos escapar de ella, la realidad nos toma por sorpresa, a veces preferimos dormir para ocultarla, pero cuando despertamos, ahì està, y no cede-
La realidad es que te amo, y no permitirè que mueras, si tu mueres yo muero-
No seas estùpido Elliot, te dije que no te acercaras-
¿Que no sea estùpido?-
¡Si!, no seas estùpido, tu no estàs infectado, asì que debes continuar-
¿Donde te morieron?-
Fernanda levantò su brazo derecho y apartò la ropa de èste dejando ver una mordida con sangre y el borde de color negro, que resaltaba con su lisa piel, era una mordida enorme, en el interior yo sabìa que era imposible que no se hubiera infectado.
Posiblemente no estès infectada- dije - una vez me rasguñò un rojo y...- Fernanda me interrumpiò.
¿Què no estè infectada? por favor, Elliot, abre los ojos, es una mordida enorme- Fernanda mirò al techo.
Por dios, Elliot, te ruego que abras tus ojos, estoy muriendo, lo mejor serà que me mates-
Nunca- dije, las làgrimas habìan ya invadido mis ojos.
Està bien, ve por Thur y te dejarè salvarme- dijo Fernanda -seguramente èl sabrà que hacer-.
De acuerdo, regreso en un momento- le dije.
Me puse en pie, debìa de haber una salvaciòn, Thur sabrìa como salvarla.
Estaba en camino a donde vi a Thur por ùltima vez, entonces escuchè un disparo, el ruido vino en direcciòn contraria a mi, de donde yo venìa. Del baño.
Sentì como se desmoronaba mi alma, si el alma se rompe, seguramente es asì como se siente, mi ojos se quedaron inhabiles para parpadear.
Sentì como el frìo me arrastraba lentamente hacia la soledad, a la oscuridad, como las garras de la tragedia me lanzaban al vacìo.
¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!- gritè lo màs fuerte que pude, pero aùn si desgarrara mi garganta, no podrìa vaciar el dolor de mi alma, el disparo tambièn lo conocìa, era el sonido que producìa Margaret al disparar, seco, sin alma, sin piedad.
Di media vuelta, de regreso a los baños, mis manos estaban heladas, y temblaban, por primera vez llorè como cuando un padre llora en el funeral de su hija, como el llanto de un amigo viendo morir a su compañero de la infancia, como el niño que ve morir a sus padres. Como el joven que pierde a su amada.
Su cuerpo estaba en el piso del baño, la sangre salìa y salìa sin parar, Margaret estaba en su mano, sus ojos color esmeralda ya no brillaban como tal, su cabello habìa dejado de respirar su escencia, Fernanda ya no estaba ahì, en su lugar habìa un bulto sin vida, un cuerpo ensangrentado, una mancha en el piso.
Tomè su cuerpo, estaba caliente, y su sangre hervìa, puse mis dedos en sus pàrpados y los cerrè, en su rostro todavìa estaba dibujada la cara de la bondad, una leve sonrisa seguìa ahì, una inmensa tranquilidad la acompañaba.
La levantè por la espalda y por las piernas entre mis brazos, su sangre corrìa todavìa sin parar y un hueco oscuro y tibio habìa nacido en su pecho, de donde salìa su alma, su alma colorada, su alma carmìn, su espìritu. Su sangre.
Me puse en pie con el cuerpo entre mis brazos, no iba a dejar que los rojos devoraran lo que yo conocì y amè.
Lleguè hasta donde estaba la cocina, yo solo conocìa tres mètodos para asesinar a los rojos, el primero; dospararles, pero ya no tenìamos armas, Gill las habìa tomado. El segundo: golpearlos, pero ya no tenìamos suficiente fuerza.
El tercero; el fuego.
Abrì las llaves de gas de la cocina, todas, metì el cuerpo de Fernanda en el horno, tomè su collar, lo que le habìa regalado, una mariposa plateada con incrustaciones de esmeralda, me lo colguè, cerrè el horno, me apartè, habrìa de ocupar bien la ùltima bala de Margaret, me dirigì al laboratorio de la escuela, abrì las llaves de gas, entrè a lo que alguna vez fue la habitaciòn de Gill, que habìa sido despojada de cualquier pertenencia, excepto de tres botes de gasolina, los esparcì cuidadosamente por todas partes, y refresè al patio, ya habìa pasado como media hora desde que abrì las llaves de gas.
En el pasillo que regresaba de la cocina, me encontrè a Gill.
¿Què diablos haces aquì?- me dijo.
Regresè a ayudar, no como un cobarde- le dije con toda la furia que pude expresar.
Estàs enojado. No me sorprende, has visto morir a muchos de tus amigos, y yo sigo con vida- dijo.
Y tu ¿que haces aquì?- le dije.
Olvidè la gasolina- dijo y continuò su camino.
Yo me quedè justo donde estaba, querìa ver su cara cuando supiera que ya no contaba con su combustible.
No tardò mucho, regresò en dos minutos, caminò directo hacia mi. Me sujetò del cuello, y me gritò.
Eres un madito bastardo-
Yo sonreì, sabìa que habìa interferido en su plan de escape.
Pero no abandono a los mìos- le dije.
¿Sabes algo? Regla 350 de supervivencia, nunca regreses por los heridos si tu vida corre peligro-
Me vale- le dije. Èl llevaba mi bate en su mano.
Ah, y algo màs. Regla 351. Ojo por ojo- me golpeò con mi bate en la cabeza, se me nublò la vista, vi todo de color naranja y no supe si seguìa en pie o estaba ya en el suelo.
Todavìa estaba consciente, entonces llegò una mujer con voz de pelìcula, era Mario.
Elliot, Elliot- dijo, o eso creo que fue lo que dijo, pues estaba tan aturdido que no podìa escuchar bien, hize un intento de hablar, no se si funcionò, pero lo que dije fue:
Cuando estàn afuera, quema el lugar, las llaves de gas estàn abiertas, alejense y disparen-
Posteriormente, me desmayè.

Aquì termina el capìtulo 14 de La ùltima làgrima. Por seguir leyendo, gracias zombie risas

Hola, bueno, primero que nada, un saludo, espero que les esté gustando el relato, creo que ya hacía falta un pequeño cambio, la historia va a estar más movida, como dije antes, espero que les siga gustando.

Capítulo 15 "Sólo en la ciudad".

Cuando las làgrimas ya se agotaron, cuando el frío rompe los huesos, cuando el sol quema todas tus esperanzas, y cuando el fuego devora todo tu mundo, solo queda un camino, la muerte. Antes de desmayarme, al enfrentar a Gill, no me preocupaba que me asesinara, de hecho, lo hubiera preferido, la muerte de Fernanda, no verla más, no oir su voz, se ha ido, y con ella se fueron mis esperanzas, mis fuerzas, solo una cosa me mantiene aquí, de pie "...así que debes continuar..." una de las últimas frases que recuerdo con la voz más hermosa del mundo, eso me mantiene aquí, no importa que pase, viviré para honrar a Fernanda, para mantenerla viva en mi mente. Continuaré.
Siento el sol en mi cara, el pavimento caliente bajo mi espalda, pero estoy envuelto en un costal, alguien o algo me está arrastrando, no se a donde me llevan, mi bate está junto a mi, creo que es un rojo el que me está arrastrando, creo que me quiere llevar a su guarida, para devorarme.
Debo asesinar al rojo, seguir vivo, debo tomar mi bate con fuerza y lentamente, de lo contrario el rojo me asesinará.
Tomé mi bate, debía ser como medio día, el sol estaba en su más alto punto.
Me levanté rápidamente y golpeé en la muñeca al individuo que me arrastraba, fue un fuerte golpe, después me arrastré un par de metros, me levanté para golpear de nuevo al rojo, ni siquiera pude ver su rostro, me golpeó en la mandíbula tan fuerte que caí hacia atrás.
¿Qué te pasa maldito pendejo?- yo conocía esa voz, cuando mi vista volvió a ser la misma, me puse en pie, Karen frotaba su muñeca con su mano y me miraba con odio en sus grises ojos.
Te salvé del estúpido incendio y me golpeas, salvé tu bate y me golpeas con él, debería haberte dejado que te quemaras, que te quemaras y te pudrieras-
Yo estaba confundido.
¿Qué? ¿qué pasó?- miré a mi alrededor, estaba en una carretera y estaba agotado, me senté en el pavimento.
Karen se sentó junto a mi.
Hace un par de horas, los rojos invadieron el refugio, Gill te madreó y te quedaste como un idiota noqueado en el piso, Mario te alcanzó cuando todavía no estabas tan idiota, me dijo que te llevara afuera, te metí en el maldito costal, con tu bate, me empezé a mover, a mi mente solo llegó la idea de que es más dificil que haya rojos en la carretera, te traje arrastrando, llevo como diez horas arrastrando tu enorme trasero, y cuando despiertas me golpeas maldito infeliz- seguía frotando su muñeca, señaló hacia la ciudad, se veía una columna de humo -eso fue lo que pasó después, todos los rojos como de un kilómetro a la redonda murieron, maté a un par de ellos mientras te arrastraba-.
¿Quienes sobrevivieron?- le pregunté, ella agachó la mirada y su ondulado y negro cabello le cubrió el rostro.
Creo que sabes la respuesta. Somos los dos únicos humanos sin el virus en el mundo-.
¿Nadie? ¿nadie se salvó?-
No vi a nadie, fui la única que salió a tiempo, Mario disparó al edificio, y todo explotó.
No salieron- toqué mi pecho, nada colgaba de mi cuello, me aterré.
Aquí está- dijo Karen tendiendome su mano sujetando la joya de la mariposa, con la cadena rota -mientras escapábamos un rojo tiró de ella, se rompió, la rescaté- dijo ella.
Gracias-
Te debía la vida, te propongo algo; nos quedaremos una semana juntos, para ver si sobrevivimos, si como ha sido siempre, no nos aguantamos, cada quien iré por su lado. ¿Vale?-
Trato hecho- dije.
Nos levantamos.
Ahora debemos continuar lejos de la ciudad- dijo Karen.
Antes, quisiera regresar, quizá todavía haya alguien- a Karen no le gustó la idea, pero aceptó.
El camino de regreso fue muy tardado, no se como hizo Karen para caminar tanto arrastrándome en tan poco tiempo, llegamos en la noche, no se a que hora, pero ya estaba muy oscuro.
La estructura seguía en pié, paro no habían ventanas, había un poderoso olor a sangre y cabello quemado, también pasto y otras cosas, el humo seguía saliendo del piso, y el lugar estaba lleno de cadáveres, calcinados, desmembrados, enteros, de todas formas y combinaciones posibles.
Caminé entre el humo y el apeste, cruzé el patio, caminé por el pasillo principal, llegué hasta la cafetería, a la cocina, el lugar estaba completamente oscuro, y el humo no me dejaba ver mucho, me arrodillé en donde estaba el horno, no me atreví a abrirlo, a ver su cadáver hecho cenizas.
Era una chica ejemplar. Era una muy buena amiga- Karen estaba a mis espaldas.
Contuve las lágrimas con todas mis fuerzas o almenos con las que me quedaban.
Sujeté la mariposa que colgaba de mi cuello tan fuerte que mi mano sangró un poco, me levanté, me dolían los músculos de mi rostro, y cuando me movía bruscamente me dolía la cabeza donde Gill me había golpeado.
Salimos del lugar de la explosión, me sentí mejor, pero tenía todavía la sensación de que alguien o algo me vigilaba, podía sentir sus ojos clavaods en mi nuca, esperando a atacar, por suerte no sucedió nada.
Karen y yo peleamos hasta que llegamos al acuerdo de que pasaríamos tres días en la ciudad y tres en el campo, luego veríamos en donde nos quedábamos, yo sabía que la ciudad era más insegura, pero la amo, sería como pedirme que dejara de comer. Por cierto, tenía las botellas y las latas de comida en la mochila, Karen también la había salvado.
Caminamos un par de horas entre los edificios, nos sentíamos extrañamente confiados, como protegidos, aún sin tener armas de fuego, yo me sentía cómodo con el bate como arma de defensa.
La verdad yo no creo que aguantemos estar tanto tiempo juntos, nunca nos hemos soportado y nunca nos podremos soportar, creo que es una pérdida de tiempo, pero me siento segura contigo, así que trataré de llevarme bien contigo- decía Karen.
Pues yo tampoco me llevo bien contigo, pero te debo una-
De hecho no, te pagué la que te debía, por si no recuerdas, Gill intentó matarme tembién cuando creía que estaba infectada, y tu me salvaste-.
Es cierto, lo había olvidado. Entonces, ¿por qué sigues aquí?-
Me siento más segura, ya te lo dije-
Hace tres mese jamás hubiera imaginado ésto, tu y yo, los únicos humanos sanos en el mundo, todos los demás muertos y muertos en vida-
Yo tampoco me lo hubiera esperado-
Al fin encontramos un edificio, uno de tantos que Gill había "limpiado".
Escogí el edificio ya que yo no entré cuando Gill asesinó a los rojos que vivían ahí, así que me evitaba vomitar.
Saqué de mi mochila la dos latas de comida que quedaban, las abrí de la misma forma que lo había hecho con anterioridad, el sabor era desagradable, pero no habíaq nada más, las reacciones antipáticas de Karen no se hizieron esperar.
¡Que asco! creo que la mierda debe tener un sabor similar-
Es lo único que hay, deja de quejarte-
Solo decía, ésto ya es demasiado feo como para comer comida mierdera, si el apocalipsis se acerca, por lo menos me gustaría comer algo sabroso-
Ya cállate- le espeté.
Ella me dirigió una aterradora mirada asesina, yo la ignoré, para ser el primer día juntos, creo que no vamos a durar mucho sin mandarnos a la fregada.
Más tarde fuimos a dormir, separados claro, era una de las pocas veces que quería dormir en verdad, tener un sueño extremadamente reparador, estaba muy agotado, ni siquiera me hubiera preocupado no despertar.
Me sentía tan tranquilo, como si las muertes de todos mis conocidos fueran mentira, como si en cualquier segundo fuera a despertar de aquella terrible pesadilla.
Posiblemente no me equivocara, algún día tal vez despertaría, desayunaría en la mesa de la cocina junto con mis padres, iría a la escuela, Fernanda estaría viva, todos lo estaría, posiblemente vería a Ruth o a Thur caminando por la calle, ellos no me reconocerían, pero yo a ellos si, ojalá todo eso pudiera suceder...

Aquí termina el capítulo 14 de "La última lágrima" por su atención, gracias.


Última edición por arturo864 el Miér Mar 03, 2010 3:56 am, editado 17 veces (Razón : Continuación.)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Capítulo 15

Mensaje  arturo864 Miér Mar 03, 2010 3:58 am

Capítulo 15 "De nuevo solo".

Es obvio mencionar que nuestro egos no se pudiéron soportar, aunque el mundo estuviera al borde de la ruina y el olvido, no iba a pasar mis últimos días con alguien una chica mamona por más bonita que sea, al principio hice mi mayor esfuerzo, pero después mi calma explotó.
Después de lo que escribí en mi diario, al día siguiente, fuimos a conseguir alimento, entramos a una tienda grande, oscura y que olía a todo menos a una comida buena. De cualquier forma, yo iba con mi bate y ella con un cuchillo, habíamos encontrado latas de comida que todavía eran comestibles, también aprovechamos y conseguimos otro par de cuchillos. La primera parte de la misión había sido un éxito, pero la segunda fue desastrosa.
Karen empujó un carrito de compras, y soltó una carcajada, un par de rojos se abalanzaron sobre nosotros, Karen creyendo que yo era uno, en la oscuridad, me dio una cuchillada en la mano, yo la golpeé con el bate en la pierna, los rojos nos dejaron un momento, creo que si todavía les quedaba algo de cerebro pensaron que éramos estúpidos, y no los culpo, Karen y yo nos seguimos peleando, al parecer ella seguía segura de que yo era un rojo y lanzaba cuchilladas por todas partes, una de esas hizo un corte perfecto en mi rostro, desde un par de centímetros abajo de mi ojo derecho hasta mi cuello, por suerte no cortó nada vital.
¡Maldita sea, joder, soy yo, estúpida!- le grité -¿no sentiste mi abrigo?-
Lo siento- dijo en tono penoso, ella seguía en el piso, por fin habíamos terminado nuestra pequeña batalla, entonces los rojos se lanzaron contra nosotros de nuevo.
Nos costó mucho trabajo salir de ahí.
Cuando salimos, y dejamos a los rojos atrás, Karen comenzó a darme un discurso de que debía de haberlo ducho antes, de que yo era el estúpido, y yo, con un trapo en la cara deteniendo el sangrado, me iba a quedar una fea cicatríz.
El segundo día, tuvimos que salir por comida de nuevo, ya que durante la batalla y el escape, Karen había olvidado que ella llevaba las latas de comida.
Nos costó mucho trabajo salir de ahí.
Cuando salimos, y dejamos a los rojos atrás, Karen comenzó a darme un discurso de que debía de haberlo ducho antes, de que yo era el estúpido, y yo, con un trapo en la cara deteniendo el sangrado, me iba a quedar una fea cicatriz.
El segundo día, tuvimos que salir por comida de nuevo, ya que durante la batalla y el escape, Karen había olvidado que ella llevaba las latas de comida.
La suerte que corrimos fue casi igual a la del dìa anterior, una manada de unos veinte rojos nos alcanzaron cuando recorrìamos las calles del centro, nos costò un poco menos de trabajo salir de ahì, pues los rojos que nos perseguìan habìan pasado segùn mi criterio una semana sin comer, por cierto, habìa olvidado mencionar que ya no he escuchado ladridos de perros en mucho tiempo, creo que ya los exterminaron, y temen comerse entre ellos, anque nosotros andàbamos cerca, no hemos comido en un dìa, y yo sinceramente, me sentirìa culpable al comerme a Karen, es por eso que salimos a buscar màs comida, a mediodìa todavìa no encontràbamos nada, y el sol quemaba nuestra piel, el cielo se veìa enfermo, rojo, naranja, putrefacto, amarillo, cafè, no como el antiguo cielo de La Ciudad de Mèxico, contaminado, no, èste cielo era diferente, y se podìa oler la muerte en el aire, cadàveres, y nosotros tambièn apestàbamos, llevàbamos unos cuantos dìas sin bañarnos, no habìa agua y yo no conocìa un lugar seguro y no contaminado para bañarnos, sinceramente, me sentìa de la mierda, dèbil, hambriento, sediento, quemado por el sol, estresado, era una batalla, una batalla por la vida, una guerra que algùn dìa tenìamos que perder, pero no ahora, no mientras Fernanda siguiera en mis pensamientos.
A mitad de una avenida gigante, pudimos avistar una tienda antigua de alimentos que se levantaba de entre las ruinas y los autos descompuestos, entre huesos y polvo, entre sangre y làgrimas.
Se veìa como un espejismo, en determinado momento no creì que fuera real, habìa un señor, obeso, de bigote abundante, lentes oscuros, y sombrero de granjero, tenìa un rifle en la mano y custodiaba la tienda, nos acercamos cautelosamente, el señor parecìa demente, emitì un dèbil sonido para advertirle de nuestra presencia, el señor nos mirò, pude sentir sus ojos clavàndose en el curvo cuerpo de Karen.
Malditos rojos que infectan a inoscentes, malditos infectados inoscentes que vienen a matarme- decìa en señor, o al menos eso fue lo que le entendì, pues de su aliento a cuatro metros se podìa sentir el fuerte golpe de alcohol y comida de una semana, y su tono era de borracho.
Señor, no estamos infectados, solo querìamos saber si podrìa usted brindarnos algo de comida- dijo Karen.
El hombre gordo le apuntò con el rifle, me preparè para ser salpicado de la sangre de la ùltima persona que tenìa, pero el hombre habló.
Yo si estoy infectado, creo que no me harà falta la comida, hagamos un trato- asentì -les darè comida, pero cuando yo sea un rojo, los buscarè para comer sus cuerpos-
Me parece un buen trato- le dije tratando de llevarle la corriente.
El hombre se levantò de la silla en la que estaba sentado y entrò a la tienda, sacò una caja muy grande y pesada de cartòn.
Si la cuidan,les durarà una semana-
Si nos cuida, le duraremos dos semanas- le dije. El hombre se me quedò viendo frunciendo el ceño y entrò de nuevo a su tienda, sacò otra caja.
Les durarà dos semanas, es un trato justo, ahora làrguense- dijo y nos apuntò de nuevo.
Entre Karen y yo cargamos la caja para ponerla debajo de un trozo grande de manta para arrastrar las provisiones, en mi interior le agradecì al hombre, me hubiera gustado tener màs compañìa, pero el mismo hombre lo habìa dicho, estaba infectado.
Nos detuvimos en un edificio cercano, totalmente abandonado para comer un poco antes de continuar el viaje.
Habìan latas de comida, las abrimos y comimos una cada uno, pude ver felicidad y satisfacciòn en la cara de Karen, aunque me caì mal, y no habìa tomado un baño en mucho tiempo, seguìa pensando que era muy bonita.
Finalkmente, nuestro último día en la ciudad, después iríamos al campo, nos resultó un poco desastroso.
Teníamos comida, si, pero nos sentíamos mugrosos, si íbamos a quedarnos en la ciudad, tendríamos que buscar lugares que cumplieran con todas nuestras necesidades.
Yo recordaba un pequeño lago, a un par de kilómetros, buscamos el lago, lo que nos tomó aproximadamente cinco horas, y cuando finalmente lo encontramos, estaba lleno de huesos, caarne podrida, y uno de los olores más terribles que he experimentado, todavía no era mediodía, pero como ya lo he mencionado, los días se ven enfermos, los cielos mueren lentamente. El lugar daba una apariencia terriblemente fantasmagórica, los rayos de sol, anaranjados y rojizos entraban por los huecos que los árboles cercanos le permitían, y una niebla siniestra envolvía el lago, el olor a muerte en el aire, y el ambiente frío, es uno de los momentos en los que piensas que eres el último hombre en el planeta, almenos el único sano.
No tuvimos alternativa que regresar al lugar de donde veníamos, entonces pasó algo muy extraño, Karen se acercó demasiado al lago, percibí movimiento, burbujas en el agua era algo grande.
De pronto, saltó del agua, sus dientes eran afilados y cubiertos de sangre, sus ojos eran tremendamente rojos y sus escamas dejaban ver a su interior, un cocodrilo rojo sumamente mortífero, casi mordió el rostro de Karen, la había salpicado de sangre y ella había caído hacia atrás, estaba tan sorprendida que no se podía mover, tenía la boca abierta y los ojos tan abirtos que creí que saldrían de su rostro, llegué hasta donde ella estaba, tiré de su cuerpo hasta que logre alejarla un poco de la bestia, ella no reaccionaba le di una bofetada, ella me miró con sus ojos asesinos, yo le grité:
¡Corre estúpida!- ella por fin se levantó y se alejó un poco.
Intentamos correr, pero estábamos un poco débiles, el cocodrilo era muy rápido, movía su cola con agilidad, y sus patas, a mi parecer, casi no tacaban el suelo, era demasiado rápido como para ser un cocodrilo, y era más grande de los que se suelen ver en los zoológicos.
Nos dió un fuerte golpe con la cola, el cual nos hizo caer al suelo, el cocodrilo abrió sus fauces, y emitió un leve pero aterrador gruñido, nos tenía, y no dejaría perder dos cuerpos de ese tamaño. Yo tenía mi bate, mi única arma, aunque sabía que lo que intentaría sería sumamente difícil y peligroso, no me importó, tomé mi bate y me levanté.
La bestia encorvó su cuerpo en pose de batalla, volvió a emitir aquel extraño gruñido, al escucharlo sentí un frío recorriendo mi cuerpo.
La bestia intentó morder mi pierna, brinqué y le atiné con fuerza en el costado, sentí como se rompía una de sus costillas, el cocodrilo volvió a ponerse en aquella posición, aunque ahora con más dificultad, me aproximé valientemente para golpearlo en la cabeza, pero la bastia agitó su cola dándome en el rstro, me rompió el labio, sentí una oleada de calor en mi boca, escupí la sangre, me arrojé directo hacia su hocico, lo aplasté con mi rodilla, y aplasté su cabeza con el bate tantas veces pude, sentí crugir huesos, el cocodrilo me arrojó de nuevo, sentí dos golpes de su cola; el primero en mi estómago y el segundo en mi piernas, me quité el abrigo, me quitaba agilidad.
Otros tres golpes hicieron sangrar mi espalda cuando estaba en el piso, el dolor me prohibió reincorporarme, pero después de unos instantes lo logré, aunque doblado por la cintura y reprimiendo gritos de dolor.
Solo me quedaba una oportunidad, si me golpeaba, ésta vez no hubiera podido levantarme, me aproximé por última vez, la sangre ya había mojado mi ropa en mi espalda, di un final batazo, el cocodrilo se dejó de mover, pero seguía vivo, destruí su cráneo.


Última edición por arturo864 el Sáb Mar 06, 2010 3:52 am, editado 1 vez (Razón : Continuación.)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  Real Hunter Dom Mar 07, 2010 6:40 pm

Buen tema te la rifas!! aunque claro debes tener en mente que NO se puede poner la misma historia en el mismo lugar, como te lo dijo el lider del foro, olvidandonos de eso tienes buena tecnica, por que no lees mi historia? se llama Infección en Masa, la llevo escribiendo un rato, solo que me tardo un poco en subirla.

Saludos!
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  Battousai Dom Mar 07, 2010 6:45 pm

Al contrario, tienes que poner la historia SIEMPRE EN EL MISMO HILO, NO CREAR UN HILO POR CAPITULO, de ahi que tu segundo capitulo este en la basura.

Si algo en este hilo estuviese mal ya se hubiese borrado, editado, modificado y avisado a su autor
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Agradecimiento y capítulo 15 (primera y segunda parte), cap. 16, 17, 18(primera parte)

Mensaje  arturo864 Mar Mar 09, 2010 6:02 am

¡Hola!, primero que nada, quiero agradecerles por sus comentarios, no saben qué alegre estoy de que les guste mi relato, se que ha tenido un par de fallas, pero espero poder corregirlas. En cuanto a las reglas, no entendí bien, debería poner el capítulo dos, los doble post en el capítulo uno? bueno, si es así, no tengo ningún inconveniente, solo quiero saberlo. De nuevo, gracias por sus atenciones, en cuanto pueda, me daré una vuelta por los otros realtos, he ntentado leerlos, pero por una u otra razón nunca tengo suficiente tiempo.
Pasando a otro tema, continuaré con el capítulo 15.

...Salimos de aquel lugar en cuanto pude respirar bien de nuevo, la piel de mi espalda estaba muy lastimada, y yo lo sabía, lo que más me preocupaba era que la sangre del cocodrilo hubiera estado en contacto directamente con la mía, podría estar en seros problemas.
¿Qué chingados le está pasando al mundo?- preguntó Karen en voz alta -¡Un cocodrilo zombie! ¿A quién se le ocurre?-
De hecho el término correcto no es zombie, hay mucha diferencia entre un zombie y un rojo, Karen- le contesté tratando de ocultar mi dolor.
Pero según el cadáver de Clink y de todos los demás sobrevivientes que conocía, el virus no puede mutar e infectar a los animales-
Al menos así era antes- dije. El dolor en mi espalda me impidió seguir caminando derecho, me encorvé un poco, Karen se dió cuenta, y en un fallido intento de ayudarme, tocó las heridas, grité y caí de rodillas.
Lo siento, pero creo que necesitas ayuda-
Si, necesito ayuda, no que termines de matarme-
Haces mucho drama, a veces pareces una niña pequeña-
Escucha, acabo de salvarnos de un cocodrilo rojo, hemos sobrevivido gracias a los dos, pero yo nunca te he acuchillado en la cara- por cierto, una gran costra iba desde centímetros abajo de mi ojo hasata mi barbilla.
No te quejes, nunca fuiste simétrico y menos guapo, así que no perdiste nada-
Estoy lleno de cicatrices, no quiero más- le dije en tono alto.
Nunca fue intencional, además, cuando te salvé, tu me golpeaste en la mano, y aún me duele- contestó ella fingiendo sufrimiento y sujetando su mano.
Pensé que eras un rojo- le dije y ella me miró a los ojos haciéndome entender que estábamos a mano.
Seguimos discutiendo hasta que llegamos al lugar donde habíamos guardado la comida, la habíamos escondido bien para que los rojos no nos robaran. Yo no quería discutir con Karen, estaría dispuesto a tener una buena amistad con ella, de hecho, la estimaba, pero algo nos ponía en contra. Por suerte, cuando llegamos, la comida seguía ahí.
Bebimos un poco de alcohol, era lo único que teníamos, al día siguiente buscaríamos una lugar con agua limpia en el campo.

Aquì termina la primera parte del capìtulo 15 de "La última lágrima", por su atención, gracias.

Capìtulo 15 (Segunda parte).

A las afueras de la Ciudad de Mèxico, se encuentra un pequeño poblado colorido, alejado de la carretera, hay un terreno, donde vivìa una familia, era una casa grande, sin muchos recursos, pero cómoda. En vacaciones, una niña llegaba a esa casa, con sus tìos, ella vivía con sus abuelos, y ellos la mandaban dos semanas con sus primos de vez en cuando para que se distrajera de la muerte de sus padres, era una niña triste, en la escuela y con el resto del mundo mostraba un rostro felìz y unos ojos grises y alegres, pero cuando estaba sola, Karen lloraba, lamentaba no poder estar con sus padres, no poder estar muerta.
¿Y ya has pensado en dònde nos quedaremos cuando vayamos al campo?- le preguntò Elliot a Karen, ella tenìa la mirada perdida en la ventana del edificio abandonado.
Tengo una idea, un lugar tranquilo, creo que está suficientemente bien abastecido- contestó ella, parecía que estaba regresando de las nubes de sus pensamientos -¿qué tal está tu espalda?- le preguntó Karen a Elliot.
Bien, han mejorado más de lo que pensaba- dijo Elliot mirando un espejo roto y tocándose las heridas de los labios.
¿Por qué no has escrito en tu libro?- preguntó Karen en un tono inquisitivamente agresivo.
Mi diario- aclaró Elliot.
Pero no escribes en el cada día para que sea un diario-
Lo se, pero paso el resto del día tratando de seguir respirando-
Karen sonrió.
¿Ya es tiempo de irnos?- le preguntó Elliot a Karen, quien asintió rápidamente.
Elliot fue a lo que se podría llamar "habitación", tomó su mochila, con su diario, su bate y el abrigo que Thur le había dado.
Ambos salieron del edificio y se encaminaron rumbo a la carretera con la caja de comida, arrastrándola del mismo modo que habían hecho para traerla.
Las calles estaban desiertas, como si nunca nadie hubiera emitido un sólo sonido en ese espacio, un silencio eterno, ya no se escuchaban los ladridos de perros, ni cantos de aves, nada, solo los sigilosos pasos de los muchachos, como dos pequeñas manchas de tinta en una eterna hoja de papel, insignificantes, minúsculos.
Ni rastro de los rojos, ni rastro de nada, todo tan silencioso, que cualquiera temería romper aquel silencio tan especial, era un momento, imposible de vivir, nadie más había tenido antes la oportunidad de meditar en tan profundo silencio, en tan infinita tranquilidad, nadie había contemplado jamás la ciudad desierta, el fin de la humanidad.
Mientras recorrían las calles completamente desiertas, Elliot se llenaba a sí mismo la cabeza con imágenes de películas que había visto, o incluso los mismos párrafos de la biblia en los que se citaba el apocalipsis, aunque él nunca había sido religioso. Mientras tanto, el rostro de Karen reflejaba una extraña nostalgia, un lugar con muchos recuerdos, demaisados, y al cual debía volver. Su mente reflejaba a su vez, imágenes borrosas de una oscura infancia, recuerdos dignos de ser olvidados, un árbol, una cuerda, una niña de ojos grises, nada de eso tendría sentido para cualquier persona, pero lo tenía para ella.
Sin romper quel silencio de cristal, parecía que había un intruso, sus intenciones no eran claras, pero Elliot lo podía sentir, era alguien o algo que lo había estado asechando desde hace tiempo, aunque por más que quisiera, no podía saber quien era, sólo sentía una mirada que venía desde atrás de los edificios, desde las calles, desde todos lados, era muy inquietante, porque además, ellos dos sabían que eran vulnerables.
La lúz del mundo creaba una atmósfera apasible y a la vez moribunda, extremadamente nostálgica, era muy temprano y el sol ilumniaba las cicatrices de los muchachos, nadie sabía hasta donde llegarían.
Unas horas después, el sol ya no les daba directamente en el rostro, los aplastaba como si fuesen insectos, además brillaba con todo su esplendor, debilitándolos, ya no había alcohol, debían conseguir agua, pero no sabían con seguridad si aguantarían caminar durante unas horas más con el sol sobre sus espaldas, sedientos.
El cansansio era ya demasiado, apenas podían arrastrar la caja, durante el viaje habían visto cadáveres, cuerpos en la carretera, no creyeron que terminarían igual, vencidos por el sol y el pavimento, ambos se recostaron en el suelo junto a la caja, sus bocas estaban demasiado secas, sus labios estaban partidos, les ardían los ojos, la piel expuesta al sol estaba adolorida, parecía que no saldrían de ahí.
Nunca creí que moriría así- dijo Elliot.
Ni yo- contestó Karen.
¿Por lo menos sabes a donde nos dirigimos?-
Karen tardó en contestar.
Si, si-
Es mentira, lo se-
No, es una vieja casa de mis tíos, tenían un pozo y árboles, vegetales, enlos alrededores habían conejos- la forma en que Karen trataba de covnenserlo hacía muy obvia la cuestión de que no tenía ni la menor idea de a donde iban ni en donde estaban.
Solo ésto faltaba- decía Elliot -si los rojos no me matan, tu lo harás-
No seas marica, se hombre y continúa, debe de haber un pueblo cerca, ésto tiene solución-
¿Dónde? que no la veo-
Eres un estúpido-
Por lo menos yo sabía en donde estaba-
¡Cállate! lo importante ahora es regresar o encontrar agua-
Elliot tomó la caja de comida y sacó un par de cosas.
¿Te vas? ¿te vas? no seas marica Elliot, pensé que eras valiente, pero como lo veo, eres peor que los rojos-
¿Qué estupideses dices?- preguntó Elliot gritando mientras intentaba usar el abrigo de Thur para guardar la comida que había sacado.
Si, no creo que ellos se maten, se abstenían de comer, pero no se asesinaban-
No te estoy asesinando maldita sea-
¡Si te vas, será más dificil!- gritó Karen al borde de las lágrimas.
Te estoy dejando más de la mitad de la comida, mucho más- mientras decía ésto, empujó la caja de comida, una lata golpeó la mano de Karen, quien gritó.
¡Cuidado! son manos de violinista-
A nadie le importa que sean manos de santo, ni dios nos puede salvar ahora, ¿no te entra en la cabeza? estamos muriendo, de nada te servirá que toques bien el violín o la guitarra, o lo que sea, los rojos no te tendrán piedad por eso, ya estoy hasta la madre de ti- terminó Elliot y se dió la vuelta, del lugar donde venían.
Pues chinga a tu madre, no te necesito, no necesito a nadie, sobreviví varios días y estuve sola, siempre he estado sola- a medida que Elliot se alejaba, Karen gritaba con más fuerzas -¡Vete al maldito carajo!, ¡me vale madres lo que te pase!- pateó una lata, comenzó a llorar, yo no la culparía, nadie la culparía, era solo una chica de 15 años, ni siquiera había terminado la secundaria cuando todo eso pasó, tenía mucho por vivir, ésto no podría vencerla, la muerte de sus padres no la había vencido, ni la muerte de su hermana, ni la de sus tíos y primos, ni la de todos los del refugio, era una persona fuerte, podría superar cualquier cosa.
Elliot caminaba de regreso, a la ciudad, a su hogar, a su mentada realidad, él no quería alejarse de Karen, él sabía que juntos eran más eficaces y difíciles de vencer, además, estando solo, la demencia no terdaría en visitarlo, ¿pero qué importaba? pensaba Elliot "Me vale un carajo lo que le pase a Karen, ella pudo hacer que las cosas funcionaran como debía ser, pero solo hizo todo más difícil".
Regresó a la ciudad, al reino gris, a su propia tumba. él sabía en el fondo, que Karen tenía razón, que el campo era más seguro, pero era más fácil enfrentar a otro cocodrilo rojo a darle la razón a Karen, era más fácil encontrar la cura que darle la razón a Karen.
Elliot llegó a un riachuelo, un par de kilómetros de donde estaban, no sabía de dónde había sacado la fuerza para caminar tanto y tan sediento, pero lo hizo, estaba asombrado de si mismo, pero ni siquiera pudo reconocerselo como merecía, ya que en cuanto tuvo oportunidad, se acostó en el borde del riachuelo y bebió, cerró los ojos y bebió, se enjuagó el rostro y siguió bebiendo, en eso se sintió culpable, ¿debía decirle a Karen? ¿debía salvarla? casi de inmeiadto se le borró toda culpa, pues recordó el corte en su rostro y en sus manos, Karen era una desgraciada y se merecía todo ¿o no? recordó también como Karen lo sacó del alcanze de la explosión, como salvó su vida, era un hecho, debía regresar hasta donde estaba Karen, debía salvarla.
Corrió, después de tomar agua, hasta dejó el abrigo y la comida, sólo llevó su mochila y su bate (por seguridad) volvería pronto, o al menos eso creía.
Llegó hasta donde se suponía que debía estar Karen, ya habían pasado un par de minutos, no recordaba bien si había pasado una hora, una hora y media, dos horas, tres horas, no lo recordaba, solo recordaba que caminó bastante y que sus piés le ardían, tenía ya ampollas, quizá hasta estuvieran sangrando, pero ¿dónde estaba Karen? no estaba ahí. Elliot caminó más y más, estaba convencido de que la encontraría. No lo hizo. El cielo ya no brillaba mucho, y había un par de nubes que daba una vista hermosa y al mismo tiempo oscura, estaba solo otra vez, solo a mitad de la carretera, el sol estaba indeciso, no sabía si debía dar la vuelta o seguir, estaba en la misma situación que el muchacho. Caminó más, todavía le quedaban esperanzas. Nada. Regresó frustrado ¡y si había tomado otro camino? ¿y si los rojos la habían atrapado? ¿y si había muerto de sed por su culpa? mientras caminaba de regreso, el cielo se nubló más, eran nubes pesadas, grises, no había llovido en mucho tiempo, ahí estaban los tremendos tanques grises, amenazadores, y de pronto, sin pensarlo, descargaron su furia contra el pobre joven, caían gotas gordas, pesadas, la lluvia venía del norte, había comenzado ligera y cariñosa hacia donde iban al principio, allá, mas allá de la carretera, pero su camino se había tornado un tanto rudo, ahora caían también rayos, unos cuantos, y en el horizonte solo quedaba una mancha naranja y roja, un rastro de que el sol seguía ahí, pero que las nubes eran más fuertes, Elliot había sido despojado completamente de toda esperanza, "y para terminar la lluvia" pensaba, los únicos que parecían agradecer aquellas fuertes gotas celestiales eran las plantas a los bordes de aquella carretera, se movían junto con el viento, festejando el momento, abrumando al muchacho que caminaba de regreso al riachuelo, el cual no había visto ninguno de los dos cuando pasaron junto a él.
¡Mierda!- gritó Elliot, junto a un árbol que estaba al lado del pavimento ya no habían ni latas de comida ni abrigo -malditos rojos- decía, pero a fin de cuentas, no los podía culpar, ellos también tenían hambre, ellos nunca habían deseado ser infectados. Despuer de pensar en eso, Elliot, más tranquilo se sentó junto al árbol, todavía tenía su diario, y su bate, la lluvia refrescaba su rostro, sus mejillas, ssu cabello, se recostó y dejó que el agua recorriera su cuerpo, sus orgullosas cicatrices, la joya con forma de mariposa que colgaba de su cuello, debajo de su playera rota, se quitó los zapatos, era verdad, tenía sangre, sus calcetines estaban ensangrentados, los arrojó lejos, pensó en cómo hubiera sido el mundo sin la gripe púrpura, y mientras pensaba, el mundo subconsciente cayó sobre él, quedó profundamente dormido, mañana sería otro día, una nueva oportunidad de luchar por seguir respirando.

Aquí termina el capítulo 15 de "La última lágrima", por sus comentarios y atención, gracias.

Capítulo 16 "Una semana sin esperanza".

Abrir los ojos es más que solo llenar el cerebro de pensamientos y preocupaciones correspondientes a un nuevo día, es más que volver a mover cada parte del cuerpo, es una nueva oportunidad, es saber que sigues estando en éste mundo, con la misma gente, es una nueva oportunidad de respirar, y de alimentar esa parte que todos llevamos dentro, esa palabra tan gloriosa, cuando no tenemos comida también nos alimenta, cuando tenemos frío nos abriga, y cuando estamos cansados, nos llena de energía, es esa parte del humano llamada "esperanza".
Elliot abrió sus ojos de nuevo, respiró, se tomó un momento para relajarse, y se puso de pié. Era una mañana hermosa, justo como a él le gustaban, el campo estaba mojado, la noche anterior había caído una tormenta terrible, ahora reinaba la calma. El sol quedaba sujeto por un par de débiles y jovenes nubes que lo contenían, la impedían librar su odio contra Elliot, no era como el sol del día anterior, abrasador, maldito, no, éste era compasivo, piadoso, alegre.
Aún así, la insignificante persona llamada Elliot debía conseguir comida de nuevo, ahora estaba solo, por una parte, era más fácil, no discutiría con nadie, no se desgastaría con nadie más que no fueran los rojos. Por otra parte, no reiría con nadie, ni hablaría con nadie, ni moriría con nadie más que no fueran los rojos, había sido su decición, debía vivir con eso ahora que no sabía si había perdido ya a su última compañera.
Caminó por el campo, con la ropa mojada, era muy incómodo, después de un rato encontró un grupo de coches, y cadáveres, no resistió, algunos de ellos se habían suicidado, no estaban infectados, tomó la ropa de uno de los más jovenes, claro, lo cubrió con una manta que había dentro de uno de los autos, aquella ropa le sentaba un poco pequeña, cuando estuviera en la ciudad conseguiría ropa de su medida. Se amarró un poco de tela en la cabeza, algo que no se le había ocurrido el día anterior, así evitaría que el mal trato hacia su piel continuara.
También había tomado zapatos y calcetas, sus piés estaban muy heridos como para seguir con los mismos zapatos.
hubiera sido mentira decir que el camino de regreso había sido fácil, pero había sido mejor que el del día anterior.
No se podía confiar en nada, a los ojos de aquel muchacho solo había soledad y tristeza, no sabía cuál de esas dos sensaciones era mayor, sentía que pronto lo harían explotar, estaba solo, rodeado de una salvaje jungla de edificios fríos y abandonados. Habían humanos salvajes, cocodrilos infectados y uno que otro bastardo que asesinaba a cuanto veía. Además no había que comer. Elliot recordó (de nuevo) una película, en la cual un hombre, un músico, sobreviviente de la crueldad y el terror nazi, recordó como aquel hombre padeció hambre, dolor y soledad, comparó aquellas escenas donde el protagonista se escondía en edificios destruidos con su propia vida, él, hambriento, sediento, herido, tratando de sobrevivir ocultándose en lo que algiuen había llamado alguna vez "hogar". Pensó que sería de él en un par de años, con el cabello largo y grasoso, enfermo, sin barba claro, era casi imposible que creciera algo de vello facial en ese rostro.
Ahora debía satisfacer una de sus necesidades básicas; debía encontrar alimento.
Se paseó por las obscuras calles del Centro, solitarias y silenciosas. Podía sentir los ojos de los rojos vigilándolo desde las sombras, podía sentir su hambre, su dolor y su furia, sin embargo, no lo atacaban, quizá estaba tan débil, herido y quemado por el sol que parecía uno de ellos, caminaba chueco, cojeaba, ya que el dolor en las plantas de sus pies le impedía caminar de forma correcta.
No supo ni como hizo para llegar a lo que antes había sido su salvación, la tienda de abarrotes ya no se alzaba monumentalmente, ahora era una sombra más, sin el hombre gordo custodiándola, entrósigiloso, con el bate en alto, había una enorme mancha de sangre en uno de los cortos pasillos de la tienducha, olía mal y había un ambiente oscuro, una atmósfera húmeda. Elliot tomó una caja que estaba al final del pasillo, metió latas de comida y agua en ella, ahora era una carga pesada, salió del mismo modo del que entró, pero ahora arrastraba el alimento, habían siluetas en las calles, él solo agachó la mirada y se ocupó de seguir caminando. Extraño, pero no lo atacaron, probablemente sintieron su pena y lo dejaron en paz.
El camino a casa perecìa tan usual, veìa los mismos edificios, los mismos puentes, hasta los mismos autos estacionados que estaban ahì desde que èl era niño, el suelo estaba mojado, arrastrar la caja mojada con la comida y el bate ya no parecía una tarea tan ardua, lo que partìa sus emociones era ver el camino que había recorrido cientos de veces ahora deshecho, solitario, solo era un lugar, pero ya no había la gente que lo saludaba al pasar, ni los perros que lo seguían, ni las mujeres que lo salpicaban mientras barrìan las entradas de sus casas, ni el carnicero que gritaba groserìas, ya no había nada, Elliot agachò la mirada y recordó que ya tampoco había Karen, siempre lo insultaba, era una lépera por naturaleza, pero en ocasiones era divertido, y se había encariñado un poco, era como cuando sus primas venían de visita, se peleaban toda la semana, pero cuando se iban, ambos se deprimìan, era irónico, pero en el fondo Elliot necesitaba a cualquier persona, aunque lo trataran de la mierda. Es una necesidad que tienen todos los humanos, necesitan compañía, y èl estaría solo una semana hasta que llegara otra persona, una semana sin esperanza, una semana en el infierno, una semana en el fin del mundo, una semana sin Karen. De nuevo la casa donde sguirìa viviendo de no haber sido por ese maldito virus. Por increíble que pareciera, su casa seguía con las ventanas intactas, entrò por una de ellas, ya que había perdido las llaves, ya dentro, fue a la cocina y tomò las llaves de su alcoba.
Elliot comenzò a escribir.
Èstos días han sido duros, he abandonado a Karen, ahora me encuentro solo, solo en una zona de guerra, los dàs están cada vez màs enfermos, ayer hubo lluvia, las calles se han limpiado un poco, ya no hay tanta sangre en el pavimento, ahora solo veo las calles solitarias, abandonadas, los rojos siguen en algún lado, no se porque se esconden, pero es mejor para ambos que no nos encontremos de frente, ya no se tampoco còmo reaccionarìan, lo mejor será que continúe solo, aunque ciertamente era mejor con Karen, me ayudaba a superar la muerte de Fernanda, después de algo asì, me hubiera agradado tener algo de compañía, pero desafortunadamente había perdido lo que me quedaba, a mi última compañera, y había sido solamente culpa mía.
Amanecer, frìo, enfermo, sin sol, solo. Como desayuno, un plato de cereal sin leche, y medio rancio, ya casi toda la comida estaba echada a perder, de todo lo que había en la caja, solo pude rescatar un poco menos de la mitad, fue muy frustrante, tenía hambre, pero debía cuidar lo poco que me quedaba, mi libreta ya casi se acaba, tal vez pueda escribir solo por una semana más, todos los días son iguales, no se ni en que miserable mes estoy, creo que ya casi termina marzo, o estoy en abril, no se, pero ya está comenzando a hacer calor por las tardes, no he visto más lluvia que la del otro día, y no se cuanto tiempo pueda seguir así, ya ha pasado mucho desde que salimos del refugio, o así me ha parecido, de hecho creo que fue hace una semana, no se en realidad, creo que estoy empezando a alucinar, me hace falta comida, buena comida, he pasado un poco de hambre, he adelgazado, aunque me siento un poco más fuerte de lo que me sentía cuando estaba en la escuela, ahora tengo una mucho mayor actividad física, creo que si sigo desgastándome sin tener suficiente alimento moriré.
Salí a la calle, debo conseguir más comida, pero ¿dónde puedo encontrar más?, tal vez puedo encontrar, asesinar a un perro y después cocinarlo, es muy arriesgado, creo que si llegara a encontrar uno, éste estaría infectado.
Un par de horas más tarde de la caminata, encontré una jauría, estaban escondidos en un edificio, eran unos siete, bajar era muy peligroso, lo intenté, me hacer qué con cuidado, estaban todos sanos, y dormidos, debía golpear a uno en la cabeza, nunca había matado a un perro, y si no tuviera hambre no lo haría, pero estaba desesperado, caminé silenciosamente, uno de los perros movió la oreja, me quedé quieto, me acerqué poco a poco, tomé mi bate, lo levanté, la víctima era un perro de buen tamaño, era el más grande, supuse que si lo asesinaba, los demás no sabrían que hacer, no me atacaría, pero pisé un vidrio, fue hasta entonces que me di cuenta de la salud del perro, abrió sus ojos, completamente rojos, sus encías sangraban, los demás perros hicieron lo mismo, todos estaban infectados, uno de ellos intento ladrarme, pero de su hocico solo salía sangre y un ruido perturbador.
Me di la vuelta y eché a correr, nunca me había dado cuenta de que los humanos son extremadamente lentos, comparados con los animales, en un par de segundos me alcanzaron, me rodearon, pensé rápidamente en lo que tenía que hacer, pero el hambre me lo impidió, todavía tenía mi bate, el perro más grande me empujó y caí hacia atrás, intentó morderme pero coloqué el bate en su hocico, estábamos forcejeando, el premio sería la vida o la muerte, y otro extraño sonido invadió mis oídos, era como un zumbido que cada vez se hacía más fuerte, de la calle de atrás, de ahí venía el ruido, del lugar de donde salió una motocicleta, el misterioso jinete poseía un arma de fuego, estaba envuelto en ropa negra, venía hacia nosotros, pam, pam, pam, pam, pam, todos los perros estaban muertos, la motocicleta se detuvo, el motorista me miró, yo estaba en el suelo, confundido, pero no olvido rostros, era un hombre de edad, con bigote y lentes oscuros de gota.
¿Jack?- pregunté con todo el asombro que pude expresar, iba a darle las gracias cuando emprendió la huída.
Si estaba confundido, ahora estaba más confundido, Jack me había salvado, o era que ahora yo estaba ya alucinando, fuera como fuera, él debía tener comida y combustible, encontrarlo no debía ser más peligroso que tratar de asesinar a un perro.
intenté seguir el ligero rastro de sangre que había dejado la motocicleta de Jack, me esforzé mucho, caminé y caminé, ni siquiera secuchaba el motor, creo que mis pies estaban sangrando de nuevo, resistí, ignoré el dolor, continué, era muy dificil, el rastro se hacía cada vez más ligero hasta voverse casi invisible, llegó un momento después de un par de horas que perdí el rastro por completoo y ni siquiera sabía si lo había seguido bien o no, me dejé llevar por mis instintos, continué como si fuera yo el que conducía, intenté adivinar en que edificio se había metido, donde vivía, era algo muy dificil de adivinar, hasta un par de horas atrás hubiera creído que Jack estaba muerto, ésto me demostraba que si era probable que más compañeros míos se hubieran salvado, estaba pensando en eso cuando me detuve y miré hacia la casa que estaba a mi costado derecho, había una motocicleta semiescondida entre la barda de aquella y de la siguiente casa, definitivamente, había tenido mucha suerte, ahora debía entrar y averiguar qué había sido del coyote y de los demás.
Entré por la ventana, la puerta estaba cerrada, me fue fácil entrar por ahí ya que éstos dos o tres meses había perdido algo de peso, cerré la ventana, por dentro la casa estaba iluminada por un amigable color ocre, las cortinas eran las culpables de aquella iluminación, daba la pinta de ser aquella casa de una anciana, carpetas, figuras de porcelana, un televisor antiguo, paredes tapizadas de fotografías y pinturas, no pude identificar a las dos personas que siempre salían en cualquier foto de aquellas, era una señora morena, y un hombre con ojos totalmente asimétricos; uno medio cerrado y el otro con la ceja levantada. escuché un ruido en la parte de arriba de la casa, las escalerras estaban alfombradas, subí haciendo el menor ruido posible, con mi bate sosteniéndolo con ambas manos, las escaleras terminaban en un angosto pasillo que daba a tres habitaciones, entré a una de ellas, la que daba la vista a la calle, me senté en la cama que estaba ahí, me lastimé la mano con una piedra pequeña, me dio mucha curiosidad, la piedra estaba unida a un trozo pequeño de tela café, era un color bonito, en eso, escuché un sonido de pies detrás de mi, me incorporé rápidamente, metí el trozo de tela en el bolsillo de mi pantalón, tomé mi bate, pero estaba en desventaja, la figura que me miraba estaba armada con una escopeta, era una mujer, envuelta en trapos oscuros, no pude apreciar bien ni sucuerpo ni su rostro, que estaba cubierto por una máscara antigas.
No estoy infectado- dije en tono claro, la figura no respondió, ni siquiera mostró sorpresa, me seguía apuntando, solté el bate -no estoy infectado, he seguido a un amigo, su nombre es Jack-
Aquí no hay ningún Jack- dijo la figura con una voz gutural, pero aun así sabía que era una mujer.
Lo siento, me marcharé, no tengo comida y creo que podría ser posible que me donara un poco de alimento- le dije a aquel extraño personaje.
Baja el arma- dijo una tercera voz, era el hombre de las fotografías, nunca lo había visto sin lentes.
¡Jack! estás vivo- dije con asombro.
Vete- dijo.
¿Qué?-
Ya escuchaste, necesitas irte-
No, quiero una explicación, quiero saber qué pasó y la razón de tu comportamiento-
No eras ni mi esposa ni mi hijo ni nadie para pedirme una explicación- Jack se estaba comportando de una manera muy extraña.
Pero Jack, -
Mi nombre ni siquiera es Jack, mi nombre es Alejandro-
Se que Jack no es tu nombre, siempre lo supe, pero creo que como compañeros, como aleados debiste haberme buscado, juntos somo más fuertes-
Por el amor de dios, Elliot, no eres un niño, empieza a pensar como un adulto, yo tengo mis razones para alejarme de ustedes-
¿Ustedes?- pregunté, si solo me vio a mi cómo sabía que Karen había estado conmigo -nos has estado vigilando Alejandro-
No-
Entonces, ¿por qué dijiste "ustedes"?. No soy tu hijo, ni familiar, apenas conocido, pero creo que si tienes que explicarme la razón de que nos vigiles-
Elliot, piensa, no seas tonto, no pienses como niño-
No lo hago, he pasado meses en éste maldito infierno, he asesinado, he estado cerca de morir, he visto a todos mis amigos morir, mi familia murió, mis conocidos, mi novia, me parece que hay muchas cosas que no entiendo, pero se que es vivir en un infierno, no pienso como niño, carajo Jack, Alejandro, quien seas, he matado seres humanos- estaba al borde de las lágrimas.
Ven, te daré algo de comer- dijo Alejandro y fue a la planta baja, yo me quedé quieto y miré a la mujer de misteriosa identidad, me acerqué a su rostro de una forma ruda, quería saber quien era, se me antojaba familiar. Me empujó y bajó siguiendo a Jack o Alejandro, a quien fuese aquel hombre.
No te aconsejo seguir intentando matar perros, una recomendación, vete al campo, es una muy buena alternativa-
Amo la ciudad-
Ya lo noté, solo los estúpidos se quedan en la ciudad-
Y dime Jack ¿por qué están tu y tu misteriosa compañera aquí?-
Jack se quedó callado mientras limpiaba un plato con un trapo.
Creo que arriba ya habías descubierto nuestro propósito-
¿Protegerme? por que si es así, creo que no lo han hecho muy bien, te agradesco que me hayas salvado hoy, pero tendrías que haber visto al cocodrilo de la semana pasada-
¿Cocodrilo?-
Si, un enorme y feo cocodrilo infectado, sangrando, con heridas, un cocodrilo rojo-
Vaya que éste virus evoluciona rápido, ¿sabes? en la primera etapa, el virus mataba al portador, en la segunda, lo dejaba débil, con una continua lacercaión en la piel, en la tercera, comienza con moretones, signos leves, ya no es tan agresivo, espero- mientras decía eso, se levantó la camiseta, tenía un enorme moretón en el abdomen. Me levanté rápidamente de la silla, tomé mi bate.
Descuida, un infectado de mi tipo no contagia, aquel día, el día en que te fuiste del refugio llegó un hombre, infectado igual que yo, lo tuvimos unas cuantas horas, después se fue, creo que ésta variación del virus se vuelve como un cáncer, se va expandiendo, como pequeños moretones en tu cuerpo, se tornan más grandes, ya sabes, algún día acaban contigo-
Entonces los que están infectados como tu, no contagian-
No, pero si conoces a alguien más, debes tener cuidado, hay otra pequeña variación, lucen como yo, pero su aliento es altamente contagioso-
Es como ella- dije mirando a la mujer que nos veía en silencio-
Si, como ella- confirmó Alejandro un poco irritado.
¿Quién es? ¿Quién eres?- dije, primero a Alejandro y después a la rara figura.
Es mi hija- dijo Alejandro.
Vaya Alejandro, no sabía que tuvieras una hija- mientras decía eso, Alejandro se levantó y sirvió un poco de comida, no se que era, parecía un pasta, me la dio.
Lo siento, estoy siendo un desgraciado, me han estado espiando, sabrás que no me encuentro bien-
No estás infectado-
No, pero he perdido a Karen-
Es por eso que no viene contigo. ¿Cómo pasó?-
Ya no teníamos agua, estábamos en una carretera buscando llegar a algún lugar en el campo, yo fui a buscarla, pero no la encontré-
Eres un idiota. Por más grosera y odiosa que sea, Karen ha demostrado ser una compañera confiable, confiable y leal, eres un tonto, dejar morir a una persona tan valiosa-
Lo lamento Jack, no tienes que recordarme mi propia repugnancia, yo se que hice mal, creía que podríamos unirnos para asegurar nuestra supervivencia-
No Elliot, tu quieres asegurar tu supervivencia, y no digo que esté mal, es éstas situaciones uno debe orar por si mismo, debes mandar a la chingada ese espíritu de héroe, cuando te conocí, pensé que tu eras una de esas personas que mueren por los que los siguen, lo eras, la muerte de Fernanda te cambió mucho, ahora ya no ves por nadie más, ahora solo quedas tu-
No, no soy un egoista, si lo fuera no habría salvado a Karen del cocodrilo rojo-
Elliot, solo te quiero dar un consejo, se egoista y sobreviviras, se un héroe, y lo que vivas lo vivirás feliz-
Sinceramente no sabía que decir, me sentía culpable por lo de Karen, había sido peor que un rojo, me encontré incómodo frente a aquel hombre, de quien en realidad no conocía nada, no sabía si había sido un santo, o un asesino, pero hay algo, cuando conoces a una persona, aunque no sabes nada de ella o el, siempre hay algo dentro de ti, no se como llamarlo, pero sientes que sabes todo de esa persona, se vuelven amigos, y cuando aquella persona hace algo que no esperabas, no importa que se conocieran de toda una vida, no importa nada, descubres que todo ese tiempo es inútil toda persona siempre tiene algo que ocultar.
Gracias por la comida, debo buscar sobrevivientes- dije, me levanté y salí de la casa, Jack no iba a decirme nada que fuera de mi interés, dije que iba a buscar sobrevivientes, pero de hecho iba a buscar comida.
Afuera hacía frío, el sol comenzaba a pintar el día de color rojo, la noche se acercaba, todavía recordaba lo que me dijo Ruth, los rojos son como las prostitutas, en el día los puedes encontrar, pero en la noche, hay uno por cada paso que das.
Debía apresurarme en buscar alimento, si demoraba mucho, aunque ya no habían muchas de esas mierdas en la calle, aún así corría un gran riesgo.
Debía encontrar un almecén, un poco de atún enlatado o frijoles serían buenos. También debía encontrar una fuente de agua pronto.
Las calles ya estaban oscuras, pero encontré una tienda grande, estaba seguro de que debía haber comida, entré, miraba a todos lados, podría haber una de esas porquerías ahí vigilándome, tomé un carrito, no solo para poner ahí lo que llevaría, sino para derribar mis obstáculos.
Como se puede deducir, la tienda estaba completamente oscura. Lo fácil sería escapar si me veían, si es que había algun rojo, lo difícil sería encontrar la comida sin despertar a todos los mutantes de los alrededores.
Me reconfortaba mucho tener mi bate al lado.
No se escuchaba ningún otro ruido mas que el rechinar de la llanta del carrito, era muy frustrante, seguí caminando, miraba a todas partes, llegué al pasillo donde estaba la comida, tome diez latas de atún, otras ocho de frijoles, y otras no se de que eran, eché cinco latas de atún en mi mochila y dos de frijoles, era una medida de precaución, si por alguna razón debía salir huyendo y dejar el carrito abandonado, por lo menos debía conservar algo. También tomé dos cuchillos, los más grandes que encontré, medían como unos treinte centímetros y estaban tremendamente afilados, cada uno tenía su funda, con las que conseguí amarrarmelos en las piernas. Bien, ahora debía salir, cuando entré, la parte entre las cajas registradoras y la salida estaba llena de cuerpos, debía ser cuidadoso. Cual fue mi sorpresa al llegar a la salida, no eran cuerpos, eran rojos, y estaban todos dormidos, unos sobre otros, habían niños, mujeres, hombres y ancianos, eran cerca de cuarenta, pensé que con uno que despertara sería mi fin. estaba a diez metros de la salida, tampoco podía correr, fue una de las cosas que pensé hacer, pero con la calidad de la llanta, me atoraría y resbalaría, además afuera también estaba oscuro, no sabía que me esperaba allá, mejor caminaba, nueve metros, ocho, un rojo abrió los ojos, era un infectado de unos veinte años, se levantó y se me quedó viendo.
Se que tal vez me entiendes, por favor, no despiertes a los demás- dije susurrando.
El rojo me vio a los ojos, me quedé quieto, no se porqué no seguí avanzando.
El rojo comenzó a aullar.
¡No!- grité, di un par de pasos hacía atrás, todos los rojos comenzaron a moverse, abrieron sus grandes y ensangrentaados ojos y me miraron, yo estaba aterrado, algunos comenzaron a rugir, la sangre brotaba de sus bocas y de su piel, comenzaron a caminar, yo eché a correr, lo bueno hubiera sido que éstos queridos rojos fueran como los de las películas en las cuales son a veces muy lentos y tontos, pero ellos eran listos y rápidos, me siguieron, entré al pasillo donde estaban los jabones y detergentes, pensé que como tenían la piel al rojo vivo, si les echaba un poco de cloro, se les dificultaría continuar.
Abrí varias botellas de cloro, arrojé una contra los que estaban más próximos a mí, soltaron terribles aullidos y se quedaron inmovilizados en el piso, un niño infectasdo se acercó demasiado a mi, yo no lo iba a matar, solo lo empujé con un poco de fuerza, cayó hacia atrás, otro rojo bloqueaba la salida de aquel pasillo, le arrojé un jabón de barra en la cara, mientras el rojo intentaba calmar el dolor con sus manos, yo corrí un pequeño tramo con el carrito, casi me caigo, lo empujé y seguí mi fuga, me metí por otro pasillo, salí de inmediato, un gran grupo de ellos ya estaba ahí, en cuanto salí, empujé con mucha fuerza el estante que dividía esos pasillos, quedaron aplastados.
otró rojo me alcanzó, me sujetó de la ropa y me dio un golpe en la mandíbula que me hizo caer, rápidamente tomé mi bate y lo golpeé en la cabeza dos veces, tenía que librarme de los rojos que todavía me seguían, pensé que duraría lo suficiente con las latas que había guardado en la mochila, así que tomé las otras latas y se las arrojé los rostros.
Había dejado mi bate atrás, no podía volver por él, saqué los dos cuchillos, me aproximé a la salida, un gran rojo la estaba bloqueando, con los cuchillos le hize dos cortes en el abdomen, intentó golpearme pero recibió otros dos cortes en el brazo, le di otro corte en el cuello y el rojo cayó, salí corriendo, pensé que los rojos ya no me perseguiría, pero estaba equivocado, unos quince salieron de la tienda detrás de mi, yo corrí por la calle oscura, en la que más rojos estaban al azecho, otros rojos se sumaban a la persecución, en verdad corrían rápido, mis piernas comenzaron a dolerme, mi pecho también, necesitaba un respiro, pero no tenía la oportunidad.
ya llevábamos dos cuadras, tiempo suficiente para darme cuenta de que éstos rojos no se rendirían.
Varias veces estuve a punto de caerme, milagrosamente no pasó nada, mientras corría comenzé a pensar; ¿qué había pasado? ¿cómo es que hace seis meses yo estaba con mis amigos y familia? ¿cómo es que ahora me encontraba corriendo por la calle de noche escapando de unos monstruos que quieren comerme? ¿cómo fue que paso ésto? Nunca me lo había imaginado, que en el futuro yo pudiera estar a media noche armado con dos cuchillos, el mundo hecho una mierda, nadie que te pueda ayudar, nadie que te pueda salvar, solo un montón de sacos de sangre.
Me sorprendió la fuerza de esos desgraciados, no se detenían, aunque todos ibamos más lento que al principio, de pronto sucedió algo que no me esperaba, a la persecución se sumó un rojo de imponente estatura, con músculos muy desarrollados que corría más rápido que los demás, pensé que era mi fin, las casas estaban abiertas, si entraba a una, tal vez sería más fácil escapar.
Saqué los dos cuchillos de nuevo, entré a una de las casas, los rugidos fueron más fuertes, dentro había otro, choqué contra él, le enterré el cuchillo en el cuello, casi en la espalda, empujé el cuerpo y continué.
Subí las escaleras, salí por la azotea, brinqué a la otra casa, la que seguía tenía la barda muy alta, brinqué a la que estaba atrás, continué, éstos cabrones todavía me seguían, pero si era evidente que les costaba más trabajo que en terreno liso, un problemas, ya no habían más azoteas, solo un borde de unos cuatro metros de altura, brinqué pero me sujeté de una ventana, mis manos se estaban lastimando mucho, tal y como lo había imaginado, los rojos brincaron, pero cayeron y muchos de ellos murieron, el fuerte, el que corría rápido alcanzó a sujetarse de mis pies, me iba a morder, solté la ventana, caimos sobre el montículo de cuerpos, yo todavía tenía un cuchillo, lo incrusté en el pecho de aquel rojo dos veces, por fin pude respirar, más rugidos, dos rojos doblaban la esquina, parecía que correría toda la noche, recordé una noche de halloween que había pasado con mis amigos, cerveza, fuegos artificiales, huevos, unos tipos nos corretearon por tres o cuatro cuadras, pero ahora intentaba salvar mi vida, no mi dinero.

Aquí termina el capítulo 16 de "La última lágrima", por su atención, muchas gracias.

Capítulo 17 "Los hermanos Cabrera".

Gael, ¿Siguen ahí? ¿Gael? Extraño a mamá, Gael, tengo hambre, ¿Ya se fue?-
Ya, podemos salir ya Gabriel-
Gael y Gabriel son dos hermanos, su apellido, Cabrera, Gael tiene quince años, Gabriel tiene siete, ambos son sobrevivientes que quedaron atrapados un par de días atrás en una hacienda a las afueras de la ciudad.
Gael se asomaba por arriba de la ventana del baño, que se iluminaba de una luz blanca, destacando las paredes verdes, todo tenía un toque tan irreal, parecía más bien una pesadilla, ambos hermanos se habían descuidado mucho, el cabello estaba maltratado, y se veía mal, llegaba hasta sus hombros, no habían comido en un día, saliéron del D.F. hace tres días, se alojaron en el gran terreno que encontraron primero, creían que estaba abandonado, pero toda una brigada de rojos los sorprendieron, ellos se encerraron, no han salido de esa hacienda en dos días, uno lo pasaron encerrados en el baño, la vida de ambos había sido genial, eran adinerados, con buenos padres, tenían otro hermano, hasta ese veinte de noviembre de 2009...
...Germán de veinte años conducía la camioneta negra desesperadamente en la ciudad, Gabriel no dejaba de llorar, Gael lo abrazaba intentando vanamente calmarlo.
Con más cuidado Germán, no vas a matar-
¡Cállate! tenemos que encontrar a mamá y a papá, debemos encontrarlos a tiempo-
Gael agachó la cabeza, sabía que probablemente ya era muy tarde, sabía que para ese tiempo sus padres ya estarían infectados, y con suerte ellos no.
Gael encendió el radio del auto, la voz de un hombre narraba hechos sucedidos en todo el país.
Apaga el radio-
Tal vez diga algo importante-
¡Apaga el maldito radio!-
Germán les dio unos cubrebocas.
Ponganse ésto, no se los quiten para nada (Gabriel ya había dejado de llorar).
Gael, ¿puedo confiar en ti?- dijo el hermano mayor entregando a Gael una escopeta, Gael asintió.
De acuerdo, vengan, no quiero dejarlos solos- dijo Germán.
Todos bajaron del vehículo, estaban en una colegio grande, sus padres eran profesores, entraron, el lugar estaba desquisiado, habían estudiantes corriendo por los jardines, algunos se estaban reuniendo con sus padres, parecía que el sol se había equivocado de día, brillaba glorioso en el cielo, y en la tierra todo era caos.
No tardaron mucho en encontrar a sus padres, se reunieron con ellos en el patio principal de la escuela.
Mamá, papá- gritaron los tres.
Abrazaron a su padre.
Tienen que marcharse, llévense la camioneta.
¿Qué hay de ustedes?- preguntó Gael.
No los abandonaremos- dijo Germán.
Su madre, su madre está infectada- dijo su padre con unas cuantas lágrimas resabalando de los ojos.
No- susurró Germán, apartó la vista para observar a su madre, estaba sentada en una banca, mirando al pasto. Germán corrióhacia donde estaba su madre.
Gael, prométeme que no dejarás que nada le pase a Gabriel- dijo su padre, Gael estaba llorando también.
Vámonos juntos, podemos estar así un tiempo-
No, tienes que ser fuerte, prometemelo-
Gael asintió.
Germán, no te acerques- le decía su madre.
No- contestó él cortante, se acercó y la abrazó.
Madre, ven con nosotros-
Ustedes son jóvenes, están sanos, ustedes pueden vivir. No quiero ser la causa de su muerte-
No-
Su padre y sus hermanos se acercaron. Ahora todos lloraban.
Hagan caso a su madre, yo cuidaré de ella-
Todos se abrazaron, su madre comenzó a llorar más abiertamente, su padre la abrazó. Los hermanos se apartaron.
Si tienen noticias, búsquenos, estaremos en la casa de Puebla- dijo Germán, el nuevo líder de la familia quebrantada.
Se fueron, Gael tuvo que jalar la mano de Gabriel, que se negaba a irse, cuando subieron a la camioneta, Gabriel se sentó en el asiento de atrás, se despidió de sus padres con su pequeña mano, como cuando dos niños se dicen adios para verse al día siguiente, solo que ésta vez él nunca volvería a ver a sus padres, nunca volvería a jugar con ellos, ellos no lo verían graduarse, ni verían a sus hijos, todo terminaba ahí...
...de regreso a la hacienda, Gael abría la puerta del baño, se asomó con cuidado, lentamente, se escucharon golpes en la plante baja, rugidos, los rojos estaban abajo.
¿Quienes están?- preguntó Gabriel.
Trixie está arriba, Hen está abajo junto con Frankie-
Entonces, ¿dónde está Krull?-
Gael asomó más la cabeza hacia el pasillo para localizar al rojo faltante, ¡zaz! un palo de madera golpeó el suelo con una fuerza tremenda, era Krull, un rojo de dos metros de alto, de espalda muy ancha. Gael cerrró la puerta de nuevo, pero Krull siguió golpeando para derribarla, estaba golpeando con mucha fuerza.
Ésta vez la va a tirar- dijo Gael -va a tirar la puerta- Se asomó por la ventana, era estrecha pero posiblemente podían salir por ahí, afuera había una pequeña marquesina.
Sal Gabriel, sal, pisa con cuidado-
Ambos salieron por la ventana, Krull derribó la puerta, pero para cuando entró, ya no había nadie dentro, le extrañó un poco, el rojo buscó por todas partes, (dentro del baño claro) pero ya no había nadie ahí.
Ya se debe haber ido- dijo Gael.
Se asomó por la ventana, evidentemente, en el baño ya no había nadie, Gael le hizo señas a su hermano para que regresara dentro, ya ahí, salieron al pasillo, todo estaba iluminado por la luz del sol que se colaba por el techo, el cual tenía una gran abertura en la parte que deba a las escaleras, la estructura de esa construcción era cilíndrica, las escaleras en forma de caracol dibujaban tres pisos.
Trixie sigue arriba, Hen y Frankie están afuera, Krull está en la habitación de al lado- dijo Gael con voz suave -Vamos-.
Los dos chicos salieron del baño, bajaron las escaleras, pero se encontraron a Hen en la entrada.
No- dijo Gael, Gabriel hizo un buen trabajo conteniendo el llanto.
La escopeta estaba en la cocina, pero solo quedaban dos balas, si la ocupaba, alertaría a los otros, los tendría que matar y aún así quedarían dos furiosos rojos, Hen se aproximó a ellos, Gael lo empujó.
¡Corre!- le gritó a Gabriel, arrojó las llaves de la camioneta, Gabriel regresó y tomó la escopeta, después salió de la casa. Gael estaba en el suelo forcejeando con Hen, quien no tardó en quitárselo de encima, Gael corrió, casi cae en los brazos de aquel rojo, Gabriel ya estaba dentro de la camioneta, Frankie estaba al otro lado, era un rojo muy joven, más joven que Gael, aún así era peligroso, Gael corrió hasta la camioneta, entró y la echó a andar, casi atropella a Frankie, trató exitosamente no hacerlo, Krull salió de la casa, Gael y su hermano sabían que Krull los seguiría, estaban seguros de eso.
¿A donde vamos?- preguntó Gabriel.
Al bosque, ahí no podrán encontrarnos, además, no pueden trepar-
El camino estaba replreto de coches chocados, destruidos, Gael tenía que bajar de la camioneta continuamente para apartar algunos del camino.
Llegaron después de un rato a una parte de la carretera donde pudieron ocultar la camioneta en un lugar despejado de árboles, cerca habíanunos túneles pequeños, Gabriel le sugirió a Gael que los usaran de refugio, Gael aceptó...
...de vuelta a aquel día. Germán paró la camioneta en un minisuper en el camino, ya casi no habían autos, bajaron y entraron, no había nadie que atendiera la tienda, Germán tomó unos emparedados, unos jugos y volvieron a la camioneta.
¿Cuando volveremos a ver a mamá y a papá?- preguntó Gabriel, la pregunta le despedazó el corazón a Germán.
Algún día-
¿Los zombies se irán?-
Germán se desabrochó el cinturón de seguridad y miró a gabriel a través de sus anteojos.
Mira, dentro de poco tiempo, ésto va a acabar, te juro que habrá una cura, los zombies volverán a ser personas normales, todo va a ser como era antes, te juero que algún día volveremos a ver a mamá y a papá sanos, pero para eso debemos mantenernos unidos, mantenernos vivos-
Continuará...
...Germán no sabía que él mismo moriría dentro de los próximos tres días.
Los tres hermanos se refugiaron en la casa de sus abuelos, era una gran casa, sus abuelos no estaban, claro, El hermano mayor tenía contemplado quedarse ahí por más de una semana, pero al segundo día... ...digamos que no pudo continuar, fue algo como:
¡Gael, dame la escopeta! ¡Gael!- de pronto, un gran pum, eso no hubiera pasado si le hubiera enseñado a usarla, a Gael le pesaba infinitamente haber asesinado a su propio hermano, pero tenía que presentar un apoyo fuerte para su hermano menor, los dos sabían que no fue culpa de nadie lo que pasó, solo un poco de mala suerte, a todos les pasa, solo que en menores o mayores dosis, el hecho de que los dos hermanos sigan vivos aún después de que Krull los ha seguido por un tiempo, eso es suerte, hubieron un par de acompañantes más, pero es muy pronto para hablar de ellos. Ahora es el momento de Gael y Gabriel, estuvieron mucho tiempo en el bosque, vieron incluso a un pequeño grupo de sobrevivientes que se acercó para probablemente relajarse, vieron desde elbosque a un chico y una chica, el muchacho era de estatura mediana, cabello negro y largo, un poco pálido, era Elliot, y también vieron a Milly, los vieron acercarse a la camioneta, gritar por si había más supervivientes.
Tal vez deberíamos ir- le dijo Gabriel a su hermano en voz baja.
No, son peligrosos- es por eso que Milly y Elliot no habían tenido respuesta, Gael se había quedado un poco traumado por lo que él mismo hizo, ya no creía en la gente.
Es obvio que eso pasó hace un par de meses, Gael y Gabriel siguen viviendo en aquella apartada zona, creen que es la forma más segura de sobrevivir. De cierta forma tienen razón.

Aquí termina el capítulo 17 de "La última lágrima", por su atención, muchas gracias.

Capítulo 18 "Coincidencia" (primera parte).

Regresamos a la difícil madrugada de Elliot, después de ver a aquellos dos rojos doblando la eesquina Elliot corrió, había otro en la calle siguiente, pero a Elliot todavía le quedaba un cuchillo, hizo un tremendo corte a la mitad del rojo, eso tal vez no lo mataría, pero lo detendría. Elliot siguió corriendo, se detuvo en un espacio pequeño que había entre dos casas, durmió ahí. Cuando despertó, el sol ya pintaba de amarillo el cielo y le dolía la cabeza, tomó el cuchillo que había dejado oculto, salió a la calle, su ropa estaba manchada de sangre, mucha sangre, la sangre de los rojos no olía como la sangre normal, ésta sangre apestaba a orina y a cadáver, Elliot no tardó en entender que la sangre de los rojos atraía a más rojos.
Iba caminando, mirando a los edificios, había una tienda de accesorios de deportes a unos metros, Elliot entró, de inmediato un rojo se levantó, estaba detrás de la caja registradora.
¿Tienes bates de aluminio y guantaletas?- preguntó irónicamente el muchacho, el rojo brincó y trató de morderlo pero Elliot clavó el cuchillo en su pecho.
Qué mal comportamiento hacia los clientes, denunciaré ésto- dijo sacando el cuchillo del pecho del rojo. Buscó entre los estantes, tomó un bate grande de aluminio, era un bonito bate, era azul y plateado, tenía dibujos muy bonitos a los lados, también tomó unas guantaletas negras de su talla, golpear repetidamente a los rojos con un bate provocaba ampollas, las guantaletas le evitarían ese sufrimiento.
Afuera había otro rojo, estaba olfatendo, se inclinaba mucho hacia adelante y emitía aquel sonido raro con la nariz, Elliot se ocultó, esperó, el rojo no lo veía pero caminaba directo hacia él, cuando estuvo suficientemente cerca el muchacho lo golpeó con el bate en el rostro repetidamente hasta que el rojo dejó de moverse.
Una tienda de armas estaba cerca, estaba oculta, pues muchas de las armas que vendían eran ilegales. Él nunca había ido, pero uno de sus compañeros de la escuela contaba anécdotas de su querido tío, Elliot recordaba muy bien el lugar mencionado.
Era un lugar muy lúgubre a decir verdad, no solo por la construcción, el espacio reducido y la poca luz, sino porque también estaba lleno de cuerpos. La tienda de armas estaba en la parte atrás de la casa, después de lo que pasó en el refugio, Elliot no se confiaría a estar desarmado, había sobrevivido por casualidad, lo que se llevó de la tienda fue una semiautomática igual que Margaret (se había acostumbrado a ella), una ametralladora ligera con un par de cañones, municiones, y dos granadas de fragmentación, se sentía seguro.
Debo decir como se veía Elliot, creo que estarán pensando que el muchacho comenzaba a quedar afectado de sus facultades mentales, la verdad es que después de haber visto tanto y vivido tantas cosas tan terribles, nadie puede seguir cuerdo, pobre Elliot, solo, descuidado, se veía sucio, muy flaco, se encorvaba un poco, daba un aspecto desconsolador, aunque claro, no había nadie que lo viera, ¿o si?, la verdad es que Elliot seguía sintiendo que alguien lo observaba, se sentía más cómodo pensando que tal vez era Alejandro quien lo cuidaba, El coyote. Pero a Elliot ya no le importaba, antes al pobre joven le pesaba mucho matar a lo que fue una persona, pero ahora se había vuelto más fuerte, o más débil quizás, lo que era cierto es que ahora Elliot tenía una sola regla; no asesinar a ningún rojo de menos de quince años. Probablemente era una regla dura, pero para él era justa. Necesito ropa nueva pensó el muchacho, era verdad, ahora sabía que corría más peligro con esa ropa, pero también necesitaba una ducha.
Encontrar la ropa fue fácil, tuvo que apartar a dos rojos de su camino, pero finalmente consiguió ropa limpia, era una playera de color café, de cuello en "ve", unos pantalones no muy apretados, de color oscuro, unas botas, Elliot amaba las botas, un cinturón y finalmente una chamarra de cuero, eso fue lo que le costó más trabajo encontrar, lo único que conservó fue sus calcetines, la tela que había encontrado en el breve encuentro con Jack, y la joya con forma de mariposa, también llevaba sus guantaletas, y las municiones de la ametralladora colgadas, en un muslo el cuchillo, en el otro, la semiautomática, daba la pinta de matazombies de película, menos por el cabello, en las películas no lo tienen tan descuidado, cinco meses de no cortárselo y a duras penas de bañarse, con suerte seguía vivo.
Elliot quería ver algo, subió a lo que alguna vez la gente había llamado "el distribuidor vial" desde ahí se podía contemplat toda la ciudad destruida, en ruinas, abandonada, los edificios inútiles, el cielo despejado, el viento soplaba, movía su cabello, ese fue el momento que el muchacho recordaría para siempre, algo que lo marcaría, ver todo su mundo derribarse, y el en medio de todo aquel infierno, los demonios habían subido a la superficie, habían asesinado a la gente, los habían poseido, el virus maldito, el responsable del fin del mundo, y aún estaba él, ahí, observando, viendo desde las alturas el apocalipsis, no quería hacerlo tan dramático, pero era así como el joven guerrero lo veía.
Elliot recordó una canción de un grupo llamado "Ashram", la canción, "shining silver skies", un tema perfecto para esa situación.
"Un día todos los edificios estuvieron llenos de personas, personas sanas, por las calles, en las casas, ahora ¿qué era yo? un asesino maldito, mis manos han sido manchadas de sangre, todo por seguir vivo, temo volverme loco, ahora viendo todo desde aquí arriba, recuerdo que alguna vez tuve una vida, una vida muy alejada de asesinatos, de enfermedad, ahora veo a la muerte triunfar en el mundo, aunque quizás ahora yo sea el último guerrero". En eso pensaba el joven cuando bajaba del puente, cuando escuchó disparos.
Jack_pensó Elliot, bajó corriendo del puente, regresó a la desolada ciudad, al jardín de la muerte.
Los disparos se habían escuchado un poco lejos, Elliot había desarrollado su oído en éstos meses, también su vista, era como un cazador, se había estado perfeccionando para seguir con vida.
Corrió hasta el lugar de donde salieron los disparos, era una pequeña cancha de basquetbol, desde lo alto de la canasta una mujer intentaba con una escopeta disparar a tres perros infectados, no tenía balas, Elliot tomó a "Margaret 2", tres tiros y los terribles ladridos cesaron, la mujer bajó, dejó la escopeta en el suelo y agachó la cabeza para limpiar la tierra de su ropa.
Vaya, hasta que llega un pendejo que si sabe usar un ar...- la mujer levantó la vista, abrió los enormes ojos grises...
...si, sus enormes ojos grises y apartó el cabello largo, negro y ondulado, Elliot pudo ver sus facciones, su compañera estaba ahí, frente a él.
Mierda, cinco meses aquí son la muerte, ahora veo gente muerta, creo que definitivamente estoy volviendome loco- dijo Elliot y se dió la vuelta.
No, soy yo, soy yo- dijo la supuesta muerta.
¡Malditos rojos!, jamás imaginé que terminara así, hambriento, mugroso, y con visiones- Karen lo seguía -deja de seguirme, aparición visual de mi subconsciente-
No soy una jodida aparición, no morí, no estoy muerta-
Claro que lo estás- Elliot dejó de caminar y dio la vuelta para mirar a Karen al rostro -lo estás, regresé por tí y no te encontré, moriste, estabas deshidratada, me largué, tu muerte fue mi culpa, ahora ve a atormentar a otro asesino con la conciencia sucia-
¿Cómo te demuestro que soy real?-
Emmm.. ya se, si me besas y en realidad lo siento, consideraré que seas real-
No haré eso, el afortunado debería ser algo mejor que Robert Pattinson-
Si, aunque yo soy más guapo que él ahora que debe ser un costal de sangre-
Probablemente si- dijo Karen.
Bueno, entonces claro está que no eres real- concluyó Elliot y se dio la vuelta para seguir su camino.
Pero que mierda- susurró Karen y alcanzó a Elliot, lo sujetó de los hombros y lo besó en la boca.
Bueno, creo que eres real, o en serio me estoy volviendo loco-
Me has salvado, en serio lo hiciste, esos perros iban a devorarme-
¿Y qué hacias aquí?- preguntó Elliot.
Regresé por ti- contestó Karen.
Pero yo estoy bien-
Encontré el lugar que estábamos buscando-
Si quieres que te acompañe, tendrás que contarme cómo hiciste para sobrevivir-
Elliot dio a Karen la ametralladora, era una coincidencia muy grande, el camino iba a ser difícil, la primera vez Karen casi muere, ésta vez sería diferente, tenían que salir de la ciudad en la madrugada en un auto, debían pasar una noche más en la ciudad, encontrarían más sorpresas en el camino...

Aquítermina la primera parte del capítulo 18 de "La última lágrima", por su atención, gracias. zombie salto


Última edición por arturo864 el Jue Abr 08, 2010 8:39 pm, editado 28 veces (Razón : Continuación.)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Capítulo 18 (segunda parte), 19

Mensaje  arturo864 Jue Abr 08, 2010 8:40 pm

Capítulo 18 "Asfalto de nuevo" (segunda parte).

Elliot y Karen entraron en un edificio, debió haber sido una especie de tienda de artesanías, seguro lo fue, estaba lleno de pequeñas curiosidades, botas, sombreros, figuras de porcelana, de barro, de piedras preciosas, cabezas de toros, muebles, pistolas, era reconfortable estar en un lugar colorido, aunque quedaba poca luz de día, al oscurecer probablemente cambiaría la sensación de fortaleza que manifestaban en esos momentos, en la planta de arriba había un cuarto, las llaves estaban en la oficina del lugar, podían cerrarlo con llave y había una ventana, casi había luna llena, algo de luz pasaría por aquella ventana.
Pero los jovenes sobrevivientes no se encerraron cuando llegaron, eran como las cinco de la tarde, el cielo apenas comenzaba a ocultarse, pero iluminaba toda la planta baja, después de asegurarse de que se encontraban solos, se acomodaron en el suelo de la planta baja, en la parte donde estaban los vinos, no había nadie en un estado a la redonda, así que nadie se molestaría en que robaran un poco de alcohol, guardaron dos botellas de vino y una de tequila, Elliot tomó una botella pequeña de quien sabe qué, pero sabía bien y se apoyó en un montón de ropa y sombreros de charro, Karen tomó una de tequila, era una de sus bebidas favoritas y se sentó enfrente de Elliot recargada en una cabeza de toro disecada.
Bueno, han pasado muchas cosas malas en los últimos meses, si vamos a formar un grupo, será mejor que nos conozcamos mejor, hablemos de cosas felices- dijo Karen entusiasta.
¿Qué quieres saber de mi?- preguntó Elliot.
Cualquier cosa antes del 20 de noviembre del año pasado-
De acuerdo, emmm... ... a propósito, tienes que contarme como sobreviviste-
Bien, pero emieza tu- dijo Karen antes de darle un gran trago a su botella.
Bueno, antes de que todo pasara, hace un año, Juan, un compañero de clases, tuve una pelea, se que no es muy interesante-
No, continua-
Bueno, él medía unos veinte centímetros más que yo-
¿Le ganaste?-
No, pero le di batalla, ambos quedamos un poco madreados, aunque sus amigos le dieron a él el triunfo, ¿qué diría si siguiera vivo y viera que soy uno de los diez sobrevivientes en el mundo?-
Se sorprendería creo-
¿A la gente le gustan todas éstas cosas?- Elliot miró a su alrededor.
Las artesanías, a mi me gustan, ésta cabeza de toro se ve agradable, por lo menos tiene pelo y no está sangrando y babeando-
Bueno, eso si es agradable, pero no se, nunca me han gustado todas esas pequeñas cosas, muchos colores-
Creo que deberías ser más alegre, eras un poco serio antes de ésto, ahora pareces un loco desgraciado apartado del mundo- dijo Karen y dio otro trago a su bebida seguida de Elliot.
Me ha afectado, temo volverme loco-
Lo se, yo tengo el mismo temor, el primer mes creí que nada podría pasarme, ya estoy del otro lado pensaba, pero, creo que falta mucho camino, y nunca estaremos del otro lado, no hay otro lado- ambos dieron un trago.
Bueno, ya me deprimí, te seguiré contando, bueno, Fernanda me atraía desde hace un par de años, la conocí, me enamoré, nunca creí que podría alcanzarla, pero- Elliot bebió de nuevo -entonces ¿cuáles son los planes para mañana?- preguntó Elliot, pues la entallada ropa de su acompañante le quitaba las ideas.
Bueno, yo tenía pensado que despertaramos temprano, nos fueramos de éswte lugar, consiguieramos un auto, comieramos, y fueramos a la casa que encontré, todo eso muy temprano, pues de noche a los rojos se les aloca mucho-
Eso si, bueno, quizás tengas hambre- Elliot tomó una lata de atún de su mochila y la deslizó por el suelo a Karen.
Gracias-
Fue todo un riesgo conseguirlas, corrí por horas- Karen lo miró mientras abría la lata.
Verás, después de que discutimos, yo estaba muy agotada, la di una patadas a las cajas de comida, caí al piso, estaba demasiado cansada, pero cuando te perdí de vista supe que no regresarías, pensé que sería mejor usar lo que me quedaba de fuerza, empujé la caja, hacía mucho calor, cada paso lastimaba más mis pies, mi boca estaba muy seca, me dio tos, me costaba trabajo respirar, me dolía la cabeza, caminé por mucho tiempo, no se cuanto, solo sabía que estaba ya muy lejos de donde estábamos, no pude más, cai al piso, pensé que era mi fin, cerré mis ojos y me preparé, he vivido muchas cosas y quiero saber qué se siente morir, la gente decía que es algo tonto, pero lo creo justo, bueno, ahí estaba yo, en el piso, pasó mucho tiempo, sentía que poco a poco mi respiración era más lenta y el sol quemaba mi piel, después sus rayos se suavisaron, y sentí algo frío que caía sobre mi cuerpo, pensé que estaba muriendo, pero después esa cosa fría entró por mi nariz, estaba lloviendo, no era una lluvia fuerte, era tupida pero suave, gotas pequeñas, abrí la boca y bebí un poco de esa agua, estaba deliciosa, pronto me recuperé, me levanté, estaba empapada, pero no tenía frío, caminé por el camino que recordaba, puede soñar extraño, pero sentía como si no fuera yo, como si fuera alguien más que esyaba caminando dentro de mi, llegué al pasto, otro camino se separaba, la caja de comida, la dejé en aquel lugar, pronto llegué a donde quería, todo estaba tal y como lo había visto por última vez, entré a la cabaña, casa, como quieras llamarle, me acosté en una de las camas, estaba muy cansada, cuando desperté estaba amaneciendo, era una mañana bonita, esa cabaña lo tiene todo, quedaba un poco de comida, hay un cultivo de verduras en la parte de atrás, y un pozo de agua, me cambié de ropa, encontré algo bonito ahí- Karen sonrió, agachó la mirada y bebió de nuevo.
Me alegra saber que por lo menos tu la pasaste bien, a mi me costó un poco de trabajo dormir tranquilo-
¿Sabes? uno de mis sueños siempre ha sido estar apartada de todos los problemas, ponerme atención a mi misma, ahora que por fin voy a tener esa oportunidad, ahora que puedo, no voy a dejar de perseguir ese sueño-
¿Entonces siempre has tenido problemas? ¿desde antes de todo ésto?- preguntó Elliot y dio otro trago, a Karen le incomodó la pregunta.
Bueno, si no mal recuerdas, siempre he sido un poco problemática- resolvió la pregunta Karen arrastrando mucho las palabras.
Perdón- se disculpó Elliot.
No tienes por qué disculparte-
Es solo que hace un par de meses creí que para éste entonces estaría de viaje o con mis amigos, en cualquier lugar y en cualquier situación menos en ésto, es realmente frustrante, tenía mis planes, quería ser dentista, ahora no creo que esa profesión sea algo que tenga que considerar-
Yo no tenía muchas ideas para mi futuro, no es algo en lo que piense mucho- confesó Karen.
Y ahora que lo veo, creo que desperdicié mi tiempo pensando en mi carrera- ambos rieron.
Me parece totalmente absurdo, siempre nos habíamos odiado, y ahora aquí estamos-
Es verdad ¿quien lo hubiera imaginado?- Elliot bebió -y ¿cómo fueron tus primeras semanas? ¿cómo sobreviviste?-
No quiero hablar de eso- dijo Karen escondiendo su mirada -bueno, tengo sueño, ¿qué te parece si escuchamos música y después dormimos?-
Bien, pero no hay luz-
Traje mi reproductor, tuve tiempo suficiente, y le queda mucha batería-
En ese caso, ¿a ver que tienes?- Karen le dio a Elliot el aparato y se pusieron los audifonos.
The fray, Alesana, vaya que tienes buena música- decía Elliot.
Me esfuerzo por descargar solo la mejor-
Atreyu, Caliban, Elliot Smith, Robert Bartleh, jaja, creo que por fin realizó su sueño-
Karen tuvo un ataque de risa.
Bartleh, jaja, es posible que si. No pongas metal, no estoy de humor, pon una canción tranquila-
Bien, ¿"Trust me"?-
Si, suena bien- terminó Karen.
Más tarde subieron a dormir, efectivamente, un poco de luz lunar entraba por la ventana. Elliot estaba muy cansado, demasiado, durmió profundamente, hasta que la luz del sol y la voz de Karen lo despertaron.
Despierta huevón, despierta-
¿Qué pasa?-
Debemos irnos, ya no es tan temprano-
Ah, es verdad-
Elliot se levantó apresurada y torpemente, se llevaron las cosas que habían escogido, lo que mencioné, las botellas y unos abrigos, además de madera.
Bien, la meta es llegar a un auto sin que ningún rojo nos vea- dijo Karen.
No te preocupes, tenemos armas-
Si, pero hay que conservarlas-
Bien, si vamos a hacer un viaje, y la cárcel es solo un lugar más, viajemos con estilo-
¿A qué te refieres?- preguntó Karen.
La agencia de autos estaba a un par de kilometros.
Por suerte ningún rojo los vio cuando se dirigían a su rpimer objetivo, la mañana era muy fría, el cielo mostraba un azul demasiado claro, unas nubes que simulaban algodón de azúcar. Pasara lo que pasara no iban a llegar temprano a la casa que Karen había encontrado.
La carga que llevaban los retrasaba un poco, pero finalmente, después de un par de horas llegaron a la agencia de autos; si el mundo está al borde del fin, y el dinero ya no importa, bueno, es el momento para conseguir un porsche.
Según se, las llaves están guardadas- dijo Elliot.
Ya no más- dijo Karen, que estaba agachada buscando entre unos papeles. Los muchachos habían sido afortunados, las llaves de algunos autos estaban en el piso, junto con papeles y varias cosas más.
Parece que la agencia fue robada cuando empezó todo ésto- dijo Karen mientras seguía buscando.
Aquí- dijo Elliot sosteniendo unas llaves.
Ambos fueron al área donde tenían guardados los autos. Las llaves tenían control para alrama. Elliot le dio las llaves a Karen.
Veamos quien es el suertudo- dijo ella quitando la alarma, el coche que emitió el sonido fue una Cayenne turbo dorada.
Vaya, tienes buena mano- le dijo Karen a Elliot.
Si quieres tu puedes conducir- dijo Elliot.
Estoy totalmente de acuerdo-
Revisaron el auto antes de entrar.
Está limpio- dijo Elliot.
Bien-
¿Hacia dónde nos dirigimos ahora?- dijo Elliot.
Conozco una cafetería cercana-
Como es costumbre, cuando Karen se sorprende abre mucho los ojos, casi se le salen cuando echó a andar su nueva adquisición.
Ésto es lo único que me gusta de la pendemia ¡gracias rojos!- gritó Karen.
Bueno, vayamos a comer y a ver que pasa después- dijo Elliot un poco extrañado por el comportamiento de su compañera.
De no ser por los rojos, en éste momento una docena de policías nos vendrían siguiendo, ¿no?- dijo Karen.
Si, aunque yo preferiría eso a la realidad-
Elliot, amigo, creo que debes relajarte un poco- dijo Karen y le dio una palmada a Elliot en el brazo.
Trataré, aunque tu y yo no hemos visto lo mismo-
Lo se, lo se- finalizó ella con cierta nostalgia.
Momentos después llegaron a la cafetería que Karen había mencionado. Era un bonito lugar, a excepción de la soledad y sangre que cubrían las paredes.
Yo recordaba el lugar más pintoresco- dijo ella.
No es completamente de mi agrado, pero antes debió haber sido un bonito lugar- confirmó él -primero debemos asegurarnos de estar solos, no me gustaría ninguna sorpresita-
Entraron a la cafetería con las armas arriba, Karen hizo sonar la campanilla, un rojo salió rugiendo de la bodega (que se encontraba al fondo del local). Un par de estallidos y los rugidos cesaron.
¡Si hay un maldito rojo aquí, que salga ahora!- gritó Karen, no hubo ningún otro ruido.
Bien, parece que no- dijo Elliot.
Es una lindo mañana para comer un par de emparedados y un café, pero amigo mío, como no hay quien atienda el lugar, tendremos que desayunar un par de tus preciadas latas de atún- a Karen parecía divertirle la situación, aunque a Elliot no se le antojaba muy graciosa.
De acuerdo- Elliot comenzó a sacar las latas que había salvado...
¡Oh!, mira, un radio antiguo- dijo Karen, fue a la barra y tomó el aparato.
Era una caja marrón con un par de botones, y muy maltratado.
Veamos si el mundo nos quiere decir algo- dijo Karen y encendió el radio. No se escuchó mucho, mejor dicho casi nada. Karen giró la perilla del aparato, nada, de pronto se escucharon unas voces.
Regresa ahí- dijo Elliot, Karen siguió girando la perilla, no hubo rastro de aquellas voces.
Las hemos perdido- dijo Karen.
Elliot no se esforzó en esconder su frustración.
Tranquilo, ya casi tenemos asegurado un lugar para dormir- dijo Karen y ambos se sentaron en una mesa que daba a la ventana.
Estoy seguro que hay alguien afuera, alguien que busca sobrevivientes, deberíamos buscar, si nosotros estamos sanos, posiblemente algiuen más esté bien afuera-
Elliot, hemos estado afuera cindo meses, es más que suerte que estemos aquí, muy pocos sobrevivieron al primer mes, en éste momento creo que somos los últimos humanos sanos en el mundo-
No seas tonta, deben de haber sobrevivido más, escuchaste el radio, quizás haya alguien por ahí-
Debió haber sido un error, bueno, comamos, que se nos viene la tarde- Karen no era nada discreta al cambiar de tema. Ciertamente Elliot se enojó al ver que sus ideas de encontrar más personas no fueran debidamente aceptadas por su compañera.
Casi no hablaron durante la breve comida, al terminar Karen se levantó y tomó el radio.
Conste que lo hago solo para evitar que te mates- le dijo a Elliot para disimular su intención. En el fondo ella también quería encontrar más personas.
Bueno, ya pasamos mucho tiempo aquí- dijo Elliot y se levantó de su asiento.
De nuevo en la camioneta, parecía uno de esos sueños en los que todo parece una estupidez, Elliot saliendo de una cafetería hecha ruina acompañado de su peor enemiga, y ambos subían a una camioneta que entre los dos con mucho trabajo apenas hubieran podido pagar.
Todo parecía una tontería, después de todo, el mundo estaba colapsando, todo debía ser una tontería.

Aquí termina el capítulo 18 de "La última lágrima", por su atención, gracias.

Amigos, les quiero ofrcer una disculpa, últimamente no se que me ha pasado, pero he estado escribiendo muy poco, prometo que trataré de escribir más, por lo mientras, un saludo, y recuerden: disfruten las cosas pequeñas-porcierto, esa película, zombieland es genial, no creen?

Capítulo 19 "Los tipos de la carretera".

Los muchachos se encaminaron a la carretera. Antes de llegar a ella, Karen paró en una tienda y bajó, le dijo a Elliot que no tardaría, que si escuchaba un grito bajara, de lo contrario no. Obviamente a Elliot le molestaba ésta actitud, Karen volvió en menos de lo esperado, traía un paquete mediano.
¿Winterfresh?- preguntó Elliot molesto.
¿Qué tiene?, acabamos de comer atún, y no hay un lugar apropiado para lavarnos los dientes- Karen se defendió -¿Quieres uno?-.
Bueno, ya que los tienes.-
Intenta encender el radio-
Elliot lo encendió de mala gana, no se escuchaba nada, probablemente porque no había nada, ver la camioneta por las calles abandonadas daba cierto sentido de nostalgia, el sol ya estaba arriba, pero no calentaba, ya eran como las dos de la tarde, pero no hacía calor.
La carretera estaba un poco despejada, habían unos cuantos autos, chocados, abandonados, de todo un poco, unos se habían quemado, Elliot no sabía ni qué tipo de coche habían sido.
Creo que algún día todo éste problema se solucionará, todo volverá a ser como era antes, el sol brillará y blablabla bla- decía Karen.
Es una linda manera de pensar, pero yo creo que ésto no va a acabar, o no lo se de verdad, no se nada, solo tengo la esperanza de que haya un lugar en donde ésto no llegue todavía-
Tal vez tengas razón-
El sol comenzaba a ocultarse dejando en el cielo rastros rojizos que acompañaban aquellas diferentes tonalidades de azul, las nubes eran pocas, pero también desempeñaban un papel importante en el paisaje. Elliot pensaba que pasar por una carretera un poco cercana a la ciudad de noche era peligroso, Karen creía que lo peligroso era detenerse, pronto ambos empezaron a discutir, claro, ya no tan agresivamente, pero defendían demasiado sus opiniones, al final se detuvieron para discutir sin la preocupación de chocar.
Pasó mucho tiempo, demasiado, cada vez alzaban más la voz, no se daban cuenta de que había otro ruido además de sus voces, ruidos de rojos.
Después de unos minutos más fue cuando se dieron cuenta, seguían discutiendo cuando un rojo pasó al lado de la ventana de Elliot, ya estaba oscuro, y fue Karen quien lo vio, como ya imaginarán, dejó de hablar y abrió mucho los ojos, Elliot de inmediato se dio cuanta de que algo malo pasaba, cuando volteó a ver a donde Karen miraba, se llevó un susto de muerte, no era un rojo, eran cinco, no, eran diez, no, eran demasiados, pero no caminaban hacia la camioneta, las dos docenas de rojos se dirigían hacia otro punto de la carretera, claro, había una gran fogata.
Sobrevivientes- dijo Karen, echó a andar la camioneta y se dirigieron a la fogata, llegaron antes que los rojos, cerca había una costrucción destruida. No había nada más, ambos bajaron de la camioneta, armados, y se propusieron a investigar en el lugar antes de que llegaran los rojos, no midieron bien el tiempo, estaban rodeados de rojos, pero no los veían a ellos, los rojos mirban al fuego, estaban idiotizados con aquel fuego, Elliot y Karen se apartaron, los rojos hicieron un círculo alrededor del fuego, de pronto, desde el otro lado de la carretera alguien arrojó algo que Elliot pudo identificar como una granada, tomó a Karen de la mano y saltaron detrás de la construcción, se escuchó un estallido y muchos aullidos de rojos quemándose, el pasto estaba empapado, pero no había llovido, debía de ser gasolina o algo así, ya que solo ese tramo se incendió casi inmediatamente, la mayoría de los rojos cayeron al suelo y dejaron de moverse, más rojos se acercaron corriendo, pero recibieron disparos, del tipo que estaba al otro lado de la carretera, Elliot y Karen seguían escondidos, el tipo gritó:
¡Malditos rojos, no se escondan, salgan para que les llene el culo de plomo!-
No estamos infectados- respondió Elliot, mientras el otro tipo se acercaba peligrosamente con una ametralladora.
Salgan y demuestrenlo bastardos-
Primero tira el arma-
Estás pendejo, no voy a tirar el arma-
Si tuvieramos armas no nos estaríamos escondiendo- contestó ahora Karen.
El tipo que estaba a unos tres metros arrojó el arma, Elliot y Karen solo escucharon el sonido del pesado objeto caer en el pasto, pero ya tenían algo planeado.
Elliot tenía a Margaret 2, y Karen tenía la ametralladora, salieron de su improvisado refugio rápidamente, Elliot golpeó al sujeto en el estómago, Karen lo sujetó, después Elliot le colocó el cuchillo en la garganta y Karen le volvió a apuntar.


Última edición por arturo864 el Dom Abr 18, 2010 4:52 pm, editado 7 veces (Razón : Continuación.)
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  dedo amputado Mar Abr 20, 2010 12:37 am

Arturo, solo decirte que tu historia vale mucho, me gusto desde el principio. Me gustaria comentarte varias cosas sobre la ultima lagrima, lo primero es que esta bien que hayas juntado de nuevo a eliot con karen, el que los dos no esten de aucerdo siempre no hace del todo predecible la historia, ah y por cierto XD me gusto lo del chorizeo(robo) del cayene, buena elecion para un az. Como sugerencia te digo que futuros personajes podrian ser saqueadores que engañan a eliot para robarles la comida o las armas, ya si te gusta la idea le das forma ok?. Por ultimo, zombieland, la vi cuando no era una peli famosa y la verdad es que para mi fue una peli normalita con un toque de humor negro , almenos en españa(no se en alli) la pusieron a la altura de braindead(la mejor peli gore del mundo) y no le llega a los talones, por cierto si no la has visto te la recominedo a ti y a todos los que lean esto, buscala como braindead o como se conoce en españa "tu madre se ha comido a mi perro"
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Gracias!

Mensaje  arturo864 Mar Abr 20, 2010 2:23 am

dedo amputado, quiero darte las gracias, y también a todos los que lean la última lágrima. Se que la historia tiene un par de errores, los cuales después corregiré, pero en verdad estoy muy feliz de que les esté gustando la trama, pensé en lo de Elliot y Karen porque le da otro sentido a la historia, no es solo matar zombis y ya, cuando creé la pareja me gustó la combinación, creo que esos dos chavales llegarán lejos. Bueno, si he pensado en poner más personajes, de hecho en eso estaba, se van a armar un par más de "mini-historias", ciertamente pondré a un tipo rudo y otra persona más, de nuevo quiero dar las gracias zombie salto
A propósito, hace unos meses yo no estaba en éste rollo de los zombis (que por cierto me ha gustado mucho), así que quería preguntarles por títulos de libros que fueran buenos, -quiero ampliar mi conocimiento de éste tema-
Ya que estoy aquí, seguiré escribiendo el relato, gracias de nuevo-

Capítulo 19 (continuación).

Elliot cuidó de no cortar la garganta de aquel tipo, pues forcejeaba mucho.
¡Bastardos tramposos, vayanse a la chingada!- dijo el tipo que debía tener unos 17 años, era alto, delgado, cabello oscuro, con anteojos, un poco moreno.
¿Quien eres?- le preguntó Karen.
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Re: la última lágrima (capítulo 1)

Mensaje  DarkHades Mar Abr 20, 2010 2:43 am

Pues es genial que empiece a crecer tu fascinacion por los zombies,y si buscas en la seccion libros y comics encontraras buen material.
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la última lágrima (capítulo 1) Empty Gracias. Cap 19

Mensaje  arturo864 Mar Abr 20, 2010 2:48 am

Gracias darkhades, le daré una leída, tal vez en éstos días consiga algo, es que he estado muy ocupado, ya saben, ésto de la inscripción a la prepa, muchos examenes, es un poco frustrante.

Cap 19 (continuación).

Armando, me llamo Armando- contestó el tipo que era como de unos 17 años, era alto, flaco, moreno, de cabello negro y usaba anteojos.
Se escuchó un estallido. Al lado del fuego salió una mujer con una escopeta, había disparado al aire, Elliot soltó a Armando, quien se arrastró hasta donde estaba la mujer y se paró junto a ella.
¿Qué tenemos aquí "Ar"?- preguntó la mujer, no muy alta, de cabello negro y largo, facciones muy cuardadas, morena también, con buen cuerpo.
Están sanos, pero son peligrosos, hay que matarlos-
No, nuestra regla es solo matar rojos- contestó la mujer-
Moni, ellos son peligrosos, están armados-
No llegamos hasta aquí para que un par de pendejos nos maten-
¡Cállate vieja pendeja!- gritó Armando.
No le hables así, imbécil- protestó Elliot.
Tu también te callas o te rompo la madre- contestó Armando.
Tu lo tocas y yo te parto el culo a patadas- Karen también protegía a Elliot.
Y tu lo tocas a él y con ésta escopeta yo te la...- Elliot disparó al aire e interrumpió a la mujer.
Ya basta, no estamos infectados, ¿por qué peleamos?-
Los tres lo miraron extrañados.
Es verdad, a quienes hay que matar es a esos bastardos de los rojos- dijo Armando.
Pendejo, hubieras dicho eso desde el principio- dijo Karen.
Todos se quedaron en silencio mirándose unos a otros, de hecho la situación parecía tan cómica como incómoda, no sabían como reccionar ahora.
Bueno, ¿qué hacían aquí?- preguntó Karen (otro rojo se quemó).
Asesinándolos- dijo Armando.
¿Y tú cómo te llamas?- le preguntó Elliot a la mujer.
Mónica-
¿Cómo los asesinan?- preguntó Karen, estaba muy interesada en eso.
Tal y como acabas de ver, matamos a unos cincuenta diarios, antes eran más, creo que ya saben que el fuego es malo, aunque les atrae mucho- dijo Mónica.
Vengan- dijo Armando, él y Monica cruzaron la carretera. Caminaron unos cientos de metros hasta llegar a otra pequeña construcción como la anterior, pero más completa, donde había una fogata pequeña.
¿Por qué ésto?- preguntó Elliot.
¿Qué?-
Dos fogatas-
De noche la luz es muy necesaria, si ponemos esa otra fogata grande estarán al otro lado de la carretera, podemos dormir tranquilos- contestó Mónica.
Y matar unos cuantos- completó Armando.
y...¿ustedes a dónde van?- preguntó Mónica.


Última edición por arturo864 el Mar Abr 20, 2010 3:57 am, editado 2 veces (Razón : Continuación.)
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Mensaje  dedo amputado Miér Abr 21, 2010 12:21 am

Arturo y a los demas ya que estamos si sois unos iniciados en te tema Z deciros que aunque sea mas vieja que las piedras empeceis a ver la noche de los muertos vivientes del amigo romero XD, seguida de el amanecer de los muertos , la saga de 28 dias despues, la saga REC ( ojala saquen la 3 y sea por la calle XD; resident a la española) todas ellas muy completas, en cuanto trama y si no ya sabeis si quereis montar una carniceria en vuestro barrio os animo a que os inspireis en pelis como la citada braindead, guinea pig, metalocalypse(grandisima serie),ganz (anime muy bueno de gore). Si sois mas de mando, god of war, dead rissing, 4 left dead(que le tengo unas ganas de echar una red a ese),Resident evil 4, y como no un juego un tanto antiguo pero brutal el rune mas concretamente el halls of varhala(version para hacer redes)
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