Desalmados.

Prólogo

Egocentrismo, el egocentrismo es lo que ha llevado al ser humano a su propia perdición, el que ha llevado a innumerables enfrentamientos entre semejantes, el que nos ha llevado al presente en el que estamos y el que a sentenciado nuestro futuro.

Somos egocéntricos por naturaleza, buscamos nuestro propio bien, nuestro bienestar personal sin importarnos el de los demás... Y doy gracias a dios por ser como soy, por que gracias al egoismo, hoy día sigo vivo.

Capitulo I.

Sentí la mirada de miles de personas clavándoseme en la nuca, giré la cabeza bruscamente para ver la misma imágen por vigésimo tercera vez, calles largas y vacías, coches mal aparcados o en medio de la calzada... Estaba empezando a perder la cabeza... de nuevo...

Evacuaron toda la ciudad hace dos semanas. Hacía mes y medio que se hablaba de un ataque terrorista a gran escala, que estaba a punto de empezar una especie de guerra bacteriológica entre América y los países Islámicos... La verdad, nunca le presté atención a estas noticias, añadir la paranoia a mi enfermedad no haría más que complicarme la vida y volverme más loco de lo que ya estoy no era nada aconsejable para mi salud mental, así que durante casi un mes apenas encendí la televisión... Pero aún así me enteré de pequeños detalles de esta guerra gracias o por culpa de un repartidor que venía periódicamente a mi casa a traerme la compra del mes.

La guerra se había extendido a parte de Europa y toda Ásia a excepción de Japón.
Las continuas amenazas de los islámicos de usar un arma que acabaría con la vida tal y como la conocíamos no hacían cesar el orgullo de acero estado unidense... Lo último que supe es que toda europa se estaba viendo envuelta en algún tipo de pandemia.

Es triste, pero este repartidor, era una de las seis personas con las que únicamente mantengo una relación social desde hace siete años... desde que me dispararon...

Siempre había pensado, que la vida depara grandes cosas a aquellos que llevan una buena vida, para aquellos que ayudan a los demás y para aquellos que anteponen los intereses ajenos a los suyos propios.

Pensaba esto hasta aquél día, aquél día que una figura sombría me robó la cordura de un disparo.

Había estado bebiendo con unos amigos en un pub del centro de la ciudad, estubimos hasta tarde, hasta las cuatro de la mañana aproximadamente. Cinco de nosotros salieron antes, yo y Alejo nos quedamos un rato más a bebernos una última copa.
El dueño del pub cerró la puerta principal y nos pidió que salieramos por la puerta de servicio. Terminamos la copa y nos dirigímos hacia la salida de atrás, esta daba a un tétrico pero típico callejón con paredes de ladrillo rojo.


El destino nos puso enfrente de un atracador, alto y corpulento envuelto por una manta de sombras y armado con una pistola que únicamente mostraba su forma con el reflejo del metal al impactar la luz de la tenue lámpara de la salida de servicio.

Sin mediar palabra, el atracador disparó a Alejo a la cabeza, la sangre de este ornamentó las paredes del callejón de arriba a abajo... mi primera reacción fue intentar arrebatarle el arma en un itento bano, ya que apenas consegúi agarrarle del brazo cuando disparó a quemarropa contra mi pecho, un pequeño álito de vida se escapó de mi boca en el momento del disparo... gracias al fogonazo del arma ese fué el único momento que conseguí distinguirle la cara a aquel hombre encapuchado.
El momento fue interminable , era un jóven marroquí de unos veintipico años de edad, estaba totalmente sereno, tanto que daba la impresión que esa no era la primera vez que disparaba a alguien, tenía una enorme cicatriz en la mejilla izquierda y los ojos oscuros como la noche, pude distinguir un mechón de pelo negro muy corto pero rizado pegado a la frente... Luego se dió la vuelta y se desvaneció entre las sombras. Su cara me resultaba extrañamente familiar.

La caída de espaldas fue eterna, la lámpara de la salida de servicio parpadeaba mientras se alejaba y mis brazos flotaban en el aire en un intento bano de agarrarme en algo...
Me desplome junto al cuerpo de mi amigo que con ojos vacíos me miraba.

Capitulo II

Es curioso como por caprichos del destino uno acaba con un agujero en el pulmón derecho, tumbado en el suelo y mirando impotente a tu amigo con un boquete en la cabeza.
No me entere de que aquel suceso fue un ajuste de cuentas hasta dos años despues. Alejo solía vender drogas para este chico, este se las conseguía y Alejo las vendía así de fácil. Pero Alejo perdió uno de los fardos que le llegó, las constantes extorciones por parte del marroquí hacían a Alejo estremecerse así que buscó el dinero por todas partes, se lo pidió a familiares, pidió prestamos al banco, llegó incluso a pedirmelo a mí, pero me veía en las mismas que el, sin un duro en el bolsillo y tenía suficientes problemas con lo que tenía... nadie se veía dispuesto a prestarle aquella suma tan sustanciosa. Así que finalmente sucedió.


Después de dos meses en coma desperté. Mi doctor, Fernando Matoso, un hombre bajito, canoso y con las facciones de la cara muy marcadas fue quien me vigiló durante mi largo letargo.

- ¿Como se siente? - me preguntó el doctor mientras me examinaba las pupilas-
- Bien... ¿cuánto llevo incosciente? -
- ¿Sabe lo que le ha pasado? - Ignoró mi pregunta
- ...Recibí un disparo. ¿Cuanto llevo así? ¿ Donde esta Alejo? - dije intentando sacar algo en claro.
- Si Alejo es el joven que estaba con usted, está muy grave, recibió un disparo que perforó el craneo por la frente y salió por la nuca... esta en coma igual que usted hasta ahora...Si se recupera no creo que sea el mismo. - Se tomó un descanso para tomar un sorbo de café - En cuanto a usted, lleva dos meses en coma, una bala le perforó el pulmón derecho,
pudímos extraerle la... -
- ¿Llevo dos meses en coma? - Le interrumpí.
- Así es, le interesara saber que sus amigos han venido a verle durante su estancia en el hospital. -
- ¿Y que hay de mis padres? ¿ No saben que estoy aquí? -

Luego apareció Daniel en mi habitación. Un viejo amigo el cual estaba en el pub en la noche de los echos.

- Hey por fin te despiertas... - Me dijo Dani aliviado.
- Menos mal que aparece alguien conocido. Me alegro de verte. - Dije con una pequeña sonrisa esbozada en mi boca.
- Rafa... debo contarte algo que ha pasado...-

Dani había oído mi conversación con el Doctor, así que creyó oportuno el momento para contarme que con las prisas para intentar llegar al hospital, mis padres, fueron arrollados por otro coche desde el lateral derecho. Mi padre murió en el acto y mi madre murió de camino al hospital. Hacía un año que me había ido de casa de mis padres para intentar independizarme. Y estos estaban siempre especialmente preocupados por mí.
No podía más que pensar que lo que les pasó fue por mi culpa...
Recibí un disparo... y a causa de esto mis padres habían muerto... por mi culpa... por estar en el lugar equivocado en el peor momento.


-¿Estas bien?-
-Dejame solo por favor...- Le rogué.

Así que, finalmente, me veía solo, no tenía hermanos ni familiares, al igual que yo, mis padres eran hijos únicos... y solo me quedaban un puñado de amigos.

Nunca se supo del asesino.

Despues de dos meses empezé a perder la cabeza...
Las constantes visitas al psicologo no me ayudaban, empezé a sucumbir a la paranoia y a volverme un tarado. Todo me parecía una amenaza, pensaba que una simple enfermera que venía a cambiarme el suero me iba a envenenar, que me iban a asfixiar con la almohada, incluso una vez llegué a sospechar que el psicologo quería lavarme el cerebro... en fin.
Apenas podía dormir, y más de una vez intenté salir de aquel hospital.
Tenía taquicardias constantemente, mi pulso se aceleraba de tal forma que apenas podía respirar con normalidad... Síntomas fisiológicos provocados por una mente enferma.
Clasificaron mi enfermedad mental como agorafobia despues de darme asistencia a domicilio durante algún tiempo.
Así acabé encerrado en mi casa por temor al exterior, por temor de encontrarme con otro chalado que quisiera dispararme...
Decían que debía enfrentarme a mi miedo y salir, pero el tiempo que pasé en el hospital fue tan agonizante que jamas querría pasar por aquello de nuevo...
Hasta ahora, durante siete años, había estado encerrado en mi casa sin salir, con servicio a domicilio personalizado y un trabajo de mantenimiento de páginas web.
Tenía todo lo necesario para vivir, hasta hace dos semanas.

Evacuaron la ciudad. Por lo visto, algún tipo de enfermedad había estado azotando toda Europa y se habían creado puestos en todas las ciudades en los que se controlaban a los enfermos, donde investigaban y donde mantenían a los sanos aislados y a salvo de contraer la enfermedad.

Todos los que no accedían a ir al puesto de cuarentena acababan accediendo a la fuerza.
En mi caso me negaba a salir de la fortaleza que era mi casa... totalmente asegurada, aprueba de robos y a prueba de intruciones, y aún así disponía de una habitación del pánico. Ahí fue donde me escondí cuando vinieron a «ponerme a salvo».

Llegaron el seis de junio, desde la ventana del salón pude ver como aparcaban un autobus delante de mi casa, e inmediatamente salieron cuatro soldados dispuestos a entrar en mi casa. Cuando tiraron la puerta abajo, subí corriendo al piso de arriba intentando no hacer ruido. El jaleo que estaban armando daba la sensacion de que me estaban saqueando... El pulso se me aceleraba y empezaba a marearme... Invadido por el miedo corrí hasta mi habitación y entré en el armario empotrado, rodé el falso fondo y abrí la puerta de la habitación del pánico. Por fin a salvo.
Estube encerrado dentro de la habitación durante varios días. Ésta estaba pensada para permanecer durante semanas, incluso tenía un pequeño baño de unos dos metros cuadrados y una despensa con algunas latas de conservas.


Salir de aquel agujero fue muy gratíficante, recibír los primeros rayos de sol de la mañana que se colaban por la ventana de mi habitación a la vez que respiraba profundamente era lo mas parecido al paraíso desde que empezó todo esto.
Bajé las escaleras armado con una escoba mirando por todas partes... una vez seguro de que el único huesped seguía siendo yo, hice un apaño en la puerta y me preparé algo de comer.

De esto hace ya dos semanas. Ya hacía un mes que el repartidor no había aparecido con mi encargo mensual... y ya me había quedado sin suministros...
Jose el repartidor era una de las únicas personas que me visitaba al mes,y lo triste es que lo hacía por obligación, aún así acabé tomando tal confianza con el que siempre que venía le invitaba a una cerveza y nos sentabamos a charlar diez minutos, en estas charlas era en las que me enteraba del desarrollo de la guerra.

Mis amigos, despues de cinco años de constantes visitas se acabaron cansando... así que desde hace un año apenas han venido a visitarme...

Así de triste era mi vida, hasta que decidí salir de la seguridad de mi hogar.

Capitulo III

Llevaba dos semanas observando la calle... no había visto absolutamente a nadie. Estaba todo en silencio y daba la sensación de que era la última persona en el pueblo.

Así que cuando mi estómago empezaba a engullirse a sí mismo decidí salir de mi fortaleza en busca de algunos suministros.
Armado con un martillo de cocina salí al exterior y empezé a andar.
A cada paso me sentía un poco menos seguro, sentía que me observaban, mi pulso se aceleraba y todo empezaba a darme vueltas.
Una terapia que había leído era la de cerrar los ojos y contar hasta diez.
Eso hice... cuando abrí los ojos estaba encima del felpudo de mi casa. No había avanzado, mi mente me jugaba una mala pasada, tenía tal ansiedad por salir ahí afuera que mi propia mente, me la jugó, así que, eche a correr.

Corri por las calles desérticas totalmente eufórico, esquivando coches abandonados y alguna ocasional maleta dejadas atras por su dueño. Parecía que en el momento de la evacuacion las habían dejado por alguna razón. Gritaba y gritaba, esperando y repudiando la idea de que hubiera alguna persona más en el pueblo.
Llevaba diez minutos corriendo cuando me percaté del tiempo.
Empezé a sucumbir al pánico, estaba muy lejos de la seguridad de mi casa...me sentía observado, giré la cabeza bruscamente para ver la misma imágen por vigésimo tercera vez, calles largas y vacías, coches mal aparcados o en medio de la calzada... Estaba perdiendo la cabeza, de nuevo.

Decidí hacer algo... sino podría sufrir las consecuencias de mi enfermedad al no estar en un lugar seguro, conocido y cerrado. Mi casa.
Así que empuñé mi martillo con fuerza y golpeé el parabrisas del primer coche que se puso en mi camino, este explotó en mil pedazos después del segundo golpe, seguidamente me subí al techo del turismo y reventé el cristal de la parte trasera. Seguí destrozando el vehiculo a martillazos hasta que quedé rendido en el suelo. Me sentía mucho mas relajado. La descarga de adrenalina fue una buena terapia.
Seguía sintiendo hambre, así que me adentré en el pórtico de una casa cerca de donde había destrozado el coche. Empuñé el martillo y lo golpeé contra una ventana, quité los restos del marco de esta y entré. El oscuro y sombrío salón en el que me había metido se mostró tras encender la luz de la habitación, una casa con una decoración muy gótica donde apenas había un resquicio de vacio de lo saturada que estaba.
Entonces me percaté de que no tenía una bolsa donde meter las provisiones que cogería. Así que subí al piso de arriba en busca de una.



Al entrar en la casa ya había notado este olor picanton y a la vez amargo, el cual daba a la imaginación algo con que jugar... pero claramente, yo sabía que era y de donde provenía este aroma...

A medida que ascendía por las escaleras el olor se hacía mas y mas evidente... a cada paso un aroma peculiar se convertía en algo repulsivo. Una vez en el tope de las escaleras la sensación de sofoco se empezó a apoderar de mi..
Quizás por instinto, seguí ese olor.
Me paré frente a la puerta de donde provenía esta repulsiva fragancia, sofocado y con la cara tapada por un pañuelo abrí la puerta de una patada mientras empuñaba el martillo.
Un hombre de mediana edad, en un estado avanzado de descomposición yacía colgando de una viga del techo. A la vera de este una mujer con un agujero de bala en la cabeza y a su lado un revólver.
Me quedé petrificado mirando aquella escena hasta que el hedor hizo que me dieran arcadas.
A simple vista parecía un claro ejemplo de homicidio. El hombre habría matado a esa chica y luego se ahorcó a causa de esto, posiblemente fuera su mujer o su hija... no lo sé, el estado del cadáver no daba un claro testimonio de su edad.

Después de ver aquella escena salí corriendo de aquella casa, no podía aguantar semejante olor...
Pronto me dí cuenta del error que había cometido.

Desalmados. Capitulo IV

El ser humano temeroso por naturaleza cuando ve una imagen aterradora huye, aunque esta no suponga ningún peligro, simplemente corre por el hecho de dejar de presenciar lo que ha visto, por no verlo nunca más y por olvidarlo lo antes posible.

Si hubiera sabido lo que me iba a pasar al salir despavorido de aquella casa jamás lo hubiera hecho.

Salté los escalones de tres en tres mientras bajaba. Corrí hasta la puerta como alma que lleva al diablo, le di dos rápidas vueltas a la llave y abrí de golpe. Corrí mirando hacia atrás como si alguien me siguiera. Y cuando me di cuenta estaba cayendo al suelo.

Recobré la conciencia al cabo de veinte minutos. El hedor a cadáver era bastante fuerte aún estando en el exterior.
Con la vista aún nublada por el shock del golpe alcé la vista al cielo. Docenas de cuervos se agrupaban alrededor de la casa, volando en círculos sobre esta, buscando la forma de entrar al lugar de donde provenía aquel apetitoso aroma...

Entonces, los ruidos de unos pasos sobre el cristal roto me alertaron de sobremanera. Tambaleándome me escondí detrás de un arbusto del jardín, y mirando a través de éste intenté descubrir el origen de este ruido.

Un hombre, un hombre en un estado bastante lamentable, con la camisa totalmente destrozada y cubierta de sangre... Al darse la vuelta pude descubrir su rostro... repulsivo... le faltaba la mejilla izquierda... tenía sangre reseca en la nariz y los ojos sin ningún brillo, totalmente secos.

Di un paso atrás al ver aquel repulsivo espectáculo. Al hacerlo pise una rama seca la cual provocó un ruido bastante fuerte que fue ahogado por los graznidos de los cuervos.
Por suerte aquel individuo no se había percatado de mi presencia...

Parecía estar en trance observando los cuervos volar. Fue entonces cuando uno de ellos se posó sobre el hombro de aquel grotesco individuo y se puso a picotearle donde debería tener la mejilla. De un rápido movimiento mi decrépito amigo agarró al cuervo, lo cogió por el cuello y se metió la cabeza de este en la boca.
No podía creerme lo que estaba viendo. Era demasiado surrealista.
Después de pegarle unas cuantas dentelladas al cuervo dejó caer su cadáver al suelo.

Con la boca llena de plumas que se le asomaban por el hueco que tenía en lugar de mejilla miró en mi dirección, con los ojos perdidos estuvo durante unos diez segundos mirándome, cuando decidió marcharse de aquel lugar.

Cuando decidí que había pasado el tiempo suficiente desde que se marchó aquel «ser», volví a casa con el estómago vacío.

Escuchame Leafar los tres primeros capitulos son muy buenos, el cuarto todavia no lo he leido en cunato lo haga te dire si me gusto.
Aunque no pongan comentarios no te desanimes que seguron que lo leen, eres bueno sigue asi.

Toletum escribió:Escuchame Leafar los tres primeros capitulos son muy buenos, el cuarto todavia no lo he leido en cunato lo haga te dire si me gusto.
Aunque no pongan comentarios no te desanimes que seguron que lo leen, eres bueno sigue asi.

Genial que a alguien le guste por aqui xDDD nadie habia posteado y si me desanime un pisco y deje de postear la historia aqui, pero ahora lo pondre al dia.

Leafar escribió:

Toletum escribió:Escuchame Leafar los tres primeros capitulos son muy buenos, el cuarto todavia no lo he leido en cunato lo haga te dire si me gusto.
Aunque no pongan comentarios no te desanimes que seguron que lo leen, eres bueno sigue asi.

Genial que a alguien le guste por aqui xDDD nadie habia posteado y si me desanime un pisco y deje de postear la historia aqui, pero ahora lo pondre al dia.

Pues ya sabes que tienes un lector. Ahora solo queda engrosar la historia

Eso esta echo, tengo 5 capitulos escritos ya que no he posteado por aqui aun.

Desalmados. Capitulo V
El camino de vuelta a casa lo hice corriendo, sin ningún tipo de problema.
Mi impresión fue cuando encontré la puerta de mi hogar derribada. Había hecho un buen apaño y era imposible que se callera por si sola... alguien debía haber entrado.

Entré totalmente aterrorizado imaginándome mil razones por las que la puerta estaba en el suelo, y la que más resonaba en mi cabeza era que alguien había entrado.
Así que empuñando con fuerza el martillo, atravesé el atrio de mi casa.
Todo parecía tranquilo, el salón parecía estar en el mismo estado que lo deje al irme y no mostraba signos de que lo hubieran saqueado.
Entonces, una lata, una lata salía rodando de la cocina. Tenía el corazón en un puño... hasta que vi al perro del vecino correr detrás de la lata. Este perro, había sobrevivido por sí solo desde la evacuación, y ahora había derribado la puerta de mi casa en busca de comida.

- ¡Hey, Bronco!- Le dije llamándole la atención.

Era un gran danés, un perro bastante grande, pero durante estas dos semanas habría pasado mucha hambre ya que estaba muy delgado.

El perro al oír mi llamada de atención me miró desconcertado.
Entonces vino hacia mí moviendo la cola totalmente eufórico, se me echó encima y empezó a lamerme la cara.

- Jajajaja, debes haber estado mucho tiempo solo chico. ¡Joder como te apesta el aliento!- Dije apartándole el hocico de mi cara.

Conocía muy bien a este perro, ya que sus dueños cuando se iban de viaje lo dejaban a mi cargo. Un perro muy listo y obediente, no creía que me daría ninguna clase de problema.

Así que ahora tenía una boca más que alimentar. Decidí ir a casa de mis vecinos, tal vez tenían comida para perros y con suerte algo para mí.

Cogí una mochila y unas cuantas bolsas de plástico, pasé a mi jardín y abrí la pequeña cancela que separa mi casa de la del vecino. Bronco aún eufórico corría alrededor mío.

Me paré enfrente de la cristalera que comunica el salón y el jardín de mis vecinos. Intenté abrirla en vano, estaba cerrada a cal y canto. Así que rompí el cristal, entre y escribí una nota la cual pegué en el marco de la cristalera.

« Siento haberles roto el cristal de la puerta, pero en vista de la situación he tenido que hacerlo, si leen esta nota háganmelo saber y les pagaré una cristalera nueva.
Fdo.: Rafa.»

No sabía si algún día volverían y si lo hacían no creo que les gustaría encontrarse la casa totalmente destrozada... A estas alturas aún no había perdido el optimismo.

Luego me dirigí a la cocina.


La despensa no estaba muy llena, pero aún así había cosas que se podían aprovechar. Algunas latas de conservas, paquetes de espagueti, macarrones... incluso un saco de comida para perros aún sin abrir.

Cogí lo que pude y volví a mi casa.

Tenía un problema. Aunque a simple vista el pueblo estaba desértico, temía que hubiera saqueadores por los alrededores, o incluso algún individuo como el de los cuervos. Tanto mi casa como la del vecino tenían problemas de seguridad, la del vecino la cristalera rota y la mía la puerta delantera. Decidí que debía permanecer en mi casa, ya que la conocía mejor y si había algún problema siempre quedaba el habitáculo de seguridad.

Cogí algunas herramientas del vecino, un taladro, una caja con tornillos y clavos, martillo...
y me dispuse a intentar arreglar la puerta.

Todo parecía tranquilo en el barrio, ni un solo ruido, lo cual me parecía extraño ya que en este barrio solían haber muchos perros.

Ya con el estómago lleno me dispuse a reparar la puerta. Empecé taladrando el marco para poner unas bisagras nuevas. El ruido del taladro resonaba por todo el pueblo de una forma increíble, no había un solo ruido que ahogara el espantoso sonido que provocaba haciendo que sonara más fuerte que nunca.

Fue entonces. Cuando una silueta al final de la calle empezó a asomarse. Luego otra... y otra... y otra... Media docena de personas se acercaban a paso lento a lo largo de la calle.

-¿Pero qué coño?-

Me apresure con la puerta. Con las bisagras ya montadas solo tenía que encajar la puerta en el marco y atornillarla. Con los sujetos ya a una distancia considerable había conseguido repararla, con un resultado no muy satisfactorio, la puerta ni siquiera encajaba bien en el marco, así que cerré con todas mis fuerzas astillando la puerta por donde no encajaba, le di dos vueltas a la llave y coloqué una cómoda delante de la puerta.

Bronco ladraba a la puerta muy nervioso.

-¡Shhh!¡Cállate Bronco!-


Los sujetos empezaron a golpear de una forma apática la puerta. Oía algún ocasional gemido al otro lado y el chirriante sonido de unas uñas largas y desgastadas al arañar la puerta.
Cogí uno de los sillones del salón para ponerlo frente a la puerta por si conseguían derribarla.
Fue entonces cuando oí el ruido de un vaso estallando contra el suelo en la cocina, solté el sillón asustado. Me había dejado la puerta que da al jardín abierta...

Invadido por el miedo cogí al perro y subí al piso de arriba me metí en mi cuarto y cerré con fuerza. Rodé la cama hasta pegar el cabecero contra la puerta y me senté sobre esta.

-Dios mío...-

Aún no había alcanzado a ver a aquellos individuos. Así que me asome a la ventana de mi cuarto... se semejaban mucho al sujeto de los cuervos... Todos tenían amputaciones... laceraciones, sangre, vísceras colgando... Vamos, que estas personas seguían vivas por algún tipo de voluntad divina.

-Esto es una puta locura, estoy luchando por mi vida... la cual peligra a causa de gente que teóricamente debería estar... ¿muerta?- Le dije al perro el cual me miraba con la cabeza ladeada.

no hagas doble post, edita el anterior y añade lo que quieras poner

Desalmados. CapituloVI

21 de Junio.

A pesar de estar viviendo toda esta locura... jamás me había sentido tan cuerdo. Sé que todo eso que está ahí afuera es real, sino que llamen loco también al perro.
Llevo cuatro horas aquí encerrado, Bronco ya parece más tranquilo, hasta hace un buen rato seguía ladrando a la puerta de una forma bastante acojonante... un perro de semejante tamaño no es para tomárselo a risa.
No sé qué hacer, estos continuos golpes me están empezando a crispar los nervios y la única salida que tengo es saltar por la ventana, no es una altura muy considerable, pero teniendo al perro aquí me resultaría imposible, ahora está bajo mi responsabilidad y no podría abandonarlo, y quien sabe quizás sea él el que me salve la vida en un futuro.

No puedo dejar de pensar en esa gente, ya no los veo desde la ventana, parece que finalmente han entrado todos.
No parecen tener mucha fuerza, únicamente pegan golpes suaves pero incesantes y algún ocasional gemido hace que se me pongan los pelos de punta.
...
Únicamente tengo un entretenimiento y es escribir, escribir y escribir.
Todo el tiempo que llevo aquí encerrado he narrado los hechos que me han llevado hasta la situación en la que estoy, no tengo muchas esperanzas de salir de aquí, ya que esta gente no para... no paran de golpear la puerta un solo segundo...
Joder sonara ridículo, pero me atrevería a decir que nos quieren hincar el diente a mí y al perro, como en una cutre película de serie B. Debo estar perdiendo la cabeza.

Ahora mismo estoy analizando alguna forma de salir de aquí, y lo único que se me ocurre es descolgar al perro por la ventana con una sabanas y luego saltar yo detrás...
No descarto esta idea... de hecho estoy pensando alguna forma de hacer un pareo en el que meter al perro y hacerlo bajar...

Bueno me ha costado casi una hora conseguirlo, he atado tres sábanas dando lugar a una improvisada cuerda de tres metros, en un extremo e atado el pareo en el que metería a Bronco... es un poco ridículo pero creo que será lo suficientemente grande como para que un perro de su envergadura quepa sin problemas.
Lo he atado lo más fuerte posible y he probado si soporta mi peso.
Ahora debo asegurarme de que estos individuos se crean que seguimos aquí...

He subido el volumen de la televisión al máximo y he metido en el DVD la famosísima película Independence Day, esto mantendría a los araña-puertas entretenidos...

La calle parece tranquila y no veo mejor momento para salir de aquí, así que empecemos con el plan.

Desalmados. Capitulo VII

¿Quién dijo que los perros no saben hacer rafting?
Meter al perro en el pareo no me supuso mucho esfuerzo, entre caricias y halagos el perro se debía sentir como un rey… Lo único que me supuso un problema fue sacarlo por la ventana, el maldito usó la resistencia pacífica tal y como haría el mismísimo Gandhi. Con sus musculosas patas se aferró al marco de la ventana y entre ladridos y empujones conseguí que saliera colgando por la ventana, no sin que este antes me echara una mirada asesina.
Lo descolgué poco a poco hasta que noté que la improvisada cuerda era más liviana, ya había tocado tierra, esto quería decir que era mi turno. Agarrado al marco de la ventana me descolgué y me dejé caer suavemente sobre el césped del jardín.
Aún desde afuera podía oír como se lamentaban y arañaban la puerta de mi dormitorio.
“Menudos estúpidos” pensé. Fue entonces cuando me di cuenta de que el volumen del televisor, estaba quizás, un pelín alto… Esto y el hecho de que la ventana estaba abierta de par en par daba al sonido una vía de escape de la habitación perfecta… el maldito Will Smith se debía oír por todo el pueblo.
No me lo pensé un segundo, si el ruido del taladro había atraído a esta pequeña multitud, el televisor me condenaría de igual forma…
Dudé un par de segundo sobre a donde ir en aquel momento, el perro estaba algo asustado, y quizás por instinto corrió hacia su antiguo hogar.
-¡Bronco!-
No me quedaba otra, seguí al maldito perro hasta su casa.
Al atravesar la puerta de la casa Bronco ya se había acomodado. Acostado sobre el sofa y con las patas delanteras cruzadas me miraba como si de un extraño se tratara.
Me asomé por la ventana, de la cocina desde la cual podía ver a través de la ventana de mi sala de estar. En ella se encontraba aquel peculiar personaje, aquel anciano con el cúbito reluciente. En aquellos instantes, mi mundo se centró en aquel anciano y sus movimientos. Miraba perdido a todas partes como si buscara algo, en ocasiones daba bruscos movimientos con los brazos como si estuviera intentando zafarse de algo o alguien, sus ojos infestos de sangre no reflejaban brillo alguno…
Fue entonces cuando un ladrido me sacó de mi decrépito mundo.
El perro se hallaba apoyado en la ventana, me miraba y volvía a mirar al exterior. Intentaba decirme que algo pasaba afuera.

Muy buena la idea de el DVD, además la aparición de Bronco puede dar muy buenas salidas.

Leafar, te he estado leyendo y me voy a permitir el lujo de comentarte unas cosillas.

No suelo comentarle a nadie los escritos, porque entiendo que es algo muy personal que se hace de forma amateur, por entretenimiento, diversión y gusto y que... A veces lo menos importante son las formas o la manera.

Sin embargo, si te lo comento es porque me parece que está bien. La idea es interesante, y tu redacción no es mala....

Pero a modo de consejo...
La personalidad de cada uno de los protagonistas es algo que debe trabajarse a fondo. Mostrar profundidad. Si es una persona con unos rasgos tan característicos como ser agorafóbico, sin salir de casa, sin tener vida social... Que le dejen al cuidado de un perro, que necesita sus paseos diarios... No tiene demasiada lógica. Además que una persona encerrada en su mundo, que vive al margen de todo, durante 7 años, posiblemente ni siquiera conozca al perro o no sea la persona a la que los dueños se lo quieren dejar.

Salir a por comida mientras rueda una lata de la misma por tu... Cocina.
Ir a la casa del perro a esconderte cuando... La cristalera de la misma estaba rota y podría estar llena de zombies...

En fin, quiero decir...
El enfoque me gusta mucho, en serio ( y es por eso mismo que te escribo), me parece que redactas bien... Pero hay que... darle profundidad. Trabajar mucho mas en las situaciones y personajes, eso es lo que marca las diferencias.

Y ojo, yo no soy Isabel Allende eh!?
Pero leo mucho. Y me parece que... La crítica a veces suma mas que la palmadita en la espalda. Mas cuando veo que la persona puede mejorarlo porque tiene capacidad para ello.

En fin, solo eso.

Pues te lo agradezco, de verdad, y no os corteis un pelo, todos los cabos sueltos que veais os agradeceria que me los comentarais.
el tema de la lata... logicamente estaba vacia xDD pero no pongo "una lata vacia", ahora lo arreglare.
En cuanto al tema de refugiarse en la casa del vecino...Va a la casa del vecino de la cristalera rota por el echo de que el perro corre a esta asustado, ya que antes este era su hogar.
Cierto, tendre que arreglar el tema ese del perro, es un cabo suelto muy gordo en el que no habia caido xDD.
Muchas gracias, y cierto, una buena critica ayuda a mejorar.

Mira aqui te pongo un arreglillo que me acabo de improvisar acerca del tema del perro. A ver que te parece.

...debes haber estado mucho tiempo solo chico. ¡Joder como te apesta el aliento!- Dije apartándole el hocico de mi cara.

Conocía muy bien a este perro, es de mi vecino, el de la casa de al lado.
Al compartir jardin no podia evitar que su perro se escapara y se paseara por el mio, al principio resultaba algo molesto, el echo de tener un animal correteando por tu jardin no hace mucha gracia. Pero el contacto hace el cariño, y despues de algunos meses despues de su primera aparicion por mi jardin, acabe cogiendo valor para abrir la cristalera y acariciar a aquella enorme fiera que cavaba hoyos en mi jardin.

Así que ahora tenía una boca más que alimentar. Decidí ir a casa de mis...

Bueno, aller hice un par de arreglillos, corregi un par de cosas y puse titulos a los capitulos... aqui los dejare tal cual, como antes, ya que no puedo modificar los anteriores posts, si quereis ver el tema de los titulos de los capitulos estan en mi blog.

Capitulo VIII.

Al asomarme por la ventana pude ver la causa de la exaltación de Bronco. Habían aparecido más de esos individuos.
No me había equivocado, el ruido del televisor les había atraído. Tres sujetos pude contar en aquel momento. Dos de ellos llevaban ropa de hospital, uno llevaba el típico batín con la espalda descubierta, el otro llevaba una tela quemada en la parte superior, unos pantalones verdes y una mascarilla que le colgaba del cuello.
El del batín no tenía ninguna laceración, desmembramiento… ni un solo rasguño me atrevería a decir, únicamente los ojos entintados en sangre.
El tercer sujeto era una mujer completamente quemada, quemada hasta el punto que su piel estaba prácticamente carbonizada. Podía ver su rastro de sangre en la calle ya que chorreaba a causa de las quemaduras.
Cuando me di cuenta el sujeto del batín se movía de una forma apabullante, agitando los brazos, gritando... a la sazón empezó a correr en círculos, chocó con la mujer carbonizada haciendo que esta callera al suelo y no se volviera a levantarse. Pegó un grito horripilante antes de entrar corriendo en mi antigua casa. Su aspecto era el de un auténtico lunático.
Poco después oí tres fuertes golpes acompañados de gritos, el tercer golpe sonó como si hubieran derribado una puerta… pocos segundos más tarde el televisor salía volando por la ventana cayendo a pocos centímetros del tipo de la mascarilla.
-Jo … der-
“Mantén la calma”… me dije a mí mismo. Aquel individuo no se parecía a los demás, era ágil, fuerte y muy agresivo. Los otros eran…todo lo contrario, apenas debía preocuparme de estos ya que en caso de enfrentamiento directo podía darles esquinazo corriendo. Pero en cuanto al tipo del batín… dios santo, sin un arma decente no duraría mucho tiempo contra un personaje como este…
No podría quedarme mucho tiempo en aquella casa, toda la comida que quedaba me la había llevado, a excepción de un pack de tres latas de calamares en salsa americana, un paquete de espagueti y dos cartones de leche.
Ni hablar, no podía. Cogí una maleta del piso de arriba, preparé los espaguetis y los metí en un tuperware y a continuación metí toda la comida en la maleta. No nos daría ni para dos días, pero confiaba en poder conseguir algo más mas adelante. Busqué algo para usar en caso de necesidad como arma… un martillo habría sido perfecto, pero me había llevado la caja de herramientas a mi casa para reparar la puerta.
Busqué por toda la casa algo que me sirviera. En la cocina encontré un cuchillo de carnicero. En cuanto lo saqué del cajón de los cubiertos pude divisar a través de la ventana un hacha de mano clavado en un tronco del jardín. El destino queria que yo tuviera aquel hacha. Sería perfecta, mientras más lo pensaba más perfecta era. El problema es que estaba en el jardín… y si por algún motivo algún araña-puertas me viera me supondría muchos problemas… pero no paraba de pensar en que un hacha era mucho más práctica que un cuchillo de carnicero… y así lo decidí.

Leafar, yo aunque te puntualicé cosas concretas, me refería a un todo.

A trabajar en los personajes y la profundidad que tienen los mismos. Igualmente, me gusta mucho tu narración...

Profundizaría mas en las fobías del tipo. En lo que siente, en sus miedos.
Puede ser muy interesante un único superviviente que además de enfrentarse al mundo, debe enfrentarse a él mismo.

Un saludo!!!

xalakabula escribió:Leafar, yo aunque te puntualicé cosas concretas, me refería a un todo.

A trabajar en los personajes y la profundidad que tienen los mismos. Igualmente, me gusta mucho tu narración...

Profundizaría mas en las fobías del tipo. En lo que siente, en sus miedos.
Puede ser muy interesante un único superviviente que además de enfrentarse al mundo, debe enfrentarse a él mismo.

Un saludo!!!

Si, se a lo que te referias, de echo en el siguiente capitulo me meto un poco mas en eso. Lo colgare en un ratillo.
Corregiria los anteriores, pero aqui no puedo modificar nada, esta noche le echare un ojo a todo y añadire algo en el blog.

Capitulo IX.
No sentía ese sentimiento desde hacía siete años, este sentimiento de decisión, de hacer lo que hay que hacer, de cabezonería... siempre había sido así hasta la noche del disparo, esa noche que hizo que mi cerebro perdiera un tornillo. Pero entonces, el momento en el que ví ese hacha, la chispa de la cabezonería, del hago lo que quiero no me importan las consecuencias se volvió a encender.

Ese hacha estaba diciendo mi nombre a gritos, y no pararía hasta que la cogiera, pero la parte racional y asustada de mi cerebro me decía que no, que el cuchillo sería suficiente, que arriesgarse era una locura. Pero, después de tantos años sumido en el miedo y la paranoia me hacían pensar, en aquel momento, que cualquier pensamiento sensato y de autodefensa fuera un brote nuevo de mi enfermedad mental, haciendo que luchara contra esta.

Ya era practicamente de noche, estaba atardeciendo y aún tenía tiempo antes de que el hacha se sumiera en las tinieblas. Sí, había luz, pero se supone que en esa casa no había nadie, el simple echo de pulsar un interruptor en esos momentos me podría sentenciar a muerte.

Lo dicho, debía hacerme con ese hacha antes de que anocheciera del todo. El tronco estaba al fondo del jardín, a unos diez metros de la cristalera rota. Sería pan comido, ir y volver.
Eran diez metros, diez metros que tardaría unos 10 segundos en recorrer ida y vuelta, diez segundos que estaría a la vista de cualquier araña-puertas que pudiera estar observando.

Lo había decidido, me preparé como si fuera a hacer la carrera de mi vida, no quería correr muy rapido, de echo iría agazapado para estar a la altura de la pequeña verja metálica ya que me daría algo de cobertura frente a las posibles miradas indiscretas.
Solté todo lo que tenía, me vacié los bolsillos, me amarré bien las playeras, me ajusté la chaqueta hasta el cuello y me puse en posición.

-Allá voy...-

Cogí carrerilla a lo largo del salón, corrí por la moqueta, los tablones del suelo crujían quejándose... salté los cristales rotos para procurar no hacer ruido y caí de pie sobre el césped. Fuí agachado hasta el hacha y lo desencajé del viejo tronco de madera. Pan comido, solo me quedaba darme la vuelta y correr de vuelta a la casa.

Corrí a lo largo del jardín, ya confiado de mi mismo, de que ya lo había conseguido, pero solo había echo la mitad de la carrera, y justo antes de llegar a la meta la liebre se despertó... pisé un cristal del suelo de la terraza, este no crujió ni se requebrajó, sino que se deslizó por encima de las baldozas de la solana haciendo que callera aparatosamente sobre los cristales rotos, y esta vez... si que crujieron.

El horrible estruendo que había provocado hizo a Bronco saltar del sofá en el que dormía plácidamente, vino corriendo en mi dirección ladrando como un loco... genial, si no se habían enterado por el sonoro ruido de los vidrios rotos lo habían echo gracias a Bronco.
Rápidamente me repuse del suelo y agarré al perro por el collar, cogí la maleta y el cuchillo y fuí rapidamente al sótano de la casa. No sabía si los Marilyn Mansons habían oído el maravilloso concierto que habíamos montado Bronco y yo, pero no me quedaría a averiguarlo.

Capitulo X.
Entramos en el sótano a toda prisa y cerré la puerta tras de mí muy lentamente.
Al encender la luz pude ver los restos de una vida pasada. Tablas de surf, raquetas de tenis, una caseta de campaña empaquetada y incluso para mi sorpresa había un arco y unas flechas entre tantas cosas.
Mis vecinos a lo largo de su vida se habían dedicado a hacer de todo, y todo lo habían acabado dejando. Este sótano era la prueba de ello. Habían echo surf, tiro con arco y parece incluso que se apuntaron a clases de guitarra en pareja... Jajaja.
Cada objeto en aquel sótano tenía su respectiva pareja, menos claro, el nidito de amor que sería la caseta de campaña.

Decidí echarle un ojo a los arcos, cada uno tenía su respectivo Carcaj, uno tenía siete flechas y el otro trece. Eran arcos de fibra de carbono, como los que se utilizan en las olimpiadas. Sabía esto gracias a que era muy dado a verlas y las competiciones de tiro con arco eran mis pruebas preferidas, pero realmente nunca había disparado uno.

Ya habían llegado, podía oir el crujir de la madera en el piso superior, así que me dediqué a hacer el menor ruido posible.

Estube durante horas agazapado en una esquina hasta que me desplomé del sueño. Llevaba 2 noches sin dormir.

Aquella noche volvi a soñar,como siempre, con la noche del disparo, un sueño que se repite noche tras noche, revivo cada vez que duermo el instante en la que destrozaron mi vida, el que me condeno y a la vez salvo al acabar encerrandome en la seguridad de mi casa. Una pesadilla que es causa de muchas noches de insomnio.

A la mañana siguiente Bronco me despertó a golpe de lametazo.

-Shhh... Shhh... quita hombre... no ves que intento dormir...-

Fue entonces cuando me percaté, no se escuchaba absolutamente nada, ni un solo ruido.
La madera había dejado de roncar eso suponia que ya se habían marchado.

Eran las ocho de la mañana, decidí quedarme en aquel sótano algunas horas más, no estaba seguro de que salir fuera una buena opción a pesar de que ya no andaban dando palos de ciego en el piso de arriba.


Tenía un hambre atroz, así que abrí una lata de calamares. Mientras me la comía Bronco me miraba de una forma bastante lamentable.

-¿Que?- le dije bruscamente.

El perro gimió y dio dos pasitos hacia delante.
Resoplé mientras sacaba otra lata de la mochila.

-Espero que tardes en digerirla. -

Después de comer algo cogí uno de los arcos, debía aprender a usarlo si quería que me fuera útil.
Busqué algo contra lo que disparar, algo blando pero que detenga la flecha como para después recuperarla.
Debajo de las escaleras por las que bajé habían algunos sacos de cemento.
Los apilé encima de la mesa de pinpon y me preparé para disparar.

Había visto demasiados programas de tiro con arco como para no saberme la teoría. Pero la práctica fué desastrosa.
A una distancia de seis metros apenas fuí capaz de darle al saco de cemento al que había apuntado. Pero aún así, tenía todo el día por delante.

A las tres de la tarde hizo seis horas desde que empezé a practicar. Tres flechas se partieron, y acabé con una mano destrozada de tensar la cuerda, pero ya era capaz de acertar al objetivo al que apuntaba, que ya era un gran paso.

Debíamos salir de aquel sótano. Me puse a rebuscar en busca de algo que nos fuera útil. Encontre dos linternas y algunas pilas, velas, un encendedor, tres botellas de agua de 1 L. vacías y una mochila de acampada.


Lo metí todo en la mochila nueva e introduje el carcaj de flechas en uno de los bolsillos exteriores, dejando que asomara uno de los extremos de estas.

Antes de irme eché un último vistazo al sótano desde el tope de las escaleras. El hacha de mano estaba en el suelo, justo donde me había quedado dormido. Me iba a dejar la razón por la que me jugé la vida, que irónico.

Recogí el arma y volví a subir. Abrí la puerta muy lentamente mientras agarraba el hacha con fuerza.

Capitulo XI
A medida que iba abriendo la puerta del sótano la cocina se iba descubriendo, no había nadie.

Bronco se me adelantó y entró.
- ¡Hey! -
Cerré la puerta tras de mí sin ninguna contemplación. El ruido que hizo la puerta al cerrarse provocó que cerrara los ojos con fuerza.

Estube quieto durante un minuto, esperando algún gemido o el ruido de unos pasos. Pero nada.

Giré hacia el salón confiado, cuando me encontré con el anciano del cúbito reluciente a cinco metros de mí, lo único que nos separaba era la distancia y el sofá en el que la noche anterior había dormido Bronco antes de encerrarnos en el sótano.

Los pelos se me pusieron de punta, me quedé petrificado mientras observaba a aquel ser que me miraba atónito, parecía que no se podía creer lo que estaba viendo y menos yo.

Bronco al verlo lanzó un sonoro ladrido el cual fue acallado por un pisotón que di yo al suelo.

El maldito perro me había entendido.

- ¿Hola?- Dije esperando una respuesta.

Únicamente me miraba.

- ¿Puede oirme?-


A la segunda llamada de atención frunció el ceño y apretó los dientes con fuerza mientras estiraba un brazo para intentar alcanzarme aún estando a cinco metros de distancia.

Eso no me gustaba ni un pelo.

Saqué muy lentamente una flecha de la mochila a la vez que retrocedía.
Empezó a caminar hacia mí muy lentamente.

- ¡Hey Hey! ¡No se mueva maldita sea!

No hacía caso a mis advertencias.
Tensé la cuerda del arco y cerré el ojo izquierdo para tener más percepción de la trayectoria del disparo.
-¡ No me obligue a hacerlo!

El anciano seguía avanzando.

Solté la cuerda.
La flecha voló fugaz a lo largo de los tres metros que ahora nos separaban y le impactó en el pecho haciendo que se desplomara sobre el duro suelo de madera.

Me quedé paralizado. No quería disparar. Solté la cuerda por algo que la cabeza me dijo, algo que tenía miedo y estaba confuso. Mantube los brazos en el aire en posicion de disparo durante quince o veinte segundos, con los ojos como platos.
Hasta que reaccioné.

No podía ver su cuerpo por culpa del sofá, así que me acerqué muy lentamente con el hacha en la mano.

Allí estaba, tumbado de lado con una flecha que le atravesaba el torax.
Debía tener unos ochenta años, una sangre muy espesa le salía de la boca y la nariz. Estaba casado, o al menos eso decía el anillo del dedo anular, el reloj que tenía connotaba categoría, la camisa y los pantalones estaban destrozados, pero sus zapatos estaban relucientes, era algo que me llamó la atención enormemente. Decidí no implicarme más emocionalmente con aquel individuo, ya estaba muerto, y apenarme por ello no me ayudaría.
Decidí tomarle el pulso. Al tocarle me levanté de un salto, el cuerpo estaba helado. ¿Si había muerto hace unos segundos como era posible? El ridículo pensamiento de película de serie B se me volvió a pasar por la cabeza.

«Puede que no sea tan ridículo» pensé.

- ¿Que digo? Menuda gilipollez - Dije mientras recuperaba la flecha del cuerpo.

Fué entonces, cuando saqué la flecha. El anciano abrió los ojos.

-¡JODER! -

Me lanzé hacia atrás a la vez que le propinaba un hachazo en la cabeza..
Se quedó con los ojos abiertos enfocados hacia mí, pero no se movía.

Me quedé petrificado en el suelo respirando con celeridad.


He matado a alguien...
Juraria que estaba muerto...
No me lo creo...
Como es posible...
Debo estar soñando...


Eran pensamientos que volaban en mi cabeza.

El perro se me acercó y me lanzó un lametón en la cara en un intento de consolarme.
Se sentó a mi lado y se puso a contemplar el cadáver.

La ficción se había echo realidad.

-¡Tienes que afrontarlo joder!-
-¡Te he dicho que no puedo! ¡ No puedo salir ahí afuera! ¿¡No lo entiendes!?-
-¡Llevo soportando esto durante dos putos años! ¡No puedo salir con mi novio, no puedo ir al cine, al teatro, a cenar! ¡Y sí si que lo entiendo! ¡Entiendo que eres un egoísta y un cobarde! ¡ Entiendo que no quieres afrontarlo, que estas muy bien aquí adentro, pero yo no! ¡Eso debería ser razón suficiente para que salgas ahí afuera y afrontes el mundo real!-
-¡Sabías a lo que te enfrentabas al volver conmigo! ¡Lo sabías desde el principio!
¡ Pero no, te daba pena que justo el día en que me dejastes perdiera toda mi vida ! ¡ Por tí yo acabé en aquel pub ahogando las penas con mis amigos ! ¡ Por que me dejastes ! -

Sin mediar palabra subió al piso de arriba, yo me quedé en la cocina atragantándome con mi orgullo mientras miraba por la ventana. A los cinco minutos ella bajó.

- No volverás a verme en tu vida... -
- ¡Pues vete, largate! -
No pensaba lo que decía...

Todo se podría haber solucionado, mis últimas palabras fueron las que hicieron que se marchara para siempre sin dejar rastro, podría haber salido, llevado una vida normal con la única mujer a la que he amado, pero me dejó, me dejo por que fuí un egoísta...
En el fondo la entendía, ¿Quién querría estar con un enfermo como yo?.

-... Sandra... Por favor... vuelve... sé la razón para que pueda volver a salir... -

Siempre saltaba el buzón de voz. Lo único que podía hacer era dejarle mensajes que nunca respondió.

En el fondo siempre la culpé, siempre la culpé de lo patética que era mi vida desde aquél día, pero jamás se lo había dicho, hasta el día que se fué definitivamente.

Dos instintos potenciados por mi enfermedad me impedían hacer lo que más deseaba en el mundo en aquellos momentos, la autoconservación y la cobardía. Más de una vez colgué una soga del techo y me planté frente a un bote de pastillas, pero era demasiado cobarde como para terminar el trabajo.

Después de algunos meses lo superé... llevé mi vida como antes pero sin la compañía de Sandra...
Mi día a día era pura monotonía, sino me pasaba la noche en vela me despertaba a las diez de la mañana, me preparaba un café y corría durante cuarenta y cinco minutos en la cinta, hacía algunos ejercicios y almorzaba. El resto de la tarde la pasaba escribiendo, leyendo o viendo el televisor...

Todo fué relativamente bien hasta el veintiuno de Marzo de 2009. Las primeras noticias graves de la guerra...

-Dios... lo que me faltaba... una razón más por la que no salir de aquí...-

Ese día apagué el televisor y no volví a encenderlo hasta un mes después, cuando ya nisiquiera emitían.

No es por joder, pero desde que conozco a batousai me ha cambiado ¬¬.

Lo digo por que hay doble post en esta página, si te das cuenta los mensajes no llegan a 24 horas de diferencia.

Hombre, la regla no son 24 horas exactas, y que quieres que le haga chico si nadie postea xDD. Cada noche escribo dos capitulos y subo uno a la mañana siguiente. Y si battou no ma echao la bronca es por que las horas le parecen considerables.

A mi me hizo la jugada una vez cuando quedaban 5 minutos o por ahí para las 24 horas xD.

Pd: Esta bien el relato, solo le faltan pingüinos ninjas xD