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Segunda prueba
¿Furulas?
Diario de viaje
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juanmanuel25
Monali
6 participantes
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Diario de viaje
Parte 1
Basta con verme… basta un solo segundo para ver en mi cara el reflejo, el reflejo del terror más grande que haya podido experimentar en toda mi
puñetera vida, y no es poco…
puedo asegurar en estos momentos, que en mi cara se puede reflejar una nueva tonalidad de blanco nunca antes vista… No, es broma jeje… Es curioso como dada la situación, aun no he perdido el sentido del humor, pero sinceramente, opino que lo hago más bien por no llorar.
Este día ha sido un verdadero infierno, y de todo corazón puedo decir, que aun no llego a entender como he salido de esta. Supongo que una vez más el destino jugó a mi favor, haber hasta cuando me dura la suerte…
Hará apenas una media hora que he llegado a este lugar, al parecer seguro, aunque bueno, a estas alturas, no existe lugar seguro al cien por cien. En cualquier caso parece ser que esta noche voy a poder dormir sin un ojo abierto; ya era hora. A provecho así para descargarme sobre mi querida y única compañía (esperemos que temporalmente), mi pequeño diario de viaje. Y ojala que mañana pueda volver a retomarlo…
Eran las 10 de la mañana, decidí madrugar, si algo aprendí a lo largo de este tiempo, en este prototipo de “Inframundo”, es que esas cosas no madrugan (será por eso que se convirtieron en lo que son, ya se sabe a quien no madruga Dios no le ayuda), son más diurnos, eso es algo no muy difícil de notar. Supuse que el tiempo corría a mi favor; era el mejor momento para desplazarme, de eso no me cabía la menor duda. A pesar de que esos cabrones no duermen, no se por qué, entrada la mañana no suele haber muchos de ellos por las calles.
Así pues, yo y Damian… joder… emprendimos nuestra marcha en dirección Sur, quería salir de la ciudad cuanto antes. Sin duda si necesitas provisiones, la ciudad es tu lugar. Pero no se puede entrar en la boca del lobo sin un par buenas herramientas para poder salir, ahora las palmas era el ghetto más peligroso que había en muchos kilómetros a la redonda. Y Mesa y López sin duda, en los tiempos que corren es uno de los sitios más inadecuados por los que puedes estar.
El edificio en el que estábamos refugiados, era un edificio pequeño, salir no sería muy complicado, el problema era su fácil acceso, sin hablar de que tuvimos que pasar toda la noche en vela a causa de uno de esos apestosos que no dejó de arañar la puerta, golpearla y aullar, o lo que quisiera que hicieran esos zombis, de forma incansable.
Sabíamos que tras esas puertas había por lo menos uno de ellos esperándonos, y se muy bien lo persistentes que pueden llegar a ser. Sabían que estábamos ahí, lo que me preocupaba era cuántos de ellos lo sabían… y la calma, no se oían ruidos desde hacía una hora, y eso me inquietaba. Por muy estúpidos que sean, no podía dejar de preocuparme… pero no podíamos esperar más. Tendríamos que salir de ahí en ese momento o nunca. El camino era largo y los peligros numerosos, pero más peligrosos serían de madrugada.
No se escuchaba ruidos, era el momento de salir de aquel acogedor, pero inseguro apartamento, así es como comenzó el peor día de mi vida…
Me apresuré acoger algo bien abrigado, pues el invierno en Canarias puede no ser tan intenso como en la península, pero si es más penetrante por la humedad. Así pues cogí un buen chaquetón que me encontré tirado por el apartamento, me puse mi chándal y mis zapatillas.
Recogí mi mochila y me la coloqué encima de los hombros.
Damian ya estaba listo así que aprovechó para descansar mientras yo me preparaba lo más rápido que podía.
La habitación estaba hecha todo un desastre, moverse por ella requería bastante agilidad y destreza. No me percaté de si olía extraño o mal, hacía ya algún tiempo que eso había dejado de importarme… al fin y al cabo, si vives en un estercolero acabas, quieras o no, acostumbrándote a su olor. Miré en la pequeña cocina, en todos los cajones y armarios, para ver que había de valor. Algo de comida, armas, entretenimiento, lo que fuese… hoy en día le encuentras valor a cualquier cosa…
No encontré nada más que un par de latas vacías, con algún que otro resto de comida putrefacta y con moho. No le di importancia. Suponía que no les quedaría nada de gran utilidad. Lo único que encontré que me podía servir, fue un cuchillo pequeño para cortar jamón… en cualquier caso puede ser útil.
Ya, minutos después, tras abandonar mi búsqueda, desperté a Damian.
-Vamos, ya he rebuscado la casa entera, tenemos que irnos ya.
-… ¿Eh?¡ha!.... si, vale, genial, y… ¿encontraste algo?
Hice un gesto con la cabeza y añadí.
-Bueno, un cuchillo… pequeño, pero corta bien, vamos ponte en pie.
Recogí el gorro gris, que tenía al lado de la cama en la que me quedé y me lo puse sobre la cabeza, cubriendo mis orejas.
Me acerqué a la puerta que daba al pasillo, estábamos en el segundo piso de un edificio de cinco plantas. Agarré, con la mano derecha, el bate que dejé justo encima de la mesilla que estaba al lado de la puerta y me guardé el cuchillo en mi bolsillo. Mientras tanto Damian, cogía también su arma, que era una barra de acero que se encontró cerca de la entrada del edificio. Me acerqué hasta la puerta y miré a través de la mirilla… no parecía haber nada preocupante, pero mi punto de vista estaba limitado. Me volví hacía mi compañero.
-No parece haber nada, voy a abrir la puerta con el pestillo puesto.
-Espera…
Me detuve y le dejé proseguir.
-Tenemos que pensar que vamos hacer… no podemos salir así como así… sin un plan.
-Entiendo…
No lo pensé, Damian tenía toda la razón, salir ahí sin un plan, sería demasiado arriesgado.
-Y… ¿cómo lo hacemos?
Ante de contestarme reflexionó y se acercó hasta mi.
-Cuando salgamos, no sabremos que nos encontraremos ahí, ni cuantos… deberíamos permanecer juntos…
-Eso es evidente…- le interrumpí
Me miró y prosiguió.
-Las escaleras que dan al primer piso están, ha apenas unos… 15 metros de aquí, bajaremos por ellas hasta el primer piso y el vestíbulo, sucesivamente. Saldremos y ahí está el problema. ¿Hacia dónde vamos? Tenemos que salir de la ciudad, pero en el caso de que eso, hoy no sea posible ¿Dónde nos quedamos?¿y si nos perdemos?, y en cuanto salgamos ¿hacia qué dirección nos dirigimos?, queremos salir de la ciudad, pero hay muchas salidas, ¿ha donde queremos ir?
- Mmm……… vale, en el caso hipotético, de que hoy no lo consigamos… buscaremos un lugar… eso no podemos pensarlo ahora. Si nos perdemos, tendremos que salir, hay que sobrevivir, no podemos depender el uno del otro.
-Es cierto…
-Y bueno, estamos en una isla… estamos prácticamente encerrados, atrapados. Y yo personalmente no se conducir un barco, ni un avión, ni un helicóptero… Sin añadir que no hay… todo el mundo acudió a ellos cuando ocurrió esto…
-Vamos Clovis, deja de enrollarte.
-Sí… lo siento, el caso es que creo que lo mejor es ir hacia el sur… es posible que hayan atrincherado la civilización de ahí…
-Que optimista eres.
-Y que nos queda, si no ser optimista…
-Vale, entonces cogeremos de aquí en dirección a la playa que está al lado del puerto y de ahí, hacía el sur, siempre cerca de la avenida.
- Sí, es una buena idea, lo más seguro será ir por la autopista.
Me volví hacia la puerta… era el momento de la verdad…
Basta con verme… basta un solo segundo para ver en mi cara el reflejo, el reflejo del terror más grande que haya podido experimentar en toda mi
puñetera vida, y no es poco…
puedo asegurar en estos momentos, que en mi cara se puede reflejar una nueva tonalidad de blanco nunca antes vista… No, es broma jeje… Es curioso como dada la situación, aun no he perdido el sentido del humor, pero sinceramente, opino que lo hago más bien por no llorar.
Este día ha sido un verdadero infierno, y de todo corazón puedo decir, que aun no llego a entender como he salido de esta. Supongo que una vez más el destino jugó a mi favor, haber hasta cuando me dura la suerte…
Hará apenas una media hora que he llegado a este lugar, al parecer seguro, aunque bueno, a estas alturas, no existe lugar seguro al cien por cien. En cualquier caso parece ser que esta noche voy a poder dormir sin un ojo abierto; ya era hora. A provecho así para descargarme sobre mi querida y única compañía (esperemos que temporalmente), mi pequeño diario de viaje. Y ojala que mañana pueda volver a retomarlo…
Eran las 10 de la mañana, decidí madrugar, si algo aprendí a lo largo de este tiempo, en este prototipo de “Inframundo”, es que esas cosas no madrugan (será por eso que se convirtieron en lo que son, ya se sabe a quien no madruga Dios no le ayuda), son más diurnos, eso es algo no muy difícil de notar. Supuse que el tiempo corría a mi favor; era el mejor momento para desplazarme, de eso no me cabía la menor duda. A pesar de que esos cabrones no duermen, no se por qué, entrada la mañana no suele haber muchos de ellos por las calles.
Así pues, yo y Damian… joder… emprendimos nuestra marcha en dirección Sur, quería salir de la ciudad cuanto antes. Sin duda si necesitas provisiones, la ciudad es tu lugar. Pero no se puede entrar en la boca del lobo sin un par buenas herramientas para poder salir, ahora las palmas era el ghetto más peligroso que había en muchos kilómetros a la redonda. Y Mesa y López sin duda, en los tiempos que corren es uno de los sitios más inadecuados por los que puedes estar.
El edificio en el que estábamos refugiados, era un edificio pequeño, salir no sería muy complicado, el problema era su fácil acceso, sin hablar de que tuvimos que pasar toda la noche en vela a causa de uno de esos apestosos que no dejó de arañar la puerta, golpearla y aullar, o lo que quisiera que hicieran esos zombis, de forma incansable.
Sabíamos que tras esas puertas había por lo menos uno de ellos esperándonos, y se muy bien lo persistentes que pueden llegar a ser. Sabían que estábamos ahí, lo que me preocupaba era cuántos de ellos lo sabían… y la calma, no se oían ruidos desde hacía una hora, y eso me inquietaba. Por muy estúpidos que sean, no podía dejar de preocuparme… pero no podíamos esperar más. Tendríamos que salir de ahí en ese momento o nunca. El camino era largo y los peligros numerosos, pero más peligrosos serían de madrugada.
No se escuchaba ruidos, era el momento de salir de aquel acogedor, pero inseguro apartamento, así es como comenzó el peor día de mi vida…
Me apresuré acoger algo bien abrigado, pues el invierno en Canarias puede no ser tan intenso como en la península, pero si es más penetrante por la humedad. Así pues cogí un buen chaquetón que me encontré tirado por el apartamento, me puse mi chándal y mis zapatillas.
Recogí mi mochila y me la coloqué encima de los hombros.
Damian ya estaba listo así que aprovechó para descansar mientras yo me preparaba lo más rápido que podía.
La habitación estaba hecha todo un desastre, moverse por ella requería bastante agilidad y destreza. No me percaté de si olía extraño o mal, hacía ya algún tiempo que eso había dejado de importarme… al fin y al cabo, si vives en un estercolero acabas, quieras o no, acostumbrándote a su olor. Miré en la pequeña cocina, en todos los cajones y armarios, para ver que había de valor. Algo de comida, armas, entretenimiento, lo que fuese… hoy en día le encuentras valor a cualquier cosa…
No encontré nada más que un par de latas vacías, con algún que otro resto de comida putrefacta y con moho. No le di importancia. Suponía que no les quedaría nada de gran utilidad. Lo único que encontré que me podía servir, fue un cuchillo pequeño para cortar jamón… en cualquier caso puede ser útil.
Ya, minutos después, tras abandonar mi búsqueda, desperté a Damian.
-Vamos, ya he rebuscado la casa entera, tenemos que irnos ya.
-… ¿Eh?¡ha!.... si, vale, genial, y… ¿encontraste algo?
Hice un gesto con la cabeza y añadí.
-Bueno, un cuchillo… pequeño, pero corta bien, vamos ponte en pie.
Recogí el gorro gris, que tenía al lado de la cama en la que me quedé y me lo puse sobre la cabeza, cubriendo mis orejas.
Me acerqué a la puerta que daba al pasillo, estábamos en el segundo piso de un edificio de cinco plantas. Agarré, con la mano derecha, el bate que dejé justo encima de la mesilla que estaba al lado de la puerta y me guardé el cuchillo en mi bolsillo. Mientras tanto Damian, cogía también su arma, que era una barra de acero que se encontró cerca de la entrada del edificio. Me acerqué hasta la puerta y miré a través de la mirilla… no parecía haber nada preocupante, pero mi punto de vista estaba limitado. Me volví hacía mi compañero.
-No parece haber nada, voy a abrir la puerta con el pestillo puesto.
-Espera…
Me detuve y le dejé proseguir.
-Tenemos que pensar que vamos hacer… no podemos salir así como así… sin un plan.
-Entiendo…
No lo pensé, Damian tenía toda la razón, salir ahí sin un plan, sería demasiado arriesgado.
-Y… ¿cómo lo hacemos?
Ante de contestarme reflexionó y se acercó hasta mi.
-Cuando salgamos, no sabremos que nos encontraremos ahí, ni cuantos… deberíamos permanecer juntos…
-Eso es evidente…- le interrumpí
Me miró y prosiguió.
-Las escaleras que dan al primer piso están, ha apenas unos… 15 metros de aquí, bajaremos por ellas hasta el primer piso y el vestíbulo, sucesivamente. Saldremos y ahí está el problema. ¿Hacia dónde vamos? Tenemos que salir de la ciudad, pero en el caso de que eso, hoy no sea posible ¿Dónde nos quedamos?¿y si nos perdemos?, y en cuanto salgamos ¿hacia qué dirección nos dirigimos?, queremos salir de la ciudad, pero hay muchas salidas, ¿ha donde queremos ir?
- Mmm……… vale, en el caso hipotético, de que hoy no lo consigamos… buscaremos un lugar… eso no podemos pensarlo ahora. Si nos perdemos, tendremos que salir, hay que sobrevivir, no podemos depender el uno del otro.
-Es cierto…
-Y bueno, estamos en una isla… estamos prácticamente encerrados, atrapados. Y yo personalmente no se conducir un barco, ni un avión, ni un helicóptero… Sin añadir que no hay… todo el mundo acudió a ellos cuando ocurrió esto…
-Vamos Clovis, deja de enrollarte.
-Sí… lo siento, el caso es que creo que lo mejor es ir hacia el sur… es posible que hayan atrincherado la civilización de ahí…
-Que optimista eres.
-Y que nos queda, si no ser optimista…
-Vale, entonces cogeremos de aquí en dirección a la playa que está al lado del puerto y de ahí, hacía el sur, siempre cerca de la avenida.
- Sí, es una buena idea, lo más seguro será ir por la autopista.
Me volví hacia la puerta… era el momento de la verdad…
Última edición por Monali el Sáb Sep 05, 2009 3:44 pm, editado 2 veces
Monali- Recien llegado al refugio
- Cantidad de envíos : 7
Edad : 31
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
Leere tu historia cuando tenga la agenda menos apretada porque entre que estoy escribiendo la mia y estoy leyendo otras se me hace un lio,aun asi pinta de estar bien.prometo dar una critica cuando la lea.sigue asi.
saludos
saludos
Re: Diario de viaje
muy buena sin duda, descriptiva y deja con ganas de mas espero la segunda parte xDDDD
Leafar- Encargado de las mantas
- Cantidad de envíos : 431
Edad : 34
Localización : Las Palmas
Fecha de inscripción : 02/09/2009
Re: Diario de un superviviente - primera parte
Si me gusta.La literatura zombie crece bastante
Palominocod- Marine interestelar
- Cantidad de envíos : 2348
Edad : 29
Localización : Sevilla
Fecha de inscripción : 23/07/2009
Re: Diario de viaje
Menuda historia , mis mas sincera enorabuena, esperare la seguiente parte impaciente
orbitwithe- Recien llegado al refugio
- Cantidad de envíos : 10
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
gracias ya subire la segunda parte
Monali- Recien llegado al refugio
- Cantidad de envíos : 7
Edad : 31
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
Muy buen relato...
Y como dijo Palominocod...
La literatura zombie crece bastante
Saludos
Y como dijo Palominocod...
La literatura zombie crece bastante
Saludos
Facalj- Jefe del refugio
- Cantidad de envíos : 3306
Edad : 44
Localización : En ningún lugar y en todos lados
Fecha de inscripción : 24/03/2009
Parte 2
Abrí la puerta muy lentamente, tratando de evitar el más mínimo ruido. Nervioso, asomé la cabeza antes de salir, por precaución. Agarré con fuerza el bate que empuñaba en mi mano derecha y salí al pasillo, exponiéndome así a cualquier peligro que pudiese correr.
Era un estrecho pasillo no muy largo, el suelo estaba fabricado con una madera al parecer debía ser bastante antigua pues a cada paso que dábamos el suelo gruñía como si estuviese quejándose, por no hablar de los retratos que adornaban aquellas paredes grises, que daban la sensación de que te estuviesen vigilando, sinceramente resultaba escalofriante…
Me dirigí hacia las escaleras seguido de Damian que se mantenía justo detrás de mi, empuñando la pequeña barra de acero.
Por el momento todo iba bien, treinta segundos expuestos al peligro y todo tranquilo… podría decir que acababa de cumplir un nuevo récord, con suerte alo mejor podríamos llegar a salir de la ciudad sin encontrarnos con ninguno de ellos… jaja ojala…
Estaba a unos escasos dos metros de las escaleras, no podía ver lo que se encontraba en estas pues se encontraban girando por la esquina, lo cual limitaba mi campo de vista. No sabía lo que me encontraría al otro lado…
Me detuve en la esquina y tragué saliva. Agarré el bate con las dos manos y lo apreté nuevamente, con todas mis fuerzas.
- Una… dos… y ¡tres!
De golpe salté y me planté enfrente de las escaleras, levantando el bate en tono amenazador.
Noté como una mano se posaba en mi hombro derecho, por un momento se paró el tiempo, me quedé tenso como un palo y sentí como me daba un vuelco el corazón. En apenas unas centésimas de segundo retrocedí de un salto y solté un:
- ¡Ahhh!…
Lo que me encontré de frente no era exactamente lo que pensaba que me encontraría, era una cara muy familiar. Enseguida caí en la cuenta de quien era.
- ¡Joder Clovis que soy yo!… - soltó rápidamente aun con las manos cubriéndose la cabeza como forma de autodefensa.
- Damian… vaya… jeje… me puse algo nervioso y…
- Sí… no hace falta que lo digas.
- Lo siento… jeje
Traté de recuperar la compostura y serenarme, el corazón aún me latía con fuerza, pero debíamos seguir. Cuando iba a volver aponerme en marcha
Damian se interpuso y añadió:
- Mejor iré yo primero.
No dije nada, tenía razones para querer ser él quien guiase el recorrido…
Así pues sin más demora comenzamos a bajar las escaleras que nos llevarían al primer piso. Por el momento todo iba bien.
Llegamos al primer piso. Apenas llegar oímos un ruido bastante desalentador proveniente de una de las habitaciones. Se oía algo así como una mezcla entre un gruñido y un lamento, ya muy habitual.
Lo que me preocupó es que el día anterior cuando entramos en el piso buscando refugio, ninguna de esas criaturas estaba en ninguna de aquellas habitaciones, o por lo menos no hizo ningún ruido, cosa que aprendí con la experiencia, siempre hacen.
Ello dio pie a mi imaginación. Saqué la conclusión de que pudo haber un superviviente infectado en aquella habitación y que a lo largo de la noche fue mutando para finalmente convertirse en lo que ahora es… un monstruo.
Comenzamos a oír como golpeaba la puerta en busca de una escapatoria. La misma puerta que lo separaba a él, de nosotros y por el ruido que producía esta al ser golpeada, dudaba mucho que aguantase demasiado tiempo. Otro aliciente más para salir de ahí a toda leche.
- Larguémonos pero ¡ya! - me dijo Damian con los nervios a flor de piel.
Apenas lo dijo, tomamos las escaleras que daban al vestíbulo. Eran alrededor de ocho escalones. Los salté de golpe, pasando por delante de mi compañero.
Craso error…
Me lo encontré de bruces. Al parecer no fui yo el único sorprendido. Durante un segundo ambos nos quedamos totalmente quietos; La criatura y yo. Frente a frente. Presa y depredador…
Vivo y muerto… o debería decir mejor… No muerto.
Retrocedí instintivamente, al tiempo que “el ser” se me abalanzaba al cuello y procedía un grito o rugido, lo que quiera que hiciese aquel engendro, de forma amenazadora, al cual interprete como una especie de : “ ya eres mío”.
No se muy bien como paso todo, fue todo tan rápido… un visto y no visto. Tropecé ( como no) con uno de los escalones al retroceder y caí. Con la criatura encima para colmo. Así pues caí en peso sobre los escalones. Me quedé totalmente desorientado. Aquel cabrón me tenía…
Pude evitar un intento de morderme directamente a la cara. Pero aquello no hizo más que frustrarle. El corazón me iba a mil por hora, aquello no era algo con lo que contase. Nunca en mi corta “convivencia” con aquellos seres, había estado tan cerca de uno de ellos. No se si sería por ser lo que son o porque en una vida anterior aquel hombre era fuerte de por sí… no se, no estoy seguro, pero lo que si sabía es que retenerlo era casi imposible. El cabrón tenía una fuerza más que considerable.
Pensé que era el fin.
- ¡Hijo de putaaa! - se oyó por encima de todo el escándalo que acabábamos de armar.
Sin alcanzar a entender como, la criatura se vio despedida a unos dos metros de mí…
Miré por encima de mi cabeza y vi a Damian. No se que hubiera sido de mí de no ser por él. Probablemente ahora mismo no estaría aquí, probablemente ahora mismo fuese uno de ellos. Pero tuve suerte… Fue todo tan rápido…
El día que deje de escribir en mi diario, será porque he muerto y esperemos que ese día no llegue pronto.
Retomando mi experiencia matutina…
Damian me agarró del brazo y me incorporó rápidamente. Apenas me incorporé volvía a tener a aquel puto hombre barbudo encima. Pero esta vez supe reaccionar a tiempo. Lo cogí con una mano el cuello, manteniendo así la distancia y le propiné un golpe en la cabeza con el bate.
Me soltó instantáneamente. Aquel engendro se encontraba ahora totalmente desorientado. No dudamos un instante.
Damian le propinó el golpe decisivo. Le golpeó con toda su alma en la cabeza. Cayó de bruces contra el suelo, propinando un fuerte sonido. La sangre me salpicó un poco el chaquetón. Tenía una tonalidad extraña… no era rojo intenso como la de un ser humano normal… era más oscura casi negra pero con una cierta tonalidad roja.
No le di mayor importancia, agarré mi bate con fuerza y descargué un fuerte golpe sobre su cabeza. Aquel animal comenzó a temblar desmesuradamente. No soporté la escena. Comencé descargar toda mi rabia sobre él, asta que dejó finalmente de moverse.
Me dirigí al lugar más cercano al que me pudiese sentar, sin dejar aún de temblar. En aquel momento no tenía ganas de moverme, la adrenalina se comenzó a transformar en miedo, un miedo irracional. Sólo ahora, después de que todo hubiese pasado era consciente de lo que acababa de vivir.
Damian se acercó a mí y se sentó a mi lado. El también estaba temblando. Me miró y dijo:
- Menuda experiencia ¿eh?.
No tenía muchas ganas de hablar, tarde unos segundos en responderle:
- Y que lo digas… y que lo digas…
¡PUM! Se oyó por encima de cualquier ruido…
Aquello no aparentaba bien. Se me había olvidado por completo que aún corríamos peligro y aquel otro engendro estaba tratando de romper la puerta que lo mantenía encerrado.
Me incorporé junto con Damian. No podíamos detenernos… no por el momento. Nuestra supervivencia dependía de nuestro constante movimiento y éramos conscientes de ello…
Estábamos en el vestíbulo y al parecer no se avistaba ningún otro zombie merodeando por la zona.
Era el momento de salir de aquel edificio y ponerse camino hacia nuestro destino…
Era un estrecho pasillo no muy largo, el suelo estaba fabricado con una madera al parecer debía ser bastante antigua pues a cada paso que dábamos el suelo gruñía como si estuviese quejándose, por no hablar de los retratos que adornaban aquellas paredes grises, que daban la sensación de que te estuviesen vigilando, sinceramente resultaba escalofriante…
Me dirigí hacia las escaleras seguido de Damian que se mantenía justo detrás de mi, empuñando la pequeña barra de acero.
Por el momento todo iba bien, treinta segundos expuestos al peligro y todo tranquilo… podría decir que acababa de cumplir un nuevo récord, con suerte alo mejor podríamos llegar a salir de la ciudad sin encontrarnos con ninguno de ellos… jaja ojala…
Estaba a unos escasos dos metros de las escaleras, no podía ver lo que se encontraba en estas pues se encontraban girando por la esquina, lo cual limitaba mi campo de vista. No sabía lo que me encontraría al otro lado…
Me detuve en la esquina y tragué saliva. Agarré el bate con las dos manos y lo apreté nuevamente, con todas mis fuerzas.
- Una… dos… y ¡tres!
De golpe salté y me planté enfrente de las escaleras, levantando el bate en tono amenazador.
Noté como una mano se posaba en mi hombro derecho, por un momento se paró el tiempo, me quedé tenso como un palo y sentí como me daba un vuelco el corazón. En apenas unas centésimas de segundo retrocedí de un salto y solté un:
- ¡Ahhh!…
Lo que me encontré de frente no era exactamente lo que pensaba que me encontraría, era una cara muy familiar. Enseguida caí en la cuenta de quien era.
- ¡Joder Clovis que soy yo!… - soltó rápidamente aun con las manos cubriéndose la cabeza como forma de autodefensa.
- Damian… vaya… jeje… me puse algo nervioso y…
- Sí… no hace falta que lo digas.
- Lo siento… jeje
Traté de recuperar la compostura y serenarme, el corazón aún me latía con fuerza, pero debíamos seguir. Cuando iba a volver aponerme en marcha
Damian se interpuso y añadió:
- Mejor iré yo primero.
No dije nada, tenía razones para querer ser él quien guiase el recorrido…
Así pues sin más demora comenzamos a bajar las escaleras que nos llevarían al primer piso. Por el momento todo iba bien.
Llegamos al primer piso. Apenas llegar oímos un ruido bastante desalentador proveniente de una de las habitaciones. Se oía algo así como una mezcla entre un gruñido y un lamento, ya muy habitual.
Lo que me preocupó es que el día anterior cuando entramos en el piso buscando refugio, ninguna de esas criaturas estaba en ninguna de aquellas habitaciones, o por lo menos no hizo ningún ruido, cosa que aprendí con la experiencia, siempre hacen.
Ello dio pie a mi imaginación. Saqué la conclusión de que pudo haber un superviviente infectado en aquella habitación y que a lo largo de la noche fue mutando para finalmente convertirse en lo que ahora es… un monstruo.
Comenzamos a oír como golpeaba la puerta en busca de una escapatoria. La misma puerta que lo separaba a él, de nosotros y por el ruido que producía esta al ser golpeada, dudaba mucho que aguantase demasiado tiempo. Otro aliciente más para salir de ahí a toda leche.
- Larguémonos pero ¡ya! - me dijo Damian con los nervios a flor de piel.
Apenas lo dijo, tomamos las escaleras que daban al vestíbulo. Eran alrededor de ocho escalones. Los salté de golpe, pasando por delante de mi compañero.
Craso error…
Me lo encontré de bruces. Al parecer no fui yo el único sorprendido. Durante un segundo ambos nos quedamos totalmente quietos; La criatura y yo. Frente a frente. Presa y depredador…
Vivo y muerto… o debería decir mejor… No muerto.
Retrocedí instintivamente, al tiempo que “el ser” se me abalanzaba al cuello y procedía un grito o rugido, lo que quiera que hiciese aquel engendro, de forma amenazadora, al cual interprete como una especie de : “ ya eres mío”.
No se muy bien como paso todo, fue todo tan rápido… un visto y no visto. Tropecé ( como no) con uno de los escalones al retroceder y caí. Con la criatura encima para colmo. Así pues caí en peso sobre los escalones. Me quedé totalmente desorientado. Aquel cabrón me tenía…
Pude evitar un intento de morderme directamente a la cara. Pero aquello no hizo más que frustrarle. El corazón me iba a mil por hora, aquello no era algo con lo que contase. Nunca en mi corta “convivencia” con aquellos seres, había estado tan cerca de uno de ellos. No se si sería por ser lo que son o porque en una vida anterior aquel hombre era fuerte de por sí… no se, no estoy seguro, pero lo que si sabía es que retenerlo era casi imposible. El cabrón tenía una fuerza más que considerable.
Pensé que era el fin.
- ¡Hijo de putaaa! - se oyó por encima de todo el escándalo que acabábamos de armar.
Sin alcanzar a entender como, la criatura se vio despedida a unos dos metros de mí…
Miré por encima de mi cabeza y vi a Damian. No se que hubiera sido de mí de no ser por él. Probablemente ahora mismo no estaría aquí, probablemente ahora mismo fuese uno de ellos. Pero tuve suerte… Fue todo tan rápido…
El día que deje de escribir en mi diario, será porque he muerto y esperemos que ese día no llegue pronto.
Retomando mi experiencia matutina…
Damian me agarró del brazo y me incorporó rápidamente. Apenas me incorporé volvía a tener a aquel puto hombre barbudo encima. Pero esta vez supe reaccionar a tiempo. Lo cogí con una mano el cuello, manteniendo así la distancia y le propiné un golpe en la cabeza con el bate.
Me soltó instantáneamente. Aquel engendro se encontraba ahora totalmente desorientado. No dudamos un instante.
Damian le propinó el golpe decisivo. Le golpeó con toda su alma en la cabeza. Cayó de bruces contra el suelo, propinando un fuerte sonido. La sangre me salpicó un poco el chaquetón. Tenía una tonalidad extraña… no era rojo intenso como la de un ser humano normal… era más oscura casi negra pero con una cierta tonalidad roja.
No le di mayor importancia, agarré mi bate con fuerza y descargué un fuerte golpe sobre su cabeza. Aquel animal comenzó a temblar desmesuradamente. No soporté la escena. Comencé descargar toda mi rabia sobre él, asta que dejó finalmente de moverse.
Me dirigí al lugar más cercano al que me pudiese sentar, sin dejar aún de temblar. En aquel momento no tenía ganas de moverme, la adrenalina se comenzó a transformar en miedo, un miedo irracional. Sólo ahora, después de que todo hubiese pasado era consciente de lo que acababa de vivir.
Damian se acercó a mí y se sentó a mi lado. El también estaba temblando. Me miró y dijo:
- Menuda experiencia ¿eh?.
No tenía muchas ganas de hablar, tarde unos segundos en responderle:
- Y que lo digas… y que lo digas…
¡PUM! Se oyó por encima de cualquier ruido…
Aquello no aparentaba bien. Se me había olvidado por completo que aún corríamos peligro y aquel otro engendro estaba tratando de romper la puerta que lo mantenía encerrado.
Me incorporé junto con Damian. No podíamos detenernos… no por el momento. Nuestra supervivencia dependía de nuestro constante movimiento y éramos conscientes de ello…
Estábamos en el vestíbulo y al parecer no se avistaba ningún otro zombie merodeando por la zona.
Era el momento de salir de aquel edificio y ponerse camino hacia nuestro destino…
Monali- Recien llegado al refugio
- Cantidad de envíos : 7
Edad : 31
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
Muy buena espero la tercera parte.
PD: "xD"
PD: "xD"
Leafar- Encargado de las mantas
- Cantidad de envíos : 431
Edad : 34
Localización : Las Palmas
Fecha de inscripción : 02/09/2009
Re: Diario de viaje
Genial! sigue asi, se esta poniendo bastante interesante
orbitwithe- Recien llegado al refugio
- Cantidad de envíos : 10
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
Muy bueno, espero el próximo...
Saludos
Saludos
Facalj- Jefe del refugio
- Cantidad de envíos : 3306
Edad : 44
Localización : En ningún lugar y en todos lados
Fecha de inscripción : 24/03/2009
Parte 3
Llegamos al portal del edificio, por el momento no podíamos vislumbrar nada pues la puerta constaba de un cristal opaco que apenas reflectaba la luz. Nos acercamos a esta y la abrimos apresuradamente. Por fin en la calle. Acabábamos de dar el primer paso en el camino de la salvación, por decirlo así.
La luz del Sol aún no golpeaba con todo su esplendor, pero tal y como andaba la mañana, tenía todas las papeletas de ser un esplendido día, y bien caluroso…
Salimos por fin, aliviados, de aquel infernal edificio…
Sólo debíamos seguir aquella pequeña callejuela, girar en una esquina hacia la izquierda y estaríamos en Mesa y López. Parecía simple.
Caminamos a un paso acelerado, alertas a cualquier peligro, blandiendo nuestras armas… no muy seguras, pero útiles al fin y al cabo.
Nada preocupante a la vista por el momento. A veinte metros del portal del edificio y no había señal de peligro… todo bien…
Giramos por aquella esquina dando de bruces en Mesa y López.
Dimos unos escasos dos metros antes de quedarnos totalmente paralizados. Menos mal que por la mañana no solía haber muchos de ellos por ahí fuera…
Eché una breve mirada por encima a las preocupantes vistas que nos desolaban….
Me bastó aquella breve ojeada. Conté por lo menos una docena a apenas unos treinta metros de nosotros.
Pocos de ellos se percataron de nuestra presencia en un principio…
Pero los suficientes como para alertar a los demás. Bastó una cómplice mirada entre Damian y yo, para entender lo que debíamos hacer…
Comenzamos a correr volviendo sobre nuestros pasos. No llegué a ver sus caras al percatarse todos de nuestra presencia. No hacía falta. Bastaba con sus exasperados gritos de excitación. Esa especie de rugido - gruñido que tanto los caracterizaba.
Corrí con toda mi alma asta el portal seguido de Damian. Apenas llegar a esté empujé la puerta de una patada con toda mi alma.
La puerta produjo un fuertísimo golpe al golpearse en la pared con tanta violencia. Incluso pude apreciar como se rompían varios trozos del duro cristal del portal.
Entramos sin contemplaciones y cerramos la puerta tras de sí. Pero no nos paramos ahí.
Como ya comenté antes aquel edificio se caracterizaba por su sencillo acceso… aquella puerta por razones que desconozco, no se podía cerrar completamente, era accesible para todo aquel que quisiese entrar en el edificio… vaya suerte…
Aquello significaba que la carrera no terminaba allí. Así pues cruzamos el vestíbulo a pasos agigantados.
Los gritos de aquellos monstruos se podían oír kilómetros de distancia.
Según llegamos a las escaleras del vestíbulo, pudimos escuchar como el primero de aquellos seres cruzaba por el portal. Miré fugazmente por detrás de mi hombro y pude ver como entraban estrepitosamente dos de ellos, uno se resbalaba con el suelo perdiendo el control y se golpeaba contra los buzones de las cartas.
- ¡Joder, joder! - exclamé aterrorizado.
Llegamos al primer piso. Damian ni siquiera se percató. Al final del pasillo había una mujer algo mayor y regordeta que no dejaba de mirar en nuestra dirección. No tenía tiempo de reparar en ella. Sin duda aquel debía de ser el zombie causante de los incesantes golpes en la puerta, que finalmente ganó la batalla a la puerta que lo mantenía encerrado.
Tomamos las escaleras que daban al segundo piso. Damian iba por delante de mí, a unos tres metros por delante.
Los gritos de aquellas criaturas retumbaban en todo el edifico con fuerza. Estaban ansiosos por poder cogernos de eso no me cabía la menor duda. Sin añadir que debían de llevar semanas sin ver a algún superviviente. Debían de estar encantados de habernos encontrado.
Damian no se dirigió a la habitación en la que habíamos pasado la noche. Aquello me dejó desconcertado y me quedé quieto un instante.
- ¡La habitación no es segura, tenemos que ir a la terraza del piso, es mucho más segura! - soltó tan rápido como pudo sin dejar de correr.
No era el momento de discutir, pude divisar a la mujer subiendo las escaleras agitando los brazos violentamente y abriendo la boca de forma preocupante.
No esperé a ver más. Seguí a mi compañero subiendo las escaleras de cuatro en cuatro, con el corazón latiéndome con brusquedad… podría darme haberme dado un ataque en cualquier momento.
Llegamos al tercer piso y antes de tomar las escaleras que nos llevarían asta el cuarto piso divisé una pequeña escultura de no mas de medio metro. La tiré sin más demora, quizás aquello les obstaculizase. Si había algo que sabía con certeza era que aquellos engendros no se caracterizaban por su lucida inteligencia precisamente.
Retomé la carrera que estábamos emprendiendo. Ya ni siquiera veía a Damian. Aquel cabrón corría más rápido que una gacela cuando se lo proponía.
Antes de llegar al cuarto piso ( Damian ya estaría por las escalera subiendo ya ha la puerta de la azotea) cuando se me ocurrió la idea de que quizás la puerta que daba a la azotea no estuviera abierta… Damian no contó con esta posibilidad…
Me quedé paralizado…
- ¡Damian!¿¡Y si la azotea no está abierta!?- Pregunté con un tonto alarmado.
En cualquier caso todo eso daba ya igual. Debía tomar una decisión entre si dirigirme a alguna habitación de aquel piso o si bien arriesgarme a subir las escaleras y jugármela con si estaba abierta o no la puerta… pero rápido…
En caso de que no lo estuviese, aquella puerta no era igual que las otras y no seríamos capaces de romperla. Por lo menos no con el poco tiempo que contábamos.
No quise arriesgarme. Decidí correr hacia una de las habitaciones del piso.
Tuve suerte… muchísima suerte… una vez más…
La primera puerta con la que probé suerte estaba abierta. Le dí gracias a Dios. Antes de cerrar la puerta de la habitación pude divisar a aquellos zombies alcanzando el cuarto piso y… señor…
Al mismo tiempo que aquellos seres llegaban al cuarto piso, Damian bajó del quinto gritando:
-¡Está cerrada… joder, está cerrada! -
Se encontraron de frente. Conté por lo menos cinco engendros de esos, que se le abalanzaron encima, con brutal agresividad.
El pobre cayó placado por las cinco bestias, mientras más de ellas se unían a lo que sería sin duda el festín del día…
No podía ver aquella escena… no podía. Era demasiado brutal… cerré la puerta estrepitosamente, aun sin alcanzar a creerme lo que acababa de ocurrir…
El pánico… un pánico indescriptible se apoderó de mí y más aún al oír los brutales chillidos que pronunciaba mi compañero al ser devorado vivo….
Nunca había pasado tanto miedo en mi vida… nunca podré olvidar la cara del terror más puro e intenso que plasmó Damian cuando se vio atrapado por aquellas bestias… joder y pensar que haría unos meses, aquellos seres eran personas normales, tales como yo o cualquier ser humano normal….
La luz del Sol aún no golpeaba con todo su esplendor, pero tal y como andaba la mañana, tenía todas las papeletas de ser un esplendido día, y bien caluroso…
Salimos por fin, aliviados, de aquel infernal edificio…
Sólo debíamos seguir aquella pequeña callejuela, girar en una esquina hacia la izquierda y estaríamos en Mesa y López. Parecía simple.
Caminamos a un paso acelerado, alertas a cualquier peligro, blandiendo nuestras armas… no muy seguras, pero útiles al fin y al cabo.
Nada preocupante a la vista por el momento. A veinte metros del portal del edificio y no había señal de peligro… todo bien…
Giramos por aquella esquina dando de bruces en Mesa y López.
Dimos unos escasos dos metros antes de quedarnos totalmente paralizados. Menos mal que por la mañana no solía haber muchos de ellos por ahí fuera…
Eché una breve mirada por encima a las preocupantes vistas que nos desolaban….
Me bastó aquella breve ojeada. Conté por lo menos una docena a apenas unos treinta metros de nosotros.
Pocos de ellos se percataron de nuestra presencia en un principio…
Pero los suficientes como para alertar a los demás. Bastó una cómplice mirada entre Damian y yo, para entender lo que debíamos hacer…
Comenzamos a correr volviendo sobre nuestros pasos. No llegué a ver sus caras al percatarse todos de nuestra presencia. No hacía falta. Bastaba con sus exasperados gritos de excitación. Esa especie de rugido - gruñido que tanto los caracterizaba.
Corrí con toda mi alma asta el portal seguido de Damian. Apenas llegar a esté empujé la puerta de una patada con toda mi alma.
La puerta produjo un fuertísimo golpe al golpearse en la pared con tanta violencia. Incluso pude apreciar como se rompían varios trozos del duro cristal del portal.
Entramos sin contemplaciones y cerramos la puerta tras de sí. Pero no nos paramos ahí.
Como ya comenté antes aquel edificio se caracterizaba por su sencillo acceso… aquella puerta por razones que desconozco, no se podía cerrar completamente, era accesible para todo aquel que quisiese entrar en el edificio… vaya suerte…
Aquello significaba que la carrera no terminaba allí. Así pues cruzamos el vestíbulo a pasos agigantados.
Los gritos de aquellos monstruos se podían oír kilómetros de distancia.
Según llegamos a las escaleras del vestíbulo, pudimos escuchar como el primero de aquellos seres cruzaba por el portal. Miré fugazmente por detrás de mi hombro y pude ver como entraban estrepitosamente dos de ellos, uno se resbalaba con el suelo perdiendo el control y se golpeaba contra los buzones de las cartas.
- ¡Joder, joder! - exclamé aterrorizado.
Llegamos al primer piso. Damian ni siquiera se percató. Al final del pasillo había una mujer algo mayor y regordeta que no dejaba de mirar en nuestra dirección. No tenía tiempo de reparar en ella. Sin duda aquel debía de ser el zombie causante de los incesantes golpes en la puerta, que finalmente ganó la batalla a la puerta que lo mantenía encerrado.
Tomamos las escaleras que daban al segundo piso. Damian iba por delante de mí, a unos tres metros por delante.
Los gritos de aquellas criaturas retumbaban en todo el edifico con fuerza. Estaban ansiosos por poder cogernos de eso no me cabía la menor duda. Sin añadir que debían de llevar semanas sin ver a algún superviviente. Debían de estar encantados de habernos encontrado.
Damian no se dirigió a la habitación en la que habíamos pasado la noche. Aquello me dejó desconcertado y me quedé quieto un instante.
- ¡La habitación no es segura, tenemos que ir a la terraza del piso, es mucho más segura! - soltó tan rápido como pudo sin dejar de correr.
No era el momento de discutir, pude divisar a la mujer subiendo las escaleras agitando los brazos violentamente y abriendo la boca de forma preocupante.
No esperé a ver más. Seguí a mi compañero subiendo las escaleras de cuatro en cuatro, con el corazón latiéndome con brusquedad… podría darme haberme dado un ataque en cualquier momento.
Llegamos al tercer piso y antes de tomar las escaleras que nos llevarían asta el cuarto piso divisé una pequeña escultura de no mas de medio metro. La tiré sin más demora, quizás aquello les obstaculizase. Si había algo que sabía con certeza era que aquellos engendros no se caracterizaban por su lucida inteligencia precisamente.
Retomé la carrera que estábamos emprendiendo. Ya ni siquiera veía a Damian. Aquel cabrón corría más rápido que una gacela cuando se lo proponía.
Antes de llegar al cuarto piso ( Damian ya estaría por las escalera subiendo ya ha la puerta de la azotea) cuando se me ocurrió la idea de que quizás la puerta que daba a la azotea no estuviera abierta… Damian no contó con esta posibilidad…
Me quedé paralizado…
- ¡Damian!¿¡Y si la azotea no está abierta!?- Pregunté con un tonto alarmado.
En cualquier caso todo eso daba ya igual. Debía tomar una decisión entre si dirigirme a alguna habitación de aquel piso o si bien arriesgarme a subir las escaleras y jugármela con si estaba abierta o no la puerta… pero rápido…
En caso de que no lo estuviese, aquella puerta no era igual que las otras y no seríamos capaces de romperla. Por lo menos no con el poco tiempo que contábamos.
No quise arriesgarme. Decidí correr hacia una de las habitaciones del piso.
Tuve suerte… muchísima suerte… una vez más…
La primera puerta con la que probé suerte estaba abierta. Le dí gracias a Dios. Antes de cerrar la puerta de la habitación pude divisar a aquellos zombies alcanzando el cuarto piso y… señor…
Al mismo tiempo que aquellos seres llegaban al cuarto piso, Damian bajó del quinto gritando:
-¡Está cerrada… joder, está cerrada! -
Se encontraron de frente. Conté por lo menos cinco engendros de esos, que se le abalanzaron encima, con brutal agresividad.
El pobre cayó placado por las cinco bestias, mientras más de ellas se unían a lo que sería sin duda el festín del día…
No podía ver aquella escena… no podía. Era demasiado brutal… cerré la puerta estrepitosamente, aun sin alcanzar a creerme lo que acababa de ocurrir…
El pánico… un pánico indescriptible se apoderó de mí y más aún al oír los brutales chillidos que pronunciaba mi compañero al ser devorado vivo….
Nunca había pasado tanto miedo en mi vida… nunca podré olvidar la cara del terror más puro e intenso que plasmó Damian cuando se vio atrapado por aquellas bestias… joder y pensar que haría unos meses, aquellos seres eran personas normales, tales como yo o cualquier ser humano normal….
Monali- Recien llegado al refugio
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Edad : 31
Fecha de inscripción : 04/09/2009
Re: Diario de viaje
Muy bueno...
Espero el próximo...
Saludos
Espero el próximo...
Saludos
Facalj- Jefe del refugio
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Localización : En ningún lugar y en todos lados
Fecha de inscripción : 24/03/2009
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