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Segunda prueba
¿Furulas?
Zombie: Brains Here
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Battousai
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Impulso101
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Zombie: Brains Here
Hola! bueno, soy nuevo en esto, espero no meter la pata. De hoy en adelante expondré mi relato ( aún en construcción ) de zombis aquí, además de en mi blog, ya que me parece un sitio interesante donde todos me comprenderán. Hoy expondré el capitulo 1 y el 2 ( que se leen en 5 minutos o menos ). No os cuento de que va la historia, vosotros leedla y me decís si os gusta gracias. y aquí mi blog : [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Capítulo 1
No, joder... ahora no... ¿ hay sangre? si, hay sangre. Mierda, no puede ser, me estoy empezando a marear, no para de sangrar... agg, que dolor, ¡mi brazo!... ¿Por qué está el suelo más cerca cada segundo? ¡¡Auch!! Me he hecho polvo, creo que me he caído al suelo, no lo se, no veo... no veo... no... n...
“Cuando no haya más sitio en el infierno los muertos caminarán sobre la tierra”
Capítulo 2
Tres de la tarde, un frío que pelaba y en la radio del autobús sonando la repetitiva canción de “el chiringuito” de Georgie Dann. ¨¿ Cuanto asco le podía llegar a tener a esa canción?, daba igual, estaba derrotado después de un día agotador, no me sentía casi las piernas. Esa mañana había estado de aquí para allá, que si a tomar un café aquí, que si ir a comprar no se que en esa tienda tan mona, que si tal que si cual… Chris me tenía frito. Por supuesto, era mi novia, pero aún así la amaba.
Miré por la ventana del autobús y vi a dos militares en la acera, quietos, como vigilando, me extrañó muchísimo, iban armados y con mascaras de gas. No le di importancia al asunto y empecé a tararear la canción de “el chiringuito”.
Baje del bus y caminé los 58 pasos que había desde la parada hasta mi casa.
La señora de la limpieza estaba fregando la entrada, me saludó y yo le devolví el saludo sin levantar ni siquiera la cabeza. El ascensor fuera de servicio, parecía que el mundo se había vuelto en mi contra. Subí hasta el último piso y entré en casa.
Agotado, me desparramé sobre el sofá y encendí el televisor.
Nunca veía la tele, siempre estaba enganchado al ordenador, pero ese día me apetecía descansar en el sofá.
-¡Bien! ¡Las noticias! Creo que podré aguantarlo. Al fin y al cabo no echan otra cosa mejor… - dije para auto convencerme. Y menos mal que me convencí…
Diez minutos después de decir esto estaba con los ojos pegados al televisor, como si fuera la cosa más importante del mundo… y la verdad, así era… En ninguna cadena se hablaba de otra cosa, “virus”, “pandemia”, “infectados”, “no salgan a la calle”, “cierren puertas”, etc. Esas palabras se repetían constantemente. Reporteros del informativo salían a la calle, sin pensar en el peligro que corrían, para grabar lo que allí estaba sucediendo, todo sucedía muy rápido, la gente enloquecía, gritaba y corría. Se veía sangre, gente peleándose… matándose. La gente se desmembraba y se devoraban sin ningún motivo, tenían ese “virus” del que hablaban los presentadores del informativo… A mi sinceramente me recordaban a zombis. Lo único que en esos momentos pensé fue: cierra la puerta y no abras a nadie.
Me despegué del televisor y me di cuenta de que en la calle sonaban continuamente sirenas de ambulancia y policía, cláxones de coches y gente gritando.
Corrí apresuradamente las cortinas del salón, allí estaban, los infectados enloquecidos habían llegado a los pies de mi edificio, bueno y a los del edificio de en frente, y la calle y la esquina,….
Estaban allí, atacando a todo lo que se movía. La sangre corría calle abajo, tripas y sesos se desparramaban por toda la avenida. Me dediqué a mirar el escenario, como si de una película se tratase.
Observé como a un grupo de esos necrófagos, corrían dando tumbos hasta derribar a un transeúnte, le rasgaron el abdomen y sacaron de él todos sus órganos, sin ningún miramiento, disfrutaban con ello. Después se lo comieron.
Señoras y señores mayores, niños y niñas pequeñas, jóvenes, adultos… todos eran abiertos en canal o simplemente mordidos o arañados.
Todos los que habían sido heridos encolerizaban e iban tras sus familiares u otros individuos que pasaban por su lado.
Aquellos enfermos andaban de una manera muy peculiar, arrastrando sus pies con gran torpeza pero no por ello caminaban despacio… yo diría que más bien “intentaban correr”.
Los coches se agolpaban en la carretera. Algunos ardían, otros chocaban e intentaban como locos subirse a la acera para seguir su camino, pero ya ni eso servía para escapar de la tragedia. Los pasajeros de los automóviles eran arrastrados al exterior y devorados vivos por aquellos gules.
Volví la cabeza hacia los edificios de al lado y en frente, centre mi mirada en las ventanas de aquellos edificios… la gente se asomaba y horrorizada observaba el macabro espectáculo que había ahí abajo. La expresión de sus caras lo decía todo.
-¡Los muertos andan mamá!- gritó con entusiasmo un niño desde la ventana de su cocina.
Si os quedáis con las ganas de más aquí esta mi blog [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] aunque ya os digo que tarde o temprano estará escrito aquí lo mismo que allí.[url][/url]
Capítulo 1
No, joder... ahora no... ¿ hay sangre? si, hay sangre. Mierda, no puede ser, me estoy empezando a marear, no para de sangrar... agg, que dolor, ¡mi brazo!... ¿Por qué está el suelo más cerca cada segundo? ¡¡Auch!! Me he hecho polvo, creo que me he caído al suelo, no lo se, no veo... no veo... no... n...
“Cuando no haya más sitio en el infierno los muertos caminarán sobre la tierra”
Capítulo 2
Tres de la tarde, un frío que pelaba y en la radio del autobús sonando la repetitiva canción de “el chiringuito” de Georgie Dann. ¨¿ Cuanto asco le podía llegar a tener a esa canción?, daba igual, estaba derrotado después de un día agotador, no me sentía casi las piernas. Esa mañana había estado de aquí para allá, que si a tomar un café aquí, que si ir a comprar no se que en esa tienda tan mona, que si tal que si cual… Chris me tenía frito. Por supuesto, era mi novia, pero aún así la amaba.
Miré por la ventana del autobús y vi a dos militares en la acera, quietos, como vigilando, me extrañó muchísimo, iban armados y con mascaras de gas. No le di importancia al asunto y empecé a tararear la canción de “el chiringuito”.
Baje del bus y caminé los 58 pasos que había desde la parada hasta mi casa.
La señora de la limpieza estaba fregando la entrada, me saludó y yo le devolví el saludo sin levantar ni siquiera la cabeza. El ascensor fuera de servicio, parecía que el mundo se había vuelto en mi contra. Subí hasta el último piso y entré en casa.
Agotado, me desparramé sobre el sofá y encendí el televisor.
Nunca veía la tele, siempre estaba enganchado al ordenador, pero ese día me apetecía descansar en el sofá.
-¡Bien! ¡Las noticias! Creo que podré aguantarlo. Al fin y al cabo no echan otra cosa mejor… - dije para auto convencerme. Y menos mal que me convencí…
Diez minutos después de decir esto estaba con los ojos pegados al televisor, como si fuera la cosa más importante del mundo… y la verdad, así era… En ninguna cadena se hablaba de otra cosa, “virus”, “pandemia”, “infectados”, “no salgan a la calle”, “cierren puertas”, etc. Esas palabras se repetían constantemente. Reporteros del informativo salían a la calle, sin pensar en el peligro que corrían, para grabar lo que allí estaba sucediendo, todo sucedía muy rápido, la gente enloquecía, gritaba y corría. Se veía sangre, gente peleándose… matándose. La gente se desmembraba y se devoraban sin ningún motivo, tenían ese “virus” del que hablaban los presentadores del informativo… A mi sinceramente me recordaban a zombis. Lo único que en esos momentos pensé fue: cierra la puerta y no abras a nadie.
Me despegué del televisor y me di cuenta de que en la calle sonaban continuamente sirenas de ambulancia y policía, cláxones de coches y gente gritando.
Corrí apresuradamente las cortinas del salón, allí estaban, los infectados enloquecidos habían llegado a los pies de mi edificio, bueno y a los del edificio de en frente, y la calle y la esquina,….
Estaban allí, atacando a todo lo que se movía. La sangre corría calle abajo, tripas y sesos se desparramaban por toda la avenida. Me dediqué a mirar el escenario, como si de una película se tratase.
Observé como a un grupo de esos necrófagos, corrían dando tumbos hasta derribar a un transeúnte, le rasgaron el abdomen y sacaron de él todos sus órganos, sin ningún miramiento, disfrutaban con ello. Después se lo comieron.
Señoras y señores mayores, niños y niñas pequeñas, jóvenes, adultos… todos eran abiertos en canal o simplemente mordidos o arañados.
Todos los que habían sido heridos encolerizaban e iban tras sus familiares u otros individuos que pasaban por su lado.
Aquellos enfermos andaban de una manera muy peculiar, arrastrando sus pies con gran torpeza pero no por ello caminaban despacio… yo diría que más bien “intentaban correr”.
Los coches se agolpaban en la carretera. Algunos ardían, otros chocaban e intentaban como locos subirse a la acera para seguir su camino, pero ya ni eso servía para escapar de la tragedia. Los pasajeros de los automóviles eran arrastrados al exterior y devorados vivos por aquellos gules.
Volví la cabeza hacia los edificios de al lado y en frente, centre mi mirada en las ventanas de aquellos edificios… la gente se asomaba y horrorizada observaba el macabro espectáculo que había ahí abajo. La expresión de sus caras lo decía todo.
-¡Los muertos andan mamá!- gritó con entusiasmo un niño desde la ventana de su cocina.
Si os quedáis con las ganas de más aquí esta mi blog [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] aunque ya os digo que tarde o temprano estará escrito aquí lo mismo que allí.[url][/url]
Última edición por Impulso101 el Dom Abr 25, 2010 4:28 am, editado 1 vez
Zombie: Brains Here
Capítulo 3
-¿Qué está pasando?- me pregunté a mi mismo, parecía un sueño, un sueño… ¡hecho realidad! ¿Cuantas películas de zombis podría haber llegado a ver durante toda mi vida?
¿Cuantas veces pude desear que pasara aquello mismo en la vida real? Para ser sincero, MUCHAS, contestando a las dos preguntas anteriores.
Y hace solo dos años que… como un enfermo mental me preparé para esto.
Todo empezó cuando mi novia me regaló una “guía de supervivencia ante un ataque zombi”.
Cuando terminé el libro, me hice con una licencia de armas de fuego. Tras conseguirla me compré una preciosa Carabina M4 y munición del calibre 22.
Practicaba con ella todos los sábados en un club de tiro cercano…Que recuerdos… hace meses que lo dejé, creo que ya es hora de volverla a sacar del armario.
Que asco, tenía polvo, tocaba limpiarla
Volví a la televisión. El presentador del informativo, sudoroso y con unos nervios tremendos dijo lo siguiente:
“Queridos espectadores, les rogamos que no salgan de sus casas, cierren puertas y ventanas, no intenten llamar a los servicios de atención medica ni otros similares, no entren en contacto con los infectados. Si usted o algún miembro de su familia a entrado en contacto con algún infectado: vigile si ha habido alguna herida producida por el atacante, si la hay… disparele a la cabeza.”
Y fin de la transmisión, el informativo se terminó y saltó la carta de ajustes. Boquiabierto apagué el televisor y me dirigí a la cocina… tantos sesos y tripas desparramadas me habían abierto el apetito.
Me hice una hamburguesa.
Recogí el plato, de repente, sonó la puerta… me cagué en los pantalones y seguidamente me levante para ver quien cojones había provocado que dejase la hamburguesa en mis calzones. Miré por la mirilla.
-¿Que cojones?- solté espontáneamente en mi cerebro, era el vecino de al lado, un hombre solitario, de unos 45 años, barba de 7 días marrón, de un metro setenta y una barriguita de señor mayor.
La verdad, siempre le consideré un psicópata, siempre que me encontraba con él en el ascensor me decía “el día llegará y nos cagaremos en los pantalones” y podéis imaginaros la cara que se me quedaba. En pocas palabras, ese hombre daba mal royo.
Capítulo 4
Le abrí la puerta, no sin antes inspeccionarle por la mirilla, no quería llevarme sorpresas.
-Hola vecino- soltó el hombre a la vez que se ponía una cacerola metálica en la
cabeza- el día a llegado, a llegado, ¿no te lo dije?, ¿Pero sabes qué? No pienso cagarme en los pantalones. Toma hijo- continuó mientras me ponía un walkie talkie en la mano- con esto nos comunicaremos durante el Apocalipsis.
-¿De que hablas?-dije con voz dudosa.
- Me caes bien hijo, y no quiero que acabes como ellos…. Ahora métete en casa y no abras a nadie, arrrrrr.
Con cara de estupefacción cerré mi puerta y eché el cerrojo, no se que fue lo que mas me desconcertó, el que se pusiera una cacerola en la cabeza o que soltara ese “ arrrrr” al final de la frase. En todo caso por lo menos tendría apoyo si venían a comerme los sesos.
No tenia ganas de nada y decidí que ya haría algo al respecto después de una siesta.
Me dormí en el sofá.
Treinta minutos después el walkie talkie sonó.
-¡Vecino! ¡Vecino! Mira por la ventana, cambio.
Esperándome cualquier cosa mire por la ventana. Allí estaba, era mi vecino a unos 6 metros de mi ventana, estaba disparando desde su balcón…
-¡Una M60!- dije por el walkie. El cabrón estaba disparando a esos gules con esa pedazo de ametralladora con una cadencia de tiro de 550 disparos por minuto, definitivamente ese tío estaba loco.
Cada disparo del tarado de mi vecino retumbaba como un trueno entre los edificios de la avenida. De no ser por los disparos, las calles estarían en un silencio absoluto, la gente ya no chillaba, la gente ya no corría calle abajo intentando huir, todos habían caído, todos estaban allí abajo, convertidos en aquellas personas ensangrentadas, andando lentamente hacia ninguna dirección en concreto… había cientos de ellos debajo del edificio, era todo un espectáculo. Sin un brazo, sin piernas, sin estomago, con heridas enormes en el pecho, de las que no tardas más de 3 segundos en morir… pero todos estaban “vivos”… o eso parecía.
Mi vecino dejó de disparar, algo ocurría, mire su cara, tenía una expresión como de incomprensión. Miré hacia abajo, había estado disparando continuamente durante, al menos, dos minutos, y solo había conseguido derribar a 5 de ellos.
Yo sabía lo que pasaba, y con un claro gesto le indiqué a donde había que dispararles.
-A la cabeza vecino- dije medio riéndome por el walkie.
-Jajaja, como no pude haber caído antes, pues desde el décimo piso y con esta ametralladora es casi imposible apuntar a la cabeza, creo que dejare de gastar munición e…
De pronto un sonido de cristales rotos interrumpió nuestra conversación.
-¿Has oído eso vecino?
-Si, creo que han entrado. Hijo, tendremos que bloquear la puerta de acceso a las escaleras. No creo que cojan el ascensor… por cierto, todavía no nos hemos presentado, me llamo Harry, ¿como te llamas tu hijo?
-Encantado Harry, mi nombre es Miguel… pero llámame Mikel.
-¿Qué está pasando?- me pregunté a mi mismo, parecía un sueño, un sueño… ¡hecho realidad! ¿Cuantas películas de zombis podría haber llegado a ver durante toda mi vida?
¿Cuantas veces pude desear que pasara aquello mismo en la vida real? Para ser sincero, MUCHAS, contestando a las dos preguntas anteriores.
Y hace solo dos años que… como un enfermo mental me preparé para esto.
Todo empezó cuando mi novia me regaló una “guía de supervivencia ante un ataque zombi”.
Cuando terminé el libro, me hice con una licencia de armas de fuego. Tras conseguirla me compré una preciosa Carabina M4 y munición del calibre 22.
Practicaba con ella todos los sábados en un club de tiro cercano…Que recuerdos… hace meses que lo dejé, creo que ya es hora de volverla a sacar del armario.
Que asco, tenía polvo, tocaba limpiarla
Volví a la televisión. El presentador del informativo, sudoroso y con unos nervios tremendos dijo lo siguiente:
“Queridos espectadores, les rogamos que no salgan de sus casas, cierren puertas y ventanas, no intenten llamar a los servicios de atención medica ni otros similares, no entren en contacto con los infectados. Si usted o algún miembro de su familia a entrado en contacto con algún infectado: vigile si ha habido alguna herida producida por el atacante, si la hay… disparele a la cabeza.”
Y fin de la transmisión, el informativo se terminó y saltó la carta de ajustes. Boquiabierto apagué el televisor y me dirigí a la cocina… tantos sesos y tripas desparramadas me habían abierto el apetito.
Me hice una hamburguesa.
Recogí el plato, de repente, sonó la puerta… me cagué en los pantalones y seguidamente me levante para ver quien cojones había provocado que dejase la hamburguesa en mis calzones. Miré por la mirilla.
-¿Que cojones?- solté espontáneamente en mi cerebro, era el vecino de al lado, un hombre solitario, de unos 45 años, barba de 7 días marrón, de un metro setenta y una barriguita de señor mayor.
La verdad, siempre le consideré un psicópata, siempre que me encontraba con él en el ascensor me decía “el día llegará y nos cagaremos en los pantalones” y podéis imaginaros la cara que se me quedaba. En pocas palabras, ese hombre daba mal royo.
Capítulo 4
Le abrí la puerta, no sin antes inspeccionarle por la mirilla, no quería llevarme sorpresas.
-Hola vecino- soltó el hombre a la vez que se ponía una cacerola metálica en la
cabeza- el día a llegado, a llegado, ¿no te lo dije?, ¿Pero sabes qué? No pienso cagarme en los pantalones. Toma hijo- continuó mientras me ponía un walkie talkie en la mano- con esto nos comunicaremos durante el Apocalipsis.
-¿De que hablas?-dije con voz dudosa.
- Me caes bien hijo, y no quiero que acabes como ellos…. Ahora métete en casa y no abras a nadie, arrrrrr.
Con cara de estupefacción cerré mi puerta y eché el cerrojo, no se que fue lo que mas me desconcertó, el que se pusiera una cacerola en la cabeza o que soltara ese “ arrrrr” al final de la frase. En todo caso por lo menos tendría apoyo si venían a comerme los sesos.
No tenia ganas de nada y decidí que ya haría algo al respecto después de una siesta.
Me dormí en el sofá.
Treinta minutos después el walkie talkie sonó.
-¡Vecino! ¡Vecino! Mira por la ventana, cambio.
Esperándome cualquier cosa mire por la ventana. Allí estaba, era mi vecino a unos 6 metros de mi ventana, estaba disparando desde su balcón…
-¡Una M60!- dije por el walkie. El cabrón estaba disparando a esos gules con esa pedazo de ametralladora con una cadencia de tiro de 550 disparos por minuto, definitivamente ese tío estaba loco.
Cada disparo del tarado de mi vecino retumbaba como un trueno entre los edificios de la avenida. De no ser por los disparos, las calles estarían en un silencio absoluto, la gente ya no chillaba, la gente ya no corría calle abajo intentando huir, todos habían caído, todos estaban allí abajo, convertidos en aquellas personas ensangrentadas, andando lentamente hacia ninguna dirección en concreto… había cientos de ellos debajo del edificio, era todo un espectáculo. Sin un brazo, sin piernas, sin estomago, con heridas enormes en el pecho, de las que no tardas más de 3 segundos en morir… pero todos estaban “vivos”… o eso parecía.
Mi vecino dejó de disparar, algo ocurría, mire su cara, tenía una expresión como de incomprensión. Miré hacia abajo, había estado disparando continuamente durante, al menos, dos minutos, y solo había conseguido derribar a 5 de ellos.
Yo sabía lo que pasaba, y con un claro gesto le indiqué a donde había que dispararles.
-A la cabeza vecino- dije medio riéndome por el walkie.
-Jajaja, como no pude haber caído antes, pues desde el décimo piso y con esta ametralladora es casi imposible apuntar a la cabeza, creo que dejare de gastar munición e…
De pronto un sonido de cristales rotos interrumpió nuestra conversación.
-¿Has oído eso vecino?
-Si, creo que han entrado. Hijo, tendremos que bloquear la puerta de acceso a las escaleras. No creo que cojan el ascensor… por cierto, todavía no nos hemos presentado, me llamo Harry, ¿como te llamas tu hijo?
-Encantado Harry, mi nombre es Miguel… pero llámame Mikel.
Re: Zombie: Brains Here
Interesante, esperaré los siguientes capítulos!
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Localización : En el país feliz, en una casa de gominola en la calle de la piruleta. (Málaga)
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Zombie: Brains Here
Capítulo 5
A los treinta segundos salimos de nuestras respectivas casas con muebles, mesas, sillas… todo lo que sirviera para atrancar la puerta de las escaleras. Gracias a que vivíamos en el último piso no teníamos que preocuparnos de los demás vecinos, es más, les abandonamos a su suerte.
La puerta ya estaba atrancada, Harry me miró con cara de satisfacción.
-Buen trabajo.- dijimos ambos al unísono.
-Mikel, la barricada es segura pero no me quiero arriesgar… así que también tapiaré la puerta de mi casa por si consiguen atravesar la puerta de las escaleras, y tú deberías hacer lo mismo si no quieres convertirte en uno de ellos.
-No nos volveremos a ver, supongo.
-No hijo, no creo, pero para eso tenemos los walkies. Cualquier cosa que necesites llámame.
-Lo haré Harry.
Nos pusimos manos a la obra, nos encerramos cada uno en nuestras respectivas casas y pusimos maderas en la puerta.
Ya habían pasado 5 horas desde que me puse a ver las noticias, casi había anochecido, y cada vez había más zombis en nuestro portal. No sabíamos si éramos los únicos vivos del edificio…
Gemidos horrorosos salían de sus bocas ensangrentadas haciendo que me entrara un escalofrío por la espalda.
La siguiente noche estuve dándole vueltas a la cabeza, algo se me olvidaba y hacía que no pudiera dormirme. De pronto me vino a la cabeza, como se me pudo haber olvidado.
- ¡Mierda!- dije para mis adentros.
Como pude olvidarme de Chris, mi novia. Inmediatamente corrí al teléfono, pero la línea estaba cortada, no sabía que hacer, y si estaba muerta… o peor, y si se había convertido en uno de esos gules. Hasta esos momentos no había caído en lo que de verdad estaba pasando, todos mis familiares, mis amigos, mis seres queridos... habían muerto. Cogí el móvil en un intento inútil por contactar con Chris, comunicaba, pero había un mensaje en la bandeja de entrada del móvil, decía lo siguiente:
“Tengo miedo, no se que pasa, mis padres no están y todo el mundo corre y chilla.
Estoy escondida en casa, te espero aquí te amo”
Si Chris me hubiese hecho caso y se hubiese venido a vivir conmigo en vez de quedarse con sus padres, esto no pasaría.
-¿Qué hago ahora? ¿Me recorro 15 kilómetros hasta la casa de sus padres? Eso era algo que pensaría mañana por la mañana, ya era de noche y tenía que reponer fuerzas.
Capítulo 6
Me desperté al día siguiente a las 10 de la mañana con el sonido de la voz de Harry que sonaba desde el walkie.
-¡Despierta dormilón! Es hora de desayunar.- dijo con entusiasmo.
Miré por la ventana, la mañana había aparecido con una neblina espesa que salía de las alcantarillas, cubriendo las piernas de los zombis por los tobillos.
-Está bien Harry, ya me levanto, ¿que hay de nuevo esta mañana?
-Cosas malas, cosas muy pero que muy malas, las cosas no pintan bien aquí, parece como si todos los zombis de la ciudad vinieran a por nosotros jajaja.- dijo riéndose a carcajadas- pero no estamos solos, mira allí –
Me asomé por el balcón y al lado estaba Harry, en su correspondiente terraza. Harry señaló hacia el edificio de en frente, en el ático, una señora de unos sesenta años, armada de un rifle de francotirador M40, estaba disparando a los nuevos miles de necrófagos que se arremolinaban bajo nuestros pies.
Harry volvió a señalar en otras tres direcciones distintas:
• En el supermercado de debajo de la acera de en frente, tres cajeras habían formado una barricada en la puerta, inhabilitando el paso a los zombis.
• Un ejecutivo armado de una USP de 9mm estaba escondido debajo de un todoterreno, tumbado, inmóvil, luchando por que su respiración no fuera lo suficientemente alta para que alertara a los gules
• Y otro individuo más, escondido dentro del mismo todoterreno, bastante corpulento, con una barba espesa, tampoco se movía demasiado.
Harry señaló rápidamente una última vez, esta vez era un camión de la basura, circulando a unos 200 kilómetros por hora por la gran avenida, a unos 600 metros de nuestra posición.
En ese justo momento el hombre que estaba tumbado debajo del todoterreno salió escopetado hacia el grupo de zombis que se establecían bajo nuestro portal.
Se puso la pistola en la sien.
Los zombis retorcieron el cuello para mirar al ejecutivo, le miraban fijamente, con sus ojos emblanquecidos, le miraban con odio, con furia y por último con hambre... tardaron 4 segundos en lanzarse sobre él. Pero antes de que los zombis consiguieran tocarle y antes de que el ejecutivo pudiera apretar el gatillo para suicidarse el camión de la basura le arroyo a él y a 20 zombis más, sin frenar, hasta estrellarse ante el muro de nuestro edificio.
Ahora l veía mejor a los pasajeros del camión, eran tres personas, vestidas con el mono reflectante de limpieza de calles. El conductor parecía haber muerto en el impacto, un segundo individuo trepó al techo del camión y el tercero bajo de la cabina y corrió hasta nuestro portal.
Antes de que diera el 5 paso, unos de los zombis que habían atropellado, sin piernas, le agarró del tobillo. El hombre cayó al suelo y antes de que pudiera reaccionar ya tenía a diez gules encima. Salía sangre a borbotones de su cuerpo, los zombis mordían, arañaban, tiraban y arrancaban todas sus extremidades hasta dejar un enorme charco de sangre en la acera.
Seguidamente fueron a por el otro individuo, subido en el techo del camión, gritaba desesperado pidiendo ayuda. La señora francotiradora del ático disparó 5 tiros al grupo de zombis que rodeaba el camión. Dejó de disparar y se puso a rezar.
El capó del camión ardía, desprendiendo unas pequeñas llamas entre la chapa abollada del camión. Algunos de los infelices zombis se acercaban a las llamas, prendiéndose fuego. Pero esto no les detenía, no acusaban dolor. Solo pararon cuando sus cuerpos se redujeron a cenizas.
Los zombis intentaban trepar, sin mucho éxito, por donde no ardía e camión… no conseguían nada, pero solo había que esperar un poco a que unos se subieran encima de otros, pisoteándose sin querer, para alcanzar el techo.
El hombre lloraba desconsolado en el techo del camión. Una cara de tristeza invadió mi cara, sin embargo la de Harry era muy distinta. Harry reía a carcajadas.
-Ese tío está jodido… mírale la cara, pobre muchacho.
A los treinta segundos salimos de nuestras respectivas casas con muebles, mesas, sillas… todo lo que sirviera para atrancar la puerta de las escaleras. Gracias a que vivíamos en el último piso no teníamos que preocuparnos de los demás vecinos, es más, les abandonamos a su suerte.
La puerta ya estaba atrancada, Harry me miró con cara de satisfacción.
-Buen trabajo.- dijimos ambos al unísono.
-Mikel, la barricada es segura pero no me quiero arriesgar… así que también tapiaré la puerta de mi casa por si consiguen atravesar la puerta de las escaleras, y tú deberías hacer lo mismo si no quieres convertirte en uno de ellos.
-No nos volveremos a ver, supongo.
-No hijo, no creo, pero para eso tenemos los walkies. Cualquier cosa que necesites llámame.
-Lo haré Harry.
Nos pusimos manos a la obra, nos encerramos cada uno en nuestras respectivas casas y pusimos maderas en la puerta.
Ya habían pasado 5 horas desde que me puse a ver las noticias, casi había anochecido, y cada vez había más zombis en nuestro portal. No sabíamos si éramos los únicos vivos del edificio…
Gemidos horrorosos salían de sus bocas ensangrentadas haciendo que me entrara un escalofrío por la espalda.
La siguiente noche estuve dándole vueltas a la cabeza, algo se me olvidaba y hacía que no pudiera dormirme. De pronto me vino a la cabeza, como se me pudo haber olvidado.
- ¡Mierda!- dije para mis adentros.
Como pude olvidarme de Chris, mi novia. Inmediatamente corrí al teléfono, pero la línea estaba cortada, no sabía que hacer, y si estaba muerta… o peor, y si se había convertido en uno de esos gules. Hasta esos momentos no había caído en lo que de verdad estaba pasando, todos mis familiares, mis amigos, mis seres queridos... habían muerto. Cogí el móvil en un intento inútil por contactar con Chris, comunicaba, pero había un mensaje en la bandeja de entrada del móvil, decía lo siguiente:
“Tengo miedo, no se que pasa, mis padres no están y todo el mundo corre y chilla.
Estoy escondida en casa, te espero aquí te amo”
Si Chris me hubiese hecho caso y se hubiese venido a vivir conmigo en vez de quedarse con sus padres, esto no pasaría.
-¿Qué hago ahora? ¿Me recorro 15 kilómetros hasta la casa de sus padres? Eso era algo que pensaría mañana por la mañana, ya era de noche y tenía que reponer fuerzas.
Capítulo 6
Me desperté al día siguiente a las 10 de la mañana con el sonido de la voz de Harry que sonaba desde el walkie.
-¡Despierta dormilón! Es hora de desayunar.- dijo con entusiasmo.
Miré por la ventana, la mañana había aparecido con una neblina espesa que salía de las alcantarillas, cubriendo las piernas de los zombis por los tobillos.
-Está bien Harry, ya me levanto, ¿que hay de nuevo esta mañana?
-Cosas malas, cosas muy pero que muy malas, las cosas no pintan bien aquí, parece como si todos los zombis de la ciudad vinieran a por nosotros jajaja.- dijo riéndose a carcajadas- pero no estamos solos, mira allí –
Me asomé por el balcón y al lado estaba Harry, en su correspondiente terraza. Harry señaló hacia el edificio de en frente, en el ático, una señora de unos sesenta años, armada de un rifle de francotirador M40, estaba disparando a los nuevos miles de necrófagos que se arremolinaban bajo nuestros pies.
Harry volvió a señalar en otras tres direcciones distintas:
• En el supermercado de debajo de la acera de en frente, tres cajeras habían formado una barricada en la puerta, inhabilitando el paso a los zombis.
• Un ejecutivo armado de una USP de 9mm estaba escondido debajo de un todoterreno, tumbado, inmóvil, luchando por que su respiración no fuera lo suficientemente alta para que alertara a los gules
• Y otro individuo más, escondido dentro del mismo todoterreno, bastante corpulento, con una barba espesa, tampoco se movía demasiado.
Harry señaló rápidamente una última vez, esta vez era un camión de la basura, circulando a unos 200 kilómetros por hora por la gran avenida, a unos 600 metros de nuestra posición.
En ese justo momento el hombre que estaba tumbado debajo del todoterreno salió escopetado hacia el grupo de zombis que se establecían bajo nuestro portal.
Se puso la pistola en la sien.
Los zombis retorcieron el cuello para mirar al ejecutivo, le miraban fijamente, con sus ojos emblanquecidos, le miraban con odio, con furia y por último con hambre... tardaron 4 segundos en lanzarse sobre él. Pero antes de que los zombis consiguieran tocarle y antes de que el ejecutivo pudiera apretar el gatillo para suicidarse el camión de la basura le arroyo a él y a 20 zombis más, sin frenar, hasta estrellarse ante el muro de nuestro edificio.
Ahora l veía mejor a los pasajeros del camión, eran tres personas, vestidas con el mono reflectante de limpieza de calles. El conductor parecía haber muerto en el impacto, un segundo individuo trepó al techo del camión y el tercero bajo de la cabina y corrió hasta nuestro portal.
Antes de que diera el 5 paso, unos de los zombis que habían atropellado, sin piernas, le agarró del tobillo. El hombre cayó al suelo y antes de que pudiera reaccionar ya tenía a diez gules encima. Salía sangre a borbotones de su cuerpo, los zombis mordían, arañaban, tiraban y arrancaban todas sus extremidades hasta dejar un enorme charco de sangre en la acera.
Seguidamente fueron a por el otro individuo, subido en el techo del camión, gritaba desesperado pidiendo ayuda. La señora francotiradora del ático disparó 5 tiros al grupo de zombis que rodeaba el camión. Dejó de disparar y se puso a rezar.
El capó del camión ardía, desprendiendo unas pequeñas llamas entre la chapa abollada del camión. Algunos de los infelices zombis se acercaban a las llamas, prendiéndose fuego. Pero esto no les detenía, no acusaban dolor. Solo pararon cuando sus cuerpos se redujeron a cenizas.
Los zombis intentaban trepar, sin mucho éxito, por donde no ardía e camión… no conseguían nada, pero solo había que esperar un poco a que unos se subieran encima de otros, pisoteándose sin querer, para alcanzar el techo.
El hombre lloraba desconsolado en el techo del camión. Una cara de tristeza invadió mi cara, sin embargo la de Harry era muy distinta. Harry reía a carcajadas.
-Ese tío está jodido… mírale la cara, pobre muchacho.
Zombie: Brains Here
Capítulo 7
Salí de aquel escenario sangriento y entre en el salón. Me tiré en el sofá y empecé a pensar que podía hacer para salir de allí sin morir en el intento.
Después de varios minutos reduje la lista a dos posibilidades: ir al garaje y coger un coche o salir por la puerta del edificio como si nada. Obviamente, elegí la primera, ya que la segunda era un poco suicida.
Fui a la cocina y me dispuse a llenar un vaso de agua, pero para mi sorpresa ya no había, no había agua ni electricidad. No podía quedarme mucho mas tiempo allí, y menos mal que había comida enlatada y botellas de agua mineral en la despensa… pero aún así no había suministros para más de una semana, además estaba el tema sin resolver de Chris.
El sonido de los motores de un avión me sacó de mis pensamientos e hizo que me volviera a asomar al balcón. Era una avioneta, pasaba a pocos metros de nuestras cabezas e iba soltando una especie de confeti por detrás, no era confeti, efectivamente, eran papeles en los que se advertía lo siguiente:
(no hay tildes porque sino la fuente no se ve, sorry )
Cogí el walkie talkie.
-Harry, no hay agua ni luz. Y ya has leído la nota de salvamento, es una señal… Tenemos que marcharnos, y pronto.
-No te preocupes- dijo muy relajado- Tengo un plan…
-No me digas más- dije sin dejarle terminar la frase- cogeremos tu coche.
-Ah! Pues no se me había ocurrido a mi pero es mucho mejor que mi plan, así que nos quedaremos con ese. Reúne lo necesario para el trayecto, botiquines, cantimploras, prismáticos, navajas, mechero, armas…
-Nos vamos de campamento Harry- dije medio en broma.
-No, no iremos de campamento Mikel… ¡¡¡VAMOS DE CAZA!!!
Capítulo 8
Tercer día después de la epidemia, me levanté de la cama casi sin ganas. La tarde anterior transcurrió sin ninguna incidencia. Harry me advirtió que tardaría 24 horas en preparar todo para la salida. Sinceramente, algo me olía a gato encerrado, algo me decía que tramaba algo. Dejé de lado mis instintos y dejé de preocuparme.
Desayuné lo que pude y fui al balcón para ver de nuevo el panorama que, en cierto modo, ya me había acostumbrado a ver.
Allí estaban, caminando sin rumbo fijo, como esperando a que bajáramos del edificio. Alguno me miraba y se quedaba empanado, girando el cuello como diciendo “¿comida?” y reproduciendo un gemido desde su sangrienta boca que hacía estremecerme y volver al interior de mi acogedor hogar.
Me dieron las cuatro y decidí llamar a Harry por el walkie.
-Harry, Harry, ¿estás ahí? Necesito hablar contigo, Harry contesta.
No hubo respuesta, ni tampoco contesto a los cinco minutos siguientes, ni a los 20, ni a la hora, ni a las cuatro horas siguientes…
Nervioso, empecé a comerme la cabeza, intentando saber que le podía haber pasado para que no me contestara… pensé en las pilas del walkie talkie, pensé también en que le había dado un venazo y se había suicidado, pensé en que ya habían entrado los zombis y le habían devorado y… si ese era el caso, yo era el siguiente.
Corrí hacia mi habitación, cogí el rifle, lo cargué y le quité el seguro. Seguidamente cogí la mochila que había preparado para el viaje y repasé concienzudamente la lista de objetos que debían estar dentro de ella:
-Agua
-Munición para M4
-Galletas
-Cuchillo jamonero
-Papel higiénico
-Reproductor Mp3
-Cócteles molotov
-Mechero
- Ropa limpia
Estaba todo listo, no faltaba nada.
Rifle en mano me dirigí hacia la puerta de mi casa, arranqué los tablones que la aseguraban. Tome una bocanada de aire y abrí la puerta. Un olor a muerto recorrió mis fosas nasales, mi estomago no lo soporto y eché la pota en el rellano.
Después de limpiarme los restos de la boca anduve hasta la puerta de Harry.
Pasé por al lado de la puerta de las escaleras y volví a ver los muebles, sillas y mesas que amontonamos aquel día, Harry y yo, para impedir el paso a los zombis. Y allí estaban, parados, como durmiendo con los ojos abiertos…
-Putos zombis… - dije con una amplia sonrisa.
Pero esa risa me duró un suspiro, porque me oyeron, no se como, pero me oyeron y al instante enfurecieron y empezaron a golpear los muebles con fuerza, la escena era espantosa, parecía que los muebles se romperían de un momento a otro, dejando paso libre para que me devoraran.
En la primera fila de gules pude ver a mi vecina del 5º, una chica de muy buen ver, que me tiraba los tejos, muy de vez en cuando, cada vez que nos encontrábamos en el ascensor. Pero tengo novia… También vi a la señora de la limpieza, a la que había saludado aquel día en el que los muertos tomaron las calles.
Cogí la carabina m4, la sujeté firmemente contra mi hombro y apreté el gatillo.
- ¡Toma! – dije al ver a la señora de la limpieza desplomándose en el suelo, hacía tiempo que no sentía una sensación igual.
Revolví la cabeza y me pregunté que hacía allí parado. Salí por patas del escenario y me plante frente a la puerta de Harry. Llame insistentemente, golpeándola con fuerza, pero Harry no respondía.
Me apoyé en la puerta para descansar y para mi sorpresa la puerta se desplazó lentamente… Harry se la habría dejado abierta, supongo… o había salido, pero salir a donde, no había salida alguna por las escaleras, y el ascensor no funcionaba debido a la falta de electricidad…
Sin pensármelo dos veces entré el la guarida de Harry. Estaba oscuro, todas las persianas estaban bajadas, solo se veía una vela a lo lejos, medio consumida.
Encendí la linterna de la carabina y nombré a Harry en un tono más o menos bajo,..
- ¿Harry?- De fondo solo se oía a los gules de la barricada, aún golpeándola sin cansancio alguno.
- ¡Chsss! Ven aquí- dijo una voz en la habitación del fondo.
Salí de aquel escenario sangriento y entre en el salón. Me tiré en el sofá y empecé a pensar que podía hacer para salir de allí sin morir en el intento.
Después de varios minutos reduje la lista a dos posibilidades: ir al garaje y coger un coche o salir por la puerta del edificio como si nada. Obviamente, elegí la primera, ya que la segunda era un poco suicida.
Fui a la cocina y me dispuse a llenar un vaso de agua, pero para mi sorpresa ya no había, no había agua ni electricidad. No podía quedarme mucho mas tiempo allí, y menos mal que había comida enlatada y botellas de agua mineral en la despensa… pero aún así no había suministros para más de una semana, además estaba el tema sin resolver de Chris.
El sonido de los motores de un avión me sacó de mis pensamientos e hizo que me volviera a asomar al balcón. Era una avioneta, pasaba a pocos metros de nuestras cabezas e iba soltando una especie de confeti por detrás, no era confeti, efectivamente, eran papeles en los que se advertía lo siguiente:
(no hay tildes porque sino la fuente no se ve, sorry )
Cogí el walkie talkie.
-Harry, no hay agua ni luz. Y ya has leído la nota de salvamento, es una señal… Tenemos que marcharnos, y pronto.
-No te preocupes- dijo muy relajado- Tengo un plan…
-No me digas más- dije sin dejarle terminar la frase- cogeremos tu coche.
-Ah! Pues no se me había ocurrido a mi pero es mucho mejor que mi plan, así que nos quedaremos con ese. Reúne lo necesario para el trayecto, botiquines, cantimploras, prismáticos, navajas, mechero, armas…
-Nos vamos de campamento Harry- dije medio en broma.
-No, no iremos de campamento Mikel… ¡¡¡VAMOS DE CAZA!!!
Capítulo 8
Tercer día después de la epidemia, me levanté de la cama casi sin ganas. La tarde anterior transcurrió sin ninguna incidencia. Harry me advirtió que tardaría 24 horas en preparar todo para la salida. Sinceramente, algo me olía a gato encerrado, algo me decía que tramaba algo. Dejé de lado mis instintos y dejé de preocuparme.
Desayuné lo que pude y fui al balcón para ver de nuevo el panorama que, en cierto modo, ya me había acostumbrado a ver.
Allí estaban, caminando sin rumbo fijo, como esperando a que bajáramos del edificio. Alguno me miraba y se quedaba empanado, girando el cuello como diciendo “¿comida?” y reproduciendo un gemido desde su sangrienta boca que hacía estremecerme y volver al interior de mi acogedor hogar.
Me dieron las cuatro y decidí llamar a Harry por el walkie.
-Harry, Harry, ¿estás ahí? Necesito hablar contigo, Harry contesta.
No hubo respuesta, ni tampoco contesto a los cinco minutos siguientes, ni a los 20, ni a la hora, ni a las cuatro horas siguientes…
Nervioso, empecé a comerme la cabeza, intentando saber que le podía haber pasado para que no me contestara… pensé en las pilas del walkie talkie, pensé también en que le había dado un venazo y se había suicidado, pensé en que ya habían entrado los zombis y le habían devorado y… si ese era el caso, yo era el siguiente.
Corrí hacia mi habitación, cogí el rifle, lo cargué y le quité el seguro. Seguidamente cogí la mochila que había preparado para el viaje y repasé concienzudamente la lista de objetos que debían estar dentro de ella:
-Agua
-Munición para M4
-Galletas
-Cuchillo jamonero
-Papel higiénico
-Reproductor Mp3
-Cócteles molotov
-Mechero
- Ropa limpia
Estaba todo listo, no faltaba nada.
Rifle en mano me dirigí hacia la puerta de mi casa, arranqué los tablones que la aseguraban. Tome una bocanada de aire y abrí la puerta. Un olor a muerto recorrió mis fosas nasales, mi estomago no lo soporto y eché la pota en el rellano.
Después de limpiarme los restos de la boca anduve hasta la puerta de Harry.
Pasé por al lado de la puerta de las escaleras y volví a ver los muebles, sillas y mesas que amontonamos aquel día, Harry y yo, para impedir el paso a los zombis. Y allí estaban, parados, como durmiendo con los ojos abiertos…
-Putos zombis… - dije con una amplia sonrisa.
Pero esa risa me duró un suspiro, porque me oyeron, no se como, pero me oyeron y al instante enfurecieron y empezaron a golpear los muebles con fuerza, la escena era espantosa, parecía que los muebles se romperían de un momento a otro, dejando paso libre para que me devoraran.
En la primera fila de gules pude ver a mi vecina del 5º, una chica de muy buen ver, que me tiraba los tejos, muy de vez en cuando, cada vez que nos encontrábamos en el ascensor. Pero tengo novia… También vi a la señora de la limpieza, a la que había saludado aquel día en el que los muertos tomaron las calles.
Cogí la carabina m4, la sujeté firmemente contra mi hombro y apreté el gatillo.
- ¡Toma! – dije al ver a la señora de la limpieza desplomándose en el suelo, hacía tiempo que no sentía una sensación igual.
Revolví la cabeza y me pregunté que hacía allí parado. Salí por patas del escenario y me plante frente a la puerta de Harry. Llame insistentemente, golpeándola con fuerza, pero Harry no respondía.
Me apoyé en la puerta para descansar y para mi sorpresa la puerta se desplazó lentamente… Harry se la habría dejado abierta, supongo… o había salido, pero salir a donde, no había salida alguna por las escaleras, y el ascensor no funcionaba debido a la falta de electricidad…
Sin pensármelo dos veces entré el la guarida de Harry. Estaba oscuro, todas las persianas estaban bajadas, solo se veía una vela a lo lejos, medio consumida.
Encendí la linterna de la carabina y nombré a Harry en un tono más o menos bajo,..
- ¿Harry?- De fondo solo se oía a los gules de la barricada, aún golpeándola sin cansancio alguno.
- ¡Chsss! Ven aquí- dijo una voz en la habitación del fondo.
Re: Zombie: Brains Here
no hagas dobles post con horas de diferencia, edita el anterior y añade lo que quieras o espera que pasen al menos 24 horas
Re: Zombie: Brains Here
Battousai escribió:no hagas dobles post con horas de diferencia, edita el anterior y añade lo que quieras o espera que pasen al menos 24 horas
Perdón, Perdón, Perdón, Perdón, Perdón, Perdón, Perdón, Perdón T.T es que no se que hice que me confundi y no queria dejarlo asi, perdón, no volverá a pasar T.T
Re: Zombie: Brains Here
Buen relato,sigue asi y espero las proximas entregas.
DarkHades- Pirómano
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Zombie: Brains Here
Capítulo 9
-Ven Mikel, no hagas ruido, por aquí, ven rápido. - se oía al fondo. Una luz parpadeante se hacía ver entre la puerta, avancé sigiloso, agachado junto a la pared. Empuje débilmente la puerta de donde salía la voz.
- Ven, date prisa- susurraba la voz, como si estuviera dolorida, sin duda era la voz de Harry.
Entré en la habitación y sentado en el suelo se encontraba Harry, a los pies de una cama y en la mesilla de noche la luz parpadeante, una vela.
-¿Qué ocurre Harry? ¿Estás bien? ¿Por qué estaba la puerta de tu casa abierta?
-Calma Mikel, estoy bien.- dijo con la voz temblorosa. Evidentemente Harry no estaba bien. No veía muy bien por la falta de luz, pero lo poco que veía era sangre en el suelo y paredes, procedente de su brazo. Le habían mordido y como bien sabemos todos no tardará mucho en convertirse en uno de ellos.
Su rostro reflejaba un miedo tremendo, estaba totalmente pálido y le temblaba la mandíbula. Los ojos estaban rojos, como si le sangrasen y despedía un olor a moho casi insoportable. Retrocedí dos pasos.
-Harry ¿porqué has salido?
-Solo quería jugar un poco con ellos, me hacían tanta gracia, son un poco tontos la verdad. Salí para probar mis armas, en especial esta- sacó una motosierra de debajo de la cama- es la leche, me he cargado a cuatro cabrones en dos segundos. Pero uno me ha pillado desprevenido y me a agarrado el brazo y ha empezado a mordérmelo. Se me ha caído el walkie talkie, por eso no he podido contactar contigo, perdón Mikel- dijo escupiendo sangre por la boca.
- Puff… Harry vas a convertirte en uno de ellos, ¿lo sabes verdad? Sabes que nos tenemos que ir de aquí… ahora que…
-Si Mikel, pero tranquilo, mira en la mesilla. Suerte. ¡Zasca!
Y sin dejarme decir nada cogió la motosierra, la encendió y se arrancó la cabeza. Litros de sangre chorreaban por su cuello, llenando las paredes aún más de su propia sangre. Yo me cubrí para que no me manchara demasiado.
-Vaya, ¡esto si que no me lo esperaba!
Solo, estaba solo y la única salida era enfrentarme a esos zombis de las escaleras para llegar al garaje.
Miré en la mesilla como me había dicho Harry. No había nada, solo la vela, casi consumida. Algo me dijo que abriera el cajón. Metí la linterna en él; las llaves del coche, un revolver, 30 balas y una máscara de gas del ejercito.
Lo metí todo en la mochila incluido la motosierra (aunque no cabía del todo ). Me acordé de su ametralladora, la busqué por la habitación y di con ella en el armario, me la puse a la espalda gracias a la cinta que llevaba.
Todo listo, ahora solo había que ir al garaje.
Salí de la oscura casa y me dirigí a las escaleras, Pensé en todas las posibilidades:
1ª posibilidad- Rifle y disparar al tuntún.
2ª posibilidad- Ametralladora y disparar al tuntún.
3ª posibilidad- Motosierra al canto.
4ª posibilidad- Molotov, flama, a bailar.
Elegí la cuarta, encendí el molotov y lo arrojé contra uno de los gules, el que estaba más en el centro. Se lo rompí en la cabeza y cayó al suelo. En un momento el suelo se volvió en llamas y los zombis empezaron a arder, se consumían rápido, sus gemidos se iban apagando lentamente y gracias a los “muebles-barricada” ardía mucho más fuerte.
Cogí el extintor del rellano, cuando no quedaban ya zombis en pie y sofoqué aquella barbacoa de necrófagos.
Pasé por encima de los cadáveres, pisoteándoles las cabezas humeantes. Sus cráneos se rompían con facilidad cuando les atizaba con el extintor que aún sostenía entre mis manos.
Baje las escaleras hacia el garaje.
Capítulo 10
Un escalón, dos escalones, tres escalones… sesenta escalones… ¡Potato! Esto es lo que pasa cuando no hay ascensor y vives en un ático.
Agotado, inserté la llave en la cerradura de la puerta del garaje. Visibilidad nula, enfoqué con la linterna de la carabina m4 al interior del garaje…
− ¡Coño! − nada más enfocar con la linterna me encontré a uno, era el bedel del edificio, le faltaba un brazo y miraba hacia abajo como si no tuviera otra cosa mejor que hacer. Giró su ensangrentado cuello hacia mi dirección y emitió un ligero gruñido, seguidamente se abalanzó sobre mi.
No dude un segundo, sabía que cualquier contacto con un infectado podría complicarme la vida, así que le sacudí un fuerte golpe con el extintor en plena frente. Le dejé K.O. en el suelo y volví a golpearle el cráneo para destrozarle el cerebro. Creo que me estaba acostumbrando demasiado a asesinar a gente, aunque no lo parecían… ¿y si el bedel solo quería un abrazo? ¿Un violento abrazo? No me he portado bien con el pobre zombi.
Mierda, no sabía cual era el coche de Harry, pulsé el botón del mando del coche.
-¡Piú piú!- sonó el coche de Harry, lo tenía justo en frente. Era un Chevrolet Silverado azul un poco oxidado pero parecía que funcionaba. Después de echarme la mano a la cabeza unas sombras, moviéndose no muy rápidamente, aparecieron detrás de la esquina… y después de las sombras, los zombis.
La escena me recordaba mucho al mítico videoclip “Thriller” de Michael Jackson (qué en paz descanse), era una horda de más o menos veinte gules de todas las edades y sexos, como alertados por el sonido del automóvil “corrían” hacia mi, con un ímpetu asombroso, como si alguien hubiese agitado una campanita y hubiese dicho: ¡Zombi: Cerebros aquí!
Corrí hacia el coche, abrí la puerta y encendí el motor. El rugido del motor del coche no eclipsaba los aullidos de los no muertos que ahora se establecían en torno al automóvil. Pisé el acelerador, pasando por encima de dos de ellos, sintiendo el crujido de sus vértebras aplastadas contra el suelo. Dejando a los demás por detrás llegué a la puerta del aparcamiento. La suerte se puso de mi parte en esta ocasión, estaba abierta así que no tuve problemas en salir al exterior.
Por fin, ya estaba fuera, solo, pero fuera de esa cárcel. Por lástima había más gules fuera, mirándome con cara de asombro y relamiéndose los labios.
De repente me acordé de los demás individuos que sobrevivían en los edificios cercanos: la vieja, las chicas del supermercado y el hombre gordo del coche.
Sentía el deber de rescatarlos y llevarlos conmigo en mi viaje al centro de evacuación del que hablaban los papeles dejados caer por la avioneta… no sin antes pasar por casa de Chris, no podía dejarla allí tirada.
Aceleré y me dirigí al todoterreno del hombre corpulento y vi que ya no estaba allí. Giré la cabeza sorprendido por un golpe en la ventana del copiloto, era él, con la cara pálida gritando palabras que no entendía para que le abriera el coche. Como no soy tan cabrón, le abrí la puerta. El hombre balbuceaba, le pedí que se calmase y atropelle a un gul despistado que estaba de espaldas al automóvil.
-Gracias- dijo el hombre- estaba a punto de volverme loco, solo comía barritas energéticas que guardaba en la guantera…
-Tranquilo, os llevaré a un sitio seguro- dije riéndome.
-¿Cómo que os? ¿Hay alguien más?
- Claro, en el supermercado hay tres mujeres encerradas y en el ático de ese edificio hay una señora mayor… Mikel, me llamo Mikel ¿y tú?
- Rob, Rob Sullivan, encantado.
Y dicho esto empecé a abrirme paso hasta el supermercado atropellando gules, la verdad, me divertía.
-Ven Mikel, no hagas ruido, por aquí, ven rápido. - se oía al fondo. Una luz parpadeante se hacía ver entre la puerta, avancé sigiloso, agachado junto a la pared. Empuje débilmente la puerta de donde salía la voz.
- Ven, date prisa- susurraba la voz, como si estuviera dolorida, sin duda era la voz de Harry.
Entré en la habitación y sentado en el suelo se encontraba Harry, a los pies de una cama y en la mesilla de noche la luz parpadeante, una vela.
-¿Qué ocurre Harry? ¿Estás bien? ¿Por qué estaba la puerta de tu casa abierta?
-Calma Mikel, estoy bien.- dijo con la voz temblorosa. Evidentemente Harry no estaba bien. No veía muy bien por la falta de luz, pero lo poco que veía era sangre en el suelo y paredes, procedente de su brazo. Le habían mordido y como bien sabemos todos no tardará mucho en convertirse en uno de ellos.
Su rostro reflejaba un miedo tremendo, estaba totalmente pálido y le temblaba la mandíbula. Los ojos estaban rojos, como si le sangrasen y despedía un olor a moho casi insoportable. Retrocedí dos pasos.
-Harry ¿porqué has salido?
-Solo quería jugar un poco con ellos, me hacían tanta gracia, son un poco tontos la verdad. Salí para probar mis armas, en especial esta- sacó una motosierra de debajo de la cama- es la leche, me he cargado a cuatro cabrones en dos segundos. Pero uno me ha pillado desprevenido y me a agarrado el brazo y ha empezado a mordérmelo. Se me ha caído el walkie talkie, por eso no he podido contactar contigo, perdón Mikel- dijo escupiendo sangre por la boca.
- Puff… Harry vas a convertirte en uno de ellos, ¿lo sabes verdad? Sabes que nos tenemos que ir de aquí… ahora que…
-Si Mikel, pero tranquilo, mira en la mesilla. Suerte. ¡Zasca!
Y sin dejarme decir nada cogió la motosierra, la encendió y se arrancó la cabeza. Litros de sangre chorreaban por su cuello, llenando las paredes aún más de su propia sangre. Yo me cubrí para que no me manchara demasiado.
-Vaya, ¡esto si que no me lo esperaba!
Solo, estaba solo y la única salida era enfrentarme a esos zombis de las escaleras para llegar al garaje.
Miré en la mesilla como me había dicho Harry. No había nada, solo la vela, casi consumida. Algo me dijo que abriera el cajón. Metí la linterna en él; las llaves del coche, un revolver, 30 balas y una máscara de gas del ejercito.
Lo metí todo en la mochila incluido la motosierra (aunque no cabía del todo ). Me acordé de su ametralladora, la busqué por la habitación y di con ella en el armario, me la puse a la espalda gracias a la cinta que llevaba.
Todo listo, ahora solo había que ir al garaje.
Salí de la oscura casa y me dirigí a las escaleras, Pensé en todas las posibilidades:
1ª posibilidad- Rifle y disparar al tuntún.
2ª posibilidad- Ametralladora y disparar al tuntún.
3ª posibilidad- Motosierra al canto.
4ª posibilidad- Molotov, flama, a bailar.
Elegí la cuarta, encendí el molotov y lo arrojé contra uno de los gules, el que estaba más en el centro. Se lo rompí en la cabeza y cayó al suelo. En un momento el suelo se volvió en llamas y los zombis empezaron a arder, se consumían rápido, sus gemidos se iban apagando lentamente y gracias a los “muebles-barricada” ardía mucho más fuerte.
Cogí el extintor del rellano, cuando no quedaban ya zombis en pie y sofoqué aquella barbacoa de necrófagos.
Pasé por encima de los cadáveres, pisoteándoles las cabezas humeantes. Sus cráneos se rompían con facilidad cuando les atizaba con el extintor que aún sostenía entre mis manos.
Baje las escaleras hacia el garaje.
Capítulo 10
Un escalón, dos escalones, tres escalones… sesenta escalones… ¡Potato! Esto es lo que pasa cuando no hay ascensor y vives en un ático.
Agotado, inserté la llave en la cerradura de la puerta del garaje. Visibilidad nula, enfoqué con la linterna de la carabina m4 al interior del garaje…
− ¡Coño! − nada más enfocar con la linterna me encontré a uno, era el bedel del edificio, le faltaba un brazo y miraba hacia abajo como si no tuviera otra cosa mejor que hacer. Giró su ensangrentado cuello hacia mi dirección y emitió un ligero gruñido, seguidamente se abalanzó sobre mi.
No dude un segundo, sabía que cualquier contacto con un infectado podría complicarme la vida, así que le sacudí un fuerte golpe con el extintor en plena frente. Le dejé K.O. en el suelo y volví a golpearle el cráneo para destrozarle el cerebro. Creo que me estaba acostumbrando demasiado a asesinar a gente, aunque no lo parecían… ¿y si el bedel solo quería un abrazo? ¿Un violento abrazo? No me he portado bien con el pobre zombi.
Mierda, no sabía cual era el coche de Harry, pulsé el botón del mando del coche.
-¡Piú piú!- sonó el coche de Harry, lo tenía justo en frente. Era un Chevrolet Silverado azul un poco oxidado pero parecía que funcionaba. Después de echarme la mano a la cabeza unas sombras, moviéndose no muy rápidamente, aparecieron detrás de la esquina… y después de las sombras, los zombis.
La escena me recordaba mucho al mítico videoclip “Thriller” de Michael Jackson (qué en paz descanse), era una horda de más o menos veinte gules de todas las edades y sexos, como alertados por el sonido del automóvil “corrían” hacia mi, con un ímpetu asombroso, como si alguien hubiese agitado una campanita y hubiese dicho: ¡Zombi: Cerebros aquí!
Corrí hacia el coche, abrí la puerta y encendí el motor. El rugido del motor del coche no eclipsaba los aullidos de los no muertos que ahora se establecían en torno al automóvil. Pisé el acelerador, pasando por encima de dos de ellos, sintiendo el crujido de sus vértebras aplastadas contra el suelo. Dejando a los demás por detrás llegué a la puerta del aparcamiento. La suerte se puso de mi parte en esta ocasión, estaba abierta así que no tuve problemas en salir al exterior.
Por fin, ya estaba fuera, solo, pero fuera de esa cárcel. Por lástima había más gules fuera, mirándome con cara de asombro y relamiéndose los labios.
De repente me acordé de los demás individuos que sobrevivían en los edificios cercanos: la vieja, las chicas del supermercado y el hombre gordo del coche.
Sentía el deber de rescatarlos y llevarlos conmigo en mi viaje al centro de evacuación del que hablaban los papeles dejados caer por la avioneta… no sin antes pasar por casa de Chris, no podía dejarla allí tirada.
Aceleré y me dirigí al todoterreno del hombre corpulento y vi que ya no estaba allí. Giré la cabeza sorprendido por un golpe en la ventana del copiloto, era él, con la cara pálida gritando palabras que no entendía para que le abriera el coche. Como no soy tan cabrón, le abrí la puerta. El hombre balbuceaba, le pedí que se calmase y atropelle a un gul despistado que estaba de espaldas al automóvil.
-Gracias- dijo el hombre- estaba a punto de volverme loco, solo comía barritas energéticas que guardaba en la guantera…
-Tranquilo, os llevaré a un sitio seguro- dije riéndome.
-¿Cómo que os? ¿Hay alguien más?
- Claro, en el supermercado hay tres mujeres encerradas y en el ático de ese edificio hay una señora mayor… Mikel, me llamo Mikel ¿y tú?
- Rob, Rob Sullivan, encantado.
Y dicho esto empecé a abrirme paso hasta el supermercado atropellando gules, la verdad, me divertía.
Última edición por Impulso101 el Miér Abr 28, 2010 6:38 pm, editado 1 vez
Re: Zombie: Brains Here
Muy interesante, en pocas palabras epico
sigue asi!
sigue asi!
Kov- Encargado de las mantas
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Localización : Alone in the Darkness
Fecha de inscripción : 25/04/2010
Re: Zombie: Brains Here
Gracias Kov, estos comentarios me ayudan mucho a seguir escribiendo
Última edición por Impulso101 el Dom Abr 25, 2010 4:18 am, editado 1 vez
Re: Zombie: Brains Here
Impulso101, pasate por el hilo de la norma de las firmas. La tuya no cumple con las medidas estipuladas.
NEO- Zombie hunter todopoderoso
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Re: Zombie: Brains Here
NEO escribió:Impulso101, pasate por el hilo de la norma de las firmas. La tuya no cumple con las medidas estipuladas.
Me quedó claro, perdón por no haberlo leido antes gracias por el aviso
Zombie: Brains Here
A partir de este capitulo iré escribiendo con un poco de menos frecuencia, decidme si os está gustando hasta ahora ^^
Capítulo 11
Llegué derrapando a la barricada del supermercado, quité las llaves del Chevrolet y le pedí a mi nuevo amigo, Sullivan, que se quedara en el interior. No discutimos, acató lo que le mandé y se quedó sentadito y callado en el asiento del copiloto. Cogí el revolver y la mascara antigás que había tomado prestado de Harry (que en paz descanse), abrí la puerta para salir al exterior y la cerré tan rápido como pude.
Hacía frío, salía humo de mi aliento y me temblaban las manos. La niebla se situaba por debajo de mis tobillos, haciendo que el escenario fuera más lúgubre aún. Me coloqué la mascara antigás.
El zombi más cercano estaba a diez metros, lo suficientemente lejos como para que me diera tiempo a correr y entrar por la puerta de salida de emergencia del súper.
- ¡Suerte!- se oía tras la ventanilla del coche, yo asentí levemente, me agaché y corrí pegado a la pared hasta la puerta.
Llegué y giré el pomo. Nada, no se abría. La golpeé una y otra vez. Miré a mi alrededor y vi como algunos zombis, confusos, empezaban a mirar hacia mi posición. Cada vez estaba más inquieto
-¡Abrir! ¡Vamos hombre!
-No se… - sonó tras la puerta.
-Vamos, ábrele Carol, no es uno de ellos… - se oía como discutían las cajeras detrás de la puerta.
-¡NO ME JODAIS, ABRIR YA!
Un zombi se acercó, no muy sigilosamente, por mi espalda, casi notaba su aliento en mi nuca. No tardé en volarle la cabeza con el revolver, la sangre se esparció por el suelo y el cuerpo sin vida (más todavía) del no muerto cayó como una piedra al suelo.
La detonación del disparo alertó a los demás zombis de los alrededores. Mi cara se volvió pálida, como la niebla que había bajo mis pies. Los aullidos de los necrófagos salían de todas partes. Aporreé la puerta con todas mis fuerzas hasta que las bisagras de la puerta se abrieron y caí de bruces al interior del supermercado.
-¡Cierra la puerta Sarah!
-¿Te encuentras bien?- me preguntó Caroline, cuyo nombre estaba escrito en la etiqueta de la chaqueta del establecimiento.
-Si, tranquila, estoy bien.- Me sacudí las rodillas, me incorporé y me quite la mascara antigás de la cara- ¿Hay alguien más con vosotras?
Un silencio sepulcral se hizo entre las cajeras, se miraban unas a otras, nerviosas y mirando hacia abajo. El sonido de los gules golpeando contra la puerta y escaparates nos distrajo un segundo.
-Vuelvo a preguntar, ¿hay alguien más con vosotras?
-Sí, en el almacén… - dijo tímidamente Laura.- Es nuestro compañero, Maxi, pero…
-¿Está bien? Es uno de ellos ¿verdad?- insistí.
-Si, pero no le hagas daño, por favor… - dijo Sarah entre lágrimas.
-Tranquila Sarah, no le pasará nada… - dijo Caroline para tranquilizarla.
Me asomé por el escaparate para ver la terrorífica escena que nos esperaba fuera. Zombis apelmazados contra los cristales, llenos de sangre, con huesos rotos, extremidades arrancadas, arrastrándose, trepando unos encima de otros, pisoteándose. Entre la multitud pude distinguir a un niño pequeño de no más de seis años, con una máscara del famoso ratón de los dibujos, con la mitad del abdomen arrancado… no sabía si reír o llorar. ¿Como coño se sostendrían en pié esos desgraciados?
Volví la mirada hacia las cajeras, Laura se maquillaba en frente de un pequeño espejo, como si lo de los zombis no fuera con ella (como si le preocupase que los zombis no la vieran guapa). Caroline se sacó un clínex del bolsillo, le apartó el rojizo cabello de la cara a Sarah y le limpió las lágrimas. Los zombis insistían golpeando el establecimiento.
-Haber, señoritas, creo que no soy el único que piensa que aquí vamos a morir, hacer las maletas, porque ahí fuera tengo a un hombre esperándonos.
¡Cojones! Sullivan… ¿estaría bien? Con tanto zombi ahí fuera lo dudo, y lo que es peor… ¡¿ESTARIA BIEN EL COCHE?!
De repente y para mayor desesperación uno de los gules rompió un pedazo de escaparate, asomándole una mano por el hueco que había dejado. Los cristales cayeron al suelo y las tres mujeres empezaron a chillar.
- ¡Calma! tranquilizaros, no pasa nada. Venga tenemos que salir de aquí,
¿Hay alguna otra salida?
-No, solo está la principal y la de emergencias.
-Bueno pues… mierda, lo tenemos jo…
-¡Ahhhhhh!- un grito desgarrador surgió de la garganta de Sarah sin dejarme terminar la frase.
Señalaba al almacén, la puerta estaba abierta… y de ella salía su compañero (obviamente era un jodido zombi).
Seguidamente las demás cajeras gritaron con la misma intensidad.
Era el momento de sacar el mp3 de la mochila, me coloqué los auriculares con tranquilidad mientras el zombi se dirigía hacia nosotros. Las mujeres se acurrucaron tras de mí y gritaron más fuerte aún.
Escogí “reproducción aleatoria” y salió la canción de Daft Punk One More Time. Nada más empezar la canción, inesperadamente, el Chevrolet Silverado de mi antiguo amigo Harry atravesó el escaparate, llevándose consigo al zombi del almacén (y a otros veinte que había en el exterior).
-¡Correr, entrar! – grito Sullivan desde dentro del coche.
Boquiabiertos nos metimos dentro del automóvil antes de que los zombis aturdidos de la calle espabilaran y se nos echasen encima.
Sullivan dió marcha atrás y salió a la carretera.
Capítulo 11
Llegué derrapando a la barricada del supermercado, quité las llaves del Chevrolet y le pedí a mi nuevo amigo, Sullivan, que se quedara en el interior. No discutimos, acató lo que le mandé y se quedó sentadito y callado en el asiento del copiloto. Cogí el revolver y la mascara antigás que había tomado prestado de Harry (que en paz descanse), abrí la puerta para salir al exterior y la cerré tan rápido como pude.
Hacía frío, salía humo de mi aliento y me temblaban las manos. La niebla se situaba por debajo de mis tobillos, haciendo que el escenario fuera más lúgubre aún. Me coloqué la mascara antigás.
El zombi más cercano estaba a diez metros, lo suficientemente lejos como para que me diera tiempo a correr y entrar por la puerta de salida de emergencia del súper.
- ¡Suerte!- se oía tras la ventanilla del coche, yo asentí levemente, me agaché y corrí pegado a la pared hasta la puerta.
Llegué y giré el pomo. Nada, no se abría. La golpeé una y otra vez. Miré a mi alrededor y vi como algunos zombis, confusos, empezaban a mirar hacia mi posición. Cada vez estaba más inquieto
-¡Abrir! ¡Vamos hombre!
-No se… - sonó tras la puerta.
-Vamos, ábrele Carol, no es uno de ellos… - se oía como discutían las cajeras detrás de la puerta.
-¡NO ME JODAIS, ABRIR YA!
Un zombi se acercó, no muy sigilosamente, por mi espalda, casi notaba su aliento en mi nuca. No tardé en volarle la cabeza con el revolver, la sangre se esparció por el suelo y el cuerpo sin vida (más todavía) del no muerto cayó como una piedra al suelo.
La detonación del disparo alertó a los demás zombis de los alrededores. Mi cara se volvió pálida, como la niebla que había bajo mis pies. Los aullidos de los necrófagos salían de todas partes. Aporreé la puerta con todas mis fuerzas hasta que las bisagras de la puerta se abrieron y caí de bruces al interior del supermercado.
-¡Cierra la puerta Sarah!
-¿Te encuentras bien?- me preguntó Caroline, cuyo nombre estaba escrito en la etiqueta de la chaqueta del establecimiento.
-Si, tranquila, estoy bien.- Me sacudí las rodillas, me incorporé y me quite la mascara antigás de la cara- ¿Hay alguien más con vosotras?
Un silencio sepulcral se hizo entre las cajeras, se miraban unas a otras, nerviosas y mirando hacia abajo. El sonido de los gules golpeando contra la puerta y escaparates nos distrajo un segundo.
-Vuelvo a preguntar, ¿hay alguien más con vosotras?
-Sí, en el almacén… - dijo tímidamente Laura.- Es nuestro compañero, Maxi, pero…
-¿Está bien? Es uno de ellos ¿verdad?- insistí.
-Si, pero no le hagas daño, por favor… - dijo Sarah entre lágrimas.
-Tranquila Sarah, no le pasará nada… - dijo Caroline para tranquilizarla.
Me asomé por el escaparate para ver la terrorífica escena que nos esperaba fuera. Zombis apelmazados contra los cristales, llenos de sangre, con huesos rotos, extremidades arrancadas, arrastrándose, trepando unos encima de otros, pisoteándose. Entre la multitud pude distinguir a un niño pequeño de no más de seis años, con una máscara del famoso ratón de los dibujos, con la mitad del abdomen arrancado… no sabía si reír o llorar. ¿Como coño se sostendrían en pié esos desgraciados?
Volví la mirada hacia las cajeras, Laura se maquillaba en frente de un pequeño espejo, como si lo de los zombis no fuera con ella (como si le preocupase que los zombis no la vieran guapa). Caroline se sacó un clínex del bolsillo, le apartó el rojizo cabello de la cara a Sarah y le limpió las lágrimas. Los zombis insistían golpeando el establecimiento.
-Haber, señoritas, creo que no soy el único que piensa que aquí vamos a morir, hacer las maletas, porque ahí fuera tengo a un hombre esperándonos.
¡Cojones! Sullivan… ¿estaría bien? Con tanto zombi ahí fuera lo dudo, y lo que es peor… ¡¿ESTARIA BIEN EL COCHE?!
De repente y para mayor desesperación uno de los gules rompió un pedazo de escaparate, asomándole una mano por el hueco que había dejado. Los cristales cayeron al suelo y las tres mujeres empezaron a chillar.
- ¡Calma! tranquilizaros, no pasa nada. Venga tenemos que salir de aquí,
¿Hay alguna otra salida?
-No, solo está la principal y la de emergencias.
-Bueno pues… mierda, lo tenemos jo…
-¡Ahhhhhh!- un grito desgarrador surgió de la garganta de Sarah sin dejarme terminar la frase.
Señalaba al almacén, la puerta estaba abierta… y de ella salía su compañero (obviamente era un jodido zombi).
Seguidamente las demás cajeras gritaron con la misma intensidad.
Era el momento de sacar el mp3 de la mochila, me coloqué los auriculares con tranquilidad mientras el zombi se dirigía hacia nosotros. Las mujeres se acurrucaron tras de mí y gritaron más fuerte aún.
Escogí “reproducción aleatoria” y salió la canción de Daft Punk One More Time. Nada más empezar la canción, inesperadamente, el Chevrolet Silverado de mi antiguo amigo Harry atravesó el escaparate, llevándose consigo al zombi del almacén (y a otros veinte que había en el exterior).
-¡Correr, entrar! – grito Sullivan desde dentro del coche.
Boquiabiertos nos metimos dentro del automóvil antes de que los zombis aturdidos de la calle espabilaran y se nos echasen encima.
Sullivan dió marcha atrás y salió a la carretera.
Re: Zombie: Brains Here
Impulso101 escribió:A partir de este capitulo iré escribiendo con un poco de menos frecuencia, decidme si os está gustando hasta ahora ^^
A mí si me está gustando, estoy siguiendo los capítulos. Espero los próximos!
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Re: Zombie: Brains Here
Wish escribió:Impulso101 escribió:A partir de este capitulo iré escribiendo con un poco de menos frecuencia, decidme si os está gustando hasta ahora ^^
A mí si me está gustando, estoy siguiendo los capítulos. Espero los próximos!
Gracias Wish! me caíste bien desde tu primer comentario , el próximo capítulo seguramente lo publicaré a mediados de la semana que viene y ahora me voy a dormir que mañana madrugo
Re: Zombie: Brains Here
Impulso101 escribió:Wish escribió:Impulso101 escribió:A partir de este capitulo iré escribiendo con un poco de menos frecuencia, decidme si os está gustando hasta ahora ^^
A mí si me está gustando, estoy siguiendo los capítulos. Espero los próximos!
Gracias Wish! me caíste bien desde tu primer comentario , el próximo capítulo seguramente lo publicaré a mediados de la semana que viene y ahora me voy a dormir que mañana madrugo
Jajajaja gracias apañao! Pues lo esperaré con impaciencia!
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Re: Zombie: Brains Here
Ya termine de leer todos los capitulos.Espero con ansias el proximo
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Re: Zombie: Brains Here
Ya está, el capitulo 12 finalizado, aunque lo he hecho un poco deprisa y corriendo, espero que os guste ^^ Capítulo 12
Miré hacia atrás un segundo para comprobar el estado en el que se encontraban las cajeras del súper. Solo vi rostros pálidos, llorosos y con pocas ganas de vivir. Solo había que mirar por la ventanilla para ver el caos en el que estaba sumida la ciudad, incendios, coches volcados, gente muerta desparramada por la carretera que hacía que el coche diera saltitos muy de vez en cuando y por supuesto zombis, muchos zombis a lo largo de la avenida, como si estuvieran en una manifestación reclamando nuestros cerebros para si. No le resultaba difícil al Chevrolet pasar por encima de aquellos pobres desgraciados, aunque si que era un poco molesto, más bien asqueroso, ver su sangre en el parabrisas…
-¿A donde vamos, Mikel?- dijo Sullivan.
-A por Chris, mi novia. Tranquilo no está muy lejos de aquí y después de recogerla iremos al centro de evacuación.
-Me parece bien, ¿conduces tú? Es que a mi esto de atropellar muertos… como que no me va.
-Claro, pero antes sal de este cúmulo de zombis. ¿No huele un poco a muerto aquí?- comenté entre carcajadas y siempre por reírme y no llorar. Vaya caos había en las calles….
Salimos del numeroso grupo de zombis y rápidamente Sullivan y yo nos cambiamos el puesto. Miré el indicador de la gasolina del Chevrolet y advertí que no le quedaba apenas combustible. Recorrimos dos kilómetros más, hasta una gasolinera en la que, aparentemente, no había nadie.
Salimos Sullivan y yo, armados de la ametralladora y el rifle m4 (respectivamente), dejando a las mujeres en el asiento trasero. El tiempo había cambiado, ya no hacía frío, pero no por ello hacía calor, era más bien un vientecillo agradable que levantaba ligeramente el polvo de la carretera y que emitía un suave silbido que le daba un toque más de terror al asunto.
-Cúbreme las espaldas Sulli, al menor movimiento extraño avísame, voy a echar un vistazo dentro. Tú mientras llena el depósito de gasolina.
-Comprendido Mikel, aquí te espero. A, si y ten cuidado.
-Lo tendré, tranquilo, de verdad que lo último que quiero es acabar como esos pobres infelices.
Agarré con fuerza el rifle y me adentré en la tienda de la gasolinera. Un gran charco de sangre me sorprendió nada mas entrar, detrás del mostrador. De repente el tacto frío de la mano de un gul me sorprendió por el hombro y se abalanzó sobre mí. Me derribó, le tenía encima, forcejeé en el suelo con el necrófago, intentando que su boca no tocase mi cuerpo. Un olor insoportable salía de él, logré darle un culatazo con el rifle, quitándole de encima mía. Se revolvió dos segundos en el suelo, lo suficiente como para darme tiempo a levantarme… cogí la carabina y le disparé cinco balas en el entrecejo, desfigurándole la cara por completo, su sangre era más bien negruzca y tenía como tropezones. Me retiré del cadáver y cogí lo que pude de comida del establecimiento. Salí de la tienda.
-Todo controlado, toma Sullivan, un premio por llenar el depósito- dije dirigiéndome hacia el Chevrolet y arrojándole una barrita energética a mi nuevo amigo. Sullivan me miró con una sonrisita y se metió en el vehículo.
-Tomad chicas, comer algo, os hace falta, estáis pálidas…
- Eres muy amable, pero no tengo hambre de verdad, prefiero que me de un poco el aire- dijo Laura mientras abría la ventanilla.
- Yo si, por favor.- dijo Caroline.
Sarah seguía con la mirada perdida, no probó bocado.
-Mikel, tenemos que irnos, nos han seguido- dijo Sullivan señalando con su rechoncho dedo a una multitud furiosa de muertos vivientes.
-Todo listo, ¡vamos!- y pisando el acelerador huimos de aquel escenario, no quería malgastar balas… Por el espejo retrovisor se podían ver las cabezas de aquellos seres balanceándose de un lado a otro, alejándose, desapareciendo… los dejamos atrás en unos segundos.
Se hacía de noche, y el sueño nos empezaba a vencer a todos.
Miré hacia atrás un segundo para comprobar el estado en el que se encontraban las cajeras del súper. Solo vi rostros pálidos, llorosos y con pocas ganas de vivir. Solo había que mirar por la ventanilla para ver el caos en el que estaba sumida la ciudad, incendios, coches volcados, gente muerta desparramada por la carretera que hacía que el coche diera saltitos muy de vez en cuando y por supuesto zombis, muchos zombis a lo largo de la avenida, como si estuvieran en una manifestación reclamando nuestros cerebros para si. No le resultaba difícil al Chevrolet pasar por encima de aquellos pobres desgraciados, aunque si que era un poco molesto, más bien asqueroso, ver su sangre en el parabrisas…
-¿A donde vamos, Mikel?- dijo Sullivan.
-A por Chris, mi novia. Tranquilo no está muy lejos de aquí y después de recogerla iremos al centro de evacuación.
-Me parece bien, ¿conduces tú? Es que a mi esto de atropellar muertos… como que no me va.
-Claro, pero antes sal de este cúmulo de zombis. ¿No huele un poco a muerto aquí?- comenté entre carcajadas y siempre por reírme y no llorar. Vaya caos había en las calles….
Salimos del numeroso grupo de zombis y rápidamente Sullivan y yo nos cambiamos el puesto. Miré el indicador de la gasolina del Chevrolet y advertí que no le quedaba apenas combustible. Recorrimos dos kilómetros más, hasta una gasolinera en la que, aparentemente, no había nadie.
Salimos Sullivan y yo, armados de la ametralladora y el rifle m4 (respectivamente), dejando a las mujeres en el asiento trasero. El tiempo había cambiado, ya no hacía frío, pero no por ello hacía calor, era más bien un vientecillo agradable que levantaba ligeramente el polvo de la carretera y que emitía un suave silbido que le daba un toque más de terror al asunto.
-Cúbreme las espaldas Sulli, al menor movimiento extraño avísame, voy a echar un vistazo dentro. Tú mientras llena el depósito de gasolina.
-Comprendido Mikel, aquí te espero. A, si y ten cuidado.
-Lo tendré, tranquilo, de verdad que lo último que quiero es acabar como esos pobres infelices.
Agarré con fuerza el rifle y me adentré en la tienda de la gasolinera. Un gran charco de sangre me sorprendió nada mas entrar, detrás del mostrador. De repente el tacto frío de la mano de un gul me sorprendió por el hombro y se abalanzó sobre mí. Me derribó, le tenía encima, forcejeé en el suelo con el necrófago, intentando que su boca no tocase mi cuerpo. Un olor insoportable salía de él, logré darle un culatazo con el rifle, quitándole de encima mía. Se revolvió dos segundos en el suelo, lo suficiente como para darme tiempo a levantarme… cogí la carabina y le disparé cinco balas en el entrecejo, desfigurándole la cara por completo, su sangre era más bien negruzca y tenía como tropezones. Me retiré del cadáver y cogí lo que pude de comida del establecimiento. Salí de la tienda.
-Todo controlado, toma Sullivan, un premio por llenar el depósito- dije dirigiéndome hacia el Chevrolet y arrojándole una barrita energética a mi nuevo amigo. Sullivan me miró con una sonrisita y se metió en el vehículo.
-Tomad chicas, comer algo, os hace falta, estáis pálidas…
- Eres muy amable, pero no tengo hambre de verdad, prefiero que me de un poco el aire- dijo Laura mientras abría la ventanilla.
- Yo si, por favor.- dijo Caroline.
Sarah seguía con la mirada perdida, no probó bocado.
-Mikel, tenemos que irnos, nos han seguido- dijo Sullivan señalando con su rechoncho dedo a una multitud furiosa de muertos vivientes.
-Todo listo, ¡vamos!- y pisando el acelerador huimos de aquel escenario, no quería malgastar balas… Por el espejo retrovisor se podían ver las cabezas de aquellos seres balanceándose de un lado a otro, alejándose, desapareciendo… los dejamos atrás en unos segundos.
Se hacía de noche, y el sueño nos empezaba a vencer a todos.
Re: Zombie: Brains Here
Muy bueno impulso.Espero con ansias tus proximas entregas.
DarkHades- Pirómano
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Re: Zombie: Brains Here
Me sigue gustando muchísimo. Deseando poder leer el siguiente capítulo
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Re: Zombie: Brains Here
SI POR FIN!! el capítulo 13 ya está aquí xD aunque para mi ver está un poco flojo, es como la introducción al capitulo 14 pero bueno... :S recuerden que también pueden visitar mi blog [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Capítulo 13
El sol empezaba a ponerse y la oscuridad se hacía notar minuto a minuto. Teníamos que encontrar un refugio antes de que se hiciera de noche por completo, en el coche no estábamos seguros, en cuanto los zombis nos encontraran rodearían el vehiculo mientras dormimos y romperían los cristales tarde o temprano… y sin que nos diésemos cuenta ya seriamos uno de ellos.
Eran ya las 22:00, buscamos desesperados un sitio donde dormir y debido a la falta de iluminación era casi imposible ver solo con los focos del Chevrolet.
Abandonamos la autopista y recorrimos las calles del pueblo (cuyo nombre desconocía), el escenario era muy parecido al de mi ciudad, zombis por doquier, emitiendo gruñidos y aullidos a la vez que nos acercábamos y emitiendo quejidos lastimeros cuando les atropellábamos, desparramando sus sesos por la carretera.
Las chicas se habían dormido, estaban agotadas, con las cabezas apoyadas en el hombro de la otra dormían como angelitos… se lo merecían, había sido un día duro para ellas. Sobre todo para Sarah, que había visto morir a su novio, el cajero del súper, atropellado por Sullivan. Pobrecilla, si hubiera alguna manera de devolverles a la “vida”, tal y como eran antes… como en “Bola de Dragón”, invocando al Dragón sagrado y pidiendo un deseo. Que fácil lo pintan todo en la televisión.
Miré hacia Sullivan, que hacía tiempo que no me daba conversación (dándome la tabarra, hablándome de Fútbol y de mujeres… (Me pregunto que habrá sido de aquellos futbolistas tan famosos… ajajá)).
Estaba dormido, a eso le llamo yo “compañerismo”, la babilla le resbalaba por la papada y caía en su camisa a cuadros, formando un charco de saliva que daba bastante repelús mirar… Le dí un codazo y se despertó de un salto.
-¿¡Que pasa!?- gritó Sulli.
- Anda, pero si estás despierto- jeje que malo soy…
Sullivan dio un bostezo enorme y apoyó la cabeza en el cristal del coche.
Se escuchó un disparo, de escopeta seguramente, otro le aconteció y dos segundos después otro, el sonido venía de en frente.
Me adelanté un poco y entre las podridas cabezas de los gules distinguí unos focos de luz, adosados en un edificio, enfocando hacia la calle… y arriba estaba él, el que disparaba. Situado en una de las ventanas del segundo piso disparaba a los podridos que se arremolinaban en su fachada. Pum, uno, pum, otro, caía uno cada dos segundos, hasta que le tocaba recargar la escopeta. El hombre era una fiera, no les tenía miedo, eso es seguro. Era una especie de militar, tenía unos treinta y pocos años y estaba bastante fuerte (eso lo deduje desde unos noventa pies desde su posición).
El edificio, hay que decir, que estaba bien protegido… Alambre de espino y rejas en puertas y ventanas… no se podía pedir más.
Aceleré y conduje a “mi gente” hacia lo que parecía ser nuestra salvación aquella noche.
Me abrí paso entre los zombis y conseguí llegar a la puerta del edificio. Dejé el coche anclado a la pared, de tal forma que solo se pudiera entrar por la puerta de la casa a través de la puerta del coche. El hombre se apresuró a abrirnos la puerta.
- Correr, venga, todos dentro- gritó el hombre.
Capítulo 13
El sol empezaba a ponerse y la oscuridad se hacía notar minuto a minuto. Teníamos que encontrar un refugio antes de que se hiciera de noche por completo, en el coche no estábamos seguros, en cuanto los zombis nos encontraran rodearían el vehiculo mientras dormimos y romperían los cristales tarde o temprano… y sin que nos diésemos cuenta ya seriamos uno de ellos.
Eran ya las 22:00, buscamos desesperados un sitio donde dormir y debido a la falta de iluminación era casi imposible ver solo con los focos del Chevrolet.
Abandonamos la autopista y recorrimos las calles del pueblo (cuyo nombre desconocía), el escenario era muy parecido al de mi ciudad, zombis por doquier, emitiendo gruñidos y aullidos a la vez que nos acercábamos y emitiendo quejidos lastimeros cuando les atropellábamos, desparramando sus sesos por la carretera.
Las chicas se habían dormido, estaban agotadas, con las cabezas apoyadas en el hombro de la otra dormían como angelitos… se lo merecían, había sido un día duro para ellas. Sobre todo para Sarah, que había visto morir a su novio, el cajero del súper, atropellado por Sullivan. Pobrecilla, si hubiera alguna manera de devolverles a la “vida”, tal y como eran antes… como en “Bola de Dragón”, invocando al Dragón sagrado y pidiendo un deseo. Que fácil lo pintan todo en la televisión.
Miré hacia Sullivan, que hacía tiempo que no me daba conversación (dándome la tabarra, hablándome de Fútbol y de mujeres… (Me pregunto que habrá sido de aquellos futbolistas tan famosos… ajajá)).
Estaba dormido, a eso le llamo yo “compañerismo”, la babilla le resbalaba por la papada y caía en su camisa a cuadros, formando un charco de saliva que daba bastante repelús mirar… Le dí un codazo y se despertó de un salto.
-¿¡Que pasa!?- gritó Sulli.
- Anda, pero si estás despierto- jeje que malo soy…
Sullivan dio un bostezo enorme y apoyó la cabeza en el cristal del coche.
Se escuchó un disparo, de escopeta seguramente, otro le aconteció y dos segundos después otro, el sonido venía de en frente.
Me adelanté un poco y entre las podridas cabezas de los gules distinguí unos focos de luz, adosados en un edificio, enfocando hacia la calle… y arriba estaba él, el que disparaba. Situado en una de las ventanas del segundo piso disparaba a los podridos que se arremolinaban en su fachada. Pum, uno, pum, otro, caía uno cada dos segundos, hasta que le tocaba recargar la escopeta. El hombre era una fiera, no les tenía miedo, eso es seguro. Era una especie de militar, tenía unos treinta y pocos años y estaba bastante fuerte (eso lo deduje desde unos noventa pies desde su posición).
El edificio, hay que decir, que estaba bien protegido… Alambre de espino y rejas en puertas y ventanas… no se podía pedir más.
Aceleré y conduje a “mi gente” hacia lo que parecía ser nuestra salvación aquella noche.
Me abrí paso entre los zombis y conseguí llegar a la puerta del edificio. Dejé el coche anclado a la pared, de tal forma que solo se pudiera entrar por la puerta de la casa a través de la puerta del coche. El hombre se apresuró a abrirnos la puerta.
- Correr, venga, todos dentro- gritó el hombre.
Re: Zombie: Brains Here
Por fin!, pensaba que ya no ivas a seguirle
pero aqui esta el capitulo 13! xD
Tal y como los otros, muy bueno
sigue asi
pero aqui esta el capitulo 13! xD
Tal y como los otros, muy bueno
sigue asi
Kov- Encargado de las mantas
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