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Hotel California (Blog/novela sobre el apocalipsis zombie)

5 participantes

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Mensaje  Jesús Álvarez Jue Dic 16, 2010 2:56 pm

Hola:

Ya me presenté en presentaciones pero igualmente lo hago aquí.

Escribo para decir que estoy acabando mi novela/blog "Hotel California" sobre el comienzo de una apocalipsis zombie, donde tres protagonistas se enfrentan a la caída de la sociedad y las repercusiones que tendría una catástrofe de este tipo... Ya no cuento más que lo desmonto...

El lenguaje no es técnico, es ameno y el hecho de ser un blog resulta más "ligero de leer".

Solo decir que estáis todos invitados, de momento solo hay colgados 8 capítulos pero me pondré las pilas para dejarla acabada en breve.

Un saludo y ya sabéis no dejéis de visitar. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Espero que os guste. hunter000
Jesús Álvarez
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Mensaje  H.R.Tabaco Jue Dic 16, 2010 3:02 pm

Ahora mismo voy a leerlo jejeje a ver que tal
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Mensaje  Battousai Jue Dic 16, 2010 5:41 pm

esta seccion no es para que te limites a colgar un link, si abres aqui un hilo es para que cuelgues aqui regularmente los capitulos de tu novela para que se puedan leer sin necesidad de visitar ningun enlace externo, para limitaros a colgar un link hay otras secciones
asi que lo dicho, o cuelgas aqui regularmente los capitulos de tu novela o se mueve el hilo de seccion, lo que prefieras
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Mensaje  Jesús Álvarez Jue Dic 16, 2010 10:05 pm

Battousai escribió:esta seccion no es para que te limites a colgar un link, si abres aqui un hilo es para que cuelgues aqui regularmente los capitulos de tu novela para que se puedan leer sin necesidad de visitar ningun enlace externo, para limitaros a colgar un link hay otras secciones
asi que lo dicho, o cuelgas aqui regularmente los capitulos de tu novela o se mueve el hilo de seccion, lo que prefieras

Lo siento, no lo sabía...

Soy nuevo.

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Mensaje  Battousai Jue Dic 16, 2010 10:22 pm

vale, eres nuevo y eso, pero dime algo, ¿la muevo a otra seccion o vas a colgar aqui los capitulos? para no andar moviendo para arriba y para abajo todo el dia el hilo lo digo
Battousai
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Mensaje  Jesús Álvarez Vie Mar 18, 2011 12:50 am

Bueno, después de tener el hilo un poco olvidado, os dejo los primeros cuatro capítulos en una letra un poco grande para que sea más cómodo de leer, si queréis comentar algo lo podéis hacer en el blog donde están todos los capítulos colgados (http://hotelcalifornia.blogia.com/) . Allá va:


PETE (Capítulo 1)
Hace tiempo que escribo, si no recuerdo mal, desde que estoy aquí. De una forma u otra nos hacen escribir como estamos, que pensamos o que creemos de cosas tan básicas como el amor, la familia o nuestros sentimientos…
En las clases que nos dan, continuamente quieren que colaboremos, pero… Si vieran esto no creo que les hiciera mucha gracia. Es de los pocos derechos que me quedan y quieren violarlos pero no podrán.

Esto es mi válvula de escape, lo necesito.

Al principio la vida aquí era mucho mejor.
Todos venimos de un gran orfanato, los conozco prácticamente desde que tengo memoria, todos somos nacidos en 2.003, 2.004 y 2.005. Soy de los más grandes, ahora tengo casi dieciocho años. Sé que en la calle sólo sería un crío que estudia en el instituto, vive preocupado por su primera chica y con conducir una moto de pequeña cilindrada, pero aquí todo es diferente.

Este centro se creó para el cuidado de enfermedades raras o en proceso de estudio, no somos muchos comparado con el sitio donde estábamos antes, allí debíamos ser unos trescientos y aquí en el último recuento no llegábamos a sesenta.
Como es lógico, es un sitio con muchas bajas comparado con el exterior, estamos enfermos y de patologías para las que la mayoría de casos no existe una cura probada. Casi siempre son variantes más letales de las que ya existen curas.

El contacto con los guardas y enfermeros se efectúa con medidas de prevención bastante estrictas. Las únicas poco maniáticas con esas normas son las mujeres: profesoras, enfermeras, personal de sanidad y limpieza… No somos los únicos que hemos notado que cada vez son menos, al comienzo eran prácticamente todas las enfermeras, supongo porque hay más mujeres que se dedican a ello, y los profesores se dividían en mitad y mitad. Pero eso acabó, actualmente no queda más de un 5% de mujeres y casi todas con cargos altos y muy poco sentido del humor. Son de aquellas que no quieren implicarse, es un método de autodefensa para que no les afecten las muertes o las decaídas de los niños internos.

Siempre hemos sido los mismos, en los años que llevo aquí no ha entrado nadie nuevo, pero eso va a acabar al parecer. Según comentaban los guardas, en breve entrará otro grupo de chicos de ocho años. Estamos ilusionados. Parece algo tonto y absurdo, pero cualquier novedad aquí es bienvenida.

Al principio, chicos y chicas compartíamos las mismas zonas, pero de dos años para acá eso ha cambiado, el único momento que las vemos es cuando estamos en clase y rara vez en el recreo, si coincidimos.
Era más divertido con ellas, ahora todos vamos a lo nuestro. Es de suponer que lo hacen para que nuestras hormonas adolescentes no afecten a los tratamientos o a las investigaciones que se llevan a cabo en nosotros. Es injusto que seamos sus conejillos de indias, pero pensándolo egoístamente, hay gente ahí fuera que está muriendo de algo que yo llevo más de ocho años sobreviviendo.

Realmente, no sé que es lo que tengo, según los informes que leí de reojo en una de mis inspecciones, tiene algo que ver con la regeneración de las células. Supongo que mi cuerpo no las recupera igual que los demás hombres sanos. Debe ser que la fuerza del tratamiento es la que me debilita y me hace vomitar de vez en cuando.

Tenemos Internet en el centro, pero el control parental es férreo. Siempre he tenido problemas con la autoridad, sobretodo cuando intentan propasarse gracias a su “superioridad”. A buenas, nos llevaremos bien, a malas no me busques. Cuando llevábamos poco tiempo aquí, todo era más cordial, más amable, el ochenta por ciento del personal eran sanitarios, actualmente casi todos son militares, al parecer busquen lo que busquen no lo han encontrado.

Las salas estaban bien iluminadas, las paredes tenían dibujos de flores, casas, animales, los juguetes abundaban, muchos de ellos puzzles y juegos educativos. La razón era sencilla, sea lo que sea donde estemos, es un centro gubernamental, los juguetes debían fomentar nuestro coco y no tienen ninguna intención de que nos vayamos de aquí.
No hay visitas, no hay familias de acogida. No hay altas médicas, la única forma de salir de aquí de forma legal es muerto. Nunca ha salido nadie con vida del orfanato, por lo tanto tampoco han encontrado la cura a ninguna de nuestras patologías. O lo que más me preocupa, a lo mejor no quieren encontrarlas.

Actualmente, el ambiente es otro totalmente diferente, no hay dibujos por las paredes. No hay juguetes, no hay color… El personal no son aquellos sanitarios simpáticos y serviciales señores y señoras que te hablaban con una sonrisa permanente en sus labios. Son rudos y secos militares, algunos enfermeros de un cuartel de por aquí cerca según se comenta.

Cierto es, que al principio morían muchos más chicos. Era espeluznante, en cuestión de una semana nos dejaron la mitad de los que éramos, recuerdo que presentaban hemorragias por todo el cuerpo, era como si no pudieran defenderse, parecían pudrirse en vida. Olía fatal, entonces decidieron trasladar a los enfermos a la planta baja y ponerla en cuarentena.
La aislaron totalmente, para lo único que se abrían aquellas puertas precintadas de plástico, era para sacar los cuerpos a la morgue. Un edificio contiguo, viejo y terrorífico. Era la única parte antigua del complejo donde estábamos, donde vivíamos nosotros era todo nuevo y con esa sensación de edificio “sin alma” que tienen las construcciones modernas, sin calidez, con pinta de hospital, a pesar que ese era nuestro hogar.

Durante una temporada, se oían rumores por los pasillos que durante los tres días siguientes a aquella semana fatídica, parecían oírse lloros y gemidos de dentro de la morgue. Somos niños, nos encanta asustar a los demás y las leyendas urbanas.
Como las amables tutoras y enfermeras se pasaban allí casi tanto tiempo como nosotros, lógicamente, las habladurías les llegaron a sus oídos. Así que después de darnos las explicaciones de que eso era imposible, que nuestros amigos se habían marchado para no volver, que sus enfermedades estaban en un estado muy avanzado y que no resistieron a las primeras curas, pensaron en una solución.

Decidieron hacernos una visita guiada a aquel lúgubre edificio. Al entrar, lo primero que te venía a la cabeza era ese mismo olor que desprendían nuestras habitaciones, una mezcla de lejía y detergentes, pero que tenían un perfume agradable. No sé si decidieron que aquello oliera igual que nuestros cuartos, para que nos pareciera familiar o simplemente usaban los mismos productos para todo el complejo.
El pasillo principal estaba muy iluminado, habían muchos fluorescentes y todos funcionaban. Desde luego que desde dentro no parecía tan terrorífico como por fuera. Según íbamos pasando por el largo pasillo, se veían habitaciones a ambos lados, no sabía bien lo que eran, hasta que pasamos por una que tenía la luz encendida. Era una especie de quirófano, con aquella característica lámpara móvil, camilla con sábanas verdes y puertas dobles con un pequeño cristal en cada una.

En una morgue un quirófano… Supongo que será para las autopsias, o como este edificio queda aislado a nuestro complejo, puede que prefieran la tranquilidad de esto para operar.
Sea como fuere, al final del pasillo estaba la parte que más temíamos, la sala donde guardaban los cadáveres antes de ser enterrados, en aquel momento los más grandes no llegábamos a los 9 años y habían algunos que aún no tenían ni los seis cumplidos. Al entrar, vimos como una especie de nevera encastada en la pared, llena de puertas como los muebles de bar, todo en un acero inoxidable impoluto.
Aquí el olor a desinfectante era mucho más fuerte, es lógico, hacía una semana escasa de los sucesos, murieron muchos niños aquí. Además olían realmente mal, no sé que les pasaba pero sus cuerpos no lo aguantaron, decidieron irse de una forma muy deshonrosa. Los pobres, no tuvieron la mejor de las muertes.

Aquello nos marcó a todos, decidieron aquellas buenas señoras que nos estaban enseñando los valores de la vida y que eran extremadamente sensibles, que la mejor forma de recordarlos eran haciéndoles un homenaje.
Vino una hormigonera y cubrió de cemento toda la parte donde enterraron sus cuerpos. Todos los chicos, aún estando el hormigón húmedo fuimos poniendo el nombre de cada uno de los fallecidos, era la forma de homenajearlos. No queríamos ni pensar que nadie les recordaría por el hecho de no tener una familia tradicional, su familia éramos nosotros y estábamos demostrándoselo en ese preciso instante.
Las tutoras estaban destrozadas, ver niños que apenas sabían escribir acordarse de sus “hermanos” desaparecidos e intentar dibujar las letras de la forma correcta era demasiado fuerte para ellas.

Aún hoy en día nadie pisa esa parte del patio para no borrar los nombres que hay escritos en ella. Aquí no hay gente nueva, todos los conocíamos y todos los recordaremos.
Aquello cambió mucho la situación, en cuestión de un año, las enfermeras y tutoras cogían baja tras baja laboral por “depresión”, e incluso algunas no volvían jamás e iban siendo sustituidas por militares.
Nuestras curas y medicamentos iban en aumento, no morían chicos. En alguna ocasión, veías algún que otro caso de “peste” como le llamamos nosotros. Pero rara vez morían.

Se puede decir que durante el año se podrían contabilizar media docena de bajas, acostumbrados como estábamos, aquello no era nada. Vivir con la muerte es algo que a ningún niño de diez años tendría que sucederle, pero estos eran tiempos difíciles.
Desde que vivo aquí, siempre voy con un chico, Patrick. Es de la generación de 2.005 por tanto dos años más pequeño que yo, esto aquí es muchísimo. Pertenezco a los mayores y ellos son los pequeños. Creo que siempre me ha unido a él un fuerte sentimiento de protección, es de los pocos que tenía hermano biológico aquí. Su hermano gemelo, murió en la semana fatídica, al parecer lo medicaron y como nos dijeron, no lo aguantó.

Se sumió en una depresión, habían estado juntos siempre y él tiene la teoría de que no fue un accidente, me dijo que estaba bien hasta que empezaron a medicarlo. Realmente, cuando perdemos a un ser querido, queremos justificar esa pérdida, él no reconocería nunca que una enfermedad se había llevado a su querido hermano, sin al menos dudarlo.
Aquello me daba cierta responsabilidad, es buen chico, rubio, tímido y un poco gordito. Es el objetivo de los abusones, bueno, mejor dicho, era el objetivo. Ahora nadie se mete con él, es mi hermano pequeño.

Aquí hay demasiado tiempo libre. Concretamente yo, me paso las horas leyendo revistas antiguas de coches y libros de mecánica, sin olvidar mis queridas motos, me encanta todo lo que tenga motor, me parece excitante. Hace unos dos años, nos pusieron un pequeño taller con motos y coches, pero una vez montados y desmontados no nos dejan probarlos, me conozco de memoria donde va cada pieza. Dicen que es por mi seguridad. Ya… Menos mal que cuando no nos ven, no pueden estar veinticuatro horas encima nuestro, practicamos con un destartalado Seat
Arosa, tenemos un pequeño circuito. El mejor tiempo es el mío, aunque Patrick me seguía de cerca.

Desmontar motores es divertido e incluso volver a montarlos, pero si hubiera algo que arreglar lo sería más. Al parecer, nos quieren mantener entretenidos pero es una farsa, llevo años viendo cosas que no cuadran…



PETE DIA II LA FUGA (Capítulo 2)

El día que decidí fugarme fue más por rebeldía de adolescente que por un motivo concreto, cierto es que el ambiente no era igual que cuando llegamos, pero bueno, éramos críos. Tampoco van a tener chicos de 14 a 17 años viendo dibujitos y jugando con puzzles todo el día.
Los controles y medicación cada vez iban a menos, parecía que habían conseguido el equilibrio. Sí nos medicaban, pero, solo nos daban unas pastillitas por la noche antes de ir a dormir y visualmente parecían las mismas para todos. Siempre se quedaban para ver que nos las tomásemos y te obligaban a enseñarles la boca y la lengua para comprobarlo.

De vez en cuando recaía alguno, e incluso algunas noches veías como se llevaban a algún niño al edificio de la morgue. Que volvía a sobrecogerme cada vez que miraba y veía que había luz a media noche. Las visitas guiadas en aquel edificio se acabaron, ahora no entraba nadie a excepción de un cirujano militar que siempre era el mismo, porque aunque se ponía mascarilla desde que salía del coche, supongo para que no lo reconociéramos, tenía una forma de andar muy característica y conducía un Audi negro.

Los militares o guardas solo entraban para acompañar al enfermo y salían enseguida, además tomaban bastantes más precauciones con los últimos. Antes no veías más que unos guantes de látex pero después usaban mascarillas y enfundaban al chico con una especie de bolsa para cadáveres transparente con una máquina de respiración asistida.
Estaba harto de aquello, realmente no veía mejora en mi tratamiento, no iba ni a mejor ni a peor. El ambiente estaba bastante más relajado, no venían tantos vehículos del gobierno, ni militares. Parecía que estábamos olvidados allí.

Recuerdo la semana fatídica, aquello sí que fue sonado, no me refiero ni a televisión ni periódicos, pero la circulación de vehículos tanto militares como grandes Audi blindados negros y Mercedes, todos con militares y políticos en su interior. Al parecer eran de todas partes del mundo, porque habían todo tipo de matrículas. No sabía que este centro tuviera tanta fama.
Desde luego que aquello marcó un antes y un después. Sobretodo en lo que a nuestras cuidadoras se refiere. Realmente de las del principio solo queda una, Norah, una mujer de cerca de sesenta años, es la jefa de los médicos. Se nota. Lo curioso de todo es que era una mujer afectiva y muy cariñosa, pero se fue apagando. Cada vez la veías más triste, por el día se escondía detrás de unas gafas oscuras, era de las que vivían aquí prácticamente pero después no venía apenas, solo los días de revisión, que como todo, cada vez eran menos frecuentes. Te hacían análisis de sangre, orina, revisaban los órganos vitales y te freían a preguntas. Cuando te hacía la revisión no miraba a los ojos y se dejaba la mascarilla puesta.

Al parecer, por lo que pude leer, lo que más les importaba era la regeneración de los tejidos, la actividad cerebral y la “infección”. ¡La infección de qué! Siempre hablan de la infección, e incluso en algunos casos se habla de un porcentaje, un diez, un doce por ciento...
Supongo que les daba miedo que se volviese a descontrolar la situación. La excusa que nos dijeron es que la medicación es tan fuerte que al anular casi nuestras defensas, nos hace altamente vulnerables a cualquier tipo de infección. Bueno, hasta aquí lo entiendo y eso sin ser médico. Pero, hay cosas que no entiendo, qué tipo de medicación experimental es que te debilita tanto y más suponiendo que los chicos adolescentes deberían aguantar más.

Ante la situación de aparente dejadez por parte de los controles de seguridad y mi falta de emociones allí dentro, me hicieron planear una fuga. Quería irme solo, porque no me perdonaría que alguien se lastimase por un capricho mío.
La única forma de salir de allí era fingiendo que empezaba a encontrarme mal, en algunas ocasiones los enfermos vomitaban escandalosamente y caían al suelo desplomados, en una especie de coma. Sólo debía fingir que esa noche me encontraba mal yo y pasaría la noche en la morgue, una vez allí me apañaría.

Naturalmente, a nadie le conté mi plan, precisamente para que no intentasen venirse conmigo. Y menos a Patrick, él estaba bien aquí, no tenía nada de que protegerle ya, al principio puede, pero ya no tiene sentido. No quería explicarle nada porque podían lastimarlo en la fuga y mi plan consistía en venir a buscarle, pero como no sé como lo haré prefiero que no se haga ilusiones.

Podría coger una gran depresión si ve que no llega el momento de venir a recogerle.
Era por la noche, me acabé de tomar la famosa pastillita, me la tragué, no debía levantar sospecha. Después de que se fuera el guarda llegaba el momento de mi actuación, apagó la luz y salió por donde vino.
El dormitorio era una gran sala con literas, parecido a los del servicio militar, Patrick dormía arriba y yo abajo. Me levanté, me introduje los dedos en la boca, vomité escandalosamente en el suelo y me desplomé de la forma más ruidosa posible, no estuve más de quince segundos en él cuando entraron los militares a buscarme. Patrick se puso a gritarme y golpearme en la cara mientras ponía gesto de estar fuera de mí. Los sanitarios lo separaron, le dicen que esté tranquilo que pasaré la noche en observación y mañana volveré a la zona común.

Cumplieron el protocolo, me introdujeron en la bolsa transparente y me pusieron la mascarilla con oxígeno. Al salir de la sala común, uno de los camilleros le dijo al otro:
-Pero, si esta noche no tocaba que viniera el doctor.
-En el tablón no ponía nada de hoy, es extraño…
-Pregunta a Oscar, a ver si tenía que medicar a este chico.
Mediante el teléfono, se pone en contacto con el sanitario que suministra las dosis de los medicamentos.
-Oscar, ¿oye esta noche tenías que medicar a alguien?
-Hoy no, yo estoy llegando a casa y el doctor no vendrá hoy. ¿Qué ha pasado?- Pregunta confuso.
-Un chico se ha puesto malo, ha reaccionado a la infección.
-¿Cómo se llama?
-Espera.
Me abrió el pijama, buscó mi placa identificativa y leyó.
-Pete el 2003/12.
-Qué raro, creo que le tocaba la semana que viene, a ver llamaré al doctor y os llamo.

Nunca me había dado un ataque nocturno y por lo que parecía eran provocados para algo que debía hacer el cirujano así que, sabían hasta los días en los que sucedería.
¿Qué estaba pasando?
La teoría de Patrick cogía forma, éramos solo unos conejillos con los qué hacer pruebas. Nos envenenaban y después comprobaban lo que pasaba…
Los sanitarios me metieron en la morgue, me dejaron en la camilla y ellos salían a coger el teléfono ya que Oscar les llamaba. Abrí un poco la bolsa para escuchar lo que decían. Como estaban lejos solo escuchaba lo que decía el camillero.
-…
-Sí, dime. Está tumbado dentro de la morgue, sí presenta las mismas características.
-…
-De acuerdo. Viene para acá, ya le explicaré, ya le diré que no le hemos dado la dosis, que tiene la normal. ¿Estás seguro, no? No vaya a ser que le digamos que no tiene la dosis y él vea que sí…
-…
-Vale, vale te creo, ¿Cuánto tardará?
-…
-Muy bien, en una hora o así te llamo y te explico.
-…
-Hasta luego.

Llegó la hora de actuar, ellos no estaban dispuestos a entrar, se tendrían que poner las mascarillas y estaban fumando fuera. Salí de la bolsa y me busqué algo con qué golpear, no era demasiado digno pero era perfecto, un orinal de acero inoxidable que había en el suelo. Me puse detrás de la puerta principal, era por donde entraría el doctor.
Al rato, apareció el Audi por la lejanía, al acercarse a la valla, su mosqueo era visible. Después de unos gritos a los sanitarios preguntándoles qué había pasado, estos no sabían qué decir. Pero me vino bien, porque ellos estaban deseando irse de allí, así que solo tenía que librarme del doctor al que hoy sí que le vi la cara.

Esto no es una cárcel así que lo único que me separa de mi libertad es abrir la valla donde está el Audi, los guardas que me trajeron se han ido para no aguantar más bronca del doctor. Seguí en el mismo sitio, detrás de la puerta con mi orinal en la mano, antes de la puerta de la entrada estaba la sala donde se equipaba con los guantes, la mascarilla y todos los artilugios.
Esperaba paciente, justo cuando entró en la sala donde yo estaba, le golpeé por detrás con el orinal en la cabeza y cayó desplomado en el suelo, se giró estupefacto y le di otro arrancándole la mascarilla que cubría parte de su cara.

Era un hombre menudo y delgado, de unos cincuenta y largos con una calva muy avanzada. Puse la mano debajo de su nariz para ver que aún respiraba, no quería matar a nadie por mucho que odiase lo que hacía, no soy uno de ellos.
Salí de la sala, para buscar las llaves a mi libertad. Vi las del coche justo al lado de su maletín que me llevé también, debía comprobar que pasaba allí y seguro que tendría más información de la que sabía ahora.

En un par de horas mis teorías sobre aquel lugar habían cambiado drásticamente.
¿Qué pasaba?
La cabeza me daba vueltas sin explicación posible, tan cerdo se puede ser para experimentar con niños huérfanos… No me lo podía creer.
Una de las cosas que siempre nos decían es que éramos chicos normales, no llevábamos uniformes por el recinto, era nuestra ropa, que nos trían de la beneficencia, pero al fin y al cabo no era un horroroso uniforme de enfermo.

Lo único que llevábamos igual eran los pijamas, que por cierto llevaba en ese momento, pero como es ancho me escondí una camiseta y unos pantalones cortos en él. No hay cosa más evidente que un niño corriendo por el bosque con un pijama naranja… Después de todo no soy tan tonto…

Al dejar tendido a aquel hombre en el suelo me hice con su maletín y salí al exterior, la morgue estaba justo detrás de todo el recinto y delimitaba con la carretera de tierra, lo único que me separaba del coche era una puerta contra incendios que tenía un precinto de aluminio y de una patada se abrió desde dentro haciendo más ruido del que deseaba.

Debía salir lo más sigilosamente posible pero con celeridad. Al acercarme al coche se abrió y pulsando el botón de arranque se encendió todo el salpicadero y las luces. Cogí el camino de tierra que conducía a la carretera, era un bosque frondoso no demasiado lejos de la ciudad. En todo momento intentaron hacer de aquel sitio lo más “humano” posible, no era un lugar muy lejano o escondido. Supongo que la idea de una fuga no es la misma que la de una cárcel, al fin y al cabo es un edificio sanitario.

No tenía problemas conduciendo, tal vez no estaba en condiciones de fugarme de la policía, pero tampoco conducía tan mal. Un par de salidas al arcén por asustarme con los coches que circulaban de cara evidenciaban mi poca experiencia conduciendo.
Supongo que cuando el doctor se levantase o los guardas se dieran cuenta se liaría una gorda, pero para entonces espero estar lejos. Si me dan un par de horas, ya tendré margen suficiente.

Llevaba una hora y pico conduciendo y no vi nada extraño en el camino, ni un control, ni nadie me seguía. He tenido un par de sustos con las señales de tráfico, no las conozco todas. Si después de todo lo que he hecho, me detuvieran por un accidente de tráfico sería absurdo. Por un momento me vino a la cabeza que aquel coche podía tener localizador, si era así estaba perdido. El coche dispone de Gps, no es algo que deba descartar.

Así que decidí actuar con prudencia y pensé que la forma más segura de que aquel sistema dejase de funcionar, si es que lo llevaba, era haciendo una barbacoa con el vehículo o tirarlo al agua en un sitio donde tuviera transporte alternativo. Las dos eran demasiado llamativas, piensa, piensa…

Desesperado me puse a buscar algo por el coche que me diera una pista. Encontré dinero y me hizo pensar en el muelle un prospecto que tenía en el coche. Ya está. Lo facturaré en el ferry, en el caso que tenga localizador pensarán que estoy en él y si no lo tiene, hasta que se den cuenta del entuerto pasará el suficiente tiempo para escapar a un sitio seguro.
Buscaré en el navegador como ir hasta allí.


PATRICK DIA I (Capítulo 3)

Hace un par de horas que se han llevado a Pete a la enfermería. Le ha pasado lo que le pasa a algunos chicos aquí. Desde que hemos estamos ingresados, ni a él ni a mi nos dio nunca un ataque de estos.
Me he girado hacia a la izquierda abrazando mi almohada, es algo que hago cuando no tengo sueño y doy vueltas por la cama, un crujido como de papel suena de dentro de la funda. Es una carta, mi primer reflejo es esconderla, si me la ven la requisarán.
Es de Pete y dice:

“Patrick, no te preocupes estoy bien. Es sólo una estrategia para salir de aquí, no podía correr el riesgo de que te pasase algo intentando que te fugases conmigo. He provocado el ataque a propósito y si todo a salido según lo previsto, estoy lejos de aquí planeando como te sacaré.
Sé fuerte, no te preocupes por mi, sé apañármelas solo, ya me conoces.
La vida nos ha privado de la libertad, pero lo conseguiremos hermano. El mundo es muy grande para que solo veamos esta parte. No te desanimes o me destrozarás.
No pienses en el día en qué iré a buscarte, haz cosas que te entretengan mientras y así mantendrás la cabeza despejada porque te necesitaré en plenas facultades para sacarte de ahí.
Deshazte de esta carta o nos desbaratarán el plan.
Antes de lo que esperas estarás fuera. Confía en mi.”

Qué mamón, me dan ganas de darle una paliza. Me hubiera gustado tanto haberle ayudado a salir… Sus motivos tendrá, siempre tiene la razón. Y me da rabia.
Seguro que debía llevar tiempo planeándolo y no me ha dicho nada de nada. Se piensa que soy un crío, que no podría defenderme fuera y que si no es por él, nunca saldré de aquí.

Pero no sé si lo ha conseguido, voy al servicio a ver si desde la ventana veo algo.
Fuera está todo en calma como siempre, solo se ve al cirujano hablando con los dos guardas mientras aprieta algo blanco contra su cara, parece una toalla, pero estoy demasiado lejos y está demasiado oscuro como para distinguirlo.

La morgue tiene las luces apagadas y no parece haber nadie,¿lo habrá hecho?
Debo enterarme de algo, pero a estas horas no creo que me den ningún tipo de información. Disimuladamente, recorro el pasillo como si fuera adormilado, lo hago muchas veces para coger alguna revista de coches o motos cuando no tengo sueño y así le preguntaré a David.
David es un chico de unos 27 años, muy simpático, adicto al café, por eso siempre está al lado de la cafetera ,desde ella se ve entero el dormitorio, se tumba en una silla y apoya los pies en una pequeña mesita que hay delante mientras lee algo de prensa deportiva. Es un gran tipo, tanto Pete como yo le tenemos gran aprecio.
-Hola David, buenas noches.
-Buenas noches, ¿no puedes dormir?
-Se acaban de llevar a Pete a la enfermería, hará cosa de un par de horas y se me ha ido el sueño.
-Vaya hombre… ¿y como está?
-Sinceramente no lo sé, me dijeron al llevárselo que lo tendrían en observación esta noche y lo traerían mañana de nuevo.
-Entonces no te preocupes, es rutinario. Ve a la cama.

Mi estrategia no había surtido efecto, tenía que contraatacar. Si ahora me rindo no luchará por darme más información.
-Supongo que a ti tampoco te dirán nada… Es solo para quedarme tranquilo… Hazme ese favor va… Que tú te llevas muy bien con Pete también… Venga…
Me mira como pensando que lo estoy manipulando, pero cede. Coge su teléfono y llama a uno de los guardas que hablaban con el cirujano fuera.
-Buenas noches caballeros.
-Buenas noches David, dime.
-A ver, tengo aquí un chico que pregunta por el estado de su amigo que acabáis de llevar a enfermería.
-…

Estuvieron como veinte segundos sin decir nada.
-Hola chicos me oís…
-Sí David, un momento que le pregunto al doctor.
El doctor cogió el teléfono estresado y preguntó.
-¿Quién es el chico qué pregunta?

Aquello no le gustó a David, el doctor le caía mal, nosotros habíamos estado en los últimos dos años hablando horas y horas seguidas con él de cualquier cosa que tuviera motor y ruedas, durante ese tiempo la amistad que tejimos era mucho más fuerte que la autoridad que el doctor quería transmitir con malos modales. Su tono de voz era amenazante y desde la ventana se veía que sabía donde estábamos porque al coger el teléfono se giró hacia nosotros.
-¿Eso da igual doctor no?
-No da igual, ¿Quién es el chico?
-Mire doctor, le seré sincero, Peter y yo teníamos muy buena relación y cuando me he enterado que esta noche se ha puesto malo he decidido preguntar. ¿No creo que eso sea malo verdad doctor?¿Usted le pregunta a sus amigos cuando se ponen enfermos, no? ¿Usted lo hace verdad doctor?

El tono de la voz de David bailaba entre la ironía y el desafío, no se caían bien y se notaba. Me había salvado de una buena y me hacía gestos para que me fuera a mi cama, al parecer no le dio buenas vibraciones aquella conversación.
Siguieron hablando, pero como me alejé no escuchaba bien lo que decían, se notaban más serios y técnicos. Los guardas de aquí son más enfermeros que personal de seguridad. Llevan uniforme, controlan los accesos a las puertas y recintos, como haría un enfermero de un psiquiátrico o una planta un poco especial de un hospital.

Al rato, se acercó a mi litera y me susurró:
-No te preocupes, tu hermano (él conocía nuestra proximidad) lo trasladaron a otro sitio, como es la primera vez que le da un ataque quieren asegurase de que se trata, no te preocupes, buenas noches. No digas que te he protegido, ni que eras tú quien preguntó primero. (Me guiñó un ojo)
-Gracias David.
-Me debes una.

Me dijo señalando a la máquina de café que tantos ratos no hacía estar a su lado.
El doctor miente, seguro que ha engañado a David, él no me haría eso. Lo sé. Intentan esconder lo que ha pasado ganando tiempo. O se ha fugado o lo han cogido en plena fuga y le están dando un escarmiento, nunca usan la violencia como castigo pero tampoco nadie a intentado fugarse antes.

Lo que está claro es que no ha venido nadie a buscarle, la puerta suena mucho en este silencio sepulcral que domina toda la noche. Alguna vez algún camión ha traído un cargamento urgente, casi siempre son medicamentos y nos ha despertado a todos.
A más, en cuanto el motor de la puerta se acciona, una luz proveniente de un foco situado justo encima, ilumina casi todo el patio y parte de las ventanas. Lo habría visto si hubiera entrado alguien. De eso estoy seguro.
Estuve despierto hasta las tantas leyendo las revistas que ya me sabía de memoria, conozco los motores v6 de 24 válvulas ya de carrerilla, son revistas antiguas que debe traerlas alguien de su propia casa porque siempre son las mismas y suelen ser de meses atrasados. En cambio de motos son más actuales, a algún enfermero le gustan, las compra cada mes, nos llegan a Pete y a mi, las leemos con ansia y emoción a partes iguales.

Los vídeos que traen de regalo casi siempre son antiguos y nos podemos pasar horas viendo a Doohan y compañía a toda velocidad por los circuitos de todo el mundo. ¡Eso es vida!
Ni estrella de Rock ni tonterías, ese es el mejor oficio del mundo, viajar, conocer gente, empaparte con el mundo de las carreras ,pasar a toda velocidad el primero por la meta… Eso es libertad…
Lo que daría por hacerlo yo también.



PATRICK DIA II (Capítulo 4)

Me despierto a las 8.00h como cada día, el salón del desayuno se encuentra a escasos 100 metros, pero hoy nos hacen ir en fila india. Los demás no saben porqué, pero es más que evidente que lo hacen para comprobar si alguien más se fugó o lo intentó por lo menos anoche.
Tengo que comprobar qué ha pasado con mi hermano, sé que él es lo suficientemente espabilado como para salir de aquí con vida. Pero el ambiente hoy está especialmente tenso y tengo que preguntar que saben de él.
Sé qué me dirán lo que les dé la gana y no creo que sea lo que pasó pero tengo que probarlo, algo más de información tendré aunque sea falsa.

Me acerco a Frank, un hombre menudo con poco pelo de unos cincuenta y tantos, es bastante amable pero distante, es de esos internos que no quiere saber más de la cuenta, supongo que para ir a casa tranquilo y dormir plácidamente. Hay gente que es feliz así, hace sus ocho horas obedeciendo a sus superiores y les da igual si lo que están haciendo está bien o mal. Cada uno es como es y yo no seré quien lo critique.
-Frank, ¿sabemos algo nuevo de mi hermano?- Le digo disimuladamente, quitándole ajo al asunto.
-Espera Patrick, que pregunto.- Dice mientras encoje los hombros y hace una mueca con la cara.

Se sale de la fila y se acerca a una pequeña mesa que hay justo delante de la verja que separa el interior del edificio con el pasillo que conduce al patio. Allí está Jean, el jefe de los guardas, le habla Frank y alza la vista buscándome. Saben algo nuevo.
Al levantarse viene directo a mí, me pide que le acompañe un poco más brusco de lo normal. Al estar lejos de la fila y cerciorándose que nadie nos escucha me dice:
-¿Quieres saber donde está tu hermano?
-Sí claro, ayer desapareció por la noche y creo que sé donde está…
Le tiré el anzuelo a ver si mordía, es un hombre impulsivo y sólo viendo su cara, si tengo un poco de picardía, me dirá si realmente saben donde está.

Su expresión cambió, me empujó de mala manera contra la pared y me cogió de la pechera con una rabia que no había visto nunca en él.
-Chico, nos jugamos mucho en esto y os lo tomáis como un juego… -Replicó con una amabilidad inexistente.
Mi expresión de sorpresa sólo fue interrumpida por la entrada en la sala del doctor con la cara hecha un mapa, toda la parte izquierda de su cara estaba amoratada e hinchada y el ojo con una conjuntivitis horrorosa, al parecer salió al escuchar el golpe de mi espalda en la pared.
-¡Para insensato! Eres un idiota, ¿quieres que nos descubran?-Su cara de enfado era más que evidente.
-Chico, ven conmigo, tenemos algo que preguntarte. –Su expresión, cambió radicalmente y eso no me gustaba un pelo.

Me dirige a su despacho en la morgue, caminando por el patio. El silencio era incómodo, nos acompañaba uno de los guardas sin violencia ni agarrones gracias a un gesto que el doctor le había hecho con la mano anteriormente.
Supongo que quería ganarse mi confianza, si se hubiese puesto violento no me habría sacado ningún tipo de información de la que supuestamente él cree que yo tengo.

Entramos en la morgue, la primera puerta a la derecha es el despacho del doctor. Es frío, como él, se nota que este sitio no tiene ninguna intención de ser algo familiar para el personal que trabaja en él, son pequeños detalles en los que me fijo y que cuando se lo contaba a Pete se reía de mí.

Bien pensado tenía su lógica que lo hiciese, porque tristemente fue la pérdida de mi hermano lo que me hizo abrir los ojos y darme cuenta de quien eran ellos. Realmente no tengo pruebas de ello, solo son conjeturas.
El doctor me miró y se sentó en su silla a la vez que me ofrecía asiento muy amablemente. Al aceptar su invitación se dirigió a mí:
-¿Puedo confiar en ti chico?
-Claro.- Que iba a decir, si lo que quiero es información. Mi técnica es sencilla, debo hacerme el tonto para que él me dé más datos.
-Sé que te cuente lo que te cuente, tú tendrás tu propia versión. Pero igualmente lo haré.
Asentí con la cabeza. Mi expresión era entre confusa y desconfiada. Desde que estoy aquí, no he tenido una conversación medianamente seria con ningún “alto cargo”. Esto es una novedad.
Su cara desfigurada con el ceño fruncido era bastante amenazante, intenta engañarme, lo sé.
-Tu hermano, no ha colaborado nada con vosotros fugándose, ha sido muy egoísta y solo ha pensado en él mismo.- Formuló una pausa incómoda mientras se encendía un pitillo. -No os podéis ni llegar a imaginar los esfuerzos del personal del centro por encontrar solución a vuestras patologías. Así lo agradecéis…
-Perdone, no quiero meterme donde no me llaman, pero no creo que una cosa comprometa a la otra.- Repliqué.
-¿Cómo qué no? Ahora todos nuestros superiores me pedirán responsabilidades, sin contar la agresión que sufrí y para ellos es una caída en la ducha… Si supieran que fue él, lo buscarían como un criminal en vez de un enfermo que necesita medicación.
-Usted no se puede ni llegar a imaginar lo que es vivir aquí.
-Chico, creo que sí. Os veo diariamente, comparto incluso las comidas, lo único que no hago es dormir con vosotros. Tampoco vivís tan mal…
-Puede que dormir no lo haga pero todos sabemos que por la noche viene a la morgue a algo…
Se enfadó y con un gesto entre rabia e incredulidad, se levantó mirándome fijamente:
-Vengo porque a veces os dan decaídas a causa de la fuerza de los medicamentos, sino viniera seríais la mitad.
-Mire, no sé para que quiere hablar conmigo, usted tiene sus teorías y creo que no las cambiaré…
Me levanto y me propongo a salir.
-Espera, espera chico. Te propongo un trato, si nos ayudas a encontrar a tu hermano saldréis los dos de aquí, te lo aseguro.
No le creo, pero asiento con la cabeza irónicamente.
-Haré lo que pueda doctor. Haré lo que pueda.

Por la tensión de las últimas palabras, ambos sabíamos que la conversación había tocado a su fin. Él notó que mi colaboración sería mínima y yo que las cosas se iban a poner feas allí dentro.

Su frustración era mayúscula, había perdido a un chico. Debía justificarse ante esos superiores que por la forma que tuvo de nombrarlos debían ser más importantes de lo que mi imaginación podía intuir.

Por mi parte tenía la información necesaria, Pete había huido golpeando al doctor con quién sabe qué, pero contundentemente porque aquella cara estaba muy desfigurada. El moratón tenía pinta de que le acompañaría unos cuantos días. Me hubiese gustado verlo.
Es increíble, en los años que hace que lo conocemos, bueno mejor dicho, que lo vemos por aquí, nunca le habíamos visto la cara y cuando se la veo es así.
No me imagino su cara sin desfigurar.

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Mensaje  UndeadSociety Dom Mar 20, 2011 4:32 am

Me he leído hasta el capítulo 6 y tengo que decirte que me está gustando mucho, y ahora parece que llega lo más interesante... buen trabajo,sigue así.
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Mensaje  Lady Biohazard Dom Mar 20, 2011 5:32 am

Para que yo lea tengo que estar muy aburrida , y bueno eso hice e.e
La verdad que me gusto bastante , me gustaria que lo sigas , ya que se puso interesante :3
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