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Heroicos relatos de gente corriente

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Mensaje  Kotxino Lun Ago 16, 2010 5:29 pm

[center][b]INTRODUCCIÓN
Los minirrelatos que quiero redactar seran contados por varios supervivientes a un AZ refugiados en una base militar de la marina, ubicada en medio del Atlantico, entre Suramerica y Africa. Todos ellos contaran la historia de como vivieron el comienzo de aquel apocalipsis y su aventura de supervivencia en el camino a dicha base, espero que disfruteis, ahi vamos con el primer superviviente:

-Mi nombre es Clarisse, Clarisse Fletcher, tengo 29 años, soy piloto de helicoptero del ejercito estadounidense, nací en Washington D.C., y alli seguía cuando ocurrió el desastre. Aun perteneciendo al ejercito, a mi y a mis compañeros de escuadrón no se nos informó de nada hasta que no pudieron evitar que lo comprobasemos con nuestros propios ojos.Mi novio Jake y yo viviamos ajenos a la epidemia iniciada en los países suramericanos, tranquilos. Mi casa estaba situada cerca del monumento a Lincoln, en una habitada calle de chalets. La mañana del día Z, recibí una llamada del jefe de mi escuadrón, el general Space, el cual me ordenaba acudir inmediatamente a la base para una reunión de emergencia. Inconsciente del peligro que corría, deje a Jake solo, dormido en la cama, me enfundé el uniforme y me dirigí a la base en mi Hummer. De camino, las calles por las que pase parecían no haberse visto afectadas por nada. Llegué a la base en aproximadamente 15 minutos, aparqué el Hummer en el garaje y subí por el ascensor hasta la sala de reunión. Mis compañeros de escuadron y mi superior ya estaban alli, Space me indicó que me sentase y añadió con voz grave que me esperaban. Saludé a todos con el oficial saludo militar y me senté al lado de mi compañera y amiga Laura. Mientras Space preparaba las cosas para la reunión le pregunté a Laura, en voz muy baja, si sabía por qué estabamos alli reunidos, me contestó que no con la cabeza y me tranquilizó poniendo una mano en mi hombro. Space carraspeó y todos miramos hacia el, acto seguido desplegó una de esas pantallas blancas en las que se refleja la cinta de un proyector. Nos ordenó que estuviesemos atentos y comenzó a pasar diapositivas. Lo que vimos nos dejó atónitos. Las fotos mostraban ciudades enteras en llamas, coches accidentados en medio de la calzada, personas tiradas en las calles siendo atacadas por otras, caos total. El rebuelo y los susurros llenaron la sala. Mi superior pidió calma y pasó a explicarnos lo grave de la situación. A ninguno nos entraba en la cabeza que los cadeveres volviesen a la vida, parecía irreal, ficticio. Nos explicó que nuestra misión era especialmente de salvamento, que deberíamos realizar una vuelta de reconocimiento por el area de Washington y, si nos veíamos provistos de suficientes recursos (combustible, peso...) rescatar a las personas que estuviesen subidas a las azoteas. Se nos proporcinaron, por cada dos pilotos, un helicoptero Ch-47 Chinook del ejercito de los EEUU. Para cuando subimos al Helipuerto, la ciudad entera estaba sumida en el caos, es increible que tan en solo en el par de horas que duró el transcurso de la reunión sucediese todo. Laura y yo nos enfundamos los chalecos y las Sig-Sauer P220 y montamos en el helicoptero. Elevamos el aparato mientras nuestros compañeros hacian lo mismo, el escuadron entero salió del Helipuerto desplegandose por toda la ciudad, incluido Space. No podía evitar pensar en Jake, asi que decidí pasar por mi calle, aunque fuese una zon de chalets, los muros que rodeaban mi casa eran de dos metros de alto y estaban construidos de cemento. Cuando llegué no pude evitar gritar, Jake estaba en el patio, sujetando un cuchillo para cortar jamón y apoyado contra el muro. Tres de esas criaturas se acercaban hacia el poco a poco. Laura abrió la compuerta y lanzó la cuerda de savamento, Jake había visto y oido el helicoptero, asi que en cuantó vio la cuerda se aferró a ella. Laura comenzó a subirle mientras yo mantenía estabilizado el helicoptero, pero uno de ellos agarró del tobillo a Jake y le propinó un mordisco en la pierna, aun estando a bastante altura me pareció oir el grito que emitió mi novio. Jake se deshizo del cadaver golpeandole en la cabeza con el cuchillo, que se quedó incrustado, y Laura continuó aupando la cuerda. Cuando Jake llegó al helicoptero sangraba rapidamente, asi que decidimos aterrizar en una azotea lo bastante alta como para estar alejados de los zombies. Laura, que era unos 4 años mayor que yo, había servido de medico de campaña, asi que intento para la hemorragia de Jake mientras yo comprobaba el perímetro. Agarre mi Sig-Sauer con las dos manos y golpeé la puerta que daba a la escalera, no vi nada, pero oi pasos, miré hacia abajo y vi como un hombre de mediana edad con una escopeta en las manos subía corriendo, al menos cincuenta de esos cabrones le perseguían, apilandose y callendose escaleras abajo. Le grité que subiese, el hombre paró y miró hacia arriba un segundo, tiempo suficiente para que uno de los infectados le agarrase, recordé que Space nos comentó que solo caían eliminando sus funciones motoras, es decir, dejandolos sin cabeza. Apunté, disparé y acerté, el hombre se zafó y subió a la azotea aun mas deprisa, con la escopeta aun en la mano. Una vez fuera cerró la puerta de metal con llave y me dio las gracias, su mirada reflejaba el terror, le llevé al helicoptero. Cuando llegamos, Jake agonizaba de dolor, intente tranquilizarle diciendole que todo iria bien, que estariamos juntos, Laura intentaba por todos los medios taponar la herida. El hombre de la escopeta, al que ni preguntamos el nombre, preguntó si la herida de Jake se la había producido un mordisco, Laura y yo asentimos con la cabeza. De repente y sin mediar ninguna palabra, el hombre apunto a Jake y disparo convirtiendo su cabeza en un amasijo de visceras y sangre viscosa que salpicó nuestros trajes, nuestras manos, nuestras caras. Laura se dio la vuelta y comenzó a vomitar. Yo cai de espaldas al suelo, no podía creer lo que acababa de ver, las lágrimas no brotaban de mis ojos, no podían, nada en mi cuerpo podía moverse. El hombre dejó caer la escopeta y pidió perdón repetidas veces, nos explicó que la mordedura de uno de ellos te hace fallecer, y despues, te transforma, que Jake solo habría sido otro mas. Cuando Laura acabó de vomitar me ayudó a levantarme y de un golpe seco derribó all hombre de la escopeta en el suelo de la azotea, ella estaba en buena forma, cogió la escopeta y me ayudó a subir al helicoptero. Yo aun permanecía en shock, sin hablar, asi que Laura se encargo de hacer poner en marcha el aparato. No sabíamos si creer lo que había dicho aquel hombre, al menos Space se olvidó de decirnoslo. Mientras Laura pilotaba yo me desmayé. Hace unos días desperté aqui, no se que fue de Laura, supongo que volvió a Washington a rescatar supervivientes, sea como sea, espero que esté bien.
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Mensaje  Leafar Lun Ago 16, 2010 7:36 pm

Esta genial la historia, aunque me deja un poco desconcertado el echo de que en un par de horas Washington se viera completamente sumida en el caos.
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Mensaje  Kotxino Lun Ago 16, 2010 8:48 pm

Leafar escribió:Esta genial la historia, aunque me deja un poco desconcertado el echo de que en un par de horas Washington se viera completamente sumida en el caos.

Tienes toda la razón del mundo xD, lo he hecho a lo rapido, quedandome sin ideas y tal xD, bueh, de los errores se aprende, me alegro de que te mole, alla voy con el siguiente relato:

-¿Que hay? Mi nombre es David Stenford, tengo 24 años y trabajo de electricista, el día Z me encontraba de obras en mi piso de carolina del norte, había visto las noticias, sabía que una epidemia había afectado a latinoamerica, pero todos pensabamos que aquello solo era una gripe pasajera, como ya sucedió con la gripe aviar o la porcina. Me encontraba quitando los rodapies de la pared para poder poner el parquet, con el martillo y el pico, estoy en buena forma, como veis, por lo tanto puedo hacerlo solo. Me tomé un descanso para fumarme un cigarrillo en el balcón, es un segundo piso con vistas a un huerto. Mientras aspiraba el humo de mi marlboro me fijé en la acera de debajo, una joven corría de forma nerviosa, parecía que huía, pero no miraba atras. La chica no llevaba zapatos, asi que supuse que habían intentado forzarla. Tras ella, dos chicos con la ropa rasgada corrían de forma torpe e irregular. Supuse que eran dos enfermos, asi que marqué el numero de la policia en mi telefono movil. Me extrañó mucho que la línea no diese señal, comprobé la cobertura y vi que había caido totalmente, me pareció muy extraño. Pero aun mas extraño me pareció todo, cuando vi mas de esos seres que corrían torpemente, pero estos no solo tenían la ropa rasgada, algunos estaban mutilados, o la sangre corría por sus cuerpos. No podía creer lo que veía. Vi como uno de mis vecinos salía por la puerta principal y como uno de esos seres se avalanzava sobre el y empezaba a morderle, mi vecino chillaba despavorido. Otros dos seres se unieron al banquete y acabaron con su vida. No sabía que estaba pasando, no me lo podía creer. En un acto instintivo, agarré el martillo y me dispuse a salir, tenía que llegar al garaje y salir en mi renault clio de aqui, ir a buscar a mis padres y a mi chica, y contarles lo que estaba pasando. Antes de salir eché un vistazo por la mirilla de la puerta, me permitía una visión perfecta de las puertas de enfrente, pero no de la que estaba a mi lado. No vi nada, asi que abrí la puerta de golpe y di un salto hacia atras. No apareció nada, asi que sali al rellano y bajé las escaleras hasta el garaje. Pasé por la puerta principal lo mas rapido que pude para que ninguno de ellos me viera y llegué hasta la puerta metálica que daba paso al oscuro garaje. Puse el oido en la puerta, se oían gemidos, pero no parecían muchos, aun no sabía que eran, pero sabía que eran hostiles. Abrí silenciosamente la puerta del garaje y encendí la luz, segun hice esto uno de ellos gimió, me buscaba. A unos cincuenta metros visualicé mi coche y corrí hacia el. Antes de llegar uno de ellos me sorpendió, pero haciendo acopio de mis nervios de acero le plaqué y lo derribé. Estiraba sus brazos intentando agarrarme, pero no se lo permití, y, mientras intentaba levantarse, golpeé su cabeza con el martillo con todas mis fuerzas. Su rostro golpeó contra el suelo y se abrió completamente, parecía una tortilla de visceras. Tiré la camiseta machada de sangre, no quería manchar la tapicería del coche, si, aun pensaba en esas fribolidades. Abrí la puerta y arranqué. Comencé a avanzar por el garaje, antes de llegar a la puerta al exterior me encontré con un par mas que intentaron seguirme en vano. Al salir afuera, aquella visión me pareció totalmente dantesca. Los cadaveres se tambaleaban de lado a lado, golpeandose contra paredes, contra los coches y contra ellos mismos. Uno de ellos pegó su rostro al cristal de mi coche y empezó a golpearlo, llegó a hacerle una grieta antes de que arrancase y saliese de alli pasando por encima de dos mas. Seguí carretera arriba, en dirección a casa de mis padres. En una de las calles una hilera de vallas me impidió el paso, frené de golpe y bajé del coche. Un camión militar estaba aparcado al otro lado, y los soldados me apuntaban. El que parecía el jefe me ordenó identificarme, despues de ellos, dos subordinados suyos me registraron e inspeccionaron. Nunca me ha dado buena espina el ejercito. Me presentaron ante su superior y el me explicó la situación, también me dijo que llevaban a los supervivientes en camiones blindados hacia un bunker seguro. Pero haciendo acopio de mi orgullo y desconfianza hacia ellos, me negué a acompañarles. Antes de que el general pudiese amarrarme y meterme a la fuerza en el camión, un montón de esos podridos aparecieron calle abajo, y los soldados comenzaron a disparar contra ellos. Aproveché el momento de confusión y seguí corriendo calle arriba, la casa de mis padres no estaba muy lejos. Llegué sin ningún incidente, los soldados me habían quitado el martillo y no hubiese sido muy reconfortante haberme encontrado con un zombie. Toqué varias veces a la puerta del chalet pero nadie contestaba. Grité lo mas alto que pude, pero no hubo respuesta. El movil seguía sin cobertura, debían haber caido las centrales. Sin desesperarme demasiado, me eché tres pasos atras y cargue con el hombro contra la puerta. Tuve que intentarlo dos veces mas hasta que conseguí desencajarla. Dentro de la casa no se oia nada. Comprobé las habitaciones del primer piso, cogí el fusil de mi padre y un par de cargadores y subí escaleras arriba. La puerta de la habitación de mis padres estaba cerrada. Dentro se oían esos agobiantes gemidos, me temí lo peor. Abrí la puerta, mi madre estaba tumbada en la cama, sus sabanas estaban manchadas de sangre. La silla de ruedas de mi padre estaba vacía, no lo veía por ninguna parte. Me acerqué al cuerpo de mi madre con lagrimas en los ojos, esperando encontrar un ultimo aliento de vida en su rostro, pero no, sos ojos estaban cerrados. De repente, algo me agarró bajo la cama, me zafé rapidamente y vi como mi padre, paralítico, se arrastraba poco a poco. Me fijé en sus ojos, los tenía oscuros, como vacios, sin duda estaba muerto. Apunté a su cabeza instintivamente y le pedí varias veces que se detuviese, no quería creerme que mi padre fuese uno de ellos. Pero cuando me mostró los dientes y gimió estremeciendo mi piel, giré la cabeza y disparé a bocajarro. La sangre de mi padre salpicó toda la habitación. Aun con el terror y la desolación en el cuerpo, tuve la desgracia de ver como mi madre se incorporaba de su lecho y giraba a la cabeza hacia mi, emitiendo un rugido terrorifico. Con el ultimo aliento de valentia, apunté y disparé seccionando una parte de su cuello. No se detuvo, calló de la cama y me agarró de la camiseta. Muy a mi pesar, tuve que apartarla de un puñetazo en la sien. Se estrelló contra la mesita de noche, y me dio el suficiente tiempo como para dispararle. Cuando recuperé el aliento, decidí colocar los cuerpos de mis padres, mutilados, en la cama, y taparlos con las sabanas. Me coloqué ante la ventana de su habitación y puse el fusil bajo mi garganta, pero mientras rezaba una oración, aun sin ser creyente, alguien me tumbó en el suelo. Los odiaba, pero sentí alivio al ver como dos soldados me arrebataban el fusil y me introducían en el camión militar. Despues, un helicoptero me llevó hasta aqui. Estoy vivo, y lo agradezco, pero a veces pienso que si hubiese disparado antes de rezar, el sufrimiento se habría acabado.
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Mensaje  Leafar Lun Ago 16, 2010 9:59 pm

Trajico que tuviera que matar a sus padres. Una pregunta, esto son historias paralelas o simplemente relatos de gente al azar? ¿Tienen algo en comun entre si o lo tendran?

PD: Echale un ojo a mi relato a ver que te parece. Desalmados, esta posteado en tus trabajos. Wink
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Mensaje  Blood_and_death Mar Ago 17, 2010 1:20 am

Está bastante bien, me parece que está un poco precipitada, pero me gusta. Solo un apunte, si no separas los renglones, y los diálogos con un guión, etc. se hace muy muy pesado leer, cansa la vista. Sepáralo en párrafos, con los guiones aparte, porque así se lee más cómodamente y más rápido.

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Mensaje  Kotxino Mar Ago 17, 2010 12:50 pm

Blood_and_death escribió:Está bastante bien, me parece que está un poco precipitada, pero me gusta. Solo un apunte, si no separas los renglones, y los diálogos con un guión, etc. se hace muy muy pesado leer, cansa la vista. Sepáralo en párrafos, con los guiones aparte, porque así se lee más cómodamente y más rápido.

Es solo un consejo zombie lengua

Olé! lo tomaré en consideración, thank Wink
Vamos con el tercero.

-Hola, mi nombre es Ralph Smash, soy de Florida, de ahi mi aspecto playero, tengo 19 años y toco el bajo en un grupillo de medio pelo, de ahi mi cresta. El día Z, como le llamais, me encontraba haciendo los preparativos para un concierto diurno. El recino en el que pensabamos tocar estaba repleto de gente, calculo que había unos centenares. Mis compañeros, Bred, Mickey, Shaun y yo estabamos subidos ya en el escenario, la gente silbaba y esperaba impaciente. Nosotros estabamos euforicos. Mickey, el cantante y guitarra ritmica, se acercó al microfono.

-¡¿Estais preparados para los ostias?!- Exclamó

El público estalló en una ovación que retumbó en mis oidos. Bred comenzó con el primer acorde y la música empezó a sonar. Las ollas de pelea se amontonaban a lo largo del recinto. La música siempre me había llenado de adrenalina asi que comencé a moverme y a saltar por el escenario hasta que de golpe, todos paramos. Varios camiones militares aparcaron en la puerta del recino, la vista me alcanzó a ver como uno de los soldaditos se bajaba de uno de los vehículos y, con una especie de megafono, comenzó a decir.

-¡Vamos a proceder a evacuar el recino!-
-¡Todos los que esten dentro deben presentarse en la puerta para una inspección!-

No sabíamos que buscaban, pensabamos que, como otras veces, el ayuntamiento intentaba jodernos el bolo, aunque desde un principio nos extrañó que fuese el ejercito y no la madera. Nos colgamos los instrumentos, sin enfundar, al hombro y bajamos las escaleras del escenario. Empezamos a avanzar entre el público, la gente se apelotonaba. Una chica joven calló cerca mio, sin pensarmelo le tendí la mano y la recogí. Ella me dedicó una sonrisa al ver que yo era el que había estado subido alli encima, aunque solo hubiese sido durante unos minutos, despues se desmayó. Me fijé en que su brazo sangraba, asi que la cargué al hombro que me quedaba libre pensando en llevarla hasta los militares para que la atendiesen. En el tiempo que tardé en recojerla había perdido la pista a mis tres compañeros. Seguí avanzando poco a poco entre la muchedumbre. Despues de unos pasos, la mano de la chica empezó a acariciarme la nuca.

-¿No deberías invitarme a una copa antes?- Pregunté risueño

Cuando giré la cabeza para dedicarle esa sonrisa, el horror invadió mi cuerpo, sus ojos estaban hundidos, negros, su rostro mostraba una mueca violenta. La solté y calló al suelo de bruces. Sonó como una bolsa de hojas humedas. Se levanto entre gruñidos, no me lo pensé y empecé a correr entre la gente. Poco a poco todo iba sucumbiendo. Los gritos despavoridos se oían cada vez mas fuerte, asi como los gemidos de esas criaturas y, segundos despues, los disparos. Me tumbé en el suelo y comencé a avanzar entre las piernas de la gente hasta, para mi suerte, llegar a uno de los extremos del refugio. Aprovechando el desconcierto de los militares salté la valla y comencé a correr calle abajo. Miré hacia atras para comprobar el recinto, veía como las personas caían al suelo victimas de los disparos indiscriminados.
Al volver a girar la cabeza hacia el frente, vi como mi ciudad estaba en llamas, los cadaveres se tambaleaban por la calzada, había comenzado, y yo, un simple desgraciado, me encontraba en medio del horror. No me fiaba de los soldados, pero tampoco quería acabar convertido en carne de podrido, asi que decidí robar un coche e irme lo mas lejos posible del lugar, despues de todo, tal y como estaba la ciudad a nadie le importaria que tomase prestado su coche.
Sin pensar en que luego podrían agarrarme, partí el cristal de un BMW con el cuerpo de mi bajo y me colé dentro. Mientras hacía el puente una voz golpeó mis tímpanos.

-¡Ayuda!-

Giré la cabeza.

-Joder, otra chica- Dije entre regañadientes.

Salí del coche y corté su carrera agarrandola de la cintura, tenía el pelo largo y negro, sos ojos eran grandes y azules y las lagrimas brotaban de ellos cual cascada. Era muy atractiva. No tenía heridas en el cuerpo, asi que le indiqué que entrase en el coche, en el asiento del copiloto.
Dejé el bajo en la parte trasera y terminé con el puente. Mientras conducía hacia la playa, fue lo mejor que pude pensar, la chica se presentó.

-Lidia, me llamo Lidia-

Su voz sonaba suave y entrecortada, una sensación extraña me invadió el estómago, sentía la necesidad de protejerla ante todo. Me crucé con un par de seres de esos durante el camino, inclusó solté una carcajada cuando les aplaste con las ruedas. No pensé en mis padres en ningún momento, total, ellos no habrían pensado en mi.
Llegamos a la playa en relativamente poco tiempo e incrusté el coche en la arena. Agarré a Lidia con una mano y el bajo con la otra. En el muelle un par de lanchas aun estaban ancladas, se me pasó por la cabeza la idea de robarlas y huir con la chica a una isla, aun a pesar de haberla conocido, sus ojos azules en medio de este ambiente post-apocaliptico me hacian sentirme mas seguro. Por desgracia, la playa estaba infestada de esos engendros.
Intenté abrirme paso a golpes con el bajo, es un instrumento largo y pesa unos 7 kg, no sabía donde golpearles asi que solo conseguía apartarlos. Lidia seguía agarrada a mi mano con fuerza. Una de las criaturas me derribó a solté su mano. Forcejeé con el zombie para que sus dientes no alcanzaran mi carne y la chica le propinó una patada en el craneo para ayudarme. La cabeza del bicho salió disparada cual pelota de rugby y sobre el cuello ahora había una masa de gusanos que devoraban la carne podrida. Lo aparté de encima mio e instintivamente volvía a agarrar la mano de la chica y el bajo.
Continuamos corriendo por la playa hasta llegar al muelle, Lidia entró en una de las balsas mientras yo la desamarraba.

-No te preocupes- Le tranquilicé
-Lo hemos conseguido-
-Estaremos a salvo, te lo prometo-
-Ahora tendremos tiempo para conocernos- Dijo ella dedicandome un guiño

Era una chica muy fuerte, probablemente, yo había sentido mas miedo que ella durante nuestra huida.
Justo cuando subí a la lancha varios camiones militares aparecieron en la orilla de la playa atropellando a todos los podridos que quedaban en ella. Volví a ver a aquel tipo del megafono, pero esta vez no bajó solo, varios soldados le acompañaban con ametralladoras y apuntaban a nuestra posición.

-¡Bajen del vehículo!- Dijo
-¡Les proporcionaremos ayuda!-

A pesar de estar sumido en el terror, la idea de huir solo con ella era muy preferible a la idea de meterme en un camión con unos bestias que apuntaban a mi cuerpo con esas maquinas de matar.
Comencé a tirar del motor, la lancha tosió varias veces.

-¡No lo repetiré mas veces, bajen del vehículo!- Exclamó el militar.
-¡Agachaté!- Le grité a Lidia mientras la lancha empezaba a avanzar.

Era demasiado tarde, oi sus disparos, estaba lo bastante alejado para que las balas no me dieran a mi, pero noté como el cuerpo de la chica se derrumbaba encima mio, sus ojos azules ahora estaban cerrados, y de sus carnosos labios brotaba un hilillo de sangre que recorría mi hombro. Una bala atravesó su nuca y encontró la salida por su frente. Llegué hasta este puesto de la marina entre sollozos y con el cuerpo de Lidia tumbado a mi lado, no podía dejar de mirarla. Antes de que los militares del puesto me agarraran de los brazos y me sacaran a tierra conseguí besar sus labios, a pesar de que su cuerpo estaba frio, note su aliento calido en mis entrañas.
Ahora estoy encerrado con muchos de sus asesinos en esta dichosa base, no se donde está su cuerpo, pero no tardaré en ir a buscarle, le prometí que estaríamos a salvo, se lo prometí.
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Mensaje  Yurinka Jue Ago 19, 2010 12:21 pm

Muy chulas las historias, y como son de diferentes personajes se hace amenas. Lo bueno que si sigues escribiédolas puedes acabar juntándolas todas en un relato más amplio. Sigue así.
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Mensaje  Kotxino Mar Ago 24, 2010 1:50 pm

Vamos con el cuarto:

-Hola, mi nombre es Rodrigo Gonzalez, tengo 43 años y soy natural de Mexico. Tres días despues de la catastrofe me encontraba refugiado en mi finca junto a mi mujer, María, y mi hijo de 7 años, Enrique. Mi casa estaba rodeada por un muro de piedra de dos metros de alto y la unica puerta de entrada estaba apestillada con un hierro. Teníamos comida y agua potable para sobrevivir unos meses, habíamos hecho la compra.
Lo peor de todo fue la desinformación, los gobiernos y los medios taparon todo lo que pudieron para que la población no entrase en panico. Pero gracias a un antiguo amigo de la mina, Pedro, que me mandaba e-mails desde Argentina, pude conocer la situación antes que mis vecinos y prepararme.
Mientras recolectaba comida, agua y armas los vecinos me tomaban por loco, incluso llegó a presentarse en mi casa la policía pidiendome explicaciones. Pero tres días despues, todo estaba sumido en el caos y nosotros sobreviviamos. Hasta que ocurrió.
Una mujer empezó a golpear la puerta de entrada al jardín desesperadamente.
-¡Por favor! ¡Abranmé!-
Muy a mi pesar cerré las cortinas e intenté no pensar en ello, sabía que atraería a algunos hasta mi posición, pero no quería echarla de malas maneras.
-¡Abranmé joder!- Gritaba la chica.
Harta de tanto ruido, mi mujer salió al jardín y le gritó a la chica que se largara. La expresión de la joven cambió enseguida y, sin pensarlo, levantó un revolver y disparó contra mi mujer atravesandole el ojo izquierdo. El cuerpo de María calló sobre el suelo del jardín, mi hijo gritaba desconsolado, lo cogí en brazos de manera que sus ojos no contemplaran la masacre y disparé con una 9mm varias veces contra la chica.
Nunca antes había matado a una persona, ni lo había pensado, y, cuando me acerqué al cuerpo de la joven, me di cuenta de que no había matado solo a una, si no a dos, estaba embarazada de mas de 7 meses.
Llevé a Enrique de vuelta a la casa rapidamente e intenté tranquilizarlo, pero aquello ya no era un lugar seguro, el ruido de los disparos y los gritos había alertado a muchos de "ellos" y se acercaban tambaleando sus cuerpos amenazadoramente. Sus gruñidos me taladraban los tímpanos.
-Tengo miedo papá- Dijo mi hijo entre sollozos.
Agarré una mochila y metí en ella un poco de comida y agua, ademas de algo de munición en mis bolsillos, y, con la misma pistola manchada con la sangre de la embarazada me dispuse a salir. Puse una escalera de mano en la parte de atras del jardín, de modo que pudiese subir a la parte alta del muro, cambiar la escalera de lado y luego bajar.
Cogí a Enrique en brazos nuevamente y subí la escalera, una vez arriba, lo senté a mi lado para poder cambiar la escalera.
-Está muy alto papá- Dijo Enrique aun llorando.
No le presté atención, me costaba mantener la calma mientras movía la escalera, por desgracia, cuando quise prestarle esa atención, el unico podrido que se había acercado a ver nuestra huida lo agarró del tobillo y tiró de el hacia abajo. En mi desesperación salté del muro sin siquiera utilizar la escalera, partiendome un tobillo en el intento.
-¡Aghhh!- Grité.
Mi hijo se había desmayado, gracias a eso no sufrió el dolor que produce el mordisco de uno de ellos en el cuello, arrancandote la carne con esa mandíbula de tantos kilos de presión.
Entre gritos y llantos y aún tumbado en el suelo por el dolor de tobillo disparé todo un cargador contra aquel podrido, derribandolo en el suelo con el cuerpo de mi niño en brazos.
Tumbé la cabeza en el suelo creyendolo todo perdido, mi hijo se despertaría de nuevo y, probablemente, me deboraría, si es que no lo hacía otro antes, asi que cerré los ojos e intenté pensar en algo bonito esperando mi final. De repente un disparo despertó mi concentración, un joven militar estaba disparando a quemarropa contra mi hijo, despues, me miró fijamente.
-¿Te han mordido?- Preguntó.
Me incorporé como pude.
-No, me lastimé el tobillo saltando desde el muro-
El militar puso sus dedos entre la boca y propinó un silbido, otros dos aparecieron agarrandome de los brazos y me subieron a un camión a la vuelta de la esquina.
-¡¿Dónde estabais cuando han matado a mi hijo?!- Grité.
-¡¿Dónde estabais?!-
Me llevaron hasta el mar, y, en una zodiac bastante rápida me llevaron hasta aqui.
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