Foro de Amanecer zombie
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Segunda prueba
¿Furulas?

historia sin nombre aun (no se cuanto durará)

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Mensaje  fogino Sáb Sep 17, 2011 5:36 pm


Hola, estoy escribiendo un libro en un blog: librodezombis.blogspot.com
bueno la verdad no se si se podrá modificar el tema, espero que sí.

Debían ser las 4 de la mañana cuando lo vi aunque no puedo saberlo del todo ya que no llevaba reloj, esa noche me tocaba hacer guardia, desde que todo empezó no había vuelto a ver a Germán, hasta aquel día, yo vigilaba la calle desde lo alto de la barricada cuando apareció ante mis ojos un xsara picasso de color negro dirigiéndose a toda velocidad hacia nuestra base, cogí la escopeta y lo apunté hasta que llegó a la puerta y empezó a pitar, yo grité desde arriba -¡salga del coche!- si ese loco seguía haciendo tanto ruido atraería a todos los zombis de los alrededores, al ver que no salía supuse que no debía oirme asique disparé al aire y seguidamente volví a gritar que saliera, esta vez lo hizo y empezó a gritar que le abriera. Bajé corriendo a despertar a Jose, nuestro lider, para que el decidiera que hacer, una vez hubimos vuelto a subir a la barricada vimos desde arriba como mis suposiciones se hacían realidad, un monton de zombis se iban acercando con paso torpe hacia nosotros, el hombre no paraba de gritar -¡abrid porfavor!-, Jose accedió a dejarle pasar y rapidamente le abrimos la puerta, antes de entrar cerró el coche, debía tener unos treinta años, el hombre llevaba unos vaqueros desgastados, un jersey naranja con varios cortes y unas playeras muy destrozadas, era de constitución fuerte y por las estrías de sus brazos pude deducir que antaño había sido un hombre gordo, tenía el pelo corto y lleno de trasquilones, y una barba negra muy descuidada, adema lia a rayos, parecía que llevaba bastante tiempo en la calle sin darse una ducha, pero no le culpo seguro que no ha tenido ni un minuto de tranquilidad para hacerlo, nada mas entrar cerré la puerta y sam le pidió que se pusiera unas esposas que había colgadas en el lado derecho de la puerta, era solo una medida de seguridad, estaría una semana en cuarentena hasta asegurarnos de que no estaba infectado, por lo menos en la celda había un recipiente con agua para que se pudiera lavar.

Una vez amaneció vino Samuel a relevarme, era un hombre negro de veintisiente años, solo era seis años mayor que yo, antes de que todo esto empezara se ganaba la vida como profesor de kick boxing, no era muy alto pero era muy fuerte, -Buenos días- me dijo -¿Algo nuevo?
- sí, anoche vino un hombre a la puerta, ahora supongo que estará en su celda hablando con Jose- le contesté.
-bueno ya puedes irte a dormir tranquilamente que yo vigilo-terminó él, me fui yendo a mi "casa" por el camino ví las celdas y me quedé parado, me intrigaba la historia de ese hombre, me gustaría saber como se las había apañado para sobrevivir, donde había encontrado comida, agua, ropa, y ese tipo de cosas, enseguida continué andando y por el camino me fui fijando en la base, nuestra base era un aparcamiento al lado de un metro y un tren de cercanías, y aunque no era para nada bonita y comoda era muchísimo mejor que estar en la calle con todos esos enfermos, y a pesar de tener la suerte de contar con ella había gente que se consideraba desafortunada, una vez estuve cerca de "casa" me paré a contemplarla, la veia casi todos los días pero no acababa de acostumbrarme, eran nueve palés formando paredes con un hueco en el que había puesto una plancha metálica como puerta y otra más grande como techo, dentro había un colchón hinchable y un círculo de piedras donde yo encendía una hoguera cuando había algo para poder quemar entré, me quité los zapatos, me tumbé en el colchón y dejé que el sueño me venciera.

Cuando desperté volvía a ser de noche, era la primera vez en muchas semanas que conseguía dormir tanto tiempo seguido, me habría gustado saber cuanto tiempo había dormido, "tengo que hacerme con un reloj de pulsera" pensé, me levanté me puse los zapatos y fui hacia las celdas, quería hablar con el nuevo, puede que fuera una buena persona, y si no estaba infectado un futuro amigo. Cuando llegué le vi tumbado en la tabla de la celda, -hola- le saludé. -Hola- respondió como si no tuviera muchas ganas de hablar, pero a mi me daba igual, estaba decidido a que me contara su historia asique me senté en el suelo al lado de la puerta. -¿Como te llamas?- pregunté. -No es de tu incumbencia- dijo con el mismo tono. -No tienes muchas ganas de hablar. -La verdad es que no, y menos si al llegar donde yo pensaba que estaría a salvo me encierran y pretenden matarme de hambre. -Por lo de las esposas no te preocupes- dije -es solo hasta que nos aseguremos de que no estas infectado, y en cuanto a la comida, mañana te darán algo de comer. -¿Y por que no me dan ahora aunque sea un poco de pan? -Sería una estupidez gastar pan en alguién que va a convertirse en un zombi ¿no crees?, no vamos a matarte, nos podrías ser muy valioso a la hora de defender la base- le dije, con ello pareció relajarse un poco -¿y como has sobrevivido tanto tiempo solo ahi fuera?- pregunté. -No estaba solo, y ahora ¿porque no me dejas dormir un poco?. me fui sin contestar, de momento me había quedado satisfecho, puede que hubiera estado con su pareja o con un grupo de más supervivientes, en ese caso ¿qué les había ocurrido?, mientras pensaba esto me entró hambre, aqui en la base estábamos muy organizados, y, aunque no sobraba la comida, tampoco faltaba. Para que nadie se pasase comiendo habían hecho un muy buen sistema de reparto, cada persona tenía derecho a tres comidas al día, en el comedor había un encargado que repartía la comida y hacía una marca en el nombre de cada persona que cogía comida, así aparte de evitarse abusos, también se evitaba que la gente engordara, porque una persona gorda no puede huir en caso de que un zombi o alguna cosa peor le persiguiera, fui al comedor, a por mi primera comida del día, o mejor dicho de la noche, luego me dirigí a mi colchon hinchable a descansar un rato, no tenía sueño pero el agotamiento físico siempre estaba encima junto con las agujetas, ademas, al día siguiente me tocaría ir a la incursión a la ciudad, y solia ser bastante dura.

-Venga despierta, que eres el único que queda, llevamos esperandote ya un rato- -¿eh?¿que?- ¡me había quedado dormido!, ¡no lo podía creer, siempre era puntual! -lo siento-, al instante tenía todo listo para salir, en total éramos cuatro personas, si los grupos fueran más numerosos los zombis nos olerían más facilmente y si fueran más pequeños no podriamos defendernos bien en caso de que nos detectaran, llevabamos un mapa de la zona en el que estaba señalado un centro comercial que aún no había sido registrado, teníamos que volver con las cuatro mochilas llenas diez veces para poder tener suficiente comida y cualquier cosa necesaria para el aseo, en una comunidad tan grande no podíamos vivir sucios, ya que eso aumentaba la posibilidad de contraer enfermedades y tal y como estaban las cosas no era facil conseguir medicinas, habíamos vuelto a la época en la que la gente se moría de una simple gripe.

La incursión transcurrió sin incidentes, no vimos ni a un solo zombi e hicimos los diez viajes en un tiempo record, además por fin tenía mi ansiado reloj de pulsera. Al llegar a la base fui a comer y mevolví a echar un rato, la verdad esque estaba empezando a aburrirme de tanta monotonía, cada día era como una fotocopia del anterior y así lo fue hasta dos meses más tarde, durante esoso dos meses soltaron al nuevo, se llamaba jack, al parecer no había estado siempre solo, tuvo un compañero del que nunca hablaba, se había salvado gracias a que era muy cauto ,tanto, que incluso rayaba el extremo, podría decirse que era incluso maniático, él también tenia un reloj y tenía una alarma programada para que sonase todos los días a las siete de la mañana, y siempre se levantaba muy nervioso como si los zombis estuvieran debajo de su almohada, lo se porque le asignaron en mi cabaña, él era todo lo contrario a mi, era metódico, y ningún día se le olvidaba nada de lo que tenía que hacer, y como descubriría más tarde llevaba haciendo lo mismo mucho tiempo. Dos meses más o menos despues de aquella incursión tan tranquila las cosas empezaron a cambiar, hubo una epidemia de una enfermedad que no sabíamos como curar en la que murió mucha gente, en su mayoría niños, y a muchos de los que no murieron les quitó las fuerzas, con lo cual no podían ir a hacer incursiones, faltó la comida y la gente empezó a morir de hambre, jack cayó enfermo, yo hice lo que pudo por el hasta que se recuperó, fue de los primeros seres humanos inmunes a la enfermedad. Después de casi un año de hambre y enfermedad todos los que quedábamos con vida empezamos a reconstruir la base, en total eramos doce, por lo que era facil conseguir comida pero a su vez nos costaba más defender la base de los cada vez más frecuentes ataques de zombis, nueve personas eran gente que había sobrevivido a la enfermedad los otros tres simplemente habíamos pasado hambre.
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Mensaje  fogino Jue Oct 20, 2011 6:19 pm

Yo volvía a mi cabaña cuando de repente jack me llamó -¡Victor!- me giré pero antes de poder contestarle dijo -¡han mordido a Samuel pero aún no ha presentado ningun sintoma y ya han pasado diez horas! -¿¡qué!?- exclame sorprendido, los síntomas solían aparecer a las cuatro o cinco horas de haber sido mordido, y ademas, ¿como es que en esas diez horas no me había enterado?, luego me acordé mejor, había estado dormido hasta hace media hora. Fuimos corriendo a verle, estaba incosciente, al parecer se había dado en la cabeza al caer, pero estaba vivo, Julio, un médico que había sobrevivido a la enfermedad le sacaba sangre a Samuel cada veinte minutos para observarla en el microscopio, aun no había encontrado el virus en la sangre, sin embargo si que había encontrado la bacteria que había arrasado la base, cosa que parecía muy extraña, en el tiempo que había pasado el virus tendría que haberse extendido por todo su cuerpo, esperé un cuarto de hora antes de irme, se me había ocurrido una idea, cogí el coche de Jack, una pistola y un puñal y me fui de la base, tenía pensado hacer un par de paradas y luego volver, me pasaría por una farmacia cercana y luego por una biblioteca para coger algun libro sobre medicina, es posible que no le hubiera afectado el virus, pero si que tenía un fuerte golpe en la cabeza y en la base no había suficientes medicamentos ni vendajes, despues de la enfermedad no habíamos tenido tiempo de ir a buscarlos. Sin embargo las cosas no me resultaron como esperaba, iba por una calle de un unico sentido cuando un zombi salió a mi encuentro de una de las calles adyacentes, el ruido había debido del coche había debido de alertarle de mi presencia, era de los que yo llamaba obsesivos, se plantó en mitad de la calle mirando fijamente el coche para acto seguido empezar a correr hacia mi, saque la pistola por la ventanilla y le atravesé la cabeza con una bala, la pistola llevaba silenciador pero aun así era peligroso quedarse en aquel sitio, podía haber más zombis por la zona, al llegar a la calle de donde había salido aquel zombi vi una horda de mas obsesivos corriendo en pos del coche, no iba a dejar que me atraparan asique aceleré hasta llegar a una calle más ancha, una marbunta de zombis ya había ocupado esa calle también, asique no me quedaba opción, aceleré arrollando a todos los zombis que pude hasta que el coche se paró, y no porque no tuviera gasolina sino porque aquella masa imparable no tenía fin y el coche no podía avanzar entre los cadáveres, los zombis golpeaban el coche con fuerza y yo seguía insistiendo en el acelerador cuando de repente el coche empezó a avanzar y un ruido empezó a oirse a lo lejos, algo los había distraído y poco a poco el camino fue despejándose, en ese momento solo pensaba en el golpe de suerte que había tenido y en volver a la base.
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Mensaje  fogino Jue Nov 10, 2011 7:03 pm

Una vez allí visité a Samuel, y me alegré al ver que ya estaba completamente recuperado, sin embargo no podía alegrarme demasiado despues de lo que me había ocurrido, no me preocupaba que me hubieran mordido o arañado porque no llegaron a romper los cristales, lo que me preocupaba era que tarde o temprano esos zombis encontrarían la base, avise a todos y decidimos que nos reuniriamos dos días más tarde con todas nuestras cosas en el comedor, que no se haría ningun tipo de incursion y que nadie saldría de la base hasta que decidieramos lo que hacer. Aquella noche me pasé mucho tiempo pensando en que o quien pudo haberme ayudado, es posible que solo fuera una de las máquinas no tripuladas del ejército, aquellas cosas me daban escalofrios, mataban por igual, zombis, animales, personas, atacaban todo lo que se movía, no me cabía en la cabeza como alguien podía soltar a una de esas cosas en una ciudad, sabiendo que no solo acabará con los podridos sino que también aniquilaría a todo superviviente dentro del area del autómata, intenté apartar esos pensamientos de mi mente y me vino a la cabeza otra cosa, ¿que había sido de Germán?¿seguiría vivo? y si era así ¿como había sobrevivido?, había demasiados interrogantes, decidí que haría una lista con las preguntas que me fueran pasando por la cabeza, recordé la última vez que había visto a Germán, los zombis nos tenían acorralados, pensaba que íbamos a morir cuando a él se le ocurrió el plan que nos separaría, él tenía que correr pegando gritos hacía una rotonda y yo mientras aprovecharía para subir a la azotea de un banco abandonado y disparar hacía algún coche para que explotara y atrayera la atención de los zombis y Germán pudiera esconderse en un bazar cercano a la rotonda, sin embargo las cosas no salieron como esperábamos, la puerta de la azotea del banco estaba cerrada con candado por lo que me retrasé y cuando por fin subí German ya no estaba, no estaba muerto, simplemente no estaba, las dos semanas siguientes las pasé escondido en la cámara acorazada del banco, pero no tenía ni agua ni comida por lo que tuve que salir al exterior, sin embargo no estaba preparado para lo que vería, la chaqueta de Germán estaba en el suelo de la rotonda hecha trizas y no supe nada más, al poco tiempo me uní a la base.

El día siguiente pasó muy rápido y antes de que me diera cuanta ya volvía a ser de noche, me acosté y dormí toda la noche del tirón, tenía el presentimiento de que el día siguiente sería duro.
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