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La Leyenda del Oeste

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Mensaje  Kealah Jue Ago 04, 2011 2:57 am

Llegamos al árbol del colgante de Bor. De cerca no era tan bonito como me habían dicho, más bien todo lo contrario, era enorme, daba miedo y era gigantesco. Aún así, la atracción que sentí por ese árbol era inmensa y, sin mediar palabra, Bor y yo nos dimos la mano y caminamos hacia él.

Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, un extraño monstruo salió de las entrañas del árbol. Bajó de sus ramas y reptando, se acercó a nosotros. Era extraño el influjo que aquella criatura ejercía sobre mí pero no podía hacer nada más que moverme.

La mano de Bor me ayudaba a permanecer cuerda pero de repente, algo me obligó a soltarla, aquella cosa penetró dentro de nuestras cabezas y nos habló. Por lo visto, Bor era inmune a sus poderes pero yo... era la única que podía sacarle de aquel lugar. Me ofreció un trato. Debía permitirle vivir dentro de mí pero no ofreció nada a cambio, mi respuesta sería definitiva.

Bor tiró de mí, intentó sacarme de aquel lugar pero sus intentos fueron en vano. Estaba clavada en aquel pedazo de tierra como si hubiera echado allí raíces.

- Aisha, no puedes aceptar el trato - Gritó Bor- No sabes lo que puede depararte llevarle dentro.

- Lo sé, no puedo, no debo...- Dijo Aisha algo aturdida- Pero debo hacerlo, nunca obtendremos respuestas si no le permito entrar en mí. Bor, no me odies por esto.

-¿Entonces, aceptas joven? Dejarás que te posea y que utilice tus pies para andar, tus manos para tocar y tus ojos para mirar.

- Soy lo bastante valiente pero necesito que me prometas que no robarás nada de mí, que yo seguiré siendo la misma. Si es lo que deseas, mi cuerpo es tuyo.

Ante la atenta mirada de Bor, la criatura entró de nuevo en el árbol y Aisha se quedó plantada, esperando a ver qué podía hacer.
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Mensaje  Skimmer Jue Ago 04, 2011 3:33 am

De repente, la criatura volvió a deslizarse hacia ellos a una velocidad vertiginosa y agarrando con su cola a Aisha, introdujo su cabeza dentro de la boca de Aisha. Era físicamente imposible que el monstruo cupiera ahí dentro, pero aún así se metió entero.

Aisha se desplomó en el suelo, había perdido la consciencia.

- ¡Aisha, Aisha! - gritó Bor acercándose a ella y zarandeándola.

Tras unos segundos eternos, Aisha abrió los ojos. Pesadamente trató de incorporarse, pero estaba cansada, terriblemente cansada.

Tu interior es cálido, niña. Tú y yo vamos a pasárnoslo muy bien - dijo la voz de la criatura en su cabeza.

Mientras hablaba, Aisha sentía un hormigueo por su espalda que bajaba hasta sus partes íntimas.

- Lo noto, Bor. Lo noto dentro de mí...

- Necesitas descansar. Alejémonos de este árbol y podrás dormir.

La montó en el caballo y él fue a pie. Cuando se alejaron unos metros del árbol, descubrieron que estaba oscuro, muy oscuro. ¿Cómo era posible? Hacía apenas unos minutos era mediodía. Realmente el tiempo se había parado. Debían ser las dos o las tres de la madrugada.

- Ahora descansaremos Aisha, pero al amanecer debemos partir hacia Roca de Hierro. Si no, no llegaremos a tiempo para ayudarles.

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Chicos, a Roca de Hierro llegaréis poco antes del amanecer del viernes. Si queréis, podéis postear vuestra llegada en la madrugada de mañana para no tener que hacerlo al amanecer xD

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Post de Giorock


Al ver aquella criatura me quedé perplejo, pero no sabía porque tenía un colgante con aquel árbol y porque aquella cosa no podía entrar en mi mente como a Aisha.

La criatura, necesitaba un cuerpo para salir de allí y ya había elegido.

- Aisha no puedes aceptar, no sabes que puede pasar sí se mete dentro de ti.- le dije desesperadamente mientra intentaba sacarla de allí.

- Bor, no te enfades pero aceptare si está criatura me promete que no me quitara nada de mí.

- Está bien Aisha, sí es lo que quieres... Pero quiero que sepas que pase lo que pase, aquí estare, a tú lado.- le dije mientras le cogía la mano y le miraba a los ojos.- En estos días que he compartido contigo he aprendido algo,para comprender mi pasado tengo que vivir contigo el futuro.

La criatura al escuchar las palabras fe Aisha se volvió a esconder dentro de aquel árbol, mientras yo seguía mirandola.

De repente aquella cosa agarró fuertemente a Aisha y se introdujo en ella, era impresionante ver como aquella cosa se metia por su boca, y yo no podia hacer nada.

Aisha se desplomó en el suelo. La intenté socorrer pero era inútil. De golpe abrió sus enormes ojos, intentó incorporarse pero no podia ni con su alma.

- Bor, lo noto, lo noto dentro de mi...

La cogi en brazos y la subi al caballo para que no caminara.

- Nos tenemos que alejar de este arbol. Tú ahora descansa, y mañana tendremos que salir hacia Roca de Hierro sí de verdad queremos estar allí cuando lleguen los Vastagos, pero si no te veo bien, ten por seguro que no entraremos en conflicto, antes eres tú.

No se si Aisha me escuchó ya que. nada más subirla al caballo calló rendida.

De golpe el cielo se puso negro como el carbón, ¿de verdad se paró el tiempo? Decidí acampar al lado de unos arbustos, bajé a Aisha del caballo y la metí en el saco. Al besarle la frente comprobé que estaba caliente. Le di algo de agua y la deje descansar, mientras yo la vigilaba constantemente para que no le subiera la fiebre.
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Mensaje  DarkHades Jue Ago 04, 2011 9:00 pm

Había salido afuera a esperar junto a Blue, ya estaba por amanecer, me recosté contra la puerta de la oficina del Pacificador. Ya habían algunas personas afuera esperando a que saliera el sol completamente para poder seguir entrenando, a lo lejos vi a un anciano que se me acercaba a mi, era el herrero.

- Les dije que fueran ayer a la herrería. - Dijo cruzándose de brazos frente mio.

- Oh, yo lo olvidé completamente, ahora despierto al Pacificador y va...

- No no, el Pacificador ya ha ido, solo faltas tú, ahora sígueme. - Murmuró, yo le seguí hasta la herrería.

Poco a poco los habitantes salían de sus hogares y se paraban frente a sus casas, comercios, etcétera.

- Espero que todo funcione. - Dije con dudas al respecto.

- La esperanza siempre debe ser lo último en perderse Oleg, ahora tome asiento, ya vuelvo.

Me senté en un taburete, casi toda la herrería estaba vacía, ¿acaso había prestado armas a los habitantes?

- Hoy es nuestro último día de entrenamiento. - Murmuró Blue.

- Así es, pero te pediré que me hagas un favor. - Dije mirándolo a los ojos.

- ¿Cuál?

- Que te ocultes lo mejor posible hasta que todo acabe, si salimos victoriosos te estaré llamando, y si el silencio luego de la batalla trata de buscar mi cuerpo y llévate mi pasamontañas, debes prometerlo. - Murmuré con voz quebradiza tomándolo de ambos brazos.

- Lo prometo. - Pronunció luego de unos segundos de haberlo pensado.

- Le vuelvo a repetir joven Oleg, la esperanza es lo último que se pierde. - Me dijo el herrero saliendo de uno de los cuartos pero en sus manos llevaba una armadura de cuero.

- ¿Qué es esto? - Le pregunté mientras me reincorporaba acercándome a él.

- Es una armadura ligera de cuero, una de tu talla, pruébatela, pero te advierto que me la tendrás que devolver cuando la pelea termine.

- ¿Pero y si muero? - Pregunté mientras me la colocaba por encima de mi remera gris con los dígitos "666".

- Ya le he dicho, la espe...

- Sí sí, la esperanza es lo último que se pierde lo se. - Dije mientras me la ponía, me quedaba perfecta.

- Según las ilustraciones que tengo sobre esa armadura, originalmente era usada por los legionarios de una civilización llamada "Roma", la armadura original era de metal, pero me es muy difícil crear una de metal, así que le doy sólo la de cuero. Era una armadura usada por los generales de "Roma" y por los soldados "Griegos", sin duda alguna grandes civilizaciones que ya pocos conocen.

- Genial, cuando ganemos la batalla se la devolveré, Blue lleva mi chaqueta a la oficina del Pacificador Krumm. - Ordené.

- Será mejor que salgamos, el sol está saliendo. - Aconsejó el anciano.

- Sí, muchas gracias por esto. - Le dije estrechándole la mano, acto seguido fuí corriendo a la calle principal del pueblo.

El Pacificador salió del establo con su caballo y con otros jinetes detrás de él, cuando se colocó a mi lado empezó a sonar su cuerno. Mientras yo corría al lado del Pacificador y sus jinetes la gente empezaba a salir de sus casas con sus armas y esta vez llevando escudos caseros, eran simples, de madera, algunos redondos, otros con tablas atadas de un lado a otro formando un escudo cuadrado, al parecer en sus casas se habían puesto a trabajar en sus equipos para el combate.
Cuando finalmente llegamos a la calle principal ya estaban las dianas de tiro al blanco, los maniquíes y los cascos en palos siendo portados por hombres y mujeres.

Nos detuvimos y en unos segundos ya estaban todos los habitantes del pueblo delante de nosotros. Yo a la derecha del Pacificador Krumm, que por cierto, lleva una armadura de cuero similar a la mia, a mi izquierda Blue, a su lado Coyote con una armadura de cuero y detrás nuestro los jinetes del Pacificador.

- ¡Es la hora del entrenamiento! - Gritó el Pacificador Krumm.

- ¡Hoy haremos lo mismo de ayer, pero esta vez los jinetes ayudarán en nuestra ofensiva! - Grité para que todos me escucharan.

- ¿Cuál es la nueva mejora del plan? - Preguntó uno de los jinetes.

- Repetiremos la operación de ayer, los arqueros se esconderán en los tejados de las casas, una vez que hayamos colocado todos los objetos de práctica yo haré sonar el cuerno, al instante ustedes se levantarán de sus escondites y lanzarán dos oleadas de flechas - Dije mientras alzaba mi mano y colocaba dos dedos delante mio para que todos vieran - Luego se detendrán y saldremos todos los espadachines junto con los jinetes que se esconderán detrás de las puertas del establo y acabaremos con el enemigo.

- ¡Sí buena idea! - Gritaron varios habitantes.

- ¡Arqueros escóndanse! - Ordenó el Pacificador Krumm.

- ¡Espadachines a colocar los objetos de práctica! - Ordené mientras tomaba un saco lleno de paja para los caballos. Esta vez el número y la variedad de enemigos había aumentado.

Una vez que habíamos colocado todos los objetos de práctica me escondí junto con Blue en la taberna, dejé muy claro que al menos debía de haber dos hombres por casa, así abarcaríamos más terreno. Una vez que todos nos escondimos dejé pasar unos minutos. Finalmente hice sonar el cuerno.

Los arqueros de inmediato se destaparon y apuntaron a sus enemigos falsos, lanzaron dos oleadas de flechas a los objetos de práctica. Salí fuera de la taberna y con todas mis fuerzas grité:

- ¡Ataquen!

La enorme puerta del establo se abrió y de ella salieron los jinetes, de cada casa salían hombres armados con escudos improvisados y armas romas y filosas de todo tipo, gritaban con furia hacia sus enemigos.

- ¡Así, así, con furia! - Gritaba mientras clavaba a Carmesí en una bolsa de paja.

Tenemos tres tipos de fuerzas, jinetes, espadachines y arqueros, más las trampas que hemos colocado en los puntos estratégicos, no podemos fallar.

- ¡Arqueros vuelvan a esconderse! - Ordenó Krumm mientras cabalgaba con sus jinetes detrás suyo hacia los establos cerrando detrás de ellos las puertas del mismo.

- ¡Espadachines cambiemos de posición a los objetivos! - Ordené tomando el mismo saco al que había atacado minutos antes.

Los volvimos a cambiar y me volví a esconder en la taberna junto a Blue, esperé unos segundos y volví a sonar el cuerno. Los arqueros se levantaron de nuevo de su escondite y luego de dos oleadas de flechas a los enemigos grité:

- ¡Ataquen!

Ni un espadachín ni jinete se hiso esperar y en conjunto limpiamos las calles de los enemigos falsos. Repetimos la operación tres veces más. Luego las mujeres se dedicaron a cocinar y hacer lo mismo de ayer, sacaron con ayuda de los hombres mesas, sillas, platos y cubiertos mientras yo cruzaba por al lado de las trampas que habíamos preparado para los Vástagos. Lancé unos puñados de arena y las acomodé un poco más, yo para ser sincero casi ni las veía.

- ¡A comer! - Gritaron algunas de las mujeres, tomé de la mano a Blue y fuímos a la calle principal, donde estaban apiladas a lo largo una mesa al lado de la otra.

Tomé asiento al lado del Pacificador Krumm y de Coyote, a mi izquierda se sentó Blue. Nos servimos la comida preparada por las mujeres y empezamos a comer.

- Sugiero una cosa Krumm y Coyote, yo lideraré el grupo del norte, escondido estaré en la taberna, Pacificador sugiero que usted lidere la parte del sureste y finalmente tú Coyote, liderarás la zona del oeste. El plan es expulsarlos por la entrada del oeste, eso sí, luego de que hayan finalizado las dos oleadas de flechas, los arqueros nos seguirán brindando apoyo desde los tejados, si no funciona el empujarlos hacia la salida del oeste los mataremos a todos, les daremos la opción de retirarse, si no la aceptan, al infierno se irán. - Propuse en voz alta para que la gran mayoría me escuchara.

Coyote se levantó de su asiento y repitió a gritos lo que yo acababa de decir. Todos estaban de acuerdo.

- ¡Ahora comamos en paz, luego seguiremos entrenando con los arcos y con las armas cuerpo a cuerpo! - Gritó el Pacificador.

- Luego reuniré a los espadachines y les enseñaré algunos trucos. - Le dije al Pacificador.

- Me parece bien, mientras eso ocurre me llevaré a los arqueros al otro extremo del pueblo a entrenar con los arcos.

- Genial señor...

Una vez que terminamos de comer y de despejar las calles de mesas y sillas me llevé a los espadachines al lado norte del pueblo a entrenar con unos movimientos de lucha, los movimientos que pasaron de generación en generación.
Hice dos filas, una fila al lado mio y otra delante mio, los hombres estaban parados uno al lado del otro imitando los movimientos que yo hacía. Cada vez que les enseñaba algún movimiento les pedía que los hicieran una y otra vez hasta que les ordenara que se detuvieran, así podía observar a quienes lo hacían mal y enseñarles la forma correcta de hacerlo. Pasaron una o dos horas hasta que finalmente habían aprendido los movimientos y los nombres respectivos de cada uno. Me puse a contemplarlos y lo hacían bastante bien.

- ¡Buen trabajo Oleg! - Gritaba el Pacificador que se aproximaba hacia mi seguido de los arqueros.

- ¿Qué tal lo hicieron ellos? - Pregunté refiriéndome a los arqueros.

- Lo hacen estupendo, mañana será el día, sin piedad acabaremos con todos y cada uno de ellos.

- Ya saben arqueros, ustedes se ocultan en los tejados camuflados, mientras los espadachines y los jinetes permanecemos ocultos, cuando suene el cuerno quiero dos oleadas de flechas hacia ellos, y cuando de la orden todos saldremos de nuestros escondites a darle una gran bienvenida, sin piedad, así es como lo haremos, cuando estemos todos en pleno combate los arqueros nos ofrecerán apoyo desde los tejados, tengan cuidado, no disparen a sus vecinos. - Les dije contándoles el plan nuevamente.

- Dicen que los Vástagos son los hijos de puta más temibles de todo Tzion, pero les diré algo, nosotros le mostraremos quienes son los verdaderos hijos de puta y los mandaremos directo al infierno con nuestras trampas, nuestros arqueros, nuestros jinetes y finalmente con nuestros espadachines, seremos uno, como uno sólo los enviaremos al infierno. - Proseguí llenándolos de esperanza, yo estoy convencido de lo que digo.

Se oían muchos murmuros y voces, todos decían lo mismo, "somos capaces de hacerlo", "nosotros podemos", "ya verán".

- ¡Recuerden, no tengan piedad, no tengan misericordia, ellos no la tendrán con ustedes! ¿!Están con nosotros Roca de Hierro!?

- ¡Sí!

- ¡No los escuchamos! - Gritó el Pacificador.

- !Sí!

- Todos a descansar, en la madrugada ya estaremos todos ocultos esperando a por esos sucios animales, ¡rompan filas! - Grité.

Me di media vuelta y seguido de Blue me dirigí a la oficina del Pacificador y me volví a sentar en el sofá que allí había.

- Nada nos puede quitar nuestra victoria. - Le dije convencido al Pacificador.


________________________________________________________________

Bien, les dejo la imagen de la armadura para que se hagan una idea, y repito, es de cuero, no de metal la que usa Oleg xD

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Mensaje  Skimmer Vie Ago 05, 2011 2:35 am

Post de Giorock

Quedaban aún unas cuantas horas para llegar a Roca de Hierro, estaba tirando del caballo con Aisha encima. Ahora se le veía mejor cara pero no me quitaba de la cabeza lo ocurrido anoche, tenía "eso" dentro de ella.

No dormí en toda la noche, vigilando como pasaba la noche Aisha, no le quise contar que estuvo toda la noche hablando, decía cosas sin sentido e incluso creo que en ocasiones cosas que no se entendían, en otra lengua. Supongo que será a causa de la fiebre.

- Toma Aisha, colocate mi sombrero. Tienes que protegerte del sol, a parte no hay vaquero que no tenga sombrero.- le dije sonriendo.

- Y tú que Bor, te recuerdo que tú piel no es negra que se diga.- se río, al menos no había perdido el sentido del humor.

- Me pondré la capucha, no te preocupes.- le saqué la lengua.

Hicimos una parada para comer algo y darle de beber al caballo.

- Aisha, estas segura de seguir nuestro plan e ir a luchar, no se sí después de lo que vivimos anoche...

- No te preocupes estoy bien, sólo un poco cansada.

- Bueno, ya que lo tienes tan decidido que sepas que seré tú sombra! No te dejaré ni para mear.- bromeé.

Me volvió a la mente lo aquella cosa.

- Sientes algo?

- La verdad que al principio noté como se aposentaba pero ahora no siento nada..

- Espero que salga pronto. Ahora que pienso, qué qerria decir con aquello de que gracias a el veremos cosas que nosotros solos no podríamos percibir.

- La verdad que no sé... pero supongo que pronto lo sabremos, pero por que tú estabas protegido? que has echo?

- No lo sé, no recuerdo nada especial. Pero bueno tenemos que proseguir nuestro viaje.

Ayude a subir a Aisha al caballo y seguimos nuestro camino.
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Mensaje  PeKaDoR Vie Ago 05, 2011 3:35 am

Miércoles mañana
El destino había caído sobre este pueblo, era hora de afrontarlo, pero algunos como yo decidimos una retirada a tiempo.
Espero que eso no condene al pueblo, Oleg es fuerte, aunque no muy inteligente, conoce bien el arte de la guerra y sabrá defenderse bien.
Tiene voluntad para alentar a todo un pueblo a su lucha final. Ayudaré todo lo que pueda hoy, pero mañana mi destino se separa de Roca de Hierro. Algún día, y espero que ese día no tarde en llegar, yo también me veré involucrado en la pelea por esta tierra contra Los Vástagos y saldaré cuentas con ellos por el ataque que se producirá dentro de 2 días.

Por la mañana el herrero vino a visitarme para darme la paga de ayer.
-Warwick chico, me has ayudado bien, pero el negocio cierra por esta estúpida guerra, he escuchado que te marchas de la ciudad.
Suerte en tu camino, y si este no es el fin, siempre te esperará tu puesto en mi herrería. Dijo entregándome la ultima paga.
-Gracias señor, le agradezco la ayuda que me ha dado estos días, seguro que volvemos a vernos. Dije empezando a andar.
-Claro que si chico, espero verte en los entrenamientos de esta mañana. Dijo interrumpiendo mi camino y haciendo que me gire levemente.
-Claro, tengo que enseñar a estas gentes a tirar con arco. Dije volviéndome y siguiendo el camino hacia la calle principal.

Allí la gente estaba empezando a organizar la contienda que tendría lugar en 2 soles.
Pensé en las palabras del herrero y decidí pasar el día entero ayudando en lo que pudiera, es lo menos que podía hacer.
Lo primero que hice al llegar fue enseñar a los arqueros a tener en todo momento el arco tensado, un arco destensado no mataría a muchos vástagos. Después colocamos unas dianas y les enseñé a colocar el arco apoyado con el brazo contrario al cual deben tener tensando la cuerda y aguantando la respiración cuando fueran a soltar la flecha.

Fue un día cansado, aunque mis heridas de los días anteriores ya no me molestaban como otros días. Para mi partida estaría perfecto. Hubo un festín en la ciudad al que todos los habitantes estábamos invitados por los esfuerzos que estábamos haciendo.
Había bastante charcutería, pero mi debilidad en aquel momento fue un jugoso chorizo que se encontraba en un plato delante mía. No tardé en apropiarme de el, incluso Oleg me saludó a lo lejos y le respondí con el chorizo en mi boca hahaha.
Esa noche el tabernero y los demás establecimientos nos invitaron a todos a descansar por la noche. Un gesto amable por su parte.

Por la noche mis pensamientos y yo entablamos una larga conversación antes de caer rendido en la cama.
Estaba seguro que el viaje que me aguardaba mañana no sería coser y cantar y menos el destino que me esperaba, un pueblo controlado por los seguidores de Mut. Ellos fueron los que me ayudaron cuando caí desvanecido en el desierto.
Ahora recuerdo!!!!! Quien era aquel anciano que vi cuando caí rendido en el desierto, como me recogieron aquel hombre y su hijo?
Tantas preguntas aun sin solución. tal vez en el pueblo que iba a visitar pudiera encontrar alguna pista sobre ese hombre, me gustaría agradecérselo. pero el anciano fue tal vez una ilusión. No, no fue una ilusión, estoy muy seguro de que aquello fue real pero por ahora quedaría sin solución.
Cambiando de tema, ese tal Groak parece mostrarse amistoso aunque le hallamos vencido, pero no me fío ni un pelo de el.
Guardaré siempre mis cosas bien cerca de mi por las noches cuando durmamos. Mejor aprovecho esta noche de sueño por si en las demás tengo que resistir despierto.......


Jueves mediodía

Quizás dormí demasiado anoche, pero me alegro por ello, así estaré bien descansado para el viaje.
Empecé a prepararlo todo, partiría al anochecer junto a Groak y sus "brutos" por llamarlos de alguna manera.
Fui a la tienda y preparé toda la comida y los odres para el camino, el chico me lo dio todo amablemente.
También me aseguré de conseguir un caballo, ya que no me quedaba mucho dinero y la presión por la batalla final aumentaba cada vez mas, casi le rogué que rebajara el precio de un buen caballo que estaba en buena forma de 35 PDO a 27.
Necesitaba un buen caballo para la travesía, así que le rogué que me rebajara el precio, sino compraría otro mas económico aunque menos recomendable para este trayecto. (tira daditos xD) Me humillé bastante con tal de que rebajara el precio, menos mal que nadie mas que el tendero me estaba viendo. Tal vez se compadeciera de mi, tenía fama del buen ayudante del herrero.

El resto de la tarde descansé en el lugar acordado con Groak mientras aseguraba cualquier cabo suelto que aun me quedara.

Me despedí de Oleg de hermano a hermano, o así lo interpretó el que me espachurró con sus enormes brazos diciendo:

-Cuídate enano! Estate seguro de que volveremos a vernos y yo no voy a morir aquí.
-Conociéndote seguro que nos veremos, cuídate. Aprovecha el whisky que te regalé jeje. Le dije riendo.
También me quería despedir de aquella mujer, Aisha, pero no la encontré por todo el pueblo y ya se hizo la hora de marcharme.

-Ya estás preparado Warwick, será un viaje duro. Dijo Groak viendo como me acercaba.
-Listo, vayámonos ya, prefiero llegar cuanto antes a nuestro destino.

Y empezamos a galopear en dirección al oeste con la esperanza de llegar a salvo a el pueblo que mencionó Groak.

Mientras en mi cabeza hablaba para mi mismo:

-Suerte chicos, que el espíritu del lobo os acompañe mañana, lo vais a necesitar.

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Mensaje  Kealah Vie Ago 05, 2011 10:24 am

Aquella cosa llevaba día y medio dentro de mí y cada vez estábamos más cerca de Roca de Hierro. Me sentí asustada porque no sabía cuales eran las intenciones reales de aquella criatura pero sabía que, con ella dentro, luchar contra los Vástagos sería una especie de paseo.

Miré a Bor que caminaba a mi lado con su capucha puesta y sonreí. Aquel chico se había ocupado de mí durante toda la noche, a saber qué cosas habían pasado. Sentí, por algún momento, cómo se adueñaba de mí, como iba pasando por todos mis órganos hasta que, por fin, haría dos horas, dejé de sentir nada. Me bajó la fiebre y desperté sobre el caballo.

- Creo que ya puedo caminar - Dije a Bor, invitandole a subir al caballo.

- No, creo que es mejor que sigas arriba, te necesito entera para la lucha. Estamos a menos de media hora de Roca de Hierro y los Vástagos estarán ya preparando su ataque.

- Está bien Bor, caminaré contigo- Salté del caballo y me sentí diferente al caminar. Era yo la que caminaba pero sentía como si una especie de aura recubriera mi cuerpo y me hiciera flotar en lugar de andar. Estuve a punto de caerme.

- ¿Te encuentras bien' - Preguntó cuando me agarré a él para no caerme.

- Sí, estamos ya en Roca de Hierro. Quedan tres kilómetros. Marchemos.

BNos pusimos en camino y , de lejos, se veían las primeras casas, era hora de luchar o morir.

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PD: Siento que sea una mierda pero quería llegar a RH y estoy en curro.
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Mensaje  Skimmer Vie Ago 05, 2011 11:16 am

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Estaba saliendo el sol, pero aún no se veía ningún movimiento por los alrededores así que supuse que habíamos llegado a tiempo.

Aisha estaba sentada sobre el caballo, con mí sombrero puesto. Ya llevaba rato pidiéndome que por favor subiera yo al caballo, que descansara un rato.

Eché un trago de agua mientras me dirigía a Aisha:

- Estamos a pocos minutos de llegar, no se ve aún a nada ni nadie por los alrededores, estas segura que quieres meterte en lo que será una carnicería.- le dijen

- Tenemos que ayudar a aquella gente.
No podemos quedarnos de brazos cruzados.- me dijo.

- Lo se, pero como veamos que la cosa se complica o no nos gusta, cogemos agua y nos largamos.

Al entrar a la ciudad comprobé que no se veía ni un alma.

- Se habrá ido todo el mundo?- me pregunto Aisha mientras miraba de un lado par otro.

- No se ve a nadie, ni sí quiera a.algún borracho tirado por las calles. Pero se de alguien que se iba a quedar, vamos a preguntar.-le dije a Aisha.

Dejé el caballo atado y entremos en la consulta

- Buenos días señor.- me dirijí a Flint, que estaba sentado donde siempre.

- Ah! Bor, compañero, has vuelto.

- No podía dejaros así, sin luchar. Por cierto dónde está todo el mundo?

- Están preparados para la batalla que se avecina, el nuevo Pacificador y sus ayudantes lo han preparado todo.
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Mensaje  DarkHades Vie Ago 05, 2011 1:10 pm

Estaba amaneciendo casi, llevábamos una o dos horas ocultos esperando a que los Vástagos llegasen, Blue se escondió quien sabe donde, sólo espero que esté bien. Todos están ocultos como lo había planeado. Encima llevaba lo típico, mis jeans grises desgastados, mis botas militares, la armadura por encima de mi remera de los tres dígitos y bajo el sombrero de ayudante de Pacificador llevaba mi viejo pasamontañas.
Estaba preparado, los nervios estaban quietos, nada podía fallar, pero de pronto escuché un caballo, me asomé por una de las ventanas de la taberna y los ví, Bor y Aisha cabalgando como si nada. No me percaté mucho antes de que ellos faltaban.

Salí rápidamente hacia fuera, se dirigían a la casa del médico. Corrí como poseso haciendo señas a todo el mundo que se siguieran escondiendo, que aún no era el tiempo de pelear. Entraron a la casa y detrás entré yo. Los tres, inclusos el médico me miraron sorprendidos.

- Ustedes dos que acaban de llegar, no se a que han venido pero les diré algo, tienen dos opciones...

- Oleg, escucha ellos...

- No señor Flint, escúchenme a mi, les doy la posibilidad de defender Roca de Hierro junto a todos sus habitantes o de iros rápidamente antes que lleguen los Vástagos, si escogen la opción uno el plan es el siguiente. Ustedes se esconden, sonaré mi cuerno y cuando lo haga saldrán los arqueros ocultos en los tejados, lanzarán flechas dos veces, luego yo mismo daré la orden de que los espadachines y jinetes ataquen, si escogen la primera opción saldrán junto con ellos. Pero si escogen la segunda opción váyanse antes de que nos condenen a todos.

No esperé respuesta, así como entré fué como me fuí. Volví a la taberna junto a mi pareja, un viejo minero.

- Falta poco...
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Mensaje  Toletum Vie Ago 05, 2011 2:38 pm

Como todos estaba escondido en una de las casas, me prepare las manos con unas vendas, mi padre me enseño a ponermelas para cubrirme los nudillos. Una vez listo me puse los nudillos con pinchos y espere dentro de la casa junto con un hombre de mediana edad que sostenia una espada medio oxidada. Estaba todo en silencio, se podia escuchar algo a lo lejos, no sabia lo que era, pero se escuchaba algo. Cada vez se acercaba mas el podructor del sonido, alguien venia cabalgando, raudo parecia.

De enfrente de la ventana vi pasar a dos personas, no me fije bien en ellos, pero a lo lejos se escucho una voz grave y profunda. Me parecio distinguir a Oleg, pero no estaba seguro. El ambiente en el pueblo estaba un poco tenso, la llegada de los Vastagos cada vez era mas inminente, estabamos bien preparados pero no estaba seguro de que fuera suficiente. Luchariamos hasta el final de eso estaba seguro.
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Mensaje  Skimmer Vie Ago 05, 2011 5:09 pm

Había llegado el día. Hoy descubrirían si el coraje y la valentía eran suficientes para hacer frente al cruel y despiadado ataque de los Vástagos.

Poco antes del amanecer llegaron Bor y Aisha. Se dirigieron a casa del médico y se vistieron con las dos últimas armaduras de cuero que quedaban.

Todo estaba dispuesto. Ahora sólo quedaba esperar.

Cuando hubo salido el sol, lo oyeron. Eran pasos, centenares de pasos. Los que se asomaron vieron a lo lejos a casi doscientas personas dirigiéndose a paso ligero hacia el pueblo. Cuando estuvieron a casi cincuenta metros, se detuvieron.

Minutos después, una avanzadilla de veinte personas marchó hacia el pueblo. Cuando se acercaron lo suficiente pudieron apreciar que eran los hombres que días antes abandonaron Roca de Hierro. Algunos parecían consternados por lo que estaban a punto de hacer, pues probablemente tendrían que matar a sus familias. ¿Sería esa una prueba de lealtad hacia los Vástagos? ¿O acaso los enviaban a morir?

Cuando estaban casi a la entrada del pueblo, comenzaron a caer en las trampas. Algunos de los que caían morían instantáneamente debido a que las estacas se clavan en sus cabezas u órganos vitales. Otros sufrieron varios minutos de agonía antes de morir, y otros estaban destinados a quedarse horas allí empalados, pues sus heridas no eran mortales.

A los que consiguieron pasar los abatieron fácilmente los arqueros desde los tejados. Unos segundos después y no quedaba nadie en pie. Entonces lo entendieron: Los Vástagos los habían enviado para tantear el terreno. Ahora podrían esquivar casi todas las trampas (salvo las que seguían ocultas) y calcular la posición de los arqueros.

Unos minutos después, los Vástagos volvieron a iniciar la marcha hacia el pueblo. A medida que se iban acercando, corrían cada vez más rápido. Iban vestidos con pieles de animales y algunos portaban escudos. Todos estaban armados.

Unos pocos cayeron en las trampas que permanecían ocultas, aunque eso no frenó la estampida. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Oleg hizo sonar su cuerno. Los arqueros salieron de sus escondites y descargaron contra el enemigo. Los Vástagos no se esperaron que estuviesen colocados en varios tejados, y en un momento de confusión, muchos cayeron fulminados. En cambio, la mayoría se pudo defender de la segunda oleada de flechas.

Era el momento en que jinetes y espadachines debían entrar en acción. Oleg hizo sonar por segunda vez su cuerno y los jinetes salieron del establo, acudiendo raudos a la llamada. Los espadachines emergieron de las casas y se lanzaron sobre el enemigo.

Había comenzado la batalla por la supervivencia de Roca de Hierro…

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Las batallas las haremos por MP y no en el hilo de tiradas. Son un montón y me sería imposible coordinar todo >_< Nadie debe postear aquí hasta que yo lo diga (salvo Peka, que no está peleando)
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Mensaje  Skimmer Lun Ago 08, 2011 2:24 am

Habían pasado casi cuatro días desde que Warwick abandonó Roca de Hierro. Fue a mediodía, cuando todos estaban ultimando los detalles de la batalla.

Groak, sus dos hombres y él montaron en sus caballos y tras echar una última mirada atrás, partieron rumbo al este.
Las primeras horas Warwick se mantuvo algo taciturno. No se sentía del todo bien con su decisión de dejar atrás a Oleg, pero presentía que se volverían a encontrar. No deseaba ver arrasada Roca de Hierro, pero era lo suficientemente inteligente como para saber que aquella no era su lucha.

Poco antes de la medianoche llegaron al pie de las montañas. Desde ahí abajo parecían gigantes de piedra. Era como si alguien hubiese puesto las montañas allí con la intención de cercar el desierto. Éstas, se extendían cientos de metros hacia arriba, haciendo imposible ver su final.

- ¿Cómo se supone que vamos a pasar por aquí, Groak? – preguntó Warwick colocándose junto a Groak.

Groak sonrió astutamente.

- Hay un sendero. No muchos lo conocen, aunque a pocos les interesa. El sendero cruza las montañas y comunica con el resto de Tzion.

- ¿Alguien en Roca de Hierro lo sabía?

- Claro. Supongo que la mayoría conoce el sendero.

- ¿Entonces por qué no han huido por aquí? ¿Por qué quedarse cuando tenían un camino por el que podían huir?

Groak volvió a sonreír, aunque esta vez señaló con la cabeza a sus dos hombres. Estos temblaban de pies a cabezas y sus rostros reflejaban una expresión de puro terror.

- Porque el sendero está custodiado. O al menos eso dicen, si estás dispuesto a creerte los cuentos de viejas.

- ¿Custodiado? ¿Quién lo guarda?

- El Guardián del Este. Una especie de criatura milenaria que cuida el sendero hacia la parte este de Tzion. La gente le teme más a este tipo de historias que a la propia muerte. Te diré algo, chico: el tal Guardián del Este no existe, tampoco existen las maldiciones ni la magia. Es más, mira lo que opino de todo eso:

Y acto seguido escupió sobre la montaña con desprecio. Los hombres de Groak soltaron un grito ahogado y agacharon la cabeza, como si pensasen que un rayo caería de los cielos, fulminándolos en el acto.

Una hora después, llegaron a la entrada del sendero. Era un camino angosto y serpenteante. El final era imposible de vislumbrar.

- ¿Has cruzado alguna vez el sendero, Groak? – preguntó Warwick algo receloso.

- No. Yo llegué al desierto por el norte, cuando los Vástagos aún no se habían hecho con Las Cuatro Esquinas. Después se hicieron con el sur y sólo quedó este camino disponible. Quién sabe, puede que nadie haya pisado este suelo desde hace siglos.

Antes de adentrarse en el sendero, decidieron descansar en el claro que se encontraba a la entrada.

Armaron una hoguera y se quedaron sentados alrededor de ella hasta bien entrada la madrugada. Groak le entretenía con sus historias. Al parecer había estado en la mayoría de los lugares de Tzion, siempre embarcado en alguna aventura, aunque hacía tiempo que estaba de capa caída. Ese era el motivo por el que se unía a la Justicia de Tzion. Al entrar en una tribu, ellos automáticamente te suministraban todo lo que necesitabas.

Uno a uno fueron cayendo, vencidos por el sueño. Aunque a Groak le hizo falta dos botellas de whisky para que eso sucediese. Finalmente Warwick era el último hombre despierto en el campamento. Tras engullir una cena frugal y beber un poco de agua, decidió que era el momento de dormir.

Se tumbó sobre el suelo (ya que no tenía saco de dormir) y tras renunciar a encontrar una postura cómoda, quedó tendido boca arriba, mirando las estrellas. Diez minutos después se había dormido.

Algo le despertó en mitad de la noche, el sonido de unos cascos de caballos. La hoguera se había extinguido hace horas, y de ella se elevaban pequeñas volutas de humo. Se levantó y echó un vistazo alrededor. Su caballo no estaba.

Volvió a escuchar cascos de caballo y miró hacia el sendero de la montaña. Durante un instante, vio agitarse la cola rubia de su caballo y desaparecer en la oscuridad. Sin perder tiempo y cogiendo únicamente su arco y sus flechas (viejas costumbres para la supervivencia) se adentró en el sendero, en busca del caballo.

Cuando avanzó unos metros, no veía prácticamente nada. No importaba tener los ojos abiertos o cerrados, la visibilidad no variaba. Aún así, siguió avanzando. El caballo llevaba muchas de sus cosas, y no podía permitir que se perdieran.

Tras un rato caminando, notó como casi imperceptiblemente, el sendero descendía cada vez más.

De repente, escuchó a su caballo relinchar. Se adelantó un par de pasos, dando las gracias por haberle encontrado, cuando algo viscoso se enroscó sobre su pie y tiró de él, haciéndole caer al suelo.

El tentáculo le arrastró durante unos metros más hasta lo que parecía ser un precipicio. Era increíble la fuerza con la que aquella cosa tiraba de su pie, parecía como si se lo fuese a amputar.

Cuando llegaron al borde del precipicio, Warwick trató de agarrarse a las piedras que sobresalían del borde, pero sabía que no resistiría mucho tiempo.

Su corazón latía a mil por hora, y el miedo le embargaba. El miedo a no saber que se enfrentaba, a no poder verlo.

Las palmas de sus manos comenzaron a sangrar de la fuerza con la que se agarraba a las rocas, pero aún así iba cediendo poco a poco. Aquella cosa era muchísimo más fuerte que él.

Finalmente sucedió, no pudo soportar más el dolor de sus manos y se dejó caer. El tentáculo le soltó en cuanto él dejó de resistirse.
El único anhelo de Warwick, su único deseo, era morir instantáneamente al impactar contra el suelo. Si no lo hacía, sufriría una muerte lenta y dolorosa, en las entrañas de la montaña…

Gritó durante todo el trayecto, hasta que inesperadamente cayó sobre agua.

Se encontraba en una cámara subterránea, que únicamente consistía en un lago frío como el hielo y en una pequeña isla de rocas.

Algo le rozó el pie, y Warwick nadó desesperado hasta la isla de roca. Una vez allí se colocó en el centro y se quedó quieto, intentando calmar su respiración.

No sé donde estoy. No puedo ver nada, y aquí dentro hay algo conmigo
– se dijo Warwick a si mismo mientras tiritaba de frío.

Así era, Warwick sentía que algo le vigilaba. Sentía miedo e impotencia a partes iguales por no poder defenderse ni hacer nada que no fuese acurrucarse en el suelo y esperar que nadie se percatase de su presencia.

Entonces, oyó un par de pisadas de pies descalzos y antes de que pudiese hacer nada, algo o alguien le golpeó la cabeza, haciéndole perder el conocimiento.

Cuando despertó, se encontraba en otro lugar. Le bastó un segundo para confirmar que seguía dentro de la montaña, pero aquel lugar era nuevo. Estaba sobre una plataforma de piedra, y a su alrededor estaban dispuestas varias rocas que formaban un círculo alrededor de él. En ellas había gente, o lo que parecía ser gente.

Podía ver todo esto gracias a varias lámparas que estaban colocadas por todo el lugar. La luz que emitían era azul y fosforescente. Cuando Warwick se fijó más, pudo comprobar que en realidad eran una especie de luciérnagas revoloteando.

Alguien habló, pero no en lengua común. Aquel lenguaje emitía muchos sonidos guturales y también cloqueos.

- ¿Ho…hola? – dijo Warwick algo desconfiado.

No pudo ver los rostros de las personas hasta que una de ellas se levantó y se acercó hasta él. Lo primero que pudo apreciar Warwick, fue que los dedos de los pies de aquella persona estaban unidos por membranas. Poco a poco fue subiendo la vista. Su piel tenía un tono entre el blanco y el gris, y parecía dura, como recubierta por escamas. No llevaba ningún tipo de atuendo, iba completamente desnudo (era un hombre). Al llegar al rostro, Warwick no pudo evitar emitir un grito ahogado. Era como estar mirando la unión entre un pez y un hombre. Tenía rasgos duros y afilados, su nariz era larga y muy puntiaguda, y sus orejas eran básicamente dos agujeros. También carecía de pelo y de vello corporal. Sus ojos eran negros como el abismo, y sus labios finos y morados. Cuando habló, Warwick pudo ver sus dientes: eran muy finos y afilados, todos colocados en dos hileras.

- Hombre del cielo, ¿qué haces en nuestros dominios? – preguntó aquel ser pronunciando correctamente su lengua. Eso sorprendió a Warwick – Una vez yo viví arriba, es por eso que conozco tu lengua y sé pronunciarla como es debido.

No podía creerlo. ¿Acababa de leerle la mente?

- Podemos leer cualquier cosa que pase por tu mente, humano. Para tu información, te hemos traído ante el consejo para que cuentes tu historia y nos des una razón de peso para dejarte vivir. Puedes empezar cuando quieras – dijo aquel ser mientras volvía a su asiento.

Warwick tendría que escoger con cuidado las palabras y pensar con rapidez. Aquellos seres eran extremadamente inteligentes.

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Debes contar como has acabado ahí y darles una razón de peso para que no te maten. Basándome en tu participación, realizaré una tirada para ver si consigues convencerlos Wink
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Mensaje  PeKaDoR Lun Ago 08, 2011 2:48 am

No podía creerlo, me habían raptado unos murlocs? (unos creeps del wow haha).
Sea lo que sea mejor me explico antes de que me rajen vivo.

-..................Provengo de un pueblo lejano llamado Gilneas, escapé de allí con unos amigos míos y con mi peor enemigo.
Pero nos fuimos separando y al final acabé muerto de sed en mitad del desierto.
Poco a poco perdí la conciencia, incluso tuve una especie de espejismo. Vi a un hombre mayor como murmuraba algo que ya no recuerdo, después de eso me desmayé.
Cuando desperté un hombre y su hijo me habían recogido en su diligencia y me acercaron amablemente a Roca de Hierro que es un pueblo cerca de aquí al este. Allí conocí a sus simpáticos pueblerinos que me acogieron y busqué trabajo.
Desde entonces he estado ahorrando para viajar al este y empezar una nueva vida, por eso quería cruzar estas montañas.
Pero hay otro motivo mas espeluznante, y es la guerra.
La guerra que le fue declarada a Roca de Hierro hace unos días y a la que se vieron obligados a luchar.
Mucha gente huyó aterrorizada, pero la mayoría se quedó a defenderla. En estos momentos la batalla debería haber acabado.
-Dejaste a esos aldeanos a su suerte? Interrumpió el hombre pez.
-No, hay un hombre, un hombre fuerte que se llama Oleg. El los llevará a la victoria, tiene convicción suficiente para conseguirlo, pero yo no podía perder mas tiempo, además no era mi guerra.
Ahora solo quiero atravesar estas montañas y seguir con mi vida en otro lugar tranquilamente.
No debería permanecer aquí mucho tiempo, ya que hay gente que me está esperando y no perdonará a sus dioses mi muerte.
No parecéis una tribu poco civilizada, es mas siento admiración y me gustaría aprender mas cosas de vosotros, pero como ya dije hay gente que me espera y serían capaces de cometer la locura de venir hasta aquí reclamándome y yo no querría que pudieran haceros cualquier perjuicio. Razoné debidamente.

Si queréis algo de mi, pedid hasta cierto límite que aceptaré vuestra posible oferta. Que decís?
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Mensaje  Skimmer Mar Ago 09, 2011 3:01 am

(Decidí no hacer tirada y basarme solo en tu escrito)

El ser que le había hablado antes rió.

- ¿De verdad crees que tus compañeros podrían llegar hasta aquí? ¿Acaso sabes dónde te encuentras, humano? Estás varios kilómetros por debajo de la superficie. ¿Piensas que tus amigos se adentrarán en el interior de la montaña para rescatarte? ¿Eres tan importante para ellos? – preguntó la criatura con el rostro inexpresivo.

Warwick supo que tenía razón.

- No te mataremos, humano. Pero no te llevaremos hasta arriba. – sentenció el ser.

- ¡Entonces existe un camino!

- Claro que existe un camino, pero él debe decidir si eres digno de cruzarlo.

- ¿Quién? – preguntó Warwick, aunque temía conocer la respuesta.

- El Guardián del Este.



El consejo se disolvió y dejaron a Warwick campar a sus anchas por todas las cámaras y caminos subterráneos en los que habitaba esa extraña especie. Pero con una condición. Debía desvestirse, al igual que todos.

Aquellos seres habían excavado multitud de caminos y aposentos por debajo de la corteza terrestre. Las paredes estaban adornadas con diversos grabados que al parecer contaban la historia de aquella gente. Cuando Warwick estaba observando un grabado en el que se mostraba a un hombre cayendo por un abismo, se le acercó un niño.

- Ese es Quo, al caer bajo la montaña. – Explicó el niño sin dejar de mirar el cuerpo de Warwick con una mezcla de curiosidad y repugnancia.

- Entonces… ¿hubo un tiempo en el que vivíais arriba? En la superficie.

- Yo nací aquí, aunque los miembros del consejo vivían en los cielos.

- Un momento, ¿dices que ellos vivieron arriba? ¿Hace cuantos años?

- Pueees – el chico pareció hacer un esfuerzo para recordar – hace ya cinco o seis siglos.

Warwick se quedó helado. Él creía que se habían ido adaptando al medio y que habían mutado en las siguientes generaciones. Pero aquel chico le estaba diciendo que un ser humano normal se había convertido en “eso” y además había vivido cinco siglos. ¿Cómo era aquello posible?

- Los antiguos (así llamamos a los que vivieron arriba) nos enseñaron a hablar tu lengua, pero yo creo que es una estupidez. Ninguno de los tuyos había venido aquí antes.

- Debo parecerte muy extraño entonces.

El chico dio una vuelta alrededor suyo, escrutándole. En un momento dado, le tocó con su dedo escamoso en el brazo.

- Eres débil. Tu piel es demasiado suave. Apuesto a que podría atravesarla con mis uñas.

Warwick permaneció callado. No le convenía iniciar una disputa.

Siguió paseando hasta que el niño fue a buscarle.

- Quieren que vayas al consejo, humano. Ahora – dijo el niño tajantemente.

Guiado por el niño, Warwick volvió a la cámara del consejo. En ella sólo se encontraba aquel ser que le había juzgado la primera vez.

- Siéntate –ordenó señalando una piedra que estaba colocada frente a su asiento.

Warwick se sentó y unos segundos después le trajeron una especie de crema color verde.

Lo más seguro es que esto haya salido de un animal que no he visto en mi vida – pensó Warwick.

- Así es. Ahora come. – dijo el ser.

Nadie le había entregado cubiertos, así que Warwick supuso que debía comerlo con las manos. Para su sorpresa, la crema no estaba nada mal. Es más, era deliciosa.

- ¿Cómo te llamas, humano?

- Warwick, ¿y usted es…?

- Quo. Puedes llamarme Quo.

- ¿Quo? Entonces es el líder de…

- Sí. Te preguntas por qué soy así, si en teoría debería haber conservado mi apariencia humana y haber muerto hace siglos. Verás, hace mucho tiempo, cuando vivíamos sobre la montaña, esta se abrió en dos y mi pueblo entero cayó hacia abajo. La mayoría murieron, pero unos pocos sobrevivimos. Estábamos asustados, y pensábamos que moriríamos de hambre y frío en pocos días. Yo me harté y me adentré aún más en el interior de la montaña, esperando encontrar la muerte, pero lo que encontré fue algo muy distinto. Le vi a él, y él me vio a mí. Era como si me conociese de toda la vida. Me llevó ante una pila de agua y me dijo que bebiera de ella. Al hacerlo, me transformé en lo que soy. Él me salvó la vida. Me dijo que trajera a los demás y así lo hice. Después de eso, nos dedicamos a abrirnos paso a través de la roca, procurándonos un hogar. Tuvimos hijos, y como has podido comprobar comparten nuestra apariencia.

- ¿Nunca ha querido volver arriba? ¿A la superficie?

Quo sonrió, melancólico.

- Tenemos espacio suficiente aquí abajo. No necesitamos más.

- Entonces… ¿viviréis para siempre?

- Así es, al igual que nuestros hijos. Cuando alcancen la madurez dejarán de crecer, y por lo tanto nunca envejecerán. En cambio somos vulnerables al daño corporal, pero nunca hemos peleado entre nosotros.

- ¿Cuántos sois? En seiscientos años seguro que habéis aumentado vuestro número considerablemente.

- Alrededor de diez mil – contestó Quo con una sonrisa de orgullo – prácticamente nos hemos propagado por todo Tzion.
Warwick no daba crédito a lo que oía. Todo ese tiempo había vivido con una civilización entera bajo sus pies.

- Supongo que querrás irte, humano. No tengo problema con que te quedes, pero sé que quieres volver arriba. No perteneces a este lugar al fin y al cabo. Te enseñaré el sendero para llegar hasta Él. Es la única manera que tienes de volver. Aunque como ya te dije, él juzgará si puedes pasar o no. El sendero lo deberás cruzar solo.

Warwick estaba nervioso. Iba a conocer al Guardián del Este. ¿Cómo sería aquella criatura?

Quo en persona le condujo hasta el túnel que llevaba ante Él.

- Tardarás varios en llegar hasta tu destino, pero serás incapaz de medir el tiempo, así que eso da igual. Muchos tramos los tendrás que cruzar nado. Debes tener cuidado con las criaturas que habitan en el agua, harán todo lo que puedan para detenerte, así que tendrás que extremar la precaución. Espero que seas bueno con eso – dijo señalando con la cabeza su arco – Aquí se separan nuestros caminos, humano. Presiento que nos volveremos a encontrar, para bien o para mal. Pero antes de que partas, te entregaré un obsequio.

Quo arrancó una estalagmita del suelo y ésta se volvió de un azul fosforescente al entrar en contacto con sus manos.

- Con esto podrás abrirte paso en la oscuridad. Ahora me despido.

Y sin más, se dio la vuelta y volvió por donde había venido. Warwick volvió a vestirse con sus ropas y sosteniendo la estalagmita en su mano derecha, se adentró en la más profunda oscuridad…

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Mañana te escribiré situación. Mientras puedes avanzar por el túnel. Prepárate, pronto vendrán los monstruos >=)

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Cuando Kei Bakar despertó, unos pequeños copos de nieve caían sobre su mejilla.

¿Nieve? ¿Cómo era aquello posible? En Nuevo Reich jamás había nevado.

La respuesta era que no se encontraba en Nuevo Reich.

Kei se dio cuenta de ello cuando miró a su alrededor. Debía de de encontrarse al norte, muy al norte. Estaba en mitad de una estepa nevada, y sus ropas no estaban preparadas para soportar tan bajas temperaturas.

Pronto su cuerpo comenzó a tiritar y sus dientes a castañear. Lentamente se puso en pie y caminó sin rumbo fijo. Cuando llevaba un par de minutos caminando llegó al borde de un precipicio.

Se asomó con sumo cuidado y desde allí pudo ver que se encontraba en mitad de una montaña. ¿Cómo demonios había llegado hasta allí? Bajo sus pies, la montaña se extendía varios kilómetros, al igual que si miraba hacia arriba.

El viento soplaba con tal fuerza que Kei se retiró del borde para evitar accidentes.

Se puso de cuclillas y cogió un poco de nieve entre sus manos. La apretó con fuerza y esta se deshizo de inmediato. ¿Qué debía hacer? Estaba claro que todo aquello era real.

Los mercenarios. Ellos me secuestraron, seguro. – dijo Kei para sí mismo. Aunque en el fondo sabía que aquello no era obra de unos simples mercenarios.

Oyó unas pisadas sobre la nieve. Se giró completamente y vio que delante suya se encontraba un viejo embozado en un manto hecho de pieles, estaba sentado sobre una piedra.

- Es una pena, una verdadera pena. – dijo de repente el viejo.

Kei permaneció callado.

- Tenía mucha confianza puesta en Herrman, pero al fin y al cabo todos sois mortales, y algo torpes añadiría. – tras decir esto, el viejo suspiró – espero que tú des mejores resultados.

- ¿Quién es usted?

- ¡Bienvenido a Tzion! – exclamó el viejo como si no hubiera oído lo que Kei había dicho – al norte de Tzion, concretamente. Te he observado desde hace largo tiempo, y parece que estás hecho de una pasta especial. Todo un soldado, ¿eh? ¿Pero hay algo en esa cabeza además de estrategias de combate? Averigüémoslo. Verás, nos encontramos en unas montañas situadas al este de Diciembre. Tendrás que llegar hasta la cima de la montaña. Una vez allí, deberás superar una prueba para poner demostrar tus habilidades. No estoy dispuesto a traer más inútiles.

- ¿Y si me niego? ¿Por qué debería hacer caso a un viejo loco como tú?

- Porque si no, morirás por congelación antes de que anochezca. – respondió el viejo tajantemente. Metió una mano dentro de su manto y sacó un odre, el cual le lanzó a Kei.

- ¿Qué es esto, agua?

- Eso te calmará la sed y saciará tu apetito. Además, mantendrá tu cuerpo caliente.

Kei destapó el odre y se lo acercó a la nariz. Era totalmente inodoro. Dio un pequeño sorbo y sintió como un chorro de calor se extendía por todo su cuerpo, desde su cabeza hasta los dedos de los pies.

El viejo se levantó y se puso a caminar por el sendero de bajada.

- ¿Y qué pasa si decido bajar la montaña? – preguntó Kei.

- Hay que escalar hacia abajo durante varios kilómetros para descender. Si te ves capaz de hacerlo y no caer al vacío, puedes intentarlo.

- ¿Ah, sí? ¿Y cómo piensa bajar usted?

- Así.

Y cuando Kei parpadeó, el viejo ya no estaba allí.

Todo le parecía surrealista. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Por qué estaba en aquel lugar llamado Tzion? ¿Quién era el viejo realmente? Una cosa estaba clara, el único camino posible, era ascender por la montaña. Al menos podía recorrer el camino a pie.

Kei dio otro sorbo del odre y se puso en camino.

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Puedes iniciar el ascenso a la montaña. No te preocupes por el odre, se rellena automáticamente Wink Mañana escribiré lo que pasa en la cima.
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La Leyenda del Oeste - Página 4 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  DarkHades Mar Ago 09, 2011 5:28 am

- ¿No me queda otra alternativa más que ascender verdad? - Me pregunté en voz alta.

No estaba en casa, no estaba en Nuevo Reich, estaba alejado, muy alejado sobre unas montañas congeladas y no tenía otra opción más que ascender y superar unas pruebas impuestas por un viejo loco. Mi ropa era la misma con la que estaba de servicio en el Nuevo Reich. Mi poncho negro con la esvástica blanca en el pecho y mi camiseta ajustada blanca con una esvástica negra pintada con pintura. Mis botas negras, la boina negra de mi padre, mis jeans grises, mis guantes sin dedos y las vendas de que cubrían medio rostro. Todo estaba en su lugar, exceptuando mi dedo del medio de la mano derecha claro.

Águila yacía en su funda, todo en orden, sí señor. Tengo que llegar antes del anochecer a la cima de esta montaña o sino moriré congelado según el viejo, no lo dudo, sólo llevo mi poncho y mi camiseta.
Me acomodo mi boina y me dispongo a beber un sorbo de la sustancia que me ha proporcionado el viejo, un calor recorre todo mi cuerpo. Guardo el odre y miro a mi alrededor, aparte del precipicio detrás mio hay un sendero que me lleva o al menos eso creo, hasta la cima de la montaña. Empiezo a caminar en él a paso ligero, no se de cuánto tiempo dispongo antes de que anochezca, pero no quiero morir congelado. Mi única preocupación es pasar esas pruebas suyas y bajar de ésta montaña. Si logro pasar las pruebas y bajar de aquí me dirigiré hacia Diciembre ¿pero qué digo? ni siquiera he llegado a la cima. Paciencia oficial Kei, paciencia, céntrate en tu objetivo principal, llegar a la cima antes de que salga la luna a cobrar tu alma.

Mientras comienzo a correr para tratar de mantener mi cuerpo en calor y llegar antes a la cima trato de recordar que fué lo último que pasó antes de que estuviera aquí. Nubarrones nubarrones y... ah, eso.

- ¿Alguna vez has probado hacerles beber agua hirviendo? pues si no lo has hecho deberías, es relajante ver como sus ojos tratan de escapar de sus cuencas y de sus bocas salen borbotones de sangre y...

- Ya basta Schertz, no necesito saber más, no en mi casa, no delante de mi madre, aquí no hablamos de trabajo. - Interrumpí al oficial Schertz, amigo de infancia y vecino mio.

- Lo siento Kei, no volverá a ocurrir, lo siento señora. - Dijo dirigiéndose a mi madre que estaba sentada en el otro extremo de la sala arreglando mi uniforme de oficial.

- ¿Quieres algo de comer?

- No Kei, gracias pero ya he comi... - Unos golpes en la puerta interrumpen a Schertz y ambos nos levantamos de las sillas de la sala de estar.

- ¿Quién es? - Pregunto.

- Oficial Kei, le necesitan en la cárcel, órdenes del teniente Rustam. - Dijo la voz detrás de la puerta.

- Olvida el uniforme mamá, me llevaré la boina, después de todo lleva la insignia de oficial. - Le dije a mi madre volviéndola a sentar.

Salí afuera con Schertz mientras me colocaba mi poncho y el soldado retrocedía varios pasos hacia atrás abriéndonos el camino. Levantó el brazo a modo de saludo y Schertz y yo también lo hicimos. Ambos seguimos al soldado, debían de ser las diez de la mañana más o menos, el vecindario estaba bastante tranquilo, lo cuál sólo significa una cosa, han descubierto insurgentes, negros, prostitutas o espías y van a ser ejecutados en público en la plaza. Luego de caminar varias manzanas llegamos a la cárcel, saludamos a nuestros superiores y el teniente Rustam me interceptó, sólo unas palabras bastaron para darme cuenta de lo que sucedía: "mujer", "espía" y "sácale información".
Me dirigí hacia la celda que me había dado el teniente, los dos escoltas que estaban en la celda del lado de adentro abrieron la puerta, sentada en una silla fría de metal se encontraba una mujer joven pelirroja que sólo vestía unas bragas negras. A su lado estaba el encolerizado oficial Gerard apuñalando a otro prisionero en su pecho varias veces.

- Era su compañero. - Murmuró Gerard mientras se peinaba hacia atrás como solía hacer con sus manos ensangrentadas.

- ¿Cuál es el cargo de la chica? - Pregunté, con mi mano izquierda me miraba en un trozo de espejo si tenía bien ubicadas las vendas negras tapándome el centro del rostro.

- Llevaba establecida aquí con su compañero unas semanas, varios testigos la vieron haciendo entrevistas a niños sobre nuestra ideología.

- ¿Qué métodos de tortura aplicaron en ella? según me dijeron no lograron sacarle nada a ella ni a su compañero.

- Lo típico, bañarla en agua helada y junto con los chicos...bueno, nos divertimos un rato con ella. - Dijo con una sonrisa de maldad pura, los escoltas rieron.

- Podrán destruir mi cuerpo pero jamás doblegarán mi voluntad... - Dijo tiritando la muchacha mirándome desafiantemente a los ojos.

- Gerard, déjame a solas con ella y Schertz, llévate a los escoltas.

Gerard me miró de reojo pero finalmente salió con los dos escoltas, ahora sólo quedábamos los tres.

- Yo iré un poco más lejos que ellos, espero que no te importe, los papeles que me dieron decían que tú y tu compañero eran nómades, no me lo creo, los espías no son nómades, dime para que pueblo trabajan. - Dije dándo vueltas alrededor suyo.

- Podrán destruir mi cuerpo pero jam...

- A la mierda con ésto, Schertz ponla contra la pared como hemos hecho siempre. - Ordené interrumpiéndola y tomándola por sorpresa.

Schertz se quitó su abrigo de oficial y quedó en una musculosa blanca, la tomó de los brazos y la arrojó contra la pared, haciéndole caer un par de dientes en el impacto, tomó ambos brazos suyos y los colocó sobre el frío granito abriendo las palmas de sus manos y extendiendo y separando todos sus dedos.

- Ahora dime, ¿de qué pueblo provienen y por qué entrevistaban a los niños? - Dije sacando a Águila de su funda.

No recibí respuesta.

- Muy bien. - Murmuré mientras cortaba el dedo medio de la mano derecha. El mismo que me falta a mi.

Su grito llenó toda la celda y posiblemente también la cárcel.

- Un dedo menos, la próxima serán todos los dedos y de un machetazo limpio, dime de qué pueblo provienen y por qué entrevistaban a los niños.

De su boca no salían nada más que gemidos de dolor y miedo.

- ¡Te lo advertí! - Grité dándome la vuelta y lanzando un machetazo a su mano cortando en el acto irregularmente todos sus dedos dejándole solamente la mitad del dedo índice y su pulgar. Los gritos volvieron a surgir de su boca.

- Guarda a Águila, yo digo que la arrastremos hasta la plaza y la decapitemos junto a los demás espías que encontramos hoy. - Sugirió Schertz que pateaba a la chica en el frío suelo.

- Tómala de los pelos, vamos a la plaza ya mismo. - Dije saliendo de la celda.

Al pasar al lado del teniente Rustam simplemente murmuré "nada". Salimos a la calle y detrás mio me seguía Schertz con su musculosa blanca manchada con sangre y arrastrando a la chica de sus cabellos. La gente a nuestro alrededor paraba de hablar y de hacer lo suyo para mirar la escena. Un par de manzanas y ya estábamos llegando a la plaza, atestada estaba, llena de gente delante del cadalso viendo como se ejecutaba públicamente a todo aquél opositor, traidor, puta, espía o negro que se encontraba. La gente abrió paso y seguido de Schertz subimos las escaleras del cadalso. Saludé a mis superiores y expliqué la situación, dieron su consentimiento y perdonaron mi mala forma de llegar.
En el cadalso éramos tres tenientes, el verdugo encapuchado entero, yo y Schertz y la espía.

Di un paso al frente, levanté mi brazo a modo de saludo y todo el pueblo presente respondió a él. Schertz colocó a la chica arrodillada en cuatro y el verdugo tomó su hacha.

- No, dame el honor de que lo haga yo. - Le dije deteniendo su hacha con Águila. El retrocedió varios pasos.

Me coloqué al lado suyo y mirando al público grité:

- ¡Un espía menos, un Nuevo Reich libre!

Inmediatamente Águila bajó como un ave que ha localizado a su presa y rebano limpiamente su cuello. Su cabeza cayó a la madera del cadalso. Su cuerpo se desplomó. Schertz tomó su cabeza y mostrándosela al público gritamos al unísono:

- ¡Por el Nuevo Reich!

Los gritos de aliento inundaron la plaza.


- Eso es lo último que recuerdo, luego llegué a casa, tomé un baño y me recosté en el sofá, durmiéndome a los pocos segundos. - Murmuré para mi mismo.

Seguía caminando por el sendero que me llevaba hasta la cima de la montaña, tomando un sorbo del líquido milagroso del odre cada cierto tiempo. Me había cansado de correr unos minutos antes.

- Vamos cuerpo, sigamos corriendo un poco más.

Espero llegar pronto a la cima, luego las misteriosas pruebas.
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La Leyenda del Oeste - Página 4 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  Skimmer Vie Ago 12, 2011 4:23 am

Los Vástagos superaban en número a los habitantes de Roca de Hierro, y pensaron que esto era suficiente para derrotarles. Estaban equivocados.

La llegada de unos extraños aventureros les había infundido el coraje y temple necesarios para hacer frente al enemigo, el cual quedó desbordado tras comprobar la fiereza con la que acometía su adversario.

Aún sin dominar el arte de las armas, los pueblerinos habían defendido con uñas y dientes su hogar, utilizando todos los métodos que estuvieron a su alcance.

Además, contaron con la dirección de Oleg, en un futuro recordado como “El Guerrero de la Calavera”. Un hombre rudo y de toscos modales, pero un excelente estratega militar. Valiéndose de su experiencia y su ingenio, había ideado un sistema de defensa que ayudó en gran parte a la victoria de Roca de Hierro. Lamentablemente, cayó durante el combate. Aunque muchos lloraron su muerte, él nunca habría imaginado un fin más honorable. Vino a este mundo luchando y se fue luchando. Un final digno de héroes.

Cuando los Vástagos pudieron comprobar que sus filas iban mermando cada vez más, comprendieron que no había victoria posible y huyeron hacia el sur, hacia las montañas. El enemigo había sido expulsado.

Todos estallaron en vítores pese a las pérdidas sufridas, tanto humanas como materiales. Habían logrado lo impensable. Aquella batalla se recordaría durante muchos años. El día en que un pequeño pueblo perdido en el desierto hizo frente a una de las tribus más poderosas de Tzion y prevaleció.

Lo primero que hicieron fue dar sepultura a sus muertos. Aunque el sepulturero había caído en la batalla, todos colaboraron en ello.
Cuando hubieron terminado, la mayoría se retiró a descansar, pues ya era de noche. Otros en cambio, prefirieron festejar la victoria en la semiderruida taberna.

Roca de Hierro había quedado parcialmente destruida, pero a la mañana siguiente comenzarían las tareas de reconstrucción. Si todos ponían de su parte, en dos días el pueblo podría recobrar su antigua forma.

La gratitud que los pueblerinos profesaban hacia los extranjeros era tal, que les permitieron coger cinco objetos de la tienda, dos armas y un caballo en buen estado gratis. Además de regalarles una vivienda a cada uno y proporcionarle un suministro diario de comida y agua gratuito.

Pese a todo esto, el corazón de los aventureros no se hallaba ya en Roca de Hierro, había volado hacia lugares lejanos y desconocidos. Allí ya habían cumplido, y ahora que el paso de las montañas del sur estaba libre, podrían marcharse sin complicaciones.

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Bueno, al fin acabó la batalla. Os hago un resumen de lo que habéis ganado:

- 1 XP
- 5 artículos a elegir de la tienda general.
- 2 armas a elegir de la herrería.
- 1 Caballo en buen estado.
- Una vivienda en Roca de Hierro.
- Suministro de comida y bebida. Es decir, parte de la pieza de oro que pagábais al día.

Viernes y sábado se dedicarán a reconstruir el pueblo, luego se reanudarán los trabajos.

Podéis iros cuando queráis de Roca de Hierro, Tzion es todo vuestro Wink

A partir de mañana (viernes) hay que volver a respetar el horario.

Recuperaréis 3 puntos de vida diarios si descansáis completamente. (No trabajar ni reconstruir ni viajar). Si realizais alguna de estas tareas ganaréis 2 puntos de vida, y si os ponéis a hacer el bestia solo 1 xD Además, si acudís al médico por 5 piezas de oro os dará 2 puntos de vida. (He cambiado esta norma porque la anterior que puse me parece absurda xD)

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Post de Kealah

Parecía que la pelea había terminado, el tipo de la ballesta acabó muerto bajo mis pies y sin cabeza. Le rebané el pescuezo, no sin esfuerzo pero sin un ápice de tristeza, era lo que tenía que hacer y lo hice.

Esperé unos minutos a que alguien viniera a atacarme pero nadie lo hizo. Parecía que los Vástagos habían sido derrotados por un puñado de hombres, mujeres y niños porque los que iban a defender el pueblo o ya estaban muertos, o habían decidido huir.

Revisé el último cadáver del tipo ese y le robé la ballesta con las flechas que le quedaban, cogí el garrote y la espada. Me darían algo de dinero si las vendía bien. Guardé mis guanteletes y mi daga de diamantes y me encaminé cojeando hacia las demás calles del pueblo. Llevaba un vestido corto, lleno de polvo por la pelea y mi pelo caía completamente despeinado sobre mis hombros.

Los signos de lucha en mi cuerpo eran evidentes. Una herida en el hombro, una pierna que no dejaba de sangrar y un dolor constante en el pecho cada vez que respiraba.

El pueblo no presentaba un mejor aspecto que yo, a medida que me acercaba a la consulta del médico, los daños sobre la propiedad eran más evidentes. Barriles rotos, ventanas destrozadas, puertas sacadas de sus goznes y barandillas destartaladas. Eso no era todo, los muertos estaban por doquier, no solo suyos, sino también de los nuestros.

A lo lejos, y rodeado por un grupo de gente, vi un cadáver, la gente lloraba, sobre todo un niño pequeño. Más tarde me enteraría de que Oleg había fallecido. Era un buen tipo, a pesar de lo que me había hecho, me dio pena de que muriera. Miré a mi ballesta y pensé que esa se la hubiera vendido por un módico precio y le hubiera gustado. Era necesario darle un entierro digno pero primero tenía que curar mis heridas y ver qué le había pasado a Bor.

Llevaba varias horas sin sentir al demonio que se me había metido dentro de mí. No me había dado tiempo a comentarlo con Bor así que solo deseaba saber si él estaba bien. Me había cuidado toda la noche y no sabía siquiera si había sobrevivido.

Me acerqué a la consulta del médico, allí estaba él, sentado en la puerta de entrada y bebiendo una cerveza. Tenía las piernas destrozadas, cortes muy feos en la cara y una herida bastante profunda en el brazo. Dentro de lo que cabía, yo estaba bastante mejor que él.

 Aisha – Sonrió al verme e intentó levantarse pero no pudo – Estás viva. Pensé que morirías, yo casi lo hago. Me dejaron así de guapo pero sobreviví. ¿Estás bien?

 Estoy hecha una mierda, Bor. Creo que me han roto alguna costilla, me duele la rodilla y tengo un agujero en el hombro. - Me alegro de que sobrevivieras- Dije acariciando su mejilla- Estaba preocupada por ti. Te ayudaré a entrar.

Se apoyó en mi hombro bueno y juntos entramos en la consulta del médico, estaba llena de pacientes, Bor tendría muchos clientes esa semana pero primero tenía que recuperarse. Subimos a la planta de arriba y le tumbé en una cama. Le dejé descansar y bajé a que el médico me atendiera. Por fortuna, no tuve que esperar mucho ya que le pagué seis monedas de oro si me atendía rápido y, como los vástagos habían desvalijado el local, aceptó. Me curó la primera pero Bor era cosa mía. No tenía tiempo de subir a atenderle así que me dijo que podría curarle yo misma si seguía las instrucciones que el propio Bor me diera.

Subí cargada con algo de instrumental médico, hilo de suturas, vendas, agujas, inyecciones, alcohol para desinfectar y todo lo necesario para curar a Bor. Me indicó lo que debía hacer en cada momento pero debí hacer algo mal porque, en un momento dado se desmayó. Intenté despertarlo pero no pude así que me tumbé en la cama junto a él y, entre lágrimas, me quedé dormida.

Bor se movió, estaba apoyada sobre su pecho. Noté que acariciaba mi mejilla y me volví hacia él. No hizo falta pronunciar palabra alguna. Era de noche, le besé, mi cuerpo y la felicidad que sentí al ver que estaba vivo.

 ¿Qué haces Aisha? - Preguntó algo desconcertado pero, en la oscuridad, pudo ver mis ojos, ardientes de deseo.
 Shhhh, no digas nada – Dije tapándole la boca con mi dedo.

Me incorporé y comencé a besarle, esta vez, el beso fue correspondido. Mi lengua se perdió dentro de su boca, mordí sus labios con pasión contenida y mis brazos rodearon su cuello y, sin darme cuenta, me coloqué encima de él, tumbada.
Comencé a mover mis caderas mientras estaba encima de él, estaba excitada y notaba que él cada vez lo estaba más. Mordí sus labios una vez más y saboreé su sangre cuando una de las heridas que tenía en el labio se abrió.

Se excitó tanto que se levantó de golpe, con un rápido movimiento me tumbó sobre la cama, me desabrochó el vestido y se deshizo de mi ropa interior. Me lo quitó todo y lo lanzó al fondo de la habitación. Me besó en los labios otra vez y fue recorriendo mi cuerpo con sus besos, mi cuello, mis orejas, mis pechos, deteniéndose en ellos durante unos minutos que parecieron eternos, bajó por mi vientre, por mi ombligo y volvió a subir de nuevo hasta mis pechos que estaban libres de ataduras.

No notaba dolor, simplemente sentía placer. De repente, noté uno de sus dedos dentro de mí y me revolví, inquieta, estaba disfrutando demasiado, con una de sus manos, tocaba uno de mis pechos, con su lengua, saboreaba el otro. Estaba contenta, feliz, cansada y con Bor.
Me incorporé, era mi turno para hacerle disfrutar. Hice que se tumbara en la cama, intenté olvidarme de sus heridas y él también lo hizo ya que, pese a todo, no se quejó en ningún momento.

Introduje su dedo índice en mi boca y lo chupé y lo lamí, sintiendo como él se excitaba cada vez más. Después, fui bajando con mi boca por su cuerpo, hasta que llegué a su miembro. Lo recorrí con mi lengua una y otra vez, notando como crecía poco a poco en mi mano, que movía arriba y abajo una y otra vez.

Sentí como Bor se incorporaba una vez más. Me atrajo hacia él, yo era como una muñeca en sus brazos. Me besó en los labios otra vez y me tumbó sobre la cama, descendió hasta mi sexo, jugueteó en él con su lengua, me hizo llegar a donde hace mucho tiempo que no llegaba pero me obligué a mí misma a no alcanzar el éxtasis.

Le aparté de ahí y le tiré sobre la cama de nuevo. Estreché sus manos entre las mías y me senté sobre él. Me moví al ritmo que sus caderas marcaron y poco a poco, se fue sentando en la cama para ponerse a mi altura. Me besó, le abracé y se introdujo dentro de mí.

No podía dejar de moverme, me tumbé sobre la cama con él aún dentro para sentirle lo más lejos posible, volví a incorporarme de nuevo y le abracé, me pegué tanto a él que mis uñas se clavaron en su dolorida espalda. Revolví su pelo, mordí sus hombros, escondí la cabeza en su pecho y, por fin, grité. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí como Bor alcanzaba el orgasmo todavía dentro de mí. Le besé y nos quedamos así durante unos minutos, tumbados sobre una vieja cama.

Aquella noche dormimos abrazados.

Los primeros rayos del sol iluminaron mi rostro y me desperté, algo azorada y avergonzada. Bor se había movido durante la noche y ya no me abrazaba. Me puse mi ropa en silencio, con cuidado de no despertarlo, le di un beso en los labios y salí de su habitación. No sabía qué pasaría entre nosotros después de aquello pero era el momento de reconstruir Roca de Hierro y yo debía participar en esa reconstrucción.

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Situación para Kei

Parecía que nunca ocurriría, pero finalmente Kei llegó a la cima. En varias ocasiones pensó que el frío podría con él, pero un trago de aquel extraño brebaje bastaba para hacerle cambiar de opinión.

El último tramo tuvo que completarlo valiéndose de sus habilidades de escalada, pues la montaña ascendía verticalmente sin ofrecer ningún camino.

Cuando llegó se quedó tendido sobre la nieve, respirando entrecortadamente. Se incorporó y pudo ver que la cima no terminaba en un pico, si no en un claro circular. Lo único que había eran algunas rocas.

¿Dónde está “la prueba”? Pensó Kei.

De repente, oyó una especie de “crack” y vio como una de las rocas comenzaba a resquebrajarse, sólo que aquello no era una roca.

Aquella criatura había adoptado forma de roca, ya fuese por protección o para pasar desapercibido. Era una especie de reptil hecho de hielo. Debía medir casi diez metros de alto, aunque cuando extendió sus alas parecía triplicar su tamaño.

Al verlo, Kei pensó inmediatamente en las historias que le contaban en su niñez sobre criaturas fantásticas. Jamás pensó que tuvieran una pizca de verdad.

El dragón se estiró unos segundos y luego volvió a recoger sus alas. Dio un par de pasos y se fijó por primera vez en Kei.

- Hace siglos que un humano no viene por aquí. ¿Cómo has conseguido subir la montaña? – preguntó con una voz grave y profunda y ladeando ligeramente la cabeza.

Kei tardó un par de segundos en contestar, todavía estaba impresionado.

- Yo…no subí toda la montaña. Alguien me trajo y me dejó a mitad de camino. – dijo Kei intentando que su voz sonase lo más segura posible.

El dragón entrecerró los ojos, como si estuviese escudriñando el interior de Kei. Luego hizo algo parecido a un suspiro y dijo:

- Comprendo… aunque pensé que después de tantos años habría desaparecido. Bueno, supongo que estás aquí para enfrentarte a mí, ¿cierto?

- ¿Esa es la prueba? – preguntó Kei algo nervioso. ¿Cómo se iba a enfrentar a un dragón de diez metros él solo?

- Así ha sido desde siempre. Muchos humanos han subido hasta aquí dispuestos a enfrentarse a los de mi especie. Si ganaban, se
marchaban de una pieza con su premio. Si no…bueno, creo que eso lo averiguarás dentro de poco – explicó el dragón torciendo su gesto en lo que pareció ser una sonrisa.

- ¿Qué premio es ese? – preguntó Kei. Aunque en realidad no tenía curiosidad, sólo intentaba ganar tiempo hasta que se le ocurriese como podía matar a un dragón.

- Yo. ¿Qué iba a ser si no? Decenas de aventureros han subido hasta la cima de la montaña en busca de un dragón con el que surcar los cielos. Aunque pocos lo han conseguido, claro.

Durante unos instantes, Kei se imaginó a si mismo montado sobre aquel dragón y planeando entre las nubes. Lentamente, comenzó a sacar su machete. El dragón estalló en carcajadas.

- Muchacho, ¿crees que alguna de tus armas podría si quiera arañarme? No, no tendrás que luchar conmigo, al menos no físicamente. Lo que haremos será comparar tu inteligencia con la mía en una batalla de acertijos. Si ganas, te juraré lealtad por siempre. Si pierdes, te despedazaré. Estate atento y presta atención a mis palabras. Ahí va mi primer acertijo:

Poseo miles de extremidades, pero carezco de cuerpo, tengo miles de años pero nadie ha alzcando a comprenderme, pese a que no tengo fuerza puedo controlar dos hemisferios. ¿Quién soy?
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Mensaje  DarkHades Vie Ago 12, 2011 5:15 am

Un dragón, un verdadero dragón ante mis ojos, caí arrodillado ante él contemplándolo asombrado.

- ¿Y bien? - Preguntó mirándome fijamente.

- Déjame pensar unos segundos por favor. - Dije con voz quebradiza, estaba en estado de shock, debía pensar rápido o moriría en sus fauces.

- ¿Te repito tu acertijo?

- Sí, por favor. - Le pedí mientras me paraba delante suyo, que bello era.

- Poseo miles de extremidades, pero carezco de cuerpo, tengo miles de años pero nadie ha alcanzado a comprenderme, pese a que no tengo fuerza puedo controlar dos hemisferios. ¿Quién soy?

Dios, qué difícil. Mi abuelo solía hacerme acertijos así cuando era más joven y cuando estaba en horas de descanso en el trabajo. Muchos acertijos, bastantes, difíciles y simples, muy ingeniosos.
¿Qué cosa posee miles de extremidades pero carece de cuerpo y tiene miles de años pero nadie ha alcanzado a comprenderlo, y que a pesar de que no tiene fuerza puede controlar dos hemisferios?

- Se te está acabando el tiempo...

- Ya se, es el viento, no tiene cuerpo pero tiene miles de extremidades a las cuales sientes cuando te golpean, y tiene miles de años en la tierra, desde su formación casi. Y es él por que a pesar de no tener fuerza ejerce mucha presión en ambos hemisferios. - Dije convencido de mis palabras dando vueltas alrededor suyo, debe ser esta, no puede haber otra.

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Mensaje  Skimmer Vie Ago 12, 2011 12:40 pm

El dragón lanzó un rugido y escupió hielo como si de una llamarada se tratase.

- Te equivocas. La respuesta es el cerebro. Tengo miles de extremidades, es decir, todas las conexiones neuronales. Tengo miles de años y todavía nadie ha alcanzado a comprenderme, pues apenas conocéis nada de él. Controlo dos hemisferios, el derecho y el izquierdo.

Tras decir esto, el dragón se acercó un poco más a Kei y volvió a posarse sobre sus patas sin apartar la vista de él.

- Veamos si tienes más suerte con el segundo acertijo, humano. Estate atento.

Tengo cien amigas, dispuestas sobre una tabla, si no las tocas, no te dirán nada

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Si quieres, puedes arriesgarte usando una tirada de mentales, tú eliges ^^
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Mensaje  DarkHades Vie Ago 12, 2011 12:51 pm

Bien, dragón uno, Kei cero.

- Son las teclas de un piano. - Murmuré al dragón mirándolo fijamente a los ojos.

- ¿Seguro?

- Sí, seguro.
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Mensaje  Skimmer Vie Ago 12, 2011 12:59 pm

El dragón dio un suspiro de exasperación y mantuvo su posición.

- Sí, es correcto. Aunque ese era el más sencillo de mi repertorio. Ahora te diré mi último acertijo. Si lo adivinas, ganas. Si no, te devoraré. Presta atención:

¿Qué será? ¿Que es? Cuanto mayor tamaño alcanza menos se ve.


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Idem, puedes usar una tirada de mentales para intentar adivinarlo Wink
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Mensaje  DarkHades Vie Ago 12, 2011 1:07 pm

- Que será, qué es, que cuanto mayor tamaño alcanza menos se ve...

- ¿Y bien?

- Es la oscuridad. - Dije con media sonrisa.
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Mensaje  Skimmer Vie Ago 12, 2011 2:05 pm

El dragón apuntó hacia el cielo y volvió a exhalar hielo. Luego se acercó rápidamente hasta Kei. Éste cerró los ojos y trató de protegerse con sus brazos, pero el golpe nunca llegó.

Abrió lentamente los ojos y vio al dragón posado junto a él, agachando el cuello para permitirle subir. Kei se acercó lentamente y con mucho cuidado, posó su mano derecha sobre el dragón. Para su sorpresa, no estaba frío aún estando recubierto de hielo. Erá cálido, y se percibía la dureza de su piel.

Algo desconfiado, Kei subió lentamente y se colocó justo detrás del largo cuello del dragón, donde podría tener una mayor sujección.

- Esto...¿y podría poner una silla de montar o algo?

El dragón dejó escapar un gruñido.

- Está bien, está bien.

- ¿A dónde quieres ir, Kei?

- A Diciembre, un asentamiento al oeste de aquí. Pero...un momento, ¿cómo sabes mi nombre?

El dragón no contestó y comenzó a mover sus alas. Antes de que pudiese levantarse sobre el suelo, se lanzó desde la cima de la montaña hacia abajo. Por un momento parecía que no podría remontar el vuelo, pero justo antes de que se estrelllasen extendió sus largas alas y planearon durante un rato entre las nubes.

Kei aún no podía creer lo que estaba sucediendo. Se había convertido en un jinete de dragón. Él, que nunca había volado de ninguna forma.

Los primeros minutos los pasó callado, disfrutando del calor que emitía el dragón y el suave viento que le mecía.

- Descendamos un poco. Si seguimos a esta altura no podremos ver Diciembre. - dijo Kei casi a gritos para que el dragón pudiese oírlo.

El dragón obedeció de inmediato iniciando un suave descenso. Entonces Kei pudo observar el norte de Tzion en todo su esplendor. Todo estaba nevado, y no parecía haber mucha vegetación. Lo que realmente abundaban eran las montañas. Era precioso.

A lo lejos apareció una motita negra, y a medida que se fueron acercando pudieron distinguir una muralla. Diciembre.

- Será mejor que no te deje en la entrada. No conviene que todos te vean aparecer montado sobre un dragón, ¿no crees?

Kei le dio la razón y cuando encontraron un lugar medio escondido y algo alejado, bajó del dragón. Este estuvo a punto de volver a iniciar el vuelo cuando Kei le dijo:

- ¡Eh, espera! ¿Cómo tengo que llamarte para que vengas?

- Debes decir mi nombre. Siempre que me nombres en voz alta, sabré encontrarte. Por cierto, me llamo Niohoggr.

Y tras decir esto, despegó y se perdió entre las nubes. Kei se quedó mirando unos instantes el lugar por el que acababa de desaparecer. Dio media vuelta, y se puso rumbo a Diciembre.

A medida que se iba acercando, pudo apreciar la altura de aquellos muros. Eran realmente enormes. El portón estaba abierto y por allí salían y entraban gente montada a caballo o sobre diligencias. Varios guardias vestidos con cotas de malla vigilaban la zona.

Kei tenía algo de sed, pero cuando fue a buscar el odre, descubrió que éste había desaparecido. ¿Se le habría caído durante el vuelo?

Cruzó el inmenso portón y se encontró en el interior de Diciembre. Era una aldea enorme, y en el centro se encontraba un castillo rodeado por una segunda muralla. En las calles había mucho ajetreo y actividad. Los vendedores ambulantes abordaban a cualquiera que podían, la gente vociferaba sus ofertas desde los puestos de venta.

- ¡Señor, eh, señor! - chilló una vocecita.

Kei miró de lado a lado, pero no vio a nadie. Entonces bajó la vista y vio a un niño pequeño bastante sucio y delgado. Vestía con harapos y como calzado llevaba varias telas atadas a los pies.

- Es usted un extranjero, ¿cierto señor? Apuesto a que nunca ha estado en Diciembre ¿verdad? Bueno, yo le puedo dar algunas indicaciones ¿querría, señor? - dijo el niño con una voz aguda y estridente.

Aquel niño ponía nervioso a Kei, pero no le vendría mal un guía, por lo que aceptó. Juntos comenzaron a pasear por las calles mientras el niño le explicaba cosas sobre la ciudad.

- Verá, señor, Diciembre es muuuy antigua. ¡Estaba aquí antes de que yo naciera, así que imagínese! Las tribus nos atacaban todo el rato, así que el padre de nuestro Señor Nordman mandó construir el muro. ¡Por mucho que nos atacasen, no tenían máquinas para destruirlo, ja! Luego llegó la Justicia de Tzion, y ellos sí que tenían máquinas...amenazaron al padre de nuestro señor Nordman con destruirlo todo. Así que hizo un trato y ahora el Señor Nordman y todo Diciembre obedecen a la Justicia de Tzion. ¡Pero no nos va tan mal! Mientras les hagamos caso, ellos nos protegen de las otras tribus y nosotros les damos algunas cosas.

Kei desconocía todo sobre las tribus, y no tenía ni idea de quienes eran "La Justicia de Tzion". Entonces Cedric (así se llamaba el niño) se lo explicó todo sobre ellas, y como intentaban someter a Tzion bajo su dominio. Cuando terminaron la charla, casi había llegado el mediodía. El niño le invitó a pasar aquel día en su casa, donde podría comer y dormir. Vivía en una casa abandonada con otros niños, y la comida consistía en un trozo de pan que alguno de ellos había robado. Al parecer todos eran huérfanos, Cedric incluso no llegó a conocer a sus padres.

En ese momento Kei se dio cuenta de que su cargo en Nuevo Reich y su nombre, no servían de nada en aquel lugar. Sólo conseguiría prosperar a base de esfuerzo y algo de astucia.

(Una mapa de Diciembre que Kei vio dibujado en un tablón)

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

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Los trabajos son los mismos que en Roca de Hierro, y si quieres empezar a trabajar ha de ser mañana. Hoy podrás alojarte donde los huérfanos Wink
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Mensaje  DarkHades Sáb Ago 13, 2011 1:08 am

- ¿Por qué no vas a ver un poco más el pueblo? - Me preguntó Cedric desde uno de los rincones, estaba jugando con un niño.

- Eso tenía pensado hacer, ver un poco más la zona, buscar un trabajo y verme con Niohoggr... - Me llevé ambas manos a la boca al nombrarlo.

- ¿Niohoggr? - Preguntó Cedric.

- Es un amigo, adiós.

Salí rápido de la casa y cerré la puerta detrás de mi de un portazo. La nieve caía lentamente sobre los gorros polares de las personas y las calles estaba tapadas por una fina capa de nieve. Delante mio pasaron varios monjes, o al menos eso parecían, me pregunto que creencias tendrán por aquí. ¿Habrá alguien que comparta mi ideología o ni siquiera sabrán de la existencia del fascismo?

Mis preguntas existenciales se vieron interrumpidas cuando un negro pasó delante mio. En el Nuevo Reich el pueblo estaba libre de negros, prostitutas y demás lacra. Sin embargo esto no es el Nuevo Reich, y no puedo andar matando a esa gente por que se me da la gana. Saqué esas ideas de mi mente y fuí buscando trabajo por ahí, me coloqué la capucha de mi poncho negro sobre la boina negra de oficial de mi padre y comencé a preguntar a la gente.

- El herrero necesita ayuda, deberías ir a verlo. - Me aconsejó uno de los guardias.

- El problema es que yo no sirvo para hacer esas cosas, yo sirvo para una fuerza... - Expliqué, era verdad, no serví nunca para hacer espadas, escudos, armaduras y demáses cosas.

- Tienes pinta de ser un guerrero, ¿de qué pueblo provienes?

- Provengo del Nuevo Reich, soy el oficial Kei Bakar. - Dije presentándome ante el guardia alzando mi brazo.

- ¿Así es como saludan en vuestro pueblo? Curioso saludo, no conosco al Nuevo Reich, pero si busca trabajo oficial Bakar vaya a la entrada del pueblo, allí se están reclutando algunos guardias.

- Bien entonces, gracias por todo. - Me despedí del guardia y me dirigí corriendo hacia la entrada de Diciembre.

Al doblar en una esquina casi soy atropellado por unos caballos negros decorados. Caí en la nieve y alguien ayudó a levantarme, era una chica de mi edad más o menos. Le agradecí tímido y miré a la calle. Un gran carruaje negro estaba siendo escoltado por guardias armados hasta los dientes en armadura negra montados en caballos negros muy decorados.

- ¿Quién es? - Le pregunté tartamudeando.

- ¿Eres tonto o qué? él es nuestro señor Nordman, acaba de regresar de las negociaciones con La Justicia de Tzion.

Así que lo que me dijo Cedric era verdad, las tribus o al menos La Justicia de Tzion existían.

- Soy un extranjero... - Murmuré a modo de excusa por mi ignorancia.

- Se nota por las vestimentas que llevas ¿qué es ese símbolo que llevas en el poncho? - Preguntó luego de que los caballos y el carruaje desaparecieran de la calle.

- Es el símbolo de mi pueblo y de mi creencia. - Expliqué, pero ella sólo enarcó una ceja y siguió con lo suyo.

Seguí caminando oyendo a señoras hablar entre ellas y a unos carniceros imponiendo a gritos sus opiniones. No les presté la más mínima atención simplemente hablaban sobre La Justicia de Tzion y los negocios que hacían con la gente de Diciembre.

- Simplemente espero que nuestro señor Nordman les haya dado lo que ellos querían... - Finalizó la charla uno de los carniceros.

Las calles estaban completamente habitadas, niños corriendo y jugando, chicas con sus chicos, ancianas hablando entre ellas y mercaderes gritando con todas sus fuerzas lo que vendían. En el Nuevo Reich no había tanta...¿cómo decirlo? vida...
Nuestra ideología no es la mejor pero nos ha mantenido vivos, todos los pueblos vecinos nos temen, por eso nos ofrecieron neutralidad. Bah, no pienses estupideces, no estás en Nuevo Reich, estás en algún lugar de Tzion, controlado por La Justicia de Tzion. Debería de sentirme alegre, es como si tuviera una nueva vida, incluso tengo un dragón, Niohoggr, mi dragón de hielo.

Llegué a la entrada de Diciembre y vi a varios guardias parados a un lado hablando con jóvenes y tomando algunos datos. Era una fila de cinco personas, los guardias les tomaban datos y al parecer les decían si podían ejercer el oficio de guardia o no.

- ¡Siguiente! - Gritó un guardia rechoncho, no era un guardia, era alguien de mayor rango.

- ¿Qué quieres? - Preguntó gruñendo casi.

- Quiero ser guardia de Diciembre.

- ¿Motivos? - Preguntó sacando una hoja y una pluma anotando.

- Sólo quiero ser remunerado por mi trabajo. - Dije con una sonrisa.

- ¿Por qué debería dejarte ser guardia de Diciembre?

- Pues por que soy grande, tengo buena musculatura, soy bueno luchando y también soy inteligente. Además de que puedo verme intimidatorio.

El guardia de alto rango empezó a revisarme de arriba a abajo, e inclusive me ordenó quitarme mi poncho negro y mi camiseta blanca ajustada quedando con el torso completamente desnudo.

- Buff, mañana empezarás a trabajar, es una pena eso de que te falte un dedo, espero que no afecte tu rendimiento estarás a prueba, ahora sólo dime tu nombre.

- Soy el ofici...soy Kei Bakar.

- Bien, ahora lárgate. ¡Siguiente!

Me corrí a un lado y dejé pasar a otros chicos, me puse rápidamente mi camiseta ajustada y mi poncho negro. El sol se estaba ocultando y no faltaba mucho para que anocheciera. Quería ver a Niohoggr antes de irme a descansar, montarme en él y surcar los cielos una segunda vez. Salí por la gran puerta de Diciembre a paso ligero, cuando me aseguré de que había perdido de vista a los guardias eché a correr hacia la nieve donde nos despedimos yo y Niohoggr. Cuando finalmente llegué al lugar miré los cielos oscurecidos y me propuse a decir su nombre en voz alta...

- Niohoggr.

Con la mirada fija en los oscuros cielos de la noche pude ver una pequeña luz celeste clara que se dirigía hacia mi, era Niohoggr. Aterrizó delante mio alzando su gran cuello y haciendo caer escarcha sobre mi cara, me sentía el tipo más afortunado del mundo.

- Borra esa estúpida expresión de tu rostro. - Dijo mirándome con sus ojos azules.

- No entiendes lo felíz que estoy Niohoggr. - Le dije acercándome a él mientras apoyaba la palma de mi mano derecha sobre su cabeza, entre el medio de sus ojos.

- ¿Por qué no damos una vuelta por ahí? - Dijo al cabo de unos segundos apartando su cabeza de mi mano.

- Sí sí, tenemos mucho de que hablar. - Solté con una sonrisa de oreja a oreja.

Con dificultad traté de subirme justo detrás de su enorme cuello, luego de tres intentos fallidos y de que Niohoggr me llamara jinete inútil finalmente pude subirme.

- Sujétate inútil, ahí voy.

Me sujeté de su cuello y Niohoggr empezó a correr velozmente y en un salto abrió sus inmensas alas planeando hasta ganar altura, miré hacia atrás mio y vi como las imponentes murallas de la gran Diciembre se hacían cada vez más pequeños hasta ser simplemente una mancha en un inmenso, casi infinito mar blanco de nieve.

- Hay muchas cosas que no se.

- ¿De qué hablas? - Preguntó Niohoggr con su voz rara, borrosa, como si muchas voces la formaran e hicieran una sola, tal vez todos los dragones hablen así.

- Hablo de que, no se como decirte que vueles, ve a la izquierda Niohoggr, ve a la derecha Niohoggr, más bajo Niohoggr, suena estúpido y estoy seguro que tú piensas lo mismo.

Niohoggr rió, o al menos eso pensé.

- Kei, concéntrate en el vuelo, debes de estar concentrado y de ésta forma sabré exactamente la maniobra que quieres que haga. - Explicó Niohoggr.

- ¿Como si fuera una especie de charla mental? - Pregunté yo sin entender del todo.

- Agh, prueba a concentrarte, despeja tu mente, empieza con una maniobra para principiantes, con una orden sencilla y verás a que me refiero.

Hice lo que Niohoggr me pidió, cerré los ojos, inhalé y exhalé y en mi mente dibujé a Niohoggr volando en un mar negro, de pronto pegando las alas a su cuerpo y en gran velocidad inclinándose hacia abajo. Abrí los ojos y cuando lo hago me voy hacia delante dándome contra la nuca o al menos eso creo que era de Niohoggr. Levanté la cabeza y vi que estaba con sus alas pegadas al cuerpo y cayendo como un misil hacia abajo.

- ¡Sube maldita sea sube! - Grité desesperado.

- Hahahaha te diste contra mi como si fuera un muro hahaha. - Se reía Niohoggr con su voz bizarra que al mismo tiempo volvía a subir hacia arriba rosando unos árboles de pino con la cola.

- Me ha salido sangre... - Murmuro mientras me quito las vendas negras que me tapan la nariz y meto la punta de un dedo dentro, apenas un poco de sangre.

- Trata de seguir prácticando, pero con los ojos abiertos, no vaya a ser que te des de vuelta contra mi haha. Y cambiando de tema, ¿a dónde vamos?

- Al oeste de Diciembre, o a donde sea, sólo quiero volar un poco más antes de irme a dormir, mañana trabajo.

- Como desees.

Todo parecía tan irreal, Niohoggr hacía demasiadas maniobras para demostrarme de lo que era capaz de hacer en pleno vuelo, yo por mi parte me sujetaba firmemente a su cuello con miedo a caerme.

- Puedo hacer infinidad de movimientos y maniobras, además tengo mi aliento y mis garras.

- Algo me dice que no te usaré para matar.

- Eso es cosa tuya, sólo te digo de lo que soy capaz de hacer si quieres o no usar mis...

- Niohoggr, ¿qué es aquello? - Pregunté interrumpiendo a Niohoggr, señalé con mi mano derecha hacia delante.

Delante de nosotros a cientos de kilómetros abajo sobre la nieve había decenas de tiendas y fogatas.

- ¿Son Vástagos? Me contaron de su existencia.

- No lo se, ¿vamos a armar jaleo? - Preguntó Niohoggr ladeando la cabeza y mirándome como si estuviera sonriendo, ¿habla enserio?

- No, no me interesan, regresemos a Diciembre.

- Como desees, pero esta vez tú controlarás mis movimientos, controla cada movimiento de mi ala, de mi cola, cada acrobacia la harás tú.

- No no, no es buena idea Niohoggr no...

- Uno...

- No, para.

- Dos...

- ¡Maldito dragón te digo que no!

- ¡Tres!

Niohoggr cayó como si de un ave abatida por un cazador se tratase.

- Si no haces algo ambos moriremos.

- ¡Cállate, te odio!

Me aferré a su cuello y en mi mente imaginé a Niohoggr reincorporándose, éste automáticamente lo hiso.

- Bien, no caemos en picada, pero planeamos cada vez más bajo, prueba mover mis alas con un ligero movimiento del resto de mi cuerpo, como si yo fuera una serpiente y así nos elevaremos.

Cada vez más complicado, pero si lo hago bien sabré manipularlo yo mismo. En mi mente dibujé a Niohoggr inclinándose hacia arriba y moviendo lentamente sus alas con un ligero movimiento de serpiente.

- Estamos ascendiendo, prueba repetir la operación hasta llegar a Diciembre.

- Eres un...de acuerdo.

Seguí sus instrucciones y traté de hacerlas perfecto al final logré lo básico saber mover las alas junto con un movimiento de serpiente para mantenernos en el aire y ascender y descender, el aterrizaje fué algo mucho peor.

- Te llevaste un maldito pino por delante, eres el peor jinete que vi en mi vida. - Gruñó Niohoggr reincorporándose.

- Tú tuviste la gran idea de dejarme aterrizar a mi mismo, cállate y hazte cargo de lo que dices. - Dije enfadado dando varios pasos hacia él.

- Uff, Diciembre no está lejos de aquí.

- Me voy, hasta mañana Niohoggr.

- Hasta mañana Kei. - Se despidió Niohoggr, vi como corrió y de un salto voló hacia las estrellas, desapareciendo entre éstas.

Por mi parte yo caminé hasta Diciembre, sólo tengo planeado comer algo de lo que Cedric me ofrezca y dormir un poco, debo estar listo para trabajar.
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Mensaje  Toletum Sáb Ago 13, 2011 2:30 am

Mire alrededor, nadie mas venia a por mi. La criatura estaba en el suelo sin vida, mi vista borrosa aunque todavia en si me dejaba ver mi alrededor. La batalla pareccia haber acabado, seguia vivo, dolorido y exhausto pero vivo. Cojeando me acerque hacia los cuerpos sin vida de mis enemigos y recogi sus armas, el herrero me daria piezas de oro por estas armas si aun seguia vivo. Con las pesadas armas en la mano camine tambaleante hasta lo que quedaba de la posada, no pude resistir mas y caí alli mismo, mareado, sin poder dar ni un paso mas. Las manos de alguien me acariciaban la cara, pero no podia responder, incluso senti un bofeton. No pude resistirlo y me desmaye.

Desperté de repente, gire la cabeza hacia todos lados, me tranquilice al ver que estaba en una de las habitaciones de la posada. Cual fue mi sorpresa al ver entrar a la habitacion una chica joven, con un cuenco de agua y un pañuelo. No la conocia, nunca la habia visto por el pueblo pero me era familiar su cara, sus rasgos faciales. Observe mi cuerpo, estaba destrozado, tenia cortes, arañazos por todo el cuerpo. Estaba desnudo.
Me tape con las manos mi atributo, hasta que pude coger un trozo de la manta y me lo coloque por encima, me costo un triunfo ponerlo, me dolian partes de mi cuerpo que ni si quiera sabia que existian.

-Mmmm... mierda, ¿Quie... Quien eres?-pregunte con la garganta seca.

-Espera, no te pongas nervioso, soy Rox. He estado cuidandote desde que desfalleciste en mis manos hace medio dia. -dijo Rox, acercandose a la mesa de la habitacion y dejando las cosas.

-¿12 horas?, doce horas dormido, mierda. Tengo que ayudar a la gente del pueblo. ¿Me podrias pasar mi ropa? - dije, levantandome despacio de la cama.

-Toma tu ropa, veo que estas mejor, te bajo la fiebre por lo que veo. Me alegro de que estes mejor, pero tengo malas noticias que darte.- dijo mirando hacia fuera por la ventana. - La ciudad esta medio destruida, la batalla hizo estragos en la ciudad.

-¿Podemos ir a la taberna a comer algo? Quiero seguir escuchandote, cuentame lo que paso mientras yo estaba en cama. - pedi que me lo contara todo, me puse las botas, los pantalones y sali de la habitacion con ella.

Caminamos los dos despacio hacia la taberna, ella me intentaba sostener en su hombro, pero cada vez que me apoyaba en ella se notaba que no podia con mi peso. Por el camino pude ver la destruccion de la ciudad, habiamos ganado pero a que precio...
Una vez en la taberna, pedi dos raciones de comida y dos cerveza, y pedi a Rox que me contara todo lo que habia sucedido. Al estar cerca de ella, mientras que ella me hablaba, me fije en sus ojos, unos ojos verdes. Una mirada tan profunda, que parecia que podia verme el alma...


Última edición por Toletum el Sáb Ago 13, 2011 5:12 pm, editado 1 vez
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Mensaje  PeKaDoR Sáb Ago 13, 2011 2:49 am

La piedra era muy bella, e iluminaba gran parte de la cueva por la que me iba moviendo.
Me la puse a modo de colgante, así que podía tener las manos ocupadas en otras cosas como el arco, nunca me podía fiar.
Cuando avancé un poco la gruta me llevó a una gran sala donde emanaba un manantial subterráneo precioso.
También me fijé en las enormes estalactitas que había en ese lugar, aunque no me inspiraba ninguna confianza aquel lugar, yo seguí hacia delante por el sendero de roca que esta vez iba a la par con el pequeño riachuelo.
El camino siempre iba cuesta arriba, por lo que suponía que las palabras de aquel ser eran ciertas, pero a que me tendría que enfrentar mas adelante? No lo sabía, y el hecho de no conocer la respuesta pausaba mi paso.

Espero que estas cuevas no estén habitadas por ningún ser hostil.
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Mensaje  Skimmer Sáb Ago 13, 2011 2:34 pm

Post de giorock

Me levanté con un fuerte dolor de cabeza, y recordando una pesadilla horrible que había tenido donde salía aquel demonio que días antes se introdujo dentro de Aisha. Al recordar eso, rápidamente busqué a Aisha por la habitación. Con una fugaz mirada por la estancia pude comprobar que no se encontraba allí.

Me toqué el hombro y la herida que horas antes albergaba una flecha de aquel Vástago. Noté los puntos de sutura que Aisha me puso, buen trabajo, pensé.

Pasé mi lengua por mis labios secos, tenía una herida en el labio... entonces recordé. Recordé que anoche Aisha y yo hicimos el amor. No me podía quitar su mirada de la mente mientras que lo hacíamos. La verdad que era la primera vez que disfrutaba tanto con alguien y también era la primera vez que empezaba a sentir algo, no sé el qué, pero algo sentía. Nunca había acabado tan confundido como lo estaba en esos momentos. Que pensaría ella ahora?.

Lo único que sabía después de aquella batalla, es que aquel no era mi lugar. Tenía que saber el paradero de Jebediah y esperaba que Aisha me acompañara, y su demonio... Cada vez que lo recordaba un escalofrio recorría mi espalda.

Me arreglé un poco y bajé a la consulta. Ahí estaba Flint atareado con los heridos.

- Viejo amigo veo que estas mejor.- me dijo sin levantar la vista de un paciente con una herida horrible en el costado.

- La verdad que las curas de Aisha me han ido bien, por cierto donde está?

- A salido, está ayudando a volver a levantar el pueblo. Y tú deberías hacer lo mismo y luego ya hablaremos.

Salí de la consulta y pude ver una ciudad desolada pero a unos vecinos entregados en volver a dejar todo como antes de la llegada de aquellos salvajes.

Me puse a ayudar a unos hombres que estaban arreglando la taberna. Lo único que habían dejado en pié era el viejo piano que daba la bienvenida al salón. Puse puertas y arreglé el suelo.

Luego pensé en los caídos, habría que darles un entierro digno, si no lo habían echo ya.

Al terninar me di una vuelta para buscar a Aisha y comprobar todo los desperdicios que había dejado a su paso la batalla. Tenía que verla está noche y trazar un nuevo plan para proseguir nuestro camino.

Ya estaba anocheciendo así que decidí pasarme por la consulta por si Aisha había vuelto...
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