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Segunda prueba
¿Furulas?
la última lágrima (capítulo 1)
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arturo864
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Gracias. Cap 19, 20, 21
Dedo amputado, gracias por las recomendaciones, he visto rec 1 y resident evil 3, me parecieron buenas, también he visto portadores, lo que me gustó de esa fue la forma en que el tipo la relataba, también he visto soy legenda, en la que al público se los ponen como zombis, pero investigué que son como vampiros, en fin, tengo una larga fila de libros y películas, en las próximas semanas veré algunas, de nuevo, gracias.
Cap. 19.
Nos dirigimos a un pequeño refugio, en el campo- dijo Karen.
Armando miró a Mónica como si quisiera decirle algo sin que nos dieramos cuenta.
¿Y por qué se detuvieron? ¿gasolina?- preguntó Mónica.
No, no sabíamos si debíamos continuar de noche o parar a dormir- contestó Elliot.
Ahora veo- dijo Armando
¿Por qué los matan? creo que si solo estuvieran aquí, ellos no vendrían a buscarlos, matarlos para defenderse es comprensible, pero por diversión, no se, parece algo sádico, digo, son personas- decía Karen, Armando hizo una mueca.
Sean lo que sean, son todo menos personas, siempre lo ha dicho, son seres humanos, son de nuestra especie, pero hay mucha diferencia en ser humano a ser persona, las personas somos nosotros, los que amamos y pensamos y sobrevivimos, podemos comunicarnos, podemos querer, ellos no, ellos solo comen- contestó Armando enojado.
Pero, no se matan entre ellos, he visto cadáveres de rojos y no tienen heridas, mueren de hambre- dijo Elliot.
Son muy inocentes- dijo Mónica.
No, solo digo que la punica diferencia entre ellos y nosotros es un estúpido virus, no se si ésto te moleste Armando, pero ellos alguna vez fueron como nosotros, ellos fueron niños, ellos fueron novios, ellos fueron héroes, ellos fueron "personas"-
No es que me moleste Elliot, es que no lo entiendes, ellos no son como nosotros y nunca volverán a ser como nosotros, ellos ahora son otra especie, otra cosa muy alejada de nosotros-
Bueno, sea como sea, morirán, no hay duda, de hambre o por el virus, morirán- terminó Mónica y de nuevo el silencio dominó.
Minutos más tarde Karen le preguntó.
Y ustedes ¿cómo sobrevivieron?-
Fue algo horrible- dijo Armando.
No nos gusta mucho hablar de eso- completó Mónica.
Entonces quieren decir que alguien más se los ha preguntado, ¿a cuántos sobrevivientes han conocido?- preguntó Elliot.
No muchos, nos apartamos cuando todo empezó- dijo Mónica, en eso Elliot tuvo oportunidad de observar la ropa que llevaban, Mónica llevaba un vestido sucio y Armando lo que parecía un traje.
Creo que han pasado aquí mucho tiempo por lo que veo- dijo Karen.
Si, acertaste- dijo Mónica.
y ¿Cómo han hecho para conseguir comida?- preguntó Elliot.
Hay conejos por éstos lugares, no son muy difíciles de atrapar, solo construyes la trampa, y listo. Lo bueno de los conejos es que no han sido infectados como los perros- dijo Mónica.
Y ¿Qué tal ustedes? ¿cómo han hecho para sobrevivir?-
Bueno, hasta hace un par de semanas vivíamos en un refugio, éramos como cuarenta o cincuenta, hasta que los rojos nos atacaron, habíamos pasado como cuatro meses ahí, tuvimos que quemar el lugar, sólo sobrevivimos tres, nosotros y otro hombre que prefirió seguir solo- Karen habló para evitarle la molestia a Elliot.
Está infectado, pero no como los demás, no pierde la cordura, solo le salen tumores y muere poco a poco, ya no es capáz de infectar- dijo Elliot.
Muchas de éstas porquerías se están volviendo listas, antes todas se acercaban al fuego, todos, todos morían, ahora muchos conservan su distancia, a veces intentan tocarlo, otros han intentado tomar madera o algún objeto largo y quemarlo. Se vuelven más inteligentes- dijo Armando golpeando su frente con el índice.
Probablemente no sea prudente dejar el fuego a su alcance, ¿quée tal que en una de esas aprenden a usarlo? hace tiempo conocí a un hombre que decía que los rojos tenían unas extrañas costumbres, que nos vigilaban. Ellos pueden parecer tontos, salvages, pero se están volviendo listos, y eso es peligroso- dijo Elliot.
Hubo silencio de nuevo, a lo lejos se escuchaban los gritos de los rojos agonizantes.
Cuéntenos lo que les ha pasado, estoy muy interesada- dijo Karen con mucho ánimo.
Es una larga historia- dijo Mónica.
Intenten resimurla-
De acuerdo-
Aquí termina el capítulo 19 de "La última lágrima", por su atención, gracias
Hola, soy Arturo, quería comentarles, ¿qué les parecería si los rojos se vuelven inteligentes y haces una especie de tribu? yo creo que sería interesante, pero quiero saber lo que ustedes opinan. Gracias!-
Capítulo 20. "La historia de Armando".
Desperté el viernes trágico, parecía un día normal, en la peparatoria a la que asistíamos no se trataba mucho el tema de la gripe púrpura, como dije, parecía un día normal. Es gracioso, como muchas veces no nos damos cuenta de lo que va a suceder, y si lo hacemos, no tenemos ni pisca de idea de lo que tendremos que hacer para sobrevivir. El sol de ese día era rojo, no se si es verdad lo que dicen que en cada tragedia el sol se pintaba de rojo, bueno, almenos ese día así fue. Teníamos que ir a una boda saliendo de la prepa, ibamos a ir Mónica, un amigo llamado Mario, una amiga llamada Marcela, y en el camino recogeríamos a una mujer llamada Laura.
Para que nos diera más tiempo de llegar a la fiesta, le propuse a Mónica que nos retiráramos un par de horas más temprano de lo planeado, a lo cual accedió, posteriormente les avisamos a Mario y a Marcela, solo tengo el premiso para conducir, la licencia no, pero ¿A quién le importa?. Así que nos apresuramos, salimos de la clase que teníamos y fuimos a cambiarnos de ropa a los baños, tenía que ser una maneobra rápida para que los profesores no se dieran cuenta, nos pusimos la ropa que tenemos puesta.
Habíamos quedado de vernos en el estacionamiento, ahí estábamos los cuatro, subimos a la camioneta, yo conducía, ese día no había desayunado, así que les dije a los demás que con el tiempo que nos sobraba podíamos pasar a comer algo en el camino, también accedieron.
Llegamos al lugar en donde recogeríamos a Laura, y ahí estaba, era como unos diez años mayor que nosotros, inmediatamente después de que Laura subió a la camioneta escuchamos un reportaje en la radio, estábamos escuchando música, cuando la interrumpieron, el reportaje informaba que el mundo había sido infectado, bla bla bla, era muy temprano y creimos que nos estaban gastando una broma, así que continuamos nuestro camino a la fiesta, primero pasaríamos a un restaurante, el hambre me desespera.
Entonces el caos comenzó. No solo eran coches, habían personas corriendo, gritando, muriendo, jamás había visto algo paecido, volvieron a transmitir un mensaje por la radio, fue cuando les creimos, nuestros padres y conocidos, estaban en la fiesta, debíamos avisar, pero Mario necesitaba un baño y yo necesitaba comer, creimos que sería buena idea parar, relajarnos, pensar la cosas y después largarnos.
Que mala idea. Encontramos un buen restaurante, ahí todavía no llegaban los infectados, o todavía no se les detonaba el virus. Cuando nos estacionamos, me quité el saco y me aflojé la corbata, Mario se la quitó, Las chicas llevaban vestido, entonces bajamos de la camioneta y entramos al lugar, se sentía una atmósfera extraña, escogimos una mesa, el mesero nos llevó a ella, entonces mi teléfono celular sonó, era mi padre, me decía que viniera de inmediato, traté de disimularlo frente a mis amigos.
Los meseros nos veían de una forma muy rara, Mario, Marcela y yo queríamos ir al baño, así que fuimos, yo solo quería ir para enjuagarme el rostro, Mario iba a tardar un par de minutos más al igual que Marcela, salí del baño, había un mesero hablando con otro, escuché algo de matar a todos los que estaban en el lugar, ellos estaban dentro de un cuarto, así que me acerqué más a la puerta para escuchar mejor y me quité la corbata, en eso, el mesero salió, casi me golpeó la cara con la puerta, entonces retrocedí, me vió el mesero, llevaba una escopeta entre las manos, de milagro tuve la agilidad para arrebatársela, él me pateó, todo fue en silencio, tomé mi corbata y me las arreglé para colocarme detrás del mesero, hize un círculo con la corbata alrededor de su cuello y apreté, apreté, cubrí su boca con mi mano, me mordió, pero ignoré el dolor, apreté más, más, y más, hasta que el hombre dejó de moverse, me amarré la corbata en la mano y fui corriendo hasta donde estaban Laura y Mónica.
Les conté lo que había pasado, no me creían, escribí una nota para Mario y Marcela, debíamos salir de aquel lugar, habíamos entrado en una trampa.
Los meseros y el personal del lugar creían que todos los clientes estaban infectados y estaban decididos a asesinarnos.
Dejé la nota y me puse de pie, Laura me tomó de la mano para que no me fuera y dijo que debíamos esperar a Mario y a Marcela, yo le dije que ellos estarían bien, Mario siempre cargaba con una navaja.
Un hombre se paró en la entrada del restaurante, debía ser el dueño del lugar, dijo que todos salieran, o de lo contrario los matarían, nosotros nos pusimos en pie, en realidad no me arrepiento de haber dejado a Mario y a Marcela atrás, se que si no lo hubiera hecho, ahora estaría muerto, y aquí sigo, así que fue una buena decisión.
En ese momento no sabía si estaba haciendo bien o mal, no me importó, le dije a Mónica -tenemos que salir de aquí-, ella me miró extrañada -hay que esperar a los otros- dijo, al diablo, pensé, yo no me iba a dejar morir.
El hombre sacó una semiautomática, apuntó a los que estaban, de derecha a izquierda -¿no se van?- preguntó, unas cuantas personas se fueron, los demás, no se que les pasaba, si estaban paralizados o si les daba más miedo lo que hubiera afuera, yo me aproximé a la salida, escuché la voz de Mario, pensé que nos estaba siguiendo, así que salí, detrás de mi saliron Mónica y Laura, el cuanto salimos escuchamos disparos, gritos, me ardían los ojos "maldita sea" pensé, Mario no estaba con nosotros, ni Marcela. Laura y Mónica no decían palabra.
Subimos a la camioneta, No la encendí, Mónica me miró, yo seguía escuchando los disparos, Mario todavía no salía, yo creo que Marcela seguía en el baño y Mario la estaba esperando, no se si esperó demasiado.
Golpeé el tablero, entonces uno de los meseros salió, con la escopeta, empezó a disparar a los autos, encendía la camioneta, el mesero iba a matar a una familia que estaba subiendo a su auto, puse la reversa, atropellé al mesero, bajé de la camioneta y le quité de las manos la escopeta, postreriormente nos largamos.
Nos dirigíamos a la fiesta, probablemente encontraría a mi padre, pero no asbría que decirle a los padres de Mario y de Marcela.
A la mitad del camino, Laura vomitó, hizo unos ruidos extraños, y después vomitó, pero no era vómito, era sangre, frené, volteé, y tomé la escopeta, Laura seguía consciente, le ordené que bajara del auto, ella estaba agachada, tardó, pero evitó que la asesinara.
No sabía que hacer, solo necesitaba llegar a la boda, necesitaba ver a mi padre.
Ya casi llegábamos, la escopeta temblaba en las manos de Mónica.
Finalmente llegamos, el lugar estaba abandonado, bueno, no había nadie vivo, ni rojo ni sano, pero habían cadáveres, y uno de ellos era mi padre-
Una lágrima se asomó del ojo de Armando, pero se resistió completamente a terminar de salir.
Nunca pensé que algo así podría pasar, es algo tremendo, en la mañana lo vi, ahí estaba, con su café, con el periódico, y horas después, no se movía, ni se movería de nuevo-
Algo de lo que me alegro es de nunca haber encontrado los cuerpos de mis padres- dijo Elliot.
Si es preferible, creeme, es una sensación horrible-
Bueno, ¿qué les parece si dejamos de hablar de ésto?- a Mónica se le notaba un tanto ansiosa.
A lo que me refiero- dijo Mónica -miren, iré directo al punto, no me haré la estúpida, ustedes tienen un auto, y un refugio, y nosotros necesitamos eso, además nosotros podemos breindarles protección, comida y compañía ¿Qué les parece si nos quedamos un tiempo juntos?-
Karen miró a Elliot de una forma inquisitiva.
Y ¿cómo sabemos que no nos matarán y nos robarán nuestras armas y nuestra comida, o que nos abandonarán en el peor momento?- decía Karen mirando fijamente a Armando.
Haremos un pacto. ¿Qué les parece si las rondas las hacemos de dos en dos?- dijo Armando.
¿Qué quieres decir?-
Si, la primera ronda la hacen Karen y Mónica, la segunda Elliot y yo, la tercera yo y Karen, y la cuarta Elliot y Mónica. No hay forma en que nos traicionemos- terminando de decir eso Armando ofreció su mano a Elliot como símbolo de sello al trato.
Elliot lo pensó un poco, al final le dio la mano.
Bueno, ahora somos un equipo- dijo Karen -creo que pueden haber accidentes hasta en el mejor equipo, así que sabemos que los rojos no pueden hablar, solo gruñir, para no lastimar a uno de los nuestros, cuando no estemos seguros, y no veamos a la víctima, hay que preguntar si están sanos antes de disparar, si no responden, entonces disparan. ¿Vale?-
Me parece algo útil- dijo Mónica, los demás accedieron.
Otra regla que tenemos- Mónica hablaba en un tono misterioso -no matar a ninguno que no sea rojo-
Eso si me parece bien, a menos que esté loco o nos quiera matar-
Claro, no dejarmeos que nadie nos lastime-
Y cada quien llevará las armas que son suyas, no las de los demás, está bien que confiemos, pero mucha confianza podría ser mala, ya sea de ustedes a nosotros o de nosotros a ustedes- dedujo Elliot, los demás aceptaron.
Y ¿a qué se supone que nos vamos a dedicar?- preguntó Karen -¿seguiremos matando rojos?-
Planeábamos quemar la ciudad- dijo Mónica.
Pero no eramos suficientes- completó Armando y miró a Mónica.
¿ustedes nos ayudarán?- perguntó Mónica.
Tenemos que platicarlo, pero ¿cómo que quemar la ciudad?-
Si, queríamos quemar diario un pedazo grande, terminaríamos en unos años, y podríamos vivir ahí sin temor a uno de esos indeseables rojos nos atrapara-
Debe de ser fácil, dudo que esas cosas puedan tener hijos- dijo Mónica.
Cada día serían menos, cada día tendríamos más posibilidades de vivir- concluyó Karen.
Es algo que debemos pensar con calma- le sugirió Elliot -no lo tomen a mal, pero ya hemos estado sometidos a muchos peligros-
Si, tu decídelo- le dijo Armando.
Bueno, creo que nos caería bien dormir un poco, mañana iremos al refugio que dicen, que descancen- dijo Mónica.
Aquí termina el capítulo 20 de la última lágrima, por su atención, gracias.
Capítulo 21. "Regresar a casa".
Se que nunca regresaría a casa, casa para mi eran mis seres queridos, todos ellos y pláticas, ya saben, una vida normal, aunque debo admitir que eso de vida normal no existe, aún antes del virus, no pueden existir o no pudieron existir las vidas perfectas, siempre hay una falla, mínima pero la hay, me estoy desviando mucho, a lo que iba, nunca regresaría a casa, aunque en éste momento probablemente se estuviera formando una nueva casa para mi, mi nueva casa en construcción eran una chica grosera y a quien no había visto desde hace un par de años, un tipo de mal carácter, y que quería asesinarnos y una chica tanto como el universo, en fin, parecía que esa casa tardaría mucho en terminar de construirse. Aunque para Karen regresar a casa era eso, regresar a un lugar por más vacío que éste fuera, a ella no le importaban mucho las personas, para ella había algo más importante, ella creía que lo que importaba era la escencia, como un perfume que las personas dejan en los lugares en donde estuvieron, y ahora que lo veo, tiene cierto color de verdad, las personas pueden herirte, la escencia o una fotografía no pueden, Karen quería sentirse segura, y segura era lejos de las personas que había conocido, nosotro tres éramos una pequeña falla en su regla antisocial, ya que éramos lo último de la sociedad que no rugía y comía a sus semejantes, al final, creo que a Karen le agradará regresar a casa, me lo ha dicho ayer que no podía dormir. Salí de la pequeña y miserable construcción, quería ver las estrellas, la noche era preciosa. El lugar a donde vamos fue alguna vez su casa, aunque me ha confesado que muchos de los recuerdos son malos, me ha pedido que no le pregunte nada más sobre su antigua vida.
Elliot- dijo Karen, y Elliot soltó la pluma que tenía en su mano, se puso en pie, estaba recargado en una de las llantas de la camioneta, ya era de día, una soleada mañana.
Perdón, estaba escribiendo- contestó éste.
A propósito, encontré una libreta y unas plumas, creo que te gustarán- dijo Karen.
Gracias, ¿ya nos vamos?-
Hay que esperar unos minutos más a que despierten Mónica y Armando-
Bien, sobre lo de ayer, no se que decidir, tu elige-
Pues, me gustaría saber que ya no hay más rojos en los alrededores, si, quiero que nos unamos a su matanza-
¿Recuerdas lo que pasó con Gill?-
Si, pero éstos rojos han destruido todo lo que nos quedaba, quiero venganza-
Bien, lo haremos con cuidado- terminó Elliot. En eso Mónica salió de la pequeña vivienda y se aproximó hasta donde estaban ellos, en la cerretera.
Hola- saludó, Elliot y Karen se limitaron a mover la mano.
¿Cómo amanecieron?- preguntó Mónica.
Vivos por suerte- dijo Karen.
Armando ya despertó, viene en seguida- dijo Mónica, los demás vieron a Armando caminar por el pasto hasta la carretera.
Bueno, ya estamos completos- dijo el último miembro de la nueva pandilla.
Estábamos a mitad del camino, llegaremos en la tarde, hay que mover algunos autos del camino- dijo Karen, acto seguido, todos subieron a la camioneta.
¿De dónde sacaron ésto?- dijo Armando.
De la agencia- contestó Elliot -es bonita, ¿no crees?-
Si, ya lo creo-
Karen manejó la camioneta, mientras que Elliot y Armando eran quienes bajaban a mover uno que otro auto del camino.
Si, llegaron al refugio en la tarde, el lugar estaba un poco oculto, había que entrar por un camino sin pavimentar, dar un par de vueltas, y ahí estaba una clase de cabaña, era muy bonita, todos bajaron de la camioneta, atrás había un pequeño huerto, y la casa estaba bien construida, en ella cabían unas siete personas, había una campana en la puerta, cuatro habitaciones, no habían baños, había una letrina, y un pozo para ellos solos, por fin podrían tomar un baño.
Hay reglas para ésto- dijo Karen mirando el pozo -nos bañaremos cada semana, hemos estado muy sucios y creo que una semana es un buen plazo de tiempo para evitar acabarnos el agua, hay mucha, pero mientras más la cuidemos, mejor-
Yo pido bañarme hoy, y dentro de una semana- dijo Elliot -es que tengo rastros de sangre de rojo, me estuvieron persiguiendo hace un par de días-
Bien, a mi me toca mañana- dijo Karen.
Yo pido un día después- dijo Mónica.
Y yo después de ti- dijo Armando.
Perfecto, las letrinas las pueden ocupar cuando quieran, todavía hay papel, pero en un par de vidas tendremos que arriesgar nuestras vidas para conseguir más- dijo Karen.
No se alejen mucho de la cabaña, podría verlos un rojo, o podrían preocuparnos-
Una vez puestas las reglas, entraron en la cabaña.
Hay, hace calor, si tan solo tuvieramos un ventilador y energía eléctrica- decía Mónica mientras se acostaba en la cama del cuarto en el que dormiría. Mientras tanto, Elliot estaba afuera sacando agua del pozo, ya le hacía falta un baño, la sangre de rojo tenía un olor penetrante, el agua era fría, así era más refrescante, hacía un calor terrible, tan pronto terminó de llenar las dos cubetas que habían fue a la ducha.
Armando preparaba una trampa para conejos, el plan era fácil, debían hacer su propio criadero, para eso, Armando debía atrapar suficientes conejos, tenía un poco de experiencia con eso.
Estoy aburrida- dijo Mónica en la sala y se sentó en el sillón junto a Karen.
No hay mucho que hacer aquí, es más entretenido matar rojos, por cierto, Elliot me dijo que yo tenía que decidir, y decidí acompañarlos en su plan, los ayudaremos a quemar la ciudad-
De acuerdo, tomará un par de años, pero podremos regresar y dormir tranquilos-
Como me gustaría poder ver un poco de televisión...- Karen suspiró.
O escuchar algo de música- Agregó Mónica.
Creo que ésto es lo peor de vivir entre un montón de infectados, no hay ni televisión, ni ra...- Karen dejó de hablar, recordó lo que había oído en la radio con Elliot, en la cafetería.
¿Crees que sea posible que todavía está alguien afuera tratando de reunir sobrevivientes? es que antes de venir, Elliot y yo encontramos un radio, traté de sintonizarlo, y al principio se escuchó algo, fue muy intrigante, no pude volver a captar la señal-
Posiblemente, no creo que sea bueno perder todas las esperanzas, yo confío en que algún día encontraremos un gran refugio, donde vivan todos los últimos habitantes del mundo, que sea como una villa, para mí eso sería mi hogar-
Para mí el hogar sería algo como ésto, ésto es mi hogar, he vivido aquí muchos años, bueno, pasaba de vacaciones, como sea, tengo muchos recuerdos de éste lugar, quiero borrar algunos, pero me resulta imposible-
Osea que tu conoces todo ésto, la casa, los alrededores, todo-
Todo, hace tiempo, cuando había gente, bueno, gente si hemorragias y tendencias caníbales, en esos tiempos éste lugar se veía muy bpnito, ahora está un poco descuidado, pero quiero que en ésta semana lo limpiemos-
A propósito, ¿sabes qué día es?- preguntó Mónica.
No, me refiero a semana como el plazo de siete días, pero no se que día es-
Ah, esque perdí la cuenta hace unos días, solo se que estamos a finales de abril, o a principios de mayo, algo así, pero no se que día es-
En eso llegó Armando.
He colocado un par de trampas, están muy cerca, si hay comida en los alrededores, mañana lo sabremos- dijo.
Mientras tanto, Elliot seguía en la ducha, era muy relajante, agua fría, de su cabello casi salía lodo, el olor poco a poco se desprendía de él, la sangre seca. Cuando acabó casi no podía reconocerse, su cabello estaba maltratado, largo, y se veía extraño, él nunca había usado el cabello tan largo, se le veía bien, pero era una sensación extraña, estar limpio por fin, la cicatriz se le notaba mucho, un corte que iba desde su ojo hasta su barbilla, eso lo ponía un poco trste, el que alguna vez fue Elliot nunca volvería a ser el mismo después del 20 de noviembre del 2009. Sus uñas también estaban muy largas, después buscaría algo para limarlas, una podría rompersele, podría dejar una herida en el dedo, y eso le podría traer problemas. Se puso de nuevo la ropa, la chamarra y las guantaletas no, pues hacía mucho calor.
¡Guau! de hecho podría decir que no eres tan feo- dijo Karen al verlo limpio.
Gracias, pero ésta cicatríz no me favorece nada-
Vas a seguir con eso, ¿qué no estiendes que fue un accidente?-
¿Tu le hiciste ese corte?- preguntó Armando extrañado.
Fue un accidente, eso le pasa por darme cuchillos-
Imaginate si te hubiera dado la pistola- terminó Elliot.
Como sea, te da estilo, te vess...emmm...rudo- dijo Karen enfatizando la última palabra como si hubiera sido muy dificil encontrar la palabra adecuada.
¿Qué hacemos? estoy aburrida- dijo Mónica y se llevó las manos a la cara.
Es verdad, nunca había estado tan aburrido- confesó Elliot.
Cap. 19.
Nos dirigimos a un pequeño refugio, en el campo- dijo Karen.
Armando miró a Mónica como si quisiera decirle algo sin que nos dieramos cuenta.
¿Y por qué se detuvieron? ¿gasolina?- preguntó Mónica.
No, no sabíamos si debíamos continuar de noche o parar a dormir- contestó Elliot.
Ahora veo- dijo Armando
¿Por qué los matan? creo que si solo estuvieran aquí, ellos no vendrían a buscarlos, matarlos para defenderse es comprensible, pero por diversión, no se, parece algo sádico, digo, son personas- decía Karen, Armando hizo una mueca.
Sean lo que sean, son todo menos personas, siempre lo ha dicho, son seres humanos, son de nuestra especie, pero hay mucha diferencia en ser humano a ser persona, las personas somos nosotros, los que amamos y pensamos y sobrevivimos, podemos comunicarnos, podemos querer, ellos no, ellos solo comen- contestó Armando enojado.
Pero, no se matan entre ellos, he visto cadáveres de rojos y no tienen heridas, mueren de hambre- dijo Elliot.
Son muy inocentes- dijo Mónica.
No, solo digo que la punica diferencia entre ellos y nosotros es un estúpido virus, no se si ésto te moleste Armando, pero ellos alguna vez fueron como nosotros, ellos fueron niños, ellos fueron novios, ellos fueron héroes, ellos fueron "personas"-
No es que me moleste Elliot, es que no lo entiendes, ellos no son como nosotros y nunca volverán a ser como nosotros, ellos ahora son otra especie, otra cosa muy alejada de nosotros-
Bueno, sea como sea, morirán, no hay duda, de hambre o por el virus, morirán- terminó Mónica y de nuevo el silencio dominó.
Minutos más tarde Karen le preguntó.
Y ustedes ¿cómo sobrevivieron?-
Fue algo horrible- dijo Armando.
No nos gusta mucho hablar de eso- completó Mónica.
Entonces quieren decir que alguien más se los ha preguntado, ¿a cuántos sobrevivientes han conocido?- preguntó Elliot.
No muchos, nos apartamos cuando todo empezó- dijo Mónica, en eso Elliot tuvo oportunidad de observar la ropa que llevaban, Mónica llevaba un vestido sucio y Armando lo que parecía un traje.
Creo que han pasado aquí mucho tiempo por lo que veo- dijo Karen.
Si, acertaste- dijo Mónica.
y ¿Cómo han hecho para conseguir comida?- preguntó Elliot.
Hay conejos por éstos lugares, no son muy difíciles de atrapar, solo construyes la trampa, y listo. Lo bueno de los conejos es que no han sido infectados como los perros- dijo Mónica.
Y ¿Qué tal ustedes? ¿cómo han hecho para sobrevivir?-
Bueno, hasta hace un par de semanas vivíamos en un refugio, éramos como cuarenta o cincuenta, hasta que los rojos nos atacaron, habíamos pasado como cuatro meses ahí, tuvimos que quemar el lugar, sólo sobrevivimos tres, nosotros y otro hombre que prefirió seguir solo- Karen habló para evitarle la molestia a Elliot.
Está infectado, pero no como los demás, no pierde la cordura, solo le salen tumores y muere poco a poco, ya no es capáz de infectar- dijo Elliot.
Muchas de éstas porquerías se están volviendo listas, antes todas se acercaban al fuego, todos, todos morían, ahora muchos conservan su distancia, a veces intentan tocarlo, otros han intentado tomar madera o algún objeto largo y quemarlo. Se vuelven más inteligentes- dijo Armando golpeando su frente con el índice.
Probablemente no sea prudente dejar el fuego a su alcance, ¿quée tal que en una de esas aprenden a usarlo? hace tiempo conocí a un hombre que decía que los rojos tenían unas extrañas costumbres, que nos vigilaban. Ellos pueden parecer tontos, salvages, pero se están volviendo listos, y eso es peligroso- dijo Elliot.
Hubo silencio de nuevo, a lo lejos se escuchaban los gritos de los rojos agonizantes.
Cuéntenos lo que les ha pasado, estoy muy interesada- dijo Karen con mucho ánimo.
Es una larga historia- dijo Mónica.
Intenten resimurla-
De acuerdo-
Aquí termina el capítulo 19 de "La última lágrima", por su atención, gracias
Hola, soy Arturo, quería comentarles, ¿qué les parecería si los rojos se vuelven inteligentes y haces una especie de tribu? yo creo que sería interesante, pero quiero saber lo que ustedes opinan. Gracias!-
Capítulo 20. "La historia de Armando".
Desperté el viernes trágico, parecía un día normal, en la peparatoria a la que asistíamos no se trataba mucho el tema de la gripe púrpura, como dije, parecía un día normal. Es gracioso, como muchas veces no nos damos cuenta de lo que va a suceder, y si lo hacemos, no tenemos ni pisca de idea de lo que tendremos que hacer para sobrevivir. El sol de ese día era rojo, no se si es verdad lo que dicen que en cada tragedia el sol se pintaba de rojo, bueno, almenos ese día así fue. Teníamos que ir a una boda saliendo de la prepa, ibamos a ir Mónica, un amigo llamado Mario, una amiga llamada Marcela, y en el camino recogeríamos a una mujer llamada Laura.
Para que nos diera más tiempo de llegar a la fiesta, le propuse a Mónica que nos retiráramos un par de horas más temprano de lo planeado, a lo cual accedió, posteriormente les avisamos a Mario y a Marcela, solo tengo el premiso para conducir, la licencia no, pero ¿A quién le importa?. Así que nos apresuramos, salimos de la clase que teníamos y fuimos a cambiarnos de ropa a los baños, tenía que ser una maneobra rápida para que los profesores no se dieran cuenta, nos pusimos la ropa que tenemos puesta.
Habíamos quedado de vernos en el estacionamiento, ahí estábamos los cuatro, subimos a la camioneta, yo conducía, ese día no había desayunado, así que les dije a los demás que con el tiempo que nos sobraba podíamos pasar a comer algo en el camino, también accedieron.
Llegamos al lugar en donde recogeríamos a Laura, y ahí estaba, era como unos diez años mayor que nosotros, inmediatamente después de que Laura subió a la camioneta escuchamos un reportaje en la radio, estábamos escuchando música, cuando la interrumpieron, el reportaje informaba que el mundo había sido infectado, bla bla bla, era muy temprano y creimos que nos estaban gastando una broma, así que continuamos nuestro camino a la fiesta, primero pasaríamos a un restaurante, el hambre me desespera.
Entonces el caos comenzó. No solo eran coches, habían personas corriendo, gritando, muriendo, jamás había visto algo paecido, volvieron a transmitir un mensaje por la radio, fue cuando les creimos, nuestros padres y conocidos, estaban en la fiesta, debíamos avisar, pero Mario necesitaba un baño y yo necesitaba comer, creimos que sería buena idea parar, relajarnos, pensar la cosas y después largarnos.
Que mala idea. Encontramos un buen restaurante, ahí todavía no llegaban los infectados, o todavía no se les detonaba el virus. Cuando nos estacionamos, me quité el saco y me aflojé la corbata, Mario se la quitó, Las chicas llevaban vestido, entonces bajamos de la camioneta y entramos al lugar, se sentía una atmósfera extraña, escogimos una mesa, el mesero nos llevó a ella, entonces mi teléfono celular sonó, era mi padre, me decía que viniera de inmediato, traté de disimularlo frente a mis amigos.
Los meseros nos veían de una forma muy rara, Mario, Marcela y yo queríamos ir al baño, así que fuimos, yo solo quería ir para enjuagarme el rostro, Mario iba a tardar un par de minutos más al igual que Marcela, salí del baño, había un mesero hablando con otro, escuché algo de matar a todos los que estaban en el lugar, ellos estaban dentro de un cuarto, así que me acerqué más a la puerta para escuchar mejor y me quité la corbata, en eso, el mesero salió, casi me golpeó la cara con la puerta, entonces retrocedí, me vió el mesero, llevaba una escopeta entre las manos, de milagro tuve la agilidad para arrebatársela, él me pateó, todo fue en silencio, tomé mi corbata y me las arreglé para colocarme detrás del mesero, hize un círculo con la corbata alrededor de su cuello y apreté, apreté, cubrí su boca con mi mano, me mordió, pero ignoré el dolor, apreté más, más, y más, hasta que el hombre dejó de moverse, me amarré la corbata en la mano y fui corriendo hasta donde estaban Laura y Mónica.
Les conté lo que había pasado, no me creían, escribí una nota para Mario y Marcela, debíamos salir de aquel lugar, habíamos entrado en una trampa.
Los meseros y el personal del lugar creían que todos los clientes estaban infectados y estaban decididos a asesinarnos.
Dejé la nota y me puse de pie, Laura me tomó de la mano para que no me fuera y dijo que debíamos esperar a Mario y a Marcela, yo le dije que ellos estarían bien, Mario siempre cargaba con una navaja.
Un hombre se paró en la entrada del restaurante, debía ser el dueño del lugar, dijo que todos salieran, o de lo contrario los matarían, nosotros nos pusimos en pie, en realidad no me arrepiento de haber dejado a Mario y a Marcela atrás, se que si no lo hubiera hecho, ahora estaría muerto, y aquí sigo, así que fue una buena decisión.
En ese momento no sabía si estaba haciendo bien o mal, no me importó, le dije a Mónica -tenemos que salir de aquí-, ella me miró extrañada -hay que esperar a los otros- dijo, al diablo, pensé, yo no me iba a dejar morir.
El hombre sacó una semiautomática, apuntó a los que estaban, de derecha a izquierda -¿no se van?- preguntó, unas cuantas personas se fueron, los demás, no se que les pasaba, si estaban paralizados o si les daba más miedo lo que hubiera afuera, yo me aproximé a la salida, escuché la voz de Mario, pensé que nos estaba siguiendo, así que salí, detrás de mi saliron Mónica y Laura, el cuanto salimos escuchamos disparos, gritos, me ardían los ojos "maldita sea" pensé, Mario no estaba con nosotros, ni Marcela. Laura y Mónica no decían palabra.
Subimos a la camioneta, No la encendí, Mónica me miró, yo seguía escuchando los disparos, Mario todavía no salía, yo creo que Marcela seguía en el baño y Mario la estaba esperando, no se si esperó demasiado.
Golpeé el tablero, entonces uno de los meseros salió, con la escopeta, empezó a disparar a los autos, encendía la camioneta, el mesero iba a matar a una familia que estaba subiendo a su auto, puse la reversa, atropellé al mesero, bajé de la camioneta y le quité de las manos la escopeta, postreriormente nos largamos.
Nos dirigíamos a la fiesta, probablemente encontraría a mi padre, pero no asbría que decirle a los padres de Mario y de Marcela.
A la mitad del camino, Laura vomitó, hizo unos ruidos extraños, y después vomitó, pero no era vómito, era sangre, frené, volteé, y tomé la escopeta, Laura seguía consciente, le ordené que bajara del auto, ella estaba agachada, tardó, pero evitó que la asesinara.
No sabía que hacer, solo necesitaba llegar a la boda, necesitaba ver a mi padre.
Ya casi llegábamos, la escopeta temblaba en las manos de Mónica.
Finalmente llegamos, el lugar estaba abandonado, bueno, no había nadie vivo, ni rojo ni sano, pero habían cadáveres, y uno de ellos era mi padre-
Una lágrima se asomó del ojo de Armando, pero se resistió completamente a terminar de salir.
Nunca pensé que algo así podría pasar, es algo tremendo, en la mañana lo vi, ahí estaba, con su café, con el periódico, y horas después, no se movía, ni se movería de nuevo-
Algo de lo que me alegro es de nunca haber encontrado los cuerpos de mis padres- dijo Elliot.
Si es preferible, creeme, es una sensación horrible-
Bueno, ¿qué les parece si dejamos de hablar de ésto?- a Mónica se le notaba un tanto ansiosa.
A lo que me refiero- dijo Mónica -miren, iré directo al punto, no me haré la estúpida, ustedes tienen un auto, y un refugio, y nosotros necesitamos eso, además nosotros podemos breindarles protección, comida y compañía ¿Qué les parece si nos quedamos un tiempo juntos?-
Karen miró a Elliot de una forma inquisitiva.
Y ¿cómo sabemos que no nos matarán y nos robarán nuestras armas y nuestra comida, o que nos abandonarán en el peor momento?- decía Karen mirando fijamente a Armando.
Haremos un pacto. ¿Qué les parece si las rondas las hacemos de dos en dos?- dijo Armando.
¿Qué quieres decir?-
Si, la primera ronda la hacen Karen y Mónica, la segunda Elliot y yo, la tercera yo y Karen, y la cuarta Elliot y Mónica. No hay forma en que nos traicionemos- terminando de decir eso Armando ofreció su mano a Elliot como símbolo de sello al trato.
Elliot lo pensó un poco, al final le dio la mano.
Bueno, ahora somos un equipo- dijo Karen -creo que pueden haber accidentes hasta en el mejor equipo, así que sabemos que los rojos no pueden hablar, solo gruñir, para no lastimar a uno de los nuestros, cuando no estemos seguros, y no veamos a la víctima, hay que preguntar si están sanos antes de disparar, si no responden, entonces disparan. ¿Vale?-
Me parece algo útil- dijo Mónica, los demás accedieron.
Otra regla que tenemos- Mónica hablaba en un tono misterioso -no matar a ninguno que no sea rojo-
Eso si me parece bien, a menos que esté loco o nos quiera matar-
Claro, no dejarmeos que nadie nos lastime-
Y cada quien llevará las armas que son suyas, no las de los demás, está bien que confiemos, pero mucha confianza podría ser mala, ya sea de ustedes a nosotros o de nosotros a ustedes- dedujo Elliot, los demás aceptaron.
Y ¿a qué se supone que nos vamos a dedicar?- preguntó Karen -¿seguiremos matando rojos?-
Planeábamos quemar la ciudad- dijo Mónica.
Pero no eramos suficientes- completó Armando y miró a Mónica.
¿ustedes nos ayudarán?- perguntó Mónica.
Tenemos que platicarlo, pero ¿cómo que quemar la ciudad?-
Si, queríamos quemar diario un pedazo grande, terminaríamos en unos años, y podríamos vivir ahí sin temor a uno de esos indeseables rojos nos atrapara-
Debe de ser fácil, dudo que esas cosas puedan tener hijos- dijo Mónica.
Cada día serían menos, cada día tendríamos más posibilidades de vivir- concluyó Karen.
Es algo que debemos pensar con calma- le sugirió Elliot -no lo tomen a mal, pero ya hemos estado sometidos a muchos peligros-
Si, tu decídelo- le dijo Armando.
Bueno, creo que nos caería bien dormir un poco, mañana iremos al refugio que dicen, que descancen- dijo Mónica.
Aquí termina el capítulo 20 de la última lágrima, por su atención, gracias.
Capítulo 21. "Regresar a casa".
Se que nunca regresaría a casa, casa para mi eran mis seres queridos, todos ellos y pláticas, ya saben, una vida normal, aunque debo admitir que eso de vida normal no existe, aún antes del virus, no pueden existir o no pudieron existir las vidas perfectas, siempre hay una falla, mínima pero la hay, me estoy desviando mucho, a lo que iba, nunca regresaría a casa, aunque en éste momento probablemente se estuviera formando una nueva casa para mi, mi nueva casa en construcción eran una chica grosera y a quien no había visto desde hace un par de años, un tipo de mal carácter, y que quería asesinarnos y una chica tanto como el universo, en fin, parecía que esa casa tardaría mucho en terminar de construirse. Aunque para Karen regresar a casa era eso, regresar a un lugar por más vacío que éste fuera, a ella no le importaban mucho las personas, para ella había algo más importante, ella creía que lo que importaba era la escencia, como un perfume que las personas dejan en los lugares en donde estuvieron, y ahora que lo veo, tiene cierto color de verdad, las personas pueden herirte, la escencia o una fotografía no pueden, Karen quería sentirse segura, y segura era lejos de las personas que había conocido, nosotro tres éramos una pequeña falla en su regla antisocial, ya que éramos lo último de la sociedad que no rugía y comía a sus semejantes, al final, creo que a Karen le agradará regresar a casa, me lo ha dicho ayer que no podía dormir. Salí de la pequeña y miserable construcción, quería ver las estrellas, la noche era preciosa. El lugar a donde vamos fue alguna vez su casa, aunque me ha confesado que muchos de los recuerdos son malos, me ha pedido que no le pregunte nada más sobre su antigua vida.
Elliot- dijo Karen, y Elliot soltó la pluma que tenía en su mano, se puso en pie, estaba recargado en una de las llantas de la camioneta, ya era de día, una soleada mañana.
Perdón, estaba escribiendo- contestó éste.
A propósito, encontré una libreta y unas plumas, creo que te gustarán- dijo Karen.
Gracias, ¿ya nos vamos?-
Hay que esperar unos minutos más a que despierten Mónica y Armando-
Bien, sobre lo de ayer, no se que decidir, tu elige-
Pues, me gustaría saber que ya no hay más rojos en los alrededores, si, quiero que nos unamos a su matanza-
¿Recuerdas lo que pasó con Gill?-
Si, pero éstos rojos han destruido todo lo que nos quedaba, quiero venganza-
Bien, lo haremos con cuidado- terminó Elliot. En eso Mónica salió de la pequeña vivienda y se aproximó hasta donde estaban ellos, en la cerretera.
Hola- saludó, Elliot y Karen se limitaron a mover la mano.
¿Cómo amanecieron?- preguntó Mónica.
Vivos por suerte- dijo Karen.
Armando ya despertó, viene en seguida- dijo Mónica, los demás vieron a Armando caminar por el pasto hasta la carretera.
Bueno, ya estamos completos- dijo el último miembro de la nueva pandilla.
Estábamos a mitad del camino, llegaremos en la tarde, hay que mover algunos autos del camino- dijo Karen, acto seguido, todos subieron a la camioneta.
¿De dónde sacaron ésto?- dijo Armando.
De la agencia- contestó Elliot -es bonita, ¿no crees?-
Si, ya lo creo-
Karen manejó la camioneta, mientras que Elliot y Armando eran quienes bajaban a mover uno que otro auto del camino.
Si, llegaron al refugio en la tarde, el lugar estaba un poco oculto, había que entrar por un camino sin pavimentar, dar un par de vueltas, y ahí estaba una clase de cabaña, era muy bonita, todos bajaron de la camioneta, atrás había un pequeño huerto, y la casa estaba bien construida, en ella cabían unas siete personas, había una campana en la puerta, cuatro habitaciones, no habían baños, había una letrina, y un pozo para ellos solos, por fin podrían tomar un baño.
Hay reglas para ésto- dijo Karen mirando el pozo -nos bañaremos cada semana, hemos estado muy sucios y creo que una semana es un buen plazo de tiempo para evitar acabarnos el agua, hay mucha, pero mientras más la cuidemos, mejor-
Yo pido bañarme hoy, y dentro de una semana- dijo Elliot -es que tengo rastros de sangre de rojo, me estuvieron persiguiendo hace un par de días-
Bien, a mi me toca mañana- dijo Karen.
Yo pido un día después- dijo Mónica.
Y yo después de ti- dijo Armando.
Perfecto, las letrinas las pueden ocupar cuando quieran, todavía hay papel, pero en un par de vidas tendremos que arriesgar nuestras vidas para conseguir más- dijo Karen.
No se alejen mucho de la cabaña, podría verlos un rojo, o podrían preocuparnos-
Una vez puestas las reglas, entraron en la cabaña.
Hay, hace calor, si tan solo tuvieramos un ventilador y energía eléctrica- decía Mónica mientras se acostaba en la cama del cuarto en el que dormiría. Mientras tanto, Elliot estaba afuera sacando agua del pozo, ya le hacía falta un baño, la sangre de rojo tenía un olor penetrante, el agua era fría, así era más refrescante, hacía un calor terrible, tan pronto terminó de llenar las dos cubetas que habían fue a la ducha.
Armando preparaba una trampa para conejos, el plan era fácil, debían hacer su propio criadero, para eso, Armando debía atrapar suficientes conejos, tenía un poco de experiencia con eso.
Estoy aburrida- dijo Mónica en la sala y se sentó en el sillón junto a Karen.
No hay mucho que hacer aquí, es más entretenido matar rojos, por cierto, Elliot me dijo que yo tenía que decidir, y decidí acompañarlos en su plan, los ayudaremos a quemar la ciudad-
De acuerdo, tomará un par de años, pero podremos regresar y dormir tranquilos-
Como me gustaría poder ver un poco de televisión...- Karen suspiró.
O escuchar algo de música- Agregó Mónica.
Creo que ésto es lo peor de vivir entre un montón de infectados, no hay ni televisión, ni ra...- Karen dejó de hablar, recordó lo que había oído en la radio con Elliot, en la cafetería.
¿Crees que sea posible que todavía está alguien afuera tratando de reunir sobrevivientes? es que antes de venir, Elliot y yo encontramos un radio, traté de sintonizarlo, y al principio se escuchó algo, fue muy intrigante, no pude volver a captar la señal-
Posiblemente, no creo que sea bueno perder todas las esperanzas, yo confío en que algún día encontraremos un gran refugio, donde vivan todos los últimos habitantes del mundo, que sea como una villa, para mí eso sería mi hogar-
Para mí el hogar sería algo como ésto, ésto es mi hogar, he vivido aquí muchos años, bueno, pasaba de vacaciones, como sea, tengo muchos recuerdos de éste lugar, quiero borrar algunos, pero me resulta imposible-
Osea que tu conoces todo ésto, la casa, los alrededores, todo-
Todo, hace tiempo, cuando había gente, bueno, gente si hemorragias y tendencias caníbales, en esos tiempos éste lugar se veía muy bpnito, ahora está un poco descuidado, pero quiero que en ésta semana lo limpiemos-
A propósito, ¿sabes qué día es?- preguntó Mónica.
No, me refiero a semana como el plazo de siete días, pero no se que día es-
Ah, esque perdí la cuenta hace unos días, solo se que estamos a finales de abril, o a principios de mayo, algo así, pero no se que día es-
En eso llegó Armando.
He colocado un par de trampas, están muy cerca, si hay comida en los alrededores, mañana lo sabremos- dijo.
Mientras tanto, Elliot seguía en la ducha, era muy relajante, agua fría, de su cabello casi salía lodo, el olor poco a poco se desprendía de él, la sangre seca. Cuando acabó casi no podía reconocerse, su cabello estaba maltratado, largo, y se veía extraño, él nunca había usado el cabello tan largo, se le veía bien, pero era una sensación extraña, estar limpio por fin, la cicatriz se le notaba mucho, un corte que iba desde su ojo hasta su barbilla, eso lo ponía un poco trste, el que alguna vez fue Elliot nunca volvería a ser el mismo después del 20 de noviembre del 2009. Sus uñas también estaban muy largas, después buscaría algo para limarlas, una podría rompersele, podría dejar una herida en el dedo, y eso le podría traer problemas. Se puso de nuevo la ropa, la chamarra y las guantaletas no, pues hacía mucho calor.
¡Guau! de hecho podría decir que no eres tan feo- dijo Karen al verlo limpio.
Gracias, pero ésta cicatríz no me favorece nada-
Vas a seguir con eso, ¿qué no estiendes que fue un accidente?-
¿Tu le hiciste ese corte?- preguntó Armando extrañado.
Fue un accidente, eso le pasa por darme cuchillos-
Imaginate si te hubiera dado la pistola- terminó Elliot.
Como sea, te da estilo, te vess...emmm...rudo- dijo Karen enfatizando la última palabra como si hubiera sido muy dificil encontrar la palabra adecuada.
¿Qué hacemos? estoy aburrida- dijo Mónica y se llevó las manos a la cara.
Es verdad, nunca había estado tan aburrido- confesó Elliot.
Última edición por arturo864 el Mar Mayo 04, 2010 11:48 pm, editado 9 veces (Razón : Continuación.)
arturo864- Recien llegado al refugio
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Cap 21
No pude editar mis mensajes ¿qué sucede? aaaahhhhhh!!!!!!
Cap 21 (continuación).
Karen miró a Elliot fijamente, lo cual lo incomodó un poco.
Ya se, establescamos bien nuestras reglas- dijo Karen y miró a los demás -no es algo muy divertido, pero nos mantendrá ocupados un rato-
Bien, hagámoslo- dijo Armando.
Karen fue a su habitación, trajo un cuaderno y una pluma.
Ésto es para ti Elliot- dijo sonriendo.
Bueno, yo escribiré las reglas- dijo Elliot.
Todos fueron a la mesa, Elliot llevó latas de atún para que comieran, Karen le dio a Elliot la pluma y el cuaderno.
Pimero hay que ponernos un nombre- dijo Mónica.
Yo ya tengo uno- dijo Armando.
No tonto, para el grupo- contestó Mónica.
Ah- terminó él.
La resistencia final- dijo Karen abriendo los ojos mucho -como la canción de heaven shall burn-
A mi me gusta como suena- dijo Mónica, Elliot los miraba esperando su decisión.
Si, suena bien- dijo Armando.
Bueno, la resistencia final- dijo Elliot y escribió eso con letras grandes en el cuaderno.
Regla uno- dijo Karen -los bienes se reparten equitativamente entre los miembros del grupo a menos que sean propiedades suyas originales u obsequiadas por otro miembro del grupo-
Bien- dijo Armando, Elliot la escribió.
Regla dos, no matar a ninguna persona sana a menos que ésta ponga en peligro la vida de cualquier integrante del grupo-
Esa me parece buena- dijo Elliot y la escribió.
Regla tres, quien sea mordido o esté infectado, deberá comunicar al resto del grupo de su situación inmediatamente, su destino se discutirá con el grupo- dijo Armando.
Bien- dijo Karen, Elliot escribió.
Cada miembro del grupo deberá llevar por lo menos un arma- dijo Elliot, los demás la aceptaron.
Regla cinco, cualquiera que atente contra algún miembro del grupo será expulsado- dijo Mónica mirando a Karen a los ojos.
Seis, cualquiera que tenga una idea o un plan, antes de llevarlo a cabo debe comunicarlo con el grupo-
Siete se deberán de juntar siete objetos necesarios para ir a la ciudad- dijo Karen.
No entendí esa- dijo Armando.
Ni yo- dijo Elliot.
¿Te referías a que por ejemplo, si se necesita papel, municiones o armas se deberán de juntar siete cosas para ir a la ciudad?- preguntó Mónica.
Si, era eso- respondió Karen.
¿Por qué no mejor cinco cosas?- dijo Elliot.
Bueno- cortó Karen.
Ocho, en la casa, evadir a los rojos a toda costa, que los rojos no sepan donde estamos- dijo Elliot.
Si, esa me gusta dijo Karen.
Nueve, todos los integrantes del grupo deberán ayudar en las tareas de la casa- dijo Karen -no pienso limpiar todo yo sola-
Diez, si alguien del grupo es mordido y ataca a otro miembro, deberá ser asesinado- dijo Mónica en un tono que a Elliot le pareció tenebroso.
Bueno, ahí están nuestras reglas- dijo Karen, Elliot arrancó la hoja del cuaderno.
Luego la pegaremos en la pared- dijo.
Ya se está haciendo tarde- dijo Armando.
Si, ¿por qué no vamos a dormir?-
Bien-
Las guardias- dijo Karen.
¿Cómo eran?-
Armando y Elliot, Armando y Karen, Karen y Mónica, Mónica y Elliot-
Bien, un momento, ¿solo dormiremos cuatro horas?-
No, tengo una idea, cuando estemos en pares, en el primer periodo estaremos tu y yo- dijo Elliot a Armando, yo estaré de refuerso, dormiré, después, cuando Karen llegue, tu estarás de refuerso y podrás dormir, después, cuando llegue Mónica Karen estaré de refuerso, y al último Mónica estará de refuerso, ¿si me entienden?-
Si, ya entendí-
Que cada periodo sea de dos horas-
Me parece bien-
Los muchachos llevaron a cabo las guardias como habían quedado, al final quedaron un poco cansados, pero acordaron que durante el día se turnarían para dormir dos horas cada uno.
La última "guardia despierta" le tocó a Elliot, le llamó la atención que en ese lugar si se escuchaban los cantos de las aves silvestres, era un sonido que le gustaba mucho.
¿Qué necesitamos?- preguntó Mónica.
Bueno, pasta de dientes y cepillos de dientes, jabón, shampú, comida, vasos, cubiertos, platos, armas, municiones, papel de baño, ropa, toallas- dijo Armando.
Si nos ponemos al cien, ésto quedará como un hotel- dijo Karen -por cierto, hay que hacer la limpieza, éste lugar está un poco sucio-
Y también necesitamos ir a conseguir lo que necesitamos- dijo Elliot.
¿Qué tal si primero conseguimos todo lo que necesitamos, y después hacemos la limpieza?-
Me agrada- finalizó Karen.
En el segundo día ya habían caido cinco conejos en la trampa, Armando tenía experiencia en eso, él se encargaría de dividir bien los conejos para que se puedieran alimentar y para que pudieran conseguir su criadero, pero eso llevaría tiempo. Los primeros tres días que estuvieron en la cabaña, casa, como se le quiera llamar, fue tiempo suficiente para recuperarsse, había alimento, agua, ya todos estaban limpios, pero el entretenimiento era poco, Mónica y Armando estaban ansiosos por salir de caza y empezar a limpiar la ciudad de rojos, pero Elliot y Karen estaban más preocupados por su alimentación y sus necesidades básicas, lo resolvieron acordando que el plan de quemar laciudad tendría sus inicios cuando estuvieran adecuadamente establecidos (el criadero, el cultivo, que tuvieran todas sus necesidades satisfechas).
Elliot estaba contento, no feliz, pero satisfecho con "la resistencia final", habían logrado establecer una buena comunicación, se llevaban bien, no habían habido agreciones, era bueno.
En la semana que vino, se tomaron su tiempo para conseguir lo que necesitaban,y limpiar la casa, ahora parecía que la gripe púrpura jamás había tocado esa cabaña, todo funcionaba adecuadamente, ya habían suficientes conejos, pero todavía no comenzaban a reproducirse, Armando había construido otras dos trampas y habían quitado todo lo que no necesitaban de la casa.
La visita a la ciudad fue peculiar, un poco simple, Armando se había ocupado de conseguir combustible para la camioneta, era mucho combustible, se llevaron dos días consigiuendo todo lo que necesitaban, el papel, la pasta, un poco de comida provisional, en el tiempo de compras habían eliminado a once rojos, pero la ciudad se veía distinta, no habían estado ahí de noche, pero la población de rojo había disminuido considerablemente, habían muchos menos rojos que antes, no sabían que era lo que había pasado, si estaban muriendo los rojos, o si se habían concentrado en un lugar específico, habían conseguido también pilas para el radio, Karen todavía tenía esperanzas de sintonizar algo.
Elliot todavía tenía esa extraña sensación cuando estaban en la ciudad, la sensación de tener los ojos de alguien clavados en la nuca, alquien lo estaba observando, era muy preocupante.
Habían conseguido también municiones y juegos de mesa, una extraña combinación, entrar a un centro comercial era muy arriesgado, pero los jovenes habían conseguido coordinarse bien para conseguir también un poco de ropa, la estrategia era un poco sensilla, sacar de un centro comercial unos cuantos montones de ropa, y después ver que les quedaba.
La resistencia final tenía inspiración, los cuatro muchacho trabajaban bien, los motivaba la esperanza y el aprecio que habían sentido por el resto del grupo, durante esos días también se habían conocido más.
Sería hasta después de un mes cuando llevaran a cabo sus ataques y quema de rojos.
Lo único malo, era que cada día parecía un poco monótono, a veces trataban de hacerlo divertido, después de todo, aún viviendo el apocalipsis, seguían siendo humanos, seguían más que nada siendo personas, habían recurrido a cosas horribles como asesinatos, pero seguían vivos, y la diversión era una de sus necesidades.
En dos semanas habían logrado establecerse casi por completo.
Aquí termina el capítulo 21 de La última lágrima, por su atención, muchas gracias.
Cap 21 (continuación).
Karen miró a Elliot fijamente, lo cual lo incomodó un poco.
Ya se, establescamos bien nuestras reglas- dijo Karen y miró a los demás -no es algo muy divertido, pero nos mantendrá ocupados un rato-
Bien, hagámoslo- dijo Armando.
Karen fue a su habitación, trajo un cuaderno y una pluma.
Ésto es para ti Elliot- dijo sonriendo.
Bueno, yo escribiré las reglas- dijo Elliot.
Todos fueron a la mesa, Elliot llevó latas de atún para que comieran, Karen le dio a Elliot la pluma y el cuaderno.
Pimero hay que ponernos un nombre- dijo Mónica.
Yo ya tengo uno- dijo Armando.
No tonto, para el grupo- contestó Mónica.
Ah- terminó él.
La resistencia final- dijo Karen abriendo los ojos mucho -como la canción de heaven shall burn-
A mi me gusta como suena- dijo Mónica, Elliot los miraba esperando su decisión.
Si, suena bien- dijo Armando.
Bueno, la resistencia final- dijo Elliot y escribió eso con letras grandes en el cuaderno.
Regla uno- dijo Karen -los bienes se reparten equitativamente entre los miembros del grupo a menos que sean propiedades suyas originales u obsequiadas por otro miembro del grupo-
Bien- dijo Armando, Elliot la escribió.
Regla dos, no matar a ninguna persona sana a menos que ésta ponga en peligro la vida de cualquier integrante del grupo-
Esa me parece buena- dijo Elliot y la escribió.
Regla tres, quien sea mordido o esté infectado, deberá comunicar al resto del grupo de su situación inmediatamente, su destino se discutirá con el grupo- dijo Armando.
Bien- dijo Karen, Elliot escribió.
Cada miembro del grupo deberá llevar por lo menos un arma- dijo Elliot, los demás la aceptaron.
Regla cinco, cualquiera que atente contra algún miembro del grupo será expulsado- dijo Mónica mirando a Karen a los ojos.
Seis, cualquiera que tenga una idea o un plan, antes de llevarlo a cabo debe comunicarlo con el grupo-
Siete se deberán de juntar siete objetos necesarios para ir a la ciudad- dijo Karen.
No entendí esa- dijo Armando.
Ni yo- dijo Elliot.
¿Te referías a que por ejemplo, si se necesita papel, municiones o armas se deberán de juntar siete cosas para ir a la ciudad?- preguntó Mónica.
Si, era eso- respondió Karen.
¿Por qué no mejor cinco cosas?- dijo Elliot.
Bueno- cortó Karen.
Ocho, en la casa, evadir a los rojos a toda costa, que los rojos no sepan donde estamos- dijo Elliot.
Si, esa me gusta dijo Karen.
Nueve, todos los integrantes del grupo deberán ayudar en las tareas de la casa- dijo Karen -no pienso limpiar todo yo sola-
Diez, si alguien del grupo es mordido y ataca a otro miembro, deberá ser asesinado- dijo Mónica en un tono que a Elliot le pareció tenebroso.
Bueno, ahí están nuestras reglas- dijo Karen, Elliot arrancó la hoja del cuaderno.
Luego la pegaremos en la pared- dijo.
Ya se está haciendo tarde- dijo Armando.
Si, ¿por qué no vamos a dormir?-
Bien-
Las guardias- dijo Karen.
¿Cómo eran?-
Armando y Elliot, Armando y Karen, Karen y Mónica, Mónica y Elliot-
Bien, un momento, ¿solo dormiremos cuatro horas?-
No, tengo una idea, cuando estemos en pares, en el primer periodo estaremos tu y yo- dijo Elliot a Armando, yo estaré de refuerso, dormiré, después, cuando Karen llegue, tu estarás de refuerso y podrás dormir, después, cuando llegue Mónica Karen estaré de refuerso, y al último Mónica estará de refuerso, ¿si me entienden?-
Si, ya entendí-
Que cada periodo sea de dos horas-
Me parece bien-
Los muchachos llevaron a cabo las guardias como habían quedado, al final quedaron un poco cansados, pero acordaron que durante el día se turnarían para dormir dos horas cada uno.
La última "guardia despierta" le tocó a Elliot, le llamó la atención que en ese lugar si se escuchaban los cantos de las aves silvestres, era un sonido que le gustaba mucho.
¿Qué necesitamos?- preguntó Mónica.
Bueno, pasta de dientes y cepillos de dientes, jabón, shampú, comida, vasos, cubiertos, platos, armas, municiones, papel de baño, ropa, toallas- dijo Armando.
Si nos ponemos al cien, ésto quedará como un hotel- dijo Karen -por cierto, hay que hacer la limpieza, éste lugar está un poco sucio-
Y también necesitamos ir a conseguir lo que necesitamos- dijo Elliot.
¿Qué tal si primero conseguimos todo lo que necesitamos, y después hacemos la limpieza?-
Me agrada- finalizó Karen.
En el segundo día ya habían caido cinco conejos en la trampa, Armando tenía experiencia en eso, él se encargaría de dividir bien los conejos para que se puedieran alimentar y para que pudieran conseguir su criadero, pero eso llevaría tiempo. Los primeros tres días que estuvieron en la cabaña, casa, como se le quiera llamar, fue tiempo suficiente para recuperarsse, había alimento, agua, ya todos estaban limpios, pero el entretenimiento era poco, Mónica y Armando estaban ansiosos por salir de caza y empezar a limpiar la ciudad de rojos, pero Elliot y Karen estaban más preocupados por su alimentación y sus necesidades básicas, lo resolvieron acordando que el plan de quemar laciudad tendría sus inicios cuando estuvieran adecuadamente establecidos (el criadero, el cultivo, que tuvieran todas sus necesidades satisfechas).
Elliot estaba contento, no feliz, pero satisfecho con "la resistencia final", habían logrado establecer una buena comunicación, se llevaban bien, no habían habido agreciones, era bueno.
En la semana que vino, se tomaron su tiempo para conseguir lo que necesitaban,y limpiar la casa, ahora parecía que la gripe púrpura jamás había tocado esa cabaña, todo funcionaba adecuadamente, ya habían suficientes conejos, pero todavía no comenzaban a reproducirse, Armando había construido otras dos trampas y habían quitado todo lo que no necesitaban de la casa.
La visita a la ciudad fue peculiar, un poco simple, Armando se había ocupado de conseguir combustible para la camioneta, era mucho combustible, se llevaron dos días consigiuendo todo lo que necesitaban, el papel, la pasta, un poco de comida provisional, en el tiempo de compras habían eliminado a once rojos, pero la ciudad se veía distinta, no habían estado ahí de noche, pero la población de rojo había disminuido considerablemente, habían muchos menos rojos que antes, no sabían que era lo que había pasado, si estaban muriendo los rojos, o si se habían concentrado en un lugar específico, habían conseguido también pilas para el radio, Karen todavía tenía esperanzas de sintonizar algo.
Elliot todavía tenía esa extraña sensación cuando estaban en la ciudad, la sensación de tener los ojos de alguien clavados en la nuca, alquien lo estaba observando, era muy preocupante.
Habían conseguido también municiones y juegos de mesa, una extraña combinación, entrar a un centro comercial era muy arriesgado, pero los jovenes habían conseguido coordinarse bien para conseguir también un poco de ropa, la estrategia era un poco sensilla, sacar de un centro comercial unos cuantos montones de ropa, y después ver que les quedaba.
La resistencia final tenía inspiración, los cuatro muchacho trabajaban bien, los motivaba la esperanza y el aprecio que habían sentido por el resto del grupo, durante esos días también se habían conocido más.
Sería hasta después de un mes cuando llevaran a cabo sus ataques y quema de rojos.
Lo único malo, era que cada día parecía un poco monótono, a veces trataban de hacerlo divertido, después de todo, aún viviendo el apocalipsis, seguían siendo humanos, seguían más que nada siendo personas, habían recurrido a cosas horribles como asesinatos, pero seguían vivos, y la diversión era una de sus necesidades.
En dos semanas habían logrado establecerse casi por completo.
Aquí termina el capítulo 21 de La última lágrima, por su atención, muchas gracias.
Última edición por arturo864 el Sáb Mayo 08, 2010 8:53 pm, editado 2 veces (Razón : Continuación.)
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Cap 22
Hola amigos, primero quiero hacerles llegar un saludo, y quiero decirles que se que los doble post están prohibidos, pero no se por qué no he podido editar mis mensajes , no me aparece el ícono, tendré que seguir posteando así, es cuanto pueda, volveré a poner los mensajes en orden, gracias.
Pasando al tema del relato, los cuatro nuevos amigos parecen muy felices ahora, no se preocupen, los problemas no tardan mucho en llegar. Confien en que se pondrá interesante de nuevo.
Capítulo 22. "La calma".
La calma, la describiría como la ausencia de problemas, pero de hecho no tengo palabras para expresarla, hay muchos tipos de calma, la calma que vivimos ahora mis compañeros y yo, sin nada que nos pueda incomodar, preocupados solo por vivir, a eso le puedo llamar calma, calma también era cuando todo se apagó y el mundo se pintó de rojo, era otro tipo de calma, ya que el peligro y la muerte se podían respirar, sin embargo, en las calles había una gran calma, todo tan silencioso, tan "calmado", la gran bestia había caído, esa bestia que destruía bosques, esa bestia que contaminaba, esa bestia que mataba sin razón, esa bestia que exterminaba, esa bestia fue derribada, y lo poco que quedó de ella fue rebajada a su más miserable nivel, aún así, el mundo sintió una gran calma cuando la bestia cayó.
La calma también era cuando vivía con mis seres queridos, cuando mi familia tenía vida, cuando la bestia seguía viva. Como dije, hay muchos tipos de calma, y todos esos tipos son muy fáciles de disfrutar, cuando hay calma, en cualquiera de sus tipos, tienes una sensación muy especial, como un momento para respirar, como un momento para separarte de éste mundo y encontrarte a ti mismo, enterrado en las arenas de tu mente, pero ahí sigues, es siente bien encontrarse a uno mismo, después de todo, las personas necesitan calma. Con éste asunto de los rojos, he tenido mucho tiempo para encontrarme a mi mismo.
Hace unas semanas encontré a unos nuevos amigos, Karen ya es una persona muy importante para mi, es una extraña combinación de amiga, hermana, compañera, ayudante y maestra, es una persona muy especial, y en éste tiempo he aprendido a querer bien a las personas, aunque probablemente solo quedemos cuatro. Sea como sea, no dejaría quee nada le pasara Karen, es muy divertida, muy lista, pero sobre todo, sabe ser buena compañera. En cuanto a Mponica y Armando, no nos han presentado problemas, de cierto modo hemos llegado a ser amigos, nos caemos bien mutuamente, Mónica es detallista, amigable, pero cuando se necesita, es ruda, puede matar con tal de que aquellos a los que quiere están con vida. Armando es esa clase de tipos que tratan de hacer que el mundo tenga una imagen ruda y fuerte de ellos, pero tiene sentimientos muy nobles, se preocupa por nosotros, ahora está mostrandonos una imagen paternal, pero ambos sabemos que nadie tiene padres, y que pase lo que pase, ninguna otra persona puede ocupar ese lugar.
Hace dos semanas construimos trampas para conejos, tenemos muchos, Armando se encarga de mantenerlos bien y que sean buena comida, Karen ha tenido bien el cultivo, la casa se ve muy bonita, todos hemos ayudado a mantenerla en orden, y la semana que viene iremos de nuevo a la ciudad para llevar a cabo nuestro plan de quemar la ciudad, no es algo que me entusiasme, pero necesito hacer algo, y quiero volver a casa, quiero regresar a la ciudad, aunque las personas que amaba ya no están ahí, no importa, ahora se ha vuelto una obseción, volver a casa, algún día podremos respirar de nuevo esa calma de la ciudad, una calma eterna.
Ven- dijo Armando, Elliot que estaba en el sillón dejó la pluma y cerró su cuaderno.
¿Qué ocurre?- preguntó extrañado.
Estaba revisando el perímetro, encontré huellas, ven-
Caminaron un largo tramo hasta llegar a un camino de tierra, donde se apreciaban varias huellas de humano, Elliot se acercó para verlas mejor.
Éstos rojos han conservado bien sus zapatos- dijo.
Tan bien que me parece dificil creer que son rojos- contestó Armando.
¿De qué hablas? no creo que sean persoans sanas-
Si lo son, nos han estado buscando- dijo Mónica que estaba llegando al lugar.
Personas sanas ¿cómo puede ser ésto posible?- preguntó Elliot.
Por lo visto son dos- dijo Mónica.
Si nos encontramos hace unas semanas, no descartaría que hubieran más personas en el mundo- dijo Armando mirando a Elliot.
Hasta donde se, ésto puede ser peligroso, la primera ves que nos vimos estuvimos a punto de hacer algo estúpido- dijo Elliot.
No es tan peligroso, por el tamaño de las pisadas son muy jovenes- comentó Armando.
Nosotros tambien somo jovenes- concluyó Elliot.
Tenemos que tener más cuidado en nuestras guardias- dijo Mónica.
Que bien que tenemos armas nuevas- comentó Elliot.
Cuando regresaron Karen estaba jugando con cartas en la mesa.
¿Qué pasa?- preguntó.
Al parecer hay visitantes-
Pasando al tema del relato, los cuatro nuevos amigos parecen muy felices ahora, no se preocupen, los problemas no tardan mucho en llegar. Confien en que se pondrá interesante de nuevo.
Capítulo 22. "La calma".
La calma, la describiría como la ausencia de problemas, pero de hecho no tengo palabras para expresarla, hay muchos tipos de calma, la calma que vivimos ahora mis compañeros y yo, sin nada que nos pueda incomodar, preocupados solo por vivir, a eso le puedo llamar calma, calma también era cuando todo se apagó y el mundo se pintó de rojo, era otro tipo de calma, ya que el peligro y la muerte se podían respirar, sin embargo, en las calles había una gran calma, todo tan silencioso, tan "calmado", la gran bestia había caído, esa bestia que destruía bosques, esa bestia que contaminaba, esa bestia que mataba sin razón, esa bestia que exterminaba, esa bestia fue derribada, y lo poco que quedó de ella fue rebajada a su más miserable nivel, aún así, el mundo sintió una gran calma cuando la bestia cayó.
La calma también era cuando vivía con mis seres queridos, cuando mi familia tenía vida, cuando la bestia seguía viva. Como dije, hay muchos tipos de calma, y todos esos tipos son muy fáciles de disfrutar, cuando hay calma, en cualquiera de sus tipos, tienes una sensación muy especial, como un momento para respirar, como un momento para separarte de éste mundo y encontrarte a ti mismo, enterrado en las arenas de tu mente, pero ahí sigues, es siente bien encontrarse a uno mismo, después de todo, las personas necesitan calma. Con éste asunto de los rojos, he tenido mucho tiempo para encontrarme a mi mismo.
Hace unas semanas encontré a unos nuevos amigos, Karen ya es una persona muy importante para mi, es una extraña combinación de amiga, hermana, compañera, ayudante y maestra, es una persona muy especial, y en éste tiempo he aprendido a querer bien a las personas, aunque probablemente solo quedemos cuatro. Sea como sea, no dejaría quee nada le pasara Karen, es muy divertida, muy lista, pero sobre todo, sabe ser buena compañera. En cuanto a Mponica y Armando, no nos han presentado problemas, de cierto modo hemos llegado a ser amigos, nos caemos bien mutuamente, Mónica es detallista, amigable, pero cuando se necesita, es ruda, puede matar con tal de que aquellos a los que quiere están con vida. Armando es esa clase de tipos que tratan de hacer que el mundo tenga una imagen ruda y fuerte de ellos, pero tiene sentimientos muy nobles, se preocupa por nosotros, ahora está mostrandonos una imagen paternal, pero ambos sabemos que nadie tiene padres, y que pase lo que pase, ninguna otra persona puede ocupar ese lugar.
Hace dos semanas construimos trampas para conejos, tenemos muchos, Armando se encarga de mantenerlos bien y que sean buena comida, Karen ha tenido bien el cultivo, la casa se ve muy bonita, todos hemos ayudado a mantenerla en orden, y la semana que viene iremos de nuevo a la ciudad para llevar a cabo nuestro plan de quemar la ciudad, no es algo que me entusiasme, pero necesito hacer algo, y quiero volver a casa, quiero regresar a la ciudad, aunque las personas que amaba ya no están ahí, no importa, ahora se ha vuelto una obseción, volver a casa, algún día podremos respirar de nuevo esa calma de la ciudad, una calma eterna.
Ven- dijo Armando, Elliot que estaba en el sillón dejó la pluma y cerró su cuaderno.
¿Qué ocurre?- preguntó extrañado.
Estaba revisando el perímetro, encontré huellas, ven-
Caminaron un largo tramo hasta llegar a un camino de tierra, donde se apreciaban varias huellas de humano, Elliot se acercó para verlas mejor.
Éstos rojos han conservado bien sus zapatos- dijo.
Tan bien que me parece dificil creer que son rojos- contestó Armando.
¿De qué hablas? no creo que sean persoans sanas-
Si lo son, nos han estado buscando- dijo Mónica que estaba llegando al lugar.
Personas sanas ¿cómo puede ser ésto posible?- preguntó Elliot.
Por lo visto son dos- dijo Mónica.
Si nos encontramos hace unas semanas, no descartaría que hubieran más personas en el mundo- dijo Armando mirando a Elliot.
Hasta donde se, ésto puede ser peligroso, la primera ves que nos vimos estuvimos a punto de hacer algo estúpido- dijo Elliot.
No es tan peligroso, por el tamaño de las pisadas son muy jovenes- comentó Armando.
Nosotros tambien somo jovenes- concluyó Elliot.
Tenemos que tener más cuidado en nuestras guardias- dijo Mónica.
Que bien que tenemos armas nuevas- comentó Elliot.
Cuando regresaron Karen estaba jugando con cartas en la mesa.
¿Qué pasa?- preguntó.
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Cap. 22, 23
Durante una semana reforzaron su seguridad y saliéron a quemar partes pequeñas de la ciudad, solo utilizaban un poco de gasolina y artefactos explosivos que Armando había logrado conseguir. Aunque de cierto modo los decepcionó no poder ver más rojos, ellos creían que al quemar la ciudad verían los cadaveres apilados y a punto de hacerse cenizas, pero solo habían logrado matar a varios perros y dos rojos, no sabían si los otros rojos habían muerto o se habían marchado, era más posible la segunda idea, pues no habían cadaveres recientes, los cuatro compañeros comenzaron a pensar en posibles respuestas, pero no puderon resolver las interrogantes ¿qué había pasado con los rojos? y si se habían marchado ¿a donde irían? y ¿por qué?
Elliot se sentó en el cofre de un auto que estaba abandonado, después llegó Karen y se sentó junto a él, ella pudo notar su tristeza y las ganas terribles de llorar.
Es por Fernanda, ¿cierto?- preguntó Karen con una seriedad que Elliot jamás había visto en ella.
Es solo que ninguna de mis pesadillas había durado tanto-
Karen suspiró -digamos que yo estoy acostumbrada a las pesadillas eternas-
Se que algo te pasó, pero no se qué-
Y es mejor que no lo sepas- contestó Karen.
¿Puedes respirar essa calma?-
¿Cuál calma?-
Mira a tu alrededor, no hay ruido, todo está tan silencioso, es una calma alarmante, es solo que yo siempre había querido ver como era la ciudad sola, y ahora creo que nunca debí haber pensado en eso-
Elliot, ésto no es tu culpa-
Lo se, es solo que.... mira, una cucaracha- dijo Elliot- señaló a una pared con un gran número de cucarachas.
Vaya, ellas sobreviven, sabes, en éste tiempo he aprendido a respetar a esas cosas, antes creía que eran algo repugnante, pero, de hecho son fuertes y vivirán por siempre-Karen mostró una sonrisa.
Durarán tanto como la resistencia final- terminó Elliot.
Aquí termina el capítulo 22 de La última lágrima, por su atención, muchas, muchas gracias
Capítulo 23 "Nuestra vigilancia ha fallado".
Terminando de hablar Elliot con Karen, escucharon un grito, era de Mónica, corrieron hasta donde estaba Armado y Mónica y encontraron cinco perros rojos, eran de gran tamaño, mostraban sus colmillos ensangrentados y sus ojos rojos, sus gruñidos eran más graves y aterradores, además de amenazadores que los de un perro normal.
Elliot se sentó en el cofre de un auto que estaba abandonado, después llegó Karen y se sentó junto a él, ella pudo notar su tristeza y las ganas terribles de llorar.
Es por Fernanda, ¿cierto?- preguntó Karen con una seriedad que Elliot jamás había visto en ella.
Es solo que ninguna de mis pesadillas había durado tanto-
Karen suspiró -digamos que yo estoy acostumbrada a las pesadillas eternas-
Se que algo te pasó, pero no se qué-
Y es mejor que no lo sepas- contestó Karen.
¿Puedes respirar essa calma?-
¿Cuál calma?-
Mira a tu alrededor, no hay ruido, todo está tan silencioso, es una calma alarmante, es solo que yo siempre había querido ver como era la ciudad sola, y ahora creo que nunca debí haber pensado en eso-
Elliot, ésto no es tu culpa-
Lo se, es solo que.... mira, una cucaracha- dijo Elliot- señaló a una pared con un gran número de cucarachas.
Vaya, ellas sobreviven, sabes, en éste tiempo he aprendido a respetar a esas cosas, antes creía que eran algo repugnante, pero, de hecho son fuertes y vivirán por siempre-Karen mostró una sonrisa.
Durarán tanto como la resistencia final- terminó Elliot.
Aquí termina el capítulo 22 de La última lágrima, por su atención, muchas, muchas gracias
Capítulo 23 "Nuestra vigilancia ha fallado".
Terminando de hablar Elliot con Karen, escucharon un grito, era de Mónica, corrieron hasta donde estaba Armado y Mónica y encontraron cinco perros rojos, eran de gran tamaño, mostraban sus colmillos ensangrentados y sus ojos rojos, sus gruñidos eran más graves y aterradores, además de amenazadores que los de un perro normal.
Última edición por arturo864 el Dom Mayo 23, 2010 6:33 pm, editado 1 vez (Razón : continuación)
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Cap. 23
Mónica estaba congelada mirando a las bestias infectadas, Armando les apuntaba con su arma, pero estaba paralizado y no jalaba el gatillo, Elliot sintió un calor intenso que abrasaba su cuerpo y sintió la necesidad de correr, pero era muy arriesgado, Karen, como imaginarán tenía increiblemente abiertos los ojos, brillosos, grises, congelada al igual que sus compañeros, de pronto Elliot corrió tan rápido como pudo, llevaba su bate, todo lo hizo instintivo, brincó sobre el cofre del coche en el que estaba sentado momentos antes, al momento de saltar dio un rápido movimiento con el bate aporreando a uno de los perros en el hocico, con lo que el perro cayó, Armando para ese entonces ya había cobrado el aliento, pues todos los perros habían corrido detrás de Elliot, Armando le disparó en la cabeza, Elliot llegó hasta una barda de alambres justo antes de que uno de los perros, el más grande, lo mordiera en la pierna, ya arriba de la barda Elliot sacó su cuchillo y lo arrojó con todas sus fuerzas a otro perro, saltó del otro lado de la barda, pero uno de los perros comenzó a excavar y logró pasar su cabeza por debajo de la barda, Elliot supo que si el perro lograba pasar sería su fin, lo peor era que lo estaba logrando, y detrás de Elliot solo había una larga pared de ladrillo, había soltado su bate, arrojado su cuchillo y no tenía ni a Margaret ni a su ametralladora a la mano, y los otros tres perros seguían ahí, el otro perro ya había pasado la mitad de su cuerpo del otro lado, Armando había llegado ya hasta ese punto, le disparó a uno de los perros, a otro, pero antes de disparar al último, éste saltó sobre Elliot ladrando y tirando mordidas, finalmente Karen casi partió a la mitad al perro con la ametralladora de Elliot y dejando la pared totalmente pintada de púrura, entonces algo sucedió.
Elliot se puso de pie, pero su ropa estaba bañada en sangre, su cara también estaba manchada de sangre, y tenía un rasguño en la ceja.
Armando se quedó atónoto, Karen no podía parpadear, Mónica no entendía lo que había pasado.
Elliot sintió la sangre tibia escurriendo y brotendo de su rostro, y sintió de nuevo ese calor en la espalda seguido por un vacío en el estómago.
No te toques la herdida- dijo Armando.
Hay que ir a la casa de inmediato- dijo Karen.
Durante el camino Elliot pensaba "no puede ser, no, tengo que vivir, no quiero ser un rojo, voy a ser un rojo" cada vez que pensaba en esa última frease el vacío volvía a invadir su estómago "no, no quiero morir así, yo quiero estar en la resistencia final, yo tengo que estar en la resistencia final, ¿cómo es posible que ellos estén sanos y yo no? ¿por qué corrí? ¿por qué no dispararon?" pero mientras se hacía más preguntas, más se deprimía, así que decidió dormir.
No, no cierres los ojos, no te duermas- dijo Karen.
El virus actúa más rápido cuando duermes- dijo Mónica.
Elliot se vió forzado a pensar en otra cosa, pensó en cómo era su vida antes de la masacre, pensó en uno de sus muchos viajes a la playa, recordó un pastel de chocolate de cumpleaños, recordó lo dulce, recordó una voz, recordó a una chica, Fernanda, le había jurado que viviría, que no se infectaría, que no moriría a causa de los rojos, eso le dio valor, despejó su mente y pudo enfocarse en ser fuerte.
Al llegar a la casa, todos fueron de inmediato a la mesa, pusieron a Margaret en el centro de la mesa en caso de que Elliot terminara su conversión.
¿Qué hacemos?- preguntó Elliot fingiendo tranquilidad, aunque con eso solo alteró a sus amigos, pues un comportamiento así era inusual.
No se que debemos hacer, yo haría algo, pero no, no con el, no se, no, no se que hacer- Karen estaba llorando.
Hay que calmarnos- dijo Armando.
No hay forma de saber si está infectado- dijo Mónica.
La hay- dijo Elliot con un tono oscuro.
Todos lo miraron con curiosidad y miedo.
Bueno, todos sabemos que si estoy infectado, en un día lo sabremos, les propongo que esté lejos de aquí en los próximos tres días, si no estoy infectado, el cuarto día me presentaré y todo será como antes, ¿de acuerdo?-
Primero tienes que bañarte y ponerte otra ropa, ensangrentado solo te seguirán más rojos- dijo Armando.
Elliot se puso de pie, pero su ropa estaba bañada en sangre, su cara también estaba manchada de sangre, y tenía un rasguño en la ceja.
Armando se quedó atónoto, Karen no podía parpadear, Mónica no entendía lo que había pasado.
Elliot sintió la sangre tibia escurriendo y brotendo de su rostro, y sintió de nuevo ese calor en la espalda seguido por un vacío en el estómago.
No te toques la herdida- dijo Armando.
Hay que ir a la casa de inmediato- dijo Karen.
Durante el camino Elliot pensaba "no puede ser, no, tengo que vivir, no quiero ser un rojo, voy a ser un rojo" cada vez que pensaba en esa última frease el vacío volvía a invadir su estómago "no, no quiero morir así, yo quiero estar en la resistencia final, yo tengo que estar en la resistencia final, ¿cómo es posible que ellos estén sanos y yo no? ¿por qué corrí? ¿por qué no dispararon?" pero mientras se hacía más preguntas, más se deprimía, así que decidió dormir.
No, no cierres los ojos, no te duermas- dijo Karen.
El virus actúa más rápido cuando duermes- dijo Mónica.
Elliot se vió forzado a pensar en otra cosa, pensó en cómo era su vida antes de la masacre, pensó en uno de sus muchos viajes a la playa, recordó un pastel de chocolate de cumpleaños, recordó lo dulce, recordó una voz, recordó a una chica, Fernanda, le había jurado que viviría, que no se infectaría, que no moriría a causa de los rojos, eso le dio valor, despejó su mente y pudo enfocarse en ser fuerte.
Al llegar a la casa, todos fueron de inmediato a la mesa, pusieron a Margaret en el centro de la mesa en caso de que Elliot terminara su conversión.
¿Qué hacemos?- preguntó Elliot fingiendo tranquilidad, aunque con eso solo alteró a sus amigos, pues un comportamiento así era inusual.
No se que debemos hacer, yo haría algo, pero no, no con el, no se, no, no se que hacer- Karen estaba llorando.
Hay que calmarnos- dijo Armando.
No hay forma de saber si está infectado- dijo Mónica.
La hay- dijo Elliot con un tono oscuro.
Todos lo miraron con curiosidad y miedo.
Bueno, todos sabemos que si estoy infectado, en un día lo sabremos, les propongo que esté lejos de aquí en los próximos tres días, si no estoy infectado, el cuarto día me presentaré y todo será como antes, ¿de acuerdo?-
Primero tienes que bañarte y ponerte otra ropa, ensangrentado solo te seguirán más rojos- dijo Armando.
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Re: la última lágrima (capítulo 1)
[quote="arturo864"]Mónica estaba congelada mirando a las bestias infectadas, Armando les apuntaba con su arma, pero estaba paralizado y no jalaba el gatillo, Elliot sintió un calor intenso que abrasaba su cuerpo y sintió la necesidad de correr, pero era muy arriesgado, Karen, como imaginarán tenía increiblemente abiertos los ojos, brillosos, grises, congelada al igual que sus compañeros, de pronto Elliot corrió tan rápido como pudo, llevaba su bate, todo lo hizo instintivo, brincó sobre el cofre del coche en el que estaba sentado momentos antes, al momento de saltar dio un rápido movimiento con el bate aporreando a uno de los perros en el hocico, con lo que el perro cayó, Armando para ese entonces ya había cobrado el aliento, pues todos los perros habían corrido detrás de Elliot, Armando le disparó en la cabeza, Elliot llegó hasta una barda de alambres justo antes de que uno de los perros, el más grande, lo mordiera en la pierna, ya arriba de la barda Elliot sacó su cuchillo y lo arrojó con todas sus fuerzas a otro perro, saltó del otro lado de la barda, pero uno de los perros comenzó a excavar y logró pasar su cabeza por debajo de la barda, Elliot supo que si el perro lograba pasar sería su fin, lo peor era que lo estaba logrando, y detrás de Elliot solo había una larga pared de ladrillo, había soltado su bate, arrojado su cuchillo y no tenía ni a Margaret ni a su ametralladora a la mano, y los otros tres perros seguían ahí, el otro perro ya había pasado la mitad de su cuerpo del otro lado, Armando había llegado ya hasta ese punto, le disparó a uno de los perros, a otro, pero antes de disparar al último, éste saltó sobre Elliot ladrando y tirando mordidas, finalmente Karen casi partió a la mitad al perro con la ametralladora de Elliot y dejando la pared totalmente pintada de púrura, entonces algo sucedió.
Elliot se puso de pie, pero su ropa estaba bañada en sangre, su cara también estaba manchada de sangre, y tenía un rasguño en la ceja.
Armando se quedó atónoto, Karen no podía parpadear, Mónica no entendía lo que había pasado.
Elliot sintió la sangre tibia escurriendo y brotendo de su rostro, y sintió de nuevo ese calor en la espalda seguido por un vacío en el estómago.
No te toques la herdida- dijo Armando.
Hay que ir a la casa de inmediato- dijo Karen.
Durante el camino Elliot pensaba "no puede ser, no, tengo que vivir, no quiero ser un rojo, voy a ser un rojo" cada vez que pensaba en esa última frease el vacío volvía a invadir su estómago "no, no quiero morir así, yo quiero estar en la resistencia final, yo tengo que estar en la resistencia final, ¿cómo es posible que ellos estén sanos y yo no? ¿por qué corrí? ¿por qué no dispararon?" pero mientras se hacía más preguntas, más se deprimía, así que decidió dormir.
No, no cierres los ojos, no te duermas- dijo Karen.
El virus actúa más rápido cuando duermes- dijo Mónica.
Elliot se vió forzado a pensar en otra cosa, pensó en cómo era su vida antes de la masacre, pensó en uno de sus muchos viajes a la playa, recordó un pastel de chocolate de cumpleaños, recordó lo dulce, recordó una voz, recordó a una chica, Fernanda, le había jurado que viviría, que no se infectaría, que no moriría a causa de los rojos, eso le dio valor, despejó su mente y pudo enfocarse en ser fuerte.
Al llegar a la casa, todos fueron de inmediato a la mesa, pusieron a Margaret en el centro de la mesa en caso de que Elliot terminara su conversión.
¿Qué hacemos?- preguntó Elliot fingiendo tranquilidad, aunque con eso solo alteró a sus amigos, pues un comportamiento así era inusual.
No se que debemos hacer, yo haría algo, pero no, no con el, no se, no, no se que hacer- Karen estaba llorando.
Hay que calmarnos- dijo Armando.
No hay forma de saber si está infectado- dijo Mónica.
La hay- dijo Elliot con un tono oscuro.
Todos lo miraron con curiosidad y miedo.
Bueno, todos sabemos que si estoy infectado, en un día lo sabremos, les propongo que esté lejos de aquí en los próximos tres días, si no estoy infectado, el cuarto día me presentaré y todo será como antes, ¿de acuerdo?-
Primero tienes que bañarte y ponerte otra ropa, ensangrentado solo te seguirán más rojos- dijo Armando.
De acuerdo, Mónica, ve por agua para que se bañe, Armando, quédate vigilando y toma el arma, mientras tanto yo prepararé comida para tus tres días- dijo Karen.
Elliot se agachó.
Elliot, si sientes algo extraño, avisa, por favor- dijo Armando.
Ya está- dijo Mónica.
Elliot fue a bañarse, Armando se quedó afuera del baño con el arma y le preguntaba a Ellito si se sentía bien.
Karen había preparado una bolsa con cinco jitomates, dos manzanas y un poco de carne de conejo y la entregó a Elliot (cabe decir que en aproximadamente un mes en el que estuvieron el casa, se abastecieron de ropa, elliot portaba unos jeans, una playera y otra chamarra, no de cuero, normal de color negro).
Todos salieron a despedir a Elliot.
Bueno, estaré bien, no se preocupen, volveré en tres días. Karen entró en la casa.
Elliot partió, llevaba su bate, su cuchillo y a Margaret.
Ya había oscurecido, Elliot estaba asustado de recorrer aquel camino de noche, pero se sentía peor al creer que exponía a sus amigos y compañeros a un peligro letal.
Así que no tuvo opción más que caminar, cada vez se acostumbraba más a la oscuridad, aunque estaba atento para escuchar cualquier amenaza, en los días anteriores había detectado la ciudad casi desierta, así que pensó que sería buena idea ir a echar un vistazo a su antiguo hogar.
Elliot se puso de pie, pero su ropa estaba bañada en sangre, su cara también estaba manchada de sangre, y tenía un rasguño en la ceja.
Armando se quedó atónoto, Karen no podía parpadear, Mónica no entendía lo que había pasado.
Elliot sintió la sangre tibia escurriendo y brotendo de su rostro, y sintió de nuevo ese calor en la espalda seguido por un vacío en el estómago.
No te toques la herdida- dijo Armando.
Hay que ir a la casa de inmediato- dijo Karen.
Durante el camino Elliot pensaba "no puede ser, no, tengo que vivir, no quiero ser un rojo, voy a ser un rojo" cada vez que pensaba en esa última frease el vacío volvía a invadir su estómago "no, no quiero morir así, yo quiero estar en la resistencia final, yo tengo que estar en la resistencia final, ¿cómo es posible que ellos estén sanos y yo no? ¿por qué corrí? ¿por qué no dispararon?" pero mientras se hacía más preguntas, más se deprimía, así que decidió dormir.
No, no cierres los ojos, no te duermas- dijo Karen.
El virus actúa más rápido cuando duermes- dijo Mónica.
Elliot se vió forzado a pensar en otra cosa, pensó en cómo era su vida antes de la masacre, pensó en uno de sus muchos viajes a la playa, recordó un pastel de chocolate de cumpleaños, recordó lo dulce, recordó una voz, recordó a una chica, Fernanda, le había jurado que viviría, que no se infectaría, que no moriría a causa de los rojos, eso le dio valor, despejó su mente y pudo enfocarse en ser fuerte.
Al llegar a la casa, todos fueron de inmediato a la mesa, pusieron a Margaret en el centro de la mesa en caso de que Elliot terminara su conversión.
¿Qué hacemos?- preguntó Elliot fingiendo tranquilidad, aunque con eso solo alteró a sus amigos, pues un comportamiento así era inusual.
No se que debemos hacer, yo haría algo, pero no, no con el, no se, no, no se que hacer- Karen estaba llorando.
Hay que calmarnos- dijo Armando.
No hay forma de saber si está infectado- dijo Mónica.
La hay- dijo Elliot con un tono oscuro.
Todos lo miraron con curiosidad y miedo.
Bueno, todos sabemos que si estoy infectado, en un día lo sabremos, les propongo que esté lejos de aquí en los próximos tres días, si no estoy infectado, el cuarto día me presentaré y todo será como antes, ¿de acuerdo?-
Primero tienes que bañarte y ponerte otra ropa, ensangrentado solo te seguirán más rojos- dijo Armando.
De acuerdo, Mónica, ve por agua para que se bañe, Armando, quédate vigilando y toma el arma, mientras tanto yo prepararé comida para tus tres días- dijo Karen.
Elliot se agachó.
Elliot, si sientes algo extraño, avisa, por favor- dijo Armando.
Ya está- dijo Mónica.
Elliot fue a bañarse, Armando se quedó afuera del baño con el arma y le preguntaba a Ellito si se sentía bien.
Karen había preparado una bolsa con cinco jitomates, dos manzanas y un poco de carne de conejo y la entregó a Elliot (cabe decir que en aproximadamente un mes en el que estuvieron el casa, se abastecieron de ropa, elliot portaba unos jeans, una playera y otra chamarra, no de cuero, normal de color negro).
Todos salieron a despedir a Elliot.
Bueno, estaré bien, no se preocupen, volveré en tres días. Karen entró en la casa.
Elliot partió, llevaba su bate, su cuchillo y a Margaret.
Ya había oscurecido, Elliot estaba asustado de recorrer aquel camino de noche, pero se sentía peor al creer que exponía a sus amigos y compañeros a un peligro letal.
Así que no tuvo opción más que caminar, cada vez se acostumbraba más a la oscuridad, aunque estaba atento para escuchar cualquier amenaza, en los días anteriores había detectado la ciudad casi desierta, así que pensó que sería buena idea ir a echar un vistazo a su antiguo hogar.
arturo864- Recien llegado al refugio
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Hola Battousai. cap 23
Primero que nada, deseo que estés bien, es solo que creo que hay un pequeño mal entendido, en mis mensajes no he encontrado la opción que dice "editar", solo me aparece la de "citar", es por eso que no he podido editar mis mensajes, se que va contra las reglas, pero no he podido editarlos, espero que entiendas mi problema, de hecho me gustaría que me pudieras ayudar, muchas gracias por tu atención.
Arturo
Pasando a otro tema, escribiré un poco más del relato.
Cap 23.
La noche cubría a Elliot como un manto singular, no le brindaba calor, no lo dejaba en medio del frío, no lo protegía ni lo evidenciaba, solamente lo observaba, sin ayudar ni perjudicar, y le guiñaba el ojo cuando el muchacho pensaba en su hogar, ¿hogar? ¿donde estaba su hogar? era el lugar que estaba dejando.
Hogar, pura mierda_ pensaba Elliot miranddo a ambos lados de la carretera para asegurarse de que estaba solo.
Caminar hasta la ciudad ya no le molestaba, ya no era cansado, verán, después de meses de ejercicio de éste tipo y tener la obligación de sobrevivir "a huevo", unos kilómetros de noche no son un gran problema.
Elliot hizo un recorrido mental desde su infancia hasta el momento en el que llegó a esa misma noche, en esa misma carretera, le resultó sorprendente descubrir que su vida no siempre había sido muy agradable, de hecho la gripe púrpura no había sido un gran golpe.
Pronto descubrió también que al pensar en esas cosas solo se sentía peor, pero, millones de personas se habían convertido en rojos, quizás no fuera tan malo ser uno más, probablemente después de un tiempo se acostumbrara a la carne cruda, incluso pudiera tener su conciencia intacta y seguir viendo el mundo como hasta entonce lo había hecho.
Después de pensar tanto, se dio cuenta de que había avanzado un largo trecho, ya no veía la luz de la casa, ni siquiera sabía qué tan lejos estaba, sus piernas no respondían al cansancio, una vez estuvo a punto de morir, ésto no podría ser peor.
Caminar, caminar, caminar, que desastre, en fin, en unas horas llegaría a la ciudad, podría ver como seguía su antigua casa, talvez vería el refugio, la plaza comercial, los paisajes destruidos, resumiendolo, su hogar.
Arturo
Pasando a otro tema, escribiré un poco más del relato.
Cap 23.
La noche cubría a Elliot como un manto singular, no le brindaba calor, no lo dejaba en medio del frío, no lo protegía ni lo evidenciaba, solamente lo observaba, sin ayudar ni perjudicar, y le guiñaba el ojo cuando el muchacho pensaba en su hogar, ¿hogar? ¿donde estaba su hogar? era el lugar que estaba dejando.
Hogar, pura mierda_ pensaba Elliot miranddo a ambos lados de la carretera para asegurarse de que estaba solo.
Caminar hasta la ciudad ya no le molestaba, ya no era cansado, verán, después de meses de ejercicio de éste tipo y tener la obligación de sobrevivir "a huevo", unos kilómetros de noche no son un gran problema.
Elliot hizo un recorrido mental desde su infancia hasta el momento en el que llegó a esa misma noche, en esa misma carretera, le resultó sorprendente descubrir que su vida no siempre había sido muy agradable, de hecho la gripe púrpura no había sido un gran golpe.
Pronto descubrió también que al pensar en esas cosas solo se sentía peor, pero, millones de personas se habían convertido en rojos, quizás no fuera tan malo ser uno más, probablemente después de un tiempo se acostumbrara a la carne cruda, incluso pudiera tener su conciencia intacta y seguir viendo el mundo como hasta entonce lo había hecho.
Después de pensar tanto, se dio cuenta de que había avanzado un largo trecho, ya no veía la luz de la casa, ni siquiera sabía qué tan lejos estaba, sus piernas no respondían al cansancio, una vez estuvo a punto de morir, ésto no podría ser peor.
Caminar, caminar, caminar, que desastre, en fin, en unas horas llegaría a la ciudad, podría ver como seguía su antigua casa, talvez vería el refugio, la plaza comercial, los paisajes destruidos, resumiendolo, su hogar.
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Re: la última lágrima (capítulo 1)
Muy buena tu continuacion Arturo,espero tus proximas entregas
DarkHades- Pirómano
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Re: la última lágrima (capítulo 1)
arturo864 escribió:Primero que nada, deseo que estés bien, es solo que creo que hay un pequeño mal entendido, en mis mensajes no he encontrado la opción que dice "editar", solo me aparece la de "citar", es por eso que no he podido editar mis mensajes, se que va contra las reglas, pero no he podido editarlos, espero que entiendas mi problema, de hecho me gustaría que me pudieras ayudar, muchas gracias por tu atención.
entre ambos mensajes apenas hay media hora de diferencia (2:57 am y 3:25 am), por lo que si te sale el boton de editar, lo que no podeis editar son mensajes transcurridas 24 horas, lo cual no importa porque transcurridas esas 24 horas ya no es doble post, pero podeis editar cualquier mensaje que hayais creado en un margen de 24 horas
Gracias!
Darkhades, gracias por tus comentarios, le quiero poner un poco más de acción al relato, pues quiero informar que se acerca el final de la serie, y Battousai, gracias por la explicación, procuraré evitar los doble post, perdón, se me fue, bueno, gracias por seguir leyendo
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arturo864- Recien llegado al refugio
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Cap 23, 24
Si nada hubiera pasado, Elliot ya podría ver las luces de la ciudad, a lo lejos, desafortunadamente no se veía nada, solo un poco de luz lunar descubría su silueta en medio del camino.
Pero, ¿a dónde se dirigiría? bueno, Elliot tenía planeado ir a su antiguo hogar, aunque tambipen quería echar un vistazo a los lugares que conocía.
Hiciera lo que tuviese que hacer, debía hacerlo rápido, ya que si no estaba infectado debía regresar a casa en tres días, y si estaba infectado el virus no tardaría en actuar.
Después de un largo camino, llegó a su antigua casa, ya no relucía como hacía algún tiempo, no, las ventanas ya estaban rotas, un cadaver de rojo estaba pudriéndose en la entrada, había signos de que fuego hace tiempo, la puerta estaba tirada, una capa gruesa de polvo lo cubría todo y unas plantas habían brotado entre el piso.
Es facil entender que Elliot se haya sentido mal, entró y el olor describía sangre, cenizas y humedad, alguien más había vivido ahí, pues habían rastros de comida muy vieja y objetos que él no había dejado ahí la última vez.
La ropa de su familia había desaparecido, la habían robado, unos cuantos muebles ya tampoco estaban, y habían botellas de cerveza rotas en el piso, una rata infectada veía inquietantemente al muchacho, quien con el bate la golpeó hasta dejar un batido rojo y asqueroso.
Elliot vomitó, no podía entender cómo había sucedido eso, como de un día a otro la humanidad había perecido, de como de lo que conocía ya nada quedaba, y que probablemente en ese mismo momento él mismo se estuviera consumiendo.
¡QUÉ MIERDAAAA!- gritó el muchacho -¡QUÉ MIIERDAAA!- a lo lejos se escucharon ladridos de perros, seguramente infectados. El pobre individuo se sentó en el piso y pasó una mano por su cabello, largo, negro, quebrado y descuidado, como sería que él nunca pensó que terminaría así.
Tomó su arma y la puso en su boca, probablemente sería mejor no esperar a escupir sangre y verse en el espejo como un jorobado sangrante y miserable, no, él no quería verse así, ¿y qué tal que tuviera conciencia? no, no quería tenerla, quería terminar ya con todo, quería empezar de nuevo. Pero no podía, también le tenía miedo a no ver más la luz del sol, a no ver más a sus amigos, a no quemar la ciudad, a despedirse de sus esperanzas, a no poder ver de nuevo el parque de diversiones por más solitario y muerto que éste estuviese ni a sentir de nuevo el viento fresco en su rostro.
Qué deprimente era ver todo acabándose frente a sus ojos y él sin poder hacer nada, sin el valor siquiera de suicidarse, Elliot se puso de pie, se asomó por la ventana rota y vio las nubes de un cielo terminal, de un mundo plagado de un cáncer tal que no habían semillas de esperanza.
Si, era todo una mierda, si Fernanda estuviera con él todo sería diferente, posiblemente él estaría dando lo último de sí para mantenerlos a los dos con vida, pero ella estaba también muerta, Elliot tomó su collar, con la mariposa de joyas, el que había regalado a Fernanda y lo apretó con fuerza, quería que las joyas y su mano se fundieran, y tal vez así podría sentir a Fernanda de nuevo, quería cortar sus venas con las joyas y ver a Fernanda de nuevo, quería escuchar su voz, oler su perfume, ver sus ojos, sentir su piel, pero ya nunca podría hacerlo, era demasiado frustrante.
¡VENGAN MALDITOS ROJOS DE MIERDA, VENGAN A TRAGARSE MIS BOLAS, VAMOS! ¿QUÉ YA NO TIENEN LAS SUYAS?- gritó Elliot por la ventana con una voz que jamás se había escuchado, fue como si todo el dolor y el rencor que vivía dentro de él saliera para buscar venganza.
Un rugido se escuchó a lo lejos y cinco rojos sorprendentemente salieron de la oscuridad y corrieron hacía la casa, Elliot desde su ventana siguió gritando.
¡AQUÍ ESTOY MÉNDIGOS BASTARDOS, VENGAN TODOS!- un disparo y un dejó de moverse, otro disparo y otro de ellos cayó al piso mugiendo de dolor, otro disparo y otro rojo quedó con un círculo en su rostro, los otros dos rojos entraron a la casa, subieron las escaleras hasta donde estaba Elliot, cuando llegaron, Elliot golpeó a uno en la cabeza, otro golpe, y otro, el rojo dejó de moverse, el último lo miró y rugió con todas sus fuerzas, se arrojó y tiró a Elliot, la batalla se llevó a cabo en el suelo, Elliot evitaba las mordidas de la criatura mientras lo acuchillaba entre el cuello y el hombro repetidas veces, el rojo seguía rugiendo y gritando, Elliot siguió agitando el cuchillo incluso después de que el rojo ya no se movía, entre lágrimas y sangre arrojó los cuerpos de los rojos por la ventana.
¿¡QUIEN MÁS QUIERE VENIR? VAMOS, NO TEMAS, SOLO LES ACUCHILLARÉ EL CULO!-
El muchacho se dio cuenta de lo que estaba haciendo, fue a uno de los esepejos y se quitó la ropa, no habían brotes rojos ni heridas, nada, probablemente no estaba infectado, se vistió y fue a dormir ya un poco más tranquilo.
Aquí termina el capítulo 23 de la última lágrima, espero que lo hayan disfrutado, por su atención, gracias.
Capítulo 24 "Kanuh".
La vida de Elliot parecía haberse extinguido a causa de un perro, era una ironía, los perros son el mejor amigo del hombre, son fieles, leales, valientes, en serio un perro podría dar la vida por su amo, además suelen comprender a sus amigos humanos y ayudarlos en muchas situaciones.
En fin, a la mañana siguiente Elliot despertó, lo primero que hizo fue desnudarse de inmediato y correr al espejo, no brotaba sangre de su piel, no tenía heridas, no había nada de que preocuparse, se vistió y se tranquilizó.
Regresó a su antigua habitación y pensó -bien, no estoy infectado, en un par de días podré regresar a casa, es un día soleado, fresco, saldré a dar un paseo-.
Así fue, salió de su antigua y destruida casa para echar un vistazo a la calle.
A pesar de haber asesinado a cinco rojos el día anterior, parecía no haber nadie en las calles, todo estaba desierto, Elliot no lo comprendía.
Se dirigía a la plaza comercial cuando algo lo distrajo, creyó haber visto un pie, con un zapato, definitivamente no era un rojo.
Era un zapato de lona, de colores, Elliot no pudo resistir la curiosidad y siguió su instinto.
Al parecer todo había sido una ilusión, ¿se estaba volviendo loco?
De nuevo el sol proyectaba una luz anaranjada, pero el cielo lo combatía con una tonalidad azul clara, pero definida, era una pintura natural extraña, naranja y azul en el cielo, se veía bien, extraño, pero bien.
Tras unos minutos de caminata, Elliot llegó a la plaza, decidió entrar, el lugar no estaba oscuro ya que el techo era transparente, era policarbonato al parecer de Elliot, la luz entraba de forma perfecta, Elliot nunca había prestado mucha atención a las tiendas desoladas y silenciosas, para él ahora todo se veía con un tono tan surreal; él, nadie más, en una plaza comercial vacía, y casi destruida, si era extraño, pero el muchacho ya estaba acostumbrado a ver el mundo un tanto "zombificado".
No era que hubiera deseado que eso sucediera, pero no le disgustaba mucho vivir en un mundo al borde del colapso, para él era como un reto, mantenerse con vida era más que un reto, parecía un juego, pero no lo era, no carecía de sentido; era todo lo que importaba, además de la vida de sus amigos claro.
El muchacho se dirigió a una terraza de la plaza, donde tiempo atrás la gente hubiera disfrutado de comida china, tacos, pizzas, habían distintos locales de comida y un gran área de sillas y mesas, Elliot había estado ahí en repetidas ocaciones, el techo dejaba entrar más luz que en el resto del lugar, si, tenía un tono total anaranjado y no se escuchaba ningúan ruido, era como si aquel muchacho fuese el último sobreviviente en el mundo, todo estaba lleno de polvo y había un poco de sangre en el piso, además de restos de humano junto a la entrada de los baños, un vidrio estaba roto, y lo que quedaba de él proyectaba una figura rara en el piso.
Elliot tomó un tenedor que estaba en una mesa, lo tiró al suelo y el ruido metálico fue lo único que se pudo escuchar en toda la plaza, nisiquiera el ruido de un muro al quebrarse, ni una ardilla o una rata, nada.
Había otra parte de la plaza que a Elliot le gustaba mucho, aunque nunca había tenido la oportunidad de quedarse a contemplarla como estúpido por un largo rato. Era un espacio grande, un hueco entre las tiendas de ropa, como un cubo de 6x10x8, si eso era, un cubo, un hueco que tenía una hermosa vista al estacionamiento y al resto de la civilización, había una ventana que representaba otra pared, ahí rara vez habían personas, era un lugar solitario, y ahora más que nunca, cuando uno entraba ahí era como si todos los relojes se detuvieran, como si la gente de la plaza dejara de caminar y todo se pausara, podías sentir los latidos de las demás personas, lo que Elliot sabía era que ahí los muchachos solían ir con una vieja amiga y preguntarles algo, Elliot sintió que podía escuchar las palabras de tantas parejas jovenes, sentir lo que ellos sentían, aunque la mayor parte de él estaba absuelta en un tornado de nostalgia, en un huracán con lágrimas que se limitaba a contener. Entrar en ese lugar hacía sentir a Elliot que cuando dejara de ver la ventana y saliera de ahí las luces de la plaza estarían encendidas, y no solo de la plaza, las de la ciudad, y el mundo. Que las personas caminarían por los pasillos de las tiendas de ropa, que nada había ocurrido.
Mientras pensaba eso, se dio cuenta de que ya se estaba haciendo tarde, unas nubes grises menguaban el sol, y la atmósfera cambió repentinamente de anaranjada a gris, se sentó en la una banca y se dispuso a contemplar el paisaje de su mundo, de su mundo muerto, de su mundo si pisca de respiración, de su mundo que reflejaba su alma.
Pero, ¿a dónde se dirigiría? bueno, Elliot tenía planeado ir a su antiguo hogar, aunque tambipen quería echar un vistazo a los lugares que conocía.
Hiciera lo que tuviese que hacer, debía hacerlo rápido, ya que si no estaba infectado debía regresar a casa en tres días, y si estaba infectado el virus no tardaría en actuar.
Después de un largo camino, llegó a su antigua casa, ya no relucía como hacía algún tiempo, no, las ventanas ya estaban rotas, un cadaver de rojo estaba pudriéndose en la entrada, había signos de que fuego hace tiempo, la puerta estaba tirada, una capa gruesa de polvo lo cubría todo y unas plantas habían brotado entre el piso.
Es facil entender que Elliot se haya sentido mal, entró y el olor describía sangre, cenizas y humedad, alguien más había vivido ahí, pues habían rastros de comida muy vieja y objetos que él no había dejado ahí la última vez.
La ropa de su familia había desaparecido, la habían robado, unos cuantos muebles ya tampoco estaban, y habían botellas de cerveza rotas en el piso, una rata infectada veía inquietantemente al muchacho, quien con el bate la golpeó hasta dejar un batido rojo y asqueroso.
Elliot vomitó, no podía entender cómo había sucedido eso, como de un día a otro la humanidad había perecido, de como de lo que conocía ya nada quedaba, y que probablemente en ese mismo momento él mismo se estuviera consumiendo.
¡QUÉ MIERDAAAA!- gritó el muchacho -¡QUÉ MIIERDAAA!- a lo lejos se escucharon ladridos de perros, seguramente infectados. El pobre individuo se sentó en el piso y pasó una mano por su cabello, largo, negro, quebrado y descuidado, como sería que él nunca pensó que terminaría así.
Tomó su arma y la puso en su boca, probablemente sería mejor no esperar a escupir sangre y verse en el espejo como un jorobado sangrante y miserable, no, él no quería verse así, ¿y qué tal que tuviera conciencia? no, no quería tenerla, quería terminar ya con todo, quería empezar de nuevo. Pero no podía, también le tenía miedo a no ver más la luz del sol, a no ver más a sus amigos, a no quemar la ciudad, a despedirse de sus esperanzas, a no poder ver de nuevo el parque de diversiones por más solitario y muerto que éste estuviese ni a sentir de nuevo el viento fresco en su rostro.
Qué deprimente era ver todo acabándose frente a sus ojos y él sin poder hacer nada, sin el valor siquiera de suicidarse, Elliot se puso de pie, se asomó por la ventana rota y vio las nubes de un cielo terminal, de un mundo plagado de un cáncer tal que no habían semillas de esperanza.
Si, era todo una mierda, si Fernanda estuviera con él todo sería diferente, posiblemente él estaría dando lo último de sí para mantenerlos a los dos con vida, pero ella estaba también muerta, Elliot tomó su collar, con la mariposa de joyas, el que había regalado a Fernanda y lo apretó con fuerza, quería que las joyas y su mano se fundieran, y tal vez así podría sentir a Fernanda de nuevo, quería cortar sus venas con las joyas y ver a Fernanda de nuevo, quería escuchar su voz, oler su perfume, ver sus ojos, sentir su piel, pero ya nunca podría hacerlo, era demasiado frustrante.
¡VENGAN MALDITOS ROJOS DE MIERDA, VENGAN A TRAGARSE MIS BOLAS, VAMOS! ¿QUÉ YA NO TIENEN LAS SUYAS?- gritó Elliot por la ventana con una voz que jamás se había escuchado, fue como si todo el dolor y el rencor que vivía dentro de él saliera para buscar venganza.
Un rugido se escuchó a lo lejos y cinco rojos sorprendentemente salieron de la oscuridad y corrieron hacía la casa, Elliot desde su ventana siguió gritando.
¡AQUÍ ESTOY MÉNDIGOS BASTARDOS, VENGAN TODOS!- un disparo y un dejó de moverse, otro disparo y otro de ellos cayó al piso mugiendo de dolor, otro disparo y otro rojo quedó con un círculo en su rostro, los otros dos rojos entraron a la casa, subieron las escaleras hasta donde estaba Elliot, cuando llegaron, Elliot golpeó a uno en la cabeza, otro golpe, y otro, el rojo dejó de moverse, el último lo miró y rugió con todas sus fuerzas, se arrojó y tiró a Elliot, la batalla se llevó a cabo en el suelo, Elliot evitaba las mordidas de la criatura mientras lo acuchillaba entre el cuello y el hombro repetidas veces, el rojo seguía rugiendo y gritando, Elliot siguió agitando el cuchillo incluso después de que el rojo ya no se movía, entre lágrimas y sangre arrojó los cuerpos de los rojos por la ventana.
¿¡QUIEN MÁS QUIERE VENIR? VAMOS, NO TEMAS, SOLO LES ACUCHILLARÉ EL CULO!-
El muchacho se dio cuenta de lo que estaba haciendo, fue a uno de los esepejos y se quitó la ropa, no habían brotes rojos ni heridas, nada, probablemente no estaba infectado, se vistió y fue a dormir ya un poco más tranquilo.
Aquí termina el capítulo 23 de la última lágrima, espero que lo hayan disfrutado, por su atención, gracias.
Capítulo 24 "Kanuh".
La vida de Elliot parecía haberse extinguido a causa de un perro, era una ironía, los perros son el mejor amigo del hombre, son fieles, leales, valientes, en serio un perro podría dar la vida por su amo, además suelen comprender a sus amigos humanos y ayudarlos en muchas situaciones.
En fin, a la mañana siguiente Elliot despertó, lo primero que hizo fue desnudarse de inmediato y correr al espejo, no brotaba sangre de su piel, no tenía heridas, no había nada de que preocuparse, se vistió y se tranquilizó.
Regresó a su antigua habitación y pensó -bien, no estoy infectado, en un par de días podré regresar a casa, es un día soleado, fresco, saldré a dar un paseo-.
Así fue, salió de su antigua y destruida casa para echar un vistazo a la calle.
A pesar de haber asesinado a cinco rojos el día anterior, parecía no haber nadie en las calles, todo estaba desierto, Elliot no lo comprendía.
Se dirigía a la plaza comercial cuando algo lo distrajo, creyó haber visto un pie, con un zapato, definitivamente no era un rojo.
Era un zapato de lona, de colores, Elliot no pudo resistir la curiosidad y siguió su instinto.
Al parecer todo había sido una ilusión, ¿se estaba volviendo loco?
De nuevo el sol proyectaba una luz anaranjada, pero el cielo lo combatía con una tonalidad azul clara, pero definida, era una pintura natural extraña, naranja y azul en el cielo, se veía bien, extraño, pero bien.
Tras unos minutos de caminata, Elliot llegó a la plaza, decidió entrar, el lugar no estaba oscuro ya que el techo era transparente, era policarbonato al parecer de Elliot, la luz entraba de forma perfecta, Elliot nunca había prestado mucha atención a las tiendas desoladas y silenciosas, para él ahora todo se veía con un tono tan surreal; él, nadie más, en una plaza comercial vacía, y casi destruida, si era extraño, pero el muchacho ya estaba acostumbrado a ver el mundo un tanto "zombificado".
No era que hubiera deseado que eso sucediera, pero no le disgustaba mucho vivir en un mundo al borde del colapso, para él era como un reto, mantenerse con vida era más que un reto, parecía un juego, pero no lo era, no carecía de sentido; era todo lo que importaba, además de la vida de sus amigos claro.
El muchacho se dirigió a una terraza de la plaza, donde tiempo atrás la gente hubiera disfrutado de comida china, tacos, pizzas, habían distintos locales de comida y un gran área de sillas y mesas, Elliot había estado ahí en repetidas ocaciones, el techo dejaba entrar más luz que en el resto del lugar, si, tenía un tono total anaranjado y no se escuchaba ningúan ruido, era como si aquel muchacho fuese el último sobreviviente en el mundo, todo estaba lleno de polvo y había un poco de sangre en el piso, además de restos de humano junto a la entrada de los baños, un vidrio estaba roto, y lo que quedaba de él proyectaba una figura rara en el piso.
Elliot tomó un tenedor que estaba en una mesa, lo tiró al suelo y el ruido metálico fue lo único que se pudo escuchar en toda la plaza, nisiquiera el ruido de un muro al quebrarse, ni una ardilla o una rata, nada.
Había otra parte de la plaza que a Elliot le gustaba mucho, aunque nunca había tenido la oportunidad de quedarse a contemplarla como estúpido por un largo rato. Era un espacio grande, un hueco entre las tiendas de ropa, como un cubo de 6x10x8, si eso era, un cubo, un hueco que tenía una hermosa vista al estacionamiento y al resto de la civilización, había una ventana que representaba otra pared, ahí rara vez habían personas, era un lugar solitario, y ahora más que nunca, cuando uno entraba ahí era como si todos los relojes se detuvieran, como si la gente de la plaza dejara de caminar y todo se pausara, podías sentir los latidos de las demás personas, lo que Elliot sabía era que ahí los muchachos solían ir con una vieja amiga y preguntarles algo, Elliot sintió que podía escuchar las palabras de tantas parejas jovenes, sentir lo que ellos sentían, aunque la mayor parte de él estaba absuelta en un tornado de nostalgia, en un huracán con lágrimas que se limitaba a contener. Entrar en ese lugar hacía sentir a Elliot que cuando dejara de ver la ventana y saliera de ahí las luces de la plaza estarían encendidas, y no solo de la plaza, las de la ciudad, y el mundo. Que las personas caminarían por los pasillos de las tiendas de ropa, que nada había ocurrido.
Mientras pensaba eso, se dio cuenta de que ya se estaba haciendo tarde, unas nubes grises menguaban el sol, y la atmósfera cambió repentinamente de anaranjada a gris, se sentó en la una banca y se dispuso a contemplar el paisaje de su mundo, de su mundo muerto, de su mundo si pisca de respiración, de su mundo que reflejaba su alma.
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Cap 24
Pero ahora no era momento de llorar ni de ver el último intento de miseria, era momento de apretar la mandíbula, ajustarse los pantalones, y sobrevivir.
Elliot quería ver la ciudad, ver los lugares que poces veces había visto, ahora tenía la oportunidad de echar un largo vistazo, y tenía otra inquietud; saber donde estaban los rojos.
Era algo que había preocupado al muchacho en mucho tiempo, no habían cadáveres, nada, solo se habían ido.
Si, ya estaba oscureciendo, unas nubes manchaban el cielo y debía encontrar un refugio pronto.
Ya no tenía la sensación de ser observado, pero esa imagen del zapato de lona lo había intrigado.
De noche, el centro de la ciudad tenía un aspecto tenebroso, de sueño y pesadilla, los monumentos, los edificios, todo se veía diferente aunque seguían siendo los mismos lugares que tantas veces visitó.
El bate lo reconfortaba, su arma favorita.
Pero ¿cómo encontraría a tantos rojos? y lo peor, ¿qué haría cuando los encontrara?
Elliot quería ver la ciudad, ver los lugares que poces veces había visto, ahora tenía la oportunidad de echar un largo vistazo, y tenía otra inquietud; saber donde estaban los rojos.
Era algo que había preocupado al muchacho en mucho tiempo, no habían cadáveres, nada, solo se habían ido.
Si, ya estaba oscureciendo, unas nubes manchaban el cielo y debía encontrar un refugio pronto.
Ya no tenía la sensación de ser observado, pero esa imagen del zapato de lona lo había intrigado.
De noche, el centro de la ciudad tenía un aspecto tenebroso, de sueño y pesadilla, los monumentos, los edificios, todo se veía diferente aunque seguían siendo los mismos lugares que tantas veces visitó.
El bate lo reconfortaba, su arma favorita.
Pero ¿cómo encontraría a tantos rojos? y lo peor, ¿qué haría cuando los encontrara?
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Cap 24
Horas de caminar, kilogramos de cansancio, finalmente se encontraba en un barrio antes llamado "de la alta", ahora todo era "de los rojos", pero no importa, eso no viene al caso, era una bonita calle, o almenos así debió haber sido, árboles a ambos lados de la acera, ahora estaban un poco secos, también habían faroles, (la mayoría destruidos), casas grandes, de color blanco con una que otra pared morada, roja, colores fuertes.
Tiempo atrás, su abuela había vivido ahí, Elliot pensó que sería un buen lugar para descanzar, ya que nunca había formado un vínculo emocional estrecho con ese lugar, y al mismo tiempo lo conocía a la perfección.
La casa de suabuela; tres pisos, tres baños, siete habitaciones, una sala y comedor enormes, y una cocina que merecía respeto.
La puerta estaba en su lugar, ¿qué debía hacer? ¿tocar hasta que alguien abriera?, bueno, el muchacho intentó abrir la puerta de una patada, pensó que sería fácil, pero solamente se escuchó un gran golpe, la puerta se veía igual, pero la pierna de Elliot estaba muy adolorida, cayó al piso y apretó con fuerza su pierna, según él para disminuir el dolor.
Lo intentó de nuevo, ésta vez con la fuerza de todo su cuerpo, dejándose ir, para su sorpresa, la puerta se abrió, aunque su pierna le dolía toda vía más.
Tiempo atrás, su abuela había vivido ahí, Elliot pensó que sería un buen lugar para descanzar, ya que nunca había formado un vínculo emocional estrecho con ese lugar, y al mismo tiempo lo conocía a la perfección.
La casa de suabuela; tres pisos, tres baños, siete habitaciones, una sala y comedor enormes, y una cocina que merecía respeto.
La puerta estaba en su lugar, ¿qué debía hacer? ¿tocar hasta que alguien abriera?, bueno, el muchacho intentó abrir la puerta de una patada, pensó que sería fácil, pero solamente se escuchó un gran golpe, la puerta se veía igual, pero la pierna de Elliot estaba muy adolorida, cayó al piso y apretó con fuerza su pierna, según él para disminuir el dolor.
Lo intentó de nuevo, ésta vez con la fuerza de todo su cuerpo, dejándose ir, para su sorpresa, la puerta se abrió, aunque su pierna le dolía toda vía más.
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Cap 24 (porqué no lo puedo terminar?)
El interior del lugar no estaba como él lo recordaba, todo estaba hecho un desastre, habían tres cuerpos en el comedor, estaban muertos, no eran rojos, pero aún así le hicieron sentir escalofríos al joven.
La televisión estaba en el piso, a Elliot nunca le había gustado el estilo de la casa de su abuela, habían carpetitas por todos lados y unas cuantas colecciones de eleantes que iban desde el más grande al más pequeño, además unos platos de porcelana con decoraciones muy saturadas y oscuras, las vitrinasd (ahora rotas) antes habían estado llenas de figuritas para pintar y casitas de navidad de las que se les ponen focos dentro. También habían muchas fotos viejas, sus abuelos, familia, lugares, en una de ellas se podía ver a cinco niños en la playa, uno de ellos era Elliot, debía tener unos siete años, se le veía muy feliz, y a los lados sus primos, dos eran más grandes que él.
El gran espacio de la sala estaba pesimamente mal ocupado por sillones de tela oscura, eran anchos y apenas dejaban espacio para los ocupantes.
Elliot sacó a Margaret, pues quería echar un vistazo en el piso de arriba, quería asegurarse de que se encontraba solo.
Subió cautelosamente, las últimas luces rojas del día iluminaban el segundo piso, el muchacho sostenía el arma.
Si hay alguien aquí sano, que salga ahora, quiero ayudar- dijo, pero más que para encontrar a alguien para atraer a los rojos.
No hubo ninguna respuesta, por lo que cuidadosamente revisó cada una de las habitaciones. No habían rojos.
Cansado, adolorido y hambriento Elliot se sentó en el suelo a comer, la comida que Karen le había preparado seguía buena.
La televisión estaba en el piso, a Elliot nunca le había gustado el estilo de la casa de su abuela, habían carpetitas por todos lados y unas cuantas colecciones de eleantes que iban desde el más grande al más pequeño, además unos platos de porcelana con decoraciones muy saturadas y oscuras, las vitrinasd (ahora rotas) antes habían estado llenas de figuritas para pintar y casitas de navidad de las que se les ponen focos dentro. También habían muchas fotos viejas, sus abuelos, familia, lugares, en una de ellas se podía ver a cinco niños en la playa, uno de ellos era Elliot, debía tener unos siete años, se le veía muy feliz, y a los lados sus primos, dos eran más grandes que él.
El gran espacio de la sala estaba pesimamente mal ocupado por sillones de tela oscura, eran anchos y apenas dejaban espacio para los ocupantes.
Elliot sacó a Margaret, pues quería echar un vistazo en el piso de arriba, quería asegurarse de que se encontraba solo.
Subió cautelosamente, las últimas luces rojas del día iluminaban el segundo piso, el muchacho sostenía el arma.
Si hay alguien aquí sano, que salga ahora, quiero ayudar- dijo, pero más que para encontrar a alguien para atraer a los rojos.
No hubo ninguna respuesta, por lo que cuidadosamente revisó cada una de las habitaciones. No habían rojos.
Cansado, adolorido y hambriento Elliot se sentó en el suelo a comer, la comida que Karen le había preparado seguía buena.
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Cap 24
A la mañana siguiente el frío dominaba la habitación en la que Elliot había dormido, por suerte el muchacho nunca había sido muy friolento.
Para Elliot era un día normal, el canto de unas cuentas aves que habían sobrevivido, los ladridos de un perro, una mujer hablándole al perro, ¡¿Qué?!
Los perros rojos no ladran, rugían, y la mujer no estaba gritando, estaba hablando con el perro, Elliot se incorporó de inmediato, tomó su mochila, su bate, y a Margaret y se dispuso a salir de la casa.
Bajó las escaleras corriendo, abrió la puerta con cuidado, la mujer podía estar armada, sería mejor no ser brusco.
¡Hey!- gritó Elliot -¡Hey! ¡no estoy infectado!-
Hacía mucho frío, el cielo estaba nublado, aún con el sueter a Elliot se le dificultaba mucho correr, En cuanto salió, la mujer echó a correr velozmente junto con su perro, era un perro grande, leonado, musculoso y ágil.
Elliot corrió detrás de los individuos, quienes doblaron la esquina a unos metros, se atrasó un poco, cuando dobló la esquina algo lo golpeó en el pecho, y en el brazo, lo tiró al piso, era el perro, se había lanzado sobre él, lo que lo golpeó fueron las patas delanteras, las garras de perro lo habían rasguñado, el perro lo tenía en el suelo, tiraba mordidas hacia su rostro, el bate de Elliot había caído a un par de metros, lidiando con el perro logró acercarse al bate, tomarlo y golpear al perro en la cabeza, éste soltó un chillido y continuó su pelea, Elliot trató de detenerlo ingenuamente con la mano, el perro mordió su antebrazo, el muchachó gritó, le dolía como si martillartan su hueso.
El can lo arrastró unos metro sujetándolo del brazo, entonces Elliot escuchó una voz.
Déjalo, no está infectado- era la voz de la mujer.
Inmediatamente el perro lo soltó, Elliot vio su brazo y vio su piel bañada en sangre, habían tres grandes huecos sangranetes.
Mierda- dijo.
El dolor no dejó a Elliot concentrarse en nada, la joven mujer lo ayudó a incorporarse y caminaron un par de kilómetros.
Llegaron a una especie de refugio improvisado, la joven le desinfectó la herida y lo bendó.
¿No se puede coser?- Elliot preguntó.
Bueno, lo que sé es que las mordidas de perro no deben coserse- respondió la mujer.
Fue entonces cuando Elliot pudo ver bien sus rasgos, era de muy corta edad, llevaba un paleacate amarrado en la cabeza y no portaba ningún tipo de arma, solo su perro.
Y, ¿quién eres tu?- preguntó Elliot.
Me llamo Marina- respondió la joven -¿y tu?-
Elliot. ¿Qué hacías en ésta parte de la ciudad?-
Bueno, no muchas cosas, dando un paseo con Kanuh-
¿Con quién?-
Kanuh, él- señaló al perro.
Ah, con la bestia esa-
¡Oye! el tonto fuiste tu, tu actitud fue muy amenazadora-
Bien, si detecto una actitud amenazadora en esa cosa, usaré mi bate-
Aha, ambos sabemos que le tienes miedo-
No le tengo miedo, es solo una bestia peluda y apestosa-
Marina lo ignoró. Se levantó y sacó algo de una mochila (suya claro).
¿Chocolate?-
Gracias- dijo Elliot.
No sabía que las barras de chocolate duraran tanto-
Creo que duran hasta tres años-
Vaya. Y, ¿por qué no tienes armas?-
¿Para qué?-
Ya sabes, los rojos-
Ya no hay rojos-
¿Qué?-
Si, ya no hay rojos, además, si no los molestabas no te hacían nada, es fácil vivir con ellos-
¿De qué hablas?-
Si, ¿has tenido problemas con los rojos?-
Si, muchos-
Supongo que has matado a unos cuantos-
Si, pero ésto no tiene nada que ver, el primer rojo me atacó por la espalda, sin que yo lo dañara o agrediera-
Solo hacene so cuando tienen mucha hambre-
No son tan pacíficos entonces-
Yo no dije que fueran conejitos-
Elliot echó un rápido vistazo al refugio, vió muchas latas en un rincón.
¿Qué es eso?- dijo Elliot señalando unas latas.
Aceite de oliva-
¿Para qué lo tienes ahí?-
Combate el virus-
¿Qué?-
Si, puede revertir sus afectos, una vez Kanuh fue mordido por un perro rojo, hace ya tres meses, y míralo-
No te creo-
Qué masl por tí-
Y, ¿Cómo has pasado éstos meses? ¿cómo has sobrevivido?-
¿Sabías que haces demasiadas preguntas?-
Lo siento- terminó Elliot y se recostó para dormir.
Ya casi van siete meses creo, el primer mes no fue muy fácil sobrevivir, mi hermana y yo no encontrábamos un buen lugar para vivir, todo estaba lleno de rojos, no es que fueran agresivos, pero siempre es mejor estar segura, entonces encontramos un lugar cerca del centro, habían muchos rojos, pero aprendimos a evadirlos, con el tiempo disminuyeron, se marcharon, los tres meses siguientes fueron buenos, comida, agua, fue bueno, después la comida escaseó, el agua, y mi hermana dijo que iría a conseguir comida para mucho tiempo, ven tres meses y la sigo esperando. Y ahora veo que tu tampoco tienes donde vivir-
Si lo tenía-
¿Donde o cómo?-
No vivo solo, de ehcho te lo iba a decir, hace dos días me morió un perro rojo, vivo con tres amigos, hicimos un trato, para estar seguros regresaría a nuestro refugio en cuatro días-
Si van dos días no estás infectado, en el primer día te comienza a dar fiebre, después una especie de refriado infernal, y las manchas en la piel, que se van poniendo peor.
Para estar seguros, deberías tomar unas cucharadas del aceite-
No lo creo, ya caducó-
No importa, es mejor que morir como rojo-
Elliot y Marina charlaron unas horas más, Elliot también conoció más al perro, no era agresivo, era más bien amigable, pero daría la vida por su dueña, al final acordaron que Marina podía quedarse con ellos en el refugio cuando todo terminara, entonces Elliot vio los zapatos de Marina, eran de lona de colores.
...-¿Sabes a dónde han ido los rojos?-...
...-Si-...
Aquí termina el capítulo 24 (por fin) de L u l. Por su atención, gracias. XD
Para Elliot era un día normal, el canto de unas cuentas aves que habían sobrevivido, los ladridos de un perro, una mujer hablándole al perro, ¡¿Qué?!
Los perros rojos no ladran, rugían, y la mujer no estaba gritando, estaba hablando con el perro, Elliot se incorporó de inmediato, tomó su mochila, su bate, y a Margaret y se dispuso a salir de la casa.
Bajó las escaleras corriendo, abrió la puerta con cuidado, la mujer podía estar armada, sería mejor no ser brusco.
¡Hey!- gritó Elliot -¡Hey! ¡no estoy infectado!-
Hacía mucho frío, el cielo estaba nublado, aún con el sueter a Elliot se le dificultaba mucho correr, En cuanto salió, la mujer echó a correr velozmente junto con su perro, era un perro grande, leonado, musculoso y ágil.
Elliot corrió detrás de los individuos, quienes doblaron la esquina a unos metros, se atrasó un poco, cuando dobló la esquina algo lo golpeó en el pecho, y en el brazo, lo tiró al piso, era el perro, se había lanzado sobre él, lo que lo golpeó fueron las patas delanteras, las garras de perro lo habían rasguñado, el perro lo tenía en el suelo, tiraba mordidas hacia su rostro, el bate de Elliot había caído a un par de metros, lidiando con el perro logró acercarse al bate, tomarlo y golpear al perro en la cabeza, éste soltó un chillido y continuó su pelea, Elliot trató de detenerlo ingenuamente con la mano, el perro mordió su antebrazo, el muchachó gritó, le dolía como si martillartan su hueso.
El can lo arrastró unos metro sujetándolo del brazo, entonces Elliot escuchó una voz.
Déjalo, no está infectado- era la voz de la mujer.
Inmediatamente el perro lo soltó, Elliot vio su brazo y vio su piel bañada en sangre, habían tres grandes huecos sangranetes.
Mierda- dijo.
El dolor no dejó a Elliot concentrarse en nada, la joven mujer lo ayudó a incorporarse y caminaron un par de kilómetros.
Llegaron a una especie de refugio improvisado, la joven le desinfectó la herida y lo bendó.
¿No se puede coser?- Elliot preguntó.
Bueno, lo que sé es que las mordidas de perro no deben coserse- respondió la mujer.
Fue entonces cuando Elliot pudo ver bien sus rasgos, era de muy corta edad, llevaba un paleacate amarrado en la cabeza y no portaba ningún tipo de arma, solo su perro.
Y, ¿quién eres tu?- preguntó Elliot.
Me llamo Marina- respondió la joven -¿y tu?-
Elliot. ¿Qué hacías en ésta parte de la ciudad?-
Bueno, no muchas cosas, dando un paseo con Kanuh-
¿Con quién?-
Kanuh, él- señaló al perro.
Ah, con la bestia esa-
¡Oye! el tonto fuiste tu, tu actitud fue muy amenazadora-
Bien, si detecto una actitud amenazadora en esa cosa, usaré mi bate-
Aha, ambos sabemos que le tienes miedo-
No le tengo miedo, es solo una bestia peluda y apestosa-
Marina lo ignoró. Se levantó y sacó algo de una mochila (suya claro).
¿Chocolate?-
Gracias- dijo Elliot.
No sabía que las barras de chocolate duraran tanto-
Creo que duran hasta tres años-
Vaya. Y, ¿por qué no tienes armas?-
¿Para qué?-
Ya sabes, los rojos-
Ya no hay rojos-
¿Qué?-
Si, ya no hay rojos, además, si no los molestabas no te hacían nada, es fácil vivir con ellos-
¿De qué hablas?-
Si, ¿has tenido problemas con los rojos?-
Si, muchos-
Supongo que has matado a unos cuantos-
Si, pero ésto no tiene nada que ver, el primer rojo me atacó por la espalda, sin que yo lo dañara o agrediera-
Solo hacene so cuando tienen mucha hambre-
No son tan pacíficos entonces-
Yo no dije que fueran conejitos-
Elliot echó un rápido vistazo al refugio, vió muchas latas en un rincón.
¿Qué es eso?- dijo Elliot señalando unas latas.
Aceite de oliva-
¿Para qué lo tienes ahí?-
Combate el virus-
¿Qué?-
Si, puede revertir sus afectos, una vez Kanuh fue mordido por un perro rojo, hace ya tres meses, y míralo-
No te creo-
Qué masl por tí-
Y, ¿Cómo has pasado éstos meses? ¿cómo has sobrevivido?-
¿Sabías que haces demasiadas preguntas?-
Lo siento- terminó Elliot y se recostó para dormir.
Ya casi van siete meses creo, el primer mes no fue muy fácil sobrevivir, mi hermana y yo no encontrábamos un buen lugar para vivir, todo estaba lleno de rojos, no es que fueran agresivos, pero siempre es mejor estar segura, entonces encontramos un lugar cerca del centro, habían muchos rojos, pero aprendimos a evadirlos, con el tiempo disminuyeron, se marcharon, los tres meses siguientes fueron buenos, comida, agua, fue bueno, después la comida escaseó, el agua, y mi hermana dijo que iría a conseguir comida para mucho tiempo, ven tres meses y la sigo esperando. Y ahora veo que tu tampoco tienes donde vivir-
Si lo tenía-
¿Donde o cómo?-
No vivo solo, de ehcho te lo iba a decir, hace dos días me morió un perro rojo, vivo con tres amigos, hicimos un trato, para estar seguros regresaría a nuestro refugio en cuatro días-
Si van dos días no estás infectado, en el primer día te comienza a dar fiebre, después una especie de refriado infernal, y las manchas en la piel, que se van poniendo peor.
Para estar seguros, deberías tomar unas cucharadas del aceite-
No lo creo, ya caducó-
No importa, es mejor que morir como rojo-
Elliot y Marina charlaron unas horas más, Elliot también conoció más al perro, no era agresivo, era más bien amigable, pero daría la vida por su dueña, al final acordaron que Marina podía quedarse con ellos en el refugio cuando todo terminara, entonces Elliot vio los zapatos de Marina, eran de lona de colores.
...-¿Sabes a dónde han ido los rojos?-...
...-Si-...
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Cap 25
Capítulo 25 "Una vida así".
En la mente de Marina todo estaba muy confuso, un día disfrutaba de su música, de la compañía de sus amigos, de su familia, y al día siguiente se veía sola en un mundo de rojos bajo un cielo gris, caminando por un suelo ensangrentado sin nadie a quien pedir ayuda, todo era muy confuso. Nunca había imaginado eso, lo que más esperaba era la lejana llegada de su hermana, aquel eterno viaje definitivamente no tenía lugar para un regreso, tres meses se ven como poco tiempo, pero para ella habían sido eternos, es dificil cuando esperas a una persona cada segundo que pasa, y cada minuto la extrañas más, lo peor es cuando cada hora que pasa la olvidas más. Y eso es lo que le estaba pasando a Marina; sabía que las probabilidades eran muy bajas, y para evitar el dolor, sembró en su mente la idea de que su hermana no iba a regresar, al principio el dolor era tremendo, pero ahora veía el buen producto de su idea, ya casi consideraba un hecho la muerte, aun así, en el fondo, pero muy en el fondo, guardaba una última esperanza para el regreso de su hermana.
La mente de Elliot era otro mundo, él había visto a Fernanda morir, sabía que no podía regresar, no había viaje, estaba muerta, así que él solo debía ver por su propia supervivencia, en esos tiempos a eso no se le hubiese llamado egoismo, sino inteligencia, hacía tiempo ya que Elliot había olvidado los modales, es dificil recordarlos mientras todo tu mundo se desvanece lentamente frente a tí y tú sin poder hacer nada, es muy dificil que cuando la mayoría de tus conocidos han muerto te descuides, la única forma de no morir es ponerte atención a tí mismo, no verte al espejo, sino sobrevivir.
Y tu, ¿esperas a alguien?- le preguntó Marina a Elliot.
Si, aunque no quiero que llegue muy rápido-
¿A quién esperas?-
A la muerte-
Se encontraban en un campo, la hierba les llegaba hasta la cintura, Kanuh se esforzaba para ver por arriba de la vegetación.
¿Estás segura de que éste es el camino?-
Si, los rojos han pasado por aquí, y eran muchos-
¿Cómo sabes?-
Simplemente se cuando el peligro está cerca-
Elliot no se preocupó en discutir.
De pronto Marina se detuvo.
¿Hay peligro?- preguntó Elliot como un accidental comentario en forma de burla.
No te puedo guiar más lejos-
¿Por qué?-
Si tu quieres llegar hasta donde están los rojos es tu problema, pero no tienes por que involucrarme-
No te entiendo- dijo Elliot y dió dos pasos adelante.
Si, no quiero meterme en problemas con los rojos, si hasta el momento no nos han atacado es porque todavía no te huelen, pero son muy territoriales-
¿Y qué tan lejos estamos de ellos?-
Un kilómetro- terminó Marina.
Entonces se escuchó algo, no era un rugido de rojo, no eran dos rugidos, eran más de 50 rugidos. Elliot y Marina miraron hacia una barrera de árboles (que era la dirección en la que estaban los rojos), mientras kanuh ladraba.
¡Calla Kanuh! ¿ya ves? te lo dije, ahora vámonos- le susurró Marina.
Están a un kilómetro-
Entonces hay que empezar a correr- dijo Marina y comenzó una carrera a paso valoz en dirección contraria a los árboles, Kanuh la seguía, pero Elliot no, estaba mirando a los árboles con Margaret en las mano izquierda y el bate en la mano derecha.
No seas tonto, son muchos, y tienen armas- le gritó Marina. Elliot quedó desconcertado por la parte de "tienen armas".
Miró a Marina extrañado, los rugidos se escucharon más cerca.
¡Corre!- le gritó Marina. Ésta vez Elliot hizo caso y los tres echaron a correr.
Era difícil llevar un buen paso por la hierba tan larga.
Elliot miró hacia atrás, se ecucharon los rugidos de nuevo, ahora más cercanos, después de unos minutos Elliot, Marina y Kanuh lograron salir de aquel extenso terreno.
Se detuvieron un momento a respirar, entonces Marina siguió corriendo.
¿Qué haces?-
Huyendo-
Pero ya estamos muy lejos.
¿No lo entiendes?, ahora ellos nos ven como una amenaza-
Los dso siguieron corriendo por las calles de la ciudad, entonces los rugidos se escucharon de nuevo, Elliot quedó aterrado, se escuchaba tan cerca, y eran muchos.
Ven- Marina entró a un edificio, Elliot la siguió junto con Kanuh.
Subieron las escaleras, y se asomaron desde una ventana.
Elliot no pudo creer lo que vió, no se veían como los rojos que él conocía, intentaré describir lo que vió:
Su piel no estaba sangrando, pero tenían un color extraño, como si tuvieran emorragias internas, eran cerca de cien rojos, y no iban desnudos, llevaban ropas que cubrían sus genitales, unos cuantos llevaban lanzas, después de unos minutos Elliot se sintió menos aterrado, pues pudo notar que no tenían una buena comunicación, pero aún así, estaba viendo el comienzo de una nueva civilización.
En la mente de Marina todo estaba muy confuso, un día disfrutaba de su música, de la compañía de sus amigos, de su familia, y al día siguiente se veía sola en un mundo de rojos bajo un cielo gris, caminando por un suelo ensangrentado sin nadie a quien pedir ayuda, todo era muy confuso. Nunca había imaginado eso, lo que más esperaba era la lejana llegada de su hermana, aquel eterno viaje definitivamente no tenía lugar para un regreso, tres meses se ven como poco tiempo, pero para ella habían sido eternos, es dificil cuando esperas a una persona cada segundo que pasa, y cada minuto la extrañas más, lo peor es cuando cada hora que pasa la olvidas más. Y eso es lo que le estaba pasando a Marina; sabía que las probabilidades eran muy bajas, y para evitar el dolor, sembró en su mente la idea de que su hermana no iba a regresar, al principio el dolor era tremendo, pero ahora veía el buen producto de su idea, ya casi consideraba un hecho la muerte, aun así, en el fondo, pero muy en el fondo, guardaba una última esperanza para el regreso de su hermana.
La mente de Elliot era otro mundo, él había visto a Fernanda morir, sabía que no podía regresar, no había viaje, estaba muerta, así que él solo debía ver por su propia supervivencia, en esos tiempos a eso no se le hubiese llamado egoismo, sino inteligencia, hacía tiempo ya que Elliot había olvidado los modales, es dificil recordarlos mientras todo tu mundo se desvanece lentamente frente a tí y tú sin poder hacer nada, es muy dificil que cuando la mayoría de tus conocidos han muerto te descuides, la única forma de no morir es ponerte atención a tí mismo, no verte al espejo, sino sobrevivir.
Y tu, ¿esperas a alguien?- le preguntó Marina a Elliot.
Si, aunque no quiero que llegue muy rápido-
¿A quién esperas?-
A la muerte-
Se encontraban en un campo, la hierba les llegaba hasta la cintura, Kanuh se esforzaba para ver por arriba de la vegetación.
¿Estás segura de que éste es el camino?-
Si, los rojos han pasado por aquí, y eran muchos-
¿Cómo sabes?-
Simplemente se cuando el peligro está cerca-
Elliot no se preocupó en discutir.
De pronto Marina se detuvo.
¿Hay peligro?- preguntó Elliot como un accidental comentario en forma de burla.
No te puedo guiar más lejos-
¿Por qué?-
Si tu quieres llegar hasta donde están los rojos es tu problema, pero no tienes por que involucrarme-
No te entiendo- dijo Elliot y dió dos pasos adelante.
Si, no quiero meterme en problemas con los rojos, si hasta el momento no nos han atacado es porque todavía no te huelen, pero son muy territoriales-
¿Y qué tan lejos estamos de ellos?-
Un kilómetro- terminó Marina.
Entonces se escuchó algo, no era un rugido de rojo, no eran dos rugidos, eran más de 50 rugidos. Elliot y Marina miraron hacia una barrera de árboles (que era la dirección en la que estaban los rojos), mientras kanuh ladraba.
¡Calla Kanuh! ¿ya ves? te lo dije, ahora vámonos- le susurró Marina.
Están a un kilómetro-
Entonces hay que empezar a correr- dijo Marina y comenzó una carrera a paso valoz en dirección contraria a los árboles, Kanuh la seguía, pero Elliot no, estaba mirando a los árboles con Margaret en las mano izquierda y el bate en la mano derecha.
No seas tonto, son muchos, y tienen armas- le gritó Marina. Elliot quedó desconcertado por la parte de "tienen armas".
Miró a Marina extrañado, los rugidos se escucharon más cerca.
¡Corre!- le gritó Marina. Ésta vez Elliot hizo caso y los tres echaron a correr.
Era difícil llevar un buen paso por la hierba tan larga.
Elliot miró hacia atrás, se ecucharon los rugidos de nuevo, ahora más cercanos, después de unos minutos Elliot, Marina y Kanuh lograron salir de aquel extenso terreno.
Se detuvieron un momento a respirar, entonces Marina siguió corriendo.
¿Qué haces?-
Huyendo-
Pero ya estamos muy lejos.
¿No lo entiendes?, ahora ellos nos ven como una amenaza-
Los dso siguieron corriendo por las calles de la ciudad, entonces los rugidos se escucharon de nuevo, Elliot quedó aterrado, se escuchaba tan cerca, y eran muchos.
Ven- Marina entró a un edificio, Elliot la siguió junto con Kanuh.
Subieron las escaleras, y se asomaron desde una ventana.
Elliot no pudo creer lo que vió, no se veían como los rojos que él conocía, intentaré describir lo que vió:
Su piel no estaba sangrando, pero tenían un color extraño, como si tuvieran emorragias internas, eran cerca de cien rojos, y no iban desnudos, llevaban ropas que cubrían sus genitales, unos cuantos llevaban lanzas, después de unos minutos Elliot se sintió menos aterrado, pues pudo notar que no tenían una buena comunicación, pero aún así, estaba viendo el comienzo de una nueva civilización.
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Re: la última lágrima (capítulo 1)
Esta historia...¡ME ENCANTA! Ya quisiera escribir mi "Involución" así. Nunca cambies.
Gracias!!! y cap. 25
¡Gracias Juanyloco! estoy en verdad muy agradecido, hago lo que puedo, estoy muy contento por sus comentarios, es lo que me hace escribir más, bueno, espero que no se hayan aburrido con el cap. 24, es solo que se me dificultó continuarlo, pero bueno, ahora estoy tomando el ritmo de nuevo, lamento decir que ya casi acabo el relato, si, La ùltima làgrima se está acabando, creo que estoy a menos de ocho capìtulos del final, pero seguirè escribiendo màs relatos, èsto en verdad me gusta, de nuevo, quiero darles las gracias
Bueno, seguiré con la continuación del capítulo 25.
¿Esos son rojos?- preguntó Elliot.
¡shhhhhht! no hables- susurró Marina.
Elliot se asomó de nuevo, los rojos parecían estarlos olfateando, unos cuantos caminaron hacia el edificio.
Estamos perdidos ¿cierto? ¿es el fin?-
Todavía podemos huir- terminó Marina y caminó hacia los pasillos del edificio.
Bueno, seguiré con la continuación del capítulo 25.
¿Esos son rojos?- preguntó Elliot.
¡shhhhhht! no hables- susurró Marina.
Elliot se asomó de nuevo, los rojos parecían estarlos olfateando, unos cuantos caminaron hacia el edificio.
Estamos perdidos ¿cierto? ¿es el fin?-
Todavía podemos huir- terminó Marina y caminó hacia los pasillos del edificio.
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Cap 25
¿Qué haces?- murmuró Elliot.
Salvo mi vida, tu deberías hacer lo mismo, ven- Elliot caminó hasta donde estaba su nueva compañera, salieron de la habitación del edificio y se dispusieron a bajar.
Si bajamos nos matarán-
No si las faltan sus lanzas-
Y ¿qué harás para quitarselas?- preguntó Elliot.
Solo necesitamos un señuelo y un escudo- dijo Marina mirando a Elliot -éste es el plan amigo, tu sales con un puerta, ellos comienzan a arrojar sus lanzas, se quedan en la puerta, cuando arrojen todas, tu corres y yo corro-
Elliot entró a una habitación sin puerta, el plan no le había parecido tan peligroso, y debía haber alguna puerta derribada por ahí, además eran aproximadamente veinte lanzas.
¡Aquí Elliot, tengo la puerta!- gritó Marina.
Elliot bajó hasta donde estaba Marina.
Aléjate un poco, si no, podrás salir herido, son 21 lanzas, cuéntalas, cuando sean todas arroja la puerta dentro del edificio y corre, pero haz una señal-
De acuerdo-
Elliot salió con la puerta, de inmediato se escucharon los rugidos, vió las primeras dos lanzas volar, sujetó el escudo y se retiró un poco, ¡pás! ¡pás!, las puntas alcanzaban a salir. "...tres cuatro, cinco seis siete, ocho, nueve diez once doce, trece, catorce quince..." cada golpe espantaba infernalmente a Elliot, además alcanzaba a sentir el gran impacto de las lanzas, "...veintiuno" "arrojo la puerta y..."
¡Correeeeee!-
Elliot arrojó la puerta dentro del edificio tal y como lo habían planeado y echó a correr, se percató de que Marina lo seguía, al igual que Kanuh, desafortunadamente los rojos también, solo que se habían detenido a sacar las lanzas.
¿Y qué pasará cuando saquen las lanzas?- preguntó Elliot.
Nada, no podrán, las arrojan con tal fuerza que al sacarlas se rompen- contestó ella.
Por fin Elliot vonvía a sentir esa sensación de adrenalina pura al ser perseguido por una manada de rojos.
Después de unos minutos más, esa adrenalina pura se contaminó hasta ser terror puro, ya habían corrido mucho, estaban cansados, pero algo maligno impulsaba a los rojos, entonces Elliot sacó a margaret, comenzó a disparar hacia atrás, escuchó claramente los aullidos de los rojos al ser heridos por las balas.
Necesitamos un lugar donde no puedan entrar- dijo Marina
Lo sé, pero ¿donde?- entonces Elliot recordó cuando hizo volar en pedacitos a unos rojos en un almacén, pero no conocía ésta parte de la ciudad, de hecho, no creía haber pasado por esas calles en su vida, solo conocía como llegar a casa de su abuela.
En ésta ocasión, la única opción era huir, pero huir en un vehículo, a pie no iban a lograr nada.
Salvo mi vida, tu deberías hacer lo mismo, ven- Elliot caminó hasta donde estaba su nueva compañera, salieron de la habitación del edificio y se dispusieron a bajar.
Si bajamos nos matarán-
No si las faltan sus lanzas-
Y ¿qué harás para quitarselas?- preguntó Elliot.
Solo necesitamos un señuelo y un escudo- dijo Marina mirando a Elliot -éste es el plan amigo, tu sales con un puerta, ellos comienzan a arrojar sus lanzas, se quedan en la puerta, cuando arrojen todas, tu corres y yo corro-
Elliot entró a una habitación sin puerta, el plan no le había parecido tan peligroso, y debía haber alguna puerta derribada por ahí, además eran aproximadamente veinte lanzas.
¡Aquí Elliot, tengo la puerta!- gritó Marina.
Elliot bajó hasta donde estaba Marina.
Aléjate un poco, si no, podrás salir herido, son 21 lanzas, cuéntalas, cuando sean todas arroja la puerta dentro del edificio y corre, pero haz una señal-
De acuerdo-
Elliot salió con la puerta, de inmediato se escucharon los rugidos, vió las primeras dos lanzas volar, sujetó el escudo y se retiró un poco, ¡pás! ¡pás!, las puntas alcanzaban a salir. "...tres cuatro, cinco seis siete, ocho, nueve diez once doce, trece, catorce quince..." cada golpe espantaba infernalmente a Elliot, además alcanzaba a sentir el gran impacto de las lanzas, "...veintiuno" "arrojo la puerta y..."
¡Correeeeee!-
Elliot arrojó la puerta dentro del edificio tal y como lo habían planeado y echó a correr, se percató de que Marina lo seguía, al igual que Kanuh, desafortunadamente los rojos también, solo que se habían detenido a sacar las lanzas.
¿Y qué pasará cuando saquen las lanzas?- preguntó Elliot.
Nada, no podrán, las arrojan con tal fuerza que al sacarlas se rompen- contestó ella.
Por fin Elliot vonvía a sentir esa sensación de adrenalina pura al ser perseguido por una manada de rojos.
Después de unos minutos más, esa adrenalina pura se contaminó hasta ser terror puro, ya habían corrido mucho, estaban cansados, pero algo maligno impulsaba a los rojos, entonces Elliot sacó a margaret, comenzó a disparar hacia atrás, escuchó claramente los aullidos de los rojos al ser heridos por las balas.
Necesitamos un lugar donde no puedan entrar- dijo Marina
Lo sé, pero ¿donde?- entonces Elliot recordó cuando hizo volar en pedacitos a unos rojos en un almacén, pero no conocía ésta parte de la ciudad, de hecho, no creía haber pasado por esas calles en su vida, solo conocía como llegar a casa de su abuela.
En ésta ocasión, la única opción era huir, pero huir en un vehículo, a pie no iban a lograr nada.
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Cap. 25
Elliot había fijado un par de objetivos en las calles, el primero era un auto muy compacto, amarillo con negro, uno de esos "smart", debían de apresurarse si querían que los rojos no los alcanzaran, llevaban una ventaja de unos cien metros, tenía suficiente tiempo para intentar tres veces.
Intentó abrir la puerta de smart, la ventaja se redujo a ochenta metros y las puertas del vehículo estaban cerradas.
El segundo objetivo, a un par de metros había un eclipse, intentó abrirlo, la puerta estaba abierta, rápidamente Elliot se introdujo al auto y buscó las llaves, pero no había nada, la ventaja ahora era de treinta metros.
El último intento; la sangre de Elliot rebotaba con las paredes de su cráneo y sentía aquel sudor frío que tanto extrañaba por todo el cuerpo. Era una camioneta audi, q7, el muchacho intentó abrir la puerta, lo cual hizo exitosamente.
¡Marina, sube!- le ordenó que subiera, ya que apun si no estaban las llaves, ya no tendrían tiempo de intentar de nuevo, o si quiera de seguir corriendo, cerraron las llaves y ambos se dispusieron a buscar las llaves, sus manos parecían víctimas de una combulsión, exploraban toda la superficie de las vestiduras, no encontraban anda, los rojos estaban a seis metros, llegaron hasta donde estaba la camioneta.
Vamos, vamos suerte, no me falles- murmuraba Elliot.
¡Aquí están!- gritó Marina como si hubiera ganado la lotería, levantándose rápidamente con el premio en las manos, para ese entonces los rojos golpeaban la camioneta, Elliot tomó las llaves y desesperado fallaba al introducirlas, finalmente acertó y encendió la camioneta.
Arrancaron velozmente, poco a poco los rojos se fueron haciendo más y más pequeños por el espejo retrovisor.
Muy cerca, gracias amigo, por provocarlos-
Hey, yo sabía que todo iba a salir bien- dijo orgulloso Elliot.
¡Cállate!- le espetó Marina.
Conducieron unos minutos más buscando un lugar para refugiarse, no encontraban nada bueno.
Finalmente, despuès de dos horas encontraron una estructura muy bàsica, como un cajón, estacionaron la camioneta y bajaron a explorar.
Intentó abrir la puerta de smart, la ventaja se redujo a ochenta metros y las puertas del vehículo estaban cerradas.
El segundo objetivo, a un par de metros había un eclipse, intentó abrirlo, la puerta estaba abierta, rápidamente Elliot se introdujo al auto y buscó las llaves, pero no había nada, la ventaja ahora era de treinta metros.
El último intento; la sangre de Elliot rebotaba con las paredes de su cráneo y sentía aquel sudor frío que tanto extrañaba por todo el cuerpo. Era una camioneta audi, q7, el muchacho intentó abrir la puerta, lo cual hizo exitosamente.
¡Marina, sube!- le ordenó que subiera, ya que apun si no estaban las llaves, ya no tendrían tiempo de intentar de nuevo, o si quiera de seguir corriendo, cerraron las llaves y ambos se dispusieron a buscar las llaves, sus manos parecían víctimas de una combulsión, exploraban toda la superficie de las vestiduras, no encontraban anda, los rojos estaban a seis metros, llegaron hasta donde estaba la camioneta.
Vamos, vamos suerte, no me falles- murmuraba Elliot.
¡Aquí están!- gritó Marina como si hubiera ganado la lotería, levantándose rápidamente con el premio en las manos, para ese entonces los rojos golpeaban la camioneta, Elliot tomó las llaves y desesperado fallaba al introducirlas, finalmente acertó y encendió la camioneta.
Arrancaron velozmente, poco a poco los rojos se fueron haciendo más y más pequeños por el espejo retrovisor.
Muy cerca, gracias amigo, por provocarlos-
Hey, yo sabía que todo iba a salir bien- dijo orgulloso Elliot.
¡Cállate!- le espetó Marina.
Conducieron unos minutos más buscando un lugar para refugiarse, no encontraban nada bueno.
Finalmente, despuès de dos horas encontraron una estructura muy bàsica, como un cajón, estacionaron la camioneta y bajaron a explorar.
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Cap. 25
El lugar estaba limpio, y habían un par de muebles con los que Elliot logró atorar la puerta.
¿Alguna vez imaginaste que todo terminaria así?- preguntó Elliot que estaba sentado en el suelo abrazando sus piernas, con su rostro detrás de sus rodillas; la noche comenzaba a caer y tenía frío.
No creo que ésto estpe terminano, solo creo que es una etapa, en un tiempo todo volverá a la normalidad, ésto es como una pesadilla, o una broma gigante, un juego- respondió Marina.
¿En serio crees eso?-
Si-
Entonces, ¿por qué te preocupas por sobrevivir?-
Porque aunque siendo un juego, la muerte me aterra. ¿tu no le temes?-
Depende-
¿De qué?-
Si viene por mi la enfrento, sin miedos, sin pesares, si viene por alguien querido es cuando siento ese terror y esa sensación en el estómago, como si fuese por mi por quien viniera-
Entiendo, ¿y cómo son tus compañeros?-
Pues, no los conozco demasiado, pero Karen es una de esas personas que ocultan sus sentimientos para evitar ser heridas, un poco fastidiosa, pero al final es una chica muy alegre y cariñosa, se arriesgaría por sus amigos. Armando es muy fuerte, aunque se esté desmoronando por dentro, se preocupa por guiar bien a quienes lo siguen. Y Mónica, ella es un poco indiferente ante los cambios, pero cualquier cambio la afecta demasiado, también se encariña con la gente con la que convive-
Y tu, ¿como eres?-
Bueno, soy como un viajero, he visto demasiadas cosas, se de donde vengo, pero no a donde voy, he visto mucha gente morir, he vivido el fin del mundo y sigo aquí para pelear, ¿qué soy entonces? creo que un humano convertido en máquina, para evitar dolor tengo que ser de hierro, pero a veces eso me falla, creo que debo mejorar ene so de ser frío-
¿Sabes? yo no creo que ser frío sea la solución, el dolor nos dice que seguimos vivos, incluso que debemos continuar, es normal sufrir cuando se pierde a alguien, pero hay que aprender a vivir así-
Yo no quiero una vida así-
¿Y crees que yo deseaba perder a mi hermana para mostrar mi fortaleza? no Elliot, en tiempos así hay que aprender a vivir así, claro que nadie desea un vida así-
No sabes cuanto deseo que lo que digas sea cierto-
¿qupe parte?-
Que todo sea una pesadilla, y que algún día despertaré, despertaremos. creo que si yo estopy soñando y ustedes son parte de mi sueño talvez también existan, pero ¿me reconocerían cuando despertaramos?-
Claro- Marina le guiñó un ojo y después los cerró, estaban muy agotados, y necesitaban dormir.
¿Alguna vez imaginaste que todo terminaria así?- preguntó Elliot que estaba sentado en el suelo abrazando sus piernas, con su rostro detrás de sus rodillas; la noche comenzaba a caer y tenía frío.
No creo que ésto estpe terminano, solo creo que es una etapa, en un tiempo todo volverá a la normalidad, ésto es como una pesadilla, o una broma gigante, un juego- respondió Marina.
¿En serio crees eso?-
Si-
Entonces, ¿por qué te preocupas por sobrevivir?-
Porque aunque siendo un juego, la muerte me aterra. ¿tu no le temes?-
Depende-
¿De qué?-
Si viene por mi la enfrento, sin miedos, sin pesares, si viene por alguien querido es cuando siento ese terror y esa sensación en el estómago, como si fuese por mi por quien viniera-
Entiendo, ¿y cómo son tus compañeros?-
Pues, no los conozco demasiado, pero Karen es una de esas personas que ocultan sus sentimientos para evitar ser heridas, un poco fastidiosa, pero al final es una chica muy alegre y cariñosa, se arriesgaría por sus amigos. Armando es muy fuerte, aunque se esté desmoronando por dentro, se preocupa por guiar bien a quienes lo siguen. Y Mónica, ella es un poco indiferente ante los cambios, pero cualquier cambio la afecta demasiado, también se encariña con la gente con la que convive-
Y tu, ¿como eres?-
Bueno, soy como un viajero, he visto demasiadas cosas, se de donde vengo, pero no a donde voy, he visto mucha gente morir, he vivido el fin del mundo y sigo aquí para pelear, ¿qué soy entonces? creo que un humano convertido en máquina, para evitar dolor tengo que ser de hierro, pero a veces eso me falla, creo que debo mejorar ene so de ser frío-
¿Sabes? yo no creo que ser frío sea la solución, el dolor nos dice que seguimos vivos, incluso que debemos continuar, es normal sufrir cuando se pierde a alguien, pero hay que aprender a vivir así-
Yo no quiero una vida así-
¿Y crees que yo deseaba perder a mi hermana para mostrar mi fortaleza? no Elliot, en tiempos así hay que aprender a vivir así, claro que nadie desea un vida así-
No sabes cuanto deseo que lo que digas sea cierto-
¿qupe parte?-
Que todo sea una pesadilla, y que algún día despertaré, despertaremos. creo que si yo estopy soñando y ustedes son parte de mi sueño talvez también existan, pero ¿me reconocerían cuando despertaramos?-
Claro- Marina le guiñó un ojo y después los cerró, estaban muy agotados, y necesitaban dormir.
arturo864- Recien llegado al refugio
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Cap. 25, 26
Elliot refleccionó un poco antes de dormir, la gente decía que cada quien tenía su destino escrito ¿acaso era su destino vivir eso? ¿ver morir a sus amigos y a su familia?
Probablemente la gente estaba equivocada, o su destino era sobrevivir hasta el final, si, seguramente eso era, posiblemente al final de todo ese mar de mierda le esperara un montón de oro y una playa con un arcoiris, traducido a compañía duradera y no tener que preocuparse por sobrevivir día a día.
¿De qué le serviría el oro? ahora sabía que lo mejor eran las personas, claro, las que no están infectadas, no es que en su vida vieja hubiera sido una persona avara tacaña o muy interesada, no, Elliot siempre había sido humilde, no vivía pobre, tampoco era muy adinerado, pero nunca vió lo material como algo absolutamente necesario, el lo veía como un lujo al que podía acceder, pero si hubiera podido cambiar su situación actual por todo el dinero que tenía, incluso ser pobre por siempre, lo hubiera hecho con gusto.
Entonces se puso a imaginar como sería su vida en ese momento si el virus nunca hubiera existido, mas que para poder dormir que por gusto. No sabía qué época del año era, tal vez ya estaría de vacaciones de la escuela y se encontraría en la playa descansando con sus padres, era de noche, así que talvez estaría en el balcón del hotel asomado viendo las estrellas, oliendo el mar y sintiendo la brisa, eso le encantaba. Sus padres y su primo estarían tomando una siesta, o su primo tocando la guitarra.
Si, se la estaría pasando bien, pero no hubiera conocido más de cerca a Karen, no hubiera conocido a Armando ni a Mónica, ni a Marina, Kanuh, bueno, tampoco a Thur ni a Mario, ni a Irv, ni a Ruth, y no tendría puestos esos zapatos, ese pensamiento le causó gracia.
Nadie hubiera deseado una vida así - pensó Elliot mientras cerraba sus ojos.
Aquí termina el capítulo 25 de L.U.L. por su atenión, Gracias.
Capítulo 26 "Hay alguien ahí".
Un trueno en la distancia despertó a Elliot, hacía mucho frío, se escuchaba el ruido del agua golpeando el techo del refugio, entonces se dio cuenta de que habían un par de goteras, tal vez era hora de comenzar el viaje de regreso a casa.
El muchacho se acercó a su compañera y la despertó con movimientos suaaves.
¿Qué? ¿qué pasa?-
Nada, es solo que si los rojos que vi son reales, tal vez deberíamos comenzar a alejarnos de éste lugar-
¿Tan lejos está casa?-
No, te prometo que te gustará, pero no está muy cerca-
De acuerdo, vámonos-
Lentamente se levantó Marina meneando la cabeza, probablemente para solucionar algún dolor de cuello.
Aunque no es lo que llamaría "un clima perfecto para salir a pasear", pero claro, los rojos deben estar siguiendonos muy de cerca. Ven Kanuh- el perro la obedeció y de inmediato se levantó y se aproximó hasta la salida del refugio.
Bueno, ¿no olvidan nada?- preguntó Elliot.
No, nada. No, espera- Marina se aproximó a una de las paredes, del bolsillo de su pantalón sacó un marcador negro permanente y puso una marca en la pared, cuando salieron puso la misma marca en la pared del refugio.
¿Para qué es eso?-
Si mi hermana sigue viva, me gustaría que me pudiera encontrar-
Los tres subieron a la camioneta, cada minuto que pasaba la lluvia se hacía más intensa.
El camino apenas se veía, pero no era un problema, ya que no habían otros autos y Elliot conducía despacio, no había prisa.
Probablemente la gente estaba equivocada, o su destino era sobrevivir hasta el final, si, seguramente eso era, posiblemente al final de todo ese mar de mierda le esperara un montón de oro y una playa con un arcoiris, traducido a compañía duradera y no tener que preocuparse por sobrevivir día a día.
¿De qué le serviría el oro? ahora sabía que lo mejor eran las personas, claro, las que no están infectadas, no es que en su vida vieja hubiera sido una persona avara tacaña o muy interesada, no, Elliot siempre había sido humilde, no vivía pobre, tampoco era muy adinerado, pero nunca vió lo material como algo absolutamente necesario, el lo veía como un lujo al que podía acceder, pero si hubiera podido cambiar su situación actual por todo el dinero que tenía, incluso ser pobre por siempre, lo hubiera hecho con gusto.
Entonces se puso a imaginar como sería su vida en ese momento si el virus nunca hubiera existido, mas que para poder dormir que por gusto. No sabía qué época del año era, tal vez ya estaría de vacaciones de la escuela y se encontraría en la playa descansando con sus padres, era de noche, así que talvez estaría en el balcón del hotel asomado viendo las estrellas, oliendo el mar y sintiendo la brisa, eso le encantaba. Sus padres y su primo estarían tomando una siesta, o su primo tocando la guitarra.
Si, se la estaría pasando bien, pero no hubiera conocido más de cerca a Karen, no hubiera conocido a Armando ni a Mónica, ni a Marina, Kanuh, bueno, tampoco a Thur ni a Mario, ni a Irv, ni a Ruth, y no tendría puestos esos zapatos, ese pensamiento le causó gracia.
Nadie hubiera deseado una vida así - pensó Elliot mientras cerraba sus ojos.
Aquí termina el capítulo 25 de L.U.L. por su atenión, Gracias.
Capítulo 26 "Hay alguien ahí".
Un trueno en la distancia despertó a Elliot, hacía mucho frío, se escuchaba el ruido del agua golpeando el techo del refugio, entonces se dio cuenta de que habían un par de goteras, tal vez era hora de comenzar el viaje de regreso a casa.
El muchacho se acercó a su compañera y la despertó con movimientos suaaves.
¿Qué? ¿qué pasa?-
Nada, es solo que si los rojos que vi son reales, tal vez deberíamos comenzar a alejarnos de éste lugar-
¿Tan lejos está casa?-
No, te prometo que te gustará, pero no está muy cerca-
De acuerdo, vámonos-
Lentamente se levantó Marina meneando la cabeza, probablemente para solucionar algún dolor de cuello.
Aunque no es lo que llamaría "un clima perfecto para salir a pasear", pero claro, los rojos deben estar siguiendonos muy de cerca. Ven Kanuh- el perro la obedeció y de inmediato se levantó y se aproximó hasta la salida del refugio.
Bueno, ¿no olvidan nada?- preguntó Elliot.
No, nada. No, espera- Marina se aproximó a una de las paredes, del bolsillo de su pantalón sacó un marcador negro permanente y puso una marca en la pared, cuando salieron puso la misma marca en la pared del refugio.
¿Para qué es eso?-
Si mi hermana sigue viva, me gustaría que me pudiera encontrar-
Los tres subieron a la camioneta, cada minuto que pasaba la lluvia se hacía más intensa.
El camino apenas se veía, pero no era un problema, ya que no habían otros autos y Elliot conducía despacio, no había prisa.
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Cap. 26
Siempre me pregunté que se sentiría ir a la universidad y todas esas cosas, ya sabes, ser independiente, tener estudios y poder viajar por el mundo- decía Marina.
Pues a mi parecer ya somos independientes, creo que ibas a terminar la secundaria y no hay nada que le impida a alguien viajar por el mundo, además ya nadie será discriminado, es como un sueño, además, si querías tener dinero, ahora puedes conseguir lo que querías sin el dinero, como ésta camoineta-
Tienes razón, pero aún así fue a un precio muy alto-
Si, que lástima-
¿Qué es eso que cuelga de tu cuello?-
Ah, un collar, no era mío ¿eh? no vayas a creer que...-
¿y de quién era?-
De una chica, pero murió, y es lo último que me queda de ella-
Que doloroso-
Si, pero estoy bien, con el tiempo el dolor se vuelve costumbre, que se vuelve odio, que se vuelve en mis ganas de sobrevivir-
No entendí eso último, pero si te ayuda posiblemente no sea tan malo-
Si, tienes toda la razón-
Tampoco nunca me creí que no iría a algún concierto de Nonpoint, ojalá todavía no sean zombis-
Rojos, pero, si, Nonpoint eran buenos-
Hey, conozco a un cantante con tu nombre, ahora que estamos en ese tema-
¿Quién?-
Elliot Smith-
Pero su nombre lleva doble "te" al final de Elliott, el mío solo lleva una-
No lo sabía, bueno, que lástima-
Vaya, yo tampoco conozco a nadie de nombre Marina-
Un nombre no muy raro, pero que ironía que no me guste el mar-
¿Por qué no te gusta?-
Mucha sal, mucha agua, yo amo la ciudad, donde todo es gris; edificios grises, el cielo es gris, bueno, lo era, el suelo, todo-
La ciudad también era uno de mis lugares favoritos, pero prefiero el mar, y no por estar en la playa haciendo castillos de arena, o estar nadando, es solo que me gusta el calor nocturno con la brisa salada, siempre me ha gustado-
¿Cuánto falta?- preguntó Marina después de un rato.
No mucho, como cuarenta minutos-
¿Debería escuchar alguna advertencia sobre mis nuevos compañeros?-
Bueno, tendrás que dormir con Kanuh, quizás a Karen no le guste la idea de un perro, pero no importa, no te odiará mucho. Armando te tratará bien, y Mónica igual, pero cuidado con molestar a Karen, es muy fastidiosa-
De acuerdo. No molestar a Karen-
Tal y como lo pronosticó Elliot, llegaron a casa después de cuarenta minutos, la lluvia ya había cesado.
El muchachó aparcó la camioneta nueva frente a la cabaña.
¡Guau! es un lugar muy bonito-
Cierto, escucha, entraré y regresaré por tí-
Bien-
La noche había invadido el paisaje, se habían tardado mucho. Las estrellas del campo brillaban inundando el cielo de belleza, el frío era muy incómodo.
Elliot caminó a paso lento y pesado hasta la puerta de casa, dió tres golpes y esperó.
Esuchó pasos y voces, eran las voces de sus tres compañeros.
Vamos, soy yo- murmuró Elliot para si mismo.
Dentro de casa Armando tomó una escopeta y caminó hacia la puerta cuidadosamente.
Desde la camioneta Marina veía la escena, estaba un poco asustada, en todo ese tiempo se había desabituado a la gente, y ahora tendría que lidiar con cuatro personas, parecía un gran reto. Ella no hubiera querido ir con Elliot y ver a todos sus amiguitos sobrevivientes (eso le sono a "club friki") pero hubiera sido peor seguir sola esperando por algo que nunca llegaría.
Armando abrió la puerta de golpe y asomó la escopeta apuntando al rostro de Elliot, éste resbaló hacia atrás ya que el piso estaba mojado.
Lo siento- Armando extandió rápidamente su mano para ofrecer ayuda a su amigo, quien la aceptó. A pesar de que solo habían pasado tres días, a Elliot le pareció desconocido el rostro de su compañero, esas gafas gastadas, el cabello desarreglado, dos expresiones; una benevolente y la otra aterradoramente astuta en la misma persona.
Lo siento amigo, es solo que...- Armando trató de disculparse. Elliot estaba a punto de decir "no hay problema" pero también fue interrumpido por una aparición extraña, vio un rostro, con delicadas facciones, cabello negro, largo y ondulado cayendo a ambos lados, ojos grises y un gesto de sorpresa. También sintió algo extraño cuando vio esa cara, era como si la hubiera visto toda su vida, como si supiera de memoria cada línea que la formaba y a la vez fuera la primera vez que la veía.
¡Elliot!- Gritó Karen y corrió desde el pasillo con los brazos abiertos, lo abrazó con fuerza.
Pensaba que estabas infectado- no lo soltó en un minuto, durante el cual Marina seguía en la camioneta.
_Él debe ser armando, y ella posiblemente es Karen, pero no se ve ruda como Elliot la describía, creo que exageró un poco_
Eh...Mónica está dormida, voy a despertarla- dijo Armando.
Espera, encontré a otra persona, no está infectada, lleva mucho tiempo en la ciudad, sola, se llama Marina, está en la camioneta.
Lentamente caminó hacia la camioneta, su espalda estaba mojada, por la caida que había sufrido.
Marina caminó a casa, tímida, pero no quería que los demás lo supieran, lo ocultaba bien.
Pues a mi parecer ya somos independientes, creo que ibas a terminar la secundaria y no hay nada que le impida a alguien viajar por el mundo, además ya nadie será discriminado, es como un sueño, además, si querías tener dinero, ahora puedes conseguir lo que querías sin el dinero, como ésta camoineta-
Tienes razón, pero aún así fue a un precio muy alto-
Si, que lástima-
¿Qué es eso que cuelga de tu cuello?-
Ah, un collar, no era mío ¿eh? no vayas a creer que...-
¿y de quién era?-
De una chica, pero murió, y es lo último que me queda de ella-
Que doloroso-
Si, pero estoy bien, con el tiempo el dolor se vuelve costumbre, que se vuelve odio, que se vuelve en mis ganas de sobrevivir-
No entendí eso último, pero si te ayuda posiblemente no sea tan malo-
Si, tienes toda la razón-
Tampoco nunca me creí que no iría a algún concierto de Nonpoint, ojalá todavía no sean zombis-
Rojos, pero, si, Nonpoint eran buenos-
Hey, conozco a un cantante con tu nombre, ahora que estamos en ese tema-
¿Quién?-
Elliot Smith-
Pero su nombre lleva doble "te" al final de Elliott, el mío solo lleva una-
No lo sabía, bueno, que lástima-
Vaya, yo tampoco conozco a nadie de nombre Marina-
Un nombre no muy raro, pero que ironía que no me guste el mar-
¿Por qué no te gusta?-
Mucha sal, mucha agua, yo amo la ciudad, donde todo es gris; edificios grises, el cielo es gris, bueno, lo era, el suelo, todo-
La ciudad también era uno de mis lugares favoritos, pero prefiero el mar, y no por estar en la playa haciendo castillos de arena, o estar nadando, es solo que me gusta el calor nocturno con la brisa salada, siempre me ha gustado-
¿Cuánto falta?- preguntó Marina después de un rato.
No mucho, como cuarenta minutos-
¿Debería escuchar alguna advertencia sobre mis nuevos compañeros?-
Bueno, tendrás que dormir con Kanuh, quizás a Karen no le guste la idea de un perro, pero no importa, no te odiará mucho. Armando te tratará bien, y Mónica igual, pero cuidado con molestar a Karen, es muy fastidiosa-
De acuerdo. No molestar a Karen-
Tal y como lo pronosticó Elliot, llegaron a casa después de cuarenta minutos, la lluvia ya había cesado.
El muchachó aparcó la camioneta nueva frente a la cabaña.
¡Guau! es un lugar muy bonito-
Cierto, escucha, entraré y regresaré por tí-
Bien-
La noche había invadido el paisaje, se habían tardado mucho. Las estrellas del campo brillaban inundando el cielo de belleza, el frío era muy incómodo.
Elliot caminó a paso lento y pesado hasta la puerta de casa, dió tres golpes y esperó.
Esuchó pasos y voces, eran las voces de sus tres compañeros.
Vamos, soy yo- murmuró Elliot para si mismo.
Dentro de casa Armando tomó una escopeta y caminó hacia la puerta cuidadosamente.
Desde la camioneta Marina veía la escena, estaba un poco asustada, en todo ese tiempo se había desabituado a la gente, y ahora tendría que lidiar con cuatro personas, parecía un gran reto. Ella no hubiera querido ir con Elliot y ver a todos sus amiguitos sobrevivientes (eso le sono a "club friki") pero hubiera sido peor seguir sola esperando por algo que nunca llegaría.
Armando abrió la puerta de golpe y asomó la escopeta apuntando al rostro de Elliot, éste resbaló hacia atrás ya que el piso estaba mojado.
Lo siento- Armando extandió rápidamente su mano para ofrecer ayuda a su amigo, quien la aceptó. A pesar de que solo habían pasado tres días, a Elliot le pareció desconocido el rostro de su compañero, esas gafas gastadas, el cabello desarreglado, dos expresiones; una benevolente y la otra aterradoramente astuta en la misma persona.
Lo siento amigo, es solo que...- Armando trató de disculparse. Elliot estaba a punto de decir "no hay problema" pero también fue interrumpido por una aparición extraña, vio un rostro, con delicadas facciones, cabello negro, largo y ondulado cayendo a ambos lados, ojos grises y un gesto de sorpresa. También sintió algo extraño cuando vio esa cara, era como si la hubiera visto toda su vida, como si supiera de memoria cada línea que la formaba y a la vez fuera la primera vez que la veía.
¡Elliot!- Gritó Karen y corrió desde el pasillo con los brazos abiertos, lo abrazó con fuerza.
Pensaba que estabas infectado- no lo soltó en un minuto, durante el cual Marina seguía en la camioneta.
_Él debe ser armando, y ella posiblemente es Karen, pero no se ve ruda como Elliot la describía, creo que exageró un poco_
Eh...Mónica está dormida, voy a despertarla- dijo Armando.
Espera, encontré a otra persona, no está infectada, lleva mucho tiempo en la ciudad, sola, se llama Marina, está en la camioneta.
Lentamente caminó hacia la camioneta, su espalda estaba mojada, por la caida que había sufrido.
Marina caminó a casa, tímida, pero no quería que los demás lo supieran, lo ocultaba bien.
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Cap. 26
Hola Marina- dijo Karen
Hola, tu debes ser Karen-
Ella misma-
Y tu Armando-
Si, mucho gusto-
Gracias-
Muchachos, ¿qué les parece si vamos a dentro?- preguntó Elliot.
Bien- respondieron todos en coro.
Ah, Kanuh- dijo Marina.
Cierto- recalcó Elliot -ve por él-
Marina caminó hasta la camioneta, Karen miraba extrañada a Elliot.
¡¿Un perro?!- exclamo Karen. Marina se preparó para el regaño o cualquier clase de expulsión, pero Karen se arrodillo para acariciar al individuo.
Marina, Kanuh y Karen se adelantaron mientras Elliot sujetó a Armando del brazo para evitar que avanzara.
Algo ha pasado, ¿cierto?-
Emmm..-
¿Dónde está Mónica?-
Ella está bien, no es eso- respondió Armando tratando de ocultar algo.
¿Entonces?-
Al principio creímos que eras tu jugándonoos una broma, pero después...-
¿Pero qué pasó?-
Desaparecían cosas, algunas otras las encontrábamos en otro lugar, y un día hicimos una búsqueda en los alrededores, y encontramos fogatas pasadas y cadáveres de animales, pero asesinados por un experto, no dañaban la piel ni el interior, pero el animal estaba muerto, fue entonces cuando supimos que no se trataba de un rojo y ni mucho menos de ti-
Elliot se quedó pensativo.
Amigo, hay algo peligroso en éstos bosques, y creo que es como nosotros-
Elliot recordó las huellas del perímetro, ellos llegaron solos, solo alguien podría haberlos seguido desde la ciudad, alguien muy sanguinario, violento y que seguro sabe sobrevivir a un incendio. No, no podía ser él, seguramente estaba muerto.
Armando fue a despertar a Mónica para presentarla a Marina y entre todos explicarle las reglas.
Marina las entendió a la perfección, estuvieron un rato conversando en la sala para conocerse mejor, estaban agotados y decidieron ir a dormir, le habían explicado a Marina que tenían una ciudad que quemar, y tras una desarrollada discución, ésta aceptó.
A la mañana siguiente Elliot vió algo que no había visto la noche anterior, pero ahora el sol lo delataba; su cuaderno estaba en el suelo abierto en unapágina con un dibujo que él no había hecho, eran trazos muy simples, hasta tontos.
Hola, tu debes ser Karen-
Ella misma-
Y tu Armando-
Si, mucho gusto-
Gracias-
Muchachos, ¿qué les parece si vamos a dentro?- preguntó Elliot.
Bien- respondieron todos en coro.
Ah, Kanuh- dijo Marina.
Cierto- recalcó Elliot -ve por él-
Marina caminó hasta la camioneta, Karen miraba extrañada a Elliot.
¡¿Un perro?!- exclamo Karen. Marina se preparó para el regaño o cualquier clase de expulsión, pero Karen se arrodillo para acariciar al individuo.
Marina, Kanuh y Karen se adelantaron mientras Elliot sujetó a Armando del brazo para evitar que avanzara.
Algo ha pasado, ¿cierto?-
Emmm..-
¿Dónde está Mónica?-
Ella está bien, no es eso- respondió Armando tratando de ocultar algo.
¿Entonces?-
Al principio creímos que eras tu jugándonoos una broma, pero después...-
¿Pero qué pasó?-
Desaparecían cosas, algunas otras las encontrábamos en otro lugar, y un día hicimos una búsqueda en los alrededores, y encontramos fogatas pasadas y cadáveres de animales, pero asesinados por un experto, no dañaban la piel ni el interior, pero el animal estaba muerto, fue entonces cuando supimos que no se trataba de un rojo y ni mucho menos de ti-
Elliot se quedó pensativo.
Amigo, hay algo peligroso en éstos bosques, y creo que es como nosotros-
Elliot recordó las huellas del perímetro, ellos llegaron solos, solo alguien podría haberlos seguido desde la ciudad, alguien muy sanguinario, violento y que seguro sabe sobrevivir a un incendio. No, no podía ser él, seguramente estaba muerto.
Armando fue a despertar a Mónica para presentarla a Marina y entre todos explicarle las reglas.
Marina las entendió a la perfección, estuvieron un rato conversando en la sala para conocerse mejor, estaban agotados y decidieron ir a dormir, le habían explicado a Marina que tenían una ciudad que quemar, y tras una desarrollada discución, ésta aceptó.
A la mañana siguiente Elliot vió algo que no había visto la noche anterior, pero ahora el sol lo delataba; su cuaderno estaba en el suelo abierto en unapágina con un dibujo que él no había hecho, eran trazos muy simples, hasta tontos.
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