Foro de Amanecer zombie
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Zombie Tale

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Mensaje  Jump14 Dom Mar 01, 2009 8:14 pm

Hola! Escribo esto para presentaros el relato en que actualmente estoy trabajando, llamado "Zombie Tale", en el que un joven aficionado las historias de zombies se ve repentinamente envuelto en una de ellas. Mi intención es ir publicando capítulos con toda la regularidad que me sea posible, aunque el exceso de trabajo que últimamente me está surgiendo puede hacer que el espacio de tiempo entre uno y otro sea bastante importante. Además, como ya he comentado en mi presentación, se agradecen todos los comentarios y sugerencias que hagáis.

En fin, a continuación os cuelgo el capítulo, y, por si os interesa, el archivo en PDF (queda más bonito con portada y esas cosas...): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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Preludio: Fast forward

El disparo retumbó por toda la tienda, aunque esto no pareció alarmar a ninguna de las dos personas que en aquel momento se encontraban en ella.
La primera, porque había sido la autora del mismo, cosa que suele prevenir sobre las consecuencias más directas. La segunda, por decirlo de alguna forma, no volvería a alarmarse nunca más.
De hecho, lo más seguro es que tampoco lo hubiera hecho antes de recibir el impacto; y es que, como ya se sabe, los muertos vivientes tienen una capacidad de reacción bastante limitada.

El autor del disparo, un chico de unos veinte años, en apariencia mejor equipado para escalar una montaña que para ir de compras, se colgó la escopeta de la espalda, justo al lado de una mochila a rebosar. A tan solo unos metros de sus pies se encontraba lo que quedaba del hombre que, a juzgar por su delantal azul, en algún momento había sido un empleado de la tienda. A partir de aquel momento, además de faltarle la mitad del brazo derecho, podría presumir de tener una cabeza con orificios de ventilación extra.

- ¡Qué manía en coger a la gente desprevenida! Lo llego a ver antes y no malgasto una bala de esta forma...

Después de pronunciar estas palabras y de darse cuenta de que, naturalmente, nadie le escuchaba, Ash (que así se llamaba el sujeto, gracias a la desmesurada afición de su padre por las películas humorísticamente gore), empezó a buscar impacientemente en lo que él llamaba “mochila de supervivencia”. Unos segundos después, sacó una linterna. Aun siendo media tarde, llegaba muy poca luz al interior del edificio a causa de lo estrecho del callejón donde éste se encontraba. Seguidamente inició el registro de las estanterías del establecimiento, una de aquellas pequeñas tiendas de pueblo donde parece que se haya querido embutir el contenido de un supermercado en el espacio de un quiosco.
Por desgracia, parecía que no era el primero en hacerlo, de forma que en ese momento el establecimiento presentaba un aspecto bastante triste, con las pocas mercancías que quedaban esparcidas por el suelo y los estantes cubiertos de polvo.
Al cabo de unos minutos, Ash se dirigió a la única caja registradora del pequeño local, donde, después de hacer un repaso a lo que había encontrado de utilidad (un par de botellas de agua, unos sobres de caldo de pollo “casero”, melocotón en almíbar, tomate frito y algo de pasta, además de unos paquetes de gominolas), cogió un par de bolsas de plástico y salió al exterior, donde el frío sol de febrero apenas alumbraba.
El callejón donde se encontraba la tienda era un perfecto reflejo del pueblo al que pertenecía: pequeño, sucio y, sobre todo, tranquilo; y es que, fuera por lo que fuera, los pocos habitantes del lugar (vivos o no tanto) parecía que lo habían abandonado hacía ya un tiempo. De haber sido de otra forma, Ash se lo habría pensado dos veces antes de entrar a “investigar”.

- Y tenía que toparme con el único que quedaba…- Murmuró, a la vez que se dirigía a uno de los accesos de la calle, que daba ya a las afueras del pueblo.

Unos pasos más allá se encontraba aparcado su vehículo, un viejo Nissan 4x4 gris con más de diez años a sus espaldas. Al llegar a él abrió el maletero y dejó las bolsas recién “adquiridas” junto a las escasas provisiones que había conseguido reunir, cogiendo, eso sí, una de las botellas de agua para el viaje.
Momentos después se encontraba sentado en el asiento del conductor, observando el pueblo a través del parabrisas, donde la suciedad empezaba a ser ya un auténtico obstáculo para la visibilidad.

- Es realmente pequeño – pensó – Podría asegurarme de que no queda nadie más y tratar de adaptar alguna de las casas para poder vivir en ella…Aunque, probablemente, si decido establecerme aquí habré muerto de hambre en unas semanas…

Ash dio un trago de la botella de agua, contemplando aún el pueblo, ahora con menos interés.

- Y pensar que lo que más me preocupaba hace unos días eran los exámenes…

. . .


Capítulo 1: Aislado

Eran mediados de diciembre, y Ash acababa de tomar una de las decisiones más importantes (y, según como se mire, estúpidas) de su vida.
Después de los malos resultados obtenidos durante el año anterior, había decidido que, en lugar de acompañar a su familia en la ruta que pretendían llevar a cabo por el norte de Europa, se quedaría en el piso de la Villa Universitaria donde residía durante el curso a fin de preparar a conciencia los ya próximos exámenes de febrero. A pesar de haber escogido la carrera de Economía prácticamente por inercia (en su momento, un cinco con poco en selectividad, el bachillerato de ciencias sociales a las espaldas y cierta tradición familiar tomaron la decisión por él), su carácter le impedía abandonarla estando ya en el segundo curso, por lo que había tomado la resolución de hacer un papel digno en los exámenes.
Por si esto no fuera ya suficiente sacrificio, Ash optó por aislarse del mundo exterior para evitar las distracciones a las que con tanta frecuencia sucumbía; frecuencia que curiosamente solía aumentar en aquellos momentos en que la necesidad de estudio empezaba a ser imperante. De esta forma, Ash inició su particular cautiverio cortando sus conexiones con el exterior: quitó la batería al móvil (conocía a su madre, y sabía que la combinación de distancia y vacaciones de navidad hubieran hecho que no dejara de sonar), desconectó el teléfono y, con un tremendo esfuerzo y algunas lágrimas de emoción, le pidió a su compañero de piso que se llevara el televisor a su casa mientras duraran las vacaciones de invierno, cosa que provocó una de las despedidas más duras de su vida.
Después de este traumático corte de lazos con el mundo real, el piso se empezó a llenar de pizzas, pasta precocinada, pan de molde, embutidos varios y demás manjares típicos de quien tiene al microondas como único aliado en la cocina, además, obviamente, de algunas botellas de agua acompañadas de cantidades ingentes de Coca-cola.
Se había propuesto un plan de estudios realmente intensivo y, para cumplirlo, no se le ocurrió mejor forma que reducir al máximo los motivos que pudiera tener para salir de su piso, a la vez que eliminaba prácticamente todas las formas de entretenimiento que en él se encontraban, exceptuando algunos libros y cómics que reservaba para evadirse unos minutos en aquellos momentos en los que la acumulación de horas de estudio empezara a ser ya insoportable (situación que preveía que se iba a dar con bastante frecuencia).

Transcurrieron los primeros días, y las cosas iban incluso mejor de lo esperado. Las “medidas de seguridad” parecían funcionar, y Ash pasaba la mayor parte del día estudiando, exceptuando los momentos que dedicaba a sus queridas historias de zombis o salía a dar una vuelta por las cercanías de su piso. Al ser una zona relativamente apartada del resto de viviendas universitarias, era bastante tranquila incluso durante el curso. En aquella época, en plenas vacaciones de navidad, rara vez se cruzaba con alguien durante sus breves paseos.

Pasados unos días que parecieron meses, llegó el día de Navidad.
Después de varios intentos infructuosos de levantarse antes de las once de la mañana, Ash decidió que podía permitirse un descanso. Algunas horas más tarde, cerca ya de la una y media del mediodía, consiguió poner los pies en el suelo y dirigirse al baño, donde se duchó y vistió. Momentos después se encontraba en la cocina preparando un “menú especial” para celebrar el acontecimiento (o tal vez para celebrar el descanso), consistente en macarrones precocinados y pizza boloñesa, todo ello acompañado de una cantidad malsana de todo lo que pudiera servir de aperitivo, además, claro está, de toda aquella bebida con gas (¿Qué tendrá el gas que lo hace tan irresistible…?) que se encontrara en el apartamento. Para Ash, este menú era una perfecta representación del espíritu navideño: come todo lo que puedas antes que debas volver al trabajo.

Después de este festín, Ash decidió encender el móvil por primera vez en días y llamar a su familia, pues sabía que si no lo hacía su vida correría un grave peligro cuando su madre llegara de viaje.
Cogió el teléfono y, no sin cierto temor, marcó el número.

- ¡Hola! ¡Feliz Navidad!
- ¡Ya era hora de que llamaras! – Ash tuvo que apartarse del móvil ante la potencia de la voz de su madre – ¡Y no me digas que en cinco días que llevamos fuera no has tenido ni un momento para llamar! ¡Es que ni siquiera te has dignado a encender el teléfono!
- Eeh… Es que he estado estudiando y prefería que nadie me molestara…
- ¡Y encima dice que soy una molestia!
- No, no me refería a ti…Bueno, ¿cómo va el viaje?
- Bien, bien – pareció calmarse un poco – Hace mucho frío por aquí, pero con estos paisajes vale la pena. Si hubieras venido…
- O, por favor, que ya sabes que me hubiera gustado mucho, pero supongo que no querrás que suspenda la mitad de los exámenes, ¿verdad?
- No, claro. Solo espero que estés aprovechando el tiempo… Y por cierto – siguió diciendo, sin hacer caso las protestas de su hijo – ¿ya comes bien?
- Sí…
- Supongo que no comerás nada de vaca, ¿no?
- ¿Qué?
- ¿Es que no ves las noticias?
- No, ya te dije que estaría sin tele.
- Pues que sepas que es mejor que no comas, que por la tele dicen que ronda una partida en mal estado que puede transmitir no sé qué enfermedad.
- Pero si siempre están igual, que si vacas locas, que si gripe aviar…Para mí que todo esto es un invento de alguna especie de organización de terroristas vegetarianos…
- Bueno, da igual, pero por si acaso tú no comas, que nunca se sabe.
- Vale, vale…total, creo que tampoco había comprado para estos días…
- Ay, a saber que estarás comiendo…
- Sí…bueno…te dejo, que tengo mucho trabajo por hacer.
- Eso, trabaja, que te conviene. Feliz Navidad de parte de tu padre y tu hermana. Estudia mucho y haz el favor de llamar con más frecuencia.
- Sí, sí… Adiós, que vaya bien el viaje…

Ash colgó el teléfono que, unos tres segundos después, volvía a estar sin batería. Después de guardarlo en un cajón oscuro como quien se deshace de la probeta de un virus letal, se sentó en el sofá de la sala de estar. En el pequeño piso de Ash, esta habitación, que servía también de comedor, y que ocupaba gran parte de la superficie habitable, era donde se desarrollaba la mayoría de la actividad del día a día. El resto del espacio disponible del piso lo ocupaba un lavabo, las habitaciones de Ash y su compañero de piso y una pequeña cocina, casi siempre en un estado deplorable. No era precisamente un palacio, pero por lo menos podía vivirse en él con tranquilidad.
Ash cogió uno de los cómics que se encontraban encima de la mesa situada entre el sofá y el mueble del televisor, que en ese momento presentaba un aspecto extraño sin su inquilino habitual.

- Los muertos vivientes – murmuró Ash, resaltando la cursiva – ¿Qué haría yo sin ti?

Hacía tiempo que había perdido la cuenta de las veces que lo había leído, pero Ash seguía disfrutando cada vez que lo hacía tanto como el primer día. No sabía muy bien porqué, pero siempre le habían fascinado los relatos con muertos vivientes implicados, sobre todo los del tipo Grupo De Supervivientes Solos En El Mundo. ¿Sería por la caracterización de personajes sufridores, que no se dejan superar por las circunstancias? ¿Sería por su crítica social implícita? ¿O quizás sería por aquellas escenas de acción que en ocasiones parecían incluso salpicar al lector? Fuera por lo que fuera, siempre se había imaginado inmerso en una de esas situaciones, luchando por su supervivencia.
Pronto desearía lo contrario.
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Mensaje  antiguo Dom Mar 01, 2009 11:31 pm

ya me lo he leido, tengo que leer mas para poder opinar, de momento no esta mal, un poco tipico que al prota le gusten los zombies, pero no esta mal, ya veremos los proximos capitulos, cuando salgan Z y cosas mas interesantes, como tu dices el primero es un presentacion.

sigue y animo tio
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Zombie Tale Empty Capítulo 2

Mensaje  Jump14 Vie Mar 06, 2009 12:32 pm

Hola! A continuación os cuelgo, como hice con el primer capítulo, tanto el texto como el link del pdf. Y como ya dije también, espero vuestros comentarios. Espero que os guste.
Y gracias Antiguo por comentar!

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Capítulo 2: Indicios

Los días que siguieron fueron de una monotonía ejemplar. Ash se levantaba alrededor de las nueve y, después de vestirse y comer algo, empezaba con su sesión de estudio matutina, que solía durar hasta la una y media. Entonces, se preparaba alguna cosa para comer, para después hacer un pequeño descanso, habitualmente dedicado a la lectura, retomando el estudio alrededor de las tres y media. Como su capacidad de concentración no era precisamente la óptima para un trabajo prolongado, solía hacer un segundo descanso alrededor de las siete, que aprovechaba para salir a dar un breve paseo y aclarar así un poco sus ideas. En los últimos días, la poca gente que en ocasiones se encontraba había sido sustituida por el lejano y cada vez más frecuente sonido de ambulancias, cosa que Ash atribuyó a los empachos navideños.
Un par de días antes de fin de año, los ecos de lo que parecía una conversación bastante subida de tono llamaron la atención de Ash mientras daba uno de sus paseos diarios. Sin nada mejor que hacer, decidió acercarse al lugar de donde procedía la voz, que parecía ser la zona más habitada, por lo menos durante el curso, de la Villa Universitaria. En esos momentos, sin embargo, sus calles presentaban un aspecto desértico, con un solo coche aparcado en ellas. Ash se dirigió al único apartamento de la zona con las luces encendidas. Tal como era de esperar, la voz procedía de su interior, por lo que decidió colocarse justo debajo de su balcón para intentar captar algo de la animada conversación que, como supuso al oír tan solo una voz, era telefónica.

- Sí, sí, ahora mismo hago las maletas y vengo – se trataba de la voz de una chica – Por favor, no hagas ninguna tontería.

El “no hagas ninguna tontería” hizo que Ash se imaginara a alguien subido a la barandilla del balcón de un octavo piso al otro lado del teléfono.

- ¡¿Cómo que qué clase de tontería?! ¡Pues llevarlo a un hospital, por ejemplo! Mira, creo que ya recogeré las maletas otro día. No te muevas, que en media hora estoy aquí.

Dudando un poco de la cordura de la chica, Ash decidió apartarse de la entrada del bloque de apartamentos y esperar en la esquina de la calle, observando disimuladamente. Segundos después, la vio a salir rápidamente del edificio, cargada tan solo con su bolso, y, con visible nerviosismo, subir al coche, ponerlo en marcha y largarse. El sonido del motor se oyó aún durante unos minutos en el silencio del anochecer, lo que hizo que Ash se quedara escuchando unos momentos en la esquina donde todavía permanecía. Cuando todo volvió a quedar en silencio, reemprendió el camino de vuelta a su apartamento, reflexionando sobre lo que acababa de ver.

- Pobre chica, esto debe ser el exceso de horas de estudio…
Cuando Ash entró en su casa ya hacía rato que había anochecido, por lo que se dirigió directamente a la cocina, donde se preparó algo para comer. Mientras cenaba sentado en el sofá decidió dejar el estudio para el día siguiente e irse temprano a la cama, donde no le costó conciliar el sueño. Sin embargo, ni siquiera todo el cansancio acumulado en aquellos días impidió que Ash se despertara varias veces esa misma noche a causa del constante sonido de sirenas, que en el silencio de la noche sonaban sorprendentemente cercanas.

. . .


Era uno de enero, día de año nuevo, pero a pesar de esto Ash se había levantado temprano. Al estar solo y sin tele, la noche anterior había llegado a la conclusión de que no tenía mucho sentido quedarse levantado hasta las seis o las siete de la mañana, por lo que, habiéndose comido unas uvas de cortesía, se había acostado poco después de las doce. Por suerte, las sirenas habían dejado de oírse, de forma que la noche había sido tranquila.
Pasado un corto estado de trance sentado en el sofá (celebrar la entrada al nuevo año conllevaba abandonar temporalmente el estudio), Ash recordó el consejo-amenaza de su madre en relación con la frecuencia de las llamadas telefónicas y se dirigió al mueble del comedor. Abrió el cajón de la izquierda y sacó su móvil, al que volvió a colocar el cargador, y tecleó con desgana el número de su madre. Después de unos segundos de espera, un chorro de voz surgió del auricular.

- ¡Oh, Dios mío, Ash! ¡¿Estás bien?!
- Eh…Sí…Feliz año a ti también…
- Ay, gracias a Dios… ¡¿Por qué no has llamado antes?! – la conversación empezaba a resultar familiar.
- Ya te lo expliqué la última vez…
- ¿¡Pero tú sabes lo preocupados que nos tenías?! ¡Con todo lo que está pasando y tú sin dar señales de vida!
- Te veo un poco alterada… ¿Y que quieres decir con eso de “con todo lo que está pasando”?
- ¡¿Pero tú en que mundo vives?! Vale que no tengas tele, pero supongo que saldrás a la calle, ¿no?
- Bueno, lo que se dice salir he salido, pero ya sabes que por esta zona poca gente hay. Aunque ya que estamos, me lo podrías explicar tú misma…
- ¿Te acuerdas que te dije que no comieras carne de vaca?
- Otra vez no por favor, que te aseguro que no he comido nada…
- Pues más te vale, porque la cosa ha ido de mal en peor. La epidemia ha llegado a unas proporciones que nadie esperaba, y al gobierno se le ha ido de las manos. O mejor dicho, a los gobiernos, porque por lo que sabemos media Europa está igual.
- Bueno, tranquila, que ya te he dicho que estoy bien. Simplemente me quedaré aquí y esperaré a que volváis. No creo que venga nadie a contagiarme o algo por el estilo…
- ¡Precisamente ahí está el problema! Ahora mismo estamos en Estocolmo, y hace dos días que Suecia ha cerrado las fronteras. Además, tienen a todos los viajeros a los que han localizado bajo supervisión de forma permanente. Tal como está todo, quieren tener la situación controlada. De hecho, no debería estar hablando contigo; más de una vez he visto a algún soldado requisar el móvil a los turistas que están aquí con nosotros. Aunque no creo que “turistas” sea la palabra más adecuada en estas condiciones…
- Bueno, no te preocupes, me sabré cuidar solo. De todas formas, no creo que la situación dure mucho, supongo que pronto os dejaran volver.
- No, tal como está la situación, creo que esto va a ir para largo. Y, por lo poco que sé, todo está bastante peor aquí que en Suecia. Por la tele he visto unas imágenes horribles… Esas personas, reaccionando de forma tan violenta…
- ¿Qué personas?
- Todos los que han contraído la enfermedad. Atacan indiscriminadamente con todo el que se cruzan. Y cuando hay grandes grupos de contagiados…todo se complica…
- ¿Infectados atacando a todo el que ven? ¿No comerán cerebros, por casualidad?
- ¡Oh, por favor, eres igual que tu padre! ¡¿Como te puedes reír en un momento así?! O, no, por ahí viene un guardia… ¡Sobre todo, cuídate mucho! ¡Y vigila!
- Sí, tranquila, seguro que pronto nos vemos.
- No, por favor, que solo estoy hablando con mi hij…

La llamada se cortó.
No sin cierta preocupación, Ash se guardó el móvil en el bolsillo de los pantalones, aunque, después de pensárselo mejor, volvió a sacarlo y marcó el número de su compañero de piso. Nadie respondió.
Después de reflexionar un poco sobre las palabras de su madre decidió que, si las cosas estaban realmente tan mal, era mejor tener el piso bien abastecido por si tenía que pasar en él una temporada más o menos larga. Con esto en mente se dirigió a la cocina, donde revisó lo que le quedaba para comer, y calculó que, con todo lo que había sobrado de sus “vacaciones” de navidad, podría subsistir alrededor de una semana.

- Parece que tarde o temprano tendré que salir a comprar algo. – Pensó – Bueno, de todas formas tenía pensado ir a ver como están las cosas por ahí fuera…aunque esto será más tarde.

Haciendo gala de la pereza (con ciertos toques de irresponsabilidad) que siempre le había caracterizado, Ash fue directo al sofá, aunque no sin antes coger un libro de su habitación. Una vez tumbado, empezó a hojear Zombi. Guía de supervivencia, que a su juicio era de lo más adecuado dadas las circunstancias.

- A ver, repasemos la lista de lo imprescindible en caso de tener que subsistir encerrado en casa… “Rifle y quinientos cartuchos”… Vale, mejor nos saltamos la parte de armas… “Tres litros de agua al día”… Bueno, por aquí vamos bien… “Filtro de agua manual”… ¿Cómo? Pero si ni siquiera sé que es eso…

Al acabar de repasar la lista y darse cuenta de que, de los veinticinco puntos, tan solo cumplía unos cinco, acabó de convencerse, muy a su pesar, de que en algún momento tendría que salir.
Con esta idea en mente se dirigió a su habitación, donde volvió a guardar el libro y cogió su abrigo y las llaves del piso. Habiendo cerrado la puerta principal, bajó las escaleras y salió a la calle. En aquella fría mañana de enero, Ash se percató por primera vez del silencio casi absoluto que envolvía el lugar.

- Bueno, supongo que esto significa que por lo menos no me toparé con ninguna “multitud enfurecida”…

Ash descendió por su inclinada calle en dirección al campus universitario, donde pretendía conectarse a Internet en alguna de las múltiples bibliotecas para comprobar por su propia mano como estaba todo. Y si eso no era posible, siempre podía preguntar a alguien.
Sin embargo, todos sus planes se esfumaron cuando cruzó la primera esquina. A unos veinticinco metros de su posición se encontraba un hombre que, a juzgar por su expresión, no sería muy amigable. Además, su aspecto sugería que cualquier persona en su sano juicio tampoco lo habría sido con él: su traje, además de estar sucio y descosido por todas las costuras posibles, presentaba unas sospechosas manchas rojas. Además, para acabar de confirmar las serías dudas que su indumentaria sugería respecto su cordura, blandía amenazante un palo de golf torcido e impregnado de lo que parecía ser sangre.

- ¡Ha! ¡Por fin me encuentro con uno de vosotros a solas! – su tono de voz sugería que hablaba más para si mismo que para Ash – ¡¡Voy a acabar contigo!!

Con estas palabras inició una frenética carrera hacia Ash, blandiendo el palo de golf por encima de su cabeza.

- ¡¿Qué?! ¡¿Pero qué le he hecho yo?!

El hombre detuvo en seco su carrera, a pocos pasos de Ash.

- Espera, tú no deberías hablar…― el hombre parecía confuso ― Tú estás muerto…
- ¿Que estoy muerto? Usted está loco…
- Claro, todo el mundo lo está…Muerto, me refiero…― se calmó un poco― Bueno, y parece que loco también…
- ¿En serio le parece que estoy muerto?
- Bueno, ahora que lo dices, la verdad es que no mucho…Y ahora que lo pienso, ¡Eso significa que estás vivo!
- Bien, vamos mejorando… Y ahora, ¿me va a contar qué es lo que le ha pasado? Porque la verdad es que no tiene muy buen aspecto.
- ¿Cómo que qué ha pasado? ― el hombre volvió a alterarse ― ¡¿Es el fin del mundo y tú me preguntas que qué ha pasado?!
- Oh, venga, por favor, que acabo de tener esta misma conversación hace unos minutos… ¿Me va a decir también que es por lo de las vacas?
- Ah, sí, las vacas, la tapadera del gobierno…― diciendo esto parecía aún más perturbado ― Y todos esos muertos… ― empezó a mirar con nerviosismo a su alrededor ― ¡Tenemos que irnos de aquí, a un sitio seguro! ¿Tú vives por aquí?
- Eh…
- Sí, eso, escondámonos en tu casa ― dijo sin dar tiempo a responder, cogiendo a Ash por el brazo y tirando de él.
- ¡Pero si ni siquiera le conozco! ¿Y de qué se supone que nos tenemos que esconder?

El hombre le observó, con una mirada de terror. Parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento.
Y lo hizo.
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Mensaje  antiguo Lun Mar 09, 2009 5:27 pm

empieza la accion!!!!! yo no se los demas, pero yo me lo estoy leyendo, asi que sigue colgando mas capitulos y al final hare una critica, no tiene sentido hacer criticas de capitlos sueltos, es mejor al final. pero por ahora me entretiene.

dale caña!!!!
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Zombie Tale Empty Capítulo 3

Mensaje  Jump14 Miér Jul 08, 2009 7:48 pm

¡Hola! Después de muchííííísimo tiempo (lo siento, he tenido mucho trabajo), aquí os dejo el tercer capítulo (está dividido en dos partes), donde, por fin, hay algo de acción.
Por favor, si os lo leéis, ¡comentad!

Y aquí el link del PDF (está bastante mejor que este copiar y pegar): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Capítulo 3: Hechos

El hombre yacía en el suelo, a pocos metros de Ash, que se acercó para ver si le ocurría algo grave.
Después de comprobar de forma rudimentaria sus constantes vitales se percató de que, por lo que parecía,
tan solo se había desmayado. Valorando el pésimo estado en que se encontraba el hombre ? y recordando la
mirada de terror que le había lanzado antes de derrumbarse ?, decidió que debía hacer algo con él. Su
primera acción fue llamar a emergencias, aunque algo le decía que no obtendría respuesta. Y efectivamente,
así fue. Después de un par de intentos fallidos, desistió, y optó por intentar llevar al hombre hasta su
apartamento. La idea de tener una persona tan aparentemente trastornada dentro de su casa no le hacía mucha
gracia, pero se sentía responsable por lo que había sucedido.

Ash se situó junto a la cabeza del hombre y, después de agacharse, cogió a éste por debajo de las axilas y
lo levantó hasta que los hombros le quedaron a la altura de su cintura. En una posición bastante incómoda,
con la espalda curvada hacia delante, Ash empezó a tirar del desconocido, cuyas piernas se arrastraban
inevitablemente por el suelo, en dirección a la puerta de su piso. Unos minutos después, con evidentes
muestras de cansancio dada la importante inclinación de la calle, llegó por fin a su destino, momento en
que se le presentó un nuevo problema en forma de doce peldaños. Aún temiendo que no fuera lo óptimo para l
a integridad física de ninguno de los dos, Ash decidió tratar de subir las escaleras en la misma posición
en que había arrastrado al hombre por la calle.

Al cabo de unos momentos, resbalones e improperios, el triunfante escalador llegó por fin a la cima, en la que,
en lugar de clavar una bandera (cosa que hubiera sido llevar la metáfora demasiado lejos), insertó e hizo girar
una llave. Con un crujido que pareció un lamento, la puerta de la casa se abrió, dejando paso a Ash y a su indeseado
invitado. Después de recibir un cursillo intensivo llamado Cómo Unas Baldosas Mal Colocadas Pueden Desgarrar Tus Ya
Desgarrados Pantalones, el desconocido fue, eufemísticamente hablando, depositado cuidadosamente sobre el sofá de la
sala-comedor.

Pasada aproximadamente media hora, que Ash aprovechó para (en este mismo orden) sentirse satisfecho por el
trabajo realizado, sentirse estúpido por el trabajo realizado, registrar los bolsillos del sujeto (cosa que
no sirvió de nada, puesto que no llevaba ni siquiera documentación) y, después de analizar detalladamente
su situación, sentirse profundamente estúpido por el trabajo realizado, el hombre empezó a abrir los ojos,
aún sin ser muy consciente de la realidad. Recordando la conversación que había tenido lugar momentos antes,
Ash decidió, por precaución, ir a buscar ese bate de béisbol metálico que su compañero de piso le había
traído de recuerdo, por motivos insondables, de su viaje a Estados Unidos.

Al volver de nuevo a la sala de estar, el hombre se encontraba sentado en el sofá, aparentemente
despierto por completo, aunque algo aturdido.

- ¿Dónde estoy? - preguntó.
- Está en mi piso. - respondió Ash, tratando de esconder el bate - Le traje aquí después de que se desmayara
en medio de la calle.
- Ah…la verdad es que no lo recuerdo muy bien…está todo muy confuso…aunque gracias de todas formas.
Quién sabe lo que me podría haber ocurrido con todos esos…- al rostro del desconocido volvió la
expresión que Ash había visto justo antes de que éste se desmayara - esos…

El hombre se contrajo en el sofá, con la cara entre las manos. Ash, mostrando una empatía poco habitual
en él, se le acercó y le dio unas palmadas en el hombro.

- Tranquilo, que aquí dentro está a salvo de…lo que sea que deba estar a salvo. Lo mejor será que se
tranquilice y me explique lo que ha pasado. Si quiere aviso a la policía.

Al oír esto, el hombre lanzó una perturbadora carcajada, aunque después pareció calmarse un poco.

- ¿Avisar a la policía? ¡Ja! Los que no estén muertos estarán demasiado ocupados protegiendo su propia
vida. Así que no creo que sirva de mucho.
- ¿Muertos? - el cambio de actitud del desconocido hizo que Ash volviera a sujetar con fuerza el bate -
¿Es que acaso iba en serio eso del fin del mundo? ¿Tan grave es lo de las vacas y los… - decir esto aún
le hacía sentir como en una película - infectados?
- ¿Que si iba en serio? ¿De verdad no te has enterado de nada? Dios mío…
- Sí, la verdad es que últimamente he estado un poco aislado del mundo real…Así que, como ya le he
dicho, lo mejor es que se tranquilice y me explique lo que ha ocurrido.
- De acuerdo. - el hombre pareció calmarse - Pero lo mejor será que no nos quedemos aquí mucho tiempo,
puede ser peligroso.
- Entonces, cuando me haya contado su historia decidiremos que hacer. Pero ahora, por favor, empiece
por el principio.
- Sí, supongo que será lo mejor. - el desconocido se serenó y empezó con un tono más pausado - Todo
comenzó con noticias puntuales sobre personas afectadas por una rara enfermedad, que por lo visto empezaba,
o mejor dicho; empieza, con un bloqueo repentino de las funciones digestivas y que, en un estado más avanzado,
provoca un estado de furia permanente.
- O, por favor, qué típico... ¿Y no tendrá por casualidad origen en unas instalaciones militares de una
antigua república soviética?
- No. Tal como tú dijiste, los medios dieron la versión de la carne de vaca en mal estado, pero
en realidad es todo mentira.
- Y, según usted, ¿cuál es la verdad?
- Está claro: es todo una conspiración gubernamental para acabar con la crisis económica.
- Mmm… por lo que me ha dicho, una importante cantidad de personas está muriendo a causa de una
enfermedad desconocida y…

El hombre le interrumpió.
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Zombie Tale Empty Capítulo 3 - 2a parte

Mensaje  Jump14 Miér Jul 08, 2009 7:49 pm

- ¿”Una cantidad importante de personas”? ¡Querrás decir medio mundo!
- Perdón… Entonces, ¿medio mundo está muriendo a causa de una enfermedad desconocida y a usted no
se le ocurre nada más que decir que se trata de una conspiración mundial para acabar con la crisis?
- Claro, es evidente. ¿Tú has oído hablar a alguien de crisis últimamente?
- No, pero…
- Pues ya está. Como ves, todo está relacionado. ¿O crees que es casualidad que justo cuando
aparece una misteriosa y mortal enfermedad todo el mundo deje de hablar sobre la crisis?
- Claro…- Ash decidió dejar de lado aquella estúpida parte de la conversación y proseguir con la que
le interesaba - Pero bueno, siga con su historia, por favor.
- Como te decía, la enfermedad parece provocar un estado de furia irrefrenable a quienes la padecen.
- Sí, eso me lo ha dicho.
- Pues bien, por si esto no resultara suficientemente malo de por sí, pronto se descubrió que la
infección se transmite a través de las heridas causadas por alguno de ellos.
- Un momento… ¿Todo esto lo ha sacado realmente de las noticias o es que hizo una maratón de películas
de serie B y ahora no lo recuerda? - después de haber estado un rato escuchando las incoherencias del
hombre no le parecía una idea tan descabellada.
- Sí, sí, tú ríete, pero esto no tiene ninguna gracia.
- Ya, pero dígame una última cosa ¿son zombis clásicos o son más de remake?
- ¿Cómo?
- Quiero decir, ¿caminan lentos y tienen más bien pocos reflejos o se mueven como si estuvieran vivos?
- Mira, sé que no me crees y que me lo preguntas para reírte de mí, pero te responderé igualmente,
ya que yo al principio también me hacía esta pregunta. - la expresión del rostro del hombre era ya
plenamente serena e incluso mostraba seriedad - De hecho, la respuesta es muy sencilla: se mueven como si
estuvieran vivos si están vivos y de forma lenta y patosa si están muertos.
- Oh, así que incluso hay variedad… - Ash ya no trataba de disimular su tono de mofa.
- Creo que si te tienes que seguir riendo de mí será mejor que me calle.
- No, no, por favor, siga. - aunque no estaba nada predispuesto a creerse lo que le contara el hombre,
tenía curiosidad por saber como acababa la historia. - Dígame, ¿qué quiere decir con que depende de si
están vivos o muertos?
- Pues eso mismo: la enfermedad, aunque es mortal, tarda unos días en producir este resultado. Mientras esto
no ocurre, la persona actúa de forma de forma irascible, pero sigue viva. Cuando muere… digamos que su ira se
mantiene. Aunque, por suerte, un buen impacto en la cabeza parece acabar definitivamente con ellos.ç
- De esta forma, ¿siguen atacando incluso después de haber muerto? - Ash se abstuvo de hacer algún
comentario impertinente.
- Sí, al principio a mí también me costaba de creer… Ya lo verás cuando llegue el momento. Pero bueno, a lo
que íbamos. Contagiándose la enfermedad de esta forma, no tardó en extenderse rápidamente. Y eso incluye,
naturalmente, territorio nacional. Fue entonces cuando los medios le dieron verdadera importancia. Porque ya
se sabe, ¿qué interés puede tener la audiencia sobre si en un país del cual casi no conocen el nombre están
muriendo miles de personas? - el hombre empezaba a mostrar ciertos signos de lucidez - Acto seguido a la
cobertura mediática llegó la intervención gubernamental: la presencia de las fuerzas de seguridad se
intensificó y se montaron “hospitales de campaña”. Y claro, entonces todo empeoró…
- ¿Todo empeoró con el establecimiento de hospitales de campaña?
- Sí. O, mejor dicho, todo empeoró cuando empezaron a circular rumores sobre lo que en ellos se hacía.
Y es que, por lo que se ve, era el personal militar, y no el médico, el encargado de administrar a los
presuntos infectados un “tratamiento de impacto”.
- ¿Tratamiento de impacto? - habiendo oído la última parte, el escepticismo sarcástico de Ash había cedido
ya a su curiosidad.
- Bueno, digamos que es la forma suave de decir “disparo en la cabeza”. Aunque claro, el intento de
encubrimiento no consiguió impedir que las multitudes se alterasen y que pronto se originaran graves
conflictos entre civiles y fuerzas de seguridad, cosa que, como ya he dicho, llevó a un rápido deterioro
de la situación. Y hasta aquí te puedo contar sobre la situación general, tanto por los cortes generalizados
en los informativos como, sobre todo, por mi situación personal.
- Ahora que lo pienso, no me ha contado nada de lo que le ha sucedido a usted durante estos días. - su voz
empezaba a sonar incluso cordial.
- Bueno, la verdad es que no hay mucho que contar. Hasta hace unas semanas, llevaba una tranquila vida de
auditor, cosa que, naturalmente se acabó con la llegada de nuestros amigos los furiosos, que primero
me negaron la parte de “vida tranquila” y, al cabo de muy poco tiempo, me dejaron sin trabajo,
puesto que pocas empresas siguen en funcionamiento en medio del Apocalipsis, aparte de la Iglesia,
claro. Si llevan publicitándolo desde hace dos mil años no van a parar ahora… - la temporal
lucidez del hombre parecía dejar paso otra vez a su lado paranoico.
- Sí, pero, por favor céntrese en su historia.

El hombre asintió con la cabeza y prosiguió.

- Y lo peor de todo fue cuando llamaron a mi puerta. Bueno, más bien cuando una congregación de contagiados
derribó la puerta de mi bloque. Tuve suerte de verlo a tiempo y poder huir por los pelos. Y por cierto,
allí fue cuando me di cuenta que algunos de ellos seguían caminando incluso después de haber muerto.
- ¿Y cómo fue eso exactamente?
- La verdad es que fue bastante sencillo de adivinar. Principalmente gracias a una mujer entre la
multitud que, por decirlo de alguna forma, había decidido que lo más beneficioso para su imagen era
llevar la mayoría de sus órganos internos por el lado equivocado…
- Prefiero no imaginarlo - dijo Ash, mientras se hacía una imagen mental extremadamente detallada de
la situación - Y después de huir de su casa, ¿qué hizo?
- Bueno, en resumidas cuentas, estuve vagando sin un rumbo fijo, esquivando siempre toda zona que
presentase un mínimo movimiento. Hasta que topé contigo, claro. Perdona si no fui muy amable, pero
es que he estado sometido a mucha tensión los últimos días.
- Oh, no hace falta que se disculpe por su falta de amabilidad… Yo más bien lo haría por sus instintos
homicidas…
- Sí, claro, perdona. Y ahora, debemos irnos de aquí cuánto antes mejor; quedarnos aquí hablando
puede ser peligroso.
- Eh, sí… Sobre eso, creo que yo me quedo aquí. Pero, por favor, que eso no le retenga a usted.
- ¡¿Cómo?! ¿Pero qué estás diciendo? ¿Es que no me has estado escuchando? ¿O es que no crees lo
que te he contado?
- La verdad, su historia es bastante de difícil creer. Naturalmente, sí comparto algunos puntos,
más que nada porque coinciden con lo que mi madre me ha ido explicando, pero…

Un estridente ruido en la calle interrumpió a Ash, que intercambió una mirada de sorpresa con el
hombre. A juzgar por el sonido, un coche había chocado contra algo después de un repentino frenazo.

- ¡¿Qué ha sido eso?! - el hombre fue el primero en reaccionar - Parecía un coche…
- Sí, tiene razón. Lo mejor será que salgamos al balcón a ver qué ha pasado.

Ash se dirigió a toda prisa a la puerta que permitía la salida al pequeño balcón situado en la parte
delantera del piso, que consistía básicamente en una superficie de poco más de dos metros cuadrados
rodeada por una barandilla en pésimas condiciones.
Estando ya el hombre a su lado, Ash presenció una de las escenas más impactantes de su vida. Un
pequeño Volkswagen Golf rojo se había empotrado contra la pared del edificio situado justo enfrente de
su piso, quedando seriamente dañado en su parte delantera. Momentos después del impacto, la puerta del
conductor se abrió, y un hombre de unos cuarenta años, visiblemente herido, empezó a asomarse por ella.
Justo cuando el desconocido empezaba a incorporarse poniendo un pie en la calzada, una mano surgió
del coche y le sujetó con fuerza el tobillo de la pierna que seguía dentro, haciéndole caer de bruces
sobre el pavimento. El hombre tuvo el tiempo justo para darse la vuelta antes de que un chico de unos
quince años, también con graves heridas, se le echara encima y le desgarrara el cuello de un mordisco.
El hombre, demasiado herido para defenderse, tardó poco en morir, cosa que no impidió que el chico
prosiguiera con su demente acometida.

- ¿Lo ves? Esto es de lo que te he estado hablando.

Ash no respondió.

- Sé que es duro, pero debemos acabar con él antes de que termine de… comer… o lo que sea que esté
haciendo.

Viendo el estado en que se encontraba Ash, el hombre decidió tomar la iniciativa.

- A ver, déjame ese bate y yo me encargaré del resto. - Ash no se resistió cuando el hombre le quitó
de las manos el bate que aún sujetaba - Aunque te agradecería que si la cosa se pone fea me ayudaras…

Ash asintió con la mirada aún fija en la espantosa escena que estaba teniendo lugar justo enfrente
de su casa.

- Bien… Entonces, ahora vuelvo.

Su improvisado compañero volvió a entrar en el piso y, segundos después, Ash vio como salía por la
puerta que daba a la calle. El hombre avanzó, de la forma más sigilosa posible, hasta situarse justo
detrás del joven enloquecido. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó el bate y, con un rápido
movimiento, descargó un potente golpe sobre la cabeza del chico, que se desplomó inmediatamente. Pese a
que había dejado de moverse, el hombre le golpeó un par de veces más.
El hombre, después de apartar el chico de encima del cadáver - porque era un cadáver, de eso no
había duda -, se situó justo al lado del cráneo de éste, sujetando el bate en alto.

- Siento mucho que tenga que ser de esta forma, pero creo que es la única forma de que creas
todo lo que te he contado.

Entonces, sucedió algo que Ash tardó mucho tiempo en asimilar: unos segundos después de las
palabras del hombre, una violenta convulsión sacudió el cadáver, que, para horror de Ash, empezó a
mover frenéticamente sus extremidades. Por suerte, la espantosa situación duró poco, ya que el (ahora
tan solo en parte) desconocido no tardó en repetir la violenta acción que momentos antes había llevado
a cabo sobre el joven, haciendo cesar así de forma definitiva las convulsiones.

El hombre, ahora aún más salpicado de sangre, levantó la cabeza, con la mirada fija en el balcón.

- Y bien, ¿me creerás ahora?
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Mensaje  SplinterGU Vie Jul 10, 2009 2:54 am

descargados... gracias... ya lo leere...
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Zombie Tale Empty Capítulo 4

Mensaje  Jump14 Lun Jul 20, 2009 5:50 pm

¡Hola! Aquí os dejo el capítulo 4:

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Capítulo 4: Planteamiento

Ash tardó unos minutos en reponerse de la conmoción que supuso presenciar los hechos que acababan de tener lugar justo enfrente de su casa.
Cuando giró la cabeza por primera vez desde que viera el coche accidentado, se percató de la presencia del hombre, que esperaba inmóvil a su lado.

- Siento ser brusco, pero deberíamos abandonar esta zona cuánto antes ― parecía que el papel de personaje cuerdo había pasado a manos del hombre ― Lo que acabas de ver no es nada comparado con lo que podría ocurrir si un grupo de ellos nos encuentra.

- Sí… claro… ― la voz de Ash reflejaba perfectamente su aturdimiento ― será mejor que nos vayamos.

De vuelta al interior del apartamento, el hombre, ahora a cargo de la situación, empezó a planificar sus acciones más inmediatas.

- Bien. Entonces, debes tener en cuenta que estarás fuera de casa durante algún tiempo; probablemente bastante. De forma que será mejor que cojas todo aquello que creas que podamos necesitar para el viaje.

- ¿Viaje? ¿Tiene algún destino en mente?
- Por el momento no. Creo que primero deberíamos abastecernos de todo lo que necesitemos.
- De acuerdo ― Ash empezaba a reponerse ― Yo puedo aportar algo de comida, y supongo que algo más de utilidad encontraré por el piso. Ah, y el coche, que casi se me olvida.
- Muy bien, tú reúne todo lo que puedas y luego te explicaré lo que tengo en mente.

Con su objetivo bastante claro, Ash se dirigió a la cocina, donde, habiendo revisado el interior del frigorífico, empezó a revolver armarios. Después de vaciar todo su contenido (nevera incluida), se dio cuenta de su lamentable situación: de todo su cargamento inicial de comida, ahora tan solo quedaban, además de unas pizzas que dudaba mucho que pudiera calentar durante su “viaje”; un paquete de pan de molde con fecha de caducidad próxima, unas lonchas de jamón de york y una solitaria longaniza. Bastante desanimado, Ash cargó sus más que limitadas provisiones en la pequeña mochila que habitualmente utilizaba para ir a clase. Por último, guardó dos botellas de agua y Coca-cola en unas bolsas de plástico.
De la segunda parada del recorrido, su habitación, cogió un par de maletas de viaje (que inicialmente habían servido para llevar las cosas de su casa al piso de la Villa universitaria), una de las cuales llenó de ropa, dejando tan solo espacio para un par de mantas, previendo la falta de calefacción allá donde fuera que se dirigiesen. La otra, completamente vacía, optó por reservarla por si posteriormente necesitaba más capacidad de carga.
Por último, Ash decidió llenar una mochila (propiedad de su compañero de piso) de tamaño considerable, del tipo que se utilizan para las excursiones de montaña, de aquello que consideró adecuado para una larga estancia fuera de casa en circunstancias de más que dudosa confortabilidad: una linterna acompañada de un par de paquetes de pilas, unas cajas de cerillas (por algún motivo que jamás llegó a comprender, nunca había un solo mechero en el piso), un par de tuppers vacíos, el contenido del botiquín (que se limitaba a algodón, esparadrapo y analgésicos varios) y, a falta de navaja multiusos, el cuchillo más grande que fue capaz de encontrar.
Una vez hecho todo esto, Ash se reunió de nuevo con su andrajoso compañero en la sala-comedor.

- Creo que ya está todo lo indispensable. Y ahora, ¿qué piensa hacer? ― preguntó.
- Creo que, dada la escasez de nuestras provisiones ― Ash empezaba a preocuparse por la forma en que el hombre utilizaba el plural en aquel tipo de afirmaciones ―, lo primero que deberíamos hacer es acercarnos a alguno de los bares del campus para ver qué podemos conseguir. ¿Te parece bien?
- Bueno, mientras no nos encontremos con más escenas como la de hace unos minutos…
- La verdad, aunque pienso que el recinto universitario está bastante vacío, dudo mucho que no nos encontremos con absolutamente nadie. Creo que nos tendremos que ir acostumbrando a situaciones como la anterior…
- Dios mío… todo esto me parece tan surrealista…
- Lo sé, lo sé. Pero, o nos adaptamos o…
- O morimos. Sí, de eso me he dado cuenta. Lástima que la gente no suela adaptarse muy bien a un mundo infestado de zombis…
- ¿Sigues empeñado en llamarles así? Bueno, en fin, lo mejor será dejar la charla para otro momento e irnos de aquí.
- De acuerdo. Si no le importa ayudarme a cargar esto en el coche ― dijo señalando las bolsas que acababa de llenar ―, acabaremos antes.

Dicho esto, Ash se colgó de la espalda la mochila con utensilios varios y cogió la bolsa de la ropa, mientras que el hombre hizo lo propio con la mochila de la comida, la bolsa de viaje vacía y las bolsas con la bebida. Cargados con su escaso equipaje se dirigieron a la puerta de salida, bajaron las escaleras y fueron hacia el coche. Al llegar a él, Ash se sacó las llaves del bolsillo y abrió el maletero, donde guardaron la bolsa de la ropa, la mochila de la comida y tres de las cuatro botellas. Después de esto, cerró el maletero, abrió la puerta del conductor y depositó las bolsas restantes en el asiento trasero, mientras dejaba la botella de agua debajo de la guantera.

- ¿Le importa esperar aquí un momento? Tengo que subir al piso a coger un par de cosas más.
- No, pero preferiría esperar dentro…
- Claro, siéntese en el asiento del acompañante. Ahora vuelvo.

Ash se dirigió de nuevo a la puerta de su casa, que permanecía abierta. Al subir las escaleras no pudo evitar pensar que, cuando lo hizo por última vez, su mayor preocupación era el estado de salud (sobre todo mental) del desconocido que llevaba a rastras. Ahora, menos de dos horas más tarde, eso le parecía una nimiedad.

- Supongo que esto es lo bueno del fin del mundo… ― dijo Ash para sí mismo ―; y es que nunca había visto con tan buenos ojos todos mis demás problemas…

Al entrar en el piso, Ash fue directo a su habitación, se puso una chaqueta (el frío seguía siendo un problema incluso durante el fin del mundo) y volvió a la sala-comedor. Allí cogió el ahora imprescindible bate de béisbol, unos libros de encima de la mesa y su móvil con el correspondiente cargador. Justo al cruzar la puerta recordó que el palo de golf del hombre seguía al lado del sofá, por lo que volvió sobre sus pasos. Al agacharse para cogerlo observó extrañado las manches de sangre, ya que, según el relato del desconocido, éste había esquivado cualquier zona que presentara un mínimo movimiento para evitar conflictos (entre los cuales se encuentran ese tipo de conflictos que manchan de sangre los palos de golf). Ash atribuyó la laguna al estrés o a la voluntad del hombre de querer olvidar alguna escena traumática, por lo que no le dio más importancia.
Después de hacer un breve repaso mental de sus pertenencias, Ash concluyó que había cogido todo lo imprescindible (o por lo menos todo aquello imprescindible de lo que disponía) y se dirigió, en esta ocasión por última vez en mucho tiempo, hacía la puerta de salida. Justo después de cruzarla se volvió y, más por inercia que por creer que realmente fuera necesario, cerró la puerta con llave.
Menos de un minuto después, Ash se encontraba de nuevo en el coche, esta vez sentado en el asiento del conductor.

- ¿Preparado para el saqueo? ― preguntó, mirando al hombre.
- Por favor, no le llames así, que me haces sentir culpable.
- Bien… Entonces, ¿preparado para ir de compras? ― dijo, sonriendo por primera vez desde que presenciara la horrible muerte del conductor y del que probablemente fuera su hijo ― El bar que más cerca queda es el de la misma Villa universitaria, así que mejor vamos allí.
- Bueno, de hecho yo tenía pensado ir al que más cerca quedara del restaurante que hay al lado de la estación de trenes…
- ¿Y eso por qué? No creo que allí haya más comida de la que pueda haber aquí. Si me dijera de ir al propio restaurante aún lo entendería…
- ¿Ir al restaurante a por comida? Creo que no sería muy seguro. No, lo que me interesa de ese sitio no son alimentos, sino armas.
- ¿Armas en un restaurante del campus? Oiga, que esto no es Estados Unidos…
- Es un poco largo de explicar. ― el hombre parecía inquieto ― Digamos que, por lo que vi al pasar por allí, a alguien se le ocurrió que un lugar así sería seguro para subsistir mientras esto durara. Naturalmente, la cosa acabó mal. Pero, por suerte para nosotros, desde fuera pude ver un par de rifles en el interior.
- ¿Pero no acaba de decir que sería peligroso ir a buscar comida allí?
- Sí, pero, para coger los rifles, tan solo se trataría de entrar y salir, por lo que nadie debería resultar herido. De hecho, he estado pensando un plan… Aunque, como ya te he dicho, es algo largo de explicar. Así que lo mejor será que vayamos a algún bar de aquella zona y, cuando encontremos algún sitio seguro, te contaré el resto.
- De acuerdo… ― viendo la impaciencia que el hombre mostraba por salir de allí, Ash decidió seguir con el interrogatorio un poco más tarde ― Entonces, iremos al bar de la facultad de Derecho, que queda a menos de quinientos metros del restaurante.
- Perfecto.
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Zombie Tale Empty Capítulo 4 - Segunda parte

Mensaje  Jump14 Lun Jul 20, 2009 5:51 pm

Habiéndose puesto al fin de acuerdo, Ash arrancó el coche y empezó el descenso de la calle en la que, por lo menos hasta hacía unos minutos, residía. Mientras el coche avanzaba por las desiertas calles de la Villa, ambos pasajeros se percataron de que, si bien agradecían el hecho de no encontrase con que les entorpeciera el trayecto, también era cierto que la absoluta falta de vida de la zona les producía una desagradable sensación.
Después de dejar atrás las residencias de la Villa, tardaron tan solo unos minutos en llegar a la parte trasera de la facultad de Derecho, donde el vehículo se detuvo.

- Bien, hasta aquí podemos llegar en coche. ― dijo Ash, a la vez que detenía el motor del automóvil ― El bar se encuentra justo al otro lado, por lo que tenemos que decidir si cruzamos la facultad o la rodeamos por el exterior.
- Creo que lo mejor será cruzarla. Después de todo, no creo que los infectados hagan muchas distinciones entre interiores y exteriores, por lo que no debería ser más peligroso.
- Sí, supongo que tiene razón.

Ambos bajaron del coche; Ash armado con su bate y el hombre con su ensangrentado palo de golf. Además de sus “armas”, decidieron coger la maleta vacía del asiento trasero, tras lo cual se dirigieron cautelosamente a la entrada del edificio. Tras un instante de duda, Ash decidió adelantarse y abrir la puerta. El interior, iluminado tan solo por la luz que se filtraba por las ventanas (que, al ser mediodía, permitía una visión aceptable del entorno), parecía, por lo menos a primera vista, tranquilo.
Ambas figuras avanzaron silenciosamente por la facultad que, a parte de estar absolutamente vacía, presentaba el aspecto habitual. Una fina capa de polvo cubría las superficies de los bancos y mostradores, y los cristales de recepción permanecían intactos, cosa que sorprendió al ávido lector de relatos de zombis que era Ash. De hecho, incluso seguían allí, ordenadamente apilados a la derecha de la entrada, los materiales que deberían haber sido utilizados para unas reformas en la facultad.

- Deberíamos bajar por esas escaleras. ― dijo Ash, señalando a su izquierda.

Ambos se dirigieron hacia la dirección indicada y, justo cuando estaban a punto de cruzar la puerta que daba a las escaleras, el hombre vio algo que le llamó la atención y cambio de rumbo, yendo directo a la pequeña sala que se encontraba en la pared opuesta a la entrada de la facultad.

- ¡Perfecto! ¡Una máquina expendedora!

Antes de que Ash pudiera reaccionar, el hombre fue directo a la máquina, de la que, con dos contundentes golpes de palo de golf, rompió el cristal. Un gran estrépito retumbó por todo el edificio.

- ¡¿Pero se puede saber qué hace?! ¡¿Usted sabe el ruido que ha hecho?!
- Tranquilo, hombre; la facultad está desierta. Además, así tendremos un pequeño suplemento a lo que encontremos en el bar.
- Bueno, pero hágalo deprisa.

El hombre asintió y, después de abrir la maleta vacía, empezó a extraer el contenido de la máquina (que consistía básicamente en bolsas de patatas fritas y pastas envasadas) y a guardarlo en su interior.
Mientras hacía esto, Ash no tuvo más remedio que vigilar, bate en mano, que nadie se acercara.
Y, naturalmente, alguien se acercó.
La imagen parecía sacada de una película de terror. En la penumbra de la silenciosa facultad, tan solo alterada por los rayos de luz que cruzaban las ventanas, una tambaleante figura se acercaba, a paso lento pero constante.
Gotas de sudor empezaron a perlar la frente de Ash.

- ¿Hola? ― preguntó Ash, con voz temblorosa ― Eh… ¿Quería usted algo…?

Cuando el hombre tambaleante cruzó uno de los rayos de luz, quedó bastante claro que, si quería algo, no sería algo muy agradable.
Esto era debido a que, a parte de mostrar una expresión más bien muerta, lucía una profunda herida en el cuello (más bien, profundas heridas alrededor del cuello), que hicieron preguntarse a Ash cómo era posible que la cabeza se mantuviera aún sobre sus hombros.
Al reducirse al fin la distancia a unos pocos pasos, el hombre tambaleante pareció dejar a un lado su inicial torpeza y se abalanzó, en una postura que no dejaba lugar a dudas acerca de sus intenciones, sobre Ash.
Entonces, todo ocurrió muy deprisa: habiéndose colocado en posición de bateador, Ash propinó, sin pensárselo dos veces (en realidad no se lo pensó ni siquiera una), un golpe directo a la cabeza del zombi, que hizo que ésta saliera despedida al ceder definitivamente los vestigios de lo que alguna vez había sido un cuello. Con un desagradable crujido, la cabeza chocó contra una pared, situada a unos metros del cuerpo que en ese momento se desplomaba, y cayó definitivamente al suelo.
Aún con los nervios a flor de piel, Ash se acercó lentamente al amasijo de hueso y carne. Al llegar junto a éste, no pudo evitar proferir un grito de terror y asco, tras el cual perdió el equilibrio y acabó sentado en el suelo.
La cabeza, aún estar evidentemente separada del cuerpo (y de su correspondiente estómago) parecía seguir teniendo hambre.

- Vamos. Aquí ya no hay nada que hacer.

El hombre, que había contemplado la escena desde la máquina expendedora, ahora se encontraba al lado de Ash, al que ayudó a levantarse. Por lo abultada que se veía la bolsa de viaje, parecía que había acabado con su tarea.

- Sí, será mejor que salgamos de aquí.

Bastante más inquietos que hacía unos minutos, bajaron las escaleras y cruzaron la planta baja de la facultad, que presentaba el mismo aspecto de repentino abandono que el piso superior, tan solo alterado por la presencia de una mesa volcada justo delante de la entrada, cosa que le daba un aspecto aún más siniestro a la situación.
Al salir al exterior, los rayos de sol volvieron a bañar sus figuras, cosa que pareció tranquilizarlos un poco. El bar, situado a escasos metros, no tenía un aspecto especialmente amenazante, de forma que avanzaron por el corto tramo de césped que lo separaba de la facultad y entraron por la puerta situada a su izquierda. Si miraban hacia el exterior a través de ella, podían ver, situado al otro lado un puente de madera, el restaurante de la plaza central.
El interior del bar, al contrario que la facultad, no parecía haber sido abandonado sin más. Tanto las neveras como los mostradores estaban completamente vacíos, y por todas partes se podían observar signos evidentes de saqueo.

- ¡Vaya! ¡Tenía que habérmelo imaginado! – el hombre se golpeó la frente con la palma de la mano – Seguro que fueron los del restaurante. Debieron reunir todas las provisiones posibles antes de encerrarse.

- Perfecto… Sólo nos faltaba esto. Bueno, miremos dentro de la cocina, a lo mejor tenemos suerte.

Pero no la tuvieron. La cocina, al igual que el resto del bar, había sido desprovista de todo aquello que pudiera haber resultado de utilidad.

- Por lo menos aquí dentro parece que estaremos seguros. – dijo el hombre, con cierto tono de optimismo.
- ¡Oh, sí! ¡Esto es perfecto! – Ash utilizó el tono más sarcástico que le fue posible – Siempre había deseado estar encerrado en el bar de la facultad de derecho con alguien de quién ni siquiera sé el nombre… Y sin comida ni bebida, claro.
- No hace falta que te pongas así, hombre. Yo solo lo decía porque así podremos tener un rato de tranquilidad, y así te podré explicar lo que tenía pensado sobre el restaurante.
- Ah, claro, el restaurante, casi lo olvidaba. Explique entonces, explique.
- Mira, en realidad es bastante simple. Como ya te he dicho, hay un par de rifles, y supongo que algo de munición, dentro de ese restaurante. Y para conseguirlos, deberemos trabajar en equipo.
- Sí, ya. ¿Y qué se supone que tenemos que hacer?
- Básicamente, coger lo que nos interesa y correr. El único problema es lo que nos encontraremos en el interior…
- Déjeme adivinar… ¿nuestros amigos los hambrientos?
- Sí. Por eso debemos trabajar en equipo. Mi idea es que, mientras que uno de los dos se esconde en la parte trasera del restaurante, el otro desbloquee la puerta delantera y, después de subir al coche, llame la atención de todos aquellos que se encuentren dentro para alejarlos del lugar. De esta forma, cuando el sitio sea seguro, el que haya estado esperando escondido podrá entrar, coger los rifles y salir sin ningún peligro, para después encontrarse con el conductor a la salida. ¿Qué te parece la idea?
- Bueno, no sé… – Ash no parecía muy convencido – ¿No será muy peligroso?
- Tú piensa que…

El sonido de la puerta del bar al cerrarse le interrumpió, e hizo que los dos se quedaran en absoluto silencio. Oyeron unos pasos, y después el ruido de una mesa al volcarse y golpear el suelo.
No estaban solos.
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Zombie Tale Empty Capítulo 5

Mensaje  Jump14 Miér Jul 29, 2009 12:26 pm

¡Hola! Por si a alguien le interesa, aquí está el capítulo 5, que serviría de conclusión al volumen 1 de la historia (aunque no es ni mucho menos un final definitivo).

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Capítulo 5: Ejecución

Después de unos segundos de incertidumbre, Ash fue el primero en reaccionar. Haciendo acopio de todo su (más bien escaso) valor, entreabrió, con el mayor cuidado posible, la puerta que separaba la cocina del resto del establecimiento. Al echar un vistazo a través del resquicio resultante, Ash contempló una extraña situación: lo que de espaldas parecía ser una mujer de mediana edad se había situado junto a una mesa, y en ese momento parecía querer desentrañar el misterio que se escondía dentro de un paquete de café, primero tratando de abrirlo con las manos y luego con los dientes.
Ash se giró e hizo un gesto interrogativo de cara el hombre, que se encogió de hombros. Con el bate aún en la mano, Ash comprendió que, una vez más, le tocaría hacer el trabajo sucio.
En una postura que ya le empezaba a resultar familiar, se acercó, procurando no hacer ruido con sus pisadas, a la mujer del café. Una vez detrás, hizo una de esas estúpidas preguntas que su conciencia, ante la posibilidad de matar a alguien vivo y cuerdo, le obligaba a hacer.

- Oiga, ¿quiere usted comerme el cerebro?

Al oír esto, la mujer se dio media vuelta con un rápido movimiento y se lanzó directa a su cuello. Ash, sorprendido por sus reflejos, cayó de espaldas al suelo con la extraña encima. Cogiendo el bate con una mano en cada extremo, consiguió detenerla a tan solo unos centímetros de su cara. Haciendo presión a la altura del cuello de la mujer, consiguió quitársela de encima, tras lo cual ésta perdió el equilibrio y cayó sobre un costado. Ash se levantó de un salto.

- Lo interpretaré como un sí.

Justo cuando levantaba el bate para dar el golpe definitivo, la mujer, haciendo gala otra vez de sus inusitados reflejos, se incorporó y agarró a Ash de la pierna.

- ¡Ah! ¡Suelta! – profirió, mientras golpeaba a la mujer en el hombro, con lo que consiguió liberarse de su presa.

No obstante, la extraña se repuso con rapidez y, al cabo de unos instantes, volvía a estar de pie, a punto de abalanzarse de nuevo sobre su víctima. Justo cuando se disponía a dar el primer paso se oyó un golpe seco, seguido de un desagradable crujido, tras lo cual la mujer se desplomó.

- ¡Ya era hora! – Ash se dirigió indignado al hombre, que permanecía detrás del cuerpo – ¡¿A qué estaba esperando?!
- Yo… lo siento…
- Sí, vale, vale. Pero la próxima vez, por favor, reaccione un poco más rápido, que nos va la vida en ello.

Ash observó por un momento al cadáver de la mujer, alrededor del cual se estaba formando un gran charco de sangre.

- Qué raro… El de la facultad casi no ha sangrado, y eso que le ha salido la cabeza volando.
- Eh… sí, mira, sobre esto quería hablarte – el hombre parecía preocupado – ¿Recuerdas que te dije que la enfermedad no causa una muerte instantánea?
- Sí… – una mueca de terror se formó en el rostro de Ash – No me dirá que…
- Sí, lo siento… esa mujer seguía viva. Aunque, si te sirve de consuelo, no lo hubiera estado por mucho tiempo.

Ash se sentó en una de las sillas, se apoyó en la mesa y se tapó la cara con las manos.

- Supongo que nunca lo sabremos – sus manos impedían que las palabras sonaran nítidas.
- Sí que lo sabemos. La enfermedad es mortal y, que yo sepa, no hay cura. Además, ella te atacó. Si no hubiera hecho nada, ahora serías tú el que estaría tendido en el suelo.
- Tiene razón – Ash descubrió su rostro – Gracias.
- No hay de qué. Tú hubieras hecho lo mismo. Y ahora, ¿qué me dices de mi plan? Ya has visto lo que puede suceder si no estamos lo suficientemente preparados.
- Sí. Lo mejor será que cojamos esos rifles y nos vayamos de aquí lo antes posible. Después de lo que ha ocurrido, prefiero no seguir mucho más en este sitio.
- Entonces volvamos al coche.

Ambos salieron del bar y, aunque la reciente actividad no parecía haber atraído a nadie más a la zona, decidieron no volver a tentar la suerte y rodear la facultad en lugar de cruzarla. De esta forma, se dirigieron al lateral izquierdo del edificio, donde no encontraron más anomalía que una pequeña papelera volcada. Después de subir sin incidentes la ligera pendiente de césped y saltar la valla que los separaba del lugar donde habían aparcado, llegaron al coche.

- Esto… – el hombre parecía indeciso – ¿Te importaría si conduzco yo?
- Bueno… – a Ash no le entusiasmaba la idea – Supongo que eso significa que me tocará correr.
- Lo siento, es que no me veo en condiciones de hacerlo yo mismo… Pero tranquilo que, como ya te he dicho, una vez que haya atraído a todos los que se encuentren dentro del restaurante no correrás ningún peligro.
- Está bien…

Dicho esto, los dos subieron al coche (esta vez Ash ocupaba el asiento de copiloto) y emprendieron la marcha hacia el restaurante. Habiendo dejado atrás la facultad de derecho cruzaron un pequeño puente de madera (paralelo al que daba a la puerta del bar del que acababan de salir), tras lo cual el coche aparcó).

- Será mejor que bajes aquí – el hombre tenía la vista fija en el restaurante – No quiero llamar demasiado su atención antes de que te encuentres en tu posición.
- “Tu posición”. Que militar me suena eso… – murmuró Ash mientras bajaba del coche cargado con su mochila.

Si la facultad y sus inmediaciones (a excepción de bar) parecían haber sido abandonadas de repente, sin alterar su apariencia anterior, ocurría todo lo contrario con el restaurante. Mesas y sillas yacían, rotas o tumbadas (o ambas cosas), alrededor del edificio, acompañadas de restos de basura. Las ventanas, situadas a media altura, no dejaban ver el interior a causa de la suciedad y de unas manchas de lo que probablemente fuera sangre.
Mientras oía el motor del coche al arrancar, Ash se acercó a una de ellas. Tras subirse a una mesa situada al lado de la pared, apoyó la frente en el cristal para ver mejor el interior, cosa que no le dejó indiferente. Decenas de cadáveres andantes deambulaban sin mucho entusiasmo por el interior del restaurante, rodeados de muebles destrozados, cuerpos mutilados y paredes que, por decirlo suavemente, ya no volverían a ser blancas. Por suerte parecía que no se habían percatado de su presencia.
Segundos después, un ruido proveniente de la puerta delantera captó la atención de los desagradables ocupantes del local, que se volvieron e iniciaron su lenta marcha hacia el origen del sonido. Al ver esto, Ash bajó de la mesa y se escondió en la esquina derecha de la pared trasera del restaurante, desde la cual observó como el hombre, después de abrir la entrada principal, subía al coche y empezaba a tocar el claxon. Justo cuando el vehículo empezó a avanzar Ash pudo ver a los primeros infectados salir del edificio y dirigirse hacia él. Detrás de ellos, una auténtica procesión cadavérica siguió sus pasos. El coche, siempre unos metros por delante, mantenía una velocidad suficiente como para no ser atrapado, aunque nunca acelerando lo bastante como para dejar a sus perseguidores atrás y arriesgarse a que perdieran su interés y se fijaran en otras posibles presas.
Cuando Ash vio a los últimos muertos cruzar el lado opuesto del puente que conducía a la facultad de Derecho, salió de su escondite y cruzó, veloz pero silenciosamente, la pared lateral del edificio hasta llegar a la puerta delantera. Una vez allí, se pudo hacer una idea mejor de lo que allí había sucedido. Una gran cantidad de sillas y mesas volcadas formaban una improvisada barricada ante la puerta, tan solo interrumpida en el tramo perteneciente a las inmediaciones más directas de la puerta de entrada (casualmente el único tramo realmente imprescindible). Detrás de ella, lo que ya había podido vislumbrar desde la ventana: un caos de muebles destrozados, miembros desparramados y, sobre todo, sangre.

- Dios mío… – susurró casi de forma involuntaria – Pobre gente…

Suplicando que su estómago fuera lo suficientemente resistente para soportar las imágenes que le aguardaban, Ash se adentró en el restaurante, en esos momentos bañado de una inquietante luz rojiza.
No le hizo falta buscar mucho. Al cabo de unos pasos esquivando todo tipo de sospechosos pedazos sobre cuyo origen es mejor no hacer conjeturas, pudo ver un rifle de caza encima de una de las pocas mesas que seguían en pie. Justo a su lado, el cuerpo de un hombre yacía medio tumbado con el otro entre los brazos. Al acercarse a ellos, Ash vio, además, un par de cajas de munición; una cerrada en la mesa y una abierta y medio vacía (o medio llena, según como se mire) en el suelo. Después de coger ambas y de guardarlas en su mochila, hizo lo propio con el rifle de encima de la mesa y se quedó mirando el cuerpo que esperaba a su lado, el cual, por lo que se podía ver a primera vista, había sido desprovisto de la mayoría de sus órganos internos.

- Por favor, no me muerdas… – dijo Ash, mientras golpeaba la cabeza del cadáver con la culata del rifle.


Última edición por Jump14 el Miér Jul 29, 2009 12:28 pm, editado 1 vez
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Zombie Tale Empty Capítulo 5 - Segunda parte

Mensaje  Jump14 Miér Jul 29, 2009 12:27 pm

Habiéndose cerciorado de que el hombre no se levantaría de improviso, se agachó y cogió el segundo rifle de un tirón.
En el momento en que Ash, con ambos rifles en la mano, se preguntaba que debía hacer ahora que ya tenía lo que había ido a buscar, un frenazo, seguido del sonido del claxon de su coche, le dio la respuesta. Temiendo que aquel estruendo atrajera algo más que su atención, salió a la carrera hacia el vehículo estacionado justo delante de la puerta. Y de hecho, casi consiguió llegar a la primera.
Unos pasos antes de llegar a la barricada, algo hizo tropezar a Ash, que cayó de bruces al suelo. Al darse la vuelta comprobó horrorizado que uno de aquellos seres, al que por cierto faltaba la mitad inferior del cuerpo, le había cogido del tobillo. Presa de los nervios, tanto a causa de su nuevo atacante como por lo que podría suponer el retrasarse unos segundos, empezó a golpear frenéticamente a su agresor hasta que éste le soltó el tobillo, tras lo cual se puso de pie a trompicones y se dirigió a toda prisa a la salida. Cuando al fin llegó al coche, el hombre le esperaba con la puerta del acompañante abierta.

- ¡Rápido! ¡Que nos alcanzan!

La comitiva de muertos vivientes empezaba a estar preocupantemente cerca, por lo que Ash subió al coche sin pensárselo dos veces.

- ¡Arranque!

Las ruedas chirriaron cuando el hombre pisó a fondo el pedal del coche, que pronto dejó atrás a sus perseguidores. Demasiado alterado como para explicar lo que le acababa de ocurrir, Ash se limitó a dar las indicaciones oportunas al hombre para que éste saliera del recinto universitario por un camino que daba a una zona forestal próxima. Al llegar a las inmediaciones del bosque, el hombre detuvo el coche.

- Y bien, ¿qué es lo que has podido encontrar?
- Pues exactamente lo que usted dijo que encontraría: un par de rifles de caza. Además de una caja y media de munición que me he guardado en la mochila.
- Ah, perfecto. ¿Me dejas ver ese rifle? – el hombre tendió las manos.
- Claro, aquí lo tiene – Ash le dio uno de los rifles – Aunque hay una cosa que no entiendo. ¿Por qué todos esos zombis seguían dentro del restaurante hasta que usted acudió con el coche? No comprendo porqué ni tan siquiera salieron del edificio.
- No sé, supongo que no tendrían motivos… – el hombre parecía inquieto.
- Puede ser… Y otra cosa. ¿Cómo pudo usted ver los rifles al pasar por delante, con lo altas que son las ventanas y lo oscuro que estaba el interior?
- Eh… – el hombre estaba cada vez más nervioso.
- ¿Y porqué su palo de golf estaba manchado de golf, si me dijo que había estado esquivando cualquier zona con movimiento? – al ver el efecto que sus preguntas tenían sobre el hombre, Ash decidió que quería llegar al fondo del asunto.

Tras ésta última pregunta, el hombre pareció rendirse.

- Vale, vale, te contaré la verdad. – dijo encogiéndose de hombros.
- ¿Qué verdad? ¿Qué es lo que me ha estado ocultando?
- Yo estaba dentro del restaurante cuando todo se fue al carajo.
- ¡¿Cómo?! – Ash mostró su mejor expresión de asombro. – ¿Y cómo consiguió escapar?
- Fácil. Encerré a los demás dentro.
- ¡¿Qué?! – Ash había pasado del asombro a la indignación – ¿Los dejo allí dentro para que murieran?
- ¡Era mi única opción! Cuando llevábamos un par de días encerrados, descubrimos que había un infectado dentro. Pero fue demasiado tarde. Para aquel entonces, ya había atacado a un par de nosotros. Tuve que bloquear las puertas para que esas cosas no deambularan libres por la universidad y causaran aún más estragos.
- ¡Pero condenó a todos los que aún no habían sido contagiados!
- Hay ocasiones en que deben hacerse sacrificios…
- ¡¿Para qué?! – Ash había ido subiendo el tono de voz sin darse cuenta – ¡¿Para salvar su propia vida?!
- Mira, no espero que me entiendas – el hombre levantó el rifle y apuntó a Ash – Ahora, por favor, baja del coche. Y yo de ti no intentaría nada extraño.
- Ah, claro. Ahora que tiene lo que quería ya no me necesita. Si incluso le he proporcionado coche y comida…
- Cállate y baja – el hombre pronunció estas palabras con una increíble calma.
- Y, por supuesto, no debe ser ni siquiera auditor… ¿Y por qué me hizo ir al bar de derecho, si ya sabía que no habría nada?
- No, soy profesor de filosofía. Pero si te lo decía, mi historia no cuadraba. Y por esa misma razón te hice ir al bar de derecho. No hubiera sido muy lógico por mi parte hacerte ir a otro más lejano si en teoría teníamos las mismas posibilidades de encontrar algo de utilidad. Y ahora, bájate. Este es mi último aviso.
- ¿Y si no lo hago qué? ¿Me va a matar?
- Exacto.
- ¡Pues entonces adelante, porque no pienso bajar! – Ash estaba demasiado furioso para ser racional.
- No deberías haber dicho esto.

El hombre apretó el gatillo.

Clic

Cuando Ash abrió los ojos (el gesto del hombre al intentar disparar había hecho que los cerrara involuntariamente) vio a su hasta entonces compañero de viaje lanzar miradas de sorpresa a él y al rifle alternativamente.
Había cogido el arma que anteriormente perteneció al cadáver del restaurante, que por lo visto había vaciado el cargador contra sus atacantes antes de morir. Al ser consciente de ello, Ash, de forma casi automática, subió el rifle y lo encaró contra el hombre.

- Esto… será mejor que no nos precipitemos… – el hombre ya no parecía tan seguro de sí mismo.
- O, no, esto no es nada precipitado. Estoy completamente seguro de ello. Quiero que baje del coche. Ahora.

En tan solo unos segundos, los papeles se habían invertido completamente.

- Venga, que los dos sabemos perfectamente que no serías capaz de matarme. – una chispa de esperanza brilló en los ojos del hombre – Además, no sabes si tiene balas.
- Respecto a lo de las balas, digamos que tiene un cincuenta por ciento de probabilidades de acertar. – Ash iba pronunciando estas palabras con toda la calma y seriedad que pudo reunir en un momento como ese – Y por lo que hace a lo de matarle, tiene razón. No sería capaz. Sin embargo, sí sería capaz de dispararle a una pierna – Ash modificó el ángulo en que sujetaba el rifle – y echarle a patadas del coche mientras se retuerce de dolor. Así que usted mismo.

El hombre se quedó unos segundos observando a Ash en silencio, sopesando sus posibilidades.
Decidió que un cincuenta por ciento de posibilidades de recibir un disparo en la pierna no era un buen porcentaje.

- De acuerdo, me iré. ¿Pero me podrías dar por lo menos algo de comida? No quiero morir de hambre.
- ¡¿Me está pidiendo comida después de tratar de matarme?! – Ash le lanzó una mirada colérica – ¡Fuera de aquí ahora mismo o le prometo que morir de hambre será la menor de sus preocupaciones!
- De acuerdo, de acuerdo. Tranquilo, ya me voy…

El hombre abrió la puerta del coche y bajó.

- Espere un momento – Ash cogió el palo de golf y se lo lanzó al hombre – Aunque no me crea, preferiría que no muriera. No soy un asesino como usted.

Ash pasó al asiento del conductor mientras seguía apuntando. Mirando al hombre con expresión de asco cerró la puerta y arrancó, dejando a su suerte al que, hasta el momento, había sido su única compañía desde que todo aquel desastre había comenzado.
Mientras avanzaba a través de los árboles, Ash no pudo evitar hacer una recapitulación de las últimas horas, probablemente las peores de su vida.

- Y tan solo es uno de enero… – murmuró para sí mismo.

Aquél iba a ser un año interesante.

. . .

Fin del volumen 1
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Mensaje  zombie_happy Dom Ago 02, 2009 4:34 am

muy chula la historia, espero que en la parte dos se coman al tipo ese zombie MS 01
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Mensaje  Banderworld Dom Ago 02, 2009 1:26 pm

sigue asi, esta muy bien,es asi le peten el ojal una jauria de zombis al profesor de filosofia.
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Mensaje  manu Lun Jun 21, 2010 12:30 am

muy interesante la historia y muy bien redactada, de hecho, una de las mejores, espero que sigas escribiendo!
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Zombie Tale Empty Buena

Mensaje  horacio campos Lun Jun 21, 2010 4:41 pm

A mi tambien me gusto. Es un buen comienzo. Lastima que hayas decidido no continuar, aunque veo que escribes cada 6 meses. Entonces me dare una vuelta en seis meses para ver como va. Por cierto, a mi tambien me gusta como escribes. Saludos.
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