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Mensaje  NIGHT_WALKER Dom Nov 01, 2009 7:18 am

EL tsun zu {El arte de la guerra} PARTE 1






TEMARIO




Sobre
la evaluación


Sobre
la iniciación de las acciones


Sobre
las proposiciones de la victoria y la derrota


Sobre
la medida en la disposición de los medios


Sobre
la firmeza


Sobre
lo lleno y lo vacío


Sobre
el enfrentamiento directo e indirecto


Sobre
los nueve cambios


Sobre
la distribución de los medios


Sobre
la topología


Sobre
las nueve clases de terreno


Sobre
el arte de atacar por el fuego


Sobre
la concordia y la discordia


El
Arte japonés de la Guerra



















































SUN TZU


(El
arte de la guerra)









Sobre la evaluación.





Sun
Tzu dice:
la
guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la
muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso
manejarla bien
.
No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una
culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que
nos es más querido; y ello no debe ocurrir entre nosotros.



Hay
que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer
comparaciones entre diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a
determinar el resultado de la guerra.



El
primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el
terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.



La
doctrina significa aquello que hace que el
pueblo esté en armonía con su gobernante, de modo que le siga donde sea, sin
temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro.



El
tiemposignifica el Ying y el Yang, la noche y el día, el frío y el
calor, días despejados o lluviosos, y el cambio de las estaciones.



El
terreno implica las distancias, y hace
referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o
lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia.



El
mando ha de tener como cualidades:
sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y disciplina.



Por
último, la
disciplina ha de ser comprendida como la
organización del ejército, las graduaciones y rangos entre los oficiales, la
regulación de las rutas de suministros, y la provisión de material militar al
ejército.



Estos
cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que
los domina, vence; aquel que no, sale derrotado.



Por
lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguientes siete
factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:



¿Qué
dirigente es más sabio y capaz?



¿Qué
comandante posee el mayor talento?



¿Qué
ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?



¿En
qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?



¿Qué
tropas son más fuertes?



¿Qué
ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?



¿Qué
ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?



Mediante
el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cual de los dos
bandos saldrá victorioso y cual será derrotado.



El
general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido
al mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser
destituido.



Tras
prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que
contribuya a su cumplimiento. Por
situación quiero
decir que debe tomar en consideración la situación del campo, y actuar de
acuerdo con lo que le es ventajoso.



El
arte de la guerra se basa en el engaño
. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar
incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca
del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que
se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.



Golpear
al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en
todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente
tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de
fomentar su egoísmo.



Si
las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta
desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al
enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las
claves de la victoria para el estratega.



Ahora,
si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque
los cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más
favorables que las condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque
muestran que las condiciones favorables para la batalla son menores. Con una
evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede.



Muchas
menos oportunidades de victoria tendrán aquel que no realiza cálculos en
absoluto.



Gracias
a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece
claramente.



















































Sobre la iniciación de las acciones.





Una vez
comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo,
desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad,
agotarás tus fuerzas.



Si mantienes
a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán.



Las armas
son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá
calamidades. Como se ha dicho: "Los que a hierro matan, a hierro
mueren." Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas
tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de
tu debilidad para sublevarse. Entonces, aunque tengas consejeros sabios, al
final no podrás hacer que las cosas salgan bien.



Por esta
causa, he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y
repentinas, pero nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que
mantuviese la campaña por mucho tiempo. Nunca es
beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por mucho
tiempo
.



Como se dice
comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido
taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido
pestañear.



Por lo
tanto, los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de
las armas no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas.



Los que
utilizan los medios militares con pericia no activan a sus tropas dos veces, ni
proporcionan alimentos en tres ocasiones, con un mismo objetivo.



Esto quiere
decir que no se debe movilizar al pueblo más de una vez por campaña, y que
inmediatamente después de alcanzar la victoria no se debe regresar al propio
país para hacer una segunda movilización. Al principio esto significa
proporcionar alimentos (para las propias tropas), pero después se quitan los
alimentos al enemigo.



Si tomas los
suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo,
puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones.



Cuando un
país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte
de provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar
distante, el pueblo se empobrecerá.



Los que
habitan cerca de donde está el ejército pueden vender sus cosechas a precios
elevados, pero se acaba de este modo el bienestar de la mayoría de la
población.



Cuando se
transportan las provisiones muy lejos, la gente se arruina a causa del alto
costo. En los mercados cercanos al ejército, los precios de las mercancías se
aumentan. Por lo tanto, las largas campañas militares constituyen una lacra
para el país.



Cuando se
agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder y
los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al pueblo de
gran parte de su presupuesto, mientras que los gastos del gobierno para
armamentos se elevan.



Los
habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la felicidad del
pueblo. El príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y austero en sus
gastos públicos.



En
consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al enemigo de sus
alimentos. Cada porción de alimentos tomados al enemigo equivale a veinte que
te suministras a ti mismo.



Así pues, lo
que arrasa al enemigo es la imprudencia, y la motivación de los tuyos en asumir
los beneficios de los adversarios.



Cuando
recompenses a tus hombres con los beneficios que ostentaban los adversarios los
harás luchar por propia iniciativa, y así podrás tomar el poder y la influencia
que tenía el enemigo. Es por esto par lo que se dice que donde hay grandes
recompensas hay hombres valientes.



Por
consiguiente, en una batalla de carros, recompensa primero al que tome al menos
diez carros.



Si
recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos, así pues, ofrece
una recompensa a un soldado para animar a todos los demás. Cambia sus colores
(de los soldados enemigos hechos prisioneros), utilízalos mezclados con los
tuyos. Trata bien a los soldados y préstales atención. Los soldados prisioneros
deben ser bien tratados, para conseguir que en el futuro luchen para ti. A esto
se llama vencer al adversario e incrementar por añadidura tus propias fuerzas.



Si
utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar
a donde vayas.



Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria
y no la persistencia
. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es
como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí mismo.



Por lo
tanto, sabemos que el que está a la cabeza del ejército está a cargo de las
vidas de los habitantes y de la seguridad de la nación.


































































Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota.





Como
regla general, es mejor conservar a un enemigo
intacto que destruirlo
. Capturar a sus soldados para conquistarlos y
dominas a sus jefes.



Un General
decía: "Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus
adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunque el
ejército enemigo esté intacto sea inservible: esto es ganar sin violencia. Si
destruyes al ejército enemigo y matas a sus generales, asaltas sus defensas
disparando, reúnes a una muchedumbre y usurpas un territorio, todo esto es
ganar por la fuerza."



Por esto,
los que ganan todas las batallas no son realmente profesionales; los que
consiguen que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar son los
mejores maestros del Arte de la Guerra.



Los
guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyectando sus planes.
Luego deshacen sus alianzas.



Por eso, un
gran emperador decía: "El que lucha por la victoria frente a espadas
desnudas no es un buen general." La peor táctica es atacar a una ciudad.
Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso.



Emplea no
menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los
recursos para tu asedio. Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es
aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan.



Por lo
tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas
enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a
otros ejércitos sin emplear mucho tiempo.



Un maestro
experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea sus
relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo
mediante estas tácticas sin necesidad de luchar.



Es
imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para obtener una
victoria completa, de manera que su ejército no quede acuartelado y el
beneficio sea total. Esta es la ley del asedio estratégico.



La
victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es
asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el
enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.



Así pues, la
regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez
veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores,
atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.



Si tus
fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuerzas son
inferiores, mantente continuamente en guardia, pues el más pequeño fallo te
acarrearía las peores consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en
lo posible un enfrentamiento abierto con él; la prudencia y la firmeza de un
pequeño número de personas pueden llegar a cansar y a dominar incluso a
numerosos ejércitos.



Este consejo
se aplica en los casos en que todos los factores son equivalentes. Si tus
fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú
y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más
numerosos, puedes entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu
estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes
retirarte y buscar una salida.



En
consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del bando
más grande.



Esto quiere
decir que si un pequeño ejército no hace una valoración adecuada de su poder y
se atreve a enemistarse con una gran potencia, por mucho que su defensa sea
firme, inevitablemente se convertirá en conquistado. "Si no puedes ser
fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado." Los generales son
servidores del Pueblo. Cuando su servicio es completo, el Pueblo es fuerte.
Cuando su servicio es defectuoso, el Pueblo es débil.



Así pues,
existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al ejército al desastre.
Cuando un Príncipe, ignorando los hechos, ordena avanzar a sus ejércitos o
retirarse cuando no deben hacerlo; a esto se le llama inmovilizar al ejército.
Cuando un Príncipe ignora los asuntos militares, pero comparte en pie de
igualdad el mando del ejército, los soldados acaban confusos. Cuando el
Príncipe ignora cómo llevar a cabo las maniobras militares, pero comparte por
igual su dirección, los soldados están vacilantes. Una vez que los ejércitos
están confusos y vacilantes, empiezan los problemas procedentes de los
adversarios. A esto se le llama perder la victoria por trastornar el aspecto
militar.



Si intentas
utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una operación militar,
la operación será confusa.



Triunfan
aquellos que:



Saben cuándo
luchar y cuándo no



Saben
discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.



Tienen
tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.



Se enfrentan
con preparativos a enemigos desprevenidos.



Tienen
generales competentes y no limitados por sus gobiernos civiles.



Estas cinco
son las maneras de conocer al futuro vencedor.



Hablar de
que el Príncipe sea el que da las órdenes en todo es como el General
solicitarle permiso al Príncipe para poder apagar un fuego: para cuando sea
autorizado, ya no quedan sino cenizas.



Si
conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás
peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una
batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo,
correrás peligro en cada batalla.



















































Sobre la medida en la disposición de los medios.





Antiguamente,
los guerreros expertos se hacían a sí mismos
invencibles en primer lugar, y después aguardaban para descubrir la
vulnerabilidad de sus adversarios
.



Hacerte
invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la
vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás.



La
invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.



Por esto,
los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pueden hacer que sus
adversarios sean vulnerables.



Si los
adversarios no tienen orden de batalla sobre el que informarse, ni negligencias
o fallos de los que aprovecharse, ¿cómo puedes vencerlos aunque estén bien
pertrechados? Por esto es por lo que se dice que la victoria puede ser
percibida, pero no fabricada.



La
invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de
ataque.



Mientras no
hayas observado vulnerabilidades en el orden de batalla de los adversarios,
oculta tu propia formación de ataque, y prepárate para ser invencible, con la
finalidad de preservarte. Cuando los adversarios tienen órdenes de batalla
vulnerables, es el momento de salir a atacarlos.



La defensa
es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.



Los expertos
en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en
maniobras de ataque se esconden en las más elevadas alturas del cielo. De esta
manera pueden protegerse y lograr la victoria total.



En
situaciones de defensa, acalláis las voces y borráis las huellas, escondidos
como fantasmas y espíritus bajo tierra, invisibles para todo el mundo. En
situaciones de ataque, vuestro movimiento es rápido y vuestro grito fulgurante,
veloz como el trueno y el relámpago, para los que no se puede uno preparar,
aunque vengan del cielo.



Prever la
victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza.
Todo el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es
realmente tan buena.



Todo el
mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es
poder ver el mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el
punto de ser capaz de alcanzar la victoria donde no existe forma.



No se
requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista
aguda para ver el sol y la luna, ni se necesita tener mucho oído para escuchar
el retumbar del trueno.



Lo que todo
el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria sobre los demás, obtenida por medio de la batalla no se
considera una buena victoria.



En la
antigüedad, los que eran conocidos como buenos guerreros vencían cuando era
fácil vencer.



Si sólo eres
capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversario en un conflicto
armado, esa victoria es una dura victoria. Si
eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo oculto, irrumpiendo antes
del orden de batalla, la victoria así obtenida es una victoria fácil.



En consecuencia,
las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o su
bravura. Así pues, las victorias que ganan en batalla no son debidas a la
suerte. Sus victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse
situado previamente en posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose
sobre los que ya han perdido de antemano.



La gran
sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se anuncia. Cuando eres capaz
de ver lo sutil, es fácil ganar; ¿qué tiene esto que ver con la inteligencia o
la bravura? Cuando se resuelven los problemas antes de que surjan, ¿quién llama
a esto inteligencia? Cuando hay victoria sin batalla, ¿quién habla de bravura?



Así pues,
los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder, y
no pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la
derrota.



En
consecuencia, un ejército victorioso gana
primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e
intenta obtener la victoria después.



Esta es la
diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes
premeditados.



Los que
utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan las leyes. Así pueden
gobernar prevaleciendo sobre los corruptos.



Servirse de
la armonía para desvanecer la oposición, no atacar un ejército inocente, no
hacer prisioneros o tomar botín par donde pasa el ejército, no cortar los
árboles ni contaminar los pozos, limpiar y purificar los templos de las
ciudades y montañas del camino que atraviesas, no repetir los errores de una civilización
decadente, a todo esto se llama el Camino y sus leyes.



Cuando el
ejército está estrictamente disciplinado, hasta el punto en que los soldados
morirían antes que desobedecer las órdenes, y las recompensas y los castigos
merecen confianza y están bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son
capaces de actuar de esta forma, pueden vencer a un Príncipe enemigo corrupto.



Las reglas
militares son cinco: medición, valoración, cálculo, comparación y victoria. El
terreno da lugar a las mediciones, éstas dan lugar a las valoraciones, las
valoraciones a los cálculos, éstos a las comparaciones, y las comparaciones dan
lugar a las victorias.



Mediante las
comparaciones de las dimensiones puedes conocer dónde se haya la victoria o la
derrota.



En consecuencia,
un ejército victorioso es como un kilo comparado con un gramo; un ejército
derrotado es como un gramo comparado con un kilo.



Cuando el
que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como si estuviera dirigiendo
una gran corriente de agua hacia un cañón profundo, esto es una cuestión de
orden de batalla.



Cuando el
agua se acumula en un cañón profundo, nadie puede medir su cantidad, lo mismo
que nuestra defensa no muestra su forma. Cuando se suelta el agua, se precipita
hacia abajo como un torrente, de manera tan irresistible como nuestro propio
ataque.

































Sobre la firmeza.





La
fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los
expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en
ellos, así obtener la victoria sin necesidad de
ejercer su fuerza.



Gobernar
sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestión de dividirlas en
grupos o sectores: es organización.
Batallar contra un gran número de tropas como si fueran pocas es una cuestión de
demostrar la fuerza, símbolos y señales.



Se refiere a
lograr una percepción de fuerza y poder en la oposición. En el campo de batalla
se refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y
coordinar sus movimientos.



Lograr que
el ejército sea capaz de combatir contra el adversario sin ser derrotado es una
cuestión de emplear métodos ortodoxos o heterodoxos.



La ortodoxia
y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un
emperador que fue un famoso guerrero y administrador, hablaba de manipular las
percepciones de los adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y
después atacar inesperadamente, combinando ambos métodos hasta convertirlo en
uno, volviéndose así indefinible para el enemigo.



Que el
efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una
cuestión de lleno y vacío.



Cuando
induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre está
vacía (en desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu
fuerza siempre estará llena. Atacar con lo vacío contra lo lleno es como
arrojar piedras sobre huevos: de seguro se rompen.



Cuando se
entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.



El ataque
directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.



Sólo hay dos
clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sorpresa y el directo
ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se
originan recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría
agotarlos?



Cuando la
velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las
piedras, ésta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del
halcón es tal que puede atacar y matar, esto es precisión. Lo mismo ocurre con
los guerreros expertos: su fuerza es rápida, su precisión certera. Su fuerza es
como disparar una catapulta, su precisión es dar en el objetivo previsto y
causar el efecto esperado.



El desorden
llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.



Si quieres
fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes
que organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden
artificial. Si quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios,
primero tienes que ser extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes
actuar como tímido de manera artificial. Si quieres fingir debilidad para
inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de ser extremadamente fuerte
porque sólo entonces puedes pretender ser débil.



El orden y
el desorden son una cuestión de organización; la cobardía es una cuestión
valentía y la de ímpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestión de la
formación en la batalla.



Cuando un
ejército tiene la fuerza del ímpetu (percepción), incluso el tímido se vuelve
valiente, cuando pierde la fuerza del ímpetu, incluso el valiente se convierte
en tímido. Nada está fijado en las leyes de la guerra: éstas se desarrollan
sobre la base del ímpetu.



Con astucia
se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a sí mismos cómo
proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traza. Hace
moverse a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la
emboscada.



Los buenos
guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del ímpetu
(percepción) y no dependen sólo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de
escoger a la mejor gente, desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del
ímpetu logre sus objetivos.



Cuando hay
entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los
soldados, tienes la fuerza del ímpetu, y el tímido es valeroso. Así es posible
asignar a los soldados por sus capacidades, habilidades y encomendarle deberes
y responsabilidades adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede
hacer de centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada
cual es útil.



Hacer que
los soldados luchen permitiendo que la fuerza del ímpetu haga su trabajo es
como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inmóviles cuando están en un lugar
plano, pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas,
pero giran si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la
batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se precipitan
montaña abajo: ésta es la fuerza que produce la victoria.



Debido a las reglas del foro, hasta tener respuestas en este tema
continuare posteando hasta tener por completo el tzunsu
y el manual del cocinero anarkista
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Mensaje  NIGHT_WALKER Dom Nov 01, 2009 7:27 am

Y comenzare a publicar
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Mensaje  Battousai Dom Nov 01, 2009 5:26 pm

Cuando hagas copy-paste de algo cita la fuente, y no estaria de mas que escribieses en letras blancas yno en negro o azul para que la gente no se deje los ojos. Y no hagas doble post.
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Mensaje  NEO Dom Nov 01, 2009 5:34 pm

La seccion coagulos mentales es una zona para debatir cosas, no para recopilar por recopilar.

Si me dices que pones titulos de libros que crees necesarios para sobrevivir en un AZ y desarrollas el porque... vale,eso si. Pero hacer copy/paste simplemente (y sin citar de donde lo has sacado) no da para discutir nada. T elo muevo a offtopic.

PD-Creo que ya te he pedido un par de veces que no escribas los titulos en mayusculas, que se va a leer igual si lo pones en letras normales. Te lo he editado.
NEO
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