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Segunda prueba
¿Furulas?

La Leyenda del Oeste

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DarkHades
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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  DarkHades Sáb Ago 13, 2011 8:17 pm

Al llegar a la casa abandonada donde me habían acogido Cedric y sus amigos vi como dormían uno al lado del otro contra la pared y tapados con una manta que estaba hecha pedazos. Yo por mi parte me senté en una silla y coloqué los pies sobre la única mesa que había en la casa abandonada. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, desperté en una montaña y un viejo me puso a prueba. Luché mentalmente con un dragón y me lo gané. Podría ser uno de los días más felices de mi vida, ¿pero qué hay de mi familia? no puedo dejar de pensar en mi madre, mi hermana y mi abuelo. ¿Pensarán los altos mandos del Nuevo Reich que deserté? ¿Me considerarán un traidor? No, soy amigo de los altos mandos desde que soy oficial, me corté un dedo para demostrarles fidelidad, he hecho decenas de ejecuciones en público, he interrogado a tanta gente, no me podrían considerar nunca un traidor o desertor. Ellos saben que a mi me perseguían mercenarios, ellos lo saben...o eso espero...

Al despertar estaba de cara contra el suelo, al lado mio estaba la silla, me habré caído mientras dormía. Me levanté y busqué con la mirada a Cedric y a los niños, pero ni uno de ellos estaba ahí.

- Habrán salido a robar algo de comer... - Me dije a mi mismo mientras volvía a colocar la silla contra la mesa.

Vi como alguien había dejado un pañuelo negro con media cara de calavera dibujado en él. Me lo coloqué tapándome la nariz y la boca y busqué algo con que verme. Al final encontré un trozo de espejo en un rincón, el pañuelo no me quedaba nada mal, me ocultaba medio rostro, me quedaría bien con la capucha de mi poncho.
Dejé el trozo de espejo sobre la mesa y salí a la calle, hoy es mi día de prueba, debo demostrarle a ese gordo que soy bueno para el trabajo. Qué ironía, de oficial del Nuevo Reich con todos los honores a un guardia de prueba, la vida está llena de sorpresas supongo...

Empiezo a correr con la capucha puesta ya que ha empezado a lloviznar, deben de ser las seis o siete, al menos eso espero, no quiero llegar tarde a mi primer día de trabajo. La gente parece ignorar la llovizna, simplemente se refugian en las casas o bajo las tiendas de los mercaderes y siguen hablando. Doblo en una esquina y puedo divisar la gran puerta de Diciembre, a la derecha de la entrada veo al gordo mismo de ayer alzando su brazo para que vaya rápido hacia su posición.

- Ya era hora de que llegaras, te explicaré como funciona la prueba, debes usar este colgando de madera, con él la gente sabrá que eres un guardia de prueba pero aún así tienes los mismos derechos que un guardia, arrestar, parar peleas, ayudar a la gente que te pide una mano, y un largo etcétera. Pero tú primero irás afuera de Diciembre a comprobar la zona, si no regresas en veinte minutos podría suponer que algunos bandidos te atacaron y mataron y obviamente habrás fallado la prueba.

- ¿Eso es todo? - Pregunté colocándome el colgante.

- Sí, cuando regreses harás guardia en el jardín ivernal y luego en la taberna que siempre hay algunos borrachos haciendo líos, ahora vete Kei.

Me despedí del oficial y salí de Diciembre a "ver los alrededores en busca de bandidos", sí claro, llamaré a Niohoggr en cuanto me aleje lo suficiente de Diciembre. Sentía el poder del colgante al ver que la gente se apartaba al verme cruzar y no como antes que debía decir permiso con la cabeza gacha e incluso algunos me daban los buenos días señor. El poder del colgante me imagino.
Una vez tomada una buena distancia de Diciembre me senté sobre la nieve y me propuse a llamar a Niohoggr.

- Niohoggr.

Miré entre los nubarrones negros y vi como una pequeña luz blanca se dirigía hacia mi hasta que fué tomando forma y lo que por primera vez fué una luz se convirtió en un dragón blanco de diez metros que aterrizó delante mio sentándose.

- Está lloviendo. - Soltó Niohoggr.

- Dime algo que no sepa, debo ver los alrededores de Diciembre por si hay bandidos o cosas así, y te llamé para que me hagas compañía.

- ¿Quieres que volemos bajo? - Preguntó éste parándose en sus cuatro patas.

- No, simplemente que me dejes montarte mientras patrullamos la zona unos minutos.

- Ufff, como quieras, súbete.

Niohoggr agachó la cabeza delante mio y entendí a lo que se refería. Corrí por encima de él hasta que finalizó su cuello, luego me senté.

- Esta vez no me costó nada subirme. - Dije burlonamente.

- Al menos no me has pisado la frente. - Dijo este y se dió media vuelta hacia el mar blanco, dando la espalda a las murallas de Diciembre.

- ¿Cómo estuvo tu noche? - Pregunté sacando tema, Niohoggr había comenzado a correr.

- Estuvo buena, hasta que me llamaste hace unos minutos. - Respondió este.

- Si tuviera que elegir patrullar sólo o patrullar con mi dragón preferido elegiría la segunda opción.

- Como tú digas Kei.

- Vamos, ponte en mi lugar.

- ¿Y ese pañuelo de calavera de dónde lo sacaste? No te vi antes con eso puesto. - Preguntó Niohoggr ladeando la cabeza y viéndome con uno de sus extraños ojos azules.

- Uno de los huérfanos de donde vivo me lo habrá dejado mientras dormía - Respondí - ¿Me asienta bien?

- Admito que te hace ver algo más intimidante... - Murmuró este.

Monté a Niohoggr un rato más hasta que sacando cálculos mentales habían pasado unos veinte minutos y le ordené que me dejara cerca de Diciembre.

- Bien, probablemente no te vea en el resto del día, debo hacer guardia en la taberna, así que espero que tengas una buena noche.

- Buenas noches. - Me deseó este dando media vuelta hacia atrás y desapareciendo en el infinito mar blanco.

Llegué corriendo a la entrada y vi al oficial, me paré justo delante de él y le dije:

- No hay rastros de bandidos ni nada similar en los alrededores mein officer.

- ¿Mein officer? Como sea, buen trabajo, ahora ve al jardín ivernal, de seguro conocerás a otros guardias ahí dentro, largo. Ah y otra cosa, tienes el trabajo pero mañana recibirás tu paga, tu turno comienza a las siete de la mañana, al medio día tienes un descanso de una hora, luego regresas a las una de la tarde y tu turno finaliza a las seis de la tarde a menos que surja algo, ya puedes irte pero antes llévate este brazal, le he quitado un dedo para ti.

- Gracias mein officer, es un gran detalle, he visto que todos los guardias llevaban uno. - Agradecí y me coloqué el brazal, cubría parte de los bíceps, la muñeca y algo más abajo, y la mano. Dudo mucho que me sirva de protección, sólo es un distintivo.

Corrí hasta el jardín ivernal, que sorpresa me llevé al ver rosas de distintos colores y plantas hermosas y de todos los tamaños semi tapadas por la nieve. En el Nuevo Reich no existía nada semejante, podríamos reemplazar el cadalso de la plaza por algo así...no, los altos mandos jamás lo aceptarían.

Un guardia se me acercó y me explicó que preferiría hacer guardia conmigo ya que según él hacer guardia en ese lugar era lo más aburrido que podría haber.

- Y luego me toca hacer guardia en la taberna. - Me contó.

- Podemos ir juntos, a mi también me asignaron esa tarea. - Le dije.

Nos pusimos a charlar, el tiempo pasaba lento...


Última edición por DarkHades el Dom Ago 14, 2011 9:03 am, editado 2 veces
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Mensaje  Toletum Dom Ago 14, 2011 6:26 am

Estabamos en la taberna, Rox me seguia contando lo que sucedio mientras estaba descansando. El nuevo pacificador dijo que para los luchadores que habian quedado vivos en el enfrentamiento con los vastagos podrian elegir dos armas, un caballo y algo mas. Escuchaba atentamente lo que ella decia, pero en mis adentros seguia pensando en quien se parecia, lo tenia en la punta de la lengua, pero aun se me resistia al adivinarlo.

La puerta de la taberna se abrio, entro el tendero y se quedo mirando la mesa en al que estaba fijamente. Se acerco despacio hacia nosotros hasta que lo teniamos a unos dos metros, no apartaba la vista de nosotros y siguio acercandose hasta parar al lado mio. Alzo la mano y golpeo mi espalda un par de veces, mientras me sonreia.

-Tienes una pinta desoladora Coyote, pero me alegro de que estes bien. Espero que no te haya dado problemas Rox. - dijo el tendero, acercandose lentamente hacia Rox.

-Hola padre, ¿Cómo te encuentras?. - pregunto la joven, levantandose y abrazandolo.

Claro, en ese mismo momento fue cuando cai en la cuenta, eran familia, por eso me sonaba los rasgos de Rox. Era la hija del tendero, de mi antiguo jefe, o de nuevo mi jefe si seguia teniendo el trabajo en la tienda.

-Coyote, no se si sabes que Krumm, os dio la posibilidad de coger 5 articulos de la tienda por haber defendido roca de hierro con tanto valor. - dijo el tendero.

-Me alegro de la recompensa, pero aun me alegro mas de que estemos con vida. Aunque ya me conto algo su hija, pero como sabras no he estado disponible. - dije mientras sonreia.

-Mañana si quieres puedes pasar por la tienda para recoger tu nuevo caballo y tus cinco objetos de la tienda. Eso si, seguiras teniendo que trabajar, asi que descansa hoy. - contesto el tendero, despidiendose.

Seguimos conversando Rox y yo mientras comiamos algo, no tardamos mucho en terminar de comer. Deje las piezas de oro correspondientes, me despedi de Rox y sali derecho a ver a Krumm, queria enterarme de todo lo que paso. A lo lejos pude ver al pequeño blue, sostenia algo entre sus manos, no podia ver lo que era. Me fui acercando a él, hasta que llegue a su lado y le vi, estaba cabizbajo, mirando a sus manos. Ahi estaban era un machete y un pasamontañas, de repente me vino a la mente Oleg y un escalofrio recorrio mis espalda por completo.

-Pequeño, ¿como esta tu dueño?- pregunte al joven.

-Esta... esta... esta muerto, señor.- contesto Blue, y le empezaron a caer lagrimas por su rostro.

-Espera, espera, ¿Muerto?, no puede ser. Oleg era fuerte, no me lo puedo creer, al menos cayo luchando...-dije intentado consolar al pequeño.

-Si, al menos lucho con valentia. - dijo.

-¿Me muestras donde esta enterrado? - pregunte, no me volvio a contestar.

Andamos hacia el cementerio improvisado que habian montado en el pueblo, una lapida robusta, grande, estaba frente a nosotros. Dentro del hoyo habia un ataud de grandes proporciones, dentro estaba el cuerpo sin vida de Oleg. Recorde los entierros en mi pueblo, a los guerreros se les enterraba con sus armas y objetos preciados, para que en la otra vida puedieran mostrarlos como tesoros. Mire al pequeño Blue, se lo explique todo y él accedio a meterle a su machete "Carmesí" y el pasamontañas dentro de su ataud. Oblige a Blue a que se alejara unos metros, no seria bueno dejarle ver a Oleg en aquella ocasiones, seria mejor que lo recordara como lo conocio.

Abrí el ataud coloque como pude su machete entre sus manos y el pasamontañas en su pecho, cerca del corazon. Seria la zona mas justa para ponerlo, acto seguido baje la cabeza y cerre el ataud. Camine junto a Blue hasta la entrada del herrero, pase dentro y pregunte al herrero que armas tenia disponible en la tienda. Sacó una preciosa espada larga, la empuñadura estaba cubierta por tiras de cuero, la cogi y comprobe lo comoda que era. Me empezo a comentar datos sobre ella y que me llevaba una "ganga", nunca habia escuchado esa palabra. Despues de sacarme la funda de la espalda y una correa para que la colgara en la espalda, sacó un hacha que se llamaba "Tomahawk", segun dijo era un hacha que se lanzaba o se podia utilizar como arma de cuerpo a cuerpo. Elegi tambien ese arma y sali de la herreria despidiendome del herrero con la mano. Al salir vi que Blue seguia en la puerta, supongo que esperandome, le mire a los ojos, aun seguia sollozando y limpiandose la lagrimas de la cara, cuando le miraba. Sin duda era un chico valiente, pero al fin y al cabo era solo un niño.

Le pedi que me seguiera hasta la habitacion de la posada, cuando entramos mire los nudillos de pinchos en la mesa, estaban todavia con sucios, con sangre de los Vastagos de la batalla, me seria dificil quitar esa sangre seca de alli. Los cogi, los mire fijamente y me acerque a Blue.

-Toma estos guantes muchacho, ¿Eres zurdo o diestro?- pregunte mirandole.

-¿No se que quiere decir con eso señor?- pregunto Blue.

-Veamos pequeño, ¿coges las cosas con la mano derecha o con la mano izquierda?, ah y por cierto, llamame Coyote.- dije.

-Ahh, con la derecha, Coyote. - contestó al fin.

-Pues mira, estos guantes son tuyos muchacho. Estos guantes se llaman Furia de Oleg, cuando seas mayor podras utilizarlos. PAra que recuerdes a Oleg, cuidalos muy bien. De momento quedate aqui a pasar la noche, ya vere que hago contigo mañana. - dije.

La noche se nos echo encima, mañana seria un dia duro. Me quite la espada de la espalda y la deje en un rincon. Hice lo mismo con el tomahawk, me tumbe en la cama y lance la almohada a Blue para que estuviera mas comodo. Mañana pensaria que hacer con él, de momento que duerma que ha pasado un dia muy duro. En cuanto me sente en la cama y me quite las botas me tumbe, cerre los ojos y me quede dormido al instante.
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Mensaje  DarkHades Lun Ago 15, 2011 3:19 am

- Nuestro turno ya ha terminado - Dijo el guardia que me hacía compañía - vayamos a la taberna un rato y después cada cual para su casa.

- Bien, te sigo, aún no me familiarizo mucho con el pueblo. - Murmuré mientras iba a su lado.

Salimos del hermoso jardín ivernal camino hacia la taberna.

- En la taberna siempre hay un borracho o dos que se pelean, ya sea por un simple empujón o por que uno miró mal al otro, me pregunto dónde quedó el mundo civilizado. - Explicó mi acompañante, su nombre era Lefolt.

- Deberían de exterminar a esa lacra, ¿tú qué crees? - Opiné, pero me arrepentí al instante.

- ¿Y eso? No se si exterminar borrachos sea la solución Kei, todo el mundo se emborracha tarde o temprano.

- Creo...que tienes razón. - Murmuré agachando la cabeza.

Lo cierto era que se debía sacar permiso a la junta de generales que gobernaban al Nuevo Reich para poder emborracharse, y debía ser un buen motivo, como una boda por ejemplo.

- Bien, esta es la taberna, se llama la "Espuma Rubia". - Dijo señalando el enorme cartel en dónde se veía una nieve dorada con Diciembre en la punta de una montaña.

Entramos a la taberna y el aroma de cigarros mezclado con alcohol invadió mis fosas nasales. El establecimiento estaba iluminado con candelabros de hierro y alguna vela en el centro de unas pocas mesas. Los clientes nos observaron unos segundos y siguieron bebiendo y charlando.

- Allí en la barra, hay dos asientos libres, te invito a una jarra. - Me dijo.

- ¿No deberíamos estar trabajando? - Pregunté.

- Sólo debemos impedir y parar peleas, no hace falta estar parado en un rincón esperando a que se arme lío. - Me explicó.

- De acuerdo Lefolt, si insistes.

Nos sentamos en los asientos libres y Lefolt ordenó dos jarras de cerveza negra, se dió media vuelta hacia mi y me murmuró "Espero que te guste la cerveza fuerte". Le sonreí y aparté la mirada, me puse a ver un poco más a la fauna local.
La mayoría de los clientes eran unos vagabundos, el resto grupos de tres o cuatros amigos, y alguna escasa mujer sentada sola, ¿prostitutas? no lo se. Pero una rubia en un rincón con armadura negra y el símbolo del cráneo de lo que me parecía a mi era de un dragón, se llevaron toda mi atención.

- ¿Te gusta aquella rubia? Ve y dile algo, es forastera al igual que tú y al parecer se irá dentro de poco o algo así.

- ¿Y cómo sabes todo eso?

- Pues la interrogué junto con otros guardias, a toda persona que nos parezca rara la debemos interrogar. - Respondió Lefolt.

- Da igual, gracias por invitarme a una cerveza. - Le dije mientras tomaba la jarra recién servida de cerveza negra y bebía un trago, su sabor era fuerte y era similar al café.

- De nada, por ser tu primer día de trabajo, salud.

Y así las horas fueron pasando entre charla y jarras, Lefolt me había invitado a cuatro jarras más de esa fuerte cerveza y ya me estaba mareando, no era cualquier cerveza que haya probado antes, esta sin duda alguna tenía mucho alcohol.

- Te decía que a mi me encanta venir aquí y tomarme varias jarras con amigos. - Decía un risueño Lefolt.

- Ya veo ya veo...así que me consideras tu amigo, que honor. - Dije yo yendo a por mi sexta jarra.

- Cualquiera que haga guardia conmigo y muestre interés en lo que digo es mi amigo.

Ignoré lo que dijo, ambos estábamos borrachos, volví a mirar hacia la mesa de la chica rubia y vi como dejaba su mesa y cruzaba al lado nuestro, pude ver mejor el dibujo del cráneo de dragón sobre su armadura negra en el pecho. Finalmente salió por la puerta.

- Es hora de irme Lefolt, debo descansar. - Dije dándole una palmada en el hombro con mi mano sin dedo.

- Muy bien, hasta mañana y que descanses.

Me despedí de algunos borrachos más que estaban con nosotros y fuí tambaleándome hasta llegar a la casa abandonada conde Cedric me había acogido. Éste estaba despierto, el resto de los niños durmiendo.

- ¿Estás borracho? - Preguntó levantándose de la mesa.

- Vete a dormir, esta es la última noche que me quedo aquí y los dejaré en paz. - Dije con un hilo débil de voz y me acosté al lado de los demás niños.

Me dormí a los pocos segundos, sólo noté como Cedric colocaba una especie de almohada bajo mi cabeza, me dolía mucho tener que dejarlos así, pero no podría vivir de ellos todo el tiempo, mañana me darían mi paga y podría irme a alquilar un cuarto en alguna posada.
Cuando me desperté un ligero dolor de cabeza me invadió, miré a los costados pero no había nadie, estaba solo en la casa. Me levanté tambaleante y salí hacia fuera, no llovía, pero las nubes decían que pronto yo diría lo contrario.
Corrí hasta la gran puerta de Diciembre y ahí parado reclutando estaba el oficial, hoy era día de paga.

- ¿Vienes a buscar tu remuneración? Bien, quince piezas de oro. - Dijo mientras me daba una bolsita de tela gruesa llena de esas piedras.

- Gracias, ¿cuál es mi tarea de hoy? - Pregunté al mismo tiempo que guardaba la bolsita con mis piezas de oro.

- Esta vez será patrullar las zonas alrededor de Diciembre, nada más por el resto del día.

Di media vuelta despidiéndome y crucé la gran puerta de Diciembre, crucé al lado de varias personas que entraban en caballos hasta que decidí darme la vuelta y caminar hacia el mar blanco. Cuando me alejé lo suficiente decidí llamar a Niohoggr.

- Niohoggr.

Me senté sobre la nieve a esperarlo, de entre las nubes salió a toda velocidad como si de un relámpago se tratase, hasta que cansado de dar vueltas alrededor mio decidió aterrizar.

- Hola. - Gruñó y agachándose para que lo montase.

- Hey, volemos bajo esta vez, debo patrullar los alrededores de Diciembre. - Dije mientras me subía sobre él, en la punta de su cuello.

- Muy bien, despega tú ahora. - Dijo mirando girando la cabeza hacia un costado mirándome con uno de sus ojos azules.

Suspiré, pero sé que lo hacía por mi bien, debía aprender a montarlo por mi mismo. Mirando hacia delante con los ojos medio cerrados imaginé a Niohoggr corriendo con cada músculo de su cuerpo y pegando un salto, noté como empezaba a correr y estaba por comenzar su salto, así que imaginé como abría sus alas y comenzaba a planear.

- Genial, te ha salido bien, déjame hacer a mi el resto.

Las horas pasaron, simplemente me limité a observar si había algo sospechoso bajo nosotros, pero no había nada más que nieve y algún que otro pino. Debía de ser medio día cuando se largó a llover con gran intensidad y aterrizamos al lado de un gran pino, yo me refugié debajo de éste, pero Niohoggr prefirió quedarse bajo la lluvia argumentando que le era muy refrescante.
Así nos quedamos hablando bajo la lluvia sobre mi pueblo y sobre los humanos que habían subido la montaña con el propósito de ganarse su montura.

- Nadie lo había logrado hasta que llegaste tú, y sinceramente tampoco creí que lo lograrías. - Dijo este mirando al cielo y abriendo sus fauces, como si tomara el agua de lluvia.

Me le quedé mirando pensativo unos segundos.

- Vámonos.

- ¿Tan rápido? - Preguntó este cerrando sus fauces estirando su ala izquierda hacia mis pies como si se tratara de una rampa.

- Se, estoy cansado y de seguro tú también lo estarás, será mejor que me lleves a Diciembre. - Le dije mientras corría por encima de su ala y me sentaba en la punta de su cuello.

- Como desees.

El camino de regreso lo mantuve yo mismo, me sorprendí a mi mismo haciendo el aterrizaje.

- Has mejorado. - Murmuró Niohoggr.

- Adiós. - Dije yo corriendo hacia Diciembre, me di media vuelta y lo despedí con una mano.

Vi como Niohoggr desaparecía entre las nubes grises. Cuando entré a Diciembre me limité a reportarle al oficial que no había ni un bandido. Este me dijo que descansara hasta mañana, me señaló en un mapa suyo una posada. Nos despedimos y caminé hasta allí tapándome la cabeza con la capucha de mi poncho, no quería mojar mi boina. Pasé a través de la entrada de la posada y hablé con la chica a cargo. Un cuarto para la noche sería una pieza de oro y con comida serían dos piezas de oro. Abrí mi bolsita y le di la entrega de las dos piezas de oro, ella me acompañó hasta mi cuarto subiendo unas escaleras, cuarto veinte.

- La cena es a las nueve. - Dijo ella cerrando la puerta de mi cuarto y dejándome sólo.

Lancé mi poncho al suelo, me quité las botas y mis jeans y me desplomé en la cama de una plaza.

- Hacía cuánto que no tocaba una cama...
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Mensaje  Skimmer Sáb Mar 17, 2012 7:58 pm

Un nuevo día amanecía en Roca de Hierro. El sol comenzaba a despuntar a través de los edificios, bañando todo con su luz. Una mujer abrió un ventanal y vació el contenido de un orinal, el cual cayó encima de un borracho que dormitaba sobre un lecho de paja. Su única reacción fue soltar un gruñido y darse la vuelta para seguir durmiendo.

Un muchacho, de apenas dieciséis años y con el rostro sembrado de espinillas, estaba arrodillado frente al prostíbulo. Llamaba a gritos a una tal “Oasis”, y cuando ésta finalmente se asomó al balcón, el joven comenzó a entonar una serenata. Empezaba adulando sus ojos y acababa hablando del tesoro que escondía entre los muslos. La respuesta de la chica fue soltar una escandalosa carcajada y volver al interior del prostíbulo.

Dos semanas habían pasado ya. Dos semanas desde que los Vástagos atacasen Roca de Hierro. Contra todo pronóstico, el pueblo había vencido. En parte gracias a la ayuda de unos misteriosos extranjeros que sin apenas conocerlos, habían arriesgado sus vidas por defenderlos.

Uno de ellos era Bor, un intrépido muchacho que trata de averiguar la verdad sobre su pasado, para así poder afrontar su futuro.

También estaba Aisha, una exótica mujer cuya vida ha pasado por las manos de demasiados hombres. Ahora es libre para decidir quién quiere ser.

Coyote es la mejor definición de cowboy post-apocalíptico. Pese a la impresión que pueda causar en los demás, no es solo un tipo duro. Acogió al joven Blue bajo su tutela aun cuando no tenía que hacerlo, demostrando así que hay mucho más en su interior de lo que se ve a simple vista.

Y por último estaba Krumm, el nuevo Pacificador de Roca de Hierro. En un principio dudaba de ser el hombre idóneo para el puesto, pero estas dos semanas le han servido para darse cuenta de que tiene las cualidades necesarias para el cargo. Pronto se ganó el respeto y la admiración de todo el pueblo gracias a su eficaz administración.

Aunque ahora sólo quedan ellos, originalmente eran seis. También estaban Warwick y Oleg. Warwick se había marchado justo antes de la batalla con la banda de Groak, y Oleg había caído en la contienda contra los Vástagos. En el pueblo es recordado como El Guerrero de la Calavera, y sus hazañas en la batalla son un tema habitual en la taberna. Incluso el muchacho de las espinillas llegó a componer un par de sonetos sobre su enorme fuerza y su trato con cierta chica del prostíbulo…

Finalmente las labores de reconstrucción habían acabado, y los habitantes de Roca de Hierro volvieron a su rutinaria y monótona vida, alejados de los problemas y tribulaciones del resto del mundo.

El paso de las montañas había quedado despejado, así que si decidían marcharse y viajar a través de Tzion, podían elegir hacerlo por el sur o por el norte. Krumm había recibido informes que indicaban que el grueso del ejército de los Vástagos había acampado tras las montañas del sur, así que corrían el riesgo de encontrárselos si tomaban esa ruta. Si decidían ir hacia el norte, se encontrarían con Las Cuatro Esquinas, un pueblo tomado por los Vástagos. Sus habitantes habían sido esclavizados, y solo Dios sabría a qué clase de tortura les estaban sometiendo aquellos animales. También existía la posibilidad de rodear el pueblo y así evitar conflictos.

Lo que todos tenían más que decidido, era que no se podían quedar mucho más tiempo en Roca de Hierro. Sus corazones tenían sed de aventuras y respuestas. Respuestas para todos los enigmas que rondaban sus cabezas. ¿Cómo habían llegado a Tzion? ¿Quién era Jedediah Shatner y por qué tenían todos un fragmento de su diario? Esas y muchas más preguntas les acosaban a todas horas…

(Os dejo de nuevo el fragmento del diario, os conviene volver a leerlo)

Spoiler:

Bor se encontraba a la salida de la consulta del médico. Estaba recostado sobre los gastados escalones de madera, observando con detenimiento su collar con el dibujo del árbol. Mientras, las palabras del demonio del árbol Hom repiqueteaban en su cabeza, como una incesante lluvia:

¿Incorruptible? ¿Quién te protege? ¿De dónde vienes? Tu mente puede que esté defendida, pero tu cuerpo no. No eres más que un húmedo saco de sangre. Débil. Moribundo. Acabarás muriendo como los demás.


¿Su mente estaba protegida? ¿Por qué? A Bor empezó a dolerle la cabeza y con un vago movimiento, apartó esos pensamientos de su mente. Por muchas vueltas que le diese no iba a encontrar ningún sentido a las palabras del demonio.

Escuchó que alguien decía su nombre y al girar la cabeza vio cómo Aisha se acercaba hasta él. A cada paso que daba levantaba pequeñas nubes de polvo. Al verla, Bor no pudo impedir que sus labios se curvasen en una sonrisa bobalicona. Intentó disimular la sonrisa con una tos falsa, pero lo único que consiguió fue emitir un sonido similar al que hace un cerdo en el matadero.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó Aisha con gesto de preocupación – estás más rojo que un tomate.

- ¿Sí? Vaya…eh, estoy bien, ¿qué querías? –las palabras le salían atropelladamente.

- Krumm quiere vernos en su oficina, vamos.

Bor se incorporó y juntos se encaminaron hacia la oficina del Pacificador. Desde que se acostaron juntos después de la batalla, sentía una tensión palpable cada vez que se veían. No habían vuelto a hablar del tema, pero Bor no conseguía quitarse a Aisha de la cabeza. Lo único que quería era besarla y perderse entre sus rizados cabellos; rebosaban frescor y olían a flores recién cortadas, un aroma muy apreciado en el desierto. Quería creer que Aisha sentía algo parecido hacia él, pero una pequeña voz en su cabeza no paraba de repetirle: “Es una prostituta, solo se acostó contigo para desahogarse. No significó nada para ella”

- ¿Seguro que estás bien, Bor? Sigues sin tener buena cara.

- Tranquila, entra – dijo Bor abriéndole la puerta de la oficina del Pacificador e invitándola a entrar antes que él.

En el interior, se encontraban Krumm, Coyote y Blue, el niño que había comprado Oleg en una subasta de esclavos. Coyote lo acogió tras su muerte, y había cuidado de él desde entonces. Además, había empezado a darle algunas nociones de combate. Blue era un muchacho obediente, y pasaba horas entrenando con sus guanteletes de pinchos, bautizados como “Furia de Oleg”. No era extraño verle en algún callejón luchando contra enemigos imaginarios mientras gritaba: ¡Por mi señor, por el Guerrero de la Calavera!”

En las últimas semanas, los cuatro forasteros habían tenido oportunidad de conocerse entre ellos. Pronto descubrieron que todos llegaron a Tzion de la misma manera: arrojados en mitad del desierto por un misterioso anciano. Este hecho solo generó más enigmas, aunque tal vez juntos podrían encontrar las respuestas. Aun así, ni Aisha ni Bor compartieron con el resto el relato de su aventura en Hom, ni hablaron del demonio que se encontraba en el interior de la muchacha. Aunque tampoco había mucho que decir, pues desde que se metiese en su cuerpo, el demonio no se había manifestado de ninguna manera. Prácticamente era como si no estuviese allí.

Krumm estaba de pie, apoyando ambas manos en su escritorio y escrutando un mapa con ávido interés. Se había dejado crecer la barba, y eso junto con el sombrero de Pacificador, le hacía parecer más mayor de lo que en realidad era. Tuvieron que saludarle dos veces para que apartase la vista del mapa.

- Perdonad, he estado revisando los archivos del antiguo Pacificador y he encontrado este viejo mapa. Es…bueno, es muy interesante. Debe tener cien años como mínimo, a juzgar por su estado. Aparecen los asentamientos de las distintas tribus de Tzion, pero lo que no entiendo es la importancia de estos tres árboles: Hom, Yggsdrasil y Hespérides. ¿Por qué habrían de señalarse en el mapa?

(Mapa de Tzion)
Spoiler:

Aisha y Bor intercambiaron una fugaz mirada. Bor se fijó mejor en los árboles; no solo Hom guardaba cierto parecido con el dibujo de su colgante, también los otros dos. Finalmente Bor decidió que podía confiar en ellos, al fin y al cabo se encontraban en la misma situación. Les habló de su conversación con Oasis, y de como ella le había dicho que el tal Jedediah Shatner se había marchado hacia el Precipicio de las Ánimas, un lugar maldito. No dijo una palabra sobre lo ocurrido en Hom.

- Yo me quedo – dijo Krumm tras un largo silencio – Roca de Hierro me necesita, y no puedo abandonarles ahora. En cambio vosotros…sí, creo que deberíais ir hacia allí. No sé qué es lo que está pasando, pero está claro que es algo importante. Pero antes, quiero pediros algo; probablemente ya sabréis lo que ocurrió en Las Cuatro Esquinas. Los Vástagos han tomado el pueblo y han esclavizado a sus habitantes. Pienso ir hasta allí y expulsarlos de una vez por todas del oeste de Tzion. En la batalla demostrasteis que sois más que capaces, y apreciaría vuestra ayuda en esta contienda. ¿Qué decís?

Fernando estuvo a punto de decir algo, pero se vio interrumpido por el grito de Blue, el cual señalaba horrorizado hacia la puerta.

- No…imposible – murmuró Aisha.

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Las imágenes se sucedían con rapidez; un hombre embozado en una túnica azul; un cuchillo ensangrentado; un muchacho herido de muerte sobre un altar; un extraño símbolo parecido a una torre. Sin saber cómo, empezó a alejarse. Vio un castillo y se alejó aún más. Recorrió bosques, ríos, montañas y desiertos. Hasta que finalmente llegó a su destino.

Y sus pulmones se llenaron de vida.

Estaba oscuro, demasiado oscuro. Lo único que oía era su propia respiración, y fue lo más bonito que había escuchado nunca. Estaba metido en una especie de caja, eso lo supo en cuanto intentó moverse. Pasó una mano por debajo de su camiseta y la tocó, ahí estaba; Una herida de al menos cinco centímetros. No estaba curada, pero inexplicablemente no le dolía.

Tenía algo sobre el pecho. Lo cogió y descubrió el tacto familiar de su arma. También había una especie de tela, pero en ese momento no la reconoció. Decidió que tenía que salir de ahí, y ayudándose con el machete, comenzó a romper la caja de madera. Poco a poco fue creando una brecha, y cuanto más la abría, más tierra le caía encima, pero eso no le detuvo. No, había nacido luchando, había muerto luchando, e iba a volver luchando.

Tras unos interminables minutos en los que se abrió paso a través de la tierra, su mano finalmente alcanzó la superficie. Eso le dio fuerzas para hacer el esfuerzo final. Y entonces llegó, como el éxtasis. El aire le abrió los pulmones y no pudo hacer otra cosa que reír. Allí estaba, con medio cuerpo fuera de su tumba y riendo como un condenado.

El sol le dañaba los ojos, por lo que tuvo que abrirlos muy poco a poco. Sus piernas tampoco le respondieron como él habría querido. Las notaba gelatinosas, como si no pudiesen sostener el peso de su cuerpo. Oh, y el hambre…cuánta hambre tenía.

Pese a todo, consiguió erguirse. Cuando pudo abrir completamente los ojos, vio que se encontraba en un cementerio. Agudizó el oído…no, nadie más se levantaba de su tumba. Aquello le hizo reír de nuevo.

Comenzó a avanzar, con paso lento y renqueante. A lo lejos había varias edificaciones de madera. Cuando hubo llegado, una mujer que tendía la colada le vio. En su cara se vio reflejado el horror y acto seguido cayó al suelo, había perdido la consciencia.

Aquello solo le dio más fuerzas para continuar. Se acercó a uno de los edificios más alejados del pueblo, donde hacía no mucho había ido a cobrar cierta recompensa…

Se plantó delante de la puerta y la abrió sin apenas hacer ruido.

Blue fue el primero en verle, y lanzó un grito que alertó a los demás de su presencia.

- No…es imposible – murmuró Aisha.

- ¿Qué pasa? Ni que hubieseis visto un fantasma – dijo Oleg lanzando una espantosa carcajada.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No podéis postear hasta que esté todo listo, yo os avisaré en el otro hilo Wink

Recordad lo que ganásteis en la batalla (también Oleg)

- 5 artículos a elegir de la tienda general.
- 2 armas a elegir de la herrería.
- 1 Caballo en buen estado.
- Una vivienda en Roca de Hierro.
- Suministro de comida y bebida gratis. (No vale utilizar este privilegio para llenar vuestras reservas alimenticias antes de iros, pillines Wink)

Antes de empezar necesito que me mandéis un MP diciéndome que artículos elegís.

Vuelvo a postear el catálogo de la tienda, herrería y establos. También os dejo los trabajos disponibles.

P.D: Si elegís un arco o ballesta, tenéis 10 flechas/virotes gratis.


CATÁLOGO DE LA HERRERÍA

Armas cuerpo a cuerpo cortas: +1 al daño

Martillo 4PDO
Cuchillo 5PDO
Porra 5PDO
Nudillos con pinchos 4PDO
Machete 7PDO
Navaja 6PDO
Espada corta 10PDO
Guantelete con cuchillas 11PDO


Armas cuerpo a cuerpo normales +2 al daño

Maza 15PDO
Cimitarra 20PDO
Espada larga 30PDO
Guadaña 25PDO
Hacha 22PDO
Garrote 16PDO



Armas arrojadizas cortas +1 daño


Daga arrojadiza 9PDO
Martillo ligero 8PDO
Honda 10PDO 1 pieza de oro por dos proyectiles.
Búmeran cortante 12PDO
Boleadora 11PDO


Armas a distancia normales +2 daño

Tomahawk 15PDO
Arco 20PDO 1 pieza de oro por dos flechas
Ballesta de guerra 35PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Ballesta de mano 30PDO 1 pieza de oro por dos virotes
Jabalina 13PDO13PDO


Defensa

Escudo 50PDO
Armadura ligera de cuero 80PDO
Armadura pesada de hierro 110PDO


CATÁLOGO DE LA TIENDA

Mochila pequeña: Para que puedas guardar todos esos cachivaches 10PDO

Mochila grandes: ¿Tus trastos son demasiado grandes y necesitas más espacio? 15PDO

Odre: En este pellejo de cuero podrás almacenar toda clase de líquidos (ESTÁ LLENO DE AGUA) 3PDO

Caña
de pescar: ¿Quieres probar suerte con la pesca? No es que vayas a
encontrar lagos o ríos por aquí, pero quien sabe que hay más allá de
este pueblo. 7PDO

Alforja para el
caballo: Es incómodo transportar todas tus cosas en una mochila mientras
montas a caballo. ¡Deja que él cargue con ese peso! 15PDO

Catalejo: ¿Eso que hay a lo lejos es un ratón? Con este artilugio podrás averiguarlo. 13PDO

Cuerno
(instrumento sonoro): ¿Estás en apuros y necesitas que tus compañeros
vengan a socorrerte? ¡Haz sonar el cuerno y vendrán a tu rescate!...o
no. 18PDO

Manta: Los días serán calurosos, pero como no te abrigues bien por la noche, cogerás una hipotermia. 10PDO

Caja con diez cigarrillos: Con la mejor hierba que puedas encontrar en un radio de…¿dos kilómetros? 5PDO

Pipa:
¿No te gusta liarte cigarrillos? ¡Sin problema! Utiliza esta elegante
pipa tallada en madera de la mejor calidad…sí, de la mejor calidad. 7PDO

Saco de dormir: ¿Tienes que dormir a la intemperie? ¡Más te vale utilizar este saco, forastero! 15PDO

Tienda de campaña básica: Lo dicho, viene con un saco de dormir y una lámpara de aceite. 20PDO

Tienda
de campaña equipada: Este es el mejor modelo. Viene con saco de dormir,
lámpara de aceite y todo lo necesario para hacer un buen fuego y poder
cocinar algo. 25PDO

Botella de whisky: No creo que haga falta explicaciones, ¿cierto? 4PDO

Botella de vino: ¿Quieres que me repita? 3PDO

Cerveza: ¡Déjame en paz! 2PDO

Provisiones
para una semana (comida): ¿Planeas hacer algún viaje? Necesitarás
comida. Solo se mantendrá en buen estado durante una semana, después
será inservible. 25PDO


CATÁLOGO DEL ESTABLO

Caballo escuálido 25PDO

Caballo en buen estado 35PDO

Caballo fuerte 45DO


TRABAJOS DISPONIBLES

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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  DarkHades Miér Mar 21, 2012 12:35 am

Cuando finalicé mi estruendosa carcajada me quité mi pasamontañas, clavé a Carmesí a un lado de la pared y me dispuse a quitarme tierra que aún tenía en el cabello.

- ¡Oleg! - Gritó una voz infantil, Blue. Éste corrió hacia mi abrazando mi cintura y casi me hace caer de espaldas debido a mi debilidad.

- Me alegra que aún recuerdes quién salvó tu vida de ser deborado por los buitres en el desierto. - Dije poniendo una mano sobre su cabeza.

- Coyote cuidó de mi en tu ausencia. - Dijo Blue parándose a un lado mio y señalándome a un sujeto vestido a lo cowboy, Coyote, lo recuerdo, el sujeto del caballo.

- Gracias. - Me limité a decirle con una voz casi inaudible.

- No hay de qué, era lo menos que podía hacer. - Dijo éste acercándose a mi y estrechándome la mano.

Le mire unos segundos y miré un poco mejor a las personas que estaban en la oficina del Pacificador Krumm. Mi vista había mejorado un poco, ¿cuánto tiempo había estado bajo tierra sin abrir los ojos? ¿días, semanas?
Pude ver a Krumm, estaba parado tras su escritorio, en el mismo yacía un mapa algo antiguo. Luego a un lado estaba el sujeto éste de piel pálida, más que la mia, Bor me había dicho Blue que se llamaba. Recuerdo que tuve varios cruces con él antes del combate. Con medio cuerpo tapado detrás de Bor y tomandole de la mano estaba Aisha, no pude evitar sonreír al verla y ella al ver mi sonrisa apretó aún más fuerte la mano de Bor.

- ¿Cómo es posible Oleg? - Preguntó visiblemente sorprendido.

- No lo sé con exactitud, tengo algunas posibles teorías al respecto, había muerto, no cabe duda al respecto. Recibí una puñalada en el corazón mismo, pero aquí estoy, en pie y respirando delante de todos ustedes.

Corriendo la chaqueta de cuero negro y la camiseta mostré mi herida, no era la gran cosa.

- No siento el más mínimo dolor en ésta herida. - Dije e inmediatamente introduje un dedo en la herida de unos cinco o seis centrímetros, no hice gesto alguno de dolor.

- Pero ya hablaremos de mi regreso de la muerte más tarde - Dije sonriendo - yo lo que quiero saber es qué es ese mapa.

- Es el mapa de Tzion. - Murmuró Bor mirándome fijamente.

- Y contiene todas las ubicaciones de los pueblos de Tzion, sus tribus y otras localizaciones de gran interés como lo son éstos tres árboles, Hom, Yggdrasil y Hespérides. - Añadió Krumm el Pacificador.

- Eso es realmente útil. - Dije volviéndo a ponerme mi pasamontañas de calavera y acercándome al escritorio de Krumm para ver mejor el mapa.

En mis visiones antes de volver a la vida pude contemplar por unos breves segundos alguien vestido con una túnica azul con un cuchillo bañado en sangre, un joven muerto sobre un altar, luego un símbolo parecido a una torre o castillo. Finalmente todo se alejaba, podía contemplar un gran castillo, bosques y rios...finalmente desperté con vida, alguien me dió otra oportunidad. O eso pensaba.

- Esos árboles que aparecen en el mapa, Hom, Yggdrasil y Hespérides tienen similitud con ese dibujo en tu collar...Bor. - Murmuré dándome media vuelta hacia él. Bor sólo se limitó a morderse los labios.

- Métete en tus asuntos Oleg. - Dijo Aisha dando unos pasos hacia mi.

- Cuida tu lengua de serpiente o juro que te la cortaré. - Amenacé a Aisha.

- Me gustaría ver que lo intentases maldita bestia inmunda.

- ¡Dejen de pelear los dos! - Gritó Coyote - ¿Acaso no ven que hay algo que nos conecta? Todos nosotros hemos llegado aquí de la misma forma, abandonados en el desierto por un anciano, estoy seguro que tú también Oleg.

- Así es. - Dije sin siquiera mirarlo, simplemente arranqué a Carmesí de la pared donde la había clavado.

- Y digo que me iré a buscar respuestas. - Proseguí.

- En tu estado recién resucitado por así decirlo de la muerte, dudo que puedas partir ahora mismo. - Dijo Bor.

Le dediqué una mirada desafiante, pero lamentablemente tenía razón.

- Oleg toma la llave de tu casucha y descansa. - Ordenó Krumm lanzándome una llave.

- ¿Qué casa? - Pregunté con suma curiosidad.

- Te has ganado una casa por tus servicios a Roca de Hierro. - Dijo éste con una sonrisa.

- Y también varios artículos de la tienda, ah y el herrero quiere verte. - Murmuró Blue.

- Qué sorpresas eh, sólo me haría falta un caballo. - Dije guiñándole un ojo a Coyote, éste parecía no entender la seña.

- Mañana a la mañana se te hará entrega de uno, por favor, descansa y luego charlaremos sobre varios asuntos. - Volvió a ordenar Krumm.

El estómago me gruñó de repente.

- Iré a la taberna primero, necesito comer algo, regreso más tarde. Muévete Blue. - Gruñí saliendo de la oficina del Pacificador seguido de Blue.

- ¿Tienes algo de oro? A mi me enterraron con ropas buenas pero sin oro, sin oro no puedo sobornar a los ángeles para que me dejen entrar al paraíso. - Dije mirando a Blue.

- Yo tengo tu oro, no gasté nada desde que habías muerto. - Dijo éste siguiéndome el ritmo.

Me sorprendió que no haya gastado nada, conté todas y cada unas de las piezas de oro, no faltaba ni una.

- No me hubiese enfadado si te las hubieses gastado. - Murmuré entrando a la taberna.

Al entrar a la taberna la gran mayoría de los presentes dejó de beber, comer y charlar para mirarme. Miré a todos y cada uno lentamente, no entendía por qué pero rompieron en aplausos. Uno de ellos gritó "¡Viva el Guerrero de la Calavera!" y un muchacho de poca edad empezó a cantar una historia referida a mi.

- ¿Qué les pasa sucios borrachos? - Dije con voz firme.

- En toda Roca de Hierro hay historias sobre ti muchacho, sobre ti y de tus hazañas para defender Roca de Hierro de los Vástagos, muchos te dimos por muerto y te enterramos dignamente con tu arma, tu pasamontañas y ropas medianamente buenas, por ejemplo, ese pantalón de camuflaje blanco y negro era mio. - Dijo un señor de avanzada edad.

- Ya veo, Blue, ordena comida para los dos, me quedaré a charlar un rato con ésta gente.

Pregunté entre la gente de la taberna lo que había pasado con los Vástagos y con lo que pasó en mi ausencia bajo tierra. Al parecer el pueblo logró repeler a los Vástagos, eran muchos más que nosotros, pero por cada hombre de Roca de Hierro muerto, tres de ellos morían, los Vástagos notaron ésto y se retiraron. Al finalizar mi entierro la población entera comenzó a reconstruir el pueblo.

- ¿Los Vástagos piensan volver? - Pregunté a uno de los hombres.

- Se lo pensarán dos veces antes de hacerlo. - Con ésta frase concluyó la charla.

- Mis estrategias sirvieron... - Murmuré para reconfortarme a mi mismo.

- ¡Oleg! - Gritó Blue desde una esquina de la taberna, pude ver que en la mesa había un plato hasta arriba de comida y uno al lado más pequeño pero con buena cantidad de alimento.

Corrí hacia la mesa, me quité mi pasamontañas y lo dejé junto a Carmesí sobre la mesa. Mi cena consistía en dos filetes con gran cantidad de puré de patatas.
Comí con gran voracidad, estar dos semanas bajo tierra tiene sus consecuencias. Blue estaba mejor desde aquella vez que lo compré al esclavista, no estaba tísico, se le veía fuerte.

- Te han alimentado bien en mi ausencia. - Murmuré.

- Eso creo. - Se limitó a decir.

- Terminemos de cenar y volvamos a la oficina de Krumm, creo que mañana comenzaré a trabajar como su ayudante, pero antes debemos charlar sobre unas inquietudes.

- Sí Oleg.

Comí más despacio, no tenía apuro alguno y la noche aún era joven.
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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  DarkHades Jue Mar 22, 2012 3:45 am

- Termina tu comida, luego iremos a la oficina de Krumm, tenemos que hablar de muchas cosas. - Dije con los pies sobre la mesa y bebiendo el último trago de mi vaso de cerveza. Blue asintió con la cabeza.

Miré a mi alrededor, podía ver a algún par de hombres fornidos heridos, uno con un parche en el ojo derecho, otro con un brazo roto, a uno de ellos le faltaba una pierna, ¿veteranos del combate de hace dos semanas? no sabría decirlo con exactitud, pero se veían felices, felicidad de haber sobrevivido y de haber humillado a una de las potencias de Tzion posiblemente. Yo me sentía felíz, de haber mandado varios de ellos al infierno, de haber muerto con honor, como cualquier guerrero de mi tribu desearía y también felíz por haber vuelto a la vida...aunque el haber vuelto haya servido también para sembrar más dudas en mi mente.

- Oleg, he dicho que terminé. - Murmura Blue, me despierta de mis pensamientos.

- Ya era hora maldita sea, muévete. - Digo levantándome de la silla fingiendo que estoy enfadado.

Ambos salimos por la puerta de la taberna, varios ebrios se despiden de mi, sólo me limito a gruñir un adiós.

- ¿Qué haremos ahora? - Preguntó Blue a medio camino de la oficina de Krumm.

- No entiendo tu pregunta, vamos a la oficina de Krumm. - Expliqué confundido.

- No, me refiero a que si ayudaremos al pueblo que esclavizaron los Vástagos. - Se explicó éste.

- No tengo idea de qué me hablas pero...

- Cierto, apareciste después de que el Pacificador propusiera liberar al pueblo. - Dijo finalmente éste, aclarándose.

Le miré fijamente unos segundos, estuve por decir algo, pero me callé, finalmente habíamos llegado a la oficina de Krumm. Blue abrió la puerta por mi e ingresé a la oficina, sentado mirando el mapa de Tzion y bebiendo un chupito de alguna bebida alcoholica estaba Krumm. Su nueva barba le daba un aspecto mayor, pero sólo un poco.

- Ah, eres tú Oleg, toma asiento aquí delante mio. - Dijo Krumm señalando la silla que yacía del otro lado del escritorio.

- Prefiero no hacerlo. - Dije sin mirarlo, en un sofá yacía el sombrero de ayudante del Pacificador, caminé hasta él y me lo coloqué. - Ésto me pertenece. - Murmuré mirándole a los ojos.

- El puesto es tuyo, tienes más de lo que se necesita para llevar el sombrero, y tal vez, para ocupar mi puesto.

- No lo creo Krumm, por cierto, vine aquí para hablar de algo. - Fuí al grano, noté como Blue se recostaba en el sofá sobre el que yacía hace segundos el sombrero de ayudante de Pacificador.

-Yo también te quiero hablar de algo, y te ruego que primero me escuches a mi.

- Adelante, te escucho. - Dije con voz firme parado y cruzado de brazos delante suyo.

- Ya les he propuesto ésto a tus compañeros...

- ¿Qué compañeros? - Gruñí, me hice una idea de a quienes se refería.

- No te hagas el tonto, sabes de quienes hablo, Coyote, Bor, Aisha...

- Pff...

- Ellos buscan respuestas al igual que tú, y sólo no podrás encontrarlas, sólo debes dejar de lado tu orgullo de "matón solitario".

- Lo que digas, dime la maldita propuesta aquella. - Dije alejándonos de el tema de ellos.

- Tú y ellos han logrado expulsar a los Vástagos de las zonas cercanas a Roca de Hierro y les han demostrado que por ser una potencia en Tzion no son invencibles.

- Ajá, ¿y?

- Te propongo eliminar su dominio de Las Cuatro Esquinas, como habrás oído por ahí, ellos han esclavizado su población y Dios sabe a que horribles torturas están siendo sometidos. Podríamos expulsarlos de ésta región de Tzion permanentemente si Dios está de nuestra parte.

La propuesta me cayó por sorpresa, el luchar nuevamente, el mostrar mi valía contra esos animales, una vez más...

- No. - Dije tajantemente.

- ¿No? - Preguntó Krumm, no se veía sorprendido.

- Ya hice suficiente ayudando a este pueblucho, yo y mis..."compañeros" les hemos salvado de acabar como Las Cuatro Esquinas. No soy un libertador de pueblos, no sabría decirte exactamente quién soy, un guerrero tal vez, un asesino, no lo se. Tal vez cambie de parecer Krumm, pero lo dudo muchísimo. Desearía liberar ese pueblo, pero quiero saldar unas cuentas primero, y para saldarlas no debo morir, como ya lo hice una vez.

- Está bien. - Dijo éste al fin tras unos segundos de silencio.

- Necesito que me escuches a mi ahora. - Le dije tomando asiento delante suyo, coloqué mis ojos sobre el mapa de Tzion, y luego le volví a ver a él.

- Hace poco estaba en el desierto, estaba arrodillado y estaba por morir de sed, hasta que vi a un anciano que se paró delante mio, me dijo unas pocas palabras, antes de marcharse colocó un objeto de metal sobre mi cabeza, éste hiso un estruendo y luego ya no recuerdo más nada. Luego llegué aquí como por arte de magia con el fragmento del diario de algún otro viejo loco, ahí se nombraban varias ubicaciones.

- Sí, sé de que hablas. - Murmuró Krumm asintiendo con la cabeza.

- Al final me vi en una disputa entre dos sociedades muy distintas, los Vástagos y Roca de Hierro. Morí en combate no sin antes cargarme a varios, dos semanas después de aquél suceso reviví por arte de magia, reviví o me revivieron. Lo segundo es más probable, te explico lo que me sucedió antes de despertar. Vi a alguien vestido o vestida en una túnica azul con un cuchillo ensangrentado, veo a un chico sobre un altar con una herida de muerte, finalmente un símbolo similar a un castillo u torre, luego esa escena se aleja, veo un castillo alejarse, un bosque, ríos y desiertos...finalmente despierto en la oscuridad.

- Digamos que...

- Busco respuestas Krumm, ¿quién era ese anciano del desierto, por qué me trajo aquí y qué paso con Shatner? ¿Cómo o quién me revivió y por qué?

- Te entiendo Oleg.

- Necesito respuestas, y creo que los demás también, así que tal vez me una a su grupo. - Dije dejando de lado el asco de unirme a Bor, Aisha y Coyote.

- Me parece perfecto Oleg, si llegas a cambiar de parecer sobre Las Cuatro Esquinas te ruego que me lo digas. Deberías descansar, mañana por la mañana temprano entrarás de servicio, así que te recomiendo que vayas ya mismo a la cama y no recuerdes ir a buscar tus premios.

- De acuerdo Krumm, hasta mañana.

Me levante de la silla y me dirigía hacia la puerta cuando vi a Blue que dormía sobre el sofá.

- ¡Blue muévete! - Grité, éste se levantó inmediatamente del sofá y se colocó detrás mio.

Tras no mucho buscar finalmente encontré mi casucha, era una simple cabaña de madera con un pequeño dormitorio con una cama de dos plazas, también poseía una sala de estar mediana.

- Mi propia casa... - Dije en voz baja para mi mismo.

Me tiré a la cama y Blue se acostó a un lado durmiendo casi instantáneamente.
Me desperté horas después, el sol se filtraba a través de las cortinas y me daba directamente en la cara, miré hacia mi derecha y ahí estaba Blue, durmiendo plácidamente.

- Despierta, debemos ir al establo a sacar nuestro caballo de premio e irnos a trabajar. - Dije zarandeándolo.

Me senté sobre la cama y me puse el sombrero de ayudante de Pacificador que estaba sobre la mesa de luz y salí a la calle, a los pocos segundos salió Blue de la casa y cerré la puerta con llave. Caminamos con paso ligero hasta los establos, alimentando los caballos había un muchacho bastante joven, unos años mayor que Blue.

- ¿Señor, viene a retirar su caballo? - Preguntó éste.

- Sí, ¿cómo lo sabes? - Pregunté algo sorprendido.

- El Pacificador me avisó que el Guerrero de la Calavera vendría a retirar su caballo.

- Claro, que bobo...uno en buen estado, negro si es posible.

El muchacho salió a la parte de atrás de los establos y cuando volvió trajo un caballo en muy buen estado y bastante joven y vigoroso a juzgar por su apariencia. Ayudé a Blue a subirse en él y luego finalmente me subí yo y partimos hacia la oficina de Krumm. Una vez fuera silvé, me miró por la ventana y salió de la oficina.

- Oleg, necesito que patrulles el pueblo, ya sabes, lo típico, trata de parar peleas, acudir a los llamados de ayuda de la gente.

- Fácil, hasta el anochecer, supongo.

- Claro, que tengas un día tranquilo. - Se despidió Krumm y volvió a entrar a su oficina.

Yo y Blue pasamos primero por la taberna, no había mucha gente, pero pregunté al tabernero si necesitaba ayuda con algo, a lo cuál respondió que no podía despertar a un ebrio obeso de su asiento en la esquina de la taberna. Me dirigí hasta allí seguido de Blue y lo vimos, un hombre de mi estatura, con bastante sobrepeso.

- Bien, lo lanzaré a la calle. - Dije mientras me ponía manos a la obra.

Lo tomé de los brazos y lo arrastré con gran dificultad hacia fuera al dejarlo en medio de la calle casi tropiezo con él, el único sonido que lanzó fué una especie de ronquido. Me di vuelta para ver al tabernero a través de la puerta abierta y me dió un signo de aprobación con su pulgar, me acomodé el sombrero y junto con Blue seguimos patrullando las calles.

Todo estaba completamente tranquilo exceptuando a una mujer joven que se me acercó para mostrarme varios moretones por causa de golpes hechos por su marido y que también éste violaba a su hija. Le expliqué que primero necesitaba una orden del Pacificador para llevármelo de los pelos hasta la cárcel.

Yo y Blue comimos unos emparedados de embutidos al medio día en la taberna con un vaso de agua cada uno, nada de alcohol, dar el ejemplo dice Krumm. Al finalizar el almuerzo seguimos patrullando las calles de Roca de Hierro. Blue me recordó que debía ir al herrero a buscar mis dos armas de premio, pero le mandé a él que me las buscara, se las anoté en un papel para que no las olvidara y las llaves de mi casa para que las guardase ahí. Media hora después estaba de vuelta a mi lado, resultó ser mucho más obediente de lo que creí.

Antes del anochecer recibí una denuncia de una chica, al parecer habían asaltado el pequeño almacén de su padre y robado algunas piezas de oro. Me dirigí hasta allí lo más rápido posible y hable con el dueño de la tienda. Me comentó que habían roto la ventana ya que la puerta estaba cerrada con candado. Me fijé bien en la ventana rota y uno de los framentos de vidrio estaba manchado con sangre. Tomé varios apuntes más e invité al dueño de la tienda a que haga la denuncia al Pacificador para que buscaran una posible solución al dilema.

Cuando la noche estaba por caer me encontré con Bor y Aisha, simplemente saludé levemente con la cabeza y me dirigí a la oficina de Krumm, mi trabajo había terminado por hoy.

- ¿Qué tal el día Oleg? - Preguntó Krumm ordenando unos papeles.

- Tranquilo dentro de todo, saqué a un ebrio dormilón de la taberna, una mujer es golpeada por su marido y también me contó que viola a su hija pero no puedo ir a su casa y sacarlo de los pelos de allí, necesito una orden tuya. - Expliqué.

- Entiendo, necesito librarme de otros problemas primero, un poco más urgentes.

- Por último un robo en un pequeño almacén, rompieron el cristal del negocio y robaron unas pocas piezas de oro, el dueño sabe guardarlas bien. Vendría mañana por la mañana a buscar una solución contigo.

- Me parece genial, ¿ya te vas a la cama?

- Sí, estoy cansado y Blue casi se cae del caballo a causa del cansancio, está fuera esperándome, adiós.

Salí de la oficina de Krumm, la noche me recibió con un beso bastante fresco, me subí a mi caballo con Blue sentado detrás mio y partimos hacia casa. Al llegar me senté sobre la cama, en un rincón vi las armas que mandé Blue que me trajera, buen muchacho.
Me recosté con Blue al lado mio, roncando, mañana sería otro día de trabajo, y quien sabe, de aventuras.
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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  GioRock Jue Mar 22, 2012 2:04 pm

Estoy tumbado en la cama de mi casucha, está muy cerca de la consulta del médico, supongo que me dieron esta para estar más cerca por si salía algún tipo de emergencia. Aun hay gente jodida a causa de la batalla que hace unas semanas presenciemos en estos lares…

A pasado ya un día desde que nos reunimos en la cabaña del Pacificador y la cabeza no me para de dar vueltas… A parte de la idea del Pacificador de ir a rescatar Las Cuatro Esquinas, está lo de Oleg… Un muerto caminando entre los vivos… Hay un tinte de oscuridad en él, que cada vez que lo pienso los pelos de la nuca se me erizan… Pero no le tengo el miedo que él intenta dar…

No pude hablar mucho con Aisha a la salida de la comisaria del Pacificador, ya que al salir tuve que ir a sanar a un par de personas que tenían fuertes vómitos, pero quiero que sepa que no quiero enrolarme en otra batalla, me sabe mal por aquella gente, pero creo que es un peligro innecesario y deberíamos seguir nuestro camino hacia las respuestas que buscamos.

Unos golpes en la puerta me devuelven a la tierra, me pongo la camiseta y bajo corriendo. Mi casucha consta de dos plantas, en la parte de arriba hay un dormitorio con un aseo y en la planta baja esta el salón con la cocina.
Al abrir la puerta me encuentro a Flint más contento de lo normal, la verdad que desde que resistimos a la embestida de los Vastagos, la gente está más animada de lo normal:

- Buenos días tenga “carnicero” – le dije con algo de burla.

- Sabes que no me gusta que me llamen así, tengo una gran carrera como medico a mis espaldas.

- Lo sé, lo sé… bueno a que se debe tu presencia, ahora iba a ir hacia la consulta.

- Bueno, hoy se puede decir que empieza tu jornada de trabajo remunerada, y quiero que vayas a casa de un par de personas, nada difícil, un par de curas. Y luego pásate por la consulta para decirme que tal te fue. Nos vemos luego que ahora tengo mucho trabajo.

- Como usted mande.- le dije mientras cerraba la puerta.

Tuve que ir a un par de casas para hacer curas, nada difícil, a comparación de las que tuve que hacer después de la batalla.

Primero fui a casa de un señor al cual una flecha le había desgarrado el hombro, el pobre había perdido gran movilidad del brazo. Al verme se alegro mucho, según él, gracias a nosotros, los forasteros, hoy se puede respirar libertad en Roca del Hierro.

Al acabar con el señor del hombro me dirigí a casa de la señora del colmado también estaba con fuertes vómitos. Creo que hay una pasa de esta enfermedad en el pueblo, no sé si la trajeron los Vastagos a este lugar. Gracias a mi abuela, le di un remedio casero a base de agua, algo de azúcar y Greza, una planta que me consiguió Flint.

Aun me acuerdo de mis abuelos, aún sabiendo que no son mis abuelos los quiero como tales, ellos me lo dieron todo y me enseñaron todo lo que sé… Pero necesito saber quién soy…

Al finalizar mi jornada, me dirigí a la consulta de Flint, allí estaba el sentado en el porche.

- Bor que tal las curas? Alguna complicación?

- Nada fuera de lo normal, lo que me preocupa es esa pasa de vómitos que están sufriendo algunos de los vecinos…

- No será nada y gracias a ti tengo la cura.- me agarra del cuello con su brazo. – por cierto ha venido Aisha a buscarte, te esperará para cenar, que le disté a esa dama pillín?

- Somos amigos, nada más. Te quería preguntar algo, que piensas de lo de Oleg?- le dije cortando el tema.

- Es algo muy raro, yo me cerciore de que estaba muerto, es imposible que ahora este entre nosotros... Solo sé que la gente de este pueblo lo tiene como su salvación, les da igual que este muerto o vivo, lo importante para ellos es que está entre nosotros, otra vez.

- Tú lo has dicho, otra vez… Yo mismo pude ver como se metía el dedo en esa herida tan fea que tenia… y no le dolió… creo que aun esta muerto…- le dije pensativo.

- Vamos no digas tonterías, sabes que Tzion es mágica, o sino mira como llegaste tu aquí… y Ahora ves a buscar a tu dama, y dale recuerdos de mi parte! Mañana nos vemos.

No sé, si mañana estaré aun aquí, pensé. Me dirigí dirección a la taberna, ya era tarde. Al verme Ahisa me hacía señas con el brazo. Al estar a su lado me planto un beso en la mejilla, el cual hizo sonrojarme.

- Aun te pones rojo! – me dijo con algo de burla. - ¿Qué, vamos a cenar?.

Yo solo me limite a sonreír y a rascarme la cabeza.

Al dirigirnos hacia la taberna pudimos ver a Oleg y por lo que se ve ahora es el nuevo ayudante del Pacificador. Solo se limito a mirarnos y a saludarnos con la cabeza.

Lleguemos a la taberna, nos preparan una mesa para los dos en un santiamén. pudimos recibir todo tipo de alagos mientras cenábamos. La gente nos tiene como verdaderos salvadores.

- Como estas, notas algo? – le dige señalando su barriga con un tenedor.

- Nada, desde la batalla es como si no tuviera nada…

- Y bueno, pensaste en lo que nos dijo el Pacificador? – le abordé.

- Bueno, tienes alguna idea?

- Yo quiero seguir, no quiero meterme en otra batalla que no sea para seguir descubriendo todo lo que nos preocupa. Tenemos que hacer un plan. Creo que nos deberíamos dirigir hacia el Precipicio de las Ánimas, como nos dijo ese demonio, pasando antes por uno de esos árboles, Yggradsul, creo recordad. Haciendo las paradas necesarias para repostar en los pueblos de camino. ¿Qué te parece?
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Mensaje  Toletum Jue Mar 22, 2012 4:21 pm

Al salir de la oficina del pacificador, me sentía intrigado de la vuelta a la vida de Oleg, como era posible… El médico del pueblo aseguro que estaba muerto, mas y mas dudas se ceñían sobre mi mente, ¿sería alguna clase de brujería? El caso es que este asunto me hacía pensar en que algo raro estaba pasando en el pueblo. No obstante el asunto de liberar al pueblo Las Cuatro Esquinas era lo que más importancia tenía en mi mente.

De camino a la herrería, andaba absorto en mis pensamientos cuando una mano se posó en mi hombro, era el tendero.

-Hola, ¿ahora que esto está un poco más calmado volverás a la tienda a trabajar?- Pregunto el tendero.

-Claro, sin ningún problema mañana me tendrás allí al amanecer. – Aclaré y me despedí de él.

-De acuerdo, mañana te esperare gustoso.

Primero tenia que ir a ver a Krumm y enterarme un poco mas de todo el tema del poblado capturado por los Vástagos, sin duda alguna si lo echamos a patadas de aquí podíiamos hacer lo mismo en otro lugar. Claro está que aquí luchamos codo con codo todos los aldeanos, pero sin duda si seguimos separados Bor, Aisha, Oleg y yo muy lejos no llegaremos. A lo lejos vi la taberna, iría a comer algo y después a mi casita a descansar un rato. A la tarde iría a por el caballo y pasaría a ver a Rox y a su padre a la tienda.

Al entrar en la taberna me senté en una de las mesas del final, deje mis armas a un lado apoyadas en la pared cerca mía y le dije en voz alta al tabernero que me trajera un plato de comida y una jarra de cerveza, a los pocos minutos estaba comiendo en la mesa y mirando a mi alrededor, notaba que algunos me miraban y hablaban a cuchicheos pero seria mi imaginación, no era tan importante allí.
Todavia algunos relataban entre si su encuentro en la batalla con los Vástagos, los que estaban más borrachos se levantaban en alguna ocasión hacían su movimientos de batalla. No podía evitar reirme en alguna ocasión de algún traspié que daban.

En cuanto termine de comer, me quede allí por un tiempo terminando de beber la jarra y pensando en mis cosas. No tarde en ir a casa a descansar y por la tarde me pase por la tienda para ver a Rox y a su padre.


Última edición por Toletum el Vie Mar 23, 2012 2:01 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Skimmer Jue Mar 22, 2012 6:04 pm

- ¿Krumm? ¿Estás ahí? - preguntó Oleg entrando en la oficina del Pacificador.

Fuera hacía un día caluroso, como los habían sido todos desde que llegase a Roca de Hierro. Polvo y calor, dos cosas con las que hay que lidiar si se quiere vivir en el desierto. Oleg se había levantado temprano, e instintivamente se había llevado la mano a la herida del pecho. No, no había sido un sueño. La herida permanecía ahí, abierta y con los bordes negruzcos. Oleg miró fijamente la hendidura, ésta casi parecía decir "Deberías estar muerto, y lo sabes".

Desechó tales pensamientos de su mente y se vistió con tranquilidad. Blue todavía seguía dormido. Oleg pensó en despertarle para que fuesen a desayunar a la taberna, pero decidió que antes pasaría por la oficina de Krumm. Quería comentarle de nuevo lo de la mujer y la hija maltratadas. Oleg pensaba que si esperaban demasiado, ya sería tarde.

Al parecer Krumm no estaba en ese momento en su oficina, así que Oleg decidió esperarle allí. Comenzó a pasear por la habitación. El mapa de Tzion seguía extendido en el escritorio de Krumm, cubierto parcialmente por varios informes y otros papeles. Oleg se acercó a él y distraidamente comenzó a despejar el escritorio.

Entonces la vio: la Torre. Se extendía por encima de un castillo, sobresaliendo notablemente del resto de la edificación. Era la de su "sueño", no había duda. Su pulso comenzó a acelerarse. Alguien había anotado algo bajo el dibujo del castillo, con caligrafía recta y pulcra decía:

"Los Seguidores de Mut"

La verdad le esperaba.
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Mensaje  DarkHades Vie Mar 23, 2012 1:37 am

- Los Seguidores de Mut...ahí está... - Murmuré, finalmente lo había encontrado.

Esa es sin duda alguna la torre de mis sueños o visiones que tuve antes de volver a la vida, en ese castillo están todas mis respuestas.

- ¿Oleg? ¿No es un poco temprano? - Preguntó una voz, Krumm.

- Casi me matas del susto, Krumm, he encontrado la torre, la torre de mis visiones de antes de volver a la vida. - Dije apresuradamente y volví a mirar el mapa.

Krumm se paró a mi lado y vió la ubicación que señalaba mi dedo, el castillo de Los Seguidores de Mut. Según el fragmento del diario de Shatner, Mut había creado una religión denominada "Mutismo", sus seguidores le consideraban un Dios que usaba de recipiente el cuerpo de una persona normal. Según el fragmento se pensaba que era más un hechicero que un Dios.

- ¿Es posible que él me haya devuelto la vida? - Pregunté a Krumm.

- No lo sé Oleg, ¿piensas partir hoy para averiguarlo?

- No, primero necesito gente que venga conmigo, esos compañeros que tú dices que han pasado por lo mismo que yo.

- Te recomiendo en todo caso que les des buenos motivos para que te acompañen hasta allí y especialmente que te disculpes por los problemas que les hayas causado, aunque creo que es obvio.

- ¿Problemas? Bah. Ya habrá tiempo para pedirles "disculpas", por cierto, espero mi paga.

- Oh, claro, toma tus quince piezas de oro, ¿piensas trabajar hoy? - Preguntó Krumm mientras abría una bolsita de tela y depositaba quince piezas de oro sobre la mesa.

- Sí, también pienso poner tras las rejas al sujeto que golpea a su esposa y viola a su hija. - Dije con voz firme mientras juntaba las piezas de oro y las guardaba en una bolsita.

- Bien, vamos ya mismo, recoje aquellas esposas viejas que están sobre la repisa a tu derecha. - Ordenó Krumm señalando hacia mi derecha, allí sobre la repisa yacían un par de esposas viejas y oxidadas.

Tomé una y junto con Krumm nos dirijimos hacia la casa del abusador, a tan sólo dos casas alejada de la consulta del médico, lugar dónde Bor hacía de su ayudante.
Blue se reunió con nosotros, le ordenamos que se mantuviera al márgen de lo que pasara.

- ¡Abran la puerta en nombre del Pacificador! - Grité mientras golpeaba la puerta, a mi lado estaba Krumm.

- ¡Ya voy malnacidos! - Gritó una voz desde el otro lado.

Se escucharon un par de gritos de dentro de la casa y finalmente la puerta se abrió unos centímetros, suficientes para que se dejara ver media cara de un hombre con barba de una semana y pelo hasta la nuca.

- ¿Qué mierda quieren ustedes? - Preguntó éste.

- ¡Hemos venido para llevárnoslo a la cárcel por los crímenes de violencia doméstica y violación de un menor! - Dije con voz alta dictando sus crímenes.

- No he hecho una mierda, vayanse de aquí cabrones. - Dijo éste y cerró la puerta en mi cara.

- Hazlo Oleg. - Murmuró Krumm.

Desenfundé el machete, retrocedí varios pasos y lancé una potente patada hacia la vieja puerta de la casa, entré de un salto seguido de Krumm detrás mio, Blue se quedó fuera.

- ¡He dicho que queda usted bajo arresto! - Volví a gritar.

- Cualquier intento de resistencia aumentará su tiempo tras las rejas. - Dijo en voz alta Krumm.

Tras una mesa yacían una mujer, la misma que había hecho la denuncia y una chica de unos trece años de edad con signos de violencia en su rostro.

- ¡Largo de mi propiedad! - Gritó el hombre.

Corrí hacia él, golpié su cabeza contra la pared y lo mantuve allí, Krumm le esposó.

- Oleg, llévatelo a la oficina y ponlo tras alguna reja, que no se te escape, yo me quedaré a hacer unas preguntas con las damas. - Ordenó Krumm.

Lancé al sujeto de una patada hacia la calle cayendo de cara sobre la tierra. Blue lanzó un grito de asombro, me acerqué hasta el abusador y lo levanté de los cabellos y pusimos marcha hacia la oficina del Pacificador.
En el camino me encontré a Bor, al parecer estaba por entrar al trabajo.

- Dile a Flint de mi parte que pienso venir a que me revise tal y como me pidió. - Le pedí lo mejor que pude, el abusador no se quedaba quieto en ningún segundo.

- De acuerdo. - Se limitó a decir éste, tal vez la escena le parecía interesante.

Cuando finalmente llegamos a la oficina del Pacificador le ordené a Blue que abriera alguna celda, cuando lo hiso le quité las esposas al abusador y lo lancé adentro, inmediatamente cerré la celda con una llave.

- ¡Me las vas a pagar hijo de puta! - Gritó éste lanzándose hacia la puerta.

- El almuerzo es a las doce y la cena a las nueve. - Le dije con una gran sonrisa tras mi pasamontañas.

Salí a la calle y ayudé a Blue a subir a nuestro caballo, era hora de patrullar.

- ¿Has ido a buscar las cosas de la tienda y las has guardado en nuestra casa tal y como te lo pedí? - Le pregunté a Blue mientras cabalgabamos hacia las minas.

- Sí Oleg, cerré la casa con llave.

- Perfecto.

Nos detuvimos en la mina y hablamos un momento con mi viejo jefe, el gran capataz. Simplemente me explicó que hubo una pequeña disputa con un par de mineros pero que la cosa no pasó a más de insultos. Le pedí que si algo llegase a pasar que enviara alguien a buscarme, el hombre dijo que no lo dudaría ni un segundo.
Finalmente llegaron las doce, antes de irme a comer algo a la taberna con Blue fuí a la oficina del Pacificador Krumm y lancé un gran trozo de pan al abusador con algo de queso duro, éste se limitó nuevamente a insultarme. Al llegar a la taberna ordenamos un plato de salchichas con algo de puré de patatas. En un rincón pude ver a Coyote, él también estaba almorzando, Blue fué hasta su mesa y se sentó a comer allí, no tuve otro remedio más que comer alli con ellos.

- Buenos días. - Murmuré mientras me quitaba mi pasamontañas y me sentaba a comer.

- Buenos días ayudante Oleg, ¿cómo está? - Preguntó Coyote.

- Tirando hacia delante, quería hablar contigo sobre algo. - Era ahora o nunca.

- Anda, dime.

- Quería proponerte a que me acompañes al castillo de Los Seguidores de Mut.

- ¿Por qué habría de ir contigo? Allí no hay nada para mi. - Dijo éste.

- Allí se llevó a cabo un ritual, gracias a ese ritual volví a la vida, o al menos eso pienso. Allí están todas mis respuestas. - Me expliqué.

- Como lo suponía, no hay nada allí para mí.

- Mira Coyote, Los Seguidores de Mut es sólo un castillo en dónde podemos reabastecer suministros, mi otro objetivo es el Precipicio de las Ánimas, lugar donde se dirigía Shatner según el fragmento de su diario. Necesito que me hagas éste favor, piénsatelo. - Dije, había terminado de comer y me marché de la taberna, deseaba que Coyote aceptara mi propuesta. Mientras más fuésemos mejor.

La tarde fué extremadamente calurosa pero tranquila, a paso lento patrullaba las calles de Roca de Hierro junto a Blue y nuestro caballo. Finalmente se escondió el sol y era hora de ir a visitar a Flint para que me revisara.
Golpié la puerta tres veces, finalmente Flint me abrió y me invitó a pasar.

- Necesito que se quite la chaqueta y su camiseta ayudante Oleg, y también su gorro distintivo y su pasamontañas. - Me pidió éste.

Obedeci y me quité aquellas prendas, de la parte de atrás de la consulta de Flint apareció Bor.

- Hola. - Saludó.

- Buenas noches. - Respondí y le miré unos segundos.

Flint miraba mi herida, introducía una especie de varilla metálica en ella y me preguntaba si sentía dolor.

- No siento nada en la herida, pero ésta mañana me corté un dedo y me sangró y dolió un poco. - Expliqué.

- Y tú decias Bor que éste chico estaba muerto. - Dijo Flint con una risita.

Le dediqué una mirada a Bor, así que mi regreso de la muerte era un tema de conversación.

- Bien Oleg, no encuentro explicación lógica alguna, estás fuerte como un toro, eres un muchacho con mucha suerte. - Dijo éste finalizando las observaciones y estrechándome la mano.

- Bor, ¿podrías salir afuera un momento? quiero hablar contigo sobre algo. - Le pedí mientras me volvía a colocar mi ropa.

- Claro, pero rápido. - Me apuró éste.

- Bueno.

Salimos afuera, ordené a Blue que ordenara comida a la taberna, yo iría enseguida.

- Pienso ir al castillo de Los Seguidores de Mut. - Le dije a Bor.

- ¿Qué hay allí? - Preguntó Bor.

- En el mapa de Tzion vi la torre del castillo, es exactamente la misma que vi en mis visiones antes de volver a la vida. Bor, creo que alguien hiso una especie de ritual, así pude volver a caminar entre los vivos. - Expliqué.

- Y quieres que vaya contigo supongo.

- Ya le pedí a Coyote que viniera conmigo, le pedí que se lo pensara, también te lo quería pedir a ti y a Aisha. Pero bueno, dudo que Aisha acepte. - Dije lanzando una risa.

- No lo se muy bien Oleg.

- Bor, todos nos sentimos de la misma manera, buscamos respuestas, sólo les pido que formemos un grupo y tomemos rumbo hacia el castillo de Mut, luego podríamos ir al Precipicio de las Ánimas, lugar donde se dirigía Shatner, o incluso ir a investigar esos árboles que guardan parecido con tu collar.

- Lo de los árboles es asunto mio. - Dijo éste cruzándose de brazos.

- Lo siento, sólo quiero formar un grupo con ustedes, necesito de su ayuda, y es posible que ustedes necesiten a alguien con mis talentos. Piénsatelo Bor, debo irme.

Ambos nos despedimos, me dirigí a la taberna, mi comida estaba algo fría pero no me importó, cené y nos dirigimos con Blue a nuestra casa. Decidí no acostarme en la cama, prefiría dormir sólo, en cambio me acosté en un sofá y deseaba que aceptaran formar un grupo, nos vendría genial a todos.
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Mensaje  GioRock Sáb Mar 24, 2012 2:20 am

Los primeros rayos de sol comienzan a entrar en el cuarto a través de los agujeros de la vieja cortina. Me levanto y comienzo a arreglarme. La noche anterior le dije mi plan a Aisha, esta no estaba del todo convencida pero a decidido emprender el viaje conmigo, por todo lo que pasó en Hom y por todas las preguntas que recorren nuestra cabeza...

En el camino hacia la consulta me crucé con Oleg, que salía de la oficina del Pacificador. Quería que Flint le visitara, aun después de muerto seguía tan arrogante y soberbio. No mediemos más palabras.

Al llegar a la consulta, Flint esta tarareando una canción horrorosa mientras limpia sus enseres de operar bajo el grifo.

- ¿No deberías usar algún tipo de desinfectante? – le digo mientras entro en la instancia.

- Joder Bor, que silencioso eres! Me asústate... – me dice mientras guarda un cuchillo con el cual hace sus intervenciones. – no te preocupes por mis herramientas de trabajo, alguien tan preparado como yo no necesita tantas tonterías, aun no se me a muerto nadie por esto. Por cierto, ahí tienes tu jornal.

- ¿Qué tienes hoy para mi? Ah una cosa más Oleg quiere que le visites – le digo mientras recojo las piezas de oro.

- Oleg... pues quiero que estés aquí lo antes posible quiero demostrare que no esta muerto. Ahora necesito que visites a Zaro, un hombre que al parecer se a caído del caballo y no puede andar, su casa esta al lado de la herrería,

Recojo unas trapos que podré utilizar de vendas y algo de material de sutura. Antes de salir una última pregunta me recorre la cabeza.

- Flint, te quería preguntar algo. ¿Qué hay más allá de este sitio, es decir, alguna vez saliste de este lugar?

- Bor, viejo amigo, por tu bien, sí la gente que lucho contra nosotros en Roca de Hierro te parecieron monstruos, los que aguardan fuera de aquí les triplican. Nunca he tenido los santos cojones de salir de aquí...

La respuesta, de Flint me sosiega un poco, pero necesito seguir, saber quien soy y saber como podemos sacar el demonio de Aisha.

Al llegar a la casa del anciano me lo encuentro tumbado en un viejo sofá, su salón esta todo revuelto.

- Muy buenas, soy Bor, el ayudante del medico. – le digo al entrar.

- Gracias por venir, creía que ya habías dejado de trabajar gracias a la fama que te había dado en la ultima batalla.

- Pues no señor, aun necesito el dinero para poder vivir, y usted cuénteme, que le sucede.

- Pues mire joven, me caí del caballo al llegar a casa y desde entonces no puedo apoyar el pie.

Al enseñarme el pie puedo comprobar que lo tiene tan hinchado que no le encuentro diferencia con la bota que tiene en el otro pie.

- Tiene muy mala pinta tendré que realizarle un vendaje y necesito que por mucho que le duela no se mueva, estamos?

Me pongo manos a la obra. Le realizo un vendaje para que no pueda mover el tobillo.

- Listo, ahora no se mueva en unos días. Me volveré a pasar para ver como le va.

Me despido y me dirijo a la consulta, supongo que Oleg estará a punto de llegar.

Nada mas llegar, veo como Oleg y Blue entra en la consulta. Flint le realiza un chequeo y cerciora que esta echo un toro. Pero lo verdaderamente sorprendente estaba a punto de llegar, Oleg me propuso formar un grupo. Al parecer quiere ir a el castillo de Los Seguidores de Mut. Según el, allí encontrara las respuestas de su vuelta a la vida. No se bien porque pero en sus palabras no notaba la soberbia ni la prepotencia que los días anteriores había demostrado. Incluso me comento de ir a visitar los árboles que tanto se parecen a mi colgante. Rápidamente le dije que no se entrometiera en eso. Oleg esperaba mi respuesta, no la quería ya, pero si lo antes posible para prepararlo todo.

Después de mucho pensar decidí algo que no creo que a Aisha le hiciera mucha gracia.

Me dirigí a la taberna donde sabia que Oleg estaría cenando. Allí estaba sentado junto a Blue. Al llegar a la mesa este ordeno a Blue que se fuera, que nos dejara a solas.

- Y bien, decidiste ya? – me dijo mientras apartaba el plato de delante suyo.

- ¿Qué piensas encontrar allí? – le dije mirándole directamente a sus ojos.

- No lo sé, y tu en esos árboles? Creo que tampoco lo sabes. Lo único que sé es que no sabemos como coño lleguemos a esta mierda de sitio, ahora mismo es la única pista que tengo ese castillo.

Me quede pensando unos segundos, tenia toda la razón en sus palabras.

- Cuenta conmigo y Aisha cuando estés preparado. Pero quiero que te quede una cosa clara, no quiero tonterías ni conmigo ni con Aisha, sino ten por seguro que la tendremos. Solo quiero saber que coño hago aquí y si para saberlo te tengo que acompañar lo haré con todo respeto, tanto por mi parte como por la de Aisha.

No me contesto, solamente me enseño todos sus dientes con una sonrisa.

Me levante de la mesa, me despedí de Blue con una sonrisa que este me devolvió y me dirigí hacia mi casa. Mañana hablaré con Aisha, está seguro que me matará, pero necesitamos toda la ayuda posible para llegar a nuestro destino y encontrar respuestas a nuestras preguntas...
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Mensaje  DarkHades Sáb Mar 24, 2012 5:23 am

Me levanté temprano, el sol apenas se filtraba a través de la ventana de la sala de estar, dormí bastante bien en ese viejo sofá. Agudicé el oído y pude escuchar a Blue roncando. Me puse lo que me dijo Bor la noche anterior, al final había aceptado acompañarme junto con Aisha, pero sólo faltaba Coyote.

- Hora de levantarse. - Murmuré para mi mismo.

Me puse mis pantalones de camuflaje blanco y negro, unas botas negras, las que pertenecían a mi padre, una camiseta negra con una gran estrella roja pintada sobre la espalda y la chaqueta de cuero negro. En una mesita yacían mi pasamontañas de calavera y Carmesí, coloqué a Carmesí sobre mi muslo derecho y sentí la calidez de mi pasamontañas.
Decidí que lo mejor era tener todo preparado para el viaje que se avecinaba así que me dirigí hacia mi cuarto, en el que dormía Blue y tomé las armas que me había ganado por derecho tras la contienda contra los Vástagos. En la mochila grande coloqué las dos armas, en la alforja para el caballo la tienda de campaña equipada y el odre, luego antes de irme compraría las provisiones de una semana y las colocaría en la alforja. Yo mismo llevaría la mochila con las armas.

- Todo listo. - Dije cerrando la alforja.

- ¿A dónde vamos Oleg? - Preguntó una voz infantil, era Blue, le había despertado.

- Mañana tal vez empecemos un viaje con Bor, Aisha y Coyote hacia el castillo de Mut, sólo quiero estar preparado. - Expliqué.

- Me voy al trabajo, duerme, a la hora de almorzar ven a buscarme. - Ordené mientras le sacaba el sombrero de ayudante de Pacificador que llevaba puesto y me lo colocaba.

Caminé a paso lento con las manos en los bolsillos, la gente empezaba a salir de sus casas, los mineros caminaban con varias herramientas de minería hacia la mina de roca de hierro. Saludé a varios de mis antiguos compañeros, algunos perecieron bajo el ataque de los Vástagos, pero otros fieros mineros sobrevivieron para contarlo, para contar que partieron cráneos como rocas y contar que vieron una Roca de Hierro libre y fuerte.

- Buenos días Guerrero de la Calavera. - Dijo un anciano mientras pasaba al lado mio a gran velocidad sobre su caballo.

- Buenos días. - Devolví el saludo.

Guerrero de la Calavera, así me habían llamado algunos, gran estratega otros. La verdad es que me hacía un poco de gracia la fama que me había creado en éste pueblo. No recuerdo cuál fué el verdadero motivo para defender este pueblucho...

- Oleg, llegas temprano hoy también. - Dijo Krumm mientras me dejaba la paga sobre su escritorio.

- Sí, me levanté temprano para preparar las cosas para el viaje. - Murmuré mientras guardaba las quince piezas de oro.

- ¿Así que te irás? - Preguntó éste cruzándose de brazos en su silla.

- Sí, Bor y Aisha vendrán conmigo por ahora, sólo me falta Coyote. - Dije mientras salía a la calle.

- Deberías hablar con él. - Dijo Krumm siguiéndome.

- Hablaré con él hoy si es posible, ¿alguna tarea en especial para hoy que quieras que haga? - Pregunté mientras me subía a mi gran caballo negro.

- Patrulla las calles y dale de comer los presos, y si lo deseas pregunta a la gente por actos delictivos.

- De acuerdo. - Pronuncié con voz firme, me acomodé mi sombrero y marché.

La mañana pasaba totalmente lenta y tranquila, aún debía charlar una vez más con Coyote así que fuí en su búsqueda. No tardé mucho en encontrarlo, trabajaba en el mismo negocio que habían asaltado hace poco.

- Buenos días señor...oh, eres tú Oleg. - Dijo Coyote, estaba parado detrás de una barra con artículo varios.

- Buenas, quería volver a hablarte sobre el viaje. - Pronuncié en voz alta.

- ¿Qué es?

- He encontrado dos acompañantes más, Bor y Aisha, Bor ha accedido a viajar conmigo, sólo faltas tú y seremos cuatro.

- No lo sé muy bien.

- Es nuestra oportunidad - Murmuré acercándome a la barra - juntos podremos conseguir las respuestas que tanto hemos buscado, juntos podemos con todo.

Coyote no respondía, parecía que se lo pensaba.

- ¿Qué dices? - Dije alzando mi mano.

- De acuerdo. - Respondió éste y me estrechó la mano.

- Posiblemente salgamos mañana o pasado, no lo sé muy bien, pero te recomiendo que estés preparado, si necesitas oro no dudaré en darte algo de lo que tengo. Me retiro por ahora, espero que nos veamos pronto Coyote.

- Nos veremos pronto Oleg.

Salí de la tienda y subí al caballo, finalmente se habían hecho las doce. Me dirigí a paso lento hacia la oficina del Pacificador, les tiré algunas tiras de carne seca y pan a los presos y les llené una botella con agua a cada uno. Blue apareció de repente.

- Termino de darles de comer a estos cabrones e iremos a la taberna a comer algo.

Al finalizar la tarea ambos nos subimos al caballo. Llegamos a la taberna y ordené a Blue que ordenara la comida, al sentarme en la mesa de un rincón noté que a tres mesas de sitancia estaban Bor y Aisha, ¿le habría dicho Bor de nuestro viaje?

- Aquí tienes. - Dijo Blue depositando un plato delante mio. Pescado con lo que parecía ser puré de calabazas.

Comí lentamente, la comida no estaba nada mal y Blue hablaba de los días en los que vivía con su padre y hermana, los días en los que trabajaba en una granja con su familia. Si mal no recuerdo, oí que su hermana fué llevada por su comprador al castillo de Mut. Unos gritos me despiertan de mis pensamientos...

- ¡Me pones agua en el licor malnacido!

- Cálmate Jewells, aquí el licor es el más puro y fuerte de todo Roca de Hierro, estás ebrio y no podrás embriagarte más. - Tranquilizó el tabernero al ebrio.

El ebrio llamado Jewells se enfureció y lanzó un golpe con una botella hacia el tabernero, el cual esquivó ágilmente. Salté sobre mi mesa y sobre la de otra persona y aterricé justo detrás del ebrio.

- ¡Está usted bajo arresto! - Grité mientras sacaba las esposas.

El ebrio se dió vuelta y me lanzó con la botella de licor, la cual me cruzó justo al lado de la cabeza y terminó reventada contra la pared.

- ¡Nadie me pondrá bajo arresto hijo de puta! - Gritó éste y lanzó un golpe hacia mi.

Esquivé torpemente el golpe y retrocedí algunos pasos, el ebrió se tambaleaba con cada paso que daba, debía buscar el momento oportuno. Lanzó una especie de embestida hacia mi, hice lo mismo y ambos caímos sobre el suelo de la taberna, a tan sólo dos metros de la mesa de Aisha y Bor.
El ebrió cayó sobre su cara y aproveché a colocarle las esposas.

- ¡Muévete Blue! - Grité mientras salia con el ebrio que vociferaba insultos a la calle fuera de la taberna.

Lo único que hacía era tambalear y caerse, por lo que tuve que levantarlo unas once veces hasta que finalmente lo lancé a una celda.

- La cena es a las nueve. - Dije como siempre.

La tarde pasaba, al parecer el borracho sería el único delito que tendría por hoy. Volví a recorrerme el pueblo nuevamente con Blue pero nada, y el sol se estaba por poner.

- ¿Problemas? Hay un preso nuevo. - Preguntó Krumm.

- Sí, ese borracho armó un lio en la taberna, si está un poco maltratado es por que no me pude contener. - Expliqué mientras me sentaba delante de su escritorio.

- No hay problema, les he dado de cenar así que ya puedes retirarte Oleg, que tengas una buena noche. - Pronunció Krumm mientras ordenaba unos papeles.

- Buenas noches. - Dije saliendo de la oficina de Krumm, puse marcha hacia la taberna.

Blue ordenaba la comida mientras yo dejaba mi pasamontañas y a Carmesí sobre la mesa, colocaba mis piernas sobre ésta, y le daba un gran trago a una jarra de cerveza.

- A comer algo y a dormir... - Murmuré con los ojos cerrados.

Pronto tendría que partir.
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Mensaje  Skimmer Sáb Mar 24, 2012 9:33 pm

Blue devoró ávidamente la última empanada.

Oleg le observaba. Era un chico fuerte, de eso no cabía duda. Pese a su frágil apariencia, había coraje en su interior. Y también lealtad, una lealtad ciega. Oleg se preguntó si al comprarlo a aquel hombre, Blue se había convertido en su esclavo. ¿Y si el chico decidía irse? ¿Le dejaría marchar sin más?

- ¿Has terminado tu desayuno? - le preguntó Oleg secamente. No le gustaba que el afecto que sentia por el chico se filtrase entre sus palabras.

Blue asintió enérgicamente mientras vaciaba su vaso de leche.

Se disponían a salir de la taberna cuando escucharon unos gritos, provenían de la tienda general.

- Ve a buscar a Krumm. ¡Corre! - le ordenó Oleg a Blue mientras sacaba a Carmesí.

El chico obedeció sin titubear. Oleg corrió hasta la entrada de la tienda, justo a tiempo para ver como dos bandidos salían de ella.

- ¡Te lo dije, pan comido! Ahora llevemos el botín a... - el bandido cesó su parloteo en cuanto vio a Oleg frente a ellos, machete en mano.

- Yo me encargo de este mierda, tú ve a buscar los caballos. ¡Venga! - le ordenó el otro bandido. Parecía ser el líder.

Su compinche salió corriendo, dejando solos a Oleg y al bandido líder, el cual se había descolgado una maza de la espalda.

Ambos se miraban fijamente. En las puertas de sus casas, los habitantes de Roca de Hierro contemplaban fascinados el inminente baño de sangre.

- Y bien...¿bailamos? - dijo el bandido mostrando una sonrisa mellada.

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Mensaje  GioRock Dom Mar 25, 2012 12:30 am

Pasé toda la noche intranquilo, cada media hora mis pensamientos hacían que me volviera a despertar. AL ver que no podía dormir salí al porche de la casa y allí me quede contemplando las estrellas. Se veían enormes y una luna creciente parecía sonreírme, me relaja tanto mirar el cielo. Comencé a pensar en el como decirle a Aisha que había aceptado la propuesta de Oleg...

- Despierta dormilon, está amaneciendo! - me sobresalto una voz femenina.

- Ummmm... Aisha, eres tu? - conteste aun medio dormido.

- Quien sino se atrevería a despertarte. ¿Qué haces aquí fuera?

- Nada, no podía dormir, salí fuera a tomar el aire y supongo que caí rendido. - le dije mientras me levantaba. Aisha se veía radiante, los tirabuzones de su pelo jugaban con la brisa que corría.

- ¿Vamos a desayunar algo antes de entrar a trabajar? - me dijo mientras me tendía la mano.

Fuimos en dirección a la taberna, allí nos prepararon un par de huevos con algo que se hacia llamar bacon.

- Aisha, tengo que decirte algo. En nada vamos a parir y bueno, necesitamos toda ayuda posible.

- Si, y cual es el problema? - me pregunta mientas juguetea con su plato de comida.

- Esa ayuda será Oleg...

AIsha me mira con los ojos salidos de órbita.

- Pero que coño, tu estas loco? Sabes lo que me hizo ese tío? para ahora encima ayudarle? - grita.

- Aisha, lo se pero...

- Mira Bor, no hay peros que valgan tu sabrás lo que haces.

Aisha se levanta de la mesa y sale refunfuñando algo entre dientes. La gente mira la escena en silencio.

- Sigan desayunando caballeros, aquí no hay nada que ver. - les digo mientras me levanto de la mesa.

Al llegar a la consulta Flint está ojeando unos viejos papeles.

- Bor, ¿sucede algo? - me pregunta al verme la cara.

- No es nada Flint, una mala noche.

- Ok tu siempre como una tumba chico, bueno ahí tienes tu jornal. Hoy no hay gran cosa por hacer, podrías ir a echar un ojo aquel vecino que se hizo añicos su tobillo. - Yo simplemente salgo de la consulta con el maletín, no tengo ganas de hablar.

Al volver a salir a la calle me doy cuenta que no hay ni un alma. Mi única compañía es un sol castigador. Puedo ver a dos hombres que parecen que están peleando. Al acercarme más compruebo que es Oleg con otro tío con una maza, alguien que no tengo visto del pueblo...

La curiosidad me corroe por saber que sucederá, pero será mejor que me mantenga al margen de esto.

Al llegar a la casa del anciano, este sigue igual, le realizo sus curas, sin quitarme de mi mente la conversación con Aisha. El anciano solo se queja incluso en algún momento me pide que pare que le duele demasiado.

- Bueno, hoy no está tan hinchado. Lo único que puede hacer es mantenerse en reposo.

- Gracias Bor, eres un buen chico.

Me despido del anciano. AL salir compruebo que la normalidad a vuelto, la gente va de un lado a otro con sus quehaceres. AL pasar por delante donde pude ver a Oleg, solo veo unos grandes charcos de sangre que poco a poco la tierra se va tragando.

Voy dirección a la consulta, el que haya sobrevivido de brutal pelea, seguro que se encuentra allí...
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Mensaje  DarkHades Dom Mar 25, 2012 5:56 am

Apenas había amanecido, me estaba poniendo mis botas para irme al trabajo. Blue se despertó junto conmigo, tendría que gastar más dinero en él para hacer el viaje, era un gasto.

- Vámonos a la taberna a desayunar. - Le gruñí mientras me ponía mi sombrero de ayudante de Pacificador y salía a la calle.

El sol apenas había salido, la gente comenzaba a salir de sus casas, los borrachos a dormirse sobre las paredes de las casas y las prostitutas a despedirse de sus clientes.
Al entrar a la taberna el tabernero me saludó y me agradeció por solucionar el conflicto de ayer, no había mucha gente en la taberna esta mañana.

- ¿Y qué va a pedir el cumplidor de la ley ésta mañana? - Dijo el tabernero con una sonrisa.

- Yo quiero unos panes con miel y un vaso de leche, que el mocoso pida lo que quiera, pero que no abuse. - Le dirigí una mirada a Blue, éste entendió el mensaje.

Caminé hacia una de las mesas, la misma de siempre, la misma en la que hace un tiempo luché lado a lado con Warwick contra Groak. Warwick. ¿Qué habrá sido de ti?

Blue depositó un plato delante mio, cuatro rebanadas de pan con miel y un vaso lleno de leche. Vi su plato, empanadas con un vaso de leche.
Comí lentamente, no había apuro alguno, pensaba en el viaje y en las cosas que me faltaba para mi y Blue, más odres con agua y tal vez alguna otra cosa, tengo el dinero suficiente.

Finalmente terminé mi desayuno, Blue devoraba ávidamente su última empanada, Blue tenía a pesar de su frágil apariencia, una gran fuerza interior, tenía una gran chispa. También era fiel, fiel a mi, mucho. ¿Pero qué pasaría si Blue decidía irse? ¿Le dejaría?

- ¿Has terminado tu desayuno? - Le pregunté secamente.

Éste asintió enérgicamente con la cabeza. Me levanté de la mesa y cuando apenas salimos de la taberna escuchamos varios gritos en la tienda general.

- Ve a buscar a Krumm. ¡Corre! - Le ordené a Blue mientras sacaba a Carmesí de su funda.

Blue sin pensárselo dos veces se dirigió a la oficina de Krumm a toda velocidad. Yo por mi parte corrí a toda velocidad hacia la tienda general esquivando la gente que me tapaba el camino.
Al llegar pude ver a dos bandidos que salían de la tienda con su botín.

- ¡Te lo dije, pan comido! Ahora llevemos el botín a... - El bandido cesó su parloteo en cuánto me vio delante de ellos con mi machete en mano.

- Yo me encargo de este mierda, tú ve a buscar los caballos. ¡Venga! - Le ordenó el otro bandido. Parecía ser el líder.

Su compinche salió corriendo, el bandido nos dejó solos, a mi con el que parecía ser el líder. Éste se descolgó una maza de su espalda.

Ambos se miraban fijamente. En las puertas de sus casas, los habitantes de Roca de Hierro contemplaban fascinados el inminente baño de sangre.

- Y bien...¿bailamos? - Dijo el bandido mostrando una sonrisa mellada.

No apartábamos la mirada, finalmente decidí avanzar, yo comenzaría éste baile.


- Espero que recuerdes como bailar un vals. - Murmuré con una gran sonrisa tras mi pasamontañas.

Comencé a avanzar a paso lento hasta que cambié de estrategia avanzando en zig-zag con el machete empuñado firmemente con mis dos manos. Al llegar a una distancia prudente di un giro completo y dirigí un machetazo a su pecho.
Con un ágil movimiento, le propino un buen tajo al bandido en el pecho. Éste lanza un aullido de dolor, pero aún así se lanza contra mi, blandiendo la maza sobre su cabeza.

Retrocedo varios pasos tambaleándome, siento sangre bajo mi pasamontañas, veo como los habitantes de algunas casas se llevan las manos a los ojos y otros gritan gritos de aliento. Carmesí lleva sangre encima, le he propinado un machetazo medianamente bueno.

- No sabes cuánto esperaba tener que luchar en éste pueblito, aquí casi nadie tiene los huevos para iniciar una pelea y enfrentarse a mi. - Dije con voz firme mientras me levantaba.

Corrí hasta su dirección con la velocidad que me permitían mis piernas, al llegar a una distancia cercana frené en seco y pegué un salto a su derecha para tratar de despistarlo. Verticalmente y cortando el viento dirigí un machetazo de Carmesí hacia su hombro derecho.

Carmesí hizo brotar un río de sangre del hombro del bandido. Éste soportó el dolor lo mejor que pudo, pero tuvo que cambiar la maza de mano, aquel hombro había quedado inutilizado para el resto del combate.

Hizo ondear la maza un par de veces y descargó contra mi mano derecha.
Soporté el dolor lo mejor que pude, tal vez me haya roto algún hueso de mi mano derecha pero no había tiempo para pensar en eso. El bandido ha cambiado de brazo, su brazo derecho ha quedado totalmente inutilizado. Retrocedo un par de pasos y con casi la misma velocidad que antes corro hacia él mirándole fijamente a los ojos, derrapo delante suyo y con gran fuerza de cada músculo de mi cuerpo dirijo a Carmesí horizontalmente hacia su cabeza.

La cabeza del bandido voló durante lo que pareció una eternidad. Finalmente aterrizó, rodó un par de veces y se quedó quieta. El rostro del bandido había quedado contraido en un rictus horrible, algo que me hizo sonreír.

Se escuchó el sonido de unos cascos de caballo y Krumm apareció por detrás de la tienda. Iba montado en su corcel. Al parecer, él mismo había atrapado al otro bandido y había atado una cuerda que iba desde el cuello del maleante hasta la grupa de su caballo.

- Buen trabajo, Oleg. Espero que ese miserable no te causase muchos problemas. Aunque parece que has acabado mejor que él - dijo echándole un vistazo al decapitado. - A este le colgaremos. Puedes tomarte el resto del día libre, ya has hecho suficiente por hoy.

Krumm tras decir ésto se retiró, sólo asentí con la cabeza, la adrenalina corrió por todo mi cuerpo y me sentía vivo, finalmente me desmoroné.
Dos personas me ayudaron a levantar, les dije que estaba bien y me retiré de la escena.

Abrí la puerta de la oficina del Pacificador, justamente estaba encerrando al compañero del bandido que maté.

- ¿Sabes lo que le pasó a tu amigo verdad? - Le pregunté desde el otro lado de la celda mientras me quitaba el pasamontañas y el gorro y le mostraba mi gran sonrisa.

- Que te jodan cabrón... - Murmuró éste desde un rincón de la celda.

- Déjalo Oleg, ven y toma las quince piezas de oro de hoy, te las has ganado soldado. - Dijo Krumm, se acercó por detrás y las depositó sobre mi mano.

- Gracias, me iré a dormir un rato a casa. - Dije mientras salía de la oficina seguido de Blue.

- ¡Deberías hacerte ver esas heridas! - Gritó Krumm pero le ignoré.

Al llegar a casa me mojé con algo de agua la herida de la cabeza, no tenía tan mala pinta, de igual manera luego hablaría con Flint al respecto.
Me acosté en mi cama y me dormí, cuando desperté el sol se estaba escondiendo. Me levanté apresurado y me dirigí rápidamente seguido de Blue hacia la consulta. Al llegar nos atendió Flint.

- La herida de la cabeza no es tanto, me preocupa la mano, me duele demasiado y apenas la puedo mover. - Le gruñí parado delante suyo, como siempre me obligó a quitarme mis prendas.

Tras examinarme unos minutos Flint finalmente habló.

- No son heridas graves y las podría curar en un santiamén por un módico precio. - Dijo éste.

- No, se curarán solas y además... - Fuí interrumpido, Bor había entrado.

- ¿La pelea de hoy? - Preguntó éste no muy sorprendido.

- Sí, le corté la cabeza al maldito hahaha. - Le dije riéndo.

- Qué humor tienes. ¿Quieres hablar sobre algo? - Preguntó éste viéndome la herida de la cabeza.

- No lo sé. ¿Tú?

Supongo que había algo de tiempo para hablar, quería finalizar la charle e irme a dormir nuevamente.
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Mensaje  Toletum Dom Mar 25, 2012 8:18 pm

Me levante especialmente cansado este día, no entendía por qué si no había trabajado ni nada, pero estaba cansado. Me vestí rápido para ir a ver al tendero, me tocaba trabajar y mataría dos pájaros de un tiro, me llevaría los 5 artículos de la tienda aprovechando que teníamos que partir en pocos días hacia el castillo que vio Oleg, además estos últimos días Oleg había venido a preguntarme si le acompañaba en busca de respuestas. No me parece nada mal ir, pero me da mala espina toda esta situación, quizás encontremos las respuestas que buscamos o tal vez una muerte segura, sea como sea tenía que encontrar las respuestas que buscaba.

Me puse el vaquero, las botas por encima del pantalón y una camiseta que encontré. Cogí el tomahawk y lo puse entre mi cinturón y mi cadera, cerré la puerta de la cabañita y salí hacia la tienda sin perder más tiempo. Por el camino, vi a Bor dormido cerca de su casa en la calle, estuve a punto de decirle algo, pero se acarcaba a él Aisha asique imaginaba que lo haría ella.

A los pocos minutos al fin llegue a la tienda, el tendero estaba allí en la puerta mirándome fijamente mientras llegaba. Salude con la mano mientras llegaba, sin mediar más palabras que un simple buenos días jefe, entre y me puse a colocar los artículos de la tienda que me dijo. La mañana fue tranquila salvo por un pequeño accidente por no prestar atención. Los cuernos que se usan para dar avisos estaban mal colocados y al poner una de las cajas del almacén al lado cayeron en cascada uno tras otro, me salve de la riña del jefe porque no estaba conmigo en ese momento.

Cuando termine de colocar el almacén, salí a la tienda y me puse en el mostrador, en ese momento me puse a pensar que necesitaría para el viaje y en aprovechar que podía escoger 5 artículos de la tienda para coger los que me sean de ayuda. Poco tiempo después entro a la tienda Oleg, no me fije en que era él hasta que fue directo hacia el mostrador.

- Buenos días señor...oh, eres tú Oleg. - Dije

- Buenas, quería volver a hablarte sobre el viaje. - Pronuncio en voz alta.

- ¿Qué es?

- He encontrado dos acompañantes más, Bor y Aisha, Bor ha accedido a viajar conmigo, sólo faltas tú y seremos cuatro.

- No lo sé muy bien.

- Es nuestra oportunidad – Murmuró acercándose a la barra - juntos podremos conseguir las respuestas que tanto hemos buscado, juntos podemos con todo.

Sinceramente me lo estaba pensando mucho, pero en el fondo sabía que iba a ir asique no quise darle muchas más vueltas y le contesté afirmativamente a su pregunta.

- ¿Qué dices? - Dije alzando mi mano.

- De acuerdo. - Respondió éste y me estrechó la mano.

- Posiblemente salgamos mañana o pasado, no lo sé muy bien, pero te recomiendo que estés preparado, si necesitas oro no dudaré en darte algo de lo que tengo. Me retiro por ahora, espero que nos veamos pronto Coyote.

- Nos veremos pronto Oleg.

Me despedí de él mientras seguía trabajando, llamé al tendero y se acercó le iba a pedir los cinco artículos, los prepararía y al llegar a casa haría el petate para cuando nos fueramos en busca de respuestas.

-Señor, quería pedir los 5 artículos si no es molestia.

-De acuerdo, puedes cogerlos, pero al final de tu jornada, no pierdas tiempo. Por cierto te recomendaría pasarte por el establo también a por tu caballo.

-Gracias, sin duda al final de la jornada pasare a por el caballo y me llevare todos los artículos.

Dio media vuelta y siguió haciendo sus cosas, mientras yo seguía pensativo para ver que necesitaría. Si estábamos fuera de aquí, necesitaría algo para comer, donde dormir y agua, asique sin duda ya sabía lo que escoger. 3 odres de agua, la tienda de campaña y provisiones para una semana. Espero que con eso tenga para el tiempo que este fuera, espero estar solo unos días y no una semana entera.
La jornada de trabajo fue pasando poco a poco y sin contratiempos, se me pasó relativamente rápida, en el descanso para comer aproveche para ir al establo. Salí de la tienda con el permiso del jefe y fui directo. Salió un joven del establo y me miró, mientras se acercaba lentamente.

-Chico, ¿puedes enseñarme que caballos en buen estado tienes?

-Claro señor. –dijó y me invitó a entrar a la cuadra. –Tengo un par de ellos en buena forma, hace unos días vino el ayudante del pacificador a por el suyo.
-Bien chico, ¿tienen nombre? – preguntó curioso.

-Tiene este caballo blanco con la crin gris, es muy buen caballo, yo lo llamo niebla pero apenas me hace. Está en buena forma, además es manso cuando coge cariño y se nota seguro con su jinete.

-Está bien chico, voy a echarle un vistazo.

Me acerqué al caballo, no los tenía miedo, me sentía cómodo con los animales pero no pude evitar mirarle con cautela con sus relinchos, estaba nervioso se le notaba. Pero sería por ver a alguien nuevo tan cerca de él. Sin duda ese seria el caballo que elegiría, blanco como la nieve y sus cabellos grises como el humo que sale de una hoguera cuando se ve de lejos. El muchacho preparó al caballo y lo sacó de la cuadra. Cuando me subí en él noté como todos los músculos de las piernas se estiraban sobremanera, la falta de costumbre harian mella si el camino era muy largo, asique lo lleve cabalgando despacio, di un par de vueltas y volví con el muchacho.

-Te daré un consejo, si a los animales los pones nombres y los tratas con respeto, obtendrás que te traten de la misma forma. – le dije mirándole desde el caballo.

-Eso intento señor, pero no todos los que se llevan el caballo los tratan igual que usted.

-Muchacho, tratame de tu a tu que no soy tan viejo, no te molestare más, pero te pediré un favor, quedate con él hasta que regrese del trabajo. Luego pasare a por el.

El muchacho asintió y yo volví a la tienda, al bajar del caballo note como se me agarrotaban los musculos del interior de las piernas, tendría que salir en estos días antes de irme con él, si no quería que cada vez que bajara del caballo se me agarrotaran los musculos.
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Mensaje  Kealah Lun Mar 26, 2012 2:47 am

Ya habían pasado dos semanas y mediadesde que tuviera lugar la batalla más épica en Roca de Hierro.
Estaba contenta, las historias contarían cómo un grupo deextranjeros habían protegido la ciudad de Tzion y sus habitantes. Yase entonaban canciones en honor de cinco desconocidos que se habían
convertido en héroes y yo... era uno de ellos. ¿Quién me lo iba adecir a mí? Que una antigua esclava, ascendida a prostituta podría llegar a ser bendecida por la gloria en un pequeño pueblo del Oeste.


Durante estas dos semanas que han transcurrido, nadie hatrabajado o al menos, nadie ha cobrado por trabajar. Algunos, como Bor, se han visto obligados a atender a los heridos durante la batalla pero es un trabajo mucho más altruista y necesario que el mío. Me he permitido el lujo de descansar, más bien algo parecido, ya que nadie ha descansado en Tzion. Todos y cada uno de los supervivientes hemos colaborado en las tareas de recuperación del
pueblo, lo que nos ha permitido conocernos más entre nosotros y nuestra realidad es más similar de la que nunca hubiera pensado.


Krumm, Coyote, Bor y yo estamos unidos por el destino si el destino es un anciano con barbas que se dedica a abandonar a la gente en medio del desierto para que encuentre su camino. No he tenido mucho contacto con Krumm y Coyote pero las cosas han cambiado entre Bor y yo desde la noche del combate.


Aquella noche tuvimos una especie de encuentro y estuvo tan bien que me da miedo admitirlo. Desde entonces
no le evito pero me pongo en guardia cada vez que veo como me mira, noto que me mira de forma diferente, como si empezara a sentir algo más por mí. Las mujeres notamos esas cosas y me da miedo que esté en lo cierto. No es que yo no sienta nada por él, es que no sé lo que siento y, hay que admitir que sería una historia un tanto peculiar el amor entre un hombre de bien y una prostituta que tiene un demonio en su interior. Supongo que no es el momento pero somos amigos y dejaré que las cosas sigan su curso.


Aún así, las cosas cambiaron hace cinco días, alguien me había advertido de que Krumm quería vernos en su oficina. Las últimas investigaciones le habían llevado a nuevos descubrimientos y quería que nos pusiéramos en camino hacia Las Cuatro Esquinas para acabar con Los Vástagos de una vez por todas. Estaba con Bor, Krumm y Coyote en la oficina del Pacificador que, curiosamente, era el propio Krumm cuando Oleg, aquel tipo que se despachó a gusto conmigo en el burdel y que había muerto en el combate dos semanas atrás, se presentó en la puerta de la oficina, saludando como si tal cosa.


Después del susto inicial y de nuestra esperada discusión de “reconciliación” salí fuera de la oficina. Ni siquiera me despedí de Bor. No me pasaba nada con él, simplemente estaba demasiado sorprendida como para hablar del tema en ese preciso instante.

En la puerta me estaba esperando Oasis, una compañera del prostíbulo para informarme de que la reconstrucción de la ciudad iba mejor de lo esperado así que los trabajos se podrían reanudar de nuevo y que si quería seguiría manteniendo mi puesto allí.
No era una cosa que me hiciera especialmente feliz, sobretodo teniendo en cuenta que Oleg, el tipo que me violó acababa de regresar de entre los muertos, pero si me iba a poner en camino hacia Las Cuatro Esquinas, necesitaría dinero para comprar provisiones. Así que hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar: La seguí y volví a mi trabajo.


Después de dos semanas sin trabajar y recordando día tras día los besos y caricias de Bor, el hecho de que un tipo gordo, sudoroso y maloliente tocara siquiera uno de los rizos de mi cabeza, era algo que no echaba de menos y me ponía los nervios de punta pero la Madame se puso muy contenta al verme de vuelta.

  • Una de las heroínas de Roca de Hierro trabajando para mí... Desde luego, eso sí que no lo esperaba. Contigo voy a ganar mucho dinero. Vales al menos 6 monedas de oro.


  • ¿Sólo? Ya podías redondear a diez.


  • Querida, ¿has visto tus caderas? No vales tanto. Arriba te están esperando. Date prisa. Y, por favor, sonríe un poco.
Mi primer cliente después de dos semanas no era más que un chaval. Era un pequeño niño tonto que había sobrevivido por suerte a la ira de Los Vástagos. Era alto y un buen cuerpo de herrero bien formado pero su cara no hacía honor a su cuerpo. El acné había causado estragos en sus facciones y tenía más granos de los que una podía contar.
Según me contó Oasis por el camino, era virgen y su padre había decidido que con 17 años era hora de que se convirtiese en un hombre y yo era quien había tenido la suerte de ser su maestra. No cabía en mí de gozo, un muchacho inexperto al que mostrar las artes amatorias de la vida.


  • Hola – Saludé cuando entré en mi habitación, la número 3 era la que me tocaba aquel día. No era
    la suite pero era grande y tenía una cama amplia- Soy Aisha.
  • ¿Aisha? ¿No eres tú una de los héroes de Roca de Hierro? Te vi luchar hace dos semanas, estuviste impresionante.
  • Heroína, si no te importa y sí, luché. Maté a un par de Vástagos
  • ¿Vas a ser tú con quién....?
  • Sí, a no ser que prefieras seguir charlando. ¿Por cuánto tiempo ha pagado tu padre?
  • 3 horas
  • Tenemos tiempo para charlar y para más cosas

Me hubiera quedado toda la tarde hablando con aquel muchacho pero no quería que la jefa tuviera quejas sobre mi trabajo así que procedí a hacer lo que tenía que hacer. Estaba demasiado nervioso para saber cómo empezar, así que fui su maestra, le guié, le enseñé caminos, pequeños trucos y... finalmente no se le dio tan mal como yo esperaba, sabía moverse y se recuperaba rápido, no como aquellos borrachos a los que estaba acostumbrada. Creo que sería un cliente satisfecho más.


  • ¿Y cómo un joven como tú no tiene novia? - Pregunté dubitativa- Eres mejor en la cama que muchos de los tipos con los que me he encontrado.
  • No sé. Las mujeres se fijan mucho en mi cara y no son lo que se dice agradable a la vista.
  • ¿El acné? Tiene arreglo. Vete a visitar al doctor y te dará unas hierbas. Sé que hay unas.
  • Si tú lo dices – Dijo jugueteando con uno de mis pechos - ¿Aún tenemos tiempo para repetir?
  • Supongo que sí.

Una hora más tarde, Ray se fue. Lo habíamos hecho 3 veces, él se había ido tan contento y yo estaba exhausta, rezando para que mi próximo cliente tardase más de la cuenta en llegar. Afortunadamente, el trabajo en Roca de Hierro como prostituta escaseaba, los Vástagos huidos se habían llevado parte de las riquezas de la ciudad y solo los más afortunados podían costearse los servicios de una prostituta.

Aquello me permitió pasar más tiempo con Bor, dos días después de la reaparición de Oleg, Bor vino a verme y le invitó a desayunar. Durante nuestra comida, me comentó que Oleg quería que le acompañáramos todos al castillo de un tal Mut para ayudarle a descubrir cosas sobre su regreso a la vida y sobre nuestra aparición en Tzion.
No me hizo demasiada gracia, así que, por segunda vez en tres días me enfadé con Bor. Se iba a ir e iba a dejarme sola en aquel pueblo extraño y la opción era ir con él.... y con Oleg. No sabía cómo decirle que no, o que sí... Tenía que pensarlo.

No volví a hablar del tema, tenía trabajo. Aquella mañana me esperaba un borracho habitual que pensaba que yo era una muñeca. Tenía un fetiche muy extraño. Me obligaba a vestirme de muñeca, como una de esas muñecas que había en las grandes ciudades, con un lazo anudado alrededor del cuello, los labios pintados de color carmesí, un vestido blanco de satén por encima de las rodillas y mi rizos anudados en la cabeza con dos coletas.

Era una especie de marioneta a su servicio, él me movía, el me llevaba y él me traía. Yo solo tenía que dejarme llevar y hacer lo que me pidiera, dentro de un orden.
La primera vez me asusté mucho porque pensé que me haría partícipe de sus más oscuras fantasías y que tendría que acabar con él de un golpe pero se portó bien. Al contrario que otros muchos, que son demasiado bruscos, Alfred es un borracho solitario que sólo necesita compañía de vez en cuando, un poco de charla, unos besos y unas cuantas caricias.
Ninguna de las veces que he trabajado para él he tenido que ponerle la mano encima, me observa y él mismo
disfruta, no hace falta que haga nada. Cuando queda satisfecho, me obliga a tumbarme en la cama y se queda dormido junto a mí.
El tercer día pasó exactamente eso, se quedó dormido en mi regazo después de autosatisfacerse y de beberse media botella de tequila. Aproveché para quedarme dormida también.


Cuando desperté, en la madrugada del cuarto día, seguía vestida de muñeca, el pintalabios carmesí seguía milagrosamente en mis labios y la pintura negra de mis ojos seguía intacta al amanecer del cuarto día. El pelo estaba alborotado pero los lazos que sujetaban las coletas no se habían deshecho. La única diferencia del día anterior, es que Alfred se había ido.

  • Ya era hora de que despertaras, Aisha – Dijo una voz detrás de mí. Era una voz conocida pero no conseguía asociarla a nadie. - Llevo varias horas esperando. Estabas tan guapa dormida que me dio pena despertarte. ¿Vas a ser también una muñequita para mí? Ja...
Aquella risa... aquella risa solo podía ser de una persona. Giré mi cabeza lentamente hacia el lugar del que provenía aquella carcajada. Efectivamente era él. Allí estaba Oleg, mordiendo una manzana con su gabardina por las rodillas y su aspecto tan fantasmagórico. No me podía ver la cara pero, si hubiera podido verme, estoy segura de que mis ojos estaban a punto de salirse de las órbitas.

  • ¿No me vas a saludar como me merezco, Aisha? He pagado por estar aquí contigo. Bueno, esa Madame no pudo negarme la entrada cuando me vio, quería cobrarme seis monedas de oro pero sólo consiguió que la pagara dos. Me parecía excesivo pagar un precio tan alto por ti. - Me miró de arriba a abajo- ¿No vas a decir nada? No me gusta mucho hablar solo... - Estuve a punto de ponerme a gritar, así que se levantó hacia mí y se sentó sobre mis piernas tapándome la boca – No grites, no me gusta que griten. Desde que volví de entre los muertos me duele a veces la cabeza sobretodo cuando te oigo gritar. ¿Vas a estar tranquila? - Asentí.
  • ¿Qué quieres? - Pregunté indecisa- ¿No tuviste suficiente la última vez que tienes que volver a hacerme daño de nuevo?
  • Aisha, qué equivocada estás. Ya no me interesa eso. Como sabrás he regresado de entre los muertos y mis preferencias, han cambiado. He venido para hablar contigo.
  • ¿Hablar conmigo? Estás en mi cama, no dejas que me mueva y sólo quieres hablar conmigo. Claro. Soy tan difícil de localizar en la calle...
  • Qué graciosa eres a veces, Aisha. Ya me quito de encima. Ahora, quiero hablar.
  • ¿De qué quieres hablar, Oleg? - Dije levantándome de la cama y dirigiéndome a la alacena donde la madame guardaba un montón de vajilla, platos y cubiertos.
  • Quiero que me acompañes. Quiero que vengas conmigo, con Bor y con Coyote. Por alguna razón, luchas bien y te necesito.
  • ¿Es eso? Al “Castillo de Mut”, ¿no? Bor me lo dijo. Pronunció tu nombre y me enfadé tanto que quisiera ir contigo... Sabía lo que me hiciste.
  • Todos estamos unidos y buscamos respuestas, ¿por qué no vamos a encontrarlas todas juntas? Como te pones, por un día de diversión que tuvimos juntos, estoy seguro de que en el fondo disfrutaste. - Le lancé un plato a la cabeza que esquivó por poco.- Tienes buena puntería. ¿Qué me dices? ¿Nos acompañas?
  • Iré. Tú y yo no vamos a ser amigos, tú y yo sólo vamos a ser compañeros de viaje. Nos ayudaremos en lo que necesitemos cuando lo necesitemos. Y... No nos harás daño físico ni a mí ni a Bor,
  • ¿Qué más condiciones he de cumplir?
  • Nadie debe saber de nuestro encuentro de esta noche. Si no cumples con eso, no iré contigo y
    sabes que soy un elemento valioso.
  • ¿Y tú qué? Acabas de tirarme un plato, pequeña.... Z... Aisha... Nos llevaremos bien- Sonrió- Y ahora quiero recibir los servicios por los que he pagado. Ven aquí. Quiero saber si los no muertos podemos sentir algo...
  • Recuerda nuestro trato- Dije a cierta distancia- No puedes hacerme daño.
  • No lo olvidaré, ahora ven aquí.
Me acerqué tímidamente a donde Oleg se encontraba. Sus fantasmagóricas vestimentas ondeaban con el escaso aire que entraba de la ventana. Se quitó su gabardina y la depositó sobre una silla. Me esperaba con su camiseta blanca de manga larga, cubierta de polvo y con los cercos del sudor bajo las
axilas. Se quitó las botas y caminó hacia mí.
Nos encontramos en medio de la habitación y desabrochó mi vestido que cayó dejando a la vista mis pequeños pechos. Sentí una extraña excitación al sentirme tan vulnerable, desnuda frente a Oleg, el hombre muerto.

Levantó su brazo y, por un momento, temí que me fuera a golpear pero se quitó la camiseta y pude ver sus cicatrices. Tenía una cicatriz profunda y palpable en mitad del pecho. Curiosa y sin pensar la toqué.

  • Ahí fue justo donde me apuñaló uno de esos Vástagos. ¿Es rara verdad? Supongo que yo también puedo tocar – Dijo sujetando uno de mis pechos con su mano – Son pequeños pero apetecibles- Rió.

Con su mano libre, cogió mi cabeza y me atrajo hacia sí. De repente sentí como sus labios de hombre
muerto rozaban los míos, de mujer viva y algo se revolucionó en mi interior. Sentí una excitación impropia del momento, sobretodo para una prostituta que estaba haciendo su trabajo y, por un segundo, deseé separarme de aquellos labios demoníacos pero pareció notarlo y, en lugar de separarse, sus manos siguieron jugando con mi pelo, deshaciendo mis coletas.

  • ¿Te había dicho que odio jugar con muñecas, Aisha?
Mi cascada de rizos caía ahora sobre mis hombros desnudos y mis sentimientos bullían como locos, le odiaba pero nunca había sentido una excitación similar. Me cogió en brazos como si realmente fuera una muñeca y me lanzó sobre la cama.
Se tumbó sobre mí y me hizo disfrutar. Intenté fingir, resistirme pero la excitación era algo que no podía controlar así que era mi turno. La lucha había comenzado. Esta vez fui yo quien tomó las riendas, me puse sobre él y me convertí en una salvaje sin control.
Oleg se reía, parecía disfrutar con aquello, sobretodo cuando me coloqué sobre él y le golpeé la cara. No quería hacerle daño, era algo de nuestra lucha pero una gota de sangre se derramó por la comisura de sus labios. Algo me impulsó a lamer sus heridas.

No sé si aquello le gustó o no pero después de golpearle, rió más fuerte y se contuvo. No tuvo que golpearme, sólo sujetó mis muñecas.

  • Sabía que eras una fiera, Aisha.

En algún momento de la noche, la lucha terminó y me quedé dormida. Cuando me desperté, Oleg se había ido y, por primera vez desde que recuperara mi libertad, sentí miedo por lo que había pasado la noche anterior. Me vestí y fui a casa de Bor.
Estaba en la habitación, aún no se había despertado y le contemplé durante unos instantes. Nadie podía saber qué había pasado en aquella habitación la noche anterior entre Oleg y yo y mucho menos Bor.

  • ¿Quién es? - Preguntó Bor adormilado.
  • He tomado una decisión. Partiré con vosotros.
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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  DarkHades Lun Mar 26, 2012 6:20 am

Me desperté repentinamente con un gran nudo en la garganta, había tenido una especie de pesadilla, pero sin embargo no podía recordarla. Sobre mi pecho estaba dormido Blue, al cuál aparté inmediatamente, me daba una repugnancia tremenda ese tipo de muestras de afecto.

- Hora de ir al trabajo. - Le gruñí mientras me colocaba la chaqueta de cuero negra y el pasamontañas.

Me sentía un poco mejor, la cabeza ya no me dolía y la mano comenzaba a desinflamarse. Todavía recuerdo el placer de ver la cabeza de aquél bandido volar en el aire y finalmente aterrizar sobre la tierra con una horrible expresión en su rostro...oh y la adrenalina corriendo por todo mi cuerpo como si fuera una llama demoníaca...

Salimos a la calle y ordené a Blue que comprara seis odres con agua y los guardara en nuestra casa. Ah y también que trajera gratis ya que aún me faltaba escoger un objeto de la tienda general, provisiones para una semana. Le di el dinero necesario y corrió hacia la tienda.
Yo por mi parte me dirigí hacia la oficina de Krumm. ¿Qué será de Krumm cuando nos vayamos, acaso irá el sólo con algún grupo de gente a liberar Las Cuatro Esquinas?

- No es problema tuyo, Oleg, has hecho suficiente salvando éste pueblo abandonado en medio del desierto. - Murmuré para mi mismo.

Al entrar a la oficina Krumm me recibió con un gran apretón de mano, hice una mueca de dolor cuando apretó demasiado mi mano derecha.

- Oh, lo siento Oleg, lo había olvidado. ¿Cómo estás hoy, piensas trabajar? - Preguntó Krumm y volvió a sentarse tras su escritorio.

- Estoy bien, sí, pienso trabajar. - Pronuncié con voz algo ronca y me senté delante suyo.

- En ese caso hoy me ayudarás a colgar al compañero del bandido que mataste ayer, hoy es su día de ejecución.

- ¿Ahora? - Pregunté ansioso por acabar con esa lacra humana.

- No, ésta tarde, ahora mismo necesito que patrulles las calles, ya sabes, lo típico. - Ordenó éste.

- Como desees, mañana empiezo mi viaje. - Cambié de tema.

- Finalmente, ¿quiénes son tus compañeros?

- Coyote, Bor y...Aisha. - Sonreí al nombrar a ésta última.

- Me parece perfecto, sé que llegarán muy lejos juntos.

- Jefe, antes de irme a patrullar, ¿podría pagarme las quince monedas de hoy? - Le pedí a Krumm.

Éste asintió y me entregó las monedas.

- Gracias. - Murmuré y salí hacia la calle.

- ¡Que tengas suerte! - Gritó desde la oficina.

Blu reapareció, me comentó que compró todo lo que le ordené que comprara. Buen chico...

Ambos subimos a nuestro gran caballo negro, Blue le había colocado Ghost.

- ¿Por qué le pusiste Ghost a éste caballo?

- Para hacerte fama. - Dijo éste sentado detrás mio.

- ¿Fama? - Pregunté sin entender.

- Sí, el Guerrero de la Calavera, el que se levantó de entre los muertos y su caballo Ghost.

- Que idiotés. - Dije despreciativamente.

Ya estaba por ser mediodía cuando Krumm vino a mi encuentro.

- Oleg, ven a la oficina conmigo, necesito que me ayudes a firmar unos papeles importantes, son demasiados para completarlos una sola persona en un día. - Me pidió éste.

La verdad es que prefería patrullar las calles y detener delincuentes antes que firmar papeles y ordenarlos, pero no tenía otra alternativa.

Ambos, yo y Krumm, nos sentamos en el escritorio y comenzamos a ordenar la montaña de papeles. Mi madre me había enseñado a leer, mi padre le decía siempre que un guerrero no necesitaba leer, sino saber combatir y morir con honor. Pero mi madre ignoraba lo que él decía y finalmente me enseñó a leer.

- Es muy útil, Oleg. - Dije mi pensamiento en voz alta.

- ¿Qué? - Preguntó Krumm mientras ponía otra pila de papeles sobre el escritorio.

- Nada, sólo estaba recordando como mi madre me había enseñado a leer. - Expliqué mientras ordenaba y firmaba los papeles uno a uno.

- Es un talento que pocos tienen. - Dijo éste.

La tarea que estábamos haciendo era aburridísima, incluso en un pueblito como éste los crímenes eran elevados. Ni siquiera fuímos a la taberna a almorzar, pero en cambio Blue nos trajo varios sandwiches para comer mientras trabajábamos.
Finalmente terminamos de ordenar y firmar los papeles y era hora de colgar al bandido.

- ¿Qué hora será?

- Deben de ser las cinco, deberíamos de ejecutar a ese cabrón. - Dije levantándome del escritorio.

- Espósalo y llévalo al cadalso, yo llevaré la silla.

Me metí al cuarto de celdas y ahí estaba él, resignado, arrodillado delante mio, con los ojos húmedos.

- Levántate y contra la pared basura, ha llegado tu hora. - Decía con una gran sonrisa mientras abría la celda y le colocaba las esposas.

Salimos a la calle, guardé mi pasamontañas en mi bolsillo y me volví a colocar el sombrero de ayudante de Pacificador. Sonreía de solo pensar en darle una patada a la silla y ver su cuerpo colgando moverse inútilmente con tal de lograr respirar un poco.
La gente nos miraba y nos seguía, sabían lo que se avecinaba, no querían perderse el espectáculo grotesco por nada del mundo, en el fondo somos todos unos salvajes.

Subí junto con el preso al cadalso, Krumm colocó la silla y le ordené que se parase encima. Éste obedeció sin rechistar. Ajusté la cuerda a su cuello, bien ajustada y le puse una bolsa de tela en su cabeza. Me paré al lado de Krumm, iba a decir algo.

- ¡Se le acusa con la pena de muerte por ahorcamiento a Jederich Sechia por haber robado y por tratar de huir de la ley!

El público gritó, le querían ver muerto.

- Ya sabes qué hacer Oleg. - Me dijo Krumm al oído.

Sonreí, se me escapó una pequeña risita. Corrí hasta el bandido e hice volar la silla al aire de una patada. El bandido cayó y comenzó a retorcerse horriblemente...hasta que dejó de hacerlo.
La gente observó unos minutos en silencio hasta que finalmente gritaron como bestias en una pelea, la ejecución no era más que un método de entretenimiento después de todo.

Observando más detalladamente al público pude observar a Coyote, Bor y Aisha, ellos no gritaban, simplemente me miraban fijamente como si hubiera cometido un pecado imperdonable. Simplementé les miré y estallé en risas
El sepulturero subió al cadalso y nos dijo a mi y a Krumm que ya había cavado una fosa común para el cuerpo, así que las órdenes de Krumm fueron claras, bajar el cuerpo y lanzarlo a la fosa.

Desaté el cadáver y lo puse sobre mi hombro, con Krumm a un lado y Blue al otro comenzamos a abrirnos paso entre la multitud. Crucé al lado de Bor, Coyote y Aisha, le guiñé un ojo a ésta última la cual su única reacción fué desviar la mirada, tenía una idea para ella.
Le quité las esposas al cuerpo y el trapo que le sirvió de máscara y lo lancé a la fosa. Krumm y el sepulturero hicieron una especie de rezos. ¿Ejecutar a una persona y luego rezar por ella? Vamos...

- Puedes irte a descansar...Oleg. - Dijo Krumm cuando finalmente terminó su rezo.

- Sí Krumm, ¡muévete Blue!

La noche se había abalanzado sobre nosotros y me dirigí hacia la oficina de Krumm a ver nuevamente el mapa. Me senté en el escritorio junto al mapa y lo observé. No sólo observé a el castillo de Mut, sino también las demás ubicaciones. Hespérides, Columbia, el precipicio de las ánimas, todo...

- Pronto encontraré respuestas... - Murmuré mirando a Blue con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambos nos retiramos de la oficina de Krumm y nos dirigimos a la taberna a cenar algo. Me dirigí a la misma mesa de siempre, en el rincón, la misma en la que yo y Warwick habíamos luchado no hace mucho. Blue regresó a los pocos minutos y trajo un gran plato hondo de guisado con mucha carne para mi más una jarra de cerveza y unas empanadas para él con zumo de frutas, las empanadas parecían ser su platillo favorito.
Comí sin apuro alguno, el guisado estaba caliente y exquisito, lo mejor para una noche de tanto frío como ésta. Pensaba en el viaje, quería llegar rápido a mi destino, pero algo me decía que el destino tenía otros planes para mi.

- Vámonos a casa. - Dije colocándome el pasamontañas.

Llegamos a casa y Blue se lanzó sobre la cama, yo en cambio me acosté en el sofá, no me gustaba dormir acompañado, menos con él. Dormí unas pocas horas y mal, el viaje estaba en mi mente, no eran nervios, ni sabía lo que era.

- Maldita sea... - Murmuré.

Me levanté del sofá y me coloqué una gabardina negra hasta las rodillas, salí a la calle, la noche me recibió helada. Decidí que me pasaría por el burdel a satisfacer mis deseos, la última vez que lo hice fué con Aisha hace no mucho.
En la entrada del burdel charlaban prostitutas y sus clientes, les ignoré y entré. Inmediatamente me invadió el aroma a perfume barato, alcohol y cigarros. Instantáneamente la madame me interceptó.

- Miren a quién tenemos aquí, el gran héroe de Roca de Hierro. - Decía ésta con sarcasmo - ¿Qué quieres?

- Ver a Aisha. - Dije secamente.

- Bien, son seis monedas.

- No tengo tanto encima. - Mentí.

- Pues ya puedes irte yendo muchacho. - Dijo ésta dejándome sólo.

- ¿Quién sacará a los borrachos de éste burdel si no soy yo? - Pregunté en voz alta.

- Vete con ella y dale el oro, está en el cuarto tres. - Dijo la madame sin darse vuelta.

Subí las escaleras y busqué el cuarto tres, cuando finalmente lo encontré ingresé lentamente y sin hacer ruido. Al entrar pude ver a Aisha vestida como una muñequita, durmiendo y siendo iluminada por únicamente la luz de la luna que se filtraba por la ventana sin cortinas.
Decidí encender unas velas que había sobre la mesa de luz y las coloqué estratégicamente por el cuarto en el que estábamos. Ella seguía dormida...decidí esperar a que despertase, sería una pena despertarla así...estaba hermosa.

Finalmente se comenzó a despertar...

Ya era hora de que despertaras, Aisha – Dije con una voz ronca - Llevo varias horas esperando. Estabas tan guapa dormida que me dio pena despertarte. ¿Vas a ser también una muñequita para mí? Ja...

Ésta giró lentamente hacia la ubicación de la voz y finalmente me encontró, mordiéndo una manzana, mirándola fijamente.

- ¿No me vas a saludar como me merezco, Aisha? He pagado por estar aquí contigo. Bueno, esa Madame no pudo negarme la entrada cuando me vio, quería cobrarme seis monedas de oro pero sólo consiguió que la pagara dos. Me parecía excesivo pagar un precio tan alto por ti. - La miré de arriba a abajo - ¿No vas a decir nada? No me gusta mucho hablar solo... - Cuando estuvo a punto de gritar me abalancé sobre ella y puse una mano sobre su boca, di un último mordisco a la manzana y la lancé a un lado.

– No grites, no me gusta que griten. Desde que volví de entre los muertos me duele a veces la cabeza sobretodo cuando te oigo gritar. ¿Vas a estar tranquila? - Asintió y quité mi mano de su boca.

- ¿Qué quieres? - Preguntó algo indecisa - ¿No tuviste suficiente la última vez que tienes que volver a hacerme daño de nuevo?

- Aisha, qué equivocada estás. Ya no me interesa eso. Como sabrás he regresado de entre los muertos y mis preferencias, han cambiado. He venido para hablar contigo.

- ¿Hablar conmigo? Estás en mi cama, no dejas que me mueva y sólo quieres hablar conmigo. Claro. Soy tan difícil de localizar en la calle...

- Qué graciosa eres a veces, Aisha. Ya me quito de encima. Ahora, quiero hablar.

- ¿De qué quieres hablar, Oleg? - Dijo levantándose de la cama y dirigiéndose a la alacena.

- Quiero que me acompañes. Quiero que vengas conmigo, con Bor y con Coyote. Por alguna razón, luchas bien y te necesito.

- ¿Es eso? Al “Castillo de Mut”, ¿no? Bor me lo dijo. Pronunció tu nombre y me enfadé tanto que quisiera ir contigo... Sabía lo que me hiciste.

- Todos estamos unidos y buscamos respuestas, ¿por qué no vamos a encontrarlas todas juntas? Como te pones, por un día de diversión que tuvimos juntos, estoy seguro de que en el fondo disfrutaste - Me lanzó un plato a la cabeza que esquivé por poco.- Tienes buena puntería. ¿Qué me dices? ¿Nos acompañas?

- Iré. Tú y yo no vamos a ser amigos, tú y yo sólo vamos a ser compañeros de viaje. Nos ayudaremos en lo que necesitemos cuando lo necesitemos. Y... No nos harás daño físico ni a mí ni a Bor,

- ¿Qué más condiciones he de cumplir?

- Nadie debe saber de nuestro encuentro de esta noche. Si no cumples con eso, no iré contigo y
sabes que soy un elemento valioso.

- ¿Y tú qué? Acabas de tirarme un plato, pequeña.... Z... Aisha... Nos llevaremos bien - Sonreí - Y ahora quiero recibir los servicios por los que he pagado. Ven aquí. Quiero saber si los no muertos podemos sentir algo...

- Recuerda nuestro trato - Dijo a cierta distancia- No puedes hacerme daño.

- No lo olvidaré, ahora ven aquí. - Dije con un tono impaciente.

Se acercó tímidamente a dónde yo me encontraba. Observaba mis fantasmagóricas vestimentas que ondeaban con el escaso aire que entraba de la ventana. Me quité mi gabardina y la deposité sobre una silla. Le esperaba con mi camiseta blanca de manga larga, cubierta de polvo y con los cercos del sudor bajo las
axilas. Me quité las botas y caminé hacia ella.
Nos encontramos en medio de la habitación y desabroché su vestido que cayó dejando a la vista sus pequeños pechos. Sentí sin lugar a dudas una pequeña excitación al ver sus ojos. ¿Acaso le daba morbo el estar con Oleg, el que surgió de entre los muertos?

Levanté mi brazo y por un momento creyó que le iba a golpear, pero me quité mi camiseta, dejando ver mis cicatrices. Tenía una cicatriz profunda y palpable en mitad del pecho. Curiosa y sin pensar la tocó.

- Ahí fue justo donde me apuñaló uno de esos Vástagos. ¿Es rara verdad? Supongo que yo también puedo tocar – Dije sujetando uno de sus pechos con mi mano – Son pequeños pero apetecibles- Reí.

Con mi mano libre, cogí su cabeza y la atraje hacia mi. Sentí que se estremeció al tener contacto mis labios fríos de hombre muerto sobre los suyos, de mujer viva y radiante. Aún podía ver esa excitación en sus ojos, pero ésta vez había aumentado considerablemente.
Por un segundo deseó separarse de mis labios demoníacos pero en lugar de alejarla de mi, mis manos seguían jugueteando con su cabello y desarmaba esas coletas.


- ¿Te había dicho que odio jugar con muñecas, Aisha?

Su cascada de rizos caía ahora sobre sus hombros desnudos. La tomé de los brazos y como si fuera una verdadera muñeca la lancé sobre la cama.
Me tumbé sobre ella y la hice gemir como loca. Tras unos segundos de dominación por mi parte ésta vez fué ella quien tomó las riendas, se colocó sobre mi y se convirtió en una salvaje sin control.
Yo me reía, disfrutaba muchísimo de ésto, más aún al saber que la zorrita sentía excitación y placer al hacerlo. Me golpeó en la cara y un fino hilo de sangre escurría por la comisura de mi labio, yo sólo reía a carcajadas.

No la golpié, sin embargo tomé sus muñecas y dije:

- Sabía que eras una fiera Aisha.

El resto de la noche fué única y exclusivamente mía, de ni un cliente, ni de Bor, sólo mía. Luchábamos a nuestro modo, ella era una mujer poseída por la lujuria y la excitación, yo me dejaba llevar y sacaba mi lado más salvaje. Lo hicimos de todas las formas posibles, los gritos, los orgasmos, el placer y la lujuria inundaba la noche.

En algún momento de la noche, nuestra lucha terminó y se recostó sobre mi pecho, nos dimos un último beso y finalmente se durmió. Dormí una hora o dos y estaba por amanecer, moví a un lado a Aisha y me vestí nuevamente. Antes de irme acerqué mi rostro al suyo y le dí un pequeño beso.

Entré a casa y desperté a Blue.

- Vístete, marcharemos dentro de unas horas.


Última edición por DarkHades el Lun Mar 26, 2012 2:33 pm, editado 1 vez
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La Leyenda del Oeste - Página 5 Empty Re: La Leyenda del Oeste

Mensaje  Toletum Lun Mar 26, 2012 11:41 am

Cuando llegue a la tienda me estaba esperando Rox, no se la veía muy contenta, tampoco tenia muchas ganas de averiguarlo, lo menos que quería ahora es que se preocupara por mi partida de la ciudad. Se paró frente a mí y me dio las órdenes de su padre, tenía que llevarle al tabernero dos cajas con comida y bebida, en la nota decía un barril de cerveza, 3 botellas de whisky y 2 de vino. Según el precio que tiene el tendero todo saldría por unas 30 piezas de oro.

Sin más tiempo que perder, salí de la tienda con las dos cajas acuestas, eran pesadas pero el camino no era largo ya que se veía la taberna desde la puerta de la tienda. Por el camino fui saludando a alguna persona que se cruzaba conmigo. Al entrar en la taberna, fui directo a la barra para hablar con el tabernero.

-Aquí está su pedido, serán 30 piezas de oro. – dije, dejando las cajas sobre la mesa.

-¿30 piezas de oro? ¿Estás loco muchacho?- preguntó sobresaltado, y cambio la cara al instante con no buenas intenciones. – Te doy como mucho 25 piezas de oro por todo el lote.

-No, son 30 piezas, bastante rebaja te hace ya el tendero como para rebajar aun más el precio.

-Es muy caro, te crees que soy de oro muchacho, ni para ti ni para mi 26 piezas de oro y un trago de whisky.

-He dicho que no, el trato eran 30 piezas, si no lo quieres pagar me lo llevo a la tienda y las explicaciones se las das a mi jefe.

-Bueno, no te pongas así Coyote, tomas las 30 piezas. Eres duro de regatear, contigo no se puede. – Se limitó a decir mientras reía y colocaba las cajas detrás de la barra.

Salí con la bolsa de las monedas y regresé a la tienda, la fría mirada de Rox me hacía sentir incomodo, aun detrás de los estantes se notaba que me miraba y quería decirme algo, no sé el qué pero algo quería decirme. La tarde fue pasando poco a poco, mientras venían los clientes asiduos a por sus vicios, tabaco y alcohol sobre todo. Fui preparando mis artículos de la tienda puesto que la tarde ya estaba llegando a su fin, no pude aguantar más su mirada y hable con ella, era como tener la vista clavada en mi nuca todo el rato.

-Rox, ¿quieres decirme algo? – pregunté acercándome a ella.

-No… - se limitó a decir por un momento, pero a los pocos segundos como es conocido en las mujeres volvió a saltar con el problema. – No me puedo creer que te vayas de la ciudad y no me digas nada…

-Era eso… Rox, no tienes de que preocuparte solo voy a acompañar a Oleg y a buscar respuestas, quizás las mismas que busco yo. –dije, pero no la dejé tiempo para que dijera nada y continué. – Volveré a la ciudad, y si tienes miedo de que no vuelva es un miedo estúpido puesto que los que me acompañan son bravos a la hora de luchar y Bor viene con nosotros.

-Ya hemos perdido demasiado como para encima perder más gente.

-¿cuál es tu miedo Rox? ¿Qué no vuelva yo? ¿Qué en el viaje me encuentre con problemas y vuelva como la primera vez que me encontraste, mal herido y roto por el cansancio? – pregunté y me proseguí. – No puedo quedarme por siempre aquí, necesito respuestas, ni siquiera se donde esta mi tierra. Necesito que me respondan todas las dudas que tengo en mi mente.

-Haz lo que gustes Coyote, pero ten mucho cuidado, no soy quién para decirte que no vayas por tus respuestas, pero cuídate. – dijo y me abrazo como si supiera que no iba a volver a verme.

-Te propongo una cosa Rox, pasa la noche conmigo. Salimos de aquí, vamos a comer algo a la taberna y te doy un largo paseo en mi caballo nuevo.

Salí de la tienda al poco rato de hablar con Rox y corrí hasta el establo, recogí al caballo y fui a la tienda, en un par de viajes termine de llevar todas las cosas a mi casa, cerré la puerta con llave y salí al galope a por Rox, al llegar la ayude a subir al caballo y fuimos a la taberna. Nos sentamos en una mesa y pedimos algo de comer, dejé un par de piezas de oro en pago de nuestra cena y comimos rápidamente.

El horizonte estaba rojizo, el sol se ocultaba y dejaba paso a la salida de las estrellas y la luna. Rox me abrazaba con fuerza mientras galopábamos por el pueblo, parecía que se estaba olvidando de el viaje y comenzaba a pasarlo bien, entre risas y caricias estábamos pasando una buena noche, no quería que se acabara nunca, pero de lo que realmente estaba seguro es que no acabaría allí la noche.

Al tiempo después de dar ese largo paseo bajo las estrellas, la pedí que viniera conmigo a la cabaña, ella aceptó y dejamos al caballo bien amarrado cerca de la casa. Esa noche entre caricias y besos acabamos en la cama, fui todo lo romantico que pude, y lo hice lentamente mientras la besaba y la miraba a los ojos. Despues de ese momento de muestra de afecto la besé y la abrace mientras ella reposaba sobre mi pecho, al poco rato se quedó dormida. Pese a que estaba muy cómodo no conseguía conciliar el sueño, me llegaban a la cabeza dudas sobre el viaje. Pero pasado el tiempo acabe cayendo rendido.

Desperté justo cuando amanecía, el sol estaba saliendo en el horizonte y yo me desperezaba como podía. Desperté a Rox despacio para que no se sobresaltara, quite mi brazo que estaba debajo de ella y me comencé a vestir y preparar las cosas para partir. Según hablé con Oleg partiríamos pronto.
Rox se levantó tapandose con las sabanas de la cama y dijo: "Voy a echarle un poco de agua para que beba a Bruma". ¿Bruma? pensé, no le quedaba mal viendo como era. Bruma...
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Mensaje  Skimmer Lun Mar 26, 2012 4:46 pm

Jimmy Gun no era un hombre bueno. Al menos eso era lo que su madre y sus hermanas le repetían una y otra vez. Normalmente acompañaban esa afirmación con una negación de cabeza y con algún que otro “¡sinvergüenza!”

Jimmy sonrió. Tenía unos dientes anormalmente blancos y afortunadamente ninguno estaba torcido. Aquella pícara sonrisa le había abierto más de un par de piernas. Sí, Jimmy Gun era todo un conquistador.

La naturaleza había sido generosa con él, y le había concedido una belleza no muy usual en Tzion. Sus cabellos eran de un rubio casi platino, y los llevaba recogidos en una larga coleta. Su piel lucía un bronceado muy saludable, nada que ver con los castigados cutis de los habitantes del desierto. Al fin y al cabo Jimmy no era del oeste de Tzion.

“Nacido y criado en Columbia, socio” decía cuando le preguntaban de dónde provenía.

Jimmy procedía de una familia de campesinos, y ya desde pequeño, en aquella época en la que sus huesudas rodillas siempre lucían arañazos y postillas a medio curar, supo que se largaría de aquel lugar. Soñaba con aventuras, oro, y fama.

Así pues, un día se coló en casa de sus vecinos aprovechando que no estaban. Les robó todo el oro que tenían y se marchó de Columbia sin mirar atrás. El dinero se lo gastó en el primer burdel del camino, y pronto se encontró sin blanca y lejos de su hogar. No tardó mucho en empezar a asaltar a los viajeros que rondaban por los caminos. Poco después se unió a una banda de saqueadores, y sus habilidades como ladrón mejoraron considerablemente.

Ladrón, contrabandista y asesino, esos son mis oficios.

Su constante búsqueda de la fortuna le hizo abandonar a los saqueadores. Se hizo mercenario y recorrió todo Tzion poniendo su espada al servicio de los que estuvieran dispuestos a pagarla. A menudo Jimmy se preguntaba qué no haría por dinero.

Aun así le gustaba pensar que seguía cierto código de honor. Nunca había robado al pobre, ni tampoco había asesinado a mujeres o a niños. ¿Eso ya era algo, no?

El oficio de mercenario no iba tan bien como siempre, así que Jimmy se había visto forzado al contrabando. Se había hecho con algunos objetos de valor asaltando diligencias, y sabía que su contacto en Roca de Hierro le daría algo de oro por ellas. No mucho, lo suficiente como para enterrar su cara entre los pechos de alguna puta durante una semana o dos.

Y así había pasado los últimos días. Se hospedaba en el burdel del pueblo, y su rutina diaria consistía en beber, follar, comer y fumar (con alguna pausa para dormir, claro).

Jimmy había oído que un grupo de personas pretendía cruzar el desierto y atravesar las montañas, así que pensó que podría ofrecerles sus servicios como guía. Los caminos se habían vuelto peligrosos en los últimos tiempos, y sabía que viajar solo era como invitar a los bandidos a llevarse todas tus cosas y a rajarte el cuello de propina.

La furcia a la que se tiraba le había hablado de aquel variopinto grupo. Al parecer uno de ellos, un tipo llamado Oleg, había resucitado.

Estos pueblerinos y sus historias de viejas.

Aun así, decidió hacerle una visita. Se presentó en su casa por la mañana, y esperó apoyado junto a la puerta. Se estaba liando su segundo cigarrillo cuando Oleg salió de la casa seguido de un chico de unos doce años.

Cada cual con sus vicios.


- ¡Eh, tú! ¡Guerrero de la carretera! – Oleg y el niño se dieron la vuelta al oír su voz.

- En realidad es Guerrero dela Calavera – le corrigió el chaval en tono de reproche.

- Ya, eso tiene más sentido – dijo Jimmy exhibiendo una media sonrisa – En fin, he oído que tú y unos cuantos más vais a salir del pueblo. ¿Alguno de vosotros ha cruzado las montañas antes, socio?

- No – masculló Oleg. Su mirada rebosaba desconfianza.

- Yo sí, cuatro o cinco veces. Me conozco todo tipo de atajos y caminos secundarios. Os ofrezco mis servicios como guía. No tendríais que pagarme nada, por supuesto. Mi corazón rebosa generosidad – volvió a sonreír – No hace falta que me contestes ahora, socio. Háblalo con tu grupo, medítalo mientras te la chupan, a mí me da igual. Cuando tengas una respuesta ven a buscarme al burdel, me hospedo allí.

Acto seguido le revolvió el pelo al chico y se dispuso a marcharse.

- ¿Cómo te llamas? – le preguntó Oleg mientras se alejaba.

- Jimmy Gun, socio. No me hagas esperar mucho.

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Post con guiño a Mad Max y todo xD

Espero que os haya gustado Jimmy, os aconsejo tenerlo cerca Wink
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Mensaje  Kealah Lun Mar 26, 2012 5:51 pm

- ¿Cómo has tomado esa decisión? - Dijo Bor mirándome con los ojos abiertos de par en par.

- Necesito saber más sobre lo que llevo dentro- Mentí- Necesito que seas mi amigo.

- ¿Ha pasado algo? - Preguntó echándose a un lado y dejándome un hueco en su cama.

- No - Dije mientras me tumbaba sobre las sábanas junto a él. En aquel momento, necesitaba un amigo al que contarle todo lo que había pasado la noche anterior.

Estaba aterrada. No sólo porque no había dejado de pensar en Oleg desde que me levantara aquella mañana sino porque jamás ningún hombre me había hecho sentir del modo en que me sentí estando con él. Aquella excitación, aquel deseo nunca los había probado pero él estaba muerto y yo estaba viva y aterrada. Necesitaba probarme a mí misma que aquello podría sentirlo con cualquier otro hombre pero no con Bor. No quería hacerle eso, sentía cosas por él y sabía que las sentía por mí. Era una puta pero no era una zorra. Además, en ese momento, sólo quería un amigo.

Me levanté de la cama al rato, dejando a Bor perdido en sus propios pensamientos y me despedí con un beso en la mejilla. Fui a la tienda y a la herrería donde me equipé para la partida. Tenía dos objetos gratis en cada una de ellas por lo bien que había combatido contra Los Vástagos así que cogí una espada larga y un arco con sus respectivas flechas en la herrería y de paso compré un escudo porque, dado que no era muy hábil con la espada, me vendría bien una defensa cuando la utilizara.
En la tienda, cogí alimentos para el camino, una mochila grande, una manta y un par odres de agua para el camino. Ya tenía dos del viaje que realicé con Bor pero no vendría mal tener dos más por si las moscas.

Fui a mi nueva casa y lo dejé todo encima de la mesa, preparado para partir cuando Oleg o Bor se pusieran en contacto conmigo. Rellené las alforjas de mi nuevo caballo con los alimentos que había comprado y guardé mis armas en la mochila. Puse de comer y beber a los dos caballos justo antes de irme a trabajar, lo que me hizo darme cuenta de que aún no tenía nombre para uno de ellos. El viejo caballo se llamaba Hom, sólo Bor y yo sabíamos el por qué del nombre. Mi nuevo huésped era una hembra, una hermosa yegua de color azabache. En cuanto la vi, supe que esa yegua era para mí. El caballerizo que me la regaló pensó que estaba loca, que me caería de la montura en cuanto subiera a ella pero mi mano la apaciguó y desde entonces, todas las noches, vengo un rato aquí, a que se acostumbre a mi presencia.
Es como yo, fuerte, salvaje e indomable, que sólo espera la señal más mínima para salir corriendo.

Eran solo las 11 de la mañana y Alee había venido a buscarme a casa. La Madame me había hecho llamar, alguien había requerido los servicios de Aisha, la heroína de Roca de Hierro y, al parecer estaba muy interesado en ellos.
Solo eran las 11 de la mañana y ya sabía que sería un día duro.

A las 12 llegué al burdel y subí a la habitación número cinco. Aquella era la gran Suite así que el tipo tan interesado en mí, debía de haber pagado una buena suma de dinero. Normalmente, aquella habitación era para Oasis pero me alegré saber que yo también lo valía.
Cuando entré, un tipo alto, fuerte y calvo me esperaba de espaldas y desnudo en la habitación.

- Hola - Saludé, lo que hizo que se diera la vuelta y me mirara fijamente con una sonrisa en una cara completamente desconocida para mí. No me dio miedo pero allí había algo que no me gustaba y no sabía que era. Comenzó a andar en mi dirección - Mi nombre es... - Me golpeó con la mano abierta en el lado derecho de mi cara haciendo que estuviera a punto de caer.

- Me da igual tu nombre, pequeña zorra. - Dijo sin perder la sonrisa- Ya lo conozco y después de esta noche tú no podrás olvidar el mío. He pagado mucho dinero por ti y quiero ver qué es lo que sabes hacer con esas manos y esa boca.

- Los golpes no van incluidos en el precio - Dije intentando aplacar la ira de aquel extraño hombre y recibí un golpe en mi otra mejilla mucho más fuerte que el anterior pero esta vez estaba preparada. Empecé a notar el sabor herrumbroso de la sangre en mi boca y lamí mis labios, desafiando a aquel tipo que tenía enfrente.

- No sabes cuánto he pagado por ti, mucho más de lo que vales, zorra, así que te golpearé cuando me venga en gana. ¿Lo has entendido?

- Sí, pero empezaré a defenderme - Me volvió a golpear justo antes de que desgarrara la parte de arriba de mi vestido.

- He preguntado sí lo has entendido- Esta vez asentí. No tenia ganas de recibir otro golpe. Ni se te ocurra llorar o gritar, zorra. Hasta las 7 me perteneces y haré lo que quiera contigo. -

Me agarró del pelo y me llevó hacia la cama. Me resistí, le golpeé en la cara y le di patada tras patada pero aquello, lejos de echarle para atrás, parecía excitarle. Decidí no resistirme, acepté lo que estaba sucediendo. Deseé con todas mis fuerzas que aquello que acababa de empezar, terminase inmediatamente, pero aquel hombre parecía empeñado en poseerme y hacerme daño. En algo tenía razón, jamás iba a olvidarme de su cara, de su barba, de sus ojos color miel y de sus golpes. Cerré los ojos y recordé la noche de pasión que Bor y yo pasamos, recordé sus besos, su olor y cada una de sus caricias para dejar de tener miedo y, de pronto, abrí los ojos cuando sentí un dolor demasiado fuerte en el estómago.
Me golpeó con todas sus fuerzas para que regresase pero no regresé allí, regresé a la primera noche con Oleg. Ni su golpe más duro había resultado tan doloroso como lo que me estaba haciendo este hombre aún así. Sus golpes y forcejeos dolían demasiado pero era delicado a la hora de entrar dentro de mí, curiosamente aquella zona no me dolía pero no sentía ningún placer.

A las 7, cuando aquel hombre se fue, todavía me podía mover pero me quedé un buen rato tumbada en la cama. Era irrisorio después de la paliza que me había dado. Me dolía todo de cintura para arriba, sobretodo la cara pero no me había dejado marcas demasiado visibles, el muy cabrón supo darme donde más me dolía pero nadie me creería dentro de unas horas.
Me fui a mirar al espejo y mi cara estaba completamente roja, ligeramente inflamada por los golpes recientes, escupí sangre procedente de alguna herida de mi boca y mi estómago dolía después de haberlo utilizado como saco de boxeo. Por suerte, había perdido un tiempo valioso mientras comía y dormía la siesta, tiempo que había usado para descansar en lugar de para golpearme.

Estaba anocheciendo cuando sentí que alguien trataba de entrar por la ventana de la habitación. No tenía más armas a mano que la vajilla de mi querida Madame y mis manos pero sentía los brazos doloridos después de horas de pellizcos, golpes y mordiscos varios, así que preferí lanzar un plato cuando vi que la primera mano se apoyaba en el alfeizar.

- Eh, Shasha, tienes que dejar de lanzarme platos de esa manera cada vez que me ves.

- Ahh, Oleg, eres tú. ¿Qué quieres hoy?

- ¿Así se saluda a un amigo y a un amante tan bueno como yo? - Dijo salvando los pocos centímetros que le quedaban para entrar en el cuarto.

- No estoy de humor- DIje depositando los platos de nuevo encima de la mesa - Ha sido un día duro, hace una hora que se fue mi último cliente así que supongo que alguien vendrá ahora a sustituirle.

- Yo me encargo de eso- Dijo acercándose a mí- Solo vengo a hablar, ya sabes que yo solo quiero hablar contigo, Shasha.

- ¿Shasha? ¿Cómo es que ahora me dices cosas románticas? - Dije acercandome y dejando que viera mi cara y mis brazos, llenos de moratones.

- No es romántico, es que yo pago por ti y te puedo llamar como quiera. ¿Qué te ha pasado¿

- Dudo mucho que esta noche hayas pagado uns ola moneda de oro, teniendo en cuenta que has entrado por la ventana. Y lo de mi cara... Un cliente un poco agresivo.


Oleg rebuscó entre los cajones y encontró una botella de alcohol a medio terminar y un par de sábanas. Arrancó un pedazo de una de ellas y echó algo de alcohol. Después pegó un trago largo y se dirigió hacia la mesa. Cuando estaba a punto de sentarse, alguien llamó a la puerta, probablemente, sería el siguiente cliente pero se fue por donde había venido y Oleg regresó al sofá en el que le esperaba sentada.

- ¿Qué le has dicho? A la jefa no la gustará esto.

- No te preocupes, que tu jefa no dirá absolutamente nada. Ese hombre va a la habitación de una mujer que no eres tú pero le hará disfrutar. Le he tenido que dar una moneda de oro para que se fuera y amenazarle de muerte pero creo que tendrás buenas críticas. Te quiero entera para el viaje y si esta noche te golpea otro de la misma manera, me resultarás una carga más que otra cosa. Y no necesito una carga.

- Sé cuidar de mí misma, no hace falta que hagas esto.

- Sí, ya veo. Tu cara dice que sabes cuidar de ti misma y tus brazos también opinan lo mismo. Pero no te confundas, una vez que volvamos de ese viaje, me darás igual, tú y lo que te pase.

- Bien, Oleg, ¿qué habías venido a decirme?

- Que partimos mañana a primera hora así que esta noche dormirás y descansarás para no resultar un estorbo mañana en el viaje. Me encargaré personalmente de que nadie más que tú y yo entre en esta habitación. Es mejor dormir contigo, que dormir con un niño pequeño.

Me levantó del sofá y me llevó a la cama. Intenté resistirme pero estaba demasiado cansada para seguir pegando patadas. Se tumbó junto a mí y cruzó sus brazos esperando que yo no me moviera. De pronto, noté su mano en uno de mis pechos y la excitación creció en mí como una riada.

- ¿No decías que tenía que descansar? - Dije intentando contenerme.

- Ahora no puedes decir que no he pagado por ti, Shasha, le he dado una moneda de oro a ese tipo así que puedo exigirte que cumplas con tus servicios, ja! - Se rió tan fuerte que me hizo reir a mí también.

Mi mano tocó otra zona de Oleg que no esperaba que tocara y, de repente, dejé de sentir dolor. Me olvidé de todo lo que había pasado hacía tan solo una hora y en mi cabeza sólo había lugar para esa excitación sobrenatural que sentía cada vez que Oleg me ponía un dedo encima. Salté sobre sus piernas y le quité la camiseta, todo lo demás era historia.

Al día siguiente Oleg salió por la ventana, igual que había entrado se fue.

- Oleg - Le grité antes de irse - Toma- Dije lanzándole una moneda que había pagado a aquel tipo- Esta noche no has estado aquí, así que no has tenido que pagar.

- Gracias, Shasha pero... ¿en serio te creiste que pagué a ese desgraciado? Acabo de llegar de entre los muertos, una palabra mía hizo falta para que saliese huyendo pero gracias por el oro, te compraré algo bonito.

- Ca.... - No pude evitar sonreir- Me ha timado una moneda. Ya había amanecido un nuevo día. Me duché y me preparé. Fui a comer.

Eran las 5 de la tarde y salí para despedirme de Oasis. No sentía ya dolor alguno.

Fui a casa donde me estaba esperando Bor en las escaleras. Me sentí culpable por lo que había pasado entre Oleg y yo pero me dije a mí misma que sería la última vez que pasaría, que todo era efecto de ese extraño poder que ejercía sobre mí el demonio.

- ¿Estás bien? - Preguntó Bor visiblemente preocupado - Te estuve buscando pero desapareciste todo el día.

- El trabajo pero ya estoy bien. Gracias por preocuparte. Tenemos que coger las cosas, son dos minutos lo tengo todo listo para partir - Sonreí - Necesito que me ayudes con los dos caballos, creo que alguien estará muy contento cuando vea a Hom.

Nos reunimos con todos. Coyote, Krumm, Oleg y Blue estaban allí cuando llegué con Bor y tres caballos a la oficina del Pacificador.

- Blue, ¿cómo piensas llegar al Castillo de Mut? - Pregunté al crío.

- El jefe Oleg va a llevarme con él, no ocupo mucho y peso poco.

- ¿Y no te gustaría tener tu propio caballo? - El niño miró al caballo azabache, luego a Oleg- No, Blue, esa es mi yegua. Tú irás con Hom, yo me quedo con Shasha.

Y así, en el atardecer del sexto día de la llegada de Oleg, cinco extranjeros, un niño de doce años y un ladronzuelo que Oleg conocía y que yo había visto a veces por el burdel nos íbamos a poner en marcha hacia un lejano castillo.
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Mensaje  Skimmer Lun Mar 26, 2012 7:14 pm

Una etapa del viaje se cerraba. Los Héroes de Roca de Hierro finalmente partían. Pocos sabían a donde se dirigían, aunque en realidad eso no importaba. Siempre serían bienvenidos si decidían volver.

El sol comenzaba a ponerse cuando Krumm salió a despedirlos.

- Espero que tengáis un buen viaje. Encontrad las respuestas que buscáis y manteneos a salvo. Tomad el mapa de Tzion – le entregó el mapa a Coyote – seguro que os hará más falta que a mí.

- Tengo la sensación de que nos volveremos a ver, Krumm – dijo Coyote estrechándole la mano.

- Eso espero, amigos míos, eso espero…

Y sin más, se dio la vuelta y volvió a entrar a su oficina.

Habían intentado mantener el asunto de su marcha en secreto, pero aun así unas cuantas personas vinieron a despedirles. Entre ellas estaban Flint, Rox y Oasis.

Flint se acercó a Bor.

- Tengo algo para ti, muchacho – le entregó una bolsa de piel marrón – dentro he metido un botiquín básico y un cuaderno de notas. En él he apuntado casi todos mis conocimientos de medicina. Eres un buen hombre, Bor, algo que no abunda por aquí. ¿Intenta no cambiar, vale?

- Gra...gracias, Flint – Bor se sintió ligeramente incómodo ante esa muestra de afecto.

Rox corrió hasta Coyote, le plantó un beso en los labios y se alejó sollozando. Iba a echar de menos al cowboy.

Oasis se despidió de Aisha con un efusivo abrazo y le regaló al pequeño Blue una empanada de las que tanto le gustaban.

- ¿Y bien, dónde está nuestro guía? – preguntó Aisha cuando todos se hubieron marchado.

- No lo sé, le dije la hora en la que partíamos, debería estar aquí. – contestó Oleg impaciente.

Entonces vieron a Jimmy Gun salir del burdel. Varias de las prostitutas salieron al balcón a despedirlo. Algunas le piropearon, otras más descaradas le enseñaron los pechos o se levantaron la falda. Jimmy hizo una reverencia exagerada y acto seguido montó en su caballo. Se dirigió a ellos tranquilamente y se detuvo cuando estuvo a pocos metros.

- Disculpen la tardanza, caballeros – posó su mirada en Aisha y sonrió con aquella boca embaucadora – y señorita. Me quedé dormido.

- ¿Esa es tu excusa? – preguntó Oleg. Le rechinaban los dientes.

Jimmy se encogió de hombros en una pose que venía a decir “¿Qué se le va a hacer?”

- En fin, no nos demoremos más o la noche se nos echará encima. Cabalgaremos hasta bien entrada la madrugada, y al amanecer continuaremos. Espero que tengáis vuestro culo curtido en largas cabalgatas, de lo contrario preparaos para las ampollas. ¡Arre!

Todos iniciaron la marcha, siguiendo a aquel extraño individuo. Cuando se hubieron alejado el único sonido que se escuchaba en el pueblo era el lejano rumor de la taberna, y poco a poco se fue extinguiendo.

Ninguno de ellos volvería jamás a Roca de Hierro.

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Bueno, si vais a escribir podéis relatar vuestra travesía por el desierto. Cuando sea de noche podéis acampar y al amanecer saldréis de nuevo. Yo postearé mañana seguramente.
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Mensaje  GioRock Lun Mar 26, 2012 10:30 pm

Hacia unas cuantas horas que habíamos partido hacia el castillo de los Seguidores de Mut, dejando todo recuerdo atrás de Roca de Hierro. Eramos guiados por un chico llamado Jimmy, que conoció Oleg el día anterior. A mi no me pareció mala idea que alguien nos guiara, lo que me resulto extraño es que no pidiera nada a cambio...

Yo iba a lomos de un caballo color blanco y las patas algo oscuras, según el chico de las caballerizas era perfecto para mi, ya que representaba como yo, la parte blanca del caballo, vencía poco a poco la oscuridad que estaba representada por la piel oscura del caballo... Yo simplemente le puse un nombre: Estel.

Mi lanza que tenia cruzada en la espalda no me molestaba gracias a la correa que le coloqué antes de partir así me seria mas fácil si surgía algún tipo de problema en el viaje.

A parte de todas mis pertenencias que había adquirido, gracias a sobrevivir a la envestida de los Vastagos, había añadido a mi alforja el diario que Flint me entrego justo antes de partir con todo tipo de apuntes para hacer curas y demás. A parte de este también me entrego un pequeño botiquín que me puede ser de gran ayuda en este viaje. Flint me acordaré de ti compañero.

Aminore la marcha para ponerme junto a Jimmy:

- Sabes cuanto vamos a tardar? - le dije intentando que me escuchara.

- Si seguimos a este ritmo, échale tres o cuatro días. Por cierto tío, estas bien te veo mala cara, algo más pálido... - me dijo sin quitar ojo del camino y chillando más de lo normal.

- Mi piel es así, pero tú también desentonas algo del resto de la gente de por aquí, creo que es la primera persona que veo con ese color de pelo.

- Tienes razón socio, directo desde Columbia! - dijo entre carcajadas. - Creo que no nos presentaron, me llamo Jimmy, y tú paliducho?

- Soy Bor - le dije sin que me afectara demasiado lo de paliducho. - por cierto, que podemos encontrar en el camino?- me vinieron a la cabeza los animales que había ojeado en la casa de aquel cazado que me regaló la lanza.

- Socio, por estos caminos no encontraremos nada bueno. Pero tranquilo, estáis con el mejor guía de todo Tzion.

Simplemente le sonreí.

Al echar la vista atrás pude ver a Aisha, esta se me quedo mirando y me enseño su sonrisa. Yo se la devolví. Que voy ha hacer con Aisha... Tengo la cabeza echa un lío, no me quiero empezar a enamorar de ella, dudo que se fijara en alguien como yo, puede tener a cualquiera, incluso me e dado cuenta como la mira Oleg. Pero no dejo de pensar en lo sucedido en la consulta justo después de la batalla...

Me dirigí a esta. Quería hablar con ella.

- ¿Todo bien? - le chille para que me escuchara entre los relinchos de los caballos.

- Cansada del viaje... - me contesto dándome largas, pero sabia que pasaba algo más por su mente.

- Solo espero que si sucede algo me lo contases.- le dije. Ella simplemente me sonrio.

- Cogí una tienda equipada como te dije, entraremos los dos sin problemas. No pasaremos tanto frió como la otra vez, recuerdas? - ella me sonrió.

- Hom, eh? - le dije dirigiendo la mirada hacia el caballo de Blue.

- ¿Que te parece? solo tú y yo sabemos lo que significa.

En ese momento Jimmy pego un silbido para captar nuestra atención:

- Señoritas, en pocas horas realizaremos nuestra primera parada. Solo espero que estén preparados, las noches en cielo abierto en Tzion son un tanto peligrosas. dijo entre carcajadas, sus dientes relucían en su cara como perlas.

- Aisha, hablamos esta noche, necesitamos tenerlo todo pensado, por si algo saliera mal. - le dije mirando a los demás para cerciorarme que nadie me había escuchado.

Seguimos nuestro camino a través del desierto. No se veía ni un alma. Las primeras estrellas empezaban a asomar en un cielo que cada vez estaba más oscuro. En ese momento pensé que si esas mismas estrellas eran las que contemplaba de pequeño en mi pueblo... Mi abuelo Malcom me decía que eran pedacitos de alma de la gente que nos dejaba...

Supongo que en poco realizaremos la primera parada...
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Mensaje  DarkHades Mar Mar 27, 2012 4:07 am

Finalmente el viaje había comenzado. Krumm, el gran Pacificador de Roca de Hierro le dió entrega a Coyote del mapa de Tzion, la verdad es que no le pude dar las gracias, el mapa nos vendría perfecto para nuestro viaje.
Jimmy se había demorado más de lo previsto, me pusé a pensar si en verdad era buena idea el llevarlo con nosotros, dijo ser un buen guía, pero no puedo evitar pensar que nos tiene preparado algo, tampoco puedo evitar observarlo y ver como se fija en Aisha...

Desvié esos pensamientos y miré a Blue que montaba el caballo que Aisha le había hecho entrega. Según lo que Blue me había contado, su padre tenía una granja de caballos...antes de que los Vástagos la destruyeran.

- Eres bueno en eso. - Le dije posicionando la marcha a su lado.

- Mi padre me enseñó a montar un caballo. - Explicó éste sonriendo.

Le miré unos segundos y me posicioné al lado de Coyote.

- ¿Qué opinas del sujeto éste que viene con nosotros? - Le dije más alejados de los demás.

- No confío en el, y sé que tú tampoco por que no le has quitado un ojo de encima desde que partimos de Roca de Hierro. - Dijo Coyote.

- Ja, te aseguro que estás en lo correcto. - Le dije con una sonrisa tras mi pasamontañas - Ésta noche pienso hacer guardia nocturna con él. Lo quiero cerca nuestro y vigilado.

- Me parece bien, te puedo ayudar con eso, unas horas tú y otras yo, ¿qué dices? - Propuso Coyote.

- No es mala idea, ya iremos viendo. - Dije alejándome de Coyote y me dirigí hacia donde estaba Bor.

- Linda lanza Bor. - Dije en voz alta para que me escuchara.

- Gracias, no la he usado aún. - Dijo éste con un tono extraño.

- ¿Se te dan bien las largas distancias? - Pregunté entrecerrando los ojos y sin quitárselos de encima.

- Tal vez. - Dijo éste y nuestra conversación terminó por unos minutos.

- ¿Por qué nuestro guía no pidió nada a cambio? - Preguntó luego de unos minutos de silencio.

- No lo sé, pero da por hecho de que no le quito un ojo de encima, haz lo mismo tu también. - Le dije al oído y me alejé.

El resto de la tarde pasó bastante tranquila, Blue y yo tomábamos agua de nuestro odre de a sorbos, comeríamos algo a la noche.

- Bien señoritas necesito hablar con el líder o con quien sea que esté a cargo. - Gritó Jimmy sin detenerse.

Nos mirámos entre nosotros, finalmente dije:

- No soy el líder, pero fué mi idea la de reunirles y hacer éste viaje. - Expliqué.

- Venga, hablemos un rato guerrero de la carretera. - Dijo éste llamándome con su brazo para que vaya a su dirección.

Una voz infantil le gritó "¡Es Guerrero de la Calavera!". Me dirigí hacia él y hablamos.

- ¿Qué es? - Le pregunté.

- Bien, dentro de unos cuarenta minutos más o menos deberemos empezar a acampar, lo digo por que dudo que vean mucho en medio de la noche para que armen vuestras tiendas sin la luz del sol.

- Se lo comunicaré a los demás.

Me acerqué a Coyote, Blue y Bor, inesperadamente éste se había alejado de Aisha dejándola sóla.

- Hey, en cuarenta minutos comenzaremos a armas nuestras tiendas antes de que la noche nos atrape. Coyote, recuerda que en la alforja de mi caballo tengo tus pertenencias por si las deseas sacar en cuanto nos detengamos. Éso es todo.

- De acuerdo Oleg, gracias. - Dijo Coyote.

- Bien, gracias. - Murmuró Bor.

Me acerqué a Aisha.

- Shasha, dentro de poco nos detendremos, ese cuerpecito tuyo deberá descansar me imagino. - Dije agarrando fuertemente la mano de Aisha.

- Suéltame, ¿piensan hacer guardias nocturnas? - Preguntó ésta luego de soltarse.

- Así es, Coyote te lo habrá dicho seguro. No sólo serán para mantener vigilado a Jimmy, sino también para mantenernos en alerta ante posibles ataques nocturnos. - Expliqué.

- ¿Pasa algo? - Interrumpió Bor de repente.

- Nada, Oleg me estaba diciendo que nos detendríamos dentro de unos minutos y que mantendrían vigilado a Jimmy.

Dejé que Aisha le diera explicaciones, yo me volví a juntar con Jimmy. Pasado un tiempo detuve la marcha y los demás también. Nos habíamos detenido en un lugar con algunas rocas que nos podrían esconder medianamente.
Empezamos a bajar nuestras cosas de nuestros caballos, yo y Coyote sacamos nuestras pertenencias de la alforja de Ghost, una tienda bien equipada, al igual que la mía.

Me puse manos a la obra, Coyote dijo que armaría mi tienda como agradecimiento por haberle llevado sus cosas, le agradecí, yo por mi parte me puse a hacer un fuego.
La noche finalmente cayó sobre nosotros, pero ya habíamos formado un círculo con las tiendas y el fuego hecho por mi en el medio. Los caballos fueron colocados juntos a una distancia prudente de todos, por si había que huir.

- ¿Las noches son muy peligrosas en el desierto? - Preguntó Aisha a Jimmy, estábamos todos sentados alrededor del fuego.

- Muchas veces sí, todo tipo de alimañas se pueden encontrar por la noche pero pocas se atreven a atacar grupos grandes. - Dijo Jimmy.

Me levanté y me dirigí a mi tienda, me coloqué la gabardina negra, la misma que utilicé cuando fuí a ver a Aisha aquella noche de lujuria.

Al volver a sentarme ya habían abierto sus provisiones, Blue para no quedarse atrás también abrió las suyas y me dió las mias. Dejé el pasamontañas a un lado mio y empecé a comer lentamente.

- No veo por qué llevas siempre ese pasamontañas, más aún con el calor de éste desierto. Apenas he visto que te la corriste para beber unos sorbos de agua. - Dijo Jimmy.

- Es un regalo. - Respondí.

- ¿Ah sí, de quién?

- De su madre. - Soltó Blue de repente.

Le dediqué una mirada de reproche y éste se disculpó.

Cuando la cena finalizó me levanté y dije en voz alta:

- Coyote y yo haremos guardia nocturna, los demás pueden dormir lo que quieran. Nosotros les despertaremos cuando sea la hora de volver a partir.

- Bueno, pues si necesitan de mi ayuda no duden en despertarme chicos, gracias. - Dijo Bor y nos deseó una buena noche antes de meterse en su tienda.

Aisha al cabo de unos quince minutos se metió a su tienda. Sólo quedábamos yo y Coyote junto con Jimmy, ya que Blue se había dormido en mi tienda.

- Oleg, ve a dormir unas dos horas con Blue, yo me quedaré vigilando junto con Jimmy, ¿verdad Jimmy?

- Así es, ve a descansar viejo, nosotros les cuidaremos mientras duermen. - Dijo Jimmy con un tono raro.

Asentí, entré a mi tienda, allí estaba Blue a un lado durmiendo plácidamente, me dejó la bolsa de dormir al menos. Me desvestí y metí en ella. No demoré nada en dormirme, el sólo pensar en dormir bajo la luna, con compañeros de viaje me era suficiente para conseguir dormir.
Pasaron unas tres horas más o menos y Coyote entró a mi tienda, era mi turno al parecer.

- Descansa Cowboy, es mi turno. - Le dije golpeando su hombro.

- Que no te duermas Oleg. - Dijo éste con una risita y se metía en su tienda.

Yo y Jimmy charlamos sobre cosas simples, a simple vista no parecía un mal tipo pero tenía algo perturbante, algo oculto.

- ¿Todavía están despiertos? - Preguntó una voz femenina, Aisha.

- Así es señorita, velando por la seguridad de usted. - Dijo Jimmy guiñándole un ojo, Aisha sólo le sonrió y se alejó demasiado del campamento.

Me levanté y la seguí sin hacer ruido alguno, como un fantasma o depredador. Llevaba puesto una especie de vestido celeste, sabía exactamente a qué se había levantado.
Me abalancé sobre ella, con una mano le tapé la boca para que no gritara y con la otra sujeté su estómago.

- Tranquila, no grites...sabes que lo odio Shasha. - Dije con voz ronca oliendo su cabello suave y fresco, olía a flores, a unas que jamás había olido antes.

Lentamente saqué la mano de su boca pero no dejé de soltarla, sólo la di vuelta hacia mi y la tomé de los brazos. Me quité mi pasamontañas y dejé que la luz de la luna me iluminara el rostro. Era una escena única, ella vistiendo un simple vestido de dormir celeste y yo mi gabardina negra tapando mi pantalón de camuflaje blanco y negro hasta las rodillas...Se veía tan frágil en mis manos.

- Oleg, ya suéltame, recuerda lo que prometiste aquella noche...

- ¿Qué noche? - Interrumpí - ¿La noche en la que la fiera de tu interior salió? Sí, aquella noche. Tranquila, no pienso hacerte daño ni a ti ni a Bor, y...lo de aquella noche sólo queda entre tú y yo.

- Suéltame Oleg, no quiero hacer est...

Le tomé de la cabeza y la acerqué rápido hacia mi, sus labios estaban tan calientes, rebosaban vida...a diferencia de los míos, muertos hace ya tiempo.

- Apenas te resististe. - Le murmuré a escasos centímetros de su rostro.

- No quiero hacer ruido, podrían descubrir ésta horrible escena.

- ¿Horrible? Shasha, te has despertado, no para tomar aire, sino para venir a verme y sentir la piel fría del hombre muerto Oleg sobre tu piel viva y caliente, para sentir su aroma a sangre y muerte que lucha contra tu aroma a flores. No soy estúpido.

- Eso no es verdad, Bor...

- ¿Qué? ¿Bor qué? Eres una cruel con el pobre, tan enganchado que lo tienes...oh Shasha...el sólo pensar en que vienes para satisfacer esos deseos depravados tuyos y para...

Ésta vez fué ella quién me interrumpió a mi llevando mis labios a los suyos y mordiéndome el labio inferior hasta que me sangrara. La alcé para tenerla en una mejor posición, ella sólo se dedicaba a tomarme de las mejillas y beber la sangre que brotaba de la herida de mi labio inferior. Y reía, si yo hubiese reído como hacía en verdad habría despertado a todos.

- Te haría mía aquí mismo pero tus gritos de seguro despertarían a alguien. - Murmuré mientras la bajaba de mi cintura. - Ya encontraremos el momento adecuado para ésto. Ja. - Reí y acaricié suavemente su entre pierna, ella se estremeció y apartó mi mano tras luego de unos segundos.

Aisha se limpiaba un rastro de mi sangre de su boca con uno de sus dedos y lo lamía como si fuera una delicia. Me dedicó una mirada.

- Aún espero ése regalo que me prometiste. - Pronunció relamiéndose los labios.

- Te pienso regalar algo que disfrutaremos los dos, de seguro que te gustara mucho al igual que a mi. Ja.

Me dió un último beso lamiéndome la herida y mirándome a los ojos, pude ver que luchaba contra una desesperación. Me soltó y se lamió los labios una última vez para dejarme sólo en medio de la noche para volver a su tienda junto al iluso de Bor.

- ¿Qué sucedió viejo, problemas? - Dijo Jimmy guiñándome un ojo.

- No, simplemente no puede dormir. - Dije cortante.

No charlamos por el resto de la guardia, estaba por caerme al fuego del sueño en cuanto vino Coyote a sustituirme.

- Descansa las horas que nos quedan Oleg, yo me quedaré despierto.

- Gracias, en cuanto esté por salir el sol partiremos nuevamente.

Casi piso la cabeza de Blue al entrar a mi tienda. Me desvestí hasta quedar en boxers y me dormí en mi saco. Saboreaba la sangre de mis labios...hasta que caí rendido en un sueño profundo.

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Mensaje  Skimmer Mar Mar 27, 2012 12:07 pm

Previously on the Legend of the West…

- Señor Pacificador, aquí tiene su caballo.

- ¿Cómo? ¿Qué caballo? Yo no he pedido ningún caballo.

- Era del anterior Pacificador, señor, el caballo que usó para huir. Regresó al pueblo hace unas horas, desde entonces le he alimentado y lavado. También traía esto consigo, señor.

El chico sacó de la alforja una espada y se la entregó a Krumm. Era una espada larga, pero podía ser sujetada con una mano. Krumm la desenvainó y el acero brilló en la noche. Estaba en perfectas condiciones, y al parecer había sido afilada hace poco. En la empuñadora alguien había tallado la cabeza de una serpiente.

- Esta espada no es del oeste de Tzion, señor. Lo sé por el acero y la empuñadora. Cuando el Pacificador estaba en la taberna, siempre contaba la historia de cómo se la arrebató a un rey tras ganarle en combate cuando era niño. No sabría decirle si la historia era cierta, señor. Pero le aseguro que esta no es una espada común.

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El amanecer llegó, y con él regresó aquel sol abrasador. Todos desayunaron frugalmente y poco a poco comenzaron a levantar el campamento.

Jimmy Gun tenía la vista fija en el norte.

- Cuando avancemos un poco más podremos ver las Cuatro Esquinas. Mi recomendación es que la rodeemos, si no lo más seguro es que compartamos el destino de sus habitantes. ¿Qué decís, socios?

Todos estuvieron de acuerdo respecto a rodearla.

Cuando reanudaron la marcha, Jimmy se colocó de nuevo a la cabeza del grupo. Avanzaba con los ojos casi cerrados, balanceándose suavemente sobre el caballo. Aun así, nunca se desviaba del camino.

El paisaje apenas cambiaba conforme avanzaban. Arena, calor y más arena. Poco a poco se habían ido quitando prendas de ropa, pero aunque hubiesen estado desnudos no se habrían librado de aquel sol castigador.

La mañana avanzaba, y conforme el sol subía las charlas intrascendentales cesaban. El calor les había robado hasta las ganas de hablar. Incluso tuvieron que contenerse para no beberse un odre completo de un solo trago. Cuando llegaron hasta un viejo cobertizo, decidieron hacer una pausa para descansar. Se disponían a desmontar cuando Blue gritó algo.

- ¡Eh! ¡Esa es la espada del Pacificador! – exclamó señalando con un dedo acusador hacia Jimmy.

Todos la vieron. Estaba en la alforja de su caballo, medio cubierta por una manta desteñida. En algún momento la manta se habría deslizado y había dejado la empuñadura de serpiente a la vista. Jimmy estuvo a punto de decir algo, pero se vio interrumpido por otra voz.

- ¡Por fin! Ya creíamos que nadie pasaba por aquí. – un hombre bajito y achaparrado apareció de detrás del cobertizo. Vestía ropas de arpillera y portaba un pequeño garrote, el cual se pasaba de mano a mano. – podéis salir, chicos.

Cinco hombres más salieron de detrás del cobertizo, todos armados y montados en sendos caballos.

- Tenéis dos opciones, o pagáis el “peaje” de veinte piezas de oro o preparaos para morir.

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En realidad tenéis tres opciones: O les pagáis 20 piezas de oro (entre todos tampoco es tanto xD) o lucháis a muerte o...podéis intentar huir a caballo. Si elegís la tercera opción, haría una tirada. Vuestros dados en físicas contra los suyos. Si superáis la tirada lográis escapar, si no la superáis os alcanzaran y os veréis obligados a luchar. Eso sí, si os alcanzan no espereis un "uno contra uno" xD

Decidid que queréis hacer en el otro hilo Wink
Skimmer
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Cazador mediocre
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