Nuevo mundo

Invitado Sáb Sep 19, 2009 7:30 pm

Bueno, aquí va mi primer relato, ser benévolos!

Capitulo 1

"Sigue"

Me despierto, pero todavía no quiero abrir los ojos, ese sueño fue muy real, hasta me pareció oler las tostadas quemadas y el café recién hecho. Sé que no es bueno pensar en ese mundo ya extinto, pero al fin y al cabo, los recuerdos son lo único que me queda. Lo primero que escucho es el viento azotar la endeble tienda de campaña, hace frió, creo que está nevando. Abro los ojos y me quedo sentado contemplando el interior de la apestosa tienda de campaña. Debía de medir de alto 1'30 metros o algo así, y de largo unos dos metros, en la entrada de la tienda estaba mi mochila y a mi lado, una improvisada lumbre. Cojo una de las mantas que llevo encima y las llevo a mis pies con la intención de calentarlos, están helados.

Después de terminarme el resto de chocolatina que dejé anoche, me puse las desgastadas botas de montaña, a una de ellas le faltaba
los cordones así que tuve que hacerle un arreglo con cinta adhesiva, me puse un par de camisetas, una sudadera y por encima un chaquetón impermeable. Cogí los trozos que recorté de una manta y me los puse en la cara de modo que sólo dejase una fina línea de visión. Busqué a tientas en mi mochila y saqué el revolver del cual sólo me quedaban 4 cartuchos. Después de recoger todo salí de la tienda, la desmonté y la guardé en la mochila, me costaba andar por la fuerza del viento, y ya había empezado a tiritar, tenía que moverme o acabaría congelado.

Inicié la penosa marcha a través de la nieve, estaba atento a cualquier ruido de pisadas, aunque dicen que cuando los oyes, es que ya los tienes encima. Según mis cálculos, llegaría a la ciudad de Boston a media tarde, bueno o a lo que quedase de Boston, porque las ultimas tres ciudades por las que pasé, estaban completamente destruidas, edificios derrumbados, la mayoría calcinados. Dicen que las
ciudades son un hervidero de esos seres, pero hasta ahora he tenido suerte. Oí rumores de que en Boston había un grupo de supervivientes, espero que sean de los buenos, aunque no tengo tiempo para cerciorarme, no me queda comida, y dudo que pueda aguantar una semana más si no como algo.

Camino lentamente por la carretera, hay unos 30 centímetros de nieve, lo cual me dificulta el paso, echo constantes miradas hacia atrás y hacia los lados. No me gustan las sorpresas, nunca son buenas. Me equivoqué, creí que podría recorrer más distancia y llegar por la tarde a Boston, pero estoy demasiado débil, y antes de que la noche se me eche encima debo buscar un lugar seguro donde acampar, pasé por un pueblo que no estaba del todo mal, dentro de lo que cabe, claro, paredes agrietadas, cristales rotos, etc. Hacía varios días que se
me habían agotado las pilas de mi linterna, así que tuve que darme prisa en buscar un lugar donde pasar la noche antes de que oscureciese por completo. Me fije en un edificio el cual no tenía las ventanas rotas, salvo la del segundo piso, que había sido atravesada por una farola, a los lados de la casa, el césped había crecido desmesuradamente, y unas enredaderas cubrían la casa casi en su totalidad, como queriendo atraparla.

Corté con mi cuchillo desafilado las que cubrían la entrada de la casa, la puerta estaba entornada, abrí la puerta con mi revolver apuntando hacia adentro, no se escuchaba nada salvo mi agitada respiración y el chirriar de la puerta al abrirse. El recibidor era bastante espacioso, se notaba que a esa gente no le faltaba dinero, suelo de mármol, aunque tenía sospechosas manchas rojas, una escalera de caracol que conducía al segundo piso y a mi derecha una mesita, me giré a la izquierda y me encontré que un hombre apuntándome con un arma…joder, por poco disparo a un espejo. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, entonces reparé en que había partes donde el polvo había sido revuelto, ¿pretendiendo tapar unas huellas tal vez? Ese rastro llevaba hasta la escalera de caracol. No estaba solo, allí había una o más personas, Dios, ojalá sean personas.

Subí por la escalera, apuntando al frente y con la otra mano apoyada en la barandilla. Llegué al piso de arriba, ante mí se extendía un pasillo con dos puertas en el lado izquierdo y tres en el lado derecho, todas cerradas. Al final había una puerta, abierta, que parecía dar a una terraza, pero el rastro me llevaba hacia una de las puertas de la izquierda. Pegué mi oído a la madera, pero no se oía nada. Puede que sea lo que sea esté muerto, pero aún así debería asegurarme, puse mi mano en el pomo, hice acopio de todo mi valor y abrí la puerta lo más rápido que pude. Allí no había nadie, aparentemente. Era una habitación con una cama doble en el centro, un escritorio en el rincón, además de unos cuantos muebles más tirados por la habitación, sólo se oía el viento entrar por la ventana rota y agitar la cortina. Me quedé un rato ahí parado, a la espera de que algo ocurriese, pero nada ocurrió, fui hasta el escritorio y me dispuse a abrir los cajones cuando sentí el frío cañón de un arma en mi nuca.

- La has cagado, chaval.