Foro de Amanecer zombie
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CORRE. HUYE. SOBREVIVE.

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Kealah
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Mensaje  Kealah Lun Dic 13, 2010 2:57 pm

Aquella mañana Mathew Frohman no se encontraba de servicio. Después de una semana intensa sin salir de la base militar en la que trabajaba, por fin, le concedieron tres días de permiso.
A pesar de que él tenía su pequeño camastro en una casa compartida dentro de la base, había comprado una casita con vistas al río en el lado Este de la ciudad de Wenatchee. Después de todo lo que había visto y todo lo que le había tocado vivir, residir en un pueblo tan tranquilo como aquel, era algo de lo que Matthew podía disfrutar.

Con su fusil al hombro, después de una guardia de veinticuatro horas, llegó a su cuarto. Estaba muy cansado pero quería dormir en su casa. Se dio una ducha rápida para despejarse, se vistió con lo primero que pilló en su armario, hizo el petate con algo de ropa limpia para aquellos tres días y lo cargó, junto a la ropa sucia, en su coche.
Cogió las llaves de su coche, fue hasta el garaje, arrancó y condujo hasta la casa de su amigo Louis Jenkins quién le acompañaría al pueblo para pasar ese fin de semana y condujo durante veinte minutos antes de llegar al gran cartel que daba la Bienvenida a Wenatchee.

Sin embargo, aquella mañana fue diferente a las demás. Durante el trayecto hasta su casa, Matt solía coincidir con otros vehículos en la carretera que, a juzgar por la hora, iban a trabajar pero, en esa ocasión, sus luces eran las únicas que iluminaban la carretera antes del amanecer. Y, más rápido que ningún otro día, Mathew y Louis llegaron a casa veinte minutos después. Entraron y cada uno se dirigió a su habitación. Louis había dormido allí demasiadas noches después de pasar demasiados días de fiesta.
Sin quitarse la ropa, se tiró en la cama y durmió como un bebé. Más tarde iría a visitar a su pequeño hermano Gordon Forhman, el mecánico del pueblo, que vivía al otro lado de la ciudad.

"Creo que he dormido demasiado"
Se dijo Mathew cuando despertó nueve horas después. "No iré al taller, creo que iré mejor a su casa"

Eran las ocho de la tarde y su hermano estaría en ese preciso instante cerrando el taller en el que trabajaba. Se miró al espejo aún atontado por sus nueve horas de sueño. Miró fijamente su cicatriz. Le había costado acostumbrarse a ella pero, externamente, ya estaba habituado a mirarse al espejo y encontrar algo diferente en él. En su interior, aquel disparo le había dejado secuelas mucho peores que una fea cicatriz.

Se tomó sus pastillas, se dio un baño tranquilo antes de ir a visitar a su hermano, esperó a que Jenkins se tomara una ducha y, mientras lo hacía, se vistió con sus vaqueros azul oscuro, y una camiseta de manga larga con el emblema de su unidad, ademas de una sudadera negra, y unos tenis.
La zona Este de la ciudad era más barata que la zona Oeste de la ciudad, por eso había escogido aquel lugar para comprar su casa. Solamente tenía que atravesar el puente que estaba a 1 kilómetro de su casa y ya estaba en el otro lado del río.

Sin embargo, aquella noche la ciudad estaba vacía de coches. Solamente había algún que otro caminante y el puente que tenía que cruzar estaba cerrado.

- Mathew, ¿cómo te encuentras? - Dijo el sheriff de la ciudad cuando llegó al puente. Tosió un par de veces- Esta maldita gripe ya ha atacado a la mitad de la ciudad. Hola Jenkins. ¿Cómo va la noche?
- Tirando, tío- Dijo Jenkins sonándose la nariz con un pañuelo.

- Parece ser que me encuentro mucho mejor que tú, Clay- Dijo Mathew riéndose. - Voy a ver que tal anda ese loco de mi hermano. Hace semanas que no le veo. Primero sus vacaciones, luego una de mis salidas. No hemos coincidido.

- Me temo que hoy no será. Esta mañana ha habido un accidente muy feo y está la carretera cortada. El puente no es seguro. Mañana a primera hora creo que ya lo tendremos solucionado.

- Bueno, pues esa copa tendrá que esperar. ¡Media ciudad está en obras, demonios!- Dijo Mathew mientras daba marcha atrás.- Y cuídate ese resfriado, Clay!

- Esto no me da buena espina - Dijo Jenkins- Pero mañana comprobaremos qué ha pasado realmente ahora... Me apetece una pizza antes de ir a beber a algo. No se puede beber con el estómago vacío, eh, Formanh!

A Mathew Forhman nada le perturbaba, era un tipo paciente y tranquilo como consecuencia de sus frecuentes misiones en Irak. Algo le pareció extraño en las palabras del sheriff pero no le quiso dar demasiada importancia. Aparcó junto a la pizzería y entraron a comer algo.
A la mañana siguiente irían al supermercado para abastecer su frigorífico. Mientras tanto, darían cuenta de una deliciosa pizza.

***************************************************************************

Aquella mañana Vincent Nichols había despertado para ir a trabajar. Durante casi un mes, no tendría que asistir a ese estúpido instituto que tanto odiaba. A él le gustaba lo que hacía pero, demonios, odiaba tener que estudiarlo.
Se le daba bien lo de trabajar con sus manos, su cerebro las enviaba una orden y estas la cumplían sin problema alguno pero no sucedía lo mismo cuando de libros se trataba. Pronto se veía saturado por el exceso de información que contenían y, sus notas hubieran sido mucho mejores, de no ser por los dichosos exámenes teóricos.

Las últimas semanas había estado más contento de lo habitual ya que estaba haciendo prácticas en el taller mecánico del pueblo. Su jefe, Gordon Forhman, le había llamado un mes antes de empezar para ver si quería estar allí durante las vacaciones de su ayudante Oleg. Le dijo que él se encargaría de hablar con el instituto para que esas prácticas fueran convalidadas y así pudiera pagarle algo aunque fuera simbólico.

Era un buen tipo, aquel Gordon ya que, desde que se fueran sus padres a Argentina unos años atrás, le había ayudado mucho y, de hecho, gracias a él había descubierto su gusto por los coches y la mecánica. Le había conocido una tarde que se encontraba haciendo parkour por el pueblo cuando contaba solo con quince años.
Había saltado la tapia, de casi metro y medio de alto, cayendo en su jardín y estropeándole las preciosas begonias que regaba día tras día y, para colmo, de no ser porque Gordon llegó a tiempo, hubiera recibido la mordedura de su viejo perro Cook.
Gordon, lejos de alterarse, le había llevado al hospital, había llamado a sus padres y, en lugar de castigarle, había acordado con ellos que un buen castigo por colarse en propiedad ajena sería ayudarle en su taller tres tardes por semana. Y es lo que llevaba haciendo Vince desde hacía mucho tiempo; primero por obligación y más tarde, por gusto.
Ahora podía dedicarse por completo a su afición pero sólo le quedaban tres días para volver al instituto. Ese era el último fin de semana de vacaciones de Oleg y Vince tendría que devolverle su puesto.

Aquella mañana se despertó, desayunó leche con cereales, cogió su bicicleta dispuesto a cruzar el río que le separaba de su trabajo y se encaminó hacia el lado Oeste de la ciudad. Sin embargo, cuando estaba próximo al puente, vio como un coche que circulaba por el carril derecho, en lugar de frenar, aceleró, se precipitó al vacío por el lado izquierdo del Río Natchee, llevándose consigo gran parte de la barandilla protectora y haciendo que los coches que conducían por el lado izquierdo tuvieran que dar varios volantazos para evitar caer al río detrás de él.

Vince frenó en seco su bicicleta y llamó a los servicios de emergencia desde su móvil. Su primera intuición fue la de acudir en ayuda de los que quedaron atrapados en los coches pero, tan sólo tres minutos después de llamar a emergencias, el ejército se presentó allí y no le dejó acercarse.
Cercaron con lonas y vallas toda la zona, sin embargo, gracias a la brisa que corría, entre la lona, Vince pudo ver dos cosas. Por un lado, pudo ver como las víctimas del accidente lanzaban dentelladas a los que iban a rescatarles y, por otro lado, creyó ver como los soldados disparaban a las víctimas del accidente.

Se dijo a sí mismo que lo que acababa de ver era producto de su imaginación, que no podía ser cierto lo que acababa de ver pero él creía haberlo visto. Sólo había una persona que le creería.

- Ross, colega, ¡qué mal aspecto tienes! - Dijo Vince cuando su mejor amigo le abrió la puerta- Es este estúpido resfriado que está afectando a todo el pueblo. ¿No tenías que estar trabajando? Yo pasé de ir al instituto.

- ¡Qué va! - Dijo Vince- A eso venía, tío, ha habido un accidente en el puente y me han cortado el paso. No se puede ir, por el momento, al otro lado de la ciudad.

- Y así es como se inicia el principio del fin- Dijo Ross- Ves demasiadas películas de zombies. Por cierto, tengo una película que te va a gustar.

Vince pasó el día en compañía de su amigo Ross. Vince quería ir a hacer algo de parkour ya que hacía varios días que no practicaba y se sentía oxidado pero Ross no quiso ir. Se sentía demasiado cansado para salir de casa, así que hicieron un cambio de planes. Verían películas, jugarían a la consola y por la noche Vince le invitaría a tomar una pizza.
Ross pasó gran parte del día dormido y Vince jugó solo a la consola y vio acompañado a ratos las películas pero le daba igual porque disfrutaba de la compañía de su amigo.

Llegaron las ocho de la tarde y llamó por teléfono para encargar una pizza a domicilio. Rebecca, la joven camarera de la pizzería, le informó amablemente de que no podían hacer hoy repartos ya que solamente uno de los repartidores había acudido a trabajar ese día y, como algunos de los camareros también tenían gripe, estaba ayudando allí. Vince colgó no muy convencido de la conversación pero, al intentar volver a llamar para que Rebecca le tomara nota del pedido y así tardar lo menos posible, ya no había línea.

Dejó a Ross en su habitación dormido y se fue caminando hacia la pizzería. Cenaría allí, de todas maneras, Ross no se despertaría aquella noche y, si lo hacía, no creía que tuviera ganas de comer pizza. Le había dejado sopa preparada en la cocina por si tenía hambre durante la noche.

Aquella figura delgada, de estatura media y con el pelo ligeramente alborotado por culpa de su gorro marrón caminaba con aire despreocupado jugando con los cordones de su remera verde, a juego con su pantalones grises y tarareando un viejo tango argentino que su mamá le enseñó cuando era pequeño.

De repente, vio como un tipo del pueblo que siempre andaba increpando y molestando a Ross, caminaba impasible hacia su dirección. Dado su carácter despreocupado no le dio ninguna importancia pero cuando vio que, a pesar de cambiar de dirección, seguía andando hacia él, empezó a tener miedo. Más aún, cuando tres figuras altas que, a una distancia suficiente, pudo identificar como los matones que siempre acompañaban a Spyke, Walt, Brent y Woody.

Se acercaron demasiado a él pero ninguno hacía nada más que andar. Él esperaba un primer golpe que nunca se produjo. En lugar de eso, gritaron y se abalanzaron sobre él, se movió hacia la derecha y echó a correr dejando a sus espaldas a aquellos seres. No dejó de correr hasta que no vio la pizzería, entró y pidió a Rebecca que cerrase la puerta.

***************************************************************************

Oleg Herman había tenido una vida solitaria pero feliz al fin y al cabo. A sus diecinueve años, tenía un trabajo estable, una casa en propiedad y una hipoteca que pagar. Le faltaba una esposa para ser feliz pero con el tiempo todo se andaría.
Después de graduarse en el instituto como mecánico, consiguió un empleo en el taller mecánico de Wenatchee y, tras un año de trabajar sin descanso, consiguió acumular un mes de vacaciones que aprovechó para practicar su deporte favorito: la caza.

Gordon Forhman le había dado una oportunidad dejándole trabajar para él. Eran veinte alumnos de su promoción y, de entre todos, le escogió a él para trabajar allí. Era un trabajo duro porque era el único taller de la ciudad y muchos vehículos acudían allí para ser reparados pero estaba bien remunerado y le había permitido conocer a más fanáticos de la caza. Eran un total de diez empleados en aquel taller, más Christina la secretaria y Vince, un joven que se paseaba todas las tardes por allí, amigo de Gordon.

Llevaba ya 25 días de vacaciones junto a un par de compañeros de trabajo aficionados a la caza y de un amigo que, en aquellos momentos, estaba en paro así que les acompañó aunque no le entusiasmaba eso de matar animales.
La temporada de caza había comenzado justamente el día en el que Oleg comenzó sus vacaciones. Cargaron con todo el equipo de caza, el equipo de pesca y el equipo de acampada y superviviencia en el auto de Lenny y los cuatro pusieron rumbo a la montaña. A diferencia del Parque Natural de Wenatchee en el que no estaba permitido cazar, el Parque Wells a 300 kilómetros al norte de Wenatchee era un coto privado de caza del que Lenny era socio desde hacía más de veinte años.
Además, aquella zona le recordaba mucho a los bosques alemanes en los que se crió. Oleg se sentía realmente como pez en el agua.

Y ahora, 25 días después de haberse ido de vacaciones, de recorrer toda la zona de caza y las ciudades colindantes, los bosques y montañas, los cuatro cazadores volvían contando chistes, intentando que Oleg se riera y escuchando Ramstein a todo volumen. Lejos de todo pronóstico, Oleg se reía, estaba satisfecho de sus vacaciones ya que había conseguido dar caza al venado más grande sólo con su ballesta.
Llevaban bastante carne en la parte trasera de su jeep. La mujer de Lenny se la prepararía a todos cuando regresaran a la civilización y Oleg tendría buenas reservas de alimento en su apartamento que le durarían una buena temporada. Se había hecho también con conejos y perdices que cocinaría él mismo y lo envasaría al vacío.
Tenía ganas de llegar a su casa y ver las noticias. Había estado desconectado de la realidad durante dos semanas y quería saber si el mundo se había ido a la mierda en ese tiempo. Aquella misma tarde entraron en el lado este de la ciudad. Encontraron la ciudad diferente.

- Joder, intento llamar a Isabella pero no hay línea- Dijo Lenny.

- Igual es que está con otro y por eso no quiere cogerte el teléfono- Dijo Marcus, el amigo de Oleg, con el que habían cogido mucha confianza.

- Bah, paren ya de reirse y miren a su alrededor- Dijo Oleg con su imperfecto inglés- Aquí pasa algo.

- Bueno, vayamos a tomar una pizza que estoy harto de comer carne y pescado exclusivamente- Dijo Marc- Quiero comida basura, por favor.

- Yo paso- Protestó Lenny- Tiene razón Oleg. Voy a casa a comprobar que Isabella esté bien.

- No tengo comida en casa- Sentenció Oleg- Tengo aquí mil animales muertos pero ninguna gana de conocinar ninguno. Son casi las diez de la noche así que creo que acompañaré a Marc a comprar una pizza. Me comería dos y un caballo de paso- Rió Oleg a carcajada limpia- Estoy hambriento.

Lenny condujo hasta la pizzería justo antes de dirigirse a su casa en el lado Oeste de la ciudad. No sabía que estaba cortado, al igual que tampoco sabía nada de lo que se estaba gestando en Wenatchee. Allí dejó a Oleg y Mark justo antes de ponerse en camino.


- Eh, Lenny, te dejo mis animales y mis armas pero me llevo esto- DIjo Oleg cogiendo su ballesta y las flechas de esta- No quiero que te la quedes que seguro que no la recupero nunca. Y es demasiado valiosa.

- Anda chaval- Rió Lenny- El lunes nos vemos en el trabajo. Descansa.

Oleg y Mark echaron a andar hacia el local pero la puerta estaba cerrada con llave. Rebecca, la atractiva camarera, estaba mirándoles desde el otro lado de la barra.

- Está cerrado- Gritó

- Venga ya, Becky- Gritó Mark- Sabes quiénes somos y además, hay gente en la barra.

Detrás de ellos, se escuchó un golpe sordo, seguido de un grito. Tres paseantes se reunían en torno al coche de Lenny que acababa de estrellarse contra el cristal de una zapatería. Parecía que solamente ellos dos eran conscientes de lo que había pasado porque los paseantes caminaban tranquilamente hasta el coche, con los brazos a la altura de los hombros y gimiendo.

Oleg y Mark llamaron a la policía pero tampoco había línea. Lenny estaba muerto y, cuando se acercaron, uno de esos paseantes, estaba a su lado probando su sangre y devorando parte de su cara. Oleg le golpeó con la parte trasera de su ballesta pero era demasiado tarde.

En el asiento del copiloto, Artur estaba inconsciente, consiguieron sacarle del coche y le llevaron a rastras a la pizzería, donde Becky les esperaba ya con la puerta abierta.

- Joder, ¿qué son esos seres? - Gritó Mark- Se estaban comiendo a Lenny

- Tumbadle- Gritó un hombre con una fea cicatriz en la cabeza.

Mientras los demás intentaban ayudar a Artur, Oleg observaba desde la ventana. Algo había pasado cuando él estaba fuera.

***************************************************************************

Leo Falcone se hospedaba en el segundo mejor hotel de la ciudad, un nuevo hotel construido en el lado Oeste del río les había quitado el número uno tan solo dos años atrás. A pesar de que en los últimos tres años, Leo había conseguido ahorrar dinero suficiente para pasarse unas buenas vacaciones.
El hotel no estaba nada mal y resultó que, Adrián, el conserje también era oriundo de Argentina. Así que para Leo Falcone aquellas vacaciones serían las mejores de su vida y las utilizó como un remedio para olvidarse de todos los trapicheos, malas prácticas y, en definitiva, problemas, que había dejado en su Argentina natal a miles de kilómetros de Wenatchee.

Sólamente llevaba una semana de vacaciones por aquella zona cuando un extraño accidente le impidió realizar su excursión de aquel día al Parque Natural de Wenatchee. Todos los efectivos, policía, ambulancias y unidades de Protección Civil tenían que acudir al puente que unía el lado Oeste con el otro lado de la ciudad.
Leo había contratado aquella excursión en el hotel pero cuando se levantó y bajó a la recepción con su ropa de senderismo preparada, Adrián le informó de que la salida se había cancelado ya que el puente estaba cortado y el guía no podía llegar hasta el hotel, además de que era uno de los voluntarios de Cruz Roja y tenía que estar presente en el rescate del puente.


Bastante decepcionado ante aquella noticia, subió a su habitación, se desvistió y se puso sus vaqueros, su camiseta y su remera negra. Se le había chafado los planes pero no iba a desperdiciar ninguno de sus veinte días de vacaciones. En tan sólo tres semanas, tendría que volver a su monótona vida de abogado y no iba a pasar el día en el hotel con el tiempo tan bueno que hacía.
Se despidió de Adrián y aprovechó el día para dar una vuelta por aquel lado del pueblo.

Durante su paseo, no pudo dejar pasar el hecho de que la mayoría de los habitantes de Wenatchee estaban resfriados. Leo, cuyos pensamientos iban a más velocidad que la de cualquier otra persona, no pudo evitar pensar en algún tipo de conspiración del Gobierno. Para sus ojos, manipular la población era tan fácil para el gobierno como manipular la ley que día a día manejaba.

Sumergido en sus propios pensamientos, Leo Falcone paseó por todo el pueblo. Pasó unas cuantas horas en el pequeño Parque de Wenatchee, una reproducción de unos pocos kilómetros cuadrados del gigantesco Parque Natural al que aquella mañana iba a ir. Estaba inusualmente vacío, comparado con los días anteriores y a Leo le gustaría haber ido al Parque de verdad pero se tuvo que conformar con aquella réplica en miniatura.

Después visitó el Banco Central, hubiera querido ir a los Juzgados pero, al igual que el Ayuntamiento, estaban en el lado Este y no quería ir andando hasta allí, según su mapa, estaba demasiado lejos.
El Banco Central era un edificio emblemático de la ciudad y, por lo que decía la guía que llevaba Leo en su bolsillo "era una antigua Iglesia datada en el Siglo XVII, vendida a Jeremias Wenatchee, fundador de la ciudad. Después, fue trasladada a Estados Unidos directamente desde España, piedra a piedra "

Gigantescas columnas propias del Neoclasicismo español, ataviadas con escaso ornamento se alzaban impasibles, dando la bienvenida a los escasos paseantes que había aquel día en la calle. Junto a las columnas, una estatua de un hombre calvo y sonriente acariciando a dos leones postrados a sus pies, y, a sus pies una placa de bronce identificaba al hombre de la estatua como Jeremiah Wenatchee, fundador de la ciudad y rezaba
"IN MEMORIAM: JEREMIAH WENATCHEE (1756- 1810)"

Las gigantescas columnas dieron paso a un pequeño vestíbulo donde unas preciosas escaleras de mármol, indicaban a los visitantes el camino que tenían que seguir.
Bóvedas y columnas más pequeñas que las de la entrada completaban aquel edificio de una belleza indescriptible.
En su interior, ventanillas y mesas de trabajo vacías permitieron a Leo disfrutar de todo lo que podía ofrecerle aquel edificio.

Era un día de diario pero los clientes no habían acudido aquella mañana y los trabajadores tampoco. Leo ni se percató de eso, estaba demasiado ocupado, disfrutando de los pequeños detalles del edificio.
Salió del edificio una hora después; el estómago le rugía. Era natural porque llevaba sin alimentarse desde el día anterior. Lo único que encontró abierto por la zona, fueron un restaurante chino y una pizzería. No le gustaba demasiado la comida china así que optó por una pizza de peperoni y una cocacola.

"Sos preciosa", pensó Leo en cuanto vio a la camarera de la pizzería. Era una joven de unos 22 años, rubia y con una sonrisa radiante a pesar del ajetreo que había en el restaurante aquella mañana. Sus ojos azules, casi grises, embelesaron a Leo desde el primer momento sin ni siquiera proponerselo. Trató de invitarla a cenar aquella misma noche, era un conquistador nato y todo lo que se le metía en la cabeza lo conseguía y, gracias a su estilo para la moda y sus enormes ojos oscuros, nunca había sido rechazado.

Aquella sería la primera vez que sería rechazado. Entre disculpas, gritos de comandas, una cuenta y una pequeña propina, Leo se despidió de Becky sin saber que no sería la última vez que la veía.

Siguió su camino hasta la Iglesia del pueblo, mucho más normal que el edificio del Banco Central pero entró a ver su retablo, también traído por Jeremiah Wenatchee de España. Pertenecía a la Iglesia que se había convertido en Banco pero, como no iba para nada con el estilo, fue trasladado a la iglesia cuando esta fue construida.

Se sentó en uno de los bancos, abrió su viejo relicario y habló con su padre. Le echaba de menos, hacía años que había fallecido pero tenía ganas de contarle a qué se dedicaba y los planes que tenía para el futuro pero su conversación fue interrumpida.

- No es usted de por aquí, ¿verdad? - Preguntó un hombre a Leo. Este sólo alcanzó a verle los pies, medio cubiertos por una sotana.

- No, Padre, no soy de aquí. ¿Tanto se me nota?- Respondió Leo con un cierto acento argentino. a pesar de su casi perfecto inglés.

- No es eso, hombre, soy el único Pastor de la ciudad. Conozco a todos mis feligreses y a usted es la primera vez que le veo. Por eso sé que usted no es de la ciudad. - Respondió aquel cura regordete- ¿De dónde es?

- Soy argentino, boludo- Dijo Leo en español esperando que el cura le entendiera.

- ¿De dónde dijo que era?

- Argentina - Volvió a responder en inglés.

- ¿Y qué le trae a un pueblo como Wenatchee?

- El Festival de la Manzana....

Cuando la noche empezó a caer, Leo se despidió del Pastor Ramsey. A pesar de su poco gusto por la Iglesia, aquel tipo le resultó simpático y quedaron al día siguiente para seguir viendo el pueblo y hacer una excursión al Parque Natural de Wenatchee. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a salir, un tipo con un niño en brazos entró corriendo en la iglesia.

- Pastor, cierre esa maldita puerta. Ya vienen.

- ¿Quién viene, Charlie? ¿Quién viene? - Gritó el Pastor corriendo hacia la puerta y cerrándola de golpe. Si Charlie había ido a la iglesia, era porque algo realmente malo estaba sucediendo ahí fuera.

***************************************************************************

Charlie era un tipo querido en el pueblo. Desde hacía casi diez años, presentaba un programa musical en la radio. Al principio, se limitaba a comentar los discos o las canciones que pinchaba en la emisora pero, cuando por fin consiguió la confianza suficiente, consigo mismo, con su jefe y con los usuarios, empezó a tener sus propias opiniones. Siempre las había tenido pero, hasta ese momento, no las había manifestado en antena.
Pronto ampliaron su programa de una hora a la semana a un espacio musical y de opinión que ocupaba el tiempo de los radioyentes durante dos horas.

Todo era perfecto. Vivía feliz con María, estaba enamorado, era amigo de todos los habitantes del pueblo y la gente le quería pero aquella ilusión por vivir se troncó el 27 de Febrero de 2007 cuando María falleció en un accidente de tráfico.

Día tras día, más bien, noche tras noche, Charlie soñaba con María, con sus besos, con sus abrazos, con que vivían los dos juntos en lo que era su hogar y, el sueño que más le gustaba era que volvía a ser el de siempre.
Sin embargo, todas las mañanas chocaba con la cruda realidad. Todo lo que tenía antes de que María falleciera había desaparecido, excepto su programa de radio y, como todas las mañanas se dispuso a acudir a su trabajo.

Sin ganas de vivir, se levantó de la cama y se vistió con su sudadera de capucha adquirida en el último concierto de Metallica, sus pantalones anchos y sus zapatillas deportivas. Se lavó la cara con cuidado para evitar rasgar sus piercing, se miró al espejo y vio su barba de varios días. Aquella mañana tampoco tenía ganas de afeitarse.

"A toda tralla" se emitía todas las tardes de seis a ocho, horario de máxima audiencia, así que Charlie tenía todas las mañanas libres para hacer sus pequeños trabajillos o para hacer lo que él quisiera. Aquella mañana no tenía ningún encargo así que decidió ir al Banco.

Vivía en el Oeste de la ciudad, en un edificio cercano a la emisora de radio en la que trabajaba. Bajó la cuesta que le separaba de la avenida principal y anduvo hasta el Banco Central de Wenatchee.
Había visitado demasiadas veces el edificio más emblemático de la ciudad para sentirse interesado por mirarlo una vez más pero su belleza, sobre todo nocturna, era algo que seguía cautivándole.
Algunos extranjeros se detenían a mirar las columnas durante unos minutos pero podían pasar horas en el interior contemplando todos los detalles que aquella vieja Iglesia, convertida ahora en banco podía ofrecer. Se cruzó con uno de esos extranjeros y no pudo evitar mostrarle una sonrisa torcida cuando le vio paseando entre las columnas.

Hizo sus gestiones bastante rápido porque, a pesar de que la mayor parte de las ventanillas estaban cerradas, el número de clientes era bastante reducido.

- Buenos días, Phil. Ya sabes lo que tienes que hacer con esto- Dijo entregándole un cheque por valor de trescientos dólares.

- Lo ingreso donde siempre, ¿verdad? - Dijo Phil, el banquero mientras se tapaba la boca antes de toser.

- Claro, jaja! Estoy deseando poder comprarme esa casa. Demonios Phil, las casas del lado Este son demasiado caras. Como se nota, colega, que tú ganas una pasta y yo.. soy un pobre currito.

- Pobre currito.... Ya está listo, ingresado.

- A ver si pronto puedo llegar al límite que me pide la hipoteca. Pedís demasiado. ¿Este viernes tomamos algo? Necesito emborracharme.

- Ya veremos, no creo que a Rose la haga demasiada gracia que salga tanto.

- Desde que te casaste eres un aburrido - Dijo Charlie sin pizca de gracia en la voz. Echaba de menos a María. - Me voy. Hablamos.

Aquella tarde, comió un plato de sopa y un filete mal cocinado antes de bajar a hacer su programa de radio.
Empezó la emisión con la canción "Whit or whitout you" de U2. La ponía bastante a menudo, sobretodo cuando se sentía melancólico. Su ayudante no había ido a trabajar aquella mañana, estaba demasiado enfermo para molestarse en bajar a responder a las llamadas de los radioyentes.

- Bueno, bueno, parece que una epidemia de gripe azota la ciudad. - Dijo Charlie al micrófono- Eso significa que yo tendré más oyentes esta tarde y que el Pastor Ramsey tendrá que cuidar a muchos feligreses a los que cuidar esta semana. Y para el Pastor y nuestros pobres enfermos, ahí va, "Safety Dance" de Men without Hats.

Y así, entre bromas, risas y comentarios sobre su profundo odio hacia la iglesia y sus figuras representativas desde que murió María, pasaron las dos horas de programa.
Dos horas después, salió de la emisora y se dirigió hacia el cementerio, donde a solas los días 27 de cada mes, hablaba con María. Allí fue donde le sorprendieron por primera vez los caminantes: en la tumba de María.

Figuras de sus amigos del pueblo que se dirigían hacia él, suplicantes con sus gritos guturales, mendigando por un poco de carne fresca... Pero Charlie no, no se iba a dejar atrapar por ninguno de aquellos seres.
Cuando fue consciente de que le quería a él, corrió todo lo que pudo por la cuesta del cementerio y bajó hasta que vio la iglesia a lo lejos. Esquivó como pudo a los caminantes, armado únicamente con un palo.

Cuando llegó a la carretera que le separaba de la iglesia, un coche estuvo a punto de arrollarle. Sin saber como, consiguió echarse a un lado antes de que aquel vehículo le arrollara y se estampara contra un árbol.
Charlie se detuvo en seco, recordó el estado en el que su mujer había quedado después del accidente. Con buen aspecto por dentro pero, irónicamente reventada por dentro y su mente voló, se evadió de aquel lugar que empezaba a estar repleto de aquellos paseantes que se acercaban a él sin que siquiera el fuera consciente

- María....- Gritó Charlie cuya mente estaba a kilómetros de distancia.

El llanto de un niño le sacó de su trance. María y él nunca habían planeado tener hijos así que aquel accidente no era el de María. Salió corriendo, alejándose de los lentos caminantes y abrió la puerta del coche, justo a tiempo para salvar al niño que se encontraba en el asiento trasero. Su madre, o quien quiera que fuera el conductor, estaba intentando devorarlo y sólo el cinturón de seguridad le impedía conseguirlo.
Cogió en brazos al niño, de unos siete u ocho años y echó a correr hacia la iglesia.

- Pastor, cierre esa maldita puerta. Ya vienen - Gritó Charlie entrando por la puerta principal y llevándose por delante al tipo con el que se había cruzado en el banco.

- ¿Quién viene, Charlie? ¿Quién viene? - Gritó el Pastor corriendo hacia la puerta y cerrándola de golpe.

- Los paseantes, Ramsey. Cierre bien esa puerta.

- ¿Y qué haces con Daniel?

***************************************************************************

Derek Morgan llevaba varios años viviendo por su cuenta en una residencia de estudiantes mientras estudiaba en la Universidad Pública de Wenatchee.
Hacía veinte años habían decidido que el mejor lugar para emplezar un complejo de esas dimensiones era el Oeste de Wenatchee a tan solo seis kilómetros al este del aeropuerto. El campus estaba formado por numerosos edificios, en uno de ellos, se daban las clases de Ciencias, Industria y Arqueología, a su vez estaba dividido en tres edificio; la Facultad de Filosofía y Letras, unida a Derecho, constituía uno de los edificios más bonitos del campus, también había un edificio para Ciencias Empresariales y Economía, finalmente, el destinado a Magisterio y Ciencias Sociales, escuela en la que estudiaba Derek era el más alejado del edificio principal.

El edificio principal era la biblioteca, un enorme edificio visible desde cualquier punto del campus gracias a sus enormes cristaleras; junto a la biblioteca, como puesta por casualidad, estaban el restaurante y la cafetería de una Universidad, casi siempre repleta de estudiantes, aunque aquella mañana, la mayor parte de los estudiantes estaban demasiado enfermos como para asistir a clase.
Y ya, dentro del campus pero alejado de las aulas, estaban las residencias de estudiantes. Derek vivía en una de ellas ya que, al no contar con un vehículo para desplazarse, era más cómodo para él recorrer el kilómetro que le separaba de la Escuela de Psicología en bicleta.
Aquella mañana Derek despertó con un terrible cansancio y una peor resaca. La noche anterior había estado trabajando de camarero y, cuando cerró el bar, aprovecharon que el jefe estaba enfermo para quedarse allí terminando la fiesta.

Cuando despertó estaba en su cama, aún vestido con su ropa, olía a sudor, a tabaco y a alcohol y no recordaba cómo había conseguido llegar a casa pero allí estaba él y, a su lado, afortunadamente no había nadie. Se hubiera quedado durmiendo toda la mañana pero era día de diario, se encontraba bien a pesar de la resaca, y tenía que ir a trabajar a la biblioteca como becario. Por la tarde, ya iría a clase, si es que se encontraba con fuerzas.

Se dio una ducha rápida con agua fría para despejarse y quitarse el olor a resaca, se vistió con su habitual ropa negra, se colocó sus botas moteras y salió por la puerta. Allí estaba aparcada su bicicleta y, en uno de los radios de la rueda delantera, una nota enganchada:

"DEREK, VAYA PEDO QUE TE COGISTE AYER. ASÍ ME GUSTA Y TODO POR LA CARA... NO SÉ COMO PUDIMOS LLEGAR HASTA AQUÍ PERO ME VUELVO A MI HABITACIÓN. ESTA NOCHE TE LLAMO PARA TOMAR UNA PIZZA.
Marlene"


Cogió su bicileta y recorrió el kilómetro que separaba su pequeña habitación de la biblioteca. Normalmente, tenía que ir esquivando estudiantes despistados que caminaban tranquilos por el carril bici pero aquella mañana apenas había gente en el campus y muchos de los que había parecían enfermos o, como él, resacosos.

Aparcó la bicicleta y entró en la biblioteca. Allí estaba Patty, la vieja bibliotecaria de la universidad a la que ayudaba todos los días durante dos horas a ordenador libros, a revisar archivos y a poner multas a los estudiantes que entregaban sus libros demasiado tarde.

Patty no tendría más de cincuenta años pero su carácter austero, su forma de vestir demasiado clásica y su aspecto de mujer robusta y totalmente independiente, hacían que aparentase diez años más de los que realmente tenía.

No hizo falta que su jefa le diese ninguna orden. Sabía lo que tenía que hacer, iría a colocar aquellos libros que había sobre el carrito mientras ella se encargaba de digitalizar los libros recién recibidos. Lentamente, por culpa de su resaca, comenzó a empujar el carrito. Eran muchos los libros que había en el carro puesto que el becario que iba por las tardes llevaba varios días sin ir a trabajar por culpa de la gripe y tenía que hacerlo todo él por las mañanas. Se dio cuenta de que apenas había estudiantes aquella mañana en la biblioteca. Eso le parecía demasiado extraño dado que se encontraban cerca de la temporada de exámenes y empezaban a no quedar sitios libres desde primera hora.

Siguió con su trabajo, deteniéndose cada dos por tres para beber agua. Estaba cada vez peor de su resaca aunque cuando llegó se tomó un par de aspirinas así que, como apenas había gente aprovechó para sentarse en una silla y descansar. Unas mesas más allá, una chica estudiaba matemáticas y escribía cosas incomprensibles para Derek en un papel. Sin querer, se quedó dormido.

Un rato después, no supo cuanto exactamente, algo le sobresaltó, despertándole de su sueño sobre la mesa. Era la chica que estaba estudiando matemáticas y que, al levantarse había tirado su silla al suelo. Ahora se acercaba lentamente hacia la posición en la que se encontraba Derek.

Al principio, Derek pensó que ella quería decirle algo ya que muchos estudiantes le hacían preguntas para poder localizar algunos libros así que cogió el carrito y se dirigió tranquilamente hacia ella. Cuando estuvo más cerca, pudo comprobar que despedía un olor muy extraño, como a descomposición, estaba completamente pálida y tenía unas ojeras que le llegaban hasta los pómulos. Ella, a su vez, le vio a él, gritó, y se abalanzó sobre él intentando morderle en el cuello.

Derek cogió lo que primero tenía a mano, una edición especial de "Guerra y Paz" de Tolstoi, encuadernada en tapa dura y en un sólo volumen y la golpeó con él en la cabeza. La muchacha retrocedió unos pasos debido al golpe pero no perdió el equilibrio y volvió a intentarlo. Esta vez, Derek, la lanzó el carrito y la tiró al suelo, cayendo todos los libros sobre ella.

Tal vez la suerte quiso que en la caída, la joven Robin Brown se golpeara en la cabeza contra el pico de una mesa pero aquella mañana, Robin no volvió a levantarse del suelo y una extraña mancha roja cubrió el suelo de la biblioteca.

La primera reacción de Derek fue coger el libro con el que la había golpeado y salir corriendo hacia la entrada de la biblioteca. Acababa de matar a una persona y quizá, nadie le creyera si alegaba que había sido en defensa propia; tenía que salir de allí inmediatamente.

Para su sorpresa, cuando llegó al puesto de información, la bibliotecaria Patty y otro joven estaban en pie y, en el suelo encima de un charco de sangre, otro estudiante habitual de la biblioteca. Ella llevaba en las manos un arma improvisada, una regla de madera de un metro de larga y el joven una mochila cargada de libros.

- Tenemos que cerrar esa puerta, no dejéis que nadie más entre- Gritó Patty.

- ¿Y ese chico de ahí? ¿Qué vamos a hacer con él? He matado a una chica- Gritó Derek completamente nervioso- Ha sido defensa propia lo juro.

- No sé que está pasando- Dijo Patty- Pero tenemos que defendernos porque muchos como ese ser- señaló al joven del suelo- se acercan. Y sino... mira por la ventana.
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Mensaje  Skimmer Lun Dic 13, 2010 6:34 pm

1:57

Ariel estaba sentado en su escritorio mirando fijamente la pantalla del ordenador.

Colin no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, Howard se había encaminado hacia él con paso renqueante y extendiendo sus huesudos dedos en un pobre intento de alcanzarle, fue entonces cuando…


Ariel se había bloqueado. Era inútil tratar de continuar, cuando se bloqueaba significaba que tenía que dejarlo por esa noche. Se reclinó en su asiento y releyó un par de veces lo que había escrito. Finalmente se dio por vencido y apagó el ordenador.

Paseó su mirada por el escritorio y se detuvo en una foto en la que aparecían él y sus padres en una excursión que hicieron a las cataratas del Iguazú, entonces debía tener alrededor de doce años. No pudo evitar sonreír al rememorar aquel viaje, fue justo antes de que sus padres se separaran y él se fuese a vivir con su madre.

Ariel se levantó, cogió su vaso de bourbon y se paseó por la habitación. Se paró a contemplar la primera página de un ejemplar de la revista “Olé” que estaba enmarcado y colgado en una de las paredes. Era de la primera vez que escribía en la revista, colgados en las paredes había una serie de artículos deportivos, todos escritos por él.

A Ariel le gustaba rememorar aquella época cuando se encontraba bajo de ánimos. Y precisamente era uno de esos días. Todo se debía a la llamada que había recibido por la mañana, era su agente. Le había comunicado que la venta de su libro“La vida y muerte del Jocker” no estaba obteniendo los resultados esperados, y que si esto seguía así en un par de semanas tendrían que cancelar la segunda tirada.

No, aquel no era un buen día para Ariel Jason. Miró el fondo de su vaso de bourbon y vio que estaba vacío. Por desgracia no le quedaba más, se había bebido todo esa noche. Si no le fallaba la memoria, May’s solía cerrar a las cuatro. Sí, allí podría tomarse la última copa. Ariel sabía que no estaba en condiciones de conducir, pero su estado de ebriedad pudo con el sentido de la lógica.

Así que cogió las llaves del coche y se hizo a la carretera, normalmente solía tardar diez minutos de su casa hasta el pueblo, pero en su estado se demoró veinte.

Al llegar al pueblo, percibió una tranquilidad perturbadora, casi antinatural. Se dijo a si mismo que era cosa del alcohol y sin más dilación aparcó su coche frente al bar. Se encaminó hacia el cartel fosforescente que rezaba “May´s” como una polilla se dirige al la luz.

Hacía poco que había tomado por costumbre ir a May´s cuando se quedaba bloqueado, hecho que se había vuelto más frecuente en las últimas semanas. El local no era nada del otro mundo. Todo era de madera, y de aspecto rústico. En las paredes descansaban varias de fotografías, entre ellas se encontraba una en la que un grupo de hombres fornidos y de caras sonrientes sujetaban a un alce muerto. En otra, un hombre con un sombrero de paja estaba de pie junto a un pez que le superaba en tamaño.

- Buenas noches, Ariel. ¿Lo mismo de siempre? – preguntó Claire, la chica que se encontraba detrás de la barra.

- Claro, Claire. Un bourbon.

Otra de las razones por las que Ariel era más asiduo al bar últimamente era Claire, la camarera. Era una chica atractiva, pero no del modo en el que lo eran las otras chicas, Claire tenía esa belleza inocente e ingenua que a Ariel le resultaba tan atrayente. Su cabello era una mezcla de rubio con vestigios castaños. Llevaba el pelo recogido en una coleta que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Su piel, clara e hidratada, brillaba ligeramente por el efecto de las luces del bar, confiriéndole un aire angelical.

El bar estaba casi vacío a excepción de unas pocas personas que se encontraban repartidas por el local. En un rincón, un hombre con botas militares y sudadera deportiva miraba a través de la ventana mientras sujetaba su vaso a mitad de trayecto entre la mesa y sus labios.

Al otro lado, un hombre que había visto varias veces por el pueblo pero al que no conseguía poner nombre se encontraba sentado con la mirada fija en su cerveza, como si su cuerpo estuviese allí pero su mente hubiese volado a miles de kilómetros.

En la barra, reconoció el característico sombrero de paja de Thomas Wilkes y se dispuso a sentarse a su lado.

- Bueno, pero si está aquí la celebridad local – saludó Thomas mientras le dirigía una afable sonrisa.

- Buenas noches, Thomas. ¿Cómo te va? – preguntó Ariel dando un sorbo al vaso de bourbon que Claire le acababa de servir.

- Ya sabes, tirando. Claire me estaba comentando que su madre también ha caído enferma. Deben ser veinte personas ya afectadas por esta condenada gripe.

- Vaya… ¿Cómo se encuentra, Claire?

Claire suspiró.

- La verdad es que no se encuentra demasiado bien. No conseguimos que la fiebre remita. Ahora mismo mi hermano está cuidando de ella, ya sabes, alguien tiene que venir aquí a seguir cultivando tu incipiente alcoholismo – dijo ella sonriendo y tratando de restarle importancia al asunto.

Thomas y Ariel rieron de buena gana.

Entonces la puerta del bar se abrió violentamente y un chico de no más de dieciocho años entró a trompicones llevando en brazos a otro chico no mucho menor que él.

- ¡Ayuda! ¡Nos han atacado! – Gritó el chico - ¡Le han mordido!

El chico se acercó a toda velocidad a la mesa más cercana y tumbó al herido sobre ella. Acto seguido, se precipitó hacia la puerta y la cerró.

- ¡Rápido, ya vienen!



2:23

Adrian Carlson no se encontraba de buen humor. Cuando trazaba un plan, le gustaba que se cumpliese al pie de la letra y el hecho de que su camioneta se estropease no entraba dentro de sus planes.

Él, Robert y Christian habían planeado ese viaje con meses de antelación. El plan era conducir hasta el Parque Nacional de Wenatchee y pasar allí tres días. Después, volverían a tomar la carretera y se dirigirían a Seatlle, al torneo de gotcha.

Además, Robert había preparado una pequeña sorpresa. Aunque en el Parque Nacional estaba prohibido cazar, había traído tres rifles Winchester modelo Pre 64 por si se encontraban con algún alce. Adrian no estaba totalmente de acuerdo con esto, pero tampoco quería perderse la ocasión de cazar algún que otro alce.

Pero el plan se había ido al carajo en el momento en el que la camioneta decidió estropearse mientras atravesaban el Wenatchee. Se habían visto obligados a alojarse en un mugriento hotel que se encontraba a unos metros del taller en el que tenían la camioneta

El mecánico les había dicho que lo tendría listo para mañana al mediodía. Dentro de lo que cabía eran buenas noticias, pero no hizo que el humor de Adrian mejorase.

Cuando cayó la noche y todos estuvieron lo suficientemente cansados, se retiraron a sus respectivas habitaciones. Adrian se estaba revolviendo entre las ásperas sábanas cuando decidió que estaba perdiendo el tiempo, no lograría conciliar el sueño en aquel condenado lugar.

Así que se levantó, se vistió y salió de la habitación no sin antes dejar una nota en la puerta por si alguno de sus amigos se preguntaba donde estaba.

Caminó durante unos minutos hasta que se topó con un cartel fosforescente que rezaba “May´s”.

El bar del pueblo, pensó Adrian.

Entró en el local y se quedó parado unos segundos en la entrada, echando un vistazo al lugar. Sí, era el típico bar de pueblo. Se encaminó hacia la mesa del fondo y no pudo evitar escuchar parte de la conversación que mantenían un anciano con un sombrero de paja y la atractiva camarera:

- Lo que yo te diga, Claire. Todo ese asunto de Louis Parson es bastante turbio, ¿me captas? ¿Cómo demonios un hombre que ha perdido tal cantidad de sangre se levanta y se va tranquilamente?

La camarera se encogió de hombros.

Adrian se sentó en la mesa del fondo y esperó a que la camarera le atendiese.

- Buenas noches, ¿Qué le pongo?

- Un vaso de ginebra, por favor.

La camarera asintió y un minuto después volvía con la ginebra.

Adrian dejó el vaso en la mesa unos minutos y luego empezó a beber a pequeños sorbos. En noches como esa añoraba su hogar, México. Recordó con nostalgia lo simple que eran las cosas en aquellos tiempos y las pocas preocupaciones que tenía entonces. Sonrió amargamente.

Miró a través de la ventana y divisó lo que parecía ser un hombre, estaba parado en mitad de la calle y le estaba mirando fijamente. Eso puso nervioso a Adrian, pero mantuvo la mirada con aquel desconocido.

Había algo antinatural en aquel hombre. Una quietud estremecedora. Era como si en el cerebro de Adrian comenzasen a parpadear carteles de “PELIGRO” o “HUYE”. Entonces el hombre comenzó a avanzar hacia él extendiendo uno de sus brazos

Un hormigueo recorrió la espalda de Adrian. No, aquello no estaba bien. No sabía porque pero tenía que largarse de allí. Se dispuso a levantarse cuando un chico apareció por la puerta con otro crío más pequeño en brazos cubierto de sangre.

No, definitivamente aquello no estaba bien.



2:40

Adam Connell despertó sobresaltado. Le llevó unos segundos asumir que solo había sido un sueño, entonces la realidad le golpeó en la cara.

Se había quedado dormido frente al televisor. En la pantalla se veía a una hermosa mujer que sostenía en su regazo a dos niñas pequeñas, sus hijas.

- ¡Vamos, pedid un deseo y soplad las velas! – les instaba Verónica a las dos gemelas.

Ellas dudaron por un momento y apagaron las velas a la vez. Aplausos. Risas.

La imagen desaparece y la sustituye otra en la que aparece su mujer fregando los platos en la cocina, la fiesta ya ha acabado y todos se han marchado.

- ¡Veeeenga Adam, apaga ya eso!- decía a la vez que le salpicaba con agua y le sonreía.

- ¡Vamos Verónica, concédeme unas palabras! – dijo el Adam de entonces en tono burlón.

- ¡Lo único que te voy a conceder va a ser una patada en el culo como no dejes de grabarme!

Más risas…

Adam apagó el televisor y echó un vistazo a la habitación. Después del accidente, vendió la casa para pagar los costosos cuidados que requería Sandy, y ahora vivía en un apartamento de mala muerte con un perpetuo olor a moho.

Adam se levantó y se estiró, se dirigió a la cocina y echó mano de la última cerveza. Normalmente se quedaba despierto hasta las cuatro o cinco de la mañana, por si llamaban del hospital, luego se quedaba dormido, el alcohol ayudaba.

Adam estaba acabado, y lo sabía. No podía vivir con la muerte de su esposa y su hija, aunque se repitiese que Sandy estaba viva y que debía luchar por ella. Volvió al salón y se desplomó de nuevo en el sillón no sin antes coger un álbum familiar y colocárselo en el regazo.

Comenzó a hojearlo y cuando había pasado poco más de la mitad de las páginas se dio cuenta de que se había acabado la cerveza.
Si algo no podía faltar en la vida de Adam Connell, era el alcohol. Era el único modo de mitigar los recuerdos que le asaltaban constantemente. Así que decidió dar un pequeño paseo hasta la tienda de licores y comprar la cerveza más barata que hubiese.

Se metió en el coche y tardó apenas cinco minutos en llegar. En cuanto cruzó el umbral de la puerta notó algo raro en el ambiente, un hedor dulzón. Otro dato interesante era que Ray no se encontraba tras el mostrador, y eso si que era raro.

- ¿Hola? ¿Ray? ¿Hay alguien? - dijo Adam alzando la voz.

Nadie respondió.

Adam avanzó hasta el pasillo en el que se encontraban las cervezas y cogió un pack de seis. Estaba a punto de darse la vuelta cuando vio que algo rojo asomaba por la esquina de una de las estanterías.

Lentamente, Adam caminó hasta allí y se dio cuenta de que aquella sustancia roja era un charco de sangre, y que salía de un hombre que estaba tumbado en el suelo, inerte. Sobre él se encontraba otra figura. Fue entonces cuando Adam oyó como aquella figura inclinada sobre el cadáver masticaba algo, y se podía imaginar que era.

Un escalofrío recorrió a Adam, comenzó a retroceder lentamente con la mala suerte de dar a parar con la estantería que tenía a su espalda, ésta se tambaleó ligeramente y tintinearon las botellas de cerveza que se encontraban sobre ella.

En ese mismo instante, la figura agazapada levantó repentinamente la cabeza. Adam sentía el impulso de salir corriendo, pero sus pies no les respondían, no quería mirar a aquella cosa, no quería que se diese la vuelta.

La figura se irguió lentamente y estuvo a punto de tropezar, pero recuperó el equilibrio. Fue entonces cuando se dio la vuelta y miró fijamente a Adam. Era Ray, estaba completamente cubierto de sangre y de su boca sobresalían tiras de carne. Sus ojos estaban recubiertos por una ligera película blanca, la cual le confería un aire fantasmal. Pero lo peor era su brazo, porque no tenía brazo. Este parecía haber sido amputado.

Está drogado. Está drogado y en estado de shock, se decía Adam a si mismo, intentando darle una explicación lógica a lo que estaba viendo.

- Dios mío, Ray, necesitas ir a un hospital, joder...- dijo Adam, aún a sabiendas de que Ray no le estaba escuchando

Ray comenzó a andar hacia él, adelantando su único brazo y gimiendo.

- No...Ray, quédate quieto, por favor.

Ray continuó avanzando...

- ¡Por el amor de Dios, Ray, detente!

Un paso más y le alcanzaría...

- ¡RAY, PARA! - gritó Adam a la vez que golpeaba a Ray con el pack de seis cervezas en la cabeza.

Se desplomó sobre una estantería, haciendo que ésta cediese y cayese sobre el cadáver del suelo. Ray no se movía.

- No...oh Dios mío, le he matado. - exclamó Adam agachándose junto a Ray y colocándole boca arriba.

Al golpearle en la cabeza, las cervezas se habían roto y la mayoría de los cristales habían ido a parar al rostro de Ray.

- Joder, Ray, ¡despierta! Lla-llamaré a una ambulancia.

Adam estaba sacando el móvil del bolsillo cuando la mano de Ray agarró su brazo con una fuerza desproporcionada. Adam automáticamente entró en pánico e hizo todo lo posible para zafarse, pero Ray era más fuerte y hacía tremendos esfuerzos por llevarse su brazo a la boca.

Adam ya estaba seguro, aquello no era Ray. Ray estaba muerto. Así que cogió una botella que estaba partida por la mitad y con todas sus fuerzas la incrustó en el ojo de Ray hasta que oyó un sonido acuoso: el cerebro.

Fue instantáneo, el brazo de Ray quedó lacio y éste parecía haber muerto finalmente. Adam estaba jadeando y había estado a punto de mearse en sus pantalones. Cubierto de sangre, decidió que tenía que largarse de allí antes de que llegase la policía.

Salió de la tienda a toda prisa, pero cuando hubo doblado la esquina, se encontró a cuatro personas avanzando hacia él con paso tambaleante y con las bocas cubiertas de sangre. Adam no tardó más de un segundo en asociar el estado de aquellas personas con el de Ray.

No están vivos, se dijo a si mismo.

Se dio la vuelta y echó a correr con los gemidos de aquellas personas a su espalda. Giró la esquina y se encontró de frente con el cartel fosforescente que tanto caracterizaba a May´s. Pensó en las explicaciones que tendría que dar por estar cubierto de sangre, pero lo único que quería era ponerse a salvo.

Entró precipitadamente en el local y se encontró con una escena un tanto peculiar. Sobre una de las mesas había un chico, parecía estar herido pues sangraba copiosamente. Allí también se encontraban Claire, Thomas, Ariel Jason, el escritor, y otro hombre que no le resultaba familiar.

- ¡Necesito ayuda, Ray se volvió loco! ¡Trató de atacarme, tuve...tuve que defenderme! - explicaba Adam torpemente, tratando de darle sentido al torrente de palabras que salían por su boca.

El chico que se encontraba junto al herido se aproximó a la puerta y la cerró con las llaves que Claire le había dado.

- ¿A ti también te han atacado? - le preguntó el chico.

Adam asintió. La noche no estaba yendo como él esperaba.



2:31

Dexter miró el reloj y se sorprendió de lo tarde que se había hecho. Había estado corrigiendo exámenes toda la noche y prefirió hacerlo en el colegio antes que en su casa. Al fin y al cabo, nadie le esperaba allí más que Copérnico, su perro.

Alguien golpeó la puerta de su despacho con los nudillos y pidió permiso para entrar.

- Adelante – dijo alzando un poco la voz y reclinándose en el asiento.

La cabeza de Jerry, el anciano conserje, se asomó.

- Perdone que le moleste, profesor, pero voy a cerrar ya.

- Sí, claro. Deme un segundo para recoger y salgo enseguida.

Jerry asintió y desapareció dejando tras de si solo el sonido de sus pasos. Dexter se frotó los ojos y se dispuso a recoger todos sus papeles y a meterlos en el maletín.

Vives al límite, Dexter. Un viernes por la noche y no tienes otra cosa que hacer que corregir exámenes para el lunes, se dijo a si mismo.

Hizo un movimiento de cabeza y tras ponerse su chaqueta, salió del despacho. Lo cierto es que el colegio presentaba un aire algo tétrico por la noche. Con todo el bullicio que se producía durante el día, el abrir y cerrar de taquillas, las risas...Pero ahora todo estaba en calma, una calma casi perturbadora.

Y luego te preguntas porque sigues soltero, Dex. Se dijo para si mismo mientras soltaba un bufido.

Trató de apartar aquellos pensamientos de su mente y continuó su camino hacia la entrada principal, pero de repente escuchó un ruido procedente de una de las aulas. Se paró en seco y agudizó el oído. Sí, definitivamente había alguien ahí dentro.

Se acercó a la puerta del aula y la abrió con rapidez. En el interior, se encontraba una figura encapuchada con un spray de pintura en la mano.

- ¡Eh, tú!

- Oh...mierda.

- ¿Hooke? ¿Qué demonios haces aquí?

Gaara Hooke agachó la cabeza y se quitó la capucha, avergonzado.

- Por el amor de Dios, chico. ¿Es que no tienes nada mejor que hacer un viernes por la noche que venir a hacer pintadas al colegio? ¿No tienes amigos con los que salir o algo así?

- Bueno, profesor, creo que podría preguntarle lo mismo...

Los dos se quedaron en silencio durante un rato. Dexter suspiró.

- En fin...venga, salgamos de aquí. Has tenido suerte, esta vez no llamaré a tus padres.

Así pues los dos se encaminaron hacia la salida, donde esperaba Jerry, el conserje.

- Vaya...otro condenado crío que le parece gracioso colarse aquí por la noche. Esto en mis tiempos...

- Ya nos vamos, Jerry. Gracias por esperarme. - dijo Dexter, cortando a tiempo su parloteo.

Jerry les abrió la puerta de mala gana y Dexter y Gaara salieron del lugar. Lo primero que percibieron fue la tranquilidad que se respiraba en el ambiente, no se oía nada, ni siquiera un solo grillo.

- Gracias por no llamar a mis padres, profesor – dijo Gaara sin mirarle y en tono seco.

- Ya...bueno. Comprendo que vienes de otro país y que te cueste integrarte, pero eso no...¿Él viene contigo? - preguntó Dexter al ver que había otro chico más pequeño parado en mitad del aparcamiento.

- No, he venido solo. ¿Quién es? - dijo Gaara algo receloso.

- No sé...¡Eh, chico! - llamó Dexter alzando la voz.

La figura giró sobre si misma y comenzó a caminar hacia ellos con paso renqueante.

- ¿Estará borracho? - preguntó Gaara ladeando ligeramente la cabeza y sonriendo.

- Creo que está herido...¿Te encuentras bien, chaval? - dijo Dexter aparentemente preocupado. Empezaba a tener un mal presentimiento

Aquel chico no respondió, simplemente seguía caminando. Se encontraba a menos de cinco metros.

- Dios, creo que está sangrando...¡Joder, mira su cuello! - gritó Gaara señalando una profunda herida que tenía aquel chico en el cuello. Algo le había mordido y le había arrancado gran parte de la garganta. La sangre había empezado a coagularse.

Gaara y Hooke comenzaron a retroceder casi sin darse cuenta. Entonces escucharon un alarido, no era exactamente un alarido, más bien parecía un grito de furia. De repente, tres figuras aparecieron en el otro lado del aparcamiento y empezaron a correr hacia el alumno y el profesor.

En cuanto los vieron, supieron que algo no iba bien con aquella personas. Era la forma en la que corrían, no era natural.

- ¡CORRE! - gritó Gaara a la vez que se daba la vuelta y corría en dirección al colegio

Dexter no dudó un segundo, siguió a Gaara en un rápido sprint mientras iba gritando a Jerry que abriese la puerta. El anciano conserje, al escuchar tal alboroto, salió a ver que ocurría. Fue entonces cuando una figura emergió de las sombras y atacó a Jerry, mordiéndole en el brazo izquierdo.
Jerry soltó un alarido de dolor, pero consiguió zafarse del atacante. Los tres lograron entrar en el edificio y cerrar la puerta a tiempo, pues un segundo después se chocaron contra ella las tres personas que les venían persiguiendo. Éstos, al ver que no podían entrar, comenzaron a aporrear la puerta desesperadamente.

Dexter y Gaara se apresuraron a coger uno de los bancos que se encontraba en las cercanías y lo colocaron en la puerta, frustrando cualquier intento de apertura.

- ¡Por el amor de Dios! ¿Jerry, estás bien? - le preguntó Dexter al conserje al percatarse de su herida.

Jerry jadeó.

- Sí...sí. Uno de esos malditos bastardos me mordió, pero estoy bien...

- ¿Qué cojones le pasa a esa gente? - dijo Dexter en voz alta a la vez que se apoyaba en la pared, tratando de recuperar el aliento.

- ¿No es obvio? - preguntó Gaara extrañado y dando un paso hacia ellos.

- ¿Qué quieres decir? - respondió Dexter más extrañado aún.

- Oh, vamos, ¿pero es que no habéis visto ninguna película de...? Mira, usted vio tan bien como yo la herida que tenía aquel tío en la garganta. ¿Cómo coño va a seguir alguien caminando estando tan jodido? Además, la forma que tenía de andar...

Dexter comenzaba a darse cuenta de lo que Gaara trataba de decirle.

- No querrás decir...

- Sí.

- ¡Pero...pero eso es imposible, esas cosas solo salen en las películas!

- ¿De que estáis hablando? - preguntó Jerry mientras mantenía una mano en su herida.

- Esas cosas... - comenzó a decir Gaara – son zombies.

Nadie se atrevió a decir nada...



3:04


Louis Parson caminaba por Ferry St. Salvo que aquella cosa ya no era Louis Parson. No desde que había sido infectado por el virus N34H, más comúnmente conocido como “Hades”.

Tras él, le seguían veinte infectados más. Era increíble lo fácil que había sido reunir a tamaña multitud. Bastaba con que se produjese un ruido más alto de lo normal para que se “activasen” y comenzasen su penoso caminar hacia la fuente de aquel sonido.

Pero en realidad, no era ese el motivo por el que aquella multitud seguía a Louis Parson con ciega obediencia. Él era el paciente cero. El primer infectado puro. Algo en su interior, tal vez alguna feromona que desprendía, actuaba de imán para todos los demás seres como él. Así era como había logrado aquel número de seguidores.

Al principio, solo veinte personas fueron afectadas por el virus Hades, y éstos se encontraban en el Wenatchee Medical Center, situado en West Wenatchee. A las 01:34 de la noche, murieron. A las 01:40, volvieron a la vida.
La confusión y el alboroto habían propiciado la dispersión del virus, y al cabo de dos horas una cuarta parte de la población de Wenatchee había sido infectada, y el número iba en aumento.

Pero también había supervivientes, personas en cuyo interior había despertado algo oscuro, algo primitivo...el instinto de conservación. Personas que harían lo que fuese para protegerse a ellos mismos y a sus seres queridos, y tendrían que demostrarlo en los tiempos venideros.

Hombres, mujeres, niños. No importaba, todos ellos tenían algo en común, el primer pensamiento que se les vino a la cabeza cuando se enfrentaron a esta nueva especie: “CORRE. HUYE. SOBREVIVE”.

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Mensaje  THE-VIL-JACK-KRAJER Lun Dic 13, 2010 9:11 pm

Ariel Jason

Todo pasó muy rápido. El joven con el herido en brazos, el hombre que entró gritando en el bar, no pude reaccionar. Todos las señales coincidían, pero traté de negarlo. La paranoia no resolvería la situación.

Lo más importante estaba hecho, cerraron la entrada con llave. Me acerqué a Claire y le indiqué que llame a la policía y a una ambulancia. Ella se precipitó al teléfono y marcó con prisa los números.

- No responde, el teléfono no funciona. - dijo colgando.

No, no puede ser, es una broma de mal gusto. El chico seguía desangrándose, corrí a la mesa en la que estaba ubicado.

- Lo han mordido, esos malditos lo han mordido. Hay que llamar a una ambulancia. - proponía el que lo acompañaba.

- El teléfono no funciona, ¿alguien tiene un teléfono móvil? - preguntó en general.

- Sí yo, pero no tiene crédito. - dijo el hombre ensangrentado acercándose.

- Seguramente tiene la opción de llamadas de emergencia, ¿no? - agregó Thomas.

- Cierto. A ver, dame el celular - le pedí. Thomas estaba en lo cierto, pero no se podía contactar con nadie.

Si esos eran lo que yo creía que eran, una simple puerta no los detendría. Sin decir una sola palabra arrastré una mesa a la puerta y cerré las ventanas. Asegurar el "refugio" era clave para sobrevivir a esto.

- Yo puedo curar al muchacho hasta que venga la ambulancia. Me llamo Adam. - dijo el hombre de la ropa ensangrentada. Luego se dirigió adonde estaba el herido y habló con él.

- Necesito tu ayuda, Thomas, sospecho que la actitud de los que están afuera es peligrosa, por lo que tenemos que tapar toda posible entrada. Busca algo que haga peso y apoyalo encima de la mesa, y si la cosa se pone fea tendremos que cubrir puertas y ventanas con maderas. - él asintió y se marchó. - Claire, fijate si no hay otros accesos al edificio y si hay cubrelos con lo que sea. -

El próximo paso era encontrar armas para defenderse, si eran zombis no se les puede matar con los puños.
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Mensaje  Kealah Lun Dic 13, 2010 10:32 pm

ARMAS:

CORRE. HUYE. SOBREVIVE. Tolstoi

Libro de 3 kg de Guerra y Paz de Tolstoi.

Como arma, no es demasiado práctica pero podrás conservarla durante 3 post como máximo.

Obviamente, no puede provocar heridas mortales por lo que no matará zombies pero los desequilibrará, haciendo que retrocedan unos pasos. Podrás escapar de ellos aunque no mueran siempre que los golpees con el libro.

CORRE. HUYE. SOBREVIVE. 97680

Regla de un metro metálica con forma triangular que está en poder de Patty, la bibliotecaria.

Tampoco es directamente mortal pero puedes ayudarte de ella para matar a los zombies

CORRE. HUYE. SOBREVIVE. Cazaconballesta

Ballesta con 12 FLECHAS.

Es un arma mortal con la que podrás acabar con los zombies. Sólo dispones de 12 flechas. Después de terminar con ellas, no podrías utilizarla.
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Mensaje  PauTL Mar Dic 14, 2010 12:03 am

Todo había sido muy rápido, cuando Matt y Louis estaban a punto de marcharse, pudieron ver un accidente de tráfico en el exterior.
Unos momentos despues, un chico joven entraba a la pizzería con un cuerpo ensangrentado a los hombros, seguido de otro algo mas mayor.

- Joder, ¿qué son esos seres? - Gritó uno de los hombres- Se estaban comiendo a Lenny.

- Tumbadle- Dijo Matt, mientras se levantaba rápidamente de su asiento y corría a ayudar.

- Venga, ponedlo en la barra -Dijo Matt, en seguida, lo tumbaron en la barra de la pizzería.

- No responde, el teléfono no funciona. - oyó que decía la camarera.

- Lo han mordido, esos malditos lo han mordido. Hay que llamar a una ambulancia. - Dijo otro.

A Matthew la cabeza le daba vueltas, recuerdos, que parecían de otra persona, afloraron en su mente, había perdido el hilo de la conversación, ya no sabía quién estaba hablando.

- El teléfono no funciona, ¿alguien tiene un teléfono móvil?

- Sí yo, pero no tiene crédito.

Le costaba respirar, y sintió nauseas.

- Seguramente tiene la opción de llamadas de emergencia, ¿no?.

- Cierto. A ver, dame el celular.

Matthew salió a toda prisa hacía la barra, mientras se metía la mano en el bolsillo.

- Agua, por favor - Le dijo a Becky con voz seca, al fin alcanzó las pastillas. Becky le puso un poco de agua en un vaso.

- ¿Te encuentras bien? - Le preguntó, Matthew no respondió, se echó un pastilla a la boca, bebió agua, se la tragó, y se sentó en la silla.

- Ya van dos hoy - Le dijo Louis.

- Lo se...es que...siento algo raro...no se.

-Tranquilo, todos nos hemos alterado un poco- Dijo Louis a modo de consuelo, antes de levantarse y ayudar a dos hombres, que estaban amontonando mesas en la entrada del local.

Matthew observó la escena que tenía delante, que caos, unos intentaban contactar con emergencias, otros se amontonaban alrededor del herido con agua, alcohol, y demás cosas inservibles, aquella herida se veía muy fea, y si no lo atendía un medico de verdad...no duraría mucho. Los ojos se le empezaban a cerrar, le costaba prestar atención a lo que le decía Becky, en cuestión de segundos, quedó profundamente dormido.




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Mensaje  DarkHades Mar Dic 14, 2010 1:33 am

-Mark - Murmuré - ¡Mark!

¿Que sucede Oleg?-Preguntó inmediatamente.

-¿No tienes algún arma?-Le dije suavemente guiñandole un ojo.

-Solo tu ballesta y tienes doce flechas.-Contestó suavemente.

-No creo que la ambulancia venga ni creo que esos tipos que se han comido a Lenny no vayan a venir a por nosotros.-Respondí.

Mark habia respondido algo pero no le presté nada de atención,me dirigí hacia un refrigerador con varias bebidas y tomé una lata de 7UP.
-¿Piensas pagar eso?-Preguntó Rebecca arqueando las cejas.

-No coño,pienso utilizarlo para lavarme el cabello,¿si no como crees que lo tengo tan lindo?

-Son dos cincuenta.-Dijo decidida.

-Ahí tienes,guarda el cambio.-Murmuré mientras le dejaba tres dólares en la barra.

Me dirigí hacia el cuerpo de Artur que parecia dormir como un ebrio tras varios días pegandole a la botella.

-Se pondrá bien.-Dijo Rebecca mientras me apoyaba una mano sobre el hombro la cual separé inmediatamente.

-¿Que puedo hacer para ayudarles?

-No lo se,pero no quiero que esas cosas de ahí fuera sean lo que sean entren aquí,no tenemos nada con que hacerles frente.

-Ah,tengo una idea,¡Mark!.-Grité llevandome las manos a la boca a pesar de que Mark estuviera al lado mio.

-Dime en lo que piensas Oleg.-Murmuró con una sonrisa estúpida.

-Deberiamos tapar esa puerta con alguna mesa de por aquí y algún par de sillas,solo tengo mi ballesta y la usaré SOLO en emergencias.-Le dije contándole mi idea.

-Perfecto,aquella mesa de madera se ve bastante fuerte.-Decia Mark mientras corria tras ella y la tomaba de un extremo.

-Bien,vamos rapido.-Murmuré mientras ambos levantabamos la gran mesa de madera y la poniamos contra la puerta de la pizzeria.

-Buensa esa Oleg.

-Buena esa Mark.-Dije con una sonrisa mientras me sentaba en la mesa donde dejé mi ballesta y seguía bebiendo mi 7UP.


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Mensaje  Dr.Zombi Mar Dic 14, 2010 3:46 am


ADAM CONNELL

Esto no esta pasando, debe ser una estúpida broma, pensaba Adam tratando inútilmente de convencerse de ello, mientras avanzaba hacia el joven sobre la mesa y revisaba la herida. Había mucha sangre, demasiada, se quito la camisa quedando solo con una sudadera y la amuño poniéndola sobre la herida...

- Hey, tu - dijo dirigiéndose al otro joven a su lado, toma esto y mantenlo presionado, tratemos de que no pierda tanta sangre... ¿Hay suerte con lo de la ambulancia? - preguntó sin recibir respuestas afirmativas, mientras escuchaba las ordenes planteadas por Ariel...

- Un momento - dijo Adam incorporándose - yo no voy a encerrarme aquí, mi hija esta en el Hospital, debo ponerla a salvo - continuo diciendo - Ademas no es mucho lo que se puede hacer por este chico aquí, sus heridas son criticas, necesita de un equipo especializado, y condiciones de sanidad optimas... Mi coche esta a la vuelta de la esquina, podemos llevarlo al Hospital en el... - concluyo mientras sacaba las llaves de los bolsillos...

- Pero Ariel tiene razón - dijo Thomas mientras levantaba una pesada mesa que pretendía usar para bloquear la puerta de entrada - la calle parece ser peligrosa, tal ves debamos quedarnos aqu...

- ¿Y entonces que? - pregunto Adam interrumpiéndolo - ¿nos sentamos a esperar a que esas cosas se vayan jugando a las cartas? - preguntó en un tono irónico y amargo que lo caracterizaba desde el accidente, y que antes le hubiese sido tan extraño...

El chico sobre la mesa dio un tosido lanzando un escupitajo de sangre llamando la atención de Adam que se giro para atenderlo...

- Este chico no sobrevivirá aquí - sentencio - y ni siquiera sabemos cual es la situación real de lo que esta ocurriendo afuera... ¿Tienes una radio? - pregunto a Thomas - si es así deberías encenderla haber que dicen, pero sea lo que sea, yo no me quedare aqui, debo ir al Hospital a ver como esta mi hija...

.
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Mensaje  Skimmer Mar Dic 14, 2010 3:52 pm

- No, me temo que no llevo ninguna radio encima… - contestó Thomas un tanto apesadumbrado.

La situación comenzaba a ponerse tensa. Todos sopesaban en su interior la idea de salir de allí e ir al hospital, pero la mayoría no sabían lo que había ahí fuera…y siempre se teme a lo desconocido.

- ¿Cómo te llamas, chico? – preguntó Thomas acercándose a los dos jóvenes.

- Me…me llamo Sam, él es John – dijo señalando con la cabeza al chico que yacía en la mesa. A cada minuto que pasaba tenía peor aspecto.

- Escucha, Sam, todo va a salir bien, no te preocupes – le tranquilizó Thomas mientras le colocaba una mano en el hombro.

Sam asintió sin mucho convencimiento y volvió a centrar su atención en su amigo.

Adrian se acercó a Claire, la camarera.

- ¿Hay alguna otra salida? – preguntó examinando el lugar con la mirada.

- ¿Eh? Ah, sí. Hay una puerta que da a un callejón, está en la cocina – contestó señalando la puerta de la cocina.

- Bueno, creo que lo que deberíamos hacer…-comenzó a decir Ariel.

Todos escucharon un estruendo proveniente del exterior. Un disparo. Luego gritos, gritos de desesperación y dolor. Todos se quedaron clavados en el sitio, con la mirada fija en las ventanas del local, las cuales estaban tapadas con unas cortinas.

Unos segundos después, se oyeron unos pasos y cuatro siluetas aparecieron detrás de la ventana. Las cortinas hacían imposible ver nada, solo podían intuir que eran tres hombres y una mujer. Las figuras comenzaron a tambalearse, estaban pasando de largo, pero Claire no pudo reprimirse más y soltó un pequeño grito. Ariel, con una prodigiosa agilidad, corrió hacia Claire y le tapó la boca, pero ya era tarde, ellos la habían oído…

Las figuras dieron media vuelta y se agolparon junto al cristal. Habían oído una voz en el interior, y ese estímulo solo podía significar una cosa…comida. Comenzaron a golpear sus inertes cuerpos contra el cristal. Al principio con desgana, pero pronto su excitación creció y todos temieron que pudieran romper los cristales.

- ¡Mierda! – Exclamó Adam – alguien tiene que ir a esa salida del callejón y ver si está despejada. ¡Esos cristales no aguantarán mucho más!

Adrian y Ariel se dirigieron a la cocina a toda prisa, no era muy espaciosa así que no tardaron en divisar la puerta trasera. Ariel se acercó a la puerta y puso su mano en el pomo.

- ¡Eh, espera! No sabemos que puede haber ahí fuera…no pienso salir desarmado. – dijo dirigiendo la mirada a unos cuchillos de cocina que había sobre una mesa.

Decidieron que deberían tener algún tipo de protección, y llevar los cuchillos en las manos les hizo sentir un poco más seguro. Contaron hasta tres y abrieron la puerta de golpe.

Una suave brisa nocturna les dio la bienvenida. No se movieron durante unos segundos, el tiempo suficiente para reunir el valor de salir ahí fuera. Cruzaron el umbral de la puerta y recorrieron el callejón, preparados para salir corriendo hacia atrás en cualquier momento.

Fue entonces cuando escucharon un gemido y de la esquina aparecieron dos hombres, uno de ellos se tropezaba con sus propias tripas, y al otro le faltaba medio rostro.

- ¡CORRE! – gritó Ariel mientras se daba la vuelta y huía hacia el interior del local.

Adrian no dudó un segundo en hacerle caso y un momento después ya se encontraban de nuevo en el interior del bar y habían bloqueado la puerta con una de las mesas. Volvieron con los demás y les llevaron cuchillos a todos.

- Eh…tenemos problemas ahí detrás – anunció Ariel mientras repartía los cuchillos.

- Lo que tenemos que hacer es bloquear esas malditas ventanas, van a romperse en cualquier momento. Luego, ya decidiremos que hacer – concluyó Thomas.

Todos estuvieron de acuerdo…

...

Los cuchillos durarán 4 posts.

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Mensaje  Kable Mar Dic 14, 2010 7:08 pm

- Que qué hago con Daniel?- respondió Charlie- Es que no me ha oído? Están ahí fuera y me persiguen! Cierre la maldita puerta! Y usted – dirigiéndose al otro individuo, que no le sonaba de nada – ayude al Pastor, dense prisa!

Charlie dejó al niño, que no paraba de llorar, medio recostado en un banco mientras se acercó rápidamente a la gran puerta de la iglesia para ayudar a cerrar su entrada.

-Pastor, acerque rápido ese banco, tenemos que bloquear la entrada – dijo Charlie mientras se oían al otro lado los primeros golpes de algo o alguien que intentaba acceder a la iglesia. – Rápido, apilemos unos bancos sobre otros.

Una vez apilados unos cuantos bancos, Charlie se tomó la libertad de tomar un respiro. Apoyado en los bancos miró hacia el interior de la iglesia, lugar que no había pisado desde los funerales de María. Se le antojaba el lugar más extraño del mundo. De repente, cayó en la cuenta.
-Pastor, está cerrada la sacristía? Podrían entrar por allí también!

-Sí, hijo. Suelo mantenerla cerrada siempre que estoy en la sala principal, sobretodo después de los robos que hemos estado sufriendo últimamente. Estos jóvenes…
Charlie relajó sus músculos de nuevo. Ahora sí era el momento de acercarse a Daniel y de dar las explicaciones que el pastor le reclamaba con la mirada desde que entró por la puerta.

-Estás bien, Daniel? -el muchacho asintió con la cabeza aunque de sus ojos aun caía alguna lágrima. Tranquilo, ya ha pasado lo peor, ahora estamos a salvo. No te preocupes por nada. –dijo Charlie, en un intento de expulsar de su mente las imágenes del coche estrellado de los padres del chaval, le recordaba demasiado a su amada.

Charlie llamó con la mirada al Pastor y una vez estuvieron apartados del niño le puso al corriente de todo lo que había visto.
-Parecían muertos, pastor, pero se movían. Ni yo entiendo cómo. Intentaban cogernos para….no se para que, quien sabe.

El extraño se incorporó a la conversación. -Disculpen la intromisión. Me presento. Mi nombre es Leo. Alguien sabe qué está ocurriendo “ashá” fuera?

-Encantado, pero no tengo ni la más remota idea. Lo único que se es que son hostiles, así que tendríamos que buscar algo con que defendernos…
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Mensaje  PeKaDoR Mar Dic 14, 2010 8:46 pm

Jerry, Dexter y yo nos habíamos encerrado en la universidad para refugiarnos de los zombies.
Había mucha tensión en el ambiente, lo notaba por la forma de parpadear de Dexter y la por la enorme cantidad de sudor que estaba segregando Jerry.
- Jerry, quizas podamos salir por la puerta del otro lado. Dijo Dexter.
-No sabemos como está la situación allí afuera Dexter, podría ser aun peor que aquí. Dije tranquilamente.
-Ese chico tiene razón Dexter, pero aun así quedarnos aquí no es la mejor de las ideas, la puerta cederá pronto.

Finalmente acordamos que uno exploraría la otra area de la universidad para estar mas seguros.
Revisé mis bolsillo por si portaba algún arma y solo pude encontrar mi spray verde.
- Con esto no les haré nada. Pensé. Iré yo de todos modos, vosotros podéis intentar que no rompan la puerta.Les dije claramente dándome la vuelta.
....que personas mas molestas, lo único que quiero es salir de aquí. Espero no ser un calzonazos como ellos cuando sea mayor. Pensé

Los pasillos por los que avanzaba eran oscuros y siniestros debido a la falta de energía eléctrica del lugar.
No se por que motivo estábamos a oscuras pero podía intuirlo.
Lo mejor antes de explorar en esta situación pueda ser buscar algo con lo que pueda defenderme.
Supongo que en el taller de tecnología habrá numerosas herramientas.
Cambié de dirección hacia el aula de tecnología, pero mi paso era lento y desconfiado ya que no sabía donde me metía con tan poca luz.
Al final conseguí llegar hasta el taller, pero la puerta estaba cerrada.
En estos momentos me vendrá bien esas clases que me daba mi vecino Kankuro. Pensé mientras cogía una horquilla de mi bolsillo.
La introduje en la ranura metálica de la puerta y empecé a girarla para poder abrir la puerta.
Click! - Bingo. pensé.
La puerta se abrió lentamente y entré en el taller, me puse a buscar entre todas las herramientas alguna que fuera realmente útil. Si no la encontraba cogería una escofina al menos.

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Mensaje  Azmordan Mar Dic 14, 2010 9:42 pm

Spoiler:


Adrián junto con Ariel se pusieron a tapear las ventanas, usaron las mesas y sillas que se encontraban.
- Por cierto, me llamo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
- Ariel...

Una vez terminada la tarea regresó a la parte de atrás a revisar la cocina, no había mucho.
- qué esperaba, es un bar... Se dijo a sí mismo.
Observó y se le ocurrió usar los refrigeradores para bloquear la entrada. Tenemos que irnos a la cocina, y bloquear la parte delantera, pensó.
Tenían que dejar libre una de las entradas y la entrada trasera se le ocurrió a Adrián, era la mejor, pues solo había 2 sujetos que se interponían y uno no representaría mayor obstáculo.

De repente recordó a sus amigos, estaban en el hotel dormidos. Rápidamente tomó su celular, sus amigos no estaban enterados de lo que sucedía, tenía que ponerlos al tanto, además de que sería más sencillo salir de esta situación trabajando con mas gente.

... El celular marcaba, pero no había respuesta.

- Seguramente tiene apagado el celular

Tenía que trazar un plan ir por sus amigos y salir de ahí.

Les dejó un mensaje escrito por el celular:

No salgan del cuarto, bloqueen puerta. LES JURO, MUERTOS VIVIENTES EN LA CIUDAD, esperen a que llegue. Tengan el equipo listo. SABEN... NO ES BROMA

Al observar la preocupación y desconcierto de los demás, dijo:

- Ecuchen tenemos que salir de aquí

- Si, yo tengo que ir al hospital por mi hija. Interrumpiendo a Adrián

- Y qué quieres que hagamos, que salgamos de aquí y tomemos un taxi para ir allá? Se oyó otra voz.

Claramente estaban en shock.

Se encontraban en una situación dificil, pero podrían salir.

- Ariel, usemos lo que tenemos. Le dijo a su compañero, tenemos alcohol hay que preparar cocteles molotov. no aquí dentro, pero para cuando estemos fuera, servirá como barrera para evitar que nos rodeen.

Parecía una idea que podría funcionar.

- Miren, tengo dos amigos que están en el hotel que está aquí cerca, me he tratado de comunicar con ellos pero no contestan, supongo que siguen dormidos, Tenemos que llegar allá, tenemos equipo para escursión y sobre todo tenemos armas, una vez allá nos moveremos al hospital, pues tenemos que sanar esa herida.

- Qué opinan?


...


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Mensaje  THE-VIL-JACK-KRAJER Mar Dic 14, 2010 9:56 pm

- No lo sé, para mí es mejor generar una distracción a esos zombis para que se vayan y quedarnos aquí hasta que pase todo. No digo que nos quedemos una semana, pero salir es lo más inseguro. -
- La gente allí afuera estará desesperada, no creo que nos diferencie entre los muertos y no dudarán en atacarnos. Además de que en la calle tendremos mucho más problemas. Yo me quedo aquí, el que le quiera acompañar vaya con él, pero en mi opinión el lugar más seguro es este, el callejón está bloqueado por esos y no tenemos las armas apropiadas para enfrentarlos, aunque tengamos molotov llamaría la atención de más zombies y de más problemas. -

Era la primera vez que soltaba lo que sentía. Dejó reflexionando a muchos, pero no tenía tiempo para saber que decidían; fui al mostrador y encontré debajo unas cajas de vino, las apoyé una por una encima del mostrador y saqué las botellas de una caja, apilandolas en el suelo. Sería ideal para lanzárselas a los zombis. Luego tomé algunas sillas y con la ayuda de Thomas les sacamos las patas, dejándolas a un costado.
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Mensaje  Azmordan Mar Dic 14, 2010 11:46 pm

Spoiler:

- Está bien la idea de la distracción, pero.. ¿Qué podríamos usar? Además la distracción debe de hacerse lejos de aquí para que funcione, sino, atraerémos a mas de estos.

Esto sacudió a Adrián, no se esperaba que quisieran quedarse en un lugar donde no hay suministros, comida, hasta pensó que era un poco egoista el no pensar en Adam.

Al ver que se alejaba y sacaba las botellas les dijo a los demás:

- Vamos necesito decidan rápido, el tiempo es oro... están conmigo?

Dejó a los demás pensando en qué debian decidir y se acercó a Ariel.

- Cuánto tiempo crees que sea prudente nos quedemos, yo digo que entre menos tiempo estemos aquí, más fácil será para nosotros.
-Vamos hombre, apóyame en esto, no creo que un bar sea un buen refugio, a como veo, en poco tiempo se vendrá abajo la barrera que pusimos en las ventanas y las puertas, el ruido de los cristales rotos atraerá a mas de ellos y esto será un hervidero, será una ratonera. Además a esta hora no hay mucha gente en la calle, exite posibilidad de que pasemos sin que nos noten.

Lo que planteaba Adrián era cierto, TENIAN QUE MOVERSE MIENTRAS PUEDEN, hasta que encuentren un lugar seguro y con suficientes proviciones y armas.


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Mensaje  Skimmer Miér Dic 15, 2010 10:01 am

Bingo, pensó Gaara.

Ante él se extendían varios paneles con decenas de herramientas. Definitivamente había sido una buena idea pasarse por allí. Gaara se paseó alrededor de los paneles, dudando entre que herramienta le serviría más en su propósito.

El aula era considerablemente grande, con cuatro mesas de trabajo en el centro. En el ambiente se respiraba un ligero olor a madera vieja de lo más agradable. Únicamente había una ventana en toda el aula, y ésta no daba a ningún sitio. En caso de emergencia, podrían encerrarse allí y si era preciso, saltar al suelo. Puede que se rompiesen algo, pero Gaara prefería afrontar ese destino antes que la de morir devorado.

Necesitaba algún arma práctica. Estaba claro que si esas criaturas eran lo que creían que eran, tenía que ser algo contundente y que a la vez no le expusiese demasiado. No pudo evitar sonreír cuando una imagen mental se formó en su cabeza. Cogió una escoba que estaba apoyada en la pared y le quitó la parte del cepillo. Después, seleccionó uno de los cuchillos del panel y con una considerable cantidad de cinta adhesiva lo pego a la punta del palo de escoba.

Perfecto, con esto no tendré ni que acercarme mucho, pensó Gaara.

Cogió un par de martillos y salió del aula.

Todo aquel silencio era inquietante, de pronto el pasillo se le antojó interminable.

Vamos, ¿ahora te vas a cagar por un pasillo oscuro?, se dijo a si mismo restándole importancia al asunto.

Pero lo cierto es que el miedo comenzaba a apoderarse de él. Gaara trató de mantener la mente despejada y aceleró el paso.

Cuando volvió a la puerta principal, Dexter y Jerry habían colocado más bancos en un intento de bloquear la puerta. Pero con la diferencia de que ahora ya no se oía nada en el exterior.

- Parece que perdieron el interés y se fueron – le comunicó Dexter cuando se reunió con ellos.

Gaara se sorprendió al comprobar como había empeorado el aspecto de Jerry desde que se fue. Sudaba copiosamente y la hemorragia del brazo parecía no haber cesado del todo.

- Creo…creo que finalmente podremos salir por aquí – dijo Jerry mientras se secaba el sudor de la frente.

Entonces escucharon el sonido de un cristal romperse al final del pasillo. Luego el característico gemido de ira y unos veloces pasos que se dirigían directos hacia ellos.

Se les heló la sangre. Estaban cerca, muy cerca. La idea de salir por la puerta quedaba descartada. Había que esconderse, y había que hacerlo ahora.

---

Pekador: Escoba con cuchillo. Durará cinco posts
Unit: Martillo. Durará tres posts.



El grupo todavía no se había puesto de acuerdo sobre si salir de allí o no. Algunos de ellos todavía no se habían pronunciado respecto a ello.

Habían llevado a John a la cocina y le habían tumbado sobre la mesa. Si por alguna casualidad aquellas cosas entraban, no les habría dado tiempo a moverlo. Junto a él se encontraban Sam, Claire y Adam.

Adrian, Ariel y Thomas estaban en la barra sirviéndose un trago.

Entonces, Adam cruzó la puerta de la cocina y se reunió con ellos. Durante unos segundos nadie dijo nada. Solo bebieron.

- No creo…-comenzó a decir Adam – no creo que John vaya a salir de esta. La herida se ha infectado de una manera que no había visto nunca y aunque tuviese el material necesario…dudo que lo consiguiese.

- Por el amor de Dios, solo tiene 16 años – dijo Thomas sin dejar de mirar el fondo de su vaso de whisky.

- Pues con más razón tenemos que irnos de aquí – comentó Adrian terminándose su bebida y dejando el vaso sobre la barra.

- ¿No lo entiendes? No sobreviviría si se le movilizase. John no podrá salir de aquí.

A todos les impactó la noticia. Si querían salir de allí, tendrían que dejar atrás a John, y por consiguiente también a Sam. Él jamás se iría sin su hermano..
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Mensaje  DarkHades Miér Dic 15, 2010 1:00 pm

-Llevaré una silla de estas,Vince tu cubreme por si algo pasa.-Ordené mientras tomaba una pesada silla de madera.

-Esto les servirá.-Dijo Rebecca mientras nos mostraba cinco cuchillos que iban de menor a mayor tamaño.

-Tomaré uno.-Dijo Vince decidido mientras tomaba un cuchillo y me seguía detrás.

-Tengo dos,el más largo para mi,el segundo más largo para ti,¿te parece bien?-Continuó.

-Es lo mismo mientras sepas usarlo.-Murmuré.

-¡Tengan cuidado chicos!-Gritó Jenkins mientras estabamos a escasos metros de la puerta trasera.

-Y ese baboso no se calla,si alguien de afuera lo oye tratará de entrar.-Dijo Vince.

-Y no tenemos los recursos para hacerles frente,y no se si son lunáticos o que carajo.-Dije mientras colocaba la silla contra el picaporte de la puerta,haciendola así inaccesible para lo que quisiera entrar desde fuera.

-Ya vamos.-Dije casi susurrando y tomando uno de los cuchillos que Vince tenía para mi.

-¿Eres el mecánico Oleg verdad?yo fuí tu reemplazante mientras estaba de vacaciones.

-Gracias por eso,fueron unas buenas vacaciones y lo único que quería hacer al llegar era dormir un momento sabes.

-¿Que crees que es todo eso de ahí fuera?-Preguntó Vince al mismo instante en que nos reuniamos con los demás.

-Unos locos caníbales tal vez,no te diré mis locas teorías...

-¿Zombies?¿Infectados?-Preguntó Vince.

-Es temprano para adelantar echos.

-¿La han bloqueado?-Preguntó Rebecca.

-La hemos bloqueado,¿alguna otra cosa que hacer?-Le dije mientras guardaba el cuchillo y tomaba mi ballesta.

-Esperemos un poco.

-Todo lo que quieras.-Murmuré.
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Mensaje  mjolnnir Miér Dic 15, 2010 8:03 pm

Derek Morgan

Derek se quedó petrificado en el momento en el que se asomó a la ventana. El número de estudiantes en el campus había aumentado considerablemente desde la mañana, pero no de la forma que el esperaba. Los que había allí andaban lentamente, arrastrando los pies, gimiendo y haciendo sonidos lastimeros, muchos de ellos cubiertos de sangre, o peor aún, careciendo de algunas extremidades o teniéndolas colgando.

La sangre se le heló, y casi pierde el control cuando observó a dos estudiantes de primero rodeados por un grupo de esos locos. Más estupefacto y casi enfermo le dejó cuando empezaron a morder sin control a esos dos jóvenes, en un festín de vísceras e intestinos totalmente asqueroso mezclado con una explosión brutal de sangre después de morder sus arterias yugulares. Apartó la vista rápidamente, rogando no tener que mirar más hacia fuera.
Aún así, tras contemplar esa terrible escena, Derek se acabó de poner blanco, le subió la bilis y vomitó en el suelo el poco desayuno que había tomado así como parte del restante alcohol en su organismo. Se limpió la boca con un trozo de papel que el otro chico le tendió, y miró entonces a sus dos compañeros.

Patty, la vieja bibliotecaria, la que muchos tildarían de “amargada” por su cara larga y casi siempre seria, vestida con una falta negra por las rodillas, unos zapatos de poco tacón y una camisa blanca, llevaba consigo una regla de un metro metálica de la que caía aún un poco de sangre. A su lado había un estudiante que Derek no conocía, pero con aspecto de tener dinero. Con el pelo rubio y una cara inmaculada, llevaba un polo de color rosa, unos tejanos y unas deportivas, y cargaba a la espalda lo que parecía una mochila llena de libros.

Derek aún estaba examinándoles y asumiendo lo que estaba sucediendo, sin siquiera haberse planteado qué hacer, cuando el carácter independiente y resuelto de la bibliotecaria Patty les puso en acción, empezando a gritar:

- Hay que tapiar esa puerta! Tu, coge esa mesa y empótrala contra la puerta mientras voy a por las llaves! Tenemos que impedir que entren! Derek, apila todas las sillas y las mesas que puedas y ayuda a tu compañero!

Derek empezó frenéticamente a preparar las cosas dejando su pesado libro a un lado, pero el otro chico no hizo caso y empezó a hablar:

- Señora Patty, creo que no deberíamos hacer eso – contestó el alumno desconocido, con voz suave, como si tuviera miedo – Sería mejor subir al segundo piso, al aula de informática, y encerrarnos ahí hasta que alguien nos venga a buscar. No hay ninguna ventana, así que será más difícil que entren, y aquí esta lleno, y igualmente las puertas son más resistentes. Solo tendremos que esperar a que nos vengan a salvar.

- Creo que es una buena idea, Patty, deberíamos hacerle caso – apoyó Derek.

La bibliotecaria lo pensó unos breves instantes y respondió:

- Estoy de acuerdo, pero antes tenemos que echar un vistazo rápidamente a la biblioteca para ver si hay más alumnos y llevarlos a todos arriba. Es mi obligación como funcionaria de este centro. Derek, haz una batida en la primera planta, yo miraré rápidamente la tercera y tu, chico, registra la segunda. Si tienes tiempo apila todo lo que puedas para hacer una barricada. A todo el que encontréis llevarlo a la clase de informática de la segunda planta. Daos prisa, no tenemos mucho tiempo antes que rompan esta puerta o las ventanas! Y tened cuidado!

Derek cogió su pesado libro, vio unas pequeñas tijeras y se las guardo en el bolsillo, y tras ver a sus compañeros desaparecer, se dispuso a registrar la primera planta para ver si podía encontrar a alguien, y aún mejor, a alguien vivo, cuando empezaron los gritos.
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Mensaje  Azmordan Miér Dic 15, 2010 9:14 pm

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Adrían pensaba qué es lo que debía hacer, no podía dejar tirado a John, pero tampoco podía dejar a sus amigos y la posibilidad de tener una defensa más sólida.
Se puso a buscar entre la barra y encontró dos encendedores (mecheros) y dos paquetes con veinte cerillos, los tomó y los repartió, él se quedó con un encendedor, le dió el otro a Ariel y los cerillos a Thomas y a Adam. Comenzaron a hacer unas bombas molotov con las botellas de vino que más alcohol tenían y usando trozos de los trapos que se usaban para limpiar las mesas como mecha. Lograron hacer diez cocteles, solo porque se les acabaron los trapos, pero quedaron varias botellas que podían usar.

- Lo que tenemos que hacer es dividirnos en dos grupos unos podemos ir por mis amigos y el equipo, mientras otros se quedan a resguardar el bar y cuidar de John. Comentó Adrián.

- Me parece una excelente idea. Dijo Thomas. - Así no será necesario mover a John y podemos ir al hospital por equipo médico para curarlo.

- Yo me quedo. Contestó Ariel.

- Yo me voy tengo que ir al hospital por mi hija. Replicó Adam.

-Podríamos usar tu coche Adam, ir por mis amigos y de ahí al hospital, pasamos por tu hija, creo en esta situación es mejor que esté contigo y traemos el equipo necesario para curar a John. Dijo Adrián.

La situación era dificil, todos lo sabían pero no querían comentarlo, qué pasaría si John moría... Sucedería lo de las películas de horror?, volvería a la vida? y si era así, entonces los que se quedaran con él estarían en peligro.

- Entonces tememos que hablarlo con todos. Dijo Adrián.

Fueron a la cocina y le platicaron a Sam y a Claire el plan que tenían.
Un equipo podría estaría formado por Adrián, Thomas y Adam, que irían en carro por los amigos de Adrián y luego al hospital por la hija de Adam, para volver a sanar a John. Mientras que el otro equipo estaría formado por Ariel, Sam y Claire que se quedarían en el bar para cuidar a John. Claire, Sam y Thomas estuvieron de acuerdo.

Para que el plan funcionara tenían que inmovilizar a John, así evitarían que "volviera" y Adrián lo propuso, pero no fué una idea bien recibida, pues se les hacía inhumano tener que amarrar a John y sobre todo en su estado. Nada les aseguraba que John al morir volviera, pero Adrián podría tener razón y atarlo no le causaría daño, pero si beneficio a los demás.

Ariel y Adam no estaban muy convencidos, Adrián se dió cuenta y dijo:
- ¿Tienen algo que decir?, yo creo que es mejor estar deacuerdo todos de una vez antes de partir.
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Mensaje  Dr.Zombi Jue Dic 16, 2010 12:26 am

ADAM CONNELL

FICHA
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OBJETOS
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***************************************

- Yo estoy de acuerdo - dijo Adam - hay que buscar una forma segura de salir de aqui, pero tambien esta claro que mientras esas cosas esten ahi afuera tal vez solo consigamos llamar su atencion sobre nosotros, por eso es mejor planificarlo muy bien...

Tras decir eso se acerco a Sam que permanecía junto a John

- Sam, ven conmigo, necesito hablar contigo - le dijo llevándoselo a un rincón apartado.

- ¿Que ocurre? - pregunto el joven.

- Veras, la situación de John es critica... - comento mientras Sam involuntariamente miro hacia el joven herido -... y es importante que estés preparado para lo peor, John podría morir en cualquier momento, y no sabemos que podría ocurrir después, soy medico, y aun para mi esta situación no tiene precedentes, no podemos estar seguros de lo que sucederá, es por eso que debes tener claro que si es necesario deberás dejarlo atrás...

- ¿Me esta diciendo que me debo olvidarme de mi hermano? - lo interrumpió Sam gritando y atrayendo la atención de los demás...

- Entiende que tu hermano morirá, ya no se puede hacer nada, lo que debería importarte ahora es tu vida - increpo Adam...

- ¿Acaso usted abandonaría a su hija? ¿como podría vivir sabiendo que dejo morir a su hija sola?...

-¡ CÁLLATE! - dijo Adam tomando a Sam por las ropas y de un empujón arrojándolo al suelo - ¡NO HABLES DE LO QUE NO SABES! - grito irritado, tanto por las palabras, como por la situacion, el alcohol ayudo tambien...

- Hey hey, tranquilo - dijo Thomas acercándose y ayudando al muchacho a levantarse - Todos tranquilos, la situación es tensa y lo sabemos, pero debemos mantener la calma, o terminaremos matándonos entre nosotros... sera mejor que nos pongamos de acuerdo y rápido...


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Mensaje  THE-VIL-JACK-KRAJER Jue Dic 16, 2010 1:53 am

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El plan ideado por Adrián era genial.

- Estoy de acuerdo, pero antes de que vayan al hotel tienen que sacarnos de encima a los que están afuera. Quizás puedan pasar por enfrente y hacer el suficiente ruido para que los sigan, y después lo pierden con el auto. Además hay que pensar como podremos comunicarnos. Si tuviéramos uos walkie-talkie... -

Luego de esto me encaminé más atrás para encontrar algo que sirva para tapar la puerta y las ventanas, porque no duraría mucho las barricadas.
¡Claro, como no me dí cuenta antes! Había dos heladeras perfectas para servirme. Primero las desconecté, con el permiso de Claire, después quité todas las botellas del interior y con la ayuda de Thomas y Adrian arrastramos la heladera hasta la puerta.

Nos tomamos un pequeño descanso (no es tan fácil como parece) y procedimos a tapar la ventana con más urgencia. Cada golpe en el cristal dolía como si fuera en la carne propia, por lo que la desesperación aumentaba.
No tardó en surgir la primera pelea, pasaba exactamente como sucedían en las películas. No veía la hora en que viniera la ayuda...
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Mensaje  SkyFlames Jue Dic 16, 2010 5:22 am

Leo estaba completamente desorientado. ¿"Zombies"? Recordaba haber escuchado algo de unos disturbios hace muchos años en la zona de Los Angeles, en su madre patria tambien habian toma de tierras y ocupaciones ilegales, pero.. ¿Pero esto? Que demonios habia alla afuera en realidad. En ese momento miro al extraño, tal vez podria entender la situacion mediante el. Trato de enfocarse en sus ojos, mostraban desesperacion, miedo... pero no era un miedo como el que mostraban los acusados en los juicios... Parecia un mierdo... miedo a morir.
Lanzo un suspiro en aquel momento. "Asi que esto es serio" razonaba para si mismo.
- ¿Me vas a estar mirando todo el dia? - Le dijo con una voz sobradora - Hay que hacer algo, alla afuera hay un infierno.
- Zombies... de verdad? Seguro son solo adolescentes drogados.
- Es mi comunidad a la que insultas, joven argentino - Dijo el padre
Leo estaba empezando a exasperarse, el padre habia traido unos candelabros, eran algo pesados y vio como a Charlie le costaba levantarlo, a el mismo le costaba blandirlo como arma, pero no tenia demasiada dificultad. "Una vez que todo esto pase de seguro llevaran preso a quienes hallan usado la fuerza bruta, no me arriesgare y MENOS en mis vacaciones" penso a sus adentros.
Los golpes a la puerta continuaban.
- Bien, creo que estamos en una Iglesia, acorralados de unos zombies que solo puedo escuchar, con un candelabro por arma y sin cigarrillos... Vaya vacaciones estoy teniendo, muchas gracias Lucas.
¿Por que habia aceptado venir a un lugar asi para descansar? Con su dinero podria haber ido al Caribe o al Salvador, pero no. Su amigo querido le habia dicho que este festival era "inolvidable"... Como se podria olvidar algo como esto?
- Vacaciones? Jajaja, ya sabia que ese acento no era de por aqui.
- Gil - dijo Leo en español.
- Uh? - Respondio el tipo intrigado.
- Significa "apuremonos a buscar una salida de aqui", dar una vuelta no nos vendria nada mal... Por si viene un saltamontes mutante gigante y salta por aquella ventanas - Dijo señalando los vitrales.
- Señor Falcone, podria tomarse en serio la situacion al menos por un momento?
- Relajese padre, de nada sirve el estres en una situacion asi - Dijo mientras caminaba al atrio - Entonces, vienen o se quedaran alli hasta que aparezca la oruga devoradora con colmillos trituradores?
- Crees que eres gracioso, forastero? Hay gente muerta alla fuera... Gente muriendo... Gente... - Charlie largo un suspiro mientras el niño en sus brazos empezaba a llorar.
Leo saco la sonrisa de su rostro. "Vaya manera de bajar los animos".... Camino hacia el atrio mientras miraba la figura de Cristo.
Junto sus manos para rezar pero rapidamente las separo. "Que estupidez, no puedo confiarle mi seguridad a una estatua" vio una placa en los pies de la cruz.
Alcanzo a leer,

"CRISTO DIO SU VIDA POR NOSOTROS"

- Donde hay un Cristo cuando se lo necesita...


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Mensaje  Skimmer Jue Dic 16, 2010 5:26 am

La tensión podía palparse en el ambiente, así que decidieron que era el momento de partir. Se cercioraron de que el lugar estaría seguro hasta su regreso y se reunieron en la puerta de atrás.

- Bien, ¿Cuál es el plan? – preguntó Adam sacándose el cuchillo del pantalón.

- En cuanto salgamos, yo lanzaré un coctel molotov hacia ellos y cuando estén bien quemados cruzaremos la esquina e iremos al aparcamiento de la licorería, donde nos montaremos en tu coche, Adam. – explicó Adrian echando constantes miradas a John, que cada vez presentaba peor aspecto.

- Mirad, como parece que nadie quiera decirlo en voz alta, lo haré yo…cabe la posibilidad de que John muera y…vuelva – dijo Ariel a la vez que sus mejillas se sonrojaban ligeramente y desviaba la mirada.

Todos guardaron silencio durante unos segundos sin dejar de mirar a la mesa de la cocina, donde estaban John, Sam y Claire.

- De ser así…me temo que tendrás que encargarte de hacerlo tú, chico – le dijo Thomas a Ariel colocándole una mano en el hombro – Claire sería incapaz, y John es su hermano, lo más probable es que trate de impedírtelo por todos los medios.

Ariel tragó saliva y asintió no muy convencido. ¿Tendría el valor de matar a un hombre a sangre fría?

- Bien, es hora de que nos vayamos. Regresaremos con mi hija y los amigos de Adrian, no os preocupéis. – dijo Adam tratando de quitarle importancia al asunto.

- Bueno…pues suerte. – dijo Ariel asintiendo y dando un par de pasos hacia atrás.

Adrian respiró hondo y abrió la puerta lo más rápido que pudo. Allí estaban, justo en la misma posición de hace veinte minutos. Al escuchar el sonido que hizo la puerta al abrirse, giraron sus fútiles cuerpos hacia ellos y tras unos segundos de incertidumbre comenzaron su caminar.

Los tres cruzaron el umbral de la puerta y ésta se cerró tras ellos.

- ¡Ahora! –gritó Adrian y haciendo gala de una magnífica puntería, lanzó el coctel molotov, acertándole en la cabeza al que iba más adelantado.

- ¡Sí! – exclamó Thomas apretando los puños.

Pero había un problema. El cuerpo se estaba quemando, sí, pero eso no parecía frenarle.

- ¿¡Qué coño pasa!? ¿¡Por qué no se muere!? – gritó Thomas, víctima de la desesperación.

- ¡No lo sé, joder, no lo sé! – chilló Adrian, retrocediendo.

Solo habían conseguido empeorar la situación, ahora aquella criatura estaba ardiendo y estaba a menos de cinco metros de ellos. Adam miró a su alrededor en busca de algo con lo que poder librarse de él y solo vio un par de cubos de basura, corrió hacia ellos y cogió el que estaba más vacío.

Cuando la criatura estuvo a menos de dos metros, Adam se adelantó y le lanzó el cubo de basura a la frente, haciéndole perder el equilibrio y caer sobre unas bolsas de basura.

- ¡Vamos, corred! – vociferó Adrian tomando la delantera.

Se encontraba a poca distancia del segundo infectado, y gracias a toda la adrenalina que circulaba por sus venas, decidió actuar. Corrió hasta él y le traspasó el globo ocular con el cuchillo. Se produjo un sonido acuoso y la criatura cayó hacia atrás, muerta. Adrian se quedó paralizado con el cuchillo en la mano, apenas se creía lo que acababa de hacer.

- Dios…acabo de atravesar la cabeza de un hombre…-musitó sin poder apartar la mirada del cadáver.

- ¡No te detengas, Adrian, tenemos que llegar al coche!

Adrian volvió a ser consciente de la situación y se puso en marcha de nuevo. Los tres corrieron a toda prisa hacia el aparcamiento de la licorería, por el camino se encontraron varias de estas criaturas, pero ellos eran más rápidos y lograron esquivarlos. Pese a ello, los muertos vivientes les seguían de cerca.

Unos minutos después, se encontraban en el aparcamiento de la licorería.

- ¿Cuál es tu coche? – preguntó Thomas, cada vez más preocupado por el creciente número de muertos que comenzaban a aparecer.

-Eh… ¡Es aquel, el Mazda gris! – exclamó señalando con el dedo el coche familiar.

Recorrieron la distancia que les separaba del coche y tras unos angustiosos segundos en los que Adam llegó a pensar que había perdido las llaves, se metieron en el interior del coche.

Los muertos estaban rodeando el coche.

- ¡Vamos, arranca! – bramó Adrian desde el asiento de atrás.

Adam estaba aterrorizado y le sudaban las manos, hecho que no le ayudaba en ese preciso instante, pero finalmente logró poner el coche en marcha.

Salió a toda velocidad arrollando a uno de los muertos que se interpuso en su camino. Finalmente estaban en carretera.

- Ha…ha faltado poco – dijo Thomas entre jadeos – bien, ¿a dónde vamos primero?

---

Azmordan y Dr.Zombi, en vuestro próximo post debéis decidir a donde ir primero, el segundo que postee puede ponerse en camino pero sin llegar a su destino. Yo escribiré la llegada al hospital/motel.



Ariel estaba apoyado en una de las paredes de la cocina, observando.

A John le había subido la fiebre, y ahora mismo Claire le estaba colocando un paño frío en la frente. Sam estaba en el bar, bebiendo. Ariel no paraba de pensar en si sería capaz de hacer lo que era necesario cuando llegase el momento.

Sam parecía el tipo de persona que haría lo que fuese por proteger a su hermano, un luchador. Sin duda, no iba a ser nada fácil…

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Mensaje  Dr.Zombi Jue Dic 16, 2010 12:33 pm

ADAM CONNELL

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Mas repuesto y tratando de volver a tener el control de su respiración, Adam apretó los puños contra el volante y fijo la mirada en el camino acelerando a mas poder atento a las posibles apariciones de mas zombies que pudiesen atravesarse...

- Creo que primero deberíamos ir al Motel, si la cosa esta fea en Hospital las armas que tienes podrían sernos de utilidad entonces... - propuso Adam esforzándose en decidirse, pues eso significaría tardarse mas en llegar a saber como estaba Sandy - Encenderé la radio, tal vez estén informando sobre lo que sucede... - dijo para tratar de pensar en otra cosa mientras buscaba alguna emisora que estuviese transmitiendo...
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Mensaje  Azmordan Jue Dic 16, 2010 6:44 pm

Biografía:


Items:


_______________________________________________________________________________________________
- Perfecto, al motel. Dijo Adrián
- Tenemos que tomar Avenida Huerto y de ahí tomar Calle Miller en dirección Norte hasta la novena avenida ahí se encuentra el motel.

Sam condujo sin problemas en la avenida Huerto, dió vuelta en la calle Miller y ahí encontró un auto chocado a un lado de la calle, dentro de él había una persona con el torso sobre el cofre y con las piernas dentro en el asiento del copiloto. La puerta del conductor estaba abierta y solo se veían restos de sangre, formando un camino hasta un poste donde se encontraban tres personas sobre otra. Lo que vieron los dejó asombrados... Estaban comiéndose a la persona que se encontraba recargada en el poste.

- Dios, esto es de locos. Dijo Thomas

- El mundo se está yendo al carajo. Comentó Adam

- Vamos, vamos, acelera. Replicó Adrián, un poco molesto con la escena.

Adam continuó su camino, sin mayores problemas, no había mucho tráfico, al final, haber salido a esas horas de la madrugada había sido conveniente.

Avanzaron por la calle Miller hasta que encontraron un choque, dos coches habían chocado de frente y otros dos coches parecía habían tratado de esquivar el choque y se encontraron de frente. el accidente ocupaba casi toda la calle solo dejando medio carril para pasar.
La única manera para pasar era subirse a la banqueta. Así que Adam lo hizo, al pasar junto al accidente observaron que en el asiento del conductor de uno de los coches se encontraba el chofer, pero ya no estaba vivo, se había transformado y daba golpes desesperado tratando de alcanzarlos, de repente rompió el cristal y se lanzó contra Adrián, quien había bajado el cristal y que era el que tenía más cerca. Afortunadamente para Adrián, el ser todavía tenía puesto el cinturón de seguridad y no pudo alcanzarlo, pero al estirarse trató de aferrarse del brazo de Adrián quien hizo un movimiento circular para evitar que lo tomasen del brazo y le clavó el cuchillo en la mano y con el coche en movimiento no alcanzó a sacarlo.
- Demonios. Exclamó Adrián
- Estás bien? Preguntó Thomas
- Si, estoy bien pero perdí el cuchillo. Comentó Adrián.

Aún les quedaban las molotov, el equipo todavía contaba con 4 bombas, pues habían dejado la mitad en el bar. Thomas tenía dos de las bombas y Adrián tenía las otras dos mientras Adam conducía.

El viaje continuó por la calle rumbo al motel sin mayores contratiempos.


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Mensaje  Kable Vie Dic 17, 2010 12:09 am

CHARLIE ABLE

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Charlie todavía estaba cargando los dos pesados candelabros cuando un crujido sonó en la iglesia. Todos dirigieron la mirada hacia el lugar de donde provenía el sonido. Era la pequeña puerta, por donde entraban los feligreses a rezar. Estaba siendo fuertemente golpeada.

-La puerta!-gritó Charlie- Esta cediendo! Este sitio no es seguro. Rápido, vayamos a la sacristía!

-Vamos-continuó Leo, con un marcado acento argentino- “Ashá” nos haremos más fuertes!

Como una manada de caballos desbocados atravesaron la sala por el pasillo central, haciendo más ruido del que provenía del exterior. Al final de la gran estancia, una vez traspasado el altar, se encontraba la pequeña puerta que los separaría de la muerte.

-Ramsey, tienes la llave?-preguntó nervioso Charlie.

-Sí, hijo. Toma y abre- Pero antes de dársela, de repente el pastor recordó algo- Un momento! Charlie, coge a Daniel! Vengo en un momento! Os prometo que no tardaré.

El padre deshizo el camino hasta que se perdió en la negrura de la sala.

- Ramsey, donde va?? RAMSEY!!-Gritó Charlie-

En ese momento, Daniel al no sentirse protegido por los brazos del pastor y al oir los gritos de Charlie rompió a llorar.

- Daniel, tranquilo, todo irá bien...tranquilo- dijo mientras pasaba una mano por la cabeza del niño.
-Tranquilo, chico, todo va a salir bien.- añadió el extranjero.

Pero Daniel no paraba de llorar.

Leo sacó un mechero de su bolsillo.-Esperemos que esto le distraiga- Y encendió y apagó el mechero delante del niño, intentando distraerlo.Surtió efecto. Justo en ese momento, se acercó el pastor al trote.

-Se puede saber donde coño has ido? - increpó Charlie.

-He pensado que si esos pobres son ahora criaturas del Maligno, quizá nos iría bien esto.

En una mano, el pastor portaba una cruz, en la otra llevaba una botella de un líquido tranparente.
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Mensaje  PauTL Vie Dic 17, 2010 12:36 am

-Rápido, ponerlo en la camilla- Dice el medico.
-Hay que llevarlo a la enfermería, ha sufrido una insolación, y pierde sangre.
-¡Si, señor!- Grita uno de los soldados.
La camilla avanza rápidamente entre tiendas de campaña, desconocidos se amontonan alrededor de el, gritos, preguntas, todo es muy rápido, la camilla llega a la enfermería.
-Tumbadlo ahí- Dice una voz. -Tiene metralla en el hombro, parece que también tiene algunas quemaduras, ¿donde está la pomada?, bien, dame esas pinzas.
Los ojos no le responden, empiezan a cerrarse.
-¡Doctor, sus constantes caen!.- Grita alguién.
-¡Mierda!, Matt, joder, no te quedes dormido ahora.


-Matt, joder, no te quedes dormido ahora.- Le dijo Jenkins, mientras lo zarandeaba.

-¿Que?, ¿que pasa?.- Preguntaba Matt, mientras se esforzaba por estirarse.

-No es momento para dormir, joder, hay zombies ahí fuera. Matt se quedó mirando a Jenkins con cara de burla.

-Ya tuvimos una problema con eso, ¿recuerdas?.- Le preguntó Matt.

-Si, lo recuerdo, pero esta vez...

-No, no lo recuerdas, se fué la luz en la base y saliste corriendo de los barracones gritando que era el fin, que había zombies, y que todos ibamos a morir.- Lo interrumpió Matt.

-Ya, pero eso fué algo inconsciente, míralos, están ahí fuera, tu puedes verlos.- Le insistía Jenkins.

-Serán borrachos, por cierto, eso me recuerda el golpe que le atizaste a aquel borracho el día de acción de gracias, porque decías que era un zombie.- Le dijo Matt.

-¿Que querías que hiciera?, se abalanzo sobre mi y...

-No, se cayó de lo pedo que iba, hacia ti, y tu le atizaste- Lo interrumpió Matt.

-Bueno, vale, pero mira, la herida que tiene ese parece una mordida, ¿como explicas eso?.- Le preguntó Jenkins.

-Imaginaciones tuyas, ademas, el ejercito estaría rondando por aquí, ¿no?.- Le dijo Matt

-Bah, déjalo, mira, esos, van a tapar la puerta de atrás, para que no entren, si señor, justo como decía el manual de supervivencia zombie. ¡Tengan cuidado chicos!.

-Se que está mal que lo diga yo, pero...estas loco- Dijo Matt con una sonrisa.

-Lo se, tío, lo se, creo que deberiamos ir a revisar el piso superior, pero la puerta está cerrada y es blindada, ¿alguna idea?- Le preguntó Jenkins.

-¿Conductos de ventilación?.

-Mmmmm, le preguntaré a Becky- Dijo Jenkins, y se acercó a Becky.

Matt miró por la ventana, lo que vió lo asusto, hacía mucho tiempo que no se asustaba, pero aquello era...terrible, unas personas habían atrapado a otra a lo lejos, se lo estaban...comiendo.


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