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¿Furulas?

Pequeña Antología Z

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Mensaje  DarkHades Sáb Mayo 07, 2011 10:07 pm

Un relato muy triste como a la vez una exquisitez Juany, casi casi derramo una lágrima, espero con ansias el próximo.
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Mensaje  Juanyloco Miér Jun 08, 2011 2:03 am

"Mala Suerte"

Diego, pobre, era una persona con mala suerte. Desde chiquito. A lo largo de su vida habrá sido atropellado por cinco autos, dos colectivos, caído de escaleras una veintena, machacado los dedos contralas puertas mil, entre otras tragedias. Debido a esta patología, vivía en un estado de alerta constante, y en los últimos años esto le causó insomnio. Pero un insomnio fuerte, que lo tenía desvelado durante semanas.

De poco servían las infusiones de hierbas que le aconsejé tomar. O le causaban indigestión, o atrofiaban su mente con pesadillas que venían a estropear a un más su frágil psiquis. Las píldoras tampoco ayudaron. Una madrugada, desesperado por qué no surtían ningún efecto, se tragó un frasco entero con dos vasos de agua del baño. Seguramente trataba de inducirse un coma, pero acabó con una diarrea estival que lo tubo diez día seguidos sentado en el inodoro. Luego de eso empezó a salir a correr, a ver si con eso conseguía agotarse lo suficiente como para dormir, pero después de tantos días en vela había acabado en un estado "abombado", así que no era extraño que se llevara por delante personas, árboles, alumbrados... Más de una vez lo tuvimos que sacar entre cuatro de la laguna que hay en el parque. Pobre Diego.

En la última semana adquirió la costumbre- mala -de llamar a la medianoche a parientes y amigos para conversar con ellos, escuchar viejas historias, y oficiar de psicólogo barato. Ya a esas alturas nos preocupamos mucho, por eso yo y varios amigos decidimos llevarlo a bailar a un club un viernes por la noche. Tal vez, pensé, si no se cansa de bailar, se irá a la casa con una chica y se cansará con ella.

Una vez más, la desgracia se presentó, cruel e implacable. Se hizo llamar Sabrina, y se mostró como una chica bella y seductora en la barra, que no le correspondió a sus piropos. Era lógico: el terrible aspecto que tenía (los ojos infectados en sangre, la piel pálida, el pelo revuelto, la voz alta y entrecortada) la espantaba. El trató de explicarle que no era a propósito, que hacía casi diez años que no podía dormir bien. Ella le dijo que, cuando lograra descansar, recién la llamara; pero que sería inútil, ya que en la próxima semana iba a casarse.
Eso acabó con él. Diego, pobre, pasó los restantes días encerrado en su casa. Las veces que lo fui a visitar estaba acostado en su cama, mirando el techo, ignorando mis ruegos para que saliera. Me dijo, no obstante, que tampoco en esas fechas "hermitañistas"* había logrado conciliar el sueño. Y estoy seguro que nunca podría haberlo hecho por sí solo. Por eso, creo, habrá decidido cortarse las venas esa lluviosa mañana de otoño, la de su cumpleaños. ¿Qué mejor regalo podía hacerse que el "descanso eterno"?


Escribo esto desde el techo de mi casa. Todo lo que relaté ocurrió apenas un día antes del "brote". Ahora, un año después, las calles están llenas de muertos que se arrastran, gimen, golpean puertas, buscándome. Soy el último humano en la ciudad... si no en todo el mundo. Cada día re-mato entre veinte y treinta de esas cosas, fríamente, pero hay siempre uno al cual no me atrevo... Ay, Diego, siempre arrastrando la mala suerte, como una sombra. La peste parece haber surgido sólo para negarte, una vez más, el descanso. A él también lo veo, entre la multitud de difuntos, y a veces apunto mi rifle a su cara, tan familiar para mí, y deseo darle descanso de una vez por todas.

Pero es mi hermano, y después de tantas cosas que le pasaron, me da no sé qué.


* Perdón, no se me ocurría otra palabra (N. d. A)


Última edición por Juanyloco el Miér Jun 08, 2011 11:27 pm, editado 2 veces
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Mensaje  DarkHades Miér Jun 08, 2011 2:09 am

Por qué sos tan bueno escribiendo estas historias?Cortas sí, pero satisfacen a uno.Una historia única como todas las historias que cuelga Juany, muy buen trabajo.
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Mensaje  Juanyloco Miér Nov 09, 2011 3:45 pm

"Gula"


Camino entre las ruinas
de un pasado que aún recuerdo
sin más compañía
que la soledad y el silencio,
mientras los muertos
deambulan
sin alma ni sentimientos.
Despojos humanos
que me persiguen,
incansables,
profieren lamentos,
indeseables,
atormentan mis sueños,
mis pensamientos.
Caminando entre las ruinas
de un pasado que aún recuerdo:
mi presente es difícil,
mi futuro incierto,
yendo hacia ninguna
parte
por culpa de esa plaga
que acabó con tanta
gente
y que en mí esta
presente;
aunque no sea como ellos
(yo no estoy muerto)
nos une el anhelo
la obsesión
el deseo:
¡ALIMENTO!
Pecado de este tiempo
que mueve a esos seres,
en busca
de lo que ya no tienen;
pecado que ha vuelto
la vida un infierno,
donde sólo la muerte
florece
y nosotros purgamos
por permanecer
en la tierra
de nuestros ancestros.
En la ciudad o
lo que queda de ella
entre edificios, casas,
parques y monumentos
encuentro asilo
esperando
con sigilo
el justo momento
en que un animal aparezca,
como aquel pájaro
que tranquilamente vuela,
y yo salgo
desesperado
de mi aislamiento,
ignorando los pasos
de los muertos
que al verme
hacia mí arremeten
buscando saciar
lo que con ellos comparto,
entre balbuceos y lamentos
aunque yo sea más rápido
y escape
procurando abatir
esa ave
y así no seguir hambriento.
Pese que hasta mi muerte siga
teniendo
por compañía la soledad y el
recuerdo.

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"La Muerte Gorda". Hugo Longa

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Mensaje  Juanyloco Sáb Feb 04, 2012 5:45 pm

"La Carta"

El papel esta viejo y sucio, pero aún así se podría leer el mensaje.



Familia:

No espero que reciban con agrado esta carta, después de mi vergonzosa conducta. Sin embargo, creo que es mí deber explicar los motivos de mi fuga: estoy embarazada.

Lamento, papá, no poder complacerte. Sé cuánto querías que formara mi familia junto al hijo contador de tu amigo el señor Florestinni. Pero la verdad es que no es el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida.

Ese honor es de Gastón, mi verdadero amor, y con quién decidí fugarme. Después de todo: ¿qué otra cosa podía hacer? Con toda seguridad, ustedes no tolerarían que una chica con "futuro y educación" como yo se relacionara con un humilde panadero.

Pero eso ya no importa. Gastón es mi alma gemela, les guste o no; y padre de mi futuro hijo, les guste o no. Y dentro de poco será mi marido. Así es, familia. Escribo esta carta mientras me pongo el blanco e inmaculado vestido de novia, mientras llegan a mis oídos los murmullos de los invitados y la música cuasi fúnebre del órgano que comienza a llenar la pequeña capilla. Cuando lean esto, ya no habremos ido lejos, a un lugar humilde donde no existan las diferencias por clase, raza, religión... Estoy segura que un lugar así debe existir, baldra la pena buscarlo. Pero ustedes no me busquen, por favor. Tal vez algún día nos veamos, pero hasta entonces...

23 de diciembre del 2012



Eso es lo que está escrito en el papel que oprime la mano de la horrible y mutilada criatura que camina entre la multitud, uno de los tantos despojos humanos que deambulan por las calles. Su vestido de novia (o lo que queda de el) casi pasa desapercibido entre los bomberos, policías, monjas, rabinos, gitanos, banqueros, estudiantes... que pululan de un lado a otro. Lo que llama la atención de los francotiradores que están en lo alto es otra cosa: El bulto en su estomago, desde el que se asoma un rostro de bebe, un rostro que purga por salir y alimentarse, como todos los otros. Suena un disparo, el ejército de muertos alza los ojos, pero sólo ella es alcanzada. Su cuerpo cae, abandonado, al suelo, donde el olvido y los elementos la destruirán, junto a su historia.

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Mensaje  DarkHades Mar Feb 07, 2012 2:54 pm

Me encanta Juany, me encanta ese toque que tienen tus relatos cortos, los hacen únicos. Sigue asi!
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Mensaje  Juanyloco Miér Mar 07, 2012 5:07 pm

"Escena"
"Al destino le agradan las
repeticiones, las variantes, las
simetrías"
J. L. Borges

Las balas salen disparadas, atraviesan el aire y se incrustan cómodamente en los cráneos de las criaturas. Los cuerpos caen, pero otros pasan sobre ellos. Vienen más y más, todos hambrientos, feroces, idiotas. Hasta entonces el hombre los ha podido mantener a raya, pero está en un edificio, y sabe que es cuestión de tiempo para que quede rodeado, sin salida, y entonces... No piensa esperar eso; el suicidio tampoco es una opción. Rápidamente liquida a los que quedan y huye hacia el ascensor. Las puertas se cierran y por unos minutos queda en silencio, un silencio incómodo y presagioso: la calma que precede la tormenta.


Finalmente el ascensor se detiene y las puertas se vuelven a abrir. De ahí hasta la entrada hay al menos diez de ellos. Sabe que afuera hay más, así que no piensa usar el arma. Simplemente se hacha a correr, esquiva a varios sin problemas, a uno que salta por detrás de un escritorio le clava la navaja en la oreja. Logra escapar y sale a la calle. La ciudad es un caos, aviones caen del cielo, los edificios se incendian, los vehículos explotan, vivos y muertos actúan como locos. Baja rápidamente las escaleras y corre, sin percatarse que esto llama la atención de varios de ellos. Una jauría comienza a seguirlo, lenta y perseverante. Pero él no se da cuenta. Lo único que tiene en mente es sobrevivir. Por eso sigue corriendo, y disparándole a cualquier cosa que se acerque. No tanto por temor a la muerte. Más bien es la rabia y el desprecio por esos seres de aspecto humano que atacan salvajemente a sus semejantes lo que le hace actuar tan fríamente. Por eso y por... Trata de encontrar un auto, pero la mayoría están destruidos. Ya está cansado, y aún tiene muchas manzanas que avanzar. Ellos comienzan a ser más numerosos a su alrededor. Empieza a temer que no pueda lograrlo, cuando llega a la esquina y ve que por la calle se acerca una niña vestida de uniforme escolar. La reconoce, a lo lejos la reconoce y va a su encuentro, seguido por un centenar de esos infelices. Llega a ella y la abraza, la siente fría. La mira a los ojos, están opacos y tiene la piel pálida. Entonces se da cuenta, y con los ojos inundados en lagrimas que antes eran de felicidad, y la débil voz de un resignado, murmura: "Qué cosa..." Y mientras ella, o lo que queda de ella, le lanza una dentellada al cuello, y es rodeado lentamente por esos despojos humanos, vuelve a repetirse la escena.
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