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Mensaje  Mortfalius Lun Mar 15, 2010 2:47 pm

Buenas!

Hace poco abrí un tema en el Off-Topic pidiendo consejo sobre cómo crear un buen diseño para un blog. No era para otra cosa que para mostrar el relato que estaba (y estoy) haciendo.

Como de HTML y CSS ni papa me ha costado un poco crear una plantilla medio decente.


Pero el tema no lo abro por el blog, si no por el relato. Es un relato al que llevo tiempo dándole vueltas y que poco a poco va cogiendo forma. Os dejo el primer capítulo para que podáis leerlo y darme opiniones.

Espero que os guste Wink


1



- ¡Lo han logrado! ¡Esos hijos de puta lo han logrado! – Entró gritando en la redacción como una exhalación.
Llevaba unos papeles en las manos y se dirigía hacia mi mesa.
- ¡Borra todo lo que lleves! ¡Tenemos exclusiva para un mes! Espero que seamos los primeros. ¡Será un bombazo!
Había escuchado demasiadas veces cosas similares por lo que no me sorprendí. Sin retirar la vista del ordenador, le pregunté en tono irónico:
- ¿Qué es? ¿Hay vida en Marte? ¿Han encontrado remedio para el olor de tus pies?
- ¡La vida eterna tío! ¡La vida eterna!
Dejó caer sobre el teclado de mi ordenador unos papeles, en el primero había diversas fotos de lo que parecía una medusa.
- Mira, Tu-rri-top-sis- dijo leyendo despacio, sin querer equivocarse.
- ¿Qué es Turritopsis? – Le dije, mirando la foto que me estaba señalando.
- ¡El bicho éste! ¡El bicho de la vida eterna! Mira, deja- Me hizo un gesto para que me apartase y después de retirar los papeles que traía empezó a teclear en el ordenador. Abrió el explorador y buscó en Google “Turritopsis”. Hizo clic en la primera entrada y se hizo a un lado, invitándome a leer el contenido de la página.

Turritopsis nutricula es una especie de hidrozoo hidroideo de la familia Oceaniidae con un ciclo de vida en el que se revierte a pólipo después de llegar a su maduración sexual. Es el único caso conocido de un metazoo capaz de volver a un estado de inmadurez sexual, colonial, después de haber alcanzado la madurez sexual como etapa solitaria. Es capaz de realizarlo a través de un proceso celular de transdiferenciación.

Aparté la vista de la Wikipedia y, mirándole con la cara de alguien a quien le están grabando con cámara oculta, le dije:
- ¿Qué me estás contando, tío? No me entero de nada.
- Sigue leyendo- me dijo con los ojos como platos, esperando que comprendiese esa gran noticia que trataba de contarme.

Teóricamente, este ciclo puede repetirse indefinidamente, presentándose como biológicamente inmortal.

Le miré, aún sin haber comprendido del todo lo que acababa de leer y dejé que él dijese la próxima palabra.
- Exacto tío. Pero eso no es nada. Si miras un poco mejor la página, verás que el bicho éste se conoce desde 1857, y se sabe que hace eso de la transdiferenciación desde hace décadas.
- Entonces… ¿Dónde está la noticia?
- ¡Pensé que nunca lo preguntarías! Mira – Volvió a coger los papeles que traía y habían quedado esparcidos por la mesa. – Han conseguido adaptar la peculiaridad de la medusa ésta en mamíferos. Y en pocos meses piensan sacar el producto a la venta para humanos. La vida eterna a cambio de un buen puñado de euros. ¿No es genial?
- Según he entendido… La medusa vuelve a su estado inicial… Las personas que tomen la “poción”, ¿volverán a ser un puñado de células?
- No. Por eso te digo que la han adaptado para mamíferos. Lo que han hecho es detener el envejecimiento, no habrá rejuvenecimiento de ningún tipo.
- ¿Y de dónde has sacado la información tú?
-Te dije que haría de éste periódico de barrio algo grande. Y eso hago. Es nuestra primera gran exclusiva. Hay que sacarlo mañana mismo en portada. Prepárate para los elogios, si estuviésemos en los Estados Unidos ganaríamos el Pulitzer ¿qué premio dan en España? ¿Lo sabes?

- Baja de la nube, mira – le dije señalándole la pantalla del ordenador.

Los principales periódicos digitales ya se hacían eco de la noticia. Incluso incluían la foto de un frasco de vidrio con un contenido rosáceo con la inscripción éternité.
El producto había sido desarrollado por un laboratorio francés situado en Burdeos.

- Bueno, aún tenemos algo que ellos no tienen. Mejor dicho, tendremos. Dame unos minutos, voy a hacer unas llamadas.
- ¿Qué vas a hacer?
- Ya lo verás. Me lo debe. Él sabe que me lo debe así que no creo que haya problema.

Se metió en el despacho de al lado con el móvil en la mano y cerró la puerta. Mientras hablaba por teléfono me miraba a través de las persianas del despacho como si me fuese a dar una gran sorpresa, y vaya si me la dio.


-------------------------------------------------------------------------------

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Mensaje  NEO Lun Mar 15, 2010 2:51 pm

espero qu ete funcione bien la historia. Me la apunto para futuros especiales de blogs de relatos (que en breves espero que "caiga" otro)
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Mensaje  Mortfalius Lun Mar 15, 2010 3:20 pm

Gracias Neo. La verdad es que la empiezo con ganas Smile
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Mensaje  Mortfalius Mar Mar 16, 2010 12:16 pm

2



Ramón es más listo de lo que aparenta a simple vista. Posiblemente por eso decidí asociarme con él para crear el periódico. Por eso y porque sabe mucho más de lo que cuenta. Tiene muchos contactos y eso para un periódico son fuentes de información de las que nutrirse. Nos conocimos estudiando ambos periodismo, de eso hace ya unos años. Estuvimos trabajando por separado para algunos medios de comunicación locales y hace unos meses decidimos probar suerte en conjunto con un periódico de tirada por ahora semanal.

Tenemos una chica en prácticas trabajando para nosotros. Es maja. Trabaja mucho y cobra poco, pero está en prácticas, ¿no? Pues es lo que le toca. Por cierto, ya llega.

- Hola. Perdona que llegue tarde. El coche. Quiero decir, la batería. Me he quedado tirada y he tenido que llamar a la grúa…
- No te preocupes, pasa.
Tras ella entró Ramón por la puerta, con un paquete en las manos, dando voces como de costumbre.
- ¡Sabía yo que lo tenía cogido por los huevos a ese! Apenas una semana ha tardado en llegar.
- De ese paquete es de lo que hablabas el otro día por teléfono, ¿verdad? – Le pregunté.
- Exacto. Esto es lo que nos hará famosos y espero que, si no ricos, nos dé los suficientes ingresos como para comprar una imprenta mejor que la birria que tenemos en el local de abajo.
Vanesa y yo esperábamos expectantes ver que salía de aquella caja mientras él la abría cual niño abre sus regalos de Reyes la mañana del 6 de Enero.
- ¡Tachán! – Soltó Ramón mientras nos mostraba un frasco de vidrio que ponía éternité, igual al que mostraban todos los medios durante los últimos días.

Al principio pensamos que era broma, que era simplemente una de las docenas de copias baratas que se habían puesto de moda desde que se anunció la salida del producto. En cualquier mercadillo podías ver gente pregonando que tenía el elixir de la vida eterna y que lo vendía al módico precio de 20€, cuando el producto real se iba a poner a la venta por ni más ni menos que 1.000.000€ la dosis. Aún así había gente que lo compraba, supongo que más para usar el bote como decoración que por creer realmente en sus efectos milagrosos.

Pero no era una broma. Sacó un certificado de autenticidad de los laboratorios de Burdeos y un librillo con instrucciones en un montón de idiomas. Después sacó una jeringuilla mientras decía para sí que no sabía que esto fuese inyectado en vena.

La verdad es que tal y como lo anunciaban, parecía que se consumiría por ingestión, echo todas las copias baratas que habían salido en tiempo récord se ingerían como si de una poción mágica se tratase.

- ¿Cómo coño…? ¿Cómo coño has hecho que te envíen esto, que tiene un valor de un millón de euros y cómo lo has hecho para que lo hagan semanas antes de que el producto se venda de forma oficial?

- Ya te lo dije. Hay gente que me debe favores. Bueno, a ver, preparad una cámara que pienso grabar éste momento en vídeo. El primer hombre inmortal de la historia… Esto es comparable a cuando Armstrong al pisó la luna o cuando Colón llegó a América.

Vanesa apareció con una cámara en sus manos dispuesta a grabar las imágenes más emocionantes de la historia.

- A ver… ¿Estás grabando? Que se vea bien el bote. Y el certificado éste, que es lo único que no llevan las falsificaciones a día de hoy. ¿Qué digo? Menudos nervios. A ver… Hmm… Hola. Soy Ramón Vila, director, perdón, codirector del periódico “Noticiero Express” y estoy apunto de convertirme en el primer hombre inmortal de la historia.

Todo sonaba ridículo. ¿De verdad eso funcionaría? Ramón iba soltando su discurso ante la cámara mientras Vanesa grababa sin pestañear y yo los miraba sin dar crédito.

- Vamos allá pues. Llenamos la jeringa de éternité y… Espera, no puedo. ¿Puedes ayudarnos, Vicente? ¡Sé partícipe de éste momento histórico, hombre! Simplemente me inyectas esto aquí…

Sin decir nada solté un suspiro y le cogí la jeringuilla de las manos. Miré el líquido e hice que saliese un poco de la jeringuilla para no inyectarle aire, lo cual sería mortal.
Pinché en el brazo y presioné el émbolo de la jeringuilla hasta que todo su contenido se encontró en el interior de Ramón.
Él mismo se presionó el brazo con un algodoncillo que ya venía en el “pack de la vida eterna”.

- Que, ¿cómo te sientes?
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Mensaje  Mortfalius Miér Mar 17, 2010 2:06 pm

3



- Nada. Sólo está frío. Quizás tarde un poco en hacer efecto… No sé. Ya puedes parar eso Vanesa.
- Es un timo... – le dije, más buscando que me argumentase que no lo era que para desanimarlo.
- Habrá que esperar para comprobarlo. El problema es que habrá que esperar años para saber si esto me está manteniendo.
- Aquí hay algo más- dijo Vanesa rebuscando en la caja – Mira, vienen unos algodoncillo como los de los oídos y líquido en un botecito…
- A ver… Espera que mire las instrucciones. Ya decía yo que lo de ser inmortal no podía ser tan fácil. Aquí está. Sólo es para comprobar si lo has hecho todo bien según pone. Dice que pasadas dos horas coja un algodoncillo y me lo frote por la parte interior de la mejilla y después lo moje con el líquido ese. Si el algodoncillo se vuelve azul todo está bien, si el algodoncillo no se tiñe probar una hora más tarde y si aún así no se tiñe llamar a un número que viene aquí. Por mucho que no se tiña dudo que pueda reclamar algo. Bueno, vamos a tomar algo, después miramos si todo ha ido bien. Vamos a celebrar que soy inmortal, ¡yo invito!

Fuimos a un bar al que solíamos acudir después de trabajar, al salir de la redacción por las tardes. Cada pocos minutos íbamos preguntándole a Ramón cómo se encontraba y si no sería contraproducente tomar alcohol habiéndose inyectado eso. Él simplemente respondía entre risas que era inmortal, que una cerveza no lo mataría.

Y quizás una no, pero pasada ya una hora y media eran unos cuantos los botellines que Ramón había vaciado por su garganta por lo que Vanesa y yo decidimos pagar y acompañarlo a su casa.
Le preguntamos si llevaba las llaves encima, a lo cual él se encogió de hombros y dijo que daba igual, que era inmortal. Se tiró al suelo y se tumbó. Parecía mareado. Sin duda el alcohol le había afectado más de lo que me pensaba. Lo levantamos tirando de sus brazos y rebusqué por sus bolsillos mientras él luchaba por mantenerse en pie. Las encontré en el bolsillo de su pantalón, después de haber encontrado el móvil, unos kleenex y las llaves de su coche.
Lo arrastramos unas calles hasta llegar a la puerta de su domicilio. Le pedí a Vanesa que abriese la puerta mientras yo lo aguantaba contra una pared. No parecía menos borracho que antes, pero por lo menos se mantenía en pie casi por sí mismo.
Subimos por las escaleras y nos encontramos con una vecina a la que saludamos educadamente, menos Ramón, que le soltó un “¡Que soy inmortal tía!” y una carcajada. La mujer suspiró y continuó bajando las escaleras.

- Una… Una cosa tíos. ¿Por qué vamos a mi casa? Es mi casa ¿no? Jajaja Sí lo es, sí…
- Tienes que descansar… - Le dijo Vanesa, aunque sin esperanzas de que él entendiese algo.
- ¿Descansar? Ya habrá tiempo para eso. Ahora soy… soy…
- Inmortal, que sí… - Le dijo ella mientras esperaba que yo abriese la puerta del piso.
Una vez abierta la puerta busqué a tientas el interruptor y la luz bañó el recibidor del piso. No parecía para nada un piso de soltero. Estaba bien decorado, amueblado y limpio. En ese momento me imaginaba que yo era el borracho y ellos me llevaban a mi cuchitril situado en el centro, qué vergüenza al día siguiente.

Entraron y cerré la puerta. Vanesa tumbó a Ramón en el sofá del salón pero él de un bote se levantó, diciéndole que nadie le daba órdenes al hombre inmortal. La verdad es que se le había subido a la cabeza la tontería de la inmortalidad. Curioseé un poco la casa y pude ver que tenía cuatro habitaciones, una de ellas vacía por completo. Las otras tres eran un dormitorio, un pequeño estudio y una sala donde había bastantes cacharros de lo que supuse que lo usaba como trastero. Demasiado espacio para una sola persona, pensé.
Mientras toqueteaba los botones de una cinta para correr que había en el cuarto trastero podía escuchar como Ramón seguía diciendo tonterías. Le escuché decir que ahora le iba a demostrar que era inmortal de verdad. Al instante, el ruido sordo del vidrio partiéndose en mil pedazos y un grito ahogado de Vanesa me hicieron presagiar una desgracia.
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Mensaje  Minase Jue Mar 18, 2010 4:23 pm

Esta bastante buena tu historia como libro.

Pero deberias tratar de darle un poco mas de detalles a cada cuarto y cada pasaje o lugar donde vallas pasando, hacer que el personaje principal piense y observe un poco mas las cosas.

Me dejaste metido si, saca luego el siguiente capitulo Very Happy

Suerte!
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Mensaje  Mortfalius Jue Mar 18, 2010 10:33 pm

Minase escribió:Esta bastante buena tu historia como libro.

Pero deberias tratar de darle un poco mas de detalles a cada cuarto y cada pasaje o lugar donde vallas pasando, hacer que el personaje principal piense y observe un poco mas las cosas.

Me dejaste metido si, saca luego el siguiente capitulo Very Happy

Suerte!

Se agradece el comentario, y sí, a veces tengo en mente que hagan los personajes tantas acciones o que digan tantas cosas que no he dado muchos detalles de las estancias por las que van pasando pese a que las tengo dibujadas en la cabeza.. Prometo intentar mejorarlo en los próximos Very Happy

El próximo capítulo, pronto, lleva escrito ya hace días el cuarto e incluso un par más pero ya los iré subiendo.

Por cierto, los que se hayan pasado por el blog habrán visto que también pueden seguir Eternamente Vivos en facebook, os espero allí también!
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Mensaje  Mortfalius Sáb Mar 20, 2010 2:45 pm

4



Corrí hacia el salón y pude ver a Vanesa asomada a un gran ventanal que daba a la calle. Había cristales en el suelo y no vi a Ramón. Como no hacía falta preguntar qué había sucedido bajé a toda hostia los cinco pisos que me separaban de la calle y cuando salí del portal me encontré con Ramón en el suelo en una postura imposible. Miles de trocitos de cristal brillaban a la luz de las farolas y la sangre manaba de su cuerpo creando un camino rojizo que evidenciaba una ligera pendiente en la acera.

Arriba Vanesa miraba con los ojos como platos y las manos en la boca. Me agaché sobre el cuerpo de Ramón y le puse dos dedos en el cuello. Nada. Miré hacia arriba y negué con la cabeza a Vanesa, que empezó a llorar en silencio.

Me levanté y cogí el móvil para llamar una ambulancia. Mientras contaba lo sucedido a la operadora Vanesa gritó: ¡Ramón! ¡Está vivo!
Me giré retirándome el teléfono de la cara y pude ver como Ramón trataba de incorporarse. Me acerqué a él rápidamente y lo cogí por un brazo, preguntándole si estaba bien aunque era evidente que no lo estaba. Seguía chorreando sangre y su ropa se había teñido de color granate. Con un movimiento rápido hundió sus dientes en mi brazo y apretó con todas sus fuerzas. ¿Se había vuelto loco? Grité e instintivamente lo empujé, haciéndolo caer al suelo de nuevo. Con él se había llevado un pedazo de carne y ahora era yo el que sangraba.

¡¿Qué mierda te pasa, tío?! Le pregunté apretándome con fuerza la herida.

En éste momento llegó la ambulancia con las luces encendidas pero sin la sirena, para no despertar a los vecinos. Bajaron un chico y una mujer preguntando que qué había pasado. El chico se acercó a mí y le enseñé el brazo mientras la mujer se interesaba por Ramón, que trataba de incorporarse de nuevo.
Mientras me arremangaba para poder ver la herida pude ver como Ramón cogía a la mujer y le mordía en plena cara, desfigurándola. Tras ello la golpeó salvajemente contra un coche y la mujer cayó al suelo, inmóvil.

El chico me miró y fue hacia Ramón, gritándole, mientras él golpeaba repetidamente la cabeza de la mujer contra el asfalto convirtiéndola en un amasijo de huesos, pelo y piel.
Cuando el chico estaba lo bastante cerca Ramón lo atacó brutalmente. Le golpeó torpemente con sus puños en la cara dejándolo semiinconsciente y entonces comenzó a rasgar su piel y su carne con uñas y dientes. La calle se tiñó completamente de rojo y yo corrí hacia el portal, cerrando la puerta una vez estuve dentro. Cuando Ramón pareció cansarse de golpear y maltratar el cuerpo del chico me vio. Me vio y vino a por mí. Corrió hacia la puerta y la embistió con todo su cuerpo, haciendo estallar el vidrio y pasando a través de él sus brazos que se desgarraban, lo cual no parecía importarle lo más mínimo.

Viendo que la puerta no iba a aguantar ni una embestida más como la primera, corrí hacia arriba, hacia su piso. Cerré la puerta y eché la llave lo más rápido que pude. Vanesa me esperaba de pie en el salón, con el rostro desencajado. Sin cruzar palabra miramos a través de lo que quedaba del ventanal y pudimos ver como algunas personas iban llegando para intentar ayudar a los asistentes médicos que yacían en el suelo.
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Mensaje  Mortfalius Lun Mar 22, 2010 2:18 am

5




Una mujer de mediana edad, que llevaba un abrigo bastante grueso y un bolso de color fucsia, ayudaba a incorporarse al chico que parecía muy aturdido. Mientras le ayudaba, Ramón se abalanzó sobre ella tirándola al suelo y golpeándola repetidas veces.
Dos hombres que pasaban por ahí cogieron a Ramón, uno por cada brazo, apartándolo de la mujer que intentaba huir.
Apenas podían con él, que se removía y retorcía intentando liberarse.
En ese momento la asistente médico que Ramón había machacado minutos antes se incorporó y corrió hacia los dos hombres, mordiendo a uno en un hombro, clavando sus dientes en la carne haciendo que éste soltase un grito de dolor.

Ramón se soltó, golpeó al otro hombre y se tiró sobre él para seguir mordiéndolo y golpeándolo hasta que quedó inmóvil en el suelo.

Los cuerpos atacados se iban reanimando y atacaban a las personas que acudían a ayudar o simplemente se acercaban para ver qué pasaba.
Mucha gente permanecía en silencio en sus balcones o terrazas, mirando incrédulos lo que estaba pasando.
Poco tiempo después ya no había resistencia alguna en medio de la calle. Todos habían sido atacados, derribados, masacrados y posteriormente habían vuelto a incorporarse transformados en violentos asesinos. Algunos de los cuerpos presentaban heridas incompatibles con la vida pero aún así caminaban o se arrastraban, dependiendo del estado de su maltrecho cuerpo.

- ¿Por qué… lo hacen? – le dije a Vanesa sin quitarle los ojos de encima a Ramón, que deambulaba por la calle.
- ¿El qué?
- Atacar. Además, Ramón estaba muerto cuando yo me acerqué a él, estoy seguro.
- Te debiste equivocar… No sé. Si no fuese por toda la sangre que ha perdido parece estar bastante vivo.

Se empezó a escuchar una sirena de fondo que cada vez se hacía más audible. Cuando estuvo más cerca pude distinguir que en realidad eran dos sirenas y pude ver como por el final de la calle aparecían dos furgones blindados de la policía. Bajaron entre diez y veinte antidisturbios y empezaron a dirigirse al grupo de personas que había en la calle.
Éstos, en cuanto vieron a los antidisturbios salieron corriendo a por ellos, sin vacilar un instante. Los antidisturbios formaron uno al lado del otro con sus escudos, intentando aguantar la embestida pero fue inútil. Uno de ellos fue derribado y a partir de ahí la calle se convirtió en una batalla campal. Una vez un antidisturbios caía al suelo, cuando volvía a ponerse en pie a los pocos minutos lo hacía para arremeter contra sus compañeros.
Los golpes no parecían surtir efecto en ellos. Simplemente los apartaban durante una fracción de segundo tras la cual volvían a la carga con la misma violencia.
No tardaron más de un cuarto de hora en acabar con todos, excepto con un par que se encerraron en uno de los furgones mientras los demás lo golpeaban desde fuera.


Me miré el brazo que me había mordido Ramón un rato antes; aún sangraba. Le dije a Vanesa que iba a ver si encontrarme algo con lo que curármelo y me hizo un gesto afirmativo con la cabeza pero sin perder de vista lo que pasaba en la calle.
Me metí en el baño y no tardé en localizar una bolsa de plástico en un armario que hacía de botiquín improvisado. Saqué unas vendas y un desinfectante el cual vertí abundantemente sobre la herida. No era demasiado profunda pero aún sangraba por lo que la cubrí con unas gasas y después la vendé acabando el remiendo con un trozo de esparadrapo para que la venda no se soltase.

Mientras hacía todo esto le daba vueltas a todo lo que había pasado. Sin duda había relación entre éternité y lo que estaba pasando fuera. Sin duda lo que fuese se transmitía como una enfermedad de unos a otros volviéndolos locos e insensibles al dolor y, lo peor de todo, posiblemente yo estuviese infectado al haber sido mordido.



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5 capítulos y casi 100 visitas en el tema pero los comentarios son escasos ¿Qué os está pareciendo?
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Mensaje  Mortfalius Miér Mar 24, 2010 2:09 am

6



Las siguientes dos horas fueron desconcertantes. A Vanesa le llamó su novio para saber dónde estaba y cuando ella le comentó lo sucedido él le dijo que la escena estaba saliendo por televisión. Por lo que se ve, el helicóptero que llevaba ya un rato merodeando por la zona estaba grabando la escena y ahora esas imágenes estaban saliendo en todas las cadenas.

Encendí el televisor y así era. Todos los canales lanzaban sus hipótesis aunque la mayoría hablaban de violencia callejera.

Mientras Vanesa seguía hablando con su novio continuaban escuchándose sirenas de vehículos de emergencia pero no podía ver a ninguno acercándose. Ya nadie andaba por la calle excepto esa gente que estaba infectada de lo que fuese.

- Me ha dicho que nos quedemos aquí esta noche y mañana ya veremos – Me dijo Vanesa tras colgar.
- No tenía intención de salir viendo lo que ha pasado. ¿Qué crees que les pasa a esas personas?
- ¿Histeria colectiva?
- No. Se vuelven agresivos después de ser machacados por los demás. Y el primero fue Ramón. Después de su caída ya no era el mismo. Y vuelvo a insistir que estaba muerto. No tenía pulso.
- Alguna relación debe haber entre lo que se tomó y lo que está pasando, sí.
- Deberíamos intentar ir a la redacción a por el paquete donde venía éternité. Tengo las llaves del coche de Ramón y no hace falta salir del edificio para coger el coche ya que lo tiene en el parking que hay bajo el edificio. Podríamos probar a salir mañana dependiendo de cómo veamos la calle.
- ¿Sabes cuál es su coche?
- No. Pero iré dándole al mando y el coche que se abra, ése será.
- ¿Qué esperas encontrar en el paquete?
- No lo sé… Pero quizás haya algo que nos sirva. Efectos secundarios y como evitarlo quizás. No lo sé.

Fuera, los infectados se iban dispersando por las calles colindantes mientras desde un helicóptero se recomendaba a la población no salir de sus domicilios bajo ninguna circunstancia hasta nuevo aviso.

- Vicente, a ti Ramón te mordió, ¿verdad?
- Sí… Quizás acabe enloqueciendo como la gente de fuera, por eso creo que lo mejor es que pase la noche en el baño. Tiene un pequeño pestillo que espero que aguante por lo menos hasta que hayas podido escapar si es que me pasase algo. Pero la gente se volvía violenta al instante y Ramón hace ya horas que me mordió.
- Aún así por precaución…
- Sí. No te preocupes. Ahora pongo un colchón que he visto en el cuarto trastero en el baño y pasaré la noche ahí.
- Gracias. Yo me quedaré aquí, cualquier cosa te aviso.

Cogí el colchón y lo arrastré por el pasillo. Estaba descolorido y una de sus esquinas dejaba ver su interior que no era más que una goma espuma amarilla. Por suerte no era muy grande pero no parecía muy cómodo. De todos modos no dormiría demasiado. Le deseé buenas noches a Vanesa, cerré la puerta del baño y puse el pestillo.

Tardé un rato en apagar la luz. No podía dejar de pensar en todo. En todas las cosas que no encajaban pero sin duda tendrían una explicación. Los del laboratorio no podían ser tan idiotas de haber creado algo que podía contagiarse. Si eso fuese así simplemente uno lo compraría y los demás se infectarían (aunque viendo los resultados sin duda ya nadie comprará eso). Demasiadas dudas. Quizás mañana puedan ser resueltas.
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Mensaje  Mortfalius Vie Mar 26, 2010 2:11 am

7



- ¿Vicente? ¿Estás ahí? ¿Me escuchas?
Vanesa me despertó cuando aún estaba amaneciendo. Al final había conseguido dormir algunas horas aunque me costó conciliar el sueño la noche anterior.
Retiré el pestillo y abrí la puerta.

- Buenos días. ¿Cómo está la calle hoy? – le dije mientras se me escapaba un bostezo.
- Igual… O peor. Sigue habiendo gente deambulando por ahí. Pero ya no está el helicóptero. Ni se escuchan sirenas. Sólo se ve gente en los balcones y terrazas.
- ¿Y la televisión?
- No hay.
¿Cómo que no hay?
- No lo sé… Han debido cortar la emisión o vete tú a saber.
¿Teléfono?
- Tampoco.
- Bueno, por lo menos tenemos luz. – Le dije mientras encendía y apagaba repetidas veces un interruptor.
- ¿Tú cómo te encuentras? – Me preguntó ella haciendo referencia a la herida.
- Mejor. Ya ha dejado de sangrar y no me he vuelto loco todavía – Le dije sonriendo.

Me asomé por el ventanal y no me había mentido, la escena era desoladora. Varias docenas de personas deambulaban de aquí para allá, sin rumbo fijo. Como hipnotizados, aletargados, en un sueño profundo que se rompería en cuanto alguien se cruzase en su campo visual.

De repente se escuchó un grito que provenía del bloque de enfrente. Venía del sexto piso. Una mujer joven, de unos veinte años pedía ayuda en su balcón mientras un hombre de una edad similar golpeaba desde dentro del piso con una mano ensangrentada el cristal que los separaba. Instantes después un hombre desde el balcón del séptimo piso apareció con una sábana de la cual ató un extremo a la barandilla de su balcón y tiró el otro para que la chica se pudiese coger. Ella se subió a la barandilla, donde trastabilló y todos contuvimos la respiración mientras ella intentaba recobrar el equilibrio. Finalmente se cogió a la sábana y trató de subir por ella, mientras desde arriba el hombre tiraba hacia arriba. Pronto los pies de la chica se despegaron de la barandilla y su cuerpo empezó a subir por la sábana.

El hombre que había dentro del piso volvió a golpear el cristal y lo rompió, saliendo al balcón no sin antes rasgarse los pantalones y parte de su pierna izquierda con los cristales rotos que aún se mantenían pegados al marco de la puerta de cristal.
Estiró sus brazos y pudo coger una de las piernas de la chica, pero ésta pataleó, le golpeó la cara y se consiguió soltar. Pero sólo momentáneamente. El hombre volvió a coger a la chica de una pierna y tiró de ella, haciéndola descender por la sábana.
La chica gritaba y el hombre del séptimo piso seguía tirando de la sábana pero era incapaz de elevar el peso de dos personas adultas y dejó caer la sábana que cayó bruscamente hasta aguantarse sólo por el rudimentario nudo que la ataba a la barandilla del séptimo piso.

Ella volvió a patalear y le dio un puntapié al hombre en pleno rostro y él cayó hacia atrás, tirando unas macetas que había colgadas en el balcón.
Intentó subir por la sábana pero se quedó sin fuerzas y resbaló un poco más, ya casi en el extremo inferior de la sábana. El vecino de arriba volvió a tirar de la sábana, haciéndola subir a ritmo lento pero constante.

El hombre del sexto piso se incorporó y golpeó a la chica con un puño en el estómago haciéndola salir despedida tras soltar la sábana. Cayó en picado y su grito sólo dejó de oírse cuando se estrelló contra el techo de un coche que quedó inservible tras el choque. Regueros de sangre se deslizaban por las ventanillas del coche y terminaron formando pequeños charcos rojizos en el suelo.

Tras el incidente, el único ruido en toda la calle era la alarma antirrobo del coche que se había activado tras el impacto e intentaba alertar a su dueño de lo que había pasado.
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Mensaje  Mortfalius Lun Mar 29, 2010 2:41 pm

8



- ¿Te has dado cuenta, Vanesa? – Le dije, aún contemplando la escena pese a que hacía ya más de quince minutos que todo había sucedido.
- ¿De qué?
- No se levanta.
- Tienes razón… Hasta ahora todos se habían levantado. Ella no.
- ¿Qué diferencia ha habido entre su muerte y la de los demás?
- Hmm… ¿Que no la han destrozado con sus propias manos?
- Exacto. Algo tiene que ver con eso. Si ellos te matan directamente vuelves. Aún no sé bien porqué. Ni porqué atacan y una vez mueres dejan de sentir interés por ti. ¿Por qué no se atacan entre ellos, por ejemplo?
- No lo sé Vicente. Por cierto, me he quedado sin batería en el móvil. Ya no podremos saber qué está pasando fuera.
- Sí lo sabremos. Mañana saldremos de aquí con el coche de Ramón. Iremos a la redacción e intentaremos averiguar algo que nos ayude y quizá podamos…

- Mira – Me interrumpió señalando a la calle. – Alguien ha tenido la misma idea que tú, Vicente. – Continuó diciendo.

En la calle un hombre con una barra de metal seguido de su familia salía de un portal cercano. Se les acercó uno de los que rondaba por la calle y el hombre le proporcionó un golpe en plena cara, le rompió la mandíbula que quedó completamente desencajada y cayó al suelo.
Abrieron un coche cercano y fueron entrando rápidamente. El hombre antes de entrar en el asiento del conductor golpeó a una mujer que se acercaba corriendo, descalza y con un vidrio que traspasaba su pie derecho. La dejó en el suelo, tratando de incorporarse tras el golpe y se metió en el coche.

El alboroto había atraído la atención de muchos infectados que se acercaban a toda velocidad al coche que para ellos no era más que una lata de conservas que había que abrir. Un hombre de cabello cano golpeó el coche por la parte posterior, rompiendo la luna trasera. El coche dio marcha atrás y le pasó por encima. Cuando el hombre trataba de incorporarse el coche aceleró hacia delante y lo volvió a atropellarlo. Otro brazo reventó una ventanilla trasera de un puñetazo, cogiendo a una niña de unos cinco años y sacándola por la ventanilla rota. Era el chico joven de la ambulancia que intentó atender a Ramón el día anterior. La niña lloraba y él le mordió una mano y tiró, arrancándole brutalmente tres dedos. Después la lanzó contra el asfalto y la niña calló.

El coche había frenado en seco pero no había forma de salir de él. Estaba rodeado por más de diez personas que intentaban acceder a su interior y embestían con violencia.
La niña que yacía en el suelo se incorporó, sin mostrar mucha preocupación al muñón que tenía ahora como mano.
El hombre consiguió salir del coche con la barra de metal y golpeó a varios infectados pero pronto fue reducido. Lo golpearon repetidamente ante la mirada de horror de su mujer y sus hijos.
Finalmente los muertos consiguieron entrar en el coche y empezaron a atacar a los ocupantes. Un niño de diez años salió corriendo, esquivando las docenas de brazos que anhelaban cogerle pero no llegó al final de la calle. Un infectado con gorra azul salió de detrás de un coche y le cogió con ambos brazos, dándole un abrazo mortal mientras le mordía en plena cara. Los gritos del niño se oyeron en toda la calle. Cuando los gritos se silenciaron el chico de la gorra pareció perder todo el interés en el niño, soltándolo de golpe.

Pero aún quedaba alguien con vida en el coche. Un perro. Un cocker negro que ladraba a los infectados que había en el coche y habían sido su familia, pero ellos no le hacían el más mínimo caso. El perro salió del coche por la puerta del conductor que estaba abierta y se fue calle abajo sin que nadie tratase de impedírselo.

- ¿Aún quieres intentar lo de salir en coche? – Me preguntó Vanesa.
- ¿Se te ocurre algo mejor? Voy a ver que tenía Ramón en la nevera, deberíamos coger fuerzas antes de salir mañana.
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Mensaje  Mortfalius Miér Mar 31, 2010 1:51 pm

9



Cogimos unas mochilas del cuarto trastero que nos echamos a las espaldas repletas de víveres que habíamos cogido de los armarios de la cocina de Ramón. Buscamos lo que tardase más en caducar y fuese sencillo de preparar. Cogimos encendedores, cerillas, un par de cuchillos y rellenamos los huecos restantes de las mochilas con botellas de agua que había en la nevera.

Era el momento de salir. El Sol había salido hacía pocos minutos por lo que tendríamos bastantes horas de luz por delante sin necesidad de electricidad.
Me aseguré de llevar encima tanto las llaves del piso como las del coche de Ramón así que tras echar un ojo por la mirilla de la puerta, salimos del piso. Cerré con llave ya que el piso era un refugio que se podría utilizar en un futuro y nos dirigimos con cautela escaleras abajo.
Eran cinco pisos más el que conducía al parking. Bajamos lentamente a la cuarta planta, donde la puerta de uno de los pisos estaba abierta, pero no había luz en el interior. Continuamos bajando, llegando al segundo piso, donde un reguero de sangre apuntaba al piso inferior y no invitaba a bajar, pero no teníamos más remedio.
Yo iba primero y bajé un par de escalones con cautela y pude ver el cuerpo de un hombre lleno de sangre plantado delante de la puerta del ascensor. ¡El ascensor, claro! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes utilizarlo para bajar al parking? Aún había electricidad y debería funcionar.

Volvimos al segundo piso y llamamos al ascensor, lo cual formó un alboroto que hizo callar al silencio que reinaba en todo el edificio. El ruido pareció haber alimentado la curiosidad del hombre que se encontraba en el primer piso y ahora subía por las escaleras, mientras el ascensor abría sus puertas mostrándonos una salvación momentánea.
Corrimos hacia dentro y pulsamos el botón del parking. Las puertas empezaron a cerrarse lentamente, pero el hombre ya corría hacia nosotros y metió un brazo en la cabina del ascensor antes de que las puertas se cerrasen completamente. Las puertas se abrieron y sin pensármelo empujé con todas mis fuerzas al hombre, que cayó rodando por las escaleras. Ésta vez sí, el ascensor se cerró y comenzó a descender hacia el parking mientras oíamos como aquél hombre había vuelto a subir al segundo piso y golpeaba con violencia la puerta del ascensor.

Llegamos al parking sin más sobresaltos. Las puertas se abrieron y un montón de coches esperaban en la oscuridad a que alguien los arrancase, pese a que muchos de ellos se quedarían allí para siempre.

Empecé a apretar el mando a distancia del coche, pero no parecía abrirse ninguno. Caminamos unos metros entre las filas de coches hasta que uno dio varios pitidos y los intermitentes se encendieron. Era ese. Un todoterreno de gama alta casi nuevo. ¿Cómo podía Ramón permitirse ese coche? Con lo que salía del periódico está claro que no… Al menos yo no podría haberme permitido ese coche en la vida.
Abrimos el maletero e introdujimos las mochilas dentro. Era un maletero bastante grande, incluso sobraba espacio después de poner las dos grandes mochilas cargadas de comida, agua y varias cosas más.

Cerré el maletero y miré con una sonrisa a Vanesa – ¿Nos vamos? – le dije.
- Creo que no – Contestó Vanesa mirando algo detrás de mí.
- Yo tampoco lo creo, dame esas llaves.
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Mensaje  Mortfalius Vie Abr 02, 2010 3:19 pm

10



Era la voz de una mujer con un marcado acento inglés.
- No te lo repetiré, dame esas llaves.
Me giré y pude ver el cañón de una pistola apuntándome a la cara.
- Espera… Podemos ir todos. Cabemos los tres en el todoterreno.
Dio una calada al cigarro que llevaba y tras retirárselo de la boca, siempre sin dejar de apuntarme, dijo: - Yo no voy con nadie. Por última vez, dame las llaves.
- No dispararás. Si quisieras matarnos ya lo habrías hecho. No te daré las llaves.
En realidad estaba muerto de miedo, pero no podía ceder las llaves. Eran nuestra única salida del edificio.
- Mira, si aún no os he matado es porque no quiero malgastar balas que más tarde pueda necesitar.
Apuntó ahora a Vanesa que se sobresaltó y volvió a pedirme las llaves. Se las lancé y las cogió al vuelo, mientras sujetaba el pitillo con la boca.
- Subid al coche. Nos vamos – Nos dijo.

Vanesa y yo nos miramos, sin saber qué hacer.
- ¿Estáis sordos? ¿No queríais venir? Subid al coche.
- ¿Por qué ahora quieres que te acompañemos? – Le dije.
- Si esas cosas se nos acercan podéis ser un buen señuelo y, mientras os destrozan, yo podré escapar. Ah, por cierto, podéis llamarme Violet.

Subimos al coche y yo llevaba el volante. Vanesa iba sentada en el sitio del copiloto mientras que Violet iba en el asiento que había justo detrás de mí, dándome instrucciones sobre por donde ir.
Salimos del parking y la luz de la mañana nos cegó por momentos. Instantes después contemplamos una calle vacía. Sólo un par de personas deambulaban por ella sin rumbo fijo.
- A la derecha, acelera y no frenes. Cuando ya no puedas ir más hacia delante, gira a la izquierda.
- ¿A dónde vamos? – Pregunté, sabiendo que no obtendría la respuesta que buscaba.
- Tengo que encontrar una cosa. – Dijo ella, sin dar más pistas.

Giré hacia la derecha como había indicado y apreté el acelerador a fondo. El coche rugió y empezó a avanzar a toda velocidad. Las pocas personas que deambulaban por la calle pronto se convirtieron en docenas. Salían de detrás de los coches, de detrás de un quiosco, de las calles colindantes e incluso de algunos portales. Pronto una muchedumbre seguía el coche, aunque éste era mucho más rápido. Cuando llegamos al final de la calle giré hacia la izquierda como me había indicado Violet y unos instantes después me ordenó que frenase y que saliésemos del coche.
Nos encontramos delante de la redacción, de mi redacción.
- ¿Por qué hemos venido aquí? – Pregunté, intentando disuadirla de la idea de entrar allí.
- Creo que aquí puede estar lo que busco. Y más vale que abras la puerta si no quieres que nos maten. Empiezan a acercarse.
- ¿Cómo sabes que puedo abrir ésta puerta?
- ¿Crees que os rapté por casualidad? Abre la puerta.

Abrí la puerta y entramos los tres. Tras cerrar con llave apreté el interruptor y los fluorescentes parpadearon varias veces antes de iluminar la sala.
Violet se abalanzó sobre el paquete de éternité en cuanto lo vio.
- Esto es. Lo sabía. ¡Shit! – Maldijo en inglés.
- ¿Por qué usasteis esto? ¿Cómo lo conseguisteis?
- No sé. Ramón lo consiguió. Yo no tengo nada que ver con eso. – Le dije, con más miedo que vergüenza.
- ¿Nos vas a contar quién eres y cómo sabías que teníamos eso? – Replicó Vanesa.
- Simplemente me informaron que un paquete con éternité venía hacia aquí y mi misión era interceptarlo. Como veis he llegado tarde. Demasiado tarde para evitar toda esta mierda.
Cayó abatida en un sillón, tras un largo suspiro.
- Bueno… Y ahora ¿qué hacemos? – Pregunté.
- Esa herida de tu brazo… ¿Cómo te la hiciste?
Sin darme tiempo a contestar, me pasó un algodoncillo de los que venían en la caja y me pidió que lo frotase por la parte interior de la mejilla. Se lo devolví empapado y ella lo metió en un bote con un líquido que en principio era transparente pero tras agitarlo suavemente cogió una coloración azul cielo.

- Estás infectado. – Dijo sin pestañear mientras se encendía otro cigarro.
Esas palabras me produjeron un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo de arriba abajo e hizo que tuviese que sentarme para poder digerir el mensaje.
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Mensaje  Mortfalius Lun Abr 05, 2010 2:17 pm

11



La noticia me cayó como un jarro de agua fría. Cuando ya ni me acordaba de la herida, cuando ya pensaba estar a salvo de la infección, por lo menos momentáneamente, me entero que acabaré convertido en una de esas bestias.

- Hasta donde sé, si mueres acabarás convertido en uno de ellos. Lo único que tienes que hacer es no morir. – Dijo Violet.
- Cómo si eso fuese tan sencillo en estos momentos… ¿No hay una cura? ¿Un antídoto? ¿Algo que invierta el proceso?

- Las informaciones son confusas, pero por ahora no parece posible. Verás… Por lo que sabemos, o sabíamos hasta hace un par de días, cuando te inyectas eso te vuelves inmortal hasta cierto punto. Tu cuerpo sigue necesitando respirar, comer, dormir… De lo único de lo que no podrá morir será de envejecimiento, ya que a tus células de alguna forma no se les da esa oportunidad.

- ¿Cómo sabes tanto de algo que aún no había salido al mercado? ¿Para quién trabajas? – Le preguntó Vanesa, acercándose a ella.

- No es de tu incumbencia y ahora ya da igual. He fracasado. No he podido evitar todo esto y por ello no puedo volver. Bueno, aunque quisiese dudo que pudiera.
- ¿Qué quieres decir?
- Que si vuestro gobierno sabía aunque fuese la mitad que el nuestro sabrá qué es éternité y pondrán los medios necesarios para que no se expanda.
- Eso es una buena noticia ¿no? – Pregunté esperando un sí rotundo aunque sabía que no sería así.
- Bueno para los que se encuentren fuera; fuera de la ratonera donde nos deben haber encerrado. Hay que salir de aquí ya si queremos tener alguna oportunidad.
- ¿Estás diciendo que el gobierno nos abandonará? Es imposible. La presión mediática sería…

Antes de que pudiese acabar la frase Violet golpeó la mesa con el puño cerrado y continuó su discurso: - No sabéis nada. Ni tenéis idea de nada. No durarán en abandonar toda la ciudad a su suerte si fuese necesario. ¿Crees que tendrán problemas para crear una tapadera? Para nada. La comunidad internacional sabe lo que se cuece, por lo menos lo deben estar empezando a saber y si saben que la tapadera es para contener la infección y que no se convierta en pandemia mundial mirarán hacia otro lado mientras la gente se pudre aquí dentro.

- Y antes de abandonar la ciudad a su suerte ¿No entraría el ejército y acabaría con los infectados?
- No se puede. No pueden morir. Esto no es un puto videojuego. Aquí el enemigo no tiene un punto débil donde golpearle para vencerlo. Simplemente, no pueden morir.

- Antes me has dicho que yo puedo morir si no como, si no duermo…

- ¡No te has enterado de nada! Parece mentira que hayas sobrevivido dos días con esas cosas por ahí. Ya están muertas. Esas personas ya están jodidamente muertas. ¿No has visto las heridas? ¿Personas reptando por el asfalto sin piernas y medio abdomen devorado? Eso es lo que nadie entiende. Lo que nadie había pensado. Todo era perfecto imaginando al ser humano inmortal, que podría perpetrarse sobre la faz de la Tierra, convirtiéndose en un semidios. Pero no tuvieron en cuenta qué pasaría cuando ese semidios muriese porque era una variable que no estaba en la ecuación.

- Es que en realidad no están muertos – Replicó Vanesa.

- Exacto. De alguna manera sus cuerpos han conseguido esquivar a la muerte pero por alguna razón que no llego a comprender cuando parecen fallecer se vuelven hostiles, intentan acabar con los que estamos realmente vivos y si por si eso fuese poco, no necesitan alimento, oxígeno ni parecen sentir ningún tipo de dolor o miedo.
Y ahora pongámonos en camino e intentemos salir de la ciudad antes de tener toda la eternidad para debatir sobre el porqué de toda esta mierda.


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Ésto solamente acaba de empezar pero... ¿Alguna impresión?
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Mensaje  DarkHades Lun Abr 05, 2010 2:34 pm

He leido los primeros 3 capitulos pero ya me ha gustado,sigue asi compañero,que nadie comente no significa que nadie lo lea Very Happy
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Mensaje  Mortfalius Miér Abr 07, 2010 3:15 pm

Vamos con el capítulo 12, gracias DarkHades por el comentario Wink




12



- Hay que intentar ir hacia el punto de la ciudad más alejado del epicentro de la epidemia. Lo más lejos posible del parking donde nos encontramos – Dijo Violet.

Hacía ya unos minutos que habíamos abandonado la redacción llevándonos con nosotros la caja con la que Ramón había entrado unos días antes por la puerta.

Los cuerpos salían de cualquier rincón al escuchar o ver el coche, pero no lo alcanzaban y los que lo conseguían salían despedidos por las embestidas del todoterreno o terminaban bajo sus ruedas.

Vanesa iba curioseando la caja. Leyendo el librillo que venía dentro como si fuese a encontrar un capítulo que dijese “Qué hacer si tu amigo muere, revive y quiere matarte”.


Me sentía como si estuviésemos en un safari, nos hubiésemos acercado demasiado con el jeep a los animales salvajes y éstos intentasen devorarnos. Juraría incluso que reconocí algunos rostros, pero preferí no pensar demasiado en ello. Por suerte no había tráfico y durante todo el trayecto sólo encontramos un par de coches que impedían el paso por carretera y tuve que subir el todoterreno a la acera para poder continuar adelante.
Cuanto más nos alejábamos del piso de Ramón menos infectados se veían por la calle, pero no por ello se respiraba aire de normalidad. No había nadie por las calles y la ciudad estaba en un completo silencio.

Al fin llegamos a una calle que estaba cortada por una alambrada de unos cuatro metros de altura que en su parte superior estaba recubierta por alambre de espinos. Atravesaba toda la calle y era imposible pasar. De ella colgaba una lona gigante a modo de cartel que con letras mayúsculas decía “VOLVED A VUESTRAS CASAS, VOLVEREMOS A POR VOSOTROS”.

Bajé del coche y corrí hacia la calle contigua, donde me encontré con otra alambrada y una réplica del cartel.

- Toda la ciudad está rodeada – Escuché decir a Violet que me había seguido. – He llegado tarde, de nuevo. Aún así aquí no parece haber gente. Quizás fue evacuada. Sería lo más lógico.

- Deberíamos esperar a que volviesen a por nosotros. Simplemente tenemos que escondernos hasta entonces – Dije más para mí mismo que para que ella me escuchase.

Antes de que ella pudiese recordarme de nuevo que nadie volvería a por nosotros, escuchamos chillar a Vanesa, que se había quedado en el coche.
Corrimos hacia allí y nos encontramos a un hombre obeso que se encontraba golpeando el todoterreno, tratando de alcanzar a Vanesa que estaba en su interior.
Al vernos llegar corrió hacia nosotros; más concretamente, hacia Violet. Ella pareció quedarse en shock mientras la inmensa mole corría hacia ella.

- ¡Dispara! ¡Vamos dispara! – Le grité, intentando que reaccionase.
Cuando el hombre estaba a escasos metros levantó el arma y le descerrajó tres tiros en la cabeza que acabó reventada por varios puntos. El hombre cayó hacia atrás, de espalda.

- Pensaba que te mataba ¿qué hacías?
- Acabo de desperdiciar tres balas.
- ¿Pero qué dices? Te iba a matar. Y ahora hay uno menos rondando por ahí – le dije mientras movía el cuerpo del infectado levemente con el pie.
- Yo que tú me apartaría de ahí. No tardará en levantarse.

Dicho y hecho, el hombre, que ya no tenía rostro, simplemente tres grandes boquetes en plena cara, se levantó y empezó a vagar por la calle, como aturdido.

- No nos ataca - dijo Vanesa saliendo del coche.
- Parece lógico, ¿no? No tiene ojos. Sin embargo mira, ¡Eh tú, idiota, aquí! – gritó Violet.
El muerto se giró y comenzó a avanzar lentamente hacia a ella, tropezando con todo lo que había en su camino.

- Parece que aún puede escucharte.
- Sí, pero mira – dijo Violet mientras recogía una piedra de unos dos quilos del suelo.
Golpeó con la piedra repetidas veces la cabeza del hombre hasta que ésta no fue más que un trozo de carne sanguinolento. Volvió a gritar y ésta vez el hombre no reaccionó. Aún así, seguía avanzando, ahora de forma errática, sin una dirección fija.

- Ese idiota aún nos está buscando, y no os dejéis engañar. Si por alguna casualidad os llegase a coger, os destrozaría antes de que pudieseis reaccionar. Ya os he dicho que no pueden morir. No os confiéis.
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Mensaje  Mortfalius Sáb Abr 10, 2010 12:33 am

13



Aún seguía pensando en que estaba infectado y que, irremediablemente, tarde o temprano acabaría muriendo y convirtiéndome en una cosa de esas.
Ahora que sabíamos que la ciudad o por lo menos gran parte de ella había sido sitiada no teníamos más remedio que buscar un lugar que fuese más o menos seguro donde poder pasar los próximos días antes de intentar escapar. Al no ser una ciudad costera las posibilidades disminuían considerablemente pero quizás quedase algún punto sin vallar o pudiésemos escapar por alguna carretera secundaria.

Conduje intentando apartarme de los barrios más poblados pero aún así bastantes infectados salían a nuestro encuentro pese a que no lograban alcanzar al vehículo. Finalmente llegamos a un descampado donde había lo que parecía ser un almacén o una fábrica. Fuese lo que fuese daba la impresión que hacía años que nadie entraba ahí. No era gran cosa, pero de momento nos serviría para mantenernos un par de días a salvo y ver cómo evolucionaba todo. Yo todavía seguía con la esperanza de que en pocos días apareciese el ejército o algún tipo de equipo de rescate y nos sacase de allí pero prefería no comentarlo porque ya sabía la opinión de Violet al respecto.

La verdad es que quizás no estuvo mal toparse con ella, o mejor dicho, que nos encontrase. Ahora disponemos de un arma y de una persona que sabe bastante más que nosotros sobre lo que está sucediendo. Si nos hubiese querido matar lo hubiese hecho en cuanto nos vio, por mucho que dijese que no quería malgastar munición.

El edificio estaba rodeado de una verja que por algunos puntos se había oxidado. Paré el coche justo delante de la puerta y nos bajamos. Estaba abierta. Eso sólo podía significar dos cosas: o no había nada de valor como para molestarse en cerrar la puerta, o alguien había tenido la misma idea que nosotros.
Entramos dentro del recinto. El terreno estaba vacío casi por completo. Sólo pudimos ver un par de toros de esos que se usan para mover palees con mercancías. Por desgracia no estaban las llaves en el contacto. Llegamos hasta la puerta del edificio que tan de cerca ofrecía un aspecto más lamentable del que ya ofrecía desde lejos. Muchas de las ventanas estaban rotas y los cristales yacían esparcidos por todas partes. Intenté girar el pomo de la muerta mientras Violet apuntaba con su arma por lo que pudiese salir de allí pero el pomo no giró. Estaba cerrada.

Violet se abalanzó sobre la puerta y le pegó una patada, tirándola abajo.
- Si la madera está podrida es fácil sacar las bisagras de la puerta con un golpe – Dijo mientras se internaba en el edificio.

Vanesa y yo entramos detrás. Una vez dentro ya no tuve dudas de lo que era, se trataba de un almacén. Había palees con cajas de cartón por todas partes, pero la mayoría estaban vacías. Las que no lo estaban contenían camisetas, todas ellas blancas, o blancas debieron ser en su día, ahora tenían una tonalidad beis.

El techo, formado por placas metálicas de amianto dejaba ver trozos de cielo y filtraba los rayos del sol que hacían que la nave industrial tuviese una tonalidad anaranjada.

Encontramos una pequeña estancia que supusimos que se trataría de una oficina o un sitio donde guardar el inventario del almacén y otro tipo de papeleo. Encontramos algunos papeles casi ilegibles por el estado en el que se encontraban.

- Bueno… No será el sitio ideal, pero haciéndole unos retoques será un buen sitio para pasar la noche – Dijo Violet mientras aún ojeaba algunos papeles sucios.



-----------------------------------------------------------------------------------------------------------


Por cierto, os dejo un dibujo hecho por una chica de mi clase. Es Violet, el personaje del relato que me sugirió ella, dicho sea de paso.


Eternamente Vivos Thump_4338032violet


Próximamente podréis encontrar éste y otro tipo de contenido "extra" en el blog y en el grupo de Facebook del relato.

Y si alguien quiere hacer sus aportaciones con dibujos, ideas o lo que sea, por supuesto serán bienvenidas Smile
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Mensaje  Mortfalius Mar Abr 13, 2010 12:24 am

14



El día empezaba a llegar a su fin y si queríamos pasar una noche medianamente tranquila deberíamos acondicionar el lugar aunque sea mínimamente para que fuese seguro.

Atrancamos la puerta de la verja poniendo tras ella un escritorio que había en la “oficina”. La madera estaba podrida pero aún así ofrecería una buena resistencia tras la puerta ya que su peso seguía siendo considerable. El resto de la alambrada esperábamos que aguantase, al menos esa noche.

Antes de encerrarnos pasamos el coche dentro del recinto y lo cubrimos con una lona vieja que cubría un montón de cajas llenas de camisetas. Si alguien pasaba por la zona lo que menos nos interesaba es que supiese que estábamos allí y un todoterreno en perfectas condiciones podría llamar la atención de cualquiera además de ser nuestro único medio de transporte.

Dentro procedimos de manera similar. Taponamos la puerta con cajas llenas de camisetas. No era lo ideal, ni siquiera sería suficiente si una persona intentaba entrar, pero sin duda la retrasaría lo suficiente como para darnos tiempo a reaccionar, o eso esperábamos.

Por supuesto no había electricidad, por lo que los fluorescentes y demás luminaria que había repartida por el almacén de poco nos serviría una vez entrada la noche.
Violet seguía sin fiarse demasiado de nosotros así que optó por encerrarse en la oficina para pasar la noche. Vanesa y yo cogimos un par de cajas con camisetas y las esparcimos por el suelo para poder dormir sobre algo que no fuese el frío suelo.

Quizás fuese por la irrupción de Violet, pero desde que supimos que yo estaba infectado Vanesa se distanció de mi, pero no la culpo, no puedo decir que yo no lo hubiese hecho. Mi cuerpo es como una bomba de relojería que un día u otro explotará. Quien sabe si ésta misma noche no tengo un paro cardíaco y me levanto convertido en un monstruo.

Quizás debiese apartarme de ellas, no me gustaría hacerles daño llegado el momento, pero me da miedo quedarme sólo y más tal y como está la ciudad ahora.

Un ruido me sacó de esos pensamientos. Era la verja de fuera, no había duda. Un golpe seco había hecho vibrar el alambre y ahora se mecía rítmicamente. Antes de que le dijese nada a Vanesa, Violet ya salía de la oficina con el arma en la mano. Miró por una de las ventanas rotas y nos hizo una señal para que mirásemos nosotros.
Alguien estaba pegado a la valla. Ya estaba oscuro y costaba distinguir si era un hombre o una mujer, pero alguien o algo estaba ahí delante tocando la verja.

No íbamos a salir a ver qué quería o quién era así que nos mantuvimos en silencio observándole durante unos minutos. Parecía que quería entrar, pero tampoco ponía mucho empeño en ello.

Tras estar unos minutos observándole, Vanesa estornudó y entonces arremetió violentamente contra la valla. Ese estornudo fue como la detonación de una bomba. Pareció haber activado a quien fuese que era quien golpeaba la verja. Lo hacía una y otra vez, creando un ruido ensordecedor.

Pronto nos dimos cuenta de que o le parábamos o atraería a todo ser vivo – o muerto – situado a kilómetros a la redonda. Los primeros no tardaron en llegar. Posiblemente eran los que nosotros mismos habíamos atraído y dejado un poco atrás con el coche ese mismo día. Ahora golpeaban con furia la verja y cada vez era más evidente que teníamos que salir de allí. Si llegaban a entrar en el recinto estaríamos perdidos. Las pocas provisiones que teníamos estaban en el coche pero apenas durarían un par de días y, aunque así fuese, lograrían entrar por la fuerza tarde o temprano.

Pregunté a Violet por qué no trataba de dispararles pero ella me hizo un gesto negativo con la cabeza. Realmente serviría de poco dispararles, eran demasiados.
Apartamos las cajas de camisetas de la puerta y salimos al recinto. Al salir se nos cayó el mundo encima. Era mucho peor de lo que podíamos preveer. Mucho peor de lo que habíamos podido ver desde la ventana. El recinto estaba casi completamente rodeado por cuerpos que zarandeaban la oxidada verja a su antojo. Entre los atacantes, ahora que estaba más cerca, podía ver niños. Niños de pocos años de edad con heridas que harían escalofriarse al más curtido de los enfermeros que atendían las urgencias intentaban cogernos metiendo sus pequeños bracitos por la alambrada.

Por suerte no se habían dado cuenta de que la alambrada disponía de puerta y ésta no era atacada más que cualquier otro punto de la verja. No parecían ser muy inteligentes.
Los cuerpos seguían llegando, ya debían ser cientos los que se habían acercado corriendo hacia el almacén y apoyando todo su peso contra la valla hacían que ésta se inclinase ligeramente hacia adentro. Caería. Sin duda caería en poco tiempo.

- ¡Al coche! ¡Subid al coche! – Nos gritó Violet.

Los gritos no hicieron más que avivar a la muchedumbre que empujaba ahora con más ahínco si eso era posible.
Subimos al coche tras retirar la lona que lo cubría y yo lo hice en el asiento del conductor, como lo había hecho durante todo el día.

- Agachaos y pisa a fondo. Es nuestra única posibilidad de salir de aquí con vida.
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Mensaje  horacio campos Sáb Mayo 01, 2010 4:48 am

?Cuando el siguiente capitulo?
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Mensaje  Mortfalius Dom Jun 27, 2010 7:15 pm

Perdón, lo dejé por completo. Acabo de terminar los exámenes, empieza el veranito y no tengo curro... Creo que es el momento de retomarlo Smile
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Mensaje  Mortfalius Mar Jun 29, 2010 1:06 am

Lo prometido es deuda... Allá vamos de nuevo con los Z:


15



Todavía estábamos viendo por televisión lo que estaba pasando en nuestra propia ciudad, apenas a unas manzanas de distancia y no podíamos creerlo. Aún no había amanecido cuando golpearon la puerta varias veces. Pude escuchar como también golpeaban las puertas de los vecinos. Un hombre gritaba en el rellano que debíamos salir para ser evacuados.

Abrí la puerta y dos hombres entraron, preguntaron si había más gente en el piso aparte de nosotros cuatro y al sentir nuestra negativa nos condujeron escaleras abajo a toda velocidad.

Lorena lloraba mientras mi marido trataba de tranquilizarla mientras la llevaba en brazos escaleras abajo.

No nos dejaron coger nada. Todos nos fuimos con lo que llevábamos encima. Nos subieron en camiones en los que íbamos apilados como ganado. No nos dijeron cuándo podríamos volver, ni siquiera si podríamos volver.

Dejamos nuestros hogares atrás y nos llevaron a un gran recinto vallado. En él había tiendas improvisadas donde nos metieron. Al principio una por familia. Después, cuando llegaron más refugiados las tiendas, de no más de seis metros cuadrados, eran compartidas por dos o incluso tres familias.

Además de las tiendas que actúan de dormitorios improvisados el recinto cuenta con un comedor común en el que sirven comida para todos dos veces al día. Comida y cena.

Unas letrinas como las que hay en las obras y una rudimentaria enfermería completaban la escena.

La gente tenía miedo. A algunos los arrestaron y no volvieron. Otros nos mantuvimos en silencio intentando no llamar la atención y todo nos fue más o menos bien, por lo menos los primeros días.

Compartíamos tienda con una pareja de ancianos. Éramos cinco. Mi marido, mi hija, el matrimonio de ancianos y yo. Eran buena gente y no tuvimos demasiados problemas. Tratamos de cederles las camas –si es que merecen ser llamadas así- más cómodas y ellos nos lo agradecieron.

A los tres días comenzaron los problemas. Teóricamente estábamos fuera de la zona de peligro. Una zona amplia de la ciudad que los militares ya habían vallado concienzudamente. Habían sellado las alcantarillas, las bocas de metro y cualquier otra vía de escape que pudiese propiciar que la infección se propagase.

Lo que no habían tenido en cuenta es qué pasaría si la infección se desataba aquí dentro. Y eso fue lo que pasó hace menos de 24 horas. Ayer llegó un nuevo cargamento de gente. Entre ellos una muchacha muy malherida que fue trasladada al instante a la enfermería. A las pocas horas la enfermería fue sellada y declarada en cuarentena. Se escucharon golpes y gritos durante horas. Gritos de auxilio que los militares intentaron que no escuchásemos llevándonos al comedor. Aún así los gritos se colaban por la lona que hacía de pared aunque nadie quiso decir que los oía. A las pocas horas ya no había gritos. Simplemente golpes. Golpes en las puertas que pronto fueron atrancadas con tablones o cualquier cosa que tuviese consistencia.

Dudo que lo que haya ahí dentro tarde mucho en salir. La enfermería no es más que una chabola de material prefabricado.
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Mensaje  Mortfalius Jue Jul 01, 2010 11:55 pm

16


Los soldados rodearon la enfermería mientras nosotros permanecíamos todos juntos en el comedor. La lona lo cubría sólo parcialmente y eso nos permitía ver la enfermería.

Con un golpe seco parte del material prefabricado del que estaba hecha la enfermería salió por los aires. Por el agujero empezó a salir gente, la mayoría personal sanitario, pero también los heridos que se encontraban allí recuperándose.

Uno de los soldados con un megáfono ordenó que se detuvieran y se tirasen al suelo, pero al ver que era inútil cualquier tipo de diálogo hizo un gesto con la mano y las balas llovieron sobre los cuerpos. Cientos de balas acribillaron tanto los cuerpos como la enfermería. El petardeo ensordecedor de las balas duro casi un minuto, pero me pareció eterno. Cada cuerpo tenía 20, 40 o 100 agujeros de bala pero aún así seguía avanzando.

Algunos caían pero volvían a ponerse en pie. Otros se arrastraban al tener las piernas rotas y otros simplemente se movían sin poder desplazarse al tener todo su cuerpo mutilado.

Los soldados se miraban entre ellos. No sabían qué hacer. Poco a poco los infectados se fueron acercando y ellos iban retrocediendo lo que hizo que toda la gente saliese corriendo en todas direcciones y el refugio se convirtiese en un caos. La gente se dirigió a la puerta para poder salir pero un escuadrón de soldados situados delante de ella les ordenó que no se acercasen. Un chico rubio, de unos veinte años de edad se abalanzó sobre los soldados y éstos abrieron fuego sobre él, lo que no hizo más que aumentar la histeria del momento.

Estábamos atrapados. O caíamos en las garras de los infectados o nos disparaban. Optamos por que nos disparasen. Una marea de gente se abalanzó sobre los soldados que estaban delante de la puerta y éstos no pudieron hacer otra cosa más que disparar a todo lo que se les venía encima. Mataron a docenas, quizás algunos cientos, pero todos los demás pudimos escapar gracias a ellos. Pasamos por encima de los soldados y tiramos abajo la valla que nos separaba del exterior.

Entre nosotros habían infectados que iban cazando todo lo que podían. Eran como ballenas atacando un banco de peces. La gente se dispersó en todas direcciones. Corríamos mientras ellos hacían lo mismo detrás de nosotros. Nadie se paraba a no ser que un pariente cercano fuese atacado, en cuyo caso caían ambos. A veces ni eso. Pude ver a maridos abandonando a sus mujeres mientras eran devoradas. Hijos abandonando a sus padres ya ancianos porque no podían correr, o padres abandonando a sus hijos a su suerte cobardemente.

Nosotros tres nos mantuvimos unidos y corrimos por aquél semidesierto. Junto a nosotros venían varias personas más. La mayoría jóvenes. Durante la huída se produjo un proceso de selección natural al que no estamos acostumbrados los humanos. En la sociedad actual se intenta que todas las personas tengan las mismas oportunidades y derechos. Se intenta que gente con alguna discapacidad, ya sea mental o física pueda hacer lo mismo que una persona sana. Es un proceso que parece lógico y moral pese a ser del todo antinatural.
Sobrevivimos los más fuertes, los más rápidos, los más resistentes. Todo aquél con una minusvalía, con sobrepeso, con asma, en baja forma o simplemente entrado en años, cayó aquél día.

Nos encontrábamos a las afueras de la ciudad. Mejor dicho entre dos ciudades. Lo suficientemente lejos de ambas como para no poder llegar a pie a ninguna de ellas en menos de 8 horas.

Optamos por apartarnos de la carretera principal pero la seguíamos paralelamente para poder volver a nuestra ciudad. No tenía sentido ir a otro sitio. No tenía sentido huir hacia ninguna parte puesto que ya nada era seguro. Regresaríamos y lucharíamos por nuestros hogares.
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Mensaje  Mortfalius Sáb Jul 10, 2010 7:28 pm

17


Llevábamos andando varias horas y apenas ninguno de los 9 que íbamos hacia la ciudad había dicho nada. Una chica joven, de unos veintitantos años de edad iba llorando mientras andaba. Seguramente había perdido a algún conocido durante la masacre o quizás simplemente lloraba de impotencia al ver que su vida jamás volvería a ser la misma.

Un par de chicos se pararon y pidieron la atención de los demás.

- ¡Perdonad! ¡Un momento!

Todos nos giramos para verles.

- ¡Escuchad! ¿Qué pensáis hacer cuando lleguéis a la ciudad? Ya vistéis que está rodeada, que sellaron el alcantarillado, el metro... No había forma de entrar o salir de allí después de que lo cerrasen.

- Encontraremos la forma. Es muy difícil que lo hayan sellado todo en tan pocos días. - dijo mi marido.

- Haced lo que queráis, pero os volverán a coger y os volverán a llevar a otro antro como en el que estábamos.

- ¿Qué pensáis hacer vosotros? - pregunté.

- Nos desviaremos siguiendo esa carretera secundaria y llegaremos a un pequeño pueblo donde conocemos gente - dijo el chico mientras señalaba la carretera que pensaban seguir.

- ¿Qué os hace pensar que no habrá infectados ya allí?

- Es un pueblo pequeño y sólo se puede llegar por ésta carretera secundaria. Esperamos que aún nada de ésta mierda haya llegado allí. Además, preferimos ir a un sitio donde no sabemos si hay infectados que meternos en el epicentro de la infección.

- ¿Abandonaréis vuestros hogares? - Preguntó un hombre que estaba a mi derecha.

- ¿Hogares? Lo que fuese en el pasado ya no importa. Ahora esa ciudad no es más que una ciudad fantasma. No es más que el Chernobyl del siglo XXI. Buscaremos suerte en otra parte.

Nadie más dijo nada, seguramente porque había mucho de cierto en sus palabras. Se despidieron con un “Nos vemos, suerte” y se giraron para seguir su camino.

Nosotros por nuestra parte seguimos caminando hacia nuestra ciudad. En pocas horas llegaríamos.
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Mensaje  Mortfalius Lun Jul 12, 2010 12:20 pm

18




Ya podíamos ver como los edificios se erguían en el horizonte. Llegamos a la ciudad por el norte de ésta, por donde habíamos salido unos días atrás. Nuestro hogar no quedaba muy lejos, apenas a unas manzanas de distancia.

- Ya hemos llegado... ¿Alguna idea de como entrar? - Preguntó uno del grupo.
- Quizás... - Murmuró la chica que horas antes iba llorando.
Se apartó de nosotros. Sus pasos decididos indicaban que buscaba algo, no había duda, pero ¿el qué?

Sus pasos se convirtieron en zancadas y echó a correr resiguiendo la valla. Cuando estuvo a unos cincuenta metros del grupo, se agachó y nos hizo señas de que nos acercásemos.

Se encontraba frente a la valla y sonreía.

- ¿Qué te hace tanta gracia?- Le dijo un chico joven que vestía unos tejanos y una camiseta roja.
- ¿No lo veis? Estamos en medio del descampado.
- ¿Y qué? - Insistió el joven para ver si la chica explicaba de una vez que era lo que los demás no veíamos.

Pegó un par de puntapiés al suelo levantando trozos de tierra.

- La tierra está blanda. Podemos cavar y pasar por debajo de la valla.

Un murmullo recorrió al grupo y pronto todos nos encontrábamos cavando con nuestras propias uñas o los que tuvieron más suerte con alguna roca que encontraron en el descampado.

A ratos miraba al otro lado de la valla, pero no había nadie. La imagen transmitía una tranquilidad que ponía el vello de punta. Una racha de viento trajo la hoja de un periódico hasta la valla haciendo que me sobresaltase y que los demás me miraran. El periódico tenía como fecha 21 de Marzo, quizás fuese el último periódico que se repartiría nunca más en nuestra ciudad.

Cuando el agujero fue lo suficientemente grande como para que una persona adulta cupiese por él, nos fuimos arrastrando para pasar al otro lado de la valla. Uno a uno, todos entramos en lo que aquél chico horas antes había llamado "el Chernobyl del s.XXI" y ésto me hizo pensar que éramos como esa gente que volvió a Pripiat después del desastre nuclear. Esa gente que, pese a saber que volviendo atrás les esperaba una muerte casi segura, decidieron volver a sus hogares para acabar sus vidas donde habían nacido.

El ruido del motor de un coche, seguramente de gran tamaño, me sacó de mis pensamientos y todos contuvimos la respiración. Había alguien más en la ciudad.
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